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AGUSTIN DE HIPONA Y LA CIUDAD DE DIOS

Prof. Líber Romero

Las invasiones bárbaras que asolan a Roma desde el siglo III y que terminan con la conquista
de Alárico llevan a una crisis de conciencia tanto en los romanos como en los cristianos, que
venían debatiendo en torno a la responsabilidad de la decadencia del imperio, “para los primeros
por su confianza en un imperio regenerable que veía ahora su capital mancillada por una horda
de bárbaros. Para los cristianos porque creían a la urbe a salvo gracias a sus cinturones de
santuarios y sepulcros de mártires” (MITRE, p.32)
Las opiniones frente a las invasiones son distintas dentro de la Iglesia. Ambrosio ve en los
bárbaros enemigos faltos de humanidad y exhorta a los cristianos a defenderse. Agustín de
Hipona se niega a ver a la invasión de Roma por Alárico como otra cosa que no sea un hecho
doloroso mas; su discípulo Orosio lo verá como una oportunidad de llevar la fe a nuevos
sectores.
Agustín y su obra
Agustín nació en el 354 en Numidia, en su juventud fue poeta (vivió en pareja y tuvo un hijo) y
posteriormente se dedicará al estudio de la filosofía. Trabajará como maestro de retórica en
Milán. Es en esta ciudad donde en contacto con Ambrosio se convertirá al cristianismo a los 32
años. En el 395 es nombrado Obispo de Hipona y desde ahí desarrolla la defensa de la
ortodoxia frente a diferentes prácticas cristianas. La caída de Roma en manos de Alárico lo lleva
a escribir un libro en el que busca defender al cristianismo de los ataques que recibe al ser
acusado de los males del imperio.
Frente a la incertidumbre que provoca a los cristianos la caída material del imperio y de las
profecías que hasta ese momento ordenaba su mundo, Agustín elabora una respuesta teológica
que logra dar un nuevo sentido al caos.
En su dedicatoria no dice que su obra la ha realizado en "(...) la defensa, contra aquellos que
anteponen sus dioses a su Fundador, de la gloriosísima Ciudad de Dios considerada, tanto en el
actual curso de los tiempos, cuando, viviendo de la fe, realiza su peregrinación en medio de los
impíos, como en aquella estabilidad del descanso eterno, que ahora espera por la paciencia,
hasta que la justicia se convierta en juicio, y luego ha de alcanzar por una suprema victoria en
una paz perfecta. Grande y ardua empresa. Pero Dios es nuestro ayudador. Por lo cual también
de la Ciudad terrena, que en su afán de dominar, aunque le estén sujetos los pueblos, está
dominada ella por la pasión de la hegemonía, será menester hablar, sin omitir nada de lo que
reclama el plan de esta obra ni de lo que me permita mi capacidad."
Encarga posteriormente a Orosio escribir una obra que relate la historia de la humanidad en
base a sus premisas. Muere en el 430 en una ciudad sitiada por los Vándalos de Genserico.
El desarrollo histórico agustiniano.
En Agustín la Historia se desarrolla a través del enfrentamiento entre la ciudad de dios (libido
sciendi, una energía orientada al conocimiento) y la ciudad terrena (libido dominandi, una
energía orientada a la conquista del poder). La ciudad de dios no se corresponde exactamente
con la iglesia ni la terrena con el imperio, su distinción se da en la conciencia del hombre.
Pertenecen a la ciudad de dios “aquellos que por amor de Dios se desprecian a sí mismo y a la
ciudad terrena los que por amor propio desprecian a Dios”.
Existe en esta concepción de la historia dos premisas fundamentales a) el mundo es obra de
dios y b) el acontecer humano está regido por la providencia divina que planifica. El libre
albedrío queda atrapado en la planificación de un dios que conoce pasado, presente y futuro.
La historia se organiza como un drama en 3 actos “el hombre caído (Adán), el hombre redimido
(en Cristo) y el hombre glorificado (en Dios); tiempo del pecado, tiempo de la gracia y tiempo del
gozo eterno” (ROLDAN. p.42)
El giro esencial es haber separado la historia terrestre, cambiante, y contrastable
empíricamente, de la historia celestial, inasequible salvo por la fe. Eso permite que las
vicisitudes humanas no afecten el convencimiento de un plan general incluso frente a los
desastres de la naturaleza, las calamidades o las guerras. Logra en un momento de crisis de
conciencia (el mundo perdía lo parámetros de referencia) generar un nuevo sentido
supraterrenal y por lo tanto infalible.
La influencia cristiana en la historiografía medieval
La tesis expuestas por Agustín serán la base de la historiografía medieval. En la concepción
cristianan el hombre es ciego en su accionar. Es incapaz de perseguir fines preconcebidos de
antemano, su accionar esta movido por inmediato y ciego deseo. Cuando parece que ejecuta un
plan, es el plan divino que está ejecutando.
Nada es eterno salvo dios, no existe otra sustancia porque todas son creadas por dios. “Dios
mismo todavía se denomina sustancia, pero su índole, en cuanto sustancia, es incognoscible no
solamente indescubrible por la humana razón dejado a sí mismo, sino incognoscible en el
sentido de incapacidad de ser revelado cuanto podemos saber de Dios son sus
actos”(COLLINGWOOD, pp.110-111).
La introducción de las ideas cristianas tiene un triple efecto sobre el modo en que se concibe la
historia.
1) El proceso histórico es la realización de propósitos divinos, pero sus designios son
realizados por los hombres. Así la historia la hacen los hombres de acuerdo a un plan que
desconocen. No hay posibilidad de que la voluntad humana altere el orden divino de la historia.
Los hombres son los instrumentos de un plan y quienes a veces parece como si actuara en
contra del plan y terminan favoreciéndolo. Es lo que Agustín expresa cuando dice que dios
escribe con reglones torcidos. Según Collingwood “(…) la historia resulta enormemente
beneficiada, porque la admisión de que cuanto acontece en la historia no necesita acontecer
porque alguien lo haya querido deliberadamente es una condición previa indispensable haya la
compresión de cualquier proceso histórico” (pp.111-112).
2) Los agentes son producto de la Historia y no un presupuesto inmodificable (por ejemplo
Roma) “Fue esta una revolución profunda en el pensamiento histórico significaba que el proceso
de las mudanzas históricos no se concebía como deslizándose (…) sobre la superficie de las
cosas, afectando tan solo a los accidentes, sino afectando sus sustancias mismo e implicando,
de ese modo, una verdadera creación y una verdadera destrucción”(COLLINGWOOD, p.112).
3) Es una historia universal en tanto busca abarcar a todos los hombres. Los cristianos asumen
que todos los hombres son iguales ante dios, ya no hay pueblo elegido, no hay raza o clase
privilegiada, no existe ninguna sociedad cuya destrucción sea más importante que las demás.
Así la historia basada en las ideas cristiana será: universal, providencial, apocalíptica y se
dividirá en periodos.
En historiador deberá a partir de esta concepción no investigar los hechos que sucedieron sino
registrar el accionar de la providencia en el pasado y explicitar el plan divino. Se reconoce la
importancia de la historia pero su motor es trascendental, llevará varios siglos para que el ser
humano vuelva a ser un sujeto y no simplemente un actor del drama histórico.
*Profesor de Historiología en formación docente.
Bibliografía citada
AGUSTIN DE HIPONA, La ciudad de Dios
COLLINGWOOD, Robin, Idea de la historia, México, FCE,, 2004, 3o ed.
MITRE, Emilio, Historia y pensamiento histórico, Madrid, Cátedra, 199 7
ROLDAN, Concha, Entre Casandra y Clío. Una historia de la Filosofía de la historia, Madrid,
Akal, 1997.
Artículo publicado en El popular. Semanario, Montevideo, 7 de junio de 2013, N° 228, 3°época

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