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Frente a tanta complacencia, los pájaros de mal agüero decimos cuatro cosas:
2. La armadura de Colombia no es muy fuerte. Una cosa es estar protegido contra los
choques externos y otra, muy distinta, es tener un bajo grado de apertura comercial y
financiera. Es como ser más espectador que jugador. Es como estar detrás de la reja
viendo el juego de los otros.
4. Colombia tiene fortalezas en varios campos de su vida pública y del manejo del
Estado. Estos son factores útiles para enfrentar la coyuntura y, ojalá, para resolver el
problema endógeno.
Durante la última década, la economía internacional vivió la expansión más prolongada desde la segunda
guerra mundial; ahora se encuentra ante la perspectiva de un colapso inaudito. El miedo es un
sentimiento creciente en las comunidades trabajadoras pobres de los países ricos. La desconfianza en el
medio ambiente institucional paraliza las inversiones, deja quietos a los consumidores y destruye fuentes
de trabajo e ingreso. El único flujo financiero importante en este momento es el que se mueve hacia
activos denominados en dólares y suscritos por el gobierno federal de Estados Unidos. El Tío Sam es
pobre, pero es digno: goza de la más alta confianza como depositario de las riquezas financieras
acumuladas en todas partes del mundo.
Crece además, en estos días de inventario, el volumen de las quejas sobre la crueldad humana con el
planeta y sobre el alto precio de la “prosperidad”. Los promotores de una acción colectiva contra el
cambio climático ganarán más espacio en los medios. Pero aún no tienen suficiente poder político.
En los círculos académicos recupera prestigio una noción que comenzaba a acumular
polvo y desdén: Las economías de mercado son intrínsecamente inestables, por
reguladas y controladas que sean en cualquier espacio nacional. Las “fallas del
mercado” ya son insuficientes para explicar lo que le ocurre a la economía mundial. Ahora el ciclo
económico tendrá que regresar al mostrador de las ofertas de conocimiento pertinente y volverá a ser una
materia primordial en el currículo de los programas de post- grado en las facultades de economía.[1]
La globalización, es decir la integración de los mercados, en sus alcances y ritmos contemporáneos,
puede reclamar válidamente resultados positivos, pero ahora la evidencia es que una economía
globalizada puede colapsar a un ritmo inusitado, con implicaciones enormes.
¿Qué pasa allá afuera? El miedo, la desconfianza y el creciente desempleo se estimulan mutuamente.
Esta espiral, junto con las crisis de los mercados financieros y la caída del valor de los activos, está
produciendo un colapso de la demanda de consumidores e inversionistas a escala global. La fuerza y la
velocidad de la caída sorprenden a todos.
El PIB Alemán registró una disminución del 2,1% en el cuarto trimestre de 2008; la
economía alemana, cuarta más grande del mundo y primera exportadora, se está
contrayendo continuamente desde marzo del año pasado. A Japón le está yendo peor:
Los números del último trimestre anuncian la más profunda recesión en los últimos 35
años; en términos anualizados, el PIB japonés cayó 12,7%. La producción industrial
japonesa cayó un 10% entre enero de 2008 y el mismo mes de 2009. Segunda más
grande y cuarta exportadora a escala global, la economía japonesa se ha contraído ya
durante tres trimestres consecutivos.
Las estadísticas alemanas de exportaciones señalan también una fuerte tendencia a la contracción: Las
cifras de diciembre fueron 8% menores que las de doce meses antes. Enero trajo noticias peores: la
caída anual fue de 20,7%.
Los grandes exportadores asiáticos diferentes de Japón y China están sintiendo la contundencia de la
crisis. Corea del Sur sufrirá probablemente el mayor colapso regional del PIB, al pasar de una expansión
del 2,6% en 2008 a una caída proyectada del orden del 6% en 2009. Malasia, Singapur y Hong Kong
registran comportamientos similares.
El 25 de marzo la Organización Mundial del Comercio (OMC) predijo que el comercio mundial caerá este
año en un 9%[2] . Esta sería la mayor reducción del comercio internacional desde 1982, cuando reventó
la primera crisis de la deuda. Esperemos nuevas proyecciones, infortunadamente peores.
1. Las naciones exportadoras cuentan con una suerte de mercado interior ampliado (en el ámbito
regional). En las actuales circunstancias, los grandes exportadores asiáticos y europeos tendrán mucho
interés en utilizar al máximo sus propios mercados regionales. Europa tiene las instituciones de la Unión,
el espacio económico singular, y buscará el rescate de la demanda interna mediante dispositivos de
política monetaria y fiscal. Asia, por su parte, tratará de manejar la crisis haciendo uso de los mismos
mecanismos y acudiendo a acuerdos especiales de comercio y pagos a escala regional.
2. Las naciones latinoamericanas, en conjunto, pertenecen a una periferia que gravita fuertemente hacia
Estados Unidos y, en menor medida, hacia Alemania. Sólo Brasil tiene mayor diversidad de destinos
exportadores. Argentina es, en Suramérica, el único mercado importante para las mercancías brasileñas.
Venezuela y Ecuador son vitales para Colombia, pero el comercio a escala intra - regional es, como se ha
dicho, de menor relevancia. En consecuencia, ninguna economía latinoamericana puede mirar con
alguna esperanza hacia su entorno regional en busca de alivio ante el colapso de la demanda global.
Toda la región mira hacia el norte y ha encontrado muy pocos mercados en el vecindario, con dos
excepciones: (a) Colombia/Venezuela/Ecuador y (b) Brasil/Argentina.
Casi todos los países ricos se encuentran ahora oficialmente en recesión. Las previsiones más
frecuentes de los especialistas hablan de una recesión sin precedentes en 2009. El crecimiento en
Estados Unidos, Japón, la eurozona y la Gran Bretaña estará entre -2,2% (Estados Unidos) y - 5,3 %
(Japón). Pero estas cifras han sido revisadas varias veces en los últimos tres meses; espere Usted
nuevas proyecciones hacia abajo en las próximas semanas.
Las más recientes cifras de la actividad económica obligan a tener expectativas más pesimistas sobre el
desempeño de la economía mundial. Según las respectivas Oficinas Nacionales de Estadística, en el año
terminado en enero de 2009, la producción industrial cayó 19,2% en Alemania, 16,7% en Italia y 11, 1%
en México. Y en el año a febrero disminuyó el 11,2% en Estados Unidos y 13,2% en Rusia. De acuerdo
con las mismas fuentes, la producción industrial en la zona del euro (16 países) cayó un 17, 3% en los
doce meses a enero pasado.
Las llamadas economías emergentes, que hasta hace poco mostraban tasas de
crecimiento del orden del 7% anual, verán reducir, como grupo, sus resultados a cifras
nulas o incluso negativas. Brasil, por ejemplo, tendría una reducción de su PIB del
orden de 0,5% en 2009, de acuerdo con la Unidad de Inteligencia Económica de The
Economist, que en enero proyectaba un crecimiento del 1,6%. El consenso experto es que, como
mucho, la economía brasileña tendrá crecimiento nulo este año. China e India bajarán sustancialmente su
crecimiento al 5 o 6%, si bien continuarán siendo los países con mayor dinámica macroeconómica[4].
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) proyecta que en 2009 las deudas bancarias
internacionales de los países emergentes tendrán una reducción neta. EL IIF, entidad
gremial de la banca internacional, proyecta ahora que, de una entrada neta de 168 mil
millones de dólares por cuenta de préstamos de la banca comercial privada a los países
emergentes en 2008, se pasará a una salida neta de 61 mil millones en 2009: una baja de
229 mil millones[5] . El gran año fue 2007, con una entrada neta de fondos a los
emergentes por esta vía de 410 mil millones de dólares. América Latina no es un actor
estelar en este guión, pero en términos relativos el impacto es sustancial: sus números
son 9 mil millones de dólares positivos en 2008, versus 12 mil millones negativos en 2009.
Si a los flujos bancarios se les añaden las otras formas de financiación privada de la
balanza de pagos a los países emergentes[6] , las proyecciones son dramáticas: en 2008
hubo una entrada neta de capitales privados a dichas naciones por 466 mil millones de
dólares (veníamos de 929 mil millones en 2007); ahora la proyección de 2009 es una
entrada neta de capitales por 165 mil millones de dólares. América Latina sufre
duramente, en proporción al tamaño de su economía: desde 183 mil millones en 2007,
este año el número sería 43 mil millones, después de haber bajado a 89 mil millones en
2008. En el 2009 el “giro del negocio” de la entrada de capitales a la América Latina será menos
de la cuarta parte del de dos años atrás.
El dolor humano y social del desempleo puede ser muy grande: La Organización
Internacional del Trabajo, OIT, dijo a finales de enero que “con base en los nuevos
desarrollos del mercado de trabajo y dependiendo de la oportunidad y la efectividad de
los esfuerzos por la recuperación (…) el desempleo global podría aumentar, en
comparación con 2007, en un rango entre 18 y 30 millones, y 50 millones si la
situación continúa deteriorándose. (….) En este escenario, alrededor de 200 millones
de trabajadores, principalmente en las economías en desarrollo, podrían se empujados
a una situación de pobreza extrema“[7].
En ese ambiente sube a la superficie una persistente materia oscura que abunda en el mundo rico: La
xenofobia, la condena al “forastero”, el odio racial, la victimización de los sin-papeles. La mayor recesión
global de la historia está despertando a ese monstruo que, en épocas de prosperidad y alto nivel de
empleo, sólo se ve como una manifestación marginal de la derecha nacionalista.
Nuevos ropajes del viejo proteccionismo
El proteccionismo[8] ha vuelto a ganar prestigio en los círculos parlamentarios y
gremiales y en los corredores del poder ejecutivo en los países ricos. Son evidentes las
ganas de levantar barreras comerciales y establecer otras medidas restrictivas del
comercio (la prohibición a las empresas apoyadas por el Estado de que inviertan en el
extranjero, la manipulación de las tasas de cambio, la obligación de usar insumos
nacionales en las obras públicas y en otros programas de inversión dentro de los planes
fiscales, la limitación de las compras públicas en general para favorecer los proveedores
nacionales, “los puestos de trabajo para los nacionales“).
El G - 20 o Grupo de los 20[9] , reunido en octubre del año pasado, se declaró adversario de la
restricción del comercio como instrumento para combatir el desempleo. No obstante, los legisladores
están insistiendo cada vez más en imponer restricciones al gasto público de emergencia, buscando que
los recursos del estímulo fiscal no se filtren al exterior en la forma de importaciones o de inversiones
transnacionales.
(1) Las políticas de estímulo inmediato a la demanda mediante instrumentos fiscales y monetarios.
(2) La estrategia para desatar el nudo del crédito. En el ambiente internacional, ni los bancos quieren hoy
día prestar, ni hay los clientes dispuestos a endeudarse.
(3) Las reformas estructurales que exige el sistema de regulación y supervisión de las instituciones
financieras, y
(4) El modo de fortalecer el Fondo Monetario Internacional para que vuelva a ser, en estas circunstancias,
un agente líder en la asistencia a los países pobres afectados por la crisis.
Si de la reunión londinense no salen palabras concretas en estas materias, es de temer que los mercados
financieros y bursátiles entren en una nueva oleada de bajas de sus indicadores de valor.
El desempeño económico de Colombia durante la última década estuvo por debajo del
de otros países grandes de América Latina:
- Entre 2005 y 2007 el crecimiento económico de Colombia fue, en promedio, del 6,7%
anual: una tasa muy notable - sobre la cresta de la ola expansionista. Sin embargo
varios países latinoamericanos (y muchas naciones pobres en otras regiones) mostraron
cifras más elevadas durante más tiempo, pero aquí el régimen tenía motivos para estar
contento con esos resultados.
Hay una lista larga, que se debe discutir, de factores que han impedido que la economía
colombiana tenga un rendimiento alto y sostenible:
- El carácter rentístico de varios sectores claves para la exportación y para los ingresos
fiscales,
Por cuenta de causas como estas, la fase de alto crecimiento fue de corta duración. Y
ahora, para añadirle insulto a la herida, viene la recesión global.
Por lo menos hasta Septiembre pasado, ni las estadísticas, ni los procesos del mundo
real en Colombia habían sufrido el impacto de la crisis económica mundial. El
debilitamiento de la demanda interna desde finales de 2007, cuando la economía
mundial todavía marchaba a toda máquina, fue made in Colombia. Y por tanto es
necesario preguntarnos si se trata de una condición estructural o histórica, de la
economía colombiana[2] , o se trata más bien de la suma de factores puramente
coyunturales[3].
Razón Pública es un instrumento muy pertinente para promover una discusión sobre
los alcances y las limitaciones de la economía colombiana como productora de las dos
"mercancías sociales" esenciales: La reducción de la pobreza y el combate a la
desigualdad. Más acá del ciclo internacional, Colombia sufre bloqueos que impiden
consolidar la base económica de su progreso social. Es crucial identificarlos y comenzar
a removerlos en un esfuerzo colectivo que exige un amplio consenso político. No puede
haberRazón Pública más clara.
Un paisaje ambivalente
Puesto que se trata de un asunto delicado y debatido - donde se suele sin embargo
hablar con emociones o prejuicios en vez de hablar con cifras- en esta Parte del informe
especial haré una revisión completa y cuidadosa de los datos y de las perspectivas
inmediatas de nuestra economía. Las conclusiones son un poco sorprendentes:
2. Mientras las cuentas externas y financieras no son alarmantes (e incluso se diría que
son satisfactorias - con excepción del déficit fiscal) la caída en el nivel de actividad
económica y el deterioro laboral son severos y se están agravando velozmente.
Aunque la recesión internacional había comenzado hacia finales del 2007 o en el primer
trimestre del año pasado, Colombia siguió mejorando en las exportaciones, en la
inversión extranjera y en el flujo de remesas - lo cual, de paso, confirma que ya
teníamos un problema estructural.
Cerca de las dos terceras partes de la expansión exportadora del año pasado se explican
por el crecimiento de las exportaciones de petróleo, que aumentaron un 67% respecto
de 2007. El tonelaje exportado aumentó un 28%; por tanto, el efecto precio explica en
mayor medida el aumento del valor exportado. Las ventas de carbón aumentaron un
44%, mientras que las toneladas exportadas fueron menores en un 8,4%. Los rubros
tradicionales de exportación tuvieron un incremento del 41% (llegaron a 20.003
millones de dólares en 2008) y los no tradicionales crecieron un 11,6% (17.623
millones).
Según los registros estadísticos, el mercado venezolano adquirió el año pasado bienes
colombianos por 6.092 millones de dólares; el 92% correspondió a bienes industriales.
El crecimiento de 2008, de 17%, está lejos de la cifra de 2007 (93%). En todo caso,
hay variadas y serias dudas sobre la realidad de las exportaciones a Venezuela. El
régimen cambiario venezolano y el diferencial entre la tasa de cambiopreferencial y la
de mercado podrían haber inducido desde hace varios años una corriente ficticia (y
delictiva) de exportaciones colombianas, cuyo tamaño no se conoce. Así, se ignora el
impacto económico real de estos flujos, y de sus variaciones.
Ecuador, por su parte, adquirió mercancías colombianas en 2008 por 1.500 millones de
dólares; el 95% de esta cifra corresponde a bienes industriales. En enero de 2009 el
gobierno ecuatoriano impuso restricciones a las importaciones de diversos productos
manufacturados; claramente, estas restricciones afectarán el movimiento exportador.
La inversión extranjera directa (IED) durante los últimos cuatro años (hasta septiembre
de 2008) fue del orden de 35.300 millones de dólares, lo cual sin duda fue una gran
ayuda para financiar nuestra balanza de pagos.
El 47% de esa inversión se destinó sin embargo a los sectores de petróleo y carbón,
actividades que no generan mucho empleo directo ni estimulan a otros sectores por la
vía de la demanda de insumos y servicios - aunque por otra parte generan abundante
recursos para el fisco.
Por su parte el sector financiero recibió durante alrededor de 3.000 millones de dólares,
el comercio al por menor unos 900 millones, las telecomunicaciones alrededor de 2.
100 millones y la industria manufacturera 9.000 millones de dólares[1].
En cualquier caso, las entradas a la balanza cambiaria registradas como IED han sido
importantes en el aumento de los activos internacionales del Banco de la República
durante esta década: desde un mínimo de 1,8% del PIB en 1999, éstas alcanzaron el
8,2% en 2005 y muy cerca del 6% en 2008.
El total registrado de remesas familiares del exterior en 2008 llegó a 4.842 millones de
dólares, alrededor del 2% del PIB. Su crecimiento anual hasta diciembre fue del 12%.
Sin llegar al tamaño relativo que han alcanzado estas corrientes de ingreso en otros
países de la región, es claro que Colombia ha desarrollado una importante cultura
laboral transnacional. Se trata de un proceso mucho más antiguo que el que se ha
querido describir con la mal llamada "diáspora" colombiana de los años de cambio de
siglo[3]. Este flujo de divisas, probablemente el de mayor potencia en términos de
demanda interna de bienes y servicios de la canasta básica, creció durante los últimos
cuatro años a una tasa promedio anual del 15%.
La deuda externa total de Colombia al cierre de 2008 valía unos 46 mil millones de
dólares, o sea el 19% del PIB. El Estado debía unos 29 mil millones de dólares, y el
sector privado 17 mil millones. Por una serie de razones y designios, no todos
favorables para el interés público[5], los últimos ocho años han atestiguado una
reducción del peso relativo del endeudamiento externo tanto público como privado. Al
cierre de 2001 la deuda externa total fue de 39 mil millones de dólares (42% del PIB);
la pública (24 mil millones) equivalió al 26% del PIB y la privada (16 mil millones) al
16%.
En el campo comercial, el balance externo tiende a ser deficitario por lo menos desde
mediados de esta década, en línea con el comportamiento de la tasa de cambio, con la
política comercial del gobierno y con el comportamiento de la demanda interna. En
2008, las importaciones colombianas llegaron a cerca de 40 mil millones de dólares, y
la balanza comercial registró un déficit de unos 2.400 millones de dólares. Tal exceso
de importaciones ha sido también manejable desde la perspectiva financiera: la balanza
de pagos en cuenta corriente[6], si bien deficitaria, se mantiene dentro de rangos
apacibles, financiados mediante las entradas de IED, o registradas como tales.
En todo caso, el escenario es favorable para una política monetaria solidaria con una
estrategia estatal de estímulo a la demanda.
Mientras la mala calidad de los activos y las pérdidas de los intermediarios financieros
son actores estelares de la oleada de desconfianza que afecta a muchos países - hasta
ponerlos al borde de una espiral deflacionaria - en Colombia la situación del sector
sigue siendo muy sólida. En el trasfondo colombiano hay una combinación de cosas:
La mediocridad del mercado laboral es uno de los más graves problemas nacionales.
¡Otro tema para el debate que propone Razón Pública! La información técnica
disponible sobre este asunto ha mejorado mucho, y no obstante es lamentable la calidad
de su discusión pública. A pesar de los esfuerzos de varios miembros del Congreso y de
algunas bancadas o partidos, el problema no ha llegado de verdad al foro político; y es
porque poderosos intereses particulares (a favor y en contra del statu quo institucional
en materia laboral) obstaculizan la discusión del asunto.
Por ahora digamos que la tasa de desempleo en enero pasado, total nacional, 14,2%, es
la más alta desde enero de 2004. El número para las 13 áreas metropolitanas, 14,9%, es
el más elevado desde comienzos de 2006. Y añadamos que el último Boletín del
DANE contiene algunas cifras que bien servirían para darle comienzo a aquel
debate[11]:
- En el total nacional, la rama de actividad con mayor número de ocupados fue
"Comercio, Restaurante y Hoteles", con 25,9% del total de trabajadores que declararon
estar plenamente ocupados en el trimestre noviembre 2008 - enero 2009. ¿Qué
participación tendrá aquí el "rebusque", el subempleo disfrazado en actividades de muy
baja productividad?
- En enero la tasa de subempleo a escala nacional fue 38%, cuatro puntos porcentuales
por debajo de la cifra equivalente en 2008. La cohorte de "subempleados" es de 7,6
millones de personas.
- El total de personas ocupadas (17,1 millones) es un 2,1% mayor que doce meses atrás.
Los desocupados, 2,8 millones, aumentaron un 12,2% durante el periodo anual.
- Por otra parte, según la última encuesta manufacturera, el empleo industrial sin trilla
de café disminuyó un 6% frente a Enero de 2008[12].
La transmisión de la peste
La demanda interna venía debilitándose desde finales de 2007. Este rasgo especial del
ciclo colombiano debe ser objeto de un análisis serio. El régimen pretende culpar a la
peste de todos los problemas que se ciernen sobre la economía colombiana. La peste,
como siempre, viene de afuera.
Así pues, la economía colombiana tendrá que enfrentar los factores endógenos que han
puesto en evidencia su volatilidad y la corta duración de la fase expansiva del ciclo y,
además, los factores originados en la crisis económica mundial, cuyo tamaño está
excediendo las expectativas ( o las ilusiones) de las autoridades y de la ciudadanía
trabajadora y empresaria.
1. Enfrentar la realidad, tal cual es. Los gobernantes y sus amigos incondicionales
tienen la obligación de transmitir una dosis mínima de optimismo, a pesar de sus
propias angustias. Pero la manía obsesiva de pintar pajaritos en el aire termina
castigando al honorable público, y a los pintores también.
3. La prensa publica en estos días algunas visiones interesantes de una nueva economía
colombiana, capaz de producir las "mercancías sociales" indispensables. Sólo que tales
visiones no producen propuestas concretas y trabajables para que el Estado cumpla, en
el muy corto plazo, con su obligación de proteger a la gente contra la tormenta que se
avecina.
Estas visiones dejan la impresión de que las políticas públicas actúan de inmediato, o de
que el tiempo de las decisiones del Estado se puede reducir al tamaño de una nuez, o de
que el proceso político para reformar instituciones como el Banco de la República
puede darse en un instante, o de que el salario mínimo, los aranceles o el régimen
cambiario pueden transformarse en un abrir y cerrar de ojos. Esa clase de propuestas
abunda, desafortunadamente, entre los críticos del gobierno. Muchos de tales analistas
parecen sentenciar: "Yo estoy en lo de las propuestas abstractas. La política, y la
administración de los procesos concretos, quedan para otros".
- Un aumento del déficit del Gobierno Nacional Central programado para 2009
equivalente a unos 3 billones de pesos (0,6% del PIB).
- O sea que el faltante adicional del Gobierno Nacional, relacionado con el cambio en
las condiciones locales y externas, se calcula en 5,5 billones de pesos.
- La financiación de este faltante adicional vendrá de: a) crédito externo de entidades
multilaterales, ya contratado; b) utilidades del Banco de la República, transferidas al
fisco, mayores de las previstas anteriormente; y c) aumento del valor en pesos de los
desembolsos de crédito externo, debido a la mayor devaluación del peso frente a la
programada inicialmente.
- En las cuentas del gobierno sobre su estrategia frente a la crisis externa figuran
también gastos públicos departamentales y municipales en proyectos de infraestructura
e inversiones privadas por vía de concesiones en transporte masivo, puertos y
aeropuertos.
9. Entonces, en esta época de pragmatismo extremo en todas partes del mundo, ¿No
deberían sentarse el gobierno y el Banco a discutir sobre la posibilidad de una
financiación del banco central al gobierno? Bueno, quizás no deberían: antes de
cualquier debate doctrinario, esta posibilidad quedaría eliminada por la incapacidad
estatal de emprender las obras públicas involucradas.