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economía plenamente dolarizada: el principal cuello de botella en este escenario, cuando el
gobierno ya no pueda devaluar, será el manejo eficiente de la economía.
Con la dolarización no se dará el deterioro de los salarios producto de la devaluación. Pero los
salarios en Nicaragua son bajos debido a la alta tasa de desempleo global de 25 por ciento
imperante en el país, lo cual ayuda a demostrar que aproximadamente 560,500 personas no
generaron ingresos en 2005. Cabe recordar que actualmente los salarios mínimos en las
actividades agropecuarias y no agropecuarias de Nicaragua son equivalentes a US$50.40 más
comida y US$85.10 respectivamente, mientras que el salario medio nacional, sin incluir a los altos
ejecutivos de los sectores público y privado, es equivalente a US$260.18.
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El precio «correcto» de un bien o de un servicio en una economía global es el precio
global, que es el precio razonable de un producto en el mercado internacional, acorde con
un costo de producción «correcto» y una calidad excelente. Si un empresario nicaragüense
produce un bien más caro, el Resto del Mundo le enviará el mensaje que hay muchos
productores fabricando ese bien mucho mejor, en una forma mucho más eficiente. Tener un
precio «correcto» es tener una productividad correcta.
Los bajos niveles tecnológicos, que en principio no son rentables, aparentan ser rentables con el
predominio de salarios bajos. La tecnología de muchas empresas nicaragüenses no
sería rentable con salarios estadounidenses, pero parece ser rentable con salarios nicaragüenses. Y
por esto, las empresas nicaragüenses usan esos bajos niveles tecnológicos.
Como un ejemplo de lo anterior, la maquila de textiles en Costa Rica ha dejado de ser una
actividad rentable porque los salarios de los trabajadores costarricenses son altos debido a su
mayor nivel de educación técnica; esas empresas de zonas francas han emigrado de Costa Rica
principalmente hacia Honduras y El Salvador.
Por lo tanto, las empresas nicaragüenses tendrán que invertir más en tecnología. Los empresarios o
productores que no puedan producir con mayor tecnología y, por ende, con mayor eficiencia,
tendrán que salir del mercado. La dolarización es una presión para mejorar el perfil tecnológico del
aparato productivo del país, lo cual implica, en algunos casos, un menor uso de mano de obra y, en
otros casos, un empleo de recursos humanos más calificados. Es necesario, por consiguiente,
asignar más recursos presupuestarios a la educación y la capacitación técnica de los trabajadores.
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Dolarización vs Pobreza
Por eso, la pregunta de que si la dolarización va a eliminar o no la pobreza debe tener una
respuesta muy cuidadosa. Una de las primeras conclusiones sobre la pobreza humana
nicaragüense en 2001 es que la pobreza rural es más grave que la pobreza urbana, ya que el
67.8 por ciento de las personas que viven en el campo son pobres y muy pobres,
comparados con el 30.1 por ciento de los que viven en las ciudades. Además, mientras el
41.7 por ciento de la población total del país vivía en las áreas rurales, éstas concentraban el
54.7 por ciento del total de pobres y el 76.0 por ciento de los extremadamente pobres.
En esa situación de pobreza, si el Estado no logra facilitar el incremento y el
fortalecimiento de los rendimientos agropecuarios por la vía de una adecuada transferencia
de tecnología y una mejor capacitación técnica, sin vincularlos a una efectiva estrategia
agroindustrial, habrá un excedente de mano de obra en el campo que buscará cómo emigrar
a las ciudades.
La estrategia gubernamental para combatir la pobreza indica que el crecimiento económico
es la clave para que los nicaragüenses dejen de ser pobres. Esta es una posición bastante
romántica e ilusoria. Entre el crecimiento económico y el bienestar no existe una relación
automática. La estrategia ignora la solución de los problemas de la distribución del ingreso
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y de la composición sectorial del crecimiento económico y, aún más, la concentración del
futuro crecimiento económico entre los pobres. Las empresas nicaragüenses podrían ser
más competitivas y más rentables, y el crecimiento económico del país podría también ser
más alto que el 4.5 por ciento promedio anual en el quinquenio 2001-2005, tal como se ha
reprogramado en dicha estrategia, pero todo eso no significa necesariamente que la mayoría
de los nicaragüenses dejarán de ser pobres.
El logro de una mayor competitividad y rentabilidad empresarial, y de un mayor
crecimiento de la producción, podría implicar el aumento de la pobreza humana, por lo cual
siempre estará presente un reto muy complicado en las políticas económicas y sociales,
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consistente en elevar los ingresos y la calidad del nivel de vida de la población.
La economía global, como señalábamos anteriormente, establece precios globales pero aún
no establecido salarios globales. Las empresas de zonas francas, por ejemplo, contratan al
menor costo los recursos humanos y los recursos naturales, presionando por mantener bajos
los salarios y mantener el acceso a los recursos naturales. Esto, por supuesto, atenta contra
la productividad y el bienestar de la población. El crecimiento económico, en este
escenario, se basa en la ventaja competitiva de la pobreza, y la pobreza se reproduce con
este tipo de crecimiento.
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salariales.
La distribución del ingreso en Nicaragua ha sido tradicionalmente desigual. De acuerdo con
los datos de la Encuesta de Medición del Nivel de Vida 1998, el 20 por ciento de los
hogares más pobres de Nicaragua percibió el 0.4 por ciento del ingreso total, mientras que
el 20 por ciento más rico de los hogares, recibió el 67.5 por ciento. Esta distribución del
ingreso no es un resultado económico del funcionamiento del mercado en Nicaragua, sino
que es el punto de partida del funcionamiento del mercado en nuestro país.
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Con la sobrevaluación, la gente cree que
gana más, tiende a
consumir mucho, en
especial
bienes importados, el
déficit comercial se
expande y la deuda
externa aumenta. La
dolarización exige
un tipo de cambio
estable, un valor del
córdoba «correcto».
El tipo de
cambio que se vaya a
utilizar para convertir
la base monetaria en
córdobas a dólares nodeberá
estar muy sobrevaluado ni
muy subvaluado.
Si el tipo de cambio usado para la dolarización estuviese muy subvaluado, que no es el caso de Nicaragua,
perjudicará a los consumidores de bienes importados; por otro lado, si el tipo de cambio estuviese muy
sobrevaluado, que es el caso de Nicaragua, perjudicará a los exportadores. Y ambas situaciones
obstaculizarían el crecimiento económico con el dólar como única moneda de curso legal.
Por lo tanto, la posible sorpresa cambiaria que ocurriría en Nicaragua en el momento que se
decida la dolarización oficial de la economía, ajustará los salarios hacia abajo, y las familias
que están más abajo en la distribución del ingreso saldrán perdiendo. Los que hubiesen
comprado dólares antes de la dolarización oficial, por supuesto, saldrán ganando.
Los retos frente a la dolarización
Ante esta muy probable situación, el Estado tiene que facilitar un esfuerzo sistemático tanto en el empleo –
propiciando un clima estable para la inversión y una mayor certeza jurídica como en la productividad –
impulsando la educación y la capacitación técnica-, con el fin de mejorar y fortalecer el salario real. Si no
fuese así, se perpetuaría la rentabilidad de las empresas sobre la pobreza de la población.
Basado en todo lo expuesto anteriormente, el gasto social demanda concentrarse en una mayor cobertura y
eficiencia de la educación. Sin educación no hay crecimiento económico sostenible ni posibilidad para
erradicar la pobreza. Las medidas para reducir la pobreza no van a beneficiar en el corto plazo a quienes se
han estado beneficiando de la pobreza, salvo en el mediano y largo plazo si han elevado el nivel
tecnológico en sus actividades productivas y hayan aumentado la competitividad de las empresas.
En conclusión, el papel del Estado es muy importante para reducir el costo social inherente a la
dolarización oficial: más educación, más salud, más transferencia de tecnología, más infraestructura
económica moderna, más solidez del sistema financiero, más protección de los recursos naturales y del
medio ambiente, más protección a la población excluida del progreso humano, consolidación del estado de
derecho. Y una tarea más: evitar que las empresas sean competitivas y rentables sobre la base de la
reproducción de la pobreza y del deterioro de los recursos naturales.
En una economía dolarizada oficialmente, sin políticas cambiaria y monetaria, la política
fiscal debe ser sólida y flexible para garantizar el crecimiento económico y reducir la pobreza, mediante la
reducción de la participación de los impuestos indirectos en la recaudación tributaria, una alta inversión
social y la transferencia de una tecnología más adecuada; por su parte, la política laboral debe garantizar la
estabilidad laboral y un creciente salario real sobre la base de una mayor productividad. Esos son los
desafíos que afrontamos para minimizar el costo social de la dolarización.