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PRIMER PRINCIPIO

“Dale todo el amor y controla el estrés”


El bebé nace con el 22% de su cerebro desarrollado, pero ya a los 3 años alcanza el 65%, eso
implica que en esta etapa se desarrolla 45% de su actividad cerebral.

Felipe Lecannelier
Psicólogo especialista en apego

Las niñas y niños se desarrollan de mejor forma en


entornos cariñosos, seguros y confortables. Cuando
padres, abuelos y otros cuidadores se relacionan
afectuosamente y responden a sus necesidades,
aprenden a confiar en los adultos que los rodean.

Tanto las emociones positivas como las negativas


que expresan los adultos afectan a los niños y las niñas. Por lo mismo, es importante
desarrollar estrategias que ayuden a establecer relaciones amorosas y manejar con
calma situaciones complejas que puedan generar estrés. Cuando un niño llora de
forma prolongada sin obtener una respuesta sensible de sus cuidadores, secreta una
hormona denominada cortisol. Si es atendido y tranquilizado, el nivel de cortisol
desciende; de lo contrario aumenta y a largo plazo, el cortisol puede alcanzar
concentraciones tóxicas, capaces de dañar las estructuras y sistemas cruciales del
cerebro infantil en desarrollo.

Consejos Hasta los 12 meses

Abrázalos, bésalos y acarícialos

Entrega mucho cariño y contención a través de abrazos y caricias. La cercanía


física ayudará a establecer lazos amorosos y fuertes. Los afectos entregan sensación
de seguridad permitiéndoles que se desarrollen de mejor forma.

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Responde a sus sonidos, movimiento y gestos

Cuando un niño o niña realiza sonidos vocálicos o balbuceos, está intentando


comunicarse con las personas de su alrededor. También, puede buscar el contacto
siguiendo con la mirada a los adultos u objetos que están cerca. Tú puedes responder
a sus acciones llamándolo por su nombre, usando voz amable y realizando gestos o
movimientos que favorezcan la comunicación. Asimismo, puedes repetir sus sonidos,
decir “Acá estoy…”, “¿tienes hambre...?". Si mueve sus manos, tú mueve las tuyas
generando un efecto espejo. Si sonríe, responde con una nueva sonrisa, demostrando
conexión e interés por sus gestos.

Consuélalos y acógelos

Los niños y niñas necesitan contención y apoyo de los adultos para volver a la
calma cuando lloran o expresan molestia: lloran para manifestar alguna necesidad
específica, pueden estar cansados, con hambre o sentirse irritados porque la posición
en la que se encuentran no es cómoda o tal vez su ropa no les permite moverse con
facilidad.

Jueguen juntos

La necesidad de jugar se expresa desde los primeros meses de vida. Al observar


su entorno, niños y niñas sienten la necesidad de tocar, sentir, tomar y dejar caer los
objetos. Tú puedes acercar trozos de tela de diferentes colores, objetos blandos y
duros para que pueda manipular. Además, puedes jugar tapándote y destapándote la
cara con las manos o un pañal de tela, o bien, hacer gestos frente a un espejo. En la
medida que adquieren mayor control de su cuerpo y comienzan a realizar diferentes
movimientos, pueden jugar en diversos espacios y posiciones. Si los ves cansados,
déjalos descansar un rato.

Arma una rutina con horarios estables

Establece un horario para las actividades diarias: comer, bañarse, dormir siesta
o acostarse al final del día. Las rutinas ayudan a niños y niñas a sentirse seguros y a
comprender paulatinamente, cómo se desarrolla su día a día. Mantener una rutina
clara también ayuda a los adultos, puesto que disminuye la incertidumbre y por ende
el estrés.

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Consejos de 12 a 24 meses

Abrázalos constantemente

Abrazar a los niños y niñas constantemente, los ayuda a sentirse seguros,


queridos, y a volver a la calma cuando se sienten tristes. También, les ofrece seguridad
en el reencuentro, por ejemplo, al retirarlos del jardín o al volver a casa.

Responde verbalmente a sus palabras y gestos

Los niños y niñas constantemente están observando a los adultos de su entorno


y los objetos que los rodean; estos son los principales impulsores del inicio de la
comunicación. Ellos comunican sus preferencias e intereses con palabras y frases
sencillas. Tú puedes responder y potenciar la comunicación estableciendo
conversaciones sencillas, mencionando el nombre de los objetos, describiendo
acciones e interpretando sus ideas o deseos. Por ejemplo, si un niño dice: “mame
agua” tú puedes responder: “¿quieres agua?, iré a buscar tu vaso con agua a la cocina”.

Anímalos y ofréceles oportunidades de desarrollarse autónomamente

En la medida que los niños y niñas crecen, progresan sus intentos de realizar
acciones por sí mismos, por ejemplo, usar la cuchara para alimentarse. Entrégales
apoyo y seguridad frente a esas acciones y ayúdalos a probar cosas nuevas como
escoger su ropa, ponerse los calcetines, lavarse los dientes, entre otras.

Háblale de sus sentimientos y emociones

Los niños y niñas expresan sus emociones frente a diversas situaciones. Utiliza
esos momentos como una oportunidad para hablar sobre lo que están sintiendo, por
ejemplo: “Parece que te asusta ese juego, si quieres te puedo acompañar”, “Veo que te
pone muy feliz jugar con burbujas”. Esto les ayuda a identificar sus emociones.

Compartan actividades del hogar

Compartir las tareas del hogar puede ser una oportunidad para desarrollar
pertenencia y responsabilidad por el espacio familiar o social. Ordenar juntos los
juguetes, guardar alimentos en un mueble o en el refrigerador, regar el patio o las

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plantas son oportunidades para realizar actividades en conjunto. Los niños y niñas se
sienten valiosos cuando los adultos les permiten participar en estas tareas. Tú puedes
reconocer su apoyo, agradeciendo sus acciones: “Gracias por ayudarme a guardar
la fruta en el refrigerador”.

Consejos de 24 a 36 meses

Ayúdalo a enfrentar emociones negativas


Muchas situaciones que resultan sencillas para un adulto pueden ser difíciles
de aceptar para un niño o niña. Por ejemplo, sentir rabia por no poder realizar algo sin
ayuda, o tristeza por la pérdida de un juguete. Ayúdale a enfrentar estas emociones
con un abrazo, ubicándote físicamente a su altura y diciéndole: “Sé que te sientes
triste por la pérdida de tu juguete, yo también me sentiría triste si se me pierde algo
que me gusta mucho”. También puedes ayudar ofreciéndole alguna actividad nueva
para salir de esa emoción negativa: “Podemos leer un cuento juntos o ir a la plaza para
pasar este momento triste”.

Valora las relaciones sociales que establece con pares


En esta etapa los niños y niñas establecen relaciones donde intercambian ideas
y objetos con sus pares en distintos espacios y situaciones de juego. Algunos de ellos
necesitan del apoyo de un adulto significativo para comenzar a interactuar con otro.
En este sentido, puedes involucrarte en el juego para hacerle sentir seguro y favorecer
las relaciones con otros pares. Asimismo, puedes reconocer positivamente cuando un
niño o niña comparte un juguete o invita a otro niño a jugar. Esto ayudará a que se
sienta orgulloso de sí mismo.
Frente a conflictos o dificultades entre pares, no lo ridiculices o sanciones su
conducta, sino que ayúdalo a enfrentar las dificultades, modela formas de solucionar
el problema y busca respuesta escuchando sus comentarios o ideas.

Ayúdalos a enfrentar sus miedos


Es normal que los niños y niñas sientan miedo frente a algunas situaciones u
objetos que consideran peligroso, lo que les puede generar mucho estrés. Frente a
emociones como el temor, pueden llorar, gritar e incluso ocultarse. El miedo es una
emoción subjetiva, no todos le temen a lo mismo, por lo que es vital que como adulto
les ayudes respetuosamente a enfrentar los miedos, sin cuestionar el motivo de su
temor. Como adulto, tú puedes decirle: “Sé que te asusta la oscuridad, no apagaré la
luz hasta que te duermas”, “te asusta el payaso, no te preocupes, yo estaré contigo”.
Los miedos o temores disminuyen en la medida de que los niños y niñas crecen.

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