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Fuentes Grecia PDF
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[El Canon de Policleto que menciona Plinio era el nombre de un tratado teórico
y también una estatua. Galeno y otros escritores dan alguna idea de los
contenidos del tratado.]
“Es necesario —afirma Polícleto— que la cabeza sea la séptima parte de la altura
total de la figura, el pie dos veces la longitud de la palma de la mano mientras la
pierna, desde el pie a la rodilla, deberá medir seis palmos, y la misma medida
habrá también entre la rodilla y el centro del abdomen Para demostrar la
exactitud de su canon esculpió una estatua que nos ha llegado en numerosas
copias romanas: el Doríforo —es decir, el portador de lanza—, un joven, una vez
más, completamente desnudo, que lleva con desenvoltura una ligera lanza en la
mano.”
El concepto de belleza
Es un hecho reconocido que los griegos -o para ser más precisos, el promedio de
los griegos de la época clásica- no consideraban que la poesía fuera un arte. A
nosotros nos cuesta comprender esto, pues requiere cierta explicación, que en
su forma más simple es ésta: los griegos adoptaron un punto de vista tan
diferente del nuestro porque emplearon un sistema de conceptos que era muy
diferente al nuestro. Se preguntará entonces: ¿Por qué su sistema era diferente?
Pues lo era porque, en lo que se refiere a la poesía y al arte, poseían sólo una
parte de las ideas de las que dispone el pensamiento moderno. Disponían sólo
de las ideas que separan ambos dominios, y carecían de las que los unen. Las
ideas que son notables por su ausencia fueron aquellas que el pensamiento
moderno asume predominantemente en todas las consideraciones del arte: el
punto de vista estético y el creativo. Cuando combinamos la poesía y el arte en
un concepto común, tenemos una doble base para hacer esto: el punto de vista
estético reúne las obras del poeta y del artista, mientras que el punto de vista
creativo hace lo mismo con sus actividades. Cuando incluimos, por ejemplo, un
poema y un edificio en una única categoría, esto sucede porque percibimos la
belleza o el esfuerzo creativo en ambas cosas. Sin embargo, los griegos carecían
de estos dos puntos de vista, no sólo durante la época arcaica, sino también
durante la clásica.
Los griegos tuvieron, desde luego, su concepto de belleza. Pero no debería
imaginarse que éste jugase ningún rol importante entre quienes crearon tanta
belleza. Durante el periodo anterior a su historia, no asociaron sencillamente el
arte con la belleza; practicaban el arte por consideraciones religiosas, lo
apreciaban por su alto precio y magnificencia, y disertaron sólo sobre sus
aspectos técnicos. Apreciaban el oro y las piedras preciosas de una escultura
mucho más que la belleza de su forma. ¡Y esto sucedió durante la época en la
que se produjeron las mejores y más notables obras de su arte!
Es muy importante tener en cuenta que el concepto griego de belleza difería
enormemente del nuestro, aunque la idea moderna se derive de la antigua. El
concepto griego tenia un ámbito diferente -más amplio. Era más amplio puesto
que abarcaba la ética o las matemáticas.
2. Los griegos disertaron mucho sobre las proporciones que existen en el arte, y
al hacerlo utilizaron el término «simetría». Este concepto parece aproximarse
más a la idea que nosotros tenemos de belleza, pero incluso aquí surge una
diferencia esencial. Lo que los griegos apreciaban de la proporción no era el
orden que se «observaba», sino el que se «conocía»: éste apelaba al intelecto y
no a los sentidos. Percibían más proporción y belleza en las figuras que
construían los geómetras que en las que esculpían los escultores. La proporción
no tenia en sí misma nada que fuera específicamente artístico; al contrario, se
percibía más bien en la naturaleza, y en el arte en la medida en que como arte se
aproximaba a la naturaleza. Se reconocía en ella la «esencia divina de las cosas»
-se suponía que era armoniosa y hermosa sólo porque es divina- y se apreciaba
mucho más por su divinidad que por su belleza. La valoración de la «simetría»
tenía por tanto una tendencia intelectual o mística, sobre todo estética. Así que
este concepto, más preocupado con las matemáticas y la metafísica que con la
estética, no pudo contribuir al surgimiento de las bellas artes como una
categoría separada en sentido moderno.
Fue sólo después de la época clásica cuando surgió un concepto que se
aproximaba más a la idea que nosotros tenemos de belleza. Se trataba del
concepto de euritmia, que con el tiempo adquirió la misma categoría que la
simetría. Ambos conceptos significaban orden, pero la simetría denotaba el
orden cósmico, el orden eterno y divino de la naturaleza, mientras que euritmia
significaba el orden sensual, visual o acústico.
La simetría hacia referencia a la belleza absoluta: la euritmia, a la belleza del ojo
o el oído. En el caso de la simetría, era realmente indiferente si era o no
realmente percibida, ya que la conciencia puede también comprenderla por un
proceso de razonamiento. La euritmia, sin embargo, está especialmente
calculada para que actúe sobre los sentidos perceptivos. Así, es esta cualidad y
no la simetría la que se vincula específicamente con el arte. La simetría y la
euritmia, tal y como las comprendían los griegos, no sólo eran diferentes, sino
que eran también agudamente antagonistas entre sí4'. La naturaleza de los
sentidos, al deformar lo que percibe, hace que se tenga de la simetría una
impresión que no es simétrica –tiene entonces que transformarse de tal modo
que proporcione impresiones eurítmicas.
Los artistas griegos se dividieron en el curso del tiempo en dos grupos: los
partidarios de la simetría, y los de la euritmia. Los primeros artistas,
especialmente los arquitectos, trabajaron de acuerdo con los principios de la
simetría e intentaron descubrir los cánones inmutables de la belleza. Los
artistas posteriores se esforzaron por establecer las relaciones que son hermosas
a los sentidos.