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Poesias

TODO ES RONDA
Autor: Gabriela Mistral

Los astros son ronda de niños,


jugando la tierra a espiar...
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular..., a ondular...

Los ríos son rondas de niños


jugando a encontrarse en el mar...
Las olas son rondas de niñas,
jugando la Tierra a abrazar...
BAILABA LA NIÑA ALEGRE

Autor: Almudena Orellana

Bailaba la niña alegre


en una noche estrellada.
Movíase, al son del aire,
bajo la luna de plata.

¡Cómo bailaba la niña!


¡Cómo la niña bailaba!

Con ojos como dos faros


y finas pestañas bordadas.
Con el corazón muy blanco
y mariposas en el alma.

Danzaba la alegre niña


bajo la noche estrellada
Cómo bailaba la niña,
cómo la niña bailaba.
MAMÁ
Autor: Leonor Leiva Abarca (Chile)

Mamá dame un besito


para que me vaya bien.
Quiero ganarme un lucerito
y una estrellita también.

Mamita si en la escuela
te recuerdo a cada rato
es porque eres buena
y yo te quiero tanto.

Me diste la vida
me regalas tu amor.
Como hoy es tu día
te doy mi corazón.
EL POBRE DON PANCHO

Autor: Federico M. Rivas

El pobre don Pancho


que vive en su rancho
con su mula negra, su vaca barcina,
su perro, su gato, su alegre cochina,
y otros animales de igual condición,
hoy está gimiendo con honda tristeza.
–¿Qué tiene Don Pancho?
¡Dolor de cabeza!
¡Pobrecito Pancho de mi corazón!

Bajando la oreja
la mula se queja;
lloran la cochina y el perro y el gato;
solloza el conejo; da gritos el pato;
la vaca no quiere dejarse ordeñar,
todos por el amo sufren pena intensa
y hasta el ratoncito que anda en la despensa
mirando a Don Pancho, se pone a llorar.
Ante tanto duelo
apiadase el cielo
y hace que Don Pancho, con mente afanosa,
recuerde que tiene guardada una cosa
que un médico amigo le dio antes de ayer;
la saca, la mira, la huele, la toca,
la toma en los dedos, la pone en la boca,
y ¡zas! Se la traga con mucho placer.

Y sus animales
viendo muecas tales
piensan, cuando el amo traga la tableta:
–“¿Será que Don Pancho perdió́ la chaveta?”
–“¿Será que Don Pancho se va a suicidar?”
Y atentos, ansiosos, callados y lelos,
abiertas las bocas, parados los pelos,
aguardan temblando lo que ha de pasar.

De pronto da un salto
de tres varas de alto
y exclama dichoso, con voz conmovida:
“¡Mi mula del alma, mi vaca querida,
mi perro, mi liebre, mi pobre ratón
ya pasó mi pena, ya estoy aliviado,
la Cafeaspirina, remedio adorado!,
¡ha sido la tabla de mi salvación!”
Y se arma en el rancho
el gran zafarrancho:
bailan como locos el perro y el gato;
rebuzna la mula; da saltos el pato;
el señor conejo baila el rigodón;
se muere de risa la vaca barcina;
baila en una pata la alegre cochina,
y en medio de aquella feliz confusión
¡Viva –grita Pancho –la Cafeaspirina,
la Cafeaspirina de mi corazón !
SE MATÓ UN TOMATE
Autor: Elsa Isabel Bornemann
¡Ay! ¡Qué disparate!
¡Se mató un Tomate!
¿Quieren que les cuente?

Se arrojó en la fuente
sobre la ensalada
recién preparada.

Su rojo vestido
todo descosido,
cayó haciendo arrugas
al mar de lechugas.

Su amigo Zapallo
corrió como un rayo
pidiendo de urgencia
por una asistencia.

Vino el doctor Ajo


y remedios trajo.
llamó a la carrera
a Sal, la enfermera.
Después de sacarlo
quisieron salvarlo
pero no hubo caso:
¡estaba en pedazos!

Preparó el entierro
la agencia «Los Puerros».
Y fue mucha gente...
¿Quieren que les cuente?

Llegó muy doliente


Papa, el presidente
del Club de Verduras,
para dar lectura
de un «Verso al Tomate»
(otro disparate)
mientras, de perfil,
el gran Perejil
hablaba bajito
con un Rabanito.

También el Laurel
(de luna de miel
con Doña Nabiza)
regresó de prisa
en su nuevo yate
por ver al Tomate.
Acaba la historia:
ocho Zanahorias
y un Alcaucil viejo
formaron cortejo
con diez Berenjenas
de verdes melenas,
sobre una carroza
bordada con rosas.

Choclos musiqueros
con negros sombreros
tocaron violines
quenas y flautines,
y dos Ajíes sordos
y Espárragos gordos
con negras camisas,
cantaron la misa.

El diario Espinaca
la noticia saca:
«Hoy, ¡qué disparate!
¡se mató un Tomate!»
Al leer, la Cebolla
lloraba en su olla.
Una Remolacha
se puso borracha.
-¡Me importa un comino!
dijo Don Pepino...
y no habló la Acelga
(estaba de huelga).

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