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¿Qué hacer con la filosofía oriental?

Article · May 2017

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Jorge Faral
Universidad de Montevideo
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¿Qué hacer con la filosofía oriental?
Autor: Jorge Faral
– Nuestra historia comienza en Jonia hacia el siglo VI antes de Cristo…
No acababa yo de decir esto cuando un alumno intervino más o menos así:
– ¿Por qué “nuestra historia”? (comillas con los dedos). Siempre nos explican la
filosofía de occidente… ¿Y la oriental? ¿No es arrogancia pretender que filosofía y
cultura sean sólo las nuestras?
Respondí que la intención de la asignatura Historia de la filosofía era intentar
comprender por qué pensamos como pensamos. Se trata de un viaje desde las raíces
hacia una comprensión de la propia identidad intelectual, lo cual parece un deber para
todo universitario. Pero su pregunta era pertinente, pues corresponde que un
intelectual profundice y cuestione. Por eso también le agradecí la pregunta, porque me
obligaba a investigar más respuestas a su planteo.
¿Es justificable dejar de lado la filosofía oriental? Conlleva riesgo de injusticia
opinar acerca de una cultura ajena desde los paradigmas conceptuales de la propia.
Pero mi intención aquí no es juzgar sino entender, lo cual impone comenzar aclarando
términos y contexto. Me refiero en primer lugar al concepto mismo de filosofía. Por
decirlo con la brevedad de un tuit que ampliaré más abajo, la filosofía en occidente es
un estudio crítico, mientras que en oriente más que teoría es sabiduría práctica. Y por
“oriente” me ceñiré aquí al Lejano: India y, sobre todo, China. Respecto a Medio
Oriente, mi opinión es que podría llamarse también Medio Occidente, porque ha sido y
es medio y medio.
Según la interesante tesis de la “era-axial” que Karl Jaspers plantea en Origen y
meta de la historia 1, entre los siglos VII y III a. C., y en lugares bien distantes entre sí
como Grecia, India y China, surge el pensamiento filosófico, tanto crítico-racional como
práctico-vital. La coincidencia se hace nítida si se toma en cuenta que Pitágoras,
Heráclito, Parménides, Buda, Confucio y Lao-Tse vivieron en torno al año 500 a.C., que
Jaspers denomina “tiempo-eje”. Pero si aquello fue un punto de partida, ¿cuál fue la
ruta que posteriormente tomaron sus especulaciones?
La diversidad cultural (en buena medida oriental) que encontraron los
colonizadores aqueos en Jonia y en otras regiones del Mediterráneo, provocó la gran
pregunta sobre el arjé: necesitaban un anclaje, algo inmutable desde donde
comprender y explicar una realidad que se les presentaba cambiante y compleja,
aunque inteligible. Por el contrario, para los pensadores orientales el arjé de la
realidad siempre fue más dato que problema, un enigma inasequible a la razón. En
cuanto supone un conocimiento de lo inmutable y eterno, la razón debería salir del
orden temporal y espacial, dejando de ser conocimiento humano para aspirar a una
comprensión divina de la realidad y de sí mismo.
A la filosofía griega clásica y luego a la occidental le interesó el estudio del origen y
sentido de la realidad y la vida: Dios, naturaleza, ser humano, sociedad. No negaba el

1
Jaspers, Karl. Origen y meta de la Historia. Alianza Editorial, Madrid (1980). Primera edición
original: Ursprung und Ziel der Geschichte. Piper Verlag, München (1949).
misterio ni se negaba a explorarlo. La filosofía oriental, en cambio, se abocó a la vida
práctica: una sabiduría de vida, unas enseñanzas éticas asentadas en el
autoconcimiento, la atarxia, las buenas costumbres y la armonía cósmica. Acepta el
misterio de lo real pero no lo investiga, simplemente lo observa, lo describe, lo
asume. Lao-Tse elaboró una metafísica pero, al fundamentarla en torno al concepto de
vacío existencial, esterilizó su desarrollo teórico.
Entre los pueblos orientales antiguos, la relación entre los lados de un triángulo
rectángulo no pasaba de ser una noción práctica útil. Fue Pitágoras quien intuyó que
esa relación tenía una lógica que podía convertirse en teorema. La geometría teórica
que luego desarrollaron los griegos demuestra su avidez y talento especulativo. Esa
misma racionalidad permeó la política, la moral, la medicina… En fin, transformó mitos
y supersticiones en ciencia y filosofía.
Los griegos heredaron de Homero el sentido de lo heroico, que es posible realizar
hazañas luchando contra las circunstancias, y que, por tanto, cada hombre es libre y
diverso de los demás. En oriente, la actitud ante lo adverso ha sido básicamente
fatalista, quietista o determinista, al menos hasta hace pocos decenios. Quizás sea por
esto que sus pueblos a lo largo de la historia hayan aceptado sin protesta todo tipo de
sojuzgamientos por “destinos” étnicos o políticos. Mientras en Jonia nació la
democracia y luego evolucionó en occidente hasta fundar los principios de igualdad,
libertad y participación, en oriente no sucedió así. India fagocitó a Alejandro Magno y
no se molestó en averiguar qué traía de nuevo aquel joven conquistador.
Las colonias aqueas de la Magna Grecia llegaron a ser sedes activas de comercio y
centros brillantes de pensamiento gracias a su afición a viajar y a su curiosidad
intelectual. Sin embargo, India y China se mostraron endogámicas, explicable por sus
extensos territorios, gran población y autosuficiencia de recursos. Por ejemplo,
transcurridos muchos siglos, en el XVI, el jesuíta Matteo Ricci a duras penas logró la
confianza de uno de los últimos emperadores Ming cuando por fin presentó un
mapamundi con China ubicada en el centro. Y es famosa la respuesta que un siglo más
tarde el emperador filósofo Chien Lung envió al rey Jorge III: “Si afirmáis que vuestro
respeto por Nuestra Dinastía Celestial os llena del deseo de adquirir nuestra
civilización, difieren tan completamente nuestras ceremonias y código de leyes de las
vuestras, que (…) no podríais en modo alguno transplantar nuestras maneras y
costumbres a vuestro suelo extranjero. (…) Como vuestro embajador puede ver por sí
mismo, nosotros poseemos todas las cosas. Yo no atribuyo ningún valor a objetos
extraños o ingeniosos, y no tengo necesidad de las manufacturas de vuestro país” 2.
Hoy mismo China aplica un severo control sobre Internet, Google no existe y los
buscadores locales deben mutilar cualquier pregunta o respuesta originada en
“extraños conceptos occidentales”.
No podemos pretender que la verdadera filosofía y la mejor cultura sean las
nuestras. Pero en un curso que procura enseñar a pensar y a comprendernos,
considero justificable prescindir de la filosofía oriental. Otra cuestión es si se desea
aprovechar su sabiduría práctica milenaria, pero el tema pasaría al ámbito de la ética.

2
Whyte, A.F.: China and Foreign Powers, p. 41. Citado en Toynbee, A. Estudio de la Historia,
Compendio de los Vol. I-VI, Emecé, Buenos Aires (1952), p. 54.
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