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UNIVERSIDAD JOSE CECILIO

DEL VALLE

SIC1034A
Psicología

Tema:
Ensayo el aprendizaje social y emocional

Alumno:

Carlos Cacho Martínez

# De cuenta:
2019110312

Licenciada:
Cecille Aguilera Torres

Tegucigalpa M.D.C 05/11/2019


Ensayo el aprendizaje social y emocional

Las emociones si nos ponemos a pensar detenidamente en esta palabra lo primero que se
nos puede venir a la mente es alegría, tristeza, rabia, miedo. O bien podemos
remontarnos al pasado y recordar algún momento que nos hizo sentir felices y nos
quedó tan grabado que al escuchar dicha palabra es lo primero que se nos viene a
la cabeza. Quizás también si tu pasión es la música cerrarás los ojos y escucharás muy
en el fondo esa bella melodía que te transporta a lugares donde solo puedes dirigirte
saboreando esa bella canción que te despierta nostalgia. Es de este modo que podemos
darnos cuenta que al hablar de “emociones”, cada uno de nosotros según las
experiencias de vida que haya acumulado a lo largo de su historia, podrá interpretar o
darle significado a esta palabra de manera distinta.

Sin embargo, ¿qué pasa si habláramos de educación emocional? Quizás para


algunos que les interesa el tema conocerán de qué se trata. Habrá también otros que
sabrán darle una pincelada a partir de lo que han escuchado, o bien por propio interés se
han preocupado del tema. No obstante, sabemos que existirán muchos que no sabrán de
qué estamos hablando, y esto no es raro. No creen entonces que, siendo un tema tan
trascendente, de suma importancia, ¿debería ser manejado por la mayoría y no solo un
privilegio de algunos?

Lo anterior pasa porque este concepto nunca fue debidamente incorporado a nuestras
vidas desde el momento que nacimos o desde antes, desde cuando nuestras madres nos
tenían en su vientre. Hay estudios que demuestran que la educación emocional
comienza ya en el útero materno, ya que hay evidencias que indican que las emociones
o estado emocional de la madre son traspasadas al bebé. Cuando fuimos a la escuela,
¿alguien nos habló sobre educación emocional?, y ¿se le dedicaba las horas y la
importancia debida? O dentro de nuestras familias ¿alguna vez se tocó el tema? ¿Se nos
enseñó a tomar conciencia de nosotros mismos, de nuestras emociones, las ajenas y se
nos dijo como regularlas? “Inteligencia emocional” se le llama a lo anterior, pero a
estas alturas creo que aún nos queda mucho por aprender. Nunca es tarde, lo importante
no es buscar culpables a esto ni mucho menos, desligarnos de la responsabilidad
diciendo: “Es que a mí nunca me habían hablado de esto”. Porque si bien nuestros
padres o nuestras escuelas no tenían conocimiento o no nos instruyeron en el tema, será
también porque ellos no tuvieron a alguien que los apoyara y se los diera a conocer.

Entonces nuestra tarea es hacernos conscientes de que este tema sí es relevante, sí hay
que darle cabida en la educación de nuestros niños y jóvenes, y nosotros como adultos
también necesitamos educarnos en nuestras emociones. A los profesores y padres y
todas las personas en general que sí tenemos la posibilidad de beneficiarnos de
información relacionada con el maravilloso e inquietante mundo de las emociones, los
invito a que nos nos quedemos atrás y empecemos juntos a reaprender y
reeducarnos. De a poquito podremos contribuir juntos a cambiar el rumbo y redirigir la
educación por el camino ya no solo intelectual, sino que también emocional que
necesitamos hoy.

En resumida cuentas el que nos convirtamos en personas equilibradas e integras tanto


física como emocionalmente, con un alto grado conocimiento de nosotros mismos y
empatía hacia los demás, dependerá en un gran porcentaje del conocimiento y el manejo
que tengamos de nuestras emociones y las de los demás y mejor aun si esta educación
emocional comienza en nuestros primeros años de vida. Siempre rodeado de un
ambiente que sepa potenciar y estimular nuestras habilidades en un ambiente positivo.

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