Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Papito, Venga!
Papito, Venga!
Los momentos más tristes y amargos de nuestra historia son conocidos como
pruebas. En realidad no es así, pero la gran mayoría de jóvenes,
incluyéndome, lo vemos de esta manera. Son escasos los casos —porque
existen— de jóvenes que en medio de las crisis pueden gritar: «¡Aleluya!,
¡dame más pruebas, Señor, que las necesito!» O «¡Dame pruebas, Dios mío,
o me muero!» Por el contrario, buscamos cómo escapar de ellas.
No hay mejor momento para conocer a alguna persona que el tiempo de crisis
o en las circunstancias de prueba. Es allí, donde en realidad muestran lo que
hay en su corazón.
¿Por qué «papito, ¡venga!». Es una pequeña historia que viví con mi hija. Yo
la llevaba para la escuela maternal (tiene dos años) y se me ocurrió pasar
primero por mi oficina. Ella con sus ojos llenos de lágrimas me dijo: «¡ai kindei
pitito!» (traducción más probable: «papito mío, ¡llévame a la escuelita por
favor!»). Lo que me llamó la atención fue su expresión de angustia porque
pensaba que no la llevaría a la escuelita. Entonces, se me ocurrió sentarla
sobre una mesa y decirle: «Hija, hoy no puedes ir a la escuelita, debes
trabajar con papá.» No podrías imaginar la expresión de desastre que me
hicieron sus pequeños ojitos. Fue la peor de las noticias que pudo haber
recibido en su corta vida. No lo podía creer, no sabía si llorar o gritar. Era una
prueba. Era su prueba.
«Papito Dios, ven. Danos un abrazo en los tiempos difíciles y no nos sueltes
tampoco en los fáciles. Ven, haznos sentir tu fuerza, tu calor, tu protección.
Dinos con un abrazo que nada pasa, que nada es tan grande como lo vemos,
que nada es tan preocupante como parece. Papito, ven. Abrázanos y danos
consuelo, danos refugio, danos tu amor.»