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EL SECTOR AGRÍCOLA COLOMBIANO

El sector agropecuario afronta en la actualidad una compleja coyuntura, ante la cual es


necesario que el Gobierno Nacional tome una serie de medidas urgentes, que ante la
sensación de vacío existente le devuelvan la confianza y la estabilidad al sector. A pesar de
los esfuerzos del Estado por lograr una solución a los problemas de inseguridad, los índices
de asesinatos y secuestros aumentan cada día. Muchos de estos delitos están siendo
cometidos por organizaciones subversivas, pero otra gran parte son obra de delincuentes
comunes. La estrategia contra la violencia, diseñada por el Gobierno Nacional, no está
dando los resultados esperados.

Por: ANDRES PASTRANA
 
22 de mayo 1992 , 12:00 a.m.
Como bien lo manifestara el Presidente de la República, con los recursos de la reforma
tributaria se requiere, con carácter urgente, incrementar la presencia permanente de las
Fuerzas Militares y la Policía Nacional en todo el territorio del país, así como el
afianzamiento de las instituciones judiciales. La Nueva Fuerza Democrática espera que
estos recursos sean destinados para este fin.

Sin desconocer que la caída de los precios internacionales en productos como el café, las
flores, el banano y el algodón, entre otros, ha sido factor preponderante de la actual crisis,
la situación de precios se ha visto agravada ante la imposibilidad de mantener en esta
coyuntura una tasa de cambio real, que aliviara, al menos en parte, el efecto negativo del
mercado internacional.

No solamente ha sido imposible un manejo cambiario compensatorio, sino que la


incontrolada entrada de capitales del exterior ha venido a reforzar la tendencia depresiva de
los precios, a través de la revaluación del peso. Al mismo tiempo, la revaluación y el
comportamiento de los precios internacionales empiezan a incidir sobre la producción
agrícola nacional a través del deterioro de la protección relativa que proporcionaban en su
momento las franjas de precios, y de la importación de productos sustitutivos para los
cuales no se previó una política clara más allá de las franjas.

El difícil balance que está tratándose de lograr en el mercado cambiario, intentando


diferenciar la procedencia de los capitales, para desincentivar los capitales malos sin que
repercutan sobre las exportaciones, terminan por afectar nuevamente al sector agropecuario
no exportador, ya que la revaluación de hecho sobre las divisas en efectivo incrementa el
contrabando a través de las fronteras con Ecuador y Venezuela.

Esta situación amerita medidas en tres campos complementarios: (1) en la implementación


de una política de estabilización de corto plazo que controle el ingreso de capitales
repatriados, sin perjuicio de introducir estímulos al ingreso de capitales hacia la inversión
productiva en el país. (2) Sin embargo, en la medida en que esta política pueda generar un
mayor diferencial cambiario, el Gobierno Nacional debe actuar de manera urgente en
ejercer un mayor control aduanero en las fronteras con Ecuador y Venezuela. (3) Se debe
redefinir la protección que el Gobierno ha dispuesto a través de las franjas de precios, de
manera que ellas tomen en cuenta la revaluación del peso y otras condiciones del mercado
internacional, que permiten una competencia desleal en contra del agro colombiano. Esta
protección debe ser clara y reflejar la posición especial que el Gobierno ha querido darle al
sector agropecuario. Incluso deben explorarse otros mecanismos alternativos a las franjas
de precios, en caso de que ellas no permitan la adecuada protección que debe tener el
sector.

Dentro del Plan de Desarrollo Económico, la actual Administración se comprometió con la


aplicación de un ambicioso programa de distritos de riego. Estas inversiones, que
eventualmente pueden ser la solución para que muchas zonas del país no se vean afectadas
por el verano, continúan sin realizarse.

Por muchos años el Estado ha tenido abandonado al campesino colombiano. Los jornales,
en términos reales, del sector agropecuario han venido decayendo sistemáticamente. El país
no podrá recuperar la paz en el campo mientras no haga un esfuerzo por recobrar la calidad
de vida de los campesinos.

A la inseguridad, a la crisis de precios y a la desprotección acelerada del sector se han


superpuesto otros factores, entre los cuales adquiere especial importancia la crisis
institucional del Estado. Esta se refleja especialmente en el sector agropecuario, en
entidades como el Idema y la Caja Agraria, que afrontan una paralización de hecho e
indirectamente a través de la absoluta ineficiencia de la Aduana Nacional en controlar el
contrabando y las exportaciones ficticias.

Si bien es cierto que el Gobierno heredó el problema de la Caja Agraria, no puede seguir
ignorando la solución inmediata del mismo. La parálisis de la entidad traerá perjuicios
graves al país, inclusive poniendo en jaque no solo el crédito y la producción agrícola
campesinas, sino al propio sector financiero. En años anteriores, el Congreso Nacional
aprobó una capitalización de la entidad. A hoy, el Gobierno le adeuda a la entidad una suma
cercana a los 59 mil millones de pesos. Estos recursos se requieren urgentemente para que
la entidad pueda continuar desarrollando su objetivo social. Esta capitalización debe,
necesariamente, ir acompañada de una reestructuración y un compromiso de eficiencia por
parte de la entidad.

Para el sector agrícola es imprescindible que tanto en la Caja Agraria como en el sector
financiero, se revisen las condiciones de prórroga para créditos vencidos para algunas
regiones y sectores que han sido golpeados duramente por algunos de los factores que
inciden en la crisis: la inseguridad, el verano, la baja de precios internacionales, las
dificultades de mercadeo, el contrabando, etc.

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