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Tratado de Lisboa & Estocolmo
Tratado de Lisboa & Estocolmo
9º Cuatrimestre, Grupo C
(Horario Sabatino, Campus Nogales)
Actividad # 3.
Eliminar o reducir las existencias y los residuos que contengan COP. Los
gobiernos tienen que llevar a cabo una estrategia para determinar las
existencias y los residuos que contienen estas sustancias y gestionarlos de
un modo eficaz y ambientalmente racional, con el fin de que, en la medida
de lo posible, su contenido de COP sea eliminado. Asimismo, se prevé la
identificación y recuperación ambiental de los sitios contaminados.
Tratado De Lisboa
El Tratado de Lisboa trata de un documento en acuerdo, firmado por la Unión
Europea en Portugal en el año 2007, en fecha 13 de diciembre. Con la finalidad de
sustituir la Constitución Europea ya que el tratado constitucional anterior (firmado
en el año 2004) resulto un fracaso. Este tratado le otorga carácter jurídico a la
Unión Europea a fin de poder firmar acuerdos a nivel internacional en el ámbito
comunitario entre las diferentes naciones.
Este tratado responde a la necesidad de reformar la estructura y el modo de
funcionamiento de la Unión Europea (UE). Las sucesivas ampliaciones de la UE
han elevado el número de Estados miembros a 28.
Entre las grandes prioridades de la Unión Europea figura la de crear un espacio de
justicia, libertad y seguridad, el tratado introduce cambios importantes en las
actuales normas europeas sobre libertad, seguridad y justicia y facilita una
actuación más amplia, legítima, eficaz, transparente y democrática de la UE en
este campo
En el contexto actual, uno de los principales factores desestabilizadores de la
seguridad y la paz social de los Estados, es la actuación de las organizaciones
criminales. Estos entramados organizativos son cada vez más peligrosos. La
sofisticación y especialización, tanto en el personal que los integra como, en las
técnicas delictuales ponen en entredicho el equilibrio de los Estados. Son capaces
de adoptar apariencia de legalidad para poder infiltrarse en las dimensiones
económicas, sociales y políticas. Además, adquieren una dimensión transnacional
afectando a varios Estados.
Por todo ello, la actuación individual de los Estados miembros de la Unión no es
suficientes para poder hacer frente, de forma eficaz, a estas nuevas formas de
criminalidad organizada. De este modo, es necesaria la acción conjunta de todos
los Estados afectados.
En este sentido, la adopción del principio de reconocimiento mutuo de
resoluciones supuso un progreso para conseguir una lucha conjunta. No obstante,
entrada en vigor del Tratado de Lisboa, en diciembre de 2009, ha introducido
importantes modificaciones en la cooperación policial y judicial en materia penal.
Entre ellas, el compromiso de los Estados miembros a una aproximación de
legislaciones procesales y penales que permitan la investigación y represión de
estas conductas criminales.
En dicho tratado, la delincuencia organizada pasó a ser, al igual que el terrorismo,
uno más de los ámbitos delictivos de especial gravedad y dimensión
transfronteriza que, además, ahora se “lisbonizó”. Por tanto, a partir del nuevo
marco de 2007, la delincuencia organizada, tal y como se prevé en el actual
Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE), figura junto con una serie de
tipologías de delitos concretos, muchos de ellos propios de su actividad ilegal
como el narcotráfico, el blanqueo de capitales, el comercio de armas, la trata de
personas, la explotación sexual, la falsificación, la corrupción o la delincuencia
informática, Todo ello sin contar, además, con la gran proliferación de acciones
específicamente dedicadas a la lucha contra el terrorismo, que en los últimos años
se han multiplicado y que en más de una ocasión incluyen también referencias a la
delincuencia organizada.
En consecuencia, como se desprende de este nuevo marco normativo, la
categorización y la “lisbonización” suponen una mejora, pero no implican la
homogeneización de todo el enorme entramado de acciones y herramientas
relacionadas con el crimen organizado que a lo largo de los años han ido
construyéndose de manera separada. Es más, se puede afirmar que, con su
enumeración de crímenes, de hecho, el Tratado de Lisboa reafirma este
entramado.
Este enfoque, más centrado en el qué que en el quién, es el que se extrae
también de las directrices fijadas por el Consejo en la Estrategia de Seguridad
Interior de la Unión Europea, de 2010, en el marco del programa de Estocolmo
(Consejo Europeo, 2010) en relación con el tratamiento de la delincuencia
organizada por parte de la Unión, que por cierto está siendo objeto de una
revisión.