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La piedra misteriosa
Como todos los años, a principios de marzo nos fuimos de campamento a un lugar llamado El
Salto. Es fantástico: tiene un río, varias cascadas y pozas de agua, muchos árboles, una cueva y dos
albercas llenas de agua de manantial. Casi todos los alumnos de la escuela, de primero a sexto, van
con sus papás, ponen sus tiendas de campaña, sacan mesas, sillas y comidas, y a jugar, nadar y
pasarla bien, desde el viernes hasta el domingo.
El sábado por la mañana, Paula, Tomás y yo nos fuimos a explorar cerca de una de las
cascadas. Llevamos con nosotros una mochila con provisiones (jugos y cacahuates) y dos frascos,
por si encontrábamos animales raros.
Cuando estábamos por regresar, Paula sintió que alguien le había lanzado algo. Buscó un
poco entre la maleza y se encontró con una piedra extraña. Era negra, brillante, redonda, lisa como
una canica, del tamaño de una pelota de tenis y estaba demasiado caliente
–¿Y si es un meteorito? –les pregunté.
–Los meteoritos son muy grandes –contestó Paula. Los que hay en el museo son casi del
tamaño de un coche.
–Esos no son meteoritos, sino meteorotes… –les dije de broma.
–No seas payaso. Yo nunca he visto uno chico.
–Pues es obvio, en los museos solo ponen los más grandes. ¿A quién le va a impresionar un
meteorito como este?
Tomás vació un poco de jugo que le sobraba sobre la piedra. Se escuchó un sonido semejante
al de una fogata cuando se le echa líquido encima y de inmediato salió una buena cantidad de vapor.
Nos quedamos con los ojos abiertos y sin pronunciar palabra.
En el camino, mi amiga hizo otro raro hallazgo: eran monedas extranjeras. Mi papá nos dijo
que eran monedas de un país europeo llamado Polonia. ¿Cómo habían llegado allí esas monedas?
Era un misterio. En cuanto a la piedra negra, lo único que notamos al rato es que la piedra, o lo que
fuera, se había encogido un poco.
Al día siguiente, domingo, nos fuimos a explorar a otra parte. Justo cuando llegamos al río,
Tomás se topó con una larga pluma de pájaro. Tan bonita como la de los pavorreales o las
guacamayas, pero de un verde muy intenso.
La hermana de Marta, que es bióloga, la identificó después: era una pluma de quetzal. Lo
extraño, nos comentó, es que los pocos quetzales que quedan, no viven en ese tipo de climas y
necesitan de árboles mucho más altos que los que hay en El Salto. ¿De dónde había salido la pluma?
Ese era otro misterio, como el de las monedas de Polonia.
El lunes en la escuela ya todos comentaban que el meteorito que se había encontrado Paula
era de la suerte. Lo que nadie sabía era que el meteorito se estaba encogiendo poco a poco.
Como a mí era al único que le faltaba encontrar algo como la piedra misteriosa, que para
entonces ya tenía el tamaño de una pelota de ping-pong, la metí en mi bolsa y, en compañía de Paula
y Tomás, fui al parque. Llegó la noche y, cuando pensaba que ya no encontraría nada, descubrí una
sandía en una de las jardineras del parque. No se trataba, por supuesto, de una sandía que alguien
había olvidado, sino de una sandía que yo mismo corté de su planta.
Cuando lo comentamos en la escuela todos estaban sorprendidos, salvo la maestra, que nos
dijo que era imposible que en un clima como el nuestro pudieran cultivar sandías.
–¡Imposible! –repitió.
–Nada es imposible para la piedra de la suerte –dijo Paula.
Y, entonces, yo quise mostrársela a la maestra, pero en el fondo de mi bolsa no había nada,
solo una pequeñísima piedra, del tamaño de un grano de pimienta, que tan pronto como la saqué
desapareció de mi mano.
Francisco Hinojosa. Las gallinas de mi abuelo. El Barco de Vapor (Serie azul). Ediciones SM
(fragmento y adaptación).
vocabulario
albercas: piscinas.
cacahuates: maníes.
canica: bolita de vidrio.
guacamayas: ave de América de muchos colores.
quetzal: ave tropical con largas plumas verdes.
3. Nombra al menos tres personajes secundarios, ¿quiénes son? ¿Qué acción realizan en
el cuento?
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Es decisivo porque
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Actividad 2
Un día más
Me levanto y camino sigilosamente hacia tu dormitorio. No quiero despertarte. Abro tu puerta.
Te veo, te huelo, te tapo y te beso. Micro y metro. Empujones y oficina. Pantalla. Mails. Órdenes y
apuro. Café y pienso en ti. Teléfono. Teléfono. Teléfono. Hot dog y trámite. Papeles. Miradas. Me
rasco la cabeza. Reunión. Un pucho. Reunión y galletas. Un chiste, un amigo y el reloj. Apagar equipo.
Metro y micro. Empujones y casa. Camino sigilosamente hacia tu dormitorio. No quiero despertarte.
Abro tu puerta. Te veo, te huelo, te tapo y te beso. Mañana será otro día.
Daniel Carrasco. En Santiago en 100 palabras, revista Plagio, 2011
Teseo y el minotauro
Muchas fueron las expediciones de los jóvenes griegos que habían llegado a la ciudad de Creta para
vencer al Minotauro, pero todas habían fracasado. Año tras año, aquel monstruo de fuerza
sobrehumana, con cuerpo de hombre y cabeza de toro, devoraba numerosas víctimas.
Se sentía a salvo en la isla, recluido en su laberinto, una mansión de intrincados pasadizos, salas
recónditas y angostos corredores, donde muchos se habían atrevido a entrar, pero del que nadie había
conseguido salir.
Un día, Teseo, príncipe de Atenas, decidió encabezar una nueva expedición contra el Minotauro y
marchó rumbo a la ciudad de Creta junto con un grupo de valientes jóvenes.
Tras una larga travesía, arribaron a las costas de la isla. Allí fueron cálidamente recibidos por el rey
cretense y toda su familia. Entre los presentes se encontraba Ariadna, una de las hijas del monarca.
La muchacha, impresionada por el arrojo y la valentía de Teseo, decidió ayudarlo. Lo llamó aparte y
discretamente le dijo:
—Toma este ovillo de hilo y ata su extremo a la puerta del laberinto. A medida que entres en la
mansión, debes ir tirando el ovillo, sin soltarlo en ningún momento. Para salir, solo tendrás que recoger
el hilo que has ido tendiendo.
—Gracias, Ariadna. Es una magnífica idea y muy sencilla de poner en práctica… No hay duda de que
eres una mujer muy inteligente.
Teseo dedicó una sonrisa de gratitud a su benefactora, le besó las manos y con paso firme se dirigió
a la entrada del laberinto. Sus compañeros, sin poder contener las lágrimas, vieron cómo el joven
desaparecía en la oscuridad y escucharon sus pasos alejándose.
Después de unos instantes de absoluto silencio, unos fuertes bramidos les heló la sangre.
Era evidente que la fiera había notado ya la presencia del intruso en su territorio y seguramente se
preparaba para atacarlo. El tiempo parecía haberse detenido para los que esperaban en el exterior.
La angustia iba creciendo en todos ellos a medida que percibían ruidos confusos y distantes.
.En el interior del laberinto, en la más absoluta oscuridad, Teseo iba recorriendo numerosos pasadizos
y aposentos. Se guiaba por su oído para seguir la dirección de la que procedían unos fuertes
resoplidos, palpaba los muros para no tropezar y avanzaba cauteloso, poniendo un gran cuidado en
no perder el ovillo del que dependía su salvación.
De repente, sintió unos bufidos cercanos. El joven se quedó inmóvil unos segundos y aguzó el oído
hasta confirmar que el monstruo estaba completamente dormido. Entonces, con un gran impulso, se
abalanzó sobre el temible Minotauro y pudo vencerlo.
Entretanto, fuera del laberinto, nadie sabía qué pensar al oír aquellos ruidos. Permanecían en silencio,
conteniendo su temor y su impotencia…
Fueron minutos eternos hasta que, de pronto, Teseo traspasó la salida del laberinto y apareció ante
sus compañeros dando un grito triunfal.
— El Minotauro ya no existe… La pesadilla ha terminado.
Asombrados y llenos de admiración, todos rodearon a Teseo para felicitar al héroe que los había
librado de semejante amenaza. Unos pasos atrás Ariadna sonreía, satisfecha.
1. Responde en tu cuaderno.
a. Menciona tres acciones principales del relato.
b. ¿Qué tipo de narrador presenta el relato? Justifica.
c. Describe al Minotauro utilizando tres palabras con el sufijo “ísimo” .
d. Remplaza las palabras destacadas por pronombres: Teseo fue a Creta para vencer al Minotauro.
Minotauro era un monstruo temible que vivía en Creta.
e. ¿Por qué el texto es un mito? Justifica.
f. ¿Por qué Ariadna ayuda a Teseo? Justifica.
g. ¿Qué hubiese ocurrido si Ariadna no ayuda a Teseo?
Actividad 4
Recuerda
El lenguaje que utiliza la poesía es distinto al cotidiano. Las palabras adquieren nuevos
significados y usos gracias a lo que llamamos el lenguaje figurado. Este se desarrolla gracias a
variados recursos, tales como las figuras retóricas. Algunas de ellas son:
a. Personificación: los objetos inanimados o animales adquieren características humanas.
Ejemplo: Al verano le gusta pintar manzanas. (Marta Jiménez)
b. Comparación: realiza una relación de semejanza entre dos elementos a partir de algún
rasgo que los una. Ejemplo: Tu cabello sombrío como una larga y negra carcajada. (Ángel
González)
c. Hipérbole: exagera algún contenido para darle mayor expresividad. Ejemplo: No hay
extensión más grande que mis heridas. (Miguel Hernández)
d. Metáfora: asociación de dos o más conceptos gracias a una similitud o rasgo que los una.
Uno de los conceptos suele reemplazarse por el otro. Ejemplo: El teclado armónico de su
risa fina. (Francisco Villaespesa)
e. Aliteración: repite sonidos iguales o similares en palabras cercanas. Permite dar una
sonoridad particular al poema. Ejemplo: El ruido con que rueda la ronca tempestad. (José
Zorrilla)
f. Onomatopeya: imita sonidos naturales a partir de las palabras. Ejemplo: Tum tum,
¿quién es? / una rosa y un clavel / abre la muralla. (Nicolás Guillén)
Ejercicios
Personificación
Personificación
Metáfora
Metáfora
2. Lee el siguiente texto y responde: ¿por qué los versos subrayados funcionan como
hipérboles y comparaciones, respectivamente? Justifica tu respuesta en cada caso.
Poema 19
3. Escribe un poema, de al menos cuatro versos, en donde hables sobre los gatos, su
maullido o ronroneo. Utiliza algunas onomatopeyas y aliteraciones.
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Actividad 5
1. Contesta.
a. ¿A quién se dirige el hablante?
b. ¿Qué relación crees que hay entre el hablante y el objeto lírico?
c. ¿Cómo crees que se siente el hablante?
3. Busca una personificación en las dos primeras estrofas del poema y cópiala. Luego, explica en
qué consiste.
Personificación:
Explicación: