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La primera parte fue publicada con el título de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha" a comienzos de 1605. En el año de 1615 apareció la segunda parte del Quijote de
Cervantes con el título de "El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha".
El autor realiza una sátira de los libros de caballerías. La novela narra la historia de un tal
Alonso Quijano, hidalgo pobre, quien enloquece leyendo libros de caballerías y se cree un
caballero medieval. Decide armarse como tal en una venta que él ve como castillo. Su locura
lo lleva a «desfacer agravios» y ayudar a los desfavorecidos y desventurados. Profesa un
amor platónico a una tal Dulcinea del Toboso; que es, en realidad, una moza labradora:
Aldonza Lorenzo.
Artificios Barrocos:
En el episodio de los molinos, Sancho (personaje realista y mensurado) ve la realidad tal cual
es y se esfuerza en hacer ver a su amo su error. Pasada la aventura, cuando Don Quijote ha
sido despedido por las aspas del molino, aceptará la realidad a base de transmudarla al plano
de la fantasía, diciendo que eran de veras gigantes y ejércitos, pero los encantadores que le
tienen ojeriza los han convertido en molinos y rebaños.
Ejemplo de contrapunto idealismo (Quijote) y realismo (Sancho Panza) cap. VIII 1ra parte:
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su
escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se
descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos
despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra 3, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la
faz de la tierra4.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que
en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Cabe señalar que en la primera y segunda salida, Don Quijote va en busca de aventuras por
caminos y ventas de la Mancha sin que ocurra nada extraordinario. Lo extraordinario lo crea
él con su loca imaginación, en franca contradicción con lo que ven y le dicen ver los que están
cuerdos y viven en el “mundo real”.
- Se ve claramente en el barroco del Siglo de Oro español que entra en crisis la idea
de la representación como mímesis, como copia de la realidad, y se empieza a
poner la atención en la representación en sí misma…Los artistas barrocos
muestran en sus producciones que el arte no es una transcrpción de la
realidad, sino un trabajo artificioso.
Cervantes ficcionaliza la autoría, diciendo que encontró la traducción del texto de Don
Quijote en Toledo. Dice que el autor es Cide Hamete Benengeli:
« (…) y, haciéndolo así, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de
don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Mucha discreción
fue menester para disimular el contento que recibí cuando llegó a mis oídos el título del libro (…)»
(cap.9 primera parte)
Otro caso de ejemplificación en cuanto a mostrar la obra como representación puede ser
cuando don Quijote y el vizcaíno se traban en lucha de espadas, la que queda inconclusa –
y detenida- hasta que:
«(…) el segundo autor de esta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las
leyes del olvido (…) no se desesperó de hallar el fin de esa apacible historia, el cual, siéndole el cielo
favorable, le halló del modo que se contara en la segunda parte.»
(capítulo 8 Primera parte)
En estos versos vemos que su amado es sombra, imagen, ilusión, ficción. Sor Juana muestra
el triunfo de la fantasía sobre la realidad. Aún en el amor, no tiene tanta importancia la
presencia real y concreta del otro, sino el sentimiento íntimo y personal que es capaz de
engendrar amor. Los siguientes versos del soneto condensan esta idea: