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Cuarentena

Mi casa ahora es una cárcel, no puedo salir, ser libre como antes, extraño mucho el
exterior. Solo nos queda mirar por la ventana fría como es el viento de acá de Bogotá,
encerrado en mi cuarto y sin mucho que pueda hacer, estoy a punto de estallar, quiero
que esto se acabe que llegue a su fin. Salgo de mi cuarto, que por cierto ya lo tengo bien
acogido, solo busco que comer y entro otra vez. Ya parece que mi cuarto fuera mi casa y la
sala fuera el exterior. Mi cama me recuerda al pasto de la Escuela cuando me acostaba a
dormir o a relajarme.
Extraño la escuela, extraño su olor, su estructura. Cuando llegaba a la escuela me sentía
bien, sentía que mis éxitos los podía lograr con mucho esfuerzo, en casi todos los huecos
que tenía, después de almorzar, me iba a las canchas de vóley a jugar, le estaba metiendo
mucho empeño, para entrar al equipo de la universidad y dar ejemplo. Extraño la textura
de los balones, acolchado, liviano. Recuerdo como quedaba el olor de mi camiseta
después de jugar.
Cuando iba de camina a clases, me sentía bien preparado, aunque siempre me diera pena
participar o hablar en público jaja, recuerdo todos lo aromas de los salones de clases, a
muchas niñas simpáticas: v, la fragancia que tenia cada una de ellas, extraño todo.
No compararía lo que es la escuela, con mi casa ahora mismo, no siento que sea lo mismo
las clases presenciales que las virtuales, aunque no me siento mal porque ahora demos
clases virtuales, no está demás decir de que lo presencial es mejor.

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