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EL USO DEL AGUA DULCE Y LAS

ALTERACIONES DEL MEDIO AMBIENTE EN LAS


COSNTRUCCIONES DE OBRAS DE IRRIGACIÓN

*Autor: Milton, Orrillo, Chávez ** Huaman Huamn Lloyer

 4723358851@untrm.edu.pe
 7369514041@untrm.edu.pe

RESUMEN

Se a logrado analizar el uso adecuado del agua dulce haciendo la utilización de sistemas
de regadío generados por grandes embalses en presas y distribución a través de canales,
esto conlleva a un mejoramiento en la agricultura donde es necesario el agua, para un
mejor desarrollo de mejorar los cultivos de los diferentes tipos de alimentos, esto
conlleva a hacer productivo muchos suelos que carecían de agua para su producción de
distintos alimentos. A su vez también se ve que, si hacemos la utilización del agua en
exceso nos a generado un cambio en el impacto ambiental, viendo alteraciones en el
clima del lugar donde se hace uso de estos recursos que nos proporciona la naturaleza,
también en algunas ocasiones problemas sociales de distintas maneras afectados por los
cambios climáticos, ecológicos, geológicos, etc.

Palabras claves: disponibilidad (1), sostenibilidad (2), alteración climática (3)

INTRODUCCIÓN

Hoy en día en nuestro planeta estamos viviendo cambios repentinos, debido a muchos
factores de la contaminación que se da en distintas maneras, en esta oportunidad
veremos uno de ellos basado en las alteraciones climáticas de que se producen cuando
se ejecuta obras de ingeniería civil, es así, que nos conlleva a muchas investigaciones
que a pesar de ello hay un mundo que descubrir.
Ahora veremos como las obras de irrigación altera el impacto ambiental debido a
muchos factores para su construcción. Esta necesidad nace a medida que el agua dulce
que tenemos en pocas cantidades en nuestro planeta, un aproximado de un 2.5% del
volumen total, debemos saber distribuirlo para un uso adecuado, es por ello que a
medida que aumenta nuestra población se está haciendo escasa. Sabiendo que el agua
dulce se está disminuyendo por un inadecuado uso de su distribución (Maza-, 2020).

El debate social de la crisis ambiental gira alrededor de cómo resolver el problema.


Dentro de las concepciones dominantes, lo que básicamente se pretende es integrar la
variable ambiental en el proceso de gestión y utilización de los recursos naturales y, por
tanto, del medio que soporta el desarrollo tecnológico y económico. Se introducen
correcciones ambientales (depuración de aguas, repoblaciones forestales, control de
inundaciones, reducción de las emisiones contaminantes a la atmósfera), pero no se
modifica el modelo económico social, por lo que, según algunos autores las
correcciones no pueden resolver las contradicciones de fondo, limitándose a resolver
pequeños problemas o problemas a medias. En ese sentido es cuando el impacto
medioambiental, como concepto y como realidad, adquiere su mayor relevancia social,
puesto que pone de manifiesto que las mejoras que el desarrollo económico proporciona
a la sociedad no son tan ventajosas como se suponía (Pardo, 1988).

Debe tenerse en mente que los caudales que escurren por un río varían continuamente
en el tiempo y que hay épocas de varios meses en que los escurrimientos son reducidos
y otras en que fluye el agua en abundancia. La única forma de regular, controlar,
almacenar y aprovechar esos escurrimientos es con las presas. Con ellas es posible
garantizar el abastecimiento de agua a la creciente población y el suministro del líquido
para riego. Es cierto que otra fuente de dotación de agua son los acuíferos subterráneos,
pero algunos de ellos están sobreexplotados, como ya sucede en el mundo, fenómeno
que se acelerará con la demanda requerida por el aumento de población, aunque cuando
el agua subterránea es utilizada, siempre existe la posibilidad de hacer un uso racional
de ese recurso. Si no se prevé la construcción oportuna de presas, las consecuencias de
la sobreexplotación de los acuíferos, sobre todo por descuido, serán dramáticas
(Villaseñor, 2010).

Por tanto, si se desea contar con agua para la vida, ante el crecimiento explosivo de la
población y el deseo de mejores condiciones de vida de numerosas comunidades,
regiones y estados, las técnicas de captación y almacenamiento del agua y a la vez su
distribución, sería una gran solución. En los países que tuvieron la oportunidad de
construir presas antes de que se iniciara el rechazo a las mismas, la situación es menos
apremiante, ya que cuentan, al menos en algunas regiones, con suficientes embalses
para almacenar agua durante las épocas en que ésta existe en exceso, y utilizarla en los
meses de estiaje, cuando no se cuenta con otras fuentes de agua disponibles (Maza-,
2020).

EL AGUA COMO RECURSO NATURAL

El agua dulce en la naturaleza se renueva gracias a la atmósfera que dispone de


13 900 km³ de vapor de agua, un 2.5 % del agua dulce del planeta, excluyendo las aguas
subterráneas, el hielo en los casquetes polares y el permafrost. Se trata de un volumen
dinámico que constantemente se está incrementando en forma de evaporación y
disminuyendo en forma de precipitaciones, estimándose el volumen anual en forma de
precipitación entre 113 500 y 120 000 km³ en el mundo. En los países de clima
templado y frío la precipitación en forma de nieve supone una parte importante del total
(Alba Tamarit, Gandía Balaguer, Olaso González, Vallada Regalado, & Garzón Farinós,
2012).

El 68,7 % del agua dulce existente en el mundo está en los glaciares y mantos de hielo.
Los presentes en la Antártida, Ártico y Groenlandia, a pesar de su extensión, no se
consideran recursos hídricos por su inaccesibilidad. En cambio, los glaciares
continentales son una parte importante de los recursos hídricos de muchos países. Las
aguas superficiales engloban los lagos, embalses, ríos y humedales suponiendo
solamente el 0,3 % del agua dulce del planeta, sin embargo, representan el 80 % de las
aguas dulces renovables anualmente de allí su importancia (FAO, 2017).

También el agua subterránea dulce almacenada, que representa el 96 % del agua dulce
no congelada de la Tierra, supone un importante recurso. Según Morris los sistemas de
aguas subterráneas empleados en abastecimiento de poblaciones suponen entre un 25 y
un 40 % del agua potable total abastecida. Así la mitad de las grandes megalópolis del
mundo dependen de ellas para su consumo. En las zonas donde no se dispone de otra
fuente de abastecimiento representa una forma de abastecimiento de calidad a bajo
coste. La mayor fuente de agua dulce del mundo adecuada para su consumo es el lago
Baikal, de Siberia, que tiene un índice muy reducido en sal y calcio y aún no está
contaminado (Alba Tamarit et al., 2012).

Los recursos naturales son aquellos elementos proporcionados por la naturaleza y que
pueden ser aprovechados por el hombre para satisfacer sus necesidades. El agua es un
recurso natural renovable. La naturaleza, cuando completa el ciclo del agua, garantiza
que no se pierda y pueda volver a ser utilizada por los seres vivos. Pero puede ser
considerada como un recurso renovable cuando se controla cuidadosamente su uso,
tratamiento, liberación y circulación. La disponibilidad de agua no contaminada
disminuye constantemente. Hay partes del mundo en las que la demanda de agua excede
el abastecimiento. A medida que aumenta la población mundial, aumenta la demanda de
agua limpia. La crisis del agua afecta a millones de personas en el mundo, sobre todo a
los países más pobres, que sufren muchas enfermedades relacionadas con la calidad y el
abastecimiento de agua (diarrea, paludismo, etc.). El acceso al agua potable genera
prácticas esenciales en la reducción de la mortalidad, sobre todo la infantil. Hay
estudios de la FAO que estiman que uno de cada cinco países en vías de desarrollo
tendrá problemas de escasez de agua antes de 2030. Pero para muchos millones de
personas en todo el mundo es un recurso escaso; por eso luchan diariamente para
conseguir agua apta para el consumo y para atender a sus necesidades básicas. Millones
de niños siguen muriendo todos los años a causa de enfermedades transmitidas por el
agua que se pueden prevenir. Los desastres naturales relacionados con el agua, como
son las inundaciones, las tormentas tropicales y los tsunamis, cobran un alto precio en
vidas y sufrimiento humanos. Y con demasiada periodicidad, la sequía asola a algunos
de los países más pobres del mundo y agudiza el hambre y la desnutrición (Ing & Perez,
2016).

En el decenio pasado se registraron adelantos importantes en la tarea de proporcionar a


la población acceso al agua potable libre de impurezas y a los servicios de saneamiento
básicos. Pero todavía hace falta realizar un esfuerzo en este decenio para ampliar esos
servicios esenciales a las personas que todavía no cuentan con ellos y que, en su
inmensa mayoría, son pobres. El cumplimiento de las metas establecidas por la
comunidad internacional para 2030 en relación con el agua y el saneamiento es un paso
decisivo hacia el objetivo final de abastecer de agua potable apta para el consumo y de
servicios de saneamiento a todos. Proporcionar acceso al agua y a los servicios de
saneamiento es también fundamental para lograr los demás Objetivos de Desarrollo del
Milenio: mitigación de la pobreza, el hambre y la desnutrición, reducción de la
mortalidad infantil, aumento de la igualdad entre los sexos, más oportunidades de
educación y sostenibilidad del medio ambiente (Maza-, 2020).

Las mujeres y las niñas son las acarreadoras de agua por excelencia en el mundo, tarea
que consume tiempo valioso y energía, que las niñas podrían emplear de otra manera
asistiendo a clases. Además de satisfacer necesidades humanas básicas, el agua
contribuye al desarrollo sostenible en otras formas importantes. Es una de las
principales fuentes de energía en algunas partes del mundo, mientras que en otras su
potencial como fuente de energía todavía no se está aprovechando al máximo. El agua
es necesaria también para la agricultura y para muchos procesos industriales y, en
algunos países, forma parte integrante de los sistemas de transporte. El aumento de los
conocimientos científicos ha hecho que la comunidad internacional llegue a apreciar
mucho más los valiosos servicios que prestan los ecosistemas relacionados con el agua,
desde el control de las inundaciones hasta la protección contra las tormentas y la
purificación del agua. Aunque algunos analistas predicen futuros conflictos en relación
con el agua, muchos países comparten con éxito cuencas fluviales, mares interiores y
otros recursos hídricos, lo que demuestra que este elemento puede ser también un
poderoso catalizador de la cooperación internacional (Ing & Perez, 2016).

El Decenio Internacional para la Acción: El agua, fuente de vida constituye una


magnífica oportunidad para que la comunidad internacional procure elaborar un enfoque
verdaderamente integrado de la gestión de los recursos hídricos del mundo, valore sus
múltiples contribuciones al desarrollo, se dedique a buscar soluciones a los principales
problemas de la disponibilidad de agua dulce y asegure la utilización sostenible de los
recursos hídricos para las generaciones venideras. Insto a todos a apoyar plenamente
este decenio (El et al., 1996).

EMBALSE DEL AGUA

El agua de riego se obtiene de ríos, lagos o corrientes continuas de agua naturales,


de pozos (que obtienen el agua de acuíferos subterráneos), de estaciones depuradoras de
aguas residuales, y por procesos de desalinización del agua del mar y, en menor medida,
de lagos salados, que poseen el riesgo de salinizar las tierras. Se distribuye
por acueductos o por tuberías a presión. También puede ser obtenida
de embalses o balsas que acumulan las corrientes discontinuas de agua procedentes de
la lluvia (especialmente de las ramblas) y de trasvases de agua procedentes de otras
cuencas (IICA, 2017)

En ingeniería se denomina presa o represa a una barrera fabricada de piedra, hormigón o


materiales sueltos, que se construye habitualmente en una cerrada o desfiladero sobre
un río o arroyo. Tiene la finalidad de embalsar el agua en el cauce fluvial para elevar su
nivel con el objetivo de derivarla, mediante canalizaciones de riego, para su
aprovechamiento en abastecimiento o regadío, en eliminación de avenidas (evitar
inundaciones de aguas abajo de la presa) o para la producción de energía mecánica al
transformar la energía potencial del almacenamiento en energía cinética y está
nuevamente en mecánica y que así se accione un elemento móvil con la fuerza del agua.
La energía mecánica puede aprovecharse directamente, como en los antiguos molinos, o
de forma indirecta para producir energía eléctrica, como se hace en las centrales
hidroeléctricas (Maza-, 2020).

Al represar un río y crear una laguna, se cambia profundamente la hidrología y


limnología del sistema fluvial. Se producen cambios dramáticos en el flujo, la calidad,
cantidad y uso del agua, los organismos bióticos y la sedimentación de la cuenca del río.
Si el terreno inundado tiene muchos árboles y no se limpia adecuadamente antes de
inundarlo, la descomposición de esta vegetación gastará los niveles de oxígeno en el
agua. Esto afecta la vida acuática, y puede causar grandes pérdidas de peces. Los
productos de la descomposición anaeróbica incluyen el sulfuro de hidrógeno, que es
nocivo para los organismos acuáticos y corroe las turbinas de la represa; y el metano,
que es un gas de invernadero. El dióxido de carbono, el gas principal que se produce,
también incita los riesgos de invernadero (Para, Irrigación, Nasca, & Vogl, 2005)

La descomposición de la materia orgánica (por ejemplo, los árboles) de las tierras


inundadas enriquece los alimentos del reservorio. En algunos casos, cuando se usan
fertilizantes aguas arriba, en los embalses de uso agrícola, éstos se unen a los alimentos
que se acumulan y se reciclan en el reservorio. Esto soporta no solamente la pesca, sino
también el crecimiento de las hierbas acuáticas, como nenúfares y jacintos de agua. Las
esteras de hierbas y algas pueden constituir molestias costosas. Si obstruyen las salidas
de la represa y los canales de riego, destruyen la pesca, limitan la recreación, aumentan
los costos de tratamiento del agua, impiden la navegación y aumentan sustancialmente
las pérdidas de agua a causa de la transpiración (Proyectos & Presas, n.d.).

Las partículas suspendidas que trae el río se asientan en el reservorio, limitando su


capacidad de almacenamiento y su vida útil, privando el río de los sedimentos, aguas
abajo. Como el sedimento ya no se deposita, aguas abajo, esta pérdida de alimentos
deberá ser compensada mediante la adición de fertilizantes, para mantener la
productividad agrícola. La liberación de las aguas libres de sedimentos, relativamente,
puede lavar los lechos, aguas abajo. Sin embargo, la sedimentación del reservorio
produce agua de más alta calidad para riego, y consumo industrial y humano. En los
sistemas más tradicionales, el agua se eleva desde su toma hasta la altura de los campos
mediante una noria, rueda con unos recipientes colgados, denominados cangilones, que
vierte el agua en un acueducto más elevada. También se hace así en los pozos, y la noria
se mueve por tracción de sangre (burro, mula, camello) (Ing & Perez, 2016)

Actualmente para los mecanismos de elevación del agua en las zonas desarrolladas se
utilizan otros sistemas de bombeo que consisten, en primer lugar, en perforar la tierra
con sondeos de pequeño diámetro, 60, 70 y hasta 80 cm, abiertos con medios
mecánicos. Los pozos tradicionales excavados a mano tienen diámetros mayores, desde
1.20 m hasta 5 o 6 m, o, en casos excepcionales, incluso mayores. Alcanzada el agua
subterránea, se introduce por el sondeo una tubería de diámetro algo menor en cuyo
extremo inferior va una bomba que queda sumergida en el agua (Alberto et al., 2007).

La bomba puede utilizar energía eólica o energía solar fotovoltaica. Estas energías


renovables son muy útiles allí donde no es posible acceder a la red general de
electricidad o bien supone un precio prohibitivo. Su coste es generalmente más
económico debido a sus menores costes de operación y mantenimiento, y presentan un
menor impacto ambiental que los sistemas de bombeo alimentados mediante motores de
combustión interna (Pardo, 1988).

VENTAJAS DE LAS OBRAS DE IRRIGACIÓN EN EL MUNDO

El riego consiste en aportar agua a los cultivos por medio del suelo para satisfacer sus
necesidades hídricas que no fueron cubiertos mediante la precipitación, o bien para
incrementar la producción agrícola al transformar zonas de agricultura de secano en
zonas de regadío. Se utiliza en la agricultura y en jardinería. Una de las mejores ventajas
de las obras de irrigación es que se hace un adecuado uso del agua, para ello antes de
iniciar un proyecto de irrigación se hace un estudio de la ´población y del área donde se
va necesitar el agua, teniendo en consideración estas medidas se tiene un caudal de
diseño apropiado que abastezca el área a ser beneficiada. La regulación artificial de
nuestros ríos es una necesidad, tratando de satisfacer la demanda social, cada día más
exigente y cambiante, que pretende introducir una corrección en el ciclo hidrológico,
ayudando a minimizar las consecuencias extremas de inundaciones o de grandes sequías
y mejoras para determinados usos produce: en el riego, el abastecimiento, la producción
de energía, etc. (Cuello, 2012).

Incluso entre los países que aparentemente cuentan con abundancia de agua, existen
regiones de escasez o regiones sin infraestructura para acceder a los recursos hídricos
disponibles. Las áreas donde se alcanzan o exceden los límites sostenibles de extracción
de agua, esto es 75% o más de los recursos hídricos renovables, se describen como áreas
de escasez física de agua. Por otro lado, la escasez económica de agua puede producirse
cuando los recursos hídricos son abundantes, pero las deficiencias del capital humano,
institucional o financiero limitan el acceso a ella. Cuando la demanda de agua se acerca
a los límites de los recursos disponibles, o bien a la capacidad límite de los sistemas de
suministro de agua, se puede producir competencia entre los distintos usos del agua. Las
áreas urbanas e industrializadas tienen, con frecuencia, una mayor capacidad económica
o poder político para crear infraestructuras y desarrollar nuevos suministros de agua o
reasignar suministros existentes desde las áreas agrícolas a las urbanas (El, 2007).

IMPORTANCIA DEL AGUA EN LA AGRICULTURA

La agricultura es la principal fuente de suministro de alimentos del mundo y la fuente


primordial de los medios de vida de miles de millones de personas que viven en las
zonas rurales. El riego para la agricultura consume grandes cantidades de agua dulce, lo
que en muchos lugares provocan un aumento de la escasez de agua. La creciente presión
que se ejerce sobre los recursos naturales debido al crecimiento de la población causa la
degradación de la tierra y los recursos hídricos (Ing & Perez, 2016).

La agricultura de riego o agricultura de regadío consiste en el suministro de las


necesarias cantidades de agua a los cultivos mediante diversos métodos artificiales de
riego. Este tipo de agricultura requiere inversiones de capital y una cuidada
infraestructura hídrica: canales, acueductos, aspersores, estanques, etc., que exigen, a su
vez, un desarrollo técnico avanzado. Entre los cultivos habituales de regadío destacan
los frutales, el arroz, las hortalizas y la remolacha (El et al., 1996)

El recurso agua es imprescindible para la producción de cultivos: de su disponibilidad


depende la formación de nueva biomasa vegetal. En cultivos como tomate y lechuga los
contenidos de agua en el interior de la planta superan el 90 %. Es claro que el agua es
pieza clave para producir más alimentos, pero también es claro que hoy en día
constituye un recurso cada vez más escaso. Para ejemplificar el consumo de agua en la
agricultura supongamos la meta de producción de un trigo de 5 ton/ha, donde se
necesitan alrededor de 500 L de agua para producir 1 kg de materia seca; esto resulta en
un consumo de 2500 m3 de agua/ha para producir dicho rendimiento (Damiani, 2001).

Desde tiempos ancestrales, el riego ha sido un factor esencial para el crecimiento de la


agricultura y de la producción de alimentos. La superficie agrícola irrigada tuvo un
crecimiento notable entre 1800 y 1990. En el siglo XIX creció seis veces y hasta 1990
casi cinco veces. La mayor parte de las obras de irrigación se localizaron en los países
en desarrollo, siendo China, India y Pakistán los más importantes, que concentraban el
45 % de las tierras de regadío en el mundo. Entre 1900 y 1960 el ritmo de crecimiento
de las tierras de riego fue de uno por ciento anual y a partir de ahí tuvo una aceleración
que alcanzó tasas de 2.3 % de crecimiento anual entre 1972 y 1975. Sin embargo,
después ese incremento comenzó a disminuir paulatinamente hasta niveles inferiores al
uno por ciento en los años siguientes. Esa disminución en la expansión de la superficie
de riego, al combinarse con el incremento demográfico, produjo una baja sensible en la
superficie regada por habitante (Sauer & Ácome, 1978).

Recordemos también que el uso ineficaz del agua (es decir, el riego excesivo) no
solamente desperdicia el recurso que podría servir para otros usos y para ayudar a evitar
los impactos ambientales, aguas abajo, sino que también causa el deterioro, mediante
saturación, salinización y lixiviación, y reduce la productividad de los cultivos. La
optimización del uso del agua, por tanto, debe ser la preocupación principal de todo
sistema de riego. Hay grandes áreas de tierra bajo riego que han dejado de producir
debido al deterioro del suelo. Puede ser conveniente y, por supuesto, beneficioso para el
medio ambiente, invertir en la restauración de estas tierras, antes que aumentar el área
de bajo riego (El et al., 1996).

Según la FAO, la agricultura supone un 69 % del agua total extraída en el mundo,


porcentaje que en algunas zonas áridas puede superar el 90 %. La necesidad de los
recursos hídricos para la producción de alimentos debe conciliarse con la demanda
procedente de otros sectores, como el uso en las zonas urbanas y la preservación de los
ecosistemas. En muchos lugares, la agricultura supone una importante presión sobre las
masas naturales de agua, y el agua que precisan los regadíos supone una disminución de
los caudales naturales de los ríos y un descenso de los niveles de las aguas subterráneas
que ocasionan un efecto negativo en los ecosistemas acuáticos (FAO, 2017)

Según datos de la UNESCO, menos del 20 % del agua de riego llega a la planta; el resto
se desperdicia y además transporta residuos con sustancias tóxicas que inevitablemente
van a parar a los ríos. El uso de nitratos y pesticidas en las labores agrícolas suponen la
principal contaminación difusa de las masas de agua tanto superficial como subterránea.
La más significativa es la contaminación por nitratos, que produce la eutrofización de
las aguas. En España el consumo anual de fertilizantes se estima en 1 076 000 toneladas
de nitrógeno, 576 000 toneladas de fósforo y 444 000 toneladas de potasio. Aunque la
mayor parte de los abonos son absorbidos por los cultivos, el resto es un potencial
contaminante de las aguas (Alba Tamarit et al., 2012).

Por ser la agricultura un sistema de producción antiguo, se ha adaptado a los diferentes


regímenes hídricos de cada región: Así, en zonas donde se den
abundantes precipitaciones suelen realizarse cultivos de regadío, mientras que en zonas
más secas son comunes los cultivos de secano. Dado que las tierras de regadío son
aproximadamente tres veces más productivas que las de secano, las inversiones en el
desarrollo de infraestructuras de riego y gestión de recursos hídricos son importantes
para un desarrollo sostenible de la agricultura. Este desarrollo se da de forma muy
desigual en distintas partes del mundo. Por ejemplo, en África, solo el 7 % de la
superficie cultivable es de regadío, mientras que en Asia, supone el 38 %. Más
recientemente se ha experimentado con nuevas formas de cultivo e irrigación destinadas
a minimizar el uso de agua. Las técnicas de riego localizado por goteo o por aspersión,
la agricultura en invernaderos en condiciones ambientales controladas y la selección de
variedades genéticamente adaptadas a climas secos forman parte de estas prácticas. En
la actualidad una de las vertientes más activas de la investigación genética intenta
optimizar el consumo de agua de las especies que el hombre usa como alimento. En los
experimentos de agricultura espacial, como se conoce al cultivo de plantas en las
condiciones de estaciones espaciales, también se han desarrollado tecnologías que
limitan el gasto de agua entre el 25 y el 45 %. La agrosilvicultura y los bocados son
soluciones para construir microclimas y permitir la circulación del agua hasta el interior
de las tierras gracias a los fenómenos de evapotranspiración de las plantas. Por ejemplo,
una hectárea de hayedo, que consume entre 2.000 y 5.000 toneladas de agua al año,
devuelve 2.000 por evaporación (FAO, 2017).

LA AGRICULTURA

Entre el siglo XVI y mediados del siglo XIX, Gran Bretaña vio un fuerte aumento en la
productividad agrícola y la producción neta. Nuevas prácticas agrícolas, como
el cercamiento, la mecanización, la rotación de cultivos de cuatro campos para mantener
los nutrientes del suelo, y la selección artificial, dieron lugar a un crecimiento
demográfico sin precedentes hasta un total de 5,7 millones de habitantes en 1750,
liberando un porcentaje significativo de la fuerza de trabajo, y contribuyendo de este
modo a impulsar la Revolución Industrial. La productividad del trigo aumentó de
aproximadamente 19 bushel por acre en 1720 a alrededor de 30 bushel en 1840,
marcando un importante punto de inflexión en la historia (Alberto & Durán, 1987).

El asesoramiento sobre técnicas agrícolas más productivas comenzó a aparecer en


Inglaterra a mediados del siglo XVII con la obra de escritores como Samuel
Hartlib, Walter Blith y otros. El mayor problema al mantener en cultivo las mismas
parcelas de tierra durante mucho tiempo era el agotamiento de los nutrientes en el suelo,
sobre todo el nitrógeno. Para regenerar el suelo, a menudo se dejó la tierra productiva
en barbecho y en algunos lugares se practicó la rotación de cultivos. El sistema holandés
de rotación de cuatro campos fue popularizado por el agricultor británico Charles
Townshend en el siglo XVIII. Este sistema incorporó el cultivo de trigo, nabos, cebada
y trébol, e incluyó una cosecha de forraje y pasto que permitió la cría de ganado durante
todo el año. El cultivo de trébol era especialmente importante ya que las raíces de la
leguminosa reponían los nitratos del suelo (Sauer & Ácome, 1978).

La mecanización y racionalización de la agricultura fue otro factor importante. A


mediados del siglo XVIII, Robert Bakewell y Thomas Coke introdujeron la cría
selectiva e iniciaron un proceso de entrecruzamiento (inbreeding) para maximizar
rasgos deseables. Se inventaron máquinas para mejorar la eficiencia de varias
operaciones agrícolas, como la sembradora de Jethro Tull de 1701, que mecanizó la
siembra a la correcta profundidad y espaciamiento de semillas, y
la trilladora de Andrew Meikle de 1784. Los arados se mejoraron regularmente, desde el
arado pesado de hierro de Joseph Foljambe en 1730,108 hasta el Scots Plough con metal
mejorado de James Small en 1763. En 1789, la compañía Ransomes, Sims &
Jefferies estaba produciendo 86 modelos de arado para diferentes tipos de suelos. La
maquinaria agrícola accionada por fuerza motriz se introdujo con la máquina de vapor
estacionaria de Richard Trevithick, utilizada para accionar una trilladora en 1812. La
mecanización se extendió a otras actividades agrícolas durante el siglo XIX. El
primer tractor propulsado por gasolina fue construido en 1892 por John Froelich en los
Estados Unidos (El, 2007).

La investigación científica de la fertilización comenzó en la Estación Experimental de


Rothamsted en 1843 por John Bennet Lawes. También estudió el impacto de los
fertilizantes inorgánicos y orgánicos en el rendimiento de los cultivos y fundó una de las
primeras fábricas para la producción de fertilizantes artificiales en 1842. John Thomas
North importó depósitos de nitrato de sodio de Chile como fertilizante, así
como guano (excrementos de aves). El primer proceso comercial para la producción de
fertilizantes fue la disolución de coprolitos en ácido sulfúrico para la obtención
de fosfato (Alberto & Durán, 1987).

EL AGUA EN LA DISCUSIÓN SOBRE ADAPTACIÓN AL CAMBIO


CLIMÁTICO EN LA AGRICULTURA

La adaptación local al cambio climático en la agricultura significa, fundamentalmente,


ser capaz de adaptarse, en distintos momentos del tiempo, según condiciones de exceso
o de carencia de agua, las cuales afectarán otros usos de este recurso, como el consumo
humano y la producción de energía. Por lo tanto, cuando se analizan opciones de
adaptación, como la irrigación, es importante considerar sus efectos sobre la
disponibilidad de agua, así como las demandas de otros sectores de la economía que
compiten con la agricultura por su uso (Sauer & Ácome, 1978).
Un estudio pionero en el abordaje de esos temas es el de Rosensweig et al. (2004: 345-
360), cuyo objetivo fue analizar las implicaciones para la confiabilidad de la irrigación,
debido a cambios en la disponibilidad de agua y en la demanda de agua por cultivos. En
el estudio también se explora la efectividad de distintas opciones de adaptación para
mantener dicha confiabilidad. En las regiones estudiadas más ricas en agua, existe
evidencia de que habrá suficiente agua para la agricultura en los escenarios de cambio
climático analizados. Con respecto a los casos investigados de América Latina, en el
norte de Argentina los problemas ocasionales de agua para la agricultura en las
condiciones actuales pueden ser exacerbados y podrían requerir inversiones para aliviar
el estrés hídrico. Por el contrario, en el sur de Brasil, la disponibilidad futura de agua
para la agricultura parece estar garantizada (IICA, 2017).

La viabilidad de los proyectos de reutilización depende de una serie de factores clave.


Las características físicas y geográficas del área deben ser propicias para un intercambio
de derechos de agua entre las partes involucradas. Los costos adicionales (de
tratamiento e infraestructura) deben ser asequibles en relación con los beneficios. Los
agricultores deben dar su apoyo, lo cual depende del impacto neto en sus ingresos, el
estado de sus derechos de agua dulce y cuáles son sus alternativas. Las autoridades
sanitarias deben estar satisfechas de que los proyectos no representen riesgos
innecesarios para la salud, después de que se hayan tomado precauciones razonables.
Finalmente, el impacto ambiental debe ser aceptable: el mismo impacto puede ser
aceptable o no en diversas circunstancias y diferentes autoridades ponderarán de manera
diferente impactos específicos para formarse un juicio global (Damiani, 2001).

En tiempos de escasez extrema, las autoridades nacionales suelen optar por derivar el
agua de los agricultores hacia las ciudades, dado que el agua tiene mayor valor
económico en el uso industrial y urbano que en la mayoría de los usos agrícolas. En
estas circunstancias, el uso de agua regenerada en agricultura permite conservar agua
dulce para un fin de mayor valor económico y social y, al mismo tiempo, los
agricultores reciben un suministro de agua fiable y rico en nutrientes. Este intercambio
también puede acarrear beneficios ambientales, al permitir la asimilación de los
nutrientes de las aguas residuales por las plantas y reducir así la contaminación aguas
abajo. Los proyectos de reutilización del agua pueden ofrecer un doble o incluso triple
“dividendo”, para los usuarios urbanos, agricultores y el medioambiente. En situaciones
críticas de estrés hídrico, el uso de agua regenerada debe considerarse como una opción.
En dicho caso, la inacción, un escenario “sin proyecto”, implicará costos que irán
aumentando con el tiempo, mientras que las soluciones alternativas, como trasvases de
urgencia, pueden tener grandes costos por sí solas. Rechazar la opción de la
reutilización podría ser muy costoso en dichas situaciones (Ing & Perez, 2016).

IMPACTO AMBIENTAL

Los sistemas de riego y drenaje manejan las fuentes de agua a fin de promover la
producción agrícola. Los impactos dependen del tipo de riego, de la fuente del agua
(superficial o subterránea), de su forma de almacenamiento, de los sistemas de
transporte y distribución, y de los métodos de entrega o aplicación en el campo (El et
al., 1996).

Desde hace mucho tiempo, se ha utilizado el agua superficial (principalmente los ríos)
para riego, y, en algunos países, desde hace miles de años; todavía constituye una de las
principales inversiones del sector público. Los proyectos de riego en gran escala, que
utilizan el agua subterránea, son un fenómeno reciente, a partir de los últimos treinta
años. Se encuentran principalmente en las grandes cuencas aluviales
de Pakistán, India y China, donde se utilizan pozos entubados para aprovechar el agua
freática, conjuntamente, con los sistemas de riego que emplean el agua superficial (Para
et al., 2005).

Los potenciales impactos ambientales negativos de la mayoría de los grandes proyectos


de riego incluyen la saturación y salinización de los suelos; la mayor incidencia de las
enfermedades transmitidas o relacionadas con el agua; el reasentamiento o cambios en
los estilos de vida de las poblaciones locales; el aumento en la cantidad de plagas y
enfermedades agrícolas, debido a la eliminación de la mortandad que ocurre durante la
temporada seca; y la creación de un microclima más húmedo. La expansión e
intensificación de la agricultura que facilita el riego puede causar mayor erosión;
contaminar el agua superficial y subterránea con los plaguicidas agrícolas; reducir la
calidad del agua; y, aumentar los niveles de nutrientes en el agua de riego y drenaje,
produciendo el florecimiento de las algas, la proliferación de las malezas acuáticas y
la eutrofización de los canales de riego y vías acuáticas, aguas abajo. Así, se requieren
mayores cantidades de productos químicos agrícolas para controlar el creciente número
de plagas y enfermedades de los cultivos (Cuello, 2012).

Los grandes proyectos de riego, que represan y desvían las aguas de los ríos, tienen el
potencial de causar importantes trastornos ambientales como resultado de los cambios
en la hidrología y limnología de las cuencas de los ríos. Al reducir el caudal del río, se
cambia el uso de la tierra y la ecología de la zona aluvial; se trastorna la pesca en el río
y en el estero; y se permite la invasión del agua salada al río y al agua subterránea de las
tierras aledañas. El desvío y pérdida de agua debido al riego reduce el caudal que llega a
los usuarios, aguas abajo, incluyendo las municipalidades, las industrias y los
agricultores. La reducción del flujo básico del río disminuye también la dilución de las
aguas servidas municipales e industriales que se introducen, aguas abajo, causando
contaminación y peligros para la salud. El deterioro en la calidad del agua, debido a un
proyecto de riego, puede volverla inservible para los otros usuarios, perjudicar las
especies acuáticas, y, debido a su alto contenido de nutrientes, provocar el crecimiento
de malezas acuáticas que obstruirán las vías fluviales, con consecuencias ambientales
para la salud y la navegación (Maza-, 2020).

Los potenciales impactos ambientales negativos directos del uso del agua freática para
riego surgen del uso excesivo de estas fuentes (retirando cantidades mayores que la tasa
de recuperación). Esto baja el nivel del agua freática, causa hundimiento de la tierra,
disminuye la calidad del agua y permite la intrusión del agua salada (en las áreas
costeras).

Hay algunos factores ambientales externos que influyen en los proyectos de riego. El
uso de la tierra, aguas arriba, afectará a la calidad del agua que ingresa en el área de
riego, especialmente su contenido de sedimentos (erosión causada por la agricultura) y
composición química, (contaminantes agrícolas e industriales). Al utilizar el agua que
deposita el sedimento en los terrenos, durante el tiempo, o, simplemente, al utilizar el
agua que trae un alto contenido de sedimentos, se puede alzar el nivel de la tierra a tal
punto que se impida el riego (IICA, 2017).

Los impactos positivos obvios del riego provienen de la mayor producción de


alimentos. Además, la concentración e intensificación de la producción en un área más
pequeña puede proteger los bosques y tierras silvestres, para que no se conviertan en
terrenos agrícolas. Si existe una cobertura vegetal mayor durante la mayor parte del año,
o si se prepara la tierra (por empleo nivelarla y aterrazarla), se reduce la erosión de los
suelos. Hay algunos beneficios para la salud, debido a la mejor higiene y la reducción
en la incidencia de ciertas enfermedades. Los proyectos de riego pueden moderar las
inundaciones, aguas abajo (El et al., 1996).

IMPACTO SOCIAL

 Se proporciona un mecanismo que les ayude a conocer los beneficios obtenidos por la
implementación del nuevo sistema de riego y con transparencia de una manera técnica,
lo que permitirá aprovechar de la mejor manera sus recursos, mantener a sus
consumidores satisfechos, incrementar sus ingresos y ayudar al desarrollo de sus
productos agrícolas tecnificados. Con este estudio se pretende aplicar, un plan
operativo, permitiendo de esta manera que los productores puedan incrementar los
ingresos, presupuestarse a futuro y tener control en sus flujos de caja, lo que traerá
como consecuencia que los miembros de esta comunidad, tengan un mejor estilo de vida
(Pardo, 1988).

También debemos entender que los trastornos sociales causados por los grandes
sistemas de riego que cubren áreas vastas son inevitables. La gente local puede ser
desplazada por el sistema de riego, y enfrenta los problemas clásicos del
reasentamiento: puede reducirse su nivel de vida, podrían presentarse mayores
problemas de la salud, conflictos sociales, y deterioro de los recursos naturales del área
de reasentamiento. La gente que permanece en el área, probablemente, tendrá que
cambiar sus prácticas de uso de la tierra y sus modelos agrícolas. Las personas que se
trasladan al área, también tendrán que adaptarse a las nuevas condiciones. A menudo, la
gente local encuentra que tiene menor acceso a los recursos de agua, tierra y vegetación,
como resultado de la implementación del sistema de riego. Las demandas
contradictorias, con respecto a los recursos acuáticos, y las desigualdades en su
distribución pueden ocurrir, fácilmente, tanto en el área del sistema de riego, como
aguas abajo. Todos estos factores las prácticas agrícolas cambiantes, y la mayor
densidad de la población pueden tener un efecto profundo en cuanto a los modelos
sociales tradicionales (Alberto & Durán, 1987).
La introducción del sistema de riego se asocia con un aumento, a veces extraordinario,
en las enfermedades relacionadas con el agua. Las enfermedades que se vinculan, más
frecuentemente, con el riego son la esquistosomiasis, la malaria y la oncocercosis, cuyos
vectores proliferan en las aguas de riego. Otros riesgos para la salud que se relacionan
con el riego incluyen los que están vinculados al mayor uso de productos agroquímicos,
el deterioro de la calidad del agua, y la mayor presión de la población en el área
(Villaseñor, 2010).

La reutilización de aguas negras para riego puede transmitir enfermedades contagiosas


(principalmente las enfermedades helmínticas y, en un grado menor, las enfermedades
bacterianas y las virales). Los grupos que están expuestos al riesgo son los trabajadores
agrícolas, los consumidores de los vegetales (y la carne) de los campos regados con
aguas servidas, y los aledaños. El riego por aspersión representa un riesgo adicional,
debido a la difusión de los patógenos por el aire. Los riesgos varían según el grado de
tratamiento que han recibido las aguas servidas antes de ser reutilizadas (Alba Tamarit
et al., 2012).

CONCLUSIÓN

Su importancia del sistema de regadío en muchos lugares del mundo a conllevado a un


gran desarrollo en la base de la agricultura, basado a una mejor producción de alimentos
para la humanidad causando una mejor calidad de vida, parea ello también se ven cuáles
son sus ventajas y a su vez las desventajas que ocasionan los cambios repentinos de
impacto ambiental en el planeta. Esto se ha visto que se produce por una inadecuada
utilización de los recursos naturales, pero también por temas de contaminación del agua
a veces no resulta saludable la producción de muchos alimentos.

Una de los grandes cambios climáticos se da cuando se embalsa el agua en grandes


cantidades para poder sostener los sistemas de regadío, afectando la alteración del
ecosistema, la geografía, la geología, etc. A su vez también generando problemas en la
sociedad, ya que una obra como es una presa genera muchos cambios mediante su
construcción, todas estas ventajas y desventajas del querer hacer usos del agua dulce
para la agricultura que para muchos puede ser un desarrollo como para otros no. Es así
que debemos también tener conciencia de la utilización de los recursos naturales como
es debido para todos tener un mejor desarrollo vital.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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