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En Colombia la incorporación de variedades con mayor productividad, con resistencias y

tolerancias a plagas y enfermedades y características más apreciadas por el mercado, se ha venido


realizando paulatinamente por parte de las casas comerciales de semillas. Hoy en día existen
híbridos de tomate con resistencias o tolerancias a los diferentes tipos de virus, limitantes
extremas de la producción. En el brócoli existen materiales híbridos con potencialidad de ser
usados exitosamente para procesamiento como son los materiales Marathon y Legacy. En el caso
concreto del espárrago hay híbridos adaptados a condiciones de producción con climas cálidos y
que producen 100% machos, lo cual se traduce en mayores rendimientos. En cebolla de bulbo hay
excelentes materiales adaptados para zonas cálidas como son los Yellow Granex de varias casas
comerciales. En lechugas y espinacas, los materiales sembrados tienen una muy buena
adaptabilidad a las zonas en las que se desarrollan estos cultivos. Esto asegura y garantiza
parcialmente que los cultivos sean exitosos desde un comienzo. Además, las prácticas de
producción bajo el esquema de horticultura protegida tienden a ser amigables con el medio
ambiente. Dentro de las técnicas y los sistemas de producción que constituyen la horticultura
protegida se pueden mencionar La producción en cubiertas flotantes. La producción basada en
estructuras de protección como túneles bajos e invernaderos.

Mayor seguridad de producción de especies de valor económico. Varios ciclos de producción por
año. En cultivos como berenjena, ají, tomate, habichuela, tecnologías menos costosas y
sofisticadas, como los acolchados, acompañadas de fertirriego, permitirán también el control de
malezas, las condiciones climáticas y las condiciones edáficas en que se desarrollan los cultivos.
son una alternativa más económica dentro de las estructuras de protección para desarrollar
cultivos como habichuela, guisantes, espárragos y además cilantro, lechugas gourmet, espinaca y
plantas aromáticas y condimentarías. Todas estas prácticas que componen la horticultura
protegida cobran la mayor importancia con los tratados de libre comercio y las demandas de
calidad fitosanitaria y de inocuidad alimentaria que están imponiendo los consumidores de
hortalizas.

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