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PRILIDIANO PUEYRREDON Y LA FORMACION DE UNA CULTURA VISUAL EN BUENOS AIRES por Roberto Amigo ox€ Leon Pagano, en el contexto nacionalisa de la décadaGZeF 30 vines de & forma definitiva la figura de Prilidiano Pueyrredén y ubies su piaEUraen un lugee_ centraLen el “arre de los argentinos”. La preocupacién de Pagano no sslo era la justa valoraci6n de una obra artistica medianamente olvidada en su época, sino _sambién desmontar fa leyenda oscura sobre la moral del.intor que afecéaba la histo- ria de una familia parcicia encroncada con elorigea de la-nacién. En(1922,, José Marfa Lozano Moujén, aunque afitmé la calidad de la pintura de ap Puevtrédén, habia difundido la idea de un grtisca lascivo encerrado en el mirador de_ _Su_guinca haciendo cuadros pomogréficos para sus amigos. Una década después «rye Eissda Shiatino concinus con esa fantasia geneada por les pinturas dedesnusos! 7 {Se podia encontrar en Pueyrredén las cualidades necesarias para la invencién de un | PPUSt nacional Tal posibilidad era sostenida por la perzenenciade.clase y su actu “s TS civiea, la influencia pictérica francesa v espaitelarlos eetragos.de la dive porrefia milias de descendientes, y las escenas de costumbres rurale. (ees legitimaban la busqueda de le esencia nacional eivtos valores atcibuidos a la vida rural, perdidos por la modernizacién y.la inmigracién. Pagano, conscience de los tiem- Ke oot \ pos en que escribia, comen:é su vindicacién incorporando al canon del arte nacional & S ol reerato de Manuelica R En el presente ensay prada centralidad de la obra de Pueyrredin en el arce argentino sera un lugar desde donde mirar los Faraigs He la culeuca visual de la ciulad de Bugnos Aires en las décadas de su actuaciény cambios que, aunque sujetos a las condiciones locales, respondieron a la expansisn global de la viswalidad burguesa. De ERE Oa PRILIDIANO PUEYRREDON Y EL REGIMEN ROSISTA, Sn su pmerregrso a Buenos Aires, Priliiano Pueyrelig permaneci por un corto periodo, desde diciethbre ee ae noviembre es, luego de su estadfa en Europa. Su padre, Juan Martia de Pueyrredin, habia decilide partir en 1835, cua do juan Maniuel de Rosas asumfa la Suma del Poder Pablico,' Aunque es probable que algunas pincuras no datadas pertenescan a esta estadia, sélo hay cer de que realis6 «__t7es retratos, dos sostenidos en uns evidence motivacisn personal: el de su padre y el “de Magdalena Costa —inconctuso como su amor no correspondido-; y el tercero, un Keeargs retratar a Manuelita Rosas, la hija del Gobemador de la Provincia de Buenos Aires. Esta dlcima obra fugé(Zomienco de la carera piblica de Pyeve gn Buenos Aires y, 2 la ver, lagontlusign de una etapa de ‘a cutcura visual en Buenos ~ Aires con fuerte interrelacién encre producciones de dite ¢ populaces. Lofpeopaganda fue una de las herramientas politicas del regimen eosista durante sus veinte aftos de hegemonta. Las¢fimagenie) fueron encendidas como un inscrumento _apto para construir el consenso, aun mas cuando las instituciones post rev Ten cuya crisis de legicimidad escaba el origen del rosismo- no habfan podide ocupar_ gy (el espacio iconogrética vacante por el desplacamiento de los reteatgs de los monarces Jesbaftoles y los stmbolos del poder imperial. La fuerza de ly fropagitida afianzabe, Wehuiticacion faccinsa y de icionarias lemés, la capacidad coercitiva en el doble caminoté la constaucsisa del ensinigo- ao EL .- + habja sido incroducida por Jean Baptiste creas estampas, del recrato del popular aleaia 2.000 ejemplares, vendid ina nueva técnica: la litogratia. Esta ouville $n 1826, con la Impresién, encce Guillermo Brows con una tirada de rates mienceas los compradores esperatan curno para cener a imagen del héroe naval La litograffa cobré impulso de la mano del ginebcino, Cardi editor de stusteado en ocasisn del traslado de los restos de Manuel Dozrego y los funerales cele- brcados en su honor; ademis imprimis estampas relacivas al mismo episodio, entre llas ung dibujada por Archur Onslow con el corcejo finebre frente a In Catedral. EL mismoQfslowibuid el retraco de Rosas de mayor calidad de la década del 30. ~ Lizografiado por Bacle. La necesicad ce actuar en consonancie con el régimen dencia en el hecho ocurrido en Sst ssandadel en. ge una intiga politi caen la que pesaba su condicidn de extranjero, su mujenQunclrea Macaire, relics una # gran escampa con la exhibicién en Ja plaza de la Vi “ia de los cuerpos de Santos _Péces los hermanos Reinafé,fusilados por el asesinaco de Facundo Quioga, Entre los espectadores de Ta justicia eiemnplar se desraca la figura del gobernador Rosas caballo: Fs Aigunos artistas tuvieron una. Bimen)es el caso de Fernando Garcia Ils 9 Cafetano Desealt yen algin momento, Carles Motel) Oxros como Bade, Benjamin Franklin Rawson y Prilidiano Pueyrredén tuvieren solo una Gere Sega augue ee THD al ver spear vives come nes de la infancia con los Orti de Rosas y por los incereses de propietario defendido por la politica econdémica. La monopolizacién discussiva estimulaba_a los actiscas ¢ ~p cata asumir de forma ingependience Ie inisigtivacomescial de ofrecer en venta sliver pyres AL ter AApane obey “Ss raid dese Freacs Ee Por ejemplo, en un aviso ¥< At Cassy, publicado en el Diario de la Terde el artiste tancts Antide Hilaice Bernard ofrecia retratos de Rosas “a 8 pesos de pie, a 3 pesos con guirnaldas de roses, y 3 pesos doce- na para eransparente.™ La efigie del rescaurador aparecta como vifeta en iimpresos piiblicos y parciculares, dese invitaciones y-proclamas hasta en poss vecegsiguiendo el modele establecido por el grabado de juan Alais de 183: Abjoiey _s9.de la yanaimidad de opiniSn y, por consiguiente, su presencia se wraslads a los opis eerie bjs ae pathos 3 5 restimoniar laf al sistema federal, Después de Caseros ; nuevas pinceladas ocultaron la divisa comprometedora en algunos de esos dleus. muchas Lo eeos populares por t\Suma del Poder Pian. ed 3s pueros el momento de consolidacién del discurso en imdgenes del rosismo: colocacidin de pinturas y Bustos solos luganis publicos v en las iglesias, invitacién alacto de asuncisn con la efigie | ~ del cestaurador impresa, himnos.en honar con su retrata ete. Cuando Rosas comen- , 6 a manejar el gobierno desde el casexs 30 identifccando la vida publica con la privada, sus retraces cultos y oer convertian su ausencia fisica en imagen omnipresence. la ceativos en las artes tiene ejemplos ilus- ealizada por @ ‘un colaborador, una mujer de espaldas se ecicala el peinado ante el espejo que oftece al espectador el reflejo del juvenil rostro. El tema iconogrifico de le mujer en el rocador tuvo su auge como pintura galance en Francia, ya lo largo del siglo XIX se fue definiendo como una represencacién de la merectis, alejado ya de los significados alegoricos de su origen. Descalzi no omitié los elementos de erotismo del asunto: el espejo y el peine simbolos de vanidad y lujutia-, la silla ocupada por la rayetano Descal ropa, y el cuerpo encorselado de la mujer ofrecido a la mirada del espectador. Ademds, como en un juego especular, una decoracisn de asunto galante esté casi ‘oculta gor el cuetpo femenino. Sin embargo, es muy fuerte el desplazamiento hacia lo descriptivo local: el pafiuelo rojo punz6, un mate y ef detalle que acapara la aten. ‘Ahcidn: una gran estampa con la efigie milissc de Juan Manuel de Rosas. Es la licografia puesta en venta en Buenos Aires e/1842,donocie , ejecuta- da con dibujo de Julien segtin modelo de Desealsi, que viajé a Parfs para controlar la tT impresign de Lemercier. los retratos avterfores “que no pare- cian propios para ocupar el primer lugar en los salones de esta ciudad, ni en los eseable- cimientos pablicos, en que el federal parriotismo y la gratitud de ios empleados han querido esponténeamente colocarlos."* Descalti evité que la mirada impresa del Res- raurador se dlrigiese hacia la mujer ocupando el lugar ausente del amante;: adem, una miniacura de recrato familiar anula la vecindad encre la imagen de Rosas y la copa 6 aerojada en la silla. Paca otorgar una mayor ambigiiedad, una guitarra, instrumenco de la conquista amorosa en el Rio de la Plata, compensa compositivamente la liogratia De esea maneca fa imagen de Rosas, garanve de la moral cristiana, esti presente hasta en la intimidad de la mujer porte, cuyo pafuelo punzé anudado en el cuello seftala ia imposibilidad de la relacisn entre sujetos por fuera de la percenercia a fa comin eidentidad poltrica En contraste con la rica ambigiiedad de esta obra, otra representacidn femenina es la condensacién del largo desarrollo de la propaganda Visual del rosismo en codes sus ‘ae *pectos: el getrato de Manuelira Rasas-pintado por Prilidiano Pueyeredén. En las in- -icaciones del encargo se afirma la voluntad de expresac un mensejé transpatence, Le iniciativa fue de un grupo de ciudadanos que comisionaron a Baldomero Garcia, Eustoquio José Torres y Juan Manuel de Larrarébal para peticionar ur baile en honor ala hija del Restaurador de las Leyes. Los deseos de los particulares no podian ser dis- tintos de los deseos del gobernance, més atin cuando la comisién ta integraban per- sonajes piiblicos como el mencionado Garcia, consejero y redactor de los mensajes de RosasLos concurrentes, al retirarse, se llevarian livografiada “una copia de esta ima- gen querica.” En la aceptacion de la propuesta, para la que s¢ forma una comisién ad-hoc integra- da por Juan Nepomuceno Terrero, Luis Dorrego y Gervasio Ortiz de Rosas, e aclara- ba que Ia eleccién de Pueyrredén se habia debido a las “activas insinuaciones” del artista que deseaba hacer esce “servicio a la Patria’. La comisién cesolvié que el color Adel vestido de Manuelita debia ser rojo punsé, y Pueyrredén, ademas, compuso con {variances similares los tapizados, corcinados y hasta algunas flores del ramilleve del {ian La posicign de In retracada debia ser la més andloga “a fa moral y al rango”, por ello se encuentra parada y risuefia, expresién de sui bondad, en el acto de “colo- car sobre su mesa de gabinere una solicigud dirigida a su tatica”, pare exhibir fa ocu- pacisn de incermediaria virginal entre el pueblo y el Jefe Supremo, ausence en el cuadro pero presente mediante el recurso de fa esquela. La pintura de Pueyrredin re- pelea at presenta en Manuelica la piedad_y el amor filial, virtudes privacas que funcionan como puiblicas. Asf, el dleimo gran retraco de la época rosista es testimonio en su fun- ~~ groT de ta Politizacién de tas formas piiblicas de sociabilidad, a la ver que la imagen dda cuenca, mediante el gesto de Manuelica, de lasupresién de los limites ence lo pei- ado _y lo piblico, de la ausencia de una esfera entre el estado y la voluncad ciu- dadana PRILIDIANO PUEYRREDON Y LA CULTURA VISUAL DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES je LOS diez afios siguientes @ Caseros estuvieron marcados por el fies aii pt SE Buenos Aires y la Confederacién Argentina. En el estado de Buenos Aires se gene- raron nuevas estructuras de sociabilidad, y una activa polisicads invencar una tradi: & _sidn.de pertenencia colectiva que, con el triunfo militar de la dlice portefia, formada |, ¥ consolidada en ese enfrentamiento, deserapins las figuras que ccuparon el lugar de |“ ta memoria nacional. rilidiano Pueyrredén regres, luego de una estancia en Cédlis, para insta- Stdefinitivamente en Buenos Aires, y cumplié desde su llegada un papel relevance, Se rica bajo la gestién municipal iniciada en abril de 1856, favorecido por su amistad con Cayetano Maria Cazén y Miguel J. de Accuéinaga. Pueyrredén participé en la vida comuniearia a tal punto que, como hombre actable, fue elegido municipal por la parroquia de Catedral al Norte, cargo al que x prontamente para dedicarse a sus tareas especificns. Por la misma raza gechazd lat propuesca de ser Jefe de Policfa, que en aquella épeca concrolaba cuestiones eilicias, ademas de judiciales y de seguridad. Su actuacién piblica escuw de las polsmicas faccinsas partidarias, aunque unig supo utilizar los periédicos para flefender sus proyectos de la de la Pirémide — SE P de Mayo y de la Casa de Gobierto, 6 parm evitar la demolicién del Puente de Rerico sobre el Tercero esgrimiendo no sSlo argumentes técnicos y sociales sino cambign impugnando los procedimientos de la gestién de Juan Coghlan." La tarea de Pueyrredén fue clave en el quevo omnato de la ciudad para distinguirla de + _lg anterior ciudad gpsista. En 1856 proyeets, para las fiestas pacrias, la plancacion de ‘nummerosos drboles -lo que se logrs parcialmence- en la Plaza de la Vietoria, y crear en la misma un jandin florid con des fuentes decorativas, adems de colacar escul- utas omamencales en la Pirdimide de Mayo procegida con una nueva reja. A tonocon el marcado republicanismo del ciscuiso eseatal se colocé la estatua de la Libersat-<- Repiiblica realizada por Joseph Dubourdieu. Pueyrredén comprendia claramence el sardcter pedagégico de la estacuaria piblica: “{..] lamisién de un monumento, que ‘no es del e5do ostentar lujo, sino la magnanimidad y el herofsmo.” Al afo siguience, se incorporaron/fuatro esculturas de Cements representando et Comat lAGHED) la PX ee y lesiencds que permanecieron hasta 1878, cuando fueron reempla- Por orras destinadas originalmente al Banco Provincia. En 186 @oueiea) discipulo de David D’Angers, realizé el relieve para la fachada de la Catedagl Con wn asunco biblico de interprecacisn contemporinea: la reconciliacis sus hermanos para simbolix las S. Los proyectos de Pueyrredén no estaban aistados, a ciudad se transfoamaba con nue- i ios que cambiaban su aspecto. Los més destacados: la masa semicircular de ta Adktana Nueva, de Eduardo Taylor, con su largo muelle hacia el rio, el Teaceo Colin, de Carlos E. Pellegrini @la colocacidn de estacuas para afitmar ia memoria de + | dos hgmes gacionales: {a de San Martin se inaugurd eft 1865 V la de Belgrano, proyec- | tada cast al mismo tiempo que la anterior, se poscergs hasta 1879. El cambio mds pro- Je via fgrrea | fundo fue «| cen: fmbolo de la feacernidad de los pueblos en la erdnica de la inauguracion- entre las escaciones Parque y Floresca, que comenzaba a incoxporar las subucbias a la crama urbana. En agosto eof) Pueyrredén presents los planas parala reformadel Paseade Julio, © --taantigua Alameda conscruida en el rosismo, colocando una portada ¢ la entrada de la calle Rivadavia, fuences en su trayecto y, a la aleura de la calle Parand, un elegance : exlficio destinado a café. También tuvo inguiecud tanto por los canales para la slide yp del agua, como para facilitac los pasos del eransporce de la ciudad mi ses desu gonales. ida). Ademés, agregé al muelle de desembarco de pasajeros dos casillas poli- Noes casual que, junto a este ordenamiento de los espact’ jpiblicos de la ciudad, el mismo Pueyrredén proyectase los planos para la penitenciaria de mujeres y nifios, la — ceforma de los antiguos hospitales, y el Cementerio del Sue ya que uno de los aspec- Usb ASE CERES iegemimenig paral orden S06, cao para favorecer al control dé la efiminalidad como el aseo puiblico. iz Pueyrredén también participé en proyectos de insticucionalizacion de lo artistico. En ANSIN | (757) Antonio Samelles-cwve-a-iniciacivade penconer [a teslizacign de fa primers. Muestra local de pis . Para concretarla se forms una comisién con Ja presidencia ‘de Palidiang Pueviredién y los siguientes miembros: José Maria Gutiérrez, Antonio Somellera, Joseph Dubourdieu, y Juan Bedat, y una numerosa subcomisién para la seleccisn de las obras.!* Uno de los principales impulsores fue Viel Czsrel, que con- pee Fat ad OM Tico, estimular los primeros trabajos y.comprar las mejores obras de los arcstas = natives y extranjeros, ya que estos tiltimes pintaban bajo inspiracién local, "consa- grado su pincel a la gloria de Buenos Aires”. Y aporté una idea préctica: establecer cligs ceservados cuyo producto de entradas se utilisaria para adguitir las obras mils + idGneas para un museo permanente." RS luego de encregar el ceglamanto para la exposi- i ‘én recién en marzo de 1859. Fue reemplazado por José P. Guettico. El reglamento fue objetado por El Nacional, en particular el segundo articulo: 9 premios slo se acordarén a las obras de bellas artes ejecutadas en el pats por aficionados 0 discipu- las.” El comentarista percibié que se trataba de la idea de crear un arte nacional: * “ (Todavia escamos-on-quie- debe hebersn-arte aacional argentino? (Una 4 pintura, una escultura, una arquitectura argentina 0 moncevideana 0 portefia’... Estas vajeces [..] No, la obra es la fe de bautismo. El cuadro, Ia estacua, el temelo na joni. Esre es el arte nacional, éste serd siempre. Los italianos emigran trayéndonos sus dioses laces, su culto por las bellas arces, artistas de genio se establecen ene cieron en Buenos Aires, estiin aqui para dar testi nosotros y hacen nuestras sus obras. [...]) Nosotros no tenemos escuela, “somos en arte 1d que somos en poblacisn, veinte mil italianos, crein:a mil hijos del suelo, die: mil franceses, doce mil espafioles y siece mil alemanes € ingleses. ;Cual de estas porciones vais a premiar? ;Cudl es wuestra escuela?" Los. dies mil pesos del alauiler de la sala de baile del ceatro Colén para realizar la muestra era una erogacién que no afront6 el Estado por los aprestos miliares. Luego de Cepeda, La Tribuna tealizé una pequesa campafia para reanudar el prorecto ya que “cuando se habfan designado las salas vino la guerra”, y habia que reroma: los proyec- tos necesatios para el progrese en los tiempos de paz.* GS _Ellyitses de Bellas AA era ona ilusidn tunes desde [a iniciatva de José Guth en 1826. En las décadas siguientes a Caseros toda exxhibicién era vistumbrada como ef momento de comencar la coleccién de la instieucidn. Las poces piszatsdanadas hasta fej oi ' la década del 70, en su mayorfa cesratos hises valor, ingresiban al My- ‘sea Piblieo fundado por Rivadavia, convertido ya en Museo de Historia Narural en ef local de le Biblioteca Publi ey | La dondcidg de mayor importancia hecha al Estado, hasta fa cealizada por Juan B. 4 Co Sosa ef awa) fue la de Mackinlay en 1858: las tablas enconchadas, Je fines del siglo XVIL, de Mateo Gonzales subre la conquista de México. En el anuncio crimestral del director Sentiago Torres figura esa donacisn junto a piedras conmemoratives, recuee- dos de Gibraltar, libros, mapas, muestcas de maderas, pieles de animales silvestres, _Sosiles, corderos y rerneros monstruosos."” fa Eloero problema pos sa Jo con el cual se enfrenté la dlte del Esxado,de Buenos Aires fanza del incurs. Fuego del rasismo, la per tc fa formacién ecadémica garan- ficaba el ‘primer aspecto de toda ensefianza: ig.gransmisin del-capital cécnico, Por ello la presencia de Baldass Gea vfonde ne ReMIE ESS © de Ignacio (fanzoni) uae aca ce tal proyecto. Los Debates expres6 claramente tal necesidad: “En el cemplo de San Miguel, en el Museo Diorémico y en ottos parajes pilblicos hemos tenido ocasién de admirar obras perfectas de nuestros jovenes pincores. Los artistas de esce género que visitan nuestras playas pronto las abandonan sin dejar en ellas el rributo de su ralenco y su ge- nio, por falta de una institucién en que, a poseerla, recogeriamos perfec- cos modelos con que la gracitud de artistas extranjeros, que visitan nues- wacen, desear la proceccién de nuestro Gobierno, para traducir en un hecho el proyecto que, una v Rafaeles portefios."* tro hospitalario pais la enriquecertan, Estas consideraciones nos convertide en cealidad, nos daria acaso algunos Las menciones a Fidias, Apeles, Miguel Angel, Leonardo y Rafael 20 eran la simple merdfora sobre [a calidad de una esculcura © una pincura, Funcionaban como figuras sonceptuales que remitfan a lg gleccidn de pertenencia a fa cradicién artistica occi- Hengal y al programa de consinuidad de dicha tradicién en América. Fracasado) = See AES proyecto de yna academia local, eCEstado Ye Buenos Aires desarroll5 uno comple- H (~€encario: establecié un benefis EFSISo.paro.cealizge estucios en el exterior. Los 4 7 #7 \ primeros becarios fueron Marcin L, Boneo, Mariano Agrelo, Claudio Lastiay Antonio Garzano. Como para demostrar que fa distancia entre los escados separados no era tan grande en gustos estécicos, los tres primeros escudiaron en el caller florentino de Anconio Ciseri, al igual que Juan Manuel Blanes, artista que habia realizado sus prin- cipales obras en el Palacio San José del presidente de la Confederacién Argen: Justo José ‘Otros aspectos fueron conformando la cultura visual portefta, uno de elios fue la —» _importacign europea que tavo un ergcimiento sostenido hasta su explosion a fines de los 50. “La mayorfa de los cuadros eran copias de antiguos maestros espafioles e irelianos, con una pres cs 2 eligi + extendido por la pintua de géneco ata flamenca. El le objetos artisticos se volvis habicual luego dle su estancamienso bajo el osism- Se destacaron firmas come Tomas Gowland y Mariano Billinghurst y, posteriormente, Carlos Ristorini, Mite y Vedia, y Adolfo Bullrich y Ca. Esta tiltima rematé los bienes de fa sucesin de Pueyrredén en 1871! La cantidad de piezas negociadas era signiticaciva, por ejemplo el grabador ce medalias Pablo Catal imports en 1862 ~con.l beneficie de no pagae las casas otorgado por Mitre~ un lote de 568 obras, para remavarlas a pérdida luego de exhibirlas en el Teatro Colén, aa rquiza, a ‘mas un gusto bastante Ocra iniciativa, tal vez con la intencién de abrir un mercado local para el arce belga ¥ holandés, fue In de fa Sociedad Europea para la Propaganda de las Belles Artes que offecié a la vera 125 guacirs en la calle Victoria nim, 200% Ademés Je Ia basta, laa, con la venta de acimeres en distntos locales era um siscerna habiewl le comer cfalicacién de los objetos artisticos. —r Durante la década del 5021 coleccionismo dio sus primeros pasos con [a adquisicién seigsgranis dec sadros en Europa hecha por Leonardo Perevsa, amigo de Pueyrredén, siguient& To fe cuadros en hecha po x realizado por Manuel José Guerrico durante su estatia parisina bajo el rsismo. Encce otros, comenzaron a armar sus colecciones Juan Cruz Varela, Luis V. Varela, Andrés comenzaron a armar sus coleccion ( Lamas, Juan Benito Soma, Manuel Trelles, Adriano Rossi y Francisco Brabo. 1», Los lugares de exhibicisn mis destacados eran los almacenes navales y pinturerias como Corti y Francischelli, Ambrosolli y, en especial, Fusoni Hermanos (luego Fu- soni ¥ Maveroff). También se exponian pintures en teattos, clubes de ocio y salones F ce vistas doticas. Estas Gleimas tuvieron su méximo despliegue durance el Estado de Buenos Aires, destacdndose el Salén del Recreo, el Gabinete Optico, y el Salén de tas Delicias.” Eran lugares de recreo y ocio y, como espectéculo visual, eran bastante conocies en el Rio de Ia Placa desde la década del 40. Se realizaban programas de concierto de piano o de Srgano, en algunos casos hasta estrenando valses, polkas 0 mazurcas compuestas en Buenos Aires, y ademss, habfa distincos juegos electrome- cénicos. Desde luego, el principal atractivo eran las vistas épticas. La mayorta eran léminas coloreadas, grabados o litografias de 28 x 42 cm, montadas en un sistema Sptico monocular o estereosedpico, a veces “con efecto de noche” mediante la uti- lie Jor transparenc: Las vistas se renovaban fenecalnaate los domingos, aunque se repetfan regularmence en diversos gabinetes. Los asunsos de les vistas producidas en el pais eran cor lo ge- neral hist6ricos o de episodigs erégicos, con fuerte predileccidn por los remasdel “we- ror rosista La mayorfa de las vistas importadas eran ciudades y monumentos célebres, paisajes imponentes ¥ lugar eiiise pieltones de ule Exposiciones Universales » museos eu Topeos, bazallas napolesnicas y cruentas guerre cesientes, personajes [nenavios roman- ticos y Feteanes de grandes maesteos del arte, escenas de caza y vida 2alaciega. Una “paristencia notable fueron las vistas de la Guerra de Crimea, en especial el asedio a Sebastopol -la primera guerra moderna de irincheras-, entre las potencias aliades occidentales y el Imperio Ruso (1853-1856). Estas vistas permiten suponer ciertus cambias.en la concepcién del espectéculo, afigmando una tendencia hacia lo infor- sa la concepcisn del especriculo, afiemande una cendencia hacia lo infor: 4 smrativo v hacia las vistas de actualidad que predominaron en los “panoramas de agsuae f “Tidacles" de tas décadas siguientes. “=X veces, las expectativas generatlas por los avisos comerciales de alguna innovacién cecnologia causaban decepcién en el publico. En 1863, por ejemplo, los especcadores apedrearon la pantalla de proyeccién del Panopticoesteroramas, un espectéculo con ochenta vistas puesto en el Teatro Victoria." En el Buenos Aires rosista habia comenzado una popularizacién de las imégenes co- mo resultado del desarrollo en el éimbito lgcal de medios dad en el Estado de Buenos Aires se incorporé.a.esa base una ampliacién de la pro- if duccidn y el consumo visual. A comienzos eloss0ke produjo un abaratamienco de “Ios costos forogeéficos con el ferrating ~auin imagen Gnica como el deguerroxipo= yal ‘papel albuminado. La posibilidad de numerosas copias inicié la popularizactén de las focograftas, en especial por la difusin de las cartes de visite." El avance de la forogea~ fia —que condens al pasado a fa mi ‘a muchos artistas a responder a la Cectame a We avances tecnico nicos de reproductibili- fa para reducic el tiempo de pose @ealizae resegics de difunsas, como los de Eduardo ‘Acevedo, Apolinario del Carmen Heredia, y José E. Agitero realizados por Puey- rredén. La fotografia la pintura mancuviecon telaciones. nd en las poses de los retracos, en la elee- Un episodio da por el forgrafo Luigi _wnyguaciagluencia en los pun- tos de vista, en la focalidad y la iluminacis cid y eracanniento de los temas, yen el realismo de ta representacis curioso que involucré a Pueyrredén fue la oferta real Bartoli, instalado en la plaza de la Victoria, paca que rerocara los reeratas forograti- cos que realicaba de tamatio nacucal sobre papel o lienzo.* Estos cambios en la reproductibilidad de la imagen estaban ligados al gran desacro- Ho de los talleces licograficos, asociados a veces a la forogratia, como es et caso de Ro- dolfo Krarcenstein, impresor, entre otras, obras de las licografias de las Memorias de la Municipalidad y de la Revista del Plata de Carlos E. Pellegrini, El aller litogratico gon produccién mas destacada fue el de Julio Pelvilain. De su Prensa salieron obras claves como Ta Galeria de Celebridades Argentinas (1857), el Album Palligve. Escenas americanas (1864-1865) y el periédico ilustrado Correo del Domingo (1864-1867), en el cual se difundié una imagen de pescador de Pueyreedén. En 1863 comencé a pu- bicargCET Mosquizd, 0 dirigido por Henri Mayer, y desde 1866, por Henri Seeit, difundiendo la caricacura y el humor politico entre los portedios La producién ardcica no pia excapar a la prokinda pulsar Testo Bela sociedad. En el Estado de Buenos Aires habta un enorme querés en formar un pan- re6n de Kéroes republicans) y la litografia era él medio mas apto para tal polftica. La mart gentings se inicié con la imagen de San Martin ¢ finalizé con las imagenes de dos martires: el de la libertad de prensa, Florencio Varela, y el de la lucha contra la “tiranfa”, Juan Lavalle. Desde luego, una de las biogratas, con e! retrato realizado por Narcise Desmadyl, era la de Bernardino Rivadavia. Las cieas a 7 supersonalidad y a su gobierno eran parte del bagaje discursive de Ja élite politica de Buenos Aires. La repatriacién de sus restos fue un acto multicudinatio, donde se jus tific6 la separacién de Buenos Aires “que ha preferido salvar los grandes principios que él propagé con tanta abnegacién, a sactificarlos a una unién basada en la inmoralidad y la violencia.” Cuatro litografias editadas Por Augusto Clairaux, con “dibujo de Alfonso Durand, recordaron les exequias de Rivadavia. Pu luego, un retrato de cuerpo entero de Rivadavia encareado go tarde, en Ta pequeiia none necrolégica publicada en El Ne Prilidiano Pueyrredén fue el dinigo cuadro recordado del artista. En és 5 . eran FE ‘ontedefacion; la Matanza de yeredén ejecut Quincetos convirti6 tal asociacién en una certeza gata la lite de Buenos Aires, y Prontamente se organizaron suscripciones para los familiares de los mértires con la venta de cetratos fitogratindes por Adolfo Bru. Los pintores Baldassare Yost} Celestine Gaeay3po tanlaron en pintac el wégico entzadio dele Republica Oren Enese los “eettRenes del nsigmo” ocupaba un lugar ceneral el asesinato del presidente 9 de la Cémara de Representantes, el Dp Vicente Maa. £1959, oliians Pueyre- sin expuso en el almacén naval de Fusoni un péquetio cuadr6 con ese hecho oeari- do veinte aiios antes,” y relatado magistralmente en el Facundo como ejemplo del cemor ¥ la coinglicidad escimulada por el régimen|rosista. La pequetia obra tiene mu- cho movimiento en las figures que se desplacan ppr el despacho: los masorqueros se muever en [as sombras con sus cortos ponchos feslerales. El degiiello de Maca es la Gnica accién iluminada del cuadro, mientras qua en la puerta abierta aparece la inconfundible figura de Juan Manuel de Rosas con thaquera azul, gorra y chaleco fe- Lael En el folleco Causa criminal seguida contra el ex gobelnador Juan Mansel de Rosas ante ios Tribungles Ordinaris de Buenos Aires (1864), se}reproduce licografiada por Ber- oe ee auien habia cecibido numerosos elogios POrSTrExPUSICTON de pintura de historia en 1836, en espe- cial por su cuadeo Salvamento en la Cordillera, represencacisn del auxilio organizado ' por Domingo F Sarmiento a los unitarios que, luego de la derrora de Roceo del Me- |. dio, habjan quedado atrapados por una tormenta de nieve en la condilera de los \ Andes cuando trataban de ponerse a salvo cruzando hacia Chile. En el Asesinaco de Maza, Rawson también ubica en el vano de la puesta trasera la figuca en sombra vo de Rosas en los tordes de la de ciene base literaria, principalmente Tconogréfica, El motive surgis en la prensa iluscradla anrirrosista edicade durance el El Grito Argentino, publicado en 1839 con redaccnnmde Valen i Tia Alsina, Andeés Lamas y otros. Ast, la iconografta elaborada durante el sitio de iver Tndarte, € {| Moncevideo fue el subseraro de! ‘ais | Escado de Buenos Aires. El génete histSricg, con au carga de didactisme, moray ng fue habicual ea la obra de a Pueyrredon, aunque se conserva en el Museo de Lujan ug boceto para la decoraciga, TaurdtGe TX Casa de Gobierno con el Solemne Juramento de la Bandera argentina por sl ejército del General Belgrano el 13 de febrero de 1813. Era el pura de Thiscoria que debja realizar todo artista decimonSnico para alcanzat la consagraciOr en ‘Feero més alto segiin las consideraciones académicas. Estimulado por la lectura de la obra de Bartolomé Mitre, Pueycredén le pidis asesoramiento, bituales de {a busqueda del pintor historicisca.* La pi 6 Pavén favoreci el desarrollo del género incentivando a los artistas a testimoniat el papel de la Guardia Necional como fuerza de ciudadanos armados en defensa de la libertad, como en el caso de Luis Novarese, Leén Pallitre ¢ Ignacio Manzoni. La prensa divulgaba que el regreso de los soldados victoriosos que desflazon bajo los arcos de criunfo realizados en su homenaje (que era el asunco de la pintura de Nova- rese) era la consolidacién de las libertades ptiblicas.”* La polémica facciosa era habitual en la mayorfa de la literacura arcistica. Un ejemplo de esa estrecha relacién fue el episodio de La ejecucién de Maria Estuardo, de Balda- sare Veracsi, en 1858. La imagen del verdugo fue incerpretada como un retrato del gar ribaldino Juan Bautista Cineo, amigo de Bartolomé Mire desde el sitio de Monte- video, y ante tal acusacién, el artista sdlo atiné a cambiar la fisonoméa para evitar enemistarse con la élite politica de Buenos Aires." Verazzi era un artista vinculado a ideas republicanas, que intenté con cierto oportunismo vender cuadros alegsricos a Urquiza ya Mitre, segiin las coyuncuras politicas, Este episodio, que eontiaus en 1862 el debate encre los simpacizances de Verazzi v los porel ators) figura de Garibaldi, con ch: dera ita yueca roja y pancalén verde, se recorca delance de la ban 1a y el paisaje de Naipoles pata componer wag imagen alegstica republic cana, ion Este vinculo no era casual, ya qu Puggrreds establecid fuertes lazos en las redes de la sociabilidad portefia, por ejemy cert lub del Progreso, al recratar no sélo a miembros y presidentes de la instituciGn, qué por Ota parte eran sus amiscades (como ® Miguel de Azcugnaga 9 1go- Cale vos centams se encuentran encre Los e ‘ueyrrediéa) sino tambiga ejecurando retrgtos histéricas para ador- nar sus salas, emprendimiento llevado a cabo igualmence por Ignacio Manzoni, Es probable que Pueyrredén haya sostenido vinculos con la francmasonesfa, ya que retraté a José Roque Pérez, el gran maestre del Gran Oriente de Argentina. Luego de la caida de Rosas, [{masoneria sb desarroll6 rapidamente en Buenos Aires con la in- corporacién de los principales dirigentes politicos a la sociedad iniciética. Pilar Gon- ile: Bernaldo ha destacado la importancia de la sociabilidad masSnica, analizada en inis logrados de el marco de un movimiento asociativo que instaura la esfera piiblica,* er. la creacién de formas simbolicas de identidad comuin. José Roque Pére:, victorios por la direccidn de fa Onden de Argentina, cohesioné la logia integréndola a los inte- ensu combate reses portefios a los que adherfa Pueyrredén.__——__— = Alejado de las funciones pitblicas durante e{ffobierno nacional d{Mitre}pueyrredin sé dedicd més a la pintura, y recibié_numerosos encarges que Gjecuts con una eee eee ere variedad compositiva notable para el medio Tocal. Si nos arenemos al comentario de Juan Manuel Blanes, ya en 1857 no debia ser fécil lograr la comicencia de una pineue ra: “hay aqui una reunisn de artiscas malos y buenos capa: de proveer a las necesi- dades de la ciudad de Londres y Pa pablicos a ral pun sociedad porteta(M@\dejd rastros directos en fa produccién de Pueyrredin. Apenas el fondo del retrate'del tentenee Aleyaticra Die Waa Te Curupayty, s reunidos."* Su obra ge distancia de fos sucesos que posiblemente haga referencia al lugar de la cruenta batalla. En el retrato de su ” so gue bilsasrer dele Tine Aliagsa] de potas TREE mujer, a figura vestida de riguroso negro de Stenz Valiente se recorta selante de un sauce, simbolo de la muerce ¢ iconografia habitual en las lipides morcuortas de fa ccapaba ae on las exposicionssde JAdemés, el interés de estos registtos ne a Tos TStSgrafos, en particulawal ealiano Benito Panuaci con sus alt escenias de [a vida del paisano. Da PepERIRRIREGA ET Rape, los_usos y los ipos del espacio sural era dewloer de fa” | seed os atts wrt au oben costes Jeales con el mole concepeual del exotigms. A partic de le década del 40 los arcistas natives edicaron ~albuines lirics y legaron el repertorio de motives, ence ellos, la eared de carve tas, el asado, el gaucho cantor, la pareja en la puerta del cancho, ef lazo y Ta familia campesina. La obra coscummbtista de Prilidiano Pueyrredén es continuidad de ese pro- “Geso ya la ver acta en los prolegémenos del debate central sobre el arce nacional de ta década del 70 Pueyrredén, ard figunas escenas CAMpEra5) opts por una compasicisn apaisada que “permiciese canco indicar las cualidades del paisaje de [a Manura bo on “campetia. La paricularided de esea opcidn, por la gucesign de geaustios que -3_ ibe confrmando un relato visual, resalta si la comparamos con fa obra de Ledn Bar liides, que concenrré la accidn en una dniga essena para favorecer la descripeidn de "ut coscumbre o de an po local, seleccionalos de sssapanees de wae En algunos paisajes Pueyrredkin express la fue Gramatismo que habian popularizado entre el piiblico porteito las salas de vistas Spei- mes de ¥ a de los elementos naturales con el cas; en San Isidro (1867) la escena de costumbres esti subontinada al paisaje. que _adguiere fuerza coralizadora." Pueyrredén elabors un relato del orden rural en pertecta ammonia con Ta nacurales — . 50 “dary La Pa eal rancho, Tes ConeHMa com Un ato en al campo reali-ades en 186 jgeron “destinados a adornar fos salones de una familia acaudalada ce Inglace- | ra’, "como sise produjera una inzessage}n entte los ssuntes que tban construyendo 'n.juagene main 6 Jo economia ie expla. gaadees Oe on posiblemente escrito por Miguel Cané, valord estas obras de Pueyrredén como la memoria de lo que inevitablemente el avance del progreso iba a desceuis: “los anti- guos usos y costumbres de nuestra campafia desaparecen de dia en dia. La ola de emi- gracién acabaré por sumergirnos en el olvido.” Es oportuno distinguir aqut el’ één~ cepto de campafia del de pampa, ya que éste tltimo indicaba el tertitoriodesierto” iis allé de la fronteras. Un alzo en el campo relata el momento de ocio de una gran farnilia de “porceas legt- rimos nacidos y criados en las Lomas de Morin, en las cercanfas de Buenos Atres, ances que fas diligencias, los émnibus ¥ los caminos de hierro hubiesen Hegado @ despoetizar nuestros suburbios". El crftico iacerprera el cuadro como una imagen del pasado ideal de la sociedad agracia: “cada personaie, nifios, viejos, mujesse codos, sin ot monotonta, oi esfuerso estén matcados por el doble sello de la semejan:a de familia yde la raza”. Esta homogenciclad del passdo no se encuentra ent Tos cuadras de cos- Varpac » Warnbres urbanas del mismo Pueyrredén, donde ta diversidad racialste la sociesiad esc presente como en Esquina powefie, &l naranjero o Patio porteiio: CfiwoTeelaces pic tmalerna yaus coals. Asi, Prildiavo PusyrredDe gardcipg Teeremente en el procele ge conscrucciin de una Wdensidad-calectivaal cates Toyiggngenurales que las generaciones siguientes afirmaron como memoria de la nacidn. AS aaa ero Notas * Todos los textos eranscriptos y encomillados del libro estan volcados al castellano actual. 1 José Leén Pagano, El are de los argentines, Buenos Aires, ei. del autor, 1937: y Prildiono Pueyrredén, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1945. Véate José Maria Lozano Mouijin, Apunes para la hiscoria de nuescre bineura y escuura, Buencs Aire, Libreria de Garcia Santos, 1922; y Eduardo Schialfino, La pineura 9 a esculcera en la Argencina, Buenos Aires, edicisn del autor, 1933. Sobre los destudos de Pueyrredén, ‘Creea."Los desrudos de Prilidiano Pueyrredén como punto de censidn encre lo piblicoy lo privade’, El are ence lo padi c0,ylo privedo. VIJomadas de Teoria e Hiscoria de las Arce, Buenos Aires, CALA, 1995, ep. 126-138. Porcultura visual ensiendo un conjunco de relaciones de comprensisn de fa cealiad integrado por ase Laura Malus Jas incerelaciones entre las formas atisticas, Ios procediimients séenicos, ls aprendizajes profe~ sionales y los productos estético-visuales (su produccién, distribucién r recepciéa) con las ‘otras ideologias v los procesos histSricos parciculares. 3 Véase Acminda D'Onofrio, La época y el ere de Prildiano Pueyrredin, Buenos Aires. Sudameri- cana, 1944. + Vase Jorge Myers, Orden Virnud. El discurso republicano en al régimen rossta, Beenal, Universi- dad Nacional de Quilmes, 1995. 5 J.B, Dowille, Vis « Buenos Aires 1826 y 1931, Buenos Aires, Emecd, 1984, ¢. 72. Para un este dio hise6rico de la litogralta en Buenos Aires, véase Bonifacio del Carri, “El grabado y Ia litogra~ fia? en Historia General del Arte en la Argentina, como Il, Buenas Aires, Academia Nacional de Bellas Arces, pp. 355-404. 6 Dicvio de la tarde, 13.04.1836, Citado en Ait L. Ribera, “La pintura” en Hisovia Generel del ‘Arce en la Argensina, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Arces, tomo I. p. 175. Vésge Juan A. Pradere, juan Manuil de Rosas. Su iconografia, Buettos izes, J. Merdeski ¢ hijo, 1914. Gacete Mercamel, 12.04.1842 ‘Adolfo Sakdias, Papeles de Rosas, La Plata, 1907, como Hl pp. 169-171. Véase José L. Pagano, Priliano Pueyrredsn, opus cit., pp. 34-375 y Adolfo L. Ribera, El reraco an Bucnos Aires. 1580. 1870, Coleccidn del [V Cencenatio de Buenos Aires N® 6, Buenes Aires, Universidad de Buenos Aires, 1982, pp. 335-338. 10 Las posiciones y el papel de los incelectuales en este proceso ha sido desarullige por Tull Hal- peri Dunghi. Proyecto y consercién de una navién (Argentina (846-1880), Caracas, Biblioteca uw a B Hw Ayacucho, 1980. Para la ciwiad y Ia construccisn de la memori . "Urbanization de la méniee. La policique urbaine de Vetac de Buenos Aires peralant Ia sécesion. (1852-1862)", Frangois-Xavier Guerra (ed), Méndives en devenir. Amerie Lasine, XVle cle, Collection de la Maison des pays ibtiques, 62 Callogue lncernacional de Paris, Bosdeauss, Maison des Pays Ibériques, 1995, Para el periodo posterior a 1962, consultar Hilda Sabaca, Le police en las calles. Enere et voto y la moviizaciin Buenos Aires, 1862-1890, Buenos Aires, Sudamericana, 1998. El Nacional, {2.04.1859 y 13.04.1959. ‘Vase Julio Payns, Priiteno Pueyredén, Joseph Duboundi, La-primide de Maxo > la Cavaial de Buznos Aires, Biblioteca die Historia det Arce. Serie Argentina N? 5, Buenos Aires, Faculead de Filosofia y Leteas, 1972. : EL Nacional, 08.03.1861. : Para el relevamiento de los episodios actisticos del ato 18: vase Catalina Lago, Buenas Aires, 1858. Panorama arcistico de la ciudad « eaves de sus diario, Biblioteca de Historia del Arce. Serie ‘Axgentina N® 3, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Lecras CM. de Viel Castel, “La farura exposicién”, Museo literari. Periddico semancl de litera. team y modes, comma L. p43, febrero de 1859. El Nacional, 1859. E{ Nacional, 01.04.1859. La Tribuna, 08.03.1860 y 01.09.1860. En el diario de fos Varela colaboraba Viel Castel, pedi ble aueor de estos reclainos. Loe Debates, 18 y 19.01.1858, Los Deboes, 25-26 y 27.05.1857 Véase Laura Malosetti Cosca, “lavenrario del remace de bienes de Prilidianw Pueyrrakin en ISTI", en Esedios ¢ ineesignciones, Boletin dal Inscicuco de Teotfa ¢ Historia del Arte Julio Pays idm, 7, Buenos Aires, Fae. Ey La 1997. pp. 1O7-US. Che. Adolfo L-Ribera, “La pintura” opus cits p. 132 Vaise Ana Maria Telesea y Roberto Amigo. “La curiosidnd de los portesos, Los cemas vel piblic es (1952-1862)", en Hiscoit de ta Jotrafis. Memoria del 5" Congreso ce Historia de a ovografia en la Argentine, 1996, Buenes Aires, Comicé Ejecucivo Permanente, 1997. pp. 33-36: y Vicente Gesual, “Los salones de v cas. Antepasaies fel cine en Buenos Aine ¥ el incerine” en Tado es historia, oui, 248, 1988, rp 70-80. EL Nacional, 23.11.1863, cco de has salas de vietne dpeicns en el Estado de Buenos 4 as Sptie ‘Vease Jun Gdmes, Le focografia en la Argentina. Su Historia y evolucién en el siglo XIX, 1840-1899, Buenos Aires, 1986; y Miguel Angel Cuarcerolo, "Las peimeras foragratias del pais", Los fos dal doguerroibo. Primeras focografas argentinas. 1643-1870, Buenos Aires, Ediciones Fundacisa An- torchas, 1995. La Tribune, 01.10.1864. Los Debates, 14.08.1857. EL Nacional, 03.11.1870. EL Nacional, 09.04.1859. \Véase Acminda D’Onoftio, La épaca y el are de Prilidiano Pueyrredin, opus ce. g. 92. La Titbuna, 17.01.1862. El debare ocupd un gean espacio en la prense en los ileimes meses de 1858. El Nacional y La Trbuna se unieron para atacar al actsta en cérminosductsimos, pidiendo que el pblico hiciera ju ‘icia quebrando los pinceles de Veraz:i. La Reforma Pacifica incencs una defensa de Ve mando que la prensa auronomista pretends hacer un favor a un amigo calumniando a un artisea La Tribuma, 05.12.1860. ei Pilar Gonsile: Bernaldo, La Creation d'une nation. Histoire poltque des nowelles epperrenances cul turalles dans la ile de Buenos Aires enere 1829 2¢ 1862, resis doctoral, Université de Pacis I, 1992. Carra. de Joan Manuel Blanes a Mauricio Blanes, 21.11.1857, AGN (Monzevideo), archivo Mauricio Blanes (Oh. Adolfo L. Ribera, “La pincura”, opus cit, p. 328. Véase Richard E. Phillips, “Priliiano Pueyeredsn”, en Lavin American Arc, summer 1990, vol. 2, nim. 3, pp. 49-52, La Tibuna, 07.08.18: PRILIDIANO PUEYRREDON Y LOS ORIGENES DE UN ARTE NACIONAL por Patricia Laura Giunca ‘hun panorama del arte argencino del siglo XIX es indudable el valor esencial y estructural de la obra de Prilidiano Pueyredéd Junco @)Cazlas Mose ‘andi 5. constituye uno de los pilares de la pint el paisaje $ ee as Abonis un[gmptgsSREMOTE génenos el resrato, ¢ incluso, él lesnudo, todos fueron teatados por su pincel con ralentPlominio téc- nico poco frecuentes. Poseedor de une amplia cultura y de un sutil humorismo, amante de la buena cocina, de la naturaleza, de la musica y del erate con los amigos, emerge con una personali- dailditecence al canon que regia la mencalidad del momen ‘LOS RETRATOS:)iMAGENES EN EL TIEMPO __ Memoria de una época y eestigo de la sociedad decimonénica, el retrato es la temati- ca predominance en el arte argentino del siglo pasado y el género en el que Fueyrredén pinta algunas de sus mejores obras. Los_rostros de sus amigos. A:cuénaga, Calzadilla, Iraola, Ocampo y muchos otros “ingegiantes de Ja élite passat, fueron delineados por el artista en inumerailes tetas. Es en uno de sus retracos mis célebres donde inmortaliza la imagen del cersonaje a quien le cupo un papel muy particular durante los aiios anteriores a Caseros: la popular y queride X@nGelita RosdS>Compaiiéra de juegos de la infancia, posa ance su caballece cuando, hacia 1850, [a comisién que organizaba un gran baile en su honor, te encarga realiza su recrato. Las versiones periféricas del neaclasicismo, productos alejados espacial y temporal- mente del cédigo estilistico primordial, son las que influyen en la estética de Prili- iano. Nuestro artista toma contacto, indudablemence, con el arte brasileto del siglo (46 AbeelMe pasado, are que tanfesta lf BEGESEE SELES cecibida de la Mision Atsica Bam sh fontisic a+ eases Francesa contratada, en 1816, pé el emperedor Juan VI! Durance su escadig.en Bassi, &s posible que Pueyrredén haya asistido a la Academia [Nacional de Dibujo y Pintuca, recibiendo esta clase de imagenes, construidas en base a Ta primacia del dibujo sobre el color, el equilibrio formal y la bésqueda de la belleza ideal. En ese momento, desarrollaba su actividad en Rio de Janeiro Alessandro Cicarelli? en cuya obra, especialmente en Retrato de la condesa’c Alzejum, podemos epcontrar-paralelismo con la estética de los retracos del arcisea argentino. nce Gly 18555 Peliane reside en Espata. Alli, el auge del neoclasicismo se re- tra durante un breve perfodo: los tiltimos afios del siglo XVIII y los quince primeros fos del siglo XIX. José Madraco (1781-1859), discipulo de Jean Louise Davitt, y Juan aconio Ribera (1779-1850) introducen esta estética en la peninsula. Imparten sus jonocimiencos a una generacién de pintozes que, incorpor os, producen obras de marcado carécter eelécticg, concepcisn esti.tstica a la cual se adscribe la pincura de Pueyrredén. La recepcisn proyectada en honor de Manuelita tendria lugar en el antiguo Teatro Coliseo en octubre de 1851, poco antes de la partida de Pritidiano hacia Europa. En Snica publicada en La Semana,’ José Méemol decalla las aleenativas grandilocuentes de la elaboracisn del cetrato. Expatriado en Montevideo, Marmol colabora con la prensa liberal que desde hacta afios predicaba coneca Rosas, Cronista de El Nacional y El Comercio, es fundacisr también de El Albvan, El Conservador y La Semana La campatia perigdistica contraria a Rosas, que se origina con El Iniciador en 1839, finaliza en {852 ohn La Semana, donde se publican los document siamiento de Urguiza en Entre Rios, sedial de retorno para sods los proseriptos. Es en este periddico donde leemos los sarcé: acerca de las alternati- vas en que se generd el retrato de Manuel una mord: “{..] Nadie escribiria una historia perfecta de la vida de Rosas, si no hiciera ref al mismo ciempo que Hlorae Pero entre todo lo que hemos ofdo de él, en género de farses, nade mis cémico que lo que acaba de ocurtir con el retrato de su hija. Vamos a contar el suceso, advirtiendo que estamos perfectamente seguros sobre fa verdad del fondo y deralles de él Todos habrén observado que, después de tantos.afios en que Manuela Rosas representa oficialmente la voluncad y fos caprichos dle su padre: siendo ella en Buenos Aires el genio de la prostemacién universal, su _ retraco no habia aparecido jamés, mientras que el de su padre se encuen- tra en los salones y en las barberias, en la moneda, en las cintas, en los abanicos, a todos precios, y en un centenar de grabados diferentes. (Quién no habria comprado y ostentado Ia imagen de Manuela? Sin embargo. todos se quedaban sin ella, porque la joven, por un sentimienco que no puede interprecarse sino muy favorablemente a su cardcree, haba resisticlo jempre a que sacasen st retrato; y no necesitamos decie cusntos Ferret tas habran solicitado ese honor. No habia, pues, retcato de Manuela. Pero he aqut, de repence, que surge de los promocares del baile monstruo el pensamienco de ennoblecer y magnificar los salones con una copia al dleo de ese original martirizado por los desbordes del popular amos, que se llama Manuela Rosas. Hacerse sentir ese pensamiento y volar a Palermo la,comisidndel baile, debia ses, como fo tue, la obra de un solo dia, de una sola hora. “mor de medio mundo se viv asaleada de improviso por los discursos de la isign pronunciados bajo lay mds rigurosas leyes de i omtoria. no_ninguno en Buenos Aires, libercad sropia para cosa alguna, conests. la comisin que conswlencia au tacira sobre (ode la pretension de !os sefiores del baile. Y contra sus deseos, o con ellos. la joven dio cuenta @ Rosas dé: lo que ocurria Inmediatamence, Résas)tnainca llamar a su presencia a los seitores Don Juan Nepomuceno Terrero, Don Luis Dorrego y Don Gervasio Rosas. Reunidos esos tres caballerds, Rosas les comunica el deseo manife por la comisién del baile, sobre tener un retrato de su querida hija. Peso. sefiores —continda~ para mies un asunto de conciencia, yo no me atrevo a resolverlo solo; y os he llamado para depositar en vuestra sabidueta vuestra moral un asunis'en'que mi corazén de padre puede excraviarse. _Os enscego mi hia vuestra conciencia os aconseje. Quedéis desde ahora en comisién para este asunto. (..] La‘comisién vuelve 2 reunirse inmediatamence, y empiera por deliberar { i )sobre és del traje con que debia ser reccatada Manuela oy la historia de todos los colores; es decir la historia politica. El blanco era la mitad del distintivo unicario. El celeste, el acul y codas sus modificaciones, eran la otra mica El verde era también color unitatio, y ademés, brasilero. El color de oro, el amarillo, el ante, eran cambién colores brasilero El negro era duelo. io jEl colorado superior! El colorado es el color de la % por consiguiente, la joven debia estar ve o1 resrato. retrato- hace presente a la comisién los malos efectos que ibaa producir en el cuadro Ta tinta punzd del araje de io Ta COmisIGA vuelve a reunirse, y se reporta por feuto de su s idm que sobre el vestido punz6 se pongan encajes,Ilevando sobre el pecho solapas de lo mismo, como para apagar un poco, de este modo, los efectos del color punz6. @) Aqui quedaron terminadas las sesiones del traje. Pero falcaban ocres las de més importancia-: sesiones de{postut [.] Y la comisisa, sin comprender queto-mejor era dejar a Mancela la eleccign, por cuanto nadie mejor que las mujeres saben la postura cue les conviene en el asunto que se ocupan, emples una mafiana en discurric cual serfa la posicién més angloga a la moral y al rango de la jover. para ser en ella retratada. Adopténdose, por fin, por unanimidad, que en el recrato Manuela debfa aparecer garada, con una expresi6n risuerie en su fisonomia, y en el acco de colocar sobre su mesa de gabinere una sovicicud dicigida a si tatita. Representandose, de este modo, la bondad de lajaven, en su sonrisa; y su ocupacién de intermediaria entre el pueblo y el Jefe Supremo, en la solicicud que colocaba sobre la mesa.. Después de esto, la comisién ha echado por tierra grande alegoria de la Mada! La comnisién dio cuenta aRosas de todos sus trabajos y resoluciones ce contests que su corasén quedaba farimamence conmovido de la fina be- ‘nevolencia y celo federal con que habian sabido aliviar su conciencia del peso que podfa gravitar sobre ella en todo el resto de su vida si hubiese li- 1 brado a sus propias fuerzas el deliberar solo sobre tan grave asunto. Yordend © se riciera el era del modo y forma que la comisén habia sult [-" « 11 [ Btesamicns inicio de as ecu a pose peso ine rein Let antorna decorative permicen relacionar este retrato con les real Se estat Cs Lats ibe on onl Retrato de Sefora.* La sonrisa apenas insinuada y la ida, cransmiten cierto estado emetiv: | definicign de fa figura por medio de uaa linea continua nos remice 2 una sincesis for~ | al aendéimica, La accitud de fa retratada, de pie en el centro del espacio picssriso, \ sin ser rigida, posee Gecta solemnidad esencial a un retrato ve tipo ofic.al, i 7 i" 59 a Pueyrredén se detiene con minucicsidad en el tratamiento del vestido y los acceso- rios que rodean a Manuelira. El sillén, el florero y las cortinas surgen con detalle de su trazo. Luego de su estadia europea y de regreso en Buenos Aires, Pueyrreddn comienza a desplegar una intensa actividad profesional. Proyecta y dirige muchas de las obras paiblicas que se concretan en la ciudad en la segunda mitad de Ia década del 50 En 1859, el afto en que se firma el Pacto de Unisn Nacional, lleva a cabo la reforma del antiguo Hospical de Betlemitas y pinta el retrato de Santiago Calzavttia,a quien le une una estrecha amistad. — Frecuentador de salortes literatios y de teatros y uno de los primerts cronist’s mus cales, Calzadilla habia tenido una activa vida militar en el Ejércico de Pert y también en Bahia Blanca, punto avanzado de Ia frontera contra el indio. Con el grado de teniente coronel cumple cambién funciones como agregado militar en la legactén argentina en Bélgica. Autor de Las beldades de mi tiempo, publicada por Jacobo Peuset en 1891, relaca all les costumbres de la sociedad portetia del XIX, experiencias de sus viajes y recuerdos juveniles. “Ha muerto a los ochenta afios, -leemos en la nota necrolégica publicada a su ey: muerse- conservando entre los pliegues de su cara toscona, pero honsada, lineas de juventud, de ilusién, de candor, que en él eran inextinguibles.” ? Posa para el artista a los cuarenta y dos afios de edad. La solemnidad que define el retrato de Manuelita Rosas esté ausente en esta obra, donde la pose es natural y rela- jada. Sentado como al descuido mientras abvaza el respaldo de la silla, las piernas abiertas y el sombrero sobre su rouilla, Prilidianio ybica al personaje de forma sal que nnferior de la tela limica la cearesencaci6n de s nee hacia el espacio real del espectador, Crea, de esta manera, una. “sensacién de proximidad entre la figura retratada y el observador, 7 Define linealmence los contomvos y delimica en forma rotunda y neta cada elemento de la composicién, caracteristica que se repice en muchos de su retracos. Be abr yoy a & Por fos dias en que se estrenaba’en el Teatro Colén Herani, la dpera de Verdi, los Portéfos tienen oportunidad de ver esta obra en la itasa Fusoni Hnos., que la exhibe en abril y, a jucgar por La Tribuna del dfa 5, con gran asistencia de puiblico: Ode “La casa de los Sres. Fusoni ha estado llena ayer a ver el retrato del St. Calzadilla (hijo) hecho por el Sr. Pueyrredén; y puesto allt a la vista del paiblico. 3 GeifeaDcon éste, Di mds sESdS En este recrato hgy sada, propiedad, exactivud, bellezade estilo, yarrevimienco de concepcidn [...].”"* Pinta cambién fe sens de ClatlEve Lavalleja,nija del précer oriental y cuftada de Nicanor Albarellos, primo de Prilidiano. Esta obra habria sido realizaca hacia la misma €poca, asf lo confirma la vestimenta de la recrarada y las carac- teristicas estilisticas de la composicién, Ung acticud roméncica hacia la natucalesa se evidencia en la eleccién del paisaje com Probablemence se trata del panorama que se divisaba desde la terraza de la casa que el matt “2 igre. Contemporaneo a la aparicién. ic Garibaldi es el retrato del general que realiza Pueyrreddn. En diciembre Seen la librecia de Real y Prado se hallan ala venta ejemplares del libfo que se acababa de imprimir en Montevideo, y la casa Fusoni exhibe la obra que nuestro artista habia pintado para la sociedad Unione ¢ Benevolenza.’El procagonista se presenta en una postutrg informal y ligera. Los colores de la bandera italiana se imponen en la composicién y, en la leja- nia, el Vesubio asoma emblemacicamente, En estos primeros retratos, el artista ororga el misms valor y similar tratamiento a la figura y al fondo, a diferencia de algunos de los setratos posteriores en donde, a la dp manera de Ingres, ubica a sus personajes sobre fontios casi neutcos v codeadas de mini- nas referencias espaciales, 62. @ Enel retraro de Miguel Azcuénaga recorta la figura sobre una Incursiona Pueyrredén cambign en el larga tradicién en fa historia del arte, el autorretrato represents s fic desaffo para los artistas, que deben someterse a iin distanciamiento de su propia imagen para despojarla de subje- rividad y craduciela en valores plésticos. Pueyeted6n se representa con caracteriscicas muy definicorias: como pingor, con las emamientas necesarias pata su métier, en actitud de crear el recato de una mujer y también inmerso en Ja nacuralesa, cazando en el campo, dos instancias caractert yesenciales a su personalidad. Gepus se bnell de Eassa vance se inicia la estructuracion nacional, comien- LimaW Ce HAT PIOMICEISn de leos dedicados a la mpero nunceabandonael — Feely ea que concibe, en esta etapa, dentro de una estetica més despojada, una cen- fencia hacia la represencacidn naturalisty Fyn mayor decenimiento en eLestudio de isongia del personaie En(186Y pinta el retrato de Cecilia Robles de Peralta Ramos y su hija Jorge, donde cir- cunscribe a una estructura netamente triangular el grupo que forman madre e hijo. Ubica las figuras inmersas en un encomno apenas insinwado, gue prefigua los fea euctos caracteristicos de muchos de sus recratos, como los de Clana Lozano de Ocampo y Manuel Ocampo, el de Enrique Lezica, el de Adela Eastman de Barros, de su padre, el general Juan) ricas vel que realiz lartin de Pueyrredén. wperficie modulada en’ conalidades verdes, despojada de decoracisn, situacién que acentia la conform “16, ape lineal, El encore no poset una funciéa relevance sino que es el personaje y sus rasgos caract di cicos lo que importa. Prilidiany busca captar los matices de la psicologte vidual de su amigo y focal El retracado era hijo de Miguel de A: entonces el interés en el gesto y los masgus dal ro uénaga, vocal de la Junta de Mayo. Habia fun- dado en el norte de la provincia de Buenos Aires importantes establecimiencos de 10. ganaderia e industria y ejercido funciones como jefe de policia de Buenos Aires, die putado, senader, comisionado municipal y presidente del Club del Progreso. etna a En oa fntes de partir hacia Europa, Prilidiano proyecta, a su‘Gedido, und F pacra\, Genk en Los Olivos, en la provincia de Buenos Aires. La conscruccidn finalizacresafios mas | oflsore> tarde y, con algunas reformas, es actualmente la Residencia Presidencial. Una sucesién de terracas coronadas por tn mizador definta el perfil de fa mansisn. Los espacios interiores estaban novedosamente vinculados en planta y en altura, forman- do un conjunto muy compacto. Numerosas abercutas de puertas y ventanas comuni- caban el interior con el exterior y le otorgaban un aspecto muy singular” El retrato de Azcuénaga, de 1864, denora un mayor detenimiento en al estudio de la fisonomia, naturalismo de la imagen que tiende a profundizarse en la produccién pos- terior. Los recratos-despojados y de fondos neutros conviven con otros en los que el entorno posee una presencia relevante, es el caso del de José Gerénimo Iraola 0 el ~w Rerrato de Familia, Espacio interior en uno y espacio exterior en otro, elamtista expe: “ rimenta nuevamente con la fusién de la figura y el fondo y la sutil irmersign de las formas en un todo. “Si bien el recrato al Sleo poseta atin en esta época el prestigio del mediv al que accedian unos poces para inmortalizar su imagen, se extendéa répidamente la moda UL tel daguercoripo Hee pig Sie csr bien canscurido unos afos ya desde que, en (id) el sacerdote francés Louis / Compte, capellan del buque escuela L’Oriensale, obtiene eLasiwer daguerrotipo coma- r= do en el Rio de la Plata; se trataba de una vista de Mont video. En 1843, el norteamericano John Elliot abre, en la Placa de Mayo la acimeca galeeta de reerato al,daguerrotipo del pats, y la técnica comiensa a difundizse en nuesema ciu- Cob ole dad. Heacia (650) la forogeafia desplaza al daguerrotipo y son muchos los que oftecen GA ce esciaer 0 certo pore Al respecto, el diario fribuna publica, el | de octubre de 1864, una curiosa noti- cia celacionada con Pueyrredén: “EL Sr. Bartoli, afamado retratisca de la plas de la Victoria, ba conseguido 64 we ue PO con su mdquina oscura hacer sects del anata naga, sobre pagel y Wo (Wolen 183) y(1833) Césae i élite acl habia editado una serie de lito Ue abil artista Puevrredsn, nuestro compatriota, cuyos trabal sobre lienzo. Copiadas asia lo vivo las facciones en la tela, nos dicen que al Sr. Bartoli piensa hacer después retocar, 0 mds bien pincar esos retrates con hharta razdn estén llamando la atencién, de algcin tiempo a esta pa La biisqueda de una mayor fidelidad a la realidad que se evidencia en la produccién pictSrica de Pueyrredén, puede relacionarse con la divulgaciSn.de.este medio de reproduccidn de la imagen. Sabemos de la existencia de retracos fotogréticos enrique: cidos piceSricamente por el artista. Responderia de esta manera, quizis, al requerimien- to defeferto sector del pabligh que adopra la novedad de la técnica pero metamorfosea- da por el prestigio que atin posefa Ia pintura. EL CAMPO, LA CIUDAD Y SUS PERSONAJES COMO GRAN TEMA Hacia 1860, Prilidiano Pueyrredén comienza a plasmar en sus telas escenas del Buenos Aires que tiende a desaparecec en un proceso de profunda transformacisn. Su mirada se detiene en las imagenes y personajes que particularizan la vida local, rescatando caracteristices y/tipos papuLarET de Ta ciudad y-eLcampoyal igual que otros artist habfap-_hecho antes. con dibujos de Archur Onslow y de Hipslito Moulin, reproduct. tumbres de Buenos hires: o> Dies mis ese Sarasa vien plasmard imagenes con temas costum- bristas y gauchescos que la Litogrffrde las Arces imprime con el rfeulo de Usos y Coseumbres del Rio de la Placa. Pero lo distintivo en el emeamienco que Puexsceckin hace del cema es que, en algunas obras, lo lleva a grandes dimensiones." SSS El pintoresquismo de ciertas escenas creadas por Prilidian Puevrredin podtia tg Juss boe adscribiese al costumbrismg espanol. Es el caso de Ciggo popular de Cais, acuarela raion, realizada presuntamente durante su primera estadfa en Europa.” Podemes relacionat el clima que crea en esta obra con las que pintaré muchos afios después, haciz ¢865.) De esta manera, en Patio portetto, Pescador y El naranjéro se vislumbra la influencia que sobre él ejercié la estética que, en €l ochocientos, irradia su influencia desde “Andalucia y Madeid y que propugna el retomno a la tredicidn, buscando inspiracién Fefinne a & Kk en la realidad circundante y en los cipos populares. En El naranjero describe, en una Coq tela de grandes dimensiones, la imagen de un personaje tipico y muy atractivo para los més pequefios, para los que las naranjas dulces egnsticufan preciais golosines. Con una paleta de colores célidos, vibrantes rojos y amarillos, Prilidiano reconsteuye tuna escena de las calles de Buenos Aires. Hacia la derecha de la composicisn, un paseante de bombin emerge desde una extrafia atmésfera de luz cuyo puneo més intenso se focaliza en el blanco de la camisa del pequefio negrito que, picarescamente, se asoma hacia la escena principal La obra es descripta por un cronista del Correo del Domingo: {..] Pero ese otro grupo de chiquillos que rodea a un naranjero italieno.no » gy sogltc. son menos graciosos, sobre codo el rilluelo que se esconde teas el éngulo de una puerta con intencién de escamotear una naranja al vendedor en el primer momento de descuide... Los personajes estin rodeados de aire y de lu:y se desprenden de manera que hacen la jlusiGn de pesongs vivasf.)"" optk fer El leo, que decoraba el salsin comedior de la cesidencia del artista, es reproducide lico- grdficamente para el Correo del Domingo" por Fermin Rezabal Bustillo, alumno de Pueyrredén. En Esquina porefia, cambién de generosas dimensiones (100 sm x 125 em), define una escena urbana cocidiana Esta ver nuestro cronista reproduce la descripcisn que Prilidiano hace de su obra: [..] Ahora ya no es una sino qe son dos las mujeres que tenemos por delante, vestidas ambas segiin sus condiciones. Van a encontrarse. la vereda es escrecha y la una cede ef paso a la otra. La de la izquierda del observador {es unacjovenciti SiOpEvestida con sencilles gero con esmero y que lleva en un cesto al brazo las provisiones compradas en el mercado. La de la derecha es ne eos que barte la calle con seda y Se pavonea encre los cules de Ue ChAT ue le rodea la cabeza y desciende sobre el pafiolin de color vivo. Esta no carga la carne y las legumbres que canisién ha comprado en el mercado: es demasiado seo. ra para descender tan bajo. Un nagural del Fercol, que aparecerts blanco como la nieve si cuviera costumbre de lavacse fa cara, es quien sigue a su pattona de azabache doblandlose, con la paciencia de un jumento, bajo los patos dé laguna, los pemiles de camero y los atados de verdura. Y zcusil de estos dos mirifiaques es el que se resigiiard a bajar de la vereda puesto ‘que los dos no caben en ella a un 7 Ante la alcanera acticud y la mira da imperativa de la oriunda d€LA frida, baja como un corderillo la extran- jeta, ¥ Fecoje sus vestidos para APUEHSe como harfa una paloma candida bajo las garras de un cuervo. El contraste es original: la negra es la olla de la fabula que ceme tiznarse al concacto de la tama pura del fuego, y un ser real en plueseras Costumbres ultra-democtaticay, que no sslo han emanc' cuca beaemeeseeniv aninteln tere or dag de la Gea cauegica como una represalia justa (. y picanee [1 SS En esca(Qiler de CFOs RummanOs) no Hagan) pineada por Fueyrredin ala Groueste, acuarela y tambign en grandes lienzos al Sled ET HEonfuable personaje de nuestras costas, tantas veces descripto par cronistas y viajeras de la epoca: .] Las lavanderas de Buenos Aires presentan un aspecto singulae al GF extranjero. Cumplen su cometido junto al rio, y este ejército de jaboneras se extiende hasta cerca de dos millas: odo el lav. udad lo hacen qui las lavas negras y igntas. A una gran discancia sobre el agua sémejan la resaca espumosa. Lavan bien, colocando la ropa sobre al suelo para secarla [..."° Guillermo Hudson describe su experiencia: “[-] Uno de los lugares de mayor atraccién para mi era aquél en que se reonfan las lavanderas, al sucde la casa en que accidentalmence residtamos. En la ancha playa se veia algo esi como una nube blanca cubriendo el suelo en un espacio de casi seis cuadras. Tal nube, cuando uno se acerca- tba, se resolvia en innumerables paauelos, medias, camisas, polleras, enaguas ¥ otras pieras de ropa interior, masculina y femenina, flocando en largas sogas y cubriendo las bajas toscas, lavadas por la marea, y los parches de verdes pastos entre ellas, _FEnaguel sitio se permicéa a las lavanderas lavar-en ptiblica la roga sucia de-Buenesstites. A todo lo largo de la costa, las mujeres, en su mayoria negras, arrodillébanse al lado de los charcos, fregando y batiendo enérs camence las piezas de vestir a ellas confiadas (... En su relato registra Hudson, cambién, Ia asimilacién de la mujer european esta carea: Prat Despuésieta dpoca cle Rosas, mujeres pélidas, algunas de las cuales hblaban extratos e incomprensiblesiTomas, se mezclanan con las lavane_ deras-afticanas (..,” Una de estas mujeres inmigrantes es el personaie que pinta Puryrredéin en Lavanderas e en el bajo de Belgrano, de 1865. La fuerce horizontal que decerminan las lomas del paisaje, subrayada por lus cuerpos de los animales, brinda un cardcter estético 2 la composicién de la obra, estacismo sélo interrumpido por la verticalidad de los sirbal Se evidencia una pincelada més suelta que en Sleos anteriores y una intencién de reflejar en forma mas puncual [x realidad circundante. El artista cecrea también una escena del caracteristico viaje a través de nuestras tie- Unalo ce Hacied la tercera parte del sensi ce 8h Po- “Gn der del indio. El avaRE€ sobre la regign esté determinady por los fortin tras, con el neceserio gescanso y abestecimiento, el momento en que se real . miencras que Tas postas constituyen el nexo entre fortines yestancias dé froncera, Jurito con los fortines y las postas, las pulpertas son el origen de poblados en la vasredad pampeana, Bra el lugar de encuentro para los gaiichos de estancias vecinas y cambigy : gauchos Rémades y errantes, Alli podtan adquirc yerba,tabeco y alcoho seevia amy (ue A bign al vigjero para recambiar caballos y adquitir alimentos. En la obra que pinta Prilidiano, una carreta arrastrada por una yunta de bueyes se descaca en el centro de la composicién. Precursora de la galera vel fercocamil fa carrera sus estancies. Aun luego de la inauguracién de la primera via férrea, las carreras continuaban realizando al erans- porte de mercaderias para proveer a las esquinas, pulpesias y estancias del sur. regre- sando luego repletas de lana y frutos del pats. Posefan dos ruedas enormes, sin llantas, de basta eres metcos de dismerco, genecal-! Qa yy mente de lapacho ¥ reforsadas con lonjas de cuefo. Sus garedes eran de cablas, de junco o paja quinchada con travesatios de caita tacuara, y el techo cubierto con| era el médio que comunicaba a los pueblos con la campaita cueras de potio 0 vacunos con el pelo hacia afuera. En el extrem libre del tlamador, travesatio que sobresalia por debajo de ta cola de la casreta, solia colgarse un farol Sobre la lanza 0 pércigo se fijaba el yugo al que se uncéan los bueyes y se sentaba el cacrezero. Las carvecas eran imprescindibles y todas las estancias posefan pot lo menos una. Ls Zeveto 69 Como las definiefa Femin Silva Valdés, fueron en nuestro medio como un “extrasio caracol civilizador”. “{..J Pesadas y'lentas, pero constantes y pacientes, fueron rayos ¢e pro- .greso expandidos hacia la pampa virgen. Recorrieron de punta a punta todo nuestro éxtenso pals. Llevaron y crajeron, subieron y bajaron rfos, lagunas y cafiadones [ ‘A mediados del sighs pasado las principales familias portefias residian en el barrio sus, cen las cercanis de los templos de San Francisco, Sanco Domingo ¥ San Ignacio. Las casas eran de diseribucién latina o mediverrénea, construcciones de un piso que organizaban sus habitaciones en torno.a varios patios, generalmence tres. El primero era el patio de los sefiores, él segundo era el del servicio, y el tercero era el centro de los lugares de trabajo: cocina y lavadero, huerta y corral. Es este tercér patio el que plasma Pueyrredén erl{(n patio porteiio en 1850.) a Esta obra y Un alto en la pulperia son de pequeiio tamafio, pero algunas de las escenas costumbristas son trabajadas por Pueyrredén en grandes simensiones-otorgéndeles, ast, jgrargula temética. Es en celas di en el campo, Elode6, ELnaranjeroo Esquina porte, mn Dencro de esta produccién, se diferencian claramente Qe estlop En algunas obras, ll lus incensa modela contundencemence las formas definiendo los cuerpos con solider pécrea, Pueyrred6n simplitica las figuras y las pefila con extrema nitider. Un alo en el campo, El rodeo, Un aleo on la pulperta y Un patio porceo en 1850, eneee ora. se situarian denceo de esta estética. La cendencia naturalista que se vartiea en los cecratos puede analizarse tambign en las escemas coscumabristas. En las elas eealizadas alrededor de 1864, el modelado es mis gradual y los pasaizsde] 2) So ombras mas suti \ s, carncteristicas presences en Capauas y pet de campo, Lavan- devas en el bajo de Belgrerio, Recorriendo la estancia y San {sicro. © Se is de un metro y mediv que compone Un aio EL GAUCHO PAISANO LOS TRABAJOS ¥ LOS DIAS Cuando Pueyrredén comiensa a pintar grandes telas donde el personaje central es el Pero este espiticu con- 7 4 a con_una preocupacisn. 1; isc re ArSblematica que domina los igtereses inteleccuales de un grupo que vive la incipiente sautécconas. Este sector de [a lite acusa una tendencia romantico-tradicionalisea fren- ‘al accionar que demuestra desprecio y desinterés por todo lo vinculedo @ las for- mas tradicionales de vida. Aunque durante la presidencia de Barolone pte) me- diance las levas, se agudliza la persecucién del gaucho, la teoria doctrinacia de-€éte It der subraya la valorizacion del paisanaje. “En un grupo de esa misma élite -sqstiene Pérez Amuchéstegui- habia prendido con fuerza el criterio doctrinario, que en su momento enuncié Mitre, referente a que el el feisénd) el hombre de campo, (gach, constiuia el nica elemento aus eieesicay + objecivamence podrfa constituisse 204 cohesign nacional’, en ese farrago Cosmiopolita que Tavadla el pay Sabemos que Pueyrredén simpatizaba con las ideas y Ia politica misrista. Podeiamos hallar en aquel concepto, entonces, el origen de su interés por la vemética tradi- cionalista a la que jerarquiz dimension épica. Eeaucky que pinta en sus elas es aquel anrigue de origen colonial que, 3 TtSlo de sus tierras, se coneraca como pedn en las grandes estancias!” TEMMino “gaucho” se asocia con “vago y malentretenido”. Pero muchos ‘gaucho” se aso wago y malencrerenido”. Bacichos matreros fueron en su origen, al igual_que Martin Fierro, paisanos o peones de campo. El protagonisca del poema de José Herniinde: se define en su pasa- do como trabajaclor rural en composiciones de gran tamatio otor “td Y apenas la madrugada Empezaba a coloriar, Los péjaros 2 cantar Y las gallinas a apiarse, Era cosade largarse Cada cual a trabajar. (1 El que era pidn domador : - Enderesaba al corral, Ande estaba el animal Bufidos que se las pela Y mas malo que su egitela Se hacia astillas el bagual C4 Y mientras domaban unos, Orros al campo salfan Y la hacienda recogian, Las manadas repuncaban, Y anst sin sencic pasaban Entretenidos el dia (ars Aunque otros artistas se haban ocupado ya de la tematica gauchesea, cuando Puey: tred6n crea sus composiciones con escenas campestres.go gyiste una fusrce cradicién pictérica de representacién a gran escala de esta temndtica tradicional. eee eee regodea desctibienda detalladamente las caress del gaucho campesino, pain de las grandes estancias. Lo pinta enlazando el ganado, aranda latierra, preparando la verna realizando el, rodeo 0, simolemence, en su momento de descanso baja el eran ombi, juno al fuego y en eveda de mace, ; i. Hav un profundo conocinisnto deesa ery de i taciones ens ad, nea dde_aquélla' de los artiscas extranjeme.que rie de cisrra exorismo los : mas gauch { de aguella de los antitas ext no los s amas gauche: os Los caballospincados por Monwoisir-a Pallitye responden a as caracter \ cas de fos caballos arabes o europeus, al igual que los rasgos que presentan sus gauchos. Prilidiano, en cambio, pinta el caballo crigllo de ancho cuello, miembros sélides y posterior fuerte, y plancea iconogréficamente un auséntico gaucho de la pampa bonae- ease. Cuando pinta fas dos primeras grandes telas que de sw autoria se conocen sobre cas tisi- cema gauchesco, visita su estudio un cronista que describe las obras de esta manera: ¢, “(od Los antiguos usos y costumbres de nuestra campaiia desaparecen d Caregte “(--] Los antig, pumbres de nuestra camparia desaparecen de ———~ dia en dia. La ola de la emigracidn acabard por sumergitlos en ¢. olvido. La civilizacién ganaré en esto; pero la originalidad, lo pintoresca, tan queridos de los artistas, dejarda de servi de fuente para las inspiraciones de éstus. Hacemos esta reflewidin en presencia de dos cuadros que termine en esce momenco el Se. Pueyrreddn [...]. Representan los extremos de nue: sy vasta campatia; el placer y el teabajos las escenas pactficas y pactin jas luchas arreviclas del wucho contra los toros y los pocros del desierto. El aparce de ganado esta representado con una propiedad notable. La lla ura en que pasa fa escena, el cielo cransparence, ef arayo que corre en Tos-primeros planes son realmente nuesteg lanum, questea atmistera, _ugstris cafaulos laneos, dilacindose en sus fechos al nivel de la ters En el fondo del cuaclro se ven dos grandes rodeos, y entre uno y otro se obser va con placer la representacisn de aquellos lances més frecuentes en los trabajos de escancia, Alli tres hombres a un novillo rebelde al cifuelo; ngs allé un otto es perseguido por una nube de lazos... [..] En el primer plano, a la :quierda del observador, se ve un grupo formado de patcones, de estancieros de pancalin, y de un pidn que acomoda los cacharpas det recado de un macarrén fatigado [..]. El cojinillo y el Lazo estén caidos en el suelo con ocros objetos de la misma clase. Todo este grupo y los por- menores de él cevelan un estudio conciensudo del natural, estudio que ‘solo puede hacer con provecho al que se i cosa peapia quel biewal. El otro cuadeo representa la paz del rancho, como dice su autor. Una carreta de bueyes, mansos y bien nuttidos, La gran joven, ve cibe parte de una familia que camiina para el p iudad se divisa en el fondo més lejano. Mientras tanto, una ida como en dia domingo, sentada en el cronco de un ombii, _bace los honores del mate @ un grupo de gente m "Poa srajes de este gran grupo son de igurosa verdad [1] son wortetslegt- eee Buenos Aires, antes que las diligencias, los 6munihus vos caminas de doa despasix | Un alto en el campo y El rodeo son los titulos con gue se conecen hoy los dleos gue tse describen, pincados en([861 Prilidiano Pueyrredén define el espacio de la pampa como gin otro artista lo hizo ; Bee ayaa he antes, tgnsmitiendo fa esencia de exe desierto, de esas grandes extensiones de planicie. La forma que adopra para erent em sensncion de inmensidad y llanura es original: no fOM/*° 5 el cuadeado sino el recténgulo, con su predominig horizontal, el que dani cabidaa ese “mar verde” y esos cielos intensamente azuley ¢ inconfundiblemence australes. ——— — EE ——E—eES—iee'_ —f Woon rte, Adios més tarde, otro artista argentino a quien pertenecieron estas dos obras, Candido Lope:, adoptard también este formato para pincer sus famosas escenas de la Guerra del Paraguay, En pequetio 0 en gran tamafio, el reccéngulo sera la forma predilecta de Prilidiano para crear sus caracteristicas escenas de campo. En much elas ress a un el Su SMBSHEN. wn pure ise ales que origina up horizonte bajo y permite eLdesarrollo de una , sub- rayando la horizontalidad. Esta disposicién, donde el ciela osura la puoparisn ayes en la tela, comunica con eféccividad la inconmensurable dimensisn pampeana. Com- wgalacele a incon Done de esta manera El rudeo, Recorriendo la estancia, Acarecer en la pampa y Toners} en la pampa, encre otras obras. En Un aleo en el caripié y en Sam Isidro recurre también, para orgenizar el espacio pic- cérico, a la figura altamente cectonica del ombt, especie arquetipica de la pampa ar gencina, JJbensficoy Laud Yiavorito tambien “[.-] En este cuadro notable, es muy norable aun caracteristico, tan cantadlo por los poetas portefios, eT del artista compatriota. Los que él pince,son vendaderns ombies, en el follaje, en la forma general, en los accidentes del tronco, y de sus raices [...]." En un texto laudatorio, Marcos Sascre realiza la apologia del ceibo y del ombi, carac- teristicus y exclusives de fa region del Placa. (En el marco de la politica europeizante | _imperance, esta valoracién del ombi realizada por el escricor, ¥ que sefalamos tam- bign en la eleccin de Prilidiano Pueyrtedsin, simboliza el zescaze de le nacional Sastre destaca que, como ejemplar autdctong, crece saludable en el clima de estas tierres mientras que los especimenes extranjeros presentan una dificultesa adapeaciéin al suelo. Detalla los beneficios de su existencia en Ia estancia y la chacra donde, al crecer aisladamente, no dificulen el cultivo y defiende del sol y de la incerperie a los animales, los carros ¥ los dtiles de labran: “[.] El ombii es el Gnico objeto que se eleva sobre Ia dilatada pampa, -enuncia~ descruyendo la monotonfa de ese océano de verdura. Sus abundances rafees, [..] imitan las rocas simulando en los huecos de su geno sombrias cavemnas que pueden servir de cémoda habicacién en el desierco. Casi siempre su presencia indica, desde bien lejos, la morada hhiimana al caminante extraviado, que apresura hacia él sus pasos paca gozar el seguro reposo del rancho hospitalario de la pampa, En las dilatadas llanuras sin caminos, el ombd es el norte del viajero [..} refrigeca con la frescura de su sombra a los hombres y animales, cuando el sol abrasa la tierra con sus rayos (...." lafi primer plano a partir del cual se definen los planos posteriores que demarcan la pro- fundidad espacial E(CEI rodedlescribe una tradicional escena de nuestras pampas. Antes de que el) altntrmicavadiera nuestros campos, los ganasios de las estancias.o dian mezclaise "vera frecuente, entonces, que algtin estanciero “pidiera rodeo” que el otto hacenda- do estaba obligado a dar, segdin el Codigo Rural de fa Provincia de Buenos Aires de 163 que, en su articulo-26, dice: “El hacendado tiene obligacién de dar rodeo exy ra de un gran ombé organiza estructuralmense Un elto en el campo, en un codo tiempo, menos en la época de la fuersa de la paricisn y en los casos de seg4, excaser de bracos u otros impedinencos que importen fuerza mayor.” El “pedir rodeo” ignificaba solicitar que se “parara rodeo” en un campo vecino, aa Anes del amanecer, fa peonada ya estaba montada'y, a las Srdenes del capataz, se comprobar si habia alli animales del solicicance. Estos tabajos tipicos de estancia s« real ban también para concar las reses o agruparlas para comprar o verler. disponia a “campear”, es decir, ir al encuentro de las “puntas” de hacienda. Loc &tas, se las recogfa hacia el rodeo valigndose dei sefuelo, un grupo dé animales man- sos que guiaban a los ariscos. Entre ellos marchaba un “madrino” que, con una cam~ panilta, hacfa las veces de yegua madina “AL aclarar ~describe Carlos Moncaut en Pampas 9 Estancics.. cabalios sudados caminando lentamence alrededor de la hacienda, para “atajax rodeo” Entonces se apartaban a los animales gordos para a venta y alguna que otra res no. podian verse los may gorda, para consumo de la estancia En una escena bafiada por la lur cenue del alba, Pueyrredén transcribe fielmente cada uno de los detalles de esta tarea tan apreciada por el paisano, UNA APROXIMACION A LO NATURAL -PAISAIES Y DESNLDOS Latamiliaridad profunda y continua que Prilidiano Pueyrredén mantenfa con E> Caless)se rraduce en sus convincentes representactones de los drhalss, elo v Tas Tonalidades de los cielos. Reconocemos en sus obras los discintos espectmenes que pueblan las costas del Placa, los mavices terrosos del rf0 0 la luz de un atanlecer en la ama Prilidiano reside en lo alto de ta barranca del Socorro rodeado de un gran parque y una tupida arboleda. Desde pequefio su émbito fue el ya eélebre panorama de ly cha- | cra "Bosque Alegre” de San Isidso, llamada asi por su yariedad de especies vegerales. “LJ vagatbamos a pie o simplemente con fos fuertes bastones de andarines que él se habia hecho corcar de las calas del “Bosque Alegse”, para apo- yarnos en esas largas jornadas a través de las hortalizas y maiales de su propiedad sedorial (...] -relata Nicolds Granada~. Yo llevaba er: bando- lera la caja de colores, él, un banco y caballetes plegadizos, y cuando le- gaba el momento, a cada paso repetido, de las admiraciones y &xcasis artisticos, ance una belleza panorémica, © un deralle caractertstico por su forma, exposicién y colorido, digno de una nota, de una mancha, de un apunce [... abric de par en par la caja que con los pomos de colores, ence- rraba también el ciento y la paleta, y él a pincar, entomando los ojos y can- turteando retazos de peras favoritas o alegres jirones de canciones an- daluzas [...] aquella magica evocacién del paisaje [...] comaba norma, ani macién, vida, bajo los toques seguros y magistrales de aquel fino e inspi- rado pincel : 3} 10 y las de sus amigos. ‘San Juan”, propiedad de Leonardo Pereyra y Maria Anconia Iraola, es una de las que visiea asiduamence. Pracclca all esacins, caza menor y no abandona la pingure, que cealca ale a Junto a Leonardo, dibuja también caricaruras de los amigos con los que comparte su stadia, Elabora para esta estancia el primer proyecto de parque, de dos kilémetros cuadrados de extensién, con un gran lago artifical alimentado, a través de un sistema de caferias, por el arroyo Los Patos. Prilidiano vuelea esta experiencia de una larga e fatima identificacién con la natue .des dleos, en los que el paisaje posee una contundente presencia, 0 en las pequedias composiciones, donde se deviene en la descripcién de los matices de la vegetacién o determinado efecto de luz de una pasima cormenga. Pero, ante todo, reserva al paigaie un espacio particular en ton espe femte dliiundidas v que consticuyen su progluceiéa-tastana, ubras que creaba para st. En elles se revela como un sutil y refinado colorist _En Europa realiza, con este mavio, vistas de aldens, paisajes y escenas ue costumbre Durante str escadia en Rio de Janeico, acudle a la a raleza en sus gra ela también para reproducit los is panoramas brasilefos. Ya en Buengs Aires, descubre en esta cécnica el medio ade- cuado para plasmar el particular cromatismo de la costa del Rio de la Plata, paisaje que.domina desde su estudio insralado en el mirador de la.quinta de C-nco Esquinas. El delea y fas orillas de San Isidro serdn también sus modelos. En algunas acasianes, ta manera de trabajar estas obras es el apunte rapido y fresco de ia impresién del momento. Pero en la mayorta, el mado académico prevalece, el dibu jo construye ycompone, y el color se supedica a él En Ig actualidad se conocen pocas obras en. las que Prilidiano Pueyrredén craca el te = : E 7 : Words désnudo. Supuestamente, realizé muchas més, que habrian sido destruidas. El baito y La siesta son los titulos de dos telas de generdsas dimensiones donde el artista aborda el tema. Ambas de gran audacia para la época, craténdos de mansctip- phone willy S ciones dicectas del cuerpo femenin= . Deberfamos incluir rambién un pequedo 6leo, Batista en el vio Lujdn, un caracterh> tico paiseje en donde Prilidiano ha incroducido el desnudo asociéndolo con una te)\ mética a la que frecuentemence acudieron los artistas en la historia del arce: Susanay ¥ los viejos, Betsabé y Diana sorprendida. El res iconogrdtica’, ~Biblicas y mitoldgicas, se hace presente en esta composicién en la que dos mujeres se disponen a tomar un bafio én un manso riacho mientras, desde la espesura de fa ve- getacidn, la cabeza de un hombre asoma espiando la escena. Los desnudos creados por nuestro artista han sido gazalogados.como.cuadeos real dos para la exhibicién privada en un citculo de hombres de clase alta, y se los ha tel faguerrotipo erdtico que sulaba en Paris donde, sin dudas, aborda el cema con mayor talento y haciendo gala de un HEEEral dominio técnico. En esta tela, Pueyrredén oforga al cuerpo femeni- no un caricter de incegridad y orden, pero combina esta armonta con un sentimien to de realidad. Las mujeres que represent son mulgses sales en un ensama.ng ilaladn, Sus euerpes v x yacen sobre una amplia cama y sobre grandes y mullidos almohadones. La luz, tamiza- da y homogénea, insinda los vokimenes y determina la caractertstica inrlidad de la rextura de los drtiszas ntuclésicos: formas convencionalmente lisas y superficies cer- 22 Colores cides, amarilos dorado, definen los cuerpos de las mujeres, en aleo.con- raste con [as tonalidades frias de las sébanas v de las sombras. El azul profundo del Pavio sobre el que descansa una de ellas subraya atin ms la lurminosidad y la texcura sedosa de la piel. Pueyrredén ha suprimido 0 subordinado al esquema ideal los aspectos naturales. Los detalles del cesnustp.real, piegues que anatsmicamente surgivian en la pose, han sigo _-Sbviados, Dentro de una estética sefialada por la enseftanca deTagres, una linea pre- _ Shay neta recorte ld cela ya partirUe ella, emergen las formas que, aunque estilizadas, remiten a un modelo real alejado de los ee ee -. Momento estaba acostumbrado. Pero si los cuerpos han sido representados con cierta idealizacién, no sucece lo mismo comel rastza de una de las mujeres que nos permite ver el artista. Las facciones de la modelo sugieren el retrato de una mujer concreta, su rostto no posee la elegance afectacion de las mujeres del neoclasicismo. Esta Personalizacion del desnudo repre- Senta, en el siglo XIX, una gran osadia. Como sostiene Clark: “[..] Colocar sobre un. po desnudo una cabeca de cardcter tan individualisea compromete las propias premnisas del desnudo clasico [...”" Pasa ju:gar la magnitud de la osada de Pueyrredin deberfamus recontar que hacia la misma época en que pinta esta cela, la exhibicign de la Clem dopant nl Sala parisino de 1865 provoea un gran esciindalo. La resolucién del escorzo de la cama en La siesta implica al espectador espacialmen- te en la escena y permite contemplar los cueros de las majees Unione a nado rojo actiia como fonda. Hacia la erecha se insinda la decoracion del ambience: una silla y una mesa que no toleraba _ver plasmnada la imagen-del-cuespo-desaudo sin el velo de [a idealizacion. Alejado de Tos preceptos de la Academia, Prilidiano Pueyrredén aborda aqui esta emdtica fuera de todo contexto histérico o literario. irr embargo Te Opinion que, acerca de sus desnucos, transcribe un pgridico de la poe: “{.] Hay algunas de esas paginas de que no se puede hablar, pero que encanta el mirarlas. Las dejamos porque nuestra palabra no 3 bascante jesnudeces con las cuales el pintor dé sivestras, de que es capas, con s6lo el guxilio de un pincel, de un grano de. tierra molido y un dedal de aceice, de cobar a las arterias sus pulsaciones, al cutis su blandura, a las formas humanas le elocuencia que Dios les ha dado para hablar a los sentidos y a los afectos. El juicio final de Miguel Angel, la obra maestra entre los maravillosos frescos de la Roma moderna, no habsfa dado inmorcalidad a su autor si se hubiera asociado a sastres y modistas para adornar con merinos y cules a sus personajes. Los sudarios de los que resucitan los ha devorado la tierra, y en el cielo y enel infierno, 2 donde son destinados, ni se permiten disftaces ni el clima brillante para poder vestir. exige género alguno de resguardo contra las intemperies. ige Bu Ps Pero los recursos del arte son infinitos (...) El cronisca alude luego a una obra de Pueyrredén, hoy perdida: “£.] Quien desee hacerse idea de cémo eran las Venus vivas quesirvieron de modelo a las que se admiran en Florencia 0 en el Vaticano pontificio, puede mirar ese cuadro que represenca el incerior del caller de un pincor allt esta de pie una mujer, al lado de una escufa, apoyada sobre una mesa,

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