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Prefacio

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA ABRIÓ LA PUERTA


QUE HABÍA CERRADO EVA

V. El Señor esté con vosotros. R. Y con tu espíritu.


V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta celebración en honor de la Virgen María.

Ella es la Virgen Madre,


representada por la puerta oriental del templo:
por ella pasó el Señor,
para él sólo se abrió y permaneció intacta.

Ella es la Virgen humilde,


que nos abrió por su fe
la puerta de la vida eterna
que Eva había cerrado por su incredulidad.

Ella es la Virgen suplicante,


que intercede continuamente por los pecadores,
para que se conviertan a su Hijo,
fuente perenne de gracia
y puerta del perdón siempre abierta.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

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