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Edicién expressmente autorizada para la ‘BIBLIOTECA CONTEMPORANEA: Queda hecho el depésito que marca la ley 11.728 Marcas y coractertsticas gréficas registro: dos en Ia Oficina de Petenter 3 Marcas de te Nacién, © Eaitorial Losada, S.A. Buenos PRINTED IN ARGENTINA ee ee ae a Este libro se terminé de imprimir el dia 8 de marzo de 1961, fen Artes Grificas Bartolomé U. Chiesine S. A., Ameghino 838, “Avellaneda » Buenos Aires, EL TIEMPO ¥ LA MAQUINA El tiempo tal como Jo conocemos ahora es invencién muy reciente. El sentido moderno del tiempo es apenas anterior a los Estados Unidos. Es un subproducto del industrialismo, andlogo en lo psicolégico a los perfumes sintéticos y a Tas tinturas de anilina. El tiempo es nuestro tirano, Tenemos conciencia cré- nica del correr del minutero y aun del correr del segun- dero. Es forzoso. Hay trenes que tomar, relojes que regis- tran la entrada al trabajo, tareas que debemos ejecutar a plazo fijo, records que hemos de superar por fracciones de segundo, mquinas que indican la velocidad a que debe realizarse el trabajo. Nuestra conciencia de las mas peque- fias unidades de tiempo es ahora aguda, Para nosotros, por ejemplo, el momento 8.17 significa algo —algo muy importante si por casualidad es el momento de partida de nuestro tren diario, Para nuestros antepasados un instante” tan raro y singular no tenfa senitido, no existia siquiera, Al inventar Ia locomotora, Watt y Stephenson fueron cos’ inventores del tiempo. Otra entidad que acentiia la importancia del tiempo es la fabrica y su dependencia a oficina, Las fébricas existen para confeccionar cierta cantidad de productos en determinado tiempo. El artesano antiguo wabajaba a su antojo; de ahi que los clientes por lo general tenfan gue guardar“los productos que Je habfan encargado, La fabrica es una invencién trazada para que los obreros se den prisa. La maquina cumple tantas revoluciones por mi- nuto, hay que hacer tantos movimientos y producir tantas piezas por hora, Resultado: el obrero de fébrica (y lo snismo se aplica mutatis mutandis al empleado de oficina) se ve forrado a conocer el tiempo en sus menotes frac- ciones. En la época del trabajo manual no existfa tal obligacién de tener en cuenta Ios minutos y segundos. ‘Nuestra conciencia del tiempo ha Iegado a tal colmo de intensidad que padecemos vivamente siempre que nues- tros viajes nos llevan a algtin rincén del mundo donde la gente no tiene interés en Ios minutos y segundos, La falta de puntualidad del Oriente, por ejemplo, es atroz para Jos recién Uegados a un pais con horas de comer fijas y servicio regular de trenes, Para un norteamericano 0 un inglés moderno esperar es una tortura psicoldgica. Un hin- chi acoge Jas horas de vacio con resignacién y hasta con satisfaccién. No ha perdido el arte sutil de no hacer nada, Nuestra idea del tiempo como coleccién de minutos cada uno de los cuales debe Menarse con alguna ocupacién o entretenimiento es del todo ajena al oriental, precisamente como fué ajena al griego. Para el hombre que vive en un mundo preindustrial el tiempo se mueve con paso lento: y holgado; no tiene Ja preocupacién del minuto . por Ja sencilla razén de que no le han forzado a tener conciencia de la existencia de los minutos, Lo cual nos lleva a una aparente paradoja, Vivamente penetrado de las mas-pequefias particulas que constitu: yen él tiempo’ —del tiempo tal como lo miden los engra- najes del reloj, 1a egada de los trenes y las revoluciones de Jas maquinas— el hombre industrializado ha perdido en gran parte el antiguo sentido del tiempo en sus divi- siones mayores. El tiempo que conocemos es artificial, he- cho a méquina. En general casi no tenemos en absoluto conciencia del tiempo natural, césmico, medido por el sol y la Tuna. Los hombres preindustriales conocen el tiempo en su ritmo de dfas, de meses y de estaciones, Per- ciben la salida del sol, el mediodia y el crepisculo; la primavera y el verano, el otofio y el invierno, Todas las 8 viejas religiones, incluso el catolicismo, han insistido en tal ritmo de dias y estaciones. Al hombre pre-industrial nunca le fué posible olvidar el majestuoso movimiento del tiempo césmico. El industrialismo y el urbanismo Jo cambiaron todo, Podemos vivir y trabajar.en una ciudad sin darnos cuenta del paso del sol por el cielo, sin ver nunca Ja luna ni las estrellas. Broadway y Piccadilly son nuestra Via Lactea; nuestras constelaciones est4n dibujadas con tubos de neén, Hasta los cambios de estacién afectan muy poco al habi. tante de ciudad, poblador de un universo artificial y ro- deado en casi toda su extensién de muros que lo separan del mundo de Ja naturaleza. Fuera el tiempo es cbsmico, marcha con la trayectoria del sol y de las estrellas, Déntro, es cuestién de ruedas en movimiento y se mide en segun. 0s y minutos —a lo sumo en dias de ocho horas y semanas de seis dias. Tenemos una nueva conciencia pero Ja hemos adquirido a expensas de Ja antigua,

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