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  25 de Noviembre de 2019

  Dr. Carlos Logatt Grabner

El mal descanso afecta nuestras emociones


Actualmente vivimos en sociedades en las cuales dormir las horas necesarias
parecería ser un lujo para unos pocos. Sin embargo, numerosas investigaciones
nos alertan de los efectos nocivos que la falta de sueño ocasiona en nosotros.
Día a día numerosos artículos y notas resaltan la necesidad de tener hábitos de
vida saludables, pero se suele hacer mayor mención a la alimentación y al ejercicio
físico, dejando de lado la importancia del buen descanso.
Sin embargo, los resultados de diversas investigaciones indican que dormir menos
de lo adecuado afecta nuestro estado emocional, toma de decisiones, rendimiento
cognitivo, salud física y sistema inmunológico, mientras que, por el contrario,
descansar adecuadamente nos beneficia.
Un dato interesante es saber que cuando no dormimos el tiempo adecuado para
nuestra edad no compensamos la falta de horas de descanso durmiendo más el fin
de semana. Este factor es importante de tener presente ya que cuando dormimos
poco vamos acumulando un cansancio progresivo que nos va afectando del mismo
modo.
Pensemos por un momento qué sucede cuando dormimos bien: nos despertamos
sintiéndonos descansados y renovados. Para lograr este estado, necesitamos
experimentar cada una de las etapas del sueño. Los períodos del sueño pueden
dividirse en dos categorías: movimiento ocular rápido (REM, en inglés) y sin
movimiento ocular rápido (NREM, en inglés).
La etapa NREM representa alrededor del 75% del tiempo de sueño total y consta
de fases de sueño progresivamente más profundo. Durante esta etapa la actividad
cerebral experimenta ondas lentas y difícilmente nos despertemos. Se la considera
reconstituyente para la salud. La REM se caracteriza por alta actividad cerebral y
es cuando aparecen los sueños. Tiene una duración de 10 minutos
aproximadamente y, por lo general, ocurre 90 minutos después de conciliar el
sueño y cada 90 minutos de allí en adelante. Los ojos se mueven, pero el cuerpo
está inmóvil. Se la relaciona con la consolidación de las experiencias del día y con
la memoria. Pero no solo la memoria se ve favorecida por el descanso. En las
etapas de sueño profundo las asociaciones que hace el cerebro permiten
encontrar salidas creativas e ideas innovadoras a los problemas y desafíos para
los cuales muchas veces no encontramos solución durante el día, tal como lo
demuestran las investigaciones de Jan Born, del Instituto de Neuroendocrinología
de la Universidad de Lübeck, Alemania.
El ciclo de sueño NREM a REM trabaja en conjunto para que podamos relajar y
recomponer el cuerpo mientras descansamos. 
Una nueva investigación, liderada por Matthew Walker, profesor de neurociencia y
psicología de la Universidad de Berkeley, se centró en cómo nos afecta
emocionalmente el descanso. Los resultados le permitieron al equipo de Walker
observar cómo una noche de buen dormir estabiliza las emociones y ayuda a
reducir el estrés, mientras que el sueño insuficiente amplifica la ansiedad y puede
provocar un aumento notable en los niveles de estrés emocional.
En su estudio pudieron observar que el tipo de sueño más apto para calmar y
restablecer el cerebro ansioso es el sueño NREM.
Para sus experimentaciones utilizaron equipos de resonancia magnética funcional
y polisomnografía, además de medir los niveles de ansiedad a través de un
cuestionario conocido como Inventario de Ansiedad por Rasgos de Estado.
El trabajo consistió en presentarle a los voluntarios videos emocionantes después
de una noche de sueño y nuevamente después de una noche de insomnio. Los
niveles de ansiedad se midieron posteriormente a cada sesión.
Después de una noche sin dormir, los escáneres cerebrales mostraron una
disminución notable en la actividad de la corteza prefrontal medial que
normalmente ayuda a mantener nuestra ansiedad bajo control, mientras que los
centros emocionales más profundos del cerebro estaban hiperactivos como si
estuvieran pisando el pedal de su acelerador mental, expresó Walker.
Por el contrario, después de una noche completa de sueño durante la cual las
ondas cerebrales de los participantes se midieron a través de electrodos colocados
en sus cabezas, los resultados mostraron que sus niveles de ansiedad
disminuyeron significativamente, especialmente para aquellos que experimentaron
más sueño NREM de onda lenta.
Para ampliar su trabajo, los investigadores sumaron un estudio en línea durante
cuatro días pidiéndoles a los participantes que describieran su calidad y horas de
sueño en cada noche y nivel ansiedad al día siguiente. Los resultados mostraron
que la cantidad y calidad del sueño predecían cuán ansiosos se sentirían al día
siguiente. Incluso los sutiles cambios nocturnos en el sueño afectaron sus niveles
de ansiedad.
Día a día vemos que una competencia a desarrollar es la de gestión emocional.
Sin embargo, poco se habla de las competencias que hacen al desarrollo de
nuestra responsabilidad por el cuidado de la UCCM (Unidad Cuerpo Cerebro
Mente), propia como la de las otras personas con las que interactuamos para que
la misma pueda manifestarse en todo su potencial y como puede desprenderse de
este y muchos otros estudios, el sueño no es un lujo sino una necesidad básica.
Si todas las personas tendemos a dormir menos horas cada día, y si todos nos
vemos afectados por las consecuencias de esta poco sana "tendencia" actual, este
tema no puede quedar fuera de nuestra agenda.
Los invito a que por unos días anoten cuántas horas duermen y reflexionen si no
es una prioridad comenzar a sumar la rutina de dormir las horas adecuadas. 
Recomendaciones sobre la duración del
sueño: www.asociacioneducar.com/national-sleep-foundation

Bibliografía:

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estrés: efectos en el aprendizaje. Asociación Educar para el Desarrollo
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