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Una descripción de Londres de la nobilísima ciudad de Londres (selección)1

de William FitzStephen († 1191 ?)2

Londres, la capital del reino de los ingleses, es una de las ciudades más nobles y
célebres del mundo y extiende su gloria más lejos que ninguna otra al enviar su riqueza
y mercancías en un radio mayor hacia tierras
lejanas. Su cabeza se eleva sobre todas las
demás. Es dichosa por la salubridad de su aire,
por su observancia de la práctica cristiana, por
la fortaleza de sus fortificaciones, debido a su
emplazamiento natural, por el honor de sus
ciudadanos y por la modestia de sus matronas.
La animan sus juegos y es madre fecunda de
hombres nobles. Miremos todo esto más de
cerca y por turno.
Si el clima templado de este lugar
debilita el carácter de sus habitantes, no los
hace por eso corruptos seguidores de Venus,
sino que influye para evitar que sean feroces y
bestiales, volviéndolos generosos y amables. En
la Iglesia de San Pablo hay una sede episcopal.
Otrora fue metropolitana3 y muchos piensan
que volverá a serlo si los ciudadanos regresan a la isla, a menos que el título arzobispal
del bendito mártir Tomás4 [Becket] y la presencia de su cuerpo preserve esa dignidad
para siempre en Canterbury, donde actualmente se detenta. Pero como Santo Tomás ha
hecho ilustres a ambas ciudades, Londres a causa de su levantamiento y Canterbury por
su potestad, cualquiera de ellas puede reclamar su ventaja sobre la otra justamente y en
relación con ese santo. En lo que se refiere a la práctica del culto cristiano, en Londres y
sus alrededores hay trece grandes iglesias conventuales y, además, existen ciento
veintiséis iglesias parroquiales menores.
Hacia el este, se erige el castillo palatino [Torre de Londres5] que es muy grande
y fuerte: la torre y los muros se elevan desde cimientos muy profundos y se fijan a

1
William Fitzstephen fue un clérigo al servicio de Thomas Becket desempeñando tareas administrativas,
la descripción de la ciudad de Londres que aquí traducimos aparece como prefacio ("Descriptio
Nobilissimi Civitatis Londoniae") de la biografía que escribe sobre el eclesiástico.
2
Traducido por Elina Montes, Cátedra de Literatura Inglesa (FFyL, UBA, 2018).
3
Los arzobispos metropolitanos tienen jurisdicción sobre los demás.
4
Thomas Becket es uno de los protagonistas de la disputa entre poderes seculares y la iglesia de Roma.
Ocupada tempranamente la diócesis de Canterbury, se convirtió casi de inmediato en canciller del rey
Enrique II, con el que creó un vínculo amistoso. Cuando Becket asume como arzobispo de Canterbury,
sin embargo, se produce un cambio radical debido a su defensa a ultranza de los privilegios eclesiásticos
y de la autonomía de la Iglesia respecto de las incumbencias reales. La respuesta del monarca fue
inmediata y, en 1164, logra con la asamblea de Clarendon que la mayoría de los clérigos aceptara el
abandono de su independencia y de la total injerencia de Roma. Luego de la plena confrontación de
Becket con su rey, sigue un exilio y un retorno a Inglaterra con la aparente aceptación de Enrique. El 29
de diciembre de 1170, a los pocos días de ingresar a Canterbury fue asesinado. En 1173 fue canonizado y
a partir de entonces la Catedral de Canterbury se convirtió, tal como aparece en los cuentos de Chaucer,
en lugar de peregrinaje. FitzStephen fue uno de los primeros biógrafos de Thomas Becket.
5
Se fundó hacia 1066 en ocasión de la conquista normanda y fue sede de los reyes. La Torre Blanca, que
da nombre al castillo entero, fue construida en 1078 por Guillermo el Conquistador. Ya en la época en la
que escribe FitzStephen se usaba como prisión.

1
través de un mortero6 reforzado con sangre de animales. Hacia el oeste hay dos castillos
muy fortificados de los que se sale un muro alto y macizo con siete puertas dobles y con
torres que se elevan a intervalos regulares y hacia el norte. Tiempo atrás, Londres
presentaba un frente amurallado y torreado hacia el sur, pero el poderoso Támesis,
abundante en peces, a causa del flujo y reflujo del mar batiendo contra él, terminó
derribándolo Río arriba, hacia el este, nos encontramos con el palacio real
[Westminster] que se destaca sobre el río, un edificio incomparable con sus murallas y
baluartes. Está a unas dos millas de la ciudad y se une a ella por medio de un suburbio
populoso.
Por todas partes, fuera de las casas de los que habitan en los suburbios y
adyacente a ellas, observamos los jardines de los ciudadanos amplios y muy bellos,
plantados con árboles. Del lado norte también hay pasturas y agradables praderas a
través de las cuales fluyen los arroyos en los que giran las ruedas del molino
produciendo un alegre sonido. Muy cerca de ahí se extiende un bosque con parcelas
arboladas en las que hay guaridas de animales salvajes: ciervos, gamos, jabalíes y toros.
Las tierras cultivadas de la ciudad no son grava estéril sino una planicie oriental [en su
abundancia] que produce cultivos exuberantes que llenan los graneros de los
agricultores con las haces de Ceres.
Fuera de Londres y hacia el lado norte también hay excelentes manantiales
suburbanos con agua dulce, saludable y clara que fluye sobre piedras brillantes. Entre
ellos están Holywell, Clerkenwell y St. Clement’s Well, todos ellos muy famosos. Son
frecuentados por un gran número de visitantes entre los que se cuentan los alumnos de
las escuelas y hombres jóvenes de la ciudad, cuando salen a tomar aire fresco por las
tardes, en verano. En verdad, buena es una ciudad cuando cuenta con un buen señor…
San Pablo, la iglesia de la Santa Trinidad y la de San Martín cuentan con escuelas de
renombre en virtud de privilegios especiales y por una dignidad que se les reconoce
desde antiguo. Pero también hay otras escuelas, que se benefician con el favor de algún
poderoso o con la presencia de maestros que son notables y famosos en filosofía. En
días festivos, los maestros celebran reuniones con sus estudiantes en la iglesia del
patrono que se celebra. Los eruditos debaten, algunos sostenidos [por la fuerza] de la
oratoria y otros [por el] del razonamiento…Los muchachos de diferentes escuelas se
desafían en el arte de la versificación o bien compiten sobre principios de gramática o
de las reglas que rigen los tiempos pasado y futuro. Otros usan epigramas, ritmo y metro
a la manera de las viejas chanzas tribales…
Los que se dedican al comercio de artículos diversos, vendedores de mercancía o
contratantes de mano de obra, se distribuyen cada mañana en diferentes lugares según
su oficio. En Londres, además, sobre la orilla del río, entre los vinos para la venta arriba
de los barcos y en las bodegas de los viticultores, hay una tienda de comidas7.
Diariamente y de acuerdo con la estación, pueden comprarse ahí platos de carne, asada,
frita y hervida, pescados grandes y pequeños, cortes de carne barata para los más pobres
y más delicada para los ricos, como venado y aves grandes y pequeñas. Si algún
ciudadano recibe inesperadamente la visita de huéspedes, éstos, cansados de su viaje,
preferirán no esperar a que traigan alimentos crudos y los cocinen y, mientras los
criados sirven el pan o el agua para el aseo, [el anfitrión] corre hacia la orilla y allí
encuentra todo lo que necesita. Sin importar cuán numerosa sea la cantidad de soldados
o viajeros que entra en la ciudad o se preparan para abandonarla, a toda hora del día y

6
Argamasa, mezcla utilizada para aparejar los materiales (piedras, bloques, ladrillos).
7
FitzStephen usa la expresión “publica coquina” que se tradujo al inglés como “cookshops (en plural). Se
trataba de un establecimiento que, como leemos, servía alimentos cocidos y calientes a viajeros o a
quienes hacían tareas sobre las orillas del río pero también funcionaba como venta de comidas para llevar.

2
de la noche –pues unos no querrán ayunar por más tiempo y otros no querrán partir sin
cenar– se acercarán hasta ahí, si lo desean, y cada hombre podrá alimentarse según
guste. De más está decir que es inútil que los más quisquillosos ya no necesitarán ir en
busca de esturiones o pájaros africanos o picopandos8 jónicos.
Inmediatamente en las afueras hay un campo [Smithfield] que resulta afable
tanto por el nombre como de hecho. Seis días por semana, a menos que se celebre
alguna fiesta importante, se lleva a cabo ahí una conocida exhibición de caballos finos
para la venta. Condes, barones y caballeros que se encuentran en la ciudad, así como
muchos ciudadanos, se reúnen para comprar o para mirar. Resulta muy placentero ver a
los palafrenes de alta zancada con sus relucientes abrigos, a medida que avanzan,
apoyando sus cascos alternativamente juntos sobre un lado. Luego, pueden verse
caballos apropiados para escuderos, pues se desplazan rápidamente aunque de manera
menos suave, levantando y apoyando las patas delanteras y traseras rítmicamente: aquí
hay potros de buena raza, pero aún no acostumbrados al bocado y que brincan con paso
airoso; están los caballos sudorosos, poderosos y enérgicos y también hay caballos para
la guerra, costosos, elegantes en su forma, de noble estatura, con orejas que tiemblan
rápidamente, cuellos erguidos y grandes ancas. A medida que muestran su ritmo, los
compradores prueban primero los que tienen paso más suave y luego aquellos con un
ritmo más rápido que mueven ágilmente las patas delanteras y traseras…
Más aislados y en otra parte del campo se destacan los bienes de los campesinos:
aperos de labranza, puercos de anchos flancos, vacas con ubres henchidas, bueyes de
gran tamaño y ovejas lanudas. También hay yeguas aptas para el arado, algunas
preñadas con potro y otras con el joven potrillo enérgico que las sigue de cerca.
Los mercaderes gustan de traer su mercadería por mar a esta ciudad más que a
ninguna otra bajo el cielo. Los árabes envían oro; los sabeos especies e incienso. Los
escitas, armas y desde las tierras ricas y productivas de Babilonia llega el aceite de
palma. El Nilo envía sus piedras preciosas, los hombres de Noruega y Rusia, pieles y
sables. China tampoco está ausente con su seda púrpura y los galos vienen con sus
vinos. Tal como lo han demostrado los historiadores, Londres es una ciudad más
antigua aún que Roma, aunque ambas derivan del mismo antepasado troyano y fue
fundada por Bruto antes de que a Roma la fundaran Rómulo y Remo. Tienen, por lo
tanto, las mismas leyes que derivan de su origen común. Como Roma, la ciudad se
divide en barrios, tiene alguaciles elegidos anualmente en vez que cónsules, tiene su
orden senatorial y magistrados menores, posee desagües y acueductos en sus calles. No
faltan, asimismo, lugares designados para la exposición de casos en estilos
deliberativos, demostrativos y judiciales 9, la ciudad dispone de varios tribunales con sus
correspondientes asambleas que se reúnen en determinados días.
No creo que haya una ciudad con mejores condiciones para los que acuden a la
iglesia, hacen honor a los mandatos de Dios, guardan los días de fiesta, dan limosna y
brindan hospitalidad a los extranjeros, establecen los esponsales, contraen matrimonios,
celebran bodas, organizan fiestas, entretienen a sus invitados y también atienden a los
arreglos de funerales y entierros. Las únicas plagas de Londres son la bebida

8
Tipo de ave.
9
La clasificación trimembre de los tres géneros retóricos había sido señalada por Aristóteles y rigen en la
Edad Media y en el Renacimiento también para establecer el tipo de respuesta que se buscaba en el
auditorio: con la retórica judicial se pretendía que los oyentes estuvieran en condiciones de juzgar cosas
pasadas; si se trataba de que juzgaran cosas futuras, se enfatizaba en el género deliberativo y cuando se
pretendía que los oyentes fueran receptores pasivos, el género retórico adecuado era el demostrativo. Los
estudiantes de las escuelas de leyes debían practicar asiduamente la oratoria en los tres estilos para lograr
una versatilidad discursiva que los habilitara en la presentación de casos y se reunían para esos
propósitos.

3
inmoderada de los tontos y la frecuencia de los incendios. A esto hay que agregar que
casi todos los obispos, abades y poderosos de Inglaterra son, en algún sentido,
ciudadanos y hombres libres de Londres, puesto que tienen sus espléndidas casas
citadinas. Ahí viven y gastan largamente cuando son convocados por el rey o por su
metropolitano a concilios importantes o bien los reclaman sus asuntos privados.
Vamos a hablar ahora de los juegos que se organizan en la ciudad10, ya que no es
apropiado que una ciudad sea tan sólo seria y útil a no ser que también pueda ser
agradable y alegre… Londres no ofrece espectáculos en teatros y escenarios 11, sino que
brinda obras de un carácter más sagrado en las que se presentan milagros realizados por
santos confesores o los sufrimientos que hicieron respetar la existencia de los mártires.
Además, todos los años en el día que llamamos “Carnaval” –para comenzar con los
juegos de los niños, pues todos fuimos niños alguna vez– estudiantes de diferentes
escuelas llevan gallos de riña a sus maestros y durante toda la mañana permanecen en
sus escuela mirando cómo combaten sus gallos ya que para los niños ese día es festivo.
Luego de almorzar, todos los jóvenes de la ciudad se dirigen a los campos de las afueras
y juegan a la pelota. Los estudiantes de las escuelas llevan su propio balón y los de otras
ocupaciones también llevan el suyo. Los adultos, los padres y los adinerados de la
ciudad arriban a caballo para ver las contiendas de los más jóvenes y, por turno, van
recuperando la juventud perdida: los movimientos de su calor natural parecen agitarse
en sus cuerpos nada más que con ver una actividad tan extenuante y con participar de la
alegría de la juventud desenfrenada.
En los días festivos estivales, los muchachos se entregan a juegos y deportes
como la arquería, las carreras, el salto, la lucha, tiro con honda, lanzamiento de jabalina
más allá de una marca y peleas con espada y escudo. Venus Citerea 12 lidera la danza de
las doncellas y hasta que la luna se eleve, la tierra se estremece con sus pies alados.
En invierno, en casi todos los días de fiesta, antes de cenar, no sólo los jabalíes
bufan, armados con sus colmillos relucientes, y luchan por su vida “para salvar su
tocino”, sino también los fuertes toros con sus cuernos puntiagudos y los osos enormes
quienes luchan con los sabuesos que sueltan sobre ellos.
Cuando se congela el gran pantano que baña la pared norte de la ciudad, una
multitud de muchachos salen a jugar sobre el hielo.
Unos ganan velocidad en la carrera con los pies
bien separados y se deslizan de lado sobre una gran
extensión congelada. Otros fabrican asientos con un
gran bloque de hielo y, mientras uno se sienta sobre
él, sus compañeros, con las manos entrelazadas,
corren hacia adelante y lo arrastran. Tan rápidos
son sus movimientos al deslizarse que a veces sus
pies resbalan y todos caen de cara al piso. Los hay
más habilidosos en deportes de invierno que se
patines hechos de hueso colocan en los pie tibias de animales [ver figura] y
las atan firmemente a sus tobillos; en sus manos
llevan postes con base de hierro que golpean contra el hielo para ser propulsados a gran
10
Al respecto, para quienes deseen ampliar el tema, sugerimos la lectura de “Sport and Social Hierarchy
in Medieval England”, de Thomas S. Henrick (Journal of Sport History, vol. 9 nr. 2, 1982).
11
Resulta muy interesante esta referencia temprana a las obras teatrales. El teatro público de carácter
secular surgirá recién cuatro siglos más tarde en la época isabelina. En esta etapa, sin embargo, se asiste a
las primeras formas de representaciones vernáculas, que en Inglaterra se desarrollará en ciclos de
misterios y de milagros entre los siglos XIII y XV.
12
Cf. Horacio, Odas, Libro 1, 4,5: “Ya Venus Citerea guía los coros al asomar la luna; las modestas
Gracias, unidas con las Ninfas, danzan joviales en las praderas”.

4
velocidad como pájaros en vuelo o el disparo de una máquina de guerra. A veces, dos de
ellos se ponen de acuerdo y corren uno contra otro de esta manera desde una gran
distancia y elevando sus palos se golpean. Uno de ellos o ambos caen no sin que se
produzca alguna lesión ya que, a medida que van cayendo son arrastrados por un largo
trecho debido al ímpetu de su carrera y ahí donde el hielo entra en contacto con sus
cabezas levanta la piel por completo. A menudo se rompen una pierna o un brazo si la
víctima cae sobre ese miembro, pero la suya será una victoria anhelada, pues están en
una edad ávida de gloria y los ejercicios son un remedo del combate que los hará más
valientes en las batallas verdaderas.

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