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Asignatura:

LEGISLACION LABORAL

Presentado por:

JOHANA ALEXANDRA MENDOZA RECIO

ID 705235

Docente:

JUAN CARLOS CASTRO BERNAL

MADRID CUNDINAMARCA

2020
JUSTOS POR PECADORES
ESTABILIDAD LABORAL REFORZADA

La estabilidad laboral reforzada consiste en el derecho que tiene todo trabajador a no ser
despedido en razón de una situación de vulnerabilidad. En Colombia las personas con una
afectación a su salud que les impida o dificulte sustancialmente el desempeño de sus labores en
las condiciones regulares  cuentan con amplia protección constitucional que impone el deber al
Estado y a los empleadores de garantizar su derecho a trabajar en condiciones que se ajusten a su
estado de salud. 
La ley establece garantías a la población en condición de vulnerabilidad, entre las cuales se
encuentra la integración y permanencia en el mercado laboral, protegiendo a los trabajadores con
limitaciones de salud, prohibiendo que sean despedidos sin justa causa o sin autorización del
Ministerio de Trabajo con la indemnización legal de 180 días de salario. 
Lo anterior, teniendo en cuenta que existe una presunción a favor del trabajador en estado
debilidad manifiesta, que supone que el despido se efectúo por causa de su limitación física y que
obliga al empleador a desvirtuarla frente al Ministerio de Trabajo. No obstante, existen dudas
respecto a qué se entiende por afectación a la salud que impida o dificulte sustancialmente el
desempeño de un trabajador, esto para concluir que no existe claridad sobre las obligaciones del
empleador en la materia. 
Para proteger el derecho a la estabilidad laboral reforzada hay que desenmascarar a lo que están
abusando, valiéndose de triquiñuelas y afectando a los realmente afectados en su salud.
Soy un defensor del derecho a la estabilidad ocupacional reforzada y a todo el desarrollo
jurisprudencial que sobre la materia ha hecho la Corte Constitucional. Me he opuesto de manera
radical a cualquier reforma que limite ese derecho, como en su momento ocurrió con el artículo
26 del decreto 019 de 2012 que eliminaba la obligación de los empleadores de solicitar al
Ministerio del Trabajo autorización previa de despido cuando existía una justa causa legal, o
como lo que pretende hacer el Plan Nacional de Desarrollo de Duque. Tampoco me gusta la línea
judicial sobre el tema que ha impuesto la Corte Suprema de Justicia.
A pesar de todo lo anterior, creo que al tema hay que darle una visión integral que permita
comprender que también hay abusos en el ejercicio de esta protección por parte de algunos
trabajadores, lo que lleva en ocasiones a los empleadores a tomar medidas extremas haciendo
pagar a justos por pecadores.
En la actualidad hay dos posiciones encontradas en las altas cortes. Por un lado, mucha más
garantista, la de la justicia constitucional y, por otro lado, está la justicia laboral ordinaria que ha
limitado esta protección a la declaración de una pérdida de capacidad laboral debidamente
informada al empleador. Este enfrentamiento de tesis, sumado al desconocimiento sobre la
materia de muchos jueces municipales, promiscuos o del circuito de todas las ramas del derecho,
que conocen de estos casos en sede de tutela, se ha convertido en un lio para todos los actores del
mundo del trabajo. Condenas judiciales en sede constitucional dizque con carácter “transitorio”
cuando una demanda ordinaria en el país tarda años en resolverse y la mayoría de casos se
fallarán negativamente en contra de los trabajadores por la tesis de la justicia ordinaria que ya
mencioné.
Y entonces, ¿qué están haciendo las empresas? Pues están apelando a la reciente tesis de la Corte
Suprema de Justicia que les permite desvincular trabajadores cuando existe una justa causa y si
no existe, simplemente se la inventan. Así el trabajador realmente esté en delicado estado de
salud y sea destinatario de esta protección constitucional, se la vulneran.
También las empresas vienen implementando exámenes médicos de ingreso demasiado rigorosos
y onerosos que incluyen resonancias, ecografías y otros diagnósticos especializados que limitan
el ingreso al mercado laboral. Y ¿Por qué? Porque ahora, sobre todo en trabajos temporales o de
corta duración, algunos trabajadores llegan con incapacidades de médicos particulares, transcritas
incluso por sus EPS, aparentemente fabrican lesiones, sobre todo lumbares, intentando extender
su vínculo laboral. Ha hecho carrera la tesis de que no se puede desvincular de su puesto a
trabajadores con incapacidades médicas sin importar su duración o su gravedad. Algunos
programan cirugías justo cuando se les va a terminar el contrato de trabajo, sabiendo que es a
término fijo o por duración de obra. Y cuando una incapacidad médica se va acabando y con ella
el contrato laboral, surge una nueva incapacidad por otra razón y así sucesivamente.
Ahora bien, a esta bola de nieve se suma el precario sistema de inspección laboral, que tarda años
en resolver si una causa es justa o no para terminar un contrato de trabajo o para no prorrogar el
mismo. Y la situación se hace más grave si se le suma el pésimo sistema de salud que programa
citas médicas y cirugías tardías.
De otro lado, recordemos que la ley permite que, si existe “concepto de rehabilitación favorable”,
la incapacidad puede extenderse hasta 360 días antes de calificarse la pérdida de capacidad
laboral y las entidades calificadoras en primera instancia tardan en hacerlo, esto sin mencionar
que algunas juntas, en segunda instancia, tienen serios cuestionamientos de credibilidad porque
se les señala de tener intereses con las aseguradoras de riesgos laborales y con los empleadores.
Sobre este tema descrito ya hay toda una especie de “cartel” de abogados, médicos y clínicas de
garaje que aparentemente “venden” incapacidades y epicrisis de todas las duraciones y
características, así como sucede con la patología de moda, “episodio depresivo moderado”,
ocasionado por estrés laboral.
Creo que hay que revisar todo esto. Obviamente no para plantear soluciones como limitar el
derecho como lo plantea el gobierno, que no resisten un control constitucional, en razón a que
esta protección tiene amparo internacional, sino para ver cómo se determina cuándo un trabajador
es beneficiario de esta garantía y como se sanciona al personal médico que participa de este
fraude a la ley.
Aquí debería jugar un papel protagónico el diálogo social tripartito y la negociación colectiva. Se
pueden establecer comités obrero-patronales especializados en estos temas y el Ministerio del
Trabajo puede reglamentar que los procedimientos de análisis de casos de estabilidad laboral
reforzada se resuelvan de forma sumaria en las direcciones territoriales del trabajo o que las
juntas de calificación operen eficiente y oportunamente.
De cara a la realidad, falla el sistema, fallan los empleadores, fallan los trabajadores; debemos
proteger el derecho a la estabilidad laboral reforzada y una buena forma para hacerlo es
desenmascarar a todos aquellos que están abusando, valiéndose de triquiñuelas y afectando a los
realmente afectados en su salud y que merecen una discriminación positiva por sus condiciones
físicas o sensoriales, tal y como lo ha protegido uniformemente la jurisprudencia constitucional.

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