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Vol. 4 Nº 1 págs. 1-12.

2006
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2006.04.001
www.pasosonline.org

De tesoro ilustrado a recurso turístico: el cambiante significado del


patrimonio cultural 1

Esther Fernández de Paz †


Universidad de Sevilla (España)

Resumen: Desde el momento en que Europa sacralizó un determinado conjunto de objetos y los convir-
tió en referentes patrimoniales activados y protegidos por los representantes de la cultura oficial, hasta el
presente, mucho se han ensanchado los estrechos límites patrimoniales; se ha superado la concepción
objetual, historicista y esteticista para abarcar todo el conjunto de bienes de valor cultural. El patrimonio
deja así de ser contemplado exclusivamente como un tesoro histórico-artístico para pasar a convertirse
en algo mucho más valioso: en elementos -materiales e inmateriales- fundamentales para comprender
nuestra identidad. No obstante, la creciente demanda turística de supuestas autenticidades está hoy pro-
vocando que este patrimonio se oferte, en no pocas ocasiones, como la expresión de un pasado idealiza-
do.

Palabras clave: Cultura; Patrimonio; Identidad; Museología; Legislación.

Abstract: From the moment when Europe considered sacred a certain set of objects and converted them
into heritage referents that were activated and protected by the representatives of the official culture, the
border line of the heritage concept has been really much broadened. The conception of the heritage as an
"object", historicist and conditioned by the aesthetic is being surpassed. The new concept includes all the
set of cultural value goods of culture value. Now heritage is not contemplated exclusively as a historical-
artistic treasure and starts to symbolize something much more valuable such as material and immaterial
elements that are fundamental to understand our identity. However, today the increasing tourist demand
of these supposed authenticities is causing that this patrimony is being offered in many occasions as the
expression of an idealized past.

Keywords: Culture; Heritage; Identity; Museology; Legislation


• Esther Fernández de Paz es profesora titular de la Universidad de Sevilla. Integrante del Grupo de Investigación
“Patrimonio Etnológico: Recursos Socio-Económicos y Simbolismo” (P.A.I., SEJ-418). Presidenta de la Comisión
Asesora de Etnología de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. E-mail: efpaz@us.es

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2 De tesoro ilustrado a recurso turístico ...

Introducción de cultura no son anteriores al siglo XVIII.


Cultura entendida como característica
Un hecho impensable no hace demasia- esencial de la existencia social de los hom-
dos años es el evidente interés que han bres, a diferencia de los demás seres vivos,
llegado a despertar en la actualidad todos y por la posibilidad de transmitir a sucesivas
cada uno de los aspectos relacionados con el generaciones pautas mentales y conductua-
patrimonio cultural: gestión, protección, les, en virtud de su capacidad de aprender
puesta en valor, normativa legal, forma- y comunicarse. Estas reflexiones derivan en
ción, interpretación y un largo etcétera. Tal la creencia en el poder del hombre para
cambio de actitud nos alerta acerca de las crear y transformar su propia cultura, para
sucesivas y variables consideraciones del ir perfeccionándola indefinidamente, lo que
propio concepto de patrimonio. conduce a los ilustrados a la convicción en
En principio, el término patrimonio nos un progreso universal, lineal e ilimitado. El
remite a la idea de unos bienes que se po- vocablo cultura desbanca así su primigenia
seen, ya sea por herencia o por haberlos ido acepción, hasta entonces limitada al cultivo
acumulando en el transcurso del tiempo. de la tierra, para pasar a significar el culti-
Pero esta idea no ha existido siempre ni en vo de la mente, la acumulación de conoci-
todos los lugares, y allá donde está presente mientos.
ni siquiera mantiene una misma valoración Pero no todos los saberes que la cultura
respecto a los bienes que lo integran. Algu- va creando son apreciados de igual manera.
nos de ellos pueden considerarse inaliena- En una sociedad fuertemente jerarquizada
bles, mientras que otros pueden desecharse siempre serán los sectores dominantes
sin que por ello se sienta afectada la inte- quienes dirijan y controlen, a través de sus
gridad patrimonial. instituciones, los criterios selectivos que
Estamos, por tanto, ante una construc- decidirán qué debe ser valorado, transmiti-
ción social y, como tal, históricamente mo- do y perpetuado de entre el cúmulo de ele-
dificable en función de los criterios o inter- mentos componentes de la cultura. Por ello,
eses que determinan nuevos fines en nue- tal concepto de la cultura sirve para presti-
vas circunstancias. Consiguientemente, el giar y separar las élites sociales en el seno
propio concepto de patrimonio debe ser de Occidente, a la vez que, con los mismos
culturalmente definido, lo que conlleva argumentos, se inicia la clasificación de
ahondar en las razones por las que se des- todos los pueblos del mundo.
tacan unos bienes sobre otros, en los modos Así, los primeros antropólogos decimo-
y usos a que se destinan, bajo qué categorí- nónicos, inmersos en las corrientes positi-
as y justificaciones son interpretados, y en vistas y evolucionistas del momento, pre-
los agentes implicados en tales decisiones. tenden reconstruir la historia de la huma-
Es decir, se hace necesario un análisis con nidad en sus distintos estadios evolutivos,
esa visión holística que practica la antropo- desde los “salvajes” hasta los “civilizados”,
logía para atender a la completa contextua- atendiendo a su mayor o menor grado de
lización de cualquier fenómeno cultural. desarrollo en una única posible escala evo-
Desde esta mirada antropológica vemos lutiva, cuyo cénit casualmente se encuentra
que, en principio, el concepto de patrimonio en la civilizada Europa.
cultural implica la asociación de dos con- Las críticas a esa gradación valorativa
ceptos -cultura y patrimonio-, extraordina- no llegarán hasta comienzos del siglo XX,
riamente polivalentes y de cambiantes sig- con la corriente de pensamiento conocida
nificados. De márgenes muy estrechos en como Particularismo Histórico, que pro-
origen, sólo la paulatina ampliación de sus pugna el reconocimiento de la singularidad
contenidos ha posibilitado el estado actual de cada cultura y, en consecuencia, el res-
de consideración y tratamiento de los bie- peto a la diversidad cultural. Sólo entonces
nes culturales integrantes del patrimonio. la palabra cultura refiere al conjunto dife-
En el panorama histórico, estos cambios renciado de costumbres, creencias e institu-
se han desarrollado con una gran rapidez. ciones sociales que caracterizan a cada
Como es sabido, los comienzos de las re- grupo humano. Desde ese momento, la an-
flexiones teóricas sobre el propio concepto tropología, aunque con planteamientos

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diversos, ha venido explicando que todas que se fueron añadiendo los botines de gue-
las sociedades, y a su vez todos sus sectores rra arrancados a los países dominados como
sociales, desarrollan su propia cultura y, confirmación del poder imperial.
como parte de ella, su específico patrimonio Esta política de incremento de fondos
cultural. museables, practicada en toda Europa,
No obstante, la concepción ilustrada de revela el convencimiento en el valor intrín-
la cultura sigue arraigada, y no sólo en las seco de los objetos patrimonializados, anu-
élites que idearon su contenido sino incluso lando por completo la relación con sus pro-
en las clases excluidas, a las que se les ha tagonistas: los pueblos que los heredaron,
transmitido con gran eficacia la minusvalo- los reproducen o los crean. Lejos de enten-
ración de su analfabetismo cultural del que derlos como los testimonios culturales de
sólo pueden escapar a través de la ense- un determinado colectivo, el patrimonio
ñanza reglada en las instituciones oficiales. acumulado acusa una transparente inten-
De ahí que el pueblo comience a reclamar cionalidad de prestigio, en la misma línea
su derecho al acceso a la “cultura”. mantenida por el coleccionismo privado,
aunque virando desde lo escuetamente in-
Patrimonio como tesoro dividual y clasista a la proclamación públi-
ca de la notoriedad de toda una nación, en
En estrecha relación con la considera- la demostración de su grado de civilización.
ción prevaleciente de cultura, el concepto de Ahí radica la motivación de las grandes
patrimonio comenzó a acuñarse con signifi- pinacotecas y museos de antigüedades de-
caciones interesadamente delimitadas. Si cimonónicos, por encima de su teórica fina-
su etimología, ceñida exclusivamente a la lidad de apertura a la instrucción y deleite
dimensión privada, significaba lo que el del conjunto de la sociedad.
hijo hereda del padre, cuando adquiere su De igual manera, los primeros museos
acepción pública contemporánea lo hace de antropológicos fueron concebidos como sim-
un modo restringido, en paralelo a la idea ples muestras de objetos exóticos, expolia-
dieciochesca de cultura: el patrimonio como dos de sus lugares de origen, con el propósi-
un “tesoro”, sólo integrado por las produc- to de exhibir visualmente la superioridad
ciones surgidas de los genios que atesti- de la cultura occidental. Junto a ellos, con-
guan el progreso ascendente de la civiliza- venientemente separados incluso en la de-
ción. Bajo tales premisas, los únicos ele- nominación (artes y tradiciones/costumbres
mentos dignos de ser conservados y trans- populares), comienzan a proliferar los mu-
mitidos serán determinados monumentos seos dedicados a nuestros propios primiti-
antiguos y ciertas obras artísticas singula- vos: las clases menos evolucionadas de la
res. Frente a ellos, la subcultura consistiría civilizada sociedad occidental. Un movi-
en los productos considerados desde esa miento que refleja el interés político volca-
óptica, como vulgares, inferiores y sin cali- do hacia los bienes considerados la esencia
dad; esto es, las creaciones del pueblo anó- de las tradiciones de un pueblo, en los mo-
nimo. mentos en que se hacía necesaria la afir-
De este modo, la filosofía ilustrada su- mación de las conciencias nacionales a tra-
pondrá el punto de no retorno para la con- vés de la presentación de una historia co-
sideración del valor histórico del patrimo- mún. Es de sobra conocido el uso de la ima-
nio heredado, a la vez que los principios gen mixtificada que de la “cultura popular”
revolucionarios serán los primeros en pro- hicieron los folkloristas del siglo XIX, con-
clamar el derecho del pueblo a la instruc- gelando una imagen idealizada y arcaizan-
ción pública, permitiéndole el acceso a la te de la vida rural.
contemplación de las obras sublimes del Pero ninguna de estas realizaciones cul-
arte y las antigüedades. Ello conduce a que turales formarán parte del patrimonio en-
en los primeros años de la era revoluciona- tendido como “tesoro”. Basta recordar las
ria francesa se abran una serie de museos denominaciones y contenidos de las prime-
disciplinares, recogiendo las obras confis- ras leyes que van dictándose en los distin-
cadas de las colecciones reales, nobiliarias y tos estados europeos, incluida nuestra Ley
eclesiásticas; y por encima de todos, el Mu- del Patrimonio Histórico-Artístico de 1933.
seo Napoleónico, embrión del Louvre, al En ella claramente continúa el menosprecio

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hacia toda producción que no responda a finalidad en sí misma, a la de tutela como


las valoraciones de la cultura oficializada, medio de valorización del patrimonio para
es decir, con suficiente antigüedad y el re- sus propios protagonistas. Y es que lo inte-
querido mérito artístico. Ni siquiera un resante de este proceso, además de su cre-
gobierno republicano es capaz, a la hora de ciente abarcabilidad, es la decisiva vincula-
normativizar, de plasmar la sensibilidad ción entre objetos y sujetos sociales, el valor
sociocultural que le acerque a las produc- que se da a los pueblos actuales como here-
ciones emanadas de las clases subordina- deros y transmisores de los bienes cultura-
das, sean propias o ajenas. les, a la vez que creadores de nuevos patri-
Lo más interesante, desde nuestro punto monios.
de vista, es analizar cómo a unos criterios Uno de los primeros grandes logros para
de tal subjetividad se les aplicó en seguida este avance conceptual fue la acuñación del
todo un corpus teórico justificador de la término “bien cultural”, que aparece por
pretendida cientificidad que guía estas de- primera vez en la Convención de la UNES-
cisiones. Se defiende así que las antigüeda- CO de 1954, a pesar de que la pormenoriza-
des son patrimonio con fundamento en su ción de bienes culturales aludidos en este
objetividad temporal y que el arte es elegi- texto mantiene los rígidos criterios al uso,
do en base a reconocidos cánones estéticos, centrados en lo histórico-artístico. No obs-
ocultando en ambos casos el proceso valora- tante, diez años después, la italiana Comi-
tivo de selección. sión Franceschini se adentró en un profun-
Junto a ello, cabe destacar la relación do análisis de esta expresión, hoy felizmen-
existente entre la vigente concepción pa- te recogida y asimilada en el lenguaje pa-
trimonial y la finalidad que su custodia trimonial.
debía cumplir. Así, la conservación de los Su principal valor radica en la supera-
objetos patrimoniales para su traspaso ín- ción del reduccionismo que encierra la idea
tegro a las futuras generaciones constituía de objeto, vigente hasta el momento, pro-
el objetivo último, reflejado en las preocu- poniendo un término amplio y capaz de
paciones administrativas en forma de celo- acoger otros referentes patrimoniales, sin
sos guardianes. De idéntica manera, se diferenciación entre lo material y lo inma-
hacía inevitable la defensa de que la misión terial. Al fin se va poniendo en cuestión el
primordial de un museo era la de conservar propio sentido del mero objeto físico, al
las colecciones encomendadas -de donde comprender que son los valores que se le
deriva la denominación de “conservador” de atribuyen a los objetos de referencia los que
museos, anacrónicamente mantenida-, a definen su significación cultural y los que
más de servir para los estudios de una élite justifican las razones argumentables para
privilegiada y como sutil arma propagan- su preservación. Por lo tanto, todo bien
dística de sus propios valores. cultural será definible, precisamente, a
partir del significado inmaterial que le
Patrimonio como cultura atribuyamos: testimonio de un aconteci-
miento histórico, de un modo de vida, de las
Para llegar a entender el patrimonio creencias de un colectivo, de la tecnología y
como el testimonio de la cultura de un pue- saberes utilizados para aprovechar los re-
blo, parece innegable el papel determinante cursos disponibles, etc. En definitiva, se
jugado por la antropología, precisamente entiende que todas y cada una de las pro-
por la extensión del concepto de cultura ducciones materiales de cualquiera de los
como la expresión colectiva de las experien- ámbitos de la vida en sociedad son el reflejo
cias y concepciones propias de cada grupo del mundo mental de quien las crea y utili-
humano, en permanente proceso de elabo- za, de donde proviene su valor inmaterial y,
ración. Sólo así ha podido ir ampliándose la consiguientemente, su posibilidad de ser
consideración de los bienes dignos de ser consideradas como bienes culturales.
protegidos, hasta culminar en una visión La influencia de estas consideraciones
integral y dinámica del patrimonio cultu- en nuestro ámbito cultural no se hace espe-
ral. rar. Y es que una de las características de
Una ampliación que hace virar, al propio la globalización de las relaciones contempo-
tiempo, la noción de conservación como ráneas es la autoridad de algunas estructu-

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ras político-jurídicas complejas que, en los modificadora del hombre.


asuntos patrimoniales, no puede desligarse Definitivamente, no sólo estamos ante
de una organización como la UNESCO, un cambio radical en la percepción de la
para quien uno de sus objetivos básicos fue cultura como globalidad sino que, además,
desde el principio contribuir al reconoci- la problemática acerca de la valorización y
miento y mantenimiento de la diversidad preservación del patrimonio cultural pasa-
cultural. ba a ser una cuestión mundial, no restrin-
En tal sentido se decantó la Declaración gida a los países occidentales. Una filosofía
de 1966 sobre los Principios de Cooperación que pretende expandir el respeto hacia el
Cultural Internacional, y su defensa de la patrimonio de todos los pueblos del mundo
dignidad y el derecho de todo pueblo a des- y evitar cualquier acción de expolio preme-
arrollar su cultura. Atendiendo a los infor- ditado, sea por negligencia, guerras, inter-
mes encargados al antropólogo Lévi- cambios, o por su drástica destrucción ante
Strauss, se pone de relieve el carácter vivo criterios de modernización o de reinterpre-
y dinámico de las culturas y la necesidad de tación de sus significados ideológicos.
garantizar la libre evolución de cada una de No obstante, a todas estas circunstan-
ellas. Dicho de otra manera, se manifiesta cias continuamos asistiendo, porque es fácil
la necesidad de salvar la propia diversidad comprender que ni el arbitrio de algunos
cultural antes que centrarse en interven- dirigentes ni la solidez de algunas de las
ciones patrimoniales conservacionistas. nociones fuertemente interiorizadas pueden
Pero para alcanzar tal objetivo resulta modificarse por su sola disposición legal.
imprescindible el reconocimiento jurídico Pero es más, la propia UNESCO realizó un
del patrimonio etnológico, tarea nada fácil valiente ejercicio de autocrítica en 1992,
dado el peso de las categorías valorativas cuando se conmemoraba el vigésimo ani-
de la ideología dominante. Por ello vamos a versario de la Convención. En él se puso de
ir encontrando ligerísimas concesiones, manifiesto que, a pesar de los expresos
como en la Recomendación de París de deseos de respetar la diversidad cultural y
1968, donde al fin aparece el término “etno- a pesar de los avances conceptuales en los
lógico”, aunque con un claro sesgo histori- contenidos de los bienes culturales, la rea-
cista porque viene limitado a los bienes lidad era que, a través de la Lista del Pa-
culturales vestigios de civilizaciones des- trimonio Mundial, se había privilegiado
aparecidas. una visión monumentalista y en concordan-
En ese gradual avance hay que destacar, cia con los valores y los cánones estéticos
sin duda, la renombrada Convención de occidentales. La lectura estadística de la
1972 sobre la Protección del Patrimonio Lista elaborada hasta el momento detecta-
Mundial Cultural y Natural. En ella se ba importantes desequilibrios, tanto en
defiende expresamente un patrimonio con- cuanto a la distribución geográfica como a
formado tanto por los testimonios del pasa- la categoría de los bienes inscritos: sobre-
do que contribuyen a definir la memoria rrepresentación de bienes culturales euro-
colectiva de los pueblos, como por las ex- peos y norteamericanos, fuerte predominio
presiones del presente que nos hablan de su de edificios religiosos y mayoritariamente
vitalidad cultural. En consecuencia, se re- de la cristiandad, y clara preponderancia de
coge el interés etnológico en equidad con las ciudades históricas y de civilizaciones des-
restantes categorías de bienes culturales, aparecidas en detrimento de las culturas
dando cabida a los lugares, bienes y activi- vivas. La realidad, por tanto, evidenciaba
dades que forman parte del bagaje más que la Lista no era de la Humanidad sino
modesto y cotidiano de los pueblos. La vieja de unos pocos países.
imagen monumentalista que limitaba sus Ese mismo análisis sacó a la luz tam-
referentes a las obras materiales más pres- bién la desproporción entre bienes cultura-
tigiosas del pasado, amplía así su valora- les y naturales inscritos, y la necesidad de
ción a los elementos, materiales o inmate- desencajonar estas dos categorías. Poco a
riales, que reflejan el modo de vida de un poco se había ido comprendiendo que la
determinado colectivo, sin olvidar los pro- interacción entre el hombre y su entorno
pios bienes ambientales en los que inevita- hacía estéril la dicotomía naturaleza-
blemente se deja sentir la intervención cultura: los pueblos adaptan el espacio en

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el que viven y dejan la huella de su cultura. que la Ley de Patrimonio Histórico Español
Con esta visión mucho más antropológica, de 1985 recogió implícitamente los dictá-
el Comité del Patrimonio Mundial adoptó menes internacionales y, evidentemente,
entonces la categoría de “paisajes cultura- incluyó al fin el reconocimiento jurídico del
les”, para intentar conseguir que la Lista patrimonio etnológico. Sin embargo, esta
deje de ser un mero catálogo de monumen- ley (actualmente en fase de revisión) optó
tos y refleje realmente la pluralidad de por el adjetivo “Histórico” para designar el
culturas generadas por la humanidad. conjunto de los bienes susceptibles de pro-
A todo ello no fue ajeno el hito que había teger, acrecentar y transmitir. Bien es cier-
supuesto, sólo tres años antes, las Reco- to que la elección de lo histórico como con-
mendaciones sobre la Salvaguarda de la cepto unificador no implicará ya una des-
Cultura Tradicional y Popular, como parte cripción formal y limitadora de los bienes
fundamental del patrimonio universal, a la integrantes del patrimonio, sino la concep-
vez que abrió el camino para que en 1998 se ción de su valor de “historicidad” como tes-
estableciera la creación de una Lista especí- timonios de la cultura, tal como lo desarro-
fica para las Obras Maestras del Patrimo- lló la teoría italiana de los bienes cultura-
nio Oral e Inmaterial de la Humanidad. les. Pero en esta elección también resulta
En suma, en el transcurso de apenas evidente la incidencia del factor temporal
medio siglo se ha recorrido todo un camino en la consideración de las categorías patri-
que nos ha llevado desde el exclusivismo de moniales, dada la larga tradición conserva-
determinadas obras singulares del arte o la cionista volcada sobre el patrimonio, que no
historia, a la consideración de la cultura se aviene con el sentido dinámico y cam-
como un bien a proteger en sí mismo. biante inherente a la cultura.
Además de ello, el término histórico, a la
Patrimonio como identidad vez que compendia el valor común del con-
junto patrimonial, tendrá que aparecer
La culminación de todo este proceso re- después como una más de las categorías de
mite directamente a la identidad cultural. bienes a proteger, lo que sin duda provoca
Resulta innegable que la defensa del pa- confusiones entre ambas acepciones que no
trimonio propio de cada comunidad puede son equiparables ni en significado ni en la
actuar, hoy más que nunca, como reafirma- amplitud de sus contenidos.
ción de las identidades frente al empuje del En este camino, es tremendamente sig-
uniformismo cultural: la puesta en valor de nificativo analizar la opción elegida por
las costumbres, la gastronomía, la arquitec- cada una de las comunidades autónomas
tura, los rituales, las técnicas, las artes, las para la denominación genérica de sus pro-
expresiones y demás elementos componen- pias leyes de patrimonio. No por casualidad
tes de cada cultura, se convierten en refe- fueron las leyes vasca (1990), catalana
rencias identitarias ineludibles. (1993) y gallega (1995) las primeras que se
En lógica consonancia, el actual concep- pronunciaron por el adjetivo “Cultural”.
to de patrimonio demanda la adopción del Ninguna de las tres comunidades olvida
vocablo “cultural”, un término comprensivo mencionar en sus Preámbulos la especifici-
de los más diversos grupos de interés de dad cultural que supone el patrimonio para
bienes patrimoniales, por ser todos ellos sus respectivas identidades. Son, sin duda,
construcciones culturales que interconexio- verdaderas declaraciones de principios so-
nan sus significados, demostrando la inuti- bre la trascendencia de los bienes cultura-
lidad de atender alguno de los aspectos en les en la conformación histórica del territo-
exclusiva si en verdad se pretende una con- rio en el que se encuentran y su aportación
textualización global que sirva para com- a la identidad étnica del pueblo que hoy la
prender la identidad de los pueblos; y no habita, resaltando además lo que supone su
sólo como referencias históricas conforma- aportación a la cultura universal.
doras del presente cultural, sino precisa- Por el contrario, las que prefirieron
mente por su significación de marcadores mantener la denominación de “Histórico”-
identitarios para los colectivos que lo crea- Castilla-La Mancha (1990) y Andalucía
ron y lo utilizan. (1991) las primeras-, encabezan sus
En el caso de España, todos sabemos Preámbulos con la trascripción de los artí-

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culos constitucionales y estatutarios que les terés” histórico, artístico, etnográfico, cien-
posibilitan ocuparse de la custodia de sus tífico, etc., como única circunstancia califi-
propios bienes culturales. Es como si úni- cadora de los bienes patrimoniales, abierta
camente asumieran la distribución de las al juicio de su disciplina correspondiente.
obligaciones patrimoniales por ubicaciones Sin embargo, hay que resaltar la contradic-
territoriales, aceptando la responsabilidad ción existente entre esa definición genérica
de su preservación pero sin aludir, como las e igualitaria para todo tipo de bienes y la
anteriores, al sentido y a la importancia de individualización que se traza a continua-
dichos bienes para la autoidentificación de ción sólo de algunas de las categorías. Una
sus gentes con su cultura propia y diferen- distinción que corrobora cómo aún no se ha
ciada. superado la identificación prioritaria del
Después de ellas sigue observándose patrimonio con lo histórico-artístico, puesto
idéntica relación: las leyes de la Comunidad que estas categorías simplemente se en-
Valenciana (1998), Cantabria (1998), Ara- cuadran en el régimen general establecido
gón (1999), Asturias (2001) y Castilla y para los bienes muebles e inmuebles, mien-
León (2002) se presentan como de Patrimo- tras que otras parecen precisar una defini-
nio “Cultural”, mientras que las de Madrid ción y descripción pormenorizada dentro
(1998), Islas Baleares (1998) y Canarias del propio texto legal.
(1999) como de Patrimonio “Histórico”, si Analizando al contenido de las definicio-
bien ésta última sí hace referencia al sopor- nes de patrimonio etnológico, comprobamos
te que supone su patrimonio para la actual que es el adjetivo “tradicional” el elegido
identidad canaria. Por su parte, Extrema- desde el principio para delimitar los bienes
dura (1999) decidió no decantarse y bauti- subsumidos en esta categoría. Un rasero,
zar su ley con ambos términos, Histórico y no exento de polémica, que la ley andaluza
Cultural; indefinición que ya está manifes- sustituyó por el de las formas “relevantes”
tando por sí misma una clara actitud, muy de la cultura. Tras ella, todas las leyes pos-
recientemente superada por La Rioja teriores continúan prefiriendo la acotación
(2004), cuya ley se rubrica como “Cultural, de lo tradicional, con la única excepción
Histórico y Artístico”. hasta el momento de la ley cántabra.
Estamos, en nuestra opinión, ante uno En nuestra opinión, lo relevante, lo sig-
de los aspectos más interesantes y quizá nificativo o lo tradicional de cada cultura
menos analizado del patrimonio: el reflejo son, en una gran medida, conceptos plena-
del sentimiento de identidad (étnica, regio- mente coincidentes y referenciales de sus
nal o nacional) que se recoge en las legisla- aspectos identitarios. El gran problema es
ciones patrimoniales autonómicas, a partir la errónea significación que ha llegado a
del cual definen, interpretan y valoran sus adquirir el término tradicional en el len-
respectivos patrimonios culturales. Sin guaje cotidiano. Una equivocación debida
olvidar el detalle que supone la mayor o en muy gran medida a los primeros estu-
menor presteza en editar una normativa dios sobre esta parte de la cultura no erudi-
propia, e incluso la todavía ausencia de ese ta, realizados por los románticos, folkloris-
texto legal en algunas comunidades que tas y nacionalistas que consiguieron fijar,
parecen preferir regirse por la común legis- desde el siglo XIX, la falsa idea de cultura
lación estatal. tradicional como un compartimento estan-
Otra de las diferencias, no menos rele- co, aislado e inmutable, en el que las ver-
vante, entre las diversas leyes patrimonia- daderas esencias del carácter de un pueblo
les la encontramos en las mismas definicio- luchan por mantenerse, en oposición a los
nes del patrimonio etnológico o patrimonio cambios promovidos por la cultura urbana,
etnográfico, obviando incluso el hecho del industrial y moderna.
uso indistinto de uno u otro término. Desde nuestra visión, tradición equivale
En principio, la propia existencia de ta- a esa herencia cultural que cada quien re-
les definiciones nos parece un dato a anali- cibe como individuo integrante de una de-
zar en sí mismo por cuanto supone un des- terminada sociedad en un concreto momen-
igual tratamiento legal. En la actualidad, to histórico. Una herencia integrada por
todas las definiciones generales de patri- conocimientos no oficializados ni institucio-
monio (Histórico o Cultural) aluden al “in- nalizados, adquiridos básicamente a través

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de la imitación, que proporcionan las claves nio cultural.


diferenciadoras de cada cultura. En suma,
todo aquello que desde la visión “culta” de Patrimonio como recurso
la cultura no tiene ninguna importancia y
que, sin embargo, constituye el fundamento Además de esto, un nuevo aspecto ha
para la identidad cultural de los miembros venido a complicar aún más el ámbito de
de una sociedad. nuestro patrimonio cultural. Nos referimos
Pero esa herencia, a la vez que se conso- a su puesta en valor como recurso económi-
lida como propia al grupo de pertenencia, co. Una estrategia que actualmente preside
siempre recibirá el aporte de nuevas expe- la práctica totalidad de las políticas patri-
riencias culturales, en un continuo proceso moniales, al amparo de las directrices ini-
de acumulación y selección de lo considera- ciadas por el Consejo de Europa y con el
do mayoritariamente relevante. De esta refuerzo que suponen los programas y fon-
manera será transmitida a los nuevos dos estructurales de la Unión Europea en
miembros, quienes reiniciarán el ciclo en su intento por remontar los desequilibrios
base a la cultura recibida. De hecho, no regionales.
existe ningún elemento cultural, ni siquiera En no pocas ocasiones estas políticas es-
las expresiones, formas o rituales conside- tán consiguiendo subvertir por completo el
rados más invariables, que no se vayan sentido y finalidad de la tutela patrimonial,
modificando en su adaptación al devenir porque tampoco entonces los bienes cultu-
histórico; ámbito rural y clases populares rales son considerados como el conjunto de
incluidas. las manifestaciones y testimonios que con-
En definitiva, el patrimonio etnológico tribuyen a explicar y dotar de significado
está conformado por los bienes culturales los rasgos culturales de un colectivo. El
que no son fruto de la unicidad ni de la interés se centra exclusivamente en la pro-
genialidad, sino justo por aquéllos que reve- tección de los elementos más atrayentes a
lan las pautas pasadas y presentes segui- los potenciales visitantes, en el afán por
das por cada colectivo, en su continuidad y obtener la mayor rentabilidad económica
discontinuidad, para producir y reproducir posible.
su identidad. Es claro que en los centros urbanos es el
Precisamente por ello, la finalidad últi- patrimonio monumental el que concentra
ma de la tutela patrimonial ya no puede ser toda la atención: los barrios históricos y
otra que la de servir como referente identi- determinados edificios singulares, a los que
tario para sus protagonistas: el grupo se agregan, cada vez con más frecuencia,
humano que lo recibe, lo usa, lo transforma museos construidos en inmuebles especta-
y lo traspasa en consonancia con su propia culares, ya con valor por sí mismos inde-
dinámica cultural. De ahí la trascendencia pendientemente de su contenido y en los
de las legislaciones autonómicas en materia que no olvidan incluir ninguno de los servi-
de patrimonio cultural, al configurarse el cios propios de un centro comercial (tien-
conocimiento y la cercanía como las mejores das, librerías, cafeterías, etc.). La meta
garantías para la correcta puesta en valor perseguida no parece ser otra que alcanzar
de un patrimonio propio. una masiva afluencia de público, como efec-
Sin embargo, no cabe duda de que este tivamente se logra.
proceso presenta también su reverso nega- Al lado de esto, el patrimonio etnológico
tivo, pues claramente amplifica el riesgo de en las grandes ciudades no interesa como
manipulación ideológica. La evidencia, ya atracción turística. Basta comprobar cómo,
largamente demostrada, de que de una día a día, se cierran talleres artesanos, se
selección interesada de bienes culturales se especula con viviendas singulares pero sin
deriva una interpretación sesgada, aunque importancia desde el punto de vista históri-
disfrazada de aséptica objetividad, está co-artístico, se demuelen patios de vecinos,
alcanzando en los últimos tiempos, en de- plazas, comercios considerados obsoletos, y
terminados lugares, unas proporciones todo aquello a lo que no se le suponga nin-
realmente alarmantes, lo que supone un gún beneficio económico. Claramente la
verdadero obstáculo en el camino ya abierto mentalidad economicista aplicada al patri-
para la adecuada comprensión del patrimo- monio ha alcanzado, no ya a la sociedad en

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Esther Fernández de Paz 9

general, sino incluso a los organismos e gráfico” o de “artes y costumbres popula-


instituciones encargados de la custodia de res”. Tal proliferación podría hacer creer
todo el patrimonio, incluido el etnológico, que al fin los dirigentes de estas zonas han
ante presiones urbanísticas o mercantilis- comenzado a valorar realmente los elemen-
tas que consiguen hacer olvidar su valor tos de su patrimonio etnológico y que sus
cultural y la obligación de preservar su habitantes han comprendido la trascenden-
memoria. cia de preservar unos referentes claves
Pues bien, tal como siempre ocurre, és- para entender su identidad cultural. Pero
tas son las pautas que sirven de modelo e la realidad es que prácticamente sin varia-
intentan imitarse en cualquier punto de la ción, vemos cómo estos museos locales es-
geografía rural: volcarse igualmente hacia tán trazados desde la más acientífica reite-
los testimonios más monumentales o más ración de objetos tradicionales en desuso,
antiguos posibles, como si con ello pudiera pertenecientes a un mundo rural que no
acreditarse la notoriedad e importancia del tiene nombre propio ni época concreta ni
lugar en cuestión. Sólo cuando se carece de territorio definido ni, consiguientemente,
estos potenciales, se recurre al modesto relación alguna con la configuración actual
patrimonio etnológico, porque desde luego de una determinada comunidad.
no se renuncia a atraer visitantes. Y a tal Si, por el contrario, se supieran seleccio-
fin no queda más que la recreación de sus nar adecuadamente los elementos patrimo-
más puras tradiciones. Bajo tales premisas, niales relevantes de unas formas de vida
al patrimonio etnológico se le aplican mi- determinadas, pasadas y presentes, el re-
méticamente los viejos criterios selectivos sultado sería que cada población podría
de antigüedad, escasez y excepcionalidad, y profundizar en el conocimiento de su propia
con unos esquemas claramente conserva- cultura y aprender de las culturas ajenas,
cionistas que en nada se adecuan a su sen- lo que imperceptiblemente conduciría al
tido de expresión colectiva de un sistema respeto por la diversidad cultural, enten-
cultural diferenciado. diéndola como respuestas adaptadas a la
De entrada, muchas de las reconstruc- variedad de ecosistemas, especificidades
ciones realizadas expresamente para el históricas, tradiciones culturales, ocupacio-
turismo son meras teatralizaciones perfec- nes y actividades, sectores y clases sociales
tamente orquestadas, que a veces ni siquie- existentes, etc. El problema es que este
ra recrean la propia imagen sino la que se lento aprendizaje casa muy mal con las
entiende que el turista espera encontrar. aspiraciones de rentabilidad económica
En estos casos, nos hallamos con pueblos inmediata.
reconstruidos para cultivar su ruralidad, su Lo que tampoco parece tenerse en cuen-
tipismo, sus artesanos, su autenticidad en ta es que, además de perder el beneficio
suma, convirtiendo incluso a los propios sociocultural inherente a la adecuada reva-
habitantes en parte del pintoresquismo que lorización del patrimonio, esta inclinación
se quiere ofrecer. Y es que, realmente, sin hacia el sector turístico está llevando a no
atender a la dinámica cultural, y a veces ni pocas poblaciones al abandono de ciertas
tan siquiera a la propia voluntad de sus actividades tradicionales que, siempre con-
protagonistas, muchos gestores “culturales” venientemente encauzadas a las realidades
se esfuerzan por mantener un estatismo actuales, podrían mantener su plena vigen-
conservacionista en las “tradiciones”, para cia económica y ocupacional, y sin depender
evitar que su pérdida repercuta en el des- de las inevitables fluctuaciones propias del
censo del interés turístico; de esos turistas fenómeno turístico.
urbanos que anhelan envolverse momentá- Quizá ahí radique una de las causas del
neamente en espacios y modos de vida en auge que está tomando hoy día la vuelta a
los que proyectar la imagen neorromanti- la actividad artesana, muy especialmente
zada de un pasado de bondades imagina- en el mundo rural, pero con un llamativo
das. proceso de selección. Quiere esto decir que
No obstante, quizá el reflejo más consta- no se promueven las artesanías realmente
table de tales políticas es el afán que ac- imbricadas con la vida cotidiana de las co-
tualmente manifiesta cada pequeña locali- munidades en que se insertan, sino exclusi-
dad por contar con su propio museo “etno- vamente las consideradas atractivas, esté-

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10 De tesoro ilustrado a recurso turístico ...

ticas, vendibles al turista. Son una réplica mientos, como dañinas a sus intereses y
comercializada: objetos que modifican sus difícilmente se conseguirá algún resultado
formas, tamaños y calidades, que añaden el positivo.
sello de “hecho a mano” como reclamo nos- En segundo lugar, hay que contar con
tálgico de tiempos anteriores, y lo acompa- los profesionales especializados, capaces de
ñan del inexcusable “recuerdo de...”, esa intervenir en la correcta gestión del patri-
pretendida marca de autenticidad que jus- monio cultural. Y esto es especialmente
tamente indica lo contrario, o sea, que es notorio para el patrimonio etnológico, pre-
un objeto hecho expresamente para un com- cisamente por su modestia y su cotidiani-
prador que precisa de etiquetas rememora- dad, características que parecen diluir la
tivas de sus pasos. Comprador al que cier- necesidad de un experto, a diferencia del
tamente suele interesarle bien poco la sig- conocimiento preciso que se solicita para el
nificación que esa actividad tiene para sus tratamiento de otras categorías de bienes
artífices. culturales.
En resumen, de lo que se trataría es de Todavía hoy es difícil transmitir a los
adecuar realmente las políticas centradas políticos que tienen encomendada la custo-
en el binomio Patrimonio-Turismo, de ma- dia del patrimonio cultural, la enorme com-
nera que no se conviertan en una manipu- plejidad y la innegable trascendencia que
lación de las identidades al servicio de unos reviste su estudio, valoración y restitución,
intereses meramente economicistas. Pen- así como el hecho incuestionable de que de
samos que es perfectamente compatible las decisiones tomadas al respecto depen-
lograr la verdadera puesta en valor de los derá el futuro de los bienes que hoy lo con-
elementos patrimoniales y que ello revierta forman: la desaparición definitiva, la con-
en el desarrollo económico y cultural de sus servación anquilosada, la pervivencia real
gentes. de viejos usos, o la resemantización deriva-
Pero para esto es imprescindible, en da del desarrollo de nuevos valores simbóli-
primer lugar, que el conjunto de la sociedad cos.
entienda con claridad el valor de su patri-
monio. Ya la ley estatal de 1985 manifesta- Bibliografía
ba el convencimiento de que “el Patrimonio
Histórico se acrecienta y se defiende mejor Abad Liceras, J.M.
cuanto más lo estiman las personas que 2003 Administraciones Locales y Patrimo-
conviven con él”. Una afirmación tan irrefu- nio Histórico. Madrid: Montecorvo.
table como irrealizable si no se entiende Achucarro Pintos, V. y otros
con claridad que para que el conjunto de la 1997 El Patrimonio Intangible. Mar del
sociedad valorice el patrimonio, tiene que Plata: Centro Internacional para la Con-
sentirlo como algo propio y no como esas servación del Patrimonio de Argentina.
joyas del pasado que ennoblecen a la nación Agudo Torrico, J.
-y a sus propietarios- pero que nada apor- 1999 “Cultura, patrimonio etnológico e
tan a su identidad cultural. Ahí radica la identidad”, Boletín del Instituto Andaluz
artificialidad que siempre ha supuesto una del Patrimonio Histórico 29: 36-45.
activación de arriba-abajo en vez de ir des- Aguilar Criado, E. (coord.)
de la base creadora hacia las instituciones 1999 Patrimonio Etnológico. Nuevas Pers-
encargadas de su custodia. pectivas de Estudio. Serie Cuadernos, X.
Las actitudes al respecto son muy evi- Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimo-
dentes. Cuando la sociedad se identifica con nio Histórico.
su patrimonio, tal como ejemplifican mu- Blanc Altemir, A.
chas asociaciones actuales, se hacen inne- 1992 El Patrimonio Común de la Humani-
cesarias las reglamentaciones administra- dad. Hacia un Régimen Jurídico Inter-
tivas puesto que ella misma se convierte en nacional de su Gestión. Barcelona:
su principal custodio. En caso contrario, las Bosch.
medidas legales encaminadas a su protec- Bolaños, M.:
ción y restitución pueden llegar a ser inter- 2003 “Ideales ilustrados, prácticas burgue-
pretadas, tanto por los vecinos como en no sas. La génesis intelectual del museo
pocas ocasiones por los propios ayunta- público”, Mus-A, 2: 88-92.

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