Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/278158096
Las Narraciones como una Ventana para Mirar el Lenguaje y la Cognición de los
Niños
CITATIONS READS
2 514
2 authors:
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Alejandra Auza on 13 June 2015.
Contar cuentos, anécdotas e historias es una actividad muy frecuente en la vida humana. La
narración está presente en forma de mito, leyenda, novela, historia, tragedia, comedia, pintura,
cine. Aparece en todas las edades, en todo lugar y en toda sociedad, porque “la narración está
simplemente ahí, como la vida misma” (Barthes, 1977: p. 79). Por otra parte, la narración es
(Chafe, 1980). En todas las culturas del mundo se valoran las narraciones y el hecho de narrar
de la especie humana, pues forma parte de las motivaciones de cooperación con las que los
individuos hacen llegar mensajes considerados como relevantes para lograr la comunicación
entre grupos. Por todo lo anterior, podemos afirmar que el discurso narrativo prevalece en el
Todos los humanos narramos lo que nos sucede, los eventos que observamos, lo que nos
preocupa, lo que nos interesa. Narramos para entretener a nuestra audiencia, para explicar
(Kemper, 1984). Los participantes de una narración construyen actos comunicativos que se
estructuran en un espacio cognitivo donde se simbolizan los eventos. Por ello, la narración es
tan inherente al ser humano que es prácticamente imposible imaginar un mundo sin
narraciones (Bruner, 1992). Por otro lado, sabemos que la forma de narrar una historia varía de
acuerdo con los grupos sociales y culturales de los individuos que narran (Gutiérrez-Clellen y
Quinn, 1993; Melzi, 2000; Minami y McCabe, 1995). Así, dado que narrar es un acto
comunicativo subyacente a toda cultura y de gran relevancia como producto social, su estudio
pertenecemos (Miller, Gillam y Peña, 2001; Nelson, 2006). Mediante la narración es posible
expresar nuestras propias experiencias y conocer e interpretar el mundo como lo hace el grupo
social al que pertenecemos, pues éste nos provee de herramientas culturales y lingüísticas para
narrar (Aksu-Koç, 1996). De esta manera, durante las narraciones surgidas en las interacciones
con los otros, aprendemos a tomar perspectivas diferentes a la propia. Para ello debemos
sistemas de diálogo más sistemáticos que nos ayuden a comunicarnos mejor con los demás
(Tomasello, 2000). Por último, además de organizar las propias experiencias y las de las
personas que nos rodean, la narración nos permite expresar la perspectiva desde la que
emociones, afectos y actitudes frente a los eventos narrados y frente a la narración misma
(Bamberg y Reilly, 1996). Por todo lo enunciado anteriormente, la narración se ofrece como
una herramienta excelente para indagar sobre las acciones humanas en diversos ámbitos. Uno
de ellos, de especial interés para el presente libro, es el lenguaje infantil en niños de diferentes
edades.
Lenguaje Infantil y Narraciones
En las últimas décadas, las investigaciones sobre el desarrollo lingüístico mediante el estudio de
las narraciones han tenido un auge importante (al respecto véase Hess, 2010). Esto se debe a
que analizar las narraciones infantiles permite, como se verá más adelante, dar cuenta de la
adquisición lingüística tanto niños con desarrollo típico como de aquellos que muestran
problemas de lenguaje. Hoy en día sabemos que la narración surge a edades muy tempranas,
pues desde que somos pequeños participamos en interacciones humanas en las que la
indispensable para el desarrollo lingüístico y que las prácticas socio-interactivas dan pie a
eventos narrativos.
Cuando el niño es muy pequeño se ubica como un mero espectador en las interacciones
narrativas, mientras que los padres toman un papel más activo porque incitan al infante a
narrar experiencias compartidas y son sensibles a sus intentos narrativos. Poco a poco los
niños empiezan a retomar estas experiencias dialógicas para ser copartícipes del desarrollo del
experiencia actual de un niño con experiencias previas que se narran gracias a un andamiaje
proporcionado por el adulto (Rojas, en prensa). De esta manera, conforme el niño crece se
convierte en un participante cada vez más activo de los relatos que lo rodean y el adulto va
Alrededor de los dos años de edad, todos los niños empiezan a describir escenas y
entretejer eventos comunes o extraordinarios que forman parte de su conocimiento del mundo
(Miller y Sperry, 1988). De estas estructuras, los niños aprenden a compartir de muy variadas y
complejas maneras las experiencias de los eventos vividos, de tal forma que puedan transmitir
al otro causas e intenciones (Nelson, 2000; Tomasello, 2000). Durante los años siguientes, las
estructuras narrativas muestran patrones variados que van desde la mención de elementos,
acciones o personajes que no tienen una asociación entre sí, pasando por la fusión de una serie
narraciones más prototípicas en las que existe una perspectiva enfocada en un clímax del que
dependen todos los elementos, acciones y eventos (Applebee, 1978; Peterson & McCabe,
por tanto, a una organización cada vez mayor que involucra factores cognoscitivos, lingüísticos
y sociales. La interrelación de estos factores llevará a los niños a la formación de relatos cada
vez más coherentes y claros, de tal forma que la sencilla serie de eventos encadenados de los
niños menores se convierte poco a poco en un discurso narrativo cada vez más coherente,
El estudio sobre la manera en que los niños adquieren la capacidad para narrar ha sido tema
central de las investigaciones psicolingüísticas en los últimos años. Lo anterior se debe a que
con las narraciones puede abordarse el desarrollo lingüístico desde diversas perspectivas. Por
una parte, dado que los niños de todas las culturas narran, es posible establecer comparaciones
translingüísticas (al respecto véanse, por ejemplo, los trabajos nodales de Berman y Slobin,
distintas etapas de la vida posibilita la comparación del desarrollo lingüístico por edades.
Además, en las narraciones se evidencia cómo los niños incorporan cada vez más en sus
relatos los elementos valorados por su entorno social. Finalmente, debido a que la producción
Estudiar las narraciones para dar cuenta del desarrollo lingüístico en los diferentes
niveles del lenguaje ha sido tema de análisis de diversos investigadores. Por una parte, en lo
que se refiere al desarrollo sintáctico, sabemos que los niños aprenden a emplear oraciones cada
vez más complejas para entramar los eventos de sus relatos. Así, conforme los niños crecen,
incluyen poco a poco más elementos gramaticales, emplean oraciones que implican mayor
complejidad gramatical, como las relativas, y empiezan a utilizar conectores con nuevas
funciones (Alarcón y Auza, en prensa; Barriga, 1990; González, 2010). En el caso de los relatos
adjuntos adjetivales y adverbiales para evaluar acciones dentro del discurso narrativo (Alarcón,
en este volumen). En términos generales, sabemos que a lo largo del desarrollo narrativo los
niños logran paulatinamente integrar en sus narraciones una mayor cantidad de información en
La producción de textos narrativos también es útil como una ventana para mirar
cambios en el contenido del lenguaje. En el nivel léxico los niños aprenden a integrar en sus
narraciones un vocabulario cada vez más específico, especializado y propio del género
narrativo (Schleppegrell, 2004). Gracias al incremento léxico expresan de manera más precisa
las intencionalidades de los personajes, las descripciones de los lugares y sus propias opiniones
sobre lo narrado (Barriga, 2002; Hess, 2010). Además, la cantidad de palabras diferentes
empleadas dentro de un relato se incrementa con la edad, sobre todo en el caso de los
palabras diversas (Auza y Chávez, en este volumen). Por su parte, en el nivel de la semántica,
durante el proceso de adquisición los niños se apropian de diferentes recursos que facultan la
producción de relatos cada vez más organizados. Para ello, en primer lugar deben darse cuenta
de que las narraciones involucran hablar sobre algo no presente que ocurrió en el pasado, es
decir, deben pasar del “aquí y ahora” de la conversación al “allá y entonces” del evento
relatado (Hess, 2010). El manejo temporal y espacial que esto involucra es una tarea difícil que
tomará al niño muchos años en dominar. En segunda instancia, los niños deberán darse cuenta
de que los eventos, descripciones y opiniones que introducen en su relato deben seguir un
En el nivel del discurso o nivel textual es necesario tomar en cuenta que la narración como
texto está formada de una serie de oraciones interrelacionadas entre sí principalmente por
2004b). La coherencia se refiere a la capacidad del narrador para utilizar sus habilidades
lingüísticas con la finalidad de entretejer los episodios narrados en los planos temporal y
espacial, así como para ubicar las acciones y seleccionar a los personajes y eventos pertinentes
que orienten al oyente/lector a seguir la línea textual de la narración (Casado, 2006; Hickmann,
2004b). La coherencia involucra que el individuo logre establecer una organización jerárquica
de las ideas. Ésta se mantiene tanto a nivel macro-estructural (a nivel del texto completo) como
Ukrainetz, Eisenberg y Gillam, 2006; Sanders y Sanders, 2006). Por otro lado, en la narración
es importante que las oraciones estén relacionadas entre sí con la finalidad de poder establecer
nexos entre una y otra. A este mecanismo de unión se le conoce como cohesión. Sabemos que
para que las acciones y episodios de un relato puedan ser mejor comprendidos, el
hablante/escritor debe utilizar elementos lingüísticos que faciliten la transición y el
encadenamiento de los eventos de una oración a la otra. Para ello, debe hacer uso de
conectores y otros elementos gramaticales que den forma a la construcción del relato
(Calsamiglia y Tusón, 2007; Justice, et. al., 2006; Hess y González, en este volumen). A lo largo
del texto narrativo, coherencia y cohesión se interrelacionan en todo momento, puesto que
mientras el narrador organiza qué decir y en qué momento (coherencia), también selecciona
elementos lingüísticos que relacionen una oración con otra (cohesión) (Hickmann, 2004b).
Gracias a la fusión biunívoca de coherencia y cohesión, una narración puede ser producida e
pronombres, artículos, nexos, entre otros) mediante los cuales el narrador indica al oyente qué
información se relaciona entre sí, con la finalidad de que el relato pueda ser adecuadamente
narrativa. Sabemos que las cláusulas u oraciones que componen una narración se encuentran
oraciones que cumplen con una función específica en la formación o estructuración del relato
(Adam y Lorda, 1999). Los primeros estudios en torno a la estructuración de las narraciones
surgieron a raíz de los trabajos del ruso Vladimir Propp, quien en el Siglo XIX hizo un análisis
de las estructuras que componen los cuentos clásicos. A partir de estos trabajos, diversos
investigadores han establecido que las narraciones están formadas por episodios que se
una solución a su problema (Gárate, 1994; Stein y Albro, 1997). En años más recientes, los
estudios sobre la estructuración narrativa dieron un giro a partir de los trabajos de William
Labov sobre narraciones orales (Labov, 1972; Labov y Waletzky, 1997). Labov encontró que
las narraciones prototípicas o canónicas están formadas por cinco elementos estructurales: una
orientación, donde se establecen los antecedentes del lugar, tiempo y personajes del relato; una
complicación, que son las cláusulas que indican el problema u obstáculo; un clímax, es decir, el
momento cúlmine del relato que normalmente se encuentra enmarcado por una serie de
cláusulas de evaluación, mediante las que el narrador establece la razón de ser del relato; una
resolución a los problemas de la narración; y una coda o apéndice, que cumple la función de unir
culturas se basan en un esquema narrativo -si bien éste varía entre culturas-, podemos hablar
de que la narración posee una estructura que responde a una organización cognoscitiva. Es
decir, la adquisición del esquema narrativo obedece a factores tanto lingüísticos como
cognoscitivos. Por otro lado, también sabemos que para que los niños logren integrar las
estructuras narrativas en sus relatos deben atravesar por una serie de etapas (al respecto véanse
los trabajos de Peterson y McCabe, 1983 y Stein y Albro, 1997). Así, mientras que en un
principio las narraciones de los pequeños suelen ser secuencias más aisladas de personajes,
acciones y episodios, las de los niños mayores muestran una mayor integración estructural, lo
este volumen). A su vez, en los relatos de los niños mayores generalmente existen varios
protagonistas que desarrollan los diversos eventos en los que convergen distintos niveles de
información (al respecto véanse, entre otros, los estudios de Berman y Slobin, 1994; Hess,
narraciones infantiles también cambian con los años. Producir un relato que sea adecuado a
cierto contexto comunicativo llevará a los niños mucho tiempo. En primer lugar, deberán
percatarse de que hay ciertos temas más pertinentes que otros para narrar dentro del medio
social en el que se desenvuelven. A su vez, se apropiarán del esquema narrativo favorecido por
su comunidad y observarán la función social que tienen los relatos en su entorno (Michaels,
1981; Minami y McCabe, 1995). Para lograr lo anterior, los niños deberán adquirir habilidades
pragmáticas importantes con las que puedan tomar en cuenta los conocimientos previos de su
interlocutor, así como la perspectiva desde la que éste parte (Ninio y Snow, 1996; Serra, Serrat,
Solé, Bel y Aparici, 2000). Adicionalmente, gracias a las experiencias sociales en diversas
situaciones comunicativas, los niños adquirirán una gama de recursos lingüísticos y estrategias
socio-pragmáticas que les serán útiles para generar narraciones cada vez más adecuadas dentro
del medio social en el que se desenvuelven (Betancourt y Montes, este volumen). Es por ello
que el dominio de las habilidades pragmáticas de la narración inicia durante los primeros años
A lo largo de este apartado hemos comentado la importancia que tiene la narración para
evaluar el conocimiento lingüístico infantil. Pero conviene remarcar que ésta no sólo evalúa de
manera integral el lenguaje del niño con desarrollo típico, sino también el del niño que cursa
con alguna dificultad para adquirirlo (Bliss, McCabe y Miranda, 1998; Miranda, 1995; Miranda,
McCabe y Bliss, 1998; Romero y Gómez, este volumen). En el campo de los trastornos del
lenguaje se ha sostenido que la narración es una forma ecológica de evaluar el lenguaje (Fey,
habilidades del lenguaje en diferentes momentos del desarrollo; y tercero, debido a que la
narración puede utilizarse como muestra del lenguaje que sirva de comparación entre un punto
crítico del desarrollo y otro (de un mismo niño en diferentes momentos o para comparar un
niño con otros de su misma edad o nivel escolar). De manera adicional, las narraciones
infantiles en niños con trastornos del lenguaje son una fuente esencial para evaluar las áreas
débiles y las fortalezas lingüísticas del niño en un medio natural de comunicación con la
Por otro lado, las narraciones infantiles y el trabajo con las mismas abren toda una veta
diferentes, los niños ingresan a la escuela sin tener los recursos ni las habilidades para narrar
una historia (Burns, Griffin y Snow, 2000; Michaels, 1981). Educadores, maestros y
especialistas en problemas del lenguaje deben prestar especial atención a las habilidades
lingüísticas que inciden directamente en la vida cotidiana y académica de los niños. Por una
parte, sabemos que los niños que tienen dificultades para comprender y/o producir textos
narrativos, tanto en sus aspectos organizativos como en los lingüísticos, son más proclives a
mostrar dificultades en el lenguaje y el aprendizaje y que los problemas para narrar de forma
(Miller, Gillam y Peña, 2001). Pero, por otra, también sabemos que el trabajo con narraciones y
cuentos en el aula facilita el desarrollo de habilidades narrativas (Hess y Álvarez, 2010; Hess y
Prado, este volumen) y que la apropiación de habilidades narrativas durante la edad preescolar
favorece el acceso a la lengua escrita durante los años escolares (Carmiol, Ríos y Sparks, este
volumen). Todo lo anterior nos lleva a confirmar que las narraciones infantiles son un recurso
importante tanto para evaluar los conocimientos lingüísticos de los niños como para favorecer
Narraciones y Cognición
para evaluar el conocimiento lingüístico infantil. Pero no podemos obviar el hecho de que para
que una narración tenga lugar se requiere además del desarrollo de diversas habilidades
2000). Compartir información y, sobre todo, establecer un terreno conceptual común con un
individuo o con un grupo construyen las bases para nombrar cosas, referirnos a los hechos y
general y la narración en particular son en este sentido una vía para enlazarnos con un grupo
común con su interlocutor, debe salirse de su propia zona egocéntrica para tomar en cuenta el
punto de vista del otro. Esta descentración es una habilidad cognoscitiva compleja que se
construye con el tiempo y en cuya apropiación el lenguaje juega un papel fundamental. Como
se mencionó anteriormente, ya desde la temprana edad de los dos años el niño es capaz de
participar en una interlocución colaborativa con otros, lo que implica la coordinación de los
participantes para compartir información. Durante este intercambio entre niño y adulto a la
hora de narrar es esencial la atención conjunta en una misma entidad o evento –lo narrado-,
Zukowski, 2001; Tomasello, 1995). En este escenario se sitúa y se mira la actividad narrativa
infantil como un evento facilitado por los efectos de un andamiaje entre los participantes
(Rojas, en prensa). Dicho andamiaje es posible en la medida en que los participantes establecen
una sintonía entre sí y reconocen qué tipo de información deben compartir, todo como un
acto básico de cooperación para beneficiar, de una u otra medida, a los participantes
(Tomasello, 2010). Todo parece indicar que al establecerse esta sintonía, los niños ya han
desarrollo cognoscitivo. Aunque este acto pragmático aparece a muy temprana edad –alrededor
de los nueve meses-, es útil en todas las etapas de la vida porque faculta la consideración de las
fundamental para que los participantes interactúen entre sí y evalúen la cantidad y el tipo de
información que comparten en una situación determinada. De hacer una evaluación adecuada
sobre el conocimiento que ambos comparten y establecer una sintonía exitosa, pueden
entonces seleccionar el lenguaje, sus estructuras y las palabras que representan lo que desean o
necesitan compartir.
En resumen, narrar una historia es una habilidad cognoscitiva compleja en la que están
son necesarias para establecer un terreno fértil donde se siembra la narración. La manera en
como ésta se efectúa será entonces una combinación afortunada entre la cognición y el
lenguaje.
Este Libro
Los capítulos que se reúnen en este libro son producto de investigaciones llevadas a cabo en
tres países latinoamericanos: Colombia, Costa Rica y México. Dado que los trabajos sobre el
en general en las poblaciones latinoamericanas- son escasos, consideramos que este volumen es
una aportación importante para las comunidades académicas y clínicas de habla hispana. Si
bien las miradas que aquí presentamos no pretenden ser exhaustivas en el sentido de que no
infantil, sí nos permiten entrever las líneas de trabajo que se abordan en varios países de
Latinoamérica, así como vislumbrar algunos aspectos esenciales del desarrollo lingüístico y
narrativo en niños hispanohablantes. Además, desearíamos que los trabajos aquí presentados
pudieran servir también como un punto de comparación para los estudios con poblaciones de
niños con desarrollo atípico. Estamos conscientes de que queda mucho por hacer, describir,
explorar e investigar en los temas del desarrollo lingüístico y narrativo tanto de niños con
desarrollo típico como de aquellos vulnerables por sus condiciones sociales, cognitivas o
lingüísticas. No obstante, consideramos que los diversos ángulos de análisis que muestran los
trabajos presentados en este libro dan pie para plantear nuevos cuestionamientos y con ello
contribuir al conocimiento que tenemos sobre la adquisición del lenguaje en los niños de habla
hispana.
Bibliografía
Adam, J. & Lorda, C. (1999). Lingüística de los textos narrativos. Barcelona: Ariel.
Aksu-Koç, A. (1996). Frames of mind through narrative discourse. En D. I. Slobin (Ed.). Social
Applebee, A. (1978). The Child´s Concept of Story. Chicago: University of Chicago Press.
Bamberg, M. (1994). Actions, events, scenes, plots and the drama: language and the
Bamberg, M. & Reilly, J. (1996). Emotion, narrative and affect: how children discover the
relationship between what to say and how to say it. En D. I. Slobin (Ed.). Social Interaction,
Barriga, R. (1990). Entre lo sintáctico y lo discursivo: un análisis comparativo de habla infantil (Tesis
Barriga, R. (2002). Estudios sobre habla infantil en los años escolares: un solecito calientote. México: El
Colegio de México.
Londres: Fontana.
Berman, R. & Slobin, D. (1994). Relating Events in Narrative. Hillsdale NJ: Lawrence Erlbaum.
Bliss, L. S., McCabe, A. & Miranda, E. (1998). Narrative assessment profile: discourse analysis
Bruner, J. (1992). The narrative construction of reality. En H. Beilin, & P. Pufall (Eds.) Piaget´s
Theory: Prospects and Possibilities (pp. 229-48). Hillsdale NJ: Lawrence Erlbaum.
Burns, S. M., Griffin, P., & Snow, C.E. (Eds.) (2000). Un buen comienzo. Guía para promover la
Económica.
Calsamiglia, H. & Tusón, A. (2007). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona:
Ariel.
Casado, M. (2006). Introducción a la gramática del texto del español. Madrid: Arco/Libros, S.L.
Chafe, W. L. (Ed.) (1980). The Pear Stories: Cognitive, Cultural, and Linguistic Aspects of Narrative
written story composition skills of children with language impairment. Speech, Language
Gárate, M. (1994). La comprensión de cuentos en los niños: un enfoque cognitivo y sociocultural. Madrid:
Siglo XXI.
González, L. (2010). Desarrollo de la cohesión en los años escolares: un análisis de narraciones orales y
cultural/linguistic groups. Language, Speech, and Hearing Services in Schools, 24, 2-9.
Hess, K. (2010). Saber lengua: lenguaje y metalenguaje en los años escolares. México: El Colegio de
México.
Hess, K. & Álvarez, P.T. (2010). Desarrollo lingüístico y cultura escrita: análisis de narraciones
infantiles. En G. Calderón & K. Hess (Coords.), El reto de la lengua escrita en la escuela (pp.
Relationships: Studies in the Production and Comprehension of Text (pp. 221-43). Mahwah NJ:
Lawrence Erlbaum.
Hickmann, M. (2004a). Children´s Discourse: Person, Space and Time across Languages. Cambridge:
Volumen 2: Typological and Contextual Perspectives (p. 281-306). Nueva Jersey: Lawrence
Erlbaum.
Justice, L., Bowles, R., Kadaravek, J., Ukrainetz, T., Eisenberg S. & Gillam, R. (2006). The
index of narrative microstructure: A clinical tool for analyzing school age children’s
En S.A. Kuczaj (Ed.). Discourse Development, (p.p. 99-124). Nueva York: Springer-Verlag.
Labov, W. (1972). Language in the Inner City. Filadelfia: University of Pennsylvania Press.
Labov, W. & Waletzky, J. (1997). Narrative analysis: oral versions of personal experience.
American and European American mothers’ elicitation styles. Discourse Processes, 30, 153-
177.
Michaels, S. (1981). ’Sharing time’: children’s narrative styles and differential access to literacy.
Minami, M. & McCabe, A. (1995). Rice balls and bear hunts: Japanese and North American
Miranda, E. (1995) Semantic and Pragmatic Analyses of Narrative Discourse in Language Impaired and
MA.
Miranda, E., McCabe, A., & Bliss, L.S. (1998). Jumpling around and leaving things out: a
profile of the narrative abilities of children with specific language impairment, Applied
Miller, L., Gillam, R. & Peña, E. (2001). Dynamic Assessment and Intervention: Improving Children’s
Nelson, K. (1996). Language in Cognitive Development: Emergence of the Mediated Mind, Cambridge:
Nelson, K. (2000). Narrative time and the emergence of the encultured self. Culture &
Psychology, 6, 2, 183-96.
Ninio, A. & Snow, C.E. (1996). Pragmatic Development, Boulder CO: Westview.
Nir-Sagiv, B. (2008). Clause packages as constructions in developing narrative discourse (Tesis inédita de
Narrative Development: Six Approaches (pp. 51-83). Mahwah NJ: Lawrence Erlbaum.
Rojas, C. (En prensa). ¿Te acuerdas?, cuéntame... La emergencia de la narración a los dos años.
Colegio de México.
Sanders, T. & Sanders, J. (2006). Text and Text Analysis. En K. Brown et. al. (Eds.) Encyclopedia
Serra, M., Serrat, E., Solé, R., Bel, A. & Aparici, M. (2000). La adquisición del lenguaje. Barcelona:
Ariel.
Stein, N. L. & Albro, E.R. (1997). Building complexity and coherence: children’s use of goal-
Strömqvist, S. & Verhoeven, L. (2004). (Eds.) Relating Events in Narrative: Typological and
Tager-Flusberg, H. & Zukowski, A. (2001). Putting words together: morphology and syntax in
the preschool years. En J. Berko Gleason. (Ed.). The Development of Language, (p.p. 139-191).
Tomasello, M. (1995). Joint attention as social cognition. En C. Moore & P. Dunham (Eds.).
Joint Attention: Its Origins and Role in Development, (p.p. 103-130). Hillsdale, NJ: Lawrence
Erlbaum.
Tomasello, M. (2000). The Cultural Origins of Human Cognition. Harvard: Harvard University
Press.