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Delimitación Del Problema
Delimitación Del Problema
Nuestro instinto nos indica cuando hay un problema, aun si podemos traducirlo a palabras o
no. Tal vez nos sentimos incomodos en cierto lugar, pero no sabes exactamente por qué. Un
problema puede ser simplemente la sensación de que algo está mal y que debe ser corregido.
Podríamos sentir alguna sensación de aflicción o de injusticia. Entonces, ¿Cuál es el problema?
Pueden ser muchas cosas.
Puesto de la forma más simple, un problema es la diferencia entre lo que es y lo que podría o
debería ser. “Ningún niño debe irse a la cama hambriento, pero esto le pasa a la cuarta parte
de todos los niños del país” es una afirmación clara y fuerte sobre un problema. Otro ejemplo,
puede ser, “La comunicación en nuestra oficina no es muy clara”. En este ejemplo, la
explicación de lo que “podría” o “debería ser” es simplemente aludida.
Tal y como lo ilustran estos problemas, algunos son más serios que otros; el problema del
hambre en la niñez es un problema mucho más severo que el hecho de que el nuevo centro
juvenil carece de equipo para el ejercicio físico, aunque ambos son problemas que pueden y
deben ser abordados. Generalmente, los problemas que afectas grupos de personas –niños,
madres adolescentes, los enfermos mentales, los pobres- pueden al menos ser abordados y en
muchos casos disminuidos usando el proceso señalado en este capítulo.
Tres conceptos básicos conforman el núcleo de este capítulo: aclarar, decidir y analizar.
Veamos cada uno a su tiempo.
ACLARAR EL PROBLEMA
Comenzar con lo que se sabe. Cuando los integrantes del grupo entran por la puerta al inicio
de la reunión, ¿qué es lo que piensan de la situación? Hay una variedad de formas distintas de
averiguar esta información. Se les puede pedir de antemano anotar lo que saben acerca del
problema o el facilitador puede dirigir una sesión de lluvia de ideas para tratar de sacar el
mayor número de ideas. Es necesario recordar que un buen facilitador expondrá las opiniones
de todos y no sólo la de aquellos que participan vocalmente.
Decidir qué información hace falta. La información es la clave para la toma de decisiones
efectiva. Si está luchando contra el hambre en la niñez, ¿se sabe cuáles son los niños que están
hambrientos? ¿cuándo están hambrientos –todo el tiempo o particularmente al final del mes,
cuando todo el dinero se ha acabado? Si ése es el caso, la declaración del problema puede ser,
“Los niños de nuestra comunidad están hambrientos a menudo al final del mes porque el
salario de sus padres se agota muy rápido”.
Comparemos esta declaración del problema sobre hambre en la niñez con aquella dada
anteriormente en “La naturaleza de los problemas” ¿Cómo pueden las soluciones para los dos
problemas ser diferentes?
Reunir información sobre el problema. Se puede recopilar cualquiera de los varios tipos de
información disponible. Comúnmente, lo que escuchemos o leamos entra en alguna de las
siguientes categorías:
Datos de hechos (15% de los niños en nuestra comunidad no obtiene lo suficiente para
comer).
Inferencia (Un porcentaje significativo de los niños en nuestra comunidad
probablemente está malnutrido/ con bajo peso).
Especulación (Muchos de los niños hambrientos probablemente viven en los
vecindarios más pobres del pueblo).
Opinión (Pensamos que la razón por la cual los niños están hambrientos es porque sus
padres gastan todo su dinero en cigarrillos).
Cuando se está recabando información, probablemente se escuchen todos los cuatro tipos de
información mencionados y todos pueden ser importantes. La especulación y la opinión
pueden ser especialmente importantes para medir la opinión pública. Si la opinión publica
acerca del problema está basada en suposiciones erróneas, parte de la estrategia de solución
probablemente va a incluir algún tipo de campaña informativa.
Por ejemplo, tal vez la coalición esté haciendo una campaña contra la pena de muerte, y
descubre que la mayoría de la gente cree erróneamente que la pena de muerte puede disuadir
el crimen violento como parte de la campaña, por lo tanto, probablemente se debería dejar en
claro para el público que eso sencillamente no es cierto.
¿Dónde y cómo encontrar esta información? Depende de lo que se quiera saber. Algunas
cuantas posibilidades incluyen:
Encuestas
Entrevistas
Bibliotecas
Red Internet
Definir el problema. Con la información en las manos, ya se está listo para redactar una
“declaración del problema”, es decir una definición amplia de él. Antes de hacerlo, se deben
tener en cuenta dos principios generales:
2. Definir el problema como algo que todos comparten; evitar asignar culpas por el
problema. Esto es particularmente importante si personas diferentes (o grupos) con un
historial de malas relaciones necesitan trabajar juntas para resolver el problema. Los
maestros pueden frustrare con tasas altas de absentismo, pero culpar únicamente a
los estudiantes por los problemas escolares seguramente los alejará de contribuir a
resolver el problema.
Ahora, ya se está listo para definir el problema. Esto puede hacerse de distintas maneras:
El facilitador puede escribir el enunciado de declaración del problema en una pizarra y todos
pueden ir dando su reacción, hasta que se haya llegado a algo en lo que todos estén de
acuerdo.
Se puede aceptar la definición de alguien más para el problema o usarla como punto de
partida, modificándola para que se adapte a las necesidades reales.
Se puede consultar la sección de Herramientas para hacer una actividad más larga para definir
el problema.
ANALIZAR EL PROBLEMA
Una vez que el grupo ha definido el problema y ha acordado que quiere trabajar para llegar a
una solución, es momento de analizar a fondo el problema. Se empezó a hacer esto cuando se
recabó información para definir el problema, pero ahora, es momento de poner más atención
a los detalles y asegurarse de que todos entienden el problema completamente.
El facilitador puede guiar a los miembros del grupo a través de un proceso de comprensión de
cada aspecto del problema al responder las preguntas –qué, por qué, quién, cuándo, y cuánto-
Este proceso puede incluir los siguientes tipos de preguntas:
La técnica del “Pero ¿por qué?”. Este simple ejercicio puede hacerse fácilmente con un
grupo grande, o incluso uno pequeño. Se debe escribir la declaración del problema y
preguntar a los participantes, ¿Por qué existe este problema?” Después se escribe la
respuesta dada y se pregunta, ¿Pero por qué ocurre (esa respuesta)?
Por ejemplo, supongamos que el problema es: “Los niños a menudo se quedan
dormidos en clases”.
Se debe continuar con esta línea hasta que los participantes puedan coincidir
cómodamente en la causa-raíz del problema. Llegar a un acuerdo es esencial aquí; si
las personas ni siquiera concuerdan con la fuente del problema, una posible solución
puede bien estar fuera de alcance.
“Análisis de campo de fuerzas”. La técnica del “pero ¿por qué?” Requiere excavar
profundo para encontrar la causa del problema. Con el análisis de campo de fuerzas,
se ve más ampliamente el asunto y las fuerzas que lo rodean.
Dibujar una línea en el centro del papel. O, si se está trabajando con un grupo grande
de personas que no pueden ver con facilidad lo que se está escribiendo, usar dos
pedazos.
Bajo “Fuerzas limitantes”, hacer una lista de todas las razones que mantienen la
situación como está. Como con todas las sesiones de lluvia de ideas, esto debe ser de
tipo “libertad para todo”; ninguna idea está demasiado “fuerza de lugar” como para no
ser sugerida y escrita.
De la misma manera, bajo “Fuerza conductoras”, listar todas las fuerzas que llevan la
situación a un cambio.
Cuando todas las ideas han sido escritas, unos miembros del grupo pueden
reescribirlas de forma que suenen mejor y compilar en otra lista, los factores más
relevantes que están causando la situación.
Claramente, estos dos ejercicios son aptos para tiempos diferentes. La técnica del
“Pero ¿por qué?” es más efectiva cuando el facilitador (o el grupo como un todo)
decide que el problema no ha sido examinado a fondo lo suficiente y que la
comprensión grupal ha sido un poco superficial. El análisis de campo de fuerzas, por
otra parte, puede ser usado cuando existe la preocupación de que elementos
importantes del problema aún no han sido considerados –es decir, de que no se está
viendo todo el panorama-.
3. ¿Quién está causando el problema y quién está siendo afectado por él? Una simple
sesión de lluvia de ideas es una excelente forma para determinar esto. La lluvia de
ideas se trata de generar y elegir soluciones.
4. ¿Cuándo ocurrió por primera vez el problema o cuándo se volvió significativo? ¿Es
éste un nuevo problema o uno antiguo? Saber esto puede otorgar una comprensión
añadida del por qué el problema está ocurriendo ahora. Además, cuanto más tiempo
haya existido el problema, más se ha atrincherado y más difícil será resolverlo. La
gente con frecuencia se acostumbra a las cosas tal como lo son y se resiste al cambio,
aun cuando es un cambio para mejorar.
5. ¿En qué magnitud a qué alcance está ocurriendo este problema? ¿Cuántas personas
están siendo afectadas por el problema? ¿Cuán significativo es? Aquí, se deben
revisar de nuevo las preguntas sobre la importancia del problema que se vieron
cuando se estaba definiendo el problema. Esto sirve como una revisión breve y provee
un análisis completo a partir del cual trabajar.
Si el tiempo lo permite, se podría resumir el análisis en una sola página de papel para
los participantes, antes de continuar con la generación de soluciones, el siguiente paso
en el proceso. Así, los integrantes tendrán algo a lo cual hacer referencia durante
estados posteriores del trabajo.
También después de que se haya terminado este análisis, el facilitador debe pedirle al
grupo su aprobación. ¿Han cambiado de forma significativa las percepciones de las
distintas personas sobre el problema?