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Actas del Sexto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Valencia, 21-24 octubre 2009,
eds. S. Huerta, R. Marín, R. Soler, A. Zaragozá. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2009

Cubiertas formadas por paraboloides hiperbólicos: ventajas


en su funcionamiento estructural y en su construcción

Mónica Morales Segura

Las cubiertas formadas por paraboloides hiperbólicos guras más destacadas dentro del mundo de las láminas
se encuentran dentro de las llamadas estructuras lami- de hormigón armado en el siglo XX. Si bien Gaudí,
nares o membranas, este tipo de estructuras viene estu- para la construcción de paraboloides hiperbólicos,
diándose y construyendo de manera regular desde la contaba sólo con hiladas de ladrillo o piedra sobre mu-
primera mitad del siglo XX, para su desarrollo fue ne- ros no paralelos en el espacio, Torroja y Candela ya
cesaria la investigación desde distintas disciplinas tienen más medios a su alcance y consiguieron apro-
como la geometría, el cálculo, los materiales y la cons- vechar al máximo las virtudes del hormigón armado.
trucción. Gaudí, que fue consciente de que el arco de En 1933 Eduardo Torroja, a partir de modelos a esca-
catenaria es la forma más perfecta que la mecánica la, se lanzó a construir la cubierta del Mercado de
proporciona para llevar las cargas al terreno evitando Abastos de Algeciras, que salvó 47,80 metros de luz
las flexiones, aportó las primeras estructuras laminares con un espesor de 9 cm. Desde este momento, siguió
con formas de superficies alabeadas. Desde que Carl progresando en este tipo de cubiertas para darnos los
Friederich Gauss dedujera las ecuaciones de las super- ejemplos por todos conocidos y que no son objeto de
ficies regladas, se podría decir que ningún arquitecto estudio en este trabajo. Candela, años más tarde, tam-
había sido consciente de las posibilidades que estas bién inició su carrera en el mundo de las láminas a tra-
formas brindaban hasta Gaudí, que libre de prejuicios vés de modelos. El primero fue una lámina funicular
formales percibió las ventajas con las que cuentan en que levantó en la Escuela Experimental de Ciudad
materia de construcción. Estas formas, cuyas definicio- Victoria en 1950 y fue, en 1953, en la Colonia Vallejo
nes y ecuaciones pueden resultar complejas se encuen- cuando realizó el primer modelo de cubierta, a partir
tran en la Naturaleza de manera más habitual de lo que de trozos de paraboloide hiperbólico o hypar. A partir
se puede pensar de lo cual se puede deducir que son de aquí, los proyectos realizados en su empresa Cu-
rentables, ya que no hay nada gratuito en ella. Además, biertas ALA, S.L. fueron múltiples y ejemplares,
según Gaudí, la Naturaleza crea formas que son útiles siempre buscando el mejor aprovechamiento estructu-
y hermosas al mismo tiempo (Bassegoda 1989), por lo ral que el paraboloide hiperbólico o la combinación de
que, quizá, deberían ser más utilizadas que otras más distintos trozos proporciona.
comunes en arquitectura, como la esfera o el cubo.
Desde una tela tejida por una araña hasta una patata fri-
ta tenemos un amplio abanico de paraboloides hiperbó- CONCEPTOS GENERALES
licos funcionando como estructuras laminares eficaces.
El ingeniero Eduardo Torroja (1899–1961) y el ar- Las estructuras laminares son elementos, para la cu-
quitecto Félix Cándela (1910–1997) son dos de las fi- brición de espacios, en los que predominan las dos
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Figura 1
Tipos de estructuras laminares

dimensiones de la planta sobre el espesor. Su forma flexión frente al de membrana. El segundo grupo lo
y continuidad estructural es lo que las hace funcionar forman las superficies de curvatura simple, son las
(Tomás 2002), para ello tienen que ser lo suficiente- que tienen forma cilíndrica o cónica, en estas superfi-
mente delgadas para no desarrollar importantes ten- cies también conviven los dos estados, pero en este
siones de flexión, corte o torsión. Toda su labor se caso el de membrana predomina sobre la flexión. El
basa en que todos los esfuerzos internos sean norma- tercer grupo lo forman las superficies de doble cur-
les, de tracción o compresión, y tangenciales. Para vatura, dentro de las que se encuentra el paraboloide
que esto ocurra se necesitan una serie de requeri- hiperbólico y son las que están en estado de membra-
mientos en cuestión de: na puro. Las superficies de doble curvatura pueden
ser de curvatura total positiva o clásicas. A este gru-
– Carga: Esta debe ser preferiblemente unifor- po pertenecen los casquetes o los paraboloides elípti-
memente distribuida y no presentar variacio- cos, o de curvatura total negativa o anticlásicas, en el
nes bruscas ni cargas puntuales. Esto indica que se encuentran, además del citado paraboloide hi-
que el apoyo sobre estas cubiertas de linternas perbólico, el hiperboloide.
o elementos puntuales complica su resolución, La principal diferencia entre las superficies de cur-
y así lo demuestran los ejemplos construidos vatura simple y de doble curvatura está en que las
que evitan cualquier elemento ajeno a la conti- primeras son figuras desarrollables y se pueden reali-
nuidad de la lámina. Las cargas puntuales su- zar a partir de figuras planas, lo que facilita la prime-
ponen la aparición de flexiones en esa zona ra aproximación al diseño y posterior construcción.
que si son tenidas en cuenta y resueltas, la es- Pero el paraboloide hiperbólico presenta una gran
tructura se comportará de manera correcta. ventaja frente a las formas desarrollables y a las otras
– Forma: Es la característica fundamental que la formas de doble curvatura, es que se genera a partir
hace resistir, debe variar sus radios de curvatu- de una recta que se va apoyando sobre otras dos (pa-
ra sobre la superficie de manera continua, el ralelas o no), lo que significa que es una superficie
espesor se ha de relacionar de manera directa con dos sistemas de generatrices rectilíneas que faci-
con el radio de curvatura, como se verá más litan primero su adaptación a plantas de carácter or-
concretamente en el apartado correspondiente. togonal típicas de la arquitectura moderna; y segundo
– Contorno: Las condiciones de borde tienen que favorecen su construcción en cuanto a la elaboración
ser tales que estén libres de flexiones como el de los encofrados y la colocación de las armaduras.
resto de la superficie. Las generatrices del con- Que tenga curvaturas con el signo cambiado es otra
torno pueden estar libres o unidas, esto sólo cualidad que también la mejora frente a otras, ya que
hará variar la ley de reparto de esfuerzos (To- pasa a considerarse como estructura tensada que pue-
rroja 1996). de ser utilizada en estructuras textiles.

Las estructuras laminares de manera general se


clasifican en tres grandes grupos. El primero y más EL PARABOLOIDE HIPERBÓLICO
alejado al tema que estoy tratando, es el grupo de las
superficies sin curvatura en el que se encuentran las El paraboloide hiperbólico es, por lo tanto, una lámi-
láminas plegadas. En estas predomina el estado de na de curvatura doble anticlásica. Se puede definir
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Figura 2
Ecuaciones del paraboloide hiperbólico

desde dos puntos de vista diferentes; a partir de dos Para realizar el estudio de los esfuerzos que sopor-
curvas o de dos rectas. La superficie se genera trasla- ta una porción de hypar es necesario acudir a las
dando una parábola paralela a si misma sobre otra de ecuaciones, que definen el estado de membrana ge-
curvatura inversa, si las parábolas se encuentran en neral, para posteriormente aplicarlas al caso particu-
dos planos que forman 90º el paraboloide se denomi- lar tratado. Pucher en 1934, basándose en la estática,
na equilátero, si no se denomina no equilátero. Ex- calculó por primera vez las ecuaciones de equilibrio
presado desde el punto de vista de una superficie re- que definen el estado de membrana. Para el análisis
glada se define el paraboloide hiperbólico a través de del modelo diferencial proyectó las tensiones reales
dos familias de rectas —las asíntotas de las parábo- sobre un plano —escaso espesor, curvaturas rebaja-
las—, una que se desplaza de manera paralela, apo-
yándose sobre otra formada por dos rectas, paralelas
o no, de inclinaciones diferentes y separadas una de-
terminada distancia. Que las rectas que sirven de
apoyo sean paralelas entre si o no es lo que determi-
na que sea equilátero o no (Mundi y Giró 1889). Para
definir el paraboloide hiperbólico, los planos directo-
res, que son paralelos a cada una de las dos familias
de rectas, se cortan formando un ángulo w que es
recto en el caso de los equiláteros; en esa intersec-
ción se crea una recta que es el eje Z. Las secciones
paralelas al eje Z son parábolas, el resto de secciones
son hipérbolas o rectas. Como toda superficie cuadri-
ca, desde las parábolas, se define como una ecuación
de segundo grado pero si se observa, desde las rectas
se tiene una ecuación mucho más sencilla de primer
grado, que en el mundo de la construcción es mucho
más útil, por lo que a partir de ahora me referiré a él Figura 3
desde el punto de vista de las generatrices rectas. Estado tensional de membrana
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das y sin cambios bruscos— y eliminó los esfuerzos segmentado, llevó a Candela a reflexionar sobre la
de flexión y los de cortante asociados —poco espe- posibilidad de combinar diferentes trozos, para que
sor para existan diferencias de esfuerzos entre cara trabajaran de manera conjunta, siendo más eficaces
inferior y superior y ausencia de cargas puntuales—. que la superficie continua de un mismo hypar. Sur-
Ambas hipótesis son válidas ya que están estableci- giendo lo que llamó «el paraguas» que admite diver-
das en la propia definición de membrana. sas formas cuadradas, en voladizo con un apoyo cen-
Las tres ecuaciones fueron aplicadas al caso con- tral o apoyado en las cuatro esquinas.
creto del paraboloide hiperbólico por diferentes espe- El modelo que construyó estaba formado por
cialistas como Colin Faber, Jiménez Montoya o Va- cuatro tímpanos de hypar de 4 metros de lado cada
lentín Quintás obteniéndose aparentemente resultados uno y un espesor de 8 centímetros, apoyados en un
dispares, pero después de un análisis exhaustivo se pilar central. El canto era bastante mayor que otras
encontraba la diferencia en la definición de las corres- pruebas, debido a que había detectado vibraciones a
pondientes constantes de integración (Sanz 1999). causa del viento. Sin entrar en carga, el paraguas
Para definir las constantes de integración se necesitan flexionó en las esquinas debido al exceso de canto y
unas condiciones de borde. Al ser una superficie infi- descendió unos 6 centímetros. En la famosa foto se
nita, según donde se plantee el borde se obtendrá observan 25 trabajadores que se subieron para hacer
unos valores u otros en relación a las coordenadas la prueba de carga. Con esta nueva carga, el para-
planteadas. guas no manifestó un aumento de flexiones lo que
El profesor Quintás (Quintás 1996) estudió con- hizo suponer que las existentes eran inevitables, si
cienzudamente los desarrollos teóricos y las formas se trabajaba con esos cantos necesarios por motivos
constructivas que Candela llevó a cabo, y consiguió de estabilidad. Son muchos los proyectos que sur-
plantear de manera secuencial el funcionamiento de gen de las diferentes combinaciones de porciones
los paraboloides equiláteros frente a las distintas dis- de hypar:
tribuciones de carga que se pueden presentar, tam-
bién de las diferentes maneras de limitar la superficie – En abanico: retorciendo casi 90º los paraboloi-
creando contornos rectos o curvos y apoyados o li- des, exagerando la altura, en planta triangular
bres, pero siempre creando fachadas o voladizos con y uniendo varios. Como en la iglesia de la Me-
diferentes alturas. Como se ha visto es una de las dalla de la Milagrosa, o la entrada a los labora-
ventajas con que cuenta esta superficie, ya que las torios Lederle.
secciones rectas que se dan a un paraboloide hiper- – Con bordes rectos: es la configuración más
bólico pueden ser parábolas si son verticales, hipér- sencilla, va desde la que se forma por una sola
bolas si son horizontales o rectas si siguen la direc- hoja de forma cuadrada, hasta la combinación
ción de las generatrices. Esta aptitud para ser de varias hojas de formas romboidales. La in-
clinación respecto del eje Z es otra de las va-
riables que se pueden introducir, para conse-
guir otros efectos, como en la iglesia de San
José Obrero.
– Con bordes curvos: constituye la típica forma
de silla de montar ya que se perciben las pará-
bolas más fácilmente. En 1951 construye la
cubierta del Pabellón de Rayos Cósmicos, que
se considera el primer cascarón de Candela
con esta forma. En la cubierta de la Capilla de
Cuernavaca (Morelos, México) enseñó las dos
posibilidades de borde curvo, la parábola en el
espacio principal y la hipérbola en el contacto
con el suelo. También la recta como degenera-
Figura 4 ción de la parábola en el pequeño espacio tra-
Paraguas experimental sero.
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Figura 5
Capilla de Cuernavaca

– Bóvedas por arista: en este caso se utiliza el seño óptimo es aquel que reduce al mínimo su peso
hypar no equilátero, ya que en el equilátero al propio, por lo que éste ha sido el fin de los grandes
tener las direcciones rectas perpendiculares en- calculistas, pero no siempre es el factor determinan-
tre sí, coincidirían con las aristas de una bóve- te, y se prioriza sobre otras cualidades, como el costo
da cuadrada y, por tanto, serían rectas (Quintás o la forma.
1996). Esto dificulta en sobre manera el cálcu- Toda cubierta requiere una superficie continua que
lo, ya que hay que considerar coordenadas proteja a los usuarios de los agentes climatológicos.
oblicuas, pero el abanico de posibilidades que El hormigón armado es uno de los pocos materiales
se abre es inmenso. La primera bóveda de este que lo consigue, simplemente ayudado por láminas
tipo se levantó en 1955 para el edificio de la impermeabilizantes. Además, es un material con que
Bolsa de Valores de México y en ella Félix se puede responder, en cada punto, al esfuerzo que se
Candela intuye la posibilidad del borde libre, requiere de manera exacta, con ambas cualidades se
ya que cada punto del borde curvo está conec- consigue reducir materiales de cobertura y desperdi-
tado a las aristas por dos líneas rectas, a través ciar material que no está trabajando. Las únicas des-
de las que se pueden derivar las cargas, para ventajas que aparecen han sido, en tiempos pasados,
llevarlas a los apoyos, dejando así el borde li- la dificultad de controlar la calidad y la homogenei-
bre de esfuerzos tangenciales o normales. Los dad del hormigón dentro del mismo elemento o la
ejemplos más famosos son el restaurante de misma obra y, en la actualidad, el costo de los enco-
Los Manantiales en Xochimilco y la nave de la frados, puesto que se requiere mucha mano de obra y
destilería de Bacardí en Cuautitlán. no se han conseguido sistemas de prefabricación que
no hagan perder el monolitismo de las cáscaras (Az-
piazu 1983).
EL MATERIAL, LA FORMA Y SU ELABORACIÓN Las membranas por tanto son estructuras que mi-
nimizan la cantidad de material, ya que se evitan los
En todo cálculo estructural uno de los objetivos pri- esfuerzos de flexión y cortante, con lo que el hormi-
mordiales es la obtención de un diseño óptimo. El gón sólo tiene que trabajar a compresión y, ayudado
tipo de optimización varía según el proyecto al que te por el acero, a tracción. Para que una superficie fun-
enfrentas, y suele relacionar diversas variables. Tra- cione como cáscara necesita formas curvas, cosa que
dicionalmente, en el campo de las estructuras, un di- dificulta su diseño, tanto a nivel gráfico como cons-
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tructivo. La forma que tiene el paraboloide hiperbóli-


co presenta las mejores cualidades como membrana a
nivel estructural por varias causas:

1. Su doble curvatura:

– hace que tenga la cualidad de estructura ten-


sada por lo que cada línea de carga funciona
a compresión, cuando tiene su concavidad
al interior; y a tracción cuando tiene la con-
vexidad hacia el interior. Es decir, hace si-
multáneamente la función arco y cable.
– dota de la suficiente rigidez a la superficie,
no siendo necesarias estructuras secundarias
del tipo arcos fajones.

2. El modo de generarse a partir de dos familias Figura 6


de rectas: Esfuerzos en el paraboloide hiperbólico

– que permite poderla definir a partir de coor-


denadas cartesianas, por medio de sencillas
ecuaciones de primer grado. espacios de diferente escala en continuidad, así como
– facilita la distribución de las armaduras ne- del desagüe de las aguas de lluvia de manera natural.
cesarias, creando los nervios sobre las rec- Los problemas fundamentales son a nivel de ejecu-
tas generatrices. ción, ya que es fácil la fisuración por retracción y lo
– proporciona la posibilidad de acotar una for- costoso, en la actualidad, de la realización de los en-
ma cuadrada o rectangular, que se adapte sin cofrados, debido al encarecimiento de la mano de
problemas a la planta que tiene que cubrir. obra no así de la ejecución, muy sencilla por medio
de tablas rectas, una contra otra, siguiendo las direc-
3. Los bordes generados por las secciones de pla- ciones de las generatrices. Las condiciones acústicas
nos rectos: que presenta, también pueden suponer un inconve-
niente, ya que son peores que las formas de curvatura
– permiten obtener rectas, parábolas o hipér- simple.
bolas, que la hace muy apta para enlazar
bordes rectos con formas curvas o vicever-
sa. Con esto, a partir de trozos de hypar se CONCLUSIONES
pueden generar infinitas formas.
– si se alejan de la dirección de una de las di- El paraboloide hiperbólico realizado en hormigón ar-
rectrices, reparten mejor los esfuerzos y se mado es una superficie que, estructural y constructi-
consigue liberar el borde, dando aspecto de vamente, es adecuada para cubrir grandes luces. Su
liviandad a la estructura. forma, de doble curvatura, hace que su funciona-
– pueden funcionar como voladizos o pueden miento como membrana sea mejor que el de otro tipo
transmitir la carga de manera óptima a los de superficies. La misma Naturaleza, que adopta esta
apoyos. forma frente a determinados esfuerzos, así lo confir-
ma. Es, además, una superficie reglada que permite
En el ámbito de lo constructivo, como se citaba al la construcción de encofrados a través de tablas rec-
principio, la ventaja fundamental que ofrece es que tas, de manera más sencilla que otras superficies de-
es, al mismo tiempo estructura y cerramiento. Ade- sarrollables curvas. Las principales figuras del siglo
más de tener una forma que favorece la creación de XX que estudian, desarrollan y construyen este tipo
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de cubiertas, enseguida tomaron conciencia de las guir unos encofrados prefabricados y reutilizables,
buenas condiciones con que cuenta, no sólo como como hace el arquitecto suizo Heinz Isler, es un buen
trozos aislados, sino también como combinación de modo de que estas cubiertas sean factibles, pero lógi-
varios. Se erige, por tanto, como la superficie preferi- camente se pierde la gran variedad de posibilidades
da por los especialistas en estructuras laminares. Las que el paraboloide hiperbólico proporciona.
posibilidades que la unión de varios paraboloides hi-
perbólicos, así como las distintas secciones planas
que se producen, al acotar cada uno de los trozos, y LISTA DE REFERENCIAS
la manera de transmitir las cargas al terreno, propor-
cionan infinidad de modelos de cubierta, que permi- Azpiazu Ordoñez, José Ramón. 1971. «Cubiertas lamina-
ten a los arquitectos su utilización para diferentes res». Temas de arquitectura y urbanismo, nº 149. Madrid.
programas o situaciones. Muchos son los ejemplos Azpiazu Ordoñez, José Ramón. 1984. «Las cubiertas lami-
existentes y diferentes los usos para los que se utili- nares». Panorámica de la Construcción, Arquitectura y
Diseño, nº 54. Madrid.
zan —naves, iglesias, restaurantes o sencillas mar-
Bassegoda Nonell, Joan. 1989. Geometría reglada y arqui-
quesinas— en los que con pocos centímetros de es- tectura. Barcelona: Real Academia de Ciencias y Artes.
pesor y uniendo diferentes porciones, se consiguen Bono, David Enrique. 2008. Membranas elásticas prefabri-
salvar luces de más 30 metros. cadas en la arquitectura. Madrid: Jano.
La desventaja fundamental del paraboloide hiperbó- Candela, Félix. 1955. «Estructuras laminares parabólico-hi-
lico y su caída en desuso, como de otras formas de perbólicas». Informes de la Construcción, nº 76. Madrid:
membrana, aparte de corrientes o estilos arquitectóni- Instituto Eduardo Torroja.
cos, se debe a la elaboración del encofrado. A partir de Casinello Pérez, Fernando. 1969. «Morfogénesis de una lá-
los años setenta, el incremento del costo de la mano de mina». Informes de la Construcción, nº 214. Madrid:
obra hacía difícil la construcción de este tipo de cu- Instituto Eduardo Torroja.
Faber, Colin. 1963. Candela: The Shell builder. Nueva
biertas, ya que los encofrados son fáciles de montar
York: Reinhold.
pero son laboriosos de realizar, además de no ser reu- Frei, Otto. 1966. «Comportamiento estático de las membra-
tilizables. La prefabricación, tanto de las cubiertas nas y retículas». Casabella, nº 307–309.
como de los encofrados, no ha sido posible llevarla a Muní y Giró, Santiago. 1889. Lecciones de geometría ana-
cabo hasta ahora. Estas cubiertas, para que funcionen, lítica. Barcelona: Universidad de Barcelona.
deben ser continuas y no se ha logrado una unión arti- Ove. Arup. 1964. «Su Félix Candela». Domus. Milán: nº 410.
ficial que permita la continuidad de los esfuerzos. Se Quintás Ripoll, Valentín. 1996. Estructuras especiales en
pueden obtener superficies similares exteriormente, edificación, análisis y cálculo. Madrid: Editorial Rueda.
pero su modo de trabajar no es el mismo y, por lo tan- Sanz Balduz, Luis Javier. 1999. «El borde libre y Félix
to, los espesores en relación a las luces que cubren, no Candela». Revista de Obras Públicas. 3.383: 17–28.
Seguí Buenaventura, Miguel. 1994. Félix Candela. Arqui-
son tan buenos como en las estructuras laminares. La
tecto. Madrid: Instituto Juan de Herrera.
solución pasa por encontrar un material que no requie- Tomás, A., Martí, P., Solana, M.A. 2002. «Optimización de
ra el uso de encofrados. Se ha intentado la utilización la forma de un paraboloide hiperbólico de hormigón».
de materiales ligeros que permitan el modelado, como Métodos numéricos en ingeniería. España: SEMNI.
algunos metales, pero su resistencia no se puede com- Torroja Miret, Eduardo. 1996. Razón y Ser de los tipos es-
parar a la del hormigón. La otra opción es la de conse- tructurales. Madrid: Instituto Eduardo Torroja.
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