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agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya están
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Indice
Staff Capítulo 19
Sinopsis Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 New World Order (Sunset
Capítulo 17 Rising #3)
Capítulo 18 Sobre la Autora
Staff
Moderadora de Traducción
Nanami27

Traducción
Katiliz94 Sandra289 Mariabluesky
Key Clcbea Soldadita
Angyyy Nessied Pelirroja
Agoss L.yanin931 Jem Carstairs
Alisson* Moonsdaughter Shadowhuntertrp
Nanami27 Fedee Black

Moderadora de Corrección
Nanami27

Corrección
Nanami27 Lucero
Pily YaninaPA
Mariabluesky Moonsdaughter
Marta_rg24

Recopilación y Revisión Final


Nanami27

Diseño
Soldadita Pelirroja
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Página
Sinopsis
En un intento desesperado por escapar de su inminente
ejecución, Sunny O'Donnell y Jack Kenner encuentran una manera de
salir del Hoyo, hacia un mundo que aún creían que era tóxico por la
radiación. Bajo el brillante sol por primera vez en sus vidas, no sólo
descubren que la Tierra se ha curado de la guerra nuclear, sino que hay
gente fuera del Domo.

En Worlds Collide, el segundo libro de la trilogía Sunset Rising,


Sunny y Jack deben seguir viviendo como subterfugios con el fin de seguir
con vida y encontrar una manera de liberar al Hoyo. Pero en su intento
de salvar a los pobres, descubren la horrible verdad sobre el Presidente
Holt y el mal que podría desencadenar en el mundo.

Sunset Rising #2
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Página
Capitulo 1
Observé sin hablar como un hombre corría hacia nosotros a rápida
velocidad. Vestido en ropas sucias y harapientas, demasiado grandes para
su estructura esquelética, señaló incontrolablemente detrás de él. Jack se
movió protectoramente delante de mí, pero el hombre nos pasó, también
gritándonos que corriéramos.

Algo se estaba aproximando.

El distante canturreo de máquinas se volvió más alto, ahogando el


sonido de mi acelerado corazón. Apreté el brazo de Jack justo cuando la
primera motocicleta salió volando de los árboles, siguiendo el mismo
camino que el hombre había tomado unos segundos antes. La persona
sentándose a horcajadas del vehículo emitió un chillido de parada cuando
nos vio. Una segunda motocicleta, salió del bosque y derrapó hasta
detenerse detrás del primero. Llevaban uniformes de los soldados del
Domo, con armas envueltas en sus muslos y rifles colgados a través de sus
espaldas.

En un solo momento, todas mis esperanzas por liberarnos del Hoyo


se vinieron abajo. La burgué estaba ya aquí fuera.

El descubrimiento no debería haberme tomado por sorpresa, pero lo


hizo. Incluso a pesar de que sabía cuan mentiroso era el Presidente Holt,
nunca se me ocurrió que podría mentir sobre la condición de la Tierra.
Toda su charla de misiles regresando con material radioactivo sonó
verdadera. ¿Y por qué no debería? Se nos había enseñado desde nuestro
nacimiento que el Domo era el único santuario en un insanamente lisiado
planeta. Pero ahora entendía por completo las longitudes al que el régimen
de Holt se extendía con objetivo de asegurar la obediencia de su gente.

Temor, decepción, y la urgencia de mantener toda la disputa por mi


integra atención. No huiría sin Jack, estábamos en esto juntos. Y las
probabilidades de llegar muy lejos mientras era cegada por el sol eran
escasas en el mejor de los casos. Ese temor y decepción restante del que
poder aferrarme.

Más motocicletas rugieron hacia nosotros y una salió volando de una


saliente alta sobre nuestras cabezas. Otra la siguió, pero ese conductor
cayó del vehículo y golpeó el suelo con un golpe sordo. Su motocicleta voló
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más allá, las ruedas todavía rodando mientras se derrapaba en dirección a


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los árboles. Él se levantó, quitándose la suciedad y hojas con un alegre


“¡uff!”
Uno de los soldados lo miró.

—Tu, idiota —dijo—. Mejor que no esté destrozada o lo pagarás con


tus créditos. —Giró su enfadado, fruncido de ceño hacia nosotros, pero el
fruncido desapareció con rapidez cuando vio a Jack—. Por Cristo, ¿eres tú,
Kenner? —Desmontó del vehículo y se acercó a Jack, con la mano
extendida—. ¿O debería estar llamándolo Señor Kenner ahora que es parte
de la familia presidencial?

Con la admisión de la identidad de Jack, el resto del grupo prestó


atención. Conmoción y confusión al instante tomó el escenario principal
cuando vi la genuina sonrisa que el hombre dio a Jack y el respeto que el
grupo ahora le mostraba. ¿No sabían que éramos traidores huyendo del
Presidente Holt?

Jack había estado levemente agachado en posición defensiva, pero


conforme el hombre caminaba hacia él, se enderezó, y cuadró los hombros.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí fuera, Alex? —Preguntó,


aceptando la sacudida de manos—. No te he visto en al menos un año.

—Cuando me ofrecieron este trabajo, salté a por él. No podía creer


que fuésemos capaces de dejar el Domo. He estado aquí fuera en el aire
claro y fresco desde entonces —dijo Alex—. ¿Qué estás haciendo aquí
fuera? Oh, espera, apuesto a que eres el reemplazo de Dirk. Los dos
siempre fuisteis los mejores técnicos, chicos.

Aun apretando el brazo de Jack, lo sentí tensarse solo un momento


antes de que mintiese con facilidad.

—Lo imaginaste. ¿De cualquier forma, qué le pasó a Dirk? ¿Regresó


adentro?

—Condujo su motocicleta por el lateral de la montaña. Ya sabes, tan


listo como ese chico pensó que era, no pudo seguir simples instrucciones.

—Sí, lo sé. Me pregunto por qué lo eligieron a él para salir —dijo


Jack. No estaba segura de qué me sorprendía más; el borde celoso en su
tono o su habilidad por no mostrar miedo.

—Creo que el presidente tenía en mente un trabajo diferente para ti


—dijo Alex, conspiratoriamente—. Hablando del cual, ¿no se supone que
estás en tu luna de miel?

Alex miró en mi dirección y di pasos más detrás de Jack, un poco


más lejos, vanamente intentando hacerme pequeña e inadvertida. Ojalá
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tuviese la confianza de Jack. Mi corazón estaba latiendo tan fuerte que


Página

estaba segura de que cada hombre ahí podía escucharlo.


—Sabes que Holt no cree en las vacaciones. Me ordenó regresar a
trabajar después de la boda.

Alex aún estaba mirándome pero rió cuando Jack lo hizo. Mi


ansiedad al estar atrapada en un bosque con cuatro burgué armados
creció. Era obvio que pensaron que Jack todavía era el heredero
presidencial, por lo que él estaba a salvo. Pero yo era una pobretona y
podían hacer cualquier cosa que quisiesen conmigo.

—Veo que trajiste una compañera de juegos contigo —observó—. No


pensé que a los Kenner les gustara eso.

—Eso fue demasiado audaz —dijo Jack en una voz dura—. Sé que
fuimos compañeros de universidad Alex, pero eso no te da libertades. Me
hablarás con respeto.
Alex apartó la mirada rápidamente de mí y me erguí frente a Jack.

—Mis disculpas, señor. No ocurrirá de nuevo.

Volví mi rostro hacia el suelo para ocultar mi mirada de sorpresa.


Aquí en el exterior, Jack no era un criminal. Tenía autoridad y sabía con
certeza que eso era lo único manteniéndonos con vida en este momento.

—¿Cómo de lejos está la base de aquí? —El tono de voz de Jack era
todo de negocios.

—Unas millas al sureste. De cualquier forma, ¿dónde está todo tu


equipo?

Se encogió de hombros.

—Estaba intentando cruzar el río y lo perdí.

—Con suerte un pobretón no lo coge, especialmente si hay armas en


tu equipo. Esto es la cordillera. Uno de nosotros podía haberte disparado.

—¿La cordillera?

—Sí… el campo de tiro. Enviamos a los problemáticos aquí. —Alex


palmeó la pistola atada a su muslo—. Cazar un blanco en movimiento es
una excelente forma de perfeccionar tus habilidades.

Una imagen del hombre aterrado que acababa de pasar destelló en


mi cabeza. Alex estaba sonriéndome y me di cuenta de que mi boca estaba
colgando abierta, el disgusto escrito por todo mi rostro.
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—No te preocupes, cielo… solo enviamos aquí a los hombres.


Tenemos otras formas de disciplinar a las mujeres —me aseguró. Desató
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un comunicador de su cinturón—. Aquí el Capitán Mills a base, ¿recibido?


—Adelante Capitán Mills.

—Informa al General Powell que tenemos al Capitán Kenner y lo


llevaremos al campamento. El TELL1 es quince minutos.

—Sí, señor.

Alex devolvió el comunicador a su cinturón, se sentó a horcajadas en


la motocicleta e hizo señas a Jack para ponerse detrás.

—Sube. La pobretona puede ir con uno de ellos.

—Yo la llevaré —se ofreció un soldado.

Esperé que Jack saliese con una excusa de por qué no podíamos ir
con ellos, por lo que estuve sorprendida cuando caminó con confianza
hacia Alex.

—Ve —ordenó, con apenas una mirada hacia atrás en mi dirección.

Por un breve segundo estuve estupefacta por la facilidad con la que


regresó a su rol de heredero. Pero sabía que nuestras vidas dependían de
convencer a estos hombres que estábamos destinados estar aquí. El
soldado se movió hacia adelante en el asiento, haciendo espacio para mí
detrás.

Cuando me aproximé hacia la motocicleta, él señaló hacia el rifle que


colgaba en mi hombro.

—¿Por qué no me dejas llevar eso por ti? No quiero que te


sorprendas si golpeamos un bache. —Le di el rifle y se lo colgó a través del
pecho. Me senté a horcajadas en el asiento, haciendo mi mejor esfuerzo
por no hacer contacto con el hombre—. Ahora asegúrate de mantenerte
sujeta.

Aceleró el motor un par de veces mientras esperábamos a que Jax y


Alex tomasen el liderazgo. Cuando la motocicleta se movió adelante, no
tuve más opción que agarrarme a mi conductor. Tomamos velocidad,
rebotando sobre un terreno duro y serpenteando nuestro camino por rocas
y árboles. Con cada golpe, mi espalda gritaba de dolor. Para empeorar las
cosas, mientras salíamos de los bosques fui forzada a cerrar los ojos
contra el brillante sol. Después estábamos volando por el aire y mi
conductor gritaba: “¡Woohoo!” Forcé a mis ojos a abrirse y vi el suelo
acercándose hacia nosotros con rapidez. Golpeamos con fuerza y la
motocicleta salió corriendo de lado a lada mientras mi conductor se
esforzaba por mantener el control. Ignorando el abrasador dolor en mi
9
Página

1TELL: Acrónimos para Tiempo Estimado de Llegada.


costado, me aferré a él aún más fuerte y lo abracé por el impacto, pero este
posicionó la motocicleta e incrementó la velocidad. Relajé mi agarre en él.

Justo cuando pensé que no podía soportar más el constante rebote y


traqueteo, el suelo de repente se volvió regular. Parecía artificial.
Afilándome contra la mirada del sol, levanté la cabeza para ver dónde
estábamos. No muy a lo lejos había edificios —montones de ellos— y otros
vehículos compartían la carretera. Era una ciudad, al igual que en las
películas.

Mi conductor redujo la velocidad y llevó el vehículo a una parada a lo


largo de la curva. Descansando la motocicleta en su soporte, desmontó,
caminó hacia Jack, y le dio mi rifle.

Por suerte, la sombra de un edificio me dio un pequeño respiro de la


mirada entera del sol. Medio cegada e insegura de lo que se suponía que
tenía que hacer, me bajé de la motocicleta y me puse de pie con piernas
temblorosas.

—General Powell, señor —dijo Jack en voz clara—. Veo que los
rumores de su enfermedad han sido enormemente exagerados.

Mirando a través de ojos entrecerrados, observé a Jack saludar a un


hombre bajo y mayor llevando un uniforme militar bien decorado.

—Todo es una treta, Jack. Eso es solo una historia cubierta por lo
que nadie en el Domo me extrañará mientras estoy aquí fuera —dijo el
General Powell, posando la mano entorno a la de Jack—. Estoy
sorprendido de verte, sin embargo.

—Conoces a mi suegro. Llevó un tiempo convencerle, pero él sabía


que yo era el mejor técnico para el trabajo.

Powell asintió en acuerdo.

—Es verdad. Lo eres. De hecho, intenté convencer a Damien para


enviarte fuera el año pasado en lugar de a Dirk, pero tu compromiso con
su hija puso un giro en eso. Hablando de Leisel, no puedo imaginar que
estuviese contenta al dejarte venir aquí fuera, dada la política de no-
regresar de Damien.

Bizqueando hacia el cielo, Jack se deslizó una mano por el cabello.


Su confiado comportamiento flaqueó un leve segundo. Contuve el aliento,
preguntándome si alguien más lo había notado. Entonces su boca se curvó
en una sonrisa autosuficiente.
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—Esa política no se aplica a mí, General. —Había una nota de reto


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en su tono, pero lo suavizó con las siguientes palabras—. Quiero decir, si


no puedes confiar al próximo presidente para mantener los secretos de
estado, ¿en quién puedes confiar?

El General Powell entrecerró los ojos, pero de otra forma su rostro


permaneció sin emociones.

—Perdóname. Olvidé con quién estaba hablando. —Los hombres se


miraron el uno al otro durante un momento. Powell fue el primero en
apartar la mirada, su mirada yendo a descansar sobre mí—. Veo que
trajiste compañía contigo.

Jack apenas lanzó una mirada en mi dirección.

—No esperas que haga de mi propia asistenta mientras estoy aquí


fuera, ¿verdad?

El general estalló en una sincera risa.

—¡Asistenta! ¿Así es como la están llamando estos días? —Dio a


Jack un golpe amistoso en el hombro—. Necesita ser etiquetada. —
Gesticuló hacia mí.

Acababa de estabilizar mi ritmo cardiaco bajo control cuando el


grupo se giró para mirarme. De inmediato, volví los ojos hacia el suelo
como una buena pobretona debería en compañía de la burgué.

—¿Etiquetada? —Preguntó.

El general asintió.

—La regla del presidente. Y se aplica a todos.

Jack se encogió de hombros.

—Sin problemas ahí. ¿Qué es? ¿Algún tipo de control de nacimiento?

—No —negó con la cabeza—. Solo control. Damien quería seguir


Sacrificándoles, pero le dije que los necesitábamos aquí para ayudar a
construir la ciudad y hacer el cultivo. Así que surgí con el sistema de
etiquetado para convencerle de que era seguro dejarles venir aquí fuera.
Instalamos vayas eléctricas subterráneas alrededor de sus recintos,
granjas, la cordillera y cualquier otro lugar en el que les pusiésemos a
trabajar, y una etiqueta correcta detrás de la yugular, por lo que si
intentan cruzar la vaya, poof. Muertos. Solo hemos tenido unas pocas
bajas en los corrales de los pobretones, más en la cordillera.
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—Guau, eso es ingenioso. ¿Y diste con todo eso solo? —Preguntó


Jack. Escuché el rastro de sarcasmo en su voz pero noté que el general no
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lo hizo.
—Admito que Dirk fue el cerebrito detrás de esto —dijo Powell
avergonzadamente. Redirigió la mirada a Alex—. Asigna a alguien para que
la lleve donde Doc.

—Yo la llevaré —dijo Jack.

—Llevar a una pobretona para ser etiquetada está un poco abajo de


tu estatus —dijo Powell.

—Llévala —le ordenó Alex al soldado que me condujo aquí.

Mientras los soldados caminaban a mi lado, él hizo señas hacia mí


para que la siguiese. No quería ser etiquetada, y en realidad no quería
estar separada de Jack, especialmente en mi actual estado de media
ceguera. Lancé una mirada encubierta a Jack, esperando algún tipo de
señal de que debería quedarme, pero su concentración permaneció en el
general.

Giré y seguí a mi escolta asignado, forzando a mis piernas


temblorosas a mover un pie delante del otro. Afortunadamente los edificios
estaban pegados, por lo que podía quedarme la mayoría de veces en las
sombras. Si mantenía los ojos en el suelo con el cabello cayendo alrededor
de mi rostro, era capaz de mantenerlos abiertos. Por desgracia eso
significaba que mi cortina de cabello me prevenía de conseguir una buena
visión de la ciudad, un descubrimiento que mi mente no había tenido
tiempo de procesar aun. Incluso más sorprendente eran las noticias de
que los pobres no eran Sacrificados, sino eran enviados aquí fuera en su
lugar. ¡Mi madre podría estar todavía viva!

A pesar de la vorágine de emociones corriendo a través de mí, me las


arreglé para mantener el ritmo de mi escolta. Caminamos en silencio
durante unos diez minutos antes de que me condujese a un edificio. Aquí
la luz era mucho más tenue y no llevó mucho tiempo para que mis
fatigados ojos se ajustasen al escenario más cómodo. Directamente frente
a nosotros había un escritorio largo y a la derecha varias sillas alineadas a
la pared. Un joven de apariencia delicada se sentaba detrás del escritorio.
Se puso de pie en consideración cuando entramos.

—Traigo una pobretona que necesita ser etiquetada —ladró mi


escolta.

—Es joven.

—Sí. Jack Kenner la trajo fuera con él.


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Hombre Delicado pareció confundido.


Página

—¿Te refieres al heredero?


—Ese sería el único —confirmó con orgullo el soldado—. Ella es una
prioridad.

—Por supuesto. Se lo diré a Doc. —Hombre Delicado se alejó y volvió


en unos minutos después—. Él te verá ahora. —Gesticuló hacia mí para ir
con él. Mi escolta dio un paso para caminar conmigo, pero Hombre
Delicado levantó la mano para detenerle—. Doc quiere verla a solas.

El soldado pareció decepcionado, pero retrocedió y tomó asiento.

Fui conducida a una habitación más pequeña donde las cortinas


habían sido corridas y las luces eran incluso más tenues. Un hombre
llevando una bata de laboratorio se sentaba en un taburete mirando un
microscopio. Su abundante cabello negro estaba manchado de gris y por
encima la luz destellaba un lugar calvo en la coronilla de su cabeza.
—Dale una bata —dijo sin levantar la mirada.

Hombre Delicado hizo lo que le fue dicho y se marchó.

Me pregunté si esperaba que me desvistiese y me pusiese la bata.


Nadie me había dado instrucciones, y no me sentía cómoda estando
desnuda frente a este hombre. Me puse la bata sobre la ropa-

—¿Es esta tu idea de broma? —Preguntó, levantando la mirada de


su máquina.

Jadeé cuando vi sus ojos oscuros.

Doc era del Hoyo.


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Página
Capitulo 2
—No. —La palabra salió de mí como un chillido. Me di cuenta que
era la primera palabra que había hablado desde que los soldados nos
habían encontrado. Me aclaré la garganta—. No —dije con voz más clara,
más fuerte.

—Hay una cortina detrás de mí si tu modestia lo requiere. —Volvió a


concentrarse en el microscopio.

Mi modestia lo requería, así que me dirigí a la parte trasera de la


habitación y me puse detrás de la cortina. Me quité la ropa y traté de
ponerme el vestido, pero no tenía ningún botón o cierres para mantenerlo
cerrado. No estoy segura de qué manera se esperaba que lo usara, decidí
poner el lado abierto en la parte posterior. Sostuve la parte trasera del
vestido junta con mi mano mientras salía de detrás de la cortina.

—¿Cuántos años tienes? —Preguntó.

—Casi dieciocho años.

—Por lo tanto, tienes diecisiete. ¿Estás esterilizada? —Negué con la


cabeza—. Así que hay una posibilidad de que podrías estar embarazada.

—¡No! —Dije, ofendida por el pensamiento. Mi arrebato hizo que Doc


levantara la vista de su microscopio. Me dio una mirada pensativa. Me
mordí el labio. Eso fue estúpido de mi parte.

—Me pregunto cómo puedes estar tan segura.

—Bebo los tés especiales —mentí. Teníamos nuestras propias formas


de control de la natalidad en el Hoyo. Una forma era beber un té de
hierbas para suprimir la ovulación. Si eso fallaba o no se encontraba
disponible, había “doctores” en el Hoyo para ayudar a poner fin al
embarazo no deseado, lo que era preferible a la esterilización.

—¿Cuánto tiempo has estado sexualmente activa?

—Um... sobre... un par de semanas.

—¿Hubo algún dato significativo obtenido en tu examen?


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Esa pregunta me dio que pensar. ¿Qué examen? ¿Debería haber


tenido uno? Levantó las cejas y me miró expectante. Me enderecé.
Página

—No.
—Estás apoyada de tu lado izquierdo. ¿Por qué? —Se levantó de su
silla y caminó hacia mí. Instintivamente, protegí mi espalda magullada con
el brazo. Suavemente, me dio la vuelta y abrió la parte de atrás de mi
vestido.

—¿Cómo conseguiste eso?

—Hice enojar a mi dueño y me dio un puñetazo. —Me sentía


culpable de solo decirlo. Jack nunca me haría daño.

—Estás mintiendo —dijo, para mi sorpresa. Empujó el vestido de


mis hombros y me examinó—. El patrón de la contusión irradia hacia
fuera del centro de un pequeño impacto y el roce en la parte superior de
los hombros me dice que has estado usando algo pesado. Mi conjetura es
que has estado usando un chaleco antibalas y alguien te ha estado usando
para prácticas de tiro.

Lo miré con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

—¿Cómo sabes eso?

Tan pronto como las palabras se escaparon de mi boca, quise


tragármelas. Solo había admitido que tenía razón.

—Porque solía ver este tipo de lesiones todo el tiempo en el Domo.


Hay un ritual de novatadas al comienzo de cada año escolar en la
Academia que hace que los veteranos den caza a los estudiantes de primer
año en el hangar. Los idiotas usan chalecos antibalas porque piensan que
los salvará. A veces sí, a veces no es así. De todos modos, vivirás. Te puedo
dar algunos medicamentos para el dolor si quieres.

Negué, demasiado aturdida para hablar. ¿Se lo diría al general


Powell o a alguien más en una posición de autoridad?

—Así que son dos mentiras las que me has dicho. ¿Por qué? —
Preguntó.

Su franqueza me tomó por sorpresa. Por un lado, no sabía de


manera segura cuáles dos mentiras le había dicho, y por otro, no tenía
lista una mentira lo suficientemente buena para encubrir las que ya le
había dicho. El silencio se prolongó y me dio una mirada de reproche.

—Tu piel ya se está volviendo de color rosa, ¿ves? —Dijo. Levantó


uno de mis brazos para inspección—. Se llama una quemadura de sol.
¿Por qué no utilizas la loción que te dieron en tu paquete de
15

supervivencia?
Página
—Perdimos nuestras mochilas de supervivencia en el río —le dije,
repitiendo la mentira de Jack. Fue un alivio no tener que pensar en una
nueva.

Doc se dirigió a la puerta y la abrió ligeramente.

—Jeffrey —llamó. Hombre Delicado apareció en la puerta—. Esta


joven necesita un paquete de supervivencia.

Traté de aparentar desinterés porque acababa de ordenar a un


soldado a hacer su voluntad. Tuve que esforzarme aún más cuando Jeffrey
hizo lo que le dijo. ¿Eran las cosas diferentes aquí para nuestra raza? Si
así fuera, ¿por qué me encontraba aquí para ser etiquetada? ¿Por qué los
alborotadores eran enviados a la cordillera a ser objeto de caza?

Doc cruzó la habitación a un armario. Aproveché la oportunidad


para enderezar mi vestido y tiré de la parte posterior para cerrarla
nuevamente.

—Como todo el mundo procedente del Hoyo, estás desnutrida. Habrá


vitaminas especiales en tu paquete que necesitas tomar todos los días. —
Tomó algunos artículos fuera del gabinete y los colocó en una bandeja de
plata.

—¿Qué es eso? —Pregunté nerviosamente, retrocediendo mientras


caminaba hacia mí. No quería ser etiquetada.

—Control de la natalidad. —Se limpió el brazo y hundió la aguja.


Picó—. Vuelve en tres meses para otra dosis.

—Pensé que el control de la natalidad era ilegal.

—Es en el interior del Domo, pero aquí no necesitamos


preocuparnos por la contaminación del agua. —Sacó la aguja—. No estoy
de acuerdo con mucho de lo que el presidente Holt tiene que decir, pero
apruebo no mezclar las líneas de sangre. Hay demasiados burgué en el
mundo ya.

Ató un torniquete con fuerza alrededor de mi brazo y me puso otra


aguja. Vi a mi sangre drenarse a un frasco.

—¿Qué es eso?

El lado derecho de su boca se curvó en una sonrisa de complicidad.

—Parece que también tengo mis secretos. —Sacó la aguja. Una gota
16

de sangre brotó y se derramó sobre mi piel. Apretó un hisopo de algodón


en su contra y lo selló en el lugar—. Puedes vestirte ahora.
Página
No me había etiquetado, a menos que lo hubiera pasado por alto.
Pero el general Powell había dicho que la etiqueta se colocaba detrás de la
yugular y Doc no había tocado mi cuello. Decidí que era mejor para mí no
atraer su atención y en silencio me fui detrás de la cortina para cambiarme
de nuevo en mi ropa. Cuando salí, Doc se encontraba sentado en su
microscopio de nuevo. Manteniendo la cabeza gacha, rápidamente pasé
por su lado y me dirigí a la puerta.

—Casi se me olvidaba —dijo, deteniendo mi escape. Mi corazón se


hundió. Lo recordó después de todo. Abrió un cajón de su escritorio y sacó
algo—. No te voy a etiquetar —dijo mientras caminaba hacia mí—, pero por
lo menos voy actuar como si lo hice. Antes de ir a través de una puerta,
espera hasta que alguien presione un botón y te diga que está bien. —
Colocó un vendaje para el cuello en el lugar en que habría sido insertada
la etiqueta.

Él me desconcertaba. No solo porque no me etiquetaría, sino


también porque era un médico, uno pobretón y tenía autoridad.

—¿Por qué?

—¿Quieres decir, por qué no te etiqueté? —Preguntó. Mi pregunta


era más complicada que eso, pero estaría feliz de tener siquiera un
misterio resuelto. Asentí—. Etiquetar a mi propia especie no sienta bien
conmigo, pero cuando tengo soldados en la sala amenazándome de matar
a los que vienen de la Domo si no lo hago, no tengo otra opción. Pero de
vez en cuando me envían a alguien sin una escolta militar… o si tal vez un
soldado vuelve la cabeza en ese momento decisivo, se me permite una
pequeña victoria.

Estudié a Doc por un momento, teniendo en cuenta su conducta


tranquila y seria. No había duda de que sus lealtades estaban con el Hoyo,
pero seguía siendo un enigma.

—¿Qué pasa si se me olvida? ¿Qué pasa si cruzo una barrera y


alguien se entera de que no estoy etiquetada? ¿No te meterías en
problemas?

Doc se encogió de hombros.

—Ha ocurrido un par de veces. Le he dicho al general que algunas


etiquetas resultan ser trapos y necesito reemplazarlas.

—Gracias. —Quería decirle tanto, hacerle muchas más preguntas,


pero esa fue la única palabras que vino a mí.
17

—De nada, ¿señorita...? —Levantó las cejas en cuestión.


Página

—O'Donnell. Sunny O'Donnell.


—Sunny O'Donnell —repitió—. Lo voy a recordar. Y gracias. Has sido
muy útil —dijo mientras sostenía el vial de mi sangre. No estaba segura de
lo que quería decir. No estaba segura de que lo quisiera saber, tampoco.

Regresó a su microscopio y tomé esto como una señal de despedida.


Salí a la otra habitación, donde Jeffrey me esperaba. Una mochila se
encontraba sobre la mesa frente a él. La abrió y sacó dos artículos.

—Ponte la crema protectora solar antes de salir al exterior —dijo, y


me entregó un tubo. Apreté la loción en la mano y lo froté en mis brazos—.
En tu cara también. Especialmente la nariz. —Cuando terminé, me
entregó un par de gafas oscuras—. Fueron hechas especialmente para los
pobretones. Te ayudarán a ver el exterior. —Subió la cremallera de la
mochila y la empujó a través de la mesa hacia mí. La tomé—. Estás
etiquetada ahora. Si paseas a través de una barrera, te vas a morir. Si tu
etiqueta alguna vez comienza a vibrar, significa que estás cerca de una
barrera y debes retroceder.

Asentí, no estando segura de si debía realmente hablar con él. No


importa qué tan diferentes las cosas parecían ser, estaba bastante segura
de que se esperaba que los protocolos que seguíamos en el Domo también
se siguieran aquí. Un pobretón simplemente no hablaba en presencia de la
burgué, a menos que se le diera permiso.

—Vámonos —dijo el soldado que me trajo aquí.

Antes de ir al exterior, seguí el consejo de Jeffrey y me puse las


gafas. Era como si alguien pusiera una sombra sobre la luz cegadora del
sol, permitiéndome abrir los ojos como platos y disfrutar de mi entorno.
Del camino suave artificial que nos lleva a la ciudad corriendo por el
centro de dos hileras de edificios, todos construidos en estrecha
colaboración. Algunos edificios eran de solo uno o dos niveles de altura,
mientras que otros eran más altos y llegaban casi a una altura de cuatro
niveles. Se veían casi exactamente como los que vi en las películas, excepto
que todas estas estructuras tenían el mismo moldeado, fachada gris, la
apariencia plástica que venía a partir de materiales replicados.

La calle no se encontraba para nada tan ocupada como el Hoyo


después de que sonaran los bong bong, pero todavía estaba sorprendida
por cuántos burgué había aquí. Un vehículo militar descapotable con la
palabra “Jeep” escrita en la parte posterior transportaba a más de cuatro
soldados, todos armados hasta los dientes. ¿Por qué llevaban todas esas
armas? ¿De quiénes se defendían?
18

Mi escolta me llevó de vuelta, a donde Jack se encontraba


enfrascado en una conversación con el General Powell y Alex. Saludó a los
Página

oficiales.
—Señores. Está etiquetada. —Entonces bruscamente giró sobre sus
talones y se fue.

Otro soldado se había unido al grupo, una mujer. La primera mujer


que había visto por aquí. Nos miró a Jack y a mí sospechosamente. No
podía ver muy bien su rostro porque llevaba una gorra militar. Era más
baja que yo y me estiré aún más alta bajo su escrutinio. Había momentos
en que me gustaba mi altura.

—Bueno, ya son las cinco en punto... es hora de descansar. Alex,


encuentra algunos alojamientos para Jack. Quería preguntarte, Jack, ¿por
qué estás aquí vistiendo ropa de civil?

—No le digas a Damien, pero esperaba realizar unas pequeñas


vacaciones antes de venir aquí. Ya sabes, disfrutar de un poco de sol y aire
fresco —dijo, echándome una mirada. Todo el mundo se rió, excepto la
mujer—. Por desgracia, perdí todo cuando mi mochila flotó río abajo.

El General Powell dio a Jack una mirada pensativa. Aunque Jack


mantuvo una expresión fría, su mano se movió para descansar
casualmente en el mango de su rifle.

—¿En tan solo unas horas, perdiste tu equipo de supervivencia? —


Alex rió, ajeno a la tensión—. Dirk duró un año aquí antes de romper su
maldito cuello. Te doy una semana.

—Ríete todo lo que quieras, Alex, pero por lo que recuerdo fuiste tú
quien casi reprobó el entrenamiento de supervivencia en la Academia. Yo
saqué sobresaliente. No necesito un equipo —dijo Jack.

—Disculpa —dijo la mujer, mirando a Alex—. Aún me acuerdo de


patear tu culo un par de veces.

—Bien, bien —dijo Alex, levantando sus manos en derrota—.


Lamento traerlo a colación.

—Alex, es mejor que tengas a Jack a un cuadrado de distancia —


interrumpió el general. Se volvió hacia Jack—. Y te voy a conseguir un
destacamento de seguridad para ti lo antes posible. Me sorprende
que Damien te enviara aquí sin un séquito. ¿O es que también los
perdiste en el río?

Por una fracción de segundo, vi una mirada cautelosa en el rostro de


Jack antes de que recuperara el aire confiado. Incluso yo me asombré del
poder al acecho detrás de esos ojos azules.
19

—Eso no es necesario, General. Puedo cuidar de mí mismo.


Página
—Estoy seguro de que puedes. Sin embargo, eres el heredero y
necesitamos asegurarnos de que estés a salvo. Nos vemos esta noche en la
cena. —Powell le dio una breve inclinación de cabeza y se fue.

—Vamos, te voy a encontrar un lugar para vivir —dijo Alex.

—Adiós Hayley —dijo Jack.

Hayley sonrió brillantemente.

—Te veré esta noche también. —Su sonrisa se desvaneció en una


mueca cuando me miró.

Jack y Alex comenzaron a caminar por la calle y los seguí.

—Guau, parece que Hayley todavía siente algo por ti —dijo Alex.

No pude evitar preguntarme si Hayley era la novia de la secundaria


de la que Jack me había hablado.

—No, no lo hace.

—¿No viste cómo te miraba? ¿Qué estás, ciego?

—Bueno, ahora estoy casado.

—Sí, y felizmente según veo —dijo Alex, echando una mirada hacia
atrás, a mí.

—¿Te sorprendería saber que Leisel prácticamente la escogió para


mí?

Casi negué con la cabeza a su comentario, pero me detuve a mí


misma. Realmente no era el momento para ser una listilla.

—Bueno, eso es exceso de información. Lo que fuera que tú y Leisel


hayan pasado, lo guardas para ti. —Dijo Alex, con disgusto dramático—.
Le pedí salir a Hayley un par de veces, pero ella no está interesada.

—¿Es Hayley la única mujer oficial por aquí?

—¿Qué quieres decir con por aquí? Hayley es la única oficial de sexo
femenino. —Alex se echó a reír—. Powell trató de asignarla a un puesto de
secretaria y ¡debiste haberla oído hablar! No le llevó mucho tiempo ceder a
sus demandas.

—Hayley nunca va a cambiar —dijo Jack cariñosamente. Una


20

punzada de celos me golpeó y me lo tragué, empujándolo hacia abajo para


unirse a todas las otras emociones que competían por mi atención.
Página

—Entonces, ¿cuál es tu historia de cubierta mientras estás aquí?


—¿Qué quieres decir? —Respondió Jack con cautela.

—Ya sabes, para que nadie te eche de menos en la Domo —dijo Alex.
Cuando Jack no respondió, continuó—: Muchos de nosotros vivimos aquí
oficialmente dentro de un nuevo entorno en el Domo, en el que se nos
expone a niveles bajos de radiación para ver lo bien que el cuerpo humano
puede tolerarlo. Y como ya sabes, Powell ha estado en cuarentena dentro
de su dormitorio con una misteriosa enfermedad por los últimos dos años.
Entonces, ¿qué historia te dieron?

—Pffff. Leisel y yo estamos encerrados en una luna de miel


extendida, ocupados haciendo el próximo heredero.

—Genial —se rió Alex entre dientes—. Así que no esperas estar aquí
mucho tiempo.
—Solo el tiempo que se necesite para hacer el trabajo.

Alex abrió la puerta de un edificio y entró. Un largo mostrador corría


todo el ancho de la habitación, y unos pocos hombres se pusieron de pie
detrás de él.

—¿Puedo ayudarle? —Preguntó uno de ellos.

—Este es el Capitán Kenner. Va a necesitar alojamiento, uniformes,


ropa... todo —les dijo Alex.

—¿Capitán Jack Kenner? ¿El heredero presidencial? —El empleado


tartamudeó. Jack asintió con la cabeza, seguro de sí mismo, una sonrisa
jugando alrededor de la boca—. Ahora mismo, señor. —El hombre saludó
antes de que se marchara rápidamente para llenar la orden.

—Entonces, ¿cómo te sientes ser tan importante? —Preguntó Alex.

—No lo sé. Todavía me estoy acostumbrando —respondió Jack. Casi


me reí.

El empleado volvió y salió de detrás del mostrador para colocarse


delante de Jack.

—Señor, aquí está la dirección. La clave abrirá la puerta, pero usted


tendrá que reprogramarla con su propio código. —Entonces le tendió un
par de gafas de sol—. Pensé que podría utilizar estos. El sol es brillante
después de una vida en el Domo.

Jack los aceptó con una sonrisa agradecida.


21

—Gracias.
Página

—Ahora, con su permiso, voy a tener que medirlo para su uniforme.


Jack extendió los brazos lejos de sus costados, como si lo hubiera
hecho un millón de veces. El hombre pasó un escáner por encima de él e
hizo algunos cálculos. Jack dejó caer los brazos e hizo un gesto hacia mí.

—Ella necesitará ropa también.

El empleado me miró de arriba abajo.

—Demasiado alta para una talla pequeña, demasiado delgada para


una talla mediana. Voy a ver qué puedo encontrar. Voy a apurarme en
tener sus uniformes. Alguien los entregará dentro de una hora y llenará su
refrigerador antes del final del día.

—Necesitaré mi uniforme de faena antes de la cena.

—Sí, señor.

Todos salimos del edificio y tan pronto como estuvimos fuera de


nuevo, Jack y yo nos pusimos las gafas de sol. Alex pidió ver la dirección y
Jack se la pasó.

—Sí, pensé que te pondrían por donde vive Powell. El complejo


presidencial aún no está terminado. Pero tal vez llegarás a ver la casa que
están construyendo para ti y Leisel antes de volver al Domo. Está justo al
lado de la de la mansión presidencial, la mansión en que vivirás algún día.

—Sí, eso sería genial. Voy a tomar algunas fotos para llevárselas a
Leisel.

Alex nos llevó lejos de la calle principal de la ciudad hacia una calle
bordeada de casas. Éramos las únicas personas aquí, salvo por el
ocasional vehículo militar pasando. Las ventanas de las viviendas estaban
desnudas y era capaz de mirar a las habitaciones vacías. Era
extrañamente tranquilo después del bullicio de la ciudad.
Los dos hombres continuaron su charla socarrona, sin prestar
atención alguna a su entorno. Nunca había visto a Jack tan cómodo con
alguien antes. Pero de nuevo entonces, el único lugar en que alguna vez
realmente lo conocí fue en el Hoyo.

Mientras caminábamos, noté que las casas estaban haciéndose más


grandes y espaciadas entre ellas. Tres árboles estaba plantados de forma
estratégica en frente de jardines y flores deslumbrantes florecían junto a
los caminos pavimentados. Alex eventualmente se detuvo en frente de una
de las casas más grandes.
22

—Esta calle es adonde todos los oficiales de alto rango y futuros


presidentes llegar a vivir. La casa del General Powell está por allá. —Señaló
Página

a una casa a través de la calle.


—¿Dónde vives?

—En las chozas con todos los otros capitanes, justo donde estarías
si no fueras el heredero.

—Te refieres a que vives en el lado fiestero de la base. Te diviertes


más allí, probablemente.

—Oh, no sé sobre eso —dijo Alex, parpadeando una mirada hacia


mí.

—Bueno, mejor me baño si es que voy a reunirme con Powell a


tiempo para la cena —dijo Jack.

—¿No quieres que me pase y caminé al comedor contigo? —Ofreció


Alex.

—Claro —estuvo de acuerdo Jack, con una sonrisa—. Te veo luego.


23
Página
Capitulo 3
Jack sacó el código que el empleado le había dado y abrió la puerta
de la casa. Lo reprogramó con su propio código y luego mantuvo la puerta
abierta para mí. Tan pronto como escuché que la puerta se cerró, me di la
vuelta para mirarlo. En un paso se encontraba frente a mí, examinando mi
cuello.

—¿Estás bien? ¿Qué hicieron? ¿Te duele? Hasta que tengamos fuera
la etiqueta, no te alejes de mi lado. Las vallas…

—No me etiquetó. —Puse mis gafas de sol en la parte superior de mi


cabeza.

Su rostro se quedó en blanco.

—¿No estás etiquetada? —Preguntó, confundido. Negué con la


cabeza y suspiró con alivio—. ¿Cómo te libraste?

—No vas a creer esto, pero Doc es del Hoyo. Y tiene mucho más de
treinta y cinco.

—Eso fue buena suerte, y la necesitamos. —Se acercó a la ventana y


miró a través de las cortinas transparentes.

—¿Me has oído? ¡El médico es del Hoyo!

Se encogió de hombros.

—Cualquier persona en el Hoyo que anota como un genio en la


prueba de IQ es absorbido por la comunidad científica.

—¿En serio? ¿Y no tienen que ser Sacrificados a los treinta y cinco?

Se apartó de la ventana para mirarme.

—En este momento, tenemos problemas más grandes que de dónde


viene el médico. El equipo de seguridad prometido está aquí.

—¿Todos los miembros de la familia del presidente tienen guardias?

—Sí. —Jack se frotó la parte posterior del cuello y le devolvió la


mirada al mundo fuera de la ventana. Fui y me paré a su lado, mirando a
24

través de la cortina escarpada a los soldados que llegaban. Había dos: uno
asumió una posición en la parte delantera de la casa, mientras que el otro
Página

caminó alrededor de la parte trasera—. No tenía idea de que Holt ya se


encontraba aquí. ¡Todas las cenas y reuniones que he tenido con ese
hombre! ¡Las conferencias con las otras familias! ¿Cómo llegó a mantener
esto en secreto?

Casi gritaba, su voz mezclada con pánico. Me asustaba que Jack


pudiera perder el control. Siempre era quien me mantenía entera.

—Tenemos que tomar una respiración profunda y tratar de pensar


con claridad.

Continuó como si nunca hubiera hablado.

—Sabes, realmente creía que había un proyecto que tenía soldados


probando los niveles de radiación. Pensé que todo era parte del plan para
reintroducir a la gente a una Tierra post-nuclear.

—¡Jack! —Dije bruscamente para llamar su atención—. Tenemos


que averiguar qué hacer.

Me dio una mirada de disculpa y me atrajo hacia él. Podía sentir la


tensión en su cuerpo —hizo eco del mío— y sin embargo el contacto cálido
se sentía tranquilizador. Fue lo más cerca que había sentido de estar
segura durante todo el día. Apoyé la cabeza en su hombro.

—Creo que tengo un plan —dijo—. Si puedo hacer que funcione el


sistema de comunicación, no tenemos que encontrar una manera de
volver. Debería ser capaz de enviar un mensaje a la Alianza y ellos pueden
luchar para salir. Pero significa que tengo que quedarme aquí y seguir
fingiendo.

Levanté la cabeza de su hombro para mirarlo. ¿Había perdido la


cabeza?

—No podemos quedarnos aquí. Nos van a matar en cuanto se


enteren de que estamos siendo buscados.

—Es un riesgo —concordó—. Y mío a tomar. Estás fuera de esto.

—¿Perdón? —Dije, apartándome de él—. No voy a ninguna parte.

—No se necesita a ambos para enviar un mensaje.

—¿Así que estás sugiriendo que me vaya? ¿Que salga por la puerta
principal, diga adiós a tú seguridad, y siga adelante?

—¡No! Quiero decir, sí. —Se alejó de mí y se frotó las palmas de las
25

manos contra sus ojos—. No sé, pero voy a averiguarlo.


Página
Nunca había visto a Jack estar molesto o confundido. Hace solo
unos momentos había parecido tan tranquilo y sereno en compañía de la
burgué.

—Jack, sabes que no puedo irme. Vine aquí con el heredero y


notarán si de repente desaparezco. —Recogiendo su mano, enlacé mis
dedos con los suyos—. Además, somos un equipo. No quiero que nos
separemos. Estamos en esto juntos.

Dirigió sus intensos ojos azules a los míos.

—En el segundo que envíe ese mensaje, los dos salimos de aquí.

Asentí.

Me atrajo de nuevo hacia él.

—Pero, ¿sabes lo que significa quedarse, verdad?

—¿Que podemos ser capturados y ejecutados?

—¿Y?

—¿Y? ¿Qué?

—No estamos al mismo nivel como si estuviéramos en el Hoyo. —


Quería decirle que tampoco estábamos al mismo nivel en el Hoyo. Jack era
un burgué; yo no lo era—. ¿Sabes lo que es una, eh, amante?

Me empujé un poco hacia atrás para mirarlo.

—No tengo ni idea.

—No estoy muy seguro tampoco. Mi familia está en contra de esa


práctica. Solo puedo decirte lo que he visto en las funciones sociales.

—Pasamos juntos a través de la boda, ¿verdad? Jugaremos nuestras


partes ahora mismo como lo hicimos entonces.

Llamaron a la puerta, sobresaltándonos.

—¿Quién es? —Gritó Jack.

—Suministro. Tengo la ropa que pidió.

Jack me dejó y abrió la puerta. Un joven soldado estaba de pie


llevando una gran maleta en cada mano. Cruzó el umbral de la sala,
26

agitado por el esfuerzo de llevar el enorme equipaje. Con gran cuidado a fin
de no dejarlos caer, puso las maletas en el suelo.
Página

—¿Necesitará algo más?


—Eso es todo. Gracias. —Jack le despidió. El soldado saludó y se
fue.

Jack cerró la puerta y comprobó dos veces la cerradura.

—Vamos a tener que pasar a través de la cena —dijo, llegando a


estar delante de mí.

—Lo sé. No te preocupes por mí.

Levantó la mano y metió mi cabello detrás de mi oreja, centrándose


más en la tarea que en mí.

—Será mejor que te duches y te vistas. Vamos a tener que ir pronto.

No quería dejarlo para ir a tomar una ducha. Se encontraba


demasiado molesto.

—¿Vas a estar bien?

Ante mi pregunta, me miró a los ojos. Vi la preocupación escondida


allí antes de pegar una sonrisa en su rostro.

—Estoy bien. Es solo que va a ser una noche estresante para los
dos. —Me dio un rápido beso—. Tenemos que estar listos.

—¿Alguna idea de dónde podría estar la ducha? —Pregunté, mirando


alrededor de la casa. Había dos pasillos para elegir o podría subir las
escaleras hasta el segundo nivel.

—No lo sé.

La casa era enorme. Una chimenea dominaba la habitación principal


y detrás de ella nos sorprendió encontrar una cocina. No como las grandes
cocinas donde trabajábamos Summer y yo. Estas eran cocinas de tamaño
familiar más pequeñas, como en las películas.

—Mira este lugar —dijo Jack con aprecio.

Le di una mirada de soslayo.

—No te hagas ilusiones sobre mí haciendo la comida. No sé cómo.

Continuamos para explorar el nivel principal hasta que encontramos


una habitación que era más grande que la vivienda de dos habitaciones
donde crecí. La cama era tan grande que estaba segura de que podría
caber toda una familia. Junto a esta habitación encontramos el baño, bien
27

equipado con toallas suaves, jabón y champú.


Página

—Podría acostumbrarme a vivir aquí —dijo Jack.


Me sentí intimidada por todo el lujo y el espacio, como una extraña
que no pertenecía ahí.

—Para una casa tan grande, estoy sorprendida de que solo haya un
dormitorio —le dije.

Jack levantó las cejas.

—¿Necesitamos más de uno?

El calor de un rubor se deslizó por mis mejillas. Casi habíamos


hecho el amor en nuestra última mañana en el Hoyo, y teníamos previsto
volver y terminar lo que empezamos, pero nunca habría soñado que los
eventos de ese día nos llevarían fuera del Domo.

Sonreí.

—No, no lo necesitamos.

Me devolvió la sonrisa, pero la tensión que mostraba en su rostro se


impidió llegar a sus ojos. Me preocupaba. Estiré mi mano hacia él y la
tomó.

—Hemos llegado hasta aquí, Jack. Vamos a salir de esto también.

Asintió en acuerdo.

—Ve a tomar tu ducha.

La ducha era muy similar a la había en el apartamento de Leisel, así


que la encendí y me despojé de la ropa sucia. Al verme en el espejo, casi
me reí. La piel expuesta al sol se había vuelto de color rosa brillante,
dejando el contorno de mi camiseta. Me volví hacia los lados para ver el
moretón en mi espalda. Pasaba de varios tonos diferentes de color púrpura
a negro.

Entré en la ducha y casi grité cuando el agua caliente golpeó mi piel


rosada. Salté de la corriente caliente, agarré el grifo con las dos manos y la
volví hacia el entorno frío. El agua más fría se sentía mejor, pero en
cuestión de segundos temblaba. Terminé mi ducha lo más rápido que pude
y sequé suavemente mi piel seca y sensible.

Envolví la toalla grande a mi alrededor, y fui del baño en busca de


ropa limpia. Jack se encontraba en el dormitorio revisando un respiradero.

—¿Qué estás haciendo? —Le pregunté.


28

—Buscando cámaras o dispositivos de audio. Ni siquiera pensé en


ello cuando llegamos por primera vez. No he encontrado nada.
Página
Había traído las maletas a la habitación. Busqué a través del equipo
de supervivencia por algo que pudiera ayudar a mi quemadura de sol y
encontré una loción para las irritaciones de la piel. Levanté la mirada para
verlo mirándome con los ojos abiertos.

—¿Que te pasó? ¿Es eso de la radiación?

—Doc me dijo que es una quemadura de sol —le dije. Me acerqué y


miré a sus brazos. Estaban de color rosa también—. Tienes una, también.

—No.

—Quítate la camisa.

Se la pasó por la cabeza, dejando al descubierto un esbozo de su


camiseta. Toqué la piel de color rosa en el brazo superior.

—¡Ay! —Exclamó—. ¿Qué hiciste?

—Nada. Solo te toqué. Duele porque es una quemadura. ¿No te has


dado cuenta de todo el mundo aquí tiene la piel oscura?

—¿Estás usando nada debajo de esa toalla?

—¿Puedes pensar en eso en un momento como este?

Trató de mirar hacia abajo.

—Nunca está realmente lejos de mi mente.

Tal vez debería haberlo castigado, pero me gustaba cuando Jack


coqueteaba conmigo, y me sentí aliviada de que estuviera en un mejor
estado de ánimo.

Abrí el tubo de loción y masajeé un poco en su brazo.

—¿Cómo se siente?

—Está bien —dijo, sin apartar los ojos de mí—. ¿Qué es?

—No lo sé. Algún tipo de loción.

—¿Así que lo estás probando en mí? Genial. Me voy a la ducha antes


de que se desintegre mi piel. —Besó la parte superior de mi cabeza antes
de que desapareciera en el cuarto de baño. Al menos parecía de mejor
humor, a pesar de que todavía se veía nervioso.
29

Me senté en la cama y puse la loción en mi propia piel escociendo.


No parecía ayudar.
Página
Mi maleta se encontraba abierta en el suelo, llena de vestidos cortos,
ropa interior y otras prendas de vestir que nunca usaría. Empezaba a
perder la esperanza de que hubiera algo útil en la maleta cuando conseguí
los pantalones cortos y las camisetas. Había incluso un par de botas de
trabajo de cordones.

Mientras me vestía, oí a Jack abrir la ducha y gritar. Haciendo una


mueca, silenciosamente me disculpé con él. Debí haberle advertido.

Mientras cepillaba mi cabello, exploré el resto de la casa. Subiendo


la escalera abierta a la segunda planta, descubrí tres dormitorios más y
otro baño. El lugar era enorme. Desde lo alto de la escalera, tenía una
vista completa de la sala de estar y la cocina de abajo. Era una hermosa
casa, pero lo que más me gustaba eran todas las ventanas y la vista más
allá. Tuve que recordarme que las montañas, el cielo azul y las nubes
blancas no eran solo una visión en una pantalla de televisión.

Cuando llegué a la planta baja, Jack salió de la habitación, bien


afeitado. Llevaba una camiseta blanca, pantalones de combate, y botas.
Hubo un momento en que al ver a Jack vestido así me habría asustado;
pero ahora lo único que notaba era cómo la camiseta acentuaba los
músculos de sus brazos y cómo llevaba un cinturón asegurando sus
pantalones ajustados contra su vientre plano.

Me miró mientras bajaba las escaleras.

—¿Qué llevas puesto?

—La única ropa decente que pude encontrar en la maleta.

—Tiene que haber un vestido allí dentro. —Volvió a la habitación y lo


seguí.

—Sí, pero no los voy a usar —le dije, al momento que sacó tres.

—Esperan que uses un vestido. Escoge uno.

Rodé los ojos y elegí el que tenía más tela. Salió de la habitación, y
me dio privacidad para cambiarme. El vestido no era vulgar como el verde
que me había visto obligada a llevar en su despedida de soltero. Esto era
solo un vestido.

—El rosa es un buen color para usted, señora Kenner —dijo Jack
alegremente cuando salí del dormitorio. Estaba asegurando una pistola
alrededor de su muslo—. Resalta tu ardiente cabello. —Me guiñó un ojo.
30

Me pregunté si solo estaba tratando de hacerme sentir mejor.

—Tienes un arma —dije con envidia.


Página
—Sí. No estaba seguro de que me iban a dar una. Me alegro de que
lo hicieran. Me siento un poco más en control. —Lanzó una bolsa pequeña
hacia mí y la atrapé—. Me di cuenta de eso en la maleta. Es mejor que te
pongas un poco.

La bolsa contenía maquillaje. No tenía ni idea de cómo usar esas


cosas. Las únicas dos veces que lo había usado alguna vez fue en la
despedida de soltero y la boda, y no me lo apliqué sola.

—Um... no sé cómo.

Jack me dio una mirada en blanco.

—¿No es instinto en las mujeres?

—No, Jack. No es un instinto.

—Mi madre lo usaba todos los días, y mi novia... —la voz de Jack se
fue apagando—. Leisel llevaba una tonelada —dijo en su lugar—. Voy a
tratar de ponértelo.

—¿Sabes cómo aplicar el maquillaje?

—Dije que iba a probar. —Me condujo a una silla, cogió la bolsa de
maquillaje, y tomó algunas cosas. Tomó un poco de polvo rosado en un
gran pincel y vino hacia mí.

—No quiero lucir rara, Jack.

Barrió el pincel por una mejilla y luego la otra. Dando un paso atrás,
me estudiaba, y luego repitió el proceso.

—Oye, te dejé colorear mi pelo con un trozo de carbón. Lucía


ridículo.

—¿Cómo sabes que lucías ridículo? No hay espejos en el Hoyo.

Alejó el pincel y miró a través del estuche por otra cosa.

—Por la mirada en tu cara una vez que terminaste. —Levantó ambas


cejas, desafiándome a negarlo. No pude. Vino a mí con algo que parecía un
lápiz.

—¿Qué es eso?— Traté de empujar mi cabeza lejos del objeto de


aspecto fuerte, pero el respaldo de la silla me detuvo.

—Creo que es delineador de ojos.


31

—¿Crees? —¿Cómo pude quedarme quieta con Leisel? Estaba a


Página

punto de hacer contacto con el lápiz sobre el párpado e instintivamente me


alejé—. Tal vez debería probar por mí misma.
—Si quieres, pero pensé que hacía un buen trabajo.

—Estoy seguro de que lo hacías.

Tomé la bolsa de maquillaje y volví a entrar en el cuarto de baño. El


rubor que aplicó se veía un poco espeso, así que limpié un poco. No me
sentía segura de cómo utilizar el delineador de ojos, así que solo apliqué
un poco de rímel en mis pestañas y lápiz labial en los labios. Tendría que
ser lo suficientemente bueno.

Cuando volví a la habitación, Jack dijo:

—Te ves linda, señora Kenner.

—No estoy segura de querer lucir linda, Señor Kenner —admití.

—No estoy seguro de que quiero eso tampoco. No te alejes de mí esta


noche. Y si alguien te pone una mano encima, grita y voy a estar allí.

En teoría sonaba como un buen plan, pero no sabía con seguridad


que pasaría si eso sucedía en realidad.

—Me entrenaste bien en el Hoyo, Jack. Puedo cuidar de mí misma.

—No, no puedes, Sunny. No eres tan buena.

Me detuve en seco y lo miré fijamente, con los ojos abiertos.

—¿Qué?

—No quise decirlo de esa manera —dijo rápidamente—. Quiero decir


que todos los soldados aquí han tenido años de formación. Confía en mí,
nuestras sesiones en el Hoyo no se pueden comparar.

Lo miré sintiéndome un poco desinflada. Hasta ahora, me sentía


bastante confiada de que podía cuidar de mí misma si se presentara una
situación.

—Cuando se puso feo con mi supervisora, gané.

—No se encontraba capacitada, por lo que no fue incluso una lucha.

No lo había pensado de esa manera... y ahora empezaba a ver el


panorama más amplio, también.

—¿Por qué te comprometiste a enseñar a todo el mundo en el Hoyo a


pelear si no tenemos una oportunidad contra un ejército entrenado?
32

—Debido a que en realidad no necesitan saber cómo luchar.


Página
—¿Disculpa? ¿Cómo se supone que vamos a ganar una guerra si no
podemos luchar?

—La formación es más que aprender cómo luchar. Construye


camaradería y confianza. Piensa en ello, hay miles de desesperadas y
enojadas personas en el Hoyo y si pueden reunir y enfocar esa energía,
serán mucho más numerosos que el ejército del Domo.

—¿Así que estás diciendo que la desesperación es nuestra mejor


arma?

—Es muy poderosa.

Tenía la esperanza de que tuviera razón.

—Me siento como que he sido engañada. Debiste haberme dicho que
apestaba.

Jack se rió en voz baja.

—No apestas. —Cerró la brecha entre nosotros con unos pasos y me


dio un abrazo—. Nuestras sesiones te dieron la confianza para ir en contra
de tu supervisora, ¿verdad? No quiero que se pierda esa confianza. Solo
quiero que reconozcas tus limitaciones para que no te metas en
problemas. —Sus palabras estaban destinadas a aliviar, y sin embargo,
todavía me sentía inútil.

Llamaron a la puerta y me empujó lejos de él.

—Ese es Alex —dijo nerviosamente—. ¿Estás lista para ir?

Tomé una respiración profunda, esperando que calmara las


palpitaciones nerviosas en mi estómago, pero solo me recordó que no
había comido en más de un día.

—Lista como nunca voy a estar —le dije.

Fue a abrir la puerta, pero se detuvo a medio camino y regresó.


Tomó mis manos entre las suyas.

—No me siento cómodo sobre esta noche por un montón de razones.


No importa lo que tenga que actuar, recuerda que estoy de tu lado.

Le di una sonrisa tranquilizadora.

—Somos un equipo. Confío en ti.


33

Tomando una respiración profunda, dejó caer las manos y abrió la


puerta.
Página

—Alex —dijo Jack brillantemente.


—Ahora estás luciendo más como el Kenner que siempre he
conocido. ¿Listo para ir? —Preguntó Alex.

—Todo listo. Vamos —dijo sobre su hombro hacia mí.

De mala gana, dejé la pequeña pizca de seguridad que la casa


proporcionaba y salí al porche. Traté de recordar todo lo que Wynd me
había enseñado en la despedida de soltero sobre servir a la burgué. Era la
única experiencia que había tenido con cenas de la burgué y lo había
hecho bien a través de esa noche.

Traté de convencerme de que esta noche sería más fácil.


34
Página
Capitulo 4
El equipo de seguridad de Jack quedó detrás de nosotros cuando
empezamos nuestra caminata a la ciudad. El clima se había enfriado
considerablemente, aun así seguía cálido. La ligera brisa soplando sobre
mi piel se sentía extraña. La piel de gallina aumentaba donde sea que me
rozaba. Me apresuré para alcanzar a Jack.

—Leisel no tiene prisa por venir aquí —le dijo a Alex—. Está feliz con
todas las comodidades que tiene en el Domo. No hay nadie aquí para
arreglar su cabello y sus uñas.

—No lo habrá durante por lo menos un año más —dijo Alex.

Los dos hombres hablaron amistosamente hasta llegar a la calle


principal. En un fuerte contraste con la tranquila zona residencial que
acabábamos de dejar, las personas caminaban por las aceras, la mayoría
en dirección a un edificio con un letrero improvisado que decía “Todos los
Rangos (temporal)”. Alex se dirigió allí también.

—Solo tenemos un comedor en este momento. Los cuarteles de los


oficiales aún están en construcción.

Era ruidoso y solo había lugar para quedarse de pie. Las mesas
estaban llenas de soldados, todos bebiendo y comiendo. Un joven se
precipitó hacia nosotros cuando notó a Jack en la puerta.

—Capitán Kenner, señor —dijo—. El General Powell lo está


esperando afuera, en la parte de atrás. Por aquí, por favor.

El hombre nos condujo por la bulliciosa sala y a través de una


puerta hasta el patio trasero. Era mucho más tranquilo, con música suave
emergiendo a través de un sistema de altavoces. Una larga mesa estaba
ubicada bajo un toldo con algunas personas sentadas a su alrededor.
Supuse que era el comedor de oficiales temporal.

El General Powell se sentaba en la cabecera de la mesa.

—Allí estas, Jack. —Indicó a Jack para que ocupara el asiento vacío
a su lado.

Hayley era la ocupante del otro asiento al lado de Jack. No tenía su


35

gorra militar y pude ver que era bonita. Su cabello castaño caía en rizos
suaves alrededor de sus hombros, una cualidad femenina que parecía
Página

fuera de lugar con la mujer que Alex y Jack describieron. Me di cuenta que
llevaba maquillaje, impecablemente. Tal vez era un instinto para las
mujeres del Domo.

Su rostro se iluminó cuando Jack se sentó a su lado y se deslizó un


poco más cerca de él. Esos sentimientos de celos que pensé que había
enterrado volvieron a provocarme. Los aparté. Ahora no era el momento.

Por un momento me quedé allí sin la menor idea de a dónde ir o qué


hacer. Los dos soldados que formaban el equipo de seguridad de Jack
discretamente se quedaron detrás de él, lejos de la mesa, pero todavía lo
suficientemente cerca para protegerlo si era necesario. Había una mujer
que llevaba gafas oscuras como las mías, parada sola en una esquina.
Supuse que era otra amante y me coloqué a su lado. Nadie me corrigió, así
que pensé que había hecho lo correcto.

—Es mi primera vez. ¿Me puedes ayudar? —Susurré.

Asintió con la cabeza casi imperceptiblemente. Era obvio que estaba


haciendo todo lo posible para estar en silencio y perderse en el fondo. Hice
lo mismo.

—Jack necesita un trago —anunció Powell a nadie en particular.

La mujer a mi lado se aclaró la garganta, llamando mi atención. Hizo


un gesto hacia el comedor y comenzó a caminar en esa dirección. Ahora
entendí. La orden de Powell era para mí. La seguí. Estábamos casi en la
puerta cuando la voz de Powell retumbó de nuevo.

—Gaia, ¿te dije que te muevas?

Ella me dio una mirada tensa, se disculpó y regresó a la esquina.


Estaba por mi cuenta.

Entré en el edificio y vi una larga barra donde los soldados estaban


pidiendo bebidas. Estaba abarrotado, pero me las arreglé para meterme.
Los hombres detrás de la barra llenaban los vasos con una bebida
espumosa.

—¿Con quién estás aquí, querida? —Me preguntó el camarero.

—El señor Kenner.

—¿Qué le gustaría beber?

No tenía ni idea, así que apunté a una de las bebidas espumosas.


Fue a conseguirme una.
36

El hombre que estaba sentado a mi lado en el bar me observaba.


Página
—El Capitán Kenner tiene buen gusto con las pobretonas. —Se
reclinó para echar un vistazo a mi trasero. Si me tocaba, ¿podría Jack
oírme gritar? Lo dudaba.

—Aquí tienes —dijo el camarero.

Aliviada de salir de allí, volví a la mesa de afuera y puse la copa


frente a Jack.

—¿Cuándo empezaste a beber cerveza? —Preguntó Alex.

Casi me doy una palmada en la cabeza. No tenía idea de lo que a


Jack le gustaba beber.

—Recientemente —respondió Jack. Había un gran trozo de papel


cubriendo la mesa entre Jack y el General. Parecía un mapa. Aunque mi
curiosidad se despertó, sabía que no podía quedarme allí y unirme a la
conversación. Volví a la esquina que compartía con Gaia. Jack señaló algo
en el mapa—. Entonces, ¿qué es todo este espacio vacío de aquí?

—Ahí es donde estaba la vieja ciudad, antes de las bombas. En aquel


entonces la gente utilizaba estructuras de acero para la construcción de
rascacielos. Ahora todos están oxidándose, y los edificios están en ruinas.
No es una zona segura —dijo Powell. Dirigió la atención de Jack a otra
área del mapa—. Continuaremos ampliando el noroeste y la frontera
alrededor de la vieja ciudad. Aquí están todas las tierras de cultivo. Ya
hemos traído ganado del Domo: vacas, ovejas, gallinas y cerdos… y se
están reproduciendo perfectamente. Alex te puede dar una excursión si
quieres.

—Sí, me gustaría eso. Gracias. ¿Cuántas residencias tienes


construidas hasta ahora?

—Alrededor de dos mil, que no está mal teniendo en cuenta que solo
hemos estado aquí por un poco más de un año y medio. Obtener la
infraestructura instalada tomó la mayor parte de ese tiempo. Ya sabes,
carreteras, tuberías de alcantarillado, cables y cosas así. Las zanjas
tuvieron que ser excavadas y las tuberías y los cables tendidos bajo tierra,
aunque los pobretones hacen el trabajo sucio. Cada casa está equipada
con energía solar, pero necesitamos una fuente de energía de reserva para
los largos meses de invierno. Comenzamos la construcción de una presa
aquí. —Powell señaló en el mapa—. Así que debemos tener la energía
hidroeléctrica para cuando Holt abra las puertas.

Jack estaba mirando fijamente al General.


37

—Dos mil viviendas en casi dos años, así que va a tomar... ¿qué,
Página

otros dos o tres años terminar? —Preguntó Jack.


—No, no va a tomar mucho tiempo. —Powell negó en desacuerdo y
tomó un sorbo de su cerveza—. La infraestructura está terminada, por lo
que es solo cuestión de construir otros pocos miles de hogares. Hay
condominios en construcción que albergarán a un montón de gente
también, especialmente a los ancianos. Lo único que nos atrasa son los
replicadores. Si pudiéramos encontrar una manera de acelerarlos,
terminaríamos aproximadamente en un año.

—¿Solo unos pocos miles de hogares? —Preguntó Jack pensativo.


Entrecerró sus ojos ligeramente—. Así que Damien pretende llevar a cabo
su plan para el Hoyo.

El General Powell levantó la cabeza y miró a Jack.

—¿Puedo hablar contigo? —Su tono era amenazante. Powell apartó


la silla bruscamente y se paró—. Gaia —ordenó.

A su orden, Gaia tomó su copa y le siguió. La imité, con miedo a


perder una palabra que pudiera ser intercambiada entre ellos. Los dos
hombres se trasladaron a una pequeña mesa donde podían hablar en
privado. Gaia dejó la copa frente al General, y yo hice lo mismo para Jack.

—Creería que para ahora, Jack, sabrías más sobre dejar escapar
secretos de estado en frente de todos.

Gaia se retiró de la mesa y me moví para estar a su lado, aún al


alcance de la audición.

Jack se recostó en su asiento y tomó un sorbo de su cerveza. A pesar


de que parecía un movimiento casual, estaba bastante segura de que
estaba calculando sus siguientes palabras.

—La ciudad ha crecido lo suficiente como para que las personas se


den cuenta de que no todos en el Domo estarán viviendo aquí. Me imaginé
que sería de conocimiento común por ahora.

—Bueno, no lo es. Si alguien más ha hecho los cálculos, no me lo


han mencionado a mí. —Powell tomó un buen trago de su cerveza y la dejó
sobre la mesa—. ¿Así que se han calentado las cosas en el Domo? ¿Algún
rumor acerca de la guerra? —Hubo una momentánea mirada de confusión
en el rostro de Jack que Powell no se perdió—. Las comunicaciones han
estado caídas por... bueno, ahora que lo pienso, se acabaron en el
momento de tu boda. De todos modos, no tengo ni idea de cómo resultó
ese día.
38

—¿El día de mi boda? —Dijo Jack, pensativo—. Comenzó un


disturbio en el Hoyo. —Había una nota de entendimiento en su voz.
Página

Casualmente, se inclinó hacia delante, agarrando su vaso de cerveza con


las dos manos—. Prometer a los pobretones un festín y luego simplemente
darles pan funcionó de maravilla.

—Como Damien sabía que pasaría —confirmó Powell.

La impresión que sufrí fue como una bofetada en la cara. ¿El


Presidente Holt había provocado intencionalmente una revuelta en el
Hoyo? Estaba teniendo un mal presentimiento sobre esto.

Jack se encogió de hombros.

—Parece que está tomando el camino más largo. Él es el presidente,


así que puede hacer lo que quiera. ¿Por qué molestarse en iniciar una
guerra?

—Porque necesita que las Familias estén de acuerdo acerca de


apagar el sistema de ventilación. De lo contrario, corre el riesgo de un
motín.

Mordí el interior de mis mejillas para mantener la mirada de horror


fuera de mi rostro, extrayendo sangre con el esfuerzo. La canción de
Crystal volvió a atormentarme: “…el Hoyo quieren hacer explotar”. Me fijé
por el rabillo de mi ojo cómo estaba reaccionando Gaia, pero permaneció
indiferente.

—Personalmente, creo que nunca conseguirá que todos ellos estén


de acuerdo. Pero es solo mi opinión —dijo Jack.

Powell resopló una risa brusca.

—Ya deberías saber que nada de lo que hace tu suegro, es fruto de la


casualidad. Ha estado reduciendo las raciones de los pobretones, y
haciendo su vida miserable por años. ¿Cuánto más van a soportar antes
de que se defiendan? El Hoyo es una bomba de tiempo a punto de estallar.
—Tomó un sorbo de su cerveza—. También ha estado reduciendo las
raciones en el Domo y echándole la culpa a la creciente población en el
Hoyo.

Jack se inclinó hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa.

—Esa parte de su plan está funcionando… todos en el Domo están


asustados de que el suministro de alimentos se esté acabando, y están
exigiendo incluso saber si es seguro salir. Damien utilizó la boda para
unos discursos grandilocuentes.

Powell soltó una carcajada.


39

—¡Probablemente hizo que todos se sientan avergonzados de sí


Página

mismos por preguntar!


Jack sonrió y asintió en acuerdo.

—Con sus raciones reducidas y sin ningún lugar a donde ir, ¿cómo
crees que el Domo reaccionará cuando los pobretones ingratos
recompensen su hospitalidad con una revuelta?

—Y si el Hoyo comienza la guerra, las Familias no tendrán más


remedio que estar de acuerdo con un ataque defensivo. No van a discutir
cuando el presidente apague el sistema de ventilación.

—Exactamente. Está uniendo al Domo —dijo Powell—. Es una


especie de ironía cuando lo piensas. Los pobretones han estado cavando
esa mina durante trescientos años, sin siquiera saber que estaban
cavando su propia tumba.

Gaia me dio un golpecito en las costillas con el codo y me giré para


mirarla. Ella seguía mirando al suelo y me di cuenta que yo no lo hacía.
Estaba mirando abiertamente a los hombres con esa mirada de horror que
estaba tratando muy duro de no mostrar. Relajando mi rostro a una
expresión en blanco, incliné mi cabeza y disimuladamente los miré a
través de mis gafas oscuras.

Los nudillos de Jack se volvieron blancos mientras se aferraba a su


vaso de cerveza, pero se las arregló para mantener una sonrisa
desenfadada.

—A veces me olvido de lo brillante que es Damien. Quizás realmente


tendrá éxito en conseguir su raza superior.

Powell lo miró con sorpresa.

—¿Tú sabes sobre eso? ¿Y estás de acuerdo?

Jack se encogió de hombros.


—¿Por qué no habría de estarlo?

El General se detuvo, sus ojos desviándose hacia el puño que Jack


tenía en su vaso. Jack levantó su cerveza y tomó un trago.

—Debido a que los Kenner siempre han sido grandes defensores del
Hoyo —dijo Powell—. Recuerdo que fue su programa de esterilización lo
que salvó a los pobres del Sacrificio a una edad más temprana. Estoy un
poco sorprendido de que estés a bordo de los planes de Damien.

¿Jack era el responsable del programa de esterilización? La persona


40

en la que había depositado mi confianza para liberar el Hoyo, el hombre


del que me estaba enamorando, ¿era el responsable de esterilizarnos? A
Página

pesar del cálido viento de la tarde, comencé a temblar. Gaia le dio a mi


costado otro sutil toque con su codo, trayéndome al presente. Me di cuenta
que estaba mirando fijamente al hombre de nuevo.

La boca de Jack cayó mientras consideraba las palabras Powell.

—Él es el presidente. Tiene mi lealtad.

Powell alzó sus cejas.

—Mis disculpas si pensaste que estaba dudando de eso. —Jack agitó


su mano como si quisiera apartar el pensamiento—. Lo dije porque pensé
que eras el heredero. Debes tener tu propia agenda para cuando la
presidencia se te delegue.

—Creo que es un poco pronto en mi carrera para tener una agenda.


Acabo de comenzar mi entrenamiento.

Powell asintió.

—Y lo debes estar haciendo extremadamente bien para que Damien


te enviara aquí afuera. Esta ciudad es un secreto con el que es
extremadamente protector. —El General se detuvo, giró sus anteojos en la
mesa—. Espero que puedas confiar en mí como un confidente, Jack. Me
gustaría ofrecerte mis servicios como consejero mientras trabajas con esa
agenda.

Jack sonrió ampliamente.

—Lo aprecio, General.

La puerta de comedor explotó abierta, momentáneamente llenando


el patio con el ritmo del rock and roll y el ruido de borrachos cantando. El
camarero anunció que la cena estaba lista.

—Bueno, vamos a comer. Estoy muriendo de hambre —declaró


Powell, empujando su silla hacia atrás—. Y mantén en mente que al menos
aquí afuera, no es de conocimiento común. Hasta que la guerra sea
inminente, no hay nada que nos diga cómo las personas van a reaccionar.

Los dos hombres se levantaron y se dirigieron hacia la mesa


principal. Gaia atravesó la puerta hacia el comedor y yo me arrastré tras
de ella. Seguía en conmoción por lo que acababa de oír. A pesar de que
Crystal nos había advertido en su canción, el pensamiento de todos en el
Hoyo siendo asesinados era demasiado inadmisible para creer, aun así
había escuchado al general con mis propios oídos.
41

También le había escuchado decir que Jack era el responsable del


programa de esterilización. Mi Jack. El hombre en el que había depositado
Página

mi confianza.
Mi mundo entero se estaba desmoronando y Gaia no se veía ni
remotamente afectada. Tan pronto como la puerta cerró con un chasquido
detrás de nosotras, me giré hacia ella.

—¿No lo escuchaste? —Exigí sobre el ruido de la habitación.

—Sip.

Giró alejándose de mí y fue hacia el bar.

—¡Espera! ¿No te molesta?

—Por supuesto que me molesta. —Se detuvo y se volvió con una


expresión impaciente—. Mira, él ha estado hablando por meses con el
Coronel Anderson acerca de esto y están haciendo todo lo posible para
convencer al presidente de no hacerlo.

—¿Así que eso es todo? —Pregunté tontamente—. ¿Vas a poner toda


tu fe en Powell mientras trata de hacer que Holt cambie su manera de
pensar?

—Eso es todo lo que tenemos.

—Podemos contraatacar. ¿Cuántos otros del Hoyo están allá fuera?


Si hay suficientes de nosotros…

—Nosotros podemos… ¿qué? ¿Crear un ejército? —Gaia alzó sus


cejas, esperando mi respuesta.

Asentí. Eso era exactamente lo que estaba pensando.

—Eres nueva aquí afuera, permíteme aclararte algo. Todos tenemos


esta pequeña cosa en nuestro cuello que instantáneamente nos mata si
caminamos en la dirección equivocada. Todas las mujeres son encerradas
dentro de un corral que está rodeado no solo por una cerca de alambre si
no también con uno eléctrico que está diseñado para activar nuestras
etiquetas. Todos los hombres son encerrados dentro de un diferente corral
que está, como ya habrás adivinado, rodeado de vallas. El campo está
cercado. Las granjas están cercadas. Hay tantas vallas enterradas aquí
afuera que no sabemos dónde pisar. Ahora que sabes la disposición de la
tierra, volvamos a tu plan de armar un ejército. Estamos todos etiquetados
y no tenemos armas. Y solo en caso de que te lo hayas perdido, hay
soldados en todas partes llevando armas de fuego todo el tiempo.

—Tú y yo no estamos encerradas en un cercado —señalé—. Podemos


hacer algo.
42

Una mirada de comprensión atravesó sus rasgos.


Página
—Oh, lo siento. No me había dado cuenta de que habías sugerido
que deberíamos juntar un ejército de amantes. Eso es genial. Apuesto a
que ganamos. —Se dio la vuelta y avanzó hacia el bar.

La mitad de mí estaba hirviendo con ira por cómo ella podía aceptar
lo que iba a pasar; la otra mitad de mí, vio su punto. Aun así, si todos en
el Hoyo hubieran tenido su actitud, nosotros nunca podríamos haber sido
capaces de crear la Alianza. Tomé una profunda y purificadora inhalación,
y la seguí hacia el bar.

El camarero nos notó paradas allí y atravesó la puerta de la cocina.


Volvió con una bandeja de comida en cada mano y le pasó una a Gaia y
otra a mí. Justo como la última vez que serví en la cena de un burgué, el
plato estaba lleno de comida. Había un pedazo de carne asada y largos,
finos vegetales —¿papas?— cocinados hasta ser dorados. Dolor apareció
ante el delicioso olor de la cena de Jack cuando alcanzó mi nariz, y mi
boca se aguó.

—Dile al General que el resto de las comidas saldrán de inmediato.

En silencio, regresamos a la mesa de afuera con las bandejas. A


pesar del caos en mi mente, el olor de la comida estaba haciendo gruñir a
mi estómago vacío. Mientras colocaba el plato frente a Jack, hicimos
contacto visual solo por un instante. Pasó tanto entre nosotros durante ese
breve momento. Podía decir que estaba molesto. Los dos sabíamos más de
la guerra ahora. Y ahora sabía acerca de su rol como el heredero.

Volví a mi esquina y traté de mezclarme con el fondo. Estaba


temblando por la injusticia de todo. Sabía del crimen que estaban
planeando y no tenía forma de detenerlo. Mis ojos se desviaron hacia la
pistola colocada en la pierna del General, e irracionalmente me pregunté si
podía encontrar algún consuelo tomándola y poniéndola en su cabeza.
Aunque quizá matarlo ayudara a descargar algo del odio que me carcomía,
todos los burgué en la mesa sacarían sus armas y me dispararían. Muerta,
no le servía al Hoyo.

Un hombre joven llegó con una carretilla de tres estantes llena de


calientes y humeantes platos y les sirvió a todo el resto en la mesa. Los
comensales comieron su comida con entusiasmo y gritaron sus cumplidos
al chef. Reflexivamente tragué, el gesto hizo que mi estómago gruñera
fuerte. Noté que Jack no estaba teniendo ningún problema comiendo,
aunque casi no había tocado su cerveza. Estaba teniendo una
conversación tranquila con sus compañeros de cena, bromeando con ellos
de la manera en que solo buenos amigos pueden.
43

—Me parece recordar que tu hermano siempre fue mejor peleador


Página

que tú, Jack —dijo Powell.


—Admito que Ted es mejor que yo… pero soy el segundo mejor que
la escuela alguna vez produjo.

Hayley le mostró una expresión impresionada.

—Nunca pudiste vencerme.

—Eso es porque siempre te dejé ganar.

Un coro de ooooohhhh se elevó en la mesa y algunos de los oficiales


se codearon. Jack no solo encajaba con esa gente; lo veneraban. No me
miró ni una sola vez desde que la cena comenzó y estaba agradecida. A
pesar de que había sido usada para servir a los burgué, encontraba
humillante tener que ser una esclava al frente de Jack, especialmente
mientras el Domo celebraba su llegada. Quizá él estaba en lo cierto
después de todo, habíamos sido iguales en el Hoyo.

—Bueno, tengo que decir que disfruté del premio —dijo Hayley
sugestivamente.

La mesa se volvió salvaje con risas.

—Jack —ella dijo— casi no tocaste tu cerveza. ¿Sabe ella que la


odias? ¿Preferirías vino? ¿O un whisky para después de comer?

—No gracias, Hayley. No estoy acostumbrado a este calor y


encuentro el alcohol un poco demasiado deshidratante.

—¡Muchacha! —Dijo Hayley, observándome—. Tu amo necesita


agua.

¿Podía esta noche ponerse aún mejor? El calor de mi vergüenza se


mostró en mis mejillas al ser ordenada por la novia de Jack. Resistí el
deseo de pisar fuerte mi camino hacia el edificio. Una actitud como esa,
haría que me castigaran.

—¿Otra cerveza? —Preguntó el camarero.

—Solo agua, por favor.

El camarero me alcanzó un largo vaso de agua con hielo y deslizó


algún tipo de fruta en él. Volví afuera y puse la bebida al frente de Jack.
Esta vez, no me molesté en hacer contacto visual con él. Solo mantuve mi
cabeza baja y volví a mi esquina, tratando de borrar la alegría de las
personas reunidas alrededor de la mesa.
44

Luego de lo que pareció una eternidad, el General Powell chocó un


vaso vacío de cerveza contra la mesa, llamando la atención de todos.
Página

—Bueno, voy a tomar esto como el final de la noche.


Se paró sobre sus inestables piernas y Gaia fue para ayudarlo.
Caminaron hacia la puerta del desastre y dos soldados entraron detrás de
ellos.

Jack se empujó fuera de la mesa.

—Mejor me voy yendo también. Comienzo mi nuevo trabajo mañana.

—Regresaré contigo —dijo Alex.

—Yo también —agregó Hayley.

Jack lanzó una mirada en mi dirección y supe que debía seguirlos.


Mientras me colocaba detrás de ellos, su equipo de seguridad se posicionó
detrás de mí.

Luego de que habíamos caminado a través del bar lleno y de nuevo


hacia la calle, Hayley enroscó su bien tonificado brazo alrededor del codo
de Jack. Tenía una aguda conversación con ella y ésta se reía de todo lo
que decía. Él no parecía notar que yo estaba justo detrás de él. Quizá no
importaba más lo que yo pensara.

Cuando arribamos a la casa, el trío se detuvo y continuaron la


charla. Desesperadamente me pregunté si ellos alguna vez se irían. No es
que quisiera entrar a la casa y estar sola con Jack, pero mis sentimientos
eran abrumadores. Lo que realmente quería era correr, aunque no supiera
a dónde.

—Escuchen chicos, estoy cansado —dijo Jack finalmente.

—Te enseñaré como conducir la motocicleta mañana —avisó Alex.

—Buenas noches Jack —dijo Hayley.

Él los despidió con la mano.


45
Página
Capitulo 5
Jack abrió la puerta y fuimos a nuestra casa temporal. Era grande,
desconocida y dolorosamente tranquila después del ruido estridente del
comedor. Cerré los ojos, apreté el pulgar y el dedo contra la presión detrás
de ellos. Mi cabeza estaba empezando a doler, aunque no estaba segura de
si era por el hambre o la sobrecarga de información.

Su mano se envolvió suavemente alrededor de mi brazo y resistí el


impulso de dar un tirón lejos de su toque. Estaba enojada, pero era
consciente del hecho de que prometimos antes de salir para la cena que
estábamos jugando nuestro papel. Era necesario para nuestra
supervivencia. No era una extraña siendo una esclava. Nací como una. Sin
embargo, ser esclava de Jack había sido humillante. Era mi compañero,
mi casi amante y mi amigo. Oír su papel en el programa de esterilización lo
hizo mucho más difícil. Pensé que lo conocía, pero todavía era un
desconocido.

Me dio la vuelta para enfrentarme a él, con una expresión triste y


disculpándose.

—Sunny... lo siento.

Me di cuenta de que él estaba luchando y una parte de mí estaba


agradecida de que pudiera estar sintiendo un poco de remordimiento.

—¿El programa de esterilización?

Mi voz se quebró alrededor de todo el nudo en mi garganta. Por una


vez me alegré de que mis emociones hubieran robado mi capacidad de
hablar. No quiero hablar. Solo quería callar.

—Era un niño pequeño cuando mis padres hicieron campaña para


ese programa —dijo Jack, con la voz quebrada por la emoción—. Hicieron
eso como una alternativa a la reducción de la edad del Sacrificio. Salvaron
miles de personas en el Hoyo de ser detenidos y asesinados.

Abrí la boca para hablar, desafiando ese bulto, pero mis lágrimas
decidieron que era un buen momento para aparecer. Tiré mi brazo de su
agarre y me dirigí hacia el dormitorio.
46

—No te alejes de mí.


Me detuve y me di la vuelta para mirarlo.
Página
—¿Era una orden, señor?

Nos miramos el uno al otro a través del cuarto. Jack fue el primero
en apartar la mirada.

—No, no lo era —dijo. Pasó una mano por los ojos.

Seguí mirándolo.

—¿Es por eso que estabas actuando tan nervioso antes de esta
noche? ¿Tenías miedo de que fuera a saber cómo eres realmente?

—Admitiré que fue una de las razones.

Mis ojos se abrieron con estupefacción ante su honestidad.

—No estés tan sorprendida, Sunny. ¡Era el heredero presidencial!


¿Crees que no hice nada para ganar ese título? —Me miró, esperando mi
respuesta.

No tenía una. Tal vez porque en algún momento de nuestra


asociación me había convencido de que el heredero presidencial que había
visto en la televisión muchas veces, no existía en realidad. Ese hombre era
solo una imagen y no la misma persona con la que había vivido en el Hoyo.

—Te lo dije antes de salir del Domo, tú me cambiaste —dijo,


rompiendo el silencio que había crecido entre nosotros—. Abrí mis ojos
durante mi tiempo allí.

Negué con la cabeza con incredulidad.

—¿Por qué no me dijiste sobre el programa de esterilización? ¿Por


qué no me dijiste la verdad?

—Jesús, Sunny, estaba en el Hoyo rodeado de miles de personas que


me odiaban. ¿De verdad crees que era el mejor momento para aclararlo?

Me clavé las uñas en la palma de mi mano.

—¡Podrías haber sido honesto conmigo, Jack!

—¡¿Así podrías decirle a tu novio?!

—¿Reyes? ¡¿Lo estás metiendo a él en esto?!

Jack apretó los puños y miró salvajemente alrededor del cuarto.


Nunca lo había visto tan enojado. Preguntándome si estaba buscando algo
47

para golpear, di un paso lejos de él. Captó mi movimiento y me miró de


nuevo. Le devolví la mirada, negándome a dar marcha atrás.
Página

Cerró sus ojos y relajó sus manos.


—Reyes quería que me fuera del Hoyo y realmente no le importaba
cómo.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Todos los días en las minas, trató de provocar una pelea. Cuando
no mordí el anzuelo, trataba de convencer a todos de que era una especie
de traidor que trabaja para la burgué, entonces ellos querrían matarme. Le
daré un crédito… nunca dijo ni una vez quién era yo. Pero eso era para tu
protección.

Me quedé sin habla por un momento. No porque no le creía a Jack


—sonaba exactamente como algo que Reyes haría— sino porque me
preguntaba por qué Jack lo ocultó de mí.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque pensé que estabas enamorada del tipo.

—Te dije que no lo estaba.

—Me lo dijiste en nuestro último día en el Hoyo.

Estaba en lo cierto. Me cubrí la cara con las manos en un vano


intento de encerrarme fuera de la realidad. Demasiado había pasado y no
podía darle sentido nunca más.

—¿Cuándo empezó todo a estar tan jodido?

—Siempre ha estado jodido. Nos quedamos atrapados en el medio de


eso.

Enojada, me froté las lágrimas de los ojos.

—Todavía deberías haberme hablado de Reyes.

—¿Recuerdas el día que me metí en una pelea con los guardias?

Asentí. ¿Cómo podría olvidarlo? Fue la noche que tuve que sentarme
con él porque podría haber tenido una conmoción cerebral, la noche que
realmente hablamos el uno al otro por primera vez. El resultado fue la
formación de la Alianza.

—Ese fue el día en que todo se rompió. Reyes y sus amigos se


burlaban de mí, los guardias estaban disfrutando el acto, y luego algunos
pobres chicos entraron en el medio. Yo solo... lo perdí. Cuando empecé a
tirarles a los guardias, no me importaba si vivía o moría.
48

Necesitaba pararlo.
Página
¿Por qué no sabía nada de eso? ¿Nunca me molesté en preguntar
cómo era su vida en las minas? La verdad era que estaba demasiado
envuelta en mi propia miseria para siquiera considerar lo que estaba
pasando. Estaba demasiado preocupada por Summer y le echaba la culpa
por no ayudar lo suficiente. Estaba preocupada por mi papá y también
hice a Jack responsable del arresto. No me importaba lo que estaba
pasando. Solo me importaba si podía ayudar o no.

De repente, no me gustaba mucho a mí misma.

—Lo siento, Jack. Debí saberlo.

Sus hombros cayeron y lo vi abandonar la lucha.

—A menos que Reyes te haya dicho, no hay manera de que pudieras.

Mi mente volvió a aquel día en el Hoyo, el día que los guardias


habían arrastrado a mi padre y Reyes me había acorralado por nuestro
futuro juntos. Había sido firme en que teníamos que deshacernos de Jack.
Pensé que había hecho mi posición clara para él de que eso no iba a
suceder. Pero sabía lo que era Reyes. Debería haber anticipado que iba a
tratar de encontrar una manera de conseguir lo que quería.

El sonido de mi estómago gruñendo de repente llenó la habitación y


rápidamente me puse una mano sobre el abdomen para amortiguar el
sonido. El ruido incómodo dibujó una sonrisa en Jack y la tensión entre
nosotros se alivió.

—No has comido en mucho tiempo —dijo—. El refrigerador debe


estar abastecido ahora.

Negué con la cabeza.

—No estoy tan hambrienta. —¿Por qué acababa de decir eso? Mi


cabeza estaba en auge y mi estómago tenía calambres. Sabía que la
comida me haría sentir mejor, sin embargo, un sentido de orgullo terco me
impidió admitirlo. Verlo comer la comida de un rey mientras estaba en el
banquillo babeando me hizo sentir más que un poco patética.

Me tendió la mano, con una expresión triste.

—Ven. Es mi turno de servirte.

¿Cómo lo sabía? Con un profundo suspiro y una rodada de mis


ojos, no hice caso a mi rencor irracional y tomé su mano. Me llevó a la
cocina y sacó un taburete para mí.
49

—¿Alguna vez has comido huevos? —Preguntó, hurgando en el


Página

refrigerador.
Asentí.

—En tu apartamento antes de la boda, ¿recuerdas?

—Oh, sí. —Sacó un par de artículos y los colocó junto a la estufa—.


Bueno, creo que los míos serán mejor.

Mientras hurgaba a través de alacenas y escogía objetos, me senté


en la barra y lo observé. Parecía saber su camino alrededor de la cocina,
otro hecho que no había sabido de él. ¿Tenían cocinas privadas en el
Domo?

—¿Dónde aprendiste a cocinar? —Pregunté.

—Durante la universidad. La primera vez que estuvimos despiertos


toda la noche estudiando para un examen, despertamos al cocinero y le
pedimos que nos hiciera algo de comer para mantenernos despiertos. En
su lugar, nos mostró cómo usar la estufa y nos dijo que nunca lo
despertáramos en mitad de la noche otra vez. Tuvo suerte de que nunca
empezamos un incendio.

Qué vida tan privilegiada había llevado para ser capaz de despertar a
un cocinero y demandarle comida. La imagen era un crudo contraste con
el Jack Kenner que había llegado a conocer en el Hoyo.

Sirvió un vaso de leche y lo puso delante de mí. Tomé un sorbo,


consciente del hecho de que solo sirvió un vaso.

—¿No comerás?

Negó.

—Estoy lleno. —Vi la indirecta más desnuda de un rubor arrastrarse


por su cara—. No tengo hambre en este momento.

Tomó la sartén de la estufa mientras la tostada salió. Traté de


recordar la última vez que comí. Debió haber sido hace unos días. No era
extraño que Jack fuera capaz de comer su cena, a pesar de nuestra
situación.

Puso un plato lleno de huevos, tostadas y rebanadas de algún tipo


de fruta o verdura roja frente a mí. Olía delicioso.

—Gracias.

Se sentó en el taburete junto a mí.


50

—De nada.
Página
Todo lo él que tenía era una tostada, y estoy segura de que solo la
tenía para salvarme de comer sola. No me importaba. Tenía tanta hambre
que quería prescindir de los cubiertos, abrir la boca y vaciar la comida
directamente en el estómago. En cambio, me obligué a recoger mi tenedor.
Tomó cada pedacito de mi fuerza de voluntad no palear la comida. Cuando
se acabaron todos mis huevos y tostadas, miré las cosas rojas. Mi
estómago se sentía a punto de estallar, pero no quería dejar un pedazo
detrás.

—Eso es tomate. Es muy bueno —dijo Jack.

Recogiendo una rodaja con mi tenedor, mordisqueé. Era jugoso, una


especie de dulce con un toque de sabor amargo. Puse la otra mitad hacia
atrás en mi plato.

—¿No te gusta?

—Estoy muy llena, creo. Gracias. Estaba delicioso.

—Pero no has comido mucho. Voy a hacer más huevos. —Se puso de
pie.

—Por favor, Jack —le dije, deteniéndolo—. Estoy bien.

—¿Te sientes mejor?

Asentí.

Se sentó de nuevo.

—Entonces tenemos que hablar.

Aunque la comida estaba cuidando de mi dolorida cabeza y el


estómago, mis emociones estaban todavía en estado de agitación. Puse mis
codos sobre el mostrador y apoyé la cara entre las manos, ocultando mis
ojos. Hablar no iba a cambiar nada.

—¿Va a hacer algo bien?

Giró en su taburete para mirarme.

—Me gustaría por lo menos tener la oportunidad de explicarme sobre


el programa de esterilización.

Volví la cabeza para mirarlo. Aunque no estaba segura de querer


aprender algo más sobre Jack el heredero, sabía que tenía que hacerlo.
51

—Estoy escuchando.
Página

Respiró hondo.
—Como he dicho antes, mis padres defendieron el programa hace
quince años, cuando Holt quería bajar la edad del Sacrificio a treinta. Si
Holt hubiera tenido éxito significaba reunir a todas las personas entre las
edades de treinta y treinta y cinco y exterminarlos. Mis padres presentaron
el programa de esterilización como una forma de frenar el aumento de la
población en el Hoyo. Se las arreglaron para convencer a la mayoría de las
familias influyentes, lo que obligó a Holt adoptar el programa.

Jack hizo una pausa para mirarme, para ver cómo estaba tomando
la información.

—Sigue.

—Fui a trabajar para el gobierno de Holt cuando me comprometí con


Leisel. No tuve más remedio, era el presidente en formación. Uno de los
primeros proyectos que me dieron para gestionar fue el programa de
esterilización, probablemente porque fue mi familia quien lo impuso a Holt.
En un principio, la esterilización se realizó mediante cirugía, pero en los
últimos años un compuesto había sido desarrollado para la esterilización
química. —Hizo una pausa, tomó una respiración profunda—. Apoyé
porque es menos invasiva y me dijeron que los problemas eran menores.
No sabía la magnitud de los problemas hasta que conocí a la esposa de
Raine, Flo. No tenía ni idea antes de conocerla. Lo juro.

—Pero sabías que había problemas, así que, ¿por qué no tratar de
averiguar cuáles eran?

—Porque las mujeres habían muerto durante la cirugía, pero nadie


se había muerto por conseguir la inyección.

El arrepentimiento en el rostro de Jack me convenció de que estaba


diciendo la verdad, pero no era su sinceridad lo que cuestionaba. Lo que
me molestaba era la razón por la cual la burgué nunca se incluía en sus
propias políticas. Era solo el Hoyo el sometido al control de la población. A
pesar de que todos sabíamos que estábamos obligados por los términos del
tratado, aún causaba mucho resentimiento.

Con cansancio, apoyé un codo en la mesa y descansé la cabeza en


mi mano. Decidí que algunos pensamientos estaban mejor guardados para
mí. Había habido suficiente discusión entre nosotros y nada bueno iba a
venir de debatir el punto.

—Entonces, tu decisión era justa —dije—. ¿Hay algo más que deba
saber?
52

Jack se movió incómodo y volvió su taburete de nuevo hacia el


mostrador.
Página
—Sunny, crecí en el Domo. Trabajé para el presidente durante casi
un año completo. Fingí amar a su hija. Creo que es seguro decir que hice
un montón de cosas que podrías interpretar como... cuestionables. Así
que, si decidimos quedarnos aquí y mantener las apariencias, no puedo
garantizar que no habrá una repetición de esta noche.

Levanté las cejas.

—¿Qué quieres decir si decidimos quedarnos aquí? ¿Qué opción


tenemos?

—Podemos huir.

Me senté con la espalda recta y busqué su rostro.

—¿Te refieres a abandonar el Hoyo? ¿Dejar que todos mueran? —


Negué en desacuerdo. No había forma de que accediera a eso.

—¡No! —Pareció sorprendido por mi sugerencia—. Me refiero a tratar


de salir de aquí y encontrar una manera diferente de entrar al Hoyo.

—Dijiste que era una fortaleza.

Asintió.

—Lo es. Y también tendremos que lidiar con soldados armados


patrullando la zona, mientras que estamos tratando de encontrar la
manera de entrar.

Estudié a Jack por un momento, tratando de evaluar lo que quería


hacer. Sin embargo, su expresión era expectante, esperando mi respuesta.

—Antes, dijiste que nuestra mejor opción para salvar el Hoyo era
estar aquí, así que, ¿por qué estás cambiando de idea ahora?

Apoyó un codo en el mostrador y se pasó una mano por los ojos.

—Porque si esta noche fue una indicación, quedarnos aquí podría


destrozarnos y separarnos. Somos un equipo, Sunny. Nadie del Hoyo
confía en mí, por lo que no van a escuchar nada de lo que tenga que decir.
Y no puedes liberarlos sola porque francamente, no tienes las capacidades
técnicas. Nos necesitamos para hacer esto.

A pesar de que todo lo que decía era verdad, sus palabras me


golpearon como un viento frío. Redujeron nuestra relación a una sociedad
de negocios.
53

Una sensación de descontento se apoderó de mí y luché por


mantenerla a raya. Me sentía bastante mal sin añadir tristeza a la mezcla.
Página

Las cosas habían sido mucho más fáciles entre nosotros en el Hoyo y solo
quería tener eso otra vez. Quería olvidarme de lo que había oído, olvidar
verlo con sus amigos... con Hayley.

Entonces me acordé de que las cosas no fueron fáciles para él en el


Hoyo.

Los sentimientos estaban empezando a causar mucha confusión,


distrayéndome de lo que era realmente importante, liberar el Hoyo antes
de que Holt aniquilara todo. La vida era bastante complicada sin añadir la
preocupación de nuestra relación.

Me volví hacia él.

—Si quedarnos es la mejor oportunidad que tenemos, entonces nos


quedamos. Y estoy de acuerdo… estamos en mejor situación si solo somos
como socios. —Le tendí la mano para que la sacudiera.

En lugar de aceptar mi mano tendida, alzó su propia mano, como


para librarse de ella.

—¡Guao! Nunca dije eso. ¿Y qué es exactamente lo que quieres


decir?

—Quiero decir que si había algún tipo de… relación… empezando


entre nosotros, tal vez no sea una buena idea. —Lo miré para ver su
reacción.

—Si había una… —repitió y luego se detuvo. Me miró por un


momento—. Pensé que había algo entre nosotros.

Era difícil pensar mientras sus ojos azules miraban con tanta
atención a los míos.

—Pero después de esta noche...

Sostuvo mi mirada durante lo que pareció una eternidad antes de


que me diera una sonrisa tensa.

—Oh.

Se puso de pie y llevó mi plato al fregadero.

El aire crujía con tensión, momentáneamente me paralizándome.


Intenté robar una mirada a su rostro, pero estaba en el fregadero de
espaldas a mí.

Me levanté del taburete y recogí los platos que había utilizado para
54

preparar la comida.
Página

—Después de lo que dijiste, pensé que era esto lo que querías.


—No estoy seguro de lo que dije para darte esa impresión. —Llenó el
fregadero con agua caliente y detergente, aunque estaba bastante segura
de que estaba buscando un lavavajillas.

Encontré una toalla en un cajón.

—Eso de que tú tienes las habilidades y yo no, y por eso nos


necesitamos el uno al otro.

Enjuagó un plato y lo puso en el escurridor, teniendo la oportunidad


de acercarse más a mí.

—Lamento lo que dije. Salió mal.

—No, no estaba mal. Simplemente me hizo pensar que esto va a ser


mucho menos complicado si estamos... —pensé en mis próximas
palabras—. Libres para jugar nuestro papel.

Se detuvo en el lavado de la sartén y volvió toda su atención a mí.

—¿Libres para jugar nuestro papel?

—¡Míranos! Acabamos de descubrir lo que Holt tiene reservado para


el Hoyo y en vez de elaborar un plan, estamos atrapados en todas
estas cosas... emocionales.

Por un momento, no dijo nada. Solo me miró con una expresión


pensativa que no era lo suficientemente clara como para no darme una
pista sobre lo que estaba pensando. Me sentía incómoda, tomé la sartén de
su mano y la sequé para mantenerme ocupada.

—Tienes razón —dijo finalmente. Enjuagó la toalla y empezó a


limpiar el mostrador.

Me estremecí por el frío repentino en la habitación.

—Estás enojado conmigo.

Dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarme.

—No, no estoy enojado contigo. Estoy frustrado. —Tiró el trapo en el


fregadero—. Nuestra situación no va a conseguir mejorar por estar aquí,
pero tenemos que quedarnos con el fin de ayudar al Hoyo. Así que si la
supresión de cualquier... romance que comenzaba entre nosotros va a
mantenernos juntos, entonces estoy de acuerdo.

—Creo que es lo mejor, Jack. Tenemos que concentrarnos en lo


55

importante. —Puso los platos y colgué mi toalla para que secara. Era difícil
ignorar la tensión entre nosotros, pero teníamos que superarlo—. ¿Todavía
Página

no has pensado en un plan?


Se encogió de hombros.

—No sé exactamente cómo funcionan las cosas aquí, pero mi plan


inicial es arreglar las comunicaciones y conseguir enviar un mensaje a la
Alianza y mi familia.

—Suena fácil. —Tomé un par de vasos de la alacena, los llené de


agua, y le entregué uno—. ¿Puedo hacerte una pregunta acerca de algo?

—¿Por qué no? Ya que estamos siendo tan honestos. —El sarcasmo
era inconfundible. Me dije que habían sido suficientes verdades habladas
por una noche.

—No importa.

Suspiró, exasperado.

—Haz la pregunta, Sunny.

Dudé, pero ya que no era una cuestión personal, decidí que era un
tema seguro.

—¿Crees que el General Powell tiene razón? ¿Holt será capaz de


convencer a las Familias de matar a todos en el Hoyo?

Tomó un sorbo de agua antes de responder.

—Es posible. El instinto de supervivencia se activa cuando se está


muriendo de hambre. El Hoyo ya ha llegado a ese punto, y si Holt sigue
recortando las raciones en el Domo, pronto estarán desesperados.

—¿Por qué Jack? ¿Por qué nos quieren a todos muertos?

—Holt está obsesionado con no dejar que las líneas de sangre se


mezclen.

—Recuerdo que Crystal dijo eso una vez, también. ¿Qué quiere decir
exactamente?

—El régimen de Holt no quiere que pobretones y burgué tengan


bebés juntos, por lo que una ley fue hecha contra los matrimonios
interraciales. Es una de las leyes rompimos. —Me dio una débil sonrisa y
se apoyó en el mostrador—. Oficialmente existe la ley de control de
población, a pesar de que no tiene sentido, ya que sería mejor tener una
reserva de genes más grande. La verdadera razón detrás de esto es que el
régimen de Holt no quiere las dos líneas de sangre mezcladas. Escuché a
56

Holt discutir algún tipo de raza superior con Malcolm West. No escuché
toda la conversación, pero ahora que sé lo que está construyéndose en
Página

esta ciudad, estoy empezando a poner todo junto y Powell casi lo confirmó.
El plan de Holt es repoblar la Tierra con su raza superior, que solo incluye
a personas del Domo.

—Y nadie del Hoyo —añadí.

Jack me dio una mirada directa.

—Tú y yo lo detendremos. No vamos a dejar que se salga con la


suya.

—Espero que podamos.

—Debemos descansar un poco. No sé tú, pero estoy agotado. Y


tenemos un largo día por delante mañana.

También estaba agotada, pero no estaba segura de poder dormir.


Vivíamos entre las mismas personas que nos matarían si se enteraban de
que éramos buscados por traición.

A mitad de la sala me detuve, no sabía a dónde ir.

—¿Qué pasa? —Preguntó.

—Um... solo hay una habitación aquí. Ahora que hemos decidido
nada de cosas románticas, tal vez debería tomar el sofá. O dormir arriba.

—Tú y yo nos quedamos juntos. —Puso sus manos en la parte


posterior de mis hombros y me condujo hasta la habitación—. Si una
sirvienta se entera de que no estamos compartiendo una habitación,
hablará. O si vienen por nosotros, por lo menos podemos tratar de escapar
por la ventana de la habitación juntos. Separados, somos vulnerables.

Me di cuenta de que a pesar de que las luces no estaban encendidas,


Jack no tenía ningún problema para conducir su camino a la habitación.
Incluso sin la luz del sol, la casa seguía siendo más brillante que el Hoyo.

—¿Tenemos una sirvienta? —Pregunté, mientras me llevaba a la


habitación.

—Así es como funciona en el Domo. No estoy seguro de por aquí.

Cerró la puerta y se enganchó la cerradura mientras yo cerraba las


cortinas. Encendió una lámpara a pesar de que no creía que
necesitábamos una.

Mientras Jack estaba tomando su turno en el baño, busqué en la


maleta algo que ponerme para ir a la cama. Todos los pijamas en el caso
57

no eran más que restos provocativos de seda. Elegí un par de pantalones


cortos y una camiseta.
Página
Estaba cepillando mi cabello cuando regresó a la habitación. Vestía
un pantalón de pijama colgando alrededor de sus caderas desnudas y
nada más excepto el contorno de su quemadura de sol.

Me miró ligeramente sorprendido por la forma en que estaba vestida.

—¿Asegurándote de estar lista para el trabajo en la mañana?

—Era esto —le dije, señalando a mi equipo—, o esto. —Levanté un


camisón ceñido.

—Buena elección. —Pasó junto a mí y se dejó caer en la cama—.


Guao. ¿Te lastimaste la piel?

Asentí. Se sentía apretado y escocía.

—¿No tienes algo para la parte superior, para acompañar esos


pantalones?

—Los pijamas de los chicos no vienen con la parte superior. —Me dio
una mirada que decía que debía saber eso—. Por lo general no me pongo
nada. Los tops son para ti.

—Gracias —le dije, con demasiado aprecio.

Me acerqué a la cama sintiéndome incómoda. Sabía que era


estúpido. Jack y yo habíamos estado compartiendo una cama durante
bastante tiempo. Pero después de todo lo que dijimos esta noche, dormir
juntos se había hecho complicado. Tiesa, me acosté, encogiéndome
mientras la tela raspaba contra mi piel sensible. Miré a Jack. El abismo de
espacio vacío entre nosotros podría haber acomodado una pequeña
familia.

—Nunca he visto una cama tan grande.

Tenía una sonrisa en su rostro.

—Sunny, esta no es la primera vez que hemos compartido una


cama, y los dos sabemos que no soy quien tiene problemas para
mantenerse en su propio lado. —Apagó la lámpara.

—Me quedaré por aquí —dije con más confianza de la que tenía.

Rodando sobre mi costado, me aferré al colchón y tiré mi pierna


sobre el borde en un intento de anclarme. Aunque estaba segura de que no
iba a dormir, quería estar preparada, por si acaso.
58
Página
Capitulo 6
Con un respingo me desperté, sintiendo algo diferente. Desorientada,
miré alrededor de la habitación. Era una luz tenue en una extraña forma,
como si alguien encendiera una luz a medias. En el Hoyo, las luces
estaban o encendidas o apagas. No había un intermedio. Una franja de
color amarillo se filtró a través de la rendija de las cortinas y cayó sobre la
cama. Puse mi mano en el flujo de la luz. Era cálido.

Después de una noche pasada aferrándome al lado del colchón, mis


músculos estaban rígidos. Poco a poco estiré mis piernas y sentí a Jack a
mi lado. Por lo menos me había quedado de mi lado.

En silencio, rodé fuera de la cama y me dirigí a la ventana para


mirar afuera. La parte superior del sol era apenas visible por encima de las
montañas, pero ya sus dedos estaban estirándose y robando la oscuridad
de la noche. Estaba demasiado brillante para ser tolerado y alcancé mis
gafas de sol en la mesilla de noche. Jack estaba despierto, con los ojos
azules silenciosamente observándome.

—¿Quieres ver tu primer amanecer? —Pregunté.

Salió de la cama y se paró detrás de mí, jalé de las cortinas para


abrirlas más. En el patio trasero un pájaro estaba cantando, anunciando
la llegada de un nuevo día. Busqué en los árboles por la criatura, pero no
pude verlo. Luego voló a otro árbol, aleteando sus alas rojas. Otro pájaro
se le unió y juntos chirriaron, sus gargantas pulsantes.

Los brazos de Jack rodearon mi cintura.

—Increíble —susurró en mi oído.

Me relajé en él, apoyando mi cabeza contra el lado de la suya. A


medida que el sol naciente me acarició el rostro, el calor de su pecho
desnudo presionó suavemente contra mí. Probablemente no era una buena
idea teniendo en cuenta nuestro acuerdo de no-romance. Pero fue el
momento más hermoso de toda mi existencia y estaba reacia a renunciar a
él. Puse mis manos sobre las suyas, sujetándolo allí.

No estoy segura de cuánto tiempo estuvimos juntos en la ventana,


pero nuestro frágil vínculo se rompió cuando un guardia se puso de pie y
59

se estiró. No lo habíamos notado inclinándose contra la parte posterior de


la casa. Jack dejó caer los brazos y se alejó de mí. Me estremecí por aire
Página

fresco que entró a tomar el lugar de su calor corporal.


—Será mejor que nos alistemos para el trabajo. Puedes tener
primero el cuarto de baño.

Trabajo. El pensamiento hizo a mi estómago anudarse. Debería


haber pensado en preguntarle a Gaia acerca de la vida de trabajo aquí.
Pero había estado demasiado abrumada por la noticia de lo que Holt había
planeado para todos en el Hoyo como para preocuparme por mi propia
situación.

Cerré la puerta del baño y abrí el grifo para dejar correr el agua tibia.
Antes de conocer a Jack, nunca habría desperdiciando el agua así. Se
había convertido en un placer culpable para mí. Entonces pensé en el río
que vimos antes de venir a esta ciudad y mi culpabilidad disminuyó. Aquí
afuera había un suministro interminable.

Me lavé la cara, limpié mis dientes y me cepillé el cabello en una cola


de caballo. Asegurar el elástico era más problemático, ya que me resultó
imposible detener mis manos de temblar. Mordiendo el interior de mis
mejillas, le di a mi reflejo una mirada dura, obligándome a calmarme. No
había manera de que pudiera pasar el día de hoy si permitía que mis
miedos tomaran el control. Me recordé que me había hecho pasar por
Leisel en su boda. Había caminado por el pasillo delante de todo el Domo,
fingiendo ser alguien importante, sabiendo que podría ser asesinada en
cualquier momento. Logré pasar esa terrible experiencia. Hoy no era
diferente.

Con mayor determinación, me alisé el cabello hacia atrás y forcé mis


dedos a realizar la tarea familiar. Esta vez tuve éxito. Le di a mi reflejo una
sonrisa alentadora, respiré hondo y fui en busca de Jack.

—¿Alguna vez has tomado café? —Preguntó cuando entré en la


cocina.

—No. Pero recuerdo servirlo en tu despedida de soltero.

Cogió una taza humeante y me la entregó. Tomé un sorbo. Era


caliente y amargo. Pegué una sonrisa en mi rostro e hice un sonido de
"mmmm". Me dio una sonrisa de satisfacción y bebió su propia bebida.
Realmente no me gustó, pero se veía muy feliz de compartirlo conmigo.

Había tostadas y fruta cortada en pedazos ya preparadas, y nos


sentamos juntos a la mesa. Aunque mi estómago era una masa aleteante
de nervios, me obligué a comer una rebanada de pan tostado.

—¿Nerviosa? —Preguntó.
60

Negué con la cabeza.


Página

—Estoy bien.
—¿En serio? —Metió la mano bajo la mesa y agarró mi pierna. No
me había dado cuenta de que la estaba balanceando de atrás hacia
adelante. Descrucé las piernas y puse firmemente ambos pies en el suelo—
. También estoy nervioso.

El hecho de que lo admitiera parecía un poco sorprendente. Jack


rezumaba confianza en sí mismo, aunque estaba empezando a
preguntarme cuánto de eso pertenecía a su personaje como heredero.

—Pero sabes cómo luchar. Soy muy malísima, ¿recuerdas?

Sonrió ampliamente y sacudió la cabeza.

—Nunca dije que eras malísima. —Se inclinó y tomó una de mis
manos temblorosas en la suya. Sentí la tensión de su agarre—. Hemos
hecho un buen trabajo en ocultarnos de la vista hasta ahora. Podemos
hacerlo un poco más, ¿no?

Asentí.

El sonido de un vehículo estacionándose en frente de la casa


interrumpió nuestra conversación. Miramos por la ventana. Un auto negro
brillante estaba aparcado delante de la casa. Un soldado armado salió del
asiento del conductor y caminó hacia la puerta trasera de pasajeros para
apoyarse en ella.

Jack resopló.

—Genial.

—¿Qué?

—Es una escolta para llevarme al trabajo. Powell realmente lo está


sentando en papel grueso.

—¿Quieres decir que llegamos tarde? —Sentí el endurecimiento


familiar en mi pecho ante la idea de reportarnos tarde al trabajo. La
burgué no toleraba eso.

—Está bien. Estás conmigo, el próximo presidente —dijo Jack. Lo


miré con recelo. ¿Cómo es que eso me iba a salvar de una paliza?—. Por lo
que saben, soy la persona más poderosa después de Holt. Nadie me va a
cuestionar.

—Bueno, todavía mejor, apúrate.


61

Corriendo hacia el dormitorio, me puse un par de calcetines, mis


botas de trabajo y unté mi piel expuesta con bloqueador solar. Jack estaba
Página

tomando un segundo café cuando volví a la cocina. Ni siquiera estaba


tratando de alistarse.
—Date prisa o vas a meternos en problemas —dije.

—Que esperen. —Se sirvió otra taza humeante y me la entregó—.


Voy a estar listo, y trata de relajarte.

Cuando Jack salió de la cocina, derramé el café por el desagüe y me


asomé por la ventana de nuevo. El soldado inclinado contra el auto estaba
charlando con facilidad con uno de los guardias de seguridad de Jack.
Había otro auto negro estacionado frente a la casa del General. El
conductor de ese auto estaba apoyado en su vehículo también, y supuse
que estaba esperando a Powell.

Un jeep descapotable se unió a los autos aparcados en la carretera, y


poco después de su llegada, Powell y Gaia emergieron. El General entró en
el auto negro y Gaia fue al jeep descapotable. El auto negro se alejó de la
acera y se dirigió en dirección a la ciudad. El jeep se quedó. Me pregunté si
me estaban esperando.

—¿Ves algo por ahí? —Preguntó Jack cuando entró en la cocina.

—El General se acaba de ir —dije, dándome vuelta para mirarlo.


Estaba vestido con ropa de combate otra vez hoy, la pistola atada a su
muslo.

—Créeme, me gustaría que también tuvieras una —dijo, notando


mis ojos en el arma—. No estás etiquetada, así que si necesitas correr,
hazlo.

Asentí.

—Si nos separamos, debemos encontrarnos en la escombrera.

—¿Te acuerdas de cómo volver allí?

—Creo que sí.

—La escombrera entonces. —Respiró hondo mientras se ponía su


gorra militar—. ¿Lista para irnos?

Asentí, pero el temblor de mis manos me delató. Enderezando mis


dedos, limpié las palmas sudorosas contra mis bolsillos traseros.

Lo seguí hasta la puerta. Al tiempo que su mano agarró el pomo, se


detuvo y se volvió para mirarme por un momento. Me pareció ver la
indirecta más desnuda de confusión cruzar sus características antes de
que se pusiera sus gafas de sol.
62

—Si algo pasa... la escombrera —dijo.


Página

—Nos vemos allí —prometí.


Abrió la puerta y nuestra privacidad desapareció. Su guardia de
seguridad se cuadró, pero Jack ni siquiera reconoció al hombre. Solo pasó,
en dirección hacia el vehículo de color negro brillante, como si lo hubiera
hecho mil veces. Su guardia cayó en el paso detrás de él.

Tiré de la puerta cerrada detrás de mí cuando salí al porche. Una


brisa cálida me hizo cosquillas en la piel. No estaba segura de que alguna
vez me acostumbrara a la sensación. De pie en las escaleras, vi al
conductor abrir la puerta del auto para Jack y él se deslizó en el asiento
trasero. Volvió la cabeza en mi dirección antes de que se cerrara la puerta.
El auto se alejó y lo miré irse hasta que se perdió de vista. El miedo y la
soledad mezclados, dejándome con una sensación de abandono. Era un
sentimiento irracional y lo alejé.

Al otro lado de la calle, el conductor del jeep me estaba mirando,


apuntando hacia el asiento trasero. Para estabilizar mis nervios, me
acerqué al vehículo y entré junto a Gaia. Sonreí. Me reconoció con vago
interés. Me pregunté si todavía estaba molesta por nuestra conversación
de anoche.

El jeep se tambaleó hacia delante y corrió en la dirección opuesta de


la ciudad. Fuimos en auto por el barrio, pasando casas en la llanura
rodeada de vallas blancas. Había algo misterioso en el desolado barrio,
puesto que las casas estaban vacías, esperando pacientemente a que sus
familias burgué las reclamaran.

Abruptamente el pavimento liso en que estábamos conduciendo


terminó y la carretera se convirtió en pistas llenas de baches en la tierra.
Las casas fueron sustituidas por árboles, que se hacían más gruesos
mientras avanzábamos. Finalmente, el jeep salió del bosque a un enorme
claro y dio un giro brusco a la izquierda. Delante de nosotros vi dos
recintos de gran tamaño. Cada recinto tenía cuatro edificios largos
cerrados dentro de una cerca de alambre alta. Las puertas delanteras
estaban abiertas para que los vehículos entraran y salieran. Fuimos en
auto hasta el recinto más cercano a nosotros.

No había jardines de flores o verdes prados en el corral de los


pobretones. Apenas caminos fangosos que corrían entre las hileras de
edificios largos y estrechos con techos a dos aguas. Estaba ocupado dentro
de la valla. Mujeres con gafas de sol revestidas estaban corriendo en
diferentes direcciones, con algunos canastos de ropa, otras corriendo a
unirse a las colas para subirse grandes camiones con la parte posterior
abierta.
63

Nuestro conductor salió del jeep. Había una mujer dirigiendo a los
otros, garantizando que se estaban metiendo en las colas adecuadas. Él
Página

hizo un gesto para que se acercara.


—Tengo otra para ti, Hazel —dijo, cuando la mujer se acercó.

Gaia y yo salimos. A pesar de su evidente desprecio por mí, me


alegré de que estuviera allí, así no me sentiría tan sola.

—Gracias, señor. Me aseguraré de que se ponga a trabajar de


inmediato —dijo Hazel. Agachó la cabeza, inclinándose ante el hombre.
Nuestro conductor ni siquiera le prestó atención. Solo subió de nuevo
detrás del volante y se fue. Tan pronto como se hubo ido, la manera de
Hazel cambió.

—Entonces, ¿a quién perteneces, Princesa?

Un segundo era el epítome de respeto y al siguiente, me miró como si


fuera algo que ella detestaba.

—¿Discúlpame?

—No haces tu cama aquí por la noche —dijo, agitando un dedo


pulgar hacia los edificios detrás de ella—. Entonces, ¿con quién estás
durmiendo?

Me quedé mirando abiertamente a Hazel, confundida.

—¿No eres del Hoyo?

Gaia resopló.

—No hay supervisores burgué aquí, así que tienen que elegirlos de
entre la piscina de pobretones.

Hazel resopló indignada.

—Tendrán que saber que me gané mi lugar de autoridad. No me las


arreglo con mi trasero como tú y esta.

La conmoción de su insulto se registró en mi rostro y Gaia rió.

—Tenemos un montón de señores pobretones aquí.

—¿Señores pobretones? —Hice eco.

—Pobretones que se convierten en burgué porque se les da un poco


de poder —se burló de Hazel—, sobre su propia especie.

Hazel le devolvió la sonrisa burlona y luego le ignoró.


64

—Te he hecho una pregunta. ¿Quién es tu amo?


Hazel se cruzó de brazos, esperando mi respuesta. La forma en que
Página

actuó, podría haber fácilmente pasado por un burgué si no fuera por las
gafas oscuras y la forma en que estaba vestida. ¿Estaba tan absorbida en
su posición de autoridad que no se daba cuenta de que seguía siendo una
esclava? Todo lo que tenía que hacer era echar un vistazo a donde ella
estaba viviendo… en un gallinero detrás de una enorme valla con un chip
en su garganta que podría matarla si alguna vez trataba de salir.

—Jack Kenner —dije. Me dio una mirada exasperada y comenzó a


dar golpecitos con el pie. Un camión cargado con mujeres se retiró de las
puertas y captó mi atención. Un camión vacío manejó dentro para tomar
su lugar y se formó una nueva cola—. ¿Adónde van? —Pregunté,
señalando hacia la fila.

—Trabajadores del campo —dijo Gaia.

Mi espíritu se iluminó. Mi madre siempre amó leer acerca de la


naturaleza. Si estuviera aquí, intentaría ser escogida para el trabajo en
una granja.

—Holaaaa. —Hazel hizo un gesto con la mano delante de mi rostro.

—¿Puedo trabajar en la granja hoy? —Pregunté a Hazel.

—¿Por qué quieres trabajar en una granja? —Preguntó Gaia.

—Mi mamá fue Sacrificada en la primavera pasada y espero que


llegara aquí. Si lo hizo, querría estar en una granja.

—Voy a tomar medidas disciplinarias si no contestas a mi pregunta


—dijo Hazel.

Me pregunté qué medidas disciplinarias un pobretona podría darle a


otra pobretona.

—Ya te contesté.

Levantó las manos en el aire.

—Eso es todo, te estoy reportando.

—¿Por qué? —Pregunté con confusión.

Miré a Gaia en busca de ayuda, pero ella cruzó los brazos sobre su
pecho y deliberadamente se quedó mirando Hazel.

—No sé nada —dijo ella.

No tenía idea de lo que estaba pasando, pero una cosa era


65

demasiado evidente, estas dos mujeres no se gustaban entre sí.


Página
—El heredero no está aquí —dijo Hazel, como si eso fuera de
conocimiento común—. No sé por qué me estás mintiendo, pero si quieres
trabajar en la granja y ser mi princesa invitada. Voy a reportarte.

No estaba segura de lo que significaba ser reportada. En el Hoyo, si


un trabajador disgustaba a su supervisor, era golpeado. Pero estaba
ansiosa por ver si mi madre estaba aquí y decidí que valía la pena de ser
reportada. Hazel se alejó disgustada.

—¿Cuál es su problema? —Pregunté.

—No lo sé. ¿Puta envidia? —Gaia se encogió de hombros—. A nadie


le gusta una amante, sobretodo a un señor pobretón.

Su comentario me recordó cómo Summer y Crystal eran tratadas por


todos en el Hoyo. No habían sido de agrado o de confianza, tampoco. Tenía
que recordar que mi propia clase me podría ver como una traidora.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté.

—Depende de lo que hay que hacer, pero siempre uno de los


trabajos más fáciles del día. Una de las ventajas de ser propiedad de un
viejo y pomposo borracho asqueroso —dijo—. Será mejor que te subas al
camión antes de que parta sin ti. Buena suerte en encontrar a tu madre.

—Gracias.

Me subí al camión justo antes de que partiera. Algunas de las


mujeres me dieron una mirada curiosa, pero no me hablaron. El camión se
dio la vuelta y regresó por la puerta.

Nos llevaron lejos del corral, pasando varios edificios grandes muy
separados. Pude ver animales pastando en la hierba verde y campos de
plantas altas con las personas que trabajaban entre filas.
Finalmente, el camión giró en el camino de entrada de una de las
granjas y se detuvo junto a un pequeño edificio. Un soldado solitario
permaneciendo en guardia en la entrada metió su brazo en un pequeño
cobertizo y luego nos dejó pasar. No fuimos mucho más lejos antes de que
el camión se detuviera y dejara a todo el mundo salir. La mayoría de la
gente parecía saber adónde iban, pero yo no. Estuve dando vueltas,
buscando a alguien a cargo.

—¡Eres nueva aquí! —Exclamó una chica.

No podría haber tenido más de catorce años. Pensé que solo aquellos
66

Sacrificados estaban aquí afuera, pero ahora me pregunté si las personas


sin hogar eran enviadas aquí, también. La idea me hizo pensar en mi
Página
padre. ¿Debería atreverme a esperar que enviaran prisioneros que ya no
tenían un uso?

—Sí, lo soy —dije.

Entrelazó su brazo con el mío y me empezó a llevar hacia un hombre


que gritaba órdenes.

—Mi nombre es Abby. Mi nombre real es Abrille, que es una vieja


manera de decir Abril… el mes en que nací.

—Soy Sunny.

—Fuiste nombrada por tu cabello de fuego. Se ve como una puesta


de sol —dijo Abby con una sonrisa.

Eso me tomó por sorpresa. ¿Sabía que mi nombre era Sunset o


estaba simplemente haciendo una comparación? Jack y yo habíamos
estado contando con el hecho de que nadie aquí sabía que éramos
traidores. Si se corría la voz, no tardarían mucho en arrestarnos.

—¿Has estado mucho tiempo aquí fuera? —Le pregunté


casualmente.

—Acabo de salir afuera esta mañana, tonta. Pero trato de salir cada
mañana.

—No, no me refiero afuera del corral, me refería afuera del Domo.

—He vivido toda mi vida en el interior del Domo —dijo. Negué con la
cabeza. Esta conversación iba en un círculo. Ahuecó sus manos alrededor
de su boca y gritó—: ¡Ben! —El hombre al que me conducía miró en
nuestra dirección—. Tenemos una nueva.

Él caminó hacia nosotros con una cojera pronunciada.

—Hola —dijo, sacudiendo la mano.

—Soy Sunny.

—Dios sabe que podemos utilizar ayuda adicional hoy. Estamos


sembrando un nuevo campo. Se aró ayer, pero la tierra mágica tiene que
ser mezclada hoy. Puedes agarrar un tractor si sabes cómo usar uno o un
rastrillo si no lo haces.

—Parece que voy a estar usando un rastrillo.


67

—¡Ese es el espíritu! No hay muchos voluntarios para ese. Puedes


llevarla... um... lo siento, no recuerdo quién eres.
Página
—Sería un placer, Ben. —Abby enlazó su brazo de nuevo a través del
mío y aceleró en dirección al campo—. Ese es un trabajo duro al que te
acabas de ofrecer como voluntaria.

—Me gusta el ejercicio —dije.

—¡Está bien, tú lo has querido! —Se rió y echó a correr.

Por un momento la vi correr por delante, un poco perpleja por su


comportamiento. Corrí para ponerme al día con ella.

—Esa es una de las mejores cosas de estar aquí —exclamó Abby—.


¡Espacios amplios y abiertos, y montones de aire! —Abrió los brazos y se
dio la vuelta en un círculo riendo—. Me gustaría que mi familia estuviera
aquí. ¡Es el paraíso! Tal vez la próxima vez que salga, voy a llevarlos
conmigo.

Estaba empezando a preguntarme si tenía algunos pantalones cortos


de una carga completa.

—Es bastante espectacular.

—Probablemente nunca te has puesto en el trabajo de un día


completo bajo el sol, así que te dejaré saber que te has metido en un
verdadero placer.

Ante la mención del trabajo de un día completo, pensé en Summer.


Si solo ella estuviera aquí afuera, trabajando conmigo hoy. Traté de no
pensar demasiado en lo que podría estar haciendo en este momento. Eso
hacía a mi corazón demasiado pesado. Necesitaba pensar en encontrar
una manera de liberarla.

—Ese es el campo —dijo, señalando a una enorme extensión de


tierra marcada por las máquinas—. No parece mucho ahora, pero un día
va a estar germinando de vida y nosotros habremos ayudado a hacer esas
plantas. ¡Somos como dioses!

Miré a Abby con una sonrisa indulgente. Como Summer diría, era
una fanática. Pero me agradaba y no pensaba que fuera una amenaza para
mi identidad.

Me llevó a una zona de implementos, donde se guardaban los


rastrillos y otras herramientas. Tractores pequeños estaban estacionados
al lado del otro.

—¿Qué trabajo vas a hacer hoy? —Pregunté.


68

—Oh, no voy a trabajar. Solamente vine por la comida. Te veré más


Página

tarde, Sunny. —Se alejó.


Levanté la mano, a punto de llamarla de vuelta, preocupada de que
fuera a meterse en problemas. No podía simplemente pasear sin rumbo y
no ser golpeada por su pereza. Pero entonces recordé que había señores
pobretones aquí supervisando nuestro trabajo. Nadie del Hoyo sería tan
cruel como para lastimar a una chica dulce como Abby. Dejé caer mi mano
y la vi marcharse.

Miré los rastrillos, notando que venían en diferentes tamaños.


¿Había algún tipo de criterio a qué tamaño debería utilizar? Escogí uno,
probé su peso. Parecía bien.

—Deberías tomar un tractor antes de que todos se hayan ido. Hace


un día más fácil —dijo una mujer—. Primera vez que te he visto aquí.

—Soy Sunny —dije, extendiendo mi mano hacia ella—. Acabo de


salir del Domo ayer.

—Soy Opal —dijo, aceptando mi apretón de manos—. Si no te


importa que lo diga, eres muy joven para estar aquí.

—Alguien me trajo con él.

Ella inclinó la cabeza ligeramente.

—¿Te importa que pregunte quién?

No tenía sentido la clandestinidad de con quién estaba aquí. Si la


palabra de la llegada del heredero no se había ya esparcido, lo haría
pronto.

—Jack Kenner.

—¿El heredero? —Preguntó con incredulidad. Asentí con la cabeza.


Pareció alarmada—. Por lo tanto, ¿el presidente saldrá pronto?

—No lo creo.

Puso una mano en su pecho y exhaló.

—Eso es un alivio. No estoy diciendo que las cosas sean buenas bajo
el mando del General Powell, pero estoy diciendo que podrían ser mucho
peores.

Mirando alrededor de la granja, asentí.

—Definitivamente no es el Hoyo.
69

—No, no lo es —concordó—. Te veré más tarde, Sunny.


Página
—Mi mamá fue Sacrificada la primavera pasada —dije antes de que
pudiera irse. Le llamó la atención y se volvió hacia mí—. Estoy esperando
que lograra llegar viva aquí.

—¿Cuál es su nombre? —Preguntó Opal.

—Lily O'Donnell.

Lo pensó por un momento.

—Suena un poco familiar... no lo sé. Una cosa es segura, no trabaja


en esta granja.

Mis hombros se hundieron con su respuesta, pero traté de


sacudirme la decepción. Al menos su nombre sonaba familiar, lo cual era
alentador. Y había un montón de otras granjas fuera de aquí. Podría estar
en cualquiera de ellas.

—Gracias de todos modos. Voy a seguir buscando. —Volví mi


atención a los rastrillos.

Opal vaciló y luego caminó hacia mí.

—No me importaría mostrarte cómo utilizar el tractor. Tomamos


turnos para que nadie termine rastrillando todo el día.

Sonreí, verdaderamente agradecida de que hubiera decidido


tomarme como aprendiz.

—Gracias. Realmente apreciaría eso.

Durante los siguientes quince minutos, Opal me dio un curso


intensivo sobre utilizar el pequeño tractor. Me dijo que podían estar
equipados con diferentes herramientas, pero hoy estaba equipado con una
pala para que pudiéramos recoger la tierra mágica y depositarla en el
campo. A partir de ahí, pasaría a cubrir el campo. Cuando le pregunté qué
era esa tierra mágica, dijo que no tenía idea. Era un brebaje de Doc que
funcionaba con sus semillas mágicas. El trigo que sembráramos hoy
estaría listo para la cosecha en cuatro semanas.

El tractor no era tan fácil como Opal lo hacía ver. Conducirlo era
bastante difícil, pero la coordinación de la conducción y el funcionamiento
de la pala al mismo tiempo era complicado. Hizo todo lo posible para
ayudarme a empezar, pero otros trabajadores agrícolas estaban tratando
de meterse en su tractor y tuvo que irse.
70

Mientras trataba de coordinar las manos y los pies, un hombre se


puso delante del tractor y señaló hacia el campo.
Página

—Si no puedes conducirlo, sal y dáselo a alguien que pueda.


Antes de que pudiera reaccionar, vi el tractor de Opal echándose
rápidamente sobre él. Saltó y luego dio la vuelta y echó a correr. Lo
persiguió directamente de regreso al campo y luego se detuvo junto a mí.

—No dejes que nadie te intimide. En algún momento, ellos tuvieron


que aprender también.

Después de varios intentos fallidos, más los aplausos sarcásticos de


los demás trabajadores, realmente me las arreglé para conseguir una
pequeña paleada. Triunfante, me dirigí al campo y lo arrojé. Aunque varias
personas se apresuraron a salir de mi camino, en realidad no atropellé a
nadie, así que lo consideré un éxito. Volviendo a la colina, recogí una pala
aún más grande y regresé al campo para volcarla. Opal me dio un pulgar
hacia arriba.

Después de solo unos pocos viajes, sonó un cuerno. Los tractores


fueron a un descanso y los rastrillos abandonaron el campo. Era ya la
hora de comer. Me había pasado toda la mañana solo para aprender a
utilizar el tractor y no había logrado mucho. En el Hoyo, habría estado en
un montón de problemas por perder tanto tiempo. Pero aquí, a nadie
parecía importarle. De hecho, no había muchos guardias en absoluto.

Aparqué el tractor y caminé con los demás a donde estaban


colocadas las mesas bajo un grupo de árboles. Bandejas de comida —
comida de verdad, no los restos o sobrantes— se alineaban a todo lo largo
de las mesas. Cogí algo grande y rojo y me quedé mirándolo.

—Eso es una manzana —dijo la persona a mi lado—. Está deliciosa.

Puse una en mi plato y luego lo cargué con otras golosinas que


parecían deliciosas. No había nadie aquí para racionarlo. La gente solo se
servía lo que quería. Casi me podía imaginar que se trataba de una granja
real en lugar de un campo de trabajo. Cuando mi plato estaba lleno, me fui
en busca de un lugar para sentarme.

—Ven y únete a nosotros, Sunny —me llamó Opal. Estaba sentada


bajo un árbol con otras dos mujeres.

—¡Eres tan joven! ¿Qué te trae por aquí? —Preguntó una de las
mujeres.

—Jack Kenner la trajo con él —anunció Opal. Pareció satisfecha por


sus expresiones conmocionadas.

Una mujer se recuperó rápidamente de la noticia, su aspecto inicial


71

de conmoción transformándose en una mueca de desprecio.


Página

—¿Y te sientas con nosotras?


Dudé, ya no estaba segura si debía sentarme con ellas, pero Opal
todavía tenía una sonrisa atractiva.

—¿Jack Kenner está aquí fuera? ¿Por qué? —Preguntó la otra, una
nota de miedo en su voz.

Me senté.

—Está sustituyendo al tipo de alta tecnología, Dirk —le dije. Crucé


las piernas, puse el plato en mi regazo y extendí la mano a la mujer—. Soy
Sunny.

—Ruby —respondió distraídamente, sacudiendo mi mano—. ¿Estás


segura de que es la única razón por la que está aquí? Quiero decir, alguien
tan importante como Jack Kenner podría estar aquí para preparar las
cosas para el Presidente.

—Me dijo que hay un problema con las computadoras y está aquí
para arreglarlo —mentí. La otra mujer aún me miraba con desprecio. Traté
de lucir triste para su beneficio—. Nunca quise ser elegida para ese tipo
de… trabajo. Mi mamá me enseñó a teñirme el cabello de negro y usar
ropa suelta para que nadie me fuera a escoger. Pero creo que tengo suerte
que llegué a salir con él. Nunca pensé que sentiría la brisa en mi rostro o
vería el cielo azul en mi vida.

—Tampoco ninguno de nosotros —dijo Ruby—. Y no hemos venido


aquí del brazo de un apuesto hombre, todos pensábamos que íbamos a ser
Sacrificados. Todavía beso el suelo cada mañana cuando me despierto.

—Lo hace —rió Opal.

—Como si tú no —dijo la otra mujer. Me dio una tensa sonrisa—.


Soy Violet. —Extendió su mano hacia mí y me la estrechó.

—Sunny está buscando a su mamá… espera que ella escapara del


Sacrificio. ¿Cómo dijiste que se llamaba? —Preguntó Opal.

—Lilly O'Donnell. —Miré a las otras dos damas, con la esperanza de


ver algún tipo de reconocimiento en sus rostros.

Violet negó con la cabeza.

—Lo siento. No suena familiar. ¿Vino con nuestro grupo? —Preguntó


Opal.

—Estoy bastante segura que conozco a todas las mujeres de nuestro


72

grupo. ¿Cuándo fue Sacrificada? —Preguntó Opal.


Página

—Hace unos meses.


—Sería nueva, entonces —dijo Ruby—. No conocemos a todas las
nuevas mujeres todavía. ¿Cuánto te gustó conducir el tractor esta
mañana?

—En realidad, fue bastante divertido —le dije—. Sin embargo, me


tomó mucho tiempo para pillarlo. Me sorprende que no me metiera en
problemas. Pero de nuevo, no hay muchos guardias alrededor para agitar
el látigo.

—No es como el Hoyo —dijo Opal—. Los guardias realmente solo se


utilizan para supervisar los equipos de trabajo fuera de la cerca.

—Entonces, ¿qué nos impide salir corriendo? —Pregunté.

—Uh, esa cosa en nuestro cuello —dijo Violet, señalando a su propia


garganta.

—Además, ¿quién sabe lo que hay ahí fuera? —Dijo Ruby, barriendo
una mano hacia las montañas—. Tuvieron que poner una cerca de
alambre alrededor de los corrales para mantener a los animales fuera. Los
osos son enormes y les gusta el olor de la comida.

Mis ojos se desviaron hacia las montañas y por primera vez desde
que salí del Domo, me pregunté qué había allí afuera. Jack y yo habíamos
visto huellas de animales en el bosque, así que obviamente había criaturas
viviendo en la Tierra. ¿Eran simpáticos animales? ¿O devoradores de
hombres?

—¿Cómo están las cosas en el Hoyo? —Preguntó Opal.

Todos me miraban expectantes. No estaba preparada para la


pregunta. ¿Debía ser honesta? Supongo que podría serlo... hasta cierto
punto.

—No está bien. Ha habido combates entre el Hoyo y el Domo.

Violet hizo un sonido desdeñoso.

—Siempre ha habido mala sangre entre el Hoyo y el Domo.

—No. Quiero decir que hay lucha real. Hubo una batalla.

La conmoción que registré en sus rostros se convirtió rápidamente


en uno de incredulidad.

—Estás mintiendo —dijo Violet.


73

—¿Por qué iba a mentir acerca de eso? —Pregunté confusa—.


Crystal, la amante de Malcolm West, por encima del Presidente Holt dijo
Página
que él estaba planeando deshacerse de todos en el Hoyo. Quería matarnos
a todos. Ella expuso su plan con una canción que escribió.

—¿Qué? —Exclamó Opal con incredulidad—. No hay manera de que


el presidente fuera a matar a todos en el Hoyo. Es demasiado monstruoso,
incluso para él.

Ruby negó con la cabeza en negación.

—El presidente no tiene ninguna razón para matar a todos en el


Hoyo. La limitación de recursos no es más un problema. Hay un montón
de comida y agua.

—Ejecutaron a Crystal. En televisión. —Mi voz se contrajo y mis ojos


se llenaron de lágrimas. La memoria corrió sin censura por mi cabeza
antes de que pudiera pensar para detenerla. Mi estómago se apretó con
náuseas—. Nos obligaron a verlo, a todos. Se desató un sangriento motín.

Ruby puso una mano sobre su boca y me tocó el brazo con la otra.

—Si eso es cierto… —empezó a decir Opal, pero Violet la cortó.

—Sssshhh, aquí viene la loca.

Siguiendo la mirada de Violet, vi a Abby viniendo hacia nosotros


llevando cuidadosamente un vaso de agua. Empujando mis dedos bajo mis
gafas, me froté las lágrimas antes de que tuvieran la oportunidad de
derramarse.

Abby se detuvo a mi lado y bajó con cuidado el vaso hacia mi mano.

—Aquí hay un poco de agua, Sunset.

En un estado de leve conmoción, acepté el vaso que me ofrecía.


¿Realmente sabía mi nombre o estaba casualmente haciendo referencia a
mi cabello otra vez?

—Gracias —dije.

Abby miró a las otras damas.

—Ella es nueva. No sabe nada de toda el agua libre. —Luego se


volvió hacia mí. Con las manos juntas delante de ella, Abby tenía una
expresión maternal mientras explicaba—: Se puede tomar en cualquier
momento. Nadie se volverá loco.

Violet se rió, pero se tapó la grosería con una tos.


74

Opal miró a Violet, su boca dibujada en una línea apretada.


Página

—Eso es muy amable de tu parte, Abby.


—Oh, es un placer. Ustedes, chicas pueden cuidar de ella ahora. Voy
a ir a casa. Mi familia podría estar preocupada.

—Haz eso, Abby. Estoy segura que te extrañan mucho —dijo Opal
suavemente. Ajena, Abby saltó lejos. Tan pronto como se había ido, Opal
golpeó la pierna de Violet—. No puedo creer que te rieras de esa pobre
chica.

—¿Qué pasó con ella? —Pregunté. Mi interés por Abby estaba


definitivamente despierto.

—No ha estado mucho tiempo aquí fuera. ¿Unos pocos días, tal vez?
Alguien me dijo que perdió a toda su familia. No estoy segura de si era una
bendición o una tortura dejarla venir aquí en vez de Sacrificarla. Todavía
está en negación, pobrecita —dijo Opal.
Era imposible ocultar mi rostro de sorpresa.

—¿Solo lleva aquí unos días?

Opal se quedó sin aliento, poniendo una mano sobre su boca.

—¡Dios mío! Estás diciendo la verdad acerca de la batalla en el Hoyo.


Apuesto a que es cuando su familia se murió.

El entendimiento comenzó a abrirse paso en mí. Miré de nuevo a


Abby y la observé recoger algunas manzanas y cosas en los bolsillos. Miró
a su alrededor para ver si alguien la había observado robar la comida.
Satisfecha de que no había sido vista, palmeó sus bolsillos abultados, feliz
con su secreto.

Ben pasó por mi lado y nos echó a todos de vuelta al trabajo. No


quería dejar nuestra conversación colgando en el aire, pero cuando cada
mujer se levantó supe que era el final. En silencio, apilamos los platos
vacíos en la mesa y volvimos a trabajar.

Alguien ya había reclamado el tractor que había estado conduciendo.


Una protesta se cernió sobre mis labios, pero luego recordé que Opal me
dijo que tomamos turnos para que nadie termine rastrillando todo el día.
Encontré un rastrillo y me puse a trabajar.

El sol radiaba en el campo abierto. Si no fuera por la brisa constante


enfriando mi piel húmeda, me hubiera sentido como en el cuarto de
lavandería de nuevo. Abby estaba en lo cierto, trabajar fuera en el aire
fresco y limpio realmente era una delicia.
75

Mi corazón estaba con Abby. Toda esta guerra era una injusticia. Los
términos del tratado eran claros, cuando el mundo finalmente estuviera a
Página
salvo para habitar, seríamos libres. Habíamos pagado nuestras deudas. No
le debíamos nada más a la burgué.

El moretón en mi lado izquierdo protestó por la cepa de rastrillaje.


Se había visto bastante fácil cuando conducía el tractor, pero ahora que en
realidad estaba haciendo el trabajo, comprendí por qué tomaban turnos.
Mis manos estaban empezando a doler demasiado.

—Tengo un par de guantes extra si quieres.

Levanté la mirada para encontrar a Violet tendiéndome los guantes.


Le sonreí, feliz de que su actitud desdeñosa se hubiera ido.

—Gracias. ¿Por qué huele tan mal? —Pregunté, hurgando en la


tierra.

—Hay un fertilizante natural mezclado con él.

—¿Cuál es?

—Estiércol de animal. Aunque no huele tan mal esta vez, así que no
es pollo. Es probablemente vaca o caballo —dijo.

—Eso lo explica todo. —Con envidia, vi a las personas que


conducían los tractores—. Me pregunto por qué no tienen máquinas para
hacer el esparcimiento también.

—Nos dijeron que los replicadores están todos atados produciendo


materiales para construir la ciudad. Solo invierten en equipamiento básico
de la granja. Un día habrá máquinas para hacer todo esto.

—Y ese será el día en que no nos necesiten más.

Violet me miró por un momento.

—Rezo porque te equivoques. —Bajó la cabeza y volvió a su trabajo.

Inclinando mi rastrillo contra mi hombro, me puse los guantes y


aproveché la oportunidad para explorar el campo. Solo unos pocos
soldados montaban guardia a lo largo del perímetro. Si no fuera por el
sistema de etiquetado, podríamos fácilmente dominarlos. Miré a Violet,
quien ahora estaba poniendo distancia entre nosotros. Persuadir a este
grupo a rebelarse contra la burgué iba a ser infinitamente más difícil de lo
que había sido motivar al Hoyo. Aquí afuera tenían un motivo para vivir.
Esperanza. No la clase de esperanza que se extendía delgada a través de
generaciones, sino una que estaba casi a su alcance. Solo pensaban que
76

tenían que trabajar un poco más para conseguirlo. De alguna manera


tenía que hacerles comprender que su futuro era una falsa esperanza.
Página
El verdadero problema era el sistema de etiquetado. Si pudiéramos
conseguir apagarlo, tal vez todo el mundo tomaría las armas para ayudar a
liberar al Hoyo. Jack podría ser capaz de hacerlo. Era bueno con las
computadoras.

A medida que mis pensamientos se desviaron hacia Jack, una


sensación de pesadez creció en mi pecho. Traté de quitármela de encima.
No tenía sentido anhelar algo que ya no podría ser. En el Hoyo éramos
iguales. Aquí fuera, no lo éramos. Una relación entre nosotros nunca iba a
funcionar. Solo estaba comprendiendo la forma de mantener la cabeza
clara y estar enfocada.

Me pregunté qué estaba haciendo en este momento. ¿Había


encontrado un camino de regreso al Domo? ¿O es que había arreglado las
comunicaciones y enviado un mensaje? ¿Y si había enviado un mensaje…
iba a ser atrapado? Por lo que sabía, podía estar en custodia en este
momento... o peor.

Mi corazón latió con fuerza por el pensamiento.

De repente tuve ganas de estar con él, ver por mí misma que estaba
bien. Mirando a mi alrededor, traté de averiguar qué hora era. Pero esto no
era el Hoyo, no había relojes colgados en las paredes. No tenía idea cuánto
tiempo pasó hasta la hora de salida.

Hundí mi rastrillo con vigor, como si trabajar más rápido pudiera


hacer llegar antes el final del día. No lo hacía, pero al menos la actividad
física ayudó a mantener mi ansiedad a raya hasta que el cuerno sonó.

Devolví mi rastrillo al cobertizo y me subí a la parte trasera de un


camión esperando. Violet me sorprendió cuando se sentó a mi lado.

—Si lo que me dijiste es cierto... —Agarró una de mis manos entre


las suyas—. Tengo familia en el Hoyo. Mi hijo y mi nieta.

Agarré su mano con más fuerza en respuesta.

—Todos tenemos amigos y familia en el Hoyo.

El camión dejó la granja y rebotó en el camino de tierra hasta el


corral de pobretones. Al mirar hacia abajo, a nuestras manos enlazadas,
se me ocurrió que no tenía necesidad de tratar de unir a estas personas
con el Hoyo. Ya lo estaban.
77
Página
Capitulo 7
Alivio inundó a través de mí cuando nos detuvimos en el corral y vi a
Jack parado allí. Me pregunté por qué había tantos soldados que lo
rodeaban. Mientras observaba desde la parte trasera de la camioneta, los
soldados que flanqueaban a Jack cuestionaron a mi supervisora. La mujer
parecía estar suplicándoles, a pesar de que él no estaba prestando mucha
atención al drama. Estaba más interesado en la llegada de nuestro
camión. Echó un vistazo a las caras hasta que se encontró con la mía. Su
expresión tensa se relajó y se dirigió hacia mí.

Tan pronto como salté del camión me agarró por el brazo y


prácticamente me tiró a la parte posterior de una motocicleta. Su equipo
de seguridad lo alcanzó mientras se deslizaba en el asiento frente a mí.

Él señaló con el dedo hacia ellos.

—No me sigan.

Los hombres se miraron el uno al otro con confusión mientras Jack


aceleró el motor. Envió una lluvia de tierra y la motocicleta rugió fuera de
la puerta. Eché una mirada atrás hacia el corral. Los soldados se
paseaban nerviosamente.

Jack dirigió la motocicleta hacia un camino de tierra y a través de


un campo abierto. A los pocos minutos estábamos en el bosque. Esquivó
rocas, árboles y ramas bajas. Me pregunté cuánto tiempo había pasado
aprendiendo a montar en la motocicleta hoy y si había trabajado en las
comunicaciones al menos. No dejó de conducir como un loco durante
mucho tiempo antes de que se detuviera. Dio una patada al freno y dejó
que la motocicleta llegara a una parada antes de que se bajara. También lo
hice.

—Casi perdí el control cuando el jeep llegó de vuelta solo con Gaia, y
eso fue hace horas, Sunny —dijo—. ¿Por qué eras la única que no estaba
donde ella suponía estuviera y… oh, Dios mío, qué es ese olor? —Puso una
mano sobre su nariz.

Olí.

—Soy yo. He estado rastrillando fertilizante toda la tarde.


78

—¿Qué? —Preguntó sin comprender.


Página
—Excremento. Lo usan como fertilizantes en la tierra mágica. Me
han dicho que probablemente era de caballo o de una vaca, pero no era de
pollo, porque al parecer ese realmente apesta.

Las comisuras de sus labios se movieron hacia arriba.

—¿Por qué hacías eso?

—Debido a que araban un campo nuevo y necesitaba ser esparcido.

Su expresión se volvió graciosa.

—No, quiero decir, ¿por qué no te fuiste con Gaia hoy?

—Yo no sabía que tenía que hacerlo.

—¿No le dijiste a tu supervisora que estabas aquí conmigo?

—Sí, pero ella no me creyó. Además, yo quería ir a la granja para que


pudiera buscar a mi mamá.

Relajó su postura.

—Está bien, eso explica muchas cosas. Está empezando a tener


sentido.

—¿Vas a dejarme saber? Porque no tengo ni idea de lo que estás


hablando.

—Tu supervisora me dijo que nadie de tu apariencia había llegado


realmente, lo que asustó el infierno fuera de mí. Una pelirroja de diecisiete
años de edad, es difícil pasar por alto aquí. Es por eso que he llamado a un
grupo de búsqueda. Estaba dispuesto a destrozar el lugar.

—¿Por qué iba a mentir?

—Tenía miedo de meterse en problemas. Deberías haberte quedado


con Gaia… tenemos que tener cuidado aquí, Sunny.

—No sé las reglas de ser una amante, Jack. Nunca he sido una
antes y no hay nadie aquí que me enseñe —dije a la defensiva—. Y les dije
a todos que al señor Kenner le gusta que tenga un cuerpo en forma y no le
molestaría que fuera a casa oliendo a popó.

—No estoy enojado. También habría querido encontrar a mi mamá.


—La tensión se desvaneció de su postura—. Y para futuras consultas, al
Sr. Kenner le molesta que vuelvas a casa oliendo a popó.
79

Me reí.
Página
—Él va a tener que acostumbrarse a ello, porque estoy esperando
probar en una granja diferente mañana si me dejan. —Él frunció la nariz—
. ¿Es esa la razón por la que había tantos soldados en el corral? ¿Ibas a
enviar un equipo de búsqueda por mí? —El pensamiento me hizo feliz.

—Sí —dijo, como si fuera obvio—. Hablando de equipo de búsqueda,


mi seguridad podría venir a buscarme. Técnicamente, no se supone que
me dejen.

—¿Por qué no?

Jack se encogió de hombros.

—Cuando les doy una orden como esa, tienen dos opciones;
ignorarme y sufrir cualquier consecuencia que yo dicte, u obedecerme y
sufrir las consecuencias que Powell inflija. Leisel solía jugar con sus
guardias así todo el tiempo. De todos modos, podrían reconsiderar su
elección y venirme a buscar, así que mejor apurémonos.

—¿Por qué? ¿Qué estamos haciendo?

—Quiero enseñarte a disparar y cómo conducir la motocicleta.


Podría ser útil si lo necesitas para hacer una escapada rápida.

—Aprendí a conducir un tractor hoy —le dije con orgullo.

—Y eso es genial si alguna vez necesitas una escapada lenta. —Me


reí—. Ahora, presta atención.

Sacó su pistola y pasó por todas las partes conmigo, dónde estaba la
seguridad y cómo manipularla, cómo recargarla y, a continuación, cómo
encajarla con un silenciador. A continuación, se puso de pie detrás de mí,
puso el arma en mis manos y me enseñó a apuntar.

—Guau —dijo, agitando en el aire. Estiré el cuello para dispararle


una mirada irónica, pero tuve que reír cuando vi que sus ojos estaban
llorosos. No me había dado cuenta de que olía tan mal—. Vamos a apuntar
a ese tronco muerto en el suelo.

Sus manos guiaron a las mías alrededor del cañón frío de la pistola,
posicionando mi dedo en el gatillo. Jalamos el gatillo, el arma disparó,
parte del tronco se hizo añicos. El impacto del disparo de la pistola
retumbó hasta mis brazos.

—Ahora pruébalo —dijo, dejando caer las manos.


80

La recargué y golpeé el tronco solo dos veces. Jack volvió a cargar y


fui a través de otro, esta vez golpeando con éxito mi marca cinco veces,
Página

pero al final de la segunda recargada mis brazos se sentían débiles.


—Bueno —dijo Jack—. Estás cogiendo el truco. Volveremos mañana
y probaremos de nuevo. Ahora, a la motocicleta antes de que mi seguridad
nos sigua la pista.

Tomó el asiento trasero de la moto, haciendo un gesto para que me


subiera al frente. Una vez estuve sentada, se inclinó a mi alrededor y
golpeó el panel frontal. Nuestras mejillas se pusieron en contacto, esto
probablemente no era una buena idea, pero su piel suavemente afeitada se
sentía cálida y suave. No me alejé.

—Funciona con ambos, con energía solar como con gas. Puede
funcionar a una velocidad más rápida utilizando solo gas, pero hace
mucho ruido. Todavía puedes obtener una velocidad decente utilizando
energía solar, y es silenciosa. Usaremos solo solar ahora. —Me mostró
cómo configurarlo para solar y encender la motocicleta—. Ahora, el
acelerador y el embrague —dijo, facilitando la motocicleta hacia delante—.
Inténtalo.

Hice exactamente lo que hizo y la motocicleta se tambaleó hacia


delante, tirándome hacia atrás contra él, y luego se detuvo. Jack puso
rápidamente los dos pies en el suelo para mantener el equilibrio del
vehículo. Tomaba un tipo diferente de coordinación que la conducción del
tractor.

—Trata de nuevo —dijo. Lo hice, con el mismo resultado—. Una vez


más —repitió. Lo intenté de nuevo y fallé.

—No está funcionando para mí —dije con frustración.

Él cubrió mis manos con las suyas.

—Acelerador, embrague —dijo, guiando mis manos para hacer los


movimientos—. Cuando tengas un poco de velocidad, vamos a cambiar.

Tomé una profunda respiración y traté de nuevo. Acelerador.


Embrague. La motocicleta saltó pero avanzó esta vez.

—Deja ir el embrague y dale más aceleración —instruyó. Lo hice y la


motocicleta se movió más rápido—. Hay que cambiar de marcha, por lo
que hay que tomar el embrague de nuevo. —Hice lo que me dijo y luego
sentí que su pie pateo al mío hacia donde se encontraba el cambio—.
Cambia el embrague y dale más acelerador —instruyó.

—¡Lo estoy haciendo!


81

Le di más aceleración y la motocicleta fue más rápido. El viento


sopló el cabello de mi rostro y hacia el de Jack. Cuanto más rápido iba,
Página

más emocionante el viaje era.


—Reduce la velocidad, y detente —instruyó Jack.

Reduje la velocidad, y casi dejé caer la moto cuando me detuve, pero


Jack plantó sus dos pies a cada lado.

—Vaya —dije.

—Es por eso que quería que te detuvieras… para que vieras lo que
sucede cuando la motocicleta no está en movimiento. Está bien, llévame
por otro paseo.

—¡Esto es divertido!

Él sonrió ampliamente.

—Lo sé.

—Has estado haciendo esto todo el día, ¿no es así?

—No todo el día. Hablaremos de ello más tarde. ¿Lista?

Más que lista. Esta vez, cuando encendí la motocicleta solo dudó un
poco antes de despegar. Cambié los engranajes y fuimos rápidamente. Por
delante de nosotros estaba una colina e aumenté nuestra velocidad. Pero a
medida que subíamos, vi algo en el camino. Sorprendida, tiré la
motocicleta bruscamente hacia un lado. La rueda delantera se sacudió
fuera de control y se aferró a las asas estrechas. Vi la roca que sobresalía
del suelo, pero no pude evitarlo.

No registré que fui arrojada de la motocicleta hasta que me encontré


en el suelo. Todo sucedió tan rápido. Busqué a Jack y lo vi empujándose a
sí mismo hacia arriba desde el suelo. Me senté mientras caminaba hacia
mí.

—¿Estás bien? —Preguntó.

Mi costado ya magullado, dolía, pero nada más.

—Sí. ¿Y tú?

—¿Qué pasó? —Preguntó, haciendo caso omiso de mi pregunta. Me


levantó.

—Me pareció ver algo en el camino.

Busqué en la zona para ver dónde estaba. Fue entonces cuando los
vi.
82

La gente, de pie entre los árboles, mirándonos.


Página
Capitulo 9
Jack todavía estaba de pie en la puerta, con la mano en el pomo,
cuando atravesé la sala de estar. Me aclaré la garganta y me miró. Una
sonrisa se dibujó en su rostro.

—¿Cómo te las arreglaste para quemar los huevos y, aun así no


cocinarlos? —Caminó hacia mí y desenvolvió mi compresa—. Y te
quemaste los dedos también. No tienes ampollas sin embargo.

—¿Qué puedo decir? No fui entrenada en la cocina.

—Así que estabas escuchando.

—Oí todo —estuve de acuerdo—. Por cierto, ¿qué es un VANT?

—Un vehículo aéreo no tripulado. —Se encogió de hombros—. Un


drone.

Jack se veía tan cansado y ojeroso como me sentía yo. Puso ambas
manos sobre su cara y se cubrió los ojos por un momento antes de
alejarlas.

—No creo que esas personas sean bárbaros, Jack, no más de lo que
creo que sean peligrosos.

—Hay una cosa de la que estoy seguro… no son tan peligrosos como
lo somos nosotros. Quiero decir, es increíble descubrir que los seres
humanos no solo sobrevivieran el holocausto, sino que están empezando a
reconstruir la civilización. Trescientos años esforzándose por sobrevivir y el
Domo va de camino a un enfrentamiento para acabar con todo.

—Vamos a encontrar una manera de detenerlo.

—¡No sé cómo! —Espetó.

Su destello de ira me sorprendió.

—Lo siento, no quise decir…

—¿No lo entiendes? ¡Esto ya no se trata solo de liberar al Hoyo! No


podemos dejar a ese hombre suelto en este mundo. La razón por la que
Holt quiere matar a todo el mundo en el Hoyo es para repoblar la tierra
83

con su raza superior. Así que, ¿de verdad crees que va a tolerar la
posibilidad de que las líneas de sangre puedan mezclarse con las personas
Página

consideradas bárbaros? ¿O cualquier otra persona en el planeta? —Era


obvio que no esperaba que respondiera porque, aparte de respirar hondo,
siguió hablando—: Holt tiene misiles nucleares, tanques, helicópteros,
armas automáticas y la capacidad de replicar todo.

Me miró fijamente como exigiendo una respuesta. No tenía ninguna.


Si el presidente Holt realmente estaba lo suficientemente loco como para
matar a todos en el Hoyo, entonces era razonable creer que no se detendría
allí. Y, ¿qué podríamos hacer al respecto? Éramos sólo dos personas
contra todo un ejército.

Jack se frotó las palmas de las manos contra sus ojos cerrados.
Estaba empezando a temer que estuviera a punto de perder el control. La
idea asustaba un poco, ya que me consideraba la más débil de los dos. Lo
necesitaba para no perder la cabeza.

Sentada en el sofá, señalé el suelo delante de mí.

—Siéntate aquí.

Frunció su ceño

—¿Por qué?

—Solo siéntate.

Él me dio una mirada dudosa, pero hizo lo que le pedí. Cuando se


colocó delante de mí, clavé mis dedos en los músculos tensos de sus
hombros, moviéndolos hasta su cuello, y luego hacia abajo de nuevo. Me
acordé de lo mucho que lo calmaba en el Hoyo. Después de unos minutos
asaltando sus músculos, sentí que ellos comenzaban a relajarse.
Curiosamente, sentí mi propia ansiedad aliviarse con la suya.

Cogió su whisky escocés de la mesa y tomó un sorbo.

—No sabía que te gustaba beber.

—No había ningún whisky en el Hoyo.

Apoyada contra él, tomé la bebida de su mano y la olí. Sintiendo


náuseas, se la pasé de nuevo.

—Me gustaba más cuando te ejercitabas para aliviar el estrés.

Dejó la bebida sobre la mesa.

—Tal vez deberíamos.


84

—¿Deberíamos qué?
Página

—Hacer ejercicio. Entrenar. Cualquier cosa que funcione para


calamar esta ira. —Jack se levantó y me tendió su mano. La tomé y me
levantó. Movimos la mesita fuera del camino—. ¿Recuerdas cómo hacer el
calentamiento? —Retrocedió unos pasos para darnos más espacio y
comenzó con el Thai Chi.

Observando sus movimientos lentos y deliberados, los copié.

—No fue hace tanto tiempo.

—Aun así, voy a ir con calma por ti. No me gustaría que trabajes en
exceso después de haber rastrillado excrementos todo el día.

—Por no hablar de cocinar y servirte toda la noche —le dije con una
sonrisa.

Se puso de pie recto, levantó una pierna, y dio un paso atrás, luego
se agachó trayendo sus brazos hacia atrás. Lo seguí.

—¿Cocinar? ¿Así le llamas a eso?

—Bueno, tal vez la sartén estaba un poco demasiado caliente. —Mis


dedos quemados habían dejado de escocer, aunque la piel se sentía
curtida.

Poco a poco trajo su pierna hacia adelante, todavía doblada por la


rodilla, y la desplegó en una patada alta. Lo seguí, sintiendo el
estiramiento de mis músculos doloridos. Empecé a relajarme.

La expresión de Jack se puso seria.

—Lo siento por la forma en que las cosas tienen que ser aquí.

—No es tu culpa. —Estiré mi pierna hacia adelante, equilibrada, y


luego la traje atrás para ponerme de pie—. ¿Puedo hacerte una pregunta
personal?

—Sabes que puedes.

A pesar de que no estaba segura de que me iba a gustar la


respuesta, quería saber de todos modos.

—¿Es Hayley la novia de la que hablaste?

El rostro de Jack rompió en una sonrisa mientras volvió a agacharse


y rodeó una pierna detrás de él, pasando lentamente una mano sobre la
otra y barriendo en un movimiento ascendente. Sus músculos se
ondulaban con el control de sus movimientos.
85

—¿No es posible que sucedas estar celosa, cierto Sra. Kenner?


Página

Negué con la cabeza.


—No. Solo curiosa. —Incluso yo podía escuchar la mentira en mi
voz.

—No, no lo es. Bueno, supongo que debo ser honesto acerca de ella
también, en caso de que me arrincone y quiera hablar. Puede que
hayamos tenido… relaciones.

—¿Puede o sí pasó? —Me las arreglé para mantener una expresión


en blanco mientras los celos surgían de nuevo.

—Hay un ritual de novatadas para los estudiantes de primer año de


secundaria en la Academia. Entramos en el hangar con chalecos antibalas,
divididos en dos equipos, y nos cazamos mutuamente —explicó Jack. Me
mordí los labios para no sonreír. Doc me contó sobre el ritual. Idiotas, me
acordé que los llamó—. Hayley estaba en mi equipo y me arrinconó detrás
de un tanque y... comenzó a hacerlo conmigo.

—Y no la rechazaste.

Sus mejillas se pusieron rojas y sabía que no era por el ejercicio.

—Tenía dieciséis años. Por supuesto que no la rechacé. —Él negó


con la cabeza como si fuera un error pensar lo contrario—. No es que
llegáramos hasta el final ni nada.

—Parece que todavía le importas. —Lo miré para ver su reacción.

Se encogió de hombros.

—Entonces solo le gustaba porque era el mejor estudiante de


entrenamiento de combate y un objetivo a vencer. Ahora solo le gusto,
porque piensa que soy el heredero. —Se volvió hacia mí—. ¿Calentaste?

—Supongo que sí.

—Eso no suena entusiasta. Vamos. —Movió su mano hacia mí,


rozando mi brazo—. No me muestres piedad.

—Lo intentaré, pero soy muy mala en esto, ¿recuerdas? —Levanté


mis puños. Se rió de mi patético intento.

—Tengo una idea —dijo, caminando alrededor y apagando las


luces—. Te voy a dar ventaja.

El crepúsculo de la puesta del sol entraba por las ventanas. Rodé los
ojos en una expresión graciosa. Si no podía ver, realmente estaba ciego.
86

Lo estudié por un momento, reflexionando sobre qué camino debía


tomar para llegar hasta él. Di un paso hacia Jack y empecé a tirar mi puño
Página

izquierdo hacia él, pero seguí adelante con mi derecha en su lugar. Agarró
mi puño derecho y torció mi brazo, por lo que me incliné hacia adelante
para aliviar el dolor que causaba. Me dejó ir.

—¿Así que quieres jugar duro? —Dije, frotando mi brazo.

—Sin piedad.

Decidí fingir dar una patada a su lado y cuando vi que su brazo


comenzaba a bloquear mi patada, dejé mi pie en el suelo y me incliné
sobre él para darle un puñetazo en la cara. Siempre listo, tomó mi mano
antes de que pudiera hacer contacto y en un rápido movimiento, me dio la
vuelta y clavó mi brazo detrás de mí, justo en contra de mi moretón.

Mi cuerpo se arqueó instintivamente contra el dolor repentino y


empujé mi cabeza hacia atrás, chocando contra algo.

—¡Mi nariz! —Se alejó de mí, ahuecando una mano en su rostro—.


Creo que la rompiste.

El dolor en mi costado palpitaba.

—Lo siento —me atraganté—. No fue mi intención.

Un poco de sangre brotó de entre sus dedos. Haciendo caso omiso de


mi propio dolor, corrí a la cocina a por un paño.

—Déjame ver. —Alejé su mano de su nariz. Usando el paño, limpié la


sangre.

—Ten cuidado, duele.

—Deja de ser un bebé.

—Es fácil para ti decirlo. No tienes una nariz rota.

—Tu nariz no está rota. Siéntate y pon la cabeza hacia atrás. —Lo
guié hasta el sofá y suavemente empujé su cabeza contra el apoyo. Hizo
una mueca cuando apliqué un poco de presión.

—¿Qué pasó? ¿Te hice daño? —Preguntó.

Me encogí de hombros.

—El moretón en mi costado sigue un poco sensible.

A medida que me incliné sobre él, un mechón de mi cabello cayó


hacia adelante sobre su mejilla. Su mano se acercó y lo alisó detrás de mi
87

oreja, sus ojos azules nunca dejaron mi rostro.


Página

—Me olvidé de tu lesión. Lo siento. —Dejó caer su mano de mi


cabello, arrastrando los dedos por mi brazo. La piel de gallina apareció y
mi respiración se cortó ante su toque. Me aclaré la garganta en un
esfuerzo por ocultarlo.

—Así que mañana... ¿supongo que tenemos que empezar a salvar el


mundo? —Pregunté de forma dramática.

—Mmmhmm. ¿Tienes un plan?

Lo miré con sorpresa.

—No. Tenía la esperanza de que tuvieras uno.

—Lo tengo.

—¿Vas a compartirlo? —Levanté el paño y examiné la sangre de su


nariz. Un riachuelo delgado escapó. Lo reemplacé.

—Anoche Powell dijo que las comunicaciones se apagaron en el


momento de la boda, así que creo… y aquí estoy suponiendo, que Holt
cerró las comunicaciones desde el interior.

—¿Por qué iba a hacer eso?

—Porque una vez que me escapé, me convertí en un comodín. Él


sabe que soy capaz de introducirme en el sistema.

—Pero me dijiste que te habías introducido en el sistema antes,


cuando estabas buscando los códigos de los misiles. No descubriste algo
sobre esta ciudad, entonces.

—Hay un solo lugar en el que no he buscado porque no tengo


acceso… la computadora personal de Holt. Se encuentra en su suite y
tendría que pasar la seguridad para acceder a ella.

—Si está bajo vigilancia, ¿por qué iba a necesitar apagarlo?

Él alzó sus cejas como interrogación.

—¿Solo en caso de que pueda pasar su seguridad? O tal vez solo


está siendo demasiado cauteloso. Como dije, estoy suponiendo.

Sus dedos volvieron a su exploración sobre mi brazo. Respirar se


hacía difícil. Estaba empezando a repensar la política de no-romance.

—¿Cuál es tu plan, entonces?

—Aunque estoy bastante seguro de que sé por qué las


88

comunicaciones han caído, voy a seguir buscando por si me equivoco. La


ciudad está conectada con el Domo a través de un sistema de cables de
Página

fibra óptica enterrados bajo tierra. Hoy he enviado una orden para que el
cable sea desenterrado y verificado de extremo a extremo por si estuviese
roto. El cable está encerrado en una carcasa blindada, por lo que dudo que
encontremos algo.

—Si está conectado al Domo, entonces, ¿no habría kilómetros y


kilómetros de cable?

Jack asintió.

—Eso va a tardar una eternidad.

—Exactamente. Es una táctica dilatoria. Necesito que parezca que


estoy haciendo algo para solucionar el problema. —Sus dedos se
arrastraron de vuelta por mi brazo y a lo largo de mi cuello, empujando la
cortina de mi cabello detrás de mi hombro—. Mientras tanto, puedo
encontrar la manera de apagar el sistema de etiquetado y correr la voz
para que puedan estar preparados para cuando eso suceda. Por lo menos
podemos tratar de liberar a todo el mundo aquí.

Necesitaba que dejara de enviar escalofríos por mi espalda o la


política de no-romanticismo se iba por la ventana.

—Pon tu cabeza en alto —ordené. Se sentó con la espalda recta,


trayendo su cabeza tan cerca que sentí el cosquilleo de su aliento en mi
cuello. Me armé de valor contra la emoción que envió a través de mí.

—Creo que se detuvo. —Me puse de pie, para poner un poco de


distancia entre nosotros.

—Mi turno para jugar a la niñera. Veamos tu costado.

—Está bien. Solo un poco sensible.

—Vamos al baño. No puedo ver aquí.

Tomando mi mano, se levantó y me llevó con él. Fui a regañadientes,


sintiéndome un poco incómoda sobre él cuidando de mí. Encendió la luz
del baño y ambos tuvimos que cerrar los ojos para protegernos del
resplandor. Entonces él estaba tomando mi camiseta, tirando hacia arriba
para ver mi moretón. Me apoyé en el tocador mientas él se agachaba para
ver mejor. Me sentí ridícula.

—Eso es malo, Sunny. Tal vez te rompiste una costilla.

—No, no lo hice. Una costilla rota duele mucho más que esto.

Lanzó una mirada a mi reflejo en el espejo.


89

—¿Quiero saber cómo sabes eso?


Página

Negué con la cabeza.


Regresó a su examen.

—¿Doc miró eso?

—Sí. Dijo que no hay nada de qué preocuparse.

Jack trazó el contorno de la contusión con la punta de su dedo y mi


espalda se arqueó en respuesta. Mientras miraba su reflejo en el espejo,
inclinó su cabeza más cerca de mi espalda. No estaba segura de qué
registré primero —ver que me besaba o sentir sus labios sobre mi piel
desnuda. Mi irregular inhalación era audible en el baño tranquilo.

Los ojos de Jack brillaron a mi reflejo.

—¿Eso duele?

Negué con la cabeza, sin confiar en mi voz. Hacía falta toda mi


concentración solo para respirar. Necesitaba separarme o sabía hacia
dónde nos dirigiríamos: a la habitación.

Se puso de pie y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura,


descansando mi espalda contra su pecho. Sus ojos no se apartaban de mi
reflejo.

—Sé que acordamos que estamos mejor estrictamente como


compañeros, pero... te extrañé anoche.

Su honestidad me sorprendió casi tanto como su expresión


vulnerable. No sabía que tenía ese tipo de efecto en él. Mi corazón latió un
poco más rápido en este momento decisivo. La necesidad de darme la
vuelta dentro sus brazos y enfrentarlo era abrumadora. Pero si lo hiciera,
¿a dónde me conduciría? ¿Mi corazón sería libre para hacer lo que era
mejor para el Hoyo, no solo para mí? La punzada de celos que sentía hacia
Hayley, la humillación que había sufrido jugando a ser su esclava, la
indignación que me consumía cuando descubrí su papel en los programas
de esterilización, todos esos sentimientos robaron mi capacidad de pensar
con claridad.

Sostuve su mirada fija en el espejo.

—Te eché de menos también, pero tal vez si las cosas fueran
diferentes.

—Eso significa que no podemos ni siquiera... —hizo una pausa a


mitad de la oración, sus mejillas se sonrojaron— ¿acurrucarnos?
90

Mi siguiente aliento salió como una risa. ¿Acababa de pedirme Jack


Kenner acurrucarnos? La suave palabra tenía posibilidades de tener unos
Página

fuertes y musculares brazos envueltos a mi alrededor.


Una sonrisa iluminó mi rostro.

—Awwww, Jack. ¿Quieres decir que te gusta cuando me acurruco


contigo por la noche?

Sus mejillas enrojecieron. De una manera rara, estaba disfrutando


de esto.

—Por supuesto que me gusta esto. Eres tan suave y magnifica. —


Fue mi turno de sonrojarme. Abrí mi boca para contestar, para decirle que
aunque me adulara, todavía no era buena idea, pero sostuvo su mano
para pararme—. Espera un minuto. No me dejaste terminar. También iba
a decir que no sería una cosa romántica, sería más bien una cosa
terapéutica.

—¿Terapéutica? —Pregunté.

Asintió con la cabeza.

—Sí.

Levanté mis cejas a su reflejo, esperando oír su definición. El miró


de nuevo hacia mí.

—¿Es eso? ¿Solo terapéutico?

—¿Necesitas más?

Me reí, liberada de tener la tensión de hace unos momentos


reemplazada por nuestras normales bromas fáciles. Empujándome fuera
del círculo de sus brazos, tomé su mano, apagué la luz y lo llevé al
dormitorio.

—Ven. Vamos a tener un abrazo terapéutico. —¿Cómo es que me


convenció de esto?

No lo tuve que mirar para saber que sonreía. Cuando nos acercamos
a la cama, me sujetó por la cintura y me tiró a la cama con él.

—Prometo, nada romántico

Acurrucándome aún más cerca, saboreé la sensación de su pecho


duro bajo mi mano.

—Estrictamente terapéutico —dije más para mi beneficio que para el


suyo.
91

Durante unos momentos, los únicos sonidos que se mezclaron con el


silencio fueron los latidos de nuestros corazones y nuestros alientos
Página

contenidos.
—¿Todavía piensas en mí como uno de ellos, verdad? —Preguntó.

Retiré mi cabeza para mirarle. Él mantuvo sus ojos en el techo. A


pesar de su expresión estoica, los crecientes latidos de su corazón me
dijeron que mi respuesta era importante.

Deseando tener una respuesta fácil, cerré los ojos y descansé mi


frente contra su cuello. Respiré profundamente, esperando aclarar mis
pensamientos, y su olor me llenó. Odiaba a la burgué, pero no había
manera en que odiara a Jack. Lo que hacía por el Hoyo habló en
volúmenes más altos que nada que hubiera hecho como el heredero. Era la
mejor persona que había conocido jamás.

—No. No más. —Mi mano viajó de su pecho para tocar sus labios.
Las palabras “Te amo” se asomaron a mi lengua... pero nos las dejaría
escurrirse de ella.
92
Página
Capitulo 10
Los rayos del sol resplandecieron en el techo descubierto del jeep. La
temperatura estaba notablemente más caliente de lo que había estado
desde que dejé el Domo. Miré a Gaia por el rabillo de mi ojo. Un brillo de
sudor relucía en su frente. Ella no notaba realmente mi presencia. Me
pregunté si era su carácter natural o si estaba dirigido hacia mí.

Girándome lejos de mi agria compañera, me permití el lujo de


disfrutar el escenario. Hoy mi confianza sobrepasaba a mi ansiedad. No
sabía que pasar una noche en los brazos de alguien a quien realmente le
importaba era la base de la fuerza interior. Ahora estaba deseando
manejar el tractor y ver a Opal y a las otras damas. Quizá mencionara el
tema de escapar del corral… aunque quería tantearlas un tiempo más
primero. Como sabía muy bien, la confianza ciega podía meterme
problemas.

El corral estaba desbordando actividad mientras nos empujábamos


dentro de las puertas. Un camión lleno de trabajadores se fue y fue
rápidamente reemplazado por otro. Una fila se formó para el vehículo
vacío, salí del jeep y comencé a ir hacia ella.

—¿Adónde vas? —Bramó una voz. Me giré para encontrar a Hazel y a


otra mujer.

—A trabajar —dije, señalando hacia camión.

Ella negó con la cabeza.

—Vuelve aquí. Hoy aprendes como ser una verdadera princesa.

Mire hacia el camión. Se estaba llenando rápido. Pronto no habría


ningún lugar.

—Estoy segura de que si revisas, encontrarás que el Sr. Kenner me


dio permiso de trabajar en la granja.

Hazel se acercó unos pasos hacia mí, colocando una mano en su


costado protectoramente. Fue difícil pasar por alto el gesto de miedo en su
rostro. Dirigí mi atención hacia el cardenal apareciendo debajo de sus
anteojos.
93

Se detuvo a unos cuantos pasos lejos de mí.


Página

—Tengo órdenes muy estrictas sobre ti.


Que había sido disciplinada era obvio. Mi estómago se apretó en
respuesta al conocimiento. En el Hoyo, era una regla no dicha la de
comentar los moretones de otras personas. Eran solo las marcas visibles.
Los ojos no podían ver las cicatrices reales dejadas atrás al ser
desnudadas de todo orgullo, la forma de humillación que venía de ser
indefenso y débil. Quería disculparme por ser la causa, pero sabía que
debía respetar su dignidad.

—Está bien.

Gaia estaba parada sola, el jeep se había ido. Hazel me guió hacia
ella y nos señaló que la siguiéramos.

—El general ha pedido que Sunny sea entrenada en la cocina. Gaia,


serás su entrenadora.
Nos llevó hacia el edificio que se veía muy parecido al resto del
recinto, excepto que había más tráfico entrando y saliendo de él.

—¿Qué es este lugar? —Pregunté.

—El edificio de servicio. La cocina y cafetería están de este lado —


dijo mientras abría la puerta para nosotras. Señalando hacia el final del
largo y angosto edificio, dijo—: Y de este lado está el cuarto de lavado. La
única comida que cocinamos aquí es para nuestro propio consumo, pero
hacemos el lavado para la burgué.

Nos llevó por el más ocupado sector de la cocina donde muchos


trabajadores estaban preparando la comida. Una ola de familiaridad me
atravesó.

¿Cuantos días habíamos pasado Summer y yo pelando vegetales en


una cocina exactamente como ellos?

El pensamiento envió un pinchazo de tristeza a través de mí. Deseé


que ella estuviese conmigo ahora mismo.

—Trabaja en la cocina primero —continuó Hazel—. Luego, cuando


ellos hayan finalizado con la preparación de la comida, necesitarán
comenzar a cocinar el almuerzo. Es importante respetar a los cocineros y
mantenerse fuera de su camino. —Se detuvo en una estufa—. ¿Alguna
pregunta?

Gaia no respondió.

—Nop —dije.
94

Hazel nos dio un asentimiento satisfecho y se fue. Mientras la veía


Página

irse, observé su mano subir para proteger su lado.


Gaia alzó sus anteojos y los dejó en la cima de su cabeza. Hice lo
mismo.

—¿Qué quieres aprender a hacer?

—No lo sé. ¿Qué hay de huevos?

—¿Qué tipo de huevos?

—¿Hay diferentes tipos?

Gaia rodó sus ojos.

—Este va a ser un largo día. —Fue al refrigerador, tomó unas


cuantas cosas, y las colocó en el mostrador al lado de la estufa. Ella abrió
la caja, revelando huevos—. Te enseñaré como hacer una tortilla.

Ella rompió unos cuantos huevos dentro de un recipiente y los


revolvió, justo como Jack lo había hecho. Esta parte sabía cómo hacerla.
Era la parte del sartén la que había acabado conmigo cuando intenté
hacerlos. Noté que Gaia no había calentado su sartén aún.

Ella tomó una tabla de madera y puso unos cuantos vegetales en


esta, abrió un cajón y sacó un cuchillo. No uno pequeño, uno grande y
afilado. Picó los vegetables mientras yo miraba fijamente el cuchillo, mi
boca colgando abierta.

—¿Tenemos acceso a cuchillos?

Gaia paró de picar y me observó, una sosa expresión en su cara.

—Déjame adivinar. Comenzarás a hablar de la revolución de nuevo


—empezó a picar nuevamente.

Miré a nuestro alrededor para ver si alguien estaba escuchándonos,


pero los otros trabajadores estaban a una buena distancia para oírnos.

—Es un arma obvia. No me digas que nadie pensó en ello.

Sus esfuerzos por picar se volvieron un poco más exigentes,


intensificándose al punto de dejar marcas en la tabla de picar. Luego
golpeó el cuchillo contra el mostrador.

Inmediatamente me arrepentí de sacar el tema.

—Mira, lo siento —dije—. Siempre parece que digo algo malo a tu


alrededor. Solo pararé de hablar.
95

Mi disculpa solo pareció enojarla más y agarró la tabla de cortar y


Página

bruscamente lanzó los casi pulverizados vegetales dentro del bol.


Recogiendo un tenedor, comenzó a batir los huevos. Violentamente.
Lagrimas cayeron por sus mejillas y dentro del bol.

Di un paso hacia atrás de la ira fluyendo de ella. Ella atrapó mi


movimiento por el rabillo del ojo, y luego tomó el bol entero y lo tiró contra
la pared. Un desafinado medio-grito escapó de ella. Todos en la cocina
pararon y la miraron.

Gaia cubrió sus ojos con sus manos. No estaba segura de qué hacer,
pero no podía quedarme ahí y no hacer nada.

—Todo está bien —anuncié, rompiendo el forzado silencio que siguió


a su estallido—. Ella solo se cortó el dedo, eso es todo. Lo puedo manejar.

El personal de comida se veía inseguro, pero eventualmente


volvieron a lo que estaban haciendo. Después de todo, tenían que
mantener su programa o sufrir las consecuencias.

—Gaia, ¿qué demonios? —Pregunté—. Te dije que no hablaría más


de eso y lo decía en serio.

Dejó caer sus manos lejos de sus ojos. Estaban húmedos con
lágrimas.

—¿Por qué tuviste que venir?

Estaba siendo arrastrada por su ira a pesar de que realmente sentía


que no la merecía.

—¿Crees que tuve opción?

—¡Por supuesto que no tuviste opción! —Espetó—. Ninguno de


nosotros la tuvo. La burgué decide por nosotros. Ellos deciden quién vive y
quién muere. —Su voz quedó atrapada en un sollozo y lo tragó.

—Lo sé, pero no entiendo por qué estás molesta si no quieres… —Me
detuve antes de decir rebelarte ya que había prometido no habla sobre eso
de nuevo.

Ella se acercó al mostrador y se apoyó contra él, mirando fijamente


hacia el cuchillo.

—Viví mi vida entera de acuerdo a sus reglas. Siempre aparecí para


trabajar a tiempo, siempre hice lo que me pidieron, incluso cuando me
enviaron arriba para trabajar en sus fiestas. Sabía que si era una buena
pobretona, viviría para ver los treinta y cinco. —Elevando sus ojos del
96

mostrador, me miró fijamente. Amargura y miedo nublaron sus


expresiones—. Y lo creas o no, tenía una vida funcionando… un marido del
Página

que estaba locamente enamorada y un hijo que tenía mi corazón. Decirles


adiós cuando fui al Sacrificio fue la cosa más dura que alguna vez tuve que
hacer. —Apretó sus ojos cerrados y nuevas lágrimas se derramaron por
sus mejillas—. Pero al menos lo hice hasta los treinta y cinco, ¿cierto? No
todos lo logran. Y mi esposo, Kal, lo logró también. Así que cuando fue
tiempo para el Sacrificio, caminamos por las escaleras de piedra del Hoyo
juntos. No estoy segura de que podría haber caminado a través de esas
grandes puertas de acero hacia el Domo sin su apoyo. Estaba tan
asustada que apenas podía caminar. Pero él solo se mantuvo hablándome
con cada paso, diciéndome que nos mantendríamos juntos en el otro lado.

Su labio inferior temblaba y tomó una larga respiración sollozando.


Vacilando, coloqué una mano en su hombro, insegura de si eso era un
consuelo permitido, pero ella ni siquiera pareció notarlo. Limpió sus
mejillas húmedas.

—Los Domers nos escoltaron a todos a través de un laberinto de


salas hacia un gran cuarto vacío. Nos acomodamos adentro y las grandes
puertas de acero se cerraron, encerrándonos dentro. Todos pensamos que
iban a envenenar el aire y algunas personas comenzaron a gritar. Creo que
yo fui una de ellas. Pero Kal solo me sostuvo y me contó que había leído
acerca del envenenamiento y dijo que no era una dolorosa manera de irse.
Así que nos abrazamos, esperando por morir, y de repente otro grupo de
puertas se abrió y una deslumbradora luz nos cegó. Era el sol. El sol. —
Ella me miró—. Fue aterrador al principio. El pensamiento corrió a través
de mi mente, ellos dejarían que la radiación se encargara de nosotros.
Digo, todos sabemos que es una horrible forma de morir. Pero luego
soldados armados llegaron desde afuera y nos dijeron que nos
alineáramos, nos dieron gafas, y nos guiaron a través de las puertas hacia
la plataforma. Las escaleras eran empinados, y con mis temblorosas
piernas, caí unos cuantos escalones. Ahí fue cuando lo vi… a través del
espacio entre escalones. —Paró de hablar para tomar unas cuantas
respiraciones profundas—. Ellos construyeron esa plataforma sobre una
gran pila de huesos, Sunny. Huesos humanos. Algunos de ellos con piel
podrida aun. —Jadeó en una respiración.

La bilis se elevó en mi garganta y tuve arcadas. ¿Acaso la burgué


había convertido un conducto de basura en una cámara de gas? ¿Esa era
la forma en que nos Sacrificaban? Una imagen de mi madre —sola,
esperando por ser envenenada— me torturó. Mi estómago comenzó a tener
arcadas y me apresuré hacia el lavabo. Gaia no debió haber notado el
efecto que su historia tuvo en mí. Ella solo continuó hablando. Quizá se
había olvidado que yo estaba ahí.
97

—Luego fuimos etiquetados y encerrados en un corral. Kal fue el


primero en hablar y me paré a su lado. Lo que ellos estaban haciendo era
Página

una violación directa al trato. ¡Nosotros habíamos hecho más que pagar su
precio y no les debíamos nada! A Kal no le tomó mucho para hacer que
todos enloquecieran, porque sabíamos que estaba mal. Nosotros no
íbamos a simplemente aceptar quedarnos como esclavos. —Esnifando, ella
frotó su nariz contra su brazo. Sus labios estaban apretados en una línea
fina—. Ahí es cuando ellos vinieron con la idea de la cacería, y Kal fue uno
de los primeros en ser enviado allí. Otro corral estaba construido y los
hombres y mujeres fueron separados. ¿Y cuál fue mi castigo por todo esto?
—Alzó el cuchillo y lo llevó hacia la tabla de madera. Salté hacia atrás,
insegura de qué otra cosa quería hacer con el cuchillo—. El general me
reclamó para él mismo. Dijo que necesitaba ser domada. Y lo dejé.

Su mano permaneció envuelta alrededor del mango, sus nudillos


blancos con el esfuerzo.

—No tenías opción, Gaia —dije, nerviosamente mirando hacia abajo,


al cuchillo—. Como tú dijiste, ninguno de nosotros la tiene.

—Eso es cierto, Sunny, ninguno de nosotros la tiene. —Finalmente


removió su mano del cuchillo e hizo un gesto de barrido hacia la puerta—.
Así que no vengas aquí, soltando palabras como rebelión y guerra, como si
tuviésemos opción. No eres nada más que una pequeña niña ingenua que
va a lograr que muchas personas mueran.

El silencio creció entre nosotras mientras buscaba la respuesta


correcta, pero seguía luchando para ponerme al día con lo que ella me
había dicho. Como todos los demás en el Hoyo, crecí con el conocimiento
de que mi vida terminaría a los treinta y cinco. Algunas veces durante la
noche, cuando el sueño me esquivaba, era duro no pensar como sería el
Sacrificio. ¿Sería un disparo? ¿Me darían una inyección? Siempre pensé
que el Sacrificio era lo que se le hacía a alguien. Nunca se me ocurrió que
necesitaría encontrar mi fuerza interior para permitir que pasase.

El calor de una lágrima viajó a través de mis ya manchadas mejillas


y recordé que seguía llorando. Usando el dorso de mis manos, limpié la
humedad.

—No sé qué decir, Gaia, aparte de que estoy realmente apenada por
lo que tuviste que pasar.

—Quiero que digas que pararás. Detén tu campaña para empezar


una guerra. —Sacó un recipiente limpio y comenzó a hacer una tortilla de
nuevo—. Si el General Powell alguna vez sospechase que estoy tratando de
causar problemas, lo tomaría contra Kal. Así que no quiero estar asociada
contigo de ninguna forma. Pero debido a que tengo que estarlo —dijo ella—
, por favor hazme un favor y no hagas que mi esposo muera. —Puso una
98

sartén en la estufa y encendió el elemento.


Página

Estaba sorprendida de escuchar que ella pensaba que su esposo


seguía vivo. Si el hombre que vi corriendo aterrorizado de la burgué era un
indicador de la vida en la cordillera, dudé que alguien enviado allí durase
vivo mucho tiempo. Aunque, esto no era algo que quisiese decir. Era
probablemente mejor si no hablaba en absoluto. Nada de lo que dijese
haría que su mundo estuviese bien.

Y ahora que sabía cómo se sentía, sería inteligente guardarme la


asociación que tenía con Jack. Si ella descubría lo que estábamos
intentando hacer, quizá solo se le diría al General para pedirle que
suavizara cualquier culpa.

—¿Estás prestando atención? —Preguntó, sacándome de mis


pensamientos. Me acerqué más a la cocina, así podía ver dentro de la
sartén—. La tortilla se debería ver así antes de que le des vuelta. —Los
huevos seguían viscosos en el centro cuando ella los arrugó. Me miró por
el rabillo del ojo—. Sé lo que estás pensando.

Dudaba mucho eso.

—¿En serio?

—Piensas que soy una tonta por pensar que Kal sigue vivo. —Volteó
la tortilla. Estaba comenzando a verse considerablemente más marrón—.
Han sido al menos dos años desde que fue enviado allí. Pero él es un
hombre inteligente. El más inteligente que conozco. Y… —Se detuvo, sus
ojos aguándose de nuevo—. Y sabría si se hubiese ido de este mundo. Mi
corazón lo sentiría. —Su respiración se detuvo con un sollozo. La rabia se
había esfumado de su cara, reemplazada con una triste mirada de
esperanza. No era una expresión extraña. Esperanza y decepción eran
compañeros frecuentes en el Hoyo.

—Estoy segura de que sigue vivo. —Le di una sonrisa valiente,


aliviada de que su ira se hubiese agotado—. Y lo prometo, no hablaré de
eso de nuevo.

Su seco asentimiento fue la única aceptación de mi promesa.


Levantando la sartén, ella deslizó la tortilla en un plato.

—Eso es todo.

Miré la tortilla. Tenía una corteza marrón encima. Me dio un tenedor


y lo probé. Mucho mejor que los huevos que yo había hecho. Quizá
lágrimas fuesen el ingrediente secreto.

Algunos del personal de cocina estaban haciendo notar su presencia


y Gaia y yo nos fuimos.
99

—A las bebidas —dijo Gaia, guiándome hacia un área tranquila.


Página

Dejó la tortilla en el mostrador y me atrapé a mí misma preguntándome si


este iba a ser comido o no. La comida nunca debería ser desperdiciada—.
No hay alcohol aquí, así que solo te enseñaré cómo hacer café.

—Ja… —Me contuve a mí misma—. Al Sr. Kenner le gusta el café. Lo


probé y no me gusta realmente —dije en tono familiar.

—Así que ya sabes cómo hacerlo.

—No —dije un poco confundida.

Ella me dio una mirada curiosa.

—¿El Capitán Kenner hace su propio café? ¿Y lo bebes?

Junté mis cejas y negué con mi cabeza.

—No. Quiero decir, si lo hace porque yo no sé cómo. Es una de las


cosas que quiere que aprenda. Lo probé cuando él estaba… en la ducha.

Gaia asintió.

—Descubrí unas cosas a escondidas mientras el General no estaba


viendo también.

Silenciosamente, observé cómo hacia el café, intentando mantener


mi interés. Decidí que hablar ya no era una opción para mí. La pregunta
no era si me iba a meter en más problemas con Gaia, sino cuándo.

El café terminó de filtrarse a través de la máquina.

—Eso finaliza nuestra lección por hoy. ¿Entendiste todo?

Asentí.

—El Sr. Kenner estará muy satisfecho cuando le haga tortilla y café
mañana por la mañana.

Ella me estudió por un momento.

—Asegúrate de que lo esté, porque si se queja con el General de


nuevo de que no estás entrenada en la cocina, será mi falla. —Se alejó,
dirigiendo se a la puerta.

—¿Dónde vas?

—A disfrutar lo que queda del día a la luz del sol.


100

Fue a la cafetería, tomó una silla y salió. Yo hice lo mismo, a pesar


de que no me había invitado. Coloqué mi silla al lado de la de ella y nos
sentamos en un silencio incómodo. Bueno, al menos incómodo para mí.
Página

Gaia parecía estar desconectada en su propio mundo. No había indicio de


que alguna vez hubiera tenido una ruptura emocional. Ella había vuelto a
ser silenciosa y pensativa, con un aura de amargura.

Luego de un rato, sentí como si el sol estuviese quemando a través


del protector solar que me había untado abundantemente esa mañana.
Debían ser unas horas antes del final de la jornada laboral, así que me
levanté y caminé en los alrededores. Gaia no se unió a mí, lo que fue un
alivio.

Había alrededor de una docena de mujeres fuera, colgando la ropa


lavada para que se secara. Unas pocas miraron en mi dirección y les
sonreí. No me devolvieron la sonrisa. Ellas solo susurraron, rieron y
continuaron con su tarea. Aunque era bastante consciente en cómo las
amantes eran vistas, nunca había sido perjudicada antes. Fui en busca de
un lugar tranquilo para estar sola.

El corral de los pobretones no era un lugar bonito. Nada parecido a


la ciudad que la burgué había construido. No había flores, pasto verde, o
vallas. Solo gastados y sucios caminos, y muchos edificios angostos del
color del replicador gris. Aun así con el sol brillando bajo, las nubes
siguiéndose unas a otras en el cielo y la briza atravesando mi cabello,
seguía siendo infinitamente mejor que el Hoyo.

Una tristeza dolorosa se plagó en mí como resultado de la confesión


de Gaia. El único pensamiento que desesperadamente estaba intentando
mantener a raya no se iría. Mi madre caminó hacia su muerte sola. Nadie
había estado allí para consolarla.

Me senté en la sombra de un edificio, lejos de miradas entrometidas,


y dejé que mis lágrimas se derramaran.

El sonido de voces y puertas abriéndose me devolvieron a la


realidad. El sol estaba más bajo en el cielo y las sombras habían crecido.
No había escuchado el sonido del cuerno señalizando el final del día, pero
quizá no lo usaran en el corral. Los esclavos ya estaban en casa.

Parándome, me quité la suciedad y fui en busca de Gaia. Ella estaba


en el mismo lugar donde nuestro chofer nos había dejado. Apenas notó mi
presencia cuando me paré al lado de ella. Estuve aliviada cuando el jeep se
detuvo, rompiendo nuestro incomodo silencio.

Mientras las dos caminábamos hacia al vehículo, el chofer miró


directamente hacia mí.
101

—Tú no…

Titubeé, preguntándome si me estaba hablando a mí. Gaia miró del


Página

chofer hacia mí. Decidí que debía haber un error y estiré la mano hacia la
puerta.
—¿Eres sorda? Tú no. —Su voz era más alta, captando la atención
de cualquiera que estuviese cerca.

—¿Yo? —Pregunté.

Él asintió.

—Debe haber un error.

Gaia me dio una mirada preocupada pero subió a la parte trasera


del jeep y cerró la puerta.

—Ningún error. —Se alejó y lo vi irse.

No tenía sentido. ¿Por qué yo no?

Quizá Jack me buscaría en la motocicleta.

Tenía una vista clara a las puertas, así que me quede donde estaba,
esperándolo. Camiones llenos de trabajadores de campo entraron, y los
trabajadores bajaron. Uno por uno, los camiones vinieron y se fueron.
Pronto no había más.

Los soldados cerraron las puertas.


102
Página
Capitulo 12
El miedo me paralizó mientras miraba fijamente las puertas
cerradas. Si Jack estaba atrasado, ellos tendrían que abrir de nuevo para
él, ¿no? Él era el heredero. Tendrían que hacer lo que ordenara.

La idea se arrastró por mi mente, de que tal vez no pudo venir. Tal
vez el general había descubierto todo sobre él. ¿Estaba en custodia en este
momento? ¿Siendo arrastrado de nuevo al Domo para enfrentar al
Presidente Holt? Pero si sabían de él, sabrían también acerca de mí. Ellos
no dejarían que solo me quedara aquí. Ellos me iban a matar… o a
arrastrarme de regreso para enfrentar al Holt, también.

—Parece que te vas a quedar esta noche aquí princesa.

Ante el sonido de su voz, me volví para encontrar a Hazel de pie allí


con un manta, almohada, y algunos artículos de aseo.

—Oh, no creo que vaya a pasar la noche. Creo que al Señor Kenner
solo se le está haciendo tarde.

Hazel resopló.

—Sí, claro que lo está. —Ella tendió la ropa de cama para mí—.
Mientras esperas también podrías ponerte cómoda. Hay literas disponibles
en el Bloque C. —Hizo un gesto a un edificio, una réplica exacta de cada
edificio del recinto, a excepción de la gran C en el lado.

Se alejó, dejándome de pie allí sola, agarrando mi ropa de cama.

Nadie parecía fijarse en mí. Caminaban, algunos en parejas, algunos


en grupos. Yo era la única por mi cuenta. Miré a las grandes puertas una
vez más y luego me dirigí hacia la gran C.

¿Dónde estaba Jack? Algo estaba mal.

El interior del Bloque C consistía en filas y filas de literas con solo


unas pocas ventanas pequeñas. La mayoría de las camas ya parecían
cogidas. Las mujeres estaban de pie junto a sus literas, hablado entre ellas
mientras recogían sus toallas y artículos de tocador. Su charla se
desvaneció cuando descubrieron mi presencia. Puse una sonrisa en mi
103

cara y fui por el camino estrecho de literas en busca de una cama vacía.
Encontré una a un par de filas.
Página
Desplegando la manta, hice la cama, alisando cada arruga en un
intento por parecer ocupada. No quería que supieran que podía oír sus
susurros.

—Vamos se buena. Debemos enseñarle donde está la ducha.

—¡Los pequeños amantes mimadas no necesitan ducha ya que no


sudan!

Hubo un ataque de risas.

Haciendo caso omiso, me fui del Bloque C y regresé a la cafetería.

Ya había una larga cola para la cena y me uní a ella. No es que yo


tuviera hambre. Pero no sabía qué más hacer. Además, si Jack llegaba al
corral a buscarme, no sabría ir al Bloque C. Probablemente me buscaría
aquí primero.

Me tomó mucho tiempo llegar a donde la comida era servida, y Jack


todavía no había aparecido. Llené un plato con comida que no tenía ganas
de comer y fui en busca de un sitio donde sentarme. La cafetería era una
habitación abierta con mesas unidas entre sí y corriendo en filas. Recorrí a
la cafetería en busca de una cara conocida —Abby, Opal o tal vez incluso
mi madre— sin suerte. Lo que sí vie fue a algunas mujeres con la mirada
en blanco, sin interés por haber sido esterilizadas químicamente, y traté de
no hacer la conexión de aquello con Jack. MI mente aun iba hacia allí.

Me senté en el asiento vacío más cercano y puse mi plato de comida


delante de mí. Todavía inquieta de que Jack no hubiese visto mi punto de
vista, que la burgué nuca se incluía en sus propias políticas. Entendía
que él caminara en una fina línea durante su tiempo como heredero.
Estaba intentando mantener feliz al presidente mientras se mantenía fiel a
sus propias convicciones. Aquello solo me restregó de la peor manera, que
ni una sola persona en el Domo alguna vez se puso de pie por el Hoyo.

Cogiendo un tenedor, empujé la comida alrededor de mi plato. ¿Qué


si hubiera trabajando para el presidente y se me hubiera dado el programa
de esterilización para manejar? Me gustaría pensar que lo habría arrojado
a la cara de Holt y le habría dicho que predicara con el ejemplo, que él
debería ser el primero en la fila para la inyección química. Que ya era
momento de que algunos burgué fueran acorralados y Sacrificados,
también. Sí. Eso le sentaría muy bien al presidente Holt. Sería disparada
en la cabeza.
104

Sin embargo, ¿no es eso lo que esperaba que alguien hiciera en el


nombre de Hoyo?
Página

De repente me di cuenta de lo ingenua que había sido. Era fácil ser


justa en el interior de mi ente, pero el mundo real no funcionaba de esa
manera. No es que Jack no hubiera hecho lo suficiente por el Hoyo; era
que yo esperaba demasiado. Él no lo sabía exactamente, pero le debía una
disculpa.

¿Dónde estaba? Cada vez que se abría la puerta, mi corazón saltaba


solo para sumergirse en la decepción. Por el rabillo del ojo, vi a unas
cuantas mujeres que gesticulaban hacia mí. Jack estaba en lo cierto. Una
pelirroja de diecisiete años de edad, era difícil pasar por alto aquí.

—¿Por qué tan triste? —Dijo Opal, tomando la silla junto a mí. Dejó
el plato delante de mí y me di cuenta de que su comida estaba a medio
comer—. Creía que estarías esperando tener una noche lejos de tu burgué.

Pegué una sonrisa en mi rostro.

—La esperaba. Solo estoy cansada, eso es todo.

La puerta de abrió y mis ojos se dispararon hacia ella. No era Jack.

—El aire es rico en oxigeno allá fuera, se necesita tiempo para


acostumbrarse. —Mientras tomaba un mordisco, sus ojos se desviaron a
alguien al otro lado de la habitación. Bajó la cabeza en lo que parecía un
asentimiento. Casualmente, miré alrededor de la habitación, pero nadie
parecía estar mirando en nuestra dirección.

—¿Te puso Hazel en el Bloque C? —Preguntó.

—Sí, ¿cómo lo supiste?

—Es el único dormitorio con camas disponibles.

—Oh, ¿qué hay de ti? ¿En qué edificio te encuentras?

—Estoy en el A. Aunque todos ellos tienen el mismo aspecto. —Dio


otro mordisco—. ¿No vas a comer?

Cogí mi tenedor y apuñalé un trozo de carne a la parrilla. La puerta


se abrió y mis ojos corrieron a mirar. Dos mujeres entraron y se unieron a
la fila. Un sudor frio corrió por mi frente. A esta hora de la tarde, se
esperaría que Jack estuviera en el comedor todos los demás. ¿No me
necesitaría allí? A menos que no estuviera allí. A menos que lo tuvieran
bajo custodia.

—¿Sunny? —Dijo Opal.


105

—¿Sí? —Dije, tal vez un poco demasiado rápido. Me di cuenta de que


había estado hablando conmigo y que no había oído ninguna palabra.
Opal me miró con suspicacia.
Página
—Pareces molesta por algo. —Miró al otro lado de la habitación de
nuevo.

Esta vez, seguí la dirección de su mirada para ver con quién se


estaba comunicando. Algo estaba pasando. ¿Jack había sido tomado en
custodia y todos lo sabían?

Mientras buscaba en los rostros de las mujeres al otro lado de la


habitación, Opal se movió incómoda. Me volví en mi asiento para mirarla
directamente a los ojos.

—¿Qué está pasando?

Ella intentó parecer sorprendida.

—Nada. ¿Por qué?

No le creí.

—¿Ha pasado algo?

Su atención tiró hacia mí.

—¿Cómo qué?

—No lo sé. Es por eso que te pregunto. —Si algo había sucedido,
merecía saberlo. Ella no tenía derecho a dejarme fuera de lo que estaba
pasando.

Se relajó un poco y se movió en su asiento.

—Puesto que vas a pasar la noche en el C, hay algo que necesitas


saber. —Miró a su cómplice de nuevo. Esta vez pillé a una mujer con unas
llamativa mechas rubias en su cabello moreno, haciendo una reverencia
con su cabeza—. Un par de hombres de la cordillera vienen cada noche por
comida.

Por un momento, lo único que podía hacer era mirarla fijamente. No


era lo que esperaba oír. Quería preguntarle lo que sabía de Jack, pero ¿y si
ella no sabía nada? Todo lo que podría lograr era hacerla saber que algo
estaba pasando conmigo.

—No estés tan sorprendida. Nos ayudamos los unos a los otros y no
hay nada malo en eso —dijo, a la defensiva.

—¡Por supuesto que no! —Puse mi mano en su brazo—. No tienes


106

nada de qué preocuparte. Me alegro de que estén ayudando a los hombres


de la cordillera. —Entonces pensé en lo que me dijo—. Espera un minuto…
¿cómo son capaces de abandonar la cordillera y venir aquí?
Página
—No todo el mundo está etiquetado. —Me miró, con los ojos todavía
estrechos por la sospecha—. Les dije que se podía confiar en ti. Pueden
confiar en ti, ¿verdad?

Quité la mano de su brazo y me enderecé. Su pregunta me hirió.

—Por supuesto que pueden confiar en mí. ¿Qué clase de pregunta es


esa?

—Es solo que… estás con Jack Kenner.

Mis cejas se unieron en una mirada desdeñosa.

—Si pudiera liberar a esos hombres yo misma, lo haría —dije—. Solo


porque le pertenezco a alguien, eso no quiere decir que no sea digna de
confianza. No es que tuviera algo que decir en ese tema. O es como si
alguno de nosotros pudiera hacerlo. —No hablé por mí, hablé por Summer,
Crystal y cualquier otra chica que hubiera sido reclamada por la burgué y
despreciada por su gente. Opal me miró directamente a los ojos.

—No sería la primera vez que un esclavo se enamora de su amo. He


conocido a unas cuantas en mi tiempo.

Mis ojos nunca se apartaron de su mirada directa. Aunque quería


asegurarle que no estaba enamorada de Jack Kenner, no estaba segura de
poder lograr eso de manera convincente. Mi estómago estaba anudado de
preocupación por él, tenía miedo de atragantarme con las palabras.

—Puedes confiar en mí —le dije en su lugar.

Hizo un gesto brusco de acuerdo y se terminó su cena. La puerta se


abrió y miré, pero eran solo un grupo de señoras que salían.

—¿Me puedes hacer un favor? —Preguntó Opal. Volví mi atención


hacia ella—. Es importante que no le digas a Gaia nada de esto. Podría
decírselo al general.

Entendí su preocupación porque la compartía. Aunque teniendo en


cuenta que Gaia creía que su marido seguía vivo, dudaba que ella fuera a
denunciar si sabía que los hombres de la cordillera estaban recibiendo
alimentos.

—Normalmente no paso mucho tiempo con ella de todos modos.

—¿En serio? —Preguntó sorprendida—. Son las únicas aquí, así que
107

pensé que pasaban mucho tiempo juntas.

—¿Las únicas dos qué?


Página

—Tú sabes… amantes.


Cuando pensé en ello, me di cuenta de que no había visto a nadie
que no fuera a Gaia.

—¿Por qué es eso?

Opal se encogió de hombros.

—El general Powell tiene una política de confraternización estricta,


aunque, como cualquier otro burgué de alto rango, él se pone encima de
las normas. —Hizo una mueca que decía, sabes lo que quiero decir—. Por
supuesto, eso no detiene a los soldados de querer violarnos. Parte de ellos
aparecen aquí en alguna ocasión, amenazando con matarnos si hablamos.
—Me miró con las cejas levantadas—. Si, como si fuéramos a hablar.
¿Quién diablos querría escuchar?

Quería decirle que Jack Kenner querría escuchar. Quería decirle que
la Alianza estaba formada y que sólo necesitábamos llegar a ellos. Pero
apenas confiaba en mí lo suficiente como para delatarlos por ayudar a los
hombres de la cordillera. Era dudoso que confiaran en mí lo suficiente
como para llevarlos a una revuelta.

—Nadie, supongo —contesté.

Se levantó y recogió su plato vacío.

—Bueno, voy a encontrar un puesto de ducha libre.

—Gracias por la compañía.

Estaba a punto de salir, pero luego se volvió hacia mí.

—Por cierto, ¿cuál dijiste que era el nombre de tu madre?

Levanté la vista, emocionada. ¿Había encontrado a mi madre?

—Lily O´Donnell

Opal asintió.

—Si me encuentro con ella, le haré saber que estás aquí.

Mi corazón se hundió.

—Gracias.

Limpié mi plato de la mesa y volví al Bloque C por mis artículos de


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aseo. Tras vagar alrededor del recinto, finalmente encontré las cabinas de
duchas. El sol estaba a punto de desaparecer en este día y aún no había
señales de Jack. Algo debía haber pasado. Él no me dejaría aquí.
Página
En el momento en que terminé la ducha, estaba oscuro. Mis
quemaduras del sol todavía estaban sensibles, así que me di unos
golpecitos secos muy suavemente. Luego me vestí, coloqué las gafas de sol
en mi cabeza, y volví al Bloque C. Era mucho más concurrido y ruidoso, ya
que los residentes estaban todos reunidos en las camas. Al pasar a un
grupo de mujeres que hablaban reconocí a la mujer de cabello oscuro con
mechas rubias.

Había elegido una litera con camas vacías a ambos lados. Me


gustaba la sensación de privacidad, a pesar de que era falsa.

—Disculpa. —Me volví para encontrarme con la mujer de mechas


rubias—. Hola, soy Goldie. Eres Sunny, ¿verdad?

—Esa soy yo —dije, sacudiendo la mano que me ofrecía.


Ella tenía una sonrisa cálida.

—Opal dijo que habló contigo acerca de… lo que sucede aquí en la
noche.

—Lo hizo. Me alegra que estén ayudando a los hombres de la


cordillera.

—Bien, porque van a estar aquí en cualquier momento.

Al instante que Goldie lo dijo, hubieron unos ruidos de golpes


amortiguados. Ella se dio la vuelta y corrió en esa dirección. Algunas de
las mujeres se movieron fuera del camino de las literas.

Curiosa, me acerqué a la acción para ver qué estaba pasando. Goldie


retiró unos paneles del suelo, dejando al descubierto un enorme agujero.
Dos hombres emergieron. El más alto de los dos envolvió a Goldie en sus
brazos y la besó.
—Te extrañé —dijo.

Ella le dio una palmada en el pecho.

—Solo ha sido desde la noche pasada.

—¿Qué hay en el menú esta noche? —Preguntó el segundo hombre.

—Carne asada —dijo una mujer sacando dos bolsas abultadas.

El hombre se asomó dentro, sacó un recipiente y empezó a comer el


109

contenido con las manos.

—Estoy hambriento.
Página

El hombre que abrazó a Goldie me miró.


—¿Y quién es esta?

—Es Sunny O´Donnell. Opal dice que podemos confiar en ella —dijo
Goldie.

—Es horriblemente joven. ¿Qué está haciendo aquí? —Preguntó.

—Ella salió con Jack Kenner —dijo Goldie, e inmediatamente puso


una mano en la boca del hombre.

—Sé lo que vas a decir, pero Opal aseguró que podemos confiar en
ella. Y trajo noticias del Hoyo… ¿no es así, Sunny?

Todo el mundo se volvió hacia mí. Era de repente el punto de


atención.

El hombre se apartó de Goldie y tendió una mano hacia mí.

—Soy Terran. —Señaló al otro hombre—. Y este es Flint. —Flint


apenas me reconoció, estaba demasiado ocupado comiendo—. ¿Qué
noticias tienes?

A pesar de que mi boca estaba seca, tragué. Opal debía de haber


repetido lo que le dije. Me tomé un momento para organizar mis
pensamientos, eligiendo cuidadosamente mis palabras para asegurarme de
no delatar mi relación con Jack. Pero cuando estuve a punto de lanzarme
a mi historia, la puerta del Bloque C se abrió.

Era mi madre.
110
Página
Capitulo 12
Una oleada de pura adrenalina me atravesó, convirtiendo mis
rodillas en agua. ¡Mi madre estaba viva! Obligando a mis miembros
debilitados a moverse, corrí a sus brazos extendidos y me envolvió en un
fuerte abrazo.

—Deja que te mire —dijo, alejándome. No me moví muy lejos, lo


suficiente como para dejarle ver mi rostro. Ella sonrió—. Te ves diferente.
Más madura.

Una vez, cuando tenía solo cinco años de edad, mi madre fue
enviada arriba al Domo a trabajar por lo que dijo sería una semana. En
aquel entonces, solo podía verla pasar y tratar de ser tan valiente como me
pidió que fuera. Esa semana se extendió en dos. Era la primera vez que el
interés de mi padre en la vida comenzó a decaer; o tal vez era solo la
primera vez que me di cuenta. En cualquier caso, tuve que prepararme
para la escuela y hacer mi propio camino a la sala común para las
comidas. Habría comido sola todas las noches también, excepto que mi
nueva mejor amiga, Summer, siempre me pidió sentarme con su familia.
La Sra. Nazeem me tomó como si fuera su propia hija y se convirtió en mi
nueva familia. Pronto comencé a temer ir a casa cada noche, donde estaba
un padre enfermo y nadie más para darle el abrazo de las buenas noches.
Cuando la ausencia de Mamá se extendió en tres semanas, empecé a
perder la esperanza de que alguna vez fuera a volver. No sabía cómo cuidar
de mi padre y me sentí culpable por no querer hacerlo. Y fue cuando el
agarre solitario del abandono amenazó con consumirme, que mi madre
entró por la puerta. Ella llegó a casa. Puso todo en el lugar correcto.

Quería decirle que no había crecido. Que todavía era esa niña de
cinco años, apenas arañando la vida sin su madre para guiarla.

—Han pasado tantas cosas desde que te fuiste. —Me mordí el labio
inferior para evitar que temblara.

Ella se veía diferente también. El sol había oscurecido su piel y no


estaba tan delgada como la recordaba. Su cabello ya no se veía negro;
había un resplandor de rojo dorado que lo atravesaba. No podía lucir más
hermosa.
111

—Alguien llamada Opal, me dijo que había una joven de cabello rojo
aquí que se parecía a mí. No lo podía creer, ¡pero es cierto! —Me abrazó
Página

con más fuerza—. ¿Qué estás haciendo aquí?


Quería decirle todo —sobre mí y Jack, además de que él estaba
perdido y que no sabía dónde estaba— pero teníamos una audiencia.

—Jack Kenner me trajo con él.

Se apartó para mirarme, un ceño estropeando su hermoso rostro.

—Lo siento, cariño. Nunca quise esa vida para ti. Dios sabe que
intenté protegerte de ello. ¿Al menos él te trata bien?

Asentí con la cabeza, con miedo de hablar. Por alguna razón, los ojos
de mi madre me dieron ganas de hacer derramar mis ojos en lágrimas
mientras me abrazaba fuertemente.

—Estaba a punto de decirnos algunas noticias del Hoyo —


interrumpió Terran. Goldie lo golpeó en el brazo—. ¿Qué?

—¿Hay noticias del Hoyo? —Preguntó mi madre.

—Han pasado muchas cosas desde que te fuiste —dije.

—Ven y dime. —Tomando mi mano, me llevó a una litera. Me senté a


su lado y ella me jaló contra su lado, envolviendo su brazo alrededor de
mis hombros. Todos se reunieron alrededor de nosotras, mirándome con
expectación.

Tomando una respiración profunda, informé de los acontecimientos


de la canción de Crystal y el motín resultante, hasta lo que había oído al
General Powell decirle a Jack. No lo dije a mi madre que estaba casada o
que los Domers habían tomado a Papá. Eso tendría que esperar hasta que
tuviéramos la privacidad.

—¿Estás diciendo que el Presidente Holt está provocando al Hoyo


hacia una guerra para tener una razón para matarlos a todos? —Preguntó
ella.

—Eso es lo que dijo el General Powell. Lo escuché yo misma.

Goldie tenía una expresión de horror en su rostro.

—Nuestra hija está en el Hoyo con su hijo y su marido.

Más voces se alzaron en alarma, todo el mundo temeroso por los


miembros de su familia y amigos aún dentro del Domo.

—¡Holt! —Exclamó mi madre. La amargura adherida a su tono me


112

hizo tirar hacia atrás para mirarla—. Si solo hubiera matado a ese hombre
cuando tuve la oportunidad.
Página
Yo no era la única que parecía sorprendida. Su declaración
sorprendió a todos en la sala.

—¿Qué acabas de decir? —Pregunté.

—Quise decir... eh... bueno, todos hemos tenido nuestros


pensamientos acerca de matar al presidente, ¿no?

Flint asintió vigorosamente con la cabeza.

—Nadie ha conseguido acercarse lo suficiente, sin embargo. Ese


bastardo está constantemente rodeado de guardias armados.

—Tenemos que sacarlos —dijo Goldie—. ¿Qué hay con las puertas
por las que nos sacaron? ¿No podemos abrirlas?

—Goldie, primero tendríamos que rodear el sistema de etiquetado, y


luego las puertas de metal que pesan una tonelada —dijo Terran.

—El Domo es una fortaleza. Nadie puede entrar —dijo mi madre. Eso
era exactamente lo que había dicho Jack. Pero ¿cómo es que ella lo sabía?

—Terran y yo hemos estado pensando —anunció Flint—. Si somos


capaces de entrar en la armería, podríamos obtener suficientes explosivos
para hacer estallar un malditamente grande agujero en el lado del Domo.

—Corrección —dijo Terran—. Flint ha estado pensando en ese plan.


Sucede que sé que una explosión de esa magnitud más probablemente
causaría un derrumbe. Los ingenieros del Domo dejaron de usar cargas
explosivas en las minas de carbón hace años debido a que el Hoyo está al
borde del colapso.

—Aún podría funcionar —murmuró Flint. Tomó la tapa de otro


contenedor de alimentos, recogiendo el contenido con sus dedos.

—Flint y yo podemos mantener un ojo en el hangar. Si envían a


alguien afuera, van a tener que abrir las puertas y podemos tratar de
colarnos dentro de nuevo —dijo Terran—. ¿Qué piensas, Hazel?

Hazel avanzó, dentro del círculo interior. ¿Cuánto tiempo había


estado allí? Podría no haber sido tan comunicativa si hubiera sabido que
estaba escuchando. Ella ya había dejado en claro que odiaba a las
"princesas", especialmente una que le causaba problemas.

—Es una posibilidad muy remota. Ellos no han enviado a nadie en


113

meses, a excepción de esta y su burgué —dijo Hazel, mirándome.

—Eso no es cierto —dije—. Acabo de conocer a una chica, Abby, que


Página

fue enviada aquí cuando perdió a toda su familia en la revuelta tras la


ejecución de Crystal.
—No —dijo Hazel, sacudiendo la cabeza—. Aparte de ti y el capitán
Kenner, no hemos recibido un grupo aquí desde el último Sacrificio.

Traté de recordar exactamente lo que Abby me había dicho. ¿Ella fue


la que dijo que había estado fuera durante unos días? ¿O había sido Opal?
Abby parecía un poco confundida acerca de las cosas de todos modos.

—Incluso si pudiéramos abrir una puerta, hay un ejército aquí para


darles la bienvenida —dijo mi madre—. Nuestro primer paso es cerrar el
sistema de etiquetado.

Eso es exactamente para lo que Jack quería que preparara a todos y


mi madre estaba haciéndolo por mí. ¿Cuándo se había convertido en una
líder rebelde? Nunca había visto este lado de ella antes.

—Yo podría ser capaz de ayudar con eso —dije. Toda la atención
estaba sobre mí. No quería decirles que Jack era parte del plan. Perdería
su confianza. Y ni siquiera estaba segura de si todavía él era parte del
plan, o si estaba en custodia—. El Capitán Kenner está aquí para arreglar
las comunicaciones y yo podría ser capaz de obtener acceso a su
computadora cuando esté en la ducha o algo así.

—¿Sabes cómo usar una computadora? —Preguntó Terran.

Por supuesto que no sabía cómo usar una computadora. Nadie del
Hoyo lo hacía. Pero no creo que ellos estuvieran dispuestos a escuchar que
Jack era un aliado.

—Sí.

Por un momento, mi madre me miró con sorpresa. Me pregunté si


alguien más lo notó.

—No he visto a mi hija en unos cuantos meses, por lo que si nos


disculpan tenemos que ponernos al día. —Cuando mi madre se puso de
pie, me llevó con ella.

—¿No deberíamos hablar de esto un poco más? —Preguntó Goldie.

—Ya dijo que va a tratar. Voy a trabajar en los detalles con ella y se
los haré saber. Mientras tanto, traten de encontrar una manera de entrar
en el Domo. —Volvió su atención hacia mí—. ¿Dónde está tu litera?

Mi madre siempre fue una mujer que se hacía cargo, pero estaba
siendo particularmente espectacular esta noche. Nadie la cuestionó
114

cuando nos fuimos. Me metí bajo la litera de arriba y me arrastré a mi


cama, mi madre a mi lado. Ella se apoyó contra la pared y apoyé la cabeza
en su hombro.
Página
—Has pasado por mucho últimamente, ¿verdad, cariño? —Preguntó.
Asentí con la cabeza. Su brazo llegó a mi alrededor y me acarició el
cabello—. Dime todo.

Y lo hice—todo, la historia acumulada. Una voz lógica dentro de mi


cabeza me advirtió que debería ser más moderada, pero esta era mi madre.
Si ellos tenían a Jack y yo era la siguiente, alguien aquí afuera tenía que
saber la verdad. Pero lo más importante, tenía que confesar sobre el papel
que jugué en el arresto de su esposo, mi padre. Necesitaba a confesar,
porque necesitaba su perdón.

Ella también estaba llorando cuando terminé mi relato y nos


abrazamos por un rato. Por último, se hundió en mi cerebro entumecido
que el Bloque C estaba en silencio. ¿Todos se habían ido a la cama? No
tenía ni idea de la hora que era. Y Jack todavía no había vuelto por mí.

—No es tu culpa —susurró—. Tu padre tenía… problemas que sería


difícil para ti entender. Nunca fue tu responsabilidad. Debería haber
insistido en que te casaras con ese gran zoquete de Reyes antes de salir del
Domo.

—¿Cómo puedes decir eso de Papá? Claro que era mi


responsabilidad. Si solo me hubiera negado a cooperar con Leisel…

—…entonces Summer y tú estarían pagando el precio. —Me apretó


fuerte—. Tu padre era un hombre adulto, capaz de tomar sus propias
decisiones. Él debería haber estado cuidando de ti. —Me besó en la frente.

Esnifé mis lágrimas.

—Todavía podría estar vivo, sin embargo.

Ella me dio una mirada, la misma que le di a Gaia cuando me dijo


que su marido seguía vivo en el campo de tiro.

—Has pasado por mucho para ser tan joven, y estoy orgullosa de ti.
Te pusiste de pie por lo que creías y eso toma muchas agallas. Me gustaría
haber sido más como tú cuando tenía tu edad.

—¿Por qué?

Ella apoyó la cabeza encima de la mía.

—Porque a lo mejor pude haber hecho una diferencia, también.


115

Era una cosa extraña de decir. Quiero decir, no es como si hubiera


elegido ser parte de la boda; aquello me eligió a mí. Momentos que
cambian la vida como ese eran más allá de frecuentes en el Hoyo.
Página

—¿Cómo?
—Oportunidades perdidas. —¿Estaba deliberadamente siendo
evasiva? Quería presionar el asunto, pero cambió de tema—. Estás
enamorada de él, ¿no? —Preguntó en voz baja.

Mis sentimientos por Jack eran privados. Ni siquiera los había


compartido con él. Nos habíamos vuelto tan cercanos que decirle a alguien
primero parecía infiel.

—¿Importa?

—Sí, lo hace. Porque no importa cuán bueno creas que es, él sigue
siendo un burgué y no se puede confiar en él.

Negué con la cabeza.

—Te equivocas. Jack Kenner ha hecho más por el Hoyo que nadie
que conozca. —Mi voz se atrapó en un sollozo—. Y estoy tan asustada de
que ellos puedan tenerlo.

Alguien tosió desde unas pocas camas lejos y me alarmé por lo bien
que llegó el sonido. ¿Podrían haber escuchado mi historia? Entonces, ¿qué
si lo habían hecho? No me importaba más. Si Jack había sido detenido, yo
era la siguiente.

Curiosamente, reconocer la inutilidad de mi situación mejoró la


ansiedad que me había agarrado toda la noche. Me permití relajarme en
contra de mi madre, tomando un momento para apreciar esta segunda
oportunidad con ella.

La puerta se abrió de golpe, sorprendiendo a todos. Una mujer entró.

—¡Los soldados! —Dijo entre dientes.

Pesados pies tocaron el suelo seguido de un “¡Mierda!"

Mamá y yo nos arrastramos fuera la cama. Flint ya estaba


desapareciendo en el agujero cuando llegamos allí. Terran agarró la
comida y lo siguió hacia abajo.

—Ayúdenme —dijo Goldie, tratando de reorganizar las tablas del


suelo. Mi mamá fue en su ayuda mientras yo ayudé a empujar las literas
en su lugar. Solo tuvimos suficiente tiempo para conseguir todo
enderezado cuando dos soldados armados irrumpieron en el Bloque C.

—Estamos buscando a Sunny O'Donnell —dijo una voz fuerte y


116

clara.

Mi corazón latía con fuerza. Esto fue todo. Jack había sido detenido
Página

y ellos habían venido a por mí.


—¡No! —Gritó mi madre. Los soldados avanzaron hacia ella.

Me moví en frente suyo.

—Soy Sunny —dije. Ella me agarró la mano—. Está bien, Mamá. —


Tenía esperanza en que la sonrisa alentadora que forcé ocultara el miedo
en mis ojos.

—Pero... —Sus ojos llenos de pánico se desviaron hacia los soldados


y de nuevo a mí.

Necesitaba reasegurarle eso, que aunque este fuera el fin para mí,
era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo.

—Hice lo que pude, y ahora lo dejo contigo, ¿verdad? —Podría


enfrentar lo que venía, siempre y cuando supiera que alguien más estaba
dispuesto a tomar nuestra causa.

Uno de los soldados suspiró ruidosamente.

—¿Podemos prescindir del drama e irnos? —Señaló la puerta.

Sin decir una palabra u otra mirada, me fui del Bloque C,


flanqueada por mis escoltas militares. No tuve la necesidad de darme la
vuelta para saber que todo el mundo estaba en la puerta, viéndome ir.
Cuadrando mis hombros, sostuve la cabeza en alto y caminé lo mejor que
pude a pesar de mis rodillas temblorosas.

Los soldados intercambiaron expresiones desconcertadas.

—¿Qué demonios fue todo eso? —Preguntó uno de ellos.

—No lo sé —dijo el otro.

Me subí en el asiento trasero del jeep, el conductor aceleró el motor


a la vida, y nos condujo a través de las puertas. Fueron en la dirección de
la ciudad y en pocos minutos llegamos a las pistas llenas de baches a
través del bosque. De repente me sentí muy aislada, sola con dos burgué,
en el bosque. Eché un vistazo hacia ellos, pero el conductor estaba
concentrado en la navegación y el otro estaba explorando el bosque.

—Me pone los pelos de punta conducir por aquí en la noche —dijo el
que estaba en el asiento del pasajero—. ¿Qué pasa si los bárbaros nos
están viendo? Podrían estar ahí, en los árboles, con las flechas apuntando
hacia nosotros.
117

El conductor quitó sus ojos de la carretera momentáneamente para


mirar los árboles también.
Página

—O el monstruo. Es aterrador también. —Se rió.


Ninguno mostró la animosidad que esperaba de los soldados que
aprendían a una criminal. Y no simplemente una criminal, sino una
criminal pobretona.

Rompimos fuera del bosque y arrancamos nuestro camino a través


de la ciudad fantasma de casas vacías. Finalmente, se detuvieron frente a
la casa que compartía con Jack. Las luces estaban encendidas en el
interior y su seguridad estaba en la puerta.

Jack estaba en casa.


118
Página
Capitulo 13
Cuando Jack abrió la puerta, mis acompañantes se pusieron firmes.

—¡Señor! —Dijeron al unísono.

Él extendió la mano, me agarró por el brazo y me jaló hacia adentro.


Cerró la puerta.

—¿Dónde estabas? —Exigí.

—¿Estás bien? Nadie te ha hecho daño, ¿verdad? —Retiró el cabello


de mi rostro, mirándome de cerca.

Aleje sus manos.

—Pensé que habías sido… —me detuve, miré a la puerta, y bajé la


voz—...arrestado.

—Fui secuestrado. —Me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza, casi


demasiado fuerte.

—Jack, me estás haciendo daño. —Su aliento olía a alcohol.

—Oh, lo siento. —Dejó caer los brazos y tomó mi mano—. He estado


muy preocupado por ti.

—¿Alguien te secuestró y te hizo beber? —Pregunté en confusión.

—No quise beber —dijo—. Ayer por la noche tenían una fiesta
sorpresa planeada para mí, pero terminé yendo al comedor, así que esta
noche ellos no estaban tomando ningún riesgo. Alex y algunos de los otros
chicos se presentaron en el trabajo y me sacaron de allí. Y había estado
tan cerca de descifrar el sistema de etiquetado cuando me llevaron.

Mi corazón saltó ante la noticia.

—¿Puedes apagarlo?

—Estoy bastante seguro de que puedo, pero tenemos que avisar a


todo el mundo una vez que esté cerrado para que sepan que deben correr.
119

—Como que los preparé esta noche. Encontré a mi mamá.

Jack me miró sorprendido.


Página

—¿Lo hiciste? ¡Eso es increíble! ¿Por qué no me lo dijiste en seguida?


—Debido a que esta es la primera oportunidad que tengo.

—Está bien, empieza desde el principio. —Levantó la mano para que


dejara de hablar—. Espera. Vamos a ir a la cama y me puedes decir todo
sobre ella. Ha sido una noche muy larga y podría necesitar algo de terapia.

Cuando me acurruqué junto a él en la cama grande que


compartíamos, sentí que mi tensión comenzaba a desvanecerse. Él estaba
roncando antes de que terminara de contarle sobre conocer a mi madre.

Estaba brillante dentro de la habitación. ¿Cuándo había salido el


sol? Debió de haberse elevado durante la hora en que estuve realmente
dormida. Jack había estado inquieto anoche y roncaba ruidosamente. Me
estiré, me moví sobre mi espalda, intentando despejar mi cerebro nebuloso
a la conciencia.

—Siento lo de anoche —dijo Jack. Rodó medio encima de mí y


enterró su cara en mi cuello—. Fue tan estúpido. No sabía cómo salir de
ahí.

—No fue tu culpa. —Apoyé las manos en su espalda. El contacto se


sentía bien—. Supongo que si nos vamos a quedar, tenemos que estar
preparados para cuando este tipo de cosas sucedan.

Levantó la cabeza y me miró.

—Tal vez no deberíamos quedarnos, Sunny. Ser separados tan


fácilmente me asustó como el infierno.

—A mí también me asusto.

Recorrió un dedo por el lado de mi rostro y trazó el contorno de mis


labios. Mi aliento se quedó atrapado por el placer que envió ondulaciones a
través de mí. Me besó suavemente en los labios.

—Mmmm —dije—. Pensé que habíamos acordado nada de cosas


románticas. —Mi voz sonaba baja y ronca. Me aclaré la garganta.

Sonrió.

—No estaba siendo romántico. Si voy a serlo, me gustaría hacer esto.

Bajó sus labios a los míos y me besó. Empezó como un suave beso,
120

pero creció con tal intensidad que me encontré aferrándome a él.


Enredando mis manos a través de su cabello, acerqué más su cabeza. A
medida que nuestra respiración se mezclaron y nuestros corazones latían
Página

con fuerza, el mundo se desvaneció. Era una sensación embriagadora.


Nunca querría que terminara.
Cuando alejó su cabeza de la mía, un gemido de protesta se me
escapó. Sostuvo mi mirada, sus labios curvándose en una sonrisa
perezosa. Tenía el cabello revuelto por mis manos exploradoras y sus ojos
ardían. Él nunca se había visto más hermoso.

—¿Has visto la diferencia? —Preguntó. Me dio una mirada


expectante. ¿La diferencia? ¿Cuál era la pregunta?—. Si no estás segura,
podría mostrarte de nuevo.

Oh, sí... besos románticos versus besos no románticos. ¿Qué me


hizo estar de acuerdo con esa estúpida política?

—Creo que será mejor que me lo muestres de nuevo.

Cuando acercaba su cabeza hacia la mía, un fuerte golpe en la


puerta nos apartó.

—Qué diablos... —Jack apartó las mantas y salió corriendo de la


habitación.

Aspiré una bocanada de aire en un esfuerzo por frenar los latidos de


mi corazón.

Él vino corriendo a la habitación y cogió el reloj de cabecera.

—Se nos hizo muy tarde. ¡Levántate! —Abrió la puerta del armario y
sacó su uniforme.

Desgraciadamente, me levanté de la cama y busqué ropas de trabajo


limpias.

—Pensé que el heredero podía hacer lo que quisiera.

—Tengo una reunión con Powell y el Coronel Anderson en quince


minutos para repasar los planes para la ciudad. No quiero perdérmela.
Podría aprender algo importante.

Parecía que Jack iba a desnudarse aquí mismo, delante de mí, pero
se apresuró al baño. Me cambié, aseé y acomodé mi cabello hacia atrás en
un tiempo récord. Cuando salí, él no estaba allí.

Fui en su busca.

—¿Jack?

—Aquí —gritó desde la cocina. Me entregó un batido de proteínas


121

cuando me uní a él. El suyo ya había desaparecido a la mitad—. Lo dije en


serio cuando dije que deberíamos irnos. El riesgo de quedarnos es
demasiado. Voy a descargar todo lo que pueda en mi tablet y luego nos
Página

vamos de aquí.
El alivio me inundo. No quería una repetición de anoche.

—¿Cómo podemos deshacernos de tu seguridad?

Se encogió de hombros.

—De la misma manera que lo hicimos antes. Te recogeré en el corral


y nos largaremos allí. Vamos a encontrar un lugar seguro para
escondernos hasta que podamos descifrarlo.

Estaba aterrada y eufórica, todo al mismo tiempo.

—Bueno. Pero si no vienes…

Llevó un dedo a mis labios, cortando mis próximas palabras.

—Lo haré. No importa lo que pase.

Otro gran estruendo en la puerta nos recordó que era tarde. Tomé
unos tragos de mi batido de proteínas, y Jack bebió del de él. Justo antes
de abrir la puerta, envolvió sus brazos alrededor de mí y besó la parte
superior de mi cabeza.

—Mantente a salvo. —Lo vi entrar en el vehículo que lo esperaba y se


marchó.

Al otro lado de la calle, Gaia ya estaba sentada en el jeep. Con un


ceño enojado, nuestro conductor seguía de pie al lado del vehículo, y me
señaló a mí y luego al asiento de atrás. Sentí miedo. Si estuviera en el
Hoyo sabría que recibiría una paliza. Pero todavía no estaba muy segura
de si eso pasaba aquí o no.

Me apresuré en el asiento trasero junto a Gaia. Ella apenas notó mi


presencia. Nuestro conductor, por su parte, seguía mirándome desde fuera
del jeep. Miró de mí y a Gaia y de Gaia a mí. Mi estómago se apretó
mientras esperaba por un golpe.

—Al diablo. —Se sentó al volante, cerrando la puerta detrás de él,


aceleró el motor y dio una vuelta en U. Si no hubiera estado agarrándome,
habría sido lanzada contra Gaia.

Aceleró hacia la ciudad, en la dirección opuesta a la del corral. Miré


a Gaia, en silencio me pregunté si sabía de qué se trataba. Pero ella me
miró con la misma expresión confusa.
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Nos apresuramos a través de la ciudad y tomamos un giro a la


derecha justo antes del final de la carretera asfaltada, y condujimos a
través de una sección de la ciudad todavía en construcción antes de dar
Página

vuelta en un camino de tierra que se abría paso hacia la montaña que


escondía el Domo. Tuvimos que aferrarnos a la barra estabilizadora por
apoyo mientras el jeep se salía de la carretera. El cabeceo y balanceo era
nauseabundo. Realmente me sentí aliviada cuando nos encontramos con
un grupo de trabajo y el jeep llegó a su fin.

Un soldado con más cheurones que nuestro conductor detuvo


nuestro vehículo.

—¡Llegas tarde, Jenkins! Y no nos podemos permitirnos eso con


todos estos pobretones. —Hizo un gesto hacia un grupo de hombres que
cavaban en el suelo—. Necesito ver cada arma disponible vigilándolos.

—Lo siento, Sargento. No es mi culpa —respondió Jenkins, saliendo


del jeep—. El Capitán Kenner se fue tarde a casa y soy su conductor
asignado.

—Tú solo debes conducir hasta las 8 am. Después de eso, me


perteneces. ¿Ha quedado claro?

—¡Sí, señor! —Jenkins se puso firme.

El sargento volvió su atención a nosotros.

—Parece que tenemos dos voluntarios más. Vamos, denles una pala.

De mala gana, dejé el jeep. Esta no era la forma en que se suponía


que iba a ser hoy. Tenía que estar en el corral para el final del día, de
manera que Jack me recogiera. No había ninguna razón para que Jenkins
nos llevara al corral ahora.

Alguien nos dio a Gaia y a mí una pala con un borde plano y nos
señaló hacia donde debíamos empezar a cavar. La mayoría de los
cavadores eran hombres, aunque vi a unas cuantas mujeres que
trabajando en la línea. Soldados armados estaban por todas partes,
caminando y observando. Esto tenía un ambiente familiar. Esto se sentía
como el Hoyo.

La tierra estaba seca y dura, y a pesar de mis mejores esfuerzos, la


pala no fue muy lejos. Gaia estaba teniendo el mismo problema. Ella me
miró por sugerencias. Me encogí de hombros. No sabía lo que estaba
haciendo tampoco.

Gaia posicionó la pala recta y saltó sobre ella con los dos pies. Entró
en la tierra solo un poco más hondo y se tambaleó por un momento antes
de que se inclinara. Incapaz de mantener el equilibrio, cayó al suelo.
Sonreí en su intento fallido. Unos pocos soldados estaban muriéndose de
123

la risa.

—Eso funcionó bien —dije, ayudándola a levantarse.


Página
Se frotó las rodillas, y me dio una mirada fea.

—Y una vez más tengo que darte las gracias por un día precioso.

Los soldados se rieron de ella hasta que finalmente perdieron el


interés y se alejaron.

—¿Cómo se les permite hacernos esto a nosotros? —Pregunté en voz


baja. Necesitaba llegar al corral y todavía tenía la esperanza de encontrar
un camino.

Gaia levantó las cejas.

—Pueden hacer lo que quieran con nosotras.

—Pero pensé que porque somos amantes se nos trataría de manera


diferente. —Tenía que haber algún tipo de recurso con Jenkins.

Ignorándome, Gaia golpeó el suelo con su pala y logró hundirlo en la


tierra por unos centímetros. Ella palanqueó hacia fuera.

—Pero si le decimos al Capitán Kenner y al general, estarían


molestos con nosotras por palear, nos llevarían al corral, ¿verdad?

Ella hundió su pala en el suelo otra vez, pero se detuvo para darme
una mirada furiosa.

—Si deseas meterte en problemas con el sargento de allá, adelante.


Pero no te atrevas a meterme en ello. —El tono de su voz dejó en claro que
no era mi aliada.

¿Realmente no había manera? No estaba etiquetada, así que podía


correr. El problema era que había demasiados soldados armados. El
comienzo del pánico se agitó en el centro de mi estómago.

Dos soldados me miraron y me di cuenta de que yo era la única que


no estaba trabajando. Golpeé la tierra con mi pala, y después de algunos
intentos, logré sacar un poco de tierra. Los soldados volvieron su atención
a otra parte.

—¿Tú eres Sunny O'Donnell? —Preguntó el hombre que trabajaba a


mi lado.

Lo miré de reojo y vi que algunos hombres parecían estar esperando


mi respuesta.
124

El hombre al otro lado de él resopló de risa.

—¡No querrás decir la señora Kenner!


Página
El miedo se apoderó de mí por un momento, quitándome cualquier
pensamiento. Todo lo que pude hacer fue mirar al hombre, preguntándome
cómo lo sabía. Entonces me acordé de lo tranquilo que estaba el Bloque C
cuando le dije a mi madre la verdad. Las noticias viajaban rápido.

Aunque Gaia continuaba paleando, su atención estaba en nuestra


conversación. No quería que ella supiera sobre Jack. Si no podía llegar al
corral para el final del día, tendríamos que mantener nuestra historia de
encubierta.

—No sé lo que estás hablando. —Golpeé el suelo con la pala, aliviada


de esconderme detrás de la distracción física.

El hombre miró a los soldados más cercanos a nosotros.

—Terran y Flint vinieron a nuestro corral anoche. Dijeron que


hablaste de una guerra empezando en el Hoyo, que ya ha habido una
sangrienta batalla. ¿Eso es cierto? —Preguntó en voz baja.

Asentí con la cabeza. Esta no era información que Gaia debía saber.
Solo esperaba que no hubiera oído el “Sra. Kenner”.

—Me dijo que te escuchó decirle a tu mamá que Jack Kenner estaba
trabajando para nuestro lado. ¿Eso también es verdad?

Todos los ojos estaban puestos en mí, incluyendo a Gaia. El sudor


corría por mi frente y me lo limpié. Si les decía la verdad, Gaia le podría
decir al general, pero si mentía para proteger la cubierta de Jack, entonces
nadie podría confiar en él. Todos acabaríamos trabajando unos contra el
otro en lugar de uno para el otro.

Tomé una respiración profunda.

—Sí, es cierto. Todo es cierto.


Gaia se detuvo de palear, con la boca abierta. Los hombres también
dejaron de trabajar para mirarme. Algunos soldados se acercaron y nos
ordenaron volver al trabajo. Todos volvimos a nuestra tarea. Finalmente,
los soldados se alejaron en busca de sombra.

—¿Esperas que me crea que el heredero está de nuestro lado? —


Preguntó Gaia.

—No lo creo —dijo uno de los hombres—. Jack Kenner no es nada


mejor que Holt.
125

—Baja la voz —dije.


Página

Algunos soldados se volvieron en nuestra dirección y nos dispararon


expresiones molestas. Dejamos de hablar y nos concentramos en palear.
Ellos volvieron a su conversación. Con su atención en otra parte,
rápidamente di una versión abreviada de los acontecimientos en el Hoyo
que llevaron a que Jack y yo saliéramos de allí. Todo el mundo escuchó
con atención.

—Entonces, ¿de qué color es el cielo en tu mundo, Sunny? Porque


aquí, es de un bonito tono de azul y me gusta —dijo Gaia.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Eso que no creo que estés casada con Jack Kenner y que los dos
van a liberarnos. Sus delirios van a dejarnos a todos nosotros muertos.

La miré en estado de shock.

—¿Mis delirios son lo que va a conseguir que nos maten a todos? —


Dije, pero en lugar de responder puso su boca en una línea apretada—.
Sabes exactamente lo que el presidente Holt ha planeado para cada último
pobretón porque lo escuchaste directamente de los labios del general.
¿Somos Jack y yo los suficientemente delirantes para tratar de detenerlo?

El hombre a mi lado se inclinó hacia adelante para tener una mejor


vista de Gaia.

—¿Lo has oído del general Powell?

Gaia se detuvo un momento antes de que asintiera con la cabeza. Me


sentí aliviada de que decidiera no mentir. Habría perdido toda credibilidad.
Volvió de nuevo su atención a mí.

—Entonces, ¿qué es lo que tú y Kenner han planeado? ¿Cómo vas a


detenerlo?

—Estamos tratando de hacer llegar un mensaje a la Alianza, pero no


se ve bien —le dije, haciendo un gesto hacia el cable de comunicación que
estábamos cavando para arriba—. Mientras tanto, él va a apagar el
sistema de etiquetado. Todo el mundo tiene que estar listo para irse.

Muy pocos hombres seguían paleando, demasiado concentrados en


nuestra conversación. Un grupo de soldados salió de la sombra y se dirigió
hacia nosotros. Uno de ellos chasqueó la culata de su rifle contra el
pobretón más cercano a él.

—Realmente me estoy cansando de venir aquí —dijo.


126

Todos volvimos nuestras cabezas y nos concentramos en palear.


Esta vez, los soldados no se fueron.
Página

Aunque los hombres no parecían tener mucha dificultad con palear,


Gaia y yo estábamos luchando. Y el calor del sol que caía sobre nosotras
tampoco ayudaba. Cuando mis brazos y piernas se debilitaron, la idea de
huir para encontrar Jack se desvaneció. Con mi fuerza agotada y tantos
soldados armados, no había una posibilidad de que pudiera escapar de
aquí con vida.

Un camión pasó, levantando polvo y rocas.

—¡Almuerzo! —Gritó alguien.

Los soldados comían su almuerzo en turnos antes de que se nos


permitiera dejar nuestras palas. Hicimos fila en el camión de la comida y
los soldados se pararon cerca, listos para hacer frente a cualquier
alborotador. Cuando recogimos nuestras raciones, nos permitieron
sentarnos en la sombra para comer. Gaia y yo tomamos asiento bajo un
árbol. El hombre que había estado trabajando a mi lado se acercó a
nosotras, pero un soldado lo envió en una dirección diferente. Fue
entonces cuando me di cuenta de que los hombres eran separados de las
mujeres durante la comida.

—Sabía que eras un problema en el momento en que te vi —dijo


Gaia en voz baja.

—Gaia, por favor no le digas al general. Por Favor. Jack y yo vamos a


irnos tan pronto como nos sea posible.

—¿Decirle al general qué, exactamente? ¿Que la amante del heredero


se imagina casada con él? Se reiría.

Lo tomé en el sentido de que no iba a decirle a Powell, aunque en


realidad no había nada que pudiera hacer para detenerla. Eso solo hacía
que nuestra partida fuera mucho más urgente.

El almuerzo duró solo treinta minutos y luego regresamos a trabajar.


Cuando Gaia y yo nos dirigíamos hacia nuestras palas, un soldado nos
paró.

—Cambio de planes. Váyanse a la parte trasera del camión con los


otros —ordenó.

Nos fijamos en el vehículo al que nos hizo un gesto y solo las


mujeres estaban entrando. Gaia y yo intercambiamos una mirada de
preocupación, pero nos subimos al camión. No teníamos otra opción.

—No sé lo que planean… el general no permite que los soldados


usen a las mujeres —susurró Gaia—. Ellos no se atreverían a tocarnos.
127

—Creí que habías dicho que podían hacer lo que quisieran.


Página

—Menos eso. Si alguno pone una mano sobre mí, Powell lo mataría.
Tenía la esperanza de que tuviera razón.

En total, conté diez mujeres, cuatro soldados en la parte posterior


con nosotros, y dos más en la parte delantera del camión. El vehículo hizo
su camino por la ladera. Siguió un camino feo, casi como si alguna vez
hubiera existido un camino pero que ahora estaba siendo reclamado por la
montaña. Después de diez minutos de conducción, el camión se detuvo.
Todas salimos, cautelosas.

—Síganme —un soldado ordenó, en dirección a una zona boscosa.

Los otros soldados hicieron señas para que nos pusiéramos en


marcha. La mano de Gaia agarró la mía y la apreté. Los soldados que
seguíamos se detuvieron y señalaron algo.

—Se trata de un cable. Puesto que son inútiles con una pala, su
trabajo es encontrar cables expuestos y examinarlos por si tienen alguna
rotura.

El alivio me inundó. Gaia dio a mi mano un apretón victorioso.

El cable corría a lo largo de la parte superior de un gran descampado


de piedra, lo que explicaba por qué no era subterráneo. Tenía que
preguntarme por qué no vinimos aquí primero.

—Los dividiremos en grupos. Hay una gran cantidad de territorio por


cubrir.

Gaia y yo nos acercamos más con la esperanza de no ser separadas.


Funcionó. Asignaron a nuestro grupo y nos dirigimos a la montaña con
nuestros guardias armados.

Algunas secciones del cable estaban enrolladas alrededor de


peñascos redondos y bordeaban gruesas masas de árboles. Una excitación
nerviosa comenzó a crecen en mi estómago. Podría ser capaz de escapar
después de todo. Si me las arreglaba para escapar inadvertida, sabía que
no podía ir al corral de pobretones. Iría a la escombrera. Ahí es donde Jack
y yo habíamos quedado en encontrarnos si alguna vez nos separábamos.

—No hay averías —anunció Gaia, interrumpiendo mis pensamientos.

—No encontré ninguna tampoco. —No estaba realmente mirando.


Estaba demasiado preocupada por encontrar una salida. Si me las
arreglaba para escapar y Jack no lo hacía, ¿iba a ser culpado por mi
desaparición? Lo dudaba. Lo más probable es que todos lo compadecerían
128

por la pérdida de su amante.

—Desaparece aquí —dijo Gaia. Casi me pregunté a qué se refería,


Página

pero vi que estaba apuntando al cable. Estaba parcialmente enterrado.


Examiné el suelo en busca de signos visibles de haber sido desenterrado
en algún momento, pero no pude encontrar ninguno—. Creo que serpentea
alrededor de esos peñascos.

Nos quedamos un poco por delante del resto del grupo, pero estaban
poniéndose al corriente. Jack probablemente todavía estaba en el trabajo.
¿Si me iba ahora y las noticias de mi escape llegaban al general Powell, eso
evitaría que Jack fuera capaz de salir? Tal vez era demasiado pronto para
correr. O tal vez esta era mi única oportunidad.

—Vamos a seguir adelante —dije. Mi corazón latía tan fuerte que mi


voz temblaba. Si continuábamos, las rocas podrían bloquear la visión de
nosotros a los soldados.

—No lo sé...
—Va a estar bien —dije. Eché un vistazo a los soldados. Ellos no nos
estaban prestando atención.

Zigzagueamos a través de las rocas y terminamos en una zona muy


arbolada. Las raíces de los árboles eran gruesas en el suelo del bosque, y
dudaba que un cable pudiera estar enterrado allí. Nuestros escoltas
militares comenzarían a buscarnos una vez que se dieran cuenta de que
faltábamos, así que no tenía mucho tiempo. Me volví para decirle Gaia que
me iría a explorar más adelante, cuando me di cuenta de la expresión de
su cara. Seguí su mirada, vi a un niño pequeño de pie en una zona
abierta, llena de la luz solar. Estaba pintado, como los bárbaros. Miré
hacia los árboles y encontré a unas cuantas personas de pie inmóviles.
Uno de ellos estaba en un árbol, con un palo o algo en la mano.

—Tenemos que irnos —susurré.

Mientras lo dije, escuché un soldado justo detrás de nosotros.

—¡No se alejen de mi vista! —Dijo con voz amenazante.

—Lo siento, tomamos un giro equivocado. Estábamos regresando —


dije.

Rápidamente nos dimos la vuelta y caminamos en dirección a él. No


quería que viera a la gente.

—Bueno, ¿qué demonios tenemos aquí? —Dijo, mirando más allá de


nosotras—. Hey, Rick… trae tu trasero aquí. ¡Es un bárbaro!
129

Mi corazón se hundió cuando se dio cuenta del niño. A pesar de que


estaba afuera en el campo, esperaba que la burgué todavía no hubiera sido
capaz de verlo. Rick rodeó el último peñasco, escoltando a los otros tres
Página

miembros de nuestro grupo.


—¡Mierda, lo es! —Dijo Rick alegremente. Quitó su gorra y se secó el
sudor de la frente con el dorso de la mano. Una sonrisa iluminó su
rostro—. Hey pequeño, ¿dónde están tu mamá y papá?

Rick se acercó al niño, que permanecía inmóvil salvo por el temblor


de su labio inferior. Era obvio que Rick no podía ver a los demás en los
árboles. Se agachó para estar al nivel de sus ojos.

—¿No puedes moverte? —Preguntó, riendo. Empujó al niño en el


pecho un par de veces. Su labio inferior temblando se convirtió en un
llanto—. Awww... es cierto, lloras por tu mamá y papá.

El soldado de pie con nosotros rió y miró a su alrededor al bosque.


No vi ningún reconocimiento en su rostro cuando sus ojos se pasaron
sobre donde las personas estaban de pie.
—Llora más fuerte. Tráelos al claro. El general Powell estaría muy
orgulloso de nosotros si nos traemos a un par de bárbaros —dijo Rick.
Cogió al niño y lo levantó, lo meneó en el aire mientras daba una vuelta en
círculo. El niño gritó.

Era demasiado horrible verlo. Mis pies comenzaron a moverse antes


de que mi cerebro les ordenara.

—¡Ponlo abajo! —Dije.

—¡Vuelve aquí! —El soldado detrás me ordenó.

—Tengo esto —dijo Rick.

—¡Es un bebé, por el amor de Dios! —Dije.

El niño estaba absolutamente aterrorizado.

—¿Crees que puedes hablar conmigo de esa manera solo porque eres
la puta de uno de los peces gordos? —Exigió Rick—. Tal vez necesitas
aprender que no eres nada más que una pobretona.

Casi los había alcanzado cuando Rick puso el niño en el suelo.

—Corre. ¡Ahora! —Le dije al niño. Fui recompensada por la visión de


pequeños pies golpeando un camino al bosque. Él dejó de gritar, corrió
más allá del grupo de pie todavía, y siguió su camino.

Rick dio un paso hacia mí, con el puño en lo alto, y me encogí a la


130

espera del golpe. Pero de repente se detuvo y golpeó el costado de su


cuello. Me dio una mirada atónita por un momento antes de que sus ojos
me encontraran y él cayera al suelo. Atónita, miré a la gente en el bosque.
Página

El o la que estaba en el árbol estaba en proceso alejar el palillo de su…


boca.
Oí al otro soldado corriendo detrás de mí.

—¿Qué diablos hiciste?

Convincentemente mantuve mi mirada y no la desvíe hacia el


bosque. Estaba bastante segura de que no tenía idea de que estaban allí.

—Nada. Él solo cayó.

—Hiciste algo.

Suspiré, sabiendo que tenía que aceptar la responsabilidad.

—Él iba a hacerme daño.

Una mirada enojada encontró mi mirada y él me dio un puñetazo en


la cara. Por una fracción de segundo, las estrellas se balancearon detrás
de mis ojos, y luego todo se volvió negro.
131
Página
Capitulo 14
El camión rebotó por el camino de la montaña, y mi cabeza resonaba
con cada bache. Rick estaba en el suelo a nuestros pies, con el cuerpo flojo
y moviéndose de forma fluida con cada movimiento. El ascenso y descenso
de su pecho confirmaban que aún estaba vivo. A medida que su cabeza
colgaba hacia un lado, alcancé a ver algo que sobresalía de su cuello. Me
quedé mirando la pequeña protuberancia negra en un vano intento por
identificarla. Nunca había visto nada igual, aunque estaba casi segura de
que se lo había hecho en del árbol.

La acción disciplinaria iba a ser tomada en contra mía, eso lo sabía.


Si aún estuviera en el Hoyo, moriría al instante por hacerle daño a un
soldado. Afortunadamente, las cosas parecían funcionar un poco diferente
aquí, así que tal vez tenía oportunidad.

—Voy a intentar hablar con el general —susurró Gaia—. En privado,


me trata como a su esposa. Tal vez pueda conseguir que no sea tan duro
contigo.

Me sorprendí por su oferta. Había estado diciendo que no quería ser


asociada conmigo.

—Gracias, pero es mejor que no te involucres.

Suavemente me pasé los dedos a lo largo del pómulo. Iba a ser un


moretón decente. Al menos mis gafas de sol no se habían roto.

Jack iba a estar molesto cuando se enterara de que me arrestaron.


Tenía la esperanza de que nos dieran un momento privado juntos, así
podría decirle que estaba bien. Sabíamos que lo que estábamos haciendo
era arriesgado. Soportaría cualquier consecuencia que viniera mientras
siguiera adelante con nuestros planes para liberar al Hoyo.

El camión siguió directamente a la ciudad y no se detuvo hasta que


llegamos al centro médico. Los soldados no perdieron el tiempo para llevar
a su amigo adentro. Un soldado se quedó de guardia. Dejé caer mi cabeza
en mis manos y dije una oración silenciosa para que Rick estuviera bien.
No es que supiera cómo orar. Pero si había un Dios, tal vez ahora era un
buen momento para presentarme.
132

Cuando miré hacia atrás, vi a Jack cruzar la calle con el general


Powell a su lado.
Página

—¿Qué pasó? —Preguntó el general—. ¿Quién está herido?


Nuestro guardia se cuadró.

—Señor. Esta le hizo algo al Soldado Mayer.

—Descanse —dijo Powell.

—¿Qué le hizo? —Preguntó Jack, sin apartar los ojos de mí.

Apretó los dientes cuando vio el moretón en el lado de mi cara. Casi


imperceptiblemente, sacudí la cabeza. Tendría que distanciarse de mí
ahora. Todo estaría perdido si no lo hacía. Por el rabillo de mi ojo, vi a Gaia
mirar de mí a Jack, y volví mi mirada hacia el piso del camión.

—No estoy seguro de lo que le hizo, Señor. Sin embargo, el Soldado


Mayer está en mal estado.

El general me hizo señas.

—Baja del camión.

Mis piernas se sentían débiles, pero me las arreglé para saltar hacia
abajo sobre el pavimento. Jack se movió a mi lado y mientras lo hacía, vi
su mano desenganchar la funda de su pistola. Desde detrás de la
seguridad de mis gafas oscuras, miré al general y al guardia para ver si se
dieron cuenta. No lo hicieron.

—¿Quién diablos le pegó? —Gritó Jack al soldado—. ¿Fuiste tú?

El soldado permanecía en posición firme.

—No, señor.

—Cálmate, Jack —dijo Powell. Una multitud comenzó a reunirse en


la calle. Powell estudió la calle—. Vamos a hablar de esto en un lugar más
privado.

Se dirigió en dirección al edificio médico. Jack me agarró por el brazo


y me arrastró.

—¿Estás bien? —Susurró Jack.

—No lo hagas —supliqué. Pero no me estaba prestando atención. Ni


siquiera estaba segura de que escuchó mis palabras.

Cuando entramos en el edificio, examiné la habitación. Jeffrey se


sentó detrás del mostrador de recepción y los compañeros de Rick
133

ocuparon las sillas en la sala de espera.

—Oficiales en la habitación. —Una voz retumbó. Todos los soldados


Página

se pusieron firmes.
—¿Quién está a cargo? —Preguntó el general Powell.

Un hombre se acercó y saludó.

—Señor, yo lo estoy, señor.

—Tienes un hombre custodiando un camión lleno de pobretones.


¡Sal afuera!

—¡Sí, señor!

El hombre saludó y dirigió a sus tropas fuera. Jeffrey se mantuvo


atento detrás del escritorio.

—Descanse —dijo Powell—. ¿Cómo está la víctima?

—Está con Doc, señor. No hemos hablado aún.

—¿Hay una oficina que pueda usar?

—Por aquí, señor.

Jeffrey salió de detrás del mostrador de recepción y nos condujo por


un pasillo.

—Este es el principal centro médico de la comunidad —dijo Powell


conversando a Jack—, aunque aún no tiene el personal suficiente. Un
hospital más grande está todavía en construcción.

—¿Cuántos trabajan aquí ahora?

—Solo Doc y Jeffrey. Lo creas o no, Doc es un pobretón y un genio


absoluto. Su trabajo en la genética no tiene comparación y hemos sido
capaces de aplicarlo a la producción de cultivos. El hecho de que también
es médico, lo hizo la elección perfecta para traerlo con nosotros.

Jeffrey se detuvo y abrió una puerta.

—¿No tienes miedo de que fuera a huir?

—Jeffrey es a la vez su guardia y su asistente administrativo.


Además, Doc ha estado aquí desde el principio y nunca ha tratado de huir.

El general Powell entró en la habitación y encendió una luz.

—¿Eso es todo, señor? —Preguntó Jeffrey.


134

El general asintió.

—Gracias.
Página

Jeffrey nos dejó.


Había un solo escritorio en la habitación y Powell afirmó la silla
detrás de él. Jack cerró la puerta.

—Ahora —dijo Powell, reclinándose en su silla. Me miró con los


labios fruncidos por un momento—. Tenemos un problema desagradable
que tratar.

Jack se puso de pie en alto, cuadró los hombros, y miró hacia abajo
a Powell.

—Nadie tiene derecho a golpearla. Quiero a quien hizo esto


castigado.

—El hecho de que es de tu propiedad no pone sus acciones por


encima de la ley —dijo, haciéndole un gesto a Jack para que tome asiento.
No lo hizo—. Si hiere a un soldado y no hago cumplir las reglas, estoy
enviando un mensaje equivocado. Tengo que ejecutarla.

—Me temía que dijeras eso.

Jack sacó su pistola de la funda y le disparó al general.

El rostro de Powell se torció en una mueca de horror y confusión.


Extendió una mano a la herida de bala y cayó hacia delante sobre el
escritorio.

Parpadeé.

El sonido del disparo finalmente se encontró con las imágenes


captadas por mis ojos.

Jack ya estaba abriendo la única ventana de la oficina.

—Vamos.

Corrí pasando al general, ahora sangrando en su escritorio, y salí.


Jack me dio un empujón, haciéndome perder el equilibrio y caí al suelo
con un ruido sordo. Estaba justo detrás de mí tirándome hacia arriba por
el brazo. Su arma estaba todavía en la mano, mientras nos arrastramos a
lo largo de entre dos edificios. Una motocicleta estaba aparcada en la calle.

—Necesitamos la motocicleta —dijo. Asentí con la cabeza. Llegar a la


motocicleta iba a ser un problema. El sonido de los disparos había hecho a
los soldados correr hacia el edificio médico—. Ahora.
135

Con calma caminando por entre los edificios, hicimos una línea
directa a la motocicleta. Toda una milicia estaba rodeando el centro
médico. Cuando nos acercamos al vehículo, Jack me empujó hacia el
Página

asiento.
Alguien gritó:

—¡Deténganlos!

No tenía la necesidad de dar la vuelta para saber que estaba


apuntando hacia nosotros.

Jack saltó sobre el asiento detrás de mí y me rodeó para tomar el


control del vehículo. Mientras salimos en dirección a un callejón, escuché
disparos resonar y estiré el cuello para mirar detrás de nosotros. Los
hombres corrían, con las armas en mano. A medida que desaparecimos en
el callejón, la escena fue bloqueada.

Jack condujo, zigzagueando entre los edificios para permanecer


ocultos. En un momento detuvo la motocicleta y la cambió a energía solar.
En silencio, nos dirigimos a la entrada del pueblo y nos encaminamos
hacia el bosque.

—¿Estás bien? —Preguntó Jack contra mi oído.

Me recosté contra él, tocando mi cabeza con su mejilla.

—No quise herir a ese soldado, Jack. Lo juro.

—¿Qué pasó? —Su voz sonaba tensa.

Le dije sobre el incidente en el bosque con los paganos y Jack giró la


motocicleta a un arroyo poco profundo y lo siguió.

—Así que los bárbaros tienen armas —dijo. Su voz sonaba un poco
apagada. También, me di cuenta de que su rostro se estaba poniendo
resbaladizo por el sudor.

—Jack, ¿estás bien? —Me aparté de él con el fin de ver su rostro, se


retorció de dolor.

—Estoy bien.

—Para la motocicleta.

—Tenemos que seguir adelante.

—Jack, ¿dónde te duele? ¿Qué pasó? Tenemos que parar.

—Necesitamos encontrar un lugar para escondernos. En algún


lugar... —Su voz se apagó. Sacudió la cabeza y parpadeó un par de veces—
136

. Tenemos que ocultarnos.

Su agarre en el manillar se aflojó. Tomé el control de la motocicleta y


Página

la moví hasta detenernos.


—Tal vez no estoy bien —admitió, y me dio una sonrisa forzada—.
Pero escúchame. Tenemos que ocultarnos. Sigue conduciendo.

En la distancia podía oír los motores de jeeps y motocicletas, muy


probablemente era un grupo de búsqueda. Estaba en lo cierto. Teníamos
que seguir moviéndonos. Mi cerebro en pánico intentó recordar cómo
conducir la motocicleta. ¿Del embrague al acelerador o del acelerador al
embrague? La moto se tambaleó hacia delante y un ruido estrangulado
vino de Jack. Sin embargo no me detuve. Llevé la motocicleta de vuelta a
la corriente y conduje por el lecho rocoso. Jack se apoyó pesadamente
contra mí, pero aún estaba consciente. Seguí la corriente por unos quince
minutos antes de llevar la motocicleta hacia el bosque para encontrar un
lugar para escondernos.

Los árboles eran gruesos y no había vías visibles. Esa era una buena
señal. Significaba que no había ningún ser humano rastreando por aquí.
Mientras me adentraba más en el bosque, el sonido lejano del grupo de
búsqueda se desvaneció.

Estar en el bosque me recordó a nuestro primer día fuera del Domo


cuando descubrimos huellas de vehículos en la tierra. Mirando en el espejo
de mi lado, vi que estábamos dejando las mismas pistas en nuestro
camino.

Sus ojos se encontraron con los míos en el reflejo.

—Chica inteligente. —A medida que continuaba conduciendo, Jack


señaló a nuestra derecha—. Hay un afloramiento allí. Conduce sobre las
rocas. —Se veía terriblemente pálido.

Llevé la motocicleta hacia las rocas, escudriñando el acantilado a


cualquier signo de una cueva mientras seguíamos. Encontré una grieta
que parecía esperanzadora.

—No estamos lo suficientemente lejos —dijo, sacudiendo la cabeza.

—Necesitas descansar. —Fui firme en eso. Jack no discutió y


esperaba que fuera porque sabía que tenía razón y no porque estaba
demasiado débil.

Fue un poco difícil subir para llegar a la grieta, pero me levanté con
facilidad. No estaba segura de si Jack sería capaz de hacerlo. La grieta era
larga, pero mientras me deslicé dentro esta se abrió en un espacio más
grande. La grieta en el afloramiento continuó más allá de la cueva y lo
137

seguí para asegurarme de que era segura. Terminaba en un área diferente


del bosque que nos proporcionaba dos rutas de escape.
Página
Cuando volví, Jack tenía ambas manos atascadas contra el asiento
para mantenerse en posición vertical, el sudor brillaba en su rostro por el
esfuerzo. Cuando me vio, trató de torcer la boca en una sonrisa.

—¿Crees que puedas llegar hasta allí arriba? —Pregunté.

Se bajó de la moto y se tambaleó ligeramente. Introduje mi hombro


bajo su brazo y envolví el mío alrededor de su cintura. Mi mano entró en
contacto con algo húmedo, sangre.

El pánico brotó y luché para mantenerlo a raya. Con cada paso que
daba, perdía más sangre. Presioné mi mano contra la herida, tratando de
detener el flujo.

Se apoyó en el acantilado cuando llegamos y aproveché la


oportunidad para examinar su herida. Un profundo agujero rojo en la
parte posterior de su lado izquierdo se estaba desangrando lentamente y
de manera constante. Le habían disparado.

—Tengo que pedir ayuda, Jack. Esto está más allá de mí. Debemos
volver.

—No podemos regresar.

—¡Pero estás sangrando! ¡Y no sé cómo detenerlo! —Mi voz sonaba


histérica incluso para mí.

—Sunny, escúchame. Vas a tener que ocultar la motocicleta y


deshacerte de las huellas que conducen aquí. ¿Entiendes? —Asentí,
aunque sabía que Jack era mi primera prioridad—. Si me pasa algo,
promete que no vas a volver allá.

Me mordí el labio, negándome a hacer una promesa que no podía


cumplir. Jack se giró y comenzó a subir por el acantilado.
—Tal vez este no es el mejor lugar para nosotros —dije. Si caía
inconsciente no sería capaz de bajarlo.

—Necesito descansar. Creo que si puedo descansar un rato voy a


estar bien.

Levantó el brazo para subir y con cada tirón, su mancha de sangre


crecía. Subí detrás de él, sosteniendo una mano para cogerlo en caso de
caer. La parte cuerda de mi mente me dijo que era un acto irracional, pero
esa parte de mi cerebro no tenía el control en este momento.
138

Con un enorme esfuerzo, se encaramó sobre la grieta.


Página

—No es lo suficientemente amplia.


—Hay que seguir adelante.

Utilizó el muro de la grieta para mantener el equilibrio mientras


caminaba. Mantuve mis ojos en su camiseta manchada, puestos sobre el
agujero de bala para detener el sangrado como por arte de magia.

—Genial —dijo. Se hundió en el suelo y apoyó la espalda contra la


pared de la cueva—. Hogar dulce hogar.

—He estado en sitios peores. —Me agaché delante de él y sequé el


sudor de su frente.

—Sé que lo has hecho —dijo con una voz sobria—. Y te mereces algo
mejor. —Su mano se enganchó en mi hombro y me atrajo hacia él.

Me resistí.

—Hay tiempo para eso después de conseguir que la hemorragia se


detenga.

—¿Sabes primeros auxilios?

—No. Pero una vez vi a un médico en el Hoyo usar un cinturón como


un torniquete.

Busqué en la hebilla del cinturón, tratando de deshacerlo, y una


débil sonrisa cruzó su rostro.

—Recuerdo otra ocasión no hace mucho tiempo cuando tuviste


problemas con mi cinturón.

Sonreí.

—Fue con el botón de tus pantalones, no con el cinturón.

—Oh, sí. —Metió mi cabello detrás de la oreja mientras liberaba el


cinturón. Suavemente, tiré de su camiseta.

—¿Puedes inclinarte hacia adelante? —Le pregunté.

Lo hizo, pero tuve que ayudarlo. No me había dado cuenta de que


estaba tan débil. El shock del descubrimiento amenazó a mi cordura.

—Mmmm, ¿está tratando de aprovecharse de mí, señora Kenner?

—Absolutamente. Después del beso de esta mañana. —Su débil


139

sonrisa se hizo un poco más fuerte. Las lágrimas nublaron mis ojos.
Furiosa, las parpadeé—. Realmente arruiné este momento, Jack. No
debería haberme involucrado. Debí haberme mantenido…
Página

—Sshh. —Jack tocó el lado de mi cara—. Estoy orgulloso de ti.


Mis lágrimas se derramaron y me aclaré la garganta, en un esfuerzo
para hacerlas explotar fuera.

—Necesito ver la herida. ¿Puedes ponerte boca abajo?

Jack hizo lo que le pedí con mi ayuda. La bala había entrado por su
lado inferior izquierdo. Un poco más y habría golpeado a su cinturón, lo
que podría haberlo salvado de la lesión. El agujero de la bala seguía
sangrando, pero no tanto como lo estaba con el esfuerzo de subir aquí.
Solo había una herida, lo que claramente significaba que la bala todavía
estaba dentro. No sabía cómo sacarla. Necesitaba ayuda.

En la cueva hacía calor, pero estaba empezando a temblar. Arranqué


una parte de mi camiseta, la doblé y se la coloqué sobre la herida. Luego
cuidadosamente, puse el cinturón alrededor de su cintura.
Gimió en protesta.

—Está muy ajustado.

—Lo sé, pero tengo que detener la hemorragia.

—¿Qué tan malo es?

—Lo suficientemente malo como para que necesites un médico.


Tengo que llevarte de vuelta a la ciudad, Jack.

—No van a ayudarnos. Somos fugitivos de nuevo.

—¡Pero necesito ayuda! ¡No puedo hacer esto sola!

La histeria tomó el control de mí y me cubrí los ojos tratando de


borrar la imagen de Jack herido. No me gustaba que Jack estuviera
lesionado. Quería a mi compañero de nuevo en una sola pieza.

Con gran esfuerzo, se sentó y se apoyó contra la pared de piedra.

—Ven aquí —dijo, alejando mi mano de mi rostro. Permití que me


atrajera más cerca, ligeramente apoyando mi cabeza en su hombro.
Necesitaba su fuerza a pesar de que no le quedaba mucho para dar—.
Puedes salir de esto. Sé que puedes. Eres la persona más fuerte que he
conocido. Es por eso que estoy tan locamente enamorado de ti.

Mi labio inferior temblaba con el esfuerzo de controlar mis


emociones. Este no era el momento para quebrarme.
140

—También te amo —dije, ahogando un sollozo—. Y voy a hacer todo


lo mejor. Cometí un error, pero voy a arreglarlo. Solo tienes que aguantar.
¿Vale?
Página
—Mírame —dijo. Me aparté de su hombro para mirarlo a los ojos—.
No importa lo que me pase, no vuelvas allí. Nunca. No puedes salvar al
Hoyo por ti misma. ¿Lo entiendes? ¡Sal de aquí y sálvate!

Su mensaje era claro. Pensaba que iba a morir.

No podía dejar que eso sucediera. Me froté las lágrimas de mis


mejillas. Mi llanto no iba a salvarlo. Asentí.

—Está bien —le dije. Me agradó que mi voz estuviera tranquila y


estable—. Al menos déjame ir a buscar agua. Tengo que limpiar la herida.

—Lleva esto contigo —dijo, dándome su pistola—. ¿Recuerdas dónde


está la corriente? No está lejos.

—No te preocupes. Lo recuerdo. Debes acostarte y descansar un


poco. —Lo ayudé a instalarse. Le alisé el cabello hacia atrás, besé sus
labios—. Volveré pronto.

Agarró mi mano y la apretó.

—Realmente te amo. —Su voz se quebró por la emoción. Las


lágrimas quemaron mis ojos, pero me negué a dejarlas caer.

—Y yo te amo más de lo que podré alguna vez decir.

Liberé mi mano de su agarre, salí de la cueva. Había hecho un


montón de cosas estúpidas en mi vida, pero dejar morir a Jack no iba a
ser una de ellas.

El sol estaba a punto de ponerse detrás de la montaña cuando me


subí en la motocicleta y me dirigí de nuevo a la ciudad.
141
Página
Capitulo 15
El crepúsculo distorsionaba el paisaje con sus largas sombras,
haciendo el ya poco familiar terreno todavía más extraño. No estaba
preocupada por encontrar la ciudad. La luz brillante era una señal
inconfundible. Sin embargo, encontrar el camino de vuelta podría ser un
problema. Cada cierto tiempo detenía la moto y volcaba una roca o rompía
una rama y tomaba nota de lo que me rodeaba. Oré para que mi sendero
marcado no fuese demasiado notable.

Siguiendo la dirección de la corriente, seguí el camino que tomamos


saliendo de la ciudad hasta que vi la serie de pistas en las que entramos
en el canal antes. Habíamos dejado un rastro fácil de seguir. Alineando los
neumáticos con nuestras pistas anteriores, conduje la moto directamente
a través del río poco profundo y salí por el otro lado. Continué
conduciendo, esquivando ramas bajas y tropezando con las raíces de los
arboles antes de doblar hacia la ciudad. Algunas veces, alcanzaba a ver las
luces de los vehículos distantes. Ellos seguían buscándonos. Por suerte
para mí, yo no necesitaba faros.

Una vez que llegué al extremo de la ciudad, escondí la motocicleta en


unos arbustos y seguí el resto del camino a pie. Si encontraban las pistas
y las seguían, lo peor que podría pasar era que perdería mi moto.

Había caído la noche cuando me acerqué a la zona residencial de la


ciudad. Me mantuve al borde del bosque, observé a los soldados realizando
una búsqueda puerta a puerta en las casas vacías. Quedé oculta en la
oscuridad del bosque, más allá del resplandor de la luz eléctrica, hice mi
camino más cerca al corazón de la ciudad.

Al final tuve que dejar la seguridad de los bosques y escabullirme


entre los edificios. No había tantos soldados por aquí como esperaba. Tal
vez pensaron que estábamos muy lejos y estaban centrando su búsqueda
en otros lugares.

Me acerqué al centro médico por atrás. Permaneciendo agachada


detrás de un cerco, esperé pacientemente para asegurarme de que nadie
estaba allí. Una luz tenue iluminaba una ventana. No parecía haber
ningún movimiento en la habitación. Tentativamente, salí del cerco. Me
142

lancé a la ventana y miré dentro. El único ocupante era Doc. Él estaba


sentado ante su microscopio.
Página

Tenía la esperanza de que pudiera confiar en él.


Probé la ventaba, pero estaba cerrada con llave. Ligeramente, golpeé
en ella. Doc levantó la vista de su microscopio, pero no me vio. Regresó a
su trabajo. Le di un poco más fuerte. Esta vez me vio. Lo saludé.

Podría rechazarme, incluso podría entregarme, pero aun así era un


riesgo que estaba dispuesta a tomar. Mi piel comenzó a picar con gotas de
sudor nervioso. Él me miró por un momento, y luego se acercó a la
ventana.

—¿Qué quieres?

—Tú ayuda.

—¿Estás herida?

—No. Pero Jack Kenner sí. Le han disparado.

—Has venido a la persona equivocada. No ayudaré a un burgué.

Él tiró de la ventana hacia abajo, pero metí el brazo por la abertura


para evitar que la cerrara.

—¡Espera! ¡Por favor! Solo dame una oportunidad para explicártelo.

—¡Estás haciendo mucho ruido! —Se asomó a la ventana y miró


alrededor del patio trasero—. No quiero ser capturado por fraternizar
contigo.

—Entonces, abre la ventana o gritaré.

Lo miré desafiante y abrí la boca. Él abrió la ventana. Me arrastró


dentro y cerró la ventana y tiró del seguro.

—¡Niña tonta! No te imaginas de lo que pones en peligro.

Atraje un respiro irregular, buscando frenéticamente en mi cerebro


las palabras adecuadas para convencerlo.

—Jack Kenner y yo estamos tratando de liberar al Hoyo. Si él muere,


no podré hacerlo yo sola.

Él me miró

—Tu heroísmo juvenil está poniendo al trabajo de mi vida en peligro.


Sal —Señaló a la ventana.
143

—Te digo la verdad. ¿Por qué más le dispararía al General Powell?

Cruzó los brazos sobre el pecho e inclinó la cabeza hacia un lado. Lo


Página

tomé como una invitación a continuar con mi explicación. Tomé una


respiración para estabilizarme, y me lancé a la historia de cómo Jack y yo
llegamos a estar juntos. Él me miró con emociones mixtas mientras
hablaba, pero cuando mencioné a Liberty cambió su expresión. Tenía su
atención.

—He escuchado rumores sobre una organización llamada Liberty —


dijo al terminar. Me estudió cuidadosamente por un momento—. Quizá
pueda ayudar. Pero si lo hago, debes prometerme que no se lo dirás a
nadie.

—¿Así que vendrás conmigo?

Él levantó las cejas en sorpresa ante mi petición

—No. ¿No te he dicho que no pondré en peligro el trabajo de mi vida


por ti y tu… marido, dijiste?

—Pero acabas de decir…

—…que ayudaría. ¿Eso en tus manos es sangre?

Miré a mis manos manchadas de rojo, consciente de cuánta de la


sangre de Jack estaba sobre ellas. Él había perdido mucha. Mis manos
comenzaron a temblar y el temblor se arrastró lentamente hasta mis
brazos hasta extenderse a lo largo de todo mi ser. Jack podría morir.

—Sí —chillé.

—No pierdas el control ahora. Ven aquí. —Extendió su mano hacia


la mía. Se la di y raspó la sangre en un plato—. ¿Dijiste que le dispararon?

Asentí con la cabeza.

—¿Dónde?

Señalé la zona en mi propia espalda.

—Por aquí.

—Podría no haber ningún órgano principal implicado, pero iré con


la suposición de que lo hay. —Añadió una solución a la sangre—. ¿La bala
lo traspasó?

—Creo que está todavía allí.

—Es una lástima. Tendrás que sacarla. —Llenó un frasco con la


sangre diluida y la puso en algún tipo de aparato. A continuación,
144

encendió la pantalla de su computadora para enfrentarlo.

—¿Qué haces?
Página

—Interpretando su ADN.
— ¿Por qué? —No teníamos tiempo que perder.

Miró hacia abajo, a su computadora, mientras varias imágenes


aparecían en la pantalla

—Para ayudarlo —dijo distraídamente.

Un grito histérico caminó hasta mi garganta y lo retuve. Hundiendo


mis uñas en mi palma, intenté mantener mi voz tranquila.

—Jack está en peligro de muerte. Ya hemos perdido mucho tiempo.


Tenemos que hacer algo ahora.

—Por favor, cálmate, Señorita… —Hizo algo en el pantalla de la


computadora—. Ahí estas. O´Donnell. Algo de tu ADN está con el de él.
Tengo que separarlos.

Inicialmente, fue una sorpresa para mí que él tuviera mi ADN en su


expediente, pero luego recordé que había extraído un frasco de sangre el
día que debió etiquetarme. ¿Qué estaba haciendo? Le eché un vistazo
sospechosamente.

—¿Por qué tienes mi ADN almacenado en tu computadora?

Miró lejos de la pantalla y me estudió con una mirada pensativa esta


vez.

—Nanotecnología… la pieza más útil de la ciencia que entró al


Domo. Lo encontré en los bancos de memoria después de que la burgué
me obligara a trabajar para ellos. Quería que mi investigación se
concentrara en ella, pero me dijeron que no. Dijeron que era una
amenaza… cosas del fin del mundo. —Sus ojos miraron hacia el cielo
mientras negaba con la cabeza, y luego volvió su atención de nuevo hacia
su computadora—. Aunque sé que eso solo fue una excusa. La verdadera
razón es que el régimen de Holt no quería avances tecnológicos que
socavaran su control nuclear sobre nosotros. Y por esa razón, hemos
padecido tres siglos de tradición sin obstáculos en el progreso.

—¿Qué es la nanotecnología?

—La manipulación de la materia a nivel atómico y molecular. Es


genialidad pura. —Me dio una sonrisa pícara que no regresé. No tenía idea
de lo que estaba sucediendo. Su sonrisa desapareció cuando vio mi
expresión en blanco—. Son robots minúsculos capaces de autoreplicarse.
Harán lo que sea para lo que los programes. Incluso les enseñé a
145

comunicarse entre sí.

—¿Cómo ayudará eso a Jack?


Página
—Ellos pueden programarse para reparar daños internos.

—¿Es seguro?

Él se encoge de hombros.

—No puede causar daños. Como he dicho, solo está en la etapa


experimental.

¿Estaba hablando en serio?

—Doc, es la vida de alguien de lo que estamos hablando. Alguien que


significa mucho para mí.

Fue a una nevera y sacó paquetes de líquidos y los trajo a la mesa.


Ni siquiera se estaba apresurando.

—¿Tienes una idea mejor?

— ¡Sí! ¡Ven conmigo! ¡Y cúralo!

—Están intentando salvar al Hoyo a su manera, yo estoy tratando de


salvarlo a mi manera. Si me descubren confabulando con un criminal, no
me tratarán mejor que a ti. Todas mis investigaciones se perderían, así
como el Hoyo.

Eso me tomó por sorpresa. No podía considerar a Doc como el tipo


heroico.

—¿Cómo pretendes salvar al Hoyo?

—La Bio-Guerra es solo una posibilidad. Por ejemplo, ahora mismo


estoy utilizando el ADN de Kenner para hacer una… cóctel, si lo quieres, de
nanopartículas capaces de replicarse para la reparación celular. En
términos laicos, pueden hacer tejido y piel. Podría combinar esas
partículas con nanorobots… el cerebro detrás de la operación. Esta es la
primera oportunidad que tengo de probarlo y si tiene éxito, abrirá la
puerta a un mundo de posibilidades. Después de todo, el régimen de Holt
ha realizado esfuerzos increíbles de impedir que la sangre de un burgué y
un pobretón se mezclen. Trescientos años después, debe haber un gen o
dos que pueda aislar para ellos y utilizarlo para diseñar un virus.

Levanté las manos como si pudiese evitar todos los males de la


tecnología. Tal vez cometí un gran error al venir a él.
146

—Vine aquí buscando tu ayuda desesperadamente. Tienes que


creerme. Jack no es como el Presidente Holt. Sinceramente quiere liberar
al Hoyo. No experimentaré con él.
Página
—Tranquila. No dije que había asilado un gen, dije que estaba
tratando de aislar uno. —Un mensaje apareció en su computadora e hizo
algunos ajustes a un dispositivo mientras continuaba hablando—:
También estoy aplicando la tecnología al armamento. Tu lesión del chaleco
antibalas me dio una idea. Mediante las propiedades auto replicantes...

—Hey Doc, escuché voces… —dijo Jeffrey mientras entraba a la


habitación, pero se detuvo cuando me vio. Y sacó su arma.

Mi corazón golpeó contra mi pecho mientras sacaba la pistola de la


cintura de mis pantalones cortos. De repente no podía recordar cómo
usarla.

—Tírala —dijo Jeffrey, acercándose—. ¿Dónde está el otro?

—Estoy solo yo.

—El otro está herido —dijo el doctor—. Ella entró y amenazó con
matarme si no le daba los suministros médicos para él.

Mis ojos se ampliaron por la mentira.

—¿Te ha lastimado, Doc?

—No, estoy bien. Has llegado justo a tiempo.

Jeffrey estaba pie a mi alcance ahora. Era un hombre muy delgado.


Casi me sentí más grande al lado de él. Este miró la pistola que estaba
sosteniendo y mis ojos siguieron los suyos. Se sacudió en mis manos
temblorosas.

Él se rió.

—Ni siquiera sabes cómo usar esa cosa.

Dejó caer su arma a un lado dio un paso más cerca. Mientras lo veía
estirarse por mi arma, una imagen de Jack yaciendo en el suelo de la
cueva, sangrando hasta la muerte parpadeó en mi cabeza. Si me
atrapaban, sería el final para él. No podía dejar que esto sucediera.

Alimentada por la desesperación, me tragué mi miedo y golpeé a


Jeffrey en la cabeza con la pistola tan fuerte como pude. Él había estado
tan seguro de que solo le entregaría mi arma que no se esperó esto.
Cayendo, aún con su propia arma en la mano, se tambaleó hacia mí. Le
doy un rodillazo con todas las fuerzas que tenía y oí un silbido de aliento
147

escapar de él antes de caer. Su cuerpo inerte se derrumbó a mis pies y le


di un golpecito con el pie. No se levantó. Le di una patada a su arma a
través de la habitación.
Página
—¡Alto! —Me gritó Doc. Corrió al lado del hombre caído—. ¿Jeffrey?
¿Puedes oírme?

No hubo respuesta.

Por un momento, lo único que pude hacer fue mirar hacia Doc,
completamente asombrada por su comportamiento.

—¡No te amenacé con matarte!

Corrió hacia la nevera y sacó una compresa.

—Te dije que no te dejaría poner en peligro mi investigación.

Por lo menos entendía su deseo de proteger su secreto. ¿No había


estado fingiendo ser alguien que no soy, todo en nombre de la auto
preservación y de salvar al Hoyo? Las acciones del Doc no eran tan
diferentes. Aunque, no estaba segura de vender a alguien con el fin de
salvar mi propio pellejo.

Regresó al lado de Jeffrey, le colocó la compresa fría en la cabeza.


Jeffrey gimió y trató de incorporarse.

—¿Jeffrey? ¿Estás bien?

—Mi cabeza. —Gimió de nuevo.

Di un paso hacia atrás, lista para correr. Doc me vio e hizo un gesto
para que me detuviera. Se dirigió a un armario, sacó una jeringuilla, y la
llenó.

—No trates de levantarte —le dijo a Jeffrey. Le colocó la jeringa en el


brazo y el cuerpo de Jeffrey se aflojó—. Eso debería mantenerlo en silencio
durante la noche —dijo—. Jeffrey no es en nada un soldado, lo que lo hace
el ayudante perfecto. Si la burgué se entera que estuve trabajando con
tecnología de contrabando, me matarían.

—Tal vez vine a la persona equivocada en busca de ayuda.

—Yo soy la única persona que puede ayudarte. —Pasó junto a mí y


volvió a su computadora—. Mira, si quisiera a tu marido muerto
simplemente lo dejaría morir. Incluso si la bala no ha dañado ningún
órgano, la pérdida de sangre y la infección lo matarán. Lo que estoy
haciendo ahora es poner un equipo quirúrgico en conjunto capaz de
curarlo. Considéralo un regalo. Te estoy apoyando para que el Hoyo sea
148

libre. —Estaba desesperada por creerle. Realmente era mi única


oportunidad de salvar a Jack—. Con Jeffrey fuera del camino, puedes ir al
armario y conseguir una bolsa para llevártelo todo.
Página
Dudé, no estaba segura de si tenía otros trucos bajo la manga. Él
estaba completamente concentrado en su pantalla de la computadora.
Traté de pensar en alguien más que pudiese ayudarme, pero parecía inútil.
Incluso si un médico del Hoyo se hubiese librado del Sacrificio, habría sido
encerrado en el interior de un coral, sin poder salir. Doc realmente era mi
única esperanza.

Deslizándome fuera de la habitación, me quedé en silencio en el


pasillo, para saber si alguien más estaba en el edificio. Estaba tranquilo.
Sintiéndome confiada con que estuviéramos solos, fui en busca del
armario.

El armario estaba lleno con sábanas, toallas, vendas, suministros y


otras cosas. Encontré algunos paquetes de supervivencia y abrí uno,
quitando las cosas que pensé que no eran necesarias para hacer espacio
para una manta, sacos de dormir y el material médico de Doc.

Doc me miró cuando entré de nuevo en su oficina.

—Bueno, lo encontraste. Estoy casi listo. —Puse el equipo en el


mostrador mientras él caminó hacia la nevera y comenzó a sacar bolsas de
líquido—. Por cierto, el soldado que trajeron hoy está bien. Saqué una púa
hecha a mano del lado de su cuello. Todavía estoy analizando la sustancia
que estaba sobre ella, pero es una especie de tranquilizante. Ya le dije al
general que sospecho que fueron los llamados bárbaros, y no tú. Por
desgracia seguirán en su lista de buscados. Él no tomó muy bien el recibir
un disparo.

—¿El general está vivo? —Eso fue sorprendente. Había estado


sangrando por todo su escritorio la última vez que lo vi.

Doc llevó la bolsa al mostrador donde esperé con la mochila.

—Le dispararon en un centro médico. No me dieron otra opción que


ayudarlo.

Puso las bolsas en el suelo y se volvió hacia el aparato que había


estado usando y sacó un frasco.

—¿Por qué la burgué no puede ver a los bárbaros?—Pregunté.

Él levantó las cejas por mi pregunta.

—Debido a que los bárbaros son maestros del camuflaje. Creo que lo
que realmente quieres saber es el por qué nosotros podemos verlos. —
149

Asentí. Él llenó una jeringa con el contenido del frasco y lo colocó en un


estuche duro—. Algo extraño le sucede al cuerpo humano cuando es
Página

arrojado a una cueva y es privado de la luz… con el tiempo, se aprende a


ver de otra manera.
Lo miré a la cara para ver si había alguna malicia en su expresión,
pero sus rasgos estaban sin emociones.

—Creo que lo entiendo —dije—. Ambos significados.

—Todo está listo —dijo—. Atravesaré el procedimiento contigo.

Me enseñó cómo usar la IV2 y todo lo demás que necesitaría para


salvar la vida de Jack. Era mucha información para absorber y temía que
fuera a olvidarlo todo en mi estado alterado. Cogió la caja dura —aquella
en que lo vi colocar una jeringa— y me la entregó.

—La última cosa que tienes que hacer es inyectarle esto cerca del
sitio de la herida.

Lo miré con recelo.

—Esa es la jeringa con el equipo quirúrgico —dije. Si Jack respondía


bien con solo los IV, me prometí a mí misma que no la usaría. Sería un
último recurso.

—Precisamente. Estoy muy interesado en escuchar los resultados.

Me entregó la caja y cuidadosamente lo guardé todo dentro de la


bolsa. Los líquidos IV la hacían pesada. Me encogí de hombros, aseguré la
correa delantera y me dirigí hacia la ventana.

—Gracias, Doc —dije mientras alzaba mi pierna a través de la


abertura.

—Buena suerte. Y trata de que no te capturen.

Golpeé el pavimento corriendo y me agaché detrás de la cerca.


Examiné la zona por los soldados. Nada. Me arrastré hasta el siguiente
edificio.

El sonido de cristales rompiéndose envió una sacudida de terror a


través de mí. Mirando hacia atrás, vi a Doc en la ventana. La alarma
estridente hirió mis oídos. La gente en las calles empezó a gritar y los
soldados corrieron hacia el centro médico. Me di cuenta de que Doc había
creado una distracción.

Manteniéndome en las sombras, me arrastré hacia la noche.


150

2IV: La terapia intravenosa o terapia I.V. es la administración de sustancias líquidas


Página

directamente en una vena a través de una aguja o tubo (catéter) que se inserta en la vena,
permitiendo el acceso inmediato al torrente sanguíneo para suministrar líquidos y
medicamentos.
Capitulo 16
Seguí las marcas que hice para mí con facilidad y me asusté. Sabía
que sería inteligente borrarlas ahora, pero ya había estado ausente más
tiempo de lo que esperaba. Jack era mi prioridad.

—Jack. —Susurré cuando entré en la cueva. No hubo respuesta. Me


arrodillé a su lado—. Jack.

Lo sacudí suavemente, alarmada por lo frío que se sentía.


Conteniendo mi aliento, presioné mi oído contra su pecho. Mi propio
corazón comenzó a latir de nuevo cuando escuché el débil tamborileo del
suyo. Pero era débil y su respiración era superficial.

Concentrándome primero en el suero intravenoso, encontré una


sólida rama y la forcé dentro de una grieta en la pared de piedra. Colgué la
bolsa de la intravenosa y probé su peso. Se sostuvo. Ahora venía la parte
difícil: insertar la aguja. Poniéndome los guantes, esterilicé el dorso de su
mano, encontré una vena y cuidadosamente inserté la aguja. Hubo un
poco de resistencia, pero se deslizó fácilmente una vez que la piel se
rompió. Busqué el destello de sangre en la aguja que Doc dijo que pasaría
si estaba en la vena. No lo estaba. La saqué e intenté de nuevo. Varios
intentos después, dejé las venas del dorso de su mano y comencé
buscando en el interior de su brazo. Fue frustrante, pero finalmente
conseguí una vena y se sostuvo. Puse la intravenosa. Doc me dijo que el
área podría hincharse si la aguja no estaba bien. Esperé, pero nada pasó.
Asumí que lo había hecho bien.

Tomando una respiración profunda, continué con el siguiente paso:


sacar la bala. Indagué dentro de la herida, tratando muy duro de no
pensar sobre lo que estaba haciendo en este momento. Si lo hacía, sabía
que perdería mis nervios. Mi dedo finalmente rozó la bala. Estaba
profunda. No queriendo usar el bisturí para no hacer la herida más
grande, intenté sacarla con las pinzas. A pesar de varios intentos, no pude
conseguir que las pinzas llegaran lo suficientemente lejos para agarrar la
bala. De mala gana, tomé el bisturí.

No fue un corte bonito, pero me permitió llevar las pinzas más


profundo. Después de varios agonizantes momentos de hurgar por la bala,
151

la agarré. Cuando la bala salió, así lo hizo un montón de sangre.

—¡No no no no no no no! —Traté de detener el sangrado, pero la


Página

sangre seguía saliendo—. ¡Detente!


Dando la vuelta a la mochila, vacié el contenido sobre el suelo de la
cueva, encontré una compresa estéril y rasgué el paquete. Puse tanta
presión en la herida como pude, pero la sangre siguió bombeando fuera.
Cuando la compresa estuvo empapada, la tiré y reemplacé con otra. Ésta
se empapó incluso en menos tiempo que la primera.

—¡Jack! —Grité.

No respondió. Presioné mi oído contra su pecho de nuevo. No podía


escuchar su latido.

No podía oírlo.

Cerré mis ojos en un intento de bloquear el terror puro y


concentrarme en las instrucciones de Doc. Limpié la herida con agua
esterilizada sorprendida de ver el flujo de sangre bajar lentamente. Algo me
dijo que eso no era algo bueno. Envolviendo mi mano alrededor de la tapa
del estuche, lo abrí y saqué la jeringa. Los pequeños cirujanos de Doc: mi
último recurso.

Removiendo la tapa protectora de la aguja, la inserté cerca de la


herida, tal como Doc me dijo. Rogué por segunda vez en mi vida —a un
Dios que encontré solo pocas horas antes— que los pequeños cirujanos
fueran tan inteligentes como Doc dijo que eran. Ellos tenían que resucitar
los muertos.

Sangre y fluido goteaban de la herida y la cubrí con una nueva


compresa. Dejé de respirar mientras sostenía la compresa, esforzándome
por escuchar una respiración de él. El sonido era casi imperceptible pero
estaba ahí.

—Hagan su trabajo, robots.

Apoyé mi cabeza en su pecho, escuchando por un latido. Estaba ahí,


pero débil. Y estaba tan frío. Fijé la compresa sobre su herida y extendí el
saco de dormir. Cuidadosamente, giré su flácido cuerpo lo suficiente para
poner el saco de dormir debajo de él y lo cubrí con la manta.

Nerviosamente revisé la IV. Parecía estar trabajando de la manera


que Doc me mostró. Revisé la compresa de nuevo. Había un poco de
sangre filtrándose, pero no mucha. Reposé mi cabeza en su pecho,
escuché su latido. Sin cambios. Me impulsé de vuelta sobre mis talones.
Dos segundos después, repetí todas mis revisiones.
152

A pesar de las mantas, Jack no parecía calentarse. Me deslicé debajo


de los cobertores y lo abracé cerca.
Página

—Tan pronto como estés caliente, saldré y borraré nuestras huellas,


como lo prometí —dije en voz alta. Irracionalmente esperé a que
respondiera. No lo hizo—. Sé que no querías que volviera allá, pero no
tenía elección. Estás herido y no sabía cómo ayudarte por mi cuenta.

Se sentía tan frío. Acurruqué mi cara en la curva de su hombro y


cuello, y puse mi mano sobre su corazón. Parecía un poco más fuerte.

La noche se extendió y la necesidad de borrar nuestras huellas


creció con más urgencia. No había duda en mi mente que ellos
continuarían su búsqueda a la luz del día. Pero la IV estaba cerca de
acabarse y recordé que Doc dijo que no dejara que eso pase.

Sentándome, cambié la compresa de nuevo. La herida aún estaba


húmeda con sangre y fluido, pero ya no estaba sangrando activamente.
¿Era esto una buena señal o una mala? Recordé que los doctores en el
Hoyo usaban una aguja e hilo para cerrar una herida. ¿Debería hacer eso?
Doc no lo mencionó. No, él dijo que los nanorobots podían crear nueva
piel.

Colocando una mano sobre su cara, chequeé su temperatura.


Todavía estaba frío, pero tal vez no tan frío. Escuché su latido. Parecía
estable, más fuerte. ¿Cuántas horas habían pasado desde que le di el
cóctel de Doc? ¿Ocho horas? ¿Más? Todavía estaba vivo y parecía estar
haciéndolo mejor.

Necesitaba cubrir nuestras huellas y pronto. El primer destello de


luz del día estaba inundando nuestra pequeña cueva. Cambié su
intravenosa, enganchando una cantimplora vacía en la hebilla de mi
cinturón y metí la pistola en mi pretina. Por un momento me quedé parada
en la entrada de la cueva y escuché atentamente. La noche estuvo
tranquila, con el sonido ocasional de un animal, por lo menos pensaba que
era un animal.

Descendí, paré para asegurarme que estaba sola y me dirigí hacia el


arbusto donde la motocicleta estaba escondida. Cubrir las señales que
había hecho iba a ser la parte fácil. Borrar las huellas de la motocicleta iba
a ser más difícil. ¿Podría aplanarlas con mi mano? ¿O usando una rama
frondosa de un árbol?

Al llegar al arbusto, miré por las huellas de mi punto de entrada. No


había ninguna. Me metí en las zarzas3, sus espinas arañando mi piel, y
busqué la motocicleta. No estaba ahí. Tal vez tenía el arbusto incorrecto.

Estudié el panorama. Había otros arbustos alrededor, pero ninguno


de ellos lo suficiente grande para esconder una motocicleta. Dada la
153

proximidad a la cueva, estaba casi segura que éste era el arbusto correcto.
Retrocedí todo mi camino hacia el arroyo, pero no podía encontrar huellas
Página

3Zarzas: Arbustos de tallos espinosos, que dan como fruto las moras o zarzamoras.
en ninguna parte. El árbol donde había roto una rama para marcar mi
camino todavía estaba ahí, pero la rama se había ido. Examiné donde ésta
se había roto cerca del tronco y encontré una sustancia oscura embarrada
sobre el tocón4, oscureciendo la madera expuesta para hacerla combinar
con la corteza. Todavía estaba húmeda.

Los vellos en la parte de atrás de mi cuello se erizaron y un


estremecimiento bajó por mi columna. ¿Estaba alguien observándome?
Escaneé la línea del árbol por alguna señal de movimiento. No había
ninguno. Escuché atentamente pero sólo el sonido del arroyo saltando
sobre las rocas llegó a mis oídos. El sol todavía no se levantaba y la
oscuridad me dio confianza, la burgué no podía ver en la oscuridad.

Moviéndome más profundo en las sombras de los árboles, continué a


lo largo del arroyo para situarme donde éste se dividía y busqué otra de
mis marcas. Cada piedra que había volteado estaba ahora de vuelta en su
lugar. Cada rama que había roto, había sido removida y la madera fresca
de abajo, camuflada. Estaba bastante segura que podía seguir mi
trayectoria todo el camino de vuelta a la ciudad y encontrar la misma cosa.
Alguien había cubierto mis huellas. No estaba sola aquí afuera. Busqué
alrededor de nuevo para ver si estaba siendo seguida pero no vi a nadie.

Llené mi vacía cantimplora desde el arroyo, tomé un largo trago y la


llené de nuevo. Luego comencé buscando mi camino de vuelta a la cueva,
colocando cuidadosamente mis pies para evitar hacer ruido. La presión de
la pistola de Jack en mi pretina era reconfortante, incluso si olvidé cómo
disparar. Al menos podía usar la intimidación de ésta para comprarme
tiempo para correr.

Entonces, escuché una ramita romperse. Me congelé. Solo mis ojos


se movían mientras buscaba el área donde había escuchado el ruido.
Conteniendo mi respiración, me esforcé por escuchar algún otro
movimiento. Entonces lo escuché de nuevo. Un rápido sondeo del área me
dijo que no había dónde esconderse. Envolví mi mano alrededor de la
pistola y la apunté al ruido.

—Estoy armada —dije.

—¡Rayos, es una chica! —Dos hombres salieron del bosque y se


acercaron a mí. Eran Terran y Flint—. Oh, es la Sra. Kenner —dijo Flint.
Terran se rió a carcajadas.

Bajé el arma.
154

—¿Tengo que agradecer?


Página

4Tocón: Parte del tronco del árbol que queda unido a la raíz cuando es cortado.
—¿Por qué?

—Cubrir nuestras huellas.

Terran sacudió su cabeza.

—Nosotros recién volvemos de los corrales. Los soldados están


despedazando el lugar buscándolos a ustedes dos.

—¿Es verdad que el Presidente Kenner le disparó al General Powell?


—Preguntó Flint.

Terran rodó sus ojos.

—Él no es el presidente, idiota.

Asentí a Flint.

—Estaba en una situación difícil y Jack no vio ninguna otra manera


de escapar.

—Así que, ¿todas las cosas que le dijiste a tu mamá eran ciertas? —
Preguntó Terran.

—Todo el Bloque C me escuchó, ¿verdad?

—No, no todos —dijo Flint—. Las mujeres al otro extremo del edificio
no lo hicieron. Tuve que ponerlas al corriente.

Terran cerró los ojos por un segundo, tomando un profundo respiro


y me miró.

—La única razón de que seamos compañeros es porque no estamos


etiquetados. —Ignorando a Flint, mantuvo su mirada en mí—. Entonces,
¿cómo viniste aquí afuera sola?

—Le dispararon a Jack cuando escapamos —dije. Mi labio inferior


tembló y lo mordí—. No lo está haciendo tan bien.

—Oye, lamento escuchar eso —dijo Terran suavemente. Flint abrió


su boca para hablar, pero Terran le dio un codazo—. Si hay cualquier cosa
que podamos hacer para ayudar, déjanos saber. De hecho, apuesto que
estás hambrienta. —Hurgó en su bolsa y sacó un contenedor de comida,
no tan diferente a los que usamos en el Hoyo.

—Gracias —dije—. Pero, ¿cómo consiguieron la comida? Pensé que


155

dijeron que había soldados por todos los corrales.

—Nos escondimos en los bosques hasta que ellos despejaron. Tomó


Página

horas, pero hay hombres hambrientos en la cordillera, incluyéndonos a


nosotros.
Extendí el contenedor hacia él.

—No quiero tomar la comida de alguien más.

Terran se rehusó a tomarlo de vuelta.

—Está bien, tú eres una de nosotros. Y digo esto literalmente… ¿te


das cuenta que la cordillera está a pocos pasos en esa dirección? —Apuntó
en la misma dirección de nuestro escondite.

Era una noticia alarmante.

—No, no sabía eso. —No había nada que pudiera hacer sobre esto
ahora. Aún si pudiera físicamente levantar a Jack y bajar al suelo con él.
No podía moverlo mientras estaba herido. Podría matarlo.

—Podemos pasar por aquí de nuevo mañana antes del amanecer si


quieres vernos y conseguir más comida.

—Realmente apreciaría eso.

Flint señaló al sol naciente, ahora mirando sobre la montaña.

—Tenemos que irnos.

—Te veo mañana —dijo Terran.

Los primeros rayos del amanecer rasgaron el cielo mientras entraba


en la cueva. Caí sobre mis rodillas junto a Jack y puse mi mano sobre su
corazón. Seguía latiendo. No estaba tan frío.

—¿Jack? —Susurré esperanzada. No respondió.

Quité su compresa y revisé la herida. Lucía más rosada de lo que


había estado pocas horas antes. La cubrí con una nueva venda y
comprobé su IV.

—¿Jack? —Dije de nuevo. Esta vez puse mi oreja cerca de su boca


en caso de que solo tuviera la fuerza para susurrar. Todo lo que oí fue su
respiración. Respirar era una buena señal.

Reclinándome contra la pared de la cueva, abrí el contenedor de


piezas de carne a la parrilla y vegetales cocinados. Mientras comía, lo miré.
Lucía muy pálido, pero la subida y caída de su pecho fueron
tranquilizadoras.
156

—No vas a estar feliz sobre esto, pero perdí la motocicleta —dije,
manteniendo mi voz en un susurro. No esperaba que respondiera, así que
no estuve tan decepcionada cuando no lo hizo—. La buena noticia es que
Página
alguien cubrió nuestras huellas. Encontré a Terran y Flint… te dije sobre
ellos anoche, y me dijeron que no fueron ellos.

Comí un poco más. Jack respiraba.

—¿Tienes un amigo burgué que pudiera ayudarnos de ese modo? —


Lamí mis dedos limpios y recoloqué la tapa sobre el contenedor,
guardando algo para él en caso de que despertara—. Porque si no fue
ninguno de ellos. Me pregunto si fueron… —bajé mi voz a un casi
inaudible susurro—. ¿Los bárbaros? —No me gustaba llamarlos bárbaros,
pero sabía que Jack podría entender a quién me refería.

Hablé hasta que fue hora de cambiar su IV. Tal vez podía oírme. Tal
vez no. Me iba por la esperanza.

Exhausta, me acosté a su lado. Su cuerpo estaba definitivamente


más caliente de lo que había estado anoche. Coloqué mi mano sobre su
corazón y apoyé mi cabeza cerca, silenciosamente escuchándolo respirar.

El distante sonido de voces me sacudió de un leve sueño.


Sorprendida, miré alrededor de la cueva. Todavía estábamos solos. Las
voces estaban yendo a la deriva desde el exterior. Jack permaneció sobre
su espalda, impasible. Ahora estaba caliente y su latido era constante.

Poniéndome las gafas de sol, me acerqué a la entrada de nuestra


cueva para escuchar mejor las voces de los hombres abajo.

—… mujer salga pronto porque estoy cansado de ver vuestras


horribles caras.

Risa.

—¡Como si tú pudieses conseguir una mujer!

Más risas.

Con cuidado, me deslicé por la grieta y me tumbé sobre mi estómago


cerca de la abertura. Tres soldados estaban sentados en el suelo usando
los árboles como respaldos, y un cuarto estaba en proceso de levantarse.
No estaban lejos de nuestra cueva. No veía ninguna motocicleta con ellos,
por lo que asumí que iban a pie. Eso me hacía sentir intranquila. Los
vehículos eran más ruidosos y podía al menos escucharlos venir.

El que estaba de pie se desabrochó el cierre y comenzó a orinar.


157

—Los pies me están matando. Espero que terminemos este maldito


VANT pronto.
Página

Uno de los hombres que estaba sentado le miró.


—¿Tenemos un drone? ¿Qué diablos estamos haciendo perdiendo
nuestro tiempo aquí fuera, entonces?

El hombre orinando se giró levemente hacia él.

—Aún no lo tenemos. Duncan dijo que todos los replicadores


estaban confiscados para hacer partes para uno. No sé cuánto llevará
terminarlo.

El hombre más cercano al que orinaba brincó.

—¡Jesucristo, estás meando todos mis pantalones!

—Oh mierda, lo siento —dijo el hombre orinando.

Más risas.

—¡No es divertido! —Dijo el hombre orinado.

—Tiene razón, no lo es —dijo uno de los hombres aun sentados. Se


puso de pie—. ¿Cómo se supone que atraparemos a los bárbaros cuando
pueden olernos venir?

Más risas.

—¿Crees que es divertido? —Dijo el hombre orinado, bajándose la


cremallera—. Vamos a ver cuánto te gusta.

—Aparta esa cosa —dijo el hombre de pie. Era mucho más alto que
el hombre meado—. Una gota de orine me golpea y no serás capaz de sacar
mi bota de tu trasero durante un año.

—De cualquier forma, deberíamos comenzar a regresar —dijo el


último hombre sentado. Se levantó—. No quiero quedarme atrapado aquí
fuera toda la noche.

Comenzaron a alejarse.

—¿Dónde está el riachuelo? Necesito lavar esta peste de mí —dijo el


hombre orinado.

—¿Vas a lloriquear todo el camino a casa? Dije que lo sentía.

Sus voces se estaban volviendo más distantes.

—Ahora, ambos pueden callarse. Se supone que estamos


158

patrullando en busca de bárbaros.

Sus voces estaban desapareciendo.


Página

—No estamos atrapando a ninguno… —sus voces se desvanecieron.


No sabía mucho de drones, más que eran algún tipo de aeroplanos
que volaban por control remoto. No sabía cuán lejos podían volar o si
tenían armas. Y no sabía por qué estaban buscando bárbaros. Asumí que
nos estaban buscando a nosotros.

Volviendo a la cueva, abrí mi frasco de agua y tomé unos pocos


sorbos. Un sonido gorgojeante llenó la habitación mientras el líquido
golpeaba mi estómago vacío. Comí unos pocos trozos más.

El IV de Jack aún estaba medio lleno, así que estimaba que había
echado una cabezada de unas cuatro horas. Quitando la compresa,
inspeccioné la herida. Estaba sorprendida de ver que casi estaba curada.
¿Los nanorobots de Doc hicieron esto? ¿O simplemente, Jack era rápido
curándose? De cualquier forma, estaba feliz. Él necesitaba despertarse.
Nos estábamos quedando sin tiempo.

La idea de que tal vez él no fuese a despertar se deslizó en mis


pensamientos. ¿Podría tener muerte cerebral? Había visto una película
donde uno de los personajes había sido herido hasta el punto donde solo
mínimas funciones cerebrales eran posibles. Su cuerpo seguía respirando,
pero no había nada más funcionando en su cabeza. ¿Qué pasaba si Jack
nunca despertaba?

—¡Jack! —Susurré tan alto como me atreví.

Me puse nariz con nariz con él, buscando algún movimiento ocular o
reconocimiento de lo que había dicho. Sus globos oculares se movieron
arriba y abajo debajo de sus parpados; eran la única parte de su cuerpo
que estaba moviéndose.

Suavemente, lo sacudí.

—¡Jack! —Nada.

Tumbándome, envolví los brazos alrededor de él y observé el


pequeño lugar en la base de su garganta latir al ritmo de su corazón.

Sostuve el penúltimo intravenoso. Entre este y el que quedaba, le


quedaban alrededor de dieciséis horas. ¿Sería suficiente? Si recordaba
correctamente, Doc dijo que los IV eran para fluidos y antibióticos. Intenté
recordar cuánto tiempo el cuerpo humano podía funcionar sin agua, solo
en caso de que el IV acabase antes de que él despertase. ¿Tres días?
¿Menos?
159

Gruñidos erupcionaron de mi estómago, rompiendo el silencio en la


pequeña cueva. Había terminado la comida hacía horas y mi frasco de
agua también estaba vacío. Terran dijo que ellos normalmente pasaban
Página

antes de la puesta de sol. No tenía ni idea de qué hora era, pero el sol aún
no se ponía.
—No me llevará mucho tiempo. —Besé su frente y le estudié por
alguna señal de que sintiera mi beso. No hubo ninguna.

Metiendo la pistola en la parte trasera del cinturón de mis


pantalones cortos, dejé la cueva y volví al lugar donde había encontrado al
hombre de ayer. Nadie estaba ahí. Un árbol con ramas colgando a lo bajo
permanecía junto al riachuelo. Lo subí, usando sus ramas y follaje como
cubierta, y esperé para ver si aparecerían.

Mi posición elevada me daba una vista perfecta del riachuelo y el


área colindante. Esperé en silencio, reavivándome cuando vi movimiento
en un arbusto. Pero solo era un animalillo queriendo beber del arroyo. Me
pregunté cómo sería cazar. Si no podía conseguir comida de los hombres,
tendría que encontrarla de otra forma o pasar hambre. Y si pasaba
hambre, eso significaba que Jack también lo haría.

El animal levantó la cabeza, orejas erguidas en alto, y se escabulló.

—Estoy seguro de que fue justo por aquí —dijo Terran.

Caminaron directamente bajo el árbol, dándome una vista a ojos de


pájaro.

—Te lo estoy diciendo, era por ahí atrás —dijo Flinch—. De cualquier
forma, no importa. Ella tampoco está aquí.

—Vamos a darle un minuto.

—¿Por qué te gusta tanto?

Terran se encogió de hombros.

—¿Qué pasa si está diciendo la verdad? ¿No quieres ayudar a liberar


al Hoyo?

—Sí, como si el Presidente Kenner en realidad estuviese aquí fuera


para liberar al Hoyo. ¿Sabes cómo de estúpido suena eso, verdad?

—¡No es el presidente! —Terran pegó a Flint en el hombro—.


Además, disparó a Powell. El tipo no puede ser tan malo.

Flint se frotó el hombro.

—Gracias por esperar —dije desde el árbol.

Ambos hombres saltaron ante el sonido de mi voz y me miraron


160

arriba. Bajé.

—¿Estuviste ahí arriba todo el tiempo? —Preguntó Terran.


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—Sí. Lo siento. No quería escuchar a escondidas.


—Claro que no querías —dijo Flint.

—Lo siento —me disculpé de nuevo—. Un grupo de soldados pasó


por aquí recientemente. No quería arriesgarme, así que me escondí en el
árbol.

—La burgué normalmente no viene al bosque por la noche, pero si lo


hacen siempre llevan luces con ellos. Es fácil notarlos venir —dijo Terran.

—¿Alguna vez ven a las, um, otras personas que viven aquí fuera?

—¿Te refieres a los bárbaros? —Preguntó Terran.

Asentí.

—Los vemos de vez en cuando, pero mantienen la distancia. Se ha


rumoreado que intentaron establecer contacto con la burgué la primera
vez que salieron aquí, pero no terminó bien para ellos… los bárbaros, eso
son. —Puso la mochila en el suelo, sacó un contenedor y me lo tendió.

—De cualquier manera, tu madre te envía su amor —dijo Flint—. Y


dijo que quiere que abandones al burgué y huyas.

Sus palabras se sintieron como un golpe. ¿De verdad mi madre


había dicho eso?

Terran le lanzó una mirada seca.

—¿Alguien te dijo alguna vez que tienes las habilidades diplomáticas


de un mazo?

Entendía por qué mi madre estaba preocupada por mí, pero no iba a
abandonar a Jack.

—Pueden decirle a mi madre que puedo cuidar de mí misma y que


no se preocupe.

—¿Cómo está el Señor Kenner? —Preguntó Terran.

—Sin cambios.

—Es solo… les dijiste a algunos hombres que Kenner planeaba


apagar el sistema de etiquetado y muchas personas tienen las esperanzas
puestas.

—Ese era el plan. —Cerrando los ojos, me froté con el dorso de mi


161

mano la frente. Estaba cansada y no estaba segura de que pudiese


manejar el peso de todos contando con nosotros—. ¿Han intentado rodear
la cerca? Cavaron un túnel en el corral… ¿nadie puede salir por ese
Página

camino?
—No somos estúpidos —dijo Flint.

—Hemos pensando en eso —dijo Terran—. Pero no sabemos cómo de


lejos tendríamos que cavar para rodear el sistema de etiquetado… e
incluso si lo intentásemos, ¿quién va a probarlo? Destruirlos está fuera de
cuestión porque es un revestimiento blindado.

Destellos de luz bailaron por el riachuelo y miré arriba para ver el sol
elevándose detrás de la montaña. Las gafas de sol estaban puestas sobre
mi cabeza y las empujé sobre el puente de mi nariz. En realidad ni siquiera
había notado que la luz se estaba yendo, con cuanta rapidez me estaba
acostumbrando a ello.

—Si algo ocurre y Jack… —me detuve en mis siguientes palabras.


No podía convencerme de decirlas—. Encontraremos otra forma de apagar
el sistema de etiquetado.

Terran puso una reconfortante mano en mi hombro.

—Todos queremos que se recupere. Pero si no lo hace, deberías


marcharte de aquí. Tu madre tiene razón.

—Vamos —dijo Flint—. El sol está puesto. Va a haber soldados por


todo este lugar pronto. —Me miró—. Parece que la cordillera es el lugar
más seguro en el que estar estos días. Todos están buscándolos en lugar
de cazar.

—Encantada de que pudiese ayudar —dije, con indiferencia.

—¿Nos encontramos aquí mañana por la mañana? —Preguntó


Terran.

Asentí y levanté el contenedor.

—Gracias de nuevo.

Esperé hasta que estuvieron fuera de vista antes de regresar a la


cueva. Terran parecía confiable, pero Flint me asustaba un poco.

Los vellos en la parte de atrás de mi cuello comenzaron a


hormiguear, y un temblor bajó por mi espalda. Tenía la sensación de que
alguien me estaba observando. Manteniendo la cabeza erguida, escaneé la
periferia y tensé las orejas para escuchar pasos. Viré más profundo en el
bosque y me dirigí hacia la entrada trasera a la cueva.
162

Escondiéndome en los arbustos, en silencio me senté y observé la


entrada de la cueva. Escuché intencionadamente en busca de señales de
humanos o animales. En silencio me escabullí e hice mi camino a través
Página

de la grieta.
Me quedé sin aliento cuando vi el saco de dormir vacío.

Jack se había ido.


163
Página
Capitulo 17
La bolsa de IV seguía suspendida de la percha improvisada, pero la
aguja yacía descartada en el suelo. El saco de dormir, las mantas y
suministros médicos aún estaban todos aquí. Lo único que faltaba era
Jack.

Revisé todos los rincones de la pequeña cueva, sabía que era


irracional. No había ningún lugar para que un hombre adulto se ocultara.

El sol de la mañana estaba suspendido a baja altura en el cielo


cuando me escabullí de vuelta. Busqué en el suelo por pistas y encontré
algunas huellas de botas, pero los soldados que pasaron ayer podrían
haberlas hecho fácilmente.

El sonido de un pájaro o un animal me sobresaltó. No estaba segura


en qué dirección venía el ruido. Escuché atentamente, pero no lo oí otra
vez.

¿Podría un oso hambriento haber subido en la cueva y haberlo


arrastrado afuera? ¿Se comían a la gente? Ruby dijo que las cercas de
alambre se habían puesto alrededor de los corrales para mantenerlos
fuera. Dijo que eran enormes. Mi temor se estaba convirtiendo
rápidamente en pánico mientras examinaba el terreno para detectar
cualquier signo de un oso arrastrando lejos el cuerpo de Jack. Busqué tan
lejos hasta el arroyo y doblé de regreso alrededor del afloramiento donde se
encontraba la cueva. No vi ninguna señal de que Jack hubiera sido
arrastrado lejos.

Pero seguía perdido.

El sol se levantaba más alto en el cielo. La burgué probablemente ya


había comenzado la búsqueda hoy. Incluso podrían estar cerca de nuestra
ubicación. ¿Y si Jack estaba afuera vagando alrededor aturdido y
confundido? Podría caminar directo a ellos.

Entonces el pensamiento me golpeó: ¿qué pasaría si realmente


estábamos siendo observados? Alguien tomó la motocicleta y cubrió
nuestras pistas. ¿Tomaron a Jack también?
164

Podrían estar observándome ahora.

No creía que los llamados bárbaros fueran hostiles, pero no lo sabía


Página

a ciencia cierta. Y Powell había dicho que había otras personas aquí, los
llamaba gente mala.
Escuché ese sonido de nuevo, sin duda sonaba como un graznido de
aves. Busqué en la línea de los árboles, pero no lo encontré. La sensación
de ser observada se deslizó por mi columna vertebral y en silencio me
dirigí hacia el arbusto más denso. Me esforcé por escuchar si alguien me
estaba siguiendo. Oí la brisa en las hojas, el sonido lejano de la corriente,
un pájaro ocasional y el susurro de mis propios pies en el suelo del
mullido bosque. Caminé hacia un afloramiento, subí, y me escondí detrás
de un arbusto ralo en un saliente rocosa para obtener una visión completa
de la tierra debajo.

No vi nada. Ni bárbaros. Ni gente mala. Ni soldados. Ni Jack. ¿Se


había ido?

Conteniendo el pánico que quería tomar el control de mí, volví a


bajar. Debí haber omitido algo. Si alguien se hubiera llevado a Jack,
podrían haber dejado una pista.

Mientras caminaba, los vellos en la parte de atrás de mi cuello


permanecían rectos. Mis ojos recorrían cualquier dirección mientras seguía
mirando hacia adelante. Resistí el impulso de correr. En cambio, caminé
tranquilamente hacia una densa porción de arbustos e intenté perderme
en ellos. Serpenteé alrededor de algunas rocas y me dirigí a la parte
posterior de la cueva.

Inmediatamente, comencé una búsqueda en el pequeño espacio. No


había señales visibles de que alguien hubiera estado allí. La intravenosa
no había sido arrancada de la pared. El saco de dormir de Jack estaba en
la misma posición. Cogí las mantas y miré por debajo de ellas. Tampoco
estaba allí.

—¿Me buscabas?

Me puse de pie y me di la vuelta, mi corazón amenazando con


explotar. Jack estaba de pie en la entrada de la cueva, con una sonrisa
pícara.

—¡Jack! —Corrí hacia él, casi derribándolo—. ¿Dónde has estado?

—Estaba…

—¡Me he vuelto loca buscándote! ¿Sabes lo asustada que estaba?

—Solamente quería…

—¡Hay osos por ahí! ¡Y soldados buscándonos! ¿Habías pensado


165

siquiera en eso?

—Pero estaba realmente…


Página
Golpeé su hombro.

—¡Nunca me hagas eso de nuevo! Pensé que alguien…

—¡Sunny! —Dijo Jack, sosteniéndome a la longitud de un brazo—.


Solo fui al arroyo a beber. Estaba sediento.

—¿Lo estabas? —Pregunté tontamente.

Nunca se me ocurrió que solo despertó y salió de la cama. Pero


parecía perfectamente bien. Levanté el dobladillo de su camiseta para
comprobar su compresa. No había sangre empapándolo. Lo quité para
mirar la herida. Solo quedaba una pequeña cicatriz.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó.

—Estás curado. —Era increíble.

Pasó dos dedos por la cicatriz.

—Estoy un poco confundido con los detalles, ¿pero, pensé que me


dispararon? ¿Y por qué la palma de mi mano está magullada y llena de
heridas punzantes?

Me encogí cuando miré en el dorso de su mano.

—Te dispararon. Has estado inconsciente durante unos días.

Me miró, con los ojos abiertos.

—¿Días?

—No pensé que fueras a lograrlo. —Las lágrimas me escocían en los


ojos cuando admití mi peor temor. Mis labios no podían parar de temblar.

—No llores —dijo, abrazándome. Enterré mi cara en su cuello,


reprimiendo las lágrimas—. Todavía estoy aquí.

—No lo entiendes… casi moriste.

—Gracias a ti, no lo hice —dijo, alisando mi cabello—. Y veo que


tuviste ayuda. ¿De dónde sacaste todo esto?

Secándome las lágrimas, levanté la cabeza de su cuello y miré el


saco de dormir y la intravenosa. Lo miré por el rabillo del ojo. Trató de
hacerme prometer que no volvería. Esto podría causar un problema. Me
166

preparé.

—Doc me lo dio. Lamento lo de tu mano.


Página

Su boca se apretó un poco.


—Fuiste a la ciudad.

Había pensado que era obvio.

—No iba a dejarte sangrar hasta la muerte.

—¿Sabes lo peligroso que fue?

—Por supuesto que sabía que era peligroso, pero estabas muriendo.

—¿Así que solo, qué, caminaste de regreso a la ciudad, llamaste a la


puerta, Doc te invitó a entrar y te dio un montón de suministros médicos?

Suspiré, exasperada. No iba a estar satisfecho hasta que le dijera


todo.

—Te he traído algo de comida —dije, sacando el recipiente y


entregándoselo.

—Me atrevo a preguntar, ¿dónde conseguiste la comida? —Miró el


contenedor con desconfianza, pero lo aceptó.

—Terran y Flint… los chicos de los que te hablé, los que estaban
pasando comida a los hombres en la cordillera.

—Los chicos que conociste en el corral.

Asentí. Desmontando la pistola de mi cintura, me senté en el saco de


dormir y me recosté contra la pared de piedra. Puse mis gafas de sol en la
cabeza y me froté los ojos cansados. Ahora que Jack estaba recuperado, de
repente me sentía agotada. Se sentó a mi lado y dejé caer mi mano sobre
su pierna. Estaba cálido, respirando y vivo.

—No hay mucho que contar. Seguí el arroyo hasta la ciudad y


marqué un sendero para poder encontrar mi camino de regreso. Permanecí
en el bosque, me colé en la parte posterior del edificio médico y convencí a
Doc para ayudarme. Me dio un montón de vías intravenosas, me mostró
cómo usarlas, y volví aquí e hice todo lo que me dijo que hiciera —dije.

Se echó a reír.

—¿Por qué tengo la sensación de que esa es la versión corta? —Abrió


el recipiente, se comió unos bocados y me lo pasó—. Tienes suerte de que
no te entregara.

—Te lo dije, Doc es del Hoyo.


167

Miré el recipiente, carne asada con verduras. Era bueno.


Página

—Eso no significa necesariamente que esté de nuestro lado. —Jack


se encogió de hombros—. Ser médico es una posición de lujo para alguien
del Hoyo, diablos, es una posición de lujo para alguien del Domo, y no
puedo verlo poniendo en peligro eso siendo desleal.

—Confía en mí, Doc no es leal a la burgué. Los odia. —Le pasé la


comida de nuevo—. Está trabajando en secreto en algunas cosas de alta
tecnología de la que no quiere que la burgué se entere. Lo llama
nanotecnología. Dice que puede salvar al Hoyo.

Jack dejó de comer y me miró con los ojos abiertos.

—¿Nanotecnología?

Asentí.

—¿Estás segura de que dijo nanotecnología?

—Sí, estoy segura. ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?

—Porque no se supone que sea real. Es solo ciencia ficción. Algo


sobre sustancias grises y máquinas que se apoderan del mundo. Ya sabes,
como pequeños hombre verdes visitando la Tierra.

Uh-oh.

¿Iba a enojarse porque se lo haya inyectado? No había pensado en


eso. En ese momento, se estaba muriendo y no había nada más para
salvarlo. Quiero decir, no es como si hubiera oído hablar antes de eso.

Me di la vuelta para mirar a Jack, queriendo enfatizar mis próximas


palabras.

—Doc dijo que era la tecnología más útil para entrar en el Domo.

Él levantó las cejas ante eso, y luego una mirada de comprensión


cruzó su rostro.

—Sabes, probablemente hablaba de miniaturización, cómo hacer un


microchip más pequeño. Ese tipo de cosas.

Negué, tratando de recordar cómo Doc lo había definido.

—Dijo que era... la manipulación de la materia a nivel atómico, o


nivel molecular, o algo por el estilo. Los llama pequeños robots, tiene que
mirar en un microscopio para verlos… y utiliza ADN para programarlos.

Jack me devolvió una sonrisa indulgente.


168

—No estoy tratando de acusar a Doc de mentir, pero lo hace sonar


como un gran contador de historias. Piensa en ello, Sunny. ¿Pequeños
Página

robots microscópicos? —Me devolvió el recipiente, pero no tenía hambre.


Mi boca se había vuelto repentinamente seca. Tomé la botella de agua—. Si
esta tecnología sofisticada realmente existiera, estaríamos mucho más
avanzados de lo que lo estamos ahora.

Aproveché eso.

—Doc dijo lo mismo. Dijo que la burgué no lo quería porque sería


desafiar el control nuclear que Holt tiene sobre nosotros. Que la única
razón por la que no hemos progresado tecnológicamente es porque el
régimen de Holt no quería que lo hiciéramos.

Jack arqueó una ceja.

—Eso lo puedo creer.

El rostro se me iluminó.

—Así que entonces, no es tan descabellado creer que los nanorobots


en realidad puedan existir. —Destapé la botella y tomé unos tragos.

Se encogió de hombros.

—No lo sé. Pero si existe, es probable que no vaya a salvar a nadie a


corto plazo, por no hablar a todo el Hoyo. —Me atraganté con el agua que
estaba bebiendo—. ¿Estás bien?

Tosí y me limpié la boca con el dorso de la mano.

—Estoy bien —le dije—. Solo se fue por el camino equivocado. —


Tomé otro trago para aclararme la garganta y le entregué la botella—. Bien
Jack, tengo algo que decirte. —Me dio una mirada inquisitiva y bebió de la
botella. Me moví incómodamente—. En primer lugar, tienes que entender
que ya estabas débil e inconsciente antes de que te sacara la bala.

Se apartó la botella de la boca y tragó.

—¿Sacaste la bala? ¿Todavía estaba dentro de mí?

Asentí.

—Entonces comenzaste a sangrar muy mal. No podía detener la


sangre. Seguía bombeando y bombeando y bombeando…

—Lo entiendo. Estaba sangrando hasta morir. —Hizo un gesto para


que siguiera adelante con la historia.

—No iba a usarlo a menos que tuviera que hacerlo. Honestamente.


169

Pero Doc dijo que eran sus pequeños cirujanos y podrían…

—¿Pequeños cirujanos? —Me interrumpió.


Página

Lo entendería. La tecnología de Doc le había salvado la vida.


—Nanotecnología. —La palabra flotó en el aire cuando Jack me miró
y le devolví la mirada—. Doc dijo que eran capaces de hacer tejido nuevo y
podrían sanarte.

Siguió mirándome, con la boca ligeramente entreabierta, y el silencio


se extendió. El parpadeo ocasional de sus ojos era la única pista de que no
estaba inconsciente de nuevo.

—Solo para recapitular —dijo finalmente—. ¿Fuiste a la ciudad a ver


al doctor genio que está trabajando con la tecnología prohibida y, dijiste,
que odia a la burgué, te dio una jeringa llena de diminutos robots
cirujanos, te dijo que me los inyectaras y lo hiciste?

Mis hombros se hundieron.

—Suena mal cuando lo dices así.

Me miró, con los ojos abiertos.

—¡Es malo, Sunny!

—¡Te salvó la vida! De hecho, hubo un momento en que pensé que


estabas muerto, Jack. Fue un último recurso. —Me dolió que no confiara
en mí. No había utilizado el cóctel de Doc a la ligera—. Creo que habrías
hecho lo mismo por mí.

Me miró sorprendido.

—No estoy tan seguro de que eso sea cierto.

Mi boca se abrió, e inhalé.

—¿Me verías sangrar hasta la muerte incluso si tuvieras una


pequeña jeringa llena de pequeños cirujano que pudieran sanarme? —
Cerró su boca y me estudió por un momento. Vi una mirada de duda
cruzar su rostro—. Hace dos días, tu corazón apenas estaba latiendo y
estabas frío, con un enorme y sangrante agujero de bala. Ahora apenas
puedo decirte que estabas siquiera herido.

No dejaba de mirarme. Casi podía verlo sopesando los pros y los


contras.

—¿Y ahora qué? ¿Te dijo si se biodegradan o algo así?

—No lo sé. No pensé en preguntar.


170

Resopló y levantó las manos en el aire.


—¡No sabes lo asustada que estaba! La idea de perderte era más de
Página

lo que podía tolerar.


Las lágrimas me escocían los ojos. Me levanté y me alejé de él.

Se puso de pie también.

—¿Estás enojada conmigo?

—Esto no es como vi que iba a pasar en absoluto. —¿No sabía lo


mucho que significaba para mí?—. Antes de que estuvieras inconsciente,
me dijiste algo y… —A lo mejor ni siquiera lo recordaba.

La línea dura de su boca se suavizó.

—Y recuerdo que me respondiste algo.

No había mucha distancia entre nosotros, porque la cueva realmente


no era tan grande. De repente me sentía incómoda y el impulso de huir y
esconderme era fuerte. Pero era la que había sacado el tema. Era el
momento que aceptara mis sentimientos por él; negarlos era tomar
demasiado de mi energía.

Di una respiración temblorosa.

—Te amo posiblemente más de lo que jamás podría decir y no podía


verte morir. Siento que estés molesto porque utilicé el cóctel de Doc, pero
no siento el hacerlo.

La esquina de la boca de Jack levantó. Se movió hasta estar delante


de mí, tan cerca que nos estábamos tocando. Mi pecho se apretó. No
estaba segura de si era por su proximidad o por la honestidad del
momento.

—Bueno, cuando lo pones así... —Sus labios rozaron los míos tan a
la ligera que apenas era un beso, sin embargo, me robó el aliento—.
Supongo que debería estar dándote las gracias.

—¿O por lo menos no estar enfadado conmigo? —Pregunté, poniendo


mis manos sobre su pecho.

Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

—No estoy enfadado. Estoy demasiado locamente enamorado de ti.

Una felicidad caliente me hizo débil en las rodillas. Me apoyé en él.

—¿Locamente?
171

Un graznido sonó desde afuera viajando a la cueva. Era el mismo


sonido que oí antes. La primera vez había estado cerca del arroyo. La
segunda vez, había estado al este de la cueva. Ahora estaba aquí.
Página

—¿Qué es eso? —Me aparté de Jack para ir a investigar.


—Es sólo un pájaro o algo así —dijo, tratando de tirar de mí de
vuelta.

—No sé si lo es.

Manteniéndome dentro de las paredes de la grieta, me asomé por la


abertura y examiné el suelo. Jack estaba justo detrás de mí, mirando por
encima de mi hombro.

—No veo nada —dijo.

—Probablemente deberíamos encontrar un escondite mejor ahora


que eres capaz de moverte. —Volvimos a la cueva—. Terran y Flint dijeron
que estábamos realmente cerca de la cordillera. Y un grupo de soldados
pasó por aquí también. Los escuché hablar de la construcción de un
drone.

—¿Un drone? —Dio un silbido—. Alguien está realmente enojado con


nosotros. Me pregunto a quién envió Holt para sustituir a Powell. —
Caminó hacia nuestras cosas en la cueva.

Me arrastré detrás de él.

—Powell no está muerto. Le disparaste en el centro médico y


obligaron a Doc a salvarlo.

—Así que supongo que sabemos quién está enojado con nosotros. —
Se agachó y recogió la mochila—. Tomaremos todas estas cosas. No quiero
que ninguna evidencia de nosotros estando aquí sea dejada atrás para que
cualquiera la encuentre. Mejor que piensen que nos hemos ido lejos.

Recogí el saco de dormir y las mantas.

—¿Qué tan lejos puede volar un drone?

Se encogió de hombros.

—No lo sé a ciencia cierta.

Jack metió la pistola en la parte posterior de la cintura del pantalón,


una vez que tuvimos todo en la mochila. Poniéndome las gafas de sol para
contrarrestar el sol de la tarde, me senté en el borde de la cueva e
inspeccioné los alrededores en busca de algún signo de los soldados. Un
animal pequeño se movió debajo, corriendo de arbusto en arbusto. Los
pájaros volaban entre los árboles. Alcancé a ver algo en uno de los árboles.
172

Me quedé rígida por un momento, esperando a ver si se movía. La brisa


soplaba a través de las hojas, haciéndolas destellar bajo el sol brillante,
pero no había ningún otro movimiento.
Página

—¿Qué estás esperando?


—¿Ves algo en ese árbol? —Hice un gesto con la cabeza.

Jack entrecerró los ojos, echando un buen vistazo.

—Nop.

—Supongo que soy solo yo.

Obligué a mis ojos a alejarse de la sombra y terminé sondeando el


suelo debajo de nosotros. Sin embargo, mis ojos se mantenían volviendo al
árbol, con la esperanza de atrapar la sombra por sorpresa.

—Vamos a subir más alto y tener una mejor vista —sugirió Jack.

—¿Estás seguro de que deberías subir? ¿Qué hay de tu herida?

—¿Qué herida?

Me dio un suave empujón en la dirección de la pared del acantilado.


Disparé otra mirada en dirección al árbol, pero la sombra permanecía
inmóvil.

La subida no era tan pronunciada como parecía y había un montón


de arbustos que crecían en rocas salientes que proporcionaban una
excelente cobertura desde abajo. Me escondí detrás de un arbusto,
esperando que Jack me alcanzara. Un pájaro graznó abajo y otro
respondió en la distancia.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó, en cuclillas a mi lado detrás del


arbusto.

Me levanté lo suficiente para mirar por encima del arbusto y ver el


suelo. La sombra que vi en el árbol no era visible desde este ángulo.

—Tengo la sensación de que estamos siendo observados —confesé.

—¿Por qué?

—¿Recuerdas que te dije que dejé un rastro para encontrar mi


camino de regreso aquí desde la ciudad? —Pregunté. Jack asintió—.
Alguien cubrió las pistas por mí y la motocicleta no se encontraba.

—¿Crees que tal vez se trataba de uno de los detalles que deberías
haberme dicho? —Preguntó, dándome una mirada irónica. Lo ignoré y
estudié el árbol de nuevo.
173

—¿Ves algo? ¿Son ellos?

Sabía que se estaba refiriendo a los bárbaros.


Página
—No veo a nadie. Seguramente estoy siendo paranoica. Vamos —
dije, reanudando la subida.

Al llegar a la parte superior del afloramiento, agarré una raíz de


árbol y me arrastré arriba. Jack se había quedado atrás.

—¿Estás bien? —Llamé. Esperaba que su lesión no le estuviera


haciendo daño.

—¿Eras un mono en una vida anterior?

Sonreí. Estaba bien. Esperé pacientemente y le ayudé a levantarse


por el borde.

—Es una buena ventaja divisar desde aquí. Vamos a ver si podemos
poner tu visión sobrehumana a trabajar.

—Qué estamos buscando… —me detuve a media frase cuando me di


la vuelta y los vi.

Se veían como si nos hubieran estado esperando.


174
Página
Capitulo 18
Agarré el brazo de Jack para impedirle ir más lejos. Él se puso
delante de mí.

—Los veo.

En cuestión de segundos estábamos rodeados. Algunos llevaban


lanzas apuntando directamente hacia nosotros. Todos tenían cuchillos
metidos en fundas a sus costados y arcos colgados a la espalda. Al igual
que la primera vez que los vi, estaban todos vestidos de manera similar y
pintados.

Jack levantó las manos, como si eso fuera a detener el asalto.

—No queremos ningún problema. —Ello se quedaron en silencio—.


¿Hablan español?

Entonces se echaron miradas los unos a los otros pero no dijeron


nada. Jack volvió a preguntar, más lentamente y más alto.

—Si no hablan español, gritarles no va a ayudar, incluso podría


hacer que se enfadaran —susurré.

—¿Tienes una idea mejor?

El que estaba de pie directamente delante de nosotros nos hizo una


mueca.

—Hablamos español.

—No queremos ninguna pelea con ustedes. No hay necesidad de esto


—dijo Jack, señalando las lanzas.

—Vendrán con nosotros. —No era una invitación; era una orden.

—¿Te importaría decirme por qué? —Preguntó Jack.

—No es mi lugar. —Se dio la vuelta y se alejó.

Alguien clavó una lanza hacia nosotros como un incentivo para


seguirlos. Ni siquiera vi la mano de Jack serpentear y agarrar la lanza,
175

pero de repente él y el otro hombre estaban enzarzados en una pelea. Me


alejé del borde del acantilado antes de que cayera, y me di la vuelta para
ayudar a Jack. Pero mientras lo hacía, unas manos me agarraron desde
Página

atrás y sentí la fría hoja de un cuchillo contra mi garganta. Jack miró


hacia arriba, mi captura pillándole con la guardia baja. El otro hombre lo
tiró al suelo y el resto lo rodeó con las lanzas.

—Vivos o muertos van a venir con nosotros —dijo el que sostenía el


cuchillo en mi garganta.

—¡No le hagas daño! —Gritó Jack.

Revisaron a Jack por armas, le confiscaron su pistola y un cuchillo


antes de que lo soltaran. Sus ojos nunca dejaron los míos. Sabía que él
quería que hiciera algo para soltarme de mi captor. Discretamente negué
con la cabeza. Había demasiados de ellos y vi la velocidad a la que se
movieron para derribarlo. No teníamos ninguna oportunidad.

—Una pistola. ¿De dónde has sacado eso? —Le preguntó el líder a
Jack.

—Se me fue facilitada —dijo Jack secamente.

El líder arqueó una ceja ante eso y bajó la pistola en su mano. Se la


metió en el cinturón.

—Mantenlos separados. Lo quiero delante, donde pueda verlo —dijo


el líder.

Vi mientras Jack era obligado a tomar la delantera, dos lanzas


apuntando a su espalda. Mi captor me soltó y me dio un empujón hacia
delante. Desde mi parte posterior del grupo, observé a nuestros
secuestradores. A pesar de que sus peinados y la ropa eran similares, la
gente en sí era muy diferente. Dos de ellos tenían la piel oscura, casi
negra, mientras que algunos de los otros eran de piel pálida. Todos ellos
tenían el cabello retorcido en una única trenza reposando en sus espaldas,
decorada con plumas. Su ropa estaba hecha de pieles de animales, el color
dependía de la persona, cuanto más oscura era la persona, más oscura era
la ropa. La pintura de la cara y los brazos estaba extendida sobre su
vestido, mezclando visualmente sus ropas como una única confección. A
primera vista, las marcas parecían al azar, pero cuando entramos
caminando por el bosque y la luz del sol moteaba a través de las ramas de
los árboles, entendí cómo podrían desaparecer en su entorno.

El camino en el que estábamos era una pendiente gradual hacia


abajo, de vuelta al fondo del valle. Ellos parecían estar en constante alerta,
reaccionando con recelo a cada sonido. Aunque caminaban rápidamente,
cada paso que daban aterrizaba en una piedra o en la raíz de un árbol.
176

Con los pies envueltos en gruesas pieles, que apenas dejaban rastros.

Caminamos en silencio por lo que parecieron horas, bajo la espesa


Página

cubierta de la selva, hasta que llegamos a la orilla del arroyo. El único


lugar al que nos quedaba ir era arriba. El camino era empinado y más alto
mientras avanzábamos, mientras más delgado se hacía el bosque. Pronto
el camino se hizo tan empinado que nos vimos obligados a trepar.

—Síganme, pongan sus manos y pies donde ponga los míos.


¿Entendido?

Mientras mi captor hablaba, me fijé en su fina estructura ósea y su


grueso labio inferior. Era una mujer. Con los ojos ocultos detrás de mis
gafas oscuras, miré las caras del resto del grupo, pero me era demasiado
difícil decir sus géneros con solo un vistazo rápido.

Era una subida corta y el resto del grupo estaba esperándonos


cuando llegamos a la cima. Jack se acercó a mí cuando me impulsé para
subir, pero estaba indeciso. Le lancé una mirada tranquilizadora para
hacerle saber que estaba bien.
El terreno en la cima era rocoso, interrumpido por árboles de pie
compartiendo pequeñas parcelas infrecuentes de suelo. Una a una, las
personas comenzaron a salir de grietas y cuevas. Nos observaban pasar
con una curiosidad silenciosa. Nos llevaron por una estrecha abertura
entre dos enormes pedruscos, que se abrían en un claro que se parecía a
un patio formado naturalmente.

Muchas personas estaban reunidas aquí, enérgicamente llevando a


cabo varias tareas. Algunas fogatas estaban encendidas alrededor del patio
y el olor de la comida nos daba la bienvenida. A mi izquierda, dos personas
parecían estar trozando la piel de un animal tendido en el suelo. Los niños
se perseguían los unos a los otros, metiéndose en el camino de los adultos.
A medida que nuestra presencia se hizo conocida, todo el mundo se detuvo
para mirarnos.

Nos llevaron a un área donde seis ancianos estaban sentados en


cuclillas alrededor de una fogata que ardía lentamente. Una olla estaba
colocada sobre las brasas. Me pregunté por qué estaban reunidos cerca de
una fuente de calor en semejante día caluroso. Todos se pusieron de pie
cuando nos acercamos.

—Hemos estado esperándolos —dijo la más bajita de los seis—. Mi


nombre es Amini. Bienvenidos a mi barangay5. —Su cabello blanco
contrastaba marcadamente con su piel morena.

—No hay mucho de bienvenida —dijo Jack, señalando las lanzas. El


líder de nuestro grupo lo golpeó en el lado de la cabeza.
177

—¡Diego! —Exclamó uno de los hombres de cabello gris. Se apoyó


pesadamente en un palo que había sido usado para limpiar—. Contrólate
Página

5Barangay: comunidad relativamente pequeña de entre cincuenta y cien familias.


—Te pido que perdones a Diego. Está muy molesto —dijo Amini.

—Y con toda razón —dijo una voz femenina. Una mujer alta se
acercó a Diego, colocó una mano sobre su hombro y le susurró algo al
oído. Él se fue pisando fuerte. La mujer se giró y miró de manera
acusadora a Amini—. En primer lugar, me pregunto quién aprobó que
vaya a la misión.

Amini frunció el ceño.

—Su hermano fue tomado como prisionero. Tenía todo el derecho a


ir.

La mujer más alta cruzó los brazos sobre su pecho.

—No estoy de acuerdo. Y era mi trabajo coordinar la misión, no el


tuyo.

No era solo Diego quien estaba molesto. Se sentía como si la


comunidad entera estuviera inquieta. Algo había sucedido y me pregunté
qué teníamos que ver con ello. Examiné a Jack para medir su reacción,
pero su atención estaba en el grupo de ancianos que nos estaban mirando
fijamente.

Con desdén, Amini le dio la espalda a la mujer más alta y se centró


en nosotros.

—Esta situación nos tiene al borde.

—¿Qué situación? —Preguntó Jack.

La mujer alta, que parecía el miembro más joven del grupo, hizo un
gesto para que nos uniéramos a ellos. Jack aprovechó la oportunidad para
moverse a mi lado y nadie lo detuvo. Nos sentamos en el suelo, con las
piernas cruzadas.

—Soy Dena —dijo la mujer alta—. Ellos son Seru, Li, Ghica, y
Carlos. Cada uno de nosotros representamos a nuestro propio barangay, y
juntos dirigimos a nuestra nación. Ahora, quizás podamos tener el honor
de saber sus nombres.

Jack y yo nos miramos el uno al otro, comunicándonos en silencio.


Él era el diplomático, no yo. No quería ser la que hablara. Asintió.

—Soy Jack Kenner y ella es Sunny O'Donnell.


178

—Es bueno finalmente conocerlos. Sabemos muy poco acerca de su


gente. En el pasado intentamos hacer amigos, pero nuestros avances no
Página

fueron muy bien recibidos.


—Y eso es poco —murmuró Seru.

—Acabo de enterarme del incidente recientemente —dijo Jack—. Fue


horrible e imperdonable. Siento lo que sucedió.

Al principio me pregunté de qué estaban hablando, pero entonces


me acordé de la historia del General Powell sobre el intercambio que los
bárbaros intentaron hacer. Terminó con la burgué matando a dos de su
pueblo.

Seru asintió.

—Te agradezco que reconozcas la tragedia de ese evento. Toda


nuestra nación estuvo de luto.

Un murmullo de aprobación recorrió el círculo.

—Y estamos muy aliviados de que te sientas así —dijo Amini—. Eso


nos da la esperanza para resolver la situación actual pacíficamente.

Jack me dio una mirada rápida de reojo, con una expresión


cautelosa.

—¿La situación actual?

—Algunos de nuestros niños fueron capturados por su gente ayer —


dijo Amini.

—Lo siento —dijo. Frunció el ceño—. ¿Cómo fueron capturados? Su


gente parece ser muy buena para ocultarse.

—Fue un grupo de adolescentes imprudentes que no se les ocurrió


nada mejor que exponerse al aire libre —dijo Amini—. Tu gente tomó a
cuatro de ellos y les permitieron al resto regresar aquí para darnos el
mensaje, querían que entregáramos a dos de ustedes, o los cuatro niños
serían asesinados.

Mi estómago se cerró y las náuseas subieron. Esto no era bueno. Ni


para los rehenes. Ni para nosotros.

—Creo que es mejor que nos digas de qué se trata todo esto —dijo
Dena.

—Lamento que los involucraran. Esta no es su lucha —dijo Jack.

—Creo que sé por qué la burgué los involucró —le dije a Jack, y
179

luego hablé para el círculo de personas—. Un soldado estaba metiéndose


con un niño, uno de los suyos, y le dije que se detuviera. Tal vez piensan
que tenemos una amistad con ustedes.
Página
—¿La amistad es considerada un crimen? —Preguntó Amini.

—Cuando uno de los de tu gente le disparó al soldado con algo, la


burgué pensó que yo lo había hecho. Había una buena posibilidad de que
fuera ejecutada. Nos escapamos y ahora están buscándonos.
Probablemente piensan que ustedes nos están escondiendo.

—¿Por qué te matarían? El soldado no fue herido. Le disparamos con


un dardo con un sedante suave. En todo caso, él debería rendir cuentas
por sus acciones —dijo Dena.

—Soy una esclava. Sellé mi destino en el momento en que desafié la


autoridad de aquel soldado.

La muchedumbre rodeó nuestro círculo enfadado ante la


información.

—¡Es cierto! ¡Son esclavos! —Gritó alguien.

Comenzó una charla nerviosa entre la multitud.

—¡Van a continuar matándonos! —Resonó un grito.

—¡Tenemos que tomar medidas contra ellos! —Gritó una voz.

—¡No! ¡Tenemos que irnos del valle! —Gritó alguien detrás.

—¡Es hora de contraatacar!

Dena se levantó.

—¡Basta! —Gritó con voz retumbante. Mirando a los guardias


rodeándonos, rápidamente se dirigió hacia la multitud. Varios de ellos se
movieron hacia la misma, indicándoles salir—. Todos, vuelvan a lo que
estaban haciendo. Les informaremos más tarde.

Amini se volvió hacia nosotros y nos miró enojada.

—Es hora de que nos digan exactamente quiénes son y de dónde


vienen. —Jack abrió la boca, pero Amini levantó la mano para detenerlo—.
No. Quiero saberlo de ella —dijo con impaciencia—. Estoy empezando a
desconfiar de cualquiera que vista ese uniforme.

Ambos miramos su uniforme militar. Él me miró con una expresión


preocupada.
180

Miré de nuevo al grupo de ancianos, que ahora me miraban


expectantes. ¿Cómo comenzaría a decirles que la montaña que creían que
los protegía era realmente un refugio construido a medida para personas
Página

importantes que consideraban que merecían salvarse? ¿Y cómo hacía eso


mientras el hombre del que estaba enamorada estaba sentado aquí
vistiendo su uniforme?

Decidí que era mejor para nuestros intereses atenerse a los hechos y
mantener mis emociones fuera de esto. Era dudoso que cualquier cosa que
dijera pudiera hacerlos cambiar de opinión acerca de entregarnos a Powell,
intercambiar a dos extraños para tener a sus seres queridos de vuelta era
un pequeño precio a pagar.

Cuando terminé mi historia, Ghica fue la primera en hablar.

—Está mintiendo.

Carlos asintió.

—Creo que son gente de Ryder.

Amini negó con la cabeza.

—Pensé que habíamos estado de acuerdo hace tiempo de que no son


gente de Ryder. Miren su tecnología, Ryder no es tan avanzado.

—Ha estado reuniendo tecnología durante años —dijo Carlos—. No


tenemos idea de qué tan avanzado se han vuelto.

Dena lo miró.

—¿Por qué mentirían?

Carlos parecía molesto con su franqueza.

—Para asustarnos —dijo con incertidumbre—. Al mentir sobre


cuántas personas más hay en la montaña. Probablemente no hay nadie.
Son solo ellos.

—Aún si fuera cierto, explica en gran parte el misterio entorno a la


montaña —dijo Amini.

—E incluso tanto como la leyenda protegió nuestra nación todos


estos años, ahora la verdad amenaza con destruirnos —dijo Li.

—Tal vez esto convencerá a todos de que es momento de movernos a


nuestra nación —dijo Amini, mirando a Dena con mordacidad—. Este valle
ya no es un refugio seguro.

—Todavía tenemos el tema de la recuperación de nuestros niños —


181

señaló Li—. El General Powell dio su palabra de que no les pasaría nada si
hacíamos lo que pedía.
Página
—No se puede confiar en él —dijo Jack—. Si nos entregan, asumirá
que nos estuvieron escondiendo durante todo este tiempo y buscará un
castigo justo. Caerán en su juego.

—Y si no los entregamos, matará a cuatro niños —dijo Amini. Señaló


con un dedo acusador a Jack y les suplicó a los otros Ancianos—. Esto no
es nada más que una petición de misericordia. Si le disparó a un líder,
entonces ¡no culpo a su gente por querer hacerlo responsable de sus actos!

—Estoy de acuerdo con Amini —dijo Li—. Esta no es nuestra lucha.


Debemos recuperar a nuestros niños y dejar este valle. No sé si estas
personas son hombres de Ryder o de burgué como esta señorita dice, pero
lo que sí sé, es que son peligrosos.

Dena no fue tan rápida para coincidir.


—No podemos olvidar cómo nos trataron cuando hicimos la oferta de
paz.

—Pensé que habíamos estado de acuerdo con que aquello fue un


desafortunado malentendido —dijo Amini.

—Nuestra decisión en lo que respecta a ese asunto nunca me sentó


bien, como estoy segura de que todos ustedes saben. Entiendo que
piensan que robamos a los animales, pero matar a dos personas por eso
apenas fue justificado —dijo Dena.

—Pero el asunto está concluido. Nunca han venido buscando extraer


ningún pago más de nosotros —dijo Amini.

—Hasta ahora. —Le recordó Dena—. Me parece que lo que Jack dice
encaja con su comportamiento.

—Así que, ¿cuál es la alternativa? —Preguntó Li—. No podemos


abandonar a cuatro de nuestra de gente cuando se nos ha dado la
oportunidad de salvarlos.

—Entiendo —dijo Dena—. No obstante, sería prudente enviar a un


grupo de Protectores para supervisar el intercambio.

—No tengo ningún problema con eso —dijo Amini.

—Entonces estamos todos de acuerdo —dijo Li.

Amini se dirigió a uno de nuestros guardias.


182

—Envía a un equipo con un mensaje. Haremos el intercambio


mañana al mediodía. Hasta entonces, mantén a estos dos separados y bajo
Página

vigilancia constante. No dudo de que escaparán si tienen la oportunidad.


Capitulo 19
Mientras Jack y yo nos parábamos, mi guardia puso una mano en
mi brazo.

—Por aquí.

El guardia de Jack agarró su brazo también, y tiró de él.

—¡Suéltenme!

Dos guardias más se aproximaron para ayudar.

—Jack, no —supliqué. No podíamos pelear contra ellos, eran


demasiados. Solo terminaría saliendo herido.

Tres guardias estaban intentando controlarlo. Uno de ellos le hizo


algo en su cuello que pareció enviar una sacudida a través de él. Dejó de
luchar. Mi captor me dio un codazo para que siguiese avanzando, pero
retrocedí. Necesitaba estar segura de que estaba bien.

—No te preocupes. No lo lastimarán —dijo mi captor.

—Parece como si lo hubieran hecho.

—Lo dejarán ir una vez que se calme. Vamos.

Sin muchas opciones, la seguí. Mantuve mi vista en Jack tanto como


pude.

—Soy Jin-Sook y ella es Maria —dijo, señalando a la mujer que se


encontraba al otro lado de mí. Noté que estaba llevando una antorcha
encendida.

El sonido de pies corriendo llegó de atrás mío, reduciendo su ritmo a


medida que se acercaban.

—¿Qué estás haciendo aquí, Willow? —Preguntó Maria a la recién


llegada.

—Mi nombre es Will y estoy aquí para ayudar con la prisionera —


respondió.
183

—Este no es un trabajo para niñas pequeñas —dijo Jin-Sook.


Página

—Mi abuela me dio permiso —dijo Will, su mentón se inclinó


desafiante.
Maria gruñó.

—¿Quieres decir que tenemos que soportarte toda la noche?

Me guiaron por la entrada en la pared de piedra hacia una cueva


artificial. Una escalera nos llevó hacia una caverna abierta. Estuve
sorprendida al encontrar casas de madera construidas juntas a lo largo de
un lado de la cueva. No eran como nuestros apartamentos en el Hoyo.

La antorcha pareció brillar aún más en el pequeño espacio incluso


con mis gafas de sol puestas. Apartando mis ojos de la luz directa,
mantuve mi cabeza baja mientras caminábamos. La gente pasaba,
dirigiéndome miradas curiosas. Bajé mi cabeza.

Jin-Sook se paró en uno de los departamentos y abrió la puerta.

—Te quedarás aquí durante la noche.

La habitación era bastante espaciosa y tenía muebles cómodos. Una


gran cama estaba puesta contra la pared con una frazada de estampados
alegres encima. Al otro lado de la habitación había una mesa y sillas. Un
vestidor y un espejo separaban las dos áreas. A mi izquierda había una
cortina colgando.

—¿Qué hay detrás de esa cortina? —Pregunté.

—El baño —dijo Jin-Sook. Encendió varias velas que estaban


dispersas dentro de la habitación—. Maria y Willow, ¿pueden conseguir
algo de comida?

—¡Es Will!

—¿Tengo que llevarla? —Se quejó Maria.

—Sí —dijo Jin-Sook firmemente.

—Puedo quedarme y vigilar a la prisionera mientras ustedes dos


van —sugirió Will.

—¡Vayan!

Se fueron, peleando todo el trayecto hacia la entrada. Jin-Sook me


dio una mirada apenada.

—Creo que les gusta discutir —bromeó.


184

Mi expresión permaneció en blanco. No me importaba.

Un extraño silencio colgó entre nosotras mientras terminaba de


Página

encender las velas.


—Estaré justo afuera de la puerta —dijo.

Cerrando la puerta detrás de ella, fui dejada sola en mi cómoda


prisión. El silencio de la habitación contrastaba con el clamor de mis
pensamientos. Jack y yo habíamos llegado tan lejos solo para lograrlo
hasta aquí, encerrados y listos para ser arrastrados de vuelta a la burgué.

La habitación estaba iluminada con todas las velas encendidas.


Levanté mis gafas e intenté mirar hacia el brillo de la llama, pero quemó
mis retinas. Apagué algunas de ellas.

Detrás de la cortina, estuve sorprendida al encontrar un inodoro y


una pileta no muy diferentes de las que teníamos en el Domo. Las
palabras American Standard estaban escritas en ellos. Agua caliente fluyó
del grifo cuando lo abrí, solo añadiendo misterio al lugar. Salpicando agua
a mi cara, pensé en Jack. Esperaba que su habitación fuera así de
cómoda.

Hubo un golpe en la puerta y oí a alguien entrar a la habitación.

—Estás de suerte. Aún había quedado algo de guiso de carne de oso


—dijo Will— ¿Por qué está tan oscuro aquí?

Salí de detrás de la cortina.

—Soy sensible a la luz.

—Pero apenas puedo ver. —Dejó la comida sobre la mesa.

Las otras dos mujeres entraron en la habitación, llevando la


antorcha. La colocaron en un recipiente en la pared, donde continuó
brillando fuertemente. Dejé caer mis gafas de vuelta sobre mi nariz.

—¿Qué está pasando? —Preguntó Jin-Sook.

—Le gusta estar a ciegas —contestó Will.

—No estoy a ciegas.

Me retiré a la cama, lejos de la antorcha y mis captores. Se pusieron


como en su casa sentándose alrededor de la pequeña mesa.

—¿Siempre usas esas gafas? —Preguntó Jin-Sook.

—La llama es un poco brillante —dije.


185

—¿Brillante? —Preguntó con incredulidad, pero trasladó la antorcha


al vestíbulo—. ¿Así está mejor?
Página

—Sí. Gracias. —Traté de no verme estupefacta por el gesto. Me quité


las gafas de nuevo.
—¿Por qué odias tanto la luz? —Preguntó Will.

—No odio la luz. Es solo que no estoy acostumbrada a la luz


brillante.

—¿Cómo es que no puedes estar acostumbrada a la luz? —Preguntó


Maria.

—No creerán esto —dijo Jin-Sook, y repitió la historia que le había


dicho a los Ancianos. La mirada de completo horror y asombro en la cara
de Will era casi cómica. Mordí mi labio para no reírme de ella.

Will me observó, con su boca aún abierta.

—¿Creciste en una montaña sin luz?

—Tenemos un tipo de luz llamada fluorescente. Es más tenue y


más… difusa. No es como una llama.

—Quieres decir que tienen bombillas —dijo Maria fríamente.

Su respuesta me hizo detener. Simplemente había asumido que no


sabrían lo que era una bombilla.

—Mi barangay… bueno, no mi barangay, si al de dónde provengo,


tiene algunas luces en las áreas principales. El resto de los barangayes no
tienen electricidad aún —explicó Jin-Sook.

—No hay nada que hacerle —dijo Will—. Aprendimos, como niños en
la escuela, a hacer electricidad con una papa y luz con un filamento.

—¿Sabes lo estúpido que suena eso, Will? —Dijo Maria. Volvió a


mirarme—. Sinceramente, no usamos papas para darle energía a nuestras
luces. Usamos energía geo-térmica.

Una risita salió de mí, al pensar en una planta eléctrica de papas y


mordí mi labio para detenerla. Estas mujeres eran mis guardias y
compartir una broma con ellas no parecía natural.

—¿Así que es verdad? ¿Viviste dentro de una montaña toda tu vida?


—Preguntó Will con asombro.

Maria le pegó en el brazo. Will alzó un puño para pegarle de vuelta,


pero Jin-Sook levantó una mano y la detuvo.

—¡Es suficiente, ustedes dos! —Dijo Jin-Sook—. Pido disculpas por


186

su rudeza. Por favor, ven y come algo.


Página
No sabía cómo comportarme con ellas. Con la burgué, siempre sabía
dónde estaba de pie. Aunque la comida sí olía bien. Vacilando, salí de la
cama y me senté en la mesa.

—¡Tus ojos son tan oscuros! —Exclamó Maria.

Miré al recipiente enfrente de mí, sintiéndome cohibida. Después de


una vida tratando de esconder mi cabello rojo así podía mezclarme, había
escapado del Domo solo para permanecer como una rareza.

Tomé un bocado del estofado de carne de oso. Tenía un sabor fuerte


y estaba duro. Tomé otro bocado. La comida era comida y estaba
hambrienta.

—Amo sus ojos. La hacen ver peligrosa y hermosa todo al mismo


tiempo —dijo Will dramáticamente—. Desearía verme así de peligrosa. Me
haría la mejor Protectora de todas.

Robé una mirada a Will. Su piel era negra y sus grandes ojos
redondos tenían una inusual sombra verde. Era difícil verla peligrosa.

Maria bufó.

—¿Tú? ¿Una Protectora?

—Seré tan buena como Jin. ¡Quizá incluso mejor!

—Necesitas tener autocontrol para ser una Protectora, Will —dijo


Jin-Sook.

—¡Tengo autocontrol! —dijo—. Cuando quiero —añadió por lo bajo.

—Lo que no es muy seguido —dijo Maria.

—Qué tal si le damos una oportunidad a Sunny de hablar —sugirió


Jin-Sook.

Las tres me miraron.

—No creo que tenga algo de qué hablar.

—Tu marido es algo lindo, de una forma extranjera —dijo Maria. Se


inclinó un poco más cerca, viéndose conspiradora—. ¿Es realmente un
esclavizador?

Jin-Sook casi se ahogó con su comida.


187

—¡Maria!
Página

—Oh vamos Jin. Tú también piensas que es lindo. —Maria sonrió.


Podría decir que Jin-Sook estaba tratando de no sonreír, pero sus
labios se curvaron a pesar de sus esfuerzos.

Will rodó sus ojos.

—Hablando de autocontrol —dijo sarcásticamente—. No les hagas


caso. Están locas, por los chicos. No tengo idea de por qué. Nunca me
casaré.

—Aunque no es un esclavizador, ¿cierto? —Preguntó Jin-Sook.

—No, no lo es. De hecho, estamos tratando de liberar a los esclavos.

La cabeza de Will giró repentinamente hacia mi dirección cuando


dije eso.

—¿En serio? —Una mirada de respeto apareció en sus ojos—. Deben


ser muy valientes.

—¿Cómo planean hacer eso? —Preguntó Jin-Sook.

—Necesitamos enviarle un mensaje a la Alianza, dentro del Domo. Si


las personas saben que la Tierra está bien, pueden luchar para salir.

—¿Qué es la Alianza? —Preguntó Jin-Sook.

Esa no era una pregunta fácil de responder. Una parte de mi sentía


que debía mantener esa información en secreto de mis captores, aun así la
otra parte se preguntaba si serían comprensivas. Una vez que Jack y yo
fuésemos entregados al General Powell, no habría nadie que apagara el
sistema de etiquetado. Nadie que tocara la puerta del Domo y les avisase al
Hoyo que su vida como esclavos había finalizado.

Respirando profundamente, volví a contar cómo fue que Jack y yo


nos casamos por lo que parecía la vez número cien. Mientras hablaba,
bajaron sus cucharas y escucharon atentamente. Las lágrimas aparecieron
en sus ojos cuando les conté de mi vida en el Hoyo... sobre cómo
arrastraron a mi padre afuera... acerca del sacrificio de Crystal. Y terminé
mi historia admitiendo que Jack y yo terminamos enamorándonos. Jin-
Sook y Maria suspiraron. Sin embargo, no les conté de Summer. Sabía lo
avergonzada que estaba de ser forzada a ser la amante del presidente. Su
secreto estaba a salvo conmigo.

—Aunque ahora están todos soñadores y enamorados y esas cosas,


aún van a liberar a los esclavos, ¿cierto? —Preguntó Will.
188

Negué.
Página

—Mañana seremos entregados al General Powell. Fallamos.


Las chicas cambiaron miradas silenciosas, la culpa y la simpatía
nublando sus rasgos.

—Quizás los Ancianos cambien de idea —dijo Maria. Su mano se


aproximó para cubrir la mía.

—Lo dudo —dije—. Entiendo por qué lo están haciendo. Quieren que
los secuestrados vuelvan sanos y salvos.

—Desearía que hubiese otra forma —dijo Jin-Sook.

—La hay —dije—. Escuché los gritos de la multitud pidiendo


justicia. Así que luchen. Recuperen a sus niños. Pero jugando con sus
reglas lo único que ellos van a hacer es traicionarlos.

La mano de Maria se retiró de la mía y Jin-Sook se sentó más


derecha.

—Nosotros siempre buscamos una solución pacífica para cada


conflicto que encontramos. Luchar es el último recurso y siempre si es
auto-defensa —explicó Jin-Sook.

—Sí, tampoco lo entiendo. —Aportó Will—. Pasamos la vida entera


aprendiendo a cómo luchar solo para que nos digan que no debemos
hacerlo.

—Nosotros no enseñamos a cómo luchar, enseñamos a defender. Si


quieres ser una Protectora algún día, tienes que saber eso, Will —dijo Jin-
Sook.

—Solo estoy diciendo, que cuando sea Protectora y los cazadores o


reclutadores vengan a merodear, les daré una razón para correr —dijo
Will.

—¿Cazadores y reclutadores? —Pregunté.

Jin-Sook asintió y elevó una cucharada de guiso. Levanté mis cejas,


mirando de una a la otra.

—¿No sabes lo que son? —Preguntó Maria.

Me señalé a mí misma.

—Acabo de salir de una montaña creyendo plenamente que los


humanos habían sido borrados de la faz de la Tierra.
189

—De acuerdo —dijo Jin-Sook—. Los cazadores son personas que


quieren matarnos y los reclutadores son personas que quieren
esclavizarnos.
Página
—Oh —dije. Esto no explicaba nada. Comprendía toda la cosa de la
esclavización, nací en esa vida. ¿Pero cazado?—. ¿Por qué los cazadores
quieren matarlos?

—Porque somos asiáticos —dijo Maria—. Bueno, nuestros


antepasados originales lo eran de todos modos. La historia cuenta que
después de las bombas, las pandillas buscando vengarse del enemigo que
nos bombardeó, marcó como objetivo a cualquier persona que luciera
remotamente asiática. Con el tiempo, las víctimas se agruparon para su
propia protección y buscaron un lugar para vivir en paz. Terminaron aquí.

Tal vez su historia tenía sentido para ella, pero no para mí.

—¿Por qué los asiáticos serían marcados como enemigos?

Jin-Sook me dio una sonrisa torcida.

—Realmente no lo sabes, ¿verdad?

Negué.

Puso sus codos sobre la mesa, cruzando los brazos, y se inclinó


hacia mí.

—Corea comenzó la guerra que casi acabó con la Tierra y hay


personas que todavía quieren venganza.

Mi boca se abrió con sorpresa antes de que pensara en controlar mi


reacción. La cerré rápidamente. Nunca se me ocurrió que alguien todavía
sería responsabilizado por la guerra. Siempre había aceptado que lo que se
hizo se hizo. No había nadie en la tierra para culpar. Es decir, hasta que
Jack me había dicho sobre el pecado original de los Holt. Pero en mi
mundo, los Holt eran culpables de mucho.

—Te ves sorprendida —dijo Maria.

Las tres me miraron, esperando a que dijera algo. Decidí que era
mejor para mí no divulgar lo que Jack me había dicho, que el General Holt
había engañado al Presidente Taylor en el lanzamiento de los misiles
nucleares hace trescientos años. No fue Corea la que empezó la guerra.
Probablemente no me creerían de todos modos.

—Supongo que lo estoy. ¿Si sus antepasados vivían aquí cuando


estalló la guerra, no significa eso que eran estadounidenses?
190

Jin-Sook asintió.

—Sí, lo eran. —Se encogió de hombros—. Las emociones se


Página

descontrolan cuando ves a todos los que has amado, a todos y a todo lo
que has conocido, ser destruidos. Está en la naturaleza humana querer
culpar y buscar justicia.

Conocía el sentimiento. ¿Cuántas veces había visto a mis seres


queridos golpeados o muertos en el Hoyo?

—Sus antepasados fueron cazados y asesinados, ¿ellos no quieren


culpar y buscar justicia?

Jin-Sook me miró seriamente.

—Nuestra nación fue construida sobre la creencia de que la paz no


se logrará a través del odio. Cuando el odio entra en nuestro corazón,
meditamos para encontrar el origen y abrir nuestras mentes a otra
alternativa.

No era que no estuviera de acuerdo con ella. Era un concepto


precioso. Pero claramente no había crecido en el Hoyo, siendo golpeada por
la menor infracción.

Las miré con una expresión tímida.

—No todos en su nación parecen asiáticos. —Con excepción de Jin-


Sook, dije para mis adentros.

La delicada forma de sus ojos ámbar y su tez blanca rememoraban a


las personas que había visto en las películas. Maria tenía el cabello
castaño claro y ojos grandes de color marrón con un tono de piel oliváceo.
Y luego estaba Will, una de las personas más impresionantes que jamás
había visto. Su suave piel oscura enmarcaba sus ojos verdes.

—Cualquier persona que adopta nuestra filosofía pacífica es


bienvenida a unirse a nuestra nación —dijo Jin-Sook.
—Al igual que mis bisabuelos —dijo Maria—. Encontraron la nación
por accidente, porque no sabían lo suficiente como para mantenerse
alejados de la montaña. No todos conocen las leyendas.

—¿Las leyendas? —Pregunté. Entonces me acordé de lo que el


General Powell había dicho, que la montaña estaba embrujada y los
protegía de los hombres malos.

Will abrió sus ojos aún más grandes mientras asentía.

—Pero solo una leyenda que se ha mantenido realmente… Yugo. Es


191

un monstruo de las tierras quemadas.

Mis pensamientos se dirigieron al presidente Holt y no pude evitar


Página

pensar que esa leyenda en particular realmente no era demasiado


inverosímil.
—¿Así que la escalofriante montaña mantiene a los cazadores
alejados? —Pregunté.

Maria asintió.

—A veces los reclutadores pasan por aquí… no tienen miedo de


nada, pero por lo general vivimos sin ser molestados. Cuando vienen,
sabemos que la mejor defensa es no estar allí.

Pasó sus dedos a lo largo de su brazo pintado.

—¿Es por eso que se pintan?

—No es pintura, es pigmento —dijo Will.

—Aprendimos de los animales, de cómo se mezclan con lo que los


rodea y nos enseñaron desde pequeños a quedarnos muy quietos —dijo
Jin-Sook.

—Puedo estar quieta por más tiempo en los entrenamientos —dijo


Will—. Nunca nadie me encuentra en el bosque.

—Nadie quiere encontrarte —dijo Maria. Will le sacó la lengua.

Me acordé de la caminata aquí, de cómo caminaban sobre las rocas


y raíces de árboles, dejando apenas un rastro detrás de ellos. De hecho,
todo su barangay estaba construido en roca, escondido del mundo
exterior. Habían aprendido a vivir en secreto.

—¿Es por eso que todos están vestidos igual, para mezclarse y
ocultarse?

Maria me miró, inclinando su cabeza hacia un lado.

—¿Puedo hacerte una pregunta personal, Sunny?

Asentí.

—¿Por qué te vistes así?

Miré a mi camiseta, pantalones cortos y botas de trabajo. Estaban


sucios y necesitaban un buen lavado.

—Supongo que estoy algo sucia. Jack y yo hemos estado huyendo


desde hace un tiempo.
192

—No, me refiero a que muestras tus... um... curvas femeninas. Las


personas pueden decir que eres una mujer —dijo Maria casi en un
susurro.
Página

—Soy una mujer —dije.


—Sin embargo, no debes dejar que las personas sepan que lo eres —
dijo Will—. Los reclutadores les hacen cosas malas a las mujeres.

—¿Quiénes son los reclutadores?

—Las pandillas enviadas por Ryder para reclutar a los hombres en


sus ejércitos —dijo Jin-Sook—. Lo único para lo que le sirven las mujeres
es para violarlas o para tomarlas como esposas del campamento.

El General Powell había hablado con Jack acerca de hombres que


llamaba señores de la guerra. Me pregunté si Ryder era uno de ellos.

—Así que es por eso que todos visten igual. —Reflexioné. Las tres me
miraron y me di cuenta de que había dicho eso en voz alta—. Lo siento,
pero solo puedo distinguir a las mujeres de los hombres de cerca.

—Esa es la manera en la que lo queremos —dijo Maria.

La boca de Will se abrió mientras miraba a Maria.

—Durante el torneo de primavera estabas haciendo todo lo posible


para mostrar tus curvas femeninas delante de Dre. —Will juntó sus manos
y las apretó cerca de su mejilla—. ¡Oh Dre, mírame! ¿No soy hermosa?

Maria miró a Will con disgusto.

—¡No me veía así!

—Sí lo hacías. —Intervino Jin-Sook—. Fuiste descarada.

Sus bromas sin preocupaciones acerca de chicos me hicieron pensar


en Summer de nuevo y cómo siempre pasábamos el tiempo en el trabajo
hablando de chicos. Una punzada de dolor me golpeó. Probablemente
nunca la vería de nuevo.

—Lo siento, Sunny. No queríamos molestarte —dijo Jin-Sook.

Me tomó un momento registrar que una lágrima había corrido por


mi mejilla. Me la sequé.

—Estamos siendo muy desconsideradas, probablemente estás


preocupada por tu marido. Oye, ¿por qué no van ustedes dos para ver
cómo está y para que sepa lo que está haciendo?

Will fue la primera en saltar fuera de su silla.


193

—Puedo hacer eso sola.

—Vas con Maria o nada —dijo Jin-Sook firmemente.


Página
Willow inhaló aire por la nariz y lo soltó en un suspiro dramático,
pero siguió a Maria fuera de la habitación.

—Lo siento, supongo que nos vemos atrapadas en nuestras propias


vidas. Me doy cuenta de que tu vida no es tan genial en este momento. —
Me sonrió débilmente y empujé mi cuenco—. Debes extrañar a toda tu
familia y amigos del Domo.

Extrañaba a mi familia y a mis amigos... es decir, si me queda


alguna familia en el Domo. No sabía si mi padre estaba vivo o no. Y parecía
que nunca iba a tener la oportunidad de averiguarlo. Mañana volvería con
la burgué y mi vida habría terminado. Todos a los que amaba morirían
porque fallé. Si pensaba demasiado tiempo en eso, el remordimiento
comería hasta la poca cordura que me quedaba.

—¿Qué es un Protector? —Pregunté.

Se veía como si estuviera a punto de decir algo, pero decidió no


hacerlo. En cambio, puso una sonrisa en su rostro, aunque parecía un
poco triste para mí. Respiré por el nudo estrechando mi garganta.

—Los Protectores son los elegidos para defender a nuestra nación.


Cada primavera, los barangayes se reúnen para el torneo anual donde los
guerreros son evaluados por su fuerza, agilidad, técnica de combate e
inteligencia. Solo los mejores de los mejores son elegidos como Protectores.

—¿Eres una Protectora?

—Sí. Lo he sido durante varios años.

Estudié su rostro, tratando de discernir su edad. ¿Veinticinco tal


vez? Era difícil de decir.

—¿Te gusta?
—Sí. Se necesita mucha disciplina, pero la recompensa es grande.

—¿Y qué hay de la familia? ¿Tienes hijos? —Pregunté. Jin-Sook


parecía un poco incómoda con mi pregunta—. Lo siento. No quería
entrometerme.

—No, está bien —dijo. Sus rasgos de repente parecían frágiles. Tal
vez había tocado un tema que no debía—. Estaba comprometida con
alguien que pensé que era un hombre honesto. —Trató de sonreír, pero
una lágrima resbaló por su mejilla. Furiosa, se la frotó. Me regañé a mí
194

misma por mi estupidez en tocar un tema delicado—. Pero siempre hay un


torneo el próximo año, ¿no?
Página

—Um, bien —dije. No tenía ni idea de lo que estaba hablando.


—Hablo como si nos conocieras —dijo en tono de disculpa—.
Conseguir permiso para casarse no es fácil. Nos animan a casarnos fuera
de nuestro barangay para fortalecer los lazos entre nuestros pueblos. Así
que el torneo de primavera es muy importante para nosotros. No es solo
una oportunidad de convertirnos en Protectores, sino que es el momento
de encontrar una pareja. Una vez que dos personas deciden casarse, su
historia familiar es trazada para garantizar la diversidad genética y luego
se debe esperar la aprobación del consejo. Diego y yo fuimos por todo eso y
más tarde descubrí que estaba enamorado de otra persona. Alguien de su
propio barangay.

—¿Diego? —Pregunté—. ¿Era el hombre que nos guió a Jack y a mí


aquí?

Jin-Sook asintió.

—Su hermano menor fue uno de los tomados por la burgué.

—Eso explica por qué estaba tan molesto.

—No deberían haber permitido que vaya. —Se frotó la humedad de


sus mejillas—. Y no necesito verlo de nuevo.

No sabía por qué me sentía tan mal por esta mujer que era mi
guardia, pero lo hacía.

—Creo que eres una buena persona. No te merecías eso.

Trató de sonreír, pero sus labios se curvaron hacia abajo.

—También tú, Sunny. Realmente desearía que hubiera algo que


pudiera hacer para ayudarte.

—Tal vez puedas. Cuando me haya ido, convence a tu nación para


liberar a mi pueblo. Si sé que tienen una oportunidad, no me sentiré tan
mal cuando sea ejecutada.

—¿Los esclavistas nos cazarán también?

Miré pensativamente a Jin-Sook, preguntándome cómo iba a tomar


la noticia. El presidente Holt los aniquilaría a todos por la misma razón
que planeaba matar a todos en el Hoyo: para mantener puras las líneas de
sangre.

Asentí.
195

—Sí. Los consideran bárbaros.

Se habían revelado muchas verdades entre nosotras, pero esta


Página

parecía tener el mayor impacto en Jin-Sook. Dejó caer su rostro entre sus
manos. Comprendí cómo se sentía. Estaba muy familiarizada con la
pesadez de la carga que le había dado.

Levantó su cara llena de lágrimas para mirarme.

—Te juro que haré todo lo que pueda.

Maria y Will volvieron a entrar en la habitación, sus peleas


interrumpieron el estado de ánimo sombrío que se había instalado entre
nosotras. Jin-Sook y yo nos secamos las lágrimas de nuestros ojos.

—Tu marido está bien. Está... um... —Will dudó.

—Durmiendo. Está durmiendo. —Intervino Maria.

Las miré sospechosamente.

—¿Quieres decir que está sedado?

Maria se encogió de hombros.

—Es solo un sedante suave. Estará completamente descansado para


la caminata de mañana.

Me mordí la lengua contra el comentario enojado que quería


escupir. ¡Cómo se atrevían a tocar a Jack!

—Hablando de mañana, es mejor que descanses —dijo Jin-Sook—.


Nos quedaremos contigo esta noche.

—Tomaré la primera guardia —dijo Will.

—¡Willow! —Amonestó Jin-Sook.

Mi labio se retorció con ganas de enroscarse en una mueca.

—Está bien. Soy una prisionera.


Todas lucían un poco culpables cuando me levanté de la mesa. Volví
a la esquina oscura donde estaba la cama y me acosté de espaldas.
Mirando el techo de madera, empecé a contar el número de nudos en cada
tablón... cualquier cosa para evitar pensar en mañana. Pero los
pensamientos de fallar al Hoyo se estrellaron en las barreras emocionales
que había levantado y estaba consumida con la desesperanza.

—Buenas noches, Sunny —dijo Jin-Sook.


196

Dándome la vuelta, le di la espalda al trío. Tal vez debería haber


luchado con ellas en lugar de hacernos amigas. Quizás me habrían
Página

sedado, también.
Capitulo 20
El olor de la comida me trajo de vuelta al presente. Realmente no
había dormido, pero en algún momento me había dejado mesmerizar por el
muro en frente de mí. Rodé sobre mi espalda. Maria era la única otra
ocupante de la habitación.

—Estaba a punto de despertarte. Están esperando. —Ella sostuvo


un recipiente frente a mí.

Me bajé de la cama y acepté el recipiente, sabiendo que era


probablemente mi última comida. No sabía mal, pero la comida se dejó
caer en mi estómago como una piedra y se agitó por las náuseas.

—No tengo hambre —le dije, devolviendo el recipiente.

Maria asintió.

—Tenemos que irnos, entonces.

Jack ya estaba en el patio flanqueado a ambos lados por los


Protectores. Era lo único que podía hacer para contenerme de correr a él.
El ceño fruncido en su rostro se fundió en una disculpa cuando sus ojos
se posaron en mí. Sospeché que se sentía mal porque no poder luchar por
una manera de salir.

—¿Estás bien? —Preguntó.

Asentí con la cabeza.

—Preocupada por ti.

Un montón de gente se había reunido para vernos partir. Muchos de


ellos estaban armados con arco y flechas, lanzas y cuchillos enfundados
en sus cinturones. Supuse que eran los Protectores que Dena había
ordenado supervisaran el trato.

Cuando los Ancianos salieron de una cueva, la multitud se abrió


para dejarles pasar. Jin-Sook caminaba junto a Dena pero se separó de la
tropa a mi lado. Me dio una sonrisa alentadora.
197

Dena dio un paso adelante, una mirada de respeto en sus ojos.

—Jin-Sook me ha hablado mucho acerca de ti y tu gente. Por favor


créeme cuando digo que me gustaría que hubiera otra manera.
Página
Le di una breve inclinación de cabeza en reconocimiento. Sus
sentimientos no nos iban a salvar del Hoyo más de lo que iban a salvarnos
a Jack o a mí.

—Al general Powell no le importa realmente ella —dijo Jack—. Soy yo


al que quiere. Yo soy el que le disparó. Por favor, que se quede aquí con
ustedes.

Aprecié lo que Jack estaba tratando de hacer. Realmente lo hacía.


Pero si realmente pensaba que me iba a quedar atrás, incluso si se le
concedía su petición, él no me conocía muy bien.

—El general los pidió a los dos. Lo siento —dijo Amini.

—Al menos déjame despedirme de él —dije.

Amini se volvió hacia los otros Ancianos. Dieron un gesto de


aprobación. Los guardias soltaron a Jack.

Corrí y lancé mis brazos alrededor de su cuello. Él me abrazó tan


fuerte que mis pies dejaron el suelo.

—Vamos a encontrar una manera de salir de esta. Nosotros siempre


lo hacemos —susurró Jack.

Una risa nerviosa escapó de mis labios.

—¿Quieres decir que no tienes un plan?

—Me drogaron anoche. No tuve tiempo para llegar a uno.

—Se ve bastante mal, sin embargo.

—Mantén tus ojos en mí hoy. Si veo una oportunidad de liberarme,


alístate para seguir mi ejemplo. —Asentí con la cabeza en su hombro.

—Es hora de irse —dijo alguien, tirando del brazo de Jack.

De mala gana, dejé caer mis brazos y di un paso atrás. Dos guardias
lo instaron a seguir. Jin-Sook se acercó a mi lado, poniendo una mano en
mi hombro. A pesar de que ella era mi Protectora, me sentí aliviada de
tener una presencia familiar acompañándome hasta mi final.

Todos nos presentamos fuera del patio y bajamos el camino


pedregoso hasta debajo del suelo. Jack se vio obligado a mantener su
posición en primera línea y lo seguí a una corta distancia por detrás.
198

Volviendo la mirada, me quedé sorprendida por el flujo constante de


Protectores armados que todavía salían del barangay. Cuando llegamos a
la tierra, se extendieron alrededor de nosotros y desaparecieron en el
Página

bosque.
Durante la mayor parte de nuestra caminata, nos quedamos en el
denso bosque. Caminando por traicioneras raíces de árboles y rocas que
sobresalían por todas partes y sin embargo nuestros captores se
deslizaron por el bosque sin esfuerzo. Más de una vez tropecé, y cada vez
que lo hice, Jack se detuvo para mirarme. Siempre le instaron a
mantenerse en movimiento.

—Él está preocupado por ti —dijo Jin-Sook en un susurro.

—Estoy preocupada por él también —susurré.

—Naoki no le hará daño.

Supuse que Jin-Sook se refería al hombre al lado de Jack. Él no era


tan alto como Jack, pero era delgado y se veía serio. Un arco colgaba de su
espalda y cuchillos estaban enfundados a ambos lados de sus piernas.
Eché un vistazo a los pantalones de Jin-Sook y vi que llevaba cuchillos
también.

Cuando nos acercábamos a nuestro destino final, nuestros captores


desaceleraron. Parecían abrazar los árboles, deteniéndose de vez en
cuando para estar de pie inmóviles y escuchar los sonidos a su alrededor.
Los pájaros cantaban, un arroyo cercano balbuceaba y en algún lugar en
la distancia sonó un graznido. Un miembro de nuestro grupo hizo una
pausa y repitió la llamada. Este fue el sonido que había escuchado cuando
Jack y yo nos aventuramos fuera de la cueva, justo antes de que fuéramos
capturados.

En silencio, continuamos moviéndonos a través del bosque. Naoki


dio una señal y todos nos movimos apretándonos a los árboles de nuevo.
Nos quedamos quietos escuchando, solo que esta vez no hubo canto de los
pájaros. Jin-Sook y Naoki nos empujaron a Jack y a mí a un denso
arbusto, mientras que el resto de nuestro grupo se mezcló en los árboles.

En unos momentos escuchamos el sonido de pies crujiendo por el


suelo del bosque. El sonido no era muy lejano y estaba cada vez más
cerca. Jack parecía preocupado. Se trasladó para tener una mejor vista y
Naoki le lanzó una mirada de advertencia. Jack señaló dos dedos a los ojos
y luego volvió los dedos hacia el sonido. Naoki asintió.

Desde mi punto de vista, era difícil ver al intruso, pero quienquiera


que fuese, no era consciente de nuestra presencia. Esperamos hasta que él
se hubiera ido lejos antes de que Naoki por casualidad dijera en una
conversación en voz baja.
199

—Ese fue uno de tus soldados —dijo a Jack.


Página

—¿Tenemos que ir sobre esto de nuevo, Naoki? No soy uno de ellos


—dijo Jack airadamente—. Ese fue un francotirador. Él irá a tierras altas,
donde tenga una bella vista y apuntará con un rifle hacia nosotros durante
el intercambio. Mi conjetura es que hay más de un tirador. Debes hallarlos
y ponerlos fuera de servicio antes del intercambio.

La expresión de Naoki era dura. Me acordé de que Jin-Sook dijo que


solo utilizaban la violencia en defensa propia.

—Al menos que alguien los observe —Jin-Sook le dijo a Naoki.

—No me gusta esto —dijo Naoki—. Tal vez deberíamos volver.

—Los Ancianos no estarán contentos si volvemos con estos dos en


vez de nuestra propia gente —dijo Jin-Sook.

—No confío en ellos —dijo Naoki.

—Esa es la cosa más inteligente que te he oído decir —dijo Jack.

—No te daré un voto en esto —espetó Naoki.

—Sé cómo piensan —respondió Jack.

—Por favor, escúchenlo —dije—. Él puede ayudar.

—¡No voy a recibir órdenes de los prisioneros! —Dijo Naoki. Él se


movió incómodo, obviamente agitado. Haciendo caso omiso de nosotros,
miró directamente a Jin-Sook—. Lo haremos a tu manera, Jin. Enviaré a
alguien para mantener un ojo en los tiradores.

Dejamos los arbustos, y Naoki envió a alguien para transmitir su


mensaje al invisible ejército de Protectores.

—¿Cómo de lejos estamos del lugar de reunión? —Preguntó Jack.

—Al otro lado de la cordillera —dijo. Hizo un gesto para que nosotros
siguiéramos moviéndonos.

Jack miró a su alrededor. Lo conocía lo suficiente como para saber


que él estaba evaluando nuestra situación para ver si había una salida. No
la había. Diez guardias caminaron con nosotros y por lo menos cuarenta
más se deslizaban silenciosamente por el bosque, armados con flechas,
cuchillos y dardos.

Conforme nos acercábamos al extremo del bosque, pude ver tres


jeeps estacionados en un claro. Había al menos una docena de soldados
fuertemente armados. Dos oficiales estaban de pie junto a uno de los
200

vehículos, mientras que los otros soldados patrullaban la zona, fusiles


listos.
Página
—Hay más en alguna parte —susurró Jack—. No hay manera de que
solo doce vinieran a este espectáculo.

—¿Dónde están los rehenes? —Preguntó Naoki.

—Ahí —dijo Jack, señalando a dos personas sentadas en la parte


trasera de un jeep.

—Esos son solo dos —dijo Jin-Sook.

—No me gusta esto —dijo Jack—. Déjame ir allí por mi cuenta y


negociar el intercambio.

—¡No! —Casi grité—. No irás allí solo.

—Sunny, no me van a matar. Apuesto que ya enviaron a alguien al


Domo para decirle a Holt que disparé a Powell, así que por ahora saben
que soy un traidor. El presidente me querrá vivo para enfrentar el tribunal.
Tiene que acusarme con el fin de acusar a mi familia de ser simpatizantes.
Soy una pieza crucial de su plan para influir en las otras familias para
tomar medidas contra el Hoyo.

—No lo sabes a ciencia cierta.

—No, no estoy cien por cien seguro, pero estoy el noventa y nueve
por ciento seguro. —Negué con la cabeza y Jack me agarró por los
hombros—. Tú no eres importante para ellos, Sunny. No dudarán en
matarte. No puedes ir ahí. —Se volvió hacia Naoki—. No dejes que esto
suceda.

—Voy a mantenerla conmigo —Jin-Sook le dijo a Naoki—. Hay solo


dos de los nuestros visibles. Solo deberíamos darles la mitad del comercio
prometido, también.

Naoki flexionó sus manos en puños, con los nudillos blancos. Una
capa de sudor brillaba en su frente. Mordiéndose el labio inferior, nos miró
a Jack y a mí pensativo, y luego volvió su atención sobre Jin-Sook.

—Tomaré solo a Jack y tú te quedas con ella. No sé dónde están los


otros dos, pero voy a negociar por ellos. Cuando los saquen, ven con
Sunny.

Negué con la cabeza de nuevo.

—No, no sucederá así. Me quedo con Jack.


201

—No es tu decisión hacerlo —dijo Naoki con voz dura.

—Si crees que voy a sentarme aquí, estás...


Página
—¿Puedo tener un minuto con ella? —Preguntó Jack a Naoki.

A regañadientes, dio su consentimiento.

Jack me llevó a unos pasos lejos del grupo, pero uno de los guardias
nos dio una advertencia con su lanza y no fuimos más lejos. Jack puso
sus manos sobre mis hombros y apoyó su frente contra la mía.

—No soy yo el que me preocupa —dijo en voz baja—. Ellos no


dudarán en matarte a ti, a Naoki o Jin. Pero sé que me van a tener en
custodia y me entregarán a Holt. Deja que me lleven. Incluso podría ser la
oportunidad que necesitamos para volver al interior del Domo.

No estaba dispuesta a admitir la derrota. No podía sentarme aquí y


verlo arriesgar su vida solo. No quería estar en este mundo sin él.

—Holt me quiere, también. Oí a Leisel decirle a su novio que quiere


darle a su padre la pareja completa. Ellos nos entregarán a ambos y luego
ambos podremos volver adentro. —Me moví para poder mirarle a los ojos—
. Somos un equipo… permanecemos juntos.

Su débil sonrisa me dijo que entendía.

—Esta vez tengo que hacerlo por mi cuenta.

Eso no era lo que esperaba oír.

—Jack, no —dije—. Puedo hacer esto también. Lo más importante es


que nos quedemos juntos. Si consiguen separarnos...

—Tenemos que irnos —interrumpió Naoki. Estaba de pie junto a


nosotros.

—Voy a volver a ti tan pronto como pueda —prometió Jack. Él me


abrazó fuertemente.

—¡No! —Grité.

Sin darme la oportunidad de decir algo más, Jack se volvió y salió de


la seguridad del bosque. Naoki estaba justo detrás de él y los otros
Protectores de nuestro grupo se apresuraron a ponerse en posición con
sus arcos.

Los soldados los vieron tan pronto como entraron en el claro.


Detuvieron sus pasos y apuntaron sus armas a las dos figuras que se
202

acercaban. Mi corazón se movió a mi garganta. Toda la escena era


demasiado surrealista para comprender. El miedo me instaba a tomar
medidas, pero mi cerebro todavía no estaba seguro de qué medidas tomar.
Página

Miré el arco de Jin-Sook, a pesar de que no sabía cómo usarlo.


—Prepárate. Ellos nos traicionarán. Siempre lo hacen —dije.

—Si algo le pasa, quédate conmigo. Elegimos este lugar porque


tenemos una vía de escape.

—Yo no voy a ninguna parte sin Jack. —Corrí detrás de una roca en
el borde del bosque.

Jin corrió tras de mí.

—No es seguro aquí —dijo, de cuclillas a mi lado.

—Más seguro que donde están. —Señalé a Jack y Naoki.

Dos soldados armados entraron al encuentro de la pareja, mientras


que el resto del pequeño ejército inspeccionó el extremo del bosque con el
alcance de sus rifles. Me metí más apretadamente detrás de la roca. La voz
de Jack llamó a uno de ellos y me asomé a lo que estaba sucediendo. Los
dos soldados marcharon hasta Jack y Naoki para estar delante de los
oficiales. La negociación había comenzado.

Jack parecía estar haciendo un montón de conversación y me


hubiera gustado que estuviera lo suficientemente cerca como para oír lo
que estaba diciendo. Los oficiales parecían molestos. El más alto de los dos
sacudió vigorosamente la cabeza e hizo un gesto a uno de los soldados y a
los dos rehenes. El soldado sacó una pistola y apuntó a los cautivos.

—Voy a bajar allí.

—¡Sunny! —Jin-Sook me agarró la mano—. Ellos no han dado una


señal.

—Yo diría que ese soldado apuntando con un arma a los rehenes es
una gran señal.

Jin se mordió el labio inferior, mirando de mí a la escena que


teníamos ante nosotros.

—Sabes que tengo razón.

Ella asintió con la cabeza.

—Bien.

Cuando me acerqué a ellos, la mueca en el rostro de Jack me dijo


exactamente lo que pensaba de mis actos heroicos. Los dos rehenes fueron
203

sacados de la parte trasera del jeep y llevados adelante. Se quedaron


parados, con las manos atadas a la espalda, viéndose aterrorizados. Los
otros dos no estaban por ningún lado.
Página
—Esa es una pequeña pobretona muy buena. ¿Sabes quién es el
jefe? —Dijo el oficial más alto—. Es una lección que los bárbaros tienen
que aprender.

—Déjalos en paz, Anderson —dijo Jack—. No nos ocultaban. Ellos


solo hacen su trabajo por ti después de que capturaste a cuatro de
sus niños. Se los debes.

—Ahí es donde te equivocas, Jack. Están en nuestro valle en busca


de protección en nuestra montaña. A mi modo de ver, ellos nos deben,
¿pero entienden eso? —Anderson arqueó una ceja a Naoki.

—No te hemos hecho nada —dijo Naoki.

—No estoy de acuerdo. Les hemos dado protección y nos pagan con
el robo de nuestro ganado y ocultan traidores.

—No hemos robado su ganado. Intercambiamos. Tu pueblo estaba


enfermo con la gripe y la bolsa de hierbas que dejamos trabajó en la cura.

—No necesitamos tus malditos brebajes bárbaros. Mira a tu


alrededor, muchacho. ¿No reconoces el poder cuando lo ves? —Demandó
Anderson.

Naoki contrajo su labio de nuevo en una mueca de desprecio.

—No tienen idea de lo poderosos que somos, así que déjalos ir —dijo
Jack—. Me tienen a mí y a la chica. Hagan el intercambio.

Anderson miró a uno de sus soldados y dio una breve inclinación de


cabeza. Mientras empujaban a los dos rehenes hacia nuestro grupo,
algunos soldados fueron a la parte trasera de un jeep y tiraron sacos de
tela sobre sus hombros. Descuidadamente, los arrojaron en el suelo por
los pies.
—El general Powell envía sus saludos —dijo Anderson, pateando las
bolsas—. Esta es la última advertencia.

Los sacos estaban húmedos de sangre. Con horror me di cuenta de


estos eran los otros dos rehenes. Un grito retorcido surgió de Naoki. Antes
incluso de que viera su mano moverse, un cuchillo se alojó en el pecho de
Anderson.

—¡Corran! —Gritó Jack mientras agarraba la pistola del oficial


aturdido de pie junto a Anderson.
204

Una flecha silbó en el aire y golpeó a uno de los soldados de pie


junto a los rehenes. El otro soldado corrió a esconderse. Una bala de un
Página
tirador oculto rebotó en el suelo duro y seco cerca de mis pies, esparciendo
polvo.

Los rehenes estaban a la intemperie, con las manos atadas a la


espalda, sin saber qué camino tomar para protegerse.

—¡Vayan por los árboles! —Les dije, señalando.

Un enjambre de flechas salió volando del bosque, se arqueó en el


aire, y luego corrió hacia el suelo. Los soldados se dispersaron,
cubriéndose bajo los jeeps.

Empujando a los rehenes para que se pusieran en marcha, los insté


fuera del rango de las flechas. Agachándome detrás de un peñasco,
deshice sus ataduras. Una bala pasó por delante de nosotros, demasiado
cerca para mi comodidad. Recorrí el horizonte, en busca del tirador, pero
no vi a nadie. Mientras buscaba, una ráfaga de balas traspasó el jeep más
cercano a Jack. Un soldado le saltó por detrás y ambos cayeron al suelo.
Mi respiración se detuvo mientras miraba, esperando que no hubiera sido
alcanzado por una bala o flecha. Pero Jack seguía moviéndose y
consiguiendo ventaja.

Dos soldados estaban sobre Naoki. Mientras uno se apoderaba de él


por detrás, Naoki lo usó como palanca para impulsar los dos pies en el
pecho del otro soldado. Cuando sus pies tocaron el suelo, se agachó y pasó
al soldado sosteniéndolo sobre su cabeza. Él desenvainó su cuchillo. Me di
la vuelta.

A pesar del caos pasando a mí alrededor, registré el sonido de más


vehículos.

—Están viniendo más —le dije a los rehenes.

—Vamos —dijo uno de ellos.

Pero él no se dirigió a los árboles. En su lugar, cruzó el campo de


batalla. Lo seguí, gritando para que Jack viniera con nosotros. El soldado
del que se había ocupado yacía inmóvil en el suelo. Dos soldados más
estaban trabajando la manera de salir de debajo del jeep. Naoki le hizo
algo al soldado que estaba luchando y el hombre cayó.

Jack corrió hacia mí, agarrando mi mano.

—¡Naoki! —Gritó, mientras nos íbamos.


205

Los dos rehenes se estaban moviendo rápido y corrimos rápidamente


para alcanzarlos. Mis pulmones gritaban por más oxígeno, pero el sonido
de los disparos y el agarre de Jack me mantenían en marcha. Delante de
Página

nosotros vi que el prado llegaba a un final abrupto. Con una sensación de


hundimiento, me di cuenta de que estábamos atrapados. No necesité mirar
atrás para saber que estábamos siendo perseguidos. No teníamos tiempo
para subir por una montaña.

Los rehenes seguían corriendo a toda velocidad, a pesar de que se


estaban quedando sin tierra. Tal vez tenían un escondite más adelante.
Cuando una bala pasó por delante de nosotros, Jack aceleró, tirando de mí
con él.

Entonces los rehenes desaparecieron... justo fuera del borde.

Jack no se detuvo. Traté de tirar hacia atrás, pero su agarre se


apretó.

—¡NO! —Grité mientras corríamos hacia el borde.

Y luego nos quedamos en el aire.

Jack trató de mantener su control sobre mi mano, pero nos


separamos al minuto en que nuestros pies dejaron la seguridad del suelo.
Debajo de mí, el agua se precipitaba por la montaña, enviando un rocío
mientras se enroscaba alrededor de rocas. Un pensamiento me vino a la
cabeza: no sabía nadar.

Primero el agua golpeó mis pies y luego estaba completamente


sumergida en la fría y profunda oscuridad. El pánico me dijo que empezara
a arañar mi camino de regreso a la superficie. Di una patada salvajemente
y levanté los brazos hacia la luz y tiré con más fuerza. El río no se detuvo
por mí, continuando su carrera por la montaña, arrastrándome junto con
él.

Cuando salí a la superficie, tragué agua en busca de aire. A pesar de


que el sol resplandecía en mis ojos sin protección, vi una roca que
sobresalía del agua por delante de mí. Usé mis pies para impulsarme lejos
de ella.

El agua lavó sobre mi rostro, ahogándome. Desesperadamente, rodé


sobre mi estómago en un intento de mantenerme a flote. Traté de
encontrar a Jack, pero todo lo que podía ver era el río terminando.

¿Cómo podía solo terminar?

Cuando estuve sobre el borde, mi cuerpo cayó como una piedra. El


agua caía sobre mí mientras descendía. Grité, pero el rugido de la cascada
cortó cualquier sonido que pudiera hacer. Entonces me sumergí de nuevo
206

en el silencioso mundo acuático.

Supuse que rompería a la superficie, como lo hice la primera vez que


Página

golpeé el agua, pero la corriente se arremolinaba alrededor de mí,


sujetándome. Abrí los ojos y busqué en las oscuras profundidades por un
rayo de luz para decirme la dirección de la superficie. No estaba segura de
en qué camino había terminado, pero debía estar por encima de mí. Eso
tendría sentido. Pateando con mis piernas y moviendo mis brazos, traté de
llegar a la superficie.

El impulso de respirar era abrumador. Demasiado tarde, me di


cuenta de que gritar en el fondo había empujado la mayor parte del aire
fuera de mis pulmones.

Levanté los brazos y los agité de nuevo, impulsándome a mí misma


hacia adelante. El poco oxígeno que había en mis pulmones escapó. Me
moví a través del agua de nuevo. Mis brazos se sentían como su tuvieran
pesos adjuntos. Di una patada con mis piernas.

Por reflejo, respiré.

En lugar del oxígeno que mi cuerpo estaba desesperadamente


buscando, agua quemó su camino por mi garganta y mis pulmones. Mi
cerebro le dijo a mis piernas que se movieran, para mantenerme en
dirección a la superficie, pero todos mis músculos se sentían débiles. Se
relajaron. Ellos no querían moverse. Ya no tenía control sobre mi cuerpo.
Con un sobresalto, me di cuenta de que me estaba muriendo.

Lamentos presionaron en mí más fuertemente de lo que el agua


llenaba mis pulmones. No estaba dispuesta a irme todavía. El Hoyo
todavía me necesitaba... y todavía necesitaba a Jack. Una imagen de su
rostro apareció en mi cabeza. Deseé que mis extremidades se moviesen,
para encontrar la superficie, pero no se movieron.

Me sentí extrañamente tranquila mientras flotaba en mi mundo sin


peso, la imagen de Jack convirtiéndose en un recuerdo feliz.

Cerré los ojos.


207
Página
Capitulo 21
Algo pesado en mi pecho me arrastró de vuelta al mundo real. El
agua subió por mi garganta, impidiéndome tomar el aliento que mi cuerpo
tanto ansiaba. Manos tomaron mi cabeza, mientras se derramaba de mi
boca. Intenté jadear por aire, pero todo lo que pude hacer fue ahogarme.

—¡Respira! —Me gritó alguien. Más agua se escapó de mi cuerpo. Por


último, di un largo y profundo suspiro—. ¡Oh, gracias a Dios! —dijo Jack.

Acunó mi cabeza contra su pecho mientras que aprendí a respirar de


nuevo. Estábamos en una cueva, el rugido del agua a todo volumen en el
espacio cerrado. Una cortina de agua cubriendo la entrada caía en una
piscina de poca profundidad.

—Yo no sé nadar —dije. Mi voz sonaba ronca.

Jack trató de sonreír, pero no pudo.

—Ahora lo sé. —Él apretó sus labios contra mi frente—. Perdí mi


agarre cuando saltamos. Traté de volver a ti, pero la corriente era
demasiado fuerte.

—No es tu culpa.

—Naoki estaba justo detrás de nosotros. Él te sacó. —Jack le dio al


hombre un gesto de agradecimiento.

Seguí su mirada. Naoki y los dos rehenes que me miraban.

—Gracias —le dije.

—Yo soy el que debería darte las gracias. Esos soldados los habrían
matado si no te hubieras entregado tú misma —dijo Naoki.

—¿Están bien? —Pregunté.

—Solo están asustados, ¿verdad? —Preguntó Naoki al par. Ellos


asintieron, sus ojos muy abiertos y redondos. No podrían tener más de
doce o trece años.

Una cabeza emergiendo de la piscina poco profunda llamó la


208

atención de todos. Era Jin-Sook. Hizo una pausa por un momento,


mirando a nuestro grupo irregular. Cuando sus ojos se posaron en los dos
rehenes, su labio inferior tembló. Recordé que dijo que el hermano de
Página

Diego fue uno de los que fueron tomados y supuse que no estaba aquí.
Ella se salió fuera de la piscina.

—Sunny, ¿estás bien?

—Ella no sabe nadar —dijo Naoki.

Genial. Era la única que casi se ahogó durante nuestra espectacular


escapada de la burgué. Vergüenza aceleró mi recuperación. Me empujé de
los brazos de Jack y me paré en mis tambaleantes piernas.

—Estoy bien —le dije. Jack se irguió junto a mí, poniendo su brazo a
mi alrededor. Aprecié el apoyo.

Jack miró a Jin-Sook.

—¿A qué distancia están?

—No tanta. Debemos permanecer aquí hasta que desaparezcan de la


zona —dijo Jin.

—¿Y dónde exactamente es "aquí "? —Preguntó Jack. Señaló la


cortina de cascada—. ¿Esa es la única manera de salir?

—Sin una antorcha la es —dijo Naoki—. Hay una entrada a las


cavernas por allí. —Señaló el fondo de la cueva.

Mi interés se despertó.

—¿Cavernas? —Abandoné la comodidad estabilizante del brazo de


Jack para hacer mi camino hacia la parte posterior.

—¿Adónde vas? —Me preguntó Jack.

Era una entrada de buen tamaño y el rayo tenue de la luz brillaba


atravesándola.

—Esta es una manera de salir.

—No, no lo es —dijo Jin—. Hay varios kilómetros… tal vez incluso


cientos de cavernas.

—Si seguimos la luz, vamos a encontrar una manera de salir —le


dije.

Jack vino detrás de mí, mirando el agujero por encima de mi


hombro.
209

—¿Qué luz?
Volví la cabeza para mirarlo, con una sonrisa jugando en mis labios.
Página
—Lo olvidé. Tú eres un ciego en la oscuridad.

El resto del grupo se unió a nosotros y todos quedaron mirando el


agujero oscuro.

—Estoy con Jack… no veo ninguna luz —dijo Naoki.

Examiné al grupo, tenían sus ojos entrecerrados y expresiones


dudosas. Siempre había asumido que era solo la burgué quienes estaban
ciegos.

—Bueno, no voy a volver al río, así que para mí esta es la única


salida. ¿Vienes?

—Um... ¿estás segura de esto? —Susurró.

—Sí.

—Sunny, sé que tú puedes ver bien en la oscuridad, pero es un


laberinto. Nunca vas a encontrar la salida —declaró Jin-Sook.

—Creo que estamos más seguros aquí que allá arriba con los
soldados buscándonos —dije, y entré en la caverna. Tomé la mano de Jack
y él sostuvo la mía apretada—. No es oscuro aquí entro.

—No estoy de acuerdo —dijo Jack, mirando hacia la oscuridad.

—¡Espera! —Llamó Jin-Sook.

Nos paramos y miramos hacia atrás.

—Si ella puede encontrar su camino por allí, es más seguro —dijo
Jin-Sook, a Naoki.

—Nadie puede encontrar su camino por allí sin una antorcha —dijo
Naoki.

—Yo sé que ella puede ver en la oscuridad, solo estoy preocupada de


perdernos en el laberinto —dijo Jin.

—Marcaré un camino de vuelta a aquí —dije.

Naoki hizo una pausa, mirando a los adolescentes temblorosos, y


luego otra vez a Jin-Sook.

—Avanzaremos un poco con ellos, pero si ella tropieza siquiera una


210

sola vez, volveremos.

Mientras esperábamos a que el grupo se uniera nosotros, me agaché


Página

y busqué Cuando éramos niños, siempre utilizábamos piedras para


escribir en las paredes del Hoyo. Debí haber escrito mi nombre allí por lo
menos cien veces, más a menudo junto a Reyes.

Cuando terminé, tomé la mano de Jack y pedí al grupo que se


aferrase firmemente entre sí. Uno de los jóvenes rehenes tomó la otra
mano de Jack, y avanzaba en línea, con Naoki tomando la posición final. A
medida que partimos hacia la caverna, era consciente de que era la única
que podía ver. Cuando llegamos a un cruce en el camino, tallé otra marca
y exploré la línea para asegurarme de que todo el mundo estuviera
presente antes de continuar.

—Por aquí —dije, manteniéndome a la izquierda.

—¿Estás segura? —Susurró Jack.

—Confía en mí.

—Ya no tenemos opción —dijo Naoki desde la parte final.

Un débil sonido hizo eco a través de la cueva, haciendo que todos


nos detuviésemos.

—¿Qué fue eso? —Pregunté.

Naoki y Jin sacaron sus cuchillos.

—La guarida de los osos en las cavernas —dijo uno de los rehenes.

—Eso no sonaba como un oso —dijo Jin-Sook—. Además, es


demasiado pronto para que estén en sus guaridas. El invierno está todavía
a meses de distancia.

—No fue un oso —dijo Jack—. Es familiar y no creo que un oso


suene como eso.

—Tienes razón, fue familiar —dije, aunque en realidad no podía


identificarlo. Bajé la voz a un susurro—. ¿Crees que la burgué esté aquí
abajo?

—Tal vez —dijo Jack—. Si lo están, necesitarán luces y los veremos


venir. Cualquier cosa que haya sido, sonaba muy lejos.

—Vamos a mantenernos en movimiento —dije.

—Tengo miedo. —Gimió la otra rehén.


211

—No hay nada de qué temer… —hice una pausa, dándome cuenta
de que no sabía su nombre. En toda la confusión, no había habido
tiempo—. Mi nombre es Sunny y este es Jack. No sé sus nombres.
Página
—Soy Chesa —dijo ella. Su voz tembló. Recé que no estuviera a
punto de ponerse histérica.

—Jae-Son —dijo el otro.

—Creo que ustedes han sido muy valientes. Están a salvo aquí
abajo, lejos de esos hombres malos —dije, tratando de tranquilizarlos.

—¿Los hombres malos? —Repitió sarcásticamente Jae-Son—. ¿Crees


que tenemos dos años?

Casi me di un golpe de cabeza. Eran solo unos pocos años más


jóvenes que yo.

—Lo siento. Solo estaba tratando de calmar los ánimos.

—Personalmente, preferiría estar midiendo mis posibilidades arriba


con los hombres malos. No puedo verlos venir aquí —dijo Naoki.

—Estoy teniendo segundos pensamientos también —intervino Jin.

El pasillo confinado por el que viajamos con el tiempo se convirtió en


una caverna más grande. Estalactitas en cascada en puntas cónicas desde
el alto techo abovedado y un rayo de luz se volvieron una pequeña piscina
en un verde azulado.

—Es hermoso. —Suspiré.

—¿Qué es hermoso? —Preguntó Jack.

—El paisaje.

—No puedo ver el paisaje.

—¿Estás bromeando? La luz del día está rebosando aquí.

—¿Te refieres a ese pequeño agujero diminuto allá arriba? —


Preguntó Jin—. ¿Es esa luz la que viste a kilómetros? —Había una nota de
incredulidad en su voz, bordeada de pánico.

—Sí, creo que es esa —dije.

—Es demasiado pequeña y está demasiado alta —dijo Naoki,


exasperado—. Tenemos que volver.

—Pero hay más luz que viene de allá. —Señalé antes de darme
212

cuenta que no podía ver a dónde estaba señalando. Dejé caer mi mano—
. Vamos.
Página
Cuando conduje al grupo hacia el próximo rayo de luz, mi pie golpeó
algo. Rodó por delante de mí un par de metros, haciendo ruido cuando se
iba.

—¿Qué fue eso? —Preguntó Jack.

Me agaché para recogerlo.

—Es una manzana —dije, confundida. Recorrí todos los rincones de


la cueva. No vi a nadie.

—Probablemente cayó aquí en una tormenta —dijo Jin—. El valle es


vieja tierra de cultivo. Hay un montón de árboles de manzana alrededor.

Dejé caer la fruta y rodó para descansar contra la pared de la


caverna. Tal vez algunos de los pequeños roedores que había visto
correteando apreciarían la comida. Seguí hacia la luz.

El camino se hizo empinado, pero por suerte estaba seco y caminar


era fácil.

—¿Adónde vamos a ir una vez que nos vayamos de aquí? —Le


pregunté a Jack.

—Tal vez de vuelta a la cueva si nadie la ha encontrado todavía.


Quiero un lugar para esconderme durante unas horas para secar esta
pistola y mi tablet.

—¿Qué es un tablet? —Preguntó Naoki.

—Una computadora —dijo Jack.

—¿Tienes una computadora? ¿Y funciona? —Exclamó Naoki.

—Bueno, que estaba funcionando antes de ir a nadar.

—¿La necesitamos? —Pregunté. La cueva estaba mucho más


brillante. Estaba segura de que esto llevaría a una salida.

—Descargué un montón de cosas de la computadora principal antes


de que tuviéramos que correr. Los esquemas para el sistema de
etiquetado, las comunicaciones, la red de energía, todo.

—Hey, puedo ver un poco —dijo Jin.

—Yo también —dijo Chesa con alivio.


213

—Por fin. Estoy deseando tener mis gafas de sol. Va a ser brillante
por ahí —dije.
Página

—Las mías están en mi bolsillo —dijo Jack.


La salida era un estrecho túnel por el que había que arrastrarse.
Salimos a una zona rocosa. Me puse las gafas de Jack, contenta de tener
algún tipo de protección.

Naoki ya estaba subiendo un afloramiento cercano y el resto de


nosotros lo siguió. En la parte superior, nos tumbamos sobre nuestros
estómagos, permaneciendo bajo y fuera de la vista. Desde nuestra
posición, teníamos una buena vista de los alrededores.

—Ese pico alto de allí —dijo Jack, señalando—. Es el Domo. La


cueva en la que entramos y la cordillera están al este de la misma.

—La cueva está muy cerca de la cordillera. ¿Crees que es una buena
idea volver allí? —Pregunté.

—Me gustaría poder encontrar a los dos hombres que no están


etiquetados. Tal vez podamos hacer equipo con ellos —dijo.

—¿Terran y Flint? —Pregunté. Él asintió con la cabeza.

Escuchamos un ruido graznando en la distancia. Naoki y Jin


levantaron la vista, atentos a la dirección del sonido. Llegó de nuevo, y
Naoki puso las manos alrededor de su boca y graznó de regreso.

—¿Siempre se comunican de esa manera? —Preguntó Jack.

—Es eficaz —dijo Jin—. Ustedes dos nunca tuvieron éxito


descubriéndonos, y estuvimos viéndolos por días.

Jack me dio una mirada inquisitiva. Él ni siquiera había sido


consciente, así que fui solo yo quien nunca lo había cogido hasta justo
antes de que nos capturaran.

Un destello de luz brillante nos llamó la atención. A medio kilómetro


de distancia, un jeep quedó a la vista y el sol se reflejó en el parabrisas.
Desapareció detrás de unas rocas. Permaneciendo abajo, todos bajamos.

Jack parecía preocupado.

—Están cerca, y ¿quién sabe cuántos más vehículos están peinando


por nosotros aquí?

—Debemos ir a la clandestinidad de nuevo. Probablemente pueda


encontrar un camino hacia el este —dije.
214

—¿Probablemente? —Jack levantó las cejas y me miró—. Yo no voy a


volver a esa grande y aterradora cueva oscura, Sunny.

—Ni yo —dijo Naoki—. Nuestro barangay está al sur, no este.


Página
—Creo que ustedes dos deben volver con nosotros —dijo Jin.

—¿Por qué? ¿Así le podemos dar a los ciudadanos mayores otra


oportunidad con nosotros? No lo creo —dijo Jack.

No fue realmente un ruido lo que nos llamó la atención, sino más


como la conciencia de que otra presencia se había unido a nosotros.
Miramos en la misma dirección al mismo tiempo. Dos Protectores estaba
de pie, y luego Dena emergió desde detrás de unas rocas. Unos cuantas
Protectores vinieron detrás de ella.

—¡Dena! —Exclamó Jin.

Chesa corrió y lanzó sus brazos alrededor de la cintura de la mujer.

Jack se acercó más a mí, deslizando su mano sobre la mía.

Dena se abrazó a la chica y la tomó con fuerza. Ella nos observó con
preocupación.

Naoki se irguió más alto y cuadró los hombros. Gotas de sudor


empapaban su frente.

—Asumo toda la responsabilidad por mis acciones, Anciana.

Dena le dio a la joven un último apretón y la dejó a un lado. Caminó


hacia Naoki y puso una mano sobre su hombro.

—Decidí supervisar esta misión yo misma, así que fui testigo de todo
el intercambio. No estoy tan segura de que no habría reaccionado de la
misma manera en tu lugar. —Ella echó una mirada reflexiva a Jack y a mí
mientras lo decía, luego volvió su atención a Naoki y Jin—. Hemos estado
buscándolos. Tenían a todos muy preocupados. ¿Dónde desaparecieron?

—Sunny nos llevó a través de las cavernas —dijo Jin.

Dena enarcó las cejas.

—¿En serio?

—Y estábamos en nuestro camino de vuelta —dijo Jack. Le dio un


tirón a mi mano.

—Creo que a ustedes dos les debo una disculpa —dijo Dena—
. Tenían razón sobre la burgué. Se comportaron exactamente como
ustedes dijeron. —Jack asintió brevemente—. También estoy en deuda con
215

ustedes por ayudar a que estos dos estén fuera de peligro. —Dena hizo un
gesto hacia Chesa y Jae-Son—. Por favor, consideren volver a mi barangay.
Se está construyendo una tormenta, y les podemos ofrecer comida y una
Página

cama seca.
Miré en la dirección de su movimiento de cabeza y vi nubes oscuras
a lo lejos. Nunca había experimentado una tormenta antes y sentí el aleteo
nervioso de la anticipación.

—¿Cuántos guardias se asignará para vigilarnos esta vez? —


Preguntó Jack con sarcasmo.

Ella negó con la cabeza.

—No hay guardias. Estoy pidiendo que vengan como nuestros


huéspedes y, con suerte, aliados.

—¿Aliados? —Preguntó Jack—. Esa es una palabra interesante de


usar.

—No siempre estoy de acuerdo con Amini.

—¿Así que estás diciendo que si hubieses llamando a los disparos,


hubieras hecho las cosas de otra manera?

—No. Aun así, habría intentado el intercambio. Son los efectos


colaterales del problema. Verás, Amini ha influido a la mayoría de los
Ancianos a favor de mover nuestra nación a un territorio más seguro si no
se puede llegar a la paz con la burgué. Creo que es seguro decir que no
lograremos la paz. Sin embargo, a diferencia de Amini prefiero
mantenerme firme. Nuestro pueblo ya ha tenido suficiente de correr.

Comprendí lo que estaba sugiriendo Dena. ¿No le había preguntado a


Jack lo mismo? Tenía conocimiento interno de cómo funcionaba la burgué.
Él sería una ventaja si la burgué se movía contra las personas de Dena y,
tal vez podríamos negociar por su ayuda en la liberación del Hoyo.

—Es una buena asociación —dije a Jack.

—Es bueno solamente si están de acuerdo en ayudarnos también.

Me sentí aliviada al oír que estábamos pensando lo mismo.

Dena asintió.

—Jin me dijo acerca de su misión para liberar a los esclavos. Creo


que podemos ser de ayuda.

Me sorprendió su fácil aceptación. Por la mirada en el rostro de


Jack, así lo estuvo.
216

—A Sunny y a mí nos gustaría un momento para hablar de ello.

Dena asintió.
Página
Nos movimos lejos del grupo mientras permanecíamos ocultos en el
afloramiento.

—¿Qué te parece? —Susurró.

—Creo que hay que confiar en ellos.

—¿Por qué?

Tuve que parar y trabajar a través de eso por un momento.

—Como que llegué a conocer a Jin y un par de los otros durante mi


cautiverio. Confío en ellos.

La expresión de Jack permaneció impasible.

—Confiaste en Leisel también.

Rodé los ojos.

—Igual que tú.

Sonrió.

—Touché.

—Ellos no pueden negociarnos de nuevo… esa puerta está cerrada.


Además de ayudarles a comprender la burgué, no tenemos ninguna
utilidad para ellos.

Jack se quedó callado por un momento.

—Es cierto —dijo—. Pero fueron rápidos en complacer a Powell en su


oferta de un intercambio.

—Si alguien secuestrara a tus seres queridos, un hijo, una hija...


una esposa. ¿No negociarías a dos desconocidos para salvarlos?
Él pasó una mano por sus ojos.

—¿Es mi única opción en tu escenario?

—Mira, todo lo que digo es que entiendo por qué intentaron hacer el
intercambio. Pero cuando era obvio que estábamos siendo traicionados, no
nos abandonaron. Lucharon para salvarnos, también. Ahora nos están
ofreciendo a nosotros un intercambio… información sobre la burgué a
cambio de ayudar a liberar a los esclavos. Mi mamá está allí, encerrada en
217

un corral. Así que sí, estoy dispuesta a hacer el intercambio.


Suspiró profundamente.
Página
—E incluso si resulta que no pueden ayudarnos, al menos podemos
ayudarles. Ellos no saben a lo que se enfrentan.

Se mordió el labio inferior y me estudió por un momento.

—Y ella dijo comida y una cama.

Sonreí.

—Lo hizo.

—Bueno.

Volvimos al grupo y Dena se separó de los rehenes para venir a


vernos.

—¿Han decidido?

—Como dijo Sunny, es una buena asociación.


218
Página
Capitulo 22
El viaje al pueblo se hizo en silencio, excepto el graznido ocasional
de los Protectores. Dena, Jin, Naoki, Jack, los rehenes y yo nos quedamos
juntos en un grupo, mientras los demás se dispersaron a ambos lados de
nosotros. Comenzaba a notar un patrón en sus graznidos, aunque todavía
no supiera lo que significaban.

Traté de moverme como lo hacían, andando de la roca a la raíz del


árbol sin dejar rastro. Se necesitó mucho enfocarse para buscar
constantemente un lugar en el suelo para andar que no dejara señal, sin
embargo, ellos lo hacían lucir sencillo.

—No te preocupes demasiado de dejar un rastro —me susurró Jin-


Sook—. La tormenta estará aquí en unas horas y quitará cualquier huella
lavándola.

Era un alivio de oír. En vez de preocuparme en dejar un rastro, me


concentré en continuar y permanecer tranquila.

Después de unas horas de senderismo a través de los bosques,


comenzamos nuestra subida a la montaña. Pareció que subíamos una
escalera de cemento que hubiera caído en mal estado. Los bloques
angulados eran claramente artificiales. Cuando nos acercamos a la
cumbre, la escalera se desintegró completamente, requiriéndonos subir los
últimos pocos a pie. Vislumbré arqueros de vez en cuando, mirando
detenidamente hacia nosotros desde arriba. La altura de su pueblo les
daba una ventaja defensiva excelente. Entendí por qué hicieron su hogar
allí.

No me preocupaba más la herida de Jack. Si no se había vuelto a


abrir cuando brincó en el río y se metió a una cascada, no se volvería a
abrir en esta subida corta. Me levanté sobre el borde con Jack
directamente detrás de mí. Dena fue la siguiente y Jack levantó una mano
para ayudarla. Ella la apartó y se levantó sola.

Borrando el sudor de su frente con el dorso de su mano, sonrió con


astucia.

—¿No está mal para una anciana, eh Jack?


219

El rosa manchó sus mejillas, pero manejó una sonrisa.


Página

—No está mal en absoluto.


Tan pronto como alcanzamos la cumbre, la gente vino corriendo
hacia nosotros. Alguien recogió a Chesa y abrazó a Jae-Son cerca. Más
vinieron y se juntaron al lado de los jóvenes. Era un regreso agridulce, en
vez de cuatro había solo dos.

Noté que este pueblo era diferente del último. El piso del patio por
entero tenía azulejos, aunque los azulejos se derrumbaran y subieran y
bajaran en algunas áreas. El camino de entrada arqueado rodeaba una
puerta que conducía a la montaña. Me recordó a los cuadros de ruinas
antiguas que a menudo había visto en libros.

—¿Qué es este lugar? —Pregunté.

—Un viejo hotel. Era un destino turístico popular antes de la guerra.


Comenzó como viajes simples de las cavernas, pero después de que una
planta geotérmica se construyera aquí, invirtieron en un hotel que atraería
a más turistas y dinero al área. Lo hemos reclamado y hemos ampliado el
espacio vital construyendo viviendas dentro de las cavernas. Toda la
infraestructura estaba ya aquí, una fuente de energía, calor, escaleras
para navegar las cavernas desiguales, todo.

La gente surgía aparentemente de ninguna parte para mirar nuestra


llegada. De una manera rara, parecían ser gente generalmente más vieja y
niños. Su atención me hizo sentir incómoda. Me acerqué más a Jack y
deslicé mi mano en la suya.

Apretó mi mano.

—¿Cómo sabes tal historia detallada sobre este lugar? —Preguntó.

Dena se encogió de hombros.

—Propagandas del hotel y folletos de información generalmente.


Hemos encontrado viejas computadoras de bolsillo también. La mayor
parte de ellas están más allá de la reparación, pero podemos conseguir que
trabajen de nuevo.

Eso capturó el interés de Jack.

—¿De verdad? ¿Tienen esa clase de documentación histórica?


Amaría verlos, sobre todo las viejas computadoras.

—Algunos de nosotros los coleccionamos —dijo Naoki—. Siempre


que tengo la posibilidad, voy a la vieja ciudad y los busco.
220

—Este lugar es mucho más grande que el barangay de Amini —dije.

—Lo es —dijo Dena—. Aquí es donde nuestros antepasados al


Página

principio se asentaron, debido al viejo hotel. Pero ya que nuestra población


creció y la amenaza de reclutadores se hizo más persistente, nos
separamos en grupos más pequeños. De esta manera si un barangay es
atacado, los demás pueden ir a su ayuda.

Una persona canosa surgió de la multitud, se acercó a Dena y la


besó.

—Me alegro de que estés en casa sana y salva. Te eché de menos.

Si no me confundía, era una mujer. Todavía encontraba difícil


diferenciar el género.

—Estos son Sunny y Jack —dijo Dena a la recién llegada—. Esta es


mi esposa, Yean-Kuan. —Colocó un brazo alrededor los hombros de Yean-
Kuan y la apretó más cerca.

¿Dijo la esposa? Mis cejas se juntaron por la confusión. Tal vez


quiso decir la hermana, porque esa clase de matrimonio era ilegal. O al
menos era ilegal en el Domo. Entonces otra vez, mi matrimonio era ilegal,
también.

Jack las contemplaba con una sonrisa extraña en su cara y


confusión en sus ojos. Le di un codazo.

—Encantada de conocerte —dije, extendiendo mi mano. Jack siguió


mi ejemplo.

Dena concentró su atención en Jin, Naoki y el resto de nuestro


grupo y los instruyó de unirse a los demás para la meditación.

Los ojos Yean-Kuan brillaban por el entusiasmo.

—El barangay entero habla de ello. ¿Has estado viviendo dentro de


esa montaña?

Sonreí y asentí con la cabeza.

Miró boquiabierta con el tipo de gran interés de alguien viendo a un


monstruo por primera vez. Miré abajo. Después de unos segundos, eché
una ojeada de vuelta a ella. Todavía nos miraba. Se hacía incómodo.

Cuando los Protectores se fueron, Dena devolvió su atención a


nosotros. Le dio al hombro de su esposa un golpecito.

—Cariño, los haces sentirse incómodos. Deja de mirar fijamente.


221

Yean-Kuan puso una mano en su mejilla.

—¡Ah, lo siento! Es solo… ¿son pálidos, verdad?


Página

Me pregunté si era consciente que la podíamos oír.


Dena se rió.

—Pido perdón por mi esposa —dijo—. Cuando su gente primero hizo


el campamento en nuestro valle, supusimos que llegarían a través de un
paso escondido en la montaña. Nos preguntamos cómo llegaron indemnes
por Yugo. Pero rápidamente se hizo obvio que Yugo no era algo que
temieran con la consideración de la tecnología que poseían. Todavía no
amanecía para nosotros cuando ustedes salieron de la montaña.

—Yugo —repetí—. Es un monstruo de las tierras chamuscadas. —


Jack levantó una ceja hacia mí—. Jin me dijo sobre él.

—¿Cuáles son las tierras chamuscadas? —Preguntó Jack.

—Un área que fue golpeada directamente por una bomba —dijo
Dena. Dio vuelta hacia el centro del patio y nos hizo gestos para que la
siguiéramos—. Aquellos sitios son altos en radiación.

—¿Por qué querría alguien vivir en un sitio bombardeado? —


Pregunté.

Dena se encogió de hombros.

—Unos dicen que son descendientes de supervivientes que nunca


dejaron el área, y los otros dicen que la gente corrió a las tierras
chamuscadas para evitar un mundo ilegal. Cualquiera es correcto, y tal
vez ambos lo son, las tierras chamuscadas no son para el débil. La gente
que vive allí ha evolucionado para tolerar la radiación y, si los rumores son
ciertos, la mayoría no parecen humanos.

Entramos en el medio del patio, y los niños corrieron hacia nosotros.


Con nuestra llegada, la charla excitada explotó. Jack pareció inconsciente
del escándalo que creábamos.

—¿Y Yugo es un mutante de las tierras chamuscadas? —Preguntó.

Dena asintió.

—Muchas historias diferentes rodean su montaña, pero el más


creíble es Yugo. La historia va de que él amaba comer todo el día y noche,
y tanto se alimentó con plantas y animales radiactivos que se convirtió en
un gigante. Su pueblo ya no podía apoyar su apetito enorme, por tanto le
despidieron. —Dena sonrió abiertamente—. De ahí el nombre, You-Go6.
Rió disimuladamente—. Durante años, los rumores circularon acerca de
una montaña con una vieja base militar escondida dentro. Yugo fue en
222

busca de la vieja base para hacerla su nueva casa. La encontró en esa


montaña. —Señaló al Domo—. Pero el invierno aquí es largo y la comida es
Página

6You-Go: Original en inglés. En español, Vete.


escasa, por tanto Yugo comenzó a comerse a la gente para satisfacer su
enorme apetito, echando sus huesos en un montón. Cualquiera que se
extravíe demasiado cerca a la montaña nunca vuelve.

Jack lanzó una mirada con los ojos abiertos. El mito de Yugo se
había sido acribillado con la verdad. ¿Cómo podría alguien haber sabido
sobre la posibilidad de una base militar dentro de la montaña? Y la gente
que iba desapareciendo si se acercaban demasiado a la montaña estaba
relacionada con la reclamación de Powell, de que varios bárbaros habían
sido capturados para que los interrogaran. ¿Cómo reaccionaría esta gente
cuando supieran la verdadera historia? Tal vez venir aquí no era una idea
tan buena después de todo.

Fuimos a una mesa de madera y Dena hizo señas hacia un banco,


invitándonos a sentarnos. Yean-Kuan murmuró algo sobre conseguir
comida y se excusó. Varios niños y unos adultos se acercaron a la mesa
para acompañarnos, pero Dena les hizo señas para que se alejaran.

—Pareció bastante creíble ya que hay un montón grande de huesos


en la montaña —dijo una vez que nos sentamos. Se inclinó adelante, su
mirada fija constante—. Hasta hace unos años, cuando alguien de nuestra
gente vio a la montaña dar a luz a los muertos. Él dijo que un agujero de
repente apareció a un lado de la montaña, los cadáveres fueron escupidos,
y el agujero desapareció otra vez. Esto me hizo poner en duda la existencia
de Yugo, porque no creo que desperdiciara la comida absolutamente
buena.

Levantó sus cejas en interrogación, obviamente esperando una


respuesta a su historia, pero yo estaba demasiado concentrada tratando
de librar mi mente de la imagen de la montaña dando a luz a los muertos.
La descripción de Gaia del Sacrificio y el montón de restos humanos que
vio todavía eran bastante vivos sin oír la versión de Dena. Tenía
experiencia personal con el modo que la tolva de la basura trabajaba, por
tanto era bastante fácil para mí ir a través de la mecánica de todo esto. Las
víctimas del Sacrificio serían conducidas a un cuarto de la basura y la
puerta de acero grande, pesada los sellaría. No sabía cuánto tomaba el gas
para matar, pero sabía que el sistema de ventilación de la basura
trabajaba en un ciclo de doce horas, por tanto si la basura se hubiera
vertido directamente antes del Sacrificio, habría mucho tiempo para
asegurarse que cada uno estaba bien y muerto. Al final de ciclo de doce
horas, las puertas a la cámara externa se abrirían y la cinta
transportadora transportaría el montón de cuerpos sin vida en el siguiente
cuarto. Otro juego de puertas de acero se cerraría detrás de ellos antes de
223

abrir las puertas al mundo exterior. El ventilador de alta potencia vendría


a borrar el hedor de muerte del Domo y la cinta transportadora avanzaría
Página

para verter a los muertos bruscamente en el mundo exterior.


La bilis se elevó en mi garganta. Una imagen de mi gente —mi
madre— siendo arrojada a una tolva de basura que hacía como una
cámara de gas, llevada a su fin como una película de miedo en mi cabeza.

—¿Sunny? —Dijo Dena.

No me había dado cuenta que realmente tenía náuseas. Conteniendo


la bilis, fingí una tos para ocultar mi náusea. La mano de Jack buscó le
mía bajo la mesa y la alcancé, encontrando fuerza en el contacto.

No estoy segura de por qué sentí una punzada de vergüenza. No es


como si el Sacrificio fuera mi culpa. Mi gente eran las víctimas de un trato
injusto. Pero de todos modos, no sabía cómo explicar esto a Dena. No
sabía cómo decirle que estábamos consintiendo participantes.

Jack dio a mi mano un apretón suave.

—Puedo ver cómo un montón de huesos da la credibilidad a la


leyenda de Yugo, el caníbal gigantesco.

—Solo ahora sabemos que no es un caníbal gigantesco de las tierras


chamuscadas que vive en la montaña.

—No, no lo es. —Las esquinas de la boca de Jack bajaron durante


un instante—. El verdadero monstruo que vive dentro de esa montaña es
mucho más aterrador.

—¿Cómo de espantoso?

Jack miró abajo nuestras manos enlazadas y mordió su labio


inferior.

—La clase de miedo de armas nucleares.

Dena dejó escapar un largo suspiro, como si lo hubiera estado


conteniendo.

—Nunca usarían las cabezas nucleares como una primera línea de


defensa —dijo Jack rápidamente—. Su primer ataque será con armas
convencionales.

—¿Armas convencionales?

—Armas, tal vez granadas… un drone.

—¿Qué es un drone?
224

—Un avión operado por control remoto, equipado con vigilancia y


armas.
Página

Dena soltó una risa corta, sarcástica.


—Afortunadamente para nosotros no usarán las armas nucleares. —
Se puso seria—. Hemos tenido algunos choques con reclutadores y unos
enfrentamientos con cazadores, pero nunca un enemigo tan fuerte.

—¿Reclutadores? —Preguntó Jack.

Recordé a Jin mencionando a reclutadores y cazadores.

—Los hombres de Ryder —dijo ella. Miró fijamente atrás nuestras


expresiones en blanco—. Perdóname. Olvido que aunque eres de por aquí,
no eres de por aquí. Thomas Ryder es el líder autoproclamado del
establecimiento más grande en el sur. Es hambriento de poder y quiere
controlar el territorio. Exige pagos de alquiler de cualquiera que establece
una casa o una granja en lo que se declara que son sus tierras. El pago se
debe hacer en forma de comida, combustible, piezas de tecnología, o todo
lo que resulten tener, aunque la mayoría no tenga nada. Nuestra nación
ha crecido mucho en los últimos años debido a él.

—¿Por qué necesita a reclutas? —Preguntó Jack.

—Hace aproximadamente quince años, los norteños vinieron al sur


durante los meses de invierno en busca de comida. Algunos agricultores
que pagan el alquiler a Ryder se quejaron, por tanto Ryder envió a sus
hombres para perseguirlos atrás al norte. Causó la mala sangre y han
estado luchando desde entonces.

—Déjame adivinar —dijo Jack—. No pide exactamente que la gente


se afilie a su ejército.

—No. Alista reclutas por la fuerza —dijo Dena.

—¿Y el norte? ¿Alistan reclutas también? —Pregunté.

—Daemon conduce el norte y por lo que oímos, es peor que Ryder.


Se rumorea que envía a niños a la batalla… que se esconde detrás de ellos.

Cada palabra que dijo pareció una rota siendo dejada caer con mis
fantasías de la infancia, rompiéndolas en pequeños trozos. Summer y yo
siempre habíamos supuesto que una vez que nos liberáramos de las
obligaciones del tratado, viviríamos una vida pacífica, una vida libre en
una tierra bañada por el sol. El mundo que Dena describía era todo menos
pacífico. Era más bien que la guerra todavía se estaba luchando.

—Trescientos años más tarde, y todavía luchamos —dije.


225

—Siempre nos enseñaron que, a excepción de nosotros, la


humanidad había sido limpiada del planeta —dijo Jack—. Es difícil para
mí entender que la población es bastante grande ya para luchar sobre el
Página

territorio.
—No es sobre el territorio —dijo Dena—. Los miles de kilómetros de
tierra deshabitada separan el sur desde el norte. Su lucha es sobre el
dominio y es combustionada por el odio.

Hizo una pausa cuando Yean-Kuan volvió con una bandeja de bolas
cocidas al vapor y una cesta de pan. Mi estómago gruñó en anticipación.
No podía recordar la última vez que comí. Arranqué una pieza de pan de la
cesta ofrecida con mi agradecimiento.

—Gracias, Yean —dijo Dena con afecto. Yean le dio una sonrisa
calurosa y se sentó al lado de ella—. La guerra realmente aniquiló casi a la
humanidad. Hemos encontrado diarios que describen los años
directamente después de las bombas y da un cuadro severo. Los bastante
afortunados de sobrevivir a las consecuencias inmediatas tenían el
invierno nuclear enfrente, y esto duró más de dos años. Sin la luz del sol,
nada creció. Intentos de hacer invernaderos con la tecnología salvada
tuvieron algún éxito, pero por último fue la muerte de algunos que sirvió
como pan para otros, lo que permitió que la humanidad sobreviviera.

Le tomó un momento darse cuenta de lo que quiso decir. El pan que


masticaba de repente se secó en un nudo difícil, gomoso en mi boca. No
estaba segura que pudiera tragar. Yean debía haber notado mi angustia
porque me sirvió una taza de agua. Agradecidamente, bebí. Cuando me
llevé la taza de mi boca, Jack la tomó y la terminó. Me devolvió la taza
vacía.

Nuestra incomodidad no pasó desapercibida a Dena.

—Sus muertes podrían haber sido sin sentido. En cambio, la


memoria de su sacrificio vive.

De repente, tenía un mejor entendimiento de la opción que había


estado enfrente de Benjamín Reyes y el grupo que llevó al Domo.

Dena recogió su cuchara y la hundió en su sopa. Miré abajo, a mi


propio recipiente. Parecían verduras en una especie de caldo. Aunque mi
apetito hubiera menguado, me obligué a tomar un bocado. Para el tercer
bocado, mi hambre había vuelto.

Yean nos miraba otra vez.

—Es delicioso —dije acerca de la sopa—. Gracias.

Sus ojos se aclararon con curiosidad.


226

—¿No es probablemente como su comida, verdad?

Pensé en el guisado hecho de restos de la burgué, que eran servidos


Página

tres veces por día en el Hoyo.


—Es mucho mejor —le aseguré.

—Mucho mejor —Jack estuvo de acuerdo.

Yean pareció contenta.

—Los Ancianos llegarán esta tarde y espero un debate largo. Por mi


solicitud, nuestro ejército ha comenzado ya a juntarse en el campo del
torneo para prepararse para la confrontación. A Amini no le gustará esto.
Lo verá como un acto agresivo en vez de uno defensivo. Espero que
ustedes dos puedan ayudar a convencerla de lo contrario.

Jack puso la cuchara en su tazón vacío.

—El problema es que no estoy seguro de si discrepo con Amini.

Sorprendida por su cambio de opinión, me volví bruscamente para


mirarle.

—¡Jack! —¿Qué pensaba? Habíamos hablado ya de esto, era nuestra


única esperanza de liberar a mi gente.

Puso una mano sobre mi pierna.

—No estoy cómodo con ser el que convenza a un grupo de gente


armada con solo flechas contra armas automáticas. Es un suicidio.

Dena se recostó en su silla, cruzando sus brazos.

—Al sur de nosotros está el territorio de Ryder; al norte es el de


Daemon; y la costa este son solamente tierras chamuscadas. La mayor
parte de nuestros antepasados llegaron desde el lejano Oeste, por tanto si
esto fuera un buen lugar para establecerse se habrían quedado. ¿Así pues,
dónde vamos, Jack? ¿Y a qué distancia tenemos que ir para alejarnos de
cabezas nucleares y drones?

Jack cerró sus ojos y se pellizcó la piel en el puente de su nariz.

—No pueden dejar atrás las cabezas nucleares o los drones —Abrió
sus ojos y arrastró su mano a través de su cabello—. Pero si se van ahora,
eso les compraría tiempo para llegar mejor preparados para ir en contra de
las fuerzas de Holt.

Repentinamente, Dena se apartó de la mesa y se levantó.

—Quizás puedo conseguir tu opinión sobre algo. —Se inclinó y besó


227

la parte alta de la cabeza de su esposa—. La sopa estaba deliciosa.

—Me alegro de que disfrutaras de ella —dijo Yean—. Mejor regresaré


Página

a hacer los preparativos para los Ancianos. Estarán aquí pronto.


Jack y yo nos pusimos de pie también, ofreciendo nuestras propias
gracias por la sopa.

Las nubes oscuras que habían estado tan distantes antes, ahora
estaban casi encima del pueblo. Dejamos el patio e hicimos nuestro
camino abajo por un camino rocoso, sentí que la humedad presionaba en
mí. Las gotas de sudor estallaron en mi frente.

—Mis antepasados vinieron a este valle en busca de refugio por la


persecución. Nuestra nación creció de la necesidad de protegernos del
odio. Para nosotros, la defensa no es un ejercicio. Es un estilo de vida —
explicó ella cuando caminamos.

Coronamos un pico y barrió con un brazo hacia la vista de abajo. En


un claro grande, rodeado por el bosque denso, estaba un ejército de unos
cientos.

Eran la formación para la batalla.


228
Página
Capitulo 23
—Es un ejército de Protectores —dije.

—No solo Protectores —respondió Dena—. Todos aprendemos desde


una edad temprana a defendernos. Los Protectores son aquellos que
demuestran habilidad extraordinaria. En épocas de necesidad nos
ayudamos.

—¿Eres una Protectora, verdad? —Preguntó Jack.

Dena sonrió.

—Desde que tenía dieciocho años. —Comenzó a hacer su camino por


la ladera del acantilado. Era empinada y el número de las pequeñas y
redondas piedras la hacía traicionera, pero Dena la atravesó de manera
experta. Jack y yo la atravesábamos un poco más lentos—. Para volverse
un Anciano, uno debe de poseer una especialidad que sea beneficiosa para
la nación. La mía es la defensa. Dirijo el ejército.

Mientras más lejos íbamos por el camino, más se suavizaba. Desde


esta distancia pude ver claramente que el ejército se había divido en
cuatro grupos. Cada grupo estaba practicando algo diferente. Los arqueros
eran los más imponentes. Se movían juntos en filas, como si realizasen
una coreografía. Cuando la primera fila liberó sus flechas, ellos se
agazaparon hacía el suelo y la segunda fila disparó sus flechas y se
agazapó, y la siguiente fila de ellos enviaron los suyos a volar. Oleada tras
oleada de flechas volaron alto, arqueadas y corrieron hacia el suelo.

Cuando me detuve a mirar sus habilidades, Jack se presionó más


cerca de mí.

—Es impresionante —dijo contra mi oído.

—¿Crees que ellos tengan una oportunidad? —Pregunté.

—Nop.

—Oí eso —gritó Dena mientras ella continuaba por el camino. Sin
dejar de mirar hacia atrás, hizo un movimiento da adelante con su brazo.
229

Jack y yo compartimos una mirada de sorpresa.

—Ella no sólo es ágil, tiene un oído sobrehumano también —


Página

susurró.
Había una sensación eléctrica en el campo, como si la anticipación
de la batalla se hubiese unido a algo sólido. Manteniendo una buena
distancia de los arqueros, Dena nos condujo hacia un pequeño escuadrón
de combate con largos palos.

—Hapkido es un arte coreano —dijo ella.

—Estoy familiarizado con él —dijo Jack.

Dena arqueó una ceja.

—¿En serio? ¿Lo has practicado?

—Una mezcla de artes marciales se enseñan en nuestra academia


militar —dijo.

Dena pareció encantada con su respuesta.

—Entonces, tal vez no te importaría demostrarnos tus habilidades.

Jack intentó declinar, pero ella llevó sus dedos a la boca y silbó con
fuerza. Los participantes dejaron de combatir y se trasladaron a los lados.

—Ryan —llamó Dena. Un joven casi del mismo tamaño de Jack


caminó desde uno de los lados y se trasladó al centro del campo.

Jack parecía confundido.

—¿Quieres que pelee?

—Por supuesto. ¿Cómo más podré medir tu habilidad?

—Pero… —Se volvió hacia mí, implorándome con sus ojos para que
lo ayude.

Di un paso atrás.

—No me mires. Apesto en combate, ¿recuerdas? —Él me rodó lo


ojos. Ignorándolo, sonreí—. ¡Apuesto por ti, Jack!

Alguien le vitoreó y algunas voces intervinieron. Tímidamente él se


trasladó al medio para hacer frente a Ryan. Dena dejó caer su brazo. Ryan
corrió hacia él, saltó y aterrizó un pie directamente en el pecho de Jack.

Escuché un silbido de aire dejarlo mientras caía al suelo.

—¿Qué fue eso? —Exigió Jack.


230

Ryan se encogió de hombros.


Página

—Una patada en el pecho.


Jack se levantó, frotando una mano en el pecho.

—No estaba preparado.

—Lo sé —dijo Ryan viniendo hacia él, saltando alto en un giro,


estirando una pierna fuera. Los ojos de Jack se abrieron y se agachó,
apenas escapando una patada a la cabeza. Cuando los pies de Ryan
tocaron tierra, se agachó y, girando sobre sus talones, cogió un largo palo
grueso de la tierra y lo utilizó para barrer las piernas de Jack debajo de él.
Jack cayó de nuevo.

Esta vez Ryan no dio a Jack la oportunidad de levantarse. Se acercó


a él con el palo y Jack rodó para evitarlo. En un movimiento fluido, Jack
se levantó del suelo a sus pies. Alguien le lanzó un palo y lo agarró justo a
tiempo para bloquear el siguiente asalto de Ryan. Un ruidoso crack resonó
a través del aire y me estremecí, pensando que eso casi había hecho
contacto con la cabeza de Jack. Jack me había dicho que la primera regla
en el combate es en realidad no herir a tu compañero. Ellos no estaban
jugando con las reglas.

Jack se volvió más agresivo, tratando de hacer retroceder a Ryan con


cada contacto con sus palos. Ryan lo usó a su favor haciendo palanca con
su palo en contra de Jack, lanzándose al aire, aterrizó detrás de él y utilizó
su palo para poner a Jack en un agarre estrangulador.

Jack dejó caer su palo y agarró el que estaba pegado a su garganta.


Se estaba poniendo un poco rojo en el rostro. Me mordí el labio. No se veía
bien para Jack. Dena no dejaría que Ryan lo matase, ¿verdad? La miré,
esperando que llamara a Ryan. Mi corazón golpeaba fuerte.

¿Qué pasa si aquí luchaban hasta la muerte? Di un paso hacia los


hombres, no muy segura de lo que iba a hacer. Pero entonces Jack dejó
caer una mano lejos del palo e hizo algo que hizo a Ryan gritar y soltar a
su presa.

Dena rió y puso un alto a la lucha.

—¡Un pellizco en el muslo! Bien hecho —dijo ella.

Ryan caminó de regreso a las líneas laterales, masajeando su muslo,


y Jack vino a pararse junto a mí, frotándose suavemente la garganta.
Tenía la cara roja y sabía que no era solo por el estrangulamiento. Ryan le
había pateado el trasero. Para alguien como Jack, el favorito de su
academia, su orgullo debía de estar dañado. No es que yo alguna vez diría
231

algo. En el Hoyo, era de buenos modales ignorar una paliza si la víctima


era capaz de alejarse.
Página

—¿Así que estoy en lo correcto al asumir que todos los soldados de


Powell tienen el mismo entrenamiento que tú? —Preguntó.
Sabía la respuesta a su pregunta. Jack había admitido que él y su
hermano fueron los mejores que la Academia había producido alguna vez.
Era lógico que el resto de los soldados de Powell no fueran tan buenos.

Miré a Jack para ver cómo respondía. Una mezcla de emociones


jugaba en toda su cara.

—Sí —dijo malhumorado—. Pero con todo respeto Dena, una batalla
contra el ejército de Holt no se libra en combate cuerpo a cuerpo. Podría
ser librada con armas automáticas, algunas de ellas de largo alcance. Todo
lo que ellos tienen que hacer es encontrarte.

Dena asintió.

—Tú lo has dicho.

Una gota de agua me golpeó en la nariz, sobresaltándome. Otro


golpe en mi hombro, empapando a través de mi camiseta. Jack extendió
sus manos y miró hacia el cielo.

—¿La tormenta está aquí?

—Cerca —dijo Dena—. Vamos. Les mostraré el resto del ejército.

La seguimos hacia un grupo que se dedicaba a lanzar cuchillos. Las


cuchillas silbaban cuando pasaban a través del aire, haciendo un golpe
sordo cuando pegaban en el objetivo. Los lanzadores se trasladaban en
una rápida sucesión, uno tras otro, enviando una andanada de cuchillos
al tronco de madera con mortal precisión. Un lanzador apenas tuvo tiempo
dar un paso fuera del camino antes de que otro apuntase al objetivo. Eso
requería una gran cantidad de confianza en la habilidad de la persona que
estaba detrás.

Las grandes gotas gordas de agua que caían del cielo se volvieron
más frecuentes, sentándose sobre mi cabeza y entrando a través de mi
cuero cabelludo en finos arroyos.

Dena se trasladó a través de los últimos dos escuadrones. Se detuvo


en cada uno para criticar sus habilidades y buscando un aportación de
Jack. Con cada pregunta que él respondía, más ella aprendía sobre la
burgué y sus técnicas de lucha. Sé que ella lo hacía, porque yo también
aprendía. Y me parecía que la burgué confiaba demasiado en sus armas,
mientras que los soldados de Dena eran unos expertos en el arte de la
defensa.
232

Las gotas pronto se reunieron con velocidad y se convirtieron en un


aguacero, como si alguien hubiera encendido una ducha. Hacían un ruido
Página

de tambores contra la dura tierra, lo que me sorprendió. No tenía idea de


que la lluvia tenía ruido.
Todo el mundo en el campo de entrenamiento continuó como si no
hubiese una tormenta en curso. Dena continuó con su recorrido. No fue
hasta que un destello de luz iluminó el cielo hizo que Dena dijo que ya era
hora de entrar. El relámpago inesperado fue cegador, pero el ruido en auge
que siguió me hizo que corriera a toda velocidad al lado de Jack. Solo por
un instante me pregunté si era un ataque.

Los hombros de Jack se sacudieron con una risa disimulada. Le di


un vistazo.

—Como si alguna vez tú hubieras estado en una tormenta —dije.

El viaje de regreso hasta el patio fue un poco más difícil con la tierra
húmeda. A medida que íbamos, el rayo se hacía más brillante y el trueno
más fuerte. Las gafas de sol de Jack no eran de mucha protección. Nunca
pensé que me sentiría aliviada a volver dentro de una montaña, pero lo
estaba.

Pausando en el interior de la puerta de entrada para sacudir el agua,


divisé la gran sala vacía, la que antes era el lobby del hotel. La gruta
estaba hecha enteramente de azulejos con altos techos abovedados. Las
siluetas fantasmales de muebles pasados dejaron entrever que el hotel fue
alguna vez bastante grande, pero ahora azulejos desmoronados y manchas
oscuras en piedra se habían robado su belleza. Froté la punta de mi bota
contra una de las manchas oscuras, preguntándome que era.

—La miseria humana es una mancha obstinada —dijo Dena—. Un


montón de esqueletos fueron encontrados aquí, el suelo oscurecido por su
decadencia.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal cuando registré su


significado. ¿Cuántas personas habían buscado refugio después de la
guerra, solo para sufrir una horrible muerte lenta? ¿Eran del valle? ¿Eran
las mismas personas que habían sido enviados de vuelta lejos del Domo
por la burgué? Las manchas de decadencia estaban por todas partes. Por
un momento cerré los ojos contra la imagen mental de lo que ellos
debieron quitar de aquí con el fin de recuperar este edificio.

Detrás de mí una puerta se abrió y algunas personas entraron en el


vestíbulo. Ellos miraron en nuestra dirección y luego continuaron al otro
lado de la habitación.

—Todo el hotel está construido dentro de una montaña, oculta del


mundo exterior —dijo Dena.
233

Vi a un grupo pequeño abrir las bolsas que llevaban y extender


mantas en el suelo.
Página

Jack señaló a la iluminación artificial.


—¿Han hecho su propia luz?

Dena sonrió.

—No es ciencia nuclear. Es solo un filamento.

Jack se veía un poco avergonzado por su pregunta. Yo pensaba lo


mismo hasta que Jin-Sook me había corregido. Por mucho que profesaba
que estas personas no eran bárbaros, todavía hacía suposiciones acerca de
ellos, como si no fuesen tan inteligentes como nosotros. Pero mientras
caminábamos por las ruinas recuperadas, me acordé de la ingenuidad del
espíritu humano. Como alguien que venía del Hoyo, esto no era algo que
yo debería olvidar.

—El barangay de Amini no tiene luz eléctrica —dije. Aunque Jin-


Sook ya me había explicado el por qué no tenían electricidad, solo quería
rescatar a Jack.

—Amini es uno de los más nuevos puestos de avanzada y estamos


todavía en proceso de extender la energía allí. Toda la plomería está en su
lugar, sin embargo, por lo tanto tienen calefacción y agua caliente —dijo
Dena—. Y nosotros no generamos mucha tensión en la planta. Solo lo
suficiente como para alimentar unas cuantas luces en las áreas comunes,
poner en funcionamiento el intercambiador de aire y otras necesidades.
Todavía es un trabajo en progreso.

—¿Dónde está ubicada la planta geotérmica? ¿No fue eso lo que


atrajo la atención a su establecimiento?

Dena meneó la cabeza.

—Fue todo construido dentro de la montaña como parte de la


atracción turística. Incluso las turbinas de viento que hacen funcionar la
bomba fueron camufladas, aunque solo pudimos conseguir que algunas
funcionasen de nuevo.

—¿De dónde sacan sus provisiones? —Preguntó Jack.

—De la vieja ciudad. Por suerte para nosotros las tuberías y


alambres se hicieron para ser indestructibles. Salvamos todo lo que
pudimos. Vamos, te daré un recorrido.

El vestíbulo estaba lleno de gente cuando Dena nos condujo por una
puerta arqueada. El techo en el pasillo era redondeado y mucho más bajo.
Tenía una deliberada sensación de cueva. Dena fue a la historia del hotel y
234

que era una novedad para los turistas el vivir en una “cueva” impulsada
enteramente por el propio sistema de calentamiento de la tierra. Los
Página

huéspedes del Hotel tenían una entrada privada en las cavernas, que luego
se encendían con electricidad. Todos los elementos estaban aquí para
convertir a las cavernas en espacios habitables.

Al final del recorrido, ella nos permitió leer los folletos del hotel que
habían conservado. Entre todos los folletos había un mapa del sistema de
cavernas. Era una serie de cuevas unidas por túneles artificiales. El mapa
era solo del área de la inmediación turística, pero Dena explicó que el piso
del valle estaba lleno de cuevas.

Volvimos al vestíbulo, ahora lleno de gente vigilando los espacios


para las camas en el piso. Había un aire de emoción de las charlas
llenando la habitación. Reconocí algunos de los rostros del campo de
entrenamiento.

—Como en nuestro establecimiento original, los barangayes se


reúnen aquí para el torneo anual de primavera y las celebraciones del
solsticio de invierno —dijo Dena. Sus labios se apretaron—. Esta es la
primera vez que nos hemos reunido bajo amenaza de guerra. Admitiré que
me pone nerviosa tener nuestras fuerzas en el mismo lugar.

Jack asintió con la cabeza.

—Cualquier acción que decidas tomar, será mejor hacerlo pronto.

—Eso dependería de cómo voten los Ancianos. Después de todo


como has visto hoy, espero que ambos estén de acuerdo conmigo y me
ayuden a convencerles.

—Nos reuniremos con tu consejo, pero seremos honestos —dijo


Jack.

—Es todo lo que pido —dijo Dena—. Hablando de eso, me debería


estar preparando para la reunión. Les mostraré su habitación.

Dena nos llevó a una de las habitaciones privadas en el hotel y


protestamos inmediatamente. Habíamos visto al ejército hacer sus camas
en el suelo del vestíbulo, no deberíamos ser tratados especialmente. Pero
ella no quiso escucharlo. Éramos los invitados y seríamos tratados bien.

—Probablemente querrán quitarse la ropa mojada —dijo. Encendió


una linterna en el baño y nos mostró una cuerda oculta encima de la
bañera—. Cuélguenlos aquí esta noche y espero que estén secas para
mañana.

Cuando ella se volvió para irse, Jack la detuvo.


235

—Dena, hay una cosa más que debes saber antes de reunirte con tu
consejo. —Ella le dio una mirada expectante, pero él vaciló—. El presidente
Página

Holt no está mentalmente estable. Tiene la intención de repoblar a la tierra


con su propia “raza superior” y creo que tiene la intención de eliminar a
todos los que no encajan. Admitiré que Sunny y yo necesitamos de su
ayuda para liberar a la gente del Hoyo, pero me atengo a lo que dije antes.
Si corres ahora, les dará tiempo para prepararse y luego ir contra él.

Dena le hizo un gesto apreciativo.

—Gracias por tu honestidad, Jack.

La puerta hizo clic detrás de ella, dejándonos solos en la habitación.


Curiosamente, me sentí incómoda momentáneamente. Había sido un
tiempo desde que estábamos solos… desde que declaramos nuestros
sentimientos por el otro. Ahora estábamos en una habitación, dominados
por una cama grande, y nada que ponernos una vez que nos quitemos
nuestra ropa mojada. Estaba repentinamente consciente de que mi
camiseta estaba empapada y aferrada a mí. Crucé mis brazos.

Si Jack había notado mi vergüenza, no lo mencionó. En cambio, se


desabrochó el bolsillo de su pantalón y sacó su tablet. Él intentó
encenderlo. No prendió. Luego sacó su pistola y la puso en la mesa.

—Espero que se sequen. —Miró alrededor de la habitación—. Este


lugar es increíble. Me pregunto cómo fue antes de la guerra.

No estaba segura si él realmente apreciaba la habitación o el hecho


de que el hotel todavía seguía en pie como testimonio de otra civilización.
Su vista era pobre en la oscuridad, por lo que era dudoso que pudiera ver
más allá del resplandor de la linterna. Por desgracia yo sí podía, y la
mancha del sufrimiento y la decadencia que estaba en esta habitación
también mezclada con mugre con siglos de antigüedad, todas pulverizadas
en las desmoronadas baldosas.

Se dirigió hacia el baño y lo seguí, porque no quería estar a solas con


los fantasmas en esta habitación.

—No puedo creer que consiguieran que una planta geotérmica


funcionara de nuevo. —Él abrió el grifo y sonrió—. Hace calor. Y tengo
ganas de una ducha.

Por primera vez, deseé estar tan ciega en la oscuridad como Jack. Si
tan sólo no pudiese ver la mugre o tal vez los fantasmas en la habitación
se desvanecerían. Me estremecí y envolví mis brazos apretándolos más
236

alrededor mío.

—Deberías salir de esa ropa mojada —dijo él—. Puedes tener la


Página

ducha primero.
Se fue a oprimirse más allá de mí en la puerta estrecha, pero envolví
mi mano alrededor de su brazo, impidiéndole.

—Espera. —Él se detuvo, nuestros hombros apretados en el


confinado espacio. No quería que se fuera. Y no solamente porque estaba
un poco asustada de este lugar—. No quiero estar sola.

Él se rió suavemente, pero mi expresión seguía siendo grave.

—Estaré aquí afuera.

Aflojé mi apretón en su brazo y arrastré mi mano hacia abajo para


entrelazar mis dedos con los suyos. Mi estómago comenzó a agitarse. Tomé
una respiración profunda y la sostuve, con la esperanza de que no hubiera
cambiado su opinión sobre mí.

Su risa se desvaneció y su expresión se puso seria.

—La vida ha sido un gran viaje últimamente. —Él levantó su mano


libre y alisó el cabello mojado de mi rostro—. Cuando Naoki te sacó fuera
del agua y no respirabas… asustó el infierno fuera de mí. Pensé que
estabas muerta.

Creo que en realidad lo estuve, al menos por unos minutos. Y


hubiese sido agradable escapar de este violento mundo si no fuese por una
cosa: lamento. Había demasiados asuntos pendientes con Jack para irme
feliz. Demasiado que decir. Demasiado por lo que vivir.

—Casi te perdí también, así que creo que sé cómo fue que te sentiste
—le dije. Tal vez ahora él podría entender por qué había usado una jeringa
llena de nano-cirujanos para salvarlo. Su boca se curvó en una sonrisa
torcida, como si supiese exactamente lo que estaba pensando. Apoyé mi
mejilla en su mano ahuecada—. Pero estamos aquí, todavía muy vivos. —
Tiré de su camiseta mojada, tratando de acercarlo más, pero él se resistió.

—¿Qué pasó con tu política de no-romance? —Evitó mirarme a los


ojos cuando preguntó, concentrándose en cambio en colocar un mechón
de cabello detrás de mí oreja.

—Creo que los dos sabemos que esa estúpida política fue solo una
reacción exagerada por mi parte.

—¿Sí? —Preguntó—. ¿Una reacción exagerada de qué?

Él no lo iba a poner fácil para mí. No lo culpaba. Un día estaba


237

rogándole para hacer el amor, el próximo yo estaba aferrada al lado de


nuestra cama tratando de evitar el contacto. Él merecía una explicación.
El problema era que no estaba segura de haber entendido del todo, yo
Página
misma. En algún lugar entre decir “sí quiero” y unir al Hoyo para una
rebelión, aprendí a confiar en Jack.

—De verte como un… burgué de nuevo —le dije con sinceridad.

Él atrajo sus cejas juntas en una expresión de dolor.

—Sunny, soy del Domo, pero eso no me hace un burgué. Después de


todo este tiempo…

Coloqué mi mano sobre su boca para detener sus próximas


palabras.

—Sé lo que vas a decir. Pero confiar en ti no es fácil para mí. —Mi
aliento se prendió en un sollozo. No era algo que siempre quise admitirle a
él. Pero Jack merecía honestidad. Él dio un paso lejos de mí, y solté mi
mano de su boca—. Puedes pensar que sabes del cómo es la vida en el
Hoyo después de estar allí conmigo, pero no creciste allí. Yo sí. He tenido
una vida para formar mi opinión sobre la burgué.

Sé que nunca podría explicarle la profundidad de esa opinión a él.


No había palabras para describir lo que sentí cuando vi a mi padre ser
golpeado por los guardias a menos de una pulgada de su vida. Tenía sólo
ocho años la primera vez que sucedió y eso me robó mi voz durante una
semana entera. Pero era joven e ingenua. La madurez y la experiencia me
enseñaron que el temor a la burgué era sano y que me ayudaba a
mantenerme fuera de los problemas.

La única cosa que nunca aprendí era a cómo lidiar con la sensación
de impotencia que sentía cuando veía a alguien ser lastimado, hasta que
conocí a Jack. Él me enseñó que no debía ser impotente.

—Nadie nunca me ha creído a mí antes —dije. Tentativamente,


acaricié mis dedos contra los suyos, esperando a que no arrebatase su
mano. No lo hizo—. Fuiste el primero y me has hecho una persona más
fuerte. —Enredé mis dedos en los suyos—. Has hecho más por el Hoyo que
nadie más en la historia del Domo. Y realmente siento que mi cabeza se
haya tomado más tiempo en averiguar lo que mi corazón ya ha sabido por
un tiempo. No me casé con el enemigo. Me casé con el héroe.

Jack no dijo nada. Él sólo me miró tan fijamente con sus ojos azules
y cristalinos que me encontré a mí misma conteniendo la respiración. Poco
a poco, sus labios se levantaron en una sonrisa y su mano se arrastró por
mi brazo, llegando a descansar en el dobladillo de mi camisa.
238

Exhalé el aliento que estaba conteniendo solo para aspirar de nuevo


otra vez cuando sus dedos quemaron un camino a lo largo de mi costado
Página

desnudo. Levanté los brazos por encima de mi cabeza, sentí la fría camisa
mojada cuando él me la quitó, y oí el húmedo golpe sobre el suelo. Jack se
sentía caliente contra mi piel mientras se presionaba cerca. Su cabeza se
movió hacia la mía.

Su beso nunca supo más dulce.


239
Página
Capitulo 24
No pensaba que fuera posible amar a Jack más de lo que ya lo hacía.
Pero eso fue antes de que descubriera que no solo mi corazón podría
sostener el amor; todo mi ser se podría llenar con él también. Lo sentí en
mis dedos de los pies mientras hacían un rastro perezoso lo largo de su
pierna desnuda. Mis dedos se estremecieron cuando trazaron su labio
superior. No eran solo nuestras vidas enredándose más. Realmente sentí
como si él fuera una parte de mi alma.

Sus ojos parpadearon adormilados abriéndose.

—Buenos días, señora Kenner —dijo, moviendo los labios contra mis
dedos.

—¿Es por la mañana ya? —Le pregunté—. Es difícil de decir sin


ventanas. —Mi reloj ya se había sincronizado con la salida y puesta del
sol.

—Creo que sí. ¿Dormiste bien?

Sonreí al instante mientras el calor de un sonrojo corría por mis


mejillas. Él sabía exactamente el poco sueño que había tenido.

—La mejor noche de mi vida.

Se dio la vuelta, empujándome fuera del codo en el que estaba


posada, y me inmovilizó a la cama.

—Mentirosa —dijo, besando mi cuello. Había pasado un tiempo


desde que se había afeitado, y el crecimiento de su barba cosquilleaba. Se
apoyó en los codos y me miró—. Lo siento te hice daño. Pensé... que
estabas lista.

El recuerdo de lo lista que estaba me hizo cerrar los ojos en un


momento de vergüenza. No tenía idea que fuera capaz de sentir tan
exquisito placer, por lo que el dolor agudo de nuestra primera unión me
tomó por sorpresa. No debería… amigas experimentadas me habían
advertido que la primera vez dolía. Aun así, no pude evitar el grito que se
me escapó.
240

—Estaba lista... y solo dolió la primera vez. —Abrí los ojos para
encontrarlo mirándome. Sonreí por mi torpeza—. La tercera vez fue la
mejor, sin embargo.
Página
Sus ojos ardieron ante el recuerdo.

—Lo fue, ¿no? —Me besó y enrollé mis brazos alrededor de su cuello,
con la esperanza de dirigirnos a la cuarta vez. Se echó hacia atrás para
mirarme de nuevo con esos increíbles ojos azules—. ¿Tienes alguna idea
de lo mucho que estoy enamorado de ti?

—No. Creo que será mejor que me lo muestres. —Tiré de su boca de


vuelta a la mía.

Un fuerte golpe en la puerta nos sorprendió a ambos. La cabeza de


Jack voló, mirando en la dirección de la intrusión.

—¿Quién es? —Preguntó.

—Dena me envió —una voz masculina gritó desde el otro lado de la


puerta—. Me preguntó si podían reunirse con los Ancianos en una hora.

—Dile que vamos a estar ahí —dijo Jack.

La realidad dispersó la niebla feliz que se había instalado a mi


alrededor. En un vano intento de mantenerla, enterré mi cara en el hueco
del cuello de Jack y aspiré su aroma. Si no podía detener el tiempo, por lo
menos podría agudizar la memoria.

—Creo que nuestra luna de miel se acabó —dijo.

—¿Has pensado en lo que vas a decirles?

Él rodó sobre su espalda y se dejó caer sobre la almohada a mi lado.

—Nop. Estaba un poco distraído anoche —dijo con una sonrisa—.


Tenemos que averiguar lo que vamos a decir, sin embargo. Todavía estoy
indeciso. Me siento culpable como el infierno de decirle a un grupo de
personas armadas con arcos y flechas para ir en contra de un ejército de
élite.

Me apoyé en mi codo, descansando la cabeza en mi mano. Sabía que


Jack no estaba siendo condescendiente. El hecho era que el ejército de
Dena no estaba tan bien armado como el de Holt, pero tenían algo que el
ejército de Holt no tenía: una fuerte unidad.

—Su mundo es tan diferente al nuestro —le dije, mirando alrededor


de la habitación deteriorada por el tiempo—. Nació de las cenizas de la
destrucción.
241

—Guau, eso es muy poético, Sunny.

—Sabes lo que quiero decir, sin embargo.


Página
Metió el brazo debajo de la cabeza y se volvió hacia mí.

—Su mundo es primitivo y nuestro mundo está avanzado.

—No —le dije, trazando un dedo a lo largo de la línea de su


mandíbula sin afeitar—. Me refiero a que nuestros mundos evolucionaron
de manera diferente. —Apoyé la cabeza en su hombro y me acurruqué—.
Por lo menos en el interior del Domo, estábamos protegidos de toda la
destrucción nuclear. Ellos no. Piensa en el tipo de fuerza que se
necesitaría para no solo sobrevivir en una Tierra devastada, sino
arreglárselas para construir una nación también.

Con pereza, acarició mi cabello.

—No me lo puedo imaginar. Todo lo que puedo decir es que la


voluntad humana para sobrevivir es fuerte.

—Es como dijo Dena… defender no es solo algo que practicar, es su


forma de vida. Han construido toda su cultura en protegerse a sí mismos.
Viste su habilidad en el campo de entrenamiento.

Jack me lanzó una mirada burlona.

—Gracias por el recordatorio.

Demasiado tarde me acordé de que él consiguió que le patearan el


trasero.

—No me refería a eso —le dije—. Me refería a que todos ellos se


movían juntos, como partes de la misma máquina. Si la burgué no tuviera
armas automáticas, creo que el ejército de Dena tendría la ventaja.

—Pero tienen armas automáticas.

Mientras pensaba en ello, un plan comenzó a trabajar por sí mismo.


Flint había mencionado una armería.

—¿No están las armas guardadas en una armería?

—Sí… si —dijo Jack.

—¿Son todas las armas guardadas allí?

—El inventario es guardado allí... ¿estás pensando lo que creo que


estás pensando?
242

—¿Qué te parece que estoy pensando?

—En volar por los aires la armería.


Página
—En realidad, estaba pensando en asaltarla y armar a los bárbaros.
Pero tu idea es mejor.

Abrió los ojos y levantó las cejas.

—¿Mi idea?

—¡Es genial! Si nuestros dos mundos van a chocar, entonces lo


menos que podemos hacer es nivelar el campo de batalla.

Me estudió por un momento.

—Cada soldado lleva al menos un arma, y habrá un poco de


munición alrededor de la base... —Se detuvo de nuevo—. Si los tomamos
por sorpresa, podríamos paralizarlos temporalmente. Por supuesto, eso es
suponiendo que aún no estén en contacto con Holt. Si lo están, los
refuerzos serían enviados hacia fuera del Domo.

—Pero si Holt está tratando de mantener la ciudad en secreto,


¿enviaría un ejército y tomaría el riesgo de ser expuesto?

—Huh —dijo Jack, dándome una mirada apreciativa—. Tal vez no...
aunque si pensara que está a punto de perder la ciudad, podría correr el
riesgo.

Me permití sentir el más mínimo atisbo de esperanza. Este plan


podría funcionar.

—¿Crees que los Ancianos lo harán?

Se encogió de hombros.

—Depende de Dena persuadirlos para quedarse y luchar.

—Puede que nuestro plan le ayude a convencerlos. Podemos


explicarlo todo en la reunión.

—Todavía tenemos algunos puntos que resolver, Sunny. Al igual que


la forma en que vamos a entrar en la ciudad y volar la armería.

Sonreí maliciosamente.

—No sé, Jack. Fue tu idea. —Sus ojos se abrieron y él hizo un


gruñido, pero antes de que me pudiera sujetar a la cama de nuevo, lo
inmovilicé. Me dejó.
243

Mi cabello cayó a nuestro alrededor mientras sostenía sus muñecas


por encima de su cabeza. Mis ojos se desviaron de sus ojos azules a sus
labios rellenos. Bajé mi boca, cerré mis ojos, y me perdí en él.
Página
Capitulo 25
Al final resultó que, los Ancianos ya habían tomado su decisión en el
momento en que llegamos a la reunión. Amini estaba en la minoría; ella
era la única que quería dejar atrás la nación que habían construido. Los
otros habían llegado a la conclusión de que tendrían que enfrentar a Holt y
sus armas tanto si corrían como si no. La guerra nuclear ya había
devastado el planeta, y unos pocos, como Dena, sentían que eran la
primera línea de defensa contra la burgué causando estragos otra vez. Yo
estaba indecisa sobre si eso era noble o un poco loco, teniendo en cuenta
cómo el resto del mundo los había tratado.

Los Ancianos le dejaron la estrategia del ataque a Dena, la jefa de su


ejército. Ella invitó a Naoki, Jin-Sook, y algunos otros Protectores para
ayudarla a coordinar el plan.

Jack llevó su computadora tablet, con la vana esperanza de que


funcionara ya que tenía todo el mapa de la ciudad descargado en él. No fue
así. Naoki encontró la computadora interesante. De su bolsillo, sacó dos
versiones miniatura de la tablet de Jack.

—No es tan diferente de esos —dijo.

Jack cogió una de las pequeñas pantallas, examinándola.

—Es casi lo mismo —dijo, su tono una mezcla de curiosidad e


incredulidad. En algún lugar en lo más recóndito de mi mente escuché a
Doc. Trescientos años de tradición sin obstáculos por el progreso.

Alguien produjo un pedazo de papel y una mina de carbón. Jack


dibujó un mapa de la ciudad de memoria. De lo que yo recordaba de la
ciudad, parecía exacto, pero los únicos lugares que conocía con certeza
eran las granjas y los corrales de pobretones. Jack tenía un mejor
conocimiento de la base militar.

—¿Estas estructuras están vacías? —Preguntó Dena, apuntando a


una zona residencial.

—Sí —dijo Jack.

—Y aquí —señaló Dena—. ¿Qué son éstos?


244

Jack vaciló. Miró de su mapa a Dena, y de nuevo al mapa. Se mordió


el labio inferior.
Página
De repente me di cuenta. Esos edificios eran cuarteles de los
oficiales, donde vivían sus amigos Alex y Hayley.

—Debemos concentrarnos aquí —dije, señalando el corral—. Nuestro


objetivo es liberar a los esclavos. No tenemos que destruir la ciudad.

Jack atrajo sus cejas juntas.

—No. Eso no está bien. Si hacemos esto, tenemos que paralizarlos.

Entrecerré los ojos, con ganas de ver los suyos, pero él se negó a
mirarme.

—Haremos esto con un mínimo derramamiento de sangre —dijo


Dena. Me alegré mucho de oírla decir eso—. Esta noche nuestro objetivo es
liberar a los esclavos y dejar que los soldados sepan que no somos
intimidados fácilmente. Después de eso, volvemos aquí y recogemos
nuestras cosas.

Jack se pasó una mano por el cabello.

—Está bien —respiró—. Naoki y yo irrumpiremos en este edificio. —


Señaló el mapa—. Va a estar vigilado, pero es la única manera de apagar el
sistema de etiquetado, así que tenemos que entrar. Haremos esto primero,
antes de volar el arsenal. —Jack me miró.

—Lo sé —dije. Ya lo habíamos planeado antes de venir aquí, a pesar


de que todavía estaba erizada por el hecho de que él tenía el trabajo
peligroso. Una vez que el sistema de etiquetado se cerrara, se suponía que
yo debía llevar a todo el mundo afuera. Jack hizo la excusa de que no
podía hacerlo porque sería de noche, y estaría ciego. Pero creo que era solo
una razón para tratar de mantenerme fuera de peligro—. Jin-Sook y yo
esperamos en el corral hasta que des la señal y luego llevaré a todos a las
cavernas.

Todavía teníamos el obstáculo de entrar en los corrales sin ser


detectados. Yo iba en la esperanza de encontrar a Terran y Flint mientras
estuvieran fuera para su ración de comida de todas las noches. Jin-Sook
me dijo que eran muy conscientes de la rutina de los hombres y sabían
dónde interceptarlos. Si eso no funcionaba, entonces con un poco de
suerte podríamos encontrar la entrada de su túnel. Era una preocupación,
pero era la más pequeña de ellas. Para ahora, tenía el día extendiéndose
por delante de mí y no estaba segura de cómo iba a atravesarlo con esta
burbuja de ansiedad que amenazaba con devorarme.
245

Dena nos invitó al campo de entrenamiento. Me sentí aliviada serme


dada una distracción y por la mirada en el rostro de Jack, igual lo estaba
Página

él. Jin-Sook estaba emocionada de tenerme con ella, me agarró de la mano


y casi corrió todo el camino hasta el campo. Jack se quedó con Naoki. Miré
detrás de mí de vez en cuando para verlos a ambos absortos en una
conversación, haciendo lentamente su camino hasta el campo.

El arma de elección de Jin era el arco, y esa fue a la primera división


que me llevó. Los arqueros se alineaban diez de ancho y por lo menos
veinte de profundidad. Cada fila apuntaba y disparaba, y se agachaba para
la fila de atrás. La segunda fila se convirtió en el frente, una y otra vez en
rápida sucesión, creando una lluvia de flechas ondulante. Cuando
terminaron, los más jóvenes de pie al margen corrieron a recoger las
flechas. Otro grupo se formó para tomar su turno.

—¿Quieres probar esta vez? —Preguntó Jin-Sook.

Negué con la cabeza.

—Nunca he usado un arco en mi vida —dije.

—Vamos… Te voy a mostrar —dijo.

Ella me llevó lejos de los arqueros a una zona tranquila, eligiendo un


árbol caído como objetivo.

—Apuntaré a ese muñón —dijo. Era un objetivo pequeño, pero


después de ver a los otros arqueros, sabía que ella podía hacerlo. Lo hizo—
. ¿Quieres probar?

Asentí con la cabeza. Aparte de preocuparme por esta noche, no


tenía nada más que hacer. Acepté el arma de ella.

—Es pesado —dije, un poco sorprendida.

—Es exactamente el peso adecuado para mí, así que tú puedes


encontrarlo un poco torpe. Si te gusta disparar, puedes hacer el tuyo
propio.

—¿Hacer el mío propio?

—Por supuesto. ¿Quién es más lo va a hacer? —Preguntó.

—Un replicador —dije.

—¿Un qué?

—Una máquina que lo hace por mí.

Ella arqueó las cejas.


246

—No me importaría tener una máquina como esa.


Página

Ató un pedazo de cuero alrededor de mi brazo izquierdo hasta la


muñeca y luego me mostró cómo pararme, inclinar un arco, tirar hacia
atrás y soltar. Mis primeros intentos fueron un fracaso risible, pero cuanto
más lo intentaba, más cerca llegaba al eje. Después de unos veinte
minutos, mis dedos comenzaron a sangrar y era obvio que no iba a
convertirme en una maestra arquera al caer la noche.

Mi arma favorita resultó ser la pistola de dardos. Era ligera de llevar,


fácil de cargar y ya que solo se utilizaba para distancias cortas, era fácil
para apuntar. El hecho de que no tenía la capacidad para matar me dio
una mayor confianza en su uso.

Finalmente nos dirigimos a lo que ella denominó la zona dojo, donde


practicaban artes marciales. Había varias parejas que participan en
combate y no me sorprendió ver a Jack entre ellos. Él y Naoki estaban
como pareja y parecía que no mostraban entre sí ninguna misericordia.

—No se combate a muerte aquí, ¿verdad? —Le pregunté a Jin.

Ella se echó a reír.

—No.

—Bien. —Me relajé un poco y vi a Jack defenderse de Naoki.

Odiaba tener que pensarlo, pero los movimientos de Jack parecían


lentos en comparación con los de ellos. Cuando hizo una ataque contra
Naoki, retrocedió por una fracción de segundo, dando al otro hombre la
oportunidad de recuperarse. Naoki no peleaba esa manera. No había
ninguna vacilación, ninguna pausa. Era implacable. Y todo era un juego,
justo como el arma. Jack fue capturado de forma rutinaria con la guardia
baja. El ejército de Dena luchaba por la supervivencia, pero a Jack se le
enseñó a luchar en un ambiente controlado sin enemigos visibles. Antes de
que me conociera, su supervivencia nunca había sido amenazada.

Alguien llamó y todo el combate se detuvo. Las parejas se separaron


y se trasladaron fuera del campo.

—El tiempo se está acercando —dijo Jin. No me había dado cuenta


de lo bajo que el sol estaba asentado en el cielo. Estaría oscuro en unas
pocas horas. Mi estómago se sacudió con ansiedad—. Es el momento para
meditar y prepararse para la batalla.

—¿Meditar? —Pregunté. Ella asintió con la cabeza—. ¿Por qué haces


eso? —En la forma en que me sentía, no podía imaginar sentarme quieta el
tiempo suficiente para meditar. Esto era todo, la primera etapa de la
247

liberación de mi pueblo. Era en lo que Jack y yo habíamos estado


trabajando desde el día que nos casamos. Si fracasábamos, podríamos
nunca tener otra oportunidad. Y si no los liberábamos, ¿quién más lo
Página

haría? El pánico que había trabajado tan duro por mantener a raya todo el
día ahora robó cada gota de humedad de mi boca.
Jin-Sook examinó mi rostro.

—Ya sabes, ¿esa sensación que estás sintiendo en este momento? —


¿Estaba escrito por todo mi rostro? O tal vez fueron mis manos
temblorosas las que me delataron—. Es por eso que meditamos.

—¿Cómo lo haces?

—Empiezo con ejercicios de relajación para aliviar la tensión y


despejar mi mente. Entonces visualizo mi cuerpo pasando por los
movimientos del tiro con arco. Si me estuviera preparando para combate
cuerpo a cuerpo, me concentraría en mi cuerpo moviéndose a través de los
pasos de artes marciales. A través de esta técnica de meditación,
memorizamos los movimientos y fortalecemos nuestra confianza. Siempre
terminamos la meditación con agradecimientos a los espíritus y pidiendo
su bendición.

Distraídamente, incliné la cabeza a un lado mientras miraba a Jin.


Nunca se me ocurrió que oraban. En el Hoyo, había personas que oraban a
un Dios el cual nunca estuve realmente convencida de que existiera.

—Supongo que no meditas —dijo Jin.

—No. Y no oro tampoco. No sé cómo.

—Entonces, ¿en qué crees?

Tuve que pensar en esa pregunta. ¿En qué creía? Una vez creí en la
salvación, que nuestro tratado de servidumbre se cumpliría y todos en el
Hoyo seríamos dejados libres. Pero al descubrir que mi gente había pasado
los últimos trescientos años aferrados a una elaborada mentira me mostró
cuán ingenuos éramos en realidad. No estaba tan segura de que creer en
algo que no podía ver fuera tan satisfactorio como Jin-Sook pensaba que
era.

—Yo —dije—. Creo en mí. Y en Jack. Sé que vamos a hacer todo lo


posible para salvar a mi gente, incluso si morimos en el intento.

Jin puso su mano en mi hombro.

—Puedes creer en nosotros también, Sunny.

Eso esperaba.

Jack estaba de repente a mi lado.


248

—¿Cómo va tu día? —Preguntó.

Estaba medio desnudo y chorreando de sudor.


Página
—No tan duro como tu día. —Barrí un dedo a través de su pecho
sudoroso para enfatizar mi punto y dejé un rastro de sangre.

Tomó mi mano y la examinó.

—No estoy tan seguro —dijo, y besó mis dedos cortados.

Seguimos la larga estela de gente allá en el patio. Una comida ligera


y jarras de agua estaban disponibles. A medida que las personas
terminaban de comer, desaparecían en el hotel. Dena se nos acercó a Jack
y a mí mientras terminábamos nuestro caldo.

—Los invitamos a unirse a nosotros en la meditación —dijo Dena.

Jack alzó las cejas hacia mí en cuestión.

—Jin explicó que siempre meditan antes de la batalla —dije.

—No solo antes de la batalla —me corrigió Dena—. Es un ritual


diario.

—Aprecio la oferta —dijo Jack—. Pero Sunny y yo tenemos un ritual


también. Volveremos a nuestra habitación y nos prepararemos allí.

Sonreí y asentí con la cabeza, aunque no tenía ni idea de lo que Jack


estaba hablando.

Había bastante gente ya profunda en la meditación en el vestíbulo


del hotel, aunque también había visto muchos afuera bajo el sol
poniéndose. En silencio, nos abrimos paso a través del vestíbulo y
volvimos a nuestra habitación.

No parecía tan espeluznante ahora que contenía la memoria de


nuestro amor. Encendí la linterna de Jack, cerrando los ojos ante el
brillante destello de la llama.

—¿Tenemos un ritual? —Pregunté.

Empujó la mesa y las sillas contra la pared.

—¿Quieres decir que te has olvidado? —Finalmente me di cuenta.


Íbamos a entrenar.

—Ha sido un tiempo —dije.

Se puso de cuclillas y copié sus movimientos. Había olvidado lo


249

suave que era.

—Te vi probar tu mano en el tiro con arco —dijo Jack.


Página
—Por consiguiente los dedos triturados —contesté, sacudiéndolos
ante él—. Supongo que soy muy mala en casi todo.

Se rió en voz baja.

—Difícilmente. —Levantó una pierna, la arqueó en el aire, y puso su


pie detrás de él, estirando su cuerpo hacia adelante. Lo seguí, sintiendo
mis músculos comenzar a relajarse y la sangre fluir a mi cabeza. Su
expresión se puso seria—. Quiero que tomes la pistola esta noche.

—No, Jack. Entonces no tendrás un arma.

—Todavía tengo mi cuchillo. —Respiró profundamente y cambió el


peso a su otro pie y repitió los movimientos—. Naoki encontró un cargador
lleno en la moto que tomaron de nosotros. No es un suministro de
munición enorme, pero es mejor que nada. ¿Te acuerdas de cómo
cambiarlo?

—Voy a estar en el corral lejos de cualquier lucha. Una vez que


vueles el arsenal, estarás en medio de ello. No voy a tomar la pistola, Jack.

Él se detuvo y se volvió hacia mí.

—Vas a tomar la pistola o cancelaré toda esta maldita cosa.

Mi boca se abrió. Jack nunca me había hablado así antes.

—¿Qué acabas de decirme?

Dibujó sus labios en una línea dura.

—No voy a dar marcha atrás, Sunny.

¿Y él pensaba que yo era la que debía dar marcha atrás? Con la


burgué armada hasta los dientes, la única esperanza que teníamos de
tener éxito era que subestimaran al ejército de Dena, que no fuera a
esperar un ataque ofensivo. El riesgo de que uno o ambos no viviera a
través de la noche era real, pero Jack tenía un riesgo mayor que yo.

—Cuando vueles la armería, cada soldado en esa ciudad va a correr


hacia ella. Un cuchillo no va a ayudarte, necesitas un arma—. Dejé
escapar un suspiro de exasperación—. ¿Por qué eres tan terco?

Su expresión estaba llena de reproche.

—Estaba pensando lo mismo de ti.


250

—Tal vez estoy mejor meditando. —Me volví hacia la puerta.


Página

—¡Alto! —Dijo en voz alta. Seguí adelante, deteniéndome solo cuando


sentí su mano en mi brazo. Fue un agarre sorprendentemente tierno,
considerando la tensión en su rostro—. Lo siento. Por favor, no te vayas.
No quise gritar. —Solté el aliento que hasta ahora no me había dado
cuenta de que estaba conteniendo—. Estoy asustando como el infierno y
apenas estoy manteniéndome entero.

No lo podía culpar allí. Me relajé ligeramente.

—Yo también.

Él tiró de mí hacia sí y cedí, envolviendo mis brazos alrededor de su


cintura. Me apretó más contra él, como si pudiera cambiar de opinión y
tratar de irme de nuevo. No iba a hacerlo. Este no era el momento de
luchar. Necesitaba su fuerza demasiado.

Se apartó de mí un poco, tomó mi rostro entre las manos y apoyó su


frente contra la mía.

—Toma el arma. —Abrí la boca para protestar—. Solo escucha por


un segundo, por favor. Tengo mi cuchillo y en el minuto en que pueda
tener en mis manos un arma de fuego, voy a agarrar una.

—Jack...

—Sunny, no puedo hacer esto a menos que sepa que está protegida.
¿Bien? Solo haz esto por mí. Por favor.

Sus ojos azules se aguaron, humedeciendo sus pestañas y se mordió


con fuerza el labio. Tomó una respiración profunda inestable, sus ojos
suplicantes sin dejar de mirarme.

Nunca, en toda mi vida sin valor, alguien me había mirado con tanto
amor.

Traté de respirar alrededor del tumor alojado en la garganta, pero se


estaba haciendo cada vez más difícil. Tomando su rostro en mis manos,
asentí de acuerdo. Presionándome más cerca, le di un beso, saboreando la
sal de nuestras lágrimas. No quería pensar sobre a qué nos estábamos
enfrentando, o por qué podría necesitar un arma.

Si yo cerraba los ojos, y sentía el calor de sus labios y sus manos


tratando de sostenerme más cerca, realmente podía imaginar que el único
futuro que me importaba estaba justo aquí, en esta habitación.
251
Página
Capitulo 26
Nunca imaginé que estaría reacia a dejar la escalofriante habitación
de hotel. Es gracioso cómo hacer recuerdos podía hacer que una vieja
habitación tuviera vida de nuevo. Supuse que si moría esta noche, mi
espíritu podría vivir… en esa habitación. Si había otros fantasmas viviendo
ahí, solo tendrían que hacerme espacio. Mi reclamo era más fuerte.

Antes de que nos fuésemos del barangay, Jack me abrazó más cerca
y metió la pistola en mi pretina. No me quejé. Y el final de su negociación
fue agarrar un arma tan pronto como pudiese, y mantenerse con vida.

Por ahora, estábamos en el bosque tratando de mantenernos de pie


tan quietos como Naoki, Jin-Sook y otros veinte mientras yacíamos
esperando por Terran y Flint. Era más difícil de lo que parecía. Mientras la
brisa movía mi cabello, haciéndome cosquillas a lo largo de mi mejilla,
entendí por qué ataban sus cabellos. Moría por rascarme.

—Para de moverte —susurró Jack.

—Estoy tratando —susurré de regreso.

Naoki nos observó. Paramos de hablar.

Al menos no esperamos mucho antes de que Terran y Flint hicieran


su aparición. Jack y yo nos adelantamos, sorprendiéndolos.

Flint fue el primero en recuperarse.

—¡Por Dios! ¡Es el Presidente Kenner!

Jack me dio una mirada curiosa. Yo tragué.

—No es el… —empecé, pero decidí no corregirlo—, necesitamos su


ayuda para entrar en los corrales.

Terran miró a Jack cautelosamente.

—Sunny dijo algo antes acerca de que apagarías el sistema de


etiquetado.

Jack asintió.
252

—Eso es cierto. Una vez que esté apagado, necesitan sacar a todos
tan rápido como puedan.
Página

—¿Cómo sabremos cuando esté apagado?


Jack hizo señas hacia Naoki y Jin-Sook y todos dejaron de ocultarse.

—Porque ellos lanzaran un lluvia de flechas encendidas hacia la


armería. Cuando vean flechas iluminando el cielo, el sistema estará
apagado.

—¡Qué demonios! —Dijo Terran, retrocediendo unos pasos.

—Está bien —dije—. Están de nuestro lado. La burgué no ha sido


muy buena con ellos tampoco.

A Flint no pareció molestarle su presencia. Sus ojos brillaron con


entusiasmo.

—¿Ustedes volarán la armería, Señor? —Preguntó excitadamente—.


Porque yo se acerca de volar cosas. Puedo ayudar.

Jack volvió a mirarme. Abrí mis ojos y me encogí de hombros. Flint


era un alma extraña.

—¿En serio? ¿Qué has explotado? —Preguntó Jack.

—Bueno, nada aún, Señor. He planeado estallar un gran hoyo al


lado del Domo para hacer que todos salgan —dijo.

Jack alzó sus cejas.

—Es bueno saberlo. Creo que por esta noche, sin embargo, te pediré
que les digas a los hombres del corral que estén listos para irse. ¿Estás de
acuerdo con hacer eso?

Flint asintió vigorosamente con su cabeza.

—Sí, señor.

—¿Hay muchos hombres ahí? —Pregunté.

—Demasiados —dijo Terran con disgusto—. Algunos no están en


buena forma. Dos hombres tienen infecciones en heridas de bala.

Naoki hizo señas a dos de sus hombres.

—Ryan y Lito irán con ustedes. Ellos pueden llevar a los heridos con
nuestros doctores.

Doc era probablemente una mejor opción, pero el barangay de Amini


253

no estaba lejos del corral. Pensé en el sedante que ellos usaban en sus
dardos y supe que los hombres heridos al menos apreciarían el alivio. Si
era capaz de llevar a Doc a ellos después, lo haría.
Página
Los tres hombres fueron hacia el corral. Era tiempo de poner
nuestro plan en marcha.

Un suave toque de nuestras manos fue el único reconocimiento de


que nuestros caminos se separarían. Nosotros ya habíamos tenido nuestra
despedida y no ganábamos nada demostrándolo. Resistí la urgencia de
mirar hacia atrás y verlo caminar fuera de mi vista, concentrándome en
cambio en poner un pie delante de otro.

Con el grupo de Jack yéndose en otra dirección, quedamos solo Jin-


Sook, Terran, cinco otros Protectores, y yo. El ejército de Dena estaba
oculto en el bosque, listos para moverse cuando fuera necesario. Esperaba
que no llegásemos a eso. Esperaba que todo fuera acorde al plan —apagar
el sistema de etiquetado, incendiar la armería, y sacar a todos fuera del
corral mientras la burgué estaba distraída. Era un buen plan. Debía de
funcionar.

Terran nos guió de nuevo hacia el corral, y nos mantuvimos abajo,


bajo la cubierta de los árboles y malezas. Reflectores iluminaban los dos
recintos, haciéndome difícil ver.

—No recuerdo a estas siendo encendidas la noche que me quedé —le


dije a Terran.

—Ellos las han estado encendiendo desde que desapareciste.


Aumentaron el número de guardias y hacen barridos de rutina alrededor
del recinto también. —Sonrió maliciosamente—. Solo hace un poco más
interesante entrar y salir, pero no imposible. Manténganse agachados y
síganme.

Nos llevó directo hacia el extremo del bosque y comenzó a mover una
pila de madera, revelando un hueco en el suelo.

—El último coloca unos troncos de nuevo sobre el hoyo —dijo.

—Espera. Necesitamos separarnos para avisarles a los hombres en el


otro recinto —dijo Jin-Sook. Ella señaló hacia los Protectores—. Ustedes
dos vayan con Terran, ustedes dos ocúltense en el bosque y esperen por la
señal de Naoki, y vengan a buscarnos cuando la vean. —Los Protectores se
quedaron con nosotros.

Terran sacudió su cabeza.

—Mi esposa está en el corral. Quiero asegurarme de que ella salga a


254

salvo.

—No puedo meterme en el recinto de los hombres. Me quedaré fuera


Página

—dije. Él vaciló—. Lo prometo, haré que Goldie salga.


Finalmente, Terran cedió.

—Está bien. —Ondeó su mano hacia los dos Protectores para que lo
siguieran, y yo fui en dirección al otro corral.

—Iré primero —dije.

Miré desde la entrada del túnel hacia el Bloque C e intenté calcular


la distancia. Iba a ser una dura escalada para llegar. Sabía que para un
par de mineros, cavar una zanja de este largo no era difícil. Pero aun así,
les debía haber costado meses, y lo hicieron sin ser atrapados. Debían de
haber estado desesperados por comida e información de sus seres
queridos.

Me metí por la entrada. El olor a tierra húmeda me golpeó directo en


la cara y tosí. Colocando una mano sobre mi boca, miré arriba hacia Jin-
Sook. Ella se había quedado quieta sobre el hoyo, mirando en dirección al
recinto. Se quedó así al menos cinco minutos antes de que le hiciese señas
a la próxima persona para que se reuniera conmigo. Comencé a trepar
hacia el Bloque C.

Era apretado, incluso para mí, y me pregunté cómo dos hombres


como Terran y Flint lo manejaban. Como esperé, el túnel parecía continuar
para siempre. Incluso si quisiera volver, no podía —tenía dos personas
más trepando por detrás de mí. ¿Qué pasaba si el final del túnel estaba
atrancado? ¿O colapsado? ¿Podríamos volver todos simultáneamente?
Mordí el interior de mis mejillas y me obligué a dejar de pensar así. Había
un final en este túnel.

Y cuando lo alcancé, golpeé con mis dos puños.

Sobre mí, escuché pasos rápidos y los arañazos de muebles.


Paciencia, me dije a mi misma. Necesitaban tiempo para mover todo del
camino. Finalmente, la puerta trampa se abrió.

Goldie miró hacia abajo, una expresión de alarma cruzó sus


expresiones.

—¿Dónde está Terran?

Me empujé fuera de la puerta trampa y en el Bloque C. Mi súbita


aparición tenía a todos al borde, pero cuando la próxima persona resultó
ser un bárbaro, los espectadores se giraron y corrieron.

—¡¿Dónde está Terran?! —Demandó de nuevo.


255

—Él está bien —dije rápidamente—. Nos está ayudando esta noche.
Página

Jin-Sook emergió del hoyo.


—¿Qué demonios está pasando? —Dijo alguien un poco demasiado
alto.

—¡Hablen bajo! —Susurré alto.

—¿Qué está pasando? —Preguntó Goldie.

—Si todo va de acuerdo al plan, el sistema de etiquetado estará


apagado pronto. Todas deberán estar preparadas para moverse —dije.

Había resistencia. No pasaba todos los días que alguien paseaba


dentro de su prisión y decía que iba a desbloquear la puerta. Y cuando ese
alguien es la amante del próximo presidente, acompañada por personas
que son conocidas como “bárbaros”, había un punto para ser desconfiado.

La expresión de Goldie era escéptica.

—Quiero saber dónde está Terran.

—Él está en la puerta de al lado preparando a los hombres para


salir. Por favor —supliqué—, no tenemos mucho tiempo para organizarnos.
Una vez que recibamos la señal, necesitamos movernos rápidamente,
antes de que la burgué tenga una oportunidad de saber lo que está
pasando.

Para ahora, todos se habían reunido de nuevo al rededor de


nosotros. Jin-Sook pidió silencio, sus ojos alerta y con una mano sobre su
cuchillo. La tensión en la habitación era palpable, y recaía en mí
calmarlas. Sabía que ganar la confianza de todas era imposible. Después
de todo, les estaba pidiendo creer lo suficiente para cruzar una defensa
invisible que podría matarlos. No estaba segura de que yo también sería
tan fácil de persuadir, tampoco. Pero no necesitaba convencer la
habitación entera, solo necesitaba convencer a la única persona en la que
todas confiaban.

—Goldie, escuchaste todo lo que le dije a mi madre la noche que me


quedé aquí. ¿Por qué mentiría a cerca de eso? ¿De qué propósito serviría?

La puerta se abrió y mi madre entró. Alguien debía haberle avisado


cuando me vieron.

—¿Está Jack Kenner en esto? —Preguntó mi madre.

Asentí.
256

—Nos aliamos con los… —casi dije bárbaros. No es que pensara en


ellos como tal; es solo que no sabía de qué otra forma llamarlos—. La
Nación —dije, señalando hacia Jin-Sook—. Ellos tuvieron un encuentro
Página

con la burgué también.


Mi madre silenciosamente sopesó a las dos personas paradas junto a
mí.

—¿Confías en ellos? —Me preguntó.

—Lo hago.

—¿Cuál es tu plan? —Preguntó Goldie.

—Mi plan es sacar a todas a través de este túnel una vez que el
sistema de etiquetado esté apagado, pero con tantos soldados dando
vueltas esta noche va a ser difícil escurrir a todos desde los otros dos
edificios hacia aquí.

—El ejército ha estado usando la cafetería como centro de


operaciones para buscarte a ti y a Kenner —dijo mi madre—. Nos hacen
dejar la puerta de la cocina abierta día y noche. Sin embargo pienso que
algo grande debe haber pasado recientemente. Hay muchos más soldados
viniendo y la tensión crece. ¿Sabes por qué?

—Supongo que están un poco molestos porque matamos a algunos


soldados —dije. Comencé a explicar cómo el intercambio fue mal. Sabía
que la burgué estaría realmente molesta por tener a sus hombres muertos,
pero nunca se me ocurrió que usarían los corrales como el centro de
búsqueda. Liberar al equipo de la cocina iba a ser más difícil, estarían
perdidos de inmediato.

Nos estábamos quedando sin tiempo. Jack y Naoki ya estarían


alcanzando la ciudad mucho antes de que llegásemos aquí, lo que les daba
la delantera para comenzar a apagar las cosas.

Mi madre, Goldie y yo fuimos al Bloque B y comenzamos a meter a


todas en el C. no había mucha resistencia ya que tenía la ayuda de dos de
las suyas. Las repartimos en grupos de varios tamaños —algunas veces en
tríos, o en pares, y unas por su cuenta— aparentemente dejando el Bloque
para ir al baño de otros lugares comunes, pero luego volviendo al C.

—¿Cuándo es el toque de queda? —Le pregunté a mi madre.

—Dentro de treinta minutos.

—Obviamente, ¿el equipo de la cocina no está atado al toque?

—No, pero tienen que quedarse dentro del edificio hasta el cambio
de turno a medianoche.
257

Una vez que el Bloque B quedó vacío, hicimos nuestro regreso al C.


El lugar estaba lleno y había una discusión en progreso. Dando codazos
Página

para pasar por la multitud, fui en busca del causante del problema. El
Protector que se había ido para ver la señal estaba parado en la entrada
del túnel.

—Anna dijo que vio las primeras flechas volar. Es hora —dijo Jin-
Sook.

Me volví hacia el grupo y me acerqué al hoyo.

—¡Necesitamos movernos! ¿Cuál es el problema?

Una mujer fue empujada hacia adelante pero inmediatamente volvió,


sacudiendo su cabeza.

—Tienen miedo —dijo Jin-Sook.

—¿Qué pasa si no está apagado? —Preguntó alguien.

Mi madre se adelantó.

—Iré primero.

Se sentó al borde el hueco. Un grito emergió dentro de mí pero lo


tragué. ¿Qué pasaba si no estaba apagado? ¿Por qué mi madre debía ir
primero?

—Mamá —dije. Pero no sabía que más decir sin perder la confianza
de todas en la habitación. ¿Por qué había estado tan confiada acerca de
enviar a alguien que no conocía hacia el hueco primero?

Ella me dio una mirada tranquilizante.

—Prepárate para enviar al resto.

Clavé mis uñas en mis palmas.

—Está bien.

Ella desapareció dentro del hoyo. Iba a tomar unos minutos para
que trepara por el otro lado…para que pasara la defensa del etiquetado.
Me incliné sobre el hueco, esperando oír un grito. La habitación entera
estaba en silencio. Todos estaban esperando, también. Nadie vino. Cuatro
minutos pasaron, y seguía sin haber gritos. Quizá el chip en su cuello le
impidió gritar. Aparté ese pensamiento. Si ella había muerto, Anna volvería
a contarnos… si podía pasar sobre el cuerpo.

—Voy a revisar —dije, bajando hacia el hoyo. Me arrastré más de


258

medio camino.

—Mamá —susurré. Sin respuesta. Entonces recordé que estaba bajo


Página

tierra y no era como si la burgué pudiese oírme—. Mamá —dije más


fuerte—. ¡Mamá!
—Lo hice —respondió su voz desde la distancia.

Respiré.

Incapaz de girarme, regresé afuera del hoyo.

—Está fuera —dije.

Jin-Sook se quedó a organizar la evacuación mientras Goldie y yo


fuimos al Bloque A y comenzamos a despejarlo. Desde fuera, el sonido del
motor de un todoterreno rugió en el corral.

Una voz resonó en el exterior.

—¡El depósito de armas está en llamas!

Las puertas de la cafetería se abrieron y el sonido urgente de botas


golpeando el suelo y soldados siendo llamados a acción nos urgió a
movernos más rápido. Estábamos corriendo contra tiempo y todavía
teníamos que conseguir al personal de la cocina.

Las mujeres en el Bloque A estaban comenzando a mostrar señales


de pánico. Algunas de ellas hicieron su camino al frente de la línea para
salir por la puerta primero y romper en una carrera directo al Bloque C.
Salvajemente, miré alrededor para ver si eran notadas. Más mujeres
salieron.

—¡Paren! —Dije tan fuerte como pude.

—No voy a ser dejada atrás —gritó alguien—. ¡Voy a salir!

El caos sobrevino. Ellas tropezaron unas con otras tratando de salir


por la puerta. No había manera de que Goldie ni yo pudiéramos
controlarlas. Opal vivía en este Bloque, y ella intentó venir a nuestro
rescate, pero las mujeres presas del pánico estaban más allá de entrar en
razón.

Un disparo sonó y un soldado ladró órdenes.

—¡Regresen a sus literas o el próximo apuntará a sus cabezas!

Saqué la pistola de mi cinturón y miré a Goldie y Opal.

—Ustedes dos vayan al Bloque C y salgan de aquí.

—No vamos a dejarte sola —dijo Goldie.


259

—Terran está esperando encontrarte y tendrá mi cabeza si no


apareces —dije.
Página

—Nadie está esperando por mí —dijo Opal.


—Estás desarmada. Ve al túnel.

Peleé mi camino fuera de la puerta y me deslicé por la sombra del


Bloque A, en dirección a un gran cubo de basura al final de la unidad.
Mientras hacía mi camino hacia ésta, los primeros tiros fueron disparados.
Gritos estallaron de las mujeres que aún estaban en la entrada. Mirando
alrededor del cubo, vi el inconfundible resplandor de fuego iluminando el
cielo nocturno, el depósito de armas.

Tres soldados dentro del campo de tiro estaban disparando sus rifles
semiautomáticos. Apunté hacia un reflector, le disparé y fallé. Me acerqué
al basurero, esperando ver si mi intento fallido iba a delatar mi posición.
No lo hizo. Habían demasiados disparos para que el mío destacara. Apunté
al reflector de nuevo, afirmando mis manos y disparé. Luego apunté a uno
de los soldados, disparé, y me agaché detrás del basurero. Respiré dentro y
fuera, dentro y fuera. Mi corazón golpeteaba. Miré de nuevo. El soldado
que disparé estaba en el suelo y otro soldado estaba inclinado sobre él.
Apunté y apreté el gatillo de nuevo, y luego retrocedí al basurero. Aspiré
aire a mis pulmones.

Más disparos fueron lanzados —esta vez, me estaba escondiendo


detrás del basurero.

Me hice un ovillo mientras las balas golpeaban la única protección


que tenía, y de repente, pararon. Miré alrededor del basurero y vi un
soldado con una flecha sobresaliendo de su pecho tirado en el suelo.

Jin-Sook.

Escaneé salvajemente el área por ella, y finalmente la encontré


cuando salió de atrás del Bloque B para soltar otra flecha.

—¡Somos atacados! —Gritó un soldado.

Justo después de que anunció esto, una explosión en la distancia


sacudió el suelo.

Las puertas de la cafetería se abrieron de golpe y docenas de


soldados salieron en masa, sacando sus armas.

Me presioné contra el basurero en el que me estaba escondiendo,


deseando poder moldearme en este y desaparecer. Ellos iban a
encontrarme.

Jin-Sook apuntó hacia el Bloque C.


260

Quería que corriera.


Página
El resto de las mujeres, incluyendo a Goldie y Opal, dejaron el
Bloque A y echaron a correr hacia el C. Soldados abrieron fuego. Como en
cámara lenta, varias mujeres dejaron de correr, sus cuerpos sacudiéndose
de un lado a otro. Cayeron al suelo. Me tomó un momento registrar que las
mujeres habían sido disparadas. Repetidamente.

Opal estaba en el suelo.

Mis pies estaban moviéndose antes que mi cerebro pueda decirles.


Un dolor punzante golpeó en mi brazo. Me agaché, esperando hacerme un
objetivo más pequeño.

Jin-Sook salió de atrás del Bloque B y disparó flechas en una rápida


sucesión. Llegué a Opal, pero ella estaba muerta. Encontré a Goldie
todavía viva.
—¿Puedes llegar al C? —Pregunté. Ella asintió.

Mientras se levantaba y corría, disparé a los soldados que se


arrastraban hacia nosotros. Entre la precisión mortal de Jin-Sook y mis
balas, retrocedieron un poco. No sabía cuántos disparos quedaban en el
cargador. El otro que Jack me dio aún estaba en mi cinturón.

Busqué más sobrevivientes al momento que Jin-Sook corría hacia


mí. Ese fue el momento en que la primera lluvia de flechas golpeó el
recinto.

—Dena está aquí —gritó Jin—. ¡Cúbrete!

Nos dirigimos directamente al Bloque C en medio del sonido de


hombres gritando mientras las flechas rasgaban en ellos. Traté recordarme
que estaban cosechando lo que sembraron. Se lo merecían.

¿De dónde diablos están viniendo? Gritó un soldado sobre el ruido de


los rápidos disparos.

Aún habían por lo menos veinte mujeres en el Bloque C. Goldie


estaba entre ellas, sangrando por una herida en su pierna. Jin-Sook y yo
hicimos guardia en la puerta, mirando el caos de afuera. Los soldados
estaban dispersos, buscando cubrirse del incesante torrente de flechas. Un
jeep arrancó y salió del recinto. Tres más le siguieron, todos ellos llenos de
soldados armados.

Ahí fue cuando sucedió: una explosión tan poderosa que nos lanzó a
nuestros pies. El edificio completo se sacudió, derrumbando unas pocas
261

literas. Una nube de polvo se levantó de la entrada del túnel.

—¡Oh Dios mío! —Grité y corrí hacia la entrada—. ¿Cuánto tiempo ha


Página

pasado desde que la última persona entró?


Los ojos de Goldie estaban abiertos.

—No sé. Tres, tal vez cuatro minutos.

—¿Fueron tres o cuatro? —Demandé—. ¡Piensa!

—Tenemos la oportunidad de irnos ahora —siseó Jin-Sook desde la


puerta—. Nos dirigimos a la verja trasera, lejos del área de batalla.

No quería irme. Quería encontrar una pala y cavar mi camino hacia


cualquiera atrapado en el túnel. Pero las otras mujeres estaban yéndose a
la puerta y Jin estaba urgiéndome a darme prisa. Teníamos que irnos.

Corrí por la puerta, al descubierto y me dirigí a la cocina.

—¿A dónde vas? —Dijo Jin-Sook—. ¡Por aquí!

—No las voy a dejar.

Entre la explosión del armamento y las fechas que seguían cayendo,


el recinto estaba casi vacío. Eso significaba que los soldados se habían
cubierto en los edificios. Hice mi camino a la puerta trasera del edificio de
la cafetería —la entrada directa a la cocina. Jin y las otras mujeres me
seguían detrás de cerca.

Abrí la puerta de golpe y apunté mi arma dentro. Había seis


empleados de la cocina agachados detrás de la encimera, luciendo
aterrorizados. La puerta separando la cocina y la cafetería estaba cerrada.
No sabía si habían soldados todavía en el edificio, pero estaba dispuesta a
suponer que habían. Señalé al pequeño grupo que viniera con nosotras.

Cuando todos salieron, fuimos hacia la cerca trasera. Nadie nos


persiguió. La burgué estaba muy preocupada defendiéndose de las
personas que consideraban como bárbaros. Rogué que Dena mantuviera la
ventaja.

Jin-Sook usó su cuchillo para soltar la cerca de alambre lo suficiente


para doblarla fuera del camino. A medida que nos deslizamos debajo de la
verja y fuimos hacia el bosque, los sonidos de la batalla se desvanecían. El
cielo nocturno brillaba anaranjado por el armamento quemándose. Y sin
embargo en el medio de toda la muerte y la destrucción, un innegable
pensamiento de felicidad se deslizó en mi mente: éramos libres.

Por mi propia estabilidad mental, traté de abstenerme de evaluar el


costo.
262
Página
Capitulo 27
A medida que nos dirigíamos hacia el lugar de encuentro designado,
encontramos a algunos de los hombres yendo hacia los corrales.

―¡Terran! ―Llamó Goldie.

Estaba ayudándola a caminar, pero cuando Terran la oyó


llamándolo, vino corriendo hacia su esposa.

―He estado muy preocupado ―dijo, envolviendo sus brazos alrededor


de ella. La ayudó a bajar a la tierra―. ¿Dónde te duele?

―Mi pierna ―dijo ella.

Terran se sacó la camisa por la cabeza y la ató alrededor de la herida


en su pierna.

Examiné el grupo de hombres, algunos de ellos armados con fusiles.

―¿Adónde van?

―Veníamos a por ti, pero ahora que estás a salvo, iremos a unirnos a
la batalla ―dijo Terran.

―La lucha está a punto de terminar y se suponía que lleváramos a


todos a las cavernas ―dije. Esto no era parte del plan. Pero, de nuevo, la
burgué apareciendo y abriendo fuego no era parte del plan tampoco.

Terran terminó de atar el torniquete.

―Haz eso. Nosotros nos uniremos a la lucha. Cuida de ella por mí.
―Besó a su esposa y condujo a su tropa.

Todo iba mal. Se suponía que iba a ser un simple plan de colar a
todos fuera de los corrales, incapacitar a la burgué quitándoles las armas,
y volver al barangay de Dena para reunir nuestras cosas e irnos. En
cambio, los muertos se esparcían por todos los recintos, burgué y
pobretones por igual. ¿Por qué tuvo que llegar a esto?

Entre los que habían muerto y el grupo de hombres que salieron a


luchar, el número de personas esperando por nosotros en el bosque era
263

considerablemente más pequeño lo que había previsto originalmente.


Algunos estaban heridos y gimiendo de dolor.
Página
―Sunny ―exclamó mi madre. Corrió hacia mí―. Había tantos
disparos. Me aterraba que no lo lograras.

―Estoy bien ―le aseguré. Me había ido mucho mejor que a la


mayoría―. Tenemos que poner a todas a salvo. Hay una cueva cerca.

Mi madre negó con la cabeza.

―No me esconderé en una cueva. Los hombres tenían el derecho de


ello… esta es nuestra lucha.

Los que estaban todavía sin discapacidad estaban erizados por


haber sido abandonados por los hombres. Querían luchar también. Era
obvio que ninguno de ellos iba a ser llevado a una caverna para sentarse y
esperar.

―¿Qué hacemos? ―Me susurró Jin.

Estaba dividida entre honrar mi deber en nuestro plan y unirme a la


lucha yo misma. ¿Cuántos años habíamos aguantado con la burgué
golpeándonos? ¿Matándonos? Finalmente estábamos contraatacando. No
las culpaba por no querer correr y esconderse mientras alguien luchaba su
batalla.

―Nada ―dije―. Son libres. Libres de tomar sus propias decisiones.

Los heridos eran nuestra mayor preocupación y decidimos enviarlos


al barangay de Dena por ayuda. Un pequeño grupo se armó para
conseguir que todos llegaran allí con seguridad. El resto de nosotros
fuimos en la dirección de los corrales.

Agachándonos en la maleza, observamos el recinto de mujeres. Los


muertos cubrían el suelo. Un movimiento me llamó la atención, alguien se
movía entre los soldados muertos, recogiendo fusiles. Lo señalé y Jin-Sook
asintió. Él era uno de nosotros. Todos nos deslizamos hacia el corral,
debajo de la cerca, y empezamos a recoger las armas, también.

Uno de los hombres se acercó a nosotros.

―Llegamos aquí justo en la parte final de la pelea. Cualquier burgué


que quedó con vida se metió en un jeep y se fue. Ambos lugares están
vacíos ―dijo, señalando al corral de los hombres―. La lucha se ha movido
a la ciudad.

―¿La ciudad? ―Repetí. Pensé que nuestro plan era liberar a todos,
264

volar la armería y salir.

Hizo un gesto hacia Jin-Sook.


Página

―Su ejército tiene a la burgué clavada.


Esas eran noticias. Grandes noticias.

―¿Sabes dónde está Jack Kenner? ¿Está en la ciudad?

Él asintió con la cabeza.

―Por lo último que oí, lo estaba.

Terminamos de recolectar tantas armas como pudimos. Con la


salida del sol, alguien fue lo suficientemente considerado para agarrar una
bolsa y recoger las gafas de sol de cada litera. Cuando teníamos todo lo
que necesitábamos, nos establecimos en dirección a la ciudad. Había
alrededor de ochenta de nosotros, en su mayoría mujeres. Terran y los
otros hombres ya se dirigían a las líneas del frente. Rodeamos la zona
residencial, donde las casas estaban vacías y sin tocar por el conflicto.

Pasamos por un grupo de arqueros de pie, inmóviles junto a la línea


de árboles antes de encontrar a Jack, Dena, y Naoki en el bosque,
profundos en su conversación, con solo los arqueros para protegerlos si la
burgué abría fuego. Estaban tan cerca de la ciudad.

No estaba esperando que mis rodillas se hicieran débiles cuando vi a


Jack. Irracionalmente, las lágrimas brotaron de mis ojos y mis manos
comenzaron a temblar. Noté que el lado de sus pantalones estaba
manchado de sangre.

―¡Jack! ―Grité.

Ante el sonido de mi voz, se dio la vuelta. Corrí hacia él, tiré mis
brazos alrededor de su cuello, y sentí que mis pies se elevaban del suelo
mientras me apretaba fuerte. Enterré mi rostro en su hombro.

―¿Estás bien? ―Susurró en mi oído―. Tu brazo está sangrando.

―Estoy bien. ―Se apartó para mirar mi lesión. Había sentido el dolor
abrasador durante la batalla, pero lo había olvidado―. Una bala me rozó,
eso es todo. Estás herido también ―dije, señalando hacia su pierna. Me
agaché para examinarlo, preocupada por toda la sangre.

―No es nada ―dijo, tirando de mí hacia arriba―. Estoy bien ahora


que sé que estás bien. Estaba muerto de miedo cuando escuché todos los
disparos en los corrales.

―El corral estaba lleno de soldados. Lo estaban usando como centro


de operaciones para buscarnos. La armería volando los hizo recular. Esa
265

fue una gran explosión.

Él asintió con la cabeza.


Página
―Resultó que es donde estaban construyendo el drone. Tenían los
gasificadores allí para los replicadores. ―Me abrazó cerca―. Alguien me
dijo que el túnel se derrumbó. Dios, estoy feliz de que estés bien.

Me aparté para poder verlo.

―¿Qué pasó con el plan? ¿Liberar a todos y volver al pueblo para


coger nuestras cosas e irnos?

Vaciló antes de contestar.

―Mi gente son criaturas de hábito. Ellos nunca pierden la hora del
cóctel, el cual dura casi toda la noche. Así que sabía que el comedor
estaría repleto y, cuando la armería volara, saldrían corriendo.

―Oh, Dios mío, Jack. ―No sabía qué decir. No podía ni siquiera
imaginar qué tipo de lucha emocional lo llevó a tomar esa decisión.

―Está bien ―dijo rápidamente―. Se comportaron exactamente como


pensé que lo harían. Tan pronto como corrieron fuera y descubrieron que
estaban siendo atacados, corrieron hacia el interior. El comedor aún está
lleno. Algunos de los otros edificios tienen soldados en ellos también, y nos
disparan si nos acercamos demasiado. El ejército de Dena ha tomado
posiciones estratégicas alrededor de la ciudad. Nadie está moviéndose.

―Así que estamos en un punto muerto con ellos.

Levantó un comunicador.

―He estado hablando con Powell sobre un alto el fuego. Le he pedido


salir y reunirse conmigo personalmente.

―Dile que traiga a Gaia.

Él miró por el rabillo del ojo.

―Sunny… hay una mujer mirándonos. ¿La conoces?

Miré en la dirección de su mirada. Mi madre estaba tratando de


aparentar como si no hubiera estado observándonos.

―Esa es mi madre.

Sus ojos se abrieron y él aflojó sus brazos.

―Podrías haberme dicho que estaba allí antes de que empezara a


266

besarme contigo.

―¿Quieres conocerla?
Página

―¿Ahora?
Di un paso atrás, tomando su mano en la mía, totalmente preparada
para sacar esta presentación torpe fuera del camino. Mi madre siempre
había sido muy clara sobre lo mucho que odiaba a la burgué. Tener una
hija enamorada de uno probablemente no le iba a sentar muy bien. Pero
antes de que pudiéramos llegar a mi madre, el comunicador de Jack volvió
a la vida. Él pareció aliviado. Alejándose de mí, respondió.

Dena y Naoki, fueron donde Jack cuando oyeron su comunicador.


Su conversación duró menos de un minuto. Apagó el aparato y nos miró.

―Powell acordó reunirse conmigo.

Era más que un poco intenso caminar en las calles de la ciudad. Los
dos sabíamos que había francotiradores en los edificios con armas
entrenadas sobre nosotros. Los arqueros de Dena tomaron posiciones
estratégicas alrededor del área de la reunión. Si alguien tiraba del gatillo,
balas y flechas comenzarían a volar con nosotros atrapados en medio.

Se había producido un animado debate sobre quién debía ser el que


fuera con Jack. Dena sintió que debería ser ella, pero Jack tenía razón
cuando dijo que su presencia podría complicar las cosas. Era mejor
dejarnos ir y suavizar las cosas con Powell antes de que se reunieran por
primera vez.

Powell y Gaia salieron del comedor al tiempo que emergíamos a la


calle entre dos edificios. Él estaba sosteniendo su brazo, donde una flecha
sobresalía de él. Se detuvo en el umbral del edificio mientras dos soldados
salieron y pusieron una mesa y dos sillas en el medio de la calle.

―¡Armas en el suelo! ―Gritó Jack. Los soldados dejaron lo que


estaban haciendo, nos mostraron que estaban desarmados, y completaron
la colocación de la mesa. Los cuatro caminamos hacia ella al mismo
tiempo.

Jack le dio al hombre una breve inclinación de cabeza.

―General Powell, Señor.

―Señor, ¿no? ―Sonrió el general―. Siempre el diplomático.

Jack hizo un gesto hacia la mesa y sillas.

―¿Qué es todo esto?

―No es necesario ser incivilizado, Jack. Toma asiento. ―Powell se


267

sentó pesadamente. Su frente estaba resbaladiza por el sudor. Él parecía


tener mucho dolor.
Página
―Creo que se está olvidando de un par de sillas para Sunny y Gaia
―dijo Jack.

Powell levantó las cejas.

―Dos sillas más ―gritó―. ¡Y una botella de whisky!

Jack se negó a sentarse hasta que Gaia y yo estuviéramos sentadas.


Traté de calibrar cómo estaba reaccionando a todo esto, pero ella llevaba
gafas y sus ojos estaban ocultos. Lo único que tuve para juzgar fue el
delgado apretar de sus labios.

Una botella de whisky y cuatro copas se pusieron sobre la mesa.

―¿Te importa hacer los honores, Jack? No me siento muy bien.


―Indicó la flecha saliendo de su brazo. Los primeros botones de su camisa
estaban desabrochados, revelando un vendaje debajo. Me pregunté si era
por la herida de bala que Jack le había hecho.

Jack le sirvió al general un vaso de whisky y dejó la botella.

―No me gusta beber solo, Jack.

―Pero lo harás.

Powell cogió el vaso y se lo bebió de un trago.

―Tengo que conseguir aliviar un poco el dolor de alguna manera. A


menos que estés dispuesto a dejar a Doc venir aquí y sacar esta maldita
flecha de mi brazo.

―No tengo ningún problema con eso.

―Gaia ―ladró Powell.

Curvé mi labio. Me molestaba que él pensara que todavía tenía el


control.

―Pídeselo amablemente o esa flecha puede quedarse donde está


―dije.

Su cabeza se sacudió hacia mí en un destello de ira. Le devolví el


ceño fruncido. Después de todo lo que había pasado, ya no me iba a
encoger ante un burgué. Miró a Jack, tal vez esperando que me corrigiera.
Él no lo hizo.
268

Powell rodó los ojos.

―Gaia ―dijo, en una voz demasiado dulce―. ¿Podrías traer a Doc


Página

para mí?
Gaia ni siquiera lo miró.

―No.

―Genial ―murmuró él. Volviéndose ligeramente en su silla, gritó


hacia el comedor―: ¡Que alguien traiga a Doc! ―Un soldado salió corriendo
y se dirigió hacia el centro médico. Powell se inclinó hacia delante y sirvió
otra bebida en su vaso―. Así que Jack... ―dijo arrastrando las palabras,
reclinándose en su silla―. Parece que tenemos una situación.

―Eso parece, General. Espero que vea la razón y ponga un alto a sus
armas.

―Solo una pregunta. ―Miró a su bebida, haciendo girar el vaso, y


luego miró a Jack―. ¿Por qué? ¿Por qué toda esta lucha, Jack? ¿Porque te
enamoraste de tu pobretona, y estás enojado conmigo por querer hacerla
responsable por sus acciones?

Jack parecía confundido.

―Supuse que habrías estado en contacto con el Presidente Holt para


ahora.

Powell negó con la cabeza.

―No. Las comunicaciones aún están fuera de servicio.

―Eh ―dijo Jack, atrayendo su cejas juntas―. ¿Él ha estado en


silencio durante tanto tiempo antes?

―Rutinariamente. Solo hablamos cerca de seis veces al año. Ya


conoces a Damien. Él está tan malditamente paranoico porque alguien
vaya a averiguar sobre esta ciudad y exponer su plan, que no corre el
riesgo de abrir un canal muy a menudo. ―Powell movió su brazo lesionado
e hizo una mueca―. Realmente no estaba preocupado acerca de las
comunicaciones clausurándose esta vez, hasta que apareciste. Imaginé
que Damien te envió aquí para espiarme. O tal vez que tu boda fue mejor
de lo previsto, había una completa guerra siendo librada en el Domo, y
estabas aquí para preparar las cosas. Ahora no sé qué diablos está
pasando. ¿Qué haces aquí, Jack?

Jack frunció el ceño.

―Pensé que lo sabías.


269

Powell negó con la cabeza, luciendo perdido.

―Si no lo sabías, entonces, ¿por qué estabas tan decidido a


Página

encontrarme? ¿Por qué capturaste a niños y mataste a dos de ellos en un


intento de llegar a mí? ¿Por qué empezaste esta maldita guerra si no lo
sabías?

Powell miró con incredulidad.

―¿Yo empecé esto? ¡Me disparaste y te fuiste con ella! ―Dijo,


mirando a través de la mesa a Jack―. Jesús, no te voy a culpar por
enamorarte de tu pobretona… que no es la primera vez en la historia del
Domo que ha pasado. ¡Pero eres el maldito yerno del presidente! Damien
me desollaría vivo si descubriera que te dejé huir para vivir un sueño
mojado de adolescente. Te necesitaba de vuelta, deshacerme de la chica, y
barrer todo esto bajo la alfombra antes de que él se enterara de algo.
―Powell suspiró pesadamente, mirando a la calle vacía―. Pero parece que
podríamos haber pasado el punto sin retorno. Él va a saber sobre esto.

Jack se rió. No un tipo divertido de risa, sino el tipo que haces


cuando te das cuenta de la ironía de algo.

―¿Has matado a niños solo para salvar tu propio trasero?

―¡Maté a los bárbaros para salvar no solo mi trasero, sino el tuyo


también! Y no luzcas tan malditamente sorprendido. Tú y yo, ambos
sabemos que una vez que Damien salga del Domo, sus días están
contados.

―Oh, es cierto… los planes de Holt para su raza superior. ―Jack se


inclinó sobre la mesa, nivelando una dura mirada a Powell―. Y lo apoyas.

Un resoplido de disgusto surgió de Powell.

―Mira quién es el que acusa. Sabías acerca de su raza superior y


todavía te casaste con Leisel. Tengo que decir, Jack, teniendo en cuenta
que eres un Kenner, estuve realmente sorprendido cuando seguiste con el
matrimonio, sabiéndolo. Le diste a Damien exactamente lo que quería.

―¿Qué demonios tiene que ver casarse con Leisel con la raza
superior de Holt?

Estaba confundida, también. Pensé que Leisel era la que había


orquestado el matrimonio, engañado a su padre para que aceptara a un
Kenner como yerno, entonces lo incriminó por traición.

Era el turno de Powell para lucir desconcertado.

―¿No lo sabes?
270

Jack golpeó su palma abierta sobre la mesa, haciendo al resto de


nosotros saltar.
Página

―¡Qué demonios está planeando!


Powell miró nerviosamente alrededor. No eran visibles al ojo, pero
todos sabíamos que había armas entrenadas sobre nosotros.

―Te lo voy a decir todo. Solo cálmate. ―Powell examinó la zona una
vez más antes de continuar―. Todos tenemos recuerdos de familia, Jack.
Momentos inestimables pasaron de generación en generación. Sé lo que los
Kenner hacen. ―Dirigió una sonrisa cómplice a Jack. Me pregunté si se
refería a las cintas de video que los Kenner protegían… las cintas que
exponían a Edward Holt―. Uno de mis recuerdos de familia es un montón
de libros de memorias. Mis antepasados tenían gusto por los perros de
raza… un cierto tipo de reproducción llamados Golden Retrievers. Los
Retrievers vienen en todos los diferentes colores de claro a oscuro, y si
deseas que la descendencia sea de un color claro, entonces eliges una
perra y un semental con orejas de color claro. Si quieres un abrigo oscuro,
entonces buscas orejas de color oscuro. Así que ya ves, Jack, con el fin de
lograr el color adecuado, tienes que criar a los perros de acuerdo a sus
orejas. Por supuesto, los perros necesitan tener el pedigrí correcto, lo que
era un poco problemático.

La mano de Jack seguía abierta, boca abajo sobre la mesa, pero con
la anécdota de Powell sus dedos de contrajeron en un puño.

―¿Qué tiene eso que ver conmigo? ―Preguntó, sus ojos nunca
dejando a Powell.

―Porque cuando se trataba de solteros elegibles en el Domo, eras el


más bello de todos. Un complemento perfecto para la rubia y de ojos
azules Leisel Holt ―dijo Powell. Sus labios se curvaron en una sonrisa de
satisfacción.

Jack se burló.

―¿Me estás diciendo que la raza superior es la raza Aria? ¿Que Holt
es una especie de nazi?

Jack parecía a punto de saltar sobre la mesa y agarrar a Powell por


la garganta. Puse mi mano sobre su puño y apreté, con la esperanza de
que pudiera calmarlo. Había demasiadas armas alrededor para iniciar una
pelea a puñetazos. Y la revelación de que Holt podría ser un nazi en
realidad no cambiaba nada. Simplemente explicaba que su locura no era
al azar, había en realidad una razón detrás de ella.

Powell asintió.
271

―Ahora estás entendiéndolo, Jack. ―Él bebió su whisky y se limpió


la boca con el dorso de la mano―. Aunque los Holt no se llaman a sí
mismos nazis, afirman ser descendientes directos de Hitler. ―Apretando
Página

los dientes, movió su brazo herido. Un nuevo brillo de humedad se desató


en su frente―. La historia dice que Adolfo Hitler tuvo un romance con su
sobrina, y terminó embarazada. Sucedió durante su campaña para
convertirse en canciller de Alemania, y el incesto no era una mancha que
quería en su reputación. Así que la chica estaba encerrada, tuvo al bebé, y
se le fue quitado. Era de conocimiento público que su sobrina vivía con él y
ya se especulaba sobre un romance, pero cuando ella se suicidó, ello llegó
a las malas lenguas y casi terminó la carrera política de Hitler. Sabía que
tenía que deshacerse de la evidencia, pero no se atrevía a matar al bebé,
un hijo, por lo que pasó al niño de contrabando fuera de Alemania y hacia
los Estados Unidos. Ellos cambiaron el apellido del niño a Holt para
proteger su identidad. Pero todo el mundo cerca del Führer7 sabía acerca
del niño y cuando Alemania perdió la guerra, cientos de criminales de
guerra emigraron a los Estados Unidos de incógnito, en busca del legado
de Hitler. ―Hizo una pausa para estudiar la reacción de Jack―. O al menos
eso dice la historia. Podría ser que todo es solo una elaborada mentira
hecha por alguien que estaba delirante. El punto es, que los Holt lo
creyeron y lo mismo hizo el Partido Nazi.

Jack parecía estar en un estado leve de shock. Miró a Powell, con la


boca ligeramente abierta. Después de unos momentos, se sentó en su silla
y estudió al general pensativo.

―¿Sabes acerca de las cintas de video que mi familia protege, no?

Powell asintió.

―Estoy al tanto de su rumoreada existencia.

―Ellas existen. Las he visto. Y he leído los diarios de Theodore


Kenner. Él descubrió evidencia de que Edward Holt convenció a la
Presidenta Taylor de que Corea del Norte ya se había puesto en marcha,
así ella ingresaría sus códigos para tomar represalias con ojivas
nucleares.

―¿Me estás preguntando si Edward Holt comenzó la guerra hace


trescientos años? ¡Sí, Jack! ―Gritó él―. La Tercera Guerra Mundial no fue
un accidente. El General Edward Holt estaba al tanto de una gran
cantidad de información, incluyendo la existencia del Domo. El planeta
estaba en una situación desesperada por el cambio climático, toda la gente
estaba sufriendo, y todos los líderes del mundo tenían sus dedos en el
botón. El momento era perfecto para aniquilar a la humanidad… para
deshacerse de los bichos y repoblar la Tierra con una raza digna.
Simplemente no esperaron que alguien pudiera sobrevivir al holocausto.
272

―¿Y matar a todos en el Hoyo figura en el plan, cómo? ¿Qué pasa si


algunos de ellos resulta ser rubia?
Página

7Führer: En alemán original, significa Jefe.


Pensé en Goldie, su cabello oscuro con una veta rubia. ¿Aquello la
haría elegible para la raza de Holt?

―Una vez esclavo siempre esclavo, Jack. Esa es su herencia. No


puedes quitársela.

Jack resopló su disgusto y apartó la mirada de Powell. Sus ojos se


posaron en mi mano, aun apretando su puño y, recogiéndola con las
suyas, la besó. Me dio una mirada de disculpa. Aprecié cómo se sentía,
pero en mi mente no había ninguna necesidad de disculparse. Él es el
único del Domo que alguna vez hizo algo por nosotros, que arriesgó su
propio cuello para liberar al Hoyo.

Él volvió su atención a lo general.

―Y los Powell, West y Forbes… ¿todos ustedes son Nazis, verdad?

Powell negó con la cabeza.

―El hecho de que mi linaje sea Nazi no significa que yo lo sea. Fui
sincero cuando dije que quería cambiar la mente de Damien sobre matar a
todos los pobretones. No hay sentido en ello. Los necesitamos casi tanto
aquí como lo hacemos en el Domo.

Jack casi saltó a través de la mesa por él, pero lo jale hacia atrás.
Esto se estaba yendo de las manos.

Él señaló con el dedo al general.

―Ya ves, Powell, aquí es donde tú y yo no nos vemos a los ojos.


¡Deberíamos estar malditamente avergonzados de nosotros mismos por
tratar a esos seres humanos peor que basura! ¡Hacer que ellos vivan en el
mismo agujero maldito que los obligaron a cavar mientras servían todas
nuestras necesidades!
―¡Jack! ―Estallé. Él volvió una mirada salvaje hacia mí. Sabía, sin
duda, que iba a perderlo si no conseguíamos volver a la pista―. No es por
esto que estamos aquí ―dije con voz calmada―. Hay una gran cantidad de
vidas en juego si no estamos de acuerdo para un alto el fuego.

Solo me miró y me pregunté si algo de lo que dije había sido


registrado. Luego respiró hondo y soltó el aire. Se volvió hacia Powell.

―¿Estás preparado para la rendición?


273

El General Powell no dijo nada. Simplemente tomó el whisky. Jack


quitó la botella lejos de él.
Página

―Has tenido suficiente alivio del dolor. Necesito que tengas la cabeza
clara.
Powell se reclinó en su silla.

―Aún no me has dicho, Jack. ¿Para qué demonios es todo esto?


―Barrió un brazo hacia las armas de fuego que no se veían y flechas
dirigidas a nosotros.

Jack sonrió.

―Porque no me casé con Leisel. Me casé con esta hermosa dama


―dijo, cogiendo mi mano y besándola. Casi me reí al ver la expresión de
horror en el rostro de Powell. La sonrisa de Jack se amplió―. ¡Ahora estás
entendiéndolo, General! Yo no soy el heredero… soy un maldito traidor.

La boca de Powell cayó abierta y frescas perlas de sudor hicieron su


frente resbaladiza. Se pasó una mano por la cara y contuvo el aliento.

―Jesús ―exclamó.

El sonido de una puerta chirriando abierta llamó nuestra atención.


Doc salió del centro médico.

―Las condiciones de la redición son simples ―dijo Jack―. Bajas tus


armas y todo el mundo se va en paz a los corrales.

Powell levantó las cejas, una apretada sonrisa jugando alrededor de


su boca.

―¿Los corrales? Supongo que deben estar vacíos.

―Todo el mundo ha sido puesto en libertad. Podrían haber corrido,


pero decidieron quedarse. La mayoría de ellos tienen fusiles capacitados
sobre ti en este momento.

La expresión del General se puso seria.

―Así que, ¿los bárbaros y los pobretones se han aliado?

Jack asintió.

―Estás en inferioridad numérica.

Doc llegó a nuestra mesa y se paró en silencio, maletín en mano.

―¿Y si no estamos de acuerdo con los términos?

―Entonces, estas negociaciones han fracasado y volvemos a la


274

lucha. Dena, la jefa del llamado ejército “bárbaro”, está dispuesta a enviar
una andanada de flechas incendiarias en el comedor. Estoy rezando que
no se llegue a eso, General. Tengo amigos allí.
Página
Powell se movió incómodo en su silla. Siseó de dolor cuando movió
su brazo lesionado. Él sudaba profusamente ahora, aunque no estaba
segura de si era por el dolor de la herida o de su situación. Tal vez ambas
cosas.

Miró a Doc.

―¿Me puedes ayudar aquí?

Doc me miró.

―Es bueno verte de nuevo, Señorita O'Donnell. ¿Supongo que tuviste


éxito en ese plan que estabas discutiendo conmigo? ―Asentí con la
cabeza―. ¿Todo el mundo es libre?

―Todos están fuera de aquí ―dije―. El Hoyo es el siguiente.

Señaló a Powell.

―¿No queda nadie aquí a quien él le puede hacer daño nunca más?

―Los que siguen vivos están a salvo.

Se volvió hacia el general.

―No. No te puedo ayudar.

Powell dio un puñetazo sobre la mesa. Jack me dio una patada bajo
la mesa y secretamente hizo un gesto hacia Doc. Supongo que
necesitábamos la ayuda de Doc si íbamos a tener éxito en hacer que Powell
esté de acuerdo con nuestros términos.

―Aunque, si ayudas al general, eso le podría mostrar que no es la


guerra lo que queremos ―dije―. Estamos buscando una solución pacífica.

Doc me dio una sonrisa sarcástica.

―¿Te refieres a una muestra de buena fe? ¿Tomar el camino alto?


―Negó con la cabeza y volvió su atención a Powell―. Qué tal esto, General.
Estás de acuerdo con sus términos y trataré tu lesión. Si no lo haces, yo
no lo haré.

―¡Por supuesto que voy a estar de acuerdo con sus malditos


términos! ¡No tengo ninguna elección! ―Espetó.

Era casi anticlimático. Traté de conservar la calma y mantener la


275

mirada de asombro de mi rostro.

Habíamos ganado.
Página
Capitulo 28
Conseguir que Powell esté de acuerdo a rendirse resultó ser mucho
más fácil que el actual proceso de rendición. Después de que él agitara la
bandera blanca, nuestro lado avanzó hacia la ciudad para supervisar el
proceso. Había mucha desconfianza de ambos lados, así que la mayoría de
los burgué estaban reacios a desprenderse de sus armas, aunque algunos
ellos habían arrojado sus armas inmediatamente declarándose a Jack
como miembros de Liberty.

Sabía que esto era muy difícil para Jack. Era visible que le dolía
tener que negarse a alguien que decía estar de su lado, especialmente a
Alex y Hayley. Pero en este punto, él no podía confiar en nadie. Solo podía
explicarles que nadie les haría daño y ellos podrán ser libres de irse una
vez que el Hoyo fuese liberado.

Powell fue uno de los últimos en salir. Doc trabajó en su brazo, allí
mismo, en medio de la calle, mientras que su ejército era despojado de sus
armas. Un montón de gritos y chillidos salieron de él ya que Doc decidió
no darle ni un poco de alivio al dolor hasta después de haberle quitado la
flecha y limpiado la herida con desinfectante. Cuando estuvo en
condiciones de caminar, Jack lo colocó en una motocicleta y lo llevó hasta
el corral. Le prometí reunirme con él allí.

Gaia permaneció estoica durante las negociaciones, pero después de


que Powell fuese expulsado, ella se volteó hacia mí-

—¿Qué has hecho? —Gritó.

—Gaia, los hombres en la cordillera… —comencé, pero ella me


agarró por la pechera de la camisa y cortó mis palabras.

—¡Están probablemente todos muertos por tu culpa! ¿Te has


detenido siquiera para considerarlos?

Traté de forzar a salir sus manos de mí.

—El sistema de etiquetado está apagado. ¡Ellos son libres también!


—Recurrí a Doc con mis ojos, desando que él me ayudara.

—¡Pero había soldados allí arriba! ¡Cazándolos! ¡Pudiste haberlos


276

hecho enojar, haciéndoles matar a todos los hombres!


Su ira me tomó fuera de guardia.
Página
—¡Son libres, Gaia! Puedes finalmente averiguar si él… —me detuve
a media frase cuando me di cuenta. Ella había pasado los últimos dos
años de su vida convenciéndose a sí misma de que él estaba todavía vivo.
Ahora el momento de la verdad estaba frente a ella y estaba asustada. ¿Y
si la verdad era de que él estaba muerto?

Doc sacó una jeringa y le dio un hincón en el brazo. Unos segundos


más tarde, su grito se calmó y se desmayó. Lo ayudé a llevarla al centro
médico. Recé para que Gaia encontrara vivo a su marido, pero no tenía
muchas esperanzas.

—Estoy feliz de ver que Jack Kenner está vivo, en más de una forma
—dijo Doc, después de colocar a Gaia en la cama—. ¿Usaste mi cóctel en
él?

Fue hasta un armario y sacó algunas pastillas desinfectantes


esterilizadas e hizo señas para que me sentara.

—Realmente no quería, pero él empezó a morir desangrado después


de haberle sacado la bala. Supongo que fueron los nanocirujanos quienes
lo salvaron. Gracias por toda tu ayuda.

—Estoy seguro de que fue la tecnología —dijo con confianza.


Empapó una almohadilla y limpió la lesión en mi brazo. Aspiré una
bocanada de aire por la picazón—. Tal vez puedas mencionarle que me
gustaría extraer un poco de su sangre para una muestra.

—No creo que ahora sea el momento, Doc. Él está un poco ocupado.

Terminó de limpiar la herida y la vendó.

—Vivirás —declaró—. ¿Y, puedo preguntarte cuál es tu plan?

Me puse de pie.
—¿Mi plan?

—Sí. Una vez que liberes al Hoyo, ¿cuál es tu plan? —Él colocó el
desinfectante en el armario y arrojó las almohadillas.

Busqué en mi cerebro por la respuesta correcta, pero de repente me


sentí agotada.

—No lo sé, Doc. Una vez que todo el mundo esté fuera del Domo,
serán libres de hacer lo que ellos quieran.
277

Él se dirigió a la puerta y lo seguí hasta la sala de espera.

—Bueno, eso no es exactamente verdad.


Página
—¿Qué quieres decir?

—La radiación todavía azota la Tierra y no tenemos defesas contra


ella.

—¿De qué estás hablando? La Tierra está bien.

Él negó con la cabeza.

—Está bien para alguien que nació con este entorno, al igual que tus
amigos bárbaros. Por qué durante los últimos trescientos años su fisiología
ha evolucionado para adaptarse a la gran cantidad de radiación
encontrada en el agua y las plantas. Nosotros no poseemos su tolerancia.

No es que yo no creyese en Doc, pero algo de eso no cuadraba.

—¿Cómo sabes sobre la fisiología de los bárbaros?

Mi pregunta pareció haberlo tomado desprevenido. Él parecía


acongojado.

—Me vi obligado a realizar pruebas en algunos de los sujetos que


fueron capturados y traídos dentro del Domo. Y no es algo que me
enorgullezca.

—No lo entiendo. Entonces. ¿Cómo es que esta ciudad funciona?


¿Por qué tú, Powell, y todos no han muerto?

—Nuestra agua es tratada y nuestras plantas son cultivadas en una


concentración especial del suelo diseñado para atrapar los isótopos
radioactivos. Así que la comida y el agua son virtualmente libres de
radiación. Nuestra única amenaza es cuando las estaciones cambian y el
viento sopla desde la dirección equivocada, pero cada casa es capaz de
sellarse contra las tormentas radioactivas. Generalmente no duran mucho
tiempo.

Si fuese verdad todo lo que decía Doc, ningunos de nosotros podría


salir del Domo. Todos aún estábamos atados a nuestra Arca dada de por
vida.

—Jack y yo bebimos agua del río. Y el grupo de Dena ha compartido


con nosotros su comida. No estamos enfermos. —Señalé.

—Tomaría al menos un año de beber agua sin filtrar y comer de la


tierra antes de que haya suficiente radiación acumulada en el sistema
278

para envenenarlos. Tal vez menos tiempo, si ustedes fuesen sometidos a


las tormentas radiactivas. Pero una vez que tienes la radiación en el
sistema ya es permanente. Puedo hacerles algunas pruebas de sangre y
Página

ver cuánto, si lo deseas.


Traté de ignorar la sensación de futilidad burbujeando dentro de mí.
Ya era bastante malo que la pelea haya empezado, estaba luchando con
pesar. Constantemente cuestionando si todas las muertes valdrían la pena
al final. Ahora tenía que preguntarme por qué estábamos luchando… ¿una
Tierra en la que ni siquiera podríamos sobrevivir?

—¿Entonces eso es todo para nosotros, Doc? ¿Por qué demonios nos
estamos matando unos a otros por un planeta enfermo?

—Nosotros no hemos empezado la matanza, ellos lo hicieron. Cada


vez que un trabajador no cumplía. Cada vez que teníamos el descaro de
defendernos. Cada Sacrificio durante estos trescientos años. Por favor,
mantén en mente que cuando tú empezaste a luchar para liberar al
Hoyo… para liberar a miles de personas, Holt planea asesinarlos en masa.
Porque si puedes mantener eso en mente Señorita O´Donnell, tu
conciencia no te molestará por algunos burgué muertos.

Doc tenía una forma de siempre ir al grano. Y tenía parcialmente la


razón. Mi conciencia todavía me molestaba, pero no tanto. No me gustaba
nada el derramamiento de sangre, pero también no estaba dispuesta a
abandonar al Hoyo. Ellos debían ser liberados.

—Gracias, Doc. Supongo que necesitaba escuchar eso. —Me dirigí


hacia la puerta, dispuesta a alejarme de él. Mi cerebro ya estaba en
sobrecarga y no podía procesar más información.

—Una cosa más —dijo Doc. Y casi gemí—. Estableceré una clínica
para eliminar las etiquetas. Por favor envía a todos aquí.

Asentí con la cabeza y salí del centro médico.

Siempre me pregunté a que se refería ese viejo refrán, deleite para


los ojos adoloridos. Pero mientras estaba aquí, con los ojos cansados y
adoloridos, y capté la vista de Jack, pensé que lo sabía. Su rostro era el
único que podía hacerme feliz. Tal vez la palabra feliz era demasiado
fuerte. “Agradecida de estar viva” era más apto.

Él estaba dentro de lo que solía ser el corral de las mujeres —las


grandes puertas cerradas, impidiendo que nadie entre o salga. Alrededor
de la alambrada, arqueros y pobretones con rifles. Todos atentos y listos
por cualquier burgué lo suficientemente valiente como para escapar.

El olor de la comida flotó en el viento mientras las personas salían


de la cafetería llevando grandes ollas humeantes. Cuando ellos se
279

acercaron a las puertas, Jack se adelantó para ordenarles a que los abran.
Sus ojos me encontraron y su rostro se rompió en una sonrisa. Se veía
agotado. Tan pronto cuando las puertas fueron abiertas, él salió y me
Página

atrapó en un apretado abrazo.


—Estaba empezando a preguntarme qué te había pasado —dijo.

—Doc me retuvo para hablar. Es un tipo interesante —dije.

Jack tocó mi vendaje.

—Veo que él se hizo cargo de ti. Bien.

—Probablemente también deberías verlo —dije, inclinándome para


mirar su pierna. Él trató de levantarme, aparentemente incómodo con lo
que estaba haciendo.

—Estoy bien —dijo.

Alcancé a ver un pequeño vislumbre de nueva piel asomándose


desde la tela rasgada de su pantalón.

—¡Se ha ido!

Jack me tiró para atrás.

—Sssshhhh —dijo, mirando a su alrededor—. Tal vez esos estúpidos


robots aún están trabajando. No se lo digas a nadie.

—Disculpe, Sr. Kenner —una voz interrumpió.

Una mujer que no conocía estaba sosteniendo dos tazones de


estofado. Con gratitud aceptamos el guiso ofrecido y encontramos una
gran roca no muy lejos del corral y lo utilizamos como asiento. Comimos
en silencio. Estaba hambrienta, exhausta, y satisfecha por estar al lado de
Jack, nuestros hombros tocándose. Cuando terminamos de comer, él
colocó a un lado nuestros tazones y me atrajo hacia él.

—Tal vez más adelante podamos hallar una cama tranquila y así te
dejo acurrucarte junto a mí mientras duermo —dijo.

Sonreí.

—Eso es horriblemente amable de tu parte.

—Bueno, sé cuánto te gusta acurrucarte. —Me besó suavemente en


los labios—. Powell aún está fuera de él por los medicamentos que Doc le
dio, pero una vez que venga por aquí trataré de averiguar una forma de
cómo llegar al Domo. Dena dijo que no le importaría mantener las cosas en
orden por aquí, pero que no quiere enviar su ejército dentro del Domo. No
la culpo. Ellos no saben lo que les aguarda allí.
280

—¿Aún no tienes un plan?


Página
—Es difícil elaborarlo cuando uno está cansado y aun tratando de
resolver todo esto —dijo, indicando hacia el corral—. ¿Sobre qué estaban
hablando Doc y tú?

Le repetí los mensajes de Doc, incluyendo aquel sobre el mundo


siendo todavía un caos radiactivo. Jack estuvo tan sorprendido por la
información como yo.

—Así que una vez que las puertas se abran, estaremos atrapados
aquí todos juntos —dijo él.

—Así parece. —Descansé mi cabeza en su hombro—. Supongo que


realmente vamos a tener que aprender a sobrellevarlo.

—O matarnos los unos a otros intentándolo —añadió—. Olvidé


decirte que escuché a tu mamá preguntar si alguien te había visto
recientemente.

Mi mamá. Una vez que había sabido que estaba a salvo, no había
pensado mucho en ella. No es porque no estuviera feliz de encontrarla con
vida y tenerla de nuevo en mi vida, sino porque había demasiado pasando
y sabía que ella era lo suficientemente fuerte para cuidarse sola.

—Debería encontrarla y hacerle saber que estoy bien —dije.

Jack se deslizó fuera de la roca, pero me sentía reacia a dejar ir su


mano. Me atrajo más cerca también y plantó otro beso en mis labios.

—Vamos, Señora Kenner. Ve a encontrar a tu mamá y yo iré a ver si


Powell está despierto. Entonces nos encontraremos de nuevo aquí y
encontraremos un lugar tranquilo donde dormir un poco. ¿Trato?

Lo besé de vuelta.

—Suena como el cielo.

Caminé tan lejos como pude hasta la puerta con Jack y entonces fui
a buscar a mi mamá. No tuve que buscar mucho. De hecho, ella estaba a
una vista directa de la roca que acabábamos de dejar. Me pregunté cómo
estaba tomando mi relación con un burgué.

—Sunset —dijo ella, sonriendo—. Estaba preocupada por ti.

Me dobló en su abrazo y recordé cuánto la extrañé cuando se había


ido.
281

—Lo estoy haciendo bien. ¿Cómo estás tú? ¿Conseguiste algo de


comida?
Página
—Acabo de comer algo. Iba a ir y reunirme contigo, pero vi que ya
tenías compañía.

Ahí estaba, mi momento de hablar sobre Jack.

—Él es bueno, Mamá. Creo que realmente te agradaría.

—Tanto como odio a la burgué, él lo hecho muy bien por nosotros.

¿Ha hecho bien? Pensé. Parecía una observación superficial


considerando todo lo que Jack había hecho por nosotros. Él puso su
propia vida y las vidas de la gente con que había crecido en riesgo con el
fin de hacerlo bien por nosotros. Me tragué una réplica mordaz. Su
observación no era un insulto; era solo un entendimiento. Y yo estaba
cansada e irritable.

—Sí, lo ha hecho —fue todo lo que dije.

Mi mamá estaba a punto de decir algo más cuando una chica


frenética vino corriendo hacia nosotras.

—¡Sunny! ¡Sunny! ¡Por favor, ayuda! —Gritó.

Mientras se acercaba, la reconocí como Abby. Mi alivio de


encontrarla con vida se convirtió en alarma cuando me di cuenta de que
estaba histérica. Sus manos estaban sucias y sangrientas, sus ropas
hechas jirones y sucias.

Corrí hacia ella.

—Abby, ¿qué pasó?

—¡Hubo un derrumbe! ¡He estado tratando de volver a casa, y no


puedo! —Sollozó—. Necesito volver a casa, Sunny. Mi hermano va a estar
tan preocupado.

—¿Su hermano? —Repitió mi madre—. ¿No es ella uno de nosotros?

Asentí.

—Creo que perdió a su familia durante la batalla de la que te hablé


en el Hoyo. Ella está un poco… perturbada por ello.

—Por favor ven a ayudarme —sollozó Abby.

—Bueno, si ella es del Hoyo, no puede tener un hermano.


282

—Mamá, ese no es el punto —susurré. No sé por qué susurraba. No


es como si Abby no pudiera oírnos. Ella estaba de pie allí. La conversación
Página

se estaba haciendo incómoda.


—¿Qué podemos hacer para ayudar, querida? —Preguntó mi madre.

—¡Se los dije! Ha habido un derrumbe y no puedo volver.

—Qué tal si limpiamos tus manos, Abby —dije. Le di un pequeño


tirón en dirección del corral, esperando que me siguiera.

—¡No! —Gritó—. ¡No voy a ir allí! ¡Me voy a casa!

—Oye, cálmate —dijo mi madre—. Estarás bien.

—Por favor, ayúdenme. Son solo unas rocas para mover, pero son
demasiado pesadas para moverlas sola.

Mamá me miró.

—¿Qué opinas? ¿Vamos a ayudarla a mover unas rocas?

—Mamá —susurré de nuevo—. Sabes que ella está un poco… —lo


dejé colgando.

—Acongojada —terminó por mí—. Y quizá mover un par de rocas


ayudará a calmarla. Entonces nos dejará limpiar sus manos… ¿verdad,
Abby?

Ella asintió con la cabeza vigorosamente.

—Está bien… —dije insegura—. Debería avisar a Jack que me iré.

—¿Él es tu guardián ahora? —Preguntó agudamente mi madre.

—No. Él es mi… —casi dije esposo, pero me di cuenta de que eso


podría enojarla más—. Pareja. Mantenemos resguardo el uno del otro.

Mi mare le gritó a una mujer no muy lejos de nosotras.

—Oye, Reesa, ¿puedes darle un mensaje a Jack Kenner?


Reesa asintió.

—Dile que Sunny O’Donnell se ha ido a mover un par de rocas. Que


ella estará de regreso en quince minutos.

Mamá me disparó una mirada cuando lo dijo. Me di cuenta de que


quizá estaba siendo un poco ridícula. Realmente no nos estábamos yendo
tan lejos o por tanto tiempo.
283

—Vamos —dije.

Abby nos dirigió lejos de los corrales, en dirección de la montaña que


Página

albergaba el Domo. Caminamos mucho más lejos de lo que había


anticipado y estuve a punto de sugerir volver cuando ella señaló hacia una
pequeña abertura en un afloramiento. Tuvimos que ponernos en nuestras
manos y rodillas y arrastrarnos a través de la abertura, y entonces navegar
por una pendiente pronunciada hacia el piso de la caverna.

—Está bien Abby, es lo suficientemente lejos. ¿Dónde están esas


rocas que quieres que movamos? —Pregunté.

—Justo allá. No mucho más lejos —dijo, y despegó rápidamente.


Caminamos al menos otros diez minutos, en una línea recta, y llegamos a
un callejón sin salida.

—Eso es tan lejos como iremos —dije. Solo quería acabar con esto,
llevarla de vuelta, limpiar sus manos, y encontrar ese lugar tranquilo para
dormir con Jack.
—Aquí es. Estas son las rocas. —Señaló a dos rocas casi del tamaño
de peñascos, con rocas más pequeñas encima de ellos.

Mi mamá frotó sus manos juntas.

—Vamos a trabajar.

Rodé los ojos, exhausta, pero puse mi espalda contra ella. La roca se
movió. Las tres empujamos al mismo tiempo y la rodamos. Las rocas más
pequeñas encima resonaron en el suelo de la caverna.

—Esa es una roca —dijo mi mamá

Atacamos la siguiente. Estaba acuñada un poco más apretada, pero


trabajamos en aflojarla. Más rocas resonaron hacia el suelo de la caverna.

—¿Qué tal eso, Abby? —Dijo mi madre, limpiando el sudor de su


frente.

—¡No sé cómo agradecerles! —Nos abrazó a ambas.

Entonces se agachó y se arrastró a través del espacio.

Eso fue inesperado.

Una sacudida de pánico me atravesó.

—¡Abby! ¡Vuelve aquí! —No hubo respuesta. Oh Dios, ¿qué


habíamos hecho?—. ¡Abby!
284

—¿Adónde se fue?

—¡A través de ese agujero! —Dije, señalando lo obvio—. ¡Abby! —


Página

Grité.
Su cabeza se asomó por fin de vuelta.

—Deja de gritar —dijo ella—. Los guardias te escucharán.

Una sensación espeluznante se apoderó de mí, levantando la piel de


gallina en mis brazos.

—¿Has dicho guardias?

—Sí. Algunos de ellos en su mayoría son agradables ahora debido a


ti y el Sr. Kenner. Peor todavía hay algunos malos. ¡Tienes que hacer
silencio!

Mi madre me miró con los ojos abiertos.

—¿Dijo ella lo que creo que dijo?

—Solo hay una manera de averiguarlo.

Me arrastré a través del agujero, cerca de los talones de Abby. Fue


un paseo corto, el estrecho túnel desembocaba hasta un área más grande.
Pero este lugar no se parecía en nada a la caverna natural de la que
veníamos. Esto era una habitación artificial, con el olor empalagoso del
carbón. Un olor muy familiar. Se impregnaba en cada grieta del Hoyo y se
aferraba a la ropa de cada minero. Estaba bastante segura de que incluso
estaba en nuestra sangre.

Estábamos en casa.
285
Página
Capitulo 29
Mi mente volvió a cuando estaba dirigiendo a todos a través de las
cavernas. Ese ruido causado por el hombre que escuchamos era el sonido
lejano de los bong bong.

No sabía mi camino alrededor de las minas muy bien. Solo la había


visitado un par de veces, entonces cuando Reyes y yo empezamos a
vernos. Eran citas temerarias hechas aún más emocionantes por estar
prohibido. Pero éramos jóvenes y pensábamos que íbamos a vivir para
siempre, o al menos hasta la madura edad de treinta y cinco.

—Por aquí —dijo Abby.

Dudé, pensando que debería ir a buscar a Jack. Pero el túnel por el


que llegamos no era tan estable. ¿Qué si salíamos y colapsaba? Nunca
lograría volver a entrar. Esta podría ser mi única oportunidad.

Oí a mi madre respirar profundamente.

—Huele como en casa. —Ella dijo mis pensamientos en voz alta—.


Odio decirlo, pero extrañé este lugar.

—Yo también —repetí. Era difícil creer que pasé toda la vida
soñando con salir de aquí, solamente para descubrir que estaba atada
emocionalmente a él.

—¿Qué hora es aquí?

—No lo sé. Recuerdo cuando Jack y yo nos fuimos y descubrimos


que el Domo estaba fuera de sincronía con el mundo natural. Tal vez sea
de noche aquí.

—No se han apagado las luces todavía —dijo Abby.

Este era un territorio desconocido para mí, pero Abby parecía saber
su camino. La mayor parte de las luces estaban apagadas, solo una de vez
en cuando iluminando el conducto. Me pregunté si era una zona de la
mina que había sido abandonada. Tal vez ellos habían dejado la minería
aquí porque habían llegado demasiado cerca de romper la pared de la
montaña. Eso tendría sentido.
286

Abby abrió una puerta que chirriaba mucho sobre sus goznes.
Caminamos dentro hacia un pasillo. Casas se encadenaban a lo largo del
Página

lado de la pared de piedra y unas pocas personas iban y venían de ellas.


—¿En qué nivel estamos? —Pregunté.

—El segundo nivel —dijo Abby.

—Tenemos que ir hasta el sexto, a casa. Hay muchas posibilidades


de encontrar a alguien que conocemos en la sala común —dijo mi mamá.

Summer podría estar en la sala común del sexto nivel, también. Esta
podría ser mi oportunidad para salvarla. Atraparla antes de que subiera
hacia Holt. Podía pasarla de contrabando fuera del Domo.

—Está bien —le dije.

—Pero la reunión de la Alianza está en el cuarto nivel —dijo Abby.

—Volveremos a ella —le prometí. Tan pronto como tuviera a Summer


segura a mi lado.

Los escalones de piedra eran igual como los recordaba, estrechos,


desgastados hasta estar pulidos y un poco resbaladizos. No había tráfico
en las escaleras, incluyendo guardias que patrullaban la zona, pero nadie
nos detuvo. O bien eran guardias de la Alianza o era la hora más especial
en el Hoyo, el atardecer. Era entonces cuando el trabajo se detenía, se
servía la cena y teníamos algo de tiempo para socializar. Moverse entre
salas comunes estaba técnicamente en contra de las reglas, pero siempre y
cuando lo hiciéramos en paz, la regla nunca era obligatoria. Y ahora que la
Alianza gobernaba aquí abajo, era dudoso que fuésemos detenidos.

La gente nos estaba mirando, sin embargo —a mí en particular.


Todavía llevaba shorts. Nadie en el Hoyo llevaba shorts. La pistola de Jack
todavía estaba en mi cintura. Las gafas de sol estaban sobre la parte
superior de mi cabeza. Entonces me di cuenta de que mi cabello no estaba
cubierto. Estaba totalmente rojo. Sin carbón, sin gorra. Lo alisé, tomé las
puntas en mis manos con la esperanza de que eso fuera suficiente para
esconderlo. Sí, me mezclaba bien ahora.

Dos niveles más antes de alcanzar el sexto nivel, mi antigua casa.

Summer. Dios, ¿qué iba a decirle? ¿Cuántas noches pasamos viendo


películas y fantaseando acerca de la vida fuera del Domo? Casi no podía
esperar a ser la que la tomara de la mano y la llevara hacia el sol. Mirar su
cara mientras ella descubría que el viento hacía un sonido cuando soplaba
a través de las hojas. Que un arroyo realmente balbuceaba. Y que el sol
salía y se ponía, solo que más hermoso de lo que los libros de texto alguna
287

vez nos enseñaron. Pero sobretodo quería ver su cara cuando ella se
llenase los pulmones con su primera respiración profunda de aire fresco.
El pensamiento me dio una energía renovada y aceleré el paso.
Página
Cuando nos acercamos a la sala común, captamos la completa
atención de los guardias. Nos estaban mirando. La mirada en sus rostros
no era buena. Reduje la velocidad. Sus ojos se centraron en mí.

Uno de los guardias, abrió su boca.

—¿Sunny O'Donnell?

¿Mi cabello rojo me traicionó? ¿O me reconoció de cuando vivía en el


sexto? De cualquier manera, tenía la esperanza de negar la acusación. Si
eran guardias de la Alianza, harían correr la voz bastante rápido de que
estaba de vuelta en el Hoyo. Si no lo eran, eme detendrían y me llevarían a
Holt. Ni uno de esos escenarios era ideal en el momento.

—Um... —dije estúpidamente—. ¿Pariente lejano?

—Por supuesto que es Sunny —dijo Abby. Ella pasó junto a ellos y
abrió las puertas a la sala común.

Empujé a mi madre delante de mí.

—Dime si ves a Summer —le dije. No quería entrar y causar caos. A


estas alturas todo el Hoyo probablemente sabía que Jack y yo nos
habíamos ido para averiguar si la Tierra era habitable o no. Mi regreso
estaba obligado a crear entusiasmo.

Mi mamá no lo dudó. Entró en la sala común con Abby y la puerta


se cerró detrás de ellas, dejándome sola con los guardias mirándome.

—¿De verdad estuviste afuera? —Preguntó uno de ellos.

¿No era eso obvio? Mi piel era de color rosa y estaba bastante segura
de que mis pecas se habían multiplicado. Por supuesto, mi piel brillante
podría ser confundida como un efecto secundario de envenenamiento por
radiación... lo que asustaría a todos a no salir afuera. Todavía estaba
debatiendo sobre la forma de responder a su pregunta cuando mi mamá
salió de la sala común, Abby justo detrás de ella.

—No la vi, Sunny —dijo mi mamá—. Vi a la vieja voluminosa Giza,


sin embargo. Te juro que está más grande que cuando me fui. Ella tiene
que estar comiendo las raciones de su marido también… él está más
delgado que el papel.

—¿Alguien te reconoció? —Debería haber pensado en eso antes de


haberla enviado. La gente podría ponerse un poco nerviosa cuando vieran
288

que Lilly O'Donnell resucitó de entre los muertos.

—Nadie nos advirtió. Alguien cantaba en la parte delantera de la sala


Página

y todos los ojos estaban puestos en él. Tenía una buena voz.
—Si están en la parte de entretenimiento de la noche, no tenemos
mucho tiempo antes de que se apaguen las luces.

Antes de dirigirnos de nuevo hacia las escaleras, puse un dedo sobre


mis labios y les di a los guardias el signo de ssshhh. No los necesitaba
difundiendo la noticia de momento. No tenía ni idea del impacto que mi
regreso iba a tener. ¿Qué iba a decir? Hola a todos, he estado fuera de la
tierra prometida y hay unas pocas espinas. Ah, y por cierto, la Tierra sigue
siendo un poco tóxica por lo que no se alejen demasiado. Eso
probablemente no terminaría bien. Incluso podría causar un disturbio,
teniendo en cuenta que todos en el Hoyo sospechaban que Holt planeaba
aniquilarlos. Si pensaban que ir fuera no era una opción, podrían sentirse
atrapados. Tal vez yo podría decir, el mundo no es perfecto, pero es aún
mejor que ser asesinado por Holt. Eso era al menos más positivo. Había
demostrado que fuera del Domo era la mejor opción.

Aquí estábamos. Cuarto nivel.

El pensamiento de Jack me llenó.

Nunca había pasado mucho tiempo en el cuarto nivel hasta nuestro


matrimonio accidental. Si giraba a la derecha en lugar de a la izquierda
encontraría nuestro viejo apartamento, el lugar donde empecé una nueva
vida. El lugar donde se fraguó la idea de una revolución. El lugar de
nacimiento de la Alianza. Fue en este nivel donde conocí a Crystal. Su
hermosa canción unió al Hoyo y su terrible ejecución los propulsó a la
violencia, el verdadero comienzo de la guerra.

Mis pasos me llevaron a la cada vez más cercana sala común del
cuarto piso. ¿La Alianza todavía se reunirá aquí? Dos guardias estaban a
cada lado de las puertas cerradas. Había algunas personas que pasaban
por la sala, echando miradas extrañas ante nuestro camino. Los guardias
hicieron una doble vista cuando miraron en nuestra dirección.

Abby llegó a la primera puerta y la abrió. Voces alzándose en


argumento flotaban fuera. No había cantos desde este cuarto. Reconocí la
voz de David Chavez. Entonces oí a Bron. Esta era una reunión de la
Alianza en curso.

Un guardia nos detuvo. Tomó un vistazo de mi apariencia extraña y


echó una mirada a mi mamá. Su piel era oscura por el sol de verano, su
cabello castaño y sus gafas de sol descansaban sobre su cabeza. Pero, al
menos, llevaba pantalones.
289

—Discúlpeme. ¿Seguro que están en el nivel correcto?

—Soy parte de la Alianza —dije.


Página
—Ella es Sunset O'Donnell —dijo Abby desde la puerta abierta. Ante
la mención de mi nombre, el argumento de ser desplazada fuera de la sala
común bajó a un murmullo. El guardia me miró con suspicacia, pero se
hizo a un lado—. Vamos, Sunny. Todo el mundo está aquí —dijo Abby.

El guardia dio un paso atrás, permitiéndonos pasar. Cogí la puerta


justo antes de que se cerrara y la abrí.

Todos los ojos se volvieron hacia mí.

Dudé, mi boca repentinamente seca. Yo todavía no sabía lo que iba a


decir.

Reconocí a David, Bron, Raine y Micah. Reyes estaba allí, ahora de


pie con una chica aferrándose a su mano. Todos nos miramos el uno al
otro, ninguno de nosotros sabía por dónde empezar.

Entonces mi mamá me empujó el resto del camino.

—¡Mamá! —Siseé.

—Bueno, no te quedes ahí. Entra —dijo.

Oí claramente la puerta cerrándose detrás de nosotros, porque no


había otro sonido en la sala para ahogarlo. Di unos pasos más cerca del
aturdido grupo.

—Hola —dije, dando un pequeño saludo—. Ya estoy de vuelta.

La silla de David hizo un sonido de raspado fuerte mientras él se


puso de pie.

—¡Sunny! —Se dirigió hacia mí—. ¿Lo lograste allí fuera?

Una charla emocionada empezó a llenar la sala.

—¿Alguien ha visto a mi hermano? —Gritó Abby por encima de las


voces. Nadie le prestó atención.

—¿Dónde está Jack Kenner? —Gritó alguien.

Levanté mis manos en un alegato en favor de la multitud para que


se calmara. Bron se puso de pie y lanzó un silbido. Abby estaba a mi lado,
volviéndose agitada.

—Les contaré todo, solo cálmense, por favor —dije en voz alta—.
290

¿Puede alguien ayudarme a encontrar a la madre o al padre de Abby?

—Que alguien traiga a Angel —llamó la voz de Bron—. Hemos


Página

encontrado a su hermana.
¿Su hermana? Un recuerdo molestó en el fondo de mi mente, la
historia de una pareja de gemelos. En un raro acto de bondad, los médicos
burgué les permitieron vivir a ambos ya que esperaban que uno muriera
en cuestión de semanas después del nacimiento. No podía recordar si el
niño vivió o murió… siempre había pensado que la historia era solo una
leyenda urbana.

Mi madre salió de detrás de mí y Bron se detuvo en medio de un


paso.

—¿Lilly? —Preguntó con incredulidad.

Se acercó a Bron y le dio un abrazo.

—Es bueno verte de nuevo.

Ante la vista de ella, los ojos de Reyes se agrandaron y su boca se


abrió.

—¿Sra. O'Donnell? ¿Está viva?

—Excelente observación, Reyes —bromeó mi madre—. Siempre


fuiste rápido.

A mi madre nunca le preocupó Reyes. Bien parecido, pero más tonto


que un tablón replicado, solía decir. Me pregunté si lanzar insultos contra
él solo era algo natural para ella. ¿Cómo podía lanzar otro ataque con su
lengua en medio de toda esta conmoción?

Reyes se desprendió de la chica que se aferraba a él y se dirigió


hacia mí. Mi estómago se tensó. Esta no era una conversación que quería
tener ahora mismo. Se detuvo a unos pasos de distancia, porque no podía
realmente estar más cerca. David llegó a mí antes que él, Abby seguía a mi
lado, y más personas acudían a mi alrededor.

—Creí que nunca te volvería a ver —dijo Reyes.

Era difícil saber si estaba triste por eso, o si habría deseado nunca
volver a verme. Por el aspecto de la chica echándonos un vistazo, yo diría
que había seguido adelante. Bueno. Estaba feliz por él.

—Hubo momentos en que no estaba segura de mí misma —le dije.


La charla de ansiedad en la sala se hizo más fuerte. Mis oídos comenzaron
a zumbar con ella. Volví mi atención a David—. Esto se está saliendo de
control. Vamos a llamar la atención de los Domers.
291

David negó con la cabeza y echó una mirada por encima a Reyes.
Página
—Demasiados Domers desaparecieron por lo que no enviaron más
de ellos. —Reyes sonrió ampliamente—. En su lugar envían soldados
armados para controles aleatorios frecuentes.

—Una milicia armada es peor que Domers —dije.

—No discutiré con eso. Han sido brutales. Pero nosotros estamos
armados y listos para empezar a luchar de nuevo.

—Las cosas han progresado desde que me fui.

David asintió.

—Las tensiones son altas entre nosotros y el Domo. Algo se romperá


pronto, así que espero que tengas una buena noticia para nosotros.

Me di cuenta de que todo el mundo había estado escuchando


nuestra conversación y ahora todos los ojos estaban puestos en mí otra
vez, esperando mi respuesta.

—Primero la mala noticia —dije. Pensé que si tenían la mala noticia


primero, tener la buena noticia no parecería tan malo—. La radiación
todavía es un problema afuera. —Un gemido colectivo onduló a través del
grupo—. ¡Pero, la Tierra es habitable!

Confusión.

—Bueno, ¿es seguro afuera o no? —Preguntó alguien.

—Lo es, pero seguimos siendo dependientes del Domo para el agua
potable y los alimentos —contesté.

Reyes entrecerró los ojos y me miró. No era una expresión ajena. Él


siempre me miraba así cuando yo había hecho algo para hacerlo enojar.

—¿Nos estás diciendo que todavía estamos atrapados para ser


esclavos a la burgué?

Mi madre se acercó a mí.

—Ya no. Sunny y el Sr. Kenner se aliaron con los bárbaros y


tomaron la ciudad. La burgué ya no controla el exterior.

La habitación pasó de ordenada a caótica en segundos.

—¿Hay una ciudad fuera? —Gritó alguien.


292

—¿Hay bárbaros? ¿De dónde vinieron?


Página
—Eso realmente no fue útil, Mamá. —Me subí en una mesa y traté
de llamar la atención de todos—. ¡Alto! —Grité. No tuvo efecto—. ¡Por favor,
todo el mundo! ¡Calma!

David se subió a mi lado y soltó un fuerte silbido. La habitación se


volvió a mirarlo.

—Por favor, déjenla terminar —les dijo.

Asentí en agradecimiento.

—Lo que mi madre estaba tratando de decir es que Holt se


encuentra en un proceso de construcción de una ciudad, preparándose
para salir del Domo y... no estamos invitados. La canción de Crystal era
cierta. Él tiene la intención de cerrar el sistema de ventilación y dejarnos
aquí hasta morir. —La charla se volvió más ansiosa y tuve que levantar la
voz—. ¡Eso no puede suceder ahora! Hemos encontrado una manera de
salir y tenemos el control de la ciudad. Pero vamos a tener que ser
inteligentes para de salir de aquí. Holt todavía controla el Domo con
misiles nucleares. Tengo de buena fuente que preferiría hacernos volar a
todos, incluido él mismo, que renunciar a su poder.

—Entonces vamos a tener que largarnos de aquí, ahora —dijo Reyes.


Murmullos de acuerdo se levantaron.

—Estoy de acuerdo —dije—. Pero tenemos que ser organizados.


Vamos a necesitar un poco de equipo minero y un equipo para estabilizar
el túnel. Una vez hecho esto, podemos comenzar a evacuar a un nivel tras
otro.

Reyes levantó la mano.

—Iré. —Más hombres levantaron la mano y dieron un paso adelante.

—Organizaré un destacamento de seguridad para vigilar a los


mineros en caso de que la milicia aparezca —dijo Bron.

—¿Tienen el hábito de aparecer durante la noche? —Pregunté.

—No por lo general, debido al toque de queda —dijo Bron—. Pero es


mejor estar preparados.

Miré a David.

—¿Cuánto tiempo crees que tomará prepararse el túnel?


293

—No lo he visto todavía —dijo—. Pero si es solo de unos pocos pies


de profundidad y tenemos suficientes mineros, un par de horas.
Página
—¿Quieres decir, que podemos empezar a evacuar el Hoyo en tan
solo unas horas? —Pregunté.

—Es posible.

—¿Dónde está el túnel? —Preguntó Reyes.

Había un montón de rostros expectantes esperando a que


respondiera. Me puse nerviosa. Este grupo podría fácilmente convertirse
en una turba e iniciar una estampida.

—Uno de nosotros va a mostrárselo a los mineros.

Bron me dio una mirada curiosa y eché un vistazo al grupo. Ella a


su alrededor también, se volvió hacia mí y asintió en comprensión.

—Creo que por ahora, tenemos que mantener el túnel en secreto —


dijo Bron en voz alta.

—¿Quieres decir que no puedo informar a mi propio nivel? —


Preguntó alguien.

Una discusión estalló y me enteré de que había dos representantes


de cada nivel presentes en todas las reuniones de la Alianza. Se habían
vuelto mucho mejor organizados que cuando Jack y yo estuvimos aquí. No
estaba segura de lo que esperaba encontrar cuando volviera, pero me
sorprendió mucho cuánto la revuelta había progresado.

Un joven entró en la habitación y Abby corrió hacia él. Me imaginé


que debía ser su hermano, Angel. Recordé la primera vez que conocí a
Abby en la granja, llenando sus bolsillos con manzanas, diciendo a todos
que tenía que ir a casa. ¿Por qué no me di cuenta entonces? ¿Por qué solo
asumí que estaba loca? Sin embargo, vi el valor en descubrirlo más tarde
que temprano. Hasta el día de hoy, no tenía ni idea que todavía estábamos
dependiendo del Domo por agua y alimentos. Habría cometido el error de
decirle a todo el mundo que corriera, corriera lejos de la burgué, lejos del
Domo y encontraran una nueva vida. Ellos habrían muerto por
envenenamiento radiactivo dentro de unos años.

La discusión finalmente se calmó y un equipo se armó. Cómo Angel


era un minero, Abby se ofreció a llevarlos al túnel. Bron se volvió a ir con
los otros guardias, pero salté de la mesa y la detuve.

—¿Podemos hablar? —Le pregunté. Fuimos a un rincón tranquilo—.


¿Sabes dónde está Summer? ¿Sigue arriba?
294

Bron asintió.
Página

—Él la tiene.
—¿Te importaría ayudarme a encontrarla por la mañana? Una vez
que esté de vuelta aquí, no debería volver a subir. —Bron se mordió el
labio inferior. Fue una reacción nerviosa y una que no me perdí. Me
asustó—. ¿Qué no me estás diciendo?

—Ella no volverá aquí nunca más —dijo. Un destello de algo…


¿culpa? Aquello atravesó sus rasgos—. Ella está con él todo el tiempo. Se
rumorea que está enferma y postrada en cama.

—Entonces, ¿cómo se supone que vamos a llegar a ella? —Exigí. Eso


no era parte del plan. Ella tenía que ser evacuada con todos los demás.

—No lo sé, Sunny.

—No vamos a dejarla —le dije. Solo tenía que pensar. Pensar en una
forma de llegar a ella.

Ella estaba en el nivel presidencial, el que estaba fuertemente


custodiado. Pero yo había estado en ese nivel antes, de contrabando allí
por Jack y Leisel. ¿Cómo me habían llevado hasta allí sin ser notada?
Entonces recordé, Leisel estaba teniendo una aventura con el jefe de
guardia y ellos habían despejado toda la seguridad de ese nivel para
dejarme pasar. Jack había atascado las cámaras. Así que sabía que era
posible llegar a ese piso... solo necesitaba la ayuda de Leisel.

Ella realmente me odiaba. Me quería muerta. Pero me quería. Quería


a Jack también. Tal vez podría usar eso.

—¿Cómo me pongo en contacto con Leisel?

La boca de Bron se abrió.

—¿Qué? ¡¿Leisel Holt?!

Mi madre se acercó y se puso al lado de nosotros.

—Sí, Bron, Leisel Holt. Voy a pedir reunirme con ella.

—¿Estás loca? —Exigió mi madre.

—Solo escucha mi plan. Leisel no tiene ni idea de que Jack no está


dentro del Domo. Le diré que estoy loca de preocupación por mi mejor
amiga Summer y que la quiero de vuelta. Voy a pedirle un trueque: la
ubicación de Jack por la de Summer. Voy a arreglarlo todo para reunirme
con ella en su apartamento.
295

Bron negó con la cabeza.


—Ella no va a renunciar a Summer tan fácilmente. Solo te llevará
Página

hacia la custodia y te torturará hasta que le des la ubicación de Jack.


—Espero que ella me traicione —le dije—. También espero que
despeje el camino para mí… las cámaras serán atascadas y la seguridad
será borrará con el fin de dejar que llegue a su apartamento sin ser
detectada por su padre. Voilá. Estoy en el piso presidencial y puedo llegar
a las suites del presidente.

—Esa es la idea más loca que he oído nunca —dijo Bron.

—Funcionó para que entrara en su apartamento el día de su boda.


Podría funcionar de nuevo.

—Pero todavía tienes que entrar en las suites del presidente.


Tendrás que pasar el apartamento de Leisel y ella probablemente va a
tener un par de Domers ahí esperándote —señaló Bron.

—Entonces espero poder convencerte para que me acompañes. Me


vendría bien la ayuda.

—No me vas a dejar atrás —dijo mi madre.

—Oh, Dios mío, no puedo creer que vaya a hacer esto —dijo Bron—.
Pero creo que puedo ayudar a conseguir que entres en las suites del
presidente. Se lo debo a Summer. Vamos a traerla de regreso.
296
Página
Capitulo 30
Bron vino con la idea de que podíamos vestirnos como guardias para
entrar al Domo. Su cambio de turno regular sucedía después de que las
luces se apagaban, así que no teníamos mucho tiempo. Algunos de los
guardias acompañando a los mineros nos dieron a mi madre y a mí sus
uniformes.

Bron, mi mamá y yo éramos las únicas que quedaban en la sala


común. El grupo de mineros y su escolta de seguridad se habían ido hace
veinte minutos. Todos los demás se habían ido a casa. Al menos el toque
de queda nocturno prevendría que las lenguas se movieran esta noche.
Una vez que las noticias se esparcieran, iba a ser imposible contenerlos a
todos. Recé porque no les tomara mucho estabilizar el túnel. Ellos
planeaban comenzar la evacuación tan pronto como fuera posible, tal vez
incluso esta noche.

Las luces se apagaron.

—Esa es nuestra señal —dijo Bron. Dejamos la sala común y nos


encaminamos hacia las escaleras—. Casi todos los guardias aquí abajo son
de la Alianza ahora. Pienso que estarías sorprendida por el número de
gente que odia al Presidente Holt.

—Me pregunto por qué nos tomó tanto tiempo darnos cuenta que
teníamos mucho en común —dije.

—Desigualdad social —dijo mi madre—. Estábamos demasiado


centradas en nuestras diferencias que no notamos que realmente somos
iguales.

—Algunos de nosotros, de todas maneras —añadió Bron. Ella y mi


mamá intercambiaron una mirada conocedora.

—¿Qué significa eso? —Pregunté.

Llegamos a las escaleras y nos detuvimos.

—Significa que no fuiste la primera en pensar en iniciar una


rebelión. Solo fuiste la más exitosa —dijo Bron.
297

—¿Quién fue el primero? —Pregunté.

—Hubo mucha gente y muchos intentos fallidos —dijo Bron.


Página

—Y este intento no se ha terminado aún —añadió mi madre.


¿Por qué tenía el presentimiento de que algo sucedía entre estas
dos?

Guardias estaban bajando por las escaleras, algunos de ellos


saliendo en el cuarto nivel. Ninguno de ellos dejó su puesto hasta que el
nuevo turno estuviera ahí para reemplazarlos. Finalmente, fue nuestro
turno de subir. Había otros en las escaleras con nosotros así que me
refrené de hacer más preguntas en caso de que estuviéramos siendo
escuchadas.

Dejamos el Hoyo y entramos al área del vestíbulo. Algunos guardias


se quitaron sus casos, pero la mayoría se los dejó. Eso fue algo bueno para
nosotros, porque no podíamos quitarnos los nuestros.

Había una línea de uniformes blancos en el extremo final de la


Recepción. Bron se dirigía hacia allá.

—Tenemos que devolver nuestras armas antes de que podamos


pasar por las puertas —susurró Bron.

Un nervioso aleteo comenzó en el fondo de mi estómago. Aún tenía el


nuevo chip que Jack creo para mí en el dorso de mi mano. Recordé que mi
primer nombre era Crystal pero no podía recordar mi apellido, además, esa
era la última de nuestras preocupaciones. Mamá aún tenía su viejo chip.

No nos tomó mucho dejar nuestras armas, y marchamos hacia las


enormes puertas de metal que protegían el Domo. Una por una la gente se
escaneó para atravesarlas y entonces fue nuestro turno. Bron fue primero
y luego yo. Cruzó mi mente que Leisel podría haber rastreado la identidad
de mi nuevo chip. La noche que Jack y yo escapamos de su apartamento,
descartamos las identidades que estuvimos usando y registramos nuevas.
Si Leisel estaba observando el registro, fácilmente encontraría la
coincidencia.

Agité mi mano hacia el escáner. Sonó y la luz verde se encendió. Me


moví a través de las puertas. Mi madre estaba justo detrás de mí. Sin
darme vuelta, escuché el escáner zumbar. Sabía que era una luz roja.

—¿Cuál es el problema? —Demandó mi mamá en un tono brusco.

Bron se detuvo y se giró hacia mí.

—¿Así que cuales son tus planes esta noche? —Preguntó a modo de
conversación. Ella estaba estancada.
298

Escuché a un hombre gruñir detrás de mí.

—Desearía que nos replicaran un nuevo escáner —se quejó.


Página
—No mucho. ¿Qué hay de ti? —Le respondí de vuelta a ella.

Bron miró por encima de mi hombro a mi mamá y robé un vistazo


también. Un hombre estaba revisando el escáner, presionando botones. Él
dio una cordial risa.

—Aquí dice que eres Lily O Donnell, difunta.

—Arreglen esa cosa —dijo mi madre y comenzó a alejarse.

—Ven aquí. Inténtalo una vez más —dijo él.

Mi madre dudó pero solo por un segundo. Ella movió su mano sobre
el escáner de nuevo. El hombre miró el escáner y rascó su cabeza. Se
movió al siguiente guardia de pie en la línea.

—Tú intenta.

Sentí perlas de sudor escapar de mi labio superior.

El guardia dio un paso adelante. El escáner funcionó.

—No es el escáner —le dijo a mi mamá—. Es tu chip. Te dejaré ir


esta vez, pero necesitas arreglarlo. Está cruzándose en el sistema de
alguna manera.

Mi mamá saludó con agradecimiento y se alejó. Respiré.

Bron nos guió hacia abajo por algunos diferentes corredores antes
de que se detuviera en una habitación en particular. Era una abarrotada
habitación de suministros. Un escritorio con una computadora establecida
encima estaba arrinconado en una esquina. Bron se sentó y escribió en el
teclado.

—En algún lugar en todas las comunicaciones de la Alianza está la


dirección personal de Leisel. Mientras la estoy buscando, piensa qué vas a
decirle —dijo Bron.

—¿No puede ella rastrear el mensaje hasta nosotros? —Preguntó


mamá.

—Sí puede. Así que necesitamos mantenerlo breve y directo al grano


—dijo Bron—. La encontré.

—¿Estamos listas? —Pregunté.


299

Bron asintió. Yo dicté mientras Bron tecleaba.


Página
<Sunny> Tengo información sobre el paradero de Jack Kenner. Me
gustaría hacer un intercambio.

Esperamos. Tomó menos de un minuto.

<Leisel> ¿Quién eres?

<Sunny> Sunny O’Donnell.

<Leisel> Pensé que serías tú. Fui alertada de que Crystal Malloy entró
al Domo.

Malloy. Ahora lo recordé.

<Sunny> ¿Estás interesada en un intercambio o no?

<Leisel> ¿Qué tenías en mente?


<Sunny> Summer por la localización de Jack Kenner.

<Leisel> Tentador. ¿Cómo haremos este intercambio?

<Sunny> Puedes encontrarme en el Hoyo.

<Leisel> No es probable.

<Sunny> No puedo quedarme mucho en el Domo. Alguien me


reconocerá. Necesito volver al Hoyo.

<Leisel> Afortunadamente para ti, Summer está aquí conmigo en este


momento. ¿Por qué no vienes a verla?

<Sunny> No confío en ti.

<Leisel> Yo no confío en ti.

<Sunny> Entonces supongo que estamos en un punto muerto. Qué


mal.

Hubo una pausa

<Leisel> No eres nada, Sunny. Jack es al que quiero. Ven por tu


pequeña amiga.

<Sunny> Seré arrestada tan pronto como camine sobre el piso


presidencial. No.
300

<Leisel> Te doy mi palabra de que nadie va a arrestarte.

<Sunny> Me has dado tu palabra antes.


Página
<Leisel> Summer se ha convertido en una espina en mi costado.
Estaré feliz de verla irse.

<Sunny> Aún no me lo creo.

<Leisel> Mi padre está gravemente enfermo y estoy quedándome sin


tiempo. Necesito a Jack Kenner. Ven a mi apartamento en treinta minutos.

<Sunny> Bien. Pero si no veo a Summer, no te diré dónde está Jack.

<Leisel> Suficientemente justo.

Bron apagó la computadora.

—Y nos largamos de aquí, ahora.


Las tres abandonamos la habitación de suministros y nos unimos al
tráfico general en los pasillos. Bron nos llevó hasta su apartamento.
Estuve sorprendida de enterarme de que tenía un esposo. No es que no
pensara que estaría casada; es solo que nunca pensé en ella teniendo una
vida personal. Siempre estaba en el Hoyo.

—Cam, necesitamos algunos uniformes militares. —le dijo a él.

Él saltó fuera del sofá al vernos.

—¿Quiénes son?

—Amigas. ¿Vas a ayudarnos o no?

—No puedo, el solo prestar mi uniforme es ilegal.

—Es cuestión de seguridad nacional. Créeme.

—Solo tengo un uniforme aquí.

—¿Tu novio tiene alguno?

¿Novio? Pensé que él era su esposo.

—Puedo preguntarle.

—No le digas que es para mí. Solo dile que necesitas uno extra
porque… rompiste el tuyo o algo.
301

—¿De qué se trata esto?

—Te lo dije… seguridad nacional.


Página

—Bien.
No la cuestionó más. Abandonó el apartamento, asumí que para ir a
buscar otro uniforme de su novio. Era todo un poco confuso.

Me quité mi casco.

—¿Ese es tu esposo? —Pregunté.

—Oficialmente, sí —dijo Bron. Ella desapareció en el dormitorio.

—¿Qué hay entre Bron y tú? —Le pregunté a mi madre.

Ella se quitó su casco.

—¿De qué estás hablando?

—Todo eso de que no soy la primera en iniciar una rebelión.

Bron regresó a la habitación.

—Hablaremos de ello más tarde —dijo ella.

Bron le tendió a mi mamá el uniforme militar de Cam y le dijo que se


cambiara.

Me estaba poniendo ansiosa. Nos estábamos quedando sin tiempo.


Cam finalmente volvió con otro uniforme. Bron se zambulló en la
habitación y se cambió. Cam no hizo ninguna pregunta. El solo se
desparramó en el sofá y tomó su tablet. Bron emergió de la otra
habitación, vestida en equipo militar.

—Si no regreso esta noche, no sabes nada acerca de esto —le dijo a
Cam.

Él solo ondeó una mano en el aire.

Había dos formas de llegar al piso presidencial —escaleras o


elevador— y planeamos usar ambos. Yo iba a tomar las escaleras donde
Desmond y sus compañeros estarían inevitablemente listos para
agarrarme y llevarme a Leisel. Bron y mi mamá tomarían el elevador y
usarían su disfraz militar para declarar que reportes de inteligencia habían
indicado que Sunset O’ Donnell estaba ahí y que habían ordenado tenerme
en custodia.

Odié estar separada de ellas e ir sola, pero había hecho este tipo de
cosa antes. El nerviosismo que estaba experimentando ahora no era nada
comparado con el que había sentido cuando pretendí ser Leisel en su día
302

de bodas. Aun así, mis pasos se hicieron un poco más lentos y mis piernas
un poco tambaleantes mientras me aproximaba al décimo piso.
Página
Como sospeché, Domers estaban ahí esperando por mí. Desmond
quitó mi casco.

—Sunny O’ Donnell —se burló.

—¡Sabía que no debía confiar en ella! —Gruñí entre dientes


apretados.

Él sonrió.

—Oh, ella aún está interesada en tu intercambio. —Me sujetó con


fuerza por mi brazo. Armé una pelea. Un Domer tomó mi otro brazo
mientras un tercer Domer abría la puerta. Me arrastraron dentro mientras
pateaba y trataba de zafarme fuera de su agarre.

Leisel estaba en el corredor, nerviosamente mirando la puerta de la


suite de su padre.

—¡Apresúrense! —Me arrastraron por el corredor y continué


luchando. Esperé escuchar el ding del elevador. Nos estábamos acercando
al apartamento de Leisel.

Ahora realmente comencé a luchar. Si ellos lograban meterme en el


apartamento no había garantía de que volvería a salir. Mi plan estaba a
punto de fallar. Traté de patear a Desmond, pero no estaba lo
suficientemente lejos de él para ganar algún momento. Incliné mi cabeza y
mordí su mano tan fuerte como pude. Él me soltó.

—Tu pequeña pe…

Tan pronto como mi brazo estuvo libre, golpeé al otro Domer. Él ya


estaba listo y me sujetó por ambos brazos.

Escuché el ding del elevador.

Endureciendo mis piernas, clavé ambos pies en la alfombra de felpa


en un intento de mantenerme en el suelo. Él intentó torcer mi brazo detrás
de mí.

—¿Qué está pasando aquí? —Bron sonó brusca y oficial—. ¿Dónde


está el equipo de seguridad del presidente?

Desmond prestó atención. Leisel maldijo. El Domer sujetándome me


dejó ir.
303

—Interceptamos un mensaje indicando que Sunset O’Donnell está


en este piso —dijo Bron. Ella sacó su arma y miró directamente hacia mí—
. Tenemos instrucciones de llevarla con el Presidente Holt.
Página

—¿Con autoridad de quién? —Demandó Leisel.


—Con todo el debido respeto señora, ella es una criminal buscada —
dijo Bron. Caminó hacia mí, tomó mi brazo y tiró de mí fuera del agarre del
Domer. Me encaminó en dirección de la suite de Holt, mi madre justo
detrás de nosotros.

—¿Qué demonios están haciendo? —Leisel llamó detrás de


nosotros.

—Nuestro deber, señora —respondió Bron. Estábamos casi en la


puerta, todo lo que necesitábamos era entrar.

—Espera un momento —dijo Leisel—. Ustedes no son oficiales. Mo


están permitidos en este piso.

Bron apresuró su paso, alcanzó la puerta y golpeó en ella. Miré


atrás. Desmond y los otros dos Domers, fueron a por sus armas. La puerta
se abrió y uno de los oficiales de seguridad del presidente de paró ahí.

—Tengo instrucciones de entregar a Sunset O’Donnell al presidente


—dijo Bron, dándome un empujón.

—Qué demonios —dijo este, mirándonos—. ¿Es realmente Sunny


O’Donnell?

—Puede verificarlo —dijo Bron.

El sacó una tablet fuera de su bolsillo, manipuló la pantalla, me


miró y volvió a mirar a la pantalla.

—Sagrada… ¡llévenla dentro! —Miró de nosotros a los Domers


armados en el pasillo—. Gracias por su asistencia.

Sabía que aún no era el momento de celebrar, pero nuestro plan


estaba yendo tan bien. Si había algo que Jack me enseñó sobre aventajar a
la burgué, es que la burgué no era tan inteligente. Eran criaturas de
hábitos. Y ahora mismo eso estaba funcionando en nuestro favor.

—¡Esperen! —Llamó Leisel. Escuché su caminata por el pasillo y se


deslizó dentro de la puerta tras nosotros. Genial—. Papi me necesitará.

Nos detuvimos en una antecámara con todavía otra puerta que


atravesar antes de que estuviéramos en la suite de Holt.

Me escanearon por armas. No tenía ninguna. Mamá y Bron no


fueron escaneadas. Ellas obviamente cargaban un arma de mano y como
304

soldados del Domo, tenían todo el derecho de llevar una. Cuando el


escaneo fue terminado, los candados en la puerta exterior se aseguraron.
Página

Fuimos guiadas por la segunda puerta y escoltadas hasta un sofá en


lo que parecía ser el área del recibidor. Fui obligada a sentarme en el sofá,
con Bron y mi madre flanqueándome y dos fornidos hombres de seguridad,
brazos cruzados frente a ellos, observándome. Leisel ocupó una gran silla
rellena, con una pierna cruzada sobre la otra. La única indicación de su
impaciencia era el rápido balanceo de su pierna.

Pareció una eternidad, pero finalmente una puerta se abrió y el


presidente emergió. Él estaba en una silla de ruedas. Lucía demacrado.
Enfermo. Summer empujaba su silla.

Todo lo que pude hacer fue no correr hacia ella. ¿Cuánto tiempo
había pasado? Deseé poder decirle que lucía bien, pero estaba más
delgada que la última vez que la vi. Y Summer siempre había sido muy
delgada.

Sus grandes ojos redondos duplicaron el tamaño de platillos cuando


cayeron sobre mí. Estaba muriendo por asegurarle que esto no era lo que
parecía, que estaba aquí para rescatarla. Pero no podía tomar la
oportunidad de delatarme a alguien más en la habitación.

—¡Papi! —Exclamó Leisel, saltando para besar a su padre. Este le


dio unas palmadas gentilmente en el hombro—. ¡Tengo las mejores
noticias para ti! Atrapé a Sunny O’Donnell. —Se paró erguida y orgullosa
presentándome ante él.

El Presidente Holt miró en mi dirección con cansados y


desinteresados ojos. Yo solo había visto al presidente una vez, en mi
infame boda. Posamos juntos para las fotos y aunque solo tomó unos
cuantos minutos, recordé cuán intimidada estaba por su poderosa
presencia. Esta criatura enfermiza sentada en una silla de ruedas, no lucía
para nada como ese Holt.

—¿En serio? —Preguntó en una voz ronca. Miró a mi mamá y a


Bron—. Bueno, ¿a qué están esperando? Ejecútenla.

Mi corazón se atascó en mi garganta. ¿Eso era todo? ¿Sin


negociaciones sobre la localización de Jack? ¿No intentarían obtener
información de mí? Pude ver que la respuesta de su padre tomó a Leisel
por sorpresa también, porque la expresión de engreída que estaba usando
se transformó en una de completa incredulidad.

—¿Qué pasa con Jack Kenner? —Espeté.

—¿Qué hay de él? —Preguntó Holt.


305

—¿No quieres saber dónde está?

Él suspiró pesadamente.
Página

—Sí.. ¿Vas a decírmelo.


Eso fue directo. Esperé más proceso de interrogación.

—Tal vez.

Él inclinó su cabeza a un lado y me dio una mirada cansada.

—No hay un tal vez. O bien vasa decirme, o bien no. Mientras tanto,
él está sirviendo un mayor propósito.

Abrí mi boca para protestar y luego la cerré. Ese era un punto de


vista que no había considerado. Tanto como Holt sabía, Jack estaba
haciendo su parte para provocar que el Hoyo entrara en guerra. Los
propósitos de Holt eran mejor servidos manteniéndolo con vida. No tenía
ventaja con este hombre, nada que discutir con él. Estábamos en
problemas.

Holt esperó un momento por mi respuesta. Ninguna llegó.

—Mátenla —dijo.

Mi madre dio un paso al frente, se quitó el caso y lo fulminó con la


mirada.

—Mátela y le diré todo a Leisel.

Los hombres del presidente sacaron sus armas. Bron lo hizo


también. No sabía qué juego mi madre pensaba que estaba jugando, pero
ella iba provocarse a sí misma que la mataran. Nadie sospechaba que
fuera más que un soldado, aquí para escoltar a un criminal. No había
necesidad de volar esa cubierta. Ella aun podía salir de aquí con vida.

—¿Qué será Sr. Presidente? —Preguntó mi madre..

Él entrecerró sus ojos hacia ella.

—¡Tu! —Se burló.

—Leisel, puedo contarte la verdadera historia de tu nacimiento —dijo


mi madre, sus ojos jamás abandonando a Holt.

Leisel miró de mi madre a su padre. Los enfermizos labios de Holt


estaban dibujados en una apretada línea.

—No te atreverías —dijo él.

Mi madre lo fulminó de vuelta.


306

—Yo no tenía ni catorce cuando fui enviada al Domo la primera vez,


y el presidente me eligió para sí mismo. —Mi madre ahora tenía toda mi
Página

atención. Yo ya había sospechado que ella había sido una amante, ¿pero le
perteneció al Presidente Holt?—. Fue entonces cuando conocí a tu padre,
Sunny —dijo, con un deliberado intento.

—Tú, cierra la boca —dijo Holt en un tono amenazante.

—Porque no solo es el hombre quien está buscando por compañía —


se burló ella—. Las mujeres en el Domo son todas igual de malvadas.

Holt miró a su equipo de seguridad.

—Saquen a esta pobretona de aquí. Mátenla.

—Quiero escuchar lo que tiene para decir —dijo Leisel.

—Leisel, cariño, ella está demente.

—¿Yo estoy demente? —Mi madre hizo eco—. Yo fui la que te vio
enloquecer cuando tu esposa…

—¡Cierra tu maldita boca!

—…dio a luz…

—¡Te lo advierto por última vez!

—… ¡a una pobretona! —Gritó ella.

Todos los ojos en la habitación fueron hacia mi madre.


307
Página
Capitulo 31
—Mátenla —chilló el Presidente Holt.

Todo sucedió tan rápido. Por la esquina de mi ojo vi a Bron


dispararle a uno de los hombres del presidente. Mi madre tenía un arma
en su mano. Jaló el gatillo. Dos veces. Summer se lanzó fuera del
camino. El disparo vino de mi izquierda, donde los hombres de seguridad
estaban de pie. Mi madre estaba cayendo al suelo. Y yo aún no estaba en
mis pies.

El único hombre de seguridad que seguía parado estaba moviéndose


hacia mi madre, apuntando su arma. Me lancé a mí misma sobre ella. Él
se mantuvo sobre nosotros, con la pistola lista.

—No tenemos que hacer esto —dijo Bron. Ella tenía un arma
apuntándolo.

Leisel estaba agachada en una esquina, su mano sobre su boca.

—¡Ella mató al presidente! —Dijo.

—Y no necesita haber más muertes —dijo Bron.

—Eso es cierto, no las habrá. —dijo él, en un tono amenazante—.


Habrá un pequeño ejército fuera de la puerta en cualquier minuto.

—¿De qué estás hablando?

—Una alarma fue activada en el primer disparo. Cada guardia en


este piso está en su camino hacia aquí.

Con los ojos amplios con el terror, Leisel frenéticamente sacudió su


cabeza.

—¡Los envié a todos fuera! Oh dios, ¿qué he hecho?

—Entonces tenemos un par de minutos para irnos antes de que la


milicia aparezca —dijo Bron.

Él mantuvo su arma apuntándome.


308

—Nadie irá a ninguna parte…

Mi madre gimió debajo de mí. Bron inclinó su cabeza hacia un lado.


Página
—¿Cuántos problemas crees que tendrás por fallar en proteger al
presidente?

Ella movió su arma y la apuntó hacia Leisel.

—¿Cuántos más por no proteger a su hija?

—¿Qué estás haciendo? —Gritó Leisel. Ella miró al guardia de


seguridad.

—¡Mátala! ¡Mátalas a todas!

—¡Esperen! —Alcé mi mano como si eso fuera a detenerlo de cumplir


la plegaría de Leisel. Miré a Bron—. Tal vez deberíamos decirle la verdad.

—¿Decirme la verdad sobre qué? —Demandó él.

Noté la mirada de indecisión en la cara de Bron. No teníamos mucho


tiempo antes de que soldados armados llenaran el pasillo, ciertamente no
el tiempo suficiente para escapar, especialmente con mi madre herida. Si
íbamos a salir de aquí, necesitábamos a este guardia de seguridad de
nuestro lado.

Otro pensamiento también me arribó. Si éramos capaces de


mantener a la milicia enfocada en nosotros esta noche, ellos dejarían al
Hoyo solo. No habría búsquedas aleatorias.

—Qué el Presidente Holt estuvo mintiendo a todos —dije.

Él me ofreció una mirada de Oh vamos.

—Tendrán que hacerlo mejor que eso. —Tomé la mano derecha de


mi madre.

—Escanea su chip. Su nombre es Lilly O’Donnell, tiene treinta y


cinco años y fue Sacrificada la primavera pasada.

—¿Qué se supone que prueba eso? —Preguntó él.

—Qué nadie fue ejecutado en el sacrificio. Fueron usados como


esclavos para construir la ciudad de Holt fuera del Domo.

El cuarto se quedó en silencio.

—Estás mintiendo —dijo Leisel—. Papi me habría dicho sobre una


ciudad.
309

—Oh, pienso que tu papi mantuvo muchos secretos ocultos de ti,


Leisel —dije. Ella no tenía idea que él fue quién la manipuló para
Página

comprometerse con Jack. No tenía idea de que era solo un peón más en su
juego de política—. ¿Cómo está funcionando tu plan de tener al siguiente
presidente trabajando para ti? —Pregunté—. Quiero decir, ¿no estabas
algo sorprendida cuando a tu padre no le importó si yo sabía dónde está
Jack? —Una mirada de duda cruzó a través de su rostro—. Él quería que
Jack se perdiera en el Hoyo, así él podría liderar la revolución contra el
enemigo, dándole a tu padre la razón que necesitaba para apagar nuestro
sistema de ventilación.

—Eso no tiene sentido —dijo el guardia de seguridad—. Necesitamos


el Hoyo.

—Ustedes solo necesitan el Hoyo por tanto tiempo como vivan en el


Domo —dije.

—El presidente no mataría a todos en el Hoyo, eso es demente —dijo


él.
—Quería repoblar la tierra con su raza superior —dije mirando a
Leisel—. Con una raza rubia de ojos azules para ser exacta.

Leisel me miró con desagrado.

—¿Es ese un vicioso rumor que los Kenner empezaron?

—No. Lo escuché del General Powell. Él está vigilando la


construcción de la ciudad. —Sentí una pequeña y victoriosa sensación de
satisfacción cuando vi sus ojos ampliarse. Ella comenzó a replicar, pero
había un sonido de riña en el pasillo afuera. La milicia estaba aquí. Nos
estábamos quedando sin tiempo.

—Sé dónde encontrar la prueba acerca de la raza superior —dijo


Summer. Ella estaba en algún lugar detrás de mí. Ni siquiera la miré,
incapaz de quitar mis ojos de encima del guardia sosteniendo su arma
hacia mí—. Lo vi escribir algo sobre ello en su diario una noche.

¡La computadora de Holt! ¿Por qué no pensé en eso antes? Si Jack


tenía razón, las comunicaciones con la ciudad exterior estaban
programadas en una computadora. Miré al hombre sosteniendo el arma
hacia mí.

—Ella puede probar el plan de Holt, y yo quizá sea capaz de probar


la existencia de la ciudad. Solo llévanos a la computadora de Holt.

Un sonido de su comunicador llenó el silencio seguido de mi


petición.
310

—Esos son ellos —dijo—. Quieren saber qué está pasando aquí. Si
no les respondo, abrirán su camino dentro.
Página
—Entonces mejor les respondes —dijo Bron, inclinando su arma
hacia Leisel—. Y prepárate para explicar por qué la familia presidencial
entera está muerta y tú estás vivo.

Sus ojos se movieron hacia Bron y rápidamente de vuelta a mí.


Sudor rompió de su labio superior y él lo secó con el dorso de su mano
libre.

—¿No preferirías vivir para ver el sol? —Pregunté.

—Juro que si están mintiéndome, pondré una bala en ambas de sus


cabezas. —En un movimiento, el desenganchó su comunicador y lo
sostuvo hacia su boca—. Evans —dijo en él.

—¿Cuál es la situación ahí? —Preguntó una voz incorpórea.

—Lo tengo bajo control —dijo él.

Silencio. La voz volvió.

—Varios disparos fueron registrados y tengo un testigo que dice que


Sunny O’Donnell está ahí dentro.

Una mirada de pánico vino a través del rostro de Evans.

—Diles que el Presidente Holt y Leisel están vivos y que estamos


reteniéndolos como rehenes. Que no dudaremos en matarlos. Y que tienen
que retirarse hasta que estemos listos para negociar —dijo Bron.

Él lo repitió en el comunicador.

—¿Cuántos están heridos? —Preguntó la voz.

—Solo un guardia de seguridad —dijo él.

—¿Qué es lo que quieren?

Él miró a Bron. Ella se encogió de hombros.

—Clemencia —dije—. Diles que vine aquí buscando porque todos los
cargos puestos contra Jack Kenner sean dejados.

Evans lo repitió. Ellos finalmente nos brindaron una hora, de todas


maneras no estaba segura de que se lo hubieran creído. La única cosa
impidiendo que ellos tiraran la puerta abajo era la amenaza del presidente
siendo asesinado.
311

—Summer, ¿puedes encender la televisión? —Preguntó Bron.


Página

Miré a Summer por primera vez desde que el tiroteo comenzó.


Recordé haberla visto lanzándose al suelo cuando los disparos salieron,
pero ahora ella estaba de pie en el lado más lejano de la habitación, muy
lejos del cuerpo sin vida de Holt. Lucía un poco agitada, pero hizo como
Bron lo pidió.

—¿Qué canal? —Preguntó Bron a Evans.

—Veintitrés.

Summer puso el monitor en ese canal y tuvimos una vista del pasillo
afuera. Ahí había seis soldados armados, Desmond y los dos Domers.

—Esa es solo la línea del frente. Habrá más en las escaleras y fuera
por el elevador —dijo Evans.

Leisel se levantó de su posición agachada en la esquina. Ella fulminó


con la mirada a Evans.

—¿En realidad no irás a continuar con esto?

Él la ignoró.

—¿Puedes ayudarme a llevar a mamá al sofá? —Pregunté a Summer.

—Deberíamos revisar y ver qué tan mal está sangrando primero —


dijo Summer.

Summer tenía razón, por supuesto. Eran básicos los primeros


auxilios en el Hoyo. Nunca movías a una víctima después de una paliza
porque nunca sabías si algo estaba roto. Gentilmente, la rodé sobre su
espalda. No había mucha sangre. Sus párpados se agitaron por un
momento antes de que los abriera.

—¿Sunny? —Preguntó ella.

Leisel caminó fuera de la esquina.

—¡Haz algo! —Le gritó a Evans.

—Está bien, Mamá. No estás sangrando mucho. Trata de no moverte


—dije. En lugar de recolocarla en el sofá, Summer tomó un cojín de la silla
y lo puso debajo de su cabeza—. Tenemos que ir al cuarto de la
computadora, pero mantendré un ojo cerca de ti.

—Deberíamos atar a Leisel —sugirió Bron.

—¿Qué? ¡No me toquen!


312

Bron miró a Evans.


Página

—Si tengo que dispararle lo haré. Está más segura atada.


Evans agitó su arma a Summer.

—Átala.

Summer dejó la habitación, y todos esperamos en silencio. Me dio


una oportunidad para revisar la herida de bala de mi madre. Parecía estar
alojada en su hombro. Recordé cuánto había sangrado Jack cuando saqué
la bala de su herida. Era mejor que se quedara en su hombro por ahora.

—Sunny —susurró mamá. Ella gesticuló para que me acercara—. No


mates a Leisel.

—Espero que no tengamos que hacerlo —dije.

Mamá sujetó mi mano.

—Hay cosas que no sabes —susurró. Era un completo


entendimiento, después de su breve intercambio con Holt antes de que ella
le disparara a muerte.

Summer volvió con un montón de corbatas.

—¡No te atrevas a acercarte a mí con eso! —Dijo Leisel.

—Ella podría ser tu hermana —dijo mi madre—. Y si lo es y la


matas, te sentirás mal por ello después. Te conozco.

Me tomó unos momentos darme cuenta de que había dejado de


respirar.

—¿Te golpeaste la cabeza cuando caíste al suelo? —Susurré—.


Porque creo que acabas de decir que Leisel podría ser mi hermana.

Los escuché luchando detrás de mí para atar a Leisel.

—Pensé en decírtelo antes de irme por el Sacrificio. Odié dejarte con


tu padre con la forma en que él era, porque sabía que te quedarías con él y
no te casarías con Reyes. Aun cuando nunca me importó Reyes, aun así
era mejor opción para ti por encima de tu padre.

—¿Qué quisiste decir con “podría”? ¿No recordarías dar a luz a dos
bebés?

—No yo, Sunny… tu padre. Él solo tenía trece cuando Amelia Holt lo
tomó como su amante. Pero tu padre es un romántico y fantaseó que ella
en realidad estaba enamorada de él. Se enamoró locamente de ella,
313

estúpido idiota. —Dijo, agitando su cabeza—. Fue durante el tiempo que


ella lo estaba usando cuando quedó embarazada. Holt sabía que ella tenía
un amante y realmente no le importó. Se casaron solo porque ambos eran
Página

de la crianza correcta. Así que, cuando Leisel nació con ojos tan oscuros
como un pobretón, él se volvió loco. Fue una mala noche. Pensé que iba a
azotar a tu padre hasta la muerte.

—Los ojos de Leisel no son negros —dije.

—Ella usa lentes de contacto para hacerlos azules.

Alcé la mirada hacia Leisel, ahora casi asegurada a una silla. Ella
estaba peleando tan fuerte que necesitó a los tres de ellos para atarla. No
vi un semblante familiar. Pero éramos de la misma altura. Y yo fui capaz
de convencer al Domo entero de que era Leisel en su boda.

Oh Dios mío. ¿Era ella mi hermana?

—¿Papá era el único amante del Hoyo? Tal vez ella tuvo más —dije
esperanzadoramente.

—No lo sé exactamente. Sé que Holt soltó su ira en tu padre. No


necesitas saber los detalles, pero había una razón de por qué tu padre
sufrió de depresión. Holt vino hacia mí también. Estoy sorprendida de que
tu padre y yo sobreviviéramos. Nos quedamos juntos después de eso.

Leisel ahora estaba atada y Summer estaba sugiriendo cerrar su


boca con cinta.

—Tal vez ella no es mi hermana —dije.

Mi mamá me dio esa sonrisa. La indulgente sonrisa lo que sea que tú


quieras pensar, Sunny. Eso significaba que ella no quería argumentar
conmigo.

—Tal vez no.

Cierto o no que la mimada mocosa gritando profanidades fuera mi


hermana, no podía ser mi mayor preocupación en este momento.
Teníamos un ejército en el pasillo esperando por nosotros.

—¿Estás bien aquí en el suelo por ahora? —Pregunté.

—Estoy bien —dijo mi madre.

—De acuerdo. —Me levanté y miré a los otros. Leisel estaba


asegurada a la silla con corbatas de patrones grises y negros, otra atada
alrededor de su boca, amordazándola—. Deberíamos llevarla al cuarto de
computadora con nosotros. No la quiero aquí afuera con mi mamá.
314

Evan me disparó una mirada exasperada, pero él y Bron tomaron la


silla de Leisel y la llevaron a la habitación. Bron no perdió nada de tiempo.
Se sentó en la computadora de Holt.
Página
—Deberíamos tratar de conectar con la ciudad primero. Jack piensa
que están programadas a esta computadora —dije.

—No tengo idea de dónde comenzar a buscar —dijo Bron.

—Intenta Powell, o General Powell, o ciudad o…

—Eso suena como archivos, no canales. No se llamarían así.


Tendrán una dirección… ¡espera un minuto! —Bron miró detenidamente la
pantalla. Pasó su dedo por una lista. Cliqueó en un artículo. Nada. Lo
intentó de nuevo. En su cuarto intento, algo pasó—. Creo que está
tratando de conectarse a algo.

Esperamos. Nada. Ella intentó de nuevo. Esperamos. Se conectó.

La cara del General Powell saltó a la vista. Él estaba sentado en una


cama, su cabello aplastado y círculos oscuros bajo sus ojos.

—Sr. Presidente —dijo él.

—Lo hiciste —dije a Bron.

—¿Es el General Powell? —Preguntó Evans—. Pensé que estaba en


cuarentena—.

Miré detenidamente a la pantalla de la computadora.

—General Powell, se ve mejor —dije.

—Qué demonios… —comenzó—. ¿Cómo demonios lograron entrar


ahí?

Una mano sosteniendo un arma destelló a la vista por solo un


segundo y entonces un rostro familiar miró en la pantalla.

—¿Esa es Sunny? ¿Está en el Domo?

—Soy yo Terran, y sí estoy en el Domo.

—Buen Dios, pensamos que era Holt llamando. La última cosa que
necesitamos es que el presidente sospeche que algo sucede y envíe
refuerzos.

—No creo que el presidente los moleste… necesito hablar con Jack,
sin embargo. Es urgente.
315

—¿Jack? —Repitió él, un poco desconcertado—. ¿El Sr. Kenner? Él


está um… —se movió fuera de la vista—. ¡Alguien traiga a Jack Kenner!
Página

Por la apariencia del fondo, Powell estaba en la cama del corral de


pobretones.
—¿Cómo llegaron al Domo? —Preguntó el general.

—Una pequeña chica me trajo hasta aquí —dije honestamente—.


¿Dónde está Jack?

—Montando un grupo de búsqueda por ti, la última vez que escuché.

—Estamos un poco cortos de tiempo. Apreciaría si puedes hacerle


saber a todos que es importante que lo encontremos.

—¿Qué demonios está pasando?

—Esperaré a decirle eso a Jack.

Un extraño silenció siguió. El miró y la pantalla y nosotros de vuelta.


Noté que el escenario del fondo había tomado el interés de Summer, Bron
y Evans. El sol tarde crepúsculo se derramaba desde una puerta abierta,
lanzando un tipo de sombra nunca vista dentro del Domo.

Había una conmoción al otro lado, seguida de una pantalla borrosa.


Después, el rostro de Jack apareció a la vista. Él miró a la pantalla.

—¿Sunny? —Dijo con voz apretada.

Bron se movió a un lado y me senté en la silla.

—Soy yo.

Cubrió sus ojos con una mano por un momento antes de jalarla por
su cabello, una clara indicación de que estaba frustrado.

—Pensé que teníamos una cita.

Era una declaración. De hecho, casi sonaba como una acusación.

—La tuvimos. Quiero decir la tenemos. Es decir…

Froté mis ojos.

—Fui a buscarte, y no pude encontrarte. Alguien que no conocía me


dijo que dejaste un mensaje… que estabas yendo a mover un par de
rocas. Rocas, Sunny. Eso fue todo lo que obtuve.

—Pensé que eso sería todo lo que iba a ser, Jack, pero se convirtió
en una forma de volver al Hoyo. No tenía idea.

—¿Por qué no volviste y me buscaste?


316

—No estaba segura de que el túnel por el vinimos resistiría. Era mi


oportunidad.
Página
Él asintió.

—¿Y voy a asumir que estás en la oficina de Holt?

—Lo estamos. —Confirmé. Aclaré mi garganta—. Summer estaba


atrapada aquí. Él no la dejaba irse.

—Ya veo.

—Y el Presidente Holt está muerto.

Él abrió su boca ligeramente y luego la cerró.

—¿Estás segura?

Asentí.

—Muy segura.

Una variedad de diferentes expresiones revolotearon por su cara,


finalmente terminando en una triunfante sonrisa.

—Ganamos. Si los códigos de los misiles murieron con él, ganamos.

Estaba feliz de ver a Jack contento. De todas maneras, tenía un


ejército fuera de la puerta esperando para matarnos a todos nosotros.

—Jack, tengo a alguien aquí conmigo. Su nombre es Evans. Me


preguntaba si podrías mostrarle algo del exterior.

La expresión de Jack se tornó sobria.

—¿Por qué?

—Podemos solo usarlo en nuestro lado ahora, eso es todo.

Evans se acercó para mirar sobre mi hombro, decidido hacia la


pantalla. Jack miró atrás.

—No hay problema —dijo Jack. Comenzó a caminar—. Entonces


Evans, ¿eres uno de los hombres del presidente?

—Sí, lo soy.

—¿Eres el único guardia de seguridad ahí con Sunny? —Preguntó él.

Dejó el edificio y caminó en la luz del sol. Noté la sorpresa en sus


317

caras mientras se acercaban al monitor. Esto no era una película. Este era
Jack Kenner, vivo fuera del Domo. Él alzó la tablet y dio una vista
panorámica del área. Más que nada, era el corral en primer plano, pero en
Página

la distancia podía ver la cerca de alambre y la gente más allá de esta,


incluyendo los guerreros de Dena. Las montañas, cielo azul y blancas
nubes esponjosas completaron la imagen.

—Sí, lo soy —dijo Evans sin prestar atención, fascinado con las
imágenes que estaba viendo.

El rostro de Jack volvió a la vista.

—¿Y cuál es la situación ahí?

Evan lamió sus labios secos, viendo a la pantalla de la computadora.

—Las fuerzas armadas están fuera de la puerta. Ellos no saben que


el presidente está muerto. Les dijimos que Sunny O’Donnell lo está
manteniendo cautivo en un intento de extorsionar clemencia para ti. Que
quieren negociar.

—Bien —dijo Jack—. Porque estoy yendo hacia ahí. Y si Sunny si


quiera se rompe una uña, te voy a hacer responsable, Evans. ¿Fui claro?

Evans se irguió.

—Sí, señor.

—Donde está la entrada Sunny. —No fue realmente una pregunta.


Más como una urgente demanda.

Mientras caminaba, el escenario del fondo continuamente cambiaba.


Mis compañeros estaban cautivados por la pantalla.

Summer puso su mano en mi hombro y apretó.

—Norte, detrás de los corrales. Caminamos hacia el Domo por


unos… ¿veinte minutos? Hay un afloramiento con una entrada a las
cavernas. El túnel hacia el Hoyo está detrás. Hay un grupo de mineros
trabajando en el túnel, así que deberías ser capaz de escucharlos. Ellos
comenzarán a evacuar el Hoyo tan pronto como sea estable.

Me dio un asentimiento de aprobación, que pudo lucir impersonal


excepto por la sonrisa afectuosa.

—¿Están todos ustedes armados?

—Bron y Evans lo están —dije.

El sonido de un jeep acercándose se filtró por la computadora.


318

—Si el ejército intenta abrirse paso, no duden en comenzar a


disparar. Amenacen con matar a Damien y Leisel. Hagan que se lo crean.
Página

No tomen ninguna mierda de ellos, Sunny.


—Jack, ¿no podemos hacer esto sin disparar? Quiero decir, mira
como Evans y Bron están reaccionando al ver esto. Todos en el Domo
quieren salir tanto como el Hoyo. ¿No podemos poner esto en televisión?

El dejó de caminar y miró la pantalla. La gente corría detrás de él,


había gritos. Un jeep condujo cerca. Pero Jack estaba quieto.

—¿Alguna vez te he dicho que eres una genio? —Preguntó él.

Sonreí.

—Una o dos veces.

—¿Bron, puedes conectarme a la computadora central? Es hora de


ponerme en contacto con mi familia.

Comencé a levantarme fuera de la silla para darle de vuelta la


computadora a Bron.

—Iré a revisar a mi mamá.

—¿Qué está mal con tu mamá? —Preguntó.

—Le dispararon. Creo que está bien, pero necesita un doctor pronto.

—Aguanta. Estaré ahí tan pronto como pueda.

Me incorporé el resto del camino.

—¿Sunny? —Me llamó de nuevo—. Aun somos un equipo, ¿cierto?

Tal vez debí estar sorprendida por esa pregunta, pero no lo estaba.
Aun cuando sabía que sería mi única oportunidad de entrar al Domo, sentí
el peso de la culpa en el momento en que decidí venir sin siquiera decirle.
Como si estuviera rompiendo una regla tácita entre nosotros.

—Siempre —dije.
319
Página
Capitulo 32
Mi mamá se las había arreglado para subirse al sofá para el
momento en que regresé a la recepción. Ella sentía mucho dolor pero
parecía estar sobrellevándolo.

—Quizá queramos deshacernos de ellos antes de que empiecen a


apestar —dijo ella, señalando a Holt y el guardia de seguridad muerto.

Summer, Bron y Evans todavía estaban en la sala de computación,


así que lo hice yo. Holt fue fácil de mover dado que estaba en una silla de
ruedas. Vi la mirada de horror en los ojos de Leisel mientras lo rodaba por
la puerta abierta de la oficina. Una punzada de simpatía me golpeó. Ella
estaba atada con una correa a una silla, una corbata amordazándola, y su
padre fue asesinado frente a ella. No debería sentir pena por ella… Leisel
no era del tipo que muestra piedad a un compañero ser humano. El
problema era, que yo no era como ella.

El guardia de seguridad fue un mayor desafío. Él era un pesado peso


muerto y la gruesa alfombra solo se añadía al arrastre. Con gran
dificultad, conseguí llevarlo a la misma habitación dónde metí a Holt y les
cerré la puerta a ambos cuerpos. No me importaba hacer la limpieza. Me
mantenía ocupada.

Encontré una manta para mi mamá y me aseguré de que estuviera


cómoda antes de regresar a la oficina de Holt. Summer estaba
inclinándose sobre el hombro de Bron, dirigiéndola a diferentes áreas en la
pantalla, y Evans observaba con interés.

—¿Cómo está tu mamá? —Preguntó Summer.

—Necesita un doctor, pero lo está haciendo bastante bien ahora


mismo. ¿Está Jack todavía en pantalla?

Bron negó con la cabeza.

—Perdimos la recepción con él, así que probablemente está fuera de


rango. Antes de que fuéramos desconectados, estoy bastante segura de
que reconocí al guardia quien te dio su uniforme.

—¿Viste a alguien más que fuera familiar? —Pregunté—. Quizá han


320

empezado la evacuación.
Ella negó con la cabeza.
Página
Me pregunté si el guardia que me dio su uniforme con toda la
intención de no necesitarlo nunca más… fue hacia el túnel, dijo adiós y se
fue. ¿Cuántos más serían como él?

—Nuestra hora casi se acaba —dijo Evans—, vamos a tener que


contactarlos pronto. ¿Qué quieren decir?

—¿Qué tal si demandamos retribución? —Escarneció Summer—.


¡Pago por una vida de abuso!

Bron estaba concentrada con lo que sea que estaba haciendo en la


computadora, pero Evans y yo volvimos una mirada alarmada hacia ella.

—Estamos tratando de detenerlos, no provocarlos —dije.

Summer señaló hacia algo en el monitor.

—Ahí y allí.

Bron miró de cerca la pantalla.

—Increíble.

—¿Qué es? —Pregunté.

—La fórmula de Holt para una raza superior. Él hizo obligatorio a


cada bebé en el Domo el ser probados genéticamente. —Sus ojos buscaron
el monitor, sacando diferentes archivos—. Y no se detiene ahí. Tiene una
lista llamada “Desviados”, la cual parece ser la de gente con rasgos
indeseables… como homosexualidad. —Ella escribió algo en el teclado—.
Miren eso… aparezco en su lista. También Cam. ¿Cómo lo sabía? Pensé
que los mantuvimos en secreto.

Caminé alrededor del escritorio para tener un vistazo de la lista. Era


larga.

—Así que no era solo a todos en el Hoyo a los que él iba a matar.

—Él estaba planeando deshacerse de todos los que no encajaran —


dijo Bron. Su cara estaba roja de furia, sus ojos en alerta y concentrados
en la pantalla.

El comunicador de Evans volvió a la vida.

—¿Qué van a decirles?


321

Lo medité.

—Les diremos la verdad… estamos esperando a Jack Kenner. El


Página

presidente ha concedido la clemencia y Jack está viniendo a reclamarla. —


Evans se llevó el comunicador a la boca— Oh, una cosa más. Ellos deben
despejarle el camino o Holt morirá.

—¿No crees que los estás presionando un poco? —Preguntó Evans.

—No quiero que ellos piensen que somos debiluchos. Necesitamos


hacerles saber que hablamos en serio.

Summer se enderezó.

—¿Alguno quiere una bebida? —Preguntó ella.

La seguí afuera hacia la otra habitación. Ella fue hacia un gabinete y


lo abrió para exponer un pequeño bar. Ella vertió algo en una copa grande
y tomó un trago. ¿Cuándo empezó a beber?

—¿Hay alguna comida? —Pregunté.

Ella hizo un gesto hacia la puerta.

—En la cocina.

—¿Quieres ayudarme?

—Seguro.

Rellenó su bebida y me guió por la puerta hacia las habitaciones


privadas de Holt. Nunca antes me había sentido incómoda con Summer,
pero había una obvia tensión entre nosotras. Quizás ella estaba molesta
conmigo por no prestarle suficiente atención. Pero en mi defensa, teníamos
bastante sucediendo.

Los aposentos de Holt eran mucho más grandes que incluso el


apartamento de Leisel y mucho más espacioso. Él incluso tenía su propia
cocina. Summer me abrió la puerta del refrigerador y luego se subió sobre
la encimera.

—¿Vas a querer algo? —Pregunté.

Ella alzó su copa.

—Estoy bien.

¿Era ese el por qué estaba tan delgada? ¿Ella había cambiado la
comida por alcohol? Esto iba más allá de estar molesta conmigo; ella era
diferente.
322

—Puedo hacerte unos huevos —dije con entusiasmo—. Sé cómo.


Página

Ella ignoró la oferta.


—Así que, eso es realmente algo acerca de su ciudad. No vi venir
esa.

Cerré la puerta del refrigerador, volcando toda mi atención hacia


ella.

—Es mejor de lo que siempre imaginamos, Summer. La manera en


que el viento se siente, soplando por tu piel. ¡Y el sol es tan caliente!
Caliente, realmente. ¡No puedo esperar a llevarte afuera!

Summer me sonrió. No su sonrisa rodeada de plata a la que estaba


acostumbrada. Ésta tenía un indicio de algo extraño en ella.

—¿Y Jack Kenner se nos unirá?

La manera en que lo dijo fue como una bofetada en el rostro. No es


que yo tuviera planeado llevar a Jack con nosotras. Tenía visualizado
agarrar a Summer de la mano, diciéndole que cerrara los ojos, guiarla
fuera, y luego decirle que los abriera. Quería ver la mirada en su cara
mientras alcanzábamos juntas nuestro sueño de toda la vida.

Pero no me gustó su tono cuando habló acerca de Jack.

Negué con la cabeza.

—Es nuestro momento especial, Summer. Solo tú y yo.

—Es un momento especial para todo el Hoyo, Sunny. ¡Somos


finalmente libres! —Dijo, sus palabras se arrastraron muy ligeramente.
Ella miró alrededor de la cocina—. Mientras podamos salir de aquí en una
pieza, es suficiente.

—Solo decía que tú y yo hemos soñado sobre esto desde que éramos
niñas. ¿No recuerdas esa película que veíamos todo el tiempo… esa con la
niña corriendo por las montañas con el chico y las cabras?

—¿Heidi?

—¡Sí! Esa. Ahí es cuando empezamos a fantasear sobre la vida fuera


del Hoyo. Inventado historias acerca de lo que la vida sería e
interpretándolas. ¿No lo recuerdas?

—Lo recuerdo. También recuerdo que no había burgué en nuestro


mundo inventado. —Las palabras no fueron dichas como un recordatorio,
estaban destinadas a ser un desafío—. La última vez que nos vimos, dijiste
323

que tú y Jack no estaban juntos de esa forma.

Así que eso era lo que la estaba molestando. Ella escrutó mi cara por
Página

una respuesta. No estaba segura de cómo responder. No quería mentirle,


pero tampoco quería molestarla más.
—¡Lo sabía! —Soltó ella. Mi silencio debió confirmarlo—. La manera
en la que él prácticamente golpeó su pecho y amenazó a Evans si alguien
te hacía daño. Y tú estabas toda siempre Jack. —Su expresión era amarga
mientras trataba de imitarme—. ¡Ach!

—Una vez que llegues a conocerlo, sé que te agradará.

Ella se inclinó hacia delante y me miró fijo directamente a los ojos.

—¡Él es un burgué! Nunca me agradará. No puedo ni siquiera


imaginar cómo lo dejaste tocarte.

No estaba aturdida por el hecho de que ella odiaba a la burgué. Era


lo profundo de su odio lo que me sorprendía. Era tan apasionada acerca de
eso y yo solo quería encogerme lejos.

—No quiero hablar de mi vida personal ahora mismo —dije.

—Bien. Porque solo el pensamiento me hace querer vomitar. —Saltó


de la encimera—. ¿Vas a agarrar algo para comer o no?

Dándole la espalda, hurgué por el refrigerador y encontré algunos


vegetales y carne rebanada finamente. Llené un par de platos. Mi mamá
todavía estaba despierta en el sofá y le ofrecí el plato a ella.

—No estoy segura de que pueda comer —dijo. Eso me preocupaba.

Evans entró en la habitación.

—¿Qué está haciendo Bron ahí dentro? —Le pregunté.

—Ella armó un mensaje exponiendo a Holt y ahora lo está enviando


a todos los que conoce. Prometió que yo podría ser el siguiente —dijo él. Se
sentó en una silla—. Es increíble. Todo esto. Él ha estado mintiéndole a
todos.

Lucía como si estuviera aturdido. Le ofrecí algo de comida, la cual él


rechazó. En su lugar, se puso de pie y fue hacia el bar. Summer lo miró
con desagrado y se movió a mi lado.

—Tu turno, Evans —anunció Bron mientras entraba en la


habitación. Él prácticamente corrió—. Está pasando por el sistema como
fuego incontrolado. Antes de que siquiera terminara de enviar todos los
mensajes, estaba recibiendo respuestas. Envié los archivos originales
directo desde la computadora de Holt.
324

Examiné la herida de mi mamá. Estaba empezando a verse roja e


hinchada. Ella necesitaba tratamiento
Página

—Summer, ¿hay alguna droga o medicamentos aquí?


Levanté la mirada justo a tiempo para ver a Summer dirigir una
mirada alarmada hacia Bron. Bron negó con la cabeza en respuesta.

—¿A qué te refieres? —Me preguntó Summer.

Algo estaba sucediendo.

—Me refiero a un antibiótico tópico o algún analgésico para mi


mamá. ¿A qué creíste que me refería?

Su cara palideció.

—Eso es a lo que pensé que te referías. Iré a ver.

La observé irse, preguntándome qué secreto podrían tener ella y


Bron. Decidí no buscarlo. Teníamos suficiente con lo que ocuparnos.

El cabello de mamá estaba pegado a su frente y Bron le trajo un


trapo frío y mojado. Estaba esperando que la infección no se hubiera
establecido todavía. Summer volvió con un tubo de antibiótico tópico y
vendas.

—Lo siento, Mamá, pero esto podría doler.

Ella asintió y apretó sus dientes mientras yo trataba y cubría la


herida.

Fui a la cocina en busca de un vaso de agua para ella. Ahí fue


cuando avisté la cafetera. Estábamos dentro para una noche larga, así que
no podría hacer daño.

Summer rechazó el café, prefiriendo la bebida que ya sostenía en la


mano. Ayudé a mi mamá a beber el agua y entonces llevé la bandeja de
café a la oficina para ofrecer un poco a Bron y Evans. Miré hacia Leisel en
mi camino hacia allá, sus ojos escupiendo veneno hacia mí. Su odio
ayudaba a aliviar mi conciencia por tenerla en semejante estado incómodo.

Evans estaba sentado frente a la computadora, Bron miraba de


cerca por encima de su hombro.

—¿Cuánto tiempo hemos estado aquí? —Pregunté.

—Han sido casi cuatro horas —dijo Evans.

—¿Deberíamos hacer contacto de nuevo?


325

—Ya lo hice hace media hora —dijo Evans—, les dije que todavía
estábamos esperando a Jack Kenner.
Página

—¿Qué están haciendo ahora? —Pregunté.


—Revisando la computadora de Holt. Él tiene enlaces a cada sistema
en el Domo, incluyendo el departamento de genética —dijo Bron. Ella
levantó sus ojos para mirarme—. Él mataba bebés. Cualquier niño nacido
con lo que Holt consideraba una anormalidad se le practicaba la
eutanasia. ¡Eutanasia! Pero oficialmente, están registrados como parto de
un feto muerto.

Bron sacudió su cabeza con incredulidad, su expresión enfurecida.


Yo no estaba sorprendida por las noticias. El régimen de Holt nos había
estado matando por años. No era tan increíble que él mataría a su propia
gente también. Lo que era realmente increíble era que él había convencido
a tantos otros para hacer la matanza por él.

Pensé en Abby y me di cuenta del verdadero milagro que ella era. No


solo era alguien de origen pobre, sino que también caería en la categoría
de “anormal”. ¿Estaba ella viva porque el doctor de turno el día que nació
no podía soportar más matanzas? Vaya giro del destino para ella el ser la
única que escapó de la muerte y creció para señalar el camino fuera del
Hoyo.

—¡Algo está sucediendo! —Soltó Evans.

Él entró corriendo a la habitación con Bron pisándole los talones.


Cogió el control remoto y cambió el canal en la televisión.

Imágenes difusas cobraron vida en la pantalla. Una horda de


aterrorizada gente gritando; cayendo muerta mientras armas automáticas
esparcían balas hacia ellos. Algunos protegiéndose detrás de vehículos
estacionados en el pavimento, pero la mayoría avanzando paso a paso
hacia las balas. Este era el video del que Jack me habló la noche de
nuestra boda. Lágrimas habían corrido por su cara cuando trató de
describirlo. Y ahora entendía el porqué. Las palabras no podían describir
esto. Desafiaba la lógica. Era incomprensible. ¿Qué haría que madres
cargando bebés corrieran hacia los hombres disparándoles? ¿Y cómo
podían ellos disparar?

¿Qué es eso? —Preguntó Evans.

Me tragué la náusea creciendo en mi garganta.

—Es nuestra iniciación al Hoyo. Él día que entramos al Domo.

Los ojos de Evans se abrieron amplios de horror.


326

—¿Esto es real?

—¿Esto está reproduciéndose por todo el Domo? —Pregunté. Evans


Página

asintió—. Sin embargo, es bastante tarde. Probablemente no lo esté viendo


mucha gente.
—Ellos lo están viendo —dijo Evans—. Y las noticias así de grandes
se esparcen rápido.

Mientras observábamos, los disparos cesaron. Gente salió de


esconderse y corrió hacia las puertas del hangar. Había un mar de gente
corriendo hacia un hangar ya lleno con helicópteros, jeeps y otros
vehículos. Un hombre entró en el hangar, gritando órdenes. La cámara
hizo zoom en él.

—Todos en el Domo van a reconocer esa cara —dijo Bron.

—¿Quién es ese? —Pregunté.

—Edward Holt —dijo Evans—. El primer presidente del Domo. Su


foto está por todos lados.

—No está en el Hoyo —dije.

Entonces las puertas del hangar empezaron a cerrarse. Voces se


alzaron en gritos horrorizados. La gente todavía estaba tratando de
escurrirse por la entrada incluso mientras se entrecerraba y finalmente
cerró. Bilis se alzó y aparté mi cabeza bruscamente de la espantosa vista.

Tan pronto como el video acabó, empezó a repetirse.

—Esto va a empezar una revuelta en el Domo —dijo Bron.

Summer hizo un sonido gutural.

—¿Por qué? —Preguntó— Son solo la burgué disparándole a los


pobretones. ¡Todos en el Domo probablemente pensarán que es
simplemente un buen deporte!

Y ella no estaría muy lejos con esa suposición, pensé. El primer lugar
con el que me topé en las afueras fue el campo de tiro. Pero por respeto a
Bron y al recientemente alineado Evans, me guardé esa información para
mí.

—No todos en el Domo apoyaban a Holt —contraatacó Bron—, y tú,


de todas las personas, deberías saber eso.

Summer hizo una mueca.

—Solo estoy diciendo que ese video no cambiará la mente de nadie.


Si nos odiaban antes, todavía lo harán.
327

—¿Podemos cambiar el canal? —Pregunté. No podía soportar ver ese


video de nuevo.
Página
Evans todavía tenía el control remoto y lo cambió de vuelta a la
cámara de seguridad. El pasillo estaba desordenado con incluso más
soldados ahora y parecían estar teniendo una conversación intensa.

Me senté en el borde del sofá junto a mi mamá. Sus ojos estaban


cerrados y me alarmó. Revisé su pulso… todavía fuerte. Ella solo estaba
dormida.

—¿Hay sonido? —Pregunté.

—No —dijo Evans—. Probablemente están reaccionando al video y


mensajes que enviamos.

Mientras observaba la pantalla, estaba segura de que vi el mínimo


movimiento de la puerta al final del pasillo. Los soldados no parecieron
notar nada, demasiado absortos en lo que sea que estuvieran discutiendo.
Miré fijamente hacia la puerta. Se abrió ligeramente y el cañón de un rifle
se asomó. Vi la sacudida del cañón medio segundo después de que oí el
sonido de disparos amontonarse desde el pasillo.

Los hombres en el pasillo no tenían lugar para esconderse.


Desenfundaron sus armas y retrocedieron hacia el apartamento de Holt.
Estaban prácticamente parados debajo de la cámara.

La puerta al final del pasillo se abrió más. Todo el rifle y las manos
sosteniéndolo se hicieron visibles. La puerta de la escalera se abrió y
alguien dio un paso en medio del pasillo, un rifle apuntando a los soldados
encogidos de miedo.

Oía gritos afuera en el pasillo, aunque en la pantalla de la televisión


nadie parecía estarse moviendo. Las voces que se deslizaban al
apartamento estaban demasiado amortiguadas para entenderlas. La
persona en la puerta al final del pasillo dio un paso hacia delante. Otros
dos hombres llevando armas estaban justo detrás de él.

Entrecerrando mis ojos, me incliné hacia delante y miré de cerca a la


pantalla para obtener una mejor visión de uno de los hombres.

—Ese es Jack —anuncié a la habitación.

—¿Estás segura? No puedes ver realmente su cara —dijo Bron.

No necesitaba ver su cara. Lo podía decir por la manera en que


estaba de pie y cómo se movía.
328

—Lo reconocería dónde sea.

El hombre en la puerta de la escalera dio paso hacia el pasillo. Él


Página

vestía un uniforme blanco de guardia del Hoyo.


—Parece que tiene a la Alianza con él —dijo Bron.

La milicia estaba respaldada en una esquina con la Alianza


avanzando. Jack caminó hacia delante, apuntando con el cañón del rifle
hacia el techo y sosteniendo su mano arriba en una posición de Detente.
Más miembros de la Alianza entraron en masa al pasillo. Estaba muy
segura de que reconocí a Reyes.

Jack habló por lo que pareció una eternidad. Él era el hombre al


frente… la persona que iba a recibir el disparo si alguno de los soldados
decidía alzar un arma. Quería correr afuera por la puerta, distraer a los
soldados y hacer lo que sea para apartar su atención de Jack. Pero sabía
que salir durante una situación tensa no era una cosa inteligente para
hacer. Todo lo que podía hacer era observar y esperar.

Finalmente, hubo movimiento. Los soldados estaban colocando sus


armas en el suelo. La Alianza se movió rápidamente por el pasillo.

Bron y Evans vitorearon. Nuestro aprisionamiento había acabado.


329
Página
Capitulo 33
Me levanté de un salto del sofá, el súbito movimiento despertando a
mi madre.

—¿Qué está sucediendo? —Preguntó ella.

—Jack está aquí —dije.

Evans ya estaba en la puerta, abriendo la cerradura. En cuestión de


segundos, Jack caminó por la puerta. Reyes y Micah estaban justo detrás
de él con algunos otros miembros de la Alianza.

Los ojos de Jack me encontraron en seguida: preocupación,


frustración y alivio, todo cruzando por su rostro. Di un paso hacia él, pero
un tirón me retuvo y me hizo dudar. No había sentido ese tirón en un largo
tiempo… esa latente necesidad de esconderme, de ser pequeña e
insignificante. No estaba segura de la última vez que me sentí de esa
manera. En algún punto durante mi vida con Jack, olvidé que se suponía
que fuera intrascendente. Pero ahora, con tantos testigos en la habitación,
deseé que tuviera un pedazo de carbón para hacerme anónima de nuevo.

Sabía que en el momento en que fuera hacia el abrazo en espera de


Jack, ofendería a gente. Mi madre y Summer, quienes odiaban a la
burgué. Reyes, quien quizás podría ser herido y que definitivamente no
entendería. Cualquiera en la habitación quien creyera que una pobretona y
un burgué no estaban destinados a estar juntos. No fue realmente hace
mucho que esas presiones me habrían tenido corriendo a cubrirme. Pero
algo al fondo de mí se alzó para enfrentar a esos antiguos sentimientos. Me
dijo que la única persona a la que estaba más temerosa de ofender era
Jack.

Sostuve mi cabeza un poco más alto, desafiando la necesidad de ser


intrascendente. Lo que tenía con Jack era nada menos que hermoso. No
era pequeño. No era insignificante.

Corrí y lancé mis brazos a su alrededor, esperando que no notara mi


medio segundo de duda. Él enterró su cara en mi hombro y me abrazó ahí
tan fuerte que apenas podía respirar.
330

—Viniste por mí —susurré.

Él se echó hacia atrás para mirarme, una sonrisa iluminando su


Página

cara.
—No me gusta que me dejen plantado.

—Entonces supongo que tengo alguna compensación que hacer.

Él asintió.

—Y yo voy a tomarte la palabra en eso. —Hundió su cabeza hacia la


mía y me besó rápidamente—. ¿Cómo está tu mamá? —Preguntó.

—Ella tiene mucho dolor. —Miré hacia ella y fui sorprendida de


encontrar a alguien atendiéndola—. ¿Quién es ese?

—Le envié un mensaje a un viejo amigo. Todavía es un estudiante de


medicina, pero él puede curarla hasta que la llevemos al hospital.

De repente tuve un recuerdo de cuando él conoció por primera vez a


mi padre. En ese entonces, fue considerado también.

—Gracias.

—¿Estás de acuerdo de dejarla en sus manos? Tú y yo tenemos algo


que hacer.

Por alguna razón no me gustó el sonido de eso. ¿No habíamos hecho


suficiente? ¿No era el momento de escapar del Domo con el resto del Hoyo?

—¿Debería preguntar qué?

—Había un equipo de cámaras cubriendo la situación de rehenes


cuando llegamos, a pesar que ellos se largaron cuando nos vieron llegar.
Creo que tú y yo deberíamos encontrarlos y hacer una declaración.

—¿Qué? ¿Te refieres a una declaración pública?

Mi arrebato captó la atención de todos en la habitación. Todos los


ojos voltearon a mirarnos.

—Es momento de salir del anonimato, Sunny. Si no salimos allí


afuera y aprovechamos esto… la muerte del presidente, la ciudad afuera,
todo… viviremos como fugitivos por el resto de nuestras vidas.
Necesitamos ser los que expongamos todos los secretos de Holt.

—Podría funcionar —dijo Bron—. Basado en las respuestas que


Evans y yo hemos recibido a nuestros mensajes, la gente se está volviendo
rápidamente contra el presidente. Hay bastante evidencia en su
computadora de que a bebés y niños se les practicó la eutanasia porque
331

ellos no eran genéticamente perfectos —añadió para el beneficio de los


recién llegados.
Página

El joven doctor atendiendo a mi mamá levantó la mirada.


—Una colega me envió un mensaje acerca de un grupo de
linchadores afuera del hospital, pero ella no tenía idea del porqué. ¿Te
importaría enviarle esos mensajes?

—Dame su dirección —dijo Evans. Él miró hacia Jack y yo—. Y si


ustedes me necesitan para respaldar su declaración, estaría honrado.

Mis manos empezaron a temblar ante cada pensamiento. Nadie


querría oír de mí. Yo era solo una pobretona.

—Haz tú la declaración.

—No. El Hoyo necesita ser representado y tú eres la cara más


reconocible. Y Sunny, te has ganado el derecho de dar tu opinión.

—Pero Jack, yo no…

—Estaré justo a tu lado.

Escaneé la habitación, mis ojos deteniéndose en Reyes. Su cara


estaba cubierta de tierra y polvo después de una noche de trabajo en el
túnel. Pero él no corrió con todos los demás. Estaba aquí. Quedándose
para pelear. Micah lucía igual de exhausto. Summer estaba de vuelta a su
esquina, escondiéndose lejos. Y mi madre acostada en el sofá, una bala en
su hombro y una etiqueta en su cuello.

La libertad como siempre soñamos no iba a suceder. Las tierras no


eran seguras para nosotros. Todos íbamos a estar atascados en estos
valles… pobretones y burgué por igual… dependientes de tecnología para
agua limpia y comida. El abuso, la matanza y la opresión tenían que parar.
No dejaríamos el Hoyo solo para ser etiquetados, mantenidos en un corral
y usados como esclavos. Ya no estábamos amarrados por el tratado y
alguien necesitaba hacer eso perfectamente claro.

Jack tenía razón. Necesitaba hacer una declaración pública. Pero no


por mí. Por ellos.

—Está bien —dije.

Pude ver el destello de cariño en sus ojos, una mirada que se había
convertido íntimamente familiar. Él besó mi mejilla.

—Gracias —susurró. Se apartó de mí y se dirigió a la habitación—.


Nos dividiremos en grupos. Necesito un equipo que tome la escalera y
algunos hombres armados en el elevador con nosotros.
332

—Me quedaré aquí para resguardar la computadora —anunció


Bron—. No dejaré pasar a los compinches de Holt, que son capaces de
Página

venir aquí y destruir evidencia.


—Me quedaré con ella —dijo Evans.

Summer dejó su esquina.

—Yo me quedaré con tu mamá y me aseguraré de que ella esté bien.

Miré hacia Reyes y Micah. Era difícil de decir lo que Reyes estaba
pensando, dado que sus rasgos estaban a menudo nublados con ira.

—Yo iré con el equipo que toma la escalera —dijo y salió de la


habitación pisando fuerte.

Ignoré el impulso de detenerlo, tratar de explicar todo, consciente de


que los ojos de Jack estaban sobre mí. Ya no era mi lugar el preocuparme
porque Reyes pudiera estar molesto, pero era difícil no sentirme culpable
por la posibilidad de ser la causa.

Mientras poníamos nuestro plan en acción, mis manos empezaron a


temblar. Sabía por experiencia que una vez estuviéramos en el elevador, no
tomaría mucho alcanzar nuestro destino… el segundo nivel. A pesar de
que la última vez que tomé este viaje, estaba cubierta de blanco e
irreconocible. Esta vez llegaría como yo… Sunset O’Donnell, una conocida
traidora y fugitiva. Al menos tenía a mi esposo criminal junto a mí,
dándome apoyo.

Con un pasillo lleno de la Alianza armada, la milicia del presidente


no estaba en ninguna parte… al menos no en este nivel. Probablemente, se
habían retirado a otro lugar para reagruparse y hacer un nuevo plan de
ataque. Era dudoso que ellos esperaran que nosotros bajáramos del
elevador y pidiéramos ser entrevistados.

Las puertas del elevador se abrieron y los cuatro —dos escoltas


armados, Jack y yo— nos subimos. Las puertas se cerraron. Estaba
silencioso. El recuerdo de luchar para controlar el ritmo de mi respiración
cuando vestía como la novia volvió para perseguirme. Estaba sucediendo
de nuevo, ahora.

Jack estiró sus manos y alisó cada lado de mi cabello, metiéndolo


detrás de mi oreja.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunté.

—Arreglando tu cabello para las cámaras —dijo él. Descorrió sus


labios—. ¿Algo en mis dientes?
333

Los dos miembros de la Alianza trataron de mantener una cara


seria.
Página

Miré sus dientes.


—No, Jack. No hay nada en tus dientes.

—Siempre solía revisar mis dientes antes de una entrevista porque


nunca se sabe.

No pude detener la sonrisa que se extendió por mi rostro. No estaba


segura de si él estaba siendo honesto o solo tratando de distraerme. De
cualquier manera, mi respiración volvió a la normalidad.

—Vas a estar genial. No te preocupes —dijo él.

El elevador se detuvo y las puertas se abrieron. Nuestros escoltas


armados metieron el final de sus rifles por la abertura, cautelosamente
caminando hacia el vestíbulo. Nadie estaba allí. Pero una conmoción desde
el nivel de la recepción principal vino hasta nosotros. Caminamos hacia el
balcón en la cima de la gran escalera que yo una vez descendí como una
novia. Había al menos cien personas juntadas en el vestíbulo, voces
compitiendo para ser oídas por encima de otras. En la gran pantalla
predominante en la habitación, el video de Kenner… el funesto día que
entramos en el Domo, todavía se reproducía.

—¿Es una revuelta? —Pregunté.

—Si todavía no lo es, lo será pronto —dijo Jack.

Me pregunté si esto era un error. Cuando Jack presentó la idea de


hacer una declaración pública, me había imaginado a nosotros allí arriba
en el segundo piso con un equipo de cámaras y nadie más. Esta era una
gran multitud y ellos estaban molestos.

—Quizás esto no fue… —empecé, pero alguien en la multitud se


volteó y señaló hacia nosotros.

—¡Es Jack Kenner! —Gritó alguien.


Otra voz aumentó la alarma.

—Y la chica pobretona… ¡O’Donnell! Ella era la que retenía al


presidente de rehén.

La multitud se apresuró hacia delante, hacia las escaleras. Di un


paso atrás pero Jack me retuvo firmemente a su lado. Nuestros escoltas
levantaron sus rifles pero él les hizo un gesto para que se retiraran. Había
solo unos pocos soldados aquí y ninguno de ellos había sacado un arma.
334

Un equipo de cámara se hizo camino hacia el final de la escalera.

—Este es el momento —dijo Jack. Tomó un comunicador de su


Página

bolsillo y se lo llevó a la boca—. Ahora. —Le di una mirada interrogativa y


el señaló hacia la gran pantalla predominando la habitación. Una imagen
de nosotros dos se proyectó en ella.

Sosteniendo mi mano más fuertemente, me dio una mirada


alentadora y descendimos algunos escalones. La muchedumbre empezó a
hacer silencio. Un miembro del equipo de cámaras ascendió algunos
escalones, sosteniendo un micrófono hacia nosotros mientras mantenía
una distancia segura.

—Supongo que tengo algunas explicaciones que dar a la buena gente


del Domo —empezó. Toda charla cesó con el sonido de su voz. Sus
hombros se cuadraron, sus ojos sin miedo de devolver las miradas a cada
una de las personas en la habitación, rebosaba poder y fuerza. Sentí una
punzada de orgullo intenso—. Primero, me gustaría disculparme
formalmente por los eventos en el día de mi boda. A pesar de que no era mi
intención casarme con la hermosa señorita que está de pie a mi lado, fue
la mejor cosa que me sucedió alguna vez… que le sucedió alguna vez a
todos ustedes… porque me dio la oportunidad de ver nuestro gobierno
desde una perspectiva diferente. —Bajó dos escalones, acercándose hacia
la multitud paralizada. El equipo de cámaras no retrocedió—. Y nos dio la
oportunidad de exponer al régimen de Holt como la corrupta organización
que es. A estas alturas, ustedes al menos han oído, o quizás incluso leído,
los mensajes conteniendo archivos de los planes del Presidente Holt para
una raza superior. Esos archivos fueron tomados directamente desde su
computadora personal. Todos son ciertos. Mis más sinceras condolencias
van a cualquiera quien quizás haya perdido un niño debido a la locura de
nuestro presidente. Mis pensamientos están con ustedes. —Hizo una
pausa y me extendió su mano. Renuentemente, alcancé la suya y me moví
hasta pararme a su lado. Aborrecía estar en el reflector. Jack estaba
haciendo tan buen trabajo cautivando a todos de que no estaba segura de
que él me necesitara. Apreté su mano para detener el temblor de la mía—.
Y mis pensamientos están con nuestros vecinos en el Hoyo… las
verdaderas víctimas del régimen de Holt.

Jack volteó una mirada expectante hacia mí. Supuse que esa era mi
señal para que empezara a hablar. No supe que decir. La introducción de
Jack de una disculpa me descolocó. Nunca se me ocurrió implorar por el
perdón de la burgué. Disculparme por causarles a ellos cualquier
preocupación injustificada.

—Yo no soy la diplomática que mi… esposo es, pero daré mi mejor
esfuerzo. —Hubo un murmullo desde el gentío por mi uso de la palabra
“esposo”. Jack me dio un asentimiento alentador—. No estoy culpando a
335

ninguno de ustedes por las condiciones en el Hoyo. Si hay una cosa que
aprendí de Jack, es que la mayoría de la gente en el Domo daba por hecho
Página

que nos está yendo bien allí abajo. Así que estoy aquí para aclarar un
malentendido. Somos seres humanos, al igual que ustedes. No somos
maquinas invisibles con el único propósito de asegurarnos que cada una
de sus necesidades están siendo atendidas en el Domo. —Jack apretó mi
mano más fuerte, una clara indicación de que estaba yendo por la
dirección equivocada. Aclaré mi garganta y continué con una voz más
calmada—. Somos gente. Sentimos dolor cuando somos golpeados.
Sentimos horror cuando observamos a un ser querido ser despedazado
hasta la muerte. Sentimos dolor cuando nuestros padres son asesinados
en el Sacrificio. —Mi voz se alzó con ira otra vez—. Sentimos humillación
cuando somos forzados a llevar a cabo favores sexuales. Pero mayormente,
sentimos furia porque no somos maquinas. Nosotros. Somos. Gente. —
Jack estaba infligiendo considerable dolor en mi mano y yo apreté los
dientes en contra de eso—. Pero sé que estas cosas no son su culpa,
porque ustedes no saben acerca de las condiciones en el Hoyo. —Relajó su
agarre. Tomé un momento para detenerme, leyendo detenidamente las
caras de esos mirando hacia mí tan atentamente, esperando que mis
próximas palabras contaran—. Ahora lo saben.

Un mar de caras me devolvió la mirada, algunas estupefactas, la


mayoría incrédulas. Una parte de mi odiaba excusarlos de culpa, pero si
nuestras dos razas iban a llevarse bien alguna vez, el perdón necesitaba
empezar en algún lugar. Y Jack era la inspiración. Él había sido tan
ingenuo como la gente parada en frente de mí cuando él entró por primera
vez al Hoyo. Ahora él era el campeón por el cambio. La parte optimista de
mí quería creer que allí había más como él.

—Es importante que aclaremos este malentendido para que las


relaciones entre el Hoyo y el Domo puedan empezar a sanar. Este día es
histórico. El tratado ya no nos ata. —Una onda ansiosa atravesó la
multitud. En algún lugar en la distancia, oí gritos entusiasmados. Tuve
que levantar mi voz—. Este día nos verá dejar el Domo para comenzar una
nueva vida afuera.

La multitud entró en frenesí. No podría haber sido escuchada por


encima del escándalo incluso si gritaba. Aclamaciones se alzaron mientras
ellos se abrazaban los unos a los otros.

—Eso fue un verdadero discurso, Sra. Kenner —dijo Jack.

—Ni siquiera les dijimos que el presidente está muerto.

—Probablemente es mejor tomarlo un paso a la vez. Las puertas van


a ser abiertas… nada puede competir con eso justo ahora.
336

Miré a la muchedumbre eufórica.

—¿Crees que habrá una estampida para salir?


Página
—Enviaré un mensaje para que la Alianza llegue al hangar y
mantenga el éxodo ordenado. —Su expresión se puso sobria y tomó una de
mis manos entre ambas de las suyas—. Tú y yo somos libres. Ya no somos
fugitivos.

Comprendí su significado, no necesitábamos ser compañeros. La


Alianza había ganado, el Hoyo fue liberado y ya no estábamos huyendo de
la ejecución. Si nos quedábamos juntos, sería porque queríamos.

—No, no lo somos. —Di un paso más cerca, inclinándome contra


él—. ¿Crees que esto significa que dormiremos mejor en la noche?

Él sonrió.

—No si sigues mirándome con esos ojos. No puedo imaginar que


dormiremos en lo absoluto.

Él me atrapó en el círculo de sus brazos, tirando de mí aún más


cerca. Puse mis manos sobre su pecho. Sintiendo el duro músculo bajo
mis puntas de los dedos. Abrí mi boca para darle una réplica coqueta pero
mis palabras fueron interrumpidas cuando sus labios se presionaron
contra los míos. Me tomó por sorpresa. Estábamos en la gran escalera con
un equipo de cámaras y al menos cien personas observándonos. Pero
cuando el calor de su aliento se mezcló con el mío y sentí la presión gentil
de su abrazo manteniéndome junto a él, mis brazos se deslizaron
alrededor de su cuello. Éste era el momento en el que yo era finalmente
libre. Libre de amar al hombre por el que fui etiquetada de traidora al
casarme.

Y parada allí, entrelazada en su abrazo con el Domo entero


observando, estaba feliz de dejar a la libertad reinar.
337
Página
Capitulo 34
Dejamos la gran escalera y la exultante multitud para hacer nuestro
camino al piso de arriba, Jack al octavo piso para liberar a su familia y yo
al décimo piso para llegar a mi mamá y llevarla donde Doc. Prometimos
encontrarnos en la casa que compartíamos en la ciudad, asumiendo que el
bloqueo todavía estuviera fijado con el código de Jack y nadie más se
hubiera mudado dentro.

Había una Alianza armada por todo el décimo piso. Bron y Evans
seguían buscando en el disco duro de Holt. Mi madre parecía más cómoda,
así que asumí que el joven doctor le había dado algo para calmar el dolor.
Y Leisel todavía estaba atada a una silla. ¿Cuánto tiempo había estado allí
de esa manera? No podía recordarlo.

Estaba de pie en frente de ella y ésta apenas me miraba. La lucha


parecía haberla abandonado, dejándola viéndose exhausta y rota. La
simpatía se deslizó en mi corazón y rodé los ojos. No debería sentir nada
sino desprecio por esta mujer. Pero se veía tan patética ahora, despojada
del poder de su padre. Exhalé un duro suspiro y comencé la terea de
desatar sus ataduras, empezando por sus piernas. Me dio una mirada
cautelosa.

Mientras trabajaba, robé rápidas miradas hacia ella. Su nariz era


ligeramente aguileña. Definitivamente no era su rasgo más halagador y, en
todo caso, era un testimonio de que era hija de Damien Holt. Sus ojos azul
zafiro eran su mejor rasgo y traté de imaginarlos negros como los míos.
Los ojos negros quedarían fuera de lugar con su cabello rubio…aunque
ahora que me fijaba en sus ojos, definitivamente podía ver el anillo de las
lentes de contacto.

¿Era Leisel mi hermana? Sí, teníamos la misma altura, pero estaba


bastante segura que la semejanza acababa ahí. Casi positivo.

Summer llegó junto a mí.

—¿Qué estás haciendo?

—Ella no es más una amenaza —expliqué.


338

Summer dio un resoplido exagerado.

—¿En serio?
Página
Deshice el último de los nudos, y finalmente quité la mordaza. Leisel
apenas movía sus extremidades, pero por la mirada de consternación en
su rostro, estaba tratando. Sus manos blanca azuladas me dijeron que su
circulación se había cortado. Me sentí un poco avergonzada de haberla
dejado tanto tiempo atada. Cogiendo una de sus manos, traté de forzar la
circulación de nuevo.

—Déjame en paz —dijo ella con voz gruesa.

Dejé caer la mano.

—Vale.

Me alejé, a pesar de que mi conciencia me gritaba que no. Grité en


respuesta, diciendo que mi madre aún estaba herida. Era mi deber llevarla
a un médico. Leisel podía cuidar de sí misma.

El joven estudiante de medicina todavía estaba manteniendo una


observación en mi mamá.

—Gracias por cuidar de ella.

—Sin problema. Probablemente va a necesitar cirugía en su hombro,


pero está estable ahora—. Cogió su maletín médico—. ¿Están las puertas
al exterior realmente abiertas?

—Si no lo están ya, lo estarán pronto.

—Bien entonces, gracias. Tengo que ir a buscar a mi novia. —Se


dirigió a la puerta, pero se paró en mitad—. Tu madre está bien para
moverse. Le di un poco de analgésico, así que estará un poco mareada.

Luego se fue.

—¿Cómo estás, mamá? —Pregunté, inclinándome sobre ella.

Ella sonrió.

—Me siento bien. No te preocupes por mí. —Me pregunté si eran las
drogas las que hablaban.

—Summer, ¿puedes echarme una mano llevando a mi mamá a Doc?


—Ayudé a mi madre en una posición sentada.

—¿Quién es Doc? —Pregunto Summer. Ella se colocó al otro lado de


mi mamá y la levantó del sofá.
339

—Nuestro doctor en el exterior. Él es del Hoyo.


Página

—¿Vamos fuera? —Ella me dio una mirada temerosa.


—Es increíble. —Sonreí—. Te va a encantar.

Las únicas personas pululando en el piso presidencial eran los


guardias de la Alianza. Me pregunté dónde estaban todos. Los Forbes,
Powell y West, todos vivían en este piso. Debían haber oído las noticias
para el momento. Las puertas estaban abiertas, todo el mundo era libre.

El elevador se tomó un largo tiempo para llegar a la décima planta.


Pensé en usar las escaleras, pero sabía que sería muy difícil para Summer
y para mí dirigir a mi madre por tanta trayectoria. Finalmente, el elevador
llegó, vacío. Entramos, las puertas cerrándose, y en el siguiente nivel
estaba lleno a capacidad plena. Continuó parando en cada planta, aunque
nadie más podía entrar.

Una turba de gente entusiasmada nos recibió en la planta principal.


Fue difícil incluso conseguir salir del elevador. Las puertas de acero que
siempre se habían utilizado para separar a la burgué de los pobretones
estaba ahora abierta de par en par. El mar de gente en el vestíbulo salía en
masa, sin molestarse siquiera en echar un vistazo. Los guardias de la
Alianza, los Domers y los soldados militares trabajaban todos juntos para
controlar las multitudes.

Iba a tomar un largo tiempo llegar hasta las puertas del hangar.

Por encima del estruendo de voces excitadas, oí mi nombre ser


gritado. Busqué en el mar de rostros hasta que lo encontré, a Jack. Él
estaba en la escalera de honor, atrapado entre la multitud, saludándome.
Un hombre que se parecía muchísimo a él estaba a su lado.

La multitud en la escalera era tan espesa que tomó una eternidad


para que él descendiera incluso unos pocos pasos. Luego se subió encima
de la barandilla y se dejó caer al suelo, empujando a la gente para que
saliera de su camino. Su doble fue el siguiente. Los dos se abrieron paso
entre la multitud hacia nosotros.

—¿Cómo está tu mamá? —Preguntó Jack cuando nos alcanzó.

—Ella está aguantando por ahora, pero tenemos que sacarla de aquí.
—Su cabello estaba pegado a su frente y aunque no parecía estar dolorida,
apenas podía sostenerse por sí misma.

Jack hizo un gesto hacia el otro hombre con él.

—Este es Ted, mi hermano. Ted, esta es Sunny… tu cuñada.


340

Ted sonrió y asintió hacia mí.

—Hola —le dije con cierta torpeza—. Esta es mi amiga, Summer.


Página
Jack sonrió.

—He oído hablar mucho de ti, Summer. Mi esposa piensa muy bien
de ti.

Summer no dijo nada. Solo le sonrió bruscamente y miró hacia otro


lado.

—Tal vez deberíamos pasar por el túnel, el Hoyo estaba medio


despejado cuando pasé por ahí hace horas —sugirió Jack.

Era una buena sugerencia, salvo que a medida que nos acercábamos
a la entrada, vimos que la puerta del Hoyo había sido atrincherada.
Alguien no quería que los pobretones fueran libres. Me pregunté cómo de
sorprendidos iban a estar cuando encontraran que el Hoyo estaba ya
fuera.

Jack sacó su comunicador y pidió a la Alianza ayuda. Tomó un


tiempo, pero finalmente varios guardias nos encontraron y ayudaron a
despejar un camino hacia el hangar. Jack sostuvo a mi madre y yo agarré
a Summer y la mantuve cerca, no queriendo perderla entre la multitud.

El hangar estaba ya iluminado con la luz del sol y Summer puso una
mano protegerse los ojos.

—Se vuelve más brillante —le conté—. Pero Doc tiene gafas para
nosotros.

Mientras salíamos del Domo, Summer puso un brazo sobre sus ojos.
Incluso a esta hora de la tarde, el sol era brillante. Me maldije por haber
dejado mis gafas —las que Jack me había dado— en el Hoyo con mis
ropas.

Mantuve mis párpados medio cerrados, mirando a mi alrededor para


ver tanto como pudiera. La gente estaba escalando árboles, recogiendo
flores y girando el rostro hacia el sol de la tarde. Se me puso la piel de
gallina en mis brazos y espalda. No estaba segura de si era la brisa o un
efecto secundario de la alegría que sentía al ver a todo el mundo fuera bajo
el sol.

Miré detrás de nosotros viendo el éxodo masivo del Domo, pero la


vista me hizo pensar en otra imagen que había visto, el video de los
Kenner. Traté de sacudir la imagen de tanta gente corriendo hacia esas
mismas puertas silo para ser asesinados a tiros. Traté de no pensar en
341

cuántos cuerpos cubrían el camino sobre el que estaba caminando.


Necesitaba expulsar esas imágenes, así el recuerdo de hoy —la liberación
del Hoyo y el Domo— no volvería a ser arruinado por siempre.
Página
El sonido de un vehículo que venía por la carretera me distrajo. Me
pregunté por quién podría ser conducido. Solo la burgué sabían cómo
manejar un vehículo, y ellos estaban encerrados en los corrales. Le di a
Jack una mirada inquisitiva.

—Powell, Dena y yo tuvimos una conferencia telefónica después de


que tú y yo hicimos nuestro anuncio —dijo Jack—. El Domo es libre, así
que todo el mundo en el corral lo es, también, aunque no están teniendo
sus armas de vuelta. De todos modos, les pedí que enviaran a Alex así
podíamos llevar a tu mamá a Doc.

Cuando el jeep llegó, nos metimos dentro.

Jack se sentó en el asiento delantero junto a Alex.

—¿Entonces qué fue eso de ponerme en un corral? —Exigió Alex.

—Lo siento. No sabía en quién confiar —dijo Jack.

—Nos hemos conocido desde que éramos niños. Éramos los mejores
amigos en la Academia. Mi familia ha apoyado a Liberty desde… siempre.

Alex estaba enojado con Jack y se quejó todo el camino hasta el


centro médico. Parecía que Jack iba a tener que hacer un poco de control
de daños con sus amigos.

El centro médico estaba ocupado. Mucha gente había sido herida en


el conflicto y este era el único centro médico a su disposición. Pero al ver a
mi mamá, Doc se la llevó de inmediato. Mientras esperábamos, encontré
equipos de supervivencia para todos nosotros en el armario de
suministros.

Unos treinta minutos más tarde, Doc salió y me llevó a una


habitación del hospital.

Mi mamá estaba dormida, su hombro vendado.

—Está bien. Dejar la bala fue una buena decisión, había poca
pérdida de sangre. La articulación del hombro debe ser reconstruida, pero
estoy seguro que puedo reemplazarlo.

—Déjame adivinar…nanorobots.

Él asintió.
342

—Por cierto, bien hecho, Señorita O’Donnell. Honestamente, cuando


me dijiste que ibas a liberar al Hoyo, pensé que era ridículo.
Página
—Gracias, Doc —dije. El sarcasmo era evidente—. Y gracias a Dios
se acabó. No estoy segura de poder soportar más lucha. —Miré a mi
mamá.

—Oh, esto no ha terminado todavía —dijo Doc—. Es posible que


hayamos ganado esta batalla, pero la revolución solo ha comenzado.

Lo miré por un momento, con la tentación de preguntarle qué quería


decir. Pero estaba agotada. Y todavía tenía una cosa importante que
quedaba por hacer antes de que pudiera unirme a mi esposo en esa cita
que le prometí.

—Así que, ¿cuándo vas a hacer la cirugía?

Doc se encogió de hombros.

—No puedo responder eso ahora mismo. El hospital está


desbordando y estoy a la espera de que el Domo mande ayuda.
Compruébalo conmigo mañana. Oh, y trae a Jack Kenner contigo, me
encantaría tener una muestra de sangre.

Le di las gracias y salí.

En mi camino de vuelta a la sala de espera, sonidos de voces venían


desde una puerta entreabierta. Me asomé mientras caminaba, sorprendida
de ver a Gaia sentada al lado de un hombre que yacía en una cama. Me
detuve y me apoyé para tener una mejor visión.

Doc dejó la habitación de mi madre y se puso detrás de mí.

—¿Con quién está Gaia? —Le susurré a Doc.

—Su esposo —susurró de vuelta.

Mi boca se abrió.

—¿Cómo puede esta aún vivo? Fue enviado a la cordillera hace casi
dos años.

—La cordillera es un área bastante grande… de cinco kilómetros


cuadrados, con una gran cantidad de cuevas para esconderse. Al menos la
burgué les dio una oportunidad justa. —Continuó por el pasillo y me hizo
señas para que le siguiera. Me di cuenta que me estaba entrometiendo en
su intimidad—. Algunos del primer grupo enviados a la cordillera lograron
salir con vida, pero lamentablemente su esperanza de vida no es buena.
343

Tuvieron que vivir de la tierra y están sufriendo de envenenamiento por


radiación.
Página

—Un par de hombres estaban tomando comida para ellos desde los
corrales —dije.
—Si su dieta estaba suplementada, eso explica por qué no están aún
muertos.

—Todavía es un milagro, sin embargo.

Él arqueó una ceja.

—Si crees en aquellos.

Le hice señas a Summer para viniera a la parte trasera de la moto.


Ella la miró con recelo.

—¿Sabes conducir?

Jack y Ted ya habían reclamado otra motocicleta aparcada en la


calle. Jack aceleró el motor, más por efecto que nada, y salió corriendo de
la acera. Él estaba en su camino de regreso a la casa que compartíamos,
esperando que no hubiera ocupantes establecidos en la residencia todavía.
Le había prometido encontrarlo después.

—Sí, sé cómo conducir. Y si eres amable conmigo, te enseñaré


mañana —mentí. No importaba si era amable conmigo o no, le enseñaría
de todas maneras.

Se subió en la parte trasera y me senté en el asiento delantero.


Encendí el gas. Era más rápido de esa manera.

Conduje por la carretera un rato, y luego giré la moto hacia el campo


abierto. No tuvimos mucho tiempo antes de que el sol se pusiera detrás de
la montaña. Me detuve en cuanto me encontré una buena piedra para
sentarnos. Aparqué la motocicleta y las dos nos bajamos.

—¿Así que, qué estamos haciendo? —Preguntó Summer.

—Ver la puesta de sol.

Me senté en la roca y di unas palmaditas en la roca junto a mí. Ella


se sentó también, aunque un poco rígida.

El sol estaba de un color naranja brillante, la parte inferior de la


esfera ya desapareciendo detrás de la montaña. Mientras se hundía, el
naranja comenzó a volverse rojo, rayándose en todos lados y llenando el
horizonte con un resplandor ardiente. Miré a Summer por el rabillo del ojo.
344

Me sorprendí al ver una lágrima correr debajo de sus gafas. Moví mi mano
para cubrir la de ella. El sol desapareció con un destello final.

—¿Se ha ido realmente? —Preguntó Summer—. ¿Se ha muerto


Página

realmente ese monstruo?


Mi corazón se volvió pesado y tenía un nudo en la garganta. Puse mi
brazo alrededor de sus hombros.

—Él se fue. No te herirá de nuevo.

Sus hombros empezaron a temblar por los sollozos y las lágrimas se


derramaron, la sostuve. Mis propias lágrimas cayeron en silencio.
345
Página
Capitulo 35
Diez Meses Después

El zumbido del reloj despertador interrumpió lo que era un


perfectamente buen sueño. Jack se dio la vuelta y se acurrucó detrás de
mí, arrojó un brazo alrededor de mi cintura, y me atrajo más cerca. Yo me
acurruqué en él.

—Apágalo —sugerí.

—No. Nos volveremos a dormir. —Él murmuró contra mi oreja.

—Ese es el punto.

—Mmmmm… no hoy. Será divertido. —¿Divertido? No estaba segura


de cuán divertido podría ser ir a una vieja y derrumbada ciudad buscando
libros, tablets y artefactos de comunicación. Pero mi esposo, el ávido
historiador, estaba emocionado por ir—. Si vamos lo suficientemente
temprano, podemos detenernos en la lápida de tu papá.

Habían pasado unas cuantas semanas desde que fui ahí. Mi mamá y
yo habíamos encontrado la roca perfecta, encarando al sol. Y en la noche
cuando el sol bajaba, la roca lucía como si se tornara rosa. No es como si
mi papá realmente estuviera enterrado ahí. No tenía idea de a dónde había
ido su cuerpo… y busqué y pregunté a todos los que pude pensar sobre
alguien que fuera torturado a muerte quizá encontrara un lugar de
descanso en el Domo. Nadie pudo responderme. En efecto, acorde a los
registros, no estaba enlistado como un fallecido. La única razón por la que
dejé a mi madre convencerme sobre tallar una lápida fue en caso de que él
estuviera vivo y encontrara su nombre ahí. Sería como un reflector,
diciéndole que su familia estaba buscándolo, y tal vez se quedaría junto a
la roca esperando ser encontrado. Primero revisé todos los días… después
cualquier otro día… y diez meses después se extendía a semanas. Hasta
ahora él estaba ausente.

Mi madre ya había aceptado que él se había ido. Aparentemente, su


matrimonio no había sido un emparejamiento de amor. No es que tuviera
que estar sorprendida. Había algunos matrimonios en el Hoyo falsificados
con amor, la mayoría eran por necesidad. Pero creer que mis padres
346

habían estado realmente enamorados era como tener un ancla en la vida.


El amor era un lazo duro de romper, significa comprometerse el uno con el
otro para siempre. Solo que no sabía que la desesperación y la necesidad
Página

podrían conseguir el mismo propósito.


Jack estaba suavemente roncando contra mi oreja. Pensé sobre
darle un empujón pero decidí no hacerlo. Aun cuando lo peor del invierno
había terminado, las mañanas de primavera aún eran heladas y nuestra
cama estaba caliente y cómoda. Deslicé mi mano sobre su espalda y lo
atraje más cerca hacia mi pecho. No había lugar en el planeta entero
donde preferiría estar.

El movimiento lo despertó. Él tomó una respiración profunda y la


dejo salir mientras su fuerte brazo me jalaba aún más cerca.

—Estás tratando de salirte de esto, ¿no es así? —Preguntó


soñoliento.

—No soy la que sigue dormida.

Sentí sus labios curvarse en una sonrisa.

—No deberías haberme mantenido despierto tan tarde.

Fue mi turno de sonreír. Él no se quejó la última noche. Y no le hice


el amor esperando cansarlo para hoy, la pasada noche fue toda para mí.
Era solo un bonus si él estaba muy cansado para levantarse y enfrentar
las temperaturas heladas esta mañana.

—Solo cinco minutos más —dije.

Él suspiró dramáticamente para dejarme saber que estaba


decepcionado, pero se dio vuelta, golpeó el botón, y se acurrucó de vuelta a
mi alrededor. Me contoneé acercándome.

Tal vez el aún no sabía que yo haría cualquier cosa que me pidiera. Y
después de todas las noches que se quedó despierto estudiando conmigo,
estaba feliz de compartir su pasión por la historia. Había sido un largo año
escolar. Hubo momentos en que me arrepentí de permitirle convencerme
sobre ir a la Academia. Primero, no tenía la base educacional para ello. En
el Hoyo, nosotros solo recibíamos educación hasta sexto grado, y una vez
que cumplíamos doce entrábamos a la fuerza laboral. En el Domo, la
educación iba al grado doce, y a los niños de las familias élite se les
permitían dos años adicionales para terminar sus estudios. La única razón
por la que fui capaz de ser aceptada en la Academia fue porque Jack gastó
noche tras noche tras noche ayudándome para preparar mi examen de
admisión. Aprobé. Pero luego vino la parte difícil: no reprobar. Si no fuera
por mi atento, servicial, y extremadamente sexy esposo quedándose
despierto la mayoría de las noches para ayudarme a estudiar,
347

probablemente lo habría hecho.

Pero todas esas noches de tirar mi cabello en frustración, queriendo


Página

arrojar mis libros contra la pared y gritar: ¿para qué es todo esto? Habían
valido la pena, porque hoy, el día después de mi examen final de mi primer
año en la Academia, podía responder esa pregunta: Estaba obteniendo
conocimiento. Siempre envidié la habilidad de Jack para predecir lo que la
burgué haría después. Y aunque yo aún no era la gran experta en ello que
él era, estaba llegando ahí.

En las semanas siguientes a nuestra liberación del Domo, el caos


gobernó. La burgué insistía en que la ciudad —todos los hogares y edificios
comerciales— les pertenecían a ellos exclusivamente. Ellos racionalizaron
que el presidente usó sus impuestos para construir la ciudad, y
reclamaron la propiedad. Los pobretones estuvieron en desacuerdo. Ellos
racionalizaron que fue la labor de los pobretones lo que construyó la
ciudad, y ya que ellos estaban fuera del Domo el acuerdo no estaba en
efecto. La burgué le debía. Mientras la tensión entre ambos grupos crecía,
peleas comenzaron a estallar en las calles. La gente comenzaba a llevar
armas todo el tiempo. Pero lo peor de la violencia ocurrió cuando una
pareja del Hoyo fue barricada en la casa que ellos habían reclamado y esta
fue incendiada. Murieron. La noche siguiente el Hoyo contraatacó y quemó
una familia burgué a muerte.

Estaba fuera de control.

Con la amenaza de más violencia inminentemente grande, Jack


finalmente fue capaz de convencer al General Powell que las negociaciones
eran el mejor camino para aliviar tensiones. El Hoyo no podía seguir
siendo controlado por los militares. Los pobretones eran libres para
levantar armas para no solo para defenderse a sí mismos, también para
posiblemente derrotar a la burgué y tomar control de la ciudad. Después
de todo, ellos habían estado respaldando la Alianza y eso llamó la atención
del General Powell.

Desde que el presidente murió sin ningún heredero que reclamara el


título, el líder de la milicia era el siguiente en la línea. Powell reclamó el
liderazgo temporalmente, con el respaldo de sus compinches Forbes y
West, hasta que un nuevo gobierno pudiera ser elegido con igual
representación de ambos lados. Decir que nadie del Hoyo estaba feliz con
un líder temporal sería un mal entendido. Más de una vez, cócteles
Molotov fueron arrojados a través de las ventanas de su casa, prendiendo
fuego a más que solo las cortinas; incendió la ira de cada defensor del viejo
régimen. Peleas a puños desatándose en las calles se hicieron comunes y
dentro de semanas la ciudad entera pulsaba con hostilidad. El proceso de
elección fue acelerado.

Nominaciones fueron tomadas de ambos lados y estuve sorprendida


348

de que el Hoyo nominara a Jack Kenner. Jack estaba sorprendido de que


ellos no me hubieran nominado a mí. Yo no lo estaba. No solo era que
recién cumplía dieciocho —aunque era la edad media para los estándares
Página
del Hoyo— sino que una líder femenina nunca se había escuchado. Fue
entonces cuando Jack insistió en que asistiera a la Academia.

Jack no era un candidato popular entre su propia gente.


Desconfiaban de él después de verlo como el presidente-en-entrenamiento-
convertido-en-traidor. Cuestionaron su papel en la muerte del Presidente
Holt. Aun cuando Holt había estado en mala salud, la gente del Domo
quiso un castigo por su asesinato. Cuando el Hoyo contraatacó buscando
castigar por el sufrimiento que pasaron bajo el control de Holt, el Domo
descartó el tema. La propiedad de una ciudad estaba en juego y ellos no
iban a desperdiciar sus poderes de negociaciones en un presidente muerto
quién los había traicionado. Esto se convirtió un poco en alivio ya que no
era solo Jack de quién estaba preocupada. Descubrí que Summer era la
razón de la enfermedad de Holt.

Sabía que algo estaba pasando entre Summer y Bron… y entre Bron
y mi madre. Obtener la verdad de ellas no había sido fácil. Me hicieron
prometer no decirle a nadie —incluido Jack— que Bron le había dado a
Summer veneno para poner en las bebidas del Presidente Holt. Aun si mi
madre no le hubiera disparado a Holt, eventualmente él habría muerto de
todas maneras. No es que mi madre se sintiera mal sobre dispararle a un
hombre muriendo. Ella dijo que su único arrepentimiento en la vida fue
rehusarse a darle el veneno a Holt ella misma cuando Bron se acercó a ella
con la idea años atrás. Como Bron me dijo, no fui la primera persona en
pensar en una rebelión, solo fui la más exitosa. Lo atribuí a la buena
sincronización.

El Día de Votación fue quizás el más glorioso día en nuestra historia.


Siempre lo recordaré como el día en que fuimos realmente liberados —
pobretones y burgué por igual— de la vida bajo un brutal dictador. Mucho
antes de que la estación de elecciones se abriera, antes de que el sol ni
siquiera se alzara, la línea comenzó. Para el momento en que las
votaciones abrieron, la línea de espera se extendía por al menos un
kilómetro. Al final del día, Jack, Doc y David Chavez fueron electos para
representar al Hoyo; el General Powell, Malcom West y Martin Kenner, el
padre de Jack, fueron elegidos para representar al Domo. Jack dijo que los
resultados de las elecciones demostraban qué tan dividida estuvo la
burgué, con la mayoría aun apoyando al viejo establecimiento.

Como resultado de un nuevo gobierno siendo formado, una


cautelosa tregua surgió entre las dos facciones. Aunque la paz no reinó
exactamente, había al menos esperanza de resolver los problemas.
349

Doc era quizás el representante electo más cuestionable. Yo fui


quién lo nominó e hice campaña para que otros lo apoyaran también, aun
cuando hizo claro que no quería ninguna parte del nuevo gobierno. Pero
Página

aparte de Jack, él era la persona más inteligente jamás que he conocido,


aun si era un poco excéntrico. Él aceptó mi nominación en la condición de
que lo ayudaría a reunir una milicia: una organización de refugio
subterráneo (literalmente, Doc localizó su laboratorio en las cavernas)
entrenada para llevar a cabo golpes estratégicos contra un enemigo en
caso de que nuestras diferencias con la burgué fueran a guerra. Aunque
no se suponía que lo discutiera con mi marido burgué, lo hice por
supuesto. Jack lo llamó “Operaciones Especiales” con un olorcillo a
“terrorismo” y ambos estuvimos de acuerdo en que si Doc iba a organizar
una milicia, yo debería estar ahí para mantenerla honesta. Acepté el papel.

Desenroscando mis piernas, las estiré, sintiendo la presión en mis


pantorrillas. Doc realmente nos había puesto a través de nuestros caminos
con los nuevos trajes. Un producto de nanotecnología, Doc diseñó los
trajes para proteger al portador de un asalto, incluyendo balas. Él dijo que
mi herida por usar un chaleco antibalas acompañada de mi determinación
por liberar al Hoyo fue la inspiración. Al probar los trajes, quería que
corriéramos, saltáramos e hiciéramos todo lo que un cuerpo humano
estaba hecho para hacer, mientras él analizaba la respuesta de los
nanorobots. Ocurrió por horas, y hoy aún estaba adolorida.

Reyes era parte del ejército élite, así como Raine, Micah, David y
Summer. Aunque raramente aparecía Summer. Fue difícil volverla sobria y
Doc fue firme sobre su ejército siendo lúcido. Él señaló cuán fácilmente la
burgué había sido derrotada porque amaban la hora del cóctel.

La estúpida alarma comenzó a zumbar y el cuerpo de Jack dio un


respingo ante el sonido. Él se había dormido otra vez.

—Esos no fueron cinco minutos —dije.

—Lo puse para una siesta de tres minutos.

—Entonces me debes dos minutos.

Él rió suavemente.

—De ninguna manera. Levántate.

—Tú no te has levantado.

—Me levantaré cuando tú te levantes.

—Está bien. —Sonreí para mí misma y me acurruqué más cerca de


su cuerpo caliente. Estaba bien con quedarme aquí todo el día.
350

—Buen intento, Sra. Kenner. Levántate.

—Ooooohhhh —gemí—. Es tan calientito y te sientes tan bien. No me


Página

quiero levantar.
—Es tu turno de hacer café.

No podía pelear con eso. Él había hecho café por las últimas catorce
mañanas, aun después de que se mantuviera despierto conmigo la
mayoría de las noches estudiando para los exámenes finales. El hombre
era un santo.

—Está bien —dije en derrota.

Me empujé fuera de sus brazos, alcanzando el lado de nuestra


enorme cama. Él me sujetó de vuelta contra él.

—Espera un minuto —dijo.

—¿Qué?

—¿Qué estás haciendo?

—Voy a hacer café.

Él acarició con su nariz el suave punto entre mi hombro y cuello.

—Pero siempre decimos buenos días antes del café.

Me reí suavemente y me di vuelta hacia él. Enredando mis brazos


alrededor de su cuello, dije:

—Sí, lo hacemos.

Aún estaba oscuro en la casa cuando entré a la cocina para hacer


café. Jack estaba en la ducha y los otros ocupantes de la casa aún estaban
dormidos, así que era silenciosa. Había algunos platos sucios sobre la
encimera y uno de los vasos olía como ron. Summer. Traté de no
enojarme. Hice mi mejor esfuerzo para no lanzar el vaso contra la pared.
Me concentré en su lugar en hacer café.

Aun cuando estaba frustrada con ella, estaba feliz de que Summer
viviera con nosotros. Después de que sus padres se aventuraran en las
grandes afueras por unos completos veinte minutos, ellos decidieron que
no era lo suyo, demasiado riesgo de envenenamiento por radiación. El sol
era demasiado brillante y el viento muy extraño. No fueron los únicos que
se sintieron de esa forma. Hubo muchos pobretones y burgué quienes
decidieron no abandonar la seguridad del Domo.

Summer estaba más que feliz de irse. De hecho, ella no quería volver
351

a entrar nunca. Así que aun cuando tomé residencia con Jack —uno de
los burgué odiados— aún me las arreglé para persuadirla de que viviera
con nosotros. Supongo que éramos lo menos de dos demonios. Ahora si
Página

solo pudiera tenerla sobria.


Sorprendentemente, los padres de Jack también decidieron quedarse
en el Domo. Jack hipotetizó un montón de razones por las que ellos
eligieron eso, todas de que su madre estaba asustada, de que su madre no
quería ceder control del Domo. Personalmente pienso que fue porque
cuando la lotería sorteaba hogares, sus nombres fueron seleccionados
para un apartamento. Ella estaba lívida cuando el veredicto fue leído. Y su
vergüenza por tener una pobretona como nuera era obvia. Ella estaba
presionando a Jack para tomar acciones legales y tener nuestro fraude de
matrimonio disuelto. Él solo la ignoró.

Jack y yo fuimos exentos del sorteo en reconocimiento por nuestros


esfuerzos de exponer el secreto de Holt y abrir las puertas al Hoyo. Pero
era una casa tan grande que quisimos compartirla con aquellos que
amamos. Así que mi mama, Summer y Ted se mudaron con nosotros.
Summer y mama tenía los cuartos de arriba y Ted ocupaba la planta baja.
Nosotros mantuvimos nuestras habitaciones en la planta principal.

Jack entró en la cocina, su cabello húmedo rizado ligeramente y sus


mejillas ruborizadas por la ducha caliente.

―Tu turno ―dijo. Le di una taza de café y me dio un beso largo y


apreciativo―. Que sea una ducha rápida. Vamos tarde.

Sabía lo que este día significaba para él y no haría que llegara tarde.
Me alisté en tiempo record. Cuando volví a la cocina, vestida en tres capas
de ropas calientes incluyendo estos calcetines, me sorprendí de ver a Ted
levantado y listo para salir.

―Ted también quiere ir ―dijo Jack.

Ted me reconoció con un gruñido madrugador.

Me agradaba Ted. Era tranquilo, usualmente prefería quedarse


jugando en su tablet a socializar, pero era lo suficientemente agradable. Y
al menos le agradaba, o al menos creía que lo hacía. Él no actuaba como
sus padres, quienes se ponían tan dolorosamente incómodos cuando
estaba presente que tendían a no reconocer mi presencia. Ted me habló.

―Así que, ¿soy la única chica que va? ―Pregunté. Debí haber
pensado en pedirle a Jin-Sook que viniera con nosotros.

―¿Qué hay de Summer? ―Preguntó Jack.

―Um… aún está dormida ―dije, disparando una mirada que decía
352

sabes por qué.

Jack se acercó a mí y me dijo en un susurro:


Página
―Tal vez podrías invitar a tu hermana ―dijo con una risa. Mi
expresión debió haberlo dicho todo, porque la sonrisa se fue de su rostro y
retrocedió unos pasos. Sabía que solamente estaba tratando de ser
simpático, hacer relajada la situación así no me lo tomaría tan en serio.

Había puesto a Jack, junto con todos los demás que estuvieron en la
suite presidencial, bajo un estricto secreto de sumario al respecto de la
posibilidad de que Leisel sea mi hermana. Aunque confiaba en Doc y él se
ofreció a hacer una prueba de sangre para confirmarlo, dije que no. Si
resultaba que sí éramos hermanas, no sabría qué hacer con esa
información. Y dudaba que Leisel quisiera saberlo. Ella prefería mantener
su rol superior como la hija huérfana del presidente, el cual perdería si se
descubriera que ella era mitad pobretona. Y considerando que se había
mudado con la familia West ―los amigos más cercanos de los Holt― ser
etiquetada como pobretona podría significar que tal vez se quedara sin un
lugar donde vivir.

Mi estómago gruñó y busqué en el refrigerador por algo de comer.


Bueno, no solo algo. En serio quería un tomate. Estaba bastante segura de
que me comí el último ayer, pero miré en caso de que no fuera así. Mi boca
se hizo agua con la anticipación de encontrar uno. No lo hice.

―Tengo una bebida proteínica para ti ―dijo Jack, dándome un vaso


con la repugnante bebida.

―Oh. ―Cerré el refrigerador y la agarré, una triste consolación de la


comida que deseaba tanto—. Estaba esperando que quedaran tomates.
¿Alguien vio alguno? —Pregunté esperanzadoramente.

Jack me dio una mirada extraña.

―Te comiste la caja entera en tres días. Y yo pensé que odiabas los
tomates.
Me encogí de hombros.

―Ahora me gustan. ―De hecho los amaba. Eran la mejor comida en


el planeta. Tragándome mi gran decepción, y sí, molestia por no tener más
tomates en la casa, bebí mi batido. Tendríamos que empezar a comprar
dos cajas semanales, y punto.

―Naoki probablemente esté esperando. Deberíamos irnos ―dijo Jack.

Ted apartó su tablet mientras yo tragaba mi batido e intentaba no


353

regurgitar. Era mejor que ir con hambre.

Aún faltaba una hora para que el sol surgiera. El aire era frio y
Página

vigorizante. Mi respiración se hacía nebulosa en frente de mí mientras me


sentaba en el asiento de la motocicleta. Jack se montó en frente de mí. Le
gustaba manejar, aun cuando yo podía ver mejor en la oscuridad. Pero no
me importaba, especialmente cuando estaba cansada. Estaba feliz con
envolver mis brazos en su cintura, inclinando mi cabeza en su hombro, y
tratar de seguir durmiendo un poco. Él también hacía de un excelente
parabrisas.

Ted se montó en su motocicleta, quitó el soporte, y le dio vida a la


motocicleta. Jack le disparó una mirada sucia. Iba a despertar a Summer
y a mamá. Cambió a solar.

Esta era la primera vez que íbamos a la vieja ciudad, la cual Jack
había señalado en un mapa posiblemente como Front Royal, aunque no
estaba seguro. Había un montón de establecimientos esparcidos por el
valle antes de la guerra, la mayoría granjas y haciendas. Las mayores y
grandes ciudades estaban más al este, a lo largo del océano Atlántico.
Esas también eran áreas a las que la Nación se refería como “tierras
chamuscadas”.

Así fue como decidí llamar a los barangayes… la Nación. Y a todos


los que residían ahí: el Pueblo. Le pregunté a Jin-Sook como se referían a
ellos mismos y dijo que no lo hacían. Ellos creían que parte del problema
que llevó a una guerra mundial fueron las etiquetas que diferenciaban
cada grupo del otro, lo cual llevó a la segregación, lo cual llevó finalmente
al odio. La filosofía de la Nación era que básicamente todas las personas
eran iguales. Así que se apartaban de las etiquetas. Mi forma de pensar no
era tan avanzada, mientras encontraba que necesitaba referirme a ellos
como algo… un nombre que los diferenciara a ellos de nosotros. Así que, la
Nación se quedó.

El viento estaba frio mientras corríamos a través del valle y me


acurruqué más apretadamente cerca de Jack. Había sido un largo
invierno, pero no enteramente mal recibido. La novedad de la primera
nevada había hecho que todo el mundo saliera, jugando en lo desconocido.
Alguien incluso arregló un trineo y pronto el pueblo entero estaba
buscando colinas para deslizarse. Fue un gran día. Un día en que todos se
habían olvidado de odiar. Pero pronto, la novedad de la nieve desapareció y
recordaron su animosidad. Al menos el frio amargo del invierno mantuvo a
la mayoría dentro de sus casas por el resto de la temporada, así que las
luchas se mantuvieron en el mínimo.

Naoki ya estaba esperando en las afueras del pueblo con Ryan y


alguien a quien presentó como Talon.
354

Jack saludó a Naoki con un breve abrazo masculino. Se habían


convertido en buenos amigos en el transcurso de los últimos diez meses.
Jack y yo pasábamos mucho tiempo en el barangay de Dena. Era el único
Página

lugar en donde éramos aceptados. Nadie nos veía como pobretona y


burgué. Solo éramos gente. Y gracias al termo filtrador de agua y a los
paquetes de comida congelada que Doc inventó, la tétrica habitación del
hotel ―el lugar donde hicimos el amor por primera vez― se había
convertido en nuestro segundo hogar.

Estacionamos las motocicletas entre unos arbustos y escalamos el


resto del camino. Ted escaló conmigo, quizás sintiéndose como si estuviera
fuera de lugar como yo. Él había visitado la Nación un par de veces con
Jack pero en realidad no había hecho muchos amigos. Creo que se sentía
como si fueran raros extranjeros… o tal vez bárbaros. Esperé que la última
no fuera verdad.

Nieve derritiéndose y hielo matutino hacían de la escalada una


dura tarea, aun así nuestros compañeros de la montaña no dejaron señal
visible de haber pasado. Jack, Ted y yo ni siquiera nos molestamos en
intentarlo. Era suficiente caminar sin resbalarse.

La vieja ciudad era todo lo que Naoki había descrito y menos. La


mayoría de los edificios estaban en ruinas, ladrillos, morteros
pulverizados, y marcos de ventana con el metal oxidado ensuciaban ambos
lados de un camino reclamado por árboles y raíces. Los arboles aún
estaban sin hojas y pensé que la ciudad probablemente no se vería tan
desolada en verano con flores salvajes añadiéndole un toque de vida. Pero
en esta época del año, daba una sensación fantasmal, como si los pocos
edificios de cemento aun en pie tuvieran ojos saliendo de las ventanas sin
vidrio. Nunca entendí la fascinación de mi esposo por lo antiguo. Lo
encontraba simplemente tétrico.

Jack estaba delante de mí, caminando al lado de Naoki, así que me


puse más cerca de Ted. Me dio una mirada comprensiva. Por un momento
me pregunté si Naoki y los otros no estaban usando su precaución
habitual para mantenerse escondidos, pero me di cuenta de que la ciudad
fantasma no daba mucho camuflaje exactamente.

―Esa era la biblioteca del pueblo. ―Naoki se movió a lo que


probablemente una vez fue un piso de cemento, pero ahora estaba llena de
escombros―. O al menos estoy bastante seguro de que lo era.
Encontramos algunos libros que habían sido envueltos en plástico, así que
aún estaban conservados. Aunque ahora ya no queda nada.

―¿Dónde encontraste las viejas tablets? ―Preguntó Jack.

―Mayormente en casas y apartamentos ―dijo Naoki―. Adelante


355

hay un edificio que aún no hemos explorado por completo. Tuvimos suerte
un par de veces ahí.
Página

Mientras caminaba por la calle desierta, los vellos en la parte trasera


de mi cuello se erizaron. Recordaba haber tenido esa sensación antes,
cuando el Pueblo estaba observándonos después de nuestro escape de la
burgué. En ese entonces había tenido razón. Oré porque esta vez no la
tuviera. Usando mi visión periférica, escaneé ambos lados de la calle
alrededor de los edificios derrumbados, pero no vi ningún movimiento.
Puse mi mano en el mango de mi pistola solo por si acaso.

Naoki y Jack estaban inmersos en la conversación, pero la cabeza de


Talon se sacudió y de repente estaba alerta. Eso hizo que mi cabeza
empezara a acelerarse. Ahora sabía que no solo era yo. Talon y yo hicimos
contacto visual por medio segundo antes de que nos volteáramos a mirar
detrás de nosotros.

Había un grupo de hombres viniendo detrás de nosotros, flechas


apuntadas a nuestras espaldas.

―¡Reclutadores! ―Gritó Talon, cuando la primera flecha voló.

Todos nos agachamos fuera del recorrido del proyectil mortal,


dividiendo nuestro grupo en la mitad. Me tiré al suelo y alguien sujetó mi
brazo y me jaló para ponerme a cubierto. Corrí, pensando que era Jack,
pero resultó ser Ted. Aparté mi brazo bruscamente de él.

―¿Dónde está Jack? ―Miré salvajemente a mi alrededor, buscándolo

Dos flechas más volaron hacia nosotros.

―¡Vámonos!

Me sujetó de nuevo, justo cuando sentí una puñalada caliente en mi


costado y me tambaleé. Ted dejo de jalarme, miró a mi costado, maldijo, y
me alzó en brazos. La sensación de sus manos en mis costados era
insoportable.

―¡Bájame! ―Ordené. Pero no hizo caso. Siguió corriendo hacia el


edificio en ruinas.

Calambres azotaron mi abdomen, llevándome a los límites de mi


umbral de dolor. El mundo se tornó oscuro.

Floté alrededor en un sueño borroso, el mundo dando vueltas


ligeramente. Los calambres en mi abdomen aún se mantenían pero no tan
intensamente. El dolor insoportable en mi costado se había ido. Mi boca se
sentía seca, como si alguien hubiera secado toda mi saliva
deliberadamente con un paño. Chasqueé mi lengua en la parte superior de
mi boca y mis ojos se abrieron parpadeantes.
356

Estaba en una habitación de hospital. Mi mamá estaba sentada en


una silla a la izquierda, leyendo de una tablet. Ted estaba sentado en una
Página
silla a mi derecha, doblado sobre su regazo y descansando su cabeza en
las manos. Busqué a Jack en la habitación, pero solo éramos tres.

―¿Mama? ―Pregunté.

Ella dejó su tablet a un lado y se puso de pie, apartando el cabello


de mi rostro y peinándolo. El rostro de Ted salió disparado de sus manos,
su boca ligeramente abierta.

Una sonrisa se cruzó por el rostro cansado de mi madre.

―Al fin estás despierta.

―¿Estuve dormida por mucho tiempo? ―Pregunté―. ¿Dónde está


Jack?

Los labios de mi mama volvieron hacia abajo por medio segundo


antes de los pusiera en una rígida línea.

―Solo concéntrate en mejorarte. Doc dice que estás embarazada.


Necesitas descansar.

¿Embarazada? Yo no estaba embarazada. Alejé mi mirada de ella.

―Ted. ¿Dónde está Jack?

Ted frunció el ceño, sus ojos estaban rojos e hinchados. Un


escalofrió me recorrió.

―¿Dónde está Jack? ―Exigí de nuevo.

―Sunny… ―dijo.

Miré a mi madre y tomé su mano.

―¿Dónde está mi esposo?

―Sunny, no te acongojes. El bebé…

Enterré mis dedos en su mano.

―¡Dímelo!

―Se ha ido ―dijo Ted, su voz rompiéndose mientras lo decía―. Ellos


lo tienen.

Todo mi cuerpo se adormeció. El tiempo pareció detenerse. Escuché


357

el silencio en la habitación, la respiración de Ted después de su confesión,


las manos de mi madre moviéndose para cubrir las mías.
Página
No estoy segura de cuánto tiempo me quedé de esa manera. Creo
que me hablaron, pero mi cerebro aún estaba procesando la información.
Ellos no podían decirme algo como eso y esperar que me lo creyera.
Comenzar una conversación sobre eso como si fuera verdad. Como si Jack
en verdad se hubiera ido.

―¿Quién lo tiene? ―Le pregunté a Ted.

―Los bárbaros les llaman reclutadores. ―Frotó las manos contra sus
ojos―. Creo que los vi asesinarlo. Creo que mi hermano está muerto.

Me levanté de la cama y aparté sus manos lejos de sus ojos.

―¿Crees que lo viste, o en verdad lo viste? ¿Cuál es?

―¡No lo sé, Sunny! ―Lágrimas bajaron por su rostro―. Volví para


buscarlo, pero no pude encontrarlo. Ni siquiera su cuerpo.

Los calambres en mi abdomen estaban empeorando.

―Eso debe significar que aún está vivo. ¿Por qué no están afuera
buscándolo?

―¡Lo hemos estado haciendo! ―Gritó Ted.

―Sunny, Doc dice que no te puedes levantar.

Empujé su mano, ignorando el dolor.

―Me vestiré e iré contigo. ―Observé la habitación en busca de mi


ropa. Mis calambres en serio se estaban poniendo severos.

―Sunny, estás sangrando de nuevo ―dijo Mamá.

Miré hacia abajo, a la mancha de sangre en mi bata de hospital. No


era tanta. Ciertamente no lo suficiente para detenerme. Empecé a caminar
hacia el armario para buscar ropa cuando algo escurrió por mi pierna y
salpicó el piso. Sangre. El cuarto empezó a titilar en un ángulo extraño.
Escuché en la distancia el grito de mi madre. Busqué algo en lo que
pudiera sostenerme, pero no había nada de lo que sostenerme. Mi cabeza
golpeó contra el piso.

Lo siguiente que supe era que el sol estaba calentando mi rostro. La


cama de hospital en la que estaba acostada se encontraba ubicada al lado
de una ventana. Era un día hermoso. El cielo estaba azul con algunas
358

pocas nubes esponjosas persiguiéndose las unas a las otras. Desde mi


punto de vista, podía ver a la gente caminando por la calle, suéteres
atados alrededor de sus cinturas. Era un cálido día de primavera.
Página

Alguien se aclaró la garganta.


―¿Summer? ―Pregunté. Miré por toda la habitación. Ella estaba
sentada en una silla al lado de mi cama.

―Aquí estoy ―dijo. Se puso de pie y se aproximó a la cama para


abrazarme―. Me alegra que estés despierta.

―Nunca estuve dormida.

―Sunny… han pasado unos cuantos días desde que te dijeron que
Jack…

―Que lo tienen los reclutadores.

―Que está muerto ―dijo, pensando que me estaba corrigiendo.

Pero él no lo estaba, porque yo lo sabía bien. Sabía que Jack era


fuerte, un buen luchador, y lo suficientemente inteligente para salir él
mismo del problema. Sabía que no estaba solo… Naoki, Ryan y Talon
habían sido capturados también. Se cuidarían entre ellos. Y recordé
después de nuestra batalla con la burgué lo rápido que habían sanado sus
heridas.

Más que todo sabría que Jack no estaba muerto, porque sabría si él
ya no estuviera en este mundo.

Mi corazón lo sentiría.

Fin
359
Página
New world order
(Sunset Rising #3)

El Biodomo ha sido liberado,


los esclavos han sido liberados, y
un nuevo gobierno democrático se
ha formado. Sin embargo, las
tensiones entre el Hoyo y el Domo
nunca han sido mayores. Con la
desaparición del Senador Jack
Kenner, el antiguo régimen hace
un movimiento político para
restablecer su gobierno.

En el tercer libro de la
trilogía Sunset Rising, Sunny
O'Donnell está decidida a
encontrar a Jack y traerlo a casa.
Con la ayuda de la alta tecnología
de Doc, Sunny y sus amigos,
Summer y Reyes, haciendo equipo
con la Nación, se exponen a un
mundo post-apocalíptico sin ley.
Pero a medida que la crueldad de
los reclutadores se desarrolla en
medio del descubrimiento de
traiciones dentro de su propio
grupo, los amigos se convertirán en
enemigos y los enemigos se
convertirán en amigos en un viaje que dará lugar a un Nuevo Orden
Mundial.
360
Página
Sobre La Autora
S.M. McEachern

S.M. McEachern (también conocida como Susan), proviene de las


costas rocosas de la costa este de Canadá. Como residente de Halifax
durante sus primeros años de adulta, asistió a la Universidad de
Dalhousie y obtuvo una licenciatura en Estudios de Desarrollo
Internacional con un enfoque en el desarrollo del océano. Durante sus
estudios académicos y su carrera, Susan tuvo el privilegio de estudiar y
trabajar con Elizabeth Mann Borgese (hija del ganador del premio nobel,
Thomas Mann). Una autora en su propio derecho y una activista política
por la paz mundial, la señora Mann Borgese desempeñó una importante
influencia en la opinión de Susan sobre el mundo político.

Ahora, una madre de dos hijos y la esposa de uno (que está


sirviendo en el extranjero), Susan reside actualmente en la capital de
Canadá, Ottawa.
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Página
Traducido,
corregido y
diseñado:

http://www.eyesofangels.net
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