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} El sastrecillo évaliente? inisterio de i6n Presidencia de la Nacion El sastrecillo évaliente? x BR ‘al LEONARDO GARNIER Nacf en 1955 en San José de Costa Rica. De nifio, ademds de jugar ¥ ver tele, me gustaba mucho leer. Todavia recuerdo cuando pap legaba a casa con algiin libro nuevo, o con un paquete de revistas comics entre las que, ademds de Supermén, Batman y el Pato Do- nald, se colaba siempre algin ejemplar de Epopeyas, Joyas de la Mitologia o Vidas llustres. Y segut leyendo... y creciendo. En el colegio devoré muchas novelas -Verne y Salgari eran mis favori- tos- y, claro, jugaba al fitbol con los amigos (aunque yo no era muy bueno) y nos divertfamos yendo al campo o a la playa. Ya en Ja universidad -donde estudié economia- mis gustos por la lectura habjan pasado a Garcfa Marquez y Vargas Llosa (aunque cuidado al ponerlos juntos... podrian armar una bronca!), a Fuentes, a Neruda y, sobre todo, a Cortézar con sus cuentos y sus cronopios. Con el pasar del tiempo, me fui haciendo grande y, de grande, me casé con Maria Marta, a la que conocia desde los quince afios, pero sin suerte hasta que... pero esa es otra historia y, de ella, lo que viene al caso es que nacieron Marie e Isabel. Desde muy pequefias les leiamos montones de cuentos y, a veces, inventabamos alguno entre nosotros. Fue as{ como nacié la historia de Mono Congo y Ledn Panzdn, mi primer libro de cuentos y con el que descubri que, ademas de lector y economista... ;podfa ser escritor! SASTRECILLO {VALIENTE? a, estoy aburrido, no dan nada en la tele... jcontame un cuento! No dan nada en la tele? ;Pero si hay como setenta canales! —Que no pa, aqui sélo entran poquitos y en todos esté hablando el mismo seftor... estoy aburrido... jcontame un cuento de aquéllos! jAquéllos? —Si, Ios que vos decis que te contaba el abuelo cuando eras como yo. —Ah... de esos, mmm... dejame ver, por aquf debe haber alguno; si, aqui estén, son los Cuentos de Grimm jqué buenos eran! ...de gi- gantes, y de princesas, y de... —Si, sf, de és0s, dale, contd uno, contd... —Bueno, bueno, a ver, Hansel y Gretel, no, Blancanieves, no, Ceni- cienta... tampoco, ah, éste, éste me gustaba: Bl sastrecillo valiente... has- ta con Mickey Mouse hicieron una versién una vez, aunque claro, no es lo mismo, no es lo mismo, asf que sentate por aqui y poné atencién. un sastrecillo, sentado a la mesa cerca de su ventana, esta- ba de buen humor y costa tanto camo podia. Entonces apare- cid una campesina por ta calle gritando: “;Mermelada, vendo barata buena mermelada!” El preg6n sond agradable a oidos del sastrecillo, que gritd: “jE, suba por aqué, buena mujer, que yo la libraré de toda esa mercaderia!” La mujer subi6 afa- nosamente los tres pisos hasta llegar con su pesada carga don- de el sastrecillo, que la hizo desempacar todos tos frascos. Los inspeccioné uno por uno, levantdndolos, levdndolos hasta su nariz y, finalmente, dijo: “La mermelada me parece buena, ast que véndame unas cuatro onzas, buena mujer, y no im- porta si es un cuarto de libra’: —Pero... jeudnto son cuatro onzas, pa?, y un cuarto de libra... ses mucho? —Pues, no, no es mucho; cuatro onzas... es lo mismo que un cuar- to de libra, es como esto, sves? er0 €S0 No es nada, eso me lo como en un recreo! ;¥ para eso la hizo subir los tres pisos, y con toda su carga, y abrir todos los fras- cos? {Qué malo! ;No le iba a comprar toda la mermelada, pa? El le di - jo que subiera porque le iba a comprar mucho, toda su mercancfa, ast le dijo. gPor qué, pa, por qué le mintis? SASTRECILLO {VALIENTE? —Bueno, bueno, exageré un poco, pero si le compré algo ;no? Pero sigamos. ..el aroma de la mermelada subfa hasta el techo, donde ha- bia una gran cantidad de moscas; pronto fueron atraidas y se abalanzaron en regimiento sobre el pan. “jHey! ;A ustedes quién las invit6?”, dijo el sastrecillo y, tomando un gran peda- 20 de tela de su mesa de trabajo, descargé sobre ellas un gol - pe despiadado. Cnando levanté su improvisado matamoscas @ hizo el recuento, vio por lo menos siete moscas muertas con las patitas para arriba, —jLas maté? ;Por qué las mat6, pa? ;Por qué maté a las mosquitas? —i¥ por qué iba a ser? ;Se querian comer su mermelada! —Pues sf, pero... jmatarlas? La profe de ciencias dice que no hay que matar a ningin animal; bueno, sélo si es para comérselo, como los indios que cazaban a los biifalos, pero s6lo para comeérselos 0 pa~ ra hacerse ropa con el cuero, pero dice que nunca cazaban mas de la cuenta y por eso los biifalos nunca se acababan; pero ahora, ahora sf se estén acabando porque la gente los caza sélo para poner sus cabe- zas en unos trofeos horribles, pa; la profe nos ensefié unas fotos, y los venados también se estan acabando, y cuelgan sus cuernos en la pa- red, y las dguilas calvas, y a los elefantes les quitan los colmillos y por es0 se estén acabando los elefantes... y entonces, si matamos asf a las moscas, de siete en siete, pues también se van a acabar las moscas y... —Si, sf, tens razén con los elefantes y los venados y los biifalos y las Aguilas... son especies en peligro de extincién, pero... las moscas? jay tantas moscas! Ademés, si no fuera por las moscas que mat6. no habria cuento que contar porque isabés qué dijo el sastrecillo cuando vio que habia matado siete, siete moscas de un solo golpe? El, un simple sastrecillo de manos delicadas, se emocions tanto viendo lo que habfa hecho con un solo golpe que.. se apresuré a cortar una cinta de tela en la que bordé, con grandes letras: “jMaté siete de un golpe!” “Y no solo el pue - blo, todo el mundo debe enterarse...”, pensé el sastrecillo, y su corazén se le agitaba en el pecho como el rabo de un cor derillo. EL SASTRECILLO ;VALIENTE? —iQué exagerado! Si lo que mat6 fueron siete moscas, siete mos- quitas, pa... ;Por qué se emocions tanto el sastrecillo, si eran solo sie- te moscas? —iQué sé yo! Tal vez porque era una de esas personas de las que uno a veces dice: “;Fulano? ;Pero si ése no mata ni una mosca!” Y, en- tonces, cuando el sastrecillo vio que habfa matado siete, y de un solo golpe, pues qué te digo? ;Se sintié muy valiente! Por eso el cuento se llama asf: El sastrecillo valiente. Pero... sigamos. antes de partir buscé si no habia en ta casa algo para lle- var, pero no encontrd mds que un queso viejo, que puso en su bolsilio. Al salir, vio un pequeno pajarito que habia quedado aprisionado en un arbusto, lo agarré y lo puso en su bolsilio junto con el queso. —sEntre la bolsa se metié al pajarito? {Lo va a aplastar! Lo que te- nia que hacer era soltarlo para que pudiera volver a volar, y asi ten- drfa un amigo pajarito que... —Si, sf, eso viene luego, pero of lo que pasa ahora: se encontré con un enorme gigante que, cémodamente sentado, miraba a su alrededor. Con toda osadéa, el sastre- cillo le dijo: “Buenos dias, camarada, jestds aqui sentado contemplando el mundo?” El gigante mird desdefiosamente al pequefio sastre y le dijo: “Ti, criatura miserable!” A lo que el sastrecilto respondié, altanero: *;Cuidado con lo que dices!” y, desabotonando su saco, le mostré al gigante la cin ta sobre su pecho diciendo: “;Para que veas qué clase de hombre soy!” El gigante pensé que eran siete hombres a los que el sastrecillo habia aniquilado, y sintié un poco de res- peto por el hombrecillo. | =jpero no fueron siete hombres, pa, sino siete moscas! Por qué lo engaiié el sastrecillo? —No creas que fue tan {écil engafiar al gigante... que era muy gran- de, pero no muy tonto, por lo que no se dejé impresionar totalmente con eso de “siete de un golpe” con que rajabat el sastrecillo, sino que traté de ponerlo a prueba: 1. Rajaba: presumfa, alardeaba. EL SASTRECILLO ;VALIENTED tomé una piedra en su mato y la oprimid con tanta fuerza que la convirtio en gotas de agua. “jHaz lo mismo, si eres tan fuerte!”, le dijo al sastrecillo que, arrogante, replico: “Si no es mds que eso, es juego de niftos.” ¥ metiéndose la mano al bol- sillo sacé el pedazo de queso que guardaba y lo exprimis has- ta sacarle el jugo, y exclamé: “sEstuvo mejor, no?” —Pero el sastrecillo es un mentiroso, pa, esta engafiando al gigan- te, Cualquiera puede exprimir un queso... ;Cémo no se dio cuenta el gigante de que lo estaban engafiando? —El gigante segufa dudando... ast que tomé otra piedra y la arrojé tan lejos que apenas si la mirada la podia seguir. “;Ahora haz ti lo mismo, renacua - jo!” ¥ el sastrecillo, metiéndose la mano al bolsillo sacé el pajarillo y lo lanz6 al aire. Feliz de haber recuperado su liber- tad, el pdjaro se elevd y vold... y no volvié mds. “sY... qué te parecié mi lanzamiento?”, pregunté altanero el sastrecillo. —2Y el gigante le creyé, pa. le crey6? Porque todo era mentira, pa, todo: lo de que maté a siete, lo del queso, lo del pajarillo, todo era mentira, pa... {De verdad creyé el gigante que el sastrecillo era super poderoso...? jLo que es, es supermentiroso! —Pues si, pero bueno, al menos el gigante no lo aplasté de un po- rrazo, que a lo mejor es Jo que habria hecho si supiera que lo que tie - ne enfrente es un pinche? sastre... y ahi se nos acaba el cuento. En cambio, ahora, lo que va a pasar es que el gigante, casi convencido de que el sastrecillo era de verdad capaz de “matar a siete de un gol- pe”, lo va a invitar a pasar la noche en la temible guarida secreta de los gigantes: cuando llegaron, se encontraron con otros gigantes sentados alrededor de una fogata; cada uno con un carnero asado en - ire sus manos, que devoraba con avidez. Bl gigante le asigné una cama y le dijo que podia dormir a sus anchas. La cama, sin embargo, era demasiado grande para el sastrecillo que en vez de dormir en ella se acurrucé en un rincon de la habita - cidn y allt pasé la nocke. 2, Pinche: despreciable, poca cosa, “Material de distribucién gratuita” —Como cuando voy donde la abttela y me duermo en el eslipin’ en vez de usar el camén viejo, con resortes, que esta en el cuarto de vi- sitas: —Ah... pero en la casa de la abuela nunca te pasé lo que le habria pasado al sastrecillo si se queda durmiendo en la camota de gigantes porque, a medianoche. _..cuando el gigante creyo que el sastrecillo estaba bien dormi- do, se levantd, tomd una pesada barra de hierro y atraves6 el lecho con ella, de un solo golpe, creyendo haber acabado ast con el chapulin insolente. —iPero no lo maté! No... y més bien se llevaron una sorpresa en la mafiana. cuando, de pronto, lo vieron acercarse muy contento y osado: “jHola, gigantes, los andaba buscando!” Ellos se aterroriza- ron y, temiendo que pudiera matarlos a todos, huyeron des- pavoridos. —Pero, pa ~Y dale vos con tus peros, jahora qué? 3No te parece que esta vez si se salv6 el sastrecillo de esos gigantones que lo trataron de apachu- rrar mientras dormia? —Si pero... jqué tonto! —sTonto el sastrecillo? $i més bien fue él quien engaiié a los gigan- tes... spor qué decis que es tonto? —Pues porque sf, pa. :No ves que él era un sastre, y que los gi- gantes eran grandototototes? Si se hubiera hecho amigo de ellos en- tonces seguro que ellos lo habrian contratado para que les hiciera la ropa, y como son gigantes gigantescos, necesitan ropa gigantisi- ma y el sastrecillo habria tenido montones de trabajo. Ademés, si se hubiera hecho su amigo, los gigantes hasta le habrian construi- do una supersastrerfa gigante como ellos... jchivisima!* Pero en cambio, como les salié con lo de “siete de un golpe” y con sus men- tiras, los asust6 y se quedé sin clientela gigante, sin sastrerfa gi- gante y sin amigos gigantes... Ah, y sin pdjaro y sin queso... jse quedé sin nada! 3. Eslipin: de las palabras en inglés sliping bag que significan bolsa para dormir. 4, Chivisima: muy bon. —Ah no, sin nada no, porque todavia tiene su banda de “Maté sie- te de un golpe”, as{ que poné atencién y veamos qué otras aventuras le esperan en el camino egé hasta los alrededores del palacio de un rey y, como se sentia muy cansado, se acosté sobre la hierba y se durmio Mientras dormia, legaron algunas personas que lo examina ron desde todos los dngulos y, leyendo aquello de “jMaté siete de un golpe!” se preguntaron: “:Qué hard este gran guerrero por agui en tiempos de paz?” —i¥ se aprovecharon de que estaba dormido para matarlo, pa? —No, no... spor qué iban a matarlo? —jEntonces lo amarraron? —Que no... mas bien fueron corriendo a avisarle al rey... que en sus tierras andaba este gran guerrero. Entonces, el rey envio a uno de sus cortesanos para que le ofrectera un impor- tante puesto en su ejército. “Justo por eso he venido hasta aqui —dijo el pequerio sastre— estoy listo para ponerme al servicio del rey.” —2Va a ser el sastre del rey? —No, sastre no... va a ser parte del ejército real: |Va a set soldado! —Pero pa, él no es un soldado, nunca ha sido... jes un sastre! ;Por qué quiere estar en el ejército si lo que él sabe es hacer ropa? A lo me- jor lo contratan para hacerle todos los uniformes a los soldados, hasta Je podria hacer la ropa al rey y a la reina y a toda su corte... eso seria casi tan bueno como ser el sastre del giganterio, EL SASTRECILLO {VALIENTED | =¥ dale vos con eso, pero sno ves que él no queria ser mds un sas- tecillo, que él querfa ser un guerrero, un héroe? —Pero no tenfa fuerza, ni sabia pelear, ni. —Ah... pero ya viste que se pudo enfrentar al gran gigante. —Porque lo engai6. —Pues si, pero... mejor sigamos, porque vos no sos el tinico que est molesto, también se enojaron los otros soldados del rey: “jEn qué acabard esto? —se decfan— si peleamos con él, con cada golpe derribaria a siete de nosotros, ninguno podria ven- cerlo.” Ast que decidieron hablar con el rey y presentarle, to- dos, su renuncia: “jNo estamos preparados para pelear junto aun hombre capaz de matar a siete de un golpe!” —Pero si supieran que fueron jsiete moscas! las que maté el sastre- cillo, siete pinches moscas... y todos le tienen miedo. |Si supieran. lo apachurran! —Pero ése es el punto: ino sabian! y por supuesto que el sastrecillo no se los iba a decir. Asf que el cuento sigue adelante y el rey tiene que resolver su problema, pero le da miedo despedir al gran guerrero que acababa de contratar... miedo de que el gran guerrero se fuera a | enojar y, como podia matar siete de un golpe, acabara también de un | golpe con el propio rey para quedarse con su trono y su reino. ;Sabés, | entonces, qué se le ocurrié al rey para librarse del sastrecillo? Le hizo | la siguiente propuesta: “En el bosque, cerca del reino, viven dos gigantes que causan grandes perjuicios robando, matando, destrozando, incen- diando. Nadie se les puede aproximar sin peligro de muerte Si logras abatir a esos dos gigantes, y los matas, te daré a mi tinica hija en matrimonio y tendrds la mitad de mi reino co- | mo dote.” —Pero... jno era que queria librarse de él? Entonces jpor qué le | ofrece todo eso? | —Pues... porque el rey no cree que el sastrecillo pueda vencer a los | gigantones y, asi, envidndolo a una muerte segura, se librard de él. | —Pero le ofrecié medio reino y 1a mano de la princesa. EL SASTRECILLO {VALIENTET —Si, pero el rey sabe que no va a tener que cumplir su promesa por- que los gigantes van a acabar con el valiente guerrerito. —Pero eso es hacer trampa. Y a vos quién te entiende? ;No era el sastrecillo el tramposo al ha- cer creer a todos que era un valeroso guerrero que podia matar a siete de un golpe? Ahora jque cargue con las consecuencias de su mentira! iNo te parece? —Pues, si pero... spor qué todos mienten en este cuento? —1Vos y tus preguntas! Ya vas a ver cémo se libra el sastrecillo de este nuevo peligro: se internd en el bosque y, después de un rato, descubrid a los dos gigantes acostados bajo un drbol, roncando tan fuerte que las ramas subtan y bajaban. —sran los mismos gigantes de antes, los que le tenfan miedo, eran? No, no, estos eran otros. —Si que hay gigantes en este cuento, por todos lados hay gigantes... sPor qué siempre los gigantes eran malos? No hay cuentos de gigan- tes buenos? —Creo que hay uno, sf, uno de un gigante en un jardin... pero la cosa no es si son buenos 0 malos, porque, si te fijés, estos dos gigan- tes del cuento a lo mejor no son malos, lo que pasa es que la gente les tiene miedo. —Y, sino son malos, spor qué les tienen miedo? —iPorque son grandotes! —Pero los papés y los abuelitos siempre son grandotes y no les te- nemos miedo, :por qué le tienen miedo a los gigantes? —Bueno, pues porque son distintos... y, eso, los vuelve misterio- sos, amenazantes. Lo que quiero decir es que casi siempre le tene- mos miedo a lo desconocido, a las cosas que no entendemos y, sobre todo, a la gente que no conocemos, 0 que por alguna razén nos pa- rece distinta y que, por distinta, nos asusta y hasta nos parece mala © peligrosa. Y claro... a esa gente de seguro le pasa lo mismo: para ellos, los extrafios, los raros, los amenazantes... jsomos nosotros! Y de esos miedos nacen casi todos los pleitos y las guerras y... pero ya me pusiste a hablar en serio, mejor volvamos al sastrecillo y sus dos gigantes ..sin perder tiempo, el sastrecllo se lend los bolsllos de pie- dras y subi6 al drbol. Desde alli, empez6 a dejar caer piedras sobre el pecho de uno de tos gigantes que, finalmente, termi- 16 por despertarse y, sacudiendo a su compariero le dijo: “:Por qué me golpeas?” “Sueftas —respondis el otro— yo no te gol- peo.” Y volvieron a acurrucarse para seguir durmiendo. En- tonces, el sastrecillo arrojé una piedra al segundo. “;Qué sig- nifica esto —rugi6 el gigante— por qué me tiras piedras?” “jYo no te tiro nada!”, rezongé el primero. Discutieron por un rato ero, como estaban cansados, se volvieron a dormir. El sastre- cillo, entonces, volvis a su juego; toms ta piedra mds grande y la arroj6 con todas sus fuerzas contra el pecho del primer gi- gante. “jEsto es demasiado!”, vocifers el gigante apedreado y, levanténdose, empujé a su compaiero contra un drbol con tanta fuerza que éste se estremecio desde las ratces. El otro respondié con a misma moneda y se enfrentaron con tal fu- ria que arrancaron drboles y se aporrearon con ellos por tan- to tiempo que, al final, ambos cayeron muertos al suelo | —{Mu... muertos? ;Por la broma del sastrecillo? ;Muertos? Pero pa... {no eran amigos los gigantes, por qué pelearse a muerte por cul- pa del sastrecillo? —Pues de eso se trataba: el sastrecillo tenia la misién de acabar con los gigantes y, como no tenfa fuerza ni habilidad como para pe- lear con ellos, pues... us6 el truco de ponerlos a pelear entre sf. Y no te extrafiés tanto porgue, la verdad... la verdad, los humanos hacemos eso a cada rato. —iLe tiramos piedras a la gente cuando esté dormida? —No, no, eso no! Digamos que tiramos “piedras con la boca”, que es ir con uno a contarle que el otro hablé mal de él y luego ir con el primero y hacer lo mismo para ponerlos a pelear, igual que hizo el sas- trecillo cuando dormfan tranquilos los gigantes bajo el arbol. Y ha- blando de arbol.. | ..el sastrecillo bajé del drbol, sacé su espada y la hundié va - | rias veces sobre el pecho de ambos gigantes, saliendo a ee | bosque para reunirse con sus carabineros a los que dijo: “}Ta - | redband tex eehattcroe Gan Mores Eta paih ld’ | EL SASTRECILLO :VALIENTE? pequerio guerrero, entraron al bosque y se encontraron con los dos gigantes muertos, banados en sangre, en medio de los dr- boles destrozados. —2Y entonces el sastrecillo se va a quedar con la princesa y con la mitad del reino...? —Ah... las cosas nunca son tan féciles. Acordate, eso sf, que el rey no tenia intenciones de cumplir su promesa con el sastrecillo, ni en broma lo querfa casado con la princesa y duefio de medio reino, sino que queria quitérselo de encima, pero sin arriesgarse a la furia del que, segin crefan, habfa matado a siete de un golpe. Por eso, el rey no se dio por satisfecho y le puso otra prueba como condicién para cum- plir su promesa’ “antes de obtener a mi hija y la mitad del reino —te dijo— es necesario que lleves a cabo una nueva hazafta, Por el bos que anda un unicornio que causa grandes destrozos, y tt de- bes atraparlo.” “;Un unicornio me asusta menos que dos gi- gantes!”, exclams el sastrecillo y, recogiendo una cuerda grue- say un hacha, se marché hacia el bosque. No tuvo que espe- rar mucho tiempo, puesto que pronto aparecié el unicornio y arremetid contra él sastrecillo como si fuera a ensartarla con su cuemno sin mayor ceremonia. —#ra un unicornio malo? Qué raro, porque en la tele y en los cuen- tos los unicornios siempre son buenos, y de colores bonitos, como el de esa cancién que siempre me ponés, el que se perdié y dejé triste a su duefio... sPor qué en este cuento el unicornio es malo? —Ya te dije, no es que sea malo, lo que pasa es que muchas veces los hombres habrén tratado de darle caza y, por eso, les tiene miedo y, como les tiene miedo, como no los conoce, los ataca primero, por si acaso... como en defensa propia. —Entonces... sse salvé el unicornio? —Temo que no, pues el sastrecillo volvié a usar uno de sus trucos: se paré frente a un drbol y esperd que el animal estuviera muy cerca de él y, entonces, salté con agilidad a un lado. El unicornio se precipité con todas sus fuerzas contra el tronco, EL SASTRECILLO ;VALIENTE? donde clavé tan profundamente su cuerno que ya no pudo sa- carlo, quedando prisionero. Después de atar una cuerda al cuello del unicornio, de un hachazo, el sastrecillo soltd el cuer- no del tronco, y, satisfecho, condujo su presa ante el rey. —Pero...;cémo pudo pai... ;e6mo pudo el sastrecillo, tan pequefto, evarse al unicornio con una cuerda...? —Y qué sé yo cémo... A lo mejor, sintiéndose atrapado, el unicor- nio se volvié més décil.... Pero of lo qué pasé... ..el rey, de mala gana, se vio obligado a cumplir su promesa y entregarle al hombrecillo la mitad del reino y a su hija por esposa. —Entonces, al final el sastrecillo si pudo casarse con Ia princesa y tener la mitad del reino, aunque fuera con trampas... —Pues, si, pero aqui no se acaba el cuento, porque ni el rey ni la | princesa estaban muy contentos, ya que el sastrecillo no se comporta- ba como un gran héroe, como un valeroso guerrero, sino como un fu- Jano cualquiera pero... ni modo. Hasta que... sHasta que... qué pas6? —Pasé lo que tenia que pasar: un buen dfa, el sastrecillo “metié las patas” 0, més exactamente, abrié la boca més de Ja cuenta, aunque fuera dormido, y la joven princesa le oy6 decir: “jHazme este pespunte, muchacho, y remienda este pantalén 0 te romperé la cabeza con el metro!” ¥ se dio cuenta enton- ces del tipo de cuna que habia tenido su sefior, y fue a contar- le su descubrimiento al rey para que la librara de un marido que no era mds que un sastre impostor. “Esta noche dejards abierta la puerta de tu habitacin —le indicd el rey— y mis | hombres, que esperardn afuera hasta que él esté dormido, en - | trarén, lo atarén y lo embarcarén en un galeote que lo leva- ré a los mds remotos confines del mundo.” —iAl fin lo atraparon! ;Asi termina el cuento? —No, no... scémo va a terminar asi? 3No ves que el cuento se Ila- ma El sastrecillo valiente? No podria terminar asf, con nuestro “héroe” J prisionero en un barco que lo lleva quién sabe a dénde. No, el cuen - to termina bien para nuesiro sastrecillo. —Pero cémo va a terminar bien si ya el rey y su hija y todo el mun- do sabe que él no es un gran guerrero sino un simple sastrecillo... iya nadie le va a tener miedo! —No creas. Muchas veces los seres humanos seguimos teniendo miedo aunque sepamos que no hay razén para tenerlo. En eso de los miedos suele tener mucho mas efecto Io que creemos que lo que sa- bemos... y asf pasé en este cuento, que termina asf el escudero del sastrecillo —que ahora también era rey— habia otdo toda la conversacion y, como lo estimaba mucho, fue y le denuncié todo el complot. Por la noche, a la hora acos- tumbrada, el sastrecillo, que fingia dormir, empez6 a gritar: “jHazme este pespunte, muchacho, y remiéndame este panta- 6n 0 te rompo la cabeza con el metro! —y agregé— jMaté a siete de un golpe, derribé a dos gigantes y reduje al temible unicornia! ;Voy acaso a tener miedo ahora de los cobardes que esperan afuera de mi habitacién?” Al escuchar esto, los hombres del rey entraron en pdnico y huyeron despavoridos como si los persiguieran cazadores salvajes, y ninguno de ellos quiso arriesgarse a enfrentarlo de nuevo. Y fue asi camo el sastrecillo, convertido en rey, siguis reinando por el resto de su vida. —Pa.. —2¥ ahora qué? —sPor qué te gustaban tanto estos cuentos? EnCuerto La coleccién EnCuento tiene el propésito de poner Deu al alcance de los nifios a COMALUNE Ja diversidad literaria del mundo iberoamericano con obras de grandes escritores. D-N-0519 s198-987-Ds 0519-5 17898701605 195) |

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