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SEÑORES DE LA NIEBLA
MANANNÁN
Entre los dioses irlandeses, Manannán es tan misterioso como la neblina del mar.
Se dice que es hijo de una sombría deidad llamada Lir; tanto el padre como el hijo
son dioses del océano, aunque Manannán es más conocido que su padre. Lir, de
hecho, es mejor conocido por sus demás hijos: Fionnula, Aedh, Fiachra y Conn, a
quienes maldijo su malvada madrastra a permanecer 900 años como cisnes.
La tradición sugiere que Manannán puede ser un dios mucho más antiguo que el
Túatha Dé Danann y, por tanto, no es miembro de dicha tribu.
Como gobernante de los mares, vive en una isla llamada Emaín Ablach (cuyo
misterioso nombre se relaciona con manzanos, presumiblemente árboles que dan
frutos milagrosos que conceden la inmortalidad a quien los come); esta isla es
parte del paraíso del Otro Mundo, conocido como Tír Tairnigiri o "La tierra
prometida".
Como dios del mar, Manannán es protector de la Tierra (pues la mejor defensa de
Irlanda es que se encuentra rodeada por agua) y guardián de las puertas entre
éste y el Otro Mundo porque, después de la muerte, se dice que uno debe viajar
sobre el mar hasta llegar a la Tierra Prometida y la Tierra de la Juventud.
En un relato, Manannán escolta al rey irlandés Cormac mac Aírt desde su trono
real en Tara hasta el Otro Mundo, y pasan a través del velo de niebla del dios del
mar. Al llegar, asisten a un banquete ofrecido por Goibhniu, dios herrero, pero
presidido por Manannán. En este banquete, los Túatha Dé Danann reciben la
inmortalidad al comer la carne de los cerdos de Manannán y al beber la cerveza
de Goibhniu. Antes de escoltar al rey en su regreso a casa, Manannán le regala la
legendaria rama de plata, cargada de frutos de oro que, al ser sacudida, puede
calmar a quien escuche su susurrante y musical sonido, y que también puede abrir
la puerta al Otro Mundo.
Como experto en los trucos, en una ocasión Manannán decidió seducir a una
mortal cuyo esposo estaba lejos, en batalla. Para hacerlo, se le apareció al rey y le
dijo que sería vencido en la batalla, a menos que permitiera que Manannán
durmiera con la reina. El rey accedió. En otra versión, Manannán se le apareció a
la reina y le dijo que su esposo sería vencido si ella no lo recibía en su cama. En
ambas versiones, la reina se embaraza y da a luz a Mongán, quien posteriormente
se convierte en un renombrado guerrero.
Otra hija de Manannán que tiene un importante papel en el mito irlandés es Áine,
diosa del amor y la fertilidad, asociada con el Sol. Ha sido reconocida por su
vigoroso apetito sexual, dirigido en forma especial a los hombres mortales, y por
su importante participación en el folklore como reina de las hadas.
MANAWYDAN
Este dios recibe el patronímico de "hijo del mar", que es su única relación con el
océano en la tradición galesa. Forma parte de los Tres humildes Caciques porque
nunca quiso territorios, ni siquiera aquellos que le pertenecían por nacimiento. Al
principio de la Tercera Rama de Mabinogi, no tenía hogar alguno, pero,
posteriormente, se va a vivir con su amigo Pryderi en Dyfed, en donde se casa con
Rhiannon. A pesar de que Pryderi sigue siendo el gobernante de Dyfed,
Manawydan asume el mando de la Tierra.
Por fortuna, ya contaban con caballos y sabuesos para lograr una mejor cacería y
así sobreviven un tiempo, pero, un día, ambos persiguen a un jabalí blanco en el
bosque hasta una fortaleza que nunca había estado allí. A pesar de que los perros
acosan al jabalí, Manawydan persuade a Pryderi de no entrar a la fortaleza, pues
siente un mal presagio. Pero Pryderi no desea abandonar a sus sabuesos.
Dentro de la fortaleza, Pryderi no ve signo alguno de los perros o del jabalí, pero
encuentra una fuente en cuyo borde hay un cuenco de oro que cuelga de unas
cadenas doradas que se estiran desde el cielo. Pryderi toca el cuenco y queda
pegado a él, sin poder hablar ni moverse. Cuando Manawydan vuelve a casa solo,
Rhiannon sale a buscar a su hijo y corre con la misma suerte. Al caer la oscuridad,
llega la densa niebla y la fortaleza desaparece, con Pryderi y Rhiannon dentro.
Manawydan lleva al ratón a la cima del Monte de Arberth y construye una pequeña
horca, pues, al ser ladrón, el ratón merece ser ahorcado, según explica a Cigfa,
Uno tras otro, tres viajeros intentan disuadirlo de su empeño de castigar al ratón.
El último de ellos finalmente le pregunta qué desea a cambio de la vida del ratón, y
Manawydan responde que quiere el regreso de Rhiannon y de Pryderi, que se
levante el encantamiento de Dyfed y la garantía de que no se hará más daño a su
pueblo, ni a él, ni a su familia. Este gran viajero, según había ya adivinado
Manawydan, era en realidad el vengativo mago que había causado todos sus
problemas, pero accede a cumplir con las demandas de Manawydan. Rhiannon y
Pryderi vuelven con sus respectivos consortes, el pueblo recupera a su gente, y
ésta a sus animales y sus viviendas. El ratón, por su parte, regresa a su forma
original como bella esposa del mago, embarazada.