Está en la página 1de 41
Significante y sutura en el psicoanilisis Jacques Lacan Jacques-Alain Miller Serge Leclaire J.C.Milner Ives Duroux I Jacques Lacan y otros participantes! fen sus famosos. seminarios de Paris iscuten aspectos fundamentales de SEE \2 relacion del psicoandlisis con otras reas del pensamiento y cues tionan su papel en la historia. Una pregunta dirigica al autor de Escri- mexico tos y formulada por alumnos de la espana Facultad de Letras, podria resumir cre. estos interrogantes: “ éCual es Ja re: lacién entre el sujeto de una praxis revolucionaria que tiende a la Supe- racion de su trabajo alienado y él Sujeto dai deseo alienado? ”;Unetra: mo de su respuesta, 2 su vez, abre lun amplio campo de indagaciones: "Yo sostengo que el psi-oandlisis no: tiene ningin derecho 2 interpretar la practice -evolucionaria, sino al contrario, la teoria revolucionaria haria bien ‘en responsabilizarse de dejar vacia la funcion de la verdad como causa, ya que precisamente estd en ello la primera suposicion de su propia eficacia’ Significante y sutura en el psicoandlisis por Jacques Lacan Jacques Alain Miller Serge Leclaire J. C_Milner Yves Duroux Traduccién de: MARCO AURELIO GALMARINI * siglo veintiuno editores sa sido veintiumo de espana editors sa ‘uo monn Fria Siglo veintiuno argentina editores sa ‘Tapa: Isabel Carballo Primera edicin en espaol, 1973 Siglo XX1 Argentina Editores S.A. Cérdoba 2064, Buenos Aires Titulo de tos originales: “La suture (Elements de ta logique du signifiant)”, Cahiers pour 'Analyse, 1-2 “Le point du signifiant”, Cahiers pour 'Analyse, 3 “Les graphes de Jacques Lacan”, Cahiers pour VAnalyse, 12 “Réposes i des étudiants en philosophie sur objet dela psychanalyse”, Cahiers pour 'Analyse, 3 ‘analyste & sa place? ", Cahiers pour Analyse, 1-2 “Psychologie et Logique", Cahiers pour 'Analye, 1-2 Hecho el depésito que marca la ley 11.723 Impreso on Argentina Printed in Argentina INDICE La sutura, Elementos de la légica del ificante, por Jacques-Alain Miller La cuestién del significante, por J.C. Milner Los grificos de Jacques Lacan, por Jaoques-Alain Miller Respuesta a unos estudiantes de Filosofia sobre el objeto del psicoandlisis, por Jacques Lacan {iene su lugar el analista? , por Serge Leclaire Psicologia y Logica, por Yves Duroux 43 55 8 LA SUTURA. ELEMENTOS DE LA LOGICA DEL SIGNIFICANTE JACQUES - ALAIN MILLER Quien no ha adquirido, a través del anélisis personal, las nociones precisas que s6io por ese medio pueden adquirirse, no tiene derecho de mezclarse en cuestiones de psicoané- lisis, No cabe duda alguna de que ustedes, sefioras y seftores, son’ muy respetuosos del rigor de tal prohibicién, que el mismo Freud pronunciara en sus Nuevas aportaciones sobre psicoandliss. Una cuestién, articulada en forma de dilema, se me presenta a propdsito de ustedes. Hela aqui. Si, violando las prohibiciones, hablo de psicoanslisis, escucharin, ustedes @ alguien a quien saben incapaz de presentar él titulo que autorizaria su confianza. En ese aso, (qué hacen aqui? Por el contrario, si mi exposicién no versa sobre psicoandlisis, ustedes —que tan confiadamente condujeron Sus pasos hasta esta sala para oir hablar acerca de problemas relativos al campo freudiano— qué hacen aqui? {Oué hacen aqui sobre todo ustedes, sefioras y sefiores. psicoanalistas, que tan de cerca siguen las ensefianzas de Freud y que han recogido el alerta contra quienes no son adictos directos de la ciencia psicoanalitica, contra esos pretendidos sabios, como dice Freud, contra todos esos literatos que cuecen su triste potaje en el fuego del palcoandlisis, sin siguiera mostrase apradecidos por la hospitalidad recibida’ ‘Si quien desempefiara para ustedes el oficio de cocinero se divirtiora en dejar que un simple pinche se adueniara de la marmita por la que tanto y tan justificado carifio profesan, NOTA: Reproducsién de una exposicién pronunciada el 24 de fe- bbrero do 1965 en el seminatio del doctor J. Lacan. n Pues de ella obtienen la subsistencia, mo es seguro ~y Confieso que yo mismo lo dudaria en tales circunstancias~ que estuvieran dispuestos a tomar una sopa asi preparada. Sin embargo, estén ustedes aqui... Permitanme maravi- Iarme por un instante de esta presencia, asi como del Privilegio de tener por un momento el placer de dirigirme al ‘rgano mis preciado de cuantos disponen: el oido. Es su presencia aquf y ahora lo que debo esforzarme en justificar, mediante razones por lo menos atendibles. No haré esperar tal justficacién. Ella se apoya en algo que no deberia sorprender después de los desarrollos que ‘han ocupado predominantemente a este seminario desde el comienzo del afio escolar, lo que equivale a decir: Ia idea de ‘que no se puede representar el campo freudiano como una superficie cerrada. La apertura del psicoanilisis no es consecuencia del liberalismo, de la fantasia ni de la ceguera de quien se ha instituido en guardian. Sino es uno arrojado al exterior del psicoandlisis, a pesar de no estar situado en su interior, es porque hay un punto, excluido de una topologia restringida a dos dimensiones, en donde éstas se tunen, y la periferia atraviesa los limites. De que yo logre reconocer y ocupar este punto depende que ustedes escapen al dilema que presenté al comienzo, y que sean, con todo derecho, oyentes en ese punto, recisamente. Comprenden con esto, sefiora, sefiores, hasta onde estan ustedes envueltos en la empress que fomento, yen qué medida les interesa profundamente su éxito. CONCEPTO DE LA LOGICA DEL. SIGNIFICANTE Trataré de reconstituir, reuniendo aqui una ensefanza esparcida en la obra de Jacques Lacan, algo que debe designarse con el nombre de ldgica del significante. Se trata, or un lado, de légica general, puesto que su funciona. ‘miento es formal con relacion a todos los campos del saber, comprendido el del psicoanilisis, al que, especificindose, rige; por otro lado, Iégica minima porque en ella se formulan jinicamente lis piezas indispensables para asegu- rarleun desenvolvimiento que se reduzca al movimiento lineal, es decir, tal que se engendre uniformemente en 12 (to de su recorrido necesario. El llamarse I6gica S2Eh Rinicente" comge la parcaldad de la concepeisn que limitarfa su validez al campo en que, como categori se ha originado; en efecto, corregir su declinacién lingiis- tica prepara una importacion que en otros dscurso$ nox seré imprescindible, una vez que hayamos dominado lo il de ella. “ET paincipal beneficio de este proceso, que tiende al KA minimo, debe ser la méxima economia en el gastc conceptual, pero se ar peligro oe Gapotiarcia esencial de las conjuncione nadas funciones, por lo cual no es posible descuidarlas sin extraviarse en los razonamientos puramente analiticos. ‘Cuando consideramos la relacion entre esta logica y la que Tlamaremos logica l6gica, vemos que es muy particu- Jar, pues la primera trata dela emergencia.de laotra y dhe dam @ conoset. com Nig del orgen lou ir,_que_no sigue las leye’ ‘tia, y que, Sess thelr de Gta tyes, cag fra da MD duce ceo auoligze = monde 07 ‘répidamente mediante un movimiento de retroaccién, precisamente, a partir del campo l6gico, en donde es mé radical su desconocimiento justamente porque alli cumple lo mas proximo de su reconocimiento. : EL que este discurso repita aquel que Jacques Derrida nos ha mostrado como tipico de la fenomenologia ' , sélo a los apresurados ocultara esta diferencia fundamen. tal que consiste en que el desconocimiento. tiene como punto de partida Ja produccién misma de sentido. Digs- Mos, pues, que no s¢ constituye como un olvido, sino como una represién. Elegimos fal nombre de (ura para nombrarla, La ura nombra la relaci6n entie~ la cadena del akeurso: ya verémos. que’ aguél figura e)-esia_ como el He eee 1s Marne we sepatalaite Pues, al faltar, no esté pura y simplemente ausente. En general, la relacién entre lo que falta y la estructura de la 1 Cf, Hussert: Lorine de le géometrie, tadueciin e intro ‘lucclon de lacquee Derrida, PUP, 1962 13, que_es elemento, en tanto impli “Fame expCT prea a a, que Jacques Lacan no enuncié Presente por doquier en su sistema Que quede bien claro que no estoy hablando en galdad de M6wolo ni de aprendia de Tésofo. spor fil6sofo se entiende —segiin dice Heine en una expresion citada por Freud— aquel que ‘con el gorro de dormir y el salto de cama hecho jirones, tapa los agujeros del ediftcio divers Cuidene de creer que lt funcion de suturacion gs propia del fildsofo, pues lo que éste especifica es la terminacion del campo de su ejercicio como “edificio universal”. Es importante que estén ustedes convencidos de gue el 1égico, asf como el lingiista, tambien suturan, en 4 Su nivel. ¥, junto con todo eso, es el que dive 'ara penetrar Ia. sutura es necesario atravesar lo que un lscuro explcita desi mismo, es decir, distinguit che Jetra.y el'sentido. Esta exposiciOn se ccupa de una letra muerta. Es menester darle vida. No hay que asombrarse sien esa vivificacion de Ia letra, el sentido muere. El ‘hilo conductor del andlisis es el discurso que mantiene Gottlieb Frege en sus “Grundlagen der Arith. metik” 2 , que nosotros privilegiamos porque cuestiona los términos que la axiomética de Peano, suficiente para Construir la teoria de los nimeros naturales, acepta como Brimitivos; hablamos del término cero, el del niimero y el de sucesor 9 ; Este euestionamiento de la teoria, que hay erar de Ja axiomatica sobre la apoya, 5 suturante, el bro. cals apoyas se Ja_posicion de un ular el concepto de suti- ‘como tal, pero que esti 2 Texto y taducin ingles publica bao elo de Foundations of aritmetk, por Basi Blackwell, 1983) 7" eam srr en pe Spe natn Sa ec Becca can deat aiets nile Sear enc nam ene esviaciones que 14 EL CERO ¥ EL UNO La cuestién, en su forma mds general, se enuncia a éQué es lo que opera en la serie de los nimeros enteros naturales, a lo que hay que referir la progresion de éstos? La respuesta i¢ esta proposicion parecerd tna paradoja a quien no ignore que el discurso Wgico de Frege se corta Por la exclusion de lo que, en una teoria empirista se juzga esencial, es decir, hacer pasar la cosa a la unidad y la coleccion de las unidades a la unidad del mimero, que es justamente la funcién del sujeto, en tanto fundamenta las operaciones de abstraccin y de tnificacién, Pero la unidad, que queda asegurada tanto para el individuo como para la coleccién, solamente perdura en 1a, medida en que el nimero funcione como su nombre. Alli se origina la_ideologia que hace del sujeto el producta.de su producto, ideologia en If que el discurso légica. se conjuga con el psicoldgico y el politico ocupa una posicion primordial en tal encuentro, lo que vemos apare- cer en Occam, ocultarse en Locke, antes de legar al completo desconocimiento de la posteridad. Supongamos, por Jo tanto, un sujeto que se defina por atributos cuyo’ reverso sea politico, y que disponga —a modo de poderes~ de una facultad de memoria necesaria, para completar la coleccion sin dejar que se_pierda ninguno de los elementos intercambiables, y de una facultad de repeticion que opera inductivamente: tendre- mos entonces, sin duda alguna, lo que Frege, al dirigirse de entrada contra la fundacién empirista de la aritmética, exeluye del campo donde habré de aparecer el concepto de nimero, Pero si el sujeto, en su funcién més esencial, no se reduce a lo psicoligico, su exclusion del campo del nimero se identifica con la repeticién. Es esto lo que tenemos que mostrar. Ustedes saben que el discurso de Frege se desarrolla a partir del sistema fundamental constituido por tres con- 1s ceptos del concepto. del objeto y del niimero, y de dos relaviones: la primera, del concepto al objeto, la sibsun- cién; la segunda, del ‘concept. al niimero, que seré para nosotros la. asignacién. Un nimero es asignado a un coniepto que subsume objetos Lo especificamente ldgico reside en que cada concepto sélo se define y adquiere existencia mediante la relacion que mantiene, como subsumidor, con lo subsumido. Del mismo modo, la existencia de un objeto s6lo le viene de que éste cae bajo un concepto, sin que ninguna otra determinacién concurra a su existencia logica, pese a que €l objeto tome su sentido de su diferencia con la cosa integrada a lo real por su localizacién espacio-temporal Vemos asi que, pata aparecer como objeto, es decir, como la cosa en tanto una, la cosa debe desaparecer. Ven ustedes asi cémo el concepto operante en el sistema —forma a partir de la tinica determinacion de la subsuncién— es un concepto duplicado: el concepto de la identidad de un concepto. Esta duplicacion, que la identidad induce al concepto, origina la dimensiGn légica, puesto que, al efectuar la desaparicion de la cosa, provoca la emergenca del nume- Por ejemplo: si reuno lo que cae bajo el concepto “el hijo de Agamenon y de Casandra”, traigo a Pélope y a Telédamos para. subsumir bajo aqiel concepto, A esta coleccién solo puedo asignarle un niimero si hago jugar el concepto, “idéntico al concepto ‘hijo de Agamenon y de Casandra’ ". Como consecuencia de la ficcion de ese concepto, los hijos intervienen ahora en tanto cada uno, or asi decir, se aplica a si mismo; eso lo transforma en, lunidad, lo hace pasar al nivel de objeto como tal numera- ble, El'uo de la unidad singular, el uno de lo idéntico de Jo subsumido, ese uno es 10. que. tienen en comin todos los_nimeros,’ esto’ es, al estar. constituidos, ante..todo, como unidad’ Deduciran’ ustedes de este punto la definicién de la asignacion del nimeto. Segin la formula de Frege, “el ndmero asignado al concepto F es la extension del concepto ‘idéntico al concepto F’”. El sistema temario de Frege tiene por efecto no dejar a 16 i igo misma, con lo la cosa otro apoyo que la identidad consigo misma, c« que es objeto del concepto operante, y numerable Me siento con derecho conclir del proces» que Jbo de exponer, la proposicién ~cuya incidencia vere: sche ie ont er aa Imificamte del concepto en tanto le asigna el mimero, se Subordina a la unidad como distinsiva en tanto sitve de Fundamento al nimero, iin cuanto a la posiién de Ja unidad distintva, hay que ubicar su fundamento en la funcion de identidad que, al conferir a todas las cosas del mundo la propiedad de Ser una, cumple su transformacién en objeto del concepto ogica : MH este punto de la construceién, podrin ustedes apreciar el peso de la definicién.de la identidad que les voy a presentar : ese detinicion, que ha de otorgar su verdadero sentido al concepto de nimero, no debe tomar nada de él 4, a fin de engendrar la numeracién. : Sogo toma de Leibniz esta definicion, eje del sstera. su enunciado es el siguiente: eadem sunt quorum unum potest substituit alter! salva veritate, Idénticas, las cosas {Que pueden templazarse una por otra salva veritate, sin irda la verdad. ‘Midamos 1a enorme importancia de lo que se cumple en este enunciado: Ia emergencia de Ja funcion de. le Veudad. Sin embargo, To”que da por adquirido es més importante que Io que express, es decir, Ia_identi Consiga mismo. Qué, seria, de la verdad. si una cosa.no UGE Teipazaree a. smisma?.LEaatiemos, ante_la version de la verdad. : geo ct chuncado de Leibniz, al fracaso de la verdad ~cuya posibilidad estd abierta por un instante {S'parais dep verdad en la suttuciOn de una cosa por ‘otra, le seguiria inmediatamente su restablecimiento en tuna nueva telacion. La verdad se vuelve a encontrar en fe ta cosa susltuida, por ser idéntica a sf misma, puede Convertirse en objeto de un juicio y entrar en el orden del discurso; idéntica a si misma, la verdad es articulable 4 Por esta razdn hay que decir identidad, y no igualdad. 7 Pero apenas una cosa no es idéntica a si misma, subvierte el campo de la verdad, lo corrompe y lo aniquila Comprenden ustedes por qué la salvaguarda de la libertad se interesa por ese idéntico a si mismo que connota el pasaje de la cosa al objeto. La identidad consigo mismo es esensial para que la verdad quede a salvo. La verdad es. Toda cosa es idéntica a si misma, Pongamos ahora en funcionamiento el sistema de Fre- Be, es decir, recorramos ese itinerario, dividido en tres etapas, que él nos indica. Sea una cosa X del mundo. Sea el concepto, empirico, de tal X. El concepto que toma lugar en el esquema no es el concepto empitico, sino el que lo duplica, siendo “‘idéntico al concepto X". El objeto que cae bajo ese concepto es el mismo X, como unidad. El néimero que habré que asignar al concepto de X ~y éste es el tercer término del recorrido~ sere el nimero 1. Esto quiere. decir que la funcién del nimero 1 €s repetitiva para todas las cosas del mundo. Asi. el nimero 1 s6lo es 1a unidad que constituye el nimero como tal, y no el 1 en su identidad personal de mimero, en su lugar particular, con su nombre propio, en la serie de los niimeros. Su construccién, por lo demés, exige que, ara transformaria, convoquemos una cosa del’ mundo. lo cual, dice Frege, es imposible, pues la ligica slo debe apoyarse en si misma Para que el mimero pase de la repeticién del 1 de lo idéntico a su sucesion ordenada, para que la dimensin logica gane decididamente su autonomia, es menester que aparezca, sin ninguna relacién con Io real, el cero. Se obtiene la aparicién del cero porque la verdad es. Cero es el niimero que se asigna al concepto “no idéntico a si mismo”. En efecto, sea el concepto “no idéntico a sf mismo”. Este concepto, por ser concepto, tiene una extensién, subsume un objeto. ¢Cudl? Ninguno. Puesto que la verdad es, ningin objeto octipa el lugar de lo subsumido en este concepto, y el niimero que califica su extension es cero. Esta generacién del cero, como ya lo he puesto de 18 i ion de que la verdad jifiesto, se apoya en la Proposici ex Si no hay objeto que caiga bajo el soucepta de 3 no identidad consigo mismo, hay que salvar la ver ae hay cosas que no sean idénticas asf mismas, Ia identidad consigo mismo es contradictoria con la di a sién misma de la verdad. Al ae de la no identide consigo mismo le asignamos él cero. oa ado decisive de que el concepto sbekicd come mismo es designada por el nitmero cero, Tso logic. og nino de Foo construccién auténoma de lo légico por si — — necesario, a fin de excluir toda referencia a lo, real, ‘evocar, en el nivel del concepto, un objeto no entioo & Si mismo, que inmediatamente queda rechazado in de la verdad. i ig? que se isebe el lugar del ndmezo crane cn ee tte donde al abet aly no podria bsuncién, en dor 7 Pober nade escrito, y si pears eee ee all un blanco, para hacer Pad Sort falta (auseneia) al tro nimero, se conceptue liza lo no conceptualizable. oo je el cero falta que ya he revelado, par Die ce ee ee ri eros in y de su revocacién, el cero nimero, . El cero, entendido Gone ae ee erica oncepto subsumidor la falta de objeto, es cor imera cosa no real en el pensamie ‘ Scene ee subsume, como su tnico objeto, al niimero cero. i que le asigna es, pues, 1 . MOET stoma de regs vet con movineno en circulo, en cada uno de los lugares qi 7 merida del nimero cero a su concepto, de este fre objeto ya su numero. Movimiento en circulo que ; ar esté constituido de tal manera, pues, que el 5 Me reservo el comentario del pasrafo 76, que da la definicién abstracta de la contigiidad. 19 0 se cuenta como 1. La comy ;putacion del 0 como 1 pesar de que el concepto de cero sdlo subsume en lo red un blanco) es la base general de la serie de los nimeros. va Paet2 20 aue demuestra el andisis de Frege acerca de la ‘opericion el sucesor, que consste en obtener el 0 que sigue a n agregéndole una unidad: n’, de n, es qual ant 10 sea. n (tian rege inaugura el n+T para descubrir lo qui ello de paste den a su sucrsr. ane May en ello _ Captarin ustedes en seguida la paradoja de esta genera- cién, apenas produzca yo la. formula mis general del sucesor a que llega Frege: “el nimero asignado al con- septo "miembro de la serie de Jos nimeros naturales que a en n’ sigue inmediat termina en. sig fiatamente an en la serie de Tomemos un nimero: el tres. Con él constitui 10 : . it concepto “miembro de la serie de nimeros naturales qu temina en tres" Encontramos que el nimero aignado a wepto es cuatro. Alli apare ea ca sparece ya el 1 del n+ 1 signado a su concepto duplicado, el nim . sfona ‘como el nombre unificante Gs uns coleeiont decie, como reserva. En el coneepto “miembro dela see naturales que termi 9 i Glemento,y elemento final). ae nel orden de lo real, el 3 subsume 3 objetos. En el conden, del nimero, que el del discuso forsale pe i verdad, lo que importa son los nimeros. Antes del 3 hay 3 nimeros; en consecuencia, es el cuarto, En el orden del nimero, esté también el cero, y el cero guenta como 1. El desplazamiento de un nimero de la funcién de reserva a la de término, implica la suma del 0. De alli el sucesor. Lo que en la realidad es pura y simple ausencia queda anotado, por obra del nimero’ (por la instancia de la verdad) como 0 y se cuenta como 1 _ Por eso decimos nosotros que el objeto no idéntico a Si mismo es provocado —rechazado por ls verdad, & ituido— anulado por el discurso (la subsuncién con ta) En una palabra: sutuado. a a emergencia de la falta ‘como 0, y del determina I apaticin del sucevor. Sean; Ia fae ae 20 como 0, que se fia a su vez como 1: n+ 1; lo que agrega para dar n’, que absorbe el uno. ‘Seguramente, si el 1 de n+ 1 no es otra cosa que el cémputo del cero, la funcién de adicion del signo + es redundante, y es necesario restituir la verticalidad la representacion horizontal de la generacién: el 1 debe tomarse como simbolo originario de la emergencia de lo ausente en el campo de la verdad, y el signo indica la Tiberacién, la transgresién por la cual el O falta queda representado por 1, y produce, mediante esta diferencia de nan’ que ustedes han recorrido como un efecto del sentido, el nombre de un nimero. ‘La fepresentacion I6gica derrumba este ordenamiento en tres niveles. La operacién que yo he efectuado lo Gespliega. Si ustedes consideran la oposicién de esos dos jes, comprenderin qué hay en ello de suturacion logica, ¥. de la diferencia entre la l6gica que ‘les presento y la ogica logica. "EI cero es un niimero: ésta es la proposicién que asegura a la dimensidn de la légica su carécter cerrado. Para nosotros, hemos reconocido en el cero nimero el representante suturante de lo ausente (Jo faltante). Hay que recordar aqui la vacilacién, que en Bertrand Russell fuera perpetua, respecto de la localizacion del cero (interior 0 exterior ala serie de los niimeros? ). ‘La repeticién generadora de la serie de los nimeros se apoya en que el cero faltante pasa ~segiin un eje que en un comienzo es vertical— por encima de la barrera que limita el campo de la verdad para representarse como uno, y luego aniquilarse como sentido en cada uno de. los Hombres de los nimeros que se toman en la cadena metonimica de la progresion sucesorial. Del mismo modo que deben ustedes tener cuidado de distinguir el cero como ausencia del objeto contradictorio y el cero que sutura esa ausencia en la serie de los imeros, deberén distinguir el 1, nombre propio de un rnimero, y el 1 que viene a fijar en un trazo el cero de lo déntico consigo mismo suturado por la identidad consigo mismo, ley del discurso del campo de la verdad. La paradoja central que tienen ustedes que comprender (la Gel. significante en sentido lacaniano, como verin en seguida), es que el trazo de lo idéntico representa lo no a idéntico, de donde se deduce la imposibilidad de su duplicacion 6 , y de ahi la estructura de la repeticion, como proceso de Ia diferenciacién de lo idéntico. ‘Ahora bien, si la serie de los nimeros, metonimia del cero, comienza por su metéfora, si el 0 miembro de la serie como nimero sOlo es el representante suturante de la ausencia (del cero absoluto) que se vehiculiza bajo la cadena segin el movimiento alternativo de una represen- tacién y de una exclusion, jcudl es el obstéculo al reconocimiento de la articulacién més elemental de la relacién restituida entre el cero y la serie de los nimeros, que es la relacién que mantiené el sujeto con la cadena significante? El objeto imposible, que el discurso de la légica convoca como lo no idéntico a si mismo y rechaza como To negativo puro, que convoca y rechaza para constituirse como lo que es, que convoca y rechaza sin querer saber nada, le \amamos, en la medida en que funciona como el ‘exceso operante en la serie de los nimeros, sujeto. La exclusion del sujeto respecto del discurso al que, sin ‘embargo, convoca intimamente, es la sutura. ‘Si determinamos ahora el trazo como lo significante, si fijamos al nimero la posicién de lo significado, es menes- ter considerar la relacin de lo ausente y el trazo como ogica de! significante. RELACION ENTRE EL SUJETO Y EL SIGNIFICANTE, En efecto, la relacién citada, en el algebra lacaniana, entre el sujeto y lo Otro (como lugar de la verdad) se identifica ‘con la relacién que mantiene el cero con la identidad de Jo tinico como soporte de la verdad. Esta relacion, en tanto opera como matriz, no puede integrarse en una definicion de la objetividad. Esto es lo que sostiene el doctor Lacan. La generacién del cero, a partir de esta no ‘dentidad consigo mismo, bajo cuyo dominio no cae ninguna cosa del mundo; constituye una buena ilustra- ci6n. © ¥, 2 otto nivel, Ia imposibilidad de! metalengusj 2 Debe aislarse lo que constituye la relacién como matria de la cadena, en el seno de la implicacion que da el cardcter determihante de la exclusion del sujeto del campo de lo Otro, a su representacién en este campo bajo la forma de lo uno de lo tinico, de la unidad distintiva, que Lacan llama “lo unario”. En su algebra, esta exclu- sin queda marcada por la barra que pesa sobre la S del sujeto ante la gran O, y que la identidad del sujeto desplaza, segiin el cambio fundamental de la logica del significante, sobre la O, desplazamiento cuyo efecto es la emergencia de la significacion significada en el sujeto. No alcanzada por el cambio de obstéculo, mantenién- dose fuera del sujeto, en lo Otro, esta exterioridad instituye el inconsciente. Pues, si est4 claro que la dicotomia lingiistica del significado y el significante no pueden recubrir la triparti- cién que ordena: 1) el significado-en-l-sujeto, 2) la cade~ na significante cuya alteridad radical en relacion al sujeto lo elimina de su campo y, por wltimo 3) el campo exterior de este rechazo; si hay que ubicar la conciencia del. sujeto en el nivel de los efectos de significacion, regidos, al punto que se les puede llamar sus reflejos, por la repeticién del significante; si la repeticién misma es producida por el desvanecimiento del sujeto y su pasaje como falta (ausencia), entonces el inconsciente es lo tinico que puede nombrar la progresin constitutiva de la cadena en el orden del pensamiento. En el nivel de esta constitucién, la definicién del sujeto la reduce a la posibilidad de un significante mas. {No es posible reducir en definitiva el poder de tematizacion que Dedekind asigna al sujeto, para dar a la teoria de los conjuntos su teorema de existencia, a esta funcién del exceso? La posibilidad de la existencia del infinito numerable se explica por el hecho de que “a partir del momento en que una proposicién es verdadera, siempre puedo producir una segunda, a saber, que la primera es verdadera, y asi al infinito 7” Para que el recurso al sujeto como fundador de la 7 Dedekind segiin cita de Cavailés. (Philosophie mathematique, Hermann, 1962, p. 124.) 23 iteracién no se convierta en un recurso a la psicologia, basta sustituir 1a tematizacion por la representacién dei sujeto (en tanto que significante), que excluye la concien- cia porque no se efectita para nadie, sino, en la cadena, en elampo de la verdad, para el signficante que la pre- code, aaa , Cuando Lacan pone de relieve la definicién del signo j coma aquello que representa algo para alguien, la del | si ificRAte TOMS To gue oT Ea wae re-como To que représenta al sujeto para otro |-dEniteante,nor eu adcimtande due, en trae Tespecta H Ta cadena significante, debe situarse la conciencia en el nivel de los efectos y no en el de la causa. La insercién del sujeto en la cadena es representacién, necesariamente correlativa de una exclusién que es una desaparicion, Si tratamos ahora de desplegar en el tiempo la relacién ‘que engendra y sostiene la cadena significante, habré que fener en cuerita que la sucesiOn temporal esté bajo Ia dependencia de la linealidad de la cadena. El tiempo de Ia generacién s6lo puede ser citcular, razén por la cual son verdaderas al mismo tiempo la proposicin que enuncia la anterioridad del sujeto sobre el significante, y la del significante sobre el sujeto; pero s6lo aparece como tal a partir de la introduccién del significante. La retroaccién es, en lo esencial, el nacimiento del tiempo lineal. Es necesrio co ee omnia las definicones que ‘acen del sujeto el_efecto del_significante, y del signifi- ante el representte del Sujeto. Se trata de unt Teaco citetlar, por To tanto no réciproca. \ Al atravesar el discurso légico en el punto de menor resistencia, que es el de su sutura, ven ustedes articulada la estructura del sujeto como “pulsacién en eclipse”, tal el ‘movimiento que abre y cierra el niimero, libera la ausen- cia bajo la forma del I para aboliria en el sucesor. En cuanto al +, ya han comprendido ustedes la funcién inédita que ‘adopta en ta l6gica del significante (Signo, ya no de la adicién, sino de esa sumacién del Ssujeto en el campo de lo Otro, que produce su anulacién). Falta todavia desarticularlo para separar el trazo unario de la emergencia y la barra del rechazo: mediante esta division del sujeto se pone de manifiesto que se trata del ‘otro nombre de su alienacién, 24 Se deduciré que la cadena significante es estructura de a estructura. Si la causalidad estructural (causalidad en la estructura en tanto el sujeto esté en ella implicado) no es una expresién vacfa, la misma encontrard su justificacién a partir de Ia l6gica minima aqui desarrollada, , por lo menos, la construccién de su concepto. 25 LA CUESTION DEL SIGNIFICANTE J.C. MILNER La doxografia antigua constituye por si misma un ejem- plo suficiente para demostrar que entre el ser y el cémputo hubo un lazo heredado. En efecto, al dar cuenta de las opiniones acerca del ser, la doxografia s6lo puede enunciarlas enumerdndolas, y al confeccionar su lista tiene jue conformarse con una serie de nimeros: “para unos los viejos sofistas) —relata por ejemplo Isdcrates— hay tuna infinidad de seres; para Empédocles, cuatro; para Ion, solamente tres; para Alemeén, nada més que dos; para Parménides, uno; para Gorgias, absolutamente ninguno.” Usderates, Or. XV, 268; etado en la p. 345 de la edicion ids), El lazo sefialado, que tan bien describe la anéedota anterior, pone de relieve la hipétesis que sirve de funda- mento al movimiento de Plat6n, quien alienta en el Sofista el deseo de establecer lo que hay de no ser en el movimiento. En efecto, al ubicarse en la sucesiin de las opiniones, a la que él piensa poner témino —es decir, entre lo “uno” de Parménides, que resume todas las cuentas positivas, y el “absolutamente ninguno” de Gorgias, que las borra todas— lo tinico que le cabe es enumerar el no ser, suscitar su emergencia por medio de una computa- cién, ean, por lo tanto, los géneros, los elementos que habré que extraer de la coleccién para que surja el no ser NOTA: Tomamos aqui el texto modificado de una exposicion pro- nuncieda en el seminario del Doctor Lacan, el 2 de junio de 1965, Agradecemos al Dr. Audouard, quien, al hablarpara nosotros, ha hecho mucho més que proporcionamos un punto de partida, Gracias a él hemos reconocido al prac- ticar un enfoque diferente, los puntos de anclaje que ya habia sefialado acerca de la doctrina del significante. 2» por enumeracién: “entre los géneros (....) unos se pres- tan a la comunicacién teciproca, mieniras que los otros no; hay algunos que la aceptan ‘solo con algunos; otros, POF ltimo, penetréndolo todo, no encuentran nada que impida’ entrar en comunicacién con todos” (254). ‘Mediante esta oposicién entre la mezcla y la no mezcla, entre lo que pusde prestarse« comunicaciin y lo que a0 Puede, se define un rasgo distintivo, que permite introdu- cir en’ los géneros un orden y diferentes clases, esto es, ‘una jerarqu: Puesto que a esa altura ya se conoce el procedimiento por el cual se enumera la coleccién, asignandole a una clase un género dado y situdndolo en’ el orden, Platon se halla en condiciones de delimitar arbitrariamente una serie, extrayendo de la coleccién de géneros algunos de entre ellos, los tres mayores —a saber: el ser, el reposo, el movimiento— como si, en lugar de buscar el no ser en una coleccién dada, donde estaba seguro de no poder encon- trarlo, Plat6n entendiera poder producirlo por un movi- miento inverso, en la sucesién de estados de una coleccién construida. Aparentemente arbitraria, 1a coleccién elegida se sostie- ne, de hecho, en propiedades formales: si de los tres ‘géneros extraidos, el reposo y el movimiento no pueden mezclarse entre si, mientras que el ser se mezcla con ambos, Platon se encuentra con que ha constituido la rie mfnima propia para servir de fundamento a la opos cién binaria entre la mezcla y 1a no mezcla, que es la ley misma de toda la coleccién. De hecho, la division es division en dos, mezcla y no mezcla, pero si bien basta un término para representar la mezcla, se necesitan dos para dar cuenta de la no mezcla. En efecto, supongamos que sélo se dieran el movimiento y el ser; entonces, el ser, que por definicién se mezcla con todo, se mezclard’ con el movimiento, con lo que quedaria abolido el rasgo distintivo del movimiento, que consiste en sustraerse a la mezcla dentro de su orden; la mezcla seria lo Gnico que apareceria en la serie. Para manifestar Ja no mezcla se requieren, por encima del ser, dos términos que se excluyan: el’ reposo y el movimiento. Es decir, una serie minima de tres tésminos (254 d). 30 Apenas se plantean tres ténminos, su trinidad reclama para sostenerse como serie en la que “cada uno de ellos s_diverso de los otros dos, ¢ idéntico a sii mismo” (254 d)-, dos términos suplementarios, lo idéntico y lo diverso. Para articular las posiciones binarias de la mezcla de la no mezcla, debe constituirse una serie minima de 0 términos: “es imposible que logremos reducir este nimero” (256 d). Pero esta serie minima no quedaria encerrada en un ciclo saturado, puesto que, regida por la ley binaria de la mezcla, deja aparecer en si, en el juego mismo de esta ley, tna asimetria, Efectivamente, todos los terminos, excepto uno, caen a la vez bajo la ley de la mezcla y la ley de la nto mezcla. A cada uno de ellos se opone un término con el cual entra en una relacién especifica de no mezcla, el reposo contra el movimiento, lo diverso contra lo idénti- co. Unicamente el ser se mezcla con todos, sin ninguna resistencia, por lo que escapa al acoplamiento con un término que lo limite. En esta asimetria debe descubrirse el lugar del no ser. Aislado de todos los otros términos, el ser debe servir de apoyo, con una alternante duslidad’de funciones, a la binariedad de 1a oposicién fundamental. Mezcléndose con todos, da realidad al rasgo que lo define como término asignable a la clase de la mezcla y, sin embargo, en el mismo movimiento deja de subsistir como el témino distinto que ese rasgo realizado debja definir. El ser se extiende sobre toda la serie, es el elemento mismo de su desarrollo, puesto que todos los términos, en tanto términos, son el ser. Pero mediante esta expansion cl ser manifiesta el rasgo distintivo que lo sitéa en una ‘oposicién binaria entre lo que se mezcla y lo que no se mezcla; més brevemente, por la modalidad de su exp , el ser deviene un témmino separable en su concentra singular. Expandiéndose, el ser se pone como ser. Ahora bien, por el solo hecho’ de ponerse, el ser cae en el dominio de Jo diverso; pues al ponerse se convierte en término de la serie, y pone a todos los términos que él no es como lo diverso de él: “asi, vemos que cuantas veces sea lo diverso, otras tantas el ser no es; en efecto, él no es los 31 otros, sino que es su inico si, mismo y los otros, a su vez, én la infinitud de su nimero, no son”. (257 a). Es indudable que todo término de la serie participa de lo idéntico y de lo diverso. De lo idéntico, en tanto se reine consigo mismo; de lo diverso, en tanto al reunirse consigo mismo se pone como otro (256 b). Pero tinica- mente el ser, que ve cOmo se desdobla su funcién gracias a su expansién sin limite, puede, en su doble particips- cién —en tanto su diverso, al cual, pese a todo, no puede negarse— suscitar un término nuevo: el no ser. ‘La vacilacién del ser como expansion y del ser como término, asi como el juego del ser y de lo diverso, engendran desde ese momento el no ser: “una vez demos- trado... que hay una naturaleza de lo diverso y que la misma se divide en todos los seres y sus relaciones mutuas, hemos tenido la audacia de decir que cada fraccion de lo diverso que se opone al ser, es justamente Jo que el no ser realmente es” (258 e) A pesar de haber otorgado al no ser el rango de nueva unidad, Plat6n no lo agrega ni dice en absoluto que sea necesario llevar de cinco a seis el nimero minimo necesa- rio para sostener la oposicidn binaria de origen. Que es lo mismo que sostener a la vez que los géneros son puntos en donde el ser se anuda, en donde el discurso sobre el ser se ve obligado a manifestar su articulaciOn, y puntos en los que el ser desaparece. Mediante esta operacion de pasaje —nombrada por lo diverso— y de anudamiento “nombrada por lo idéntico— surge de la serie de géneros de un modo muy singular, el no ser; en la serie que es necesario recorrer para sostener la oposicién de la mezcla y la no mezcla, no hay lugar asignado, salvo los puntos de inflexién, en donde el aislamiento se revele como pasaje. La serie, que no consigue continuarse sin vacilacion, se confirma, a partir de ese momento, como una cadena cuyos elementos guardan relaciones irreductibles a la simple serie. En ello se revelan dependencias que, a partir de la linealidad secuencial de la serie, dibujan un espacio profundo en donde juegan los ciclos, poniendo y supri- miendo lo idéntico, lo diverso, el ser y el no ser, en alternancias regulares. Cada vez que el ser, pasando de término en término 32 (“cuantas veces sea Io diverso”) confirma su funcién de expansion. se niega como término separable, pues en cada pparaye hace surgit el no ser bajo la forma de la repeticién (otras tantas el ser no es”). En. cambio, cuando el ser, Uefinido por. esta misma capacidad de expansion, se encierra en si mismo como término, unidad computable (es su tinico sf mismo”), niega su expansion, se niega a los otros términos, y los arroja en el no ser como en un remolino en el que se esfuman toda cadena y todo recuento (“los otros . .. no son”. Por un movimiento correlativo, que vela lo enunciado ‘como “unidad integrante en el ntimero.. . de "(258 .c), el no ser se disuelve, pues es el abismo que borra todos los ténminos (“Ios otros no son”) asi cord también el término repetido, cada vez que se separan los géneros, como el cerco que aista el término separado (“cuantas veces sea lo diverso, el ser no es"). En tanto término de la cadena, es cerco repetido sin lugar fijo, desplazamiento de una caida del ser; a la inversa, fijatlo en un lugar es renunciar a hacer de él un término separable, puesto que no se lo puede fijar sin hacer de él fl abismo en donde toda serie de téminos se aniquila. Contar el no ser como unidad “en el miimero de las formas”, es, por lo tanto, contarlo necesariamente en la cadena como lo que borra todo cémputo. ‘A esta altura es posible escandir el ciclo en donde se ‘enumera el no ser: ial set como término se define por su posibilidad de mecclarse, por expansiOn, con todo término, cualquiera que sea; el ser, funcionando como expansién, se atribuye a todos ios términos, que asi advienen al ser; =" los términos, al advenir al ser, niegan el ser como ‘término (momento de lo diverso); aparece el no ser bajo todos los términos, como término sin lugar fijo, como aislamiento repetido; wel ser como término se niega a todos los términos (momento de lo idéntico); el no ser se fija como abismo aque absorbe a todos los términos. (En este punto, el ciclo puede recomenzar, pues el ser s6lo se distingue de los otros términos por su propiedad de expansién.) 33 El no ser se desarrolla entonces mediante un juego de vacilaciones entre la expansién y el término, entre el lugar fijo y Ia repeticién, entre la funcién de abismo y la funcién de contorno: — como témino, es repeticién, sin lugar asignado, pues esta determinado por el ser en expansién. — como lugar, se vuelve absorcién, esfumacién, pues esti determinado por el ser que se pone como término y se niega, Asi, el no ser es, en cada momento, la reposicion invertida de una propiedad del ser. El doble alcance que le es necesario reconocer ~a Ia vez término de la cadena, y, como término, derrumbamiento de toda la cadena— sélo es el reverso del despedazamiento del ser, a la vez término y expansion, que, como término de ia cadena, designa en la cadena la posibilidad de toda cadena. Quizé podamos reconocer aqui —segin J. A. Miller— los poderes de la cadena, tinico espacio adecuado no sdlo para servir de base a los juegos de la vacilacién, sino también para inducirlos. En efecto, todo movimiento que instale en la linealidad de una serie un elemento que, en tanto elemento, la quebranta, sea porque deba situar en ella la instancia fundante, sea porque trace en ella ol lugar de esfumacién, induce en ella esa doble dependencia formal que llamamos vacilacién, definiendo retroactiva- mente esta serie como una cadena. Pero ja qué hemos de referir este movimiento de linealizaci6n, si no a una pregnancia del orden ignorado del significante, cuyos rasgos volverian a tomar tanto el ser como el no ser, que con su mismo acoplamiento aseguran la verdad y autorizan el discurso? El orden significante se desarrolla como una cadena, y toda cadena leva consigo las marcas especificas de ‘su formalidad: = vacilacion del elemento, efecto de una propiedad singular del significante, que, simulténeamente elemento y orden, s6lo puede ser lo uno por lo otro y reclama, para desarrollarse, un espacio sobre la base de la cadena— cuyas leyes sean produccién y repeticin. Dada la simetria inversa de esta relacién, el ser y el no ser vuelven a asumirla, repartiéndose entre el término y la expansion, entre la limitacién y el abismo; 34. — vacilacién de la causa, en donde el ser y el no ser no dejan de desbordar el uno sobre el otro, pues cada uno de ellos sdlo puede ponerse como causa si se revela efecto del otro; — vacilacion, por dltimo, de la trasgresién, que resume todas las trasgresiones, en donde el término que —trasgre- diendo la secuencia— sitia como témino la instancia fundante de todos los téminos, invoca a aquel que asumiré como término la trasgresién misma, instancia que anula toda cadena. Queda asi constituido un sistema formal, cuyas inter- pretaciones podrian ahora precisarse. {Cémo no leer, en Su doble dependencia: a) el ser como orden del significan- te, registro radical de todos los cémputos, conjunto de todas las cadenas, y también “uno” del significante, tunidad de computacion, elemento de la cadena, y b) el no ser como 10 significante del sujeto, que reaparece cada vez que el discurso, al perpetuarse, supera una inflexion en Ia que se confirma su cardcter discreto, y retoma del poder especifico del sujeto de anular’ toda cadena significante? {No esti permitido acaso formalizar de igual modo el objeto (a), que se describe como paralizacién, Ia repeti- cidn cicli¢a de una caida? Todo ocurre como si se conservara aqui una légica capaz de situar las propiedades formales de todo término sometido a una operacion de fisién ' , pero no de marcar especificidades. A diferencia de la articulacién de Frege, que remite la cadena a su cupla minima? , la interpretacion de un formalismo menos esquemético no puede ser univoca. Estariamos aqui en presencia —bajo la forma de un sistema de fisién, aunque sin poder precisarlos més— de los lineamientos de Ia logica del significante y de la fuente de todos los efectos de espejismo que produce su desco- nocimiento. Hasta es posible advertir la necesidad de que este 1 Permitasenos seunir vajo este término unitario, que querrian introduetr su homologia formal, la division ‘del sujeto, la

También podría gustarte