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La Civilización Maya se destacó por su extraordinaria capacidad para realizar obras que, van
a sobrevivir al período histórico en el que fueron realizadas. Monumentos funerarios,
viviendas, palacios reales y, por supuesto, los famosos templos piramidales que construyeron
son algunas de sus expresiones más notables, a las que se suman una producción
escultórica, pictográfica y ceramista. También van a destacarse en las ciencias, en especial
las matemáticas y la astronomía, las que les permitirán confeccionar su calendario. En
estelas esculpidas, en murales bellamente pintados, en altares hermosamente decorados, en
los códices, en sus construcciones armoniosas, en los patios de pelota y en las puertas y
dinteles, se proyecta el legado cultural de la civilización maya, que llevó a la perfección la
astronomía, la escritura y las notaciones numéricas.
Chichén-Itzá
Muestra inequívoca de sus conocimientos y aplicaciones matemáticas son, por ejemplo, sus
seguimientos sobre el movimiento de la Luna y los planetas. Las matemáticas fueron
incorporadas al calendario en el llamado calculo de computo largo, que consistía en la
acumulación de cinco tipos de ciclos de tiempo, en los coeficientes numerales por los que han
de multiplicarse.
También fue sorprendente su capacidad para medir con exactitud la duración del año solar,
de 365 días, medición que, según varios estudiosos, era más exacta que la utilizada por
entonces en Europa. Su calendario tiene trascendental importancia científica y está
íntimamente relacionado con la mitología, la cosmología, la teología, la astronomía y las
matemáticas. Se basa en un complejo sistema de gran exactitud; se afirma que su precisión
es comparable a la obtenida actualmente con base en los cálculos de nuestra era electrónica.
"Apenas nacía, el niño maya era llevado ante el sacerdote para que este pudiera adivinar su
destino, determinar su ocupación futura y darle un nombre. En un texto sobre augurios se
afirma que los niños nacidos los días de Kan, Chuen y Men estaban destinados a ser
artesanos; los nacidos en los días Khish y Kib, guerreros; los nacidos del día de Khets'-nab,
curanderos, etc. De este modo, los sacerdotes podían clasificar inmediatamente a los niños
por los empleos que habrían de ejercer y aconsejar a sus padres sobre la forma de
educarlos."
Astronomía
Se admite que la cultura maya alcanzó el mayor desarrollo astronómico y científico de toda la
América prehispánica. La atención mayor de los astrónomos mayas se detuvo con mayor
precisión en el Sol, astro al que siguieron en su trayectoria. También prestaron particular
importancia a la Vía Láctea, conocida por ellos como el Árbol del Mundo y representada por
un majestuoso árbol floreciente: la ceiba.
Observatorio en Chichén-Itzá
La arquitectura
Las ruinas de construcciones arquitectónicas nos revelan que este arte conoció una época de
gran esplendor. Palacios en ruinas, pirámides, templos, juegos de pelota, observatorios
astronómicos, puertas de entrada, plataformas elevadas y centros ceremoniales, son
algunas de las edificaciones del pueblo maya, aparte de las que aún permanecen escondidas
en las selvas, que atestiguan de manera elocuente un extraordinario pasado.
Sobresalieron las construcciones de tipo civil y religioso, caracterizadas por diversos estilos
arquitectónicos. A través del estudio que han hecho arqueólogos y etnólogos, se sabe que
éstas exigían un largo proceso; además, una obra plasmaba la historia de varias
generaciones, ya que ellas montaban sobre las viejas estructuras las nuevas. Un rasgo
distintivo de la arquitectura maya es la construcción de grandes edificios en puntos
determinados por su conveniencia para la observación astronómica. Además, ya como un
elemento común a otras culturas, por lo general levantaban sus ciudades en las cercanías de
cursos de agua, bosques, valles y selvas, lo que les permitía administrar una serie de re cursos
naturales esenciales para la supervivencia de la comunidad.
Las primeras construcciones totalmente desarrolladas, con plazas rodeadas por pirámides de
piedra coronadas por templos y palacios, datan entre el 300 a.C. y 300 d.C. Estos grandes
centros político-religiosos se transformaron en verdaderas ciudades hacia comienzos de la
etapa clásica de la civilización maya (300 d.C.). Los siglos 600-800 d.C. fueron un período de
vigorosa expansión. La ciudad de Tikal fue reconstruida y se construyeron importantes
templos, palacios, plazas y recintos de juego de pelota en Palenque, Piedras Negras,
Copán, Quiriguá, Naranjo y Cobá.
La ciudad seguía su diseño según la cosmovisión maya, en cuyo centro se hallaba lo religioso
y a partir de allí se distribuía hacia la periferia el resto de la ciudad, siguiendo siempre un
orden jerárquico. De esta manera, en los suburbios se levantaban las precarias casas de los
trabajadores agrícolas. Los restos arqueológicos y las ruinas de los grandes edificios permiten
acercarnos en detalle a la arquitectura maya. Uno de los aspectos que se compadecen con
la visión religiosa es la elevada altura de los templos, que, con un promedio de 40-50 metros,
representaban un mayor acercamiento a las divinidades como a las estrellas que tanto
estudiaron.
Una extensa escalinata permitía el acceso desde la plataforma inicial hasta la cúspide, donde
habitualmente se establecía un templo ceremonial y sacrificial. Templos y palacios exhibieron
paredes gruesas que necesariamente precisaron de grandes esfuerzos humanos para su
traslado y colocación, paredes que a su vez eran revestidas con relieves de estuco o tallas
directas sobre la misma piedra.
Principales centros urbanos mayas
Fruto de estos estilos son los grandes edificios, palacios y templos que aún asombran por su
calidad y magnificencia, como el observatorio de Uaxactún, el templo de Palenque y los
diversos edificios y templos de El Mirador, Tikal, Chichén-Itzá y Uxmal. Entre los
monumentos más famosos encontrados hasta ahora, vale la pena mencionar los gigantescos
monolitos hermosamente tallados en forma de prisma cuadrangular, que se encuentran en la
región de Yucatán. Sus pirámides escalonadas truncas, de la misma región, aunque menos
monumentales que las egipcias, en cambio las supera en belleza.
Variada en su tratamiento temático y rica en estilos, materiales y dimensiones -que van desde
la monumentalidad hasta las miniaturas-, la creación sobre piedra es una de las expresiones
artísticas más destacadas de la cultura maya. Ligada a las celebraciones rituales,
representaciones religiosas y del poder político, esculturas, relieves, discos, dinteles,
columnas y estelas constituyen un legado en el que el realismo y el simbolismo se mezclan
permanentemente.
Toda la temática de la escultura maya gira en torno de los grandes personajes de su reli-
giosidad, sea ya en forma de representaciones divinas como en figuras y objetos que las
identifican. En este sentido, son características las figuras de dioses o animales asociadas a
éstos. Las representaciones humanas también han sido unas de sus inclinaciones temáticas
más recurrentes, destacando para el caso los tallados en relieve de Palenque y Copán,
característicos por sus detalles de gran precisión y realismo. Las estelas, en cambio,
constituyen un maravilloso mundo de representaciones históricas y religiosas, que suelen
aportar datos clave para interpretar el curso de la sociedad maya, habitualmente
acompañadas por piezas de cerámica de carácter funerario y ritual.
Los artistas mayas eran maestros en los tallados en piedra y madera, en murales y en
modelado en estuco. Los alfareros no sólo producían tiestos para cocinar, sino también
delicadas vasijas policromadas ilustradas con escenas épicas del mundo sobrenatural,
utilizadas como artículos funerarios. En cuanto a la pintura, los mayas practicaron
fundamentalmente la técnica del fresco, y por lo general carecieron de la idea de perspectiva.
También utilizaron el estuco para realizar sus obras, en especial los murales, los que luego
coloreaban vistosamente, con tonos rojos y azules. Los temas que abordaron en sus pinturas
murales prestan particular atención a la vida cortesana y los rituales ceremoniales.
Mural de Bonampak
El alto nivel técnico de los artesanos, la ejemplificación del poder e ideología maya en sus
templos, palacios y ciudades y sus impresionantes logros intelectuales en cuanto a la
escritura y el calendario, se combinaron para hacer de los mayas la civilización de mayor
importancia del Nuevo Mundo.
Cerámica
La cerámica maya tuvo una diversa funcionalidad, siendo especialmente ricas las dedicadas
a la vida cotidiana (vasos, platos, distintos tipos de vasijas) y a las celebraciones religiosas,
cuyas representaciones necesitaban numerosos objetos para el culto. En la generalidad de los
casos, la cerámica sumó también una importante decoración, rica en figuras zoomorfas y
dibujos geométricos. Las temáticas recurrentes de sus decoraciones incorporan también
escenas de la vida diaria y las funciones de la casta dirigente, en especial nobles, militares y
sacerdotes.
Piezas de ceramica maya
Escritura
Entre los pueblos americanos, el maya fue el único que inventó una escritura capaz de
representar fielmente el lenguaje hablado. Esta escritura se elaboraba con base en glifos o
dibujos, que expresaban sonidos o palabras enteras. Así, por ejemplo, un escudo y un mazo
significaban guerra.
Los glifos
Los mayas escribieron con el sistema pictográfico, en el que combinaron símbolos fonéticos
e ideogramas. La conquista y la colonización posterior de los españoles lamentablemente
destruyeron el acervo original de la cultura maya, y se admite que fueron cientos los libros
quemados. En particular, todos los encontrados en la península de Yucatán fueron destruidos
por órdenes de fray Diego de Landa en julio de 1562. El descubrimiento de terrones
rectangulares de yeso hace pensar que se trata de restos de libros originales. De esta manera
se perdió uno de los mayores tesoros de la cultura maya, quedando apenas a salvo de las
llamas y del tiempo tres libros y algunas páginas de un cuarto, todos ellos conocidos como
códices.
Los mayas fueron la única civilización verdaderamente alfabetizada del continente americano,
pero por muchos años sus inscripciones en jeroglíficos no pudieron ser descifradas sólo se
podían leer los números y las fechas. Sin embargo, desde fines de la década de los 50, fecha
en que se realizaron avances importantes en el desciframiento de los jeroglíficos, se ha
revolucionado nuestro entendimiento sobre la cultura e historia maya.
El conocimiento de la escritura no estaba al alcance de todos los estratos sociales del pueblo
maya. Era privilegio del grupo sacerdotal. Aunque en el período Posclásico se enseñaba a
escribir a los gobernantes y a los nobles, seguían siendo los sacerdotes quienes elaboraban
los códices en los cuales consignaban su historia, sus mitos y sus ritos, o sea que eran la
base de las tradiciones orales transmitidas.
Códice Peresiano
Los códices mayas son libros escritos antes de la conquista y muestran algunos rasgos de la
civilización maya. Los que se han rescatado son el Códice de Dresde, el más antiguo,
(Alemania Oriental), en cuya biblioteca se encuentra; procede de la población Tikal. Está
escrito en 39 hojas de maguey con figuras jeroglíficas; contiene principios científicos de
matemáticas y astronomía. El Códice Tro-Cortesiano, que se encuentra en el museo de
América en Madrid. Es de origen Itzá y describe escenas rituales y sociales, por lo cual se
convierte en una importante fuente para conocer las costumbres de los mayas. El Códice
Peresiano, se encuentra en la Biblioteca Nacional de París, procedente de Yucatán; contiene
referencias a los nombres de los meses y de los días y relatos sobre la mitología maya; hace
mención del transcurso de los días, meses y años, de las fechas de las festividades y de
algunas plantas medicinales; contiene también nociones de cirugía e higiene. Un cuarto, el
Códice Pérez, es la recopilación de varios textos procedentes de Maní, Tikal y otros sitios de
Yucatán. En él se agrupan tablas y correlaciones de los calendarios cristiano y maya; material
profético, almanaques y fechas históricas. También, está el tratado de Tierras de Maní y un
relato de la conquista española, junto a otros acontecimientos de la península de Yucatán
entre 1511 y 1562. Y el Códice Grolier, el único que se encuentra en México.
El Popol Vuh y Los Anales de los Cakchiqueles fueron escritos en maya yucateco, quiché
y cakchiquel respectivamente, pero en todos los casos utilizando el alfabeto latino in-
corporado por los colonizadores. De todos ellos, sin duda el más conocido es el Popol Vuh o
Popol Wuj (en quiché "Libro del Consejo" o "Libro de la Comunidad"); es una recopilación de
varias leyendas del Quiché, un reino de la civilización maya situado al sur de Guatemala; más
que en un sentido histórico, tiene valor e importancia en el plano religioso. Escrito por un
sacerdote maya, contiene la mitología y parte de la historia del pueblo maya, es una narración
que trata de explicar alguna manera el origen del mundo, la civilización y los diversos
fenómenos que ocurren en la Naturaleza. De él se han hecho varias versiones en español, en
una de las cuales participó el consagrado escritor y Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel
Asturias, admirador incondicional de la Cultura de sus antepasados. Además los códices, que
son manuscritos sobre fibra de papel, procedente de un árbol tropical llamado amate; estas
fibras son estucadas y luego pintadas con figuras y glifos (caracteres jeroglíficos mayas).