Está en la página 1de 9

UNIVERSIDAD DE MANIZALES

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

CENTRO REGIONAL INSTITUCION UNIVERSITARIA CESMAG

PROGRAMA MAESTRIA EN EDUCACION DESDE LA DIVERSIDAD

Ensayo: INTOXICACIONES EN MI VIDA

Por:
Juan Carlos Ortega Delgado
INTOXICACIONES EN MI VIDA

En el escrito que presento a continuación hago un recorrido por mi vida hasta el


momento, describiendo importantes hechos y situaciones en que he podido estar afectado
por diferentes intoxicaciones.
Soy Juan Carlos Ortega Delgado, nací el 7 de enero de 1976, en un hogar humilde en un
pueblito llamado Belén, al norte del departamento de Nariño, conocido por la calidad de su
gente en la obtención del cuero y producción de artículos elaborados en ese material. Soy
el cuarto de cinco hermanos.
En familia, mi educación fue sumamente tradicionalista y en muchos sentidos machista;
las palabras de mis mayores siempre estaban referidas a que tenía que obedecer, ser
callado, y juicioso; me castigaban si no hacía lo que ordenaban en el momento, y debía
esperar para recibir los alimentos y la atención, porque primero tenía que ser atendido mi
papá; para él iban los mejores trozos de carne y huevos, aunque para los hijos no hubiera.
En esta parte siento que fui intoxicado por esos largos discursos de mis padres,
hermanos mayores y abuelos, en el sentido en que no me dejaban ser yo mismo, no me
permitían pensar y crear, sólo debía ser buen hijo y repetir el modelo que me presentaban
para seguir.
Recordando mi vida escolar, aparecen las imágenes de la primera vez que mi mamá me
mandó a la escuela, yo tenía un uniforme, era con pantalón azul, zapatos negros, camisa
blanca de cuello y buso rojo, con el escudo que decia Escuela para niños Santo Domingo
Sabio y llegaba con muchas ansias de estudiar; pensé que por fin se abrían las puertas de
ese centro educativo del cual escuchaba por parte de mis amigos y hermanos que era el
lugar donde ellos decian que los profesores son bibliotecas andantes y eran vistos como
extraterrestres de carne y hueso. Aquí los docentes mantenían una posición lejana al
educando, buscando sentirse más que ellos, ya que se consideraban poseedores del saber,
inculcando en ellos, que sólo el maestro tenía la razón y el estudiante debía repetir el
modelo del adulto para sentir que estaba haciendo lo correcto. Yo no deseo ser así con mis
alumnos, yo debo ser una imagen de autoridad ganada, no impuesta, que ellos me respeten
por lo que soy con ellos, para que así adopten de mí las actitudes que crean sean benéficas
para ellos.
Ese día, esperé un buen rato en la cancha, escuchando voces, mirando a otros correr de
un lado para otro; unos decian esa profesora o profesor es bravo, ésta es así o asá. Al toque
de campana se rompieron las charlas y nos formaron en columnas. Después nos llevaron a
las aulas, nos sentamos en los pupitres, leyeron nuestros nombres en orden alfabético y
luego escuché que el profesor dijo en este salon está prohibido hablar, jugar y preguntar;
tenía una regla en sus manos. Había represión y amenazas para los estudiantes, además que
la actitud de los muchachos debía ser completamente pasiva, siendo el docente quien tenía
siempre la razón y hacía que los chicos repitieran esquemas, sin libertad, con el sistema de
premio y castigo, evitando formar los ambientes adecuados para se permita libertad a los
educandos, para que puedan tomar las decisiones y alternativas que vayan constituyendo su
personalidad.
Al otro día no quise volver a la escuela y mi madre me amenazó con llevarme con la
correa, no tuve otra alternativa que arreglarme e ir a la escuela, eso sí bien aseado porque si
estaba sucio la profesora le pegaba con una regla en las manos. La disciplina era estilo
militar, donde los niños más que niños éramos soldados en miniatura y teníamos que
acostumbrarnos a la pedagogía del silencio. Nuestros padres daban a los maestros toda la
autoridad posible, sin analizar siquiera si el docente se merecía tanta confianza, lo cual en
ocasiones era totalmente equivocado, porque como recuerdo con el profesor que me
golpeaba, él lo único que hizo fue causarme dolor, vergüenza y nada de ganas de
parecerme a él.
Esta es una intoxicación clara de que fui objeto, los maestros aprovechando la autoridad
que les dá su discurso acartonado y falso de que son la fuente principal de sabiduría y
conocimiento y los estudiantes sólo entes que dependíamos de ellos. Igualmente pienso
que el ser maltratado me llenó de rencor y rabia, porque cada golpe que recibí era muestra
del lenguaje de guerra y opresión.
Para pasar el año se debía aprobar un exámen de período y un exámen final. Uno
asistía con mucho temor después de lo vivido durante el año escolar. Entrábamos al salón
del exámen, donde el profesor vigilaba y le pedía colaboración a otro profesor para que le
ayude a cuidar, el mínimo de movimiento en un salón en que no se escuchaba ni una sola
voz. El salón parecía un campo de concentración donde sólo faltaban las armas y los
barrotes porque los guardianes ya estaban. Solamente se tenía en cuenta el aprendizaje
repetitivo o memorístico, sin pensar que cuando el hombre aprende un nuevo
conocimiento, éste va a entrar en un universo que ya tenía en su interior, otros
conocimientos. Los exámenes eran elaborados de tal manera que todas la preguntas tenían
una sola respuesta correcta, cualquier otra opción era anulada; teníamos que memorizar de
las lecciones tres o un día antes del examen y se nos olvidaba un día después al salir de los
exámenes; se experimentaba lo que siente un preso al salir de la cárcel, respiraba profundo,
me santiguaba y le agradecía a Dios porque me fue bien.
Se notaba una fuerte represión, un régimen del terror, cómo no sentirme intoxicado en
esas circunstancias. Hago todo lo posible por no repetir el modelo con mis estudiantes,
pues deseo que ellos tengan un espacio adecuado para su formación integral y puedan
pensar y ser libres.
Pero esto no quiere decir que como docente deje a un lado los correctivos para lograr la
disciplina, sino más bien que ésta la debo lograr de una manera positiva. Es allí donde me
pregunto hasta dónde deben llegar los castigos en las aulas de clases; es una inquietud que
queda en el tintero. Sobre todo en estos tiempos donde hay ley para todo si se alza la voz lo
demandan, si se dirige mal a un estudiante también lo demanda, donde los docentes
debemos soportar muchos maltratos por parte de nuestros estudiantes y padres de familia,
los cuales en algunas oportunidades no lo hacen por su dignidad sino por la parte
económica que de esa demanda puedan sacar.
Esto sería otro tipo de intoxicación, porque el sistema que organiza y reglamenta hoy en
día la educación está orientado por personas que tienen poco o nada que ver con la
pedagogía y demás aspectos fundamentales de la educación y están al frente por el
cumplimiento de cuotas políticas que los jefes de partidos deben hacer.
En otros apartes de mi vida, me acuerdo que me gustaba que llegara navidad, porque
madrugaba a la novena y la misa a las 5 de la mañana y salía en las noches de diciembre
con mis amigos, disfrazados de la vieja o el viejo, el diablo, el oso, la señorita, uno tocaba
la carraca, otro el tambor y otro la loína. Íbamos casa por casa, tocábamos y nos daban
monedas, las reuníamos del primero al 28 del mes y luego las repartíamos entre todos. A
veces íbamos a las veredas en las mañanas y en las noches lo hacíamos en el pueblo y
disfrutábamos de la vaca loca.
Era buen jugador de fútbol y también arquero, el mejor de la escuela, y estando en
cuarto, los de quinto me tenían rabia, porque mi equipo siempre les ganaba y recuerdo con
orgullo que en quinto me dieron una medalla por eso. También en quinto, hice una
fonomímica de Pancho Villa para la clausura y en tercero participé en un concurso de la
canción con la obra de Jorge Villamil, Espumas.
También hice algunas travesuras, entre ellas me acuerdo que una vez me cansé que
debía ir a traerle el desayuno a mi profesor de quinto, a la casa de él, perdiéndome el
tiempo de descanso, así que me lo comí con un compañero en el camino y nunca más me
mandó. También, en una ocasión no nos dejaron entrar a un pozo que era como nuestra
piscina, nos entramos por encima de la malla y al día siguiente nos dieron con una vara en
la cola, pero dos amigos y yo alcanzamos a meternos cuadernos en el pantalón para que no
nos duela y luego se los devolvimos, diciéndole que los encontramos por allá.
Estos momentos que viví considero que me ayudaron, fueron como terapia ecológica
para desintoxicarme de los acontecimientos duros que me sucedieron.
Luego ingresé a la universidad a estudiar Licenciatura en Educación Física con la
Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá en convenio con el Cesmag, en Pasto; fue una
nueva experiencia, todos mis compañeros eran de diferentes regiones de Nariño y
Putumayo; se seguía con una educación memorística, pero en la parte de deportes era
práctica, excepto por natación que en un principio nos la dieron como teórica por falta de
recursos para desplazarse. Las clases eran más magistrales, y se nos exigía un aprendizaje
sin profundización; el docente transmitía su conocimiento y nosotros lo repetíamos en los
exámenes o exposiciones; en la parte deportiva como eran clases teóricas y prácticas, en
donde nos llevaban y con los elementos deportivos nos enseñaban no muy a fondo la
técnica y la táctica de cada deporte; en la parte pedagógica y práctica docente
lastimosamente no tuve un buen asesor, nunca me revisó una clase ni me hizo correcciones
de mis planes de clase, lo que hago ahora lo he ido aprendiendo por la experiencia y las
sugerencias de mis amigos y compañeros de trabajo.
Luego ingresé a estudiar psicología en la Universidad Mariana, en modalidad nocturna,
en la cual se debían hacer once semestres; me interesó por poder comprender los
comportamientos de mis estudiantes frente a la educación física, quería saber cómo hacer
no una educación física dictada por otro docente sino por un profesional en el área; aprendí
muchas cosas, pero se manejaba mucho la memoria, mi formación fue más teórica que
práctica, uno estudiaba para el examen y sacar buenas notas, la parte práctica la realizamos
en muy pocas ocasiones, creo que fue por los horarios de estudio.
Lo más rescatable fue mi práctica final en una institución para prevención, orientación,
manejo y desintoxicación de diferentes tipos de adicciones, llamada EL SHADDAI,
situada en las afueras de Pasto. Allí viví una experiencia muy interesante y formativa,
porque me encontré de frente con la realidad de muchas personas, con un mundo diferente
cada una. Aprendí mucho y por eso quisiera colocar en práctica todo ese bagaje adquirido,
y aunque en el momento no ejerzo en esa especialidad, aplico lo que más puedo en mis
clases de educación física con mis estudiantes. En la etapa universitaria analizo que los
docentes no me aportaron mucho, al menos no cumplieron con mis expectativas, pero gané
mucho con la práctica final, y con las personas que conocí en esa etapa de mi vida. Todo lo
bueno que obtuve allí, intento adoptarlo en mi vida diaria, como persona y como docente.
Con mis estudiantes, trato de colocarlos más en actividades prácticas, que se muevan y
exijan más, para que se conozcan realmente y reflexionen hasta dónde pueden ser capaces
de llegar.
En El Shaddai aprendí mucho sobre ese tipo de intoxicación que vulnera, que hace
sufrir, que mata, y en parte creo que se parece a esa intoxicación de la que leí en el texto La
Intoxicación Lingüística de Vicente Romano, esa que es producto de la manipulación,
aprovechamiento, opresión y autoritarismo infringido por la palabra, por los discursos
mentirosos y tendenciosos de algunas de las personas que nos encontramos en la vida:
malos periodistas, politiqueros, desinformadores, malos líderes; quienes intentan restar
valor a lo que somos realmente, pero a quienes no debemos dejar nunca ganar.
Finalmente menciono todas aquellas intoxicaciones que he venido y continuaré
sufriendo y son las relacionadas con toda la información que recibo a través de los medios
masivos de comunicación, la internet, la radio, la televisión, el cine, los diarios, las
revistas; todos los cuales me llenan de datos e ideas que son dominados por los ricos o por
el estado, y que al entrar en mí, obviamente causan algún tipo de daño. Trato de ser
selectivo con lo que escucho y veo, pero por más que intento, creo que muchos factores y
aspectos que estos medios me presentan se filtran y actúan dentro de mí.
Teorías
Teorías de
de la
la
educación
educación Tipos
Tipos de
de textos
textos

Educación
Educación en
en tecnología
tecnología

Didáctica
Didáctica Ensayos
Ensayos oo ponencias
ponencias Tesis
Tesis doctorales
doctorales oo
Revista Plumilla Educativa
Maestrías
Maestrías
facultad de ciencias sociales y
humanas Universidad de
Edu.
Edu. Sujeto
Sujeto
Manizales

Originalidad
Originalidad
Edu.
Edu. Ética
Ética
Tipos
Tipos Requisitos
Requisitos

Edu.
Edu. Estética
Estética Formato
Formato de
de
Publicación de textos. E.
E. literario
literario acuerdo
acuerdo aa la
la
normatividad
normatividad
Requisitos
Edu.
Edu. Medio
Medio ambiente
ambiente E.
E. científico
científico

Pedagogía E.
E. argumentativo
argumentativo
Pedagogía

E.
E. expositivo
expositivo
Currículo
Currículo

E.
E. critico
critico

Interés
Interés para
para la
la E.
E. poético
poético
educación
educación

También podría gustarte