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Capítulos 12-14

c. Principios sobre el ejercicio de los dones espirituales.


    12.1-14.40 La palabra “dones” no aparece en el
original griego, aunque puede inferirse que es a esto
que se referían los corintios al escribir a Pablo debido a
la misma respuesta. El tema era importante, por eso es
necesario que todos los hermanos lo conozcan. Este es
un tema que lleva más de cien años de haber vuelto a
la palestra de la discusión. Recordemos que, la
ignorancia es la madre de todos los temores y
supersticiones.
                  Antes de partir la primera vez, Jesús
prometió a los Enviados que enviaría un
Consolador[1], el cual llegó el día de la fiesta de
Pentecostés después de la resurrección de Jesús, y les
dio poder[2]; después de esto, los Enviados tenían la
facultad de imponer sus manos sobre los demás y
transmitir dones[3], y es de este asunto que Pablo trata
en el pasaje que vamos a estudiar ahora.
                        Como es su costumbre, Pablo suaviza un
poco la corrección que va a brindar usando la palabra
“hermanos”. De esta manera los receptores podían
sentir que él se identificaba con ellos.
                       Antes de ser cristianos, los receptores de
la epístola actuaban como todos los demás
contemporáneos, siguiendo las tradiciones y ritos que
habían aprendido ellos, sus padres y los padres de sus
padres. Era un mundo cargado de leyendas, idolatría y
pecado.
                      Sin Cristo se vive en ignorancia, incluso en
el siglo XXI. La gente sin Cristo sigue creyendo en
horóscopos, adivinación, supersticiones, leyendas,
mitos, etc. No es de extrañarse ver a un profesional en
cualquier carrera intelectual haciendo ciertos gestos o
maniobras para tener buena suerte o recibir un favor
de seres mitológicos. Con las redes sociales se riega
como fuego en pólvora las “cadenas de oración” y los
mil y un trucos para alcanzar el deseo anhelado.
¡Lamentablemente algunos que se dicen ser cristianos
participan en esto también!
                        La ignorancia es la madre de todo temor.
Por ignorancia se guiaba a los corintios a los ídolos
mudos, como ocurre hoy también. Es imposible saber
cuántos ídolos hay en el mundo, es más, ni siquiera es
posible saber cuántos tiene la Iglesia Católico-romana,
la más grande promotora de estos ritos. Pero no
debemos ignorar que detrás de toda idolatría están los
ministros de Satanás ejerciendo su influencia.
                       La idolatría es un mal tan grande que
desvía completamente a las gentes de Dios y los
conduce a sus pasiones más bajas, llevándolos
rápidamente a la inmoralidad. El país más católico del
mundo es Brasil, y para nadie es secreto que está
plagado de ideas mundanas e inmoralidad.
                        “Ahora”, lo que sigue es una
introducción que tiene que ver con lo que viene
hablando.
                       Los corintios se encontraban confundidos
por los dones milagrosos debido a la idolatría que
habían practicado por muchos años. Pablo debe
aclararles para que ellos entiendan el propósito de
estos y su fuente: El Espíritu Santo. Por mucho tiempo
los guías paganos se habían adjudicado poseer el
aprecio de los dioses y hablaban de ser los elegidos
para dictar lo que las masas debían hacer para
mantener pasiva la ira de esos dioses. Ahora Pablo
viene a decir que realmente es el Espíritu Santo de Dios
quien guía a los verdaderos adoradores, y que todo
aquel que no se somete a la misericordia de Jesús es un
falso, incluyendo a los judíos, que consideraban a Jesús
un maldito[4]. Tampoco nadie puede decir que Jesús es
su Señor, y vivir santamente, sin la guía del Santo
Espíritu.
                         Según el paganismo, los diferentes
dioses tienen habilidad en una especialidad, así Marte
era el dios de la guerra, Atenea la diosa de la sabiduría,
etc., tal y como ahora, en el catolicismo Antonio de
Padua es quien consigue cónyuges, Isidro es el patrono
de los agricultores, etc. Pero Pablo hace ver que aunque
son muchos los dones, solo hay un Espíritu que es la
fuente de ellos. Al ser el Espíritu Santo la fuente de los
dones, el que lo ejercía simplemente se convierte en un
instrumento del Espíritu, así que no hay motivo para
vanagloriarse. Los corintios pensaban que ejercer tal o
cual don le daba cierta calidad o status, tal y como
ocurre hoy entre los pentecostales, que consideran que
para mostrar que se tiene al Espíritu Santo es necesario
hablar lenguas.
                         Pablo aclara que una cosa son los dones,
otra los ministerios y otra las operaciones, y de las tres
solo los ministerios siguen en operación, pero todos los
impartía el mismo Espíritu. Pero la idea de todos ellos
era beneficio de la Iglesia, y no el propio. ¡He visto a
tantos sacar provecho para sí mismos de sus
facultades, aprovechándose de la gente! Pero los dones,
los ministerios y las operaciones no eran propiedad
privada o para uso individual.
                     Pablo menciona nueve dones espirituales
milagrosos que estuvieron en operación a fines del
siglo I y posiblemente hasta casi la primera mitad del
siglo II. Después de esto, al haber muerto el último de
los Enviados, ya no se podían transmitir ya que era
necesaria la imposición de las manos de alguno de
ellos.
                      “Palabra de Sabiduría”, es posible que el
receptor de este don tuviese la facultad de comprender
más fácilmente los misterios del Señor, o que pudiese
aconsejar de manera eficiente.
                  “Palabra de conocimiento”,  es probable que
quien tenía este don pudiera enseñar a los demás cosas
profundas de la Palabra.
                         Aunque nosotros no tengamos la
capacidad de comprender cuál era la función de cada
uno de estos dones, lo importante es que los corintios
del siglo I sí podían, y que ellos y nosotros
comprendamos que estos dones los tenían por la
misericordia de Dios y no por sus capacidades
intelectuales.
                          “Fe”,  todo cristiano debe tener fe
para poder creer en Cristo, pero en este caso debe
referirse a un tipo diferente de fe. Recordemos que los
primeros cristianos tuvieron que sufrir mucho y es
posible que los hermanos que poseían este don eran
capaces de animar a los demás a seguir adelante.
                          “Dones de curaciones”, con los que
podían sanar a los enfermos de manera milagrosa. He
sido testigo de casos de curaciones milagrosas, pero
estas no se han dado por el uso del don de curaciones,
sino porque la Palabra enseña que la oración es potente
y aún el Señor sigue contestando cuando se pide con fe
y Él desea realizar el milagro[5]. Pero también hay
momentos en que el Señor, tanto en el siglo I, como en
el presente, se niega a sanar al enfermo[6]. Los
sanadores modernos que se dicen ser poseedores del
poder para mover la mano de Dios son solo
charlatanes.
                      “Operaciones de obras poderosas”,  eran
capaces de hacer milagros para convencer a los
incrédulos del poder de Dios[7]. Pablo usa la palabra
griega  dúnamis, de donde surge la palabra “dinamita”,
porque estos milagros eran explosivos, impidiendo que
alguien pudiera pensar era producto humano.
                      “Hablar de vocero”, o “profecía”, no se
refiere solamente a la facultad de poder revelar lo que
iba a venir, sino la consolación, edificación y
exhortación de la Iglesia[8].
                    “Discernimiento de espíritus”,  es la
capacidad de poder ver claramente quién es verdadero
y quien es falso. En el siglo I muchos decían poseer
revelaciones de parte de Dios, de ahí la gran cantidad
de libros apócrifos que hay, por lo que era necesario
este don para que la Iglesia no fuese engañada. Hoy el
don no es necesario porque tenemos el tamiz de la
Palabra de Dios[9].
                “Géneros de lenguas”, algunas versiones han
incluido la palabra “diversos”, pero esta no aparece en
el texto griego. Es el poder de hablar lenguajes
humanos sin haberlos estudiado. Algunas versiones,
como la de Martín Nieto, traducen “lenguas
extrañas”,  pero muchas buenas versiones traducen más
bien “idiomas desconocidos”[10],  o “hablar otros
idiomas”[11].
                    Hay quienes confunden este hablar
lenguajes con hablar “glosolalia” extática, es decir, sin
control de parte de quien lo habla, incluso se dice que
son lenguas celestiales.
               El don de lenguas se ha registrado, a lo largo
de los siglos, en numerosas culturas y situaciones.
Pero, ¿cuál es la causa de estos extraños accesos?
Hablar en diferentes lenguas sin causa aparente es una
de las técnicas que muchos chamanes y hechiceros de
todo el mundo realizan, sobre todo si se trata de la
lengua de los fantasmas,
antepasados, espíritus, dioses y animales totémicos.
                  En el sentido más estricto, glosolalia se
define como una enfermedad, en griego, glossa,
“lengua”; y lalein, “hablar”, que afecta al lenguaje y que
consiste que consiste en la invención de palabras
adjudicándoles un significado. Esta enfermedad, la
glosolalia, es padecida por todo tipo de personas, sin
importar la raza, como es el caso del conocido escritor
estadounidense J. D. Salinger.
                          Este fenómeno, tuvo su época de apogeo
tras la Reforma, aunque ni Lutero ni Calvino la
incluyeron en sus doctrinas. Al parecer, el hablar en
lenguas era frecuentemente una expresión de tensión,
como en el caso de las sucesivas controversias entre
jesuitas y jansenistas, que duró casi 80 años y provocó
casos de glosolalistas entre estos últimos. Coincidiendo
con esto, en aquel período ocurrieron extraordinarios
incidentes entre los camisardos, franceses protestantes
que vivían en las montañas de las Cévennes. Cuando
su libertad de culto fue revocada en 1685 y se intentó
imponerles la fe católica, se sublevaron. Tres mil de
ellos resistieron frente a las tropas monárquicas, unos
60.000 hombres, hasta que finalmente sucumbieron en
1705.
                          La enorme tensión que afectaba a estas
comunidades guerrilleras, continuamente acosadas y
sujetas a tremendas atrocidades una vez capturadas,
dio lugar a sucesos paranormales, incluyendo
estallidos de xenolalia. Miles de “pequeños profetas de las
Cévennes”, niños de 15 meses en adelante, predicaban
interminables sermones en un francés excelente, lengua
bastante diferente de su propio dialecto holandés.
Algunos camisardos emigraron a Inglaterra. Dos
generaciones más tarde, Ann Lee, fundadora de la
Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición
de Cristo, también llamados llamados shakers, hablaba
en lenguas. Al ser examinada por cuatro sacerdotes
anglicanos, se dirigió a ellos en varias lenguas
aparentemente identificables. Estos, acobardados,
aconsejaron que se la dejara en paz; pero la persecución
la obligó a emigrar a América.
                     La posición que ocupan los chamanes en
sus sociedades corresponde más o menos a la de los
sacerdotes y los antiguos líderes en el mundo cristiano.
Desde finales del siglo I, un cristiano corriente que
sufriera este tipo de caso habría sido exorcizado en el
mejor de los casos, o incluso ejecutado por traficar con
el demonio.
                         Hay una serie de personas pías que
también fueron glosalistas, como por ejemplo Pacomio,
un abad egipcio que afirmaba que hablaba con los
ángeles y escribía en un alfabeto místico que solo
entendían otros glosalistas. La alemana
Hildegard hablaba y escribía con un alfabeto
desconocido fundamentado en un lenguaje extraño que
tradujo al alemán. Muestras de él se conservaron,
publicaron y analizaron, llegándose finalmente a
calificar de revoltijo de alemán, latín y hebreo.
                      En el caso de los espíritus africanos Zar, la
víctima de la posesión es siempre una mujer, y el
intérprete es también otra mujer. La exorcista se dirige
al espíritu Zar en su propio lenguaje esotérico, que no
puede ser comprendido sin su intervención.
El Zar solicita espléndidas ropas, perfumes y otros
artículos de lujo a través de los labios de sus víctimas;
por un precio módico, la exorcista interpreta estas
peticiones para que el marido sepa de qué se trata. La
mujer enferma llegará a reponerse si las demandas del
espíritu se cumplen.
                      En las comunidades de shakers, las danzas
rituales, que constituían la principal manifestación de
culto, desembocaban a menudo en estallidos de
glosolalia. Algo parecido sucedió con los mormones:
Su fundador, Joseph Smith, era glosolalista, y en sus
artículos de fe afirmaba su creencia “en la interpretación
de lenguas”. Los mormones modernos consideran el
don de lenguas como un fenómeno real, pero de
limitado valor espiritual, y es comprensible que la
desaprueben.
                        En Escandinavia, en 1840, se declararon
epidemias del llamado “mal del sermón” durante el
culto que incluía la glosolalia. En los años 1850 el gran
resurgimiento en la Iglesia Ortodoxa rusa en Armenia
dio lugar a una expansión del don de lenguas en
aquella zona hasta los años 1900. La moda, llevó
incluso a un grupo de 40 estudiantes de la escuela de
Bethel, en Topeka, Kansas, Estados Unidos, a tomar “el
bautismo del Espíritu Santo”, cuya señal era el don de
lenguas. El 31 de Diciembre de 1900, un pastor, C. F.
Parham, impuso las manos a un estudiante, el cual
empezó a emitir un torrente de sílabas ininteligibles.
Otros treinta siguieron su ejemplo en días sucesivos.
Esto marcó el inicio del moderno Pentecostalismo.
                    Efectivamente, el hecho de hablar en
lenguas tiene un lugar señalado en el culto pentecostal,
pero igualmente importante es el don de la
interpretación de lenguas: Un fiel comienza a hablar en
un idioma que nadie conoce, e instantáneamente otro
fiel se pone a traducirlo, aunque tampoco conozca la
lengua. Si bien este fenómeno es poco frecuente, no
deja por ello de ser extraordinario. Sin embargo, según
ellos, éste no es el único don del Espíritu Santo.
                 Un caso típico fue el de una médium inglesa
conocida como Rosemary, que en los años treinta
empezó a revelar recuerdos de antiguas encarnaciones,
las más importantes de las cuales pertenecía al antiguo
Egipto. Un egiptólogo, Howard Hulme, la examinó.
Rosemary oyó palabras en lengua egipcia, y más tarde
Nona, el espíritu de una egipcia que había conocido en
su vida anterior, habló a través de ella. Se hicieron
grabaciones de algunas de aquellas sesiones. Una vez,
durante casi dos horas, Nona contestó las preguntas
que Hulme había preparado: En aquella sesión emitía
sonidos que parecían ser aspiraciones guturales,
consonantes extrañas y construcciones peculiares de
una lengua que murió hace 3.000 años.
Desgraciadamente, nadie sabe en la actualidad cómo se
pronunciaba la antigua lengua egipcia. Un grupo de
expertos, tras haber analizado las frases pronunciadas
por Rosemary, emitió un juicio ambiguo.
                          Uno de los casos más extraños de
glosolalia escrita es el sucedido a la médium
suiza Hélene Smith. Ella afirmaba que abandonaba su
cuerpo y visitaba seres del planeta Marte que le
enseñaban la lengua marciana, que ella hablaba y
escribía. Además, en algunos de sus trances hablaba en
indostaní. El profesor Theodor Flournoy de la
universidad de Ginebra, examinó el fenómeno. El
indostaní resultó ser auténtico, pero el marciano poseía
una sintaxis casi totalmente similar al francés materno
de Hélene. El profesor definió su indescifrable
vocabulario como un producto del subconsciente de la
médium, que en aquel caso se revelaba
extraordinariamente brillante y creativo. Por otra parte,
actualmente se sabe que no hay señales de vida en
Marte, y no hay noticias de que nadie hable ningún
lenguaje marciano[12].
                         La palabra griega usada aquí es génos,
que significa “clase, familia, género, linaje, nación,
natural”[13]. Así como hay diferentes clases de aves,
¿no son todas aves? También hay diferentes clases de
lenguas, pero, ¿no son todas lenguas?
                        “Interpretación de lenguas”, la palabra
aquí usada es jermeneía,  que significa “traducción”, es
decir, la persona con este don podía decir lo que la que
hablaba en lenguas estaba diciendo en el idioma de la
mayoría que estaban presentes. Para que pudiera
traducirse es necesario que las lenguas tuviesen un
significado inteligible, y no que fuera simplemente un
poco de palabras sin sentido, que es lo que se escucha a
los que dicen poseer el don de lenguas en la actualidad.
                        Es curioso que los que proclaman poseer
el don de lenguas cuando viajan a un país en donde se
habla otro idioma, necesitan traductores para poder
comunicarse, incluso a la hora de predicar, y cuando se
les apunta esto, dicen que ellos hablan lenguas
¡angélicas! ¿Para qué es necesario que se hablen
lenguas angélicas si los ángeles no necesitan que les
convenzan de pecado?
                         Los corintios habían dejado el uso
correcto de los dones y por ello necesitaban corrección,
lo mismo ocurre con los avivados de hoy.
                    Todos los dones provienen del Espíritu
Santo, por lo que los corintios pecaban al creer que
ellos eran los dueños de estos. Ellos solamente eran
instrumentos del Espíritu, así que en realidad lo que
recibían era una gran responsabilidad que tenía que
usarse para beneficio de la Iglesia.
                         Según los russellistas, el Espíritu Santo
es tan solo una energía que proviene de Dios, pero
según el pasaje que estamos estudiando, “…todas estas
cosas están operando por el mismo Espíritu, distribuyendo a
cada uno según como está queriendo”.  Ante esta situación
debemos preguntarnos si una fuerza puede operar por
sí sola, si puede distribuir y si puede decidir. Si una
fuerza no puede hacer así las cosas, sería inapropiado
pensar que el Espíritu Santo es otra cosa diferente a
una persona.
                            Ahora Pablo hace una analogía entre el
cuerpo físico y la Iglesia. El cuerpo, igual que la Iglesia
son uno solo. La Iglesia es una aunque se reúna en
Bagdad, Sao Pablo o Managua. Los grupos sectarios se
oponen a la Voluntad de Dios al tener tantas
diferencias y divisiones. Hay más de tres mil grupos
religiosos que se auto proclaman ser la Iglesia de
Cristo, pero difieren unos de otros desde el nombre
que utilizan hasta los requisitos para ser miembro de
ella o ser uno de sus ministros. Algunos abiertamente
han dejado ver que su interés se basa en el dinero de
sus miembros, y son muchos los líderes religiosos que
han comentado que ellos se han vuelto millonarios
gracias a la ignorancia de sus fieles.
                         El cuerpo está dividido en muchas partes
y cada una de ellas tiene sus miembros que a su vez
tienen un propósito. No hay un solo miembro que
sobre desde la cabeza a los pies. Todo lo que tenemos
en nuestro cuerpo es necesario. Así también en la
Iglesia, cada miembro es necesario, ninguno sobra.
                         Hace unos años sufrí un accidente
cortándome una falange de uno de mis dedos de la
mano, lo cual me hizo correr inmediatamente al
hospital para que me curaran. Unos pocos meses
después mi dedo ya estaba restablecido, y aunque no
quedó igual, sigue siendo tan útil como los demás.
                              En Cristo, cada uno de nosotros es
parte de su cuerpo, y ocurre en veces que algún
miembro tiene un problema. Es curioso que los demás
miembros vemos el asunto y no corremos para buscar
una solución, es más, hay algunos que se gozan cuando
ven que aquel miembro ya no participa más con la
Iglesia y le censuran condenándolo.
                          La Iglesia de Cristo no es una
organización, sino un organismo. Está compuesta no
de congregaciones locales, sino de miembros
individuales. Somos un solo cuerpo porque fuimos
sumergidos en un mismo Espíritu. El Espíritu que
tienen los hermanos de Paraguay es el mismo que
tienen los hermanos en Perú. Fuimos sumergidos en el
sentido que ahora somos parte del Cuerpo de Cristo y
todos los cristianos gozamos del Espíritu Santo. O,
¿acaso el dedo gordo del pie derecho no tiene también
a su espíritu? ¿Se aloja su espíritu en el corazón o en el
cerebro?
                     ¿En qué momento fuimos sumergidos en el
Espíritu? En el momento en que somos sumergidos en
el agua de arrepentimiento el Espíritu Santo viene a
morar en nosotros, sellándonos como salvos y como
parte del Cuerpo de Cristo. ¿Se manifiestan los dones
milagrosos en la persona que es sumergida en agua?
No, porque los dones milagrosos eran transmitidos por
la imposición de las manos de los Enviados y no en el
momento de la sumersión para perdón de pecados.
                              ¿Hay una sumersión en el Espíritu?
¡No! El derramamiento del Espíritu se ve solo en dos
casos en el Nuevo Testamento, uno el día de la fiesta
de Pentecostés después de la resurrección de Jesús[14],
cuando el Espíritu bajó para iniciar la Iglesia y
capacitar a los Enviados con poder; y la segunda vez
en casa de Cornelio[15], cuando el Espíritu Santo bajó
sobre los gentiles para que los judíos pudieran ser
convencidos de que ellos también podían ser salvos.
Después de esto no ha habido más derramamientos del
Espíritu y los que dicen que son “bautizados en el
Espíritu”, no saben de lo que hablan.
                             ¿Quiénes son miembros de la Iglesia?
Todos los salvos, los que bajamos a las aguas de
arrepentimiento. Me da tristeza quienes se creen
dueños de la Iglesia y cortan a los demás de comunión
sin haber seguido un proceso bíblico, y según ellos, le
sacan de la Iglesia. ¿Tengo autoridad para decir si
fulano es o no es miembro de la Iglesia? ¡No! Y este
pasaje lo deja en claro. No somos los miembros los
llamados a decidir si alguien es miembro o no, eso solo
lo puede hacer Cristo mismo.
                         Los cristianos somos un solo cuerpo
porque tenemos comunión con el Espíritu Santo, que es
uno.
                       Algo que no lograban entender los
corintios y al día de hoy muchos no lo entienden, es
que no todos tenemos la misma función. Somos
muchos miembros con diferentes capacidades.
                           Los corintios habían llegado a creer que
poseían un don muy impresionante, y por eso se
sentían especiales y despreciaban a los que no
manifestaban dones como los de ellos. Por eso Pablo
presenta una analogía con el cuerpo para demostrar la
importancia de todos. No hay un solo órgano del
cuerpo que pueda despreciar a los demás. Todos los
órganos se necesitan para el buen funcionamiento del
cuerpo y ninguno trabaja independientemente de los
demás. Acaso, ¿no ha sufrido usted un dolor de muela?
¿No siente que todo su físico se encuentra indispuesto?
                    Los corintios actuaban de manera ignorante
al querer hablar todos en lenguas. Lo mismo pasa hoy
con los avivados que quieren hacer todos lo mismo.
                    Si Dios es quien distribuyó el cuerpo, ¿debe
alguien sentirse inútil porque no hace lo que su
hermano? Cada persona tiene un propósito y debemos
ser respetuosos de eso. Hay quien trabajará muy bien
dedicado a tiempo completo en la Iglesia, pero hay otro
que lo hará muy bien desde su trabajo secular. Hay
quienes dirigen muy bien los cantos, mientras que
otros son usados por Dios para predicar o enseñar.
¡Qué triste es que en la Iglesia el púlpito se convirtió en
un punto común a donde todos deben subir y por ello
la predicación se volvió vana! ¡Hay miembros que
deben usar el púlpito, pero hay otros que no deben
acercarse a él ni para limpiarlo!
                         Los corintios habían creído que los que
tenían dones eran mejores que los que no, e incluso
habían clasificado estos dones; así los que no tenían
manifestación de ningún don se sentían inferiores a los
que sí y los que sí se sentían superiores a los demás.
Cualquiera de las dos actitudes es mala. Todos los
miembros nos necesitamos unos a otros.
                         Hay miembros del cuerpo que son
indispensables, y por eso están cubiertos, como el
hígado. ¿Podemos vivir sin una oreja? ¡Sí! Pero no lo
podemos hacer sin bazo o riñones. En Corinto se daba
mucha importancia a las lenguas, pero se dejaba de
lado la profecía; la primera era para convencer a los
inconversos, pero la segunda era para edificar la
Iglesia, así que ellos estaban mal en sus prioridades.
                       Los órganos más íntimos son cubiertos, no
nos gusta que los demás los vean, y por ello los
tapamos con más ropa, a esto es lo que parece estar
refiriéndose Pablo. De esta manera deben ser tratados
los miembros menos preparados de la Iglesia, con más
cuidado. Deben ser cuidados por los demás, no porque
se tenga pena de ellos, sino porque también son los
más delicados, lo que pueden ser dañados más
fácilmente.
                   Hay partes del cuerpo que no necesitan
tanto cuidado, como las manos o la cara, y por eso
están más expuestas. En realidad, aunque parece que
siempre se hace lo contrario, aquellos hermanos que
normalmente están expuestos, los más públicos en la
Iglesia, no necesitan tanta atención, pero es curioso, si
se enferma uno de los hermanos débiles, quizá se diga
desde el púlpito que hay que orar por ese hermano,
pero si uno de los hermanos que normalmente están
adelante se enferma, todos tienen que ir a visitarle,
aunque solo tenga gripe.
                     La organización del cuerpo es un asunto de
Dios, no de los hombres. Así también en la Iglesia, Dios
pone a cada persona a hacer lo que le corresponde.
Hay hermanos que serán muy públicos, como los
pastores, predicadores y maestros, pero otros estarán
más en el anonimato, y no por ello son menos
importantes, más bien lo son más, en muchas
ocasiones, porque son ellos los que desde atrás
sostienen el trabajo que hacen los que están adelante.
                         Pablo deja bien claro que para Dios las
divisiones no están dentro de Su plan. La división en la
Iglesia ha sido tema casi desde el principio, pero hay
que luchar contra ella, lastimosamente la mayoría de
los líderes religiosos más bien la promueven porque
esto tiene fines individuales.
                          En los últimos días he estado con mucho
dolor de espalda, lo que ha ocasionado que no me
sienta bien. Aunque el problema es en algunos
músculos de la espalda, me duelen los brazos y las
piernas, porque mi cuerpo se interrelaciona. De la
misma manera, cuando un miembro en la Iglesia tiene
un problema, todos deberían sentirse mal y unirse para
ayudarle a superar el problema. También hay médicos
que buscan las enfermedades del cuerpo en el iris del
ojo, porque, según dicen, todo se refleja en estos.
                           Se dice que cuando estamos
enamorados todo el cuerpo produce enzimas que le
dan una sensación de placer. De la misma manera,
cuando un miembro en la Iglesia se siente gozoso,
todos los demás deben gozarse, pero si está triste hay
que apoyarle para superar la prueba. Si un miembro es
exitoso, todos los demás deben estar gozosos.
                   Una de las festividades de la Iglesia Católica
es la de “Corpus Christi”, pero ellos se equivocan ya
que le festejan no a la Iglesia, sino a la hostia. Ellos no
entienden que cada creyente es miembro del cuerpo de
Cristo y parte integral de él, y consideran que el cuerpo
de Cristo es en realidad un pedazo de harina con agua
que es puesto en el santuario. Pablo nos dice que
nosotros somos cuerpo de Cristo. Él es la cabeza y
nosotros somos sus miembros.
                Dios es quien organiza al cuerpo de tal
manera que todo se complemente. En la Iglesia Dios
puso diferentes dones y ministerios, para que ella se
complete y perfeccione. Los ministerios y los dones no
son de quien los ejecuta, sino de Dios, y nosotros solo
somos administradores.
                                   Los Enviados, viene del
griego apóstolos, y significa delegado;
específicamente embajador del evangelio;
oficialmente comisionado de Cristo, con poderes
milagrosos[16]. La palabra se transcribió y está
derivada del verbo griego apostello. Este verbo se
distingue del verbo pempo, otro verbo que
significa "enviar", en que involucra la idea de ser
enviado con un propósito especial o con autorización
oficial. El sustantivo se emplea en el Nuevo
Testamento de tres distintas maneras:
                              
                           1) Designa un "enviado",
"delegado" o "mensajero". En Juan 13.16 la palabra no se
transcribe sino se traduce "enviado". En este sentido
Cristo es un apóstol de Dios[17]. Epafrodito es un
apóstol de los filipenses[18].

                                2) Designa a un miembro del grupo


de los doce que Jesucristo seleccionó para ser de
manera especial sus compañeros constantes y los
pregoneros iniciales del mensaje del Reino de Dios[19].
                                      Parece que prevalecía en la mente
del grupo apostólico la idea de que el número de doce
debía guardarse intacto. Prueba de esto es el hecho de
que, después de la muerte de Judas Iscariote,
nombraron a otro que ocupara su lugar[20]. En esta
ocasión Pedro especificó los requisitos que había que
cumplir para ser apóstol: Haber sido compañero de
Jesús durante su ministerio terrenal y testigo de su
resurrección[21].
                                     Pablo cumplía el segundo
requisito, pero no el primero. Sin embargo, dijo ser
Enviado[22].
                                   Es interesante notar que la
palabra apostolos aparece 79 veces en el Nuevo
Testamento y que de ellas 68 se hallan en los escritos
de Pablo y Lucas, mientras que en los de Juan no se
encuentra ni una. Sin embargo, es en el Evangelio de
Juan donde se especifica más claramente el papel
particular de los apóstoles después de la muerte de
Cristo[23]. Según Juan, el Espíritu Santo les recordará
las palabras de Jesús, les "enseñará todas las
cosas", les "guiará a toda la verdad", y les "hará saber las
cosas que habrán de venir"[24].
                                             Por tanto, las enseñanzas de
los apóstoles son la norma para la doctrina y la vida de
la Iglesia[25]. Pablo da el primer lugar a los apóstoles
entre los líderes instituidos en la Iglesia[26] y dice que
ella está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y
los profetas”[27]. Jesús anunció que los apóstoles serán
jueces en el juicio mesiánico[28] y Revelación declara
que sus nombres estarán grabados en los cimientos del
muro de la nueva Jerusalén[29].

                         3) Designa en sentido general a maestros


y misioneros destacados. Por ejemplo, Jacobo, el
hermano del Señor[30], Bernabé[31], Timoteo y
Silvano[32], Andrónico y Junias[33]. En 1 Corintios
15.5, 7, Pablo evidentemente distingue entre "los doce"
y "todos los apóstoles".

                                 Juan y Pablo nos advierten que hay


quienes pretenden ser apóstoles, pero realmente están
"disfrazados"[34].
                                    Los voceros, también llamados
“profetas”, viene del griego profétes; puede decirse que
el profetismo comienza con Moisés y que se refleja en
la mayoría de los escritos bíblicos. Aunque hallamos en
otros pueblos ciertos fenómenos emparentados, en
ninguno se halla la profundidad e influencia del
profetismo bíblico. La razón es evidente: Todo el
Antiguo Testamento mira hacia el porvenir. Basado en
lo que Dios ha hecho y dicho en el pasado, proclama la
espera del cumplimiento pleno de esas promesas. El
“día de Adonay” anima no solo los libros proféticos
sino también los históricos y los poéticos. El mismo
Pentateuco, basado en el éxodo y el pacto del Sinaí,
vislumbra el tiempo en que Israel, libre de toda
esclavitud, será la nación santa del Dios santo. El
Nuevo Testamento, a su vez, ve en Jesucristo y su
Iglesia el cumplimiento de aquella promesa y por ello
valora altamente la profecía del Antiguo Testamento;
se extiende hacia la plena realización del Reino, la
parusía del Señor, y afirma así una dimensión profética
propia.
                                    El término
hebreo, nabi, traducido “profeta”, probablemente se
deriva de una raíz que
significa “anunciar” o “proclamar”. El Antiguo
Testamento lo aplica a una variedad de personas[35].
                                    Es sumamente discutido el origen
del profetismo en Israel y su posible relación con otros
fenómenos semejantes. Varios pasajes hablan
de “videntes” y 1 Samuel 9.9 sugiere que así se le
llamaba originalmente al profeta. Además, había un
profetismo “extático” en las religiones cananeas[36], y
es posible que hubiera alguna relación entre este
fenómeno y algunas manifestaciones en Israel[37]. Por
otra parte, los grandes profetas, Isaías, Amós, Jeremías,
tenían experiencias extáticas, en las que hallaban un
acceso especial a la “palabra de Adonay” y esta llevaba
en sí misma una singular señal de autenticidad divina.
Indudablemente no se trataba de un trance de
absorción, sino de una concentración próxima a la
oración, en la que la “palabra” recibida era meditada y
articulada por el profeta en un mensaje[38].
                                  También se ha discutido mucho la
relación de los profetas con el culto. Aunque había
“bandas” proféticas en los lugares de culto, los profetas
del Antiguo Testamento no parecen pertenecer a ellas y
en algunos casos evidentemente repudiaron esta
dudosa institución[39]. Entre estos profetas de
santuario, ocupados de los detalles y pequeños
problemas políticos, y el profeta bíblico, con su visión
de la acción de Dios en la historia, había una enorme
diferencia. Sin embargo, es erróneo pensar, basándonos
en unos pocos pasajes tomados aisladamente[40], que
los grandes profetas se oponían al culto del Templo y
al sacerdocio, o a toda religión institucionalizada. Se
trataba, más bien, de la crítica a la corrupción del culto,
ya fuera por la idolatría o por la injusticia: “No puedo
aguantar iniquidad y día solemne”[41]. Los profetas
conocen el culto y a menudo citan su ritual, himnos y
oraciones. Algunos vienen de un trasfondo sacerdotal
y otros muy probablemente participaban en el culto.
                                      En los libros proféticos de la
Biblia tenemos la obra directa de los propios
profetas[42], que muestran que los profetas escribían y
no solo anunciaban verbalmente sus oráculos. También
hay casos de un testimonio indirecto, como el de Baruc,
secretario de Jeremías[43]. Y finalmente, existían
escuelas de discípulos de un profeta[44], los cuales
compilaban sus mensajes.
                             Aunque el mensaje de la profecía
bíblica se halla principalmente en los libros conocidos
como “proféticos”, no debemos olvidar el profetismo
anterior a Amós, ilustrado por figuras como Natán,
Elías, Miqueas[45] y Eliseo, cuya función fue anunciar
el juicio y la voluntad de Dios principalmente a los
reyes. El nombre “profeta” se aplica también a
Abraham[46], Aarón[47], María y Débora[48] y
Moisés[49]. El profeta bíblico reúne algunas
características como “un llamado específico y personal
de Dios”[50]; la conciencia de la acción de Dios en la
historia; la valiente confrontación de reyes, sacerdotes
o pueblos con las demandas y el juicio divinos; el uso
de medios simbólicos de expresión y el ejercicio de una
función intercesora o sacerdotal ante Dios.
                            La función primordial del profeta es la
proclamación de la “palabra de Dios” que ha recibido.
El propósito es llamar al pueblo al arrepentimiento y la
conversión a Dios y a su pacto. Su mensaje se relaciona
constantemente con sucesos y circunstancias presentes,
de orden político, social o religioso. Pero como estas
circunstancias son vistas como parte de la acción de
Dios en la historia, el profeta no puede dejar de
referirse al futuro para anunciar lo que Dios hará, para
inducir a la acción y para certificar su mensaje. No hay
duda alguna de que la predicación es parte esencial de
la función profética, y muchos profetas manifiestan
dones especiales de clarividencia y percepción del
futuro. Pero, por otra parte, también existen falsos
profetas, que apelan a los mismos dones y pretenden
tener palabra de Dios. Pasajes como Deuteronomio 13;
18.9-22; Jeremías 23.9-40; Ezequiel 12.21-14.11 sugieren
algunos criterios de distinción. El problema es
complejo y el Nuevo Testamento tampoco lo
desconoce.
                                   Ubicados en el horizonte de la
decadencia de los reinos, a partir del siglo VIII a.C., en
medio de las amenazas políticas de los grandes
imperios y mientras acompañan a su pueblo en el
cautiverio, los profetas anuncian, de diversas maneras
pero con fundamental unidad, el propósito de Dios que
se cumple en la convulsionada historia del Medio
Oriente.
                                    El mensaje de los profetas halla su
cumplimiento en la vida, muerte y resurrección de
Jesucristo[51]; particularmente en los hechos de la
pasión[52]. La predicación a los judíos partía de esa
correlación[53]. El Evangelio de Mateo está construido
sobre esa base, pero, más que predicciones en detalle,
se trata del propósito redentor de Dios anunciado en
los profetas y cumplido en Jesucristo[54]. La promesa
del nuevo pacto y del siervo sufriente son los puntos
culminantes de esa continuidad.
                                   En el Nuevo Testamento se conoce
y tiene en alta estima el don de profecía y la figura del
profeta[55]. Su función parece haber sido anunciar
alguna revelación particular recibida de Dios[56],
edificar o consolar con ese conocimiento de la voluntad
de Dios[57] o predecir un acontecimiento futuro[58].
                                  Como tercer ministerio Pablo señala
a los maestros, que viene del griego didáskalos, que en el
Antiguo Testamento puede referirse a menudo a un
artesano, experto en su especialidad[59], pero en el
Nuevo Testamento es un título que por lo general
indica uno que enseña, o sea, un instructor. En tiempos
del post cautiverio las escuelas solían reunirse en las
sinagogas, y los maestros eran frecuentemente escribas
o “doctores de la Ley”[60]. Tanto los discípulos de
Jesucristo como sus enemigos casi siempre le llamaban
“Maestro” o “Rabí”, que significa lo mismo. De ahí se
considera como maestro uno que sirva de guía,
inclusive Pablo llama la Ley el “ayo”, o maestro, que
conduce al conocimiento de Cristo[61].
                              Después de tratar estos ministerios,
Pablo continúa con algunos dones, pero a diferencia de
lo que harían los pentecostales modernos y los
corintios, no comienza hablando del don de lenguas,
sino del de obras poderosas o milagros.
                                        Después cita a los que tienen
dones de curaciones, los que sanan enfermos, y sigue
con, no con los de dones de lenguas, sino con los que
ayudan, que es tomado de la palabra antílepsis, que
significa “alivio”, y probablemente se esté refiriendo a
los diáconos. Después siguen los que tienen
capacidades directivas, que se puede referir a los
ancianos, y deja de último es esta lista a los que tienen
géneros de lenguas.
                                       Pablo hace una serie de
preguntas retóricas que deben ser respondidas con un
rotundo ¡no!, porque lo que quería que ellos
entendieran que aunque todos los cristianos somos
miembros del Cuerpo de Cristo, cada uno es diferente
a los demás, y esto no es cosa que cada cual elige, sino
que Dios da dones y ministerios tal y como Él quiere.
En el mundo se dice: “El que está, no estorba, y el que
no está, no hace falta”, pero en la Iglesia todos hacemos
falta. ¡Qué triste es que ni siquiera los líderes de la
Iglesia logran entender esto! Incluso algunos se dan el
lujo de buscar el más mínimo error en ciertos
miembros, no para corregirlos, sino para cortarlos de
comunión.
                                 Pablo enseña que todos y cada uno
tiene un don en particular, y que todos hacemos falta
en la Iglesia. Somos necesarios para que cada uno
ejecute el don dado por Dios para edificar a los demás.
¿Acaso podemos decir: “Esta mano ya no me gusta, la
voy a cortar del cuerpo”? ¿No se dolerá todo el cuerpo
y ya no podrá funcionar como debe?
                               La inmadurez espiritual de los
corintios era tal que no lograban entender estas cosas y
producían división en la Iglesia, peleando por ver cual
mejores dones, y creían que el hablar en lenguas era el
superior.
                                        “Estén actuando
celosamente”,  le dice Pablo a los corintios. En la mayoría
de las versiones no se toma en cuenta estas palabras de
exhortación. Es una actitud que debemos tener todos
los cristianos y es la que nos lleva a mantenernos alerta
ante cualquier ataque o perversión de la Palabra.
                            No todos los dones son iguales, sino
que hay unos más importantes que otros, pero aunque
hay dones que son importantes para la Iglesia, hay algo
aún más importante y es lo que los corintios, y
lastimosamente en la mayor parte de la Iglesia se deja
de lado.
                                       ¿Quién es más importante en la
Iglesia? ¿El predicador o el maestro? ¿El hermano que
ofrenda mucho o el que hace el aseo del edificio? ¿Será
que el predicador no debe faltar pero como a mí solo
de vez en cuando me piden que dirija una oración o
recoja la ofrenda, no hago falta?
                                     Pablo dice: “les estoy mostrando a
ustedes un camino mucho más excelente”, ¿cómo?
Preguntarían muchos corintios y pentecostales, ¿qué
hay mejor que pasar dos o tres horas hablando en
lenguas?
                                        El día de nuestra boda, alguien a
quien nunca había visto en mi vida y no volvía a ver
jamás, se me acercó y me dijo: “Siga demostrando el amor
que tiene, y Dios lo usará mucho”.  No digo que fue algún
tipo de nueva revelación, pero aquel hombre dijo una
gran verdad.
                                      El mejor camino no es el de los
dones milagrosos. No lo fue en el siglo I ni lo es hoy.
Los corintios tenían muchos dones milagrosos, pero les
hacía falta algo más importante, eso ocurre hoy,
algunos tienen la doctrina correcta, pero les falta lo
mejor. Pablo iba a mostrarles un camino mejor, más
excelente, y aquí usa la palabra griega juperbolé,  de
donde nace nuestra palabra “hipérbole”, que veremos
más adelante su importancia.
                                Ya que los corintios estaban tan
impresionados con las lenguas, Pablo comienza
citándolas primero. El problema es que algunos han
malinterpretado este pasaje y piensan que Pablo está
diciendo que los que tenían el don de lenguas,
hablaban lenguas angelicales, sin tomar en cuenta que
Pablo usa una figura retórica llamada hipérbole[62],
que se usa para exagerar e impresionar al que lee u
oye. Y nótese que es una figura de exageración porque
Pablo dice: “Si alguna vez pudiera estar hablando las
lenguas de los hombres y de los mensajeros, pero no tengo
amor, he llegado a ser como cobre estruendoso o címbalo que
hace mucho ruido”.  Parafraseando diríamos: “Si pudiese
hablar todo tipo de lenguajes, pero no tengo amor, solo
soy bulla”. Hay muchas frases hiperbólicas en nuestro
lenguaje: “Perro que ladra, no muerde”, “Se cree la
última gota de agua del desierto”, “Llovían perros y
gatos”, etc. No quiere decir que todo perro que ladra
no es capaz de morder, ni que esa persona sea de agua,
ni que realmente en lugar de agua llovieron animales,
y todos entendemos que estas son comparaciones
exageradas para impactar en el relato.
                                     El lenguaje de los mensajeros o de
los ángeles es otra figura retórica llamada
prosopopeya[63], ya que ellos son espíritus[64], así que
no necesitan un lenguaje articulado para comunicarse,
y nótese que en los casos que relata la Escritura de
ángeles comunicándose con una persona, lo hacen con
el lenguaje de esa persona.
                                         La idea de Pablo era que sus
lectores comprendieran que a pesar de la importancia
de los dones espirituales, es más importante el amor. Y
nótese que compara el hablar en lenguas con un ruido
que todos consideramos insoportable: Metal
estruendoso.
                                           Pablo, para referirse al amor
usa la palabra griega ágape.  En el griego hay varias
palabras que se refieren al amor:

                                   1) Eros, es una palabra bastante


conocida en el español porque es así como se le llama
al dios del amor, y de ahí vienen palabras como
“erótico”, que es como se denomina al amor sensual.

                                           2) Storge,  es el amor y el afecto


que ocurre naturalmente entre padres e hijos, que
puede existir entre hermanos, y que existe entre
maridos y esposas en un buen matrimonio. Es un amor
sin ningún tipo de interés.

                                         3) Fileo,  que es tener un interés


especial en alguien o algo, con frecuencia enfocado en
una asociación cercana; tener afecto por, gustar,
considerar a alguien un amigo.

                                           4) Ágape,  es la naturaleza
misma de Dios, porque Dios es amor[65]. La gran clave
para comprender ágape es darse cuenta de que puede
ser reconocido a partir de la acción que inspira. De
hecho, hablamos a veces del “modelo de acción” del
amor ágape. La gente de hoy está acostumbrada a
pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es
necesariamente el caso con el amor ágape. Ágape es
amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se
siente.

                                    Aunque parece que ningún


corintio podía hablar en lenguas más que Pablo, él
consideraba que sin amor ágape esto sería puro ruido.
¿A sido usted testigo de escuchar a alguien hablar de
vivir rectamente cuando todos saben que él no lo hace?
Se siente como si estuviésemos tomando agua tibia, no
es agradable, se siente repulsión y no hay edificación.
                                         La profecía en el siglo I era
necesaria porque no se tenía la Biblia completa. Era por
medio de ella que Dios comunicaba Su voluntad a la
Iglesia, pero para los corintios esto no tenía
importancia, sino que preferían las lenguas. Lo mismo
ocurre hoy entre los pentecostales, que prefieren
escuchar dos horas a alguien hablando en glosolalia
que escudriñar la Palabra de Dios. 
                               Conocer todos los misterios es un
sueño de toda la humanidad. ¿Quién no quisiera saber
por qué, cuándo y cómo ocurre todo? Ese poder solo lo
tiene Dios.
                                        Todo el conocimiento se refiere
tanto a lo que ocurre en el mundo físico como en el
espiritual. ¿Cuál es la Voluntad de Dios en cada cosa?
Todos nos planteamos esta pregunta, pero nadie tiene
la respuesta.
                                       La fe de la que Pablo habla en
este pasaje no es solamente la fe que nos lleva a creer
en algo o en alguien, sino una fe carismática, la que
puede hacer milagros. De nuevo Pablo usa una
hipérbole para hablar de esta fe. Dios no permitiría a
ningún mortal que tuviese una fe capaz de mover un
monte de un lugar a otro ya que eso dañaría no solo a
otras personas sino a todo el mundo natural.
                                    A pesar de todo, si estas
exageraciones pudiesen ser verdad, pero sin amor, es
nada. Aunque no había nadie en Corinto con ninguno
de estos dones, si era posible que hubiese personas que
lograran alcanzar el amor ágape, que no es un don,
sino un virtud que tiene cada uno de nosotros de
desarrollarla.
                                  Pero no debe confundirse el amor
con el desapego a las cosas materiales o la
benevolencia, y tampoco se debe hacer con el arrojo de
alguien. Aunque uno hiciera el sacrificio supremo,
pero si este no está acompañado de amor ágape, de
nada sirve. Ejemplo de estos dos tipos de benevolencia
son el de Bernabé[66] y el de Ananías y Safira[67].  Los
tres hicieron lo mismo, vendieron su propiedad y
trajeron el dinero a los Enviados, pero lo hicieron con
fines diferentes, Bernabé lo hizo por amor, mientras
que el matrimonio lo hizo para lucirse y que todos les
aplaudieran.
                                          Una vez más Pablo usó la
hipérbole, pues nadie va a dar todas sus cosas y
quedarse sin absolutamente nada y tampoco nadie va a
dar su cuerpo para los demás, esas son exageraciones
para impresionar. De esta manera estaba dejando ver la
actitud egoísta de los corintios.
                         Ahora, para que todos comprendieran,
Pablo hace una descripción del amor ágape, paso por
paso. Le da una personificación al amor al decir lo que
este hace y no hace.

                                         1) Es de largura de
espíritu.  Algunas versiones dicen que es paciente[68];
otras dicen longánimo[69]; otras, sufrido[70]; otras,
saber soportar[71]. El griego dice literalmente “es de
largura de espíritu”,  es decir, el amor ágape tiene la
característica de mantenerse a pesar de. El amor eros se
acaba después de la satisfacción carnal[72]; el amor
storge puede apagarse dependiendo de las
circunstancias[73], lo mismo ocurre con el amor
fileo[74], pero el amor ágape se mantiene firme hasta el
final.

                            2) Bondadoso.  Otras versiones dicen


benigno[75]; otras, servicial[76]; otras, amable[77];
muestra comprensión[78]; dulce y bienhechor [79];
todas señalando que el amor hace el bien.

                                           3) No es celoso. Casi todas las


otras versiones dicen no es envidioso[80]; pero no se
refiere al celo por las cosas buenas, sino por lo malo, el
celo que lleva a la persona a odiar.

                                       4) No es jactancioso.  Algunas


versiones dicen ni se cree más que nadie[81]; no es 
presumido[82]; no hace sin razón[83]; no hace
alarde [84]; no aparenta[85]; no obra precipitada ni
temerariamente[86]; ni se cree más que nadie[87].

                                            5) No es inflado. Ni
orgulloso[88]; no se engríe[89]; no es arrogante[90]; no
se envanece[91]; orgulloso[92]; no se hincha[93]; no se
ensoberbece[94]. Pero los corintios se encontraban muy
orgullosos de los dones que se manifestaban entre
ellos.

                             6) No se comporta indecentemente.  No se


comporta con rudeza[95]; no es grosero[96]; es
decoroso[97]; no avergüenza[98]; no se porta
indecorosamente[99]; no es injurioso[100]; el amor no
es descortés ni egoísta [101]; no actúa con bajeza ni
busca su propio interés[102]; no es descortés[103]; no es
rudo[104]; no es indecoroso ni busca su interés[105]; no
hace nada indebido[106]; no es ambicioso[107]; no
procede con bajeza[108]. De manera contraria a esto era
como actuaban los corintios, y es cómo actúan muchos
de los que dicen poseer los dones hoy.

                                        7) No busca las cosas de sí


mismo.  El amor nos lleva a querer lo mejor para quien
amamos, así que si es verdadero amor no puede ser
egoísta, tratando de que solo las cosas que le convienen
sean las que ocurran.

                                         8) No es provocador.  En Corinto


se vivía un gran desorden en la Iglesia, los que tenían
dinero provocaban con su actitud a los que no tenían, y
lo mismo hacían los que tenían dones con los que no,
haciéndolos enojar con su comportamiento.

                                        9) No está inclinado a lo


malo.  Estas actitudes provocadoras hacían enojar a
ciertos hermanos, y los que provocaban, posiblemente
al ver a los otros enojados, se regocijaban y buscaban
enfurecerlos, planificando cómo hacerlo mejor. Eso es
maldad.

                                            10) No se regocija de la
inrectitud.  Al actuar de esta forma malvada, los que lo
hacían compartían con los de su mismo parecer y se
divertían de ver a los otros enojados. Esa es una actitud
muy baja, mucho más para alguien que se dice estar
lleno del Espíritu Santo.
                                           11) Pero se regocija de la
verdad.  Había venido diciendo las cosas que no hacía el
amor, pero ahora comienza a decir las que sí hace. Así,
contrario a lo que había dicho en la frase anterior de no
regocijarse en la inrectitud, ahora dice que sí lo hace en
la verdad. Me dolió tanto hace algunos años cuando se
me levantó un falso en una congregación y como decidí
irme de este grupo, hicieron una cena de celebración,
sin saber que ese el principio de su fin como Iglesia,
porque ahí comenzaron a florecer todos los pecados
que mantenían escondidos y poco a poco cada uno de
los miembros fue desenmascarando la maldad que
había en su corazón, comenzando por los cabecillas de
la mentira. La verdad es la que tiene que reinar en la
Iglesia, aunque esta nos afecte.

                                            12) Soporta todo. A pesar de las


vicisitudes, quien ama es capaz de mantenerse firme
amando, esperando que las cosas caigan por su propio
peso, porque sabe que Dios es justo y Su justicia
prevalecerá.

                                          13) Está confiado.  La lógica es


que la persona que tiene amor no es tan tonta como
para creer todas las cosas, sino que confía en quien ama
mientras este no demuestre se hipócrita. Muchos
matrimonios han sido destruidos por solo algún
chisme, ya que alguno de los cónyuges no confió en el
otro y creyó las malas noticias que no tenían una base
firme.
                                         14) Todo lo espera. Está
esperando lo mejor. No se permite ser pesimista, sino
que confía en que Dios intervendrá para que las cosas
salgan de la mejor manera.

                                       15) Aguanta todo. El verbo usado


aquí es jupoméno, que implica quedarse bajo, permanecer,
quedarse; figurativamente resistir, soportar pruebas, tener
entereza, perseverar[109]. ¡Cuántas veces, cuando vienen
los problemas, no deseamos renunciar y alejarnos de
todo y de todos!

                                  Los corintios se encontraban muy


regocijados porque pensaban que eran mejores y más
amados por Dios debido a la gran cantidad de dones
que ellos tenían, pero no tomaban en cuenta que aparte
de Dios, lo único eterno es el amor, por ello Dios es
amor. Mientras que las demás cosas como la profecía,
las lenguas y el conocimiento iban a acabar.
                                            ¿Ya acabaron las profecías?
Pablo usa el verbo katargéo, que significa inutilizar,
invalidar, libre, abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar,
destruir, perecer, quitar, suprimir[110];  es decir, la
profecía tenía un motivo y este iba a acabar en algún
momento. Cuando Pablo escribe a los corintios la Biblia
aún no había sido completada, pero hoy sí, por lo que
pensar que el don de profecía está en operación hoy
equivale a pensar que la Biblia está incompleta, lo que
podría llevar a pensar que quizá los mormones tienen
razón.
                                         ¿Ya acabaron las lenguas? En
este caso Pablo usa el verbo griego paúo,  que
significa retraerse, cejar, cesar, desistir, llegar a un
fin[111].  Las lenguas era un don milagroso transmitido
por la imposición de las manos de los apóstoles, y al
fallecer el último de ellos, Juan, poco a poco iba a estar
desapareciendo, conforme iban muriendo los que lo
recibieron. Si bien es cierto que los dones iban a acabar,
el amor jamás acabará porque es eterno.
                                            Había una razón por la que
los dones debían llegar a su final y es que la revelación
de Dios para la Iglesia también tendrían un momento
cumbre y entonces estos ya no serían necesarios.
Tomemos en cuenta lo que está tratando Pablo, porque
muchos se confunden aquí y consideran que lo
“completo”, o como dicen otras versiones “lo
perfecto”, es Cristo; pero Pablo aquí viene hablando
del resultado de los dones milagrosos de las lenguas y
la profecía, así que no va a dar un giro tan brusco
hablando ahora de la segunda venida del Señor. ¡Está
hablando de la revelación para la Iglesia! ¿Cuándo
dejaríamos de conocer y profetizar en parte? Al venir
lo perfecto, ¿qué es eso perfecto? La revelación
completa para la Iglesia, la Biblia. ¡Cómo blasfeman los
que dicen tener nuevas revelaciones!
                                           Continúa Pablo explicando a
los corintios la efimeridad de los dones milagrosos al
lado del don del amor, y lo compara con el actuar de
un bebé con el de un adulto. Cuando éramos bebés se
nos perdonaba que no pudiésemos hablar
correctamente, que conjugáramos mal los verbos, que
no distinguiéramos de un sinónimo de un antónimo,
etc., pero al ir creciendo se espera de todos que
superemos esas etapas y que hablemos correctamente.
Lo mismo ocurre con el pensamiento. A un niño se le
permite que piense que un hada viene a buscar su
diente o que hay seres fantásticos, pero al crecer esto
no es normal.
                                            Cuando la Iglesia estaba
comenzando a desarrollarse le era necesario que
hubiese dones milagrosos para que se desarrollara y
edificara. El día de hoy esto no es necesario porque la
Iglesia cuenta con otra herramienta: La Biblia. ¡Qué
curioso que los que dicen amar la Palabra de Dios la
rechacen de plano por buscar experiencias extáticas!
                                         Pablo podía afirmar que en ese
momento estaban viendo como por un espejo, de
manera borrosa. Los espejos como utensilios de
tocador y objeto manual fueron muy usados en las
civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana. Fue
usado en la cultura hebrea, era parte de la fuente de
metal que estaba a la entrada del Tabernáculo de
Reunión. Al lavarse los sacerdotes podían ver sus
imperfecciones[112]. Se elaboraban siempre con
metal bruñido, generalmente cobre, plata o bronce, a
este proceso se le conoce como plateo. Tenían forma de
placa redonda u oval, decorada ordinariamente
con grabados o relieves mitológicos en el reverso y con
mango tallado para asirlos cómodamente; de ellos, se
conservan todavía muchos ejemplares en algunos
museos arqueológicos. Durante la alta Edad Media,
apenas se hizo uso del espejo, hasta que en el siglo
XIII se inventó la fabricación de los de vidrio y
de cristal de roca sobre lámina metálica, sin dejar por
esto de construirse los de solo metal hasta el siglo
XVIII.
                                     El espejo, como mueble de
habitación, empieza con el siglo XVI, pues aunque
durante los dos siglos anteriores se citan algunos
ejemplares históricos apenas era conocido y su uso era
poco corriente. En dicho siglo, se presenta con marco
elegante y pie artístico y ocupa lugar distinguido en
el salón como objeto movible y de dimensiones
reducidas. Hacia fines del siglo XVII las fábricas
venecianas logran construir espejos de gran tamaño y
desde entonces sirven como objetos singularmente
decorativos en los salones, en los que ocupan un lugar
destacado[113]. Por ello Pablo usa el ejemplo del espejo
para decir que veían de manera oscura, ya que las
imágenes se veían borrosas, la Iglesia en sus inicios sin
la Biblia, no como los espejos modernos, que consisten
de una delgada capa de plata o aluminio depositado
sobre una plancha de vidrio, la cual protege el metal y
hace al espejo más duradero y en donde las cosas se
reflejan más claramente, la Iglesia con la Biblia
completa.
                               En los días de Pablo el conocimiento
era parcial, era imperfecto y por eso eran necesarios los
dones milagrosos, pero cuando la revelación bíblica fue
completada, ya estos no eran necesarios.
                                   Había tres cosas importantes en ese
momento: La fe, la esperanza y el amor, eran y son más
importantes que los dones, y al acabar ellos, iban a
continuar existiendo, pero de los tres el único que
seguirá existiendo es el amor, porque llegará el
momento en que la fe no será necesaria porque
estaremos viendo al Señor, y la esperanza acabará
porque lo que esperábamos ya habrá llegado.
¿Entonces por qué hay grupos religiosos que insisten
continuamente en la importancia de los dones y se
olvidan de la fe, la esperanza y el amor?
                                         Si los dones milagrosos
estuviesen todavía en operación, no podríamos
asegurar que la Biblia está completa; los Enviados
hubiesen muerto sin que se cumpliera la promesa
hecha por Jesús[114]; habría Enviados vivos todavía ya
que son necesarios para la imposición de sus manos; y
todos los dones estarían en operación y no tan solo
algunos.
                                      Ir tras el amor es más importante
que hablar en lenguas o profetizar o que tener
cualquiera de los otros dones. Las palabras utilizadas
aquí nos dan la idea de ir de cacería, y hablan de una
práctica continua.
                                      Actuar celosamente en las cosas
espirituales no solo indica buscar los dones, para los
miembros de la Iglesia del siglo I, sino el estudio
concienzudo de la Palabra de Dios. Es cierto que los
dones habían sido empleados por Dios para edificar la
Iglesia del siglo I, pero en este tiempo usa la Biblia para
ese menester, y por ello cada cristiano está en la
obligación de estudiar con mucho cuidado las
Escrituras cada día. Todo esto se hacía con un solo
propósito: Ser voceros de Dios. En el siglo I por medio
de los dones, hoy por medio de la Palabra.
                                Siguiendo con la idea que viene
presentando, Pablo dice: “Porque el que habla en lengua
no está hablando a los hombres”, porque cuando uno no
entiende el lenguaje del que habla es como si nada,
aunque Dios comprende todas la lenguas. ¿De qué
sirve escuchar a una persona hablando en un lenguaje
que no entendemos por una hora? Cuando escuchamos
una conversación en otra lengua que no entendemos al
principio nos llama la atención por la novedad, pero
cuando no logramos entender nada nos disipamos y
aburrimos, es como si no escucháramos nada. El verbo
aquí usado es akoúo, que se usa para “entender”, así
que a lo que se refiere Pablo es que nadie puede
entender lo que habla el Espíritu; y es que para Dios
que nosotros entendamos es de suma importancia,
contrario a las religiones humanas que están llenas de
misterios y dogmas que hacen que los fieles prefieran
ignorar antes de estudiar.
                                       ¿Para qué ir al culto de adoración
si no logramos entender lo que está pasando y
diciendo? Los que afirman que el don de lenguas se
refiere a lenguas extáticas están confundiendo la
Palabra.
                                  Al hablar en lenguas sin un
traductor lo que se hace es pronunciar misterios, no de
algo oculto para todos, sino para el que no le entiende
aunque le escuche.
                                 El que habla como vocero, el que
predica en la asamblea hace una triple función:
Edificar, animar y confortar. Edificar es llevar a un
punto de madurez más alto. Animar es promover que
los oyentes caminen en la Voluntad de Dios. Confortar
es ayudar a alguien que está sufriendo. Para que todo
esto sea posible es necesario que entendamos el
lenguaje del que habla, de lo contrario esto sería vano.
                                   El que hablaba en lenguas se
edificaba a sí mismo no porque entendiera lo que
decía, sino porque sabía que era usado por Dios. Pero
el que hablaba como vocero o profeta si podía edificar
a la Iglesia, que es uno de los fines de la congregación.
¿Para qué me voy a reunir si no salgo edificado?
                                  Pablo quería que todos tuviesen el
don de lenguas, no estaba diciendo que todos los
hermanos lo tenían como creen los pentecostales, pero
no todos lo tenían. Pero había algo más que Pablo
deseaba entre los corintios: Que todos pudieran servir
como voceros, aunque esto tampoco es posible ya que
hay miembros en la Iglesia que no están capacitados
para hacerlo. ¿La razón de esto? El que hablaba como
vocero estaba edificando a la Iglesia, y el que hablaba
en lenguas se edificaba a sí mismo. Pero había una
excepción: Que alguien tradujera lo que se hablaba en
lenguas, ya que de esa manera todos serían edificados.
                                   Ahora Pablo presenta un ejemplo:
Si él llegaba hablando en un lenguaje que nadie
conocía en la congregación; no está diciendo una
lengua extática ni angélica, habla de una lengua que
hablan los hombres en otra región. Esto es lo que
hacían muchos de ellos. ¿Qué se ganaba? El beneficio
para la Iglesia era que hubiese revelación de algo
nuevo que Dios quería que la Iglesia supiera, o
conocimiento para que la Iglesia entendiera lo que
debía hacer o debía dejar de hacer; o profecía porque la
Iglesia necesita prever algo o enseñanza porque la
Iglesia necesitaba aprender.
                                        Con lo que dice este nuevo
pasaje se entiende la sinrazón de las lenguas extáticas,
ya que ellas no tienen significado. Pablo dice que
incluso los instrumentos inanimados como la flauta o
el arpa deben dar sonidos que se entiendan, ¿cómo
algo como un mensaje va a ser transmitido por Dios de
una manera ininteligible?
                                   Pablo ilustra el asunto con un
ejemplo de entre los soldados. Los soldados de aquel
tiempo recibían las órdenes por medio de los
trompetistas, soldados entrenados en la comunicación
con la trompeta, pero, ¿cómo podían obedecer a las
órdenes que daba su comandante si el trompetista no
tocaba los tonos que todos conocían para cada orden?
Así también en la Iglesia, si venía alguien hablando en
un lenguaje extraño, ¿de qué servía? De la misma
manera, si una persona llega a la Iglesia y habla en un
idioma que ninguno de los presentes reconoce, ¿de qué
sirve que hable? En veces ni siquiera entendemos a una
persona que habla nuestro idioma porque lo hace en
una jerga muy elevada o muy baja para la que maneja
la mayoría, así que si viene alguien hablando en un
idioma que no entendemos, la situación es peor. Pablo
dice: Porque estarán hablando al aire, de manera que es
una pérdida de tiempo.
                             Todos los lenguajes del mundo tienen
un significado, y veamos el contexto en el que Pablo
está hablando, para dejar en claro que él no se refiere a
lenguas extáticas, sino a lenguajes humanos que usa
una comunidad.
                                     Desconocer el idioma en que le
están hablando nos deja en una situación de
incomunicación. Nos convertimos en extranjeros para
el que habla y él lo es para mí.
                                   Pablo se dirige a los corintios ya
que ellos le daban mucha importancia al don de
lenguas, y les exhorta de una manera muy diplomática
ya que les dice: “Ustedes son personas muy celosas en
lo espiritual, por lo que estén buscando como fortalecer
a los demás”. Es una manera de llamarle la atención y
hacerles ver que aunque las lenguas eran importantes,
lo más importante era la edificación de la Iglesia. Es
por eso que si alguno habla en lenguas, debe orar para
que esta sea traducida, de lo contrario será una pérdida
de tiempo. Y no quiere decir esto que los cristianos del
siglo I oraban para tener algún don, ya que estos eran
transmitidos por la imposición de las manos de los
Enviados.
                               Entonces podemos concluir que lo
importante no era que alguien hablara en lenguas, sino
que hubiese interpretación para que la Iglesia fuera
edificada.
                                      Luego Pablo pone un ejemplo
consigo mismo. Las lenguas no solo eran para decir un
mensaje a alguien, sino también para orar, y así lo
vemos en este pasaje. Al estar orando en lenguas, los
cristianos del siglo I, lo hacían con su espíritu unido al
Espíritu Santo, pero su mente, al no entender el
lenguaje en que hablaba, no obtenía ningún beneficio.
                                      Pablo presenta una pregunta para
llamar la atención y poder hacer una conclusión. Es
importante que los hermanos del siglo I, especialmente
en Corinto, pudieran comprender para qué se les había
dado ese don.
                                Estaba bien que oraran en lenguas,
pero también era necesario que oraran con su propia
lengua, la que entendían. He estado en lugares donde
una persona se pone a hablar extáticamente por un
tiempo largo, incluso por horas, y han tenido que
sacarla a otra habitación para poder continuar con el
acto. ¿Quién fue edificado? Nadie.
                                       Es probable que con el don de
lenguas la persona también pudiera entonar cánticos
de adoración. Pero así como el simple hablar, era
necesario que quien tuviese ese don, además de hacer
melodías en otros lenguajes, también lo hiciera en su
propia lengua.
                                    Siguiendo el contexto, debemos
entender que cuando Pablo habla de “bendecir solo
con el espíritu” se está refiriendo a hacerlo en lenguas
extranjeras. Está hablando de elogiar o dar gracias, que
bien puede traducirse “orar”.
                                      Y nótese como está hablando de
lenguas humanas, porque dice: “¿cómo el indocto dirá el
amén…”, si estuviese hablando de lenguas angélicas
todos serían indoctos, porque nadie sabe el lenguaje de
los ángeles.
                          La Real Academia Española de la
Lengua acepta la transliteración de la palabra “amén”,
y le da como significado “Así sea.  Usado  al final de una
oración.  Usado para manifestar aquiescencia o vivo deseo de
que tenga efecto lo que se dice”.
                                        También es importante notar
que en el siglo I, cuando se hacía oración en la Iglesia,
uno dirigía y todos los demás escuchaban, y si estaban
de acuerdo a lo dicho, al final decían “amén”. Si en
alguna congregación todos oran al mismo tiempo,
están fallando al patrón bíblico.
                                 De nuevo Pablo insiste en que todo
lo que se hace en la Iglesia debe tener como propósito
glorificar a Dios, pero también edificar a los hermanos.
                                         Pablo aceptaba que él mismo
tenía el don de lenguas, y lo ejercía más que todos los
corintios. Así que todo lo expuesto no era producto de
algún tipo de envidia contra ellos. Pero no estaba de
acuerdo con la costumbre de muchos de ellos que caían
en el abuso de los dones.
                                   Pero, decía Pablo, prefería hablar
“cinco” palabras, de nuevo usa un recurso para
exagerar, ya que en cinco palabras es muy difícil dar
un mensaje, en el idioma que hablaba la mayoría, que
diez mil en otra lengua que ellos no entendieran. Hace
poco me invitaron a una conferencia dada por un
ingeniero en sistemas, en la que usó palabras llenas de
tecnicismos; y aunque estaba hablando en español,
para mí era chino, ya que no entendía nada de lo que
decía.
                                     La importancia de cualquier
conferencia, ya sea de carácter religioso o secular, debe
ser transmitir conocimiento, pero si el que imparte el
discurso habla de manera que nadie o pocos le
entienden, será solo pérdida de tiempo.
                                  Vuelve Pablo a usar su recurso para
suavizar el corazón de los receptores, al decirles
“hermanos”.
                                    “…no sean niñitos en las
facultades mentales”. En varias partes de la Escritura se
nos dice que debemos ser como niños, pero aquí más
bien se dice que no hay que ser como ellos en sus
facultades mentales, esto porque los niños creen todo,
si usted le dice a un niño que hay cerdos que vuelan, él
caminará viendo al cielo en busca de uno de esos
cerdos voladores. Al niño no le interesa siempre lo más
importante, sino lo que más le entretiene. Los dones no
eran para entretener a la Iglesia, pero los corintios los
trataban de esa manera.
                                    En lo que es necesario ser como
niños es en la maldad, y no solo como un niño, sino
como un bebé, ya que hay niños de cinco años que ya
conocen la malicia, pero un bebé, un niñito menor de
tres años no identifica lo malo. Por esto la doctrina del
pecado original no es más que una mentira más del
catolicismo.
                                Pero hay que llegar a ser completos
en las facultades mentales, ser maduros. Los corintios
se comportaban como niños, jugando con los dones,
peleando por ellos, comparándolos, haciendo división
en la Iglesia, y habían olvidado que el fin de ellos era
edificar la Iglesia.
                          Hace un tiempo, conversando con un
pastor evangélico y tratando de hacerle ver que los
cristianos ya no estamos sujetos a la Ley, él me decía
que esta se limitaba a los cinco primeros libros del
Antiguo Testamento, pero aquí vemos que Pablo cita
un pasaje de Isaías y dice que es parte de la Ley[115].
El pasaje en cuestión se refiere a la exhortación que
Isaías hace a los sacerdotes y profetas, haciéndoles ver
que Israel sería castigado por mano de los asirios, gente
que hablaba un lenguaje que los judíos no entendían.
Entiéndase que tanto en Corinto como cuando
hablaron los asirios, lo hacían en lenguajes humanos y
no extáticos.
                           Los pentecostales y carismáticos
insisten que el hablar en lenguas es señal de tener al
Espíritu Santo, pero Pablo afirma que las lenguas eran
señal para los incrédulos, así como lo fue para los
israelitas del tiempo de Isaías, que eran incrédulos a la
Palabra de Dios. El mensaje hablado con el don de
lenguas era para convencer a las personas incrédulas,
así que si hoy alguien insiste en que debe tener el don
de lenguas para saber que tiene al Espíritu Santo en
realidad lo que está demostrando es que es un
incrédulo.
                                   Pero la profecía, aquel don que
servía para edificar, consolar y exhortar, ese era un don
para beneficio de los creyentes. Entonces, ¿por qué los
que dicen tener los dones del Espíritu hoy, insisten
como los corintios en afirmar que lo más importante es
hablar en lenguas? Claro, la profecía era un don en el
que los resultados de esta dirían si era realmente un
mensaje de Dios o si solo era algo que quien hablaba
había inventado. Recuerdo que a principios de la
década de los 80 visitó nuestro país la esposa de un
reconocido predicador pentecostal haciendo exigencias
para la preparación de la visita del evangelista; pero
como no se atendió a todas sus exigencias, la mujer
“profetizó” grandes catástrofes sobre el país. Gracias a
Dios aún seguimos esperando que la “profecía” se
cumpla, y ¡han pasado más de treinta años!
                              Pablo presenta un ejemplo hipotético
para ilustrar lo que estaba diciendo. Esto es algo muy
familiar para los que en algún momento compartimos
con el pentecostalismo: La congregación reunida y
todos hablando en lenguas, y el pastor agradeciendo
por el “derramamiento del Espíritu”. Pero, dice Pablo,
entran indoctos, o incrédulos, y no entienden lo que
está pasando ni los lenguajes que están hablando
aquellas personas. ¿Cuál va a ser la reacción de los
visitantes? ¡Van a pensar que todos los que están ahí
son locos! ¿Para qué si todos los reunidos hablan
español va a venir alguien hablando francés? ¿Qué se
gana? ¿Quién entiende? ¿Quién se edifica?
                                 Tomemos en cuenta que de nuevo
Pablo presenta un ejemplo exagerando para causar una
impresión más fuerte. En Corinto no todos tenían el
don de lenguas, pero la idea de Pablo es que ellos
entiendan el desorden que se causaría si tal cosa
ocurriera.
                              En el caso contrario, pero siempre
exagerado: Entra el incrédulo y se encuentra a todos
profetizando. Él logra entender lo que están hablando
aquellas personas que pueden ver en lo profundo de su
corazón, que le hablan de su vida de pecado y
perdición y de qué sucederá con él si no cambia su
manera de proceder. ¿Cuál será su actitud? Podrá ver
el fin de su camino y tendrá que arrepentirse siendo
redargüido por el Espíritu Santo.
                                 Comienza la conclusión con una
pregunta. No quiere ser mal interpretado, él no está
diciendo que el don de lenguas no es una bendición,
así como todos los demás dones, pero debe haber un
uso correcto.
                                  Hay quienes consideran que el culto
o las reuniones deben ser sin ningún tipo de
planificación, pero Pablo demuestra lo contrario. Pablo
no estaba diciendo a los corintios que todos tenían
dones ni que todos tenían todos los dones, sino que
había varias personas con dones. Pablo menciona cinco
cosas que se podían hacer con los dones: Salmos,
enseñanza, revelación, hablar en lenguas e
interpretarlas. Es probable que estas fuesen las
actividades que se tenían durante los cultos en el siglo
I, además de la participación de la Cena del Señor. Si es
así, lo único que podemos replicar hoy día en la Iglesia
es la participación de la Cena, ya que en este momento
los dones no están en operación.
                                ¿Para qué se hacían estas cosas? Para
edificación de la Iglesia. Nada que no tenga este
propósito debe hacerse en la Iglesia.
                         Pablo le explica a los corintios como debe
ser el orden para ejecutar los dones. Hoy día los
pastores pentecostales instan a toda la congregación a
hablar en lenguas al mismo tiempo, pero Pablo dice
que solamente dos o tres lo hagan, por turno, y que
uno traduzca.
                               ¿Qué pasaba si no había quien
tradujera? El que tenía el don de lenguas debía
quedarse callado. Entonces mienten los que dicen
hablar lenguas extáticas al decir que el Espíritu los
tomó y no podían quedarse callados, porque Pablo está
enseñando que el que tenía el don podía ejercer
control. También es obvio que si no había alguien que
interpretase, el don de lenguas no servía para nada.
                                   Debe tomarse en cuenta que en los
pasajes en donde se trata de hablar en público siempre
se refiere a varones hablando, nunca a mujeres, y en
eso el idioma griego es muy claro.
                           ¿Qué significa “hable para sí mismo y
para Dios”? No que lo hiciera en susurro, sino que se
quedara callado, orando en su mente.
                                  Es lo mismo para los que tenían el
don de profecía, dos o tres podían hablar y los demás
debían escuchar con cuidado buscando el mensaje que
Dios daba al pueblo. En ese tiempo se acostumbraba
que cuando alguien iba a hablar, se pusiera de pie, y si
había alguien hablando, con cortesía este se sentaba
para ceder la palabra al otro. Pero no era correcto que
dos personas hablaran al mismo tiempo.
                           Todos los que tenían el don de profecía
podían hablar, por turnos, incluso hasta tres en una
reunión, con la idea de animar a la congregación. Hay
quienes han hecho todo un espectáculo de la
enseñanza; en una ocasión miré por televisión a un
predicador pentecostal entrar a predicar después de
todo un show en donde había motocicletas,
dramatización de una batalla entre pandillas, humo,
luces, etc., y aquel hombre habló durante cuarenta
minutos sin citar ni una sola vez la Palabra de Dios.
                              De nuevo Pablo deja en claro que todo
este asunto de los dones no era algo en lo que reinaba
el desorden, sino que todo debía mantenerse
controlado. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien
afirmar que fue tomado por el Espíritu y no sabía lo
que hacía ni lo que decía? Pero Pablo enseña que esto
no puede ser así, ya que Dios es orden. Los profetas
podían hablar o callar a voluntad.
                               ¿Cómo puede alguien afirmar que
Dios se encuentra en esos cultos en donde todos hablan
al mismo tiempo en sus lenguas extáticas, mientras
unos gritan y otros brincan, cuando la Palabra de Dios
dice que Dios es de orden? Cuando Elías estaba
escondido en la cueva, vino el Señor y le mostró varias
cosas: Un grande y poderoso viento que rompía los
montes y quebraba las peñas, un terremoto, un fuego,
y un silbo apacible y suave[116]. Dios no se encontraba
ni en el fuerte viento, ni en el terremoto, ni en el fuego,
pero si estaba en el silbo apacible y suave; entonces,
¿por qué los pentecostales insisten en que cuando hay
mucho alboroto se siente la presencia de Dios?
                          Las asambleas de los santos son las
Iglesias que quieren obedecer la Voluntad del Señor. Es
en estas congregaciones en donde se guarda el orden y
la compostura, en donde el emocionalismo no es parte
de la adoración, y es en donde las mujeres deben
guardar silencio durante el culto. Este era otro de los
problemas que había en Corinto con el desorden, las
mujeres habían roto el orden al estar tomando ellas la
palabra y preguntando durante el culto. Tomemos en
cuenta que al parecer no eran todas las mujeres, sino
un grupo de ellas, probablemente las esposas de los
profetas, ya que Pablo les exhorta a que pregunten en
sus casas. Ellas estaban causando mucha confusión en
la Iglesia. Y no es que Pablo estaba cayendo en
rigorismos como los de los musulmanes en que la
mujer tiene prohibido hablar terminantemente, sino
que durante el culto ellas debían guardar silencio y no
tomar actitud de líder.
                               Y no es que las mujeres deben estar
como momias en la Iglesia, sino que la dirección del
culto no es un trabajo para ellas. Pero son muchos los
que pelean porque quieren ver a las mujeres
dirigiendo. ¿Por qué siempre que la Palabra de Dios
dice que algo no debe hacerse sale alguien con una
excusa diciendo que si es mejor hacerlo? Porque el
trabajo de Satanás siempre es contradecir la Palabra de
Dios, y los que le obedecen se oponen al Espíritu Santo.
                         Las mujeres deben estar sujetas, pero no
en el tono en que lo hacen los musulmanes, sino más
bien porque es lo más favorable para ellas. La Ley
también lo dice en Génesis 3.16, en el sentido de que el
hombre es la cabeza del hogar, no el jefe ni el dueño.
Siempre he dicho que una mujer sabia entiende que su
marido es la cabeza del hogar, pero ella es el cuello.
Para que un hogar funcione la pareja debe estar de
acuerdo en las decisiones, deben saber actuar tal y
como una orquesta, en donde para que la melodía sea
hermosa, deben trabajar en conjunto, de tal manera que
todos los que le rodean se sientan extasiados.
                                Las esposas de los profetas estaban
causando desorden en Corinto, por lo que Pablo les
dice que se queden calladas y pregunten a sus maridos
en casa. Lo que ellas estaban haciendo había caído en
lo indecoroso, en vergüenza para sus maridos y la
congregación.
                                ¡Hay que tener cuidado con este
pasaje! Hay quienes aseguran que esto hay que verlo
con la lupa cultural, o incluso hay quienes acusan a
Pablo de ser machista, pero no es Pablo el que está
dando el mandato, es el Espíritu Santo, por lo que
tampoco es una cuestión cultural. Por eso yerran los
que han introducido a la mujer en el ministerio,
demostrando que no tienen respeto por la Palabra de
Dios. Hacer esto es lo mismo que decir que la Biblia no
tiene autoridad.
                        Pablo pregunta de manera retórica para
que los corintios entiendan que ellos no son un caso
especial, de tal manera que puedan hacer y deshacer
como les parece. Pregunta para atacar el orgullo que
les tenía inflados. Lo que estaban haciendo los corintios
iba en contra de la práctica en el resto de la Iglesia, por
lo que ellos se estaban levantando contra toda ella. Lo
correcto es que toda congregación en todo tiempo imite
lo que hacía la Iglesia en el siglo I, de acuerdo a las
enseñanzas apostólicas.
                          Pablo remata a los corintios haciéndoles
ver que si ellos realmente creían ser personas guiadas
por el Espíritu Santo no podían hacer otra cosa más
que aceptar que estas palabras eran mandato de Dios.
¡Qué pena da ver a una persona que se dice ser
espiritual oponerse a la Palabra de Dios y tratar de
justificarse pretendiendo que su experiencia le avala
más que la enseñanza bíblica!
                                    Pero si a pesar de toda esta
argumentación, alguien prefiere seguir comportándose
como ignorante, que se atenga a las consecuencias.
Pablo no iba a seguir luchando con ellos porque hay
gentes que lo que hacen más bien es robar la bendición
a los demás haciéndoles perder el tiempo en cosas que
ya están resueltas. Si alguno quiere obedecer el
Evangelio, bienvenido sea; pero si alguno no quiere
hacerlo, que siga solo su camino y deje de estorbar.
                                 Hace un giro para dirigirse a los que
quieren vivir de acuerdo a la Palabra. Actuar
celosamente significa actuar de acuerdo a las
enseñanzas bíblicas y a lo que dijeron los Enviados.
Pablo no se oponía a que se hablara en otras lenguas,
porque el don estaba en operación en aquel momento.
Pero insiste en que la profecía era superior al don de
hablar en lenguas. 
                            Pero había algo indispensable en todo
lo que se hiciese: El decoro y el orden. Los dones
estaban para edificar a la Iglesia, no para causar
molestias ni división. Cada reunión de la Iglesia debe
estar bien planificada y organizada, aunque sé que
para algunos esto podría significar que se está cortando
el “mover” del Espíritu, más si lo que se hace en la
Iglesia no es ordenado, dejamos ver que en realidad
esta no es la Iglesia de Cristo.
[1] Juan 14.18, 26.
[2] Hechos 2.1-4.
[3] Hechos 8.14-18.
[4] Hechos 18.6.
[5] Santiago 5.14.
[6] 2 Corintios 12.7-9; 1 Timoteo 5.23; 2 Timoteo 4.20.
[7] Hechos 5.5-11.
[8] 1 Corintios 14.3.
[9] 1 Juan 4.1-6.
[10] Traducción Lenguaje Actual.
[11] Felix Torres Amat.
[12] http://funversion.universia.es/curiosidades/xfiles/glosolalia.jsp
[13] Strong G1085.
[14] Hechos 2.
[15] Hechos 10.
[16] Strong. G652.
[17] Hebreos 3.1.
[18] Filipenses 2.25.
[19] Mateo 10.1-8; Marcos 3.14; 6.13-19, 30; Lucas 6.12-16; Hechos 1.26; Revelación
21.14.
[20] Hechos 1.15-26.
[21] Hechos 1.21-22.
[22] 1 Corintios 9.1; 2 Corintios 12.12; Gálatas 1.1; 1 Timoteo 2.7; 2 Timoteo 1.11.
[23] Juan 17.18; 20.21.
[24] Juan 14.26; 16.13.
[25] Hechos 2.42.
[26] Efesios 4.11.
[27] Efesios 2.20; Gálatas 2.9.
[28] Mateo 19.28.
[29] Revelación 21.14.
[30] Gálatas 1.19.
[31] Hechos 14.14.
[32] 1 Tesalonicenses 1.1; 2.6.
[33] Romanos 16.7.
[34] Revelación 2.2; 2 Corintios 11.5, 13. Diccionario Bíblico Nelson. Apóstol.
[35] Génesis 20.7; Éxodo 7.1; 1 Reyes 17-19; Malaquías 4.5.
[36] 1 Reyes 18.20-40.
[37] 1 Samuel 19.18-24.
[38] Isaías 10.6.
[39] Jeremías 29.26-30.
[40] Amós 5.21-24; Isaías 1.11-12, 14-17.
[41] Isaías 1.13.
[42] Isaías 30.8; Jeremías 29.1.
[43] Jeremías 36.
[44] Isaías 8.16; 50.4.
[45] 1 Reyes 22.8-38.
[46] Génesis 20.7.
[47] Éxodo 7.1.
[48] Éxodo 15.20; Jueces 4.4.
[49] Deuteronomio 18.18; 34.10.
[50] Isaías 6; Jeremías 1.4-19; Ezequiel 1-3; Oseas 1.2; Amós 7.14, 15, etc.
[51] Hechos 3.24.
[52] Lucas 24.25-27; Hechos 3.18; 1 Corintios 15.3.
[53] Hechos 18.28.
[54] Juan 6.14; 1 Pedro 2.9.
[55] 1 Corintios 12.10; Efesios 4.11; Hechos 11.27 y Efesios 2.20.
[56] Hechos 19.6; 21.9; 1 Corintios 11.4; etc.
[57] 1 Corintios 14.1, 3, 5.
[58] Mateo 11.13; 15.7; 1 Pedro 1.10. Diccionario Bíblico Nelson. Profetas.
[59] Éxodo 36.4; 2 Crónicas 2.7.
[60] Lucas 2.42; Hechos 5.34.
[61] Gálatas 3.24. Diccionario Bíblico Nelson. Maestros.
[62] La hipérbole es una figura retórica que consiste en una exageración
intencionada con el objetivo de plasmar en el interlocutor una idea o una imagen
difícil de olvidar. Los grandes maestros literarios de la historia han recurrido a
menudo a esta figura literaria. Wikipedia.
[63] Figura retórica que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas
acciones y cualidades propias de los seres animados o bien cualidades propias del
ser humano a los seres irracionales. Wikipedia.
[64] Hebreos 1.14.
[65] 1 Juan 4.7- 12, 16.
[66] Hechos 4.36-37.
[67] Hechos 5.1-10.
[68] Biblia al Día, Castilian, Corona de Jerusalén, Jerusalén, Biblia de las Américas,
Nueva Biblia de los Hispanos, biblia en Lenguaje Sencillo, Palabra de Dios para
Todos, Latinoamericana, Nacar Colunga, Nueva Versión  Internacional, Serafín de
Ausejo, Biblia de Oro, Nueva Biblia de Jerusalén, Biblia el Pueblo de Dios, El Libro
del Pueblo de Dios, Santa Biblia Martín Nieto, Traducción Lenguaje Actual.
[69] Junemann
[70] Biblia del Oso, Nueva Reina Valera, Brit Xadasha 1999.
[71] Dios Habla Hoy.
[72] 2 Samuel 13.1-18.
[73] 2 Samuel 13.20-28.
[74] Mateo 26.14-16.
[75] Castilian, Jünemann, La Biblia de las Américas.
[76] Corona de Jerusalén, Jerusalén 1976.
[77] Jerusalén 2001, Biblia en Lenguaje Sencillo.
[78] Biblia Latinoamericana.
[79] Oro.
[80] Biblia al Día.
[81] Traducción Lenguaje Actual.
[82] Santa Biblia Martín Nieto.
[83] Brit Xadasha 1999.
[84] El Pueblo de Dios.
[85] Biblia Latinoamericana 1995.
[86] Oro.
[87] Biblia en Lenguaje Sencillo.
[88] Biblia al Día.
[89] Castilian.
[90] La Biblia de las Américas.
[91] Oso.
[92] Dios Habla Hoy.
[93] Nácar Colunga.
[94] Oro.
[95] Biblia al Día.
[96] Castilian.
[97] Corona de Jerusalén.
[98] Jünemann.
[99] La Biblia de las Américas.
[100] Oso.
[101] Palabra de Dios para Todos.
[102] La Biblia de las Américas.
[103] Nácar Colunga.
[104] Nueva Reina Valera 1990.
[105] Serafín de Ausejo.
[106] Reina Valera 1960.
[107] Oro.
[108] Biblia El Pueblo de Dios.
[109] Strong. G5278.
[110] Strong. G2673.
[111] Strong G3973.
[112] Éxodo 38.7-9; 30.18.
[113] Wikipedia. Espejo.
[114] Juan 16.13.
[115] Isaías 28.11-12.
[116] 1 Reyes 19.11-12.

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