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] La ilustradora sueca Minna Sundberg, autora del webcómic «Stand Still.

Stay Silent»
(www.sssscomic.com), propone una manera sencilla y bonita de descubrirlo: el árbol genealógico
de los idiomas.

Cuando los lingüistas se refieren al origen de las lenguas suelen usar la metáfora del árbol. Por
ejemplo: una fuente antigua (indoiraní) tiene varias ramas (iraní, indoaria) que, a su vez, se dividen
en otras ramas (zona noroccidental, zona oriental o sur) para terminar dando con idiomas
específicos (sindhi, hindi, urdu). La idea de ilustrarlo ya se había hecho con anterioridad, pero el
árbol de Minna Sundberg es, sin duda, el más atractivo visualmente. Para realizarlo, se ha basado
en datos obtenidos de la página web Ethnologue y el tamaño de las ramas representa el número
de hablantes nativos que han tenido las lenguas a lo largo de la historia

Así pues, si queremos descubrir de dónde proviene nuestra lengua, el español, debemos analizar
el árbol desde sus raíces. En primer lugar, nos encontramos con la rama más grande de todas, el
tronco indo-europeo, del que provienen muchos de los actuales idiomas. Éste se divide en dos
grandes árboles originarios: el indo-iraní (del que provienen lenguas como el bengalí o el hindú) y
el europeo. Este último se divide, a su vez, en ocho ramas: lenguas celtas, albanas, eslavas,
bálticas, armenias, helénicas, germanas y romances. La rama de las lenguas romances es la base
de la nuestra, que proviene de una rama un poco más pequeña formada por las lenguas íbero-
romances. Ahí es donde se sitúa el español, que comparte el origen con otros idiomas, como son
el portugués, el gallego, el catalán o el occitano.

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