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CoLEccion: BREVIARIOS DE CONDUCTA HUMANA Titulo original: Vaimanie i pamiat Traduccién al espafiol: Pedro Mateo Merino De la edicidn en ruso de Edjciones de la Universidad de Mosct, U.R.S.S. © 1975, jones de la Universidad de Moscii, U.R.S.S Derechos exclusivos de edicién en castellano reservados ara todo el mundo y propiedad de la traducci6n: © 1984, Ediciones Martinez| Roca, ‘S.A. — Barcelona (Espaiia) 1 ° 1991, 1994, Ediciones Ross, S.A, Reimpresién exclusiva para México de Ediciones Roca, S.A. Pitégoras nim. 1139, Col. Del Valle Deleg, Benito Juérez, 03100 México, D.F. }4-270-0885-6 (Espaiia) : 968-406-469-1 (México) Primera reimpresién (México): septiembre de 1994 Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disefio de | cubierta, puede ser reproducida, almacenada 0 transmitida en manera alguna nj por ningtin medio, ya sea eléctrico, quimico, mecénico, Sptico, de grabacién o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Impreso en México — Printed in Mexico Impreso en los talleres de Impresos Integrales, S.A., ‘Schumann nim. 7-F, Col. Vallejo, México, D.F. Septiembre, 1994 . LA ATENCION Hasta el hombre llega un inmenso numero de estimu- los, mas é1 selecciona entre éstos los mas importantes y hace caso omiso de los demas. Potencialmente puede eje- cutar un gran nimero de movimientos,.mas destaca unos cuantos movimientos racionales integrantes de sus ope- raciones, inhibe el resto. En él surge una elevada canti- dad de asociaciones, pero retiene sélo algunas, esenciales para su actividad, y hace abstraccién de otras, que en- torpecen el flujo consecuente de su pensamiento. {EI proceso selectivo de la informacién necesaria, la con- solidacién de los programas de accién elegibles y el man- tenimiento de un control permanente sobre el curso de los mismos es, pues, lo que generalmente denominamos atenciény Ese cardcter optativo de ia actividad consciente, que es-funcién de-la atencién, se manifiesta de igual modo tanto en nuestra percepcién, como en los procesos mo- tores y en el pensamiento,. De.no existir dicha selectividad, la cantidad de infor- macién sin opciones seria tan grande y desordenada que ninguna actividad devendria posible. De no existir la inhi- bicin de todas las asociaciones que emergen sin control, seria inasequible el pensamiento organizado y orientado a cumplir las tareas que al hombre se le plantean. En todos los tipos de actividad consciente ha de tener lugar la fase de seleccién de los procesos fundamentals, 7 dominantes, constitutivas del objeto al que se presta aten- cién, y la existencia de jun «fondo» integrado por los pro- cesos cuyo acceso a lal conciencia se demora, pero que en cualquier momento, si aparece la tarea correspondien- te, pueden pasar al centro de Ja atencién y convertirse en dominantes. ¥ en virtud de ello| cabalmente suele distinguirse el volumen de la atencién, su estabilidad-¥-Sus-Oscitaciones. (Por volumen de la atencidén se entiende el numero de sefiales aferentes o de asociaciones fluyentes que pueden mantenerse en el centro de una conciencia licida, adqui- riendo carécter dominante. Estabilidad de la atencién es la permanencia con que los procesos destacados| por la misma pueden conservar su cardcter dominante. Las oscilaciones de la atencién conciernen al carécter ciclico del proceso merced al cual determinados conteni- dos de la actividad consciente bien adquieren valor do- \. minante o lo pierden. Factores determinantes de la atencién Qué factores determinan, pues, la atencién del hom- bre? Cabe destacar, por|lo menos, dos grupos de factores que aseguran el cardcter selectivo de los procesos psiqui- cos, determinando tanto la orientacién como el volumen y la estabilidad de la actividad consciente. EI primer grupo comprende los factores que caracteri- zan la estructura de los| estimulos externos que llegan al hombre (0 estructura del carnpo externo); el segundo, los factores concernientes 4 la actividad del propio sujeto (estructura del campo interno). Detengdmonos en cada grupo por separado. Integran el primer grupo factores derivadosde los estimulos que el sujeto percibe desde el exterior;-¢llos de- { terminan la orientacién, el volumen y la estabilidad de la 4 atencién, y guardan relacién con los factores estructura. \ les de la percepcién, El primer factor perteneciente a este grupo es_la in- tensidad (fuerza) del estimulo. Cuando el_sujeto se halla ante.un_grupo de estimulas iguales.odispares,uno_de_los cuales se_destaca_por.su—intensidad-—(magnitud,—colo- rido, etc.), su atencién se ve atrafda cabalmente por ese estimulo. Es natural que cuando un sujeto en- tra en una habitacién débilmente iluminada al instante atraiga su atencién una bombilla que de pronto se en- ciende. ¥ en los casos en que en el campo perceptivo apa- recen dos estimulos de igual intensidad y las relaciones entre ambos se hallan tan equilibradas que ninguno de ellos es dominante, viene a ser caracteristico que la aten- cién del hombre adquiera un cardcter inestable y surjan oscilaciones de la atencién, en virtud de las cuales ora uno, ora otro de aquéllos se hace dominante. Al analizar las leyes de la percepcién estructural, citamos ya ejemplos de esas «estructuras inestables» *. El segundo factor externt@determinante del sentido de la atencién es la novedad del estimulo o su diferencia.con Tespecto a otros estimulos. Si entre estimulos bien conocidos aparece uno que se distingue radicalmente de los demés 0 ¢s inusitado, nue- vo, comienza a atraer en seguida la atencién y suscita un especial reflejo de orientacién. Ast sucede, por ejemplo, cuando entre circulos iguales aparece una cruz solitaria, rotundamente distinta a las demés figuras; en una segunda prueba, presentando va- rias filas de lineas similares, en una de Jas cuales hay un vacio que diferencia este sitio de los restantes; y en tercer lugar, si entre grandes puntos idénticos situamos 9 uno pequefio, distinto hi aquéllos: Es facil advertir que en todos los casos la| atencién se dirige al clemen- to «nuevo», discernible, que a veces conserva la misma pujanza que los otros ¢stimulos habituales, y en ocasio- nes Hasta puede ser mas’ débil que aquéllos por su in- tensidad. Basta recorda} que cuando un ruido habitual, reiterado y monétono (verbigracia, el estruendo de un motor).cesa de pronto, el cese de estiniulaive puede con vertirse en-el factor qué atraiga la atencién. Las dos condiciones mencionadas determinan el sentido de la atencién. Pero existen factores, externos que deter- minan también el volumen de la misma. Ya dijimos anteriormente que la percepcién de los es- timulos que llegan al hombre desde el medio exterior de- pende de la organizacién| estructural de los mismos. Fécil- mente vemos’ la imposibilidad ‘de percibir con acierto gran’ mimero de estimulaciones dispersas y en desorden, mas podemos hacerlo sin dificultad cuando estan organi- zadas en estructuras’ definidas. La organizacién estructural del campo perceptivo cons- tituye uno de los més potentes medios de dirigir nuestra percepcién y uno de Jos factores de mayor alcance para ampliar su volumen; y Ia organizacién estructural, psico- légicamente fundada y racional, del campo perceptivo es una de las tareas esenciales de la ingenieria psicoldgica. No es dificil advertir Ia trascendencia que adquiere el asegurar las formulas mds racionales para organizar el flu- jo de informaciones qu¢ Iléga a un aviador que gobier- na los mecanismos de avjones rapidos y ultrarr4pidos. Todos los factores enimerados, determinantes del sen- tido y el volumen de la atencién, figuran entre las peculia- ridades de los estimulos/externos que influyen en el suje- to 0, dicho en otros tétminos, se relacionan con la es- tructura de la informactén que procede del medio exte- rior. 10 Se hace evidente, pues, la importancia de tener en cuenta dichos factores para aprender a gobernar Ia aten- cin humana sobre bases cientifi Al segundo_grupo-de-factores; Mcterminantes del_sen- tido_de_la.atencién, pertenecen los que se hallan_relacio- nados_no.tanto..con.el-medio-externo-como-conel-propio sujeto y con. la estructura. de. su.actividad. ‘A este grupo de factores corresponde ante todo_la_in- fluencia que las. necesidades, -los-intereses -y-los-adisposi- ciones» del sujeto ejercen sobre.su_ propia percepcién y_el curso de su actividad. Al analizar los problemas de la evolucién bioldgica del comportamiento de los animales, vimos ya el papel de- cisivo que en dicho comportamiento desempefia la tras- cendencia bioldgica de las sefiales, Indicdbamos entonces que el Anade destaca los olores vegetales y el azor los pir tridos, que son para ellos vitalmente esenciales; que la abeja reacciona ante las formas complejas constituidas en indicios florales, desatendiendo las formas geométricas sencillas, para ella desprovistas de importancia biolégi- ca; y que, reaccionando vivamente al escarbo del ratén, el gato no presta atencién al ruido que se hace al hojear un libro o al susurro de un periddico. El hecho de que la atencién de los animales se ve atraida por las sefiales vitales importantes es bastante bien conocido. Todo esto concierne de igual modo al hombre, con la inica diferencia de que las necesidades y los intereses que caracterizan a éste en su inmensa mayoria no entrafian instintos o inclinaciones bioldgicas, sino que suponen com- plejos factores estimulativos formados a través de la his- toria social. Verbigracia, el hombre que se interesa por el deporte, entre toda la informacion que le llega, destaca la que se refiere a un partido de fiitbol; mientras que el que se halla interesado por las novedades de la radiotéc- nica presta atencién a los libros de la estanteria relacio- nados justamente con esa materia. u Es facil convencerse fe que el vigoroso interés de una persona hace que unas sefiales sean dominantes, a la vez . que se inhibe de todas las marginales que no tienen rela- cién con la esfera de suis inquietudes. Hechos harto co- nocidos nos hablan de que ciertos cientificos ensimisma- dos en la solucién de problemas complejos, dejan de per- cibir todas las estimulationes accesorias, denotando cla- ramente lo dicho. Para comprender los |factores que orientan la atencin humana, tiene una importancia esencial la organizacidn estructural de la actividad del hombre. Sabemos que la actividad humana viene determinada por una necesidad o una motivacién y siempre va encami- nada a un cierto objetivo. Si bien la motivacién, en algu- nos casos, puede no estar concienciada, el hombre siem- pre tiene conciencia de Ja finalidad y el objeto de su ac- tividad. Sabemos, por ultimo, que el objetivo de la accién se distinguc cabalmente|de los medios y de las operacio- nes mediante los cuales se consigue. Mientras las opera- ciones en cuestin no estan automatizadas, la ejecucién de cada una de ellas constituye el objetivo del fragmento dado de actividad y atrae hacia si la atencién; basta re- cordar cémo tensa la atencién un tirador inexperto al soltar el gatillo o bien un mecanégrafo principiante al gol- pear cada tecla de la maquina de escribir. Cuando la ac- tividad se automatiza, las operaciones concretas integran- tes de la misma dejan He atraer la atencién y empiezan a transcurrir de forma inconsciente, mientras que subsis- te la plena conciencia del objetivo fundamental. Bastara con analizar atentamente el proceso de ejecucién del tiro en un tirador bien instiuido o el de escritura a maquina en una experta mecandgrafa, para convencerse de ello. Todo ello muestra que el_sentido de Ja atencién viene determinado por la estructura. psicoldgica de la actividad y depende sustancialmdnte del grado de automatizacion de aguélla. La tarea general que orienta la actividad del 12 x hombre destaca como objeto de su atencién el sistema de de sefiales o conexiones integrantes de la actividad susci- tada por ella misma, y el objetivo concreto que se plantea el hombre ejecutor de una-tarea, sitda en el,centro de la atencién los actos o sefiales relacionados con aquélla. El proceso de automatizacién de la actividad conduce a que unos actos concretos, que atraian Ja atencién, se convier- tan en operaciones automiticas, y la atencién del hombre empieza a desplazarse hacia los objetivos finales, dejando de fijarse en las operaciones habituales una vez consolida- das. Y apenas ofrece duda que lo més importante es que el sentido de la atencién depende directamente del acierto o desacierto de la actividad. La culminacién acertada de la actividad elimina de golpe la tensién que en el sujeto se mantuvo mientras traté de resolver el problema. Por ejemplo, la persona que echa una carta al buzén de correos, al instante olvida el propésito cumplido, que deja de preocuparle. Al con- trario, la actividad inacabada o la tarea ejecutada con de- sacierto siguen causando tensién y fijando la atencidn, reteniéndola, hasta que no se realizan adecuadamente. En cuanto mecanismo de control, la atencién integra el aparato «aceptor del hecho»: garantiza las sefiales in- dicadoras de que la tarea atin no se ha cumplido, Ja accién no ha terminado, y esta retroalimentacién incita al sujeto a continuar su labor activa. Asi pues, la atencién del hombre viene determinada por la estructura de su actividad, refleja él curso dé ta niisma.y_sirve de mecanismo para su control. Todo ello hace que la atencién sea uno de los aspectos ms esenciales de la actividad consciente del hombre. Bases fisioligicas de la atencién Durante mucho tiempo psicélogos y fisidlogos han in- tentado describir los mecanismos que determinan.el, flujo 13 selectivo de los procesos de excitacién que sirven dé base a la atencién. Pero a |través de’ un largo periodo esos intentos se limitaron wnicamente a indicar uno u otro factor y adoptaron més| bien'un cardcter descriptive y no lun ‘auténtico desglose de los -mecanismos fisiolégicos de Ja atencién. | Algunds: psicélogos ¢stimaban que el sentido y el vo- lumen de la atencién eran determinados totalmente por las leyes de la percépcion| estructural, en virtud de lo cual consideraban superfluo| constituir el estudio investigativo “de la atencién como un capitulo especial de la psicologia; crefan que el conocimiento de las leyes de la «nitidez» y de la «estructuralidad»|de la percepcién, entre otras, era suficiente para enjuiciar de modo exhaustivo el flujo de la atencién. Esa era la posicién ocupada por los represen- tantes'de la Psicologia) de la Gestalt, uno de los cuales ‘dedicé' incluso un articulo especial a este problema, tra- tando de probar la tesis de que la atencién no existe como categoria singular de los procesos psiquicos al mar- gen de la: percepcién. Un segundo grupo de psicélogos mantenia las concep- ciones de la teoria «afectivay de la atencién. Suponfan que el sentido de la atencién viene enteramente deter- minado por las inclinaciones, necesidades y emociones, no rebasa los marcos de sus leyes, y que la atencién no debe diferenciarse como proceso psiquico. Muches psicélogos’ gonductistas norteamericanos eri ticamente“ocupaban"di¢ha posicién. Por ultimo, un tercer’ grupo de psicélogos, que -enfo- can“el problema desde las posiciones de la «teoria: mo- tora de la atencidn», ve-en ésta una expresién de las posiciones motoras que subyacen a todo acto volitivo, y estiman que el mecanismo de la atencién esta constituido por las sefiales de los ¢sfuerzos musculares que caracteri- zan cualquier: tensién ‘suscitada por una actividad con- cfeta, encaminada al logro. de ‘cierta finalidad. {4 Es facil advertir que cada una de esas teorias destaca algin‘elemento componente de la aténcién, pero de hecho ninguna intenta abordar el problema de los mecanismos fisiolégicos generales que subyacen a la atencién. Serias dificultades surgieron ante los fisidlogos que formularon alguna hipétesis acerca de las bases fisiolé- gicas generales de la atencién. Durante ‘mucho tiempo estos intentos tuvieron un ca- racter demasiado general y consistian mds bien en des- cribir las condiciones generales del flujo selectivo de la estimulacién, y no en desglosar los mecanismos fisiolé- gicos especiales de la misma. Uno de los intentos mas tempranos ‘fue la hipétesis del notable fisidlogo inglés Sherrington, hipétesis que des- pués legé a conocerse ampliamente con el nombre de «teoria general del campo motor» o «embudos de’ She- rrington». Observando el hecho de que las neuronas sen- sitivas de las astas posteriores de la médula espinal son muchas més que las neuronas motoras, Sherrington enun- cié Ia tesis de que no todo impulso motor puede Icgar a su final dinémico, de modo que un gran’ numero de las estimulaciones sensitivas tienen su «campo motriz gene- ral», y que la relacién de los procesos sensitivos y moto- res puede compararse con un embudo, por cuyo drificio ancho entran los impulsos sensoriales y por el estrecho salen los motores. Es facil advertir que entre los impul- S05 sensitivos brota una «lucha por el campo motriz ge- nefal», .en’la que vencen ‘los més: fuertes, los impulsos més preparados o. que configuran determinado sistema bjolégico. Pese a que Shetrington fue uno de los” pri- meros fisilogos que estudiaron la actividad integrativa del-encéfalo y que foriulé la-tesis de la estructura’ sis- témica de los procesos fisiolégicos, la teoria dela «lucha por cl campo motriz general» s6lo sefiala los mecanismos fisiolégicos. que subyacen a: la atenciéa ‘en sus rasgos més generales. 15 Ese mismo cardcter general, mas bien metaférico, tie- nen también Jas primers formulaciones de I. P. Pavlov, quien comparaba la atencién (y la conciencia Iticida) a un foco de excitacién éptima moviéndose por la corteza ce- rebral a semejanza dq «una mancha luminosa que se desplazay. La idea de up foco de excitacién éptima como base de la atencion adquirié en adelante gran trascen- dencia y se aproximé |a ciertos mecanismos fisioldgicos esenciales de la atencipn, aunque, por supuesto, era de- masiado general pata pxplicar satisfactoriamente dichos procesos. Una valiosa aportacién al andlisis de los mecanismos fisiolégicos de la atengidn fue-la del eminente fisidlogo ruso A. A. Ujtomski. $egin sus concepciones, la excita- cidn se distribuye por fel sistema nervioso desigualmente, y toda actividad instintiva (como también las procesos reflejos condicionados) puede crear en el sistema nervioso unos focos de excitacién éptima que adquieren carécter dominante. Estos focos, a los que A. A. Ujtomski designa con el término de dominantes, no sélo prevalecen sobre los dems y hacen inhibirse a otros focos con ellos co- existentes, sino que incluso adquieren la capacidad de vigorizarse. bajo el influjo y la accién de excitaciones ex- trafias. Verbigracia, la|rana, en la que durante cierto pe- riodo se engendra un| foco dominante de reflejo preva- lente de las patas delanteras, reacciona a la excitacion de las patas traseras ‘reforzando el cardcter prevalecien- te de aquéllas, dominadoras del movimiento. Esta capaci- dad de frenar-los reflejos accesorios y de intensificarse incluso bajo el influjo|de excitantes extrafios —propia del foco dominante— fue|valorada por A. A. Ujtomski como proceso algo similar p la atencién, y justamente eso le sirvié de base para fenjuiciar el-foco dominante como mecanismo fisiolégico|de la atencién. La aportacién de la teorfa de los «dominantes» al’ and- lisis de los mecanismos fisiolégicos del flujo’ selectivo 16 de las estimulaciones es indudable. Ahora bien, hacia fal- ta encontrar, ademés, las vias concretas que subyacen a los distintos tipos de actividad selectiva de los animales y del hombre, asi como los sistemas neurofisiolégicos que sirven de base a la misma. Y esta labor ha sido, pues, efectuada por los neurofisiélogos en el transcurso de los liltimos 20 afios. Mecanismos neurofisioldgicos de activacin. Sistema reticular activador La investigacién moderna de los mecanismos neuro- fisiolégicos de la atencién se basa en que el cardcter_se- lectivo del flujo de los procesos psiquicos inherentes pue- de" A8égurarse Gnicamente mediante el fstado de vigilia del_cértex, que cuenta con un nivel éptimo de excitabi- “lidad. Este nivel de vigilia de la corteza sdlo puede ser garantizado por unos mecanismos que mantengan el tono necesario, mecanismos que estan relacionados con la sal- vaguarda de las relaciones normales entre a corteza ce- rebral y el tronco superior del encéfalo y, ante todo, con el funcionamiento de la formacién reticular activadora ascendente, cuyo papel hemos descrito mas arriba, Y esa formacién reticular activadora ascendente con- duce hasta la corteza los impulsos que nacen de los pro- cesos metabélicos del organismo, cristalizan en las dispo- iciones y mantienen la corteza en estado de vigilia; asi- mismo hace Hegar a la corteza las excitaciones motivadas por la actividad de los extero-receptores, que aportan la informacién procedente del mundo exterior, primero a las secciones superiores del tronco enéefalico y del mt cleo del télamo éptico, y luego a la corteza cerebral. Como ya indicdbamos anteriormente, el desacoplamiento de la formacién reticular del tronco respecto a la corteza cere- 7 bral conduce a un déscenso dél tono cortical y suscita suefio. Ahora bien, el logro de un tono cortical éptimo y del estado de vigilia del ¢értex no sdlo se efectiia mediante la formacién reticular activadora ascendente. Intimamen- te vinculado con ella jest asimismo el sistema reticular descendente, cuyos filamentos empiezan en el cortex ce- rebral (especialmente (en las secciones mediales y medio- basales de los ldbulos| frontal y temporales) y se dirigen tanto a los nticleos del tronco como a los niicleos mio- tores de la médula espinal. La actividad de la formacién reticular descendente ¢s de suma importancia, ya que por ella alcanzan los nticleos del tronco cerebral los sistemas selectivos de excitacién que inicialmente parten de la cor- teza cerebral y son producto de las formas superiores de la actividad consciente del hombre, con sus arduos pro- cesos cognoscitivos y sus complejos programas de accio- nes desarrolladas en el flujo de la vida. La interaccion de ambas partes constitutivas del siste- ma reticular activador garantiza, pues, las complejisimas formas de autorregulacién de los estados activos del ce- rebro, variandolos bajo la influencia tanto de las formas elementales (biolégicas) de estimulacién, como de las complejas (sociales por su origen). La importancia decisiva de este sistema en los pro- cesos de activacién (arousal) ha sido comprobada por una crecida serie de Hechos experimentales, debidos a re- levantes neurofisidlogos (Magoun, Moruzzi, Jasper, Linds- ley, Anojin y otros). | Los experimentos le Bremer mostraron que la sec- cién de los tramos inferiores del tronco no acarrea mo- dificaciones de la vigilia, mientras que la seccién de las superiores suscita sueiio y la aparicién de los potenciales eléctricos lentos caracteristicos del mismo. Segin demos- tré Lindsley, en estos |casos, las sefiales engendradas por estimulos sensoriales continutan Hegando a la corteza, 18 pero las respuestas eléctricas de ésta a las mismas re- sultan effmeras y no suscitan modificaciones estables du- raderas. Este hecho sefiala que para la presencia de unos procesos estables de excitacién, caracteristicos del estado de vigilia, no basta con el mero aflujo de los impulsos sensoriales, sino que es indispensable la influencia susten- tadora del sistema reticular activador. Experimentos inversos, en que los investigadores no desconectaban sino que irritaban la formacién reticular ascendente mediante electrodos implantados en la misma, probaron que ese estimulo de la formacién reticular mo- tiva el despertar del animal, y la intensificacién sucesiva de las excitaciones da lugar a acusadas reacciones efec- tivas del mismo. Si bien los casos citados indican cémo la estimulacién de la formacién reticular ascendente influye en el com- portamiento del animal, pruebas posteriores efectuadas por dichos autores permitieron conocer mas de cerca los mecanismos fisiolégicos de esas influencias activadoras. Result6, pues, que la estimulacién de la formacién re- ticular del tronco suscitaba la aparicién de oscilaciones eléctricas rdpidas en la corteza cerebral, asi como de fe- némenos de «asincronismo» caracteristicos del estado de vigilia activa de la misma. Como resultado de la estimula- cién de los nticleos de la formacién reticular ascendente en Ios tramos susperiores del tronco cerebral, las excita- ciones sensoriales empezaban a suscitar dilatadas modi- ficaciones en la actividad eléctrica de la corteza, lo que mostraba la accién intensificadora y afianzante de la for- macién reticular sobre los elementos corticales senso- riales. Por ultimo, lo que entrafia singular importancia, la estimulacién de los nicleos de la formacién reticular acti- vadora ascendente acrecentaba la movilidad de los pro- cesos nerviosos en la corteza cerebral. Asi, pues, si en condiciones habituales dos estimulos que se suceden ré- 19 pidamente suscitaban una sola feaccién eléctrica del cér- tex, «carente de tiempo» para rcaccionar a los estimulos por separado, en cambio, tras la excitacién de los nitcleos del tronco pertenecientes a la formacién reticular activa- dora ascendente cada juno de esos estimulos empieza-a suscitar una respuesta aislada, lo que habla de una eleva- cién substancial de la movilidad con que transcurren en la corteza los procesos|de excitacién. Estos fendmenos eléctrofisiolgicos armonizan con los resultados obtenidos en las pruebas psicolégicas de Linds- ley, quien demostré que la excitacién de los nticleos del tronco de la formacién reticular activadora ascendente reduce esencialmente Ibs umbrales de la sensibilidad del animal (en otros términos, agudizan la sensibilidad) y per- miten sutiles diferencigciones (por ejemplo, entre la re- presentacién de un como y la de un triéngulo) que antes eran inasequibles al animal. Investigaciones posteriores cfectuadas por algunos autores (Doti, Hernandez-Pedn y otros) mostraron que si bien la seccién de las vias de la formacign reticular as- cendente conlleva la desaparicién de reflejos condiciona- dos anteriormente elabprados, en cambio, la estimulacién de los niicleos de dicha formacién hace posible la ela- boracién de reflejos condicionados incluso con excitacio- nes de «preumbral» edn Jas que antes no se consegufan los mencionados reflejos. Todo eso habla claramente del influjo activador de la formacién reticular ascendente sobre la corteza cerebral y revela que dicha formacién asegura el estado éptimo del cértex necesario paka la vigilia. Surge, no obstante, Ja pregunta: casegura la formacién reticular ascendente séJo un influjo activador general so- bre la corteza o bien si influencia activadora tiene rasgos selectivos especificos? Hasta fecha muy reciente los investigadores: estaban inclinados a considerar lel influjo activador sejialado como 20 de indole modal-no especifica: se manifestaba igual- mente en todos los sistemas sensoriales y no revelaba influencia selectiva alguna sobre ninguno de ellos (vista, oido, etc.). Ultimamente se han obtenido datos indicadores de que el influjo activador de la formacién reticular ascendente conlleva también un cardcter especifico selective. Ahora bien, la especificidad de esas influencias es de otro orde asegura no tanto la activacién selectiva de los distintos sistemas sensoriales como la activacién similar de los diversos sistemas bioldgicos: de los reflejos de nutricién, defensa y orientacién. As{ lo hizo notar el renombrado fisidlogo soviético P. K. Anojin, quien mostré que existen ciertos elementos de la formacién reticular ascendente que activan distintos sistemas biolégicos y son sensibles a diferentes agentes farmacoldgicos. ‘Se demostré que el uretano suscita el bloqueo del es- tado de vigilia y da lugar a suefio, pero no entrafia el blo- queo de los reflejos defensivos contra el dolor; por el contrario, la aminasina no suscita el bloqueo de la vigilia, sino que conlleva el de los reflejos de defensa relativos al dolor. Estos datos dan razones para pensar que también en el influjo activador de la formacién reticular ascendente hay cierta selectividad, mas ella corresponde tnicamente a los sistemas bioldgicos fundamentales que estimulan el organismo para el ejercicio de una actividad dinémica. No tienen menos interés para la psicologia los impul- sos selectivos que asegura la formacién reticular activa- dora descendente, cuyos filamentos arrancan de la cor- teza cerebral (especialmente de las 4reas-mediales de los lbulos frontal y temporal) y desde alli se dirigen a los tractos superiores del tronco. Hay razones para suponer que este sistema precisa- mente desempefia un cometido esencial en asegurar el in- flujo activador selectivo en cuanto a los tipos y compo- a nentes de la actividad que se forman con la participacién inmediata de la corteza cerebral, y que escs influjos ca- balmente tienen la ms intima relacién con los mecanis: mos fisiolégicos de las| formas superiores de la atencién. Las referencias anatémicas muestran que las fibras descendentes de la formacién reticular se inician practi- camente en todas las Zonas de la corteza cerebral, mas, en especial, arrancan de las secciones mediales y medio- basales del Ibulo fromital y de su regién Iimbica. Como punto de partida pueden servir tanto ciertas neuronas de 4reas profundas de muchas zonas de la corteza cerebral, como determinados grupos peculiares de neuronas que mayormente se hallan en las zonas Iimbicas del encéfalo (hipocampo) y en los micleos basales (cuerpo caudado). Estas neurouas difieren esencialmente de las neuronas especfficas que reaccionan ante ciertas propiedades aisla- das concretas de las estimulaciones visuales o auditivas. A diferencia de ellas, las neuronas en cuestién no reac- cionan ante excitaciones especificas (visuales 0 aciisticas) de ninguna indole: basta un pequefio numero de reitera- ciones de los mencionados excitantes para que «se habi- tuen» a ellos y dejen de responder a la presentacién de éstos con descargas de cualquier orden. Pero basta con que aparezca una modificacin cualquiera del excitante para que Jas neuronas respondan a la misma con descar- gas. Es caracteristico ¢l hecho de que las descargas pue- den surgir dentro del grupo dado de neuronas en igual medida al modificarse cualesquiera excitantes (tactiles, visuales 0 aciisticos) y no sdlo cuando se intensifican, sino también cuando ge debilitan los mismos 0 falta la excitacién esperada (pdr ejemplo, al omitirse uno de los excitantes en una serif ritmica), suscitandose el funcio- namiento activo de dichas neuronas. En virtud de esas peculiaridades, algunos autores —por ejemplo, el notable neurofisiélogo canadiense Jasper— propusieron denominarlas «neuronas de la novedad» o 22 I «células de la atencién». Es sintomatico que durante el perfodo en que el animal espera las sefiales o busca la sa- lida del laberinto, precisamente en estas regiones de la corteza (donde hasta un 60% del total de neuronas per- tenecen al grupo que acabamos de describir) surgen las descargas activas, que cesan al eliminarse el estado de espera diligente. Esto nos dice que las regiopes involucradas de la cor- teza y las neuronas no especificas que en ellas se en- cuentran y que reaccionan a todo cambio de las circuns- tancias, constituyen un aparato cardinal que modifica el estado de actividad de la corteza y regula su disposicion a la accion. Si bien en el animal la parte mas esencial del cerebro que desempefia un papel trascendente en la regulacién del estado de alerta, esta formada por las areas mediales de la regién limbica y de los niicleos basales, en cambio, en el hombre, con sus complejisimas formas de actividad, altamente desarrolladas, el aparato rector que regula el estado de actividad son los Idbulos frontales del cerebro, En sus investigaciones, el ilustre fisiélogo inglés Grey Walter ha mostrado qué todo estado de espera activa (ver- bigracia, Ja espera de la tercera o quinta sefial, en res- puesta a la cual el examinando ha de apretar un botén), suscita la aparicién en los lébulos frontalcs del cerebro de oscilaciones eléctricas singulares y lentas, a las que ha llamado «ondas de espera». Estas ondas se intensifican acusadamente cuando crece la probabilidad de aparicién inmediata de la sefial esperada, se debilitan cuando dicha probabilidad decrece y desaparecen por entero al anu- larse las instrucciones de esperar la aparicién de las se- ales. Una segunda prueba de la funcién que desempefia la corteza de los lébulos frontales del cerebro en la regula- cién del estado de actividad, reside en los experimentos realizados por el notable fisidlogo soviético M. N. Livanov. 23 Haciendo derivar lap corrientes de accién de gran ni mero de puntos del créneo, correspondientes a distintas Areas de la corteza, M. N. Livanov demostré que toda. tensién intelectual (por ejemplo, la que surge al resolver ejercicios aritméticos de cierta complejidad, como puede ser el de multiplicar dos numeros de varias cifras) susci- ta la aparicién en los| lébulos frontales del cerebro de gran mimero de puntos que trabajan sincronizadamente, fendémeno que contintial hasta que la tensién cesa, y desa- parece cuando el problema se resuelve. Entraiia singular interés que el nimero, de puntos que actiian de modo sincronizado en la corteza frontal devicne especialmente grande en aquellos estados patolégicos del cerebro que se caracterizan por ufa clevada tensién estable (como tiene lugar, por ejemplo, en los aquejados de esquizofre- nia paranoide), y Menorcce tras el empleo de farmacos que eliminan la tensién. Todo ello indica que los ldbulos frontales dei cerebro tienen_importancia decisiva en la aparicién de Jas exci taciones que reffejan el|cambio de los estados de actividad del hombre. \I Un estado de excitacién «no especificas clevada en la corteza de la regién liinbica del animal y de los lébulos frontales del cerebro hmano, constituye la fuente de los impulsos que luego descienden por las fibras de la for- macién reticular descendente hasta Jos tramos superiores del tronco y ejercen ura influencia substancial en su fun- cionamiento. Segin indican las gbservaciones de rclevantes neuro- fisiélogos (French, Navjta, Lagourin y otros), las excita ciones de las Areas de la corteza cerebral suscitan una serie de cambios en lal actividad eléctrica de los niicleos del tronco y dan lugar p la activacién del reflejo de orien- tacién. Asi, pues, al excitar| las’ éreas occipitales de la corteza cerebral pueden modifi¢arse substancialmente las respues- 24 tas eléctricas procedentes de las zonas del sistema éptico (S. N. Narikashvili). La estimulacién de la corteza senso- motora engendra ya una disminucién de las respuestas suscitadas en las dreas subcorticales del sistema motor, ya una detencién de las mismas. Més atin, la estimulacion de algunos sistemas puede motivar la aparicién de una serie de reacciones conductuales que forman parte del reflejo de orientacién. También conducen a fendémenos similares las formas complejas de actividad del animal que suscitan en la cor- teza focos de excitacién elevada, cuya influencia se extien- de luego a las formaciones del tronco, a través de la for- macién reticular descendente. Hechos andlogos han sido descritos por el fisiélogo mexicano Hernandez-Peén, quien ha observado que las descargas eléctricas activas de los nticleos del nervio aciistico que surgen en un gato como respuesta a chasquidos sonoros, desaparecen cuando al gato se le muestra un ratén o cuando él percibe olor a pescado. Estos hechos indican que los focos de excita- cién surgidos en la corteza cerebral pueden, ora elevar, ora bloquear el trabajo de las formacioncs subyacentes del tronco cerebral, 0, dicho en otros términos, regular los estados de actividad que afloran con la participacién de los mismos. Idéntica participacién de la corteza respecto a la acti- vidad de las formaciones subyacentes se puede observar en los casos en que desaparece el influjo activador de la corteza cerebral. Por ejemplo, la extirpacién de la corteza limbica en los animales conlleva nitidos cambios en la actividad eléc- trica de los distintos niveles del tronco cerebral y noto- rias alteraciones en el comportamiento de los mismos. Por una parte, la destruccién de la corteza 0 el descenso de su influjo conduce a la activacién patolégica del refle- jo de orientacién y a la pérdida de su cardcter selectivo, lo que en la ciencia moderna se justiprecia como elimi- 25 nacién de las influencias jmhibitorias de la corteza sobre los mecanismos de la estructura subcortical del tronco encefalico. Todo ello muestra que el-sistema reticular ascendente y_descendente, via de con¢xién de la corteza cerebral con Jas formaciones del tronco mediante nexos bilaterales, cntrafia no ya un influjo general, sino también una_activa- cin selectiva; y, ademés,|si bien el sistema reticular as- cendente, que hace Hegar|los impulsos a la corteza cere- bral, subyace a las formas de activacién biolégicamente condicionadas (relacionada tanto con los procesos meta- Délicos y las disposiciones elementales del organismo, como con la influencia general activadora del flujo de exci- taciones), en cambio, el) sistema reticular descendente suscita el influjo activador de los impulsos que surgen en la corteza cerebral sobre las formaciones subyacentes, asegurando asi las formas superiores de activacién selec- tiva del organismo con respecto a tareas concretas sur- gidas ante cl hombre y jen cuanto a las complejisimas formas de su actividad consciente. El reflejo de orientacién como base de la atencin El sistema reticular activador, con sus fibras ascenden- tes y descendentes, constituye un aparato neurofisiolégico que ascgura una de las formas més trascendentales de la actividad refleja, conocida bajo el nombre de reflejo de orientacién (0 bien orientador-investigativo). La impor- tancia del mismo para llegar a comprender las bases fisiologicas de la atencién)es tan grande que procede dete- nerse a considerarlo especialmente. Todo reflejo incondicionado, basado en cualquier efec- to biolégicamente importante para el animal (alimenti- cio, doloroso, sexual), promueve un sistema selectivo de respuestas a dichos cstimulos, con la inhibicién simul- 26 ténea de todas las reacciones a los estimulos marginales. Ese mismo cardcter selectivo se manifiesta en los refle- jos condicionados. En ellos, domina un sistema de reac- ciones consolidado por el estimulo incondicional, mien- tras que todas las dems reacciones, accesorias, quedan bloqueadas. Cabe decir que tanto los reflejos incondicio- nados, como los condicionados que se forman a partir de aquéllos, crean un cierto foco dominante de estimu- lacién, cuyo flujo se subordina a las leyes de los «domi- nantes». Entre todos los tipos de actividad reflejada hay que destacar uno en virtud del cual el comportamiento del animal no obedece a ninguna de las motivaciones de la conducta antes enumeradas y que tampoco es reflejo ali- menticio, ni defensivo, ni sexual. Tiene como base la res- puesta activa del animal a todo cambio de la situacién suscitando en él una activacién general y una serie de reacciones selectivas encaminadas a conocer-esas modifi- caciones situacionales. I. P. Pavlov lamé a este tipo de reflejos «orientadores» o indagatorios, reflejos de «cqué es esto?» El reflej én_se_manifiesta por una serie de reacciones electrofisiolégicas, vasculares y.motoras evi- dentes que_aparecen_siempre que en_la.situatién_circun- chas reacciones figuran la vuelta de ojos y de cabeza hacia el lado donde se halla el nuevo objeto, la reaccién de alerta y de escucha, y, en el hombre, la. respuesta dérmico-galvanica (cambio.de Ja resistencia de la piel al paso de Ja corriente eléctrica o aparicién de potenciales eléctricos propios de la epidermis), las. reacciones vascu- lares (constriccién de los vasos sanguineos del brazo y latacién de los correspondientes a la cabeza), alteraciones de_la_respiracién.y,, por tltimo, la aparicién de Jos_fend- menos de.«asincronismo» .en. las reacciones- bioeléctricas 27 (10-12 oscilaciones por scgundo, caracteristico del funcio- namiento de la corteza cerebral én estado de reposo). ("Todos estos fenémenos se pueden observar siempre que 4 surge una reaccién de alerta o reflejo de orientacién sus- i citado por la aparicién de un estimulo nuevo o esencial para el sujeto. Entre los cientificos np existe ain respuesta undnime a la pregunta de si el reflejo de orientacién es una reac- cién incondicionada o condicionada. Por su cardcter congénito, cabe situar el reflejo orien- tador entre los incondicignados. El animal responde con una reaccién de alerta a cualesquiera nuevos estimulos sin aprendizaje alguno; segiin este indicio, el ¥eflejoorien- tador figura entre las reacciones incondicionadas_y_con- ciales que responden con descargas a cualquier cambio en la situacién, indica que dcterminados elementos nervio- sos y su accién le sirven| de base. Mas, por otra parte, él reflejo de orientacién ostenta ciertas caracteristicas que lo distinguen esencialmente de los habituales reflejos incondicionados: con la reiteracién sucesiva de un mismo eslimulo pronto acaban por extin- guirse los fenémenos dell reflejo de orientacién, el orga- nismo se habitéa a dicho cstimulo, y la presencia del mismo deja de suscitar| las reacciones descritas. Este ocaso de las reacciones prientadoras ante los estimulos reiterados se denomina allaptacién, ~ Procede sefialar que e¢a desaparicién del reflejo orien- tador a causa de la adaptacién puede constituir un fend- meno transitorio, y que basta una pequefia variacién del estimulo para que la reaccién orientadora surja de nuevo. Este fenémeno de aparicin del reflejo de orientacion de bido a un infimo cambio] del estimulo se denomina a ve- ces reaccién de excitacidn (0 arousal). Es caracteristico que esa nueva aparicién| del reflejo —conforme: sefala- mos ya anteriormente— puede tener lugar no s6lo al re- 28 forzarse el estimulo acostumbrado, sino también al debi- litarse, y aun al desaparecer éste por entero. Asi, pues, en principio basta : la disposicién a que a la mano derecha se le facilite una esfera mayor. Y cuan- do de improviso se colocan en ambas manos del exami- nando esferas iguales, dicho estimulo entra en conflicto con la esperada desigualdad y Ia esfera colocada en la mano derecha —por contraste con lo esperado— se valora como menor que la puesta en la mano izquierda. Esta disposicién revelada en la cilusién del contraste» que acabamos de describir subsiste durante algtin tiempo, y luego se extingue de modo gradual. Este proceso de extincién de la disposicién fijada puede entrafiar diverso carécter en sujetos diferentes: en unos casos la dispo- sicién creada se extingue gradualmente y manifiesta osci- laciones (ora aparece la ilusién del contraste, ora desa- parece, hasta que acaba extinguiéndose por entero); en otros, no dura sino un tiempo brevisimo y desaparece de subito, Las diferencias individuales en la disposicién crea- da se revelan asimismo en el grado de selectividad de la misma. En ciertos sujetos, la disposicién a la distinta magnitud de las esferas, motivada por el experimento descrito, se reduce sdlo al area motora y se manifiesta inicamente en las pruebas mencionadas, palpando las es- feras, y, por consiguiente, tiene carécter concentrado. En otros, se hace extensiva a otros dominios, y una vez que la ilusién descrita es suscitada en el area motora (palpa- cién de esferas de dimensiones distintas con ambas ma- nos), se revela también en el campo éptico: en Ia ilusin de que de dos circunferencias de didmetro igual, la dere- cha (la correspondiente a la mano derecha) es menor que Ja izquierda; este fendmeno indica el caracter irradiador de la disposicién provocada. Los experimentos sobre la disposicién constituyen un método investigativo especial de los fenémenos de activa- cién en el hombre, y muestran en qué medida éstos pue- den entrafiar un cardcter selectivo, Abren nuevas pers- 31 pectivas para investigar los procesos de la activacién en el ser humano y analizar lds factores que la regulan. Los fenémenos del «reflejo orientador» relacionados con Ja «activacién» pueden suscitarse por un cambio cual- quiera de orden ambiental 6 por la espera de un estimulo nuevo o esencial. Se extinguen de modo gradual a con- secuencia de la «habituacién» y aparecen de nuevo al cam biar el cardcter habitual de los estimulos que actiian sobre el sujeto. | . Todos estos fendmenos| son de entidad natural y sir- ven de base a la afenciért involuntaria. Sin embargo, el hombre tiene la posibilidad de modi- ficar las leyes naturales del curso de! reflejo orientador, hacer que la activacién sea mds estable, suscitar estados firmes y duraderos de atehcién tensa, incluso en las con- diciones en que en el carapter habitual del estimulo nada cambia extrinsecamente, fuando ellas subsisten fisica- mente como tales, y cuanglo haria ya mucho tiempo que los fenémenos del reflejo grientador habrian desaparecido virtud de las leyes tallirales Esa posibilidad de alargar cl estado de activacion du- radera y rebasar los limites de las leyes naturales que rigen su extincién puede) alcanzarse en el hombre ime- diante sefializacién verbal] Basta para ello sugerir al su- jeto que cuente durante largo tiempo los estimulos pre- ‘sentados, o bien, tras plantearle una tarea, que observe el cambio de los mismos| En estos casos, los estimulos subsisten fisicamente te tales, y pasado cierto tiempo ci las reacciones a ellos hubieran debido extinguirse; mas la scfalizacién verbal, que formula ante el sujeto una tarea, manticne el estadd constante de actividad. En cl primer caso (cuando el Sujeto cuenta el orden de los estimulos), cada uno de [éstos sigue siendo en lo fisico bien conocido y antiguo| mas psicolégicamente supone cierto ntimero, se hace nifevo, y esto moviliza 1a atencién del sujeto y mantiene un|estado constante de tono eleva- 32 do. En el segundo caso, la tarea de aguardar a que apa- rezca algiin cambio en el estimulo transforma la obser- vacién de éste en una actividad de seguimiento ditigente, en virtud de lo cual la reaccién de activacién subsiste durante largo tiempo, pese a que los estimulos no cam- bian fisicamente. Es caracterfstico que al anularse la mencionada sefia- lizacién verbal desaparecen con rapidez los indicios del reflejo de orientacién que antes subsistian. El efecto de una indicacién verbal puede suscitar una pujante y a la vez rigurosa influencia selectiva, creando un foco de excitacién dominante y estable al tiempo que altera las habituales relaciones de fuerza en la accion del estimulo. Es notorio que un estimulo fuerte genera una reac- cién intensa, mientras que otro mas débil la suscita ate- nuada. Pues bien, estas relaciones naturales basadas en la intensidad-de los estimulos pueden cambiarse como resultado de instrucciones verbales que suscitan en el hombre una atencién selectiva hacia determinado estimu- lo. Sirve de ilustracién a este hecho el registro de los sintomas objetivos del reflejo de orientacién con respecto a excitaciones de intensidad desigual. Si en estado habitual una excitacién fuerte y extrafia motiva unas reacciones orientadoras intensas (constric- cién de los vasos de la mano), en cambio unas sefiales sonoras débiles (suaves tonos melédicos) no suscitan reac- ciones; sin embargo, la indicacién de contar el mimero de sefiales sonoras suaves hace que prosigan las respues- tas vasculares estables (indicio de reaccién orientadora), mientras que un ruido extrafio fuerte no distrae al sujeto del cumplimiento de Ja tarea ni tampoco suscita una reac- cién orientadora manifiesta de ninguna indole. La posibilidad de regular los procesos de activacién mediante instrucciones verbales constituye uno de los hechos esenciales de 1a psicofisiologia del hombre, Consti- 33 tuye la base fisiolégica Ge las formas superiores espe- cificamente humanas de Ja atencién, y el registro de la influencia de las instrucciones verbales en los. sintomas objetivos del reflejo orientador entrafia uno de los més importantes métodos psirofisiolégicos de estudio de la atencién humana. € a . a HPF sa Tipos |de atencién oO | ctipot et dos ti En psicologia se distinguen’ dos_tipos fundamentales “Se habla de atencidn|involuntaria cuando es atraida directamente por un est{mulo intenso, nuevo o intere- sante (en armonia con la necesidad). Nos encontramos, Pues, con ese tipo de atehcién cuando sin proponérnoslo volvemos la cabeza al ofr| de pronto un golpe en la habi- tacién, nos alertamos cugndo suenan ruidos incompren- sibles, o reaccionamos ante un cambio nuevo, inesperado, de la situacién. | Nuestros mecanismos| de atencién involuntaria_son comunes a los animalés. Ya hemos hablado de los facto- res propios de la misma) en la introduccién al capitulo, y de sus bases neurofisiolégicas cuando analizabamos los mecanismos del reflejo de orientacién. Es facil advertir que este tipo de atencién existe ya en el nifio pequefio, y cabe sefalar tinicamente que en jas primeras etapas tiene|un cardcter inestable y de esca- sa amplitud relativa (el nifio de corta edad y ei parvulo apartan con mucha rapidez la’ atencién del nuevo estimu- lo surgido, el reflejo: orintador se extingue de prisa o queda bloqueado al apargcer cualquier otro estimulo), el marco de su atencién es felativamente reducido y el nifio no puede repartirla entre varios estimulos, ni retornar al precedente sin perder de vista el posterior. La atencién_voluntaria “slo es ‘inherente_al_hombre. 34 Durante mucho tiempo ha sido un enigma para la psicolo- gia, y cabe detenerse en ella especialmente. Un hecho fundamental, indicativo de la existencia de un_tipo especial de atencién en el hombre, impropio de los animales, radica en que éste puede concentrarla_a voluntad.tanto.en.unobjeto.como en.otro, incluso. en los casos en que nada -cambia dentro ‘del ambiente que le rodea. Revault d’Allones, psicélogo francés, dio el ejemplo més conocido de atencién voluntaria y que le sirvié de base para su filosoffa idealista, Si sugerimos a una persona que examine atentamente un tablero de ajedrez cuyos escaques mantienen un ca- récter invariable, de conformidad con nuestras indica- ciones 0 con las suyas propias, sobre ese fondo homo- géneo podra destacar fécilmente las mAs diversas figuras. Ese fondo invariable y homogéneo encierra_multitud de estructuras diversas, y a. tono con su deseo el hombre puede destacar voluntariamente cualesquiera nuevas es- tructuras dentro de ese campo inmutable. A veces, esta posibilidad de resaltar una estructura concreta dentro del campo se manifiesta con mayor nitidez atin; y, conforme a su deseo, el hombre puede destacar en el seno de es- tructuras més precisas una menos precisa, salvando las leyes de la percepcién estructural anteriormente descritas Por nosotros. Asi, pues, es claro que el hombre puede rebasar los marcos de Jas leyes naturales de la percepcién, no subor- dindndose a la accién de un fondo homogéneo o de unas estructuras perceptivas groseras, sino destacando las es- tructuras que le son necesarias y cambidndolas a tono con su deseo, Todos estos hechos sirvieron de base a Revault d’Allo- nes para fundamentar Ja concepcién idealista de los pro- cesos psiquicos del hombre, indicando que si el compor- tamiento del animal se supedita al influjo directo del 35 edio, en cambio 1a condita del hombre tiene 1a post dad de crear volunta ‘ualesquiera esquemas Y SU bordinar el comportamien| frumano a csa cesquematiza: ciéne libre, considerada a dicho autor como atributo fundamental del espiritu hume’™ ‘Fenémenos andlogos capia observar también en 1a OF ganizacién de los movimi tos del hombre: basta que el Fombre decida levantar 1 mane para que ésta se alce autométicamente; este tenpmese fue designado por él no- ube psicblogo James coh él término latino de ial por su naturaleza. Enj el proceso de su ulterior de- Sarrollo, el nifio va dominando el lenguaje y llega a ser capaz por si mismo de seftalar los objetos y nombrarlos. El desarrollo del lenguaje| del nifio aporta una reestru® turacién cardinal al gobierno de su atencién. Ahora ya 6S capaz de trasladar su atencién de modo independiente, sefialando con el gesto unb u otro objeto nombrandolo sen la palabra corresponiiiente. El proceso organizative Seta atencién, que antes) se hallaba repartido entre dos personas, la madre y el Rifio, se convierte ahora en Yl pera forma de organizacién interior de Ia misma, social por su origen, mas intrinsecamente mediatizada por su vetructura, Pues bien, procede considerar esta fase com fa etapa de nacimiento de una nueva forma de atencién vonuntaria, que viene a ser no una forma de expresiOn del «libre espiritu, inhefente al hombre y eviterna, sino 1 producto de un complejo desarrollo sociorhist6rico. En las etapas subsiguientes el lenguaje del nifio eve” juciona; nacen estructurds discursivas (intelectuales) cada vez mas complicadas y dindmicas y la atencién del hom bre adguiere nuevos Taggos, deviene gobernable Por 10s esquemas intelectuales intrinsecos, que @ su Vez SO fruto de la compleja formaci6n social de los procesos psiquicos. Tode ello indica quq la atencién voluntaria del hom- bre, con su entidad dingmica y ol cardcter independiente de la misma ante los influjos extrinsecos directos, existe en realidad, pero toe ‘esa explicable condicién de ser Social por su origen y ¢star mediatizada por los procesos Giscursivos internos en| virtud de su estructura. A medida que tranjcurre el desarrollo, los procesos 38 | artculatbrios ¢ imtelectuales del nifio ce hacen tan com pisos sutomatinads que el traslado de la atencién de a otro deja de requerir esfuerzos especi t especiales, adquiere ese cardcter de facilidad y, aun Girfase, de wee. Pontaneidads, que sentimos todos nosotros cuando en nuestro pensamiento pasamos sencilamente de un objeto stosloibiey somos eapaces de mantener una tensa y F atencién con res vic prolongs specto a Ja actividad que nos aus Adelante anlizaremos los mecanismos de lo tpos res de atencién, una vez que ha} : : yyamos aclarado problemética acerca de Ja formacién de los procesos i 4 lectuales complejos. aad Métodos de investigacion e Las invest eciones sicologicas sobre la atencién, por eral, se plantean la tarea de inve nt lo genera te: stigar Ta aten voluniaria, su “volumen, estabi viaaa5-aIstABGCOR Tada lems mas complejas de la atenei éitraha ma- e estudiar la atencién i i : a e involuntaria, ya ésta se revela en grado considerable con ayuda “de los Imétodos arriba descritos para el estudio del reflejo de ce paseyy a puede alterarse substancialmente en jones masivas del cerebro, moti de ay descenso general de la actividad. + motivadoras volumen de Ig atencién se invest -: n_de la atencién se investiga por lo comu E diane o andlis “del mimero. de elementos ‘presintados simuliéneamente.y.que_el.sujeto puede asimilarcon Iu- idez, ines se utiliza un ay nit idee i parato que pel Pca Ue ne nab tn gs erloer ae el examinando no puede trasladar los ojos de un objeto a otro, hace imposible el movimiento de los , Posibilitando la medicién del niimero de unida- des il asequibles a la percepciin simultdnea (coincidente). 39 el nombre taguistoscopio griego tachys, r4pido, y skopeo, mirar). Consta hal aa mente de una ventanilla, fevarada del objeto examinado por una pantalla incidenfe, y cuya abertura puede alte rarse a voluntad de modo que el objeto aparezca mae un lapso brevisimo de tiempo, entre 10 y 50-100 mic | ea para lograr upa exposicién répida del objeto, se emplea el destello, lo |que permite. observar aquél du- rante un tiempo sumamente breve (de 1 a 5 microse- “a “nimero _de_objetds claramente percibidos consti- el indice del volumen de la atencién. Cuando a feces presentadas fe bastante sencillas y estén dis. persas sin ningin orden ¢n el campo exhibido, el volumen de atencién no suele er de 5-7 objetos claramente bles a un mism9 tiempo. ; Pepin evar el influjo| de 1a imagen sucesiva, la breve presentacién de los Objetos ‘suele acompafarse de una imagen-borraduray, a cuyos efectos en la pantalla oscu. ra que permanece visible se muestra al sujeto un eimulo desordenado de lineas que sigue invariablemente a tov = las presentaciones y dizfase que «borra> la imagen suc i los objetos jentados. tec fe Sms me a exe sar el volumen de la atencién mediante cifras adoptadas de’ la teorfa de la infgrmacién; pero esos designios de medir el volumen de htencién en bits (unidades de la teorfa informativa) tienen escasa importancia, y son apli- cables tinicamente en los casos en que el sujeto conoce bien el numero limite |de figuras posibles, de las cuales sélo algunas se le exhfben durante un breve lapso. El concepto de «vollumen de atencién» es muy afin al de «volumen de percepcién», y a los conceptos amplia mente usados en literatura de scampo de atencién lici da» y «no licidas; as{| como también a los conceptos de | 40 | «centro» y «periferia» de la percepcién visual, respecto a la cual han sido elaborados con minuciosidad. A la par con el estudio investigative del volumen de atencién, tiene gran alcance el de la_estabilidad de la atencion: éste se plantea la misién de establecer en qué medida_la_atencién_se_mantiene firme y estable con res- Pecto a_determinada_tarea_durante largo. tiempo, si se adyierten_o_no_en_este-caso-oseilaciones-en-la-estabilidad de, la_atencién-y-.cuando-surgen-los—fenomenos-de-fatiga, al producirse.los .cuales .la-atencién_del. sujeto_ empieza a_desviarse_hacia estimulos_marginales,. Para medir la estabilidad de la atencién suelen em- plearse las tablas de Bourdon, consistentes en la alter- nancia desordenada de letras sueltas, pero con el mismo niimero de reiteraciones de cada letra en cada uno de los renglones. Al examinando se le marca un plazo de tiempo largo, de 35-10 minutos, y se le propone tachar las letras dadas (una o dos letras en los casos sencillos; ¥, en los complejos, una letra dada, sdlo en el caso de que ella figure delante de otra, de una vocal, por ejem- plo). El experimentador marca el numero de letras tacha- das durante cada minuto y el de las omisiones descubier- tas. Las oscilaciones de la atencién vienen expresadas por la disminuci6n de la productividad del trabajo y el aumen- to en el mimero de omisiones, Andloga importancia tienen, pues, las tablas de Kre- pelin, constituidas por columnas de cifras que el sujeto ha de sumar durante largo tiempo. El rendimiento del trabajo y el nimero de las faltas cometidas pueden ser- vir de indice de las oscilaciones de la atencién. Para elevar los requerimientos en cuanto a la organi- zaci6n espontanea de la atencién, las pruebas descritas se complican introduciendo factores perturbadores. Asi pues, se encarga al sujeto la misién de tachar determinadas letras no en el surtido ilégico de las mismas que ofrecen las tablas de Bourdon, sino en un texto de contenido aL e caso] el influjo desviador del texto animado puede ocasionay un aumento del nimero de Gmisiones y una disminucién de la productividad del tra- bajo: y, por el contrario, 1a estabilidad de la atencion voluntaria viene expresada por la invariabilidad del ren- Gimiento requerido incluso en unas condiciones que en- trafian la incorporacion de influencias desviadoras 0 per turbadoras. | Cefalada importancia| tiene 1a investigacion del fend- meno de distribucion dé la atencign. Ya en los experi- mentos tempranos de Wundt quedo demostrado que el hombre no puede concertrar a la vez sv atencién en dos cstimulos presentados sifmulténeamente y ave el Hamado «reparto de la ‘atenciénp entre dos estimulos nO eS de hecho més que un desplazamiento de 1a misma que pasa répidamente de un estimulo al otro. Esto vino a pro- Lanse con ayuda del Ipmado aparato de complicacién, que daba la posibilidad de exhibir un estimulo visual (por ejemplo, una fleche en la posicién «I» junto con el estimulo sonoro de un| timbre). Los experimentos. indi- caron que cuando los Sujetos prestan atencion a la flecha carOnovimiento les pargce que se retrasa él timbre que facompafia el paso de la misma por la pantalla correspon- diente; cuando prestaban atencion al timbre, © retrasaba ja percepcion de la flecha movil, y él sonido relacionaba el tonido del timbre con|un momento anterior, ‘Gran alcance practi¢o tiene la investigacién de la dis- tribucion de la atencién en un trabajo duradero, vfectos se emplean Jas denominadas «tablas de Shulte>. ‘aparecen en ellas dos jfilas de guarismos rajos y negros orden alguno. El sujeto ha de indicar en Ta serie de cifras, alternando cada vez una ‘0 bien, en condiciones de mayor com- rden directo y las interesante. En est dispersos sin orden sucesivo roja y una negra, plejidad, indicar las ¢ifras rojas en © negras en el] inverso. La posibilidad de distribuir la atencién en forma du- 42 radera vi bs pad cxpresada por una curva que sefiala el tiem: en hallar cada una d i : nentes'de ambas filas. canine Segi i a in, mostraron las investigaciones, aparecen con as diferencias individu: a ales entre los di gran it i 1s diversos oui poe Totes pueden refiejar fielmente algunas variacio- erza y movilidad de lo: y s ; 1S procesos nervi f n ios: utilizarse satisfactoriamente con fines diagnésticos. a El desarrollo de la atencién eT sar iHOs feiss de desarrollo de Ja stencién involun le se revelan con nitidez ql cunt : 5 ya en las. primera: sem as oe vida del nifio. Cabe observarlos en ie Pe mas te np ae aparicién del reflejo de orientacién: pieetteel mirada en el objeto y detencién de los mo- penile ee ea examinar de primeras un objeto lo. Cabe afirmar con toda raz6 a ib ar con toda razon que tambié: los primeros reflejos condicionados eosin cuborer CIE) ee fi base del reflejo orientador; dicho , slo cuando prest: én al esti lo, ie destaca y se concentra en él. stencion at esti 1 anoint. . " os En un principio, la atencién involuntaria del nifio en ros meses de la vida ti los primer iene el cardcter de si Smee ToaT ante estimulos nuevos o aan seguimiento con la mirada y de atefejo de concentra: en i ' ciéar en los mismos. Solo més tarde la atencién invo. luntaria‘del niflo adquiere formas mis complejas, y en isma comienza a des i ‘ misma con arrollarse ivi orientadora-nvestigativa aplicada a la Paaaeoayas Ins obj pelea es) en los primeros tiempos esa act stable, y basta que nea a aparezca otro obj per ae Gese Ja manipulacién del primero. Ello Sellen ue ya en el primer ao de vida de la eatura el ref jo investigativo conlleva un cardcter de agota. agota- 43 miento répido, se inhibe facilmente cuando sobre él ac crt vilujos extrafis y|ya revela al propio tiempo, Jo re pabituacién»| que conocemos, extinBe TT Tasgos. isos de reiteracign protongados. Mas el problema ezencial por excelencia yadica en desarrollar i | oe ia pote 1a atenuacién, regulables a vouniie superiors’ ante todo mediante la aparicién o& May «$e doles de subordinaciéh del comportamiento, gracias 2 estables de itor de las| indicaciones verbales de! ache, era eBeho més tafde, mediante 1a formacion 1 © 6 i torre- Y go ate tipos estables| de atencién voluntaria aul oH i i el oe erténeo pensar que dicha stenci6n peat 2 inflyjo regulador del lenguaje nacen en © Oe Vay vente, Los. hechos muestran que la indicaion Oe Pomme la mufiecas no|suscita en el niflo mat a ecién orientadora general, influyendo en él ra paula va acompafiada de un acto real del ans eee Caracteristico que al principio Ia palabre del ada Mo, A careeyo al objeto, atrae la atencién del ino sh tore erase de dicho objeto coincide con la percepct™ Fa racfe la eriatura, En los casos en que el objeto Nev no figura en el campo|inmediato de vision de Ta eriaturay Ia palabra solo suscita en ésta una reaccién gen jngue con rapidez. ; tadora que se erareimer afo de vida y comienzos 06) segundo, la nominacién del objeto ° la nden pelos earn g adquitir su influencia rectora ¥ regen Figo orienta su mirada al objeto nombrado, destacindl entre Jos demés, o Bien lo busca, cu bjeto te él. [Sin embargo, en esta etapa, 1 | mee aa ‘palabra del adulto, sviadora ate ood so, es todavia muy inestable, y Ta reacc tectén useitada por| ella cede raudamente ou puesta 8 Havnceion orientadgra directa provocada poy U2 Oot nds vistoso, nuevo 0 de mayor interés para . adivonmticacion verbal pone en funcién el movimientoy { mas no puede frenarlo, y las reacciones motrices susci- ae cnvor ella siguen|ejecuténdose por inercia, indepen: | Gientemente del influjp-de aquélla. ntemmeaites de Ta jnfluencia rectora de la instruccion verbal aparecen con singular nitidez cuando ésta s¢ Soft pice, Asi, al considerar e] comportamient® de un nifio de vote edad, al que se (da la indicacion verbal: «Cuando se cortenda la lucecita, aprieta ta pelotitas, lo que requiere cocoa wna concsion entre tos dos elementos de la stateion formulada, se puede ver con facilidad aye aqué- condiciecermina de pibito en él influencia organizacers, se jue percibe cada parte de la mencionada indict cig cuca una inmegiata reaccion motriz y, luego de ofr él fragmento «cuando se encienda la lucecita», empieza a buscarla, y una vez que oye

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