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2006
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2006.04.001
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Resumen: Desde el momento en que Europa sacralizó un determinado conjunto de objetos y los convir-
tió en referentes patrimoniales activados y protegidos por los representantes de la cultura oficial, hasta el
presente, mucho se han ensanchado los estrechos límites patrimoniales; se ha superado la concepción
objetual, historicista y esteticista para abarcar todo el conjunto de bienes de valor cultural. El patrimonio
deja así de ser contemplado exclusivamente como un tesoro histórico-artístico para pasar a convertirse
en algo mucho más valioso: en elementos -materiales e inmateriales- fundamentales para comprender
nuestra identidad. No obstante, la creciente demanda turística de supuestas autenticidades está hoy pro-
vocando que este patrimonio se oferte, en no pocas ocasiones, como la expresión de un pasado idealiza-
do.
Abstract: From the moment when Europe considered sacred a certain set of objects and converted them
into heritage referents that were activated and protected by the representatives of the official culture, the
border line of the heritage concept has been really much broadened. The conception of the heritage as an
"object", historicist and conditioned by the aesthetic is being surpassed. The new concept includes all the
set of cultural value goods of culture value. Now heritage is not contemplated exclusively as a historical-
artistic treasure and starts to symbolize something much more valuable such as material and immaterial
elements that are fundamental to understand our identity. However, today the increasing tourist demand
of these supposed authenticities is causing that this patrimony is being offered in many occasions as the
expression of an idealized past.
†
• Esther Fernández de Paz es profesora titular de la Universidad de Sevilla. Integrante del Grupo de Investigación
“Patrimonio Etnológico: Recursos Socio-Económicos y Simbolismo” (P.A.I., SEJ-418). Presidenta de la Comisión
Asesora de Etnología de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. E-mail: efpaz@us.es
diversos, ha venido explicando que todas que se fueron añadiendo los botines de gue-
las sociedades, y a su vez todos sus sectores rra arrancados a los países dominados como
sociales, desarrollan su propia cultura y, confirmación del poder imperial.
como parte de ella, su específico patrimonio Esta política de incremento de fondos
cultural. museables, practicada en toda Europa,
No obstante, la concepción ilustrada de revela el convencimiento en el valor intrín-
la cultura sigue arraigada, y no sólo en las seco de los objetos patrimonializados, anu-
élites que idearon su contenido sino incluso lando por completo la relación con sus pro-
en las clases excluidas, a las que se les ha tagonistas: los pueblos que los heredaron,
transmitido con gran eficacia la minusvalo- los reproducen o los crean. Lejos de enten-
ración de su analfabetismo cultural del que derlos como los testimonios culturales de
sólo pueden escapar a través de la ense- un determinado colectivo, el patrimonio
ñanza reglada en las instituciones oficiales. acumulado acusa una transparente inten-
De ahí que el pueblo comience a reclamar cionalidad de prestigio, en la misma línea
su derecho al acceso a la “cultura”. mantenida por el coleccionismo privado,
aunque virando desde lo escuetamente in-
Patrimonio como tesoro dividual y clasista a la proclamación públi-
ca de la notoriedad de toda una nación, en
En estrecha relación con la considera- la demostración de su grado de civilización.
ción prevaleciente de cultura, el concepto de Ahí radica la motivación de las grandes
patrimonio comenzó a acuñarse con signifi- pinacotecas y museos de antigüedades de-
caciones interesadamente delimitadas. Si cimonónicos, por encima de su teórica fina-
su etimología, ceñida exclusivamente a la lidad de apertura a la instrucción y deleite
dimensión privada, significaba lo que el del conjunto de la sociedad.
hijo hereda del padre, cuando adquiere su De igual manera, los primeros museos
acepción pública contemporánea lo hace de antropológicos fueron concebidos como sim-
un modo restringido, en paralelo a la idea ples muestras de objetos exóticos, expolia-
dieciochesca de cultura: el patrimonio como dos de sus lugares de origen, con el propósi-
un “tesoro”, sólo integrado por las produc- to de exhibir visualmente la superioridad
ciones surgidas de los genios que atesti- de la cultura occidental. Junto a ellos, con-
guan el progreso ascendente de la civiliza- venientemente separados incluso en la de-
ción. Bajo tales premisas, los únicos ele- nominación (artes y tradiciones/costumbres
mentos dignos de ser conservados y trans- populares), comienzan a proliferar los mu-
mitidos serán determinados monumentos seos dedicados a nuestros propios primiti-
antiguos y ciertas obras artísticas singula- vos: las clases menos evolucionadas de la
res. Frente a ellos, la subcultura consistiría civilizada sociedad occidental. Un movi-
en los productos considerados desde esa miento que refleja el interés político volca-
óptica, como vulgares, inferiores y sin cali- do hacia los bienes considerados la esencia
dad; esto es, las creaciones del pueblo anó- de las tradiciones de un pueblo, en los mo-
nimo. mentos en que se hacía necesaria la afir-
De este modo, la filosofía ilustrada su- mación de las conciencias nacionales a tra-
pondrá el punto de no retorno para la con- vés de la presentación de una historia co-
sideración del valor histórico del patrimo- mún. Es de sobra conocido el uso de la ima-
nio heredado, a la vez que los principios gen mixtificada que de la “cultura popular”
revolucionarios serán los primeros en pro- hicieron los folkloristas del siglo XIX, con-
clamar el derecho del pueblo a la instruc- gelando una imagen idealizada y arcaizan-
ción pública, permitiéndole el acceso a la te de la vida rural.
contemplación de las obras sublimes del Pero ninguna de estas realizaciones cul-
arte y las antigüedades. Ello conduce a que turales formarán parte del patrimonio en-
en los primeros años de la era revoluciona- tendido como “tesoro”. Basta recordar las
ria francesa se abran una serie de museos denominaciones y contenidos de las prime-
disciplinares, recogiendo las obras confis- ras leyes que van dictándose en los distin-
cadas de las colecciones reales, nobiliarias y tos estados europeos, incluida nuestra Ley
eclesiásticas; y por encima de todos, el Mu- del Patrimonio Histórico-Artístico de 1933.
seo Napoleónico, embrión del Louvre, al En ella claramente continúa el menosprecio
el que viven y dejan la huella de su cultura. que la Ley de Patrimonio Histórico Español
Con esta visión mucho más antropológica, de 1985 recogió implícitamente los dictá-
el Comité del Patrimonio Mundial adoptó menes internacionales y, evidentemente,
entonces la categoría de “paisajes cultura- incluyó al fin el reconocimiento jurídico del
les”, para intentar conseguir que la Lista patrimonio etnológico. Sin embargo, esta
deje de ser un mero catálogo de monumen- ley (actualmente en fase de revisión) optó
tos y refleje realmente la pluralidad de por el adjetivo “Histórico” para designar el
culturas generadas por la humanidad. conjunto de los bienes susceptibles de pro-
A todo ello no fue ajeno el hito que había teger, acrecentar y transmitir. Bien es cier-
supuesto, sólo tres años antes, las Reco- to que la elección de lo histórico como con-
mendaciones sobre la Salvaguarda de la cepto unificador no implicará ya una des-
Cultura Tradicional y Popular, como parte cripción formal y limitadora de los bienes
fundamental del patrimonio universal, a la integrantes del patrimonio, sino la concep-
vez que abrió el camino para que en 1998 se ción de su valor de “historicidad” como tes-
estableciera la creación de una Lista especí- timonios de la cultura, tal como lo desarro-
fica para las Obras Maestras del Patrimo- lló la teoría italiana de los bienes cultura-
nio Oral e Inmaterial de la Humanidad. les. Pero en esta elección también resulta
En suma, en el transcurso de apenas evidente la incidencia del factor temporal
medio siglo se ha recorrido todo un camino en la consideración de las categorías patri-
que nos ha llevado desde el exclusivismo de moniales, dada la larga tradición conserva-
determinadas obras singulares del arte o la cionista volcada sobre el patrimonio, que no
historia, a la consideración de la cultura se aviene con el sentido dinámico y cam-
como un bien a proteger en sí mismo. biante inherente a la cultura.
Además de ello, el término histórico, a la
Patrimonio como identidad vez que compendia el valor común del con-
junto patrimonial, tendrá que aparecer
La culminación de todo este proceso re- después como una más de las categorías de
mite directamente a la identidad cultural. bienes a proteger, lo que sin duda provoca
Resulta innegable que la defensa del pa- confusiones entre ambas acepciones que no
trimonio propio de cada comunidad puede son equiparables ni en significado ni en la
actuar, hoy más que nunca, como reafirma- amplitud de sus contenidos.
ción de las identidades frente al empuje del En este camino, es tremendamente sig-
uniformismo cultural: la puesta en valor de nificativo analizar la opción elegida por
las costumbres, la gastronomía, la arquitec- cada una de las comunidades autónomas
tura, los rituales, las técnicas, las artes, las para la denominación genérica de sus pro-
expresiones y demás elementos componen- pias leyes de patrimonio. No por casualidad
tes de cada cultura, se convierten en refe- fueron las leyes vasca (1990), catalana
rencias identitarias ineludibles. (1993) y gallega (1995) las primeras que se
En lógica consonancia, el actual concep- pronunciaron por el adjetivo “Cultural”.
to de patrimonio demanda la adopción del Ninguna de las tres comunidades olvida
vocablo “cultural”, un término comprensivo mencionar en sus Preámbulos la especifici-
de los más diversos grupos de interés de dad cultural que supone el patrimonio para
bienes patrimoniales, por ser todos ellos sus respectivas identidades. Son, sin duda,
construcciones culturales que interconexio- verdaderas declaraciones de principios so-
nan sus significados, demostrando la inuti- bre la trascendencia de los bienes cultura-
lidad de atender alguno de los aspectos en les en la conformación histórica del territo-
exclusiva si en verdad se pretende una con- rio en el que se encuentran y su aportación
textualización global que sirva para com- a la identidad étnica del pueblo que hoy la
prender la identidad de los pueblos; y no habita, resaltando además lo que supone su
sólo como referencias históricas conforma- aportación a la cultura universal.
doras del presente cultural, sino precisa- Por el contrario, las que prefirieron
mente por su significación de marcadores mantener la denominación de “Histórico”-
identitarios para los colectivos que lo crea- Castilla-La Mancha (1990) y Andalucía
ron y lo utilizan. (1991) las primeras-, encabezan sus
En el caso de España, todos sabemos Preámbulos con la trascripción de los artí-
culos constitucionales y estatutarios que les terés” histórico, artístico, etnográfico, cien-
posibilitan ocuparse de la custodia de sus tífico, etc., como única circunstancia califi-
propios bienes culturales. Es como si úni- cadora de los bienes patrimoniales, abierta
camente asumieran la distribución de las al juicio de su disciplina correspondiente.
obligaciones patrimoniales por ubicaciones Sin embargo, hay que resaltar la contradic-
territoriales, aceptando la responsabilidad ción existente entre esa definición genérica
de su preservación pero sin aludir, como las e igualitaria para todo tipo de bienes y la
anteriores, al sentido y a la importancia de individualización que se traza a continua-
dichos bienes para la autoidentificación de ción sólo de algunas de las categorías. Una
sus gentes con su cultura propia y diferen- distinción que corrobora cómo aún no se ha
ciada. superado la identificación prioritaria del
Después de ellas sigue observándose patrimonio con lo histórico-artístico, puesto
idéntica relación: las leyes de la Comunidad que estas categorías simplemente se en-
Valenciana (1998), Cantabria (1998), Ara- cuadran en el régimen general establecido
gón (1999), Asturias (2001) y Castilla y para los bienes muebles e inmuebles, mien-
León (2002) se presentan como de Patrimo- tras que otras parecen precisar una defini-
nio “Cultural”, mientras que las de Madrid ción y descripción pormenorizada dentro
(1998), Islas Baleares (1998) y Canarias del propio texto legal.
(1999) como de Patrimonio “Histórico”, si Analizando al contenido de las definicio-
bien ésta última sí hace referencia al sopor- nes de patrimonio etnológico, comprobamos
te que supone su patrimonio para la actual que es el adjetivo “tradicional” el elegido
identidad canaria. Por su parte, Extrema- desde el principio para delimitar los bienes
dura (1999) decidió no decantarse y bauti- subsumidos en esta categoría. Un rasero,
zar su ley con ambos términos, Histórico y no exento de polémica, que la ley andaluza
Cultural; indefinición que ya está manifes- sustituyó por el de las formas “relevantes”
tando por sí misma una clara actitud, muy de la cultura. Tras ella, todas las leyes pos-
recientemente superada por La Rioja teriores continúan prefiriendo la acotación
(2004), cuya ley se rubrica como “Cultural, de lo tradicional, con la única excepción
Histórico y Artístico”. hasta el momento de la ley cántabra.
Estamos, en nuestra opinión, ante uno En nuestra opinión, lo relevante, lo sig-
de los aspectos más interesantes y quizá nificativo o lo tradicional de cada cultura
menos analizado del patrimonio: el reflejo son, en una gran medida, conceptos plena-
del sentimiento de identidad (étnica, regio- mente coincidentes y referenciales de sus
nal o nacional) que se recoge en las legisla- aspectos identitarios. El gran problema es
ciones patrimoniales autonómicas, a partir la errónea significación que ha llegado a
del cual definen, interpretan y valoran sus adquirir el término tradicional en el len-
respectivos patrimonios culturales. Sin guaje cotidiano. Una equivocación debida
olvidar el detalle que supone la mayor o en muy gran medida a los primeros estu-
menor presteza en editar una normativa dios sobre esta parte de la cultura no erudi-
propia, e incluso la todavía ausencia de ese ta, realizados por los románticos, folkloris-
texto legal en algunas comunidades que tas y nacionalistas que consiguieron fijar,
parecen preferir regirse por la común legis- desde el siglo XIX, la falsa idea de cultura
lación estatal. tradicional como un compartimento estan-
Otra de las diferencias, no menos rele- co, aislado e inmutable, en el que las ver-
vante, entre las diversas leyes patrimonia- daderas esencias del carácter de un pueblo
les la encontramos en las mismas definicio- luchan por mantenerse, en oposición a los
nes del patrimonio etnológico o patrimonio cambios promovidos por la cultura urbana,
etnográfico, obviando incluso el hecho del industrial y moderna.
uso indistinto de uno u otro término. Desde nuestra visión, tradición equivale
En principio, la propia existencia de ta- a esa herencia cultural que cada quien re-
les definiciones nos parece un dato a anali- cibe como individuo integrante de una de-
zar en sí mismo por cuanto supone un des- terminada sociedad en un concreto momen-
igual tratamiento legal. En la actualidad, to histórico. Una herencia integrada por
todas las definiciones generales de patri- conocimientos no oficializados ni institucio-
monio (Histórico o Cultural) aluden al “in- nalizados, adquiridos básicamente a través
ticas, vendibles al turista. Son una réplica mientos, como dañinas a sus intereses y
comercializada: objetos que modifican sus difícilmente se conseguirá algún resultado
formas, tamaños y calidades, que añaden el positivo.
sello de “hecho a mano” como reclamo nos- En segundo lugar, hay que contar con
tálgico de tiempos anteriores, y lo acompa- los profesionales especializados, capaces de
ñan del inexcusable “recuerdo de...”, esa intervenir en la correcta gestión del patri-
pretendida marca de autenticidad que jus- monio cultural. Y esto es especialmente
tamente indica lo contrario, o sea, que es notorio para el patrimonio etnológico, pre-
un objeto hecho expresamente para un com- cisamente por su modestia y su cotidiani-
prador que precisa de etiquetas rememora- dad, características que parecen diluir la
tivas de sus pasos. Comprador al que cier- necesidad de un experto, a diferencia del
tamente suele interesarle bien poco la sig- conocimiento preciso que se solicita para el
nificación que esa actividad tiene para sus tratamiento de otras categorías de bienes
artífices. culturales.
En resumen, de lo que se trataría es de Todavía hoy es difícil transmitir a los
adecuar realmente las políticas centradas políticos que tienen encomendada la custo-
en el binomio Patrimonio-Turismo, de ma- dia del patrimonio cultural, la enorme com-
nera que no se conviertan en una manipu- plejidad y la innegable trascendencia que
lación de las identidades al servicio de unos reviste su estudio, valoración y restitución,
intereses meramente economicistas. Pen- así como el hecho incuestionable de que de
samos que es perfectamente compatible las decisiones tomadas al respecto depen-
lograr la verdadera puesta en valor de los derá el futuro de los bienes que hoy lo con-
elementos patrimoniales y que ello revierta forman: la desaparición definitiva, la con-
en el desarrollo económico y cultural de sus servación anquilosada, la pervivencia real
gentes. de viejos usos, o la resemantización deriva-
Pero para esto es imprescindible, en da del desarrollo de nuevos valores simbóli-
primer lugar, que el conjunto de la sociedad cos.
entienda con claridad el valor de su patri-
monio. Ya la ley estatal de 1985 manifesta- Bibliografía
ba el convencimiento de que “el Patrimonio
Histórico se acrecienta y se defiende mejor Abad Liceras, J.M.
cuanto más lo estiman las personas que 2003 Administraciones Locales y Patrimo-
conviven con él”. Una afirmación tan irrefu- nio Histórico. Madrid: Montecorvo.
table como irrealizable si no se entiende Achucarro Pintos, V. y otros
con claridad que para que el conjunto de la 1997 El Patrimonio Intangible. Mar del
sociedad valorice el patrimonio, tiene que Plata: Centro Internacional para la Con-
sentirlo como algo propio y no como esas servación del Patrimonio de Argentina.
joyas del pasado que ennoblecen a la nación Agudo Torrico, J.
-y a sus propietarios- pero que nada apor- 1999 “Cultura, patrimonio etnológico e
tan a su identidad cultural. Ahí radica la identidad”, Boletín del Instituto Andaluz
artificialidad que siempre ha supuesto una del Patrimonio Histórico 29: 36-45.
activación de arriba-abajo en vez de ir des- Aguilar Criado, E. (coord.)
de la base creadora hacia las instituciones 1999 Patrimonio Etnológico. Nuevas Pers-
encargadas de su custodia. pectivas de Estudio. Serie Cuadernos, X.
Las actitudes al respecto son muy evi- Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimo-
dentes. Cuando la sociedad se identifica con nio Histórico.
su patrimonio, tal como ejemplifican mu- Blanc Altemir, A.
chas asociaciones actuales, se hacen inne- 1992 El Patrimonio Común de la Humani-
cesarias las reglamentaciones administra- dad. Hacia un Régimen Jurídico Inter-
tivas puesto que ella misma se convierte en nacional de su Gestión. Barcelona:
su principal custodio. En caso contrario, las Bosch.
medidas legales encaminadas a su protec- Bolaños, M.:
ción y restitución pueden llegar a ser inter- 2003 “Ideales ilustrados, prácticas burgue-
pretadas, tanto por los vecinos como en no sas. La génesis intelectual del museo
pocas ocasiones por los propios ayunta- público”, Mus-A, 2: 88-92.