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DEL VALLE
SIC1034A
Psicología
Tema:
Ensayo el aprendizaje social y emocional
Alumno:
# De cuenta:
2019110312
Licenciada:
Cecille Aguilera Torres
Las emociones si nos ponemos a pensar detenidamente en esta palabra lo primero que se
nos puede venir a la mente es alegría, tristeza, rabia, miedo. O bien podemos
remontarnos al pasado y recordar algún momento que nos hizo sentir felices y nos
quedó tan grabado que al escuchar dicha palabra es lo primero que se nos viene a
la cabeza. Quizás también si tu pasión es la música cerrarás los ojos y escucharás muy
en el fondo esa bella melodía que te transporta a lugares donde solo puedes dirigirte
saboreando esa bella canción que te despierta nostalgia. Es de este modo que podemos
darnos cuenta que al hablar de “emociones”, cada uno de nosotros según las
experiencias de vida que haya acumulado a lo largo de su historia, podrá interpretar o
darle significado a esta palabra de manera distinta.
Lo anterior pasa porque este concepto nunca fue debidamente incorporado a nuestras
vidas desde el momento que nacimos o desde antes, desde cuando nuestras madres nos
tenían en su vientre. Hay estudios que demuestran que la educación emocional
comienza ya en el útero materno, ya que hay evidencias que indican que las emociones
o estado emocional de la madre son traspasadas al bebé. Cuando fuimos a la escuela,
¿alguien nos habló sobre educación emocional?, y ¿se le dedicaba las horas y la
importancia debida? O dentro de nuestras familias ¿alguna vez se tocó el tema? ¿Se nos
enseñó a tomar conciencia de nosotros mismos, de nuestras emociones, las ajenas y se
nos dijo como regularlas? “Inteligencia emocional” se le llama a lo anterior, pero a
estas alturas creo que aún nos queda mucho por aprender. Nunca es tarde, lo importante
no es buscar culpables a esto ni mucho menos, desligarnos de la responsabilidad
diciendo: “Es que a mí nunca me habían hablado de esto”. Porque si bien nuestros
padres o nuestras escuelas no tenían conocimiento o no nos instruyeron en el tema, será
también porque ellos no tuvieron a alguien que los apoyara y se los diera a conocer.
Entonces nuestra tarea es hacernos conscientes de que este tema sí es relevante, sí hay
que darle cabida en la educación de nuestros niños y jóvenes, y nosotros como adultos
también necesitamos educarnos en nuestras emociones. A los profesores y padres y
todas las personas en general que sí tenemos la posibilidad de beneficiarnos de
información relacionada con el maravilloso e inquietante mundo de las emociones, los
invito a que nos nos quedemos atrás y empecemos juntos a reaprender y
reeducarnos. De a poquito podremos contribuir juntos a cambiar el rumbo y redirigir la
educación por el camino ya no solo intelectual, sino que también emocional que
necesitamos hoy.