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4) Ágape, es la naturaleza
misma de Dios, porque Dios es amor[65]. La gran clave
para comprender ágape es darse cuenta de que puede
ser reconocido a partir de la acción que inspira. De
hecho, hablamos a veces del “modelo de acción” del
amor ágape. La gente de hoy está acostumbrada a
pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es
necesariamente el caso con el amor ágape. Ágape es
amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se
siente.
1) Es de largura de
espíritu. Algunas versiones dicen que es paciente[68];
otras dicen longánimo[69]; otras, sufrido[70]; otras,
saber soportar[71]. El griego dice literalmente “es de
largura de espíritu”, es decir, el amor ágape tiene la
característica de mantenerse a pesar de. El amor eros se
acaba después de la satisfacción carnal[72]; el amor
storge puede apagarse dependiendo de las
circunstancias[73], lo mismo ocurre con el amor
fileo[74], pero el amor ágape se mantiene firme hasta el
final.
5) No es inflado. Ni
orgulloso[88]; no se engríe[89]; no es arrogante[90]; no
se envanece[91]; orgulloso[92]; no se hincha[93]; no se
ensoberbece[94]. Pero los corintios se encontraban muy
orgullosos de los dones que se manifestaban entre
ellos.
10) No se regocija de la
inrectitud. Al actuar de esta forma malvada, los que lo
hacían compartían con los de su mismo parecer y se
divertían de ver a los otros enojados. Esa es una actitud
muy baja, mucho más para alguien que se dice estar
lleno del Espíritu Santo.
11) Pero se regocija de la
verdad. Había venido diciendo las cosas que no hacía el
amor, pero ahora comienza a decir las que sí hace. Así,
contrario a lo que había dicho en la frase anterior de no
regocijarse en la inrectitud, ahora dice que sí lo hace en
la verdad. Me dolió tanto hace algunos años cuando se
me levantó un falso en una congregación y como decidí
irme de este grupo, hicieron una cena de celebración,
sin saber que ese el principio de su fin como Iglesia,
porque ahí comenzaron a florecer todos los pecados
que mantenían escondidos y poco a poco cada uno de
los miembros fue desenmascarando la maldad que
había en su corazón, comenzando por los cabecillas de
la mentira. La verdad es la que tiene que reinar en la
Iglesia, aunque esta nos afecte.