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Fuentes Grecia

“Policleto de Sición, discípulo de Ageladas, hizo el Diadúmeno, un joven de


aspecto suave que es famoso por haber costado 100 talentos; y un Doríforo [el
que porta la lanza], un muchacho de aspecto viril. Es también el autor de una
estatua que los artistas llaman “Canon”, de la cual se puede derivar las formas
básicas de su arte, como si fuera una suerte de ley única entre todos los
hombres. Policleto pasa por haber encarnado el arte en una obra de arte.
También hizo un hombre raspándose con un estrígile y una figura desnuda
atacando con una jabalina, y dos muchachos, también desnudos, jugando con
tabas [jugadores de dados] y están ahora en el atrio del emperador Tito –una
obra de la que se dice que es perfecta. También hizo un Hermes que estuvo una
vez en Lysimacheia, un Heracles, que está en Roma, un comandante militar
colocándose su armadura. Policleto pasa por haber llevado este arte a su apogeo,
y si Fidias es el inventor de la estatuaria, es él quien contribuyó a su perfección.
Fue estrictamente de su invención hacer que las estatuas apoyen su peso en una
pierna; Varrón dice, sin embargo, que estas obras son ‘cuadradas’ y casi todas
compuestas sobre el mismo patrón.”

Plinio, el Viejo, Historia Natural, libro 34

[El Canon de Policleto que menciona Plinio era el nombre de un tratado teórico
y también una estatua. Galeno y otros escritores dan alguna idea de los
contenidos del tratado.]

La belleza reside, no en la proporción de los elementos constituyentes, sino en la


proporcionalidad de las partes [symmetria], como entre un dedo y otro dedo, y
entre todos los dedos y el metacarpo, entre el carpo y el antebrazo y entre el
antebrazo y el brazo, en realidad entre todas las partes entre si, como está
escrito en el Canon de Polícleto. Para enseñarnos en un tratado toda la
proporción del cuerpo, Polícleto apoyó su teoría en una obra, haciendo la
estatua de un hombre de acuerdo con los principios de su tratado y llamó a la
estatua, como al tratado, Canon.

Galeno, de Placitis Hippocratis et Platonis 5 (s. II d. C.)

“Escultores y pintores, y de hecho todos los hacedores de imágenes en general,


pintan o modelan figuras bellas observando una forma idea en cada caso, es
decir, cualquiera de sus formas es más bella en un hombre o en un caballo o en
una vaca o en un león, siempre buscando la media dentro de cada género. Y una
determinada estatua debería quizás ser recomendada, la llamada Canon de
Policleto; obtuvo su nombre por tener la proporcionalidad precisa entre cada
una de las partes.”

“No por casualidad, uno de los maestros griegos de la época, el escultor


Polícleto, se ganará el título de «grande» de sus contemporáneos más por el
canon —el sistema de relaciones matemáticas establecido entre todas las partes
del cuerpo— que por sus también notables obras escultóricas. Reaparece aquí,
como en la arquitectura la tendencia helena a instituir una regla y después
buscar las perfectas proporciones dentro de esta regla; así como el concepto de
que un todo perfecto es la suma perfecta de partes perfectas.”

“Es necesario —afirma Polícleto— que la cabeza sea la séptima parte de la altura
total de la figura, el pie dos veces la longitud de la palma de la mano mientras la
pierna, desde el pie a la rodilla, deberá medir seis palmos, y la misma medida
habrá también entre la rodilla y el centro del abdomen Para demostrar la
exactitud de su canon esculpió una estatua que nos ha llegado en numerosas
copias romanas: el Doríforo —es decir, el portador de lanza—, un joven, una vez
más, completamente desnudo, que lleva con desenvoltura una ligera lanza en la
mano.”

Galeno, De Temperamentis I.9 (siglo II d. C.)

El concepto de belleza

Es un hecho reconocido que los griegos -o para ser más precisos, el promedio de
los griegos de la época clásica- no consideraban que la poesía fuera un arte. A
nosotros nos cuesta comprender esto, pues requiere cierta explicación, que en
su forma más simple es ésta: los griegos adoptaron un punto de vista tan
diferente del nuestro porque emplearon un sistema de conceptos que era muy
diferente al nuestro. Se preguntará entonces: ¿Por qué su sistema era diferente?
Pues lo era porque, en lo que se refiere a la poesía y al arte, poseían sólo una
parte de las ideas de las que dispone el pensamiento moderno. Disponían sólo
de las ideas que separan ambos dominios, y carecían de las que los unen. Las
ideas que son notables por su ausencia fueron aquellas que el pensamiento
moderno asume predominantemente en todas las consideraciones del arte: el
punto de vista estético y el creativo. Cuando combinamos la poesía y el arte en
un concepto común, tenemos una doble base para hacer esto: el punto de vista
estético reúne las obras del poeta y del artista, mientras que el punto de vista
creativo hace lo mismo con sus actividades. Cuando incluimos, por ejemplo, un
poema y un edificio en una única categoría, esto sucede porque percibimos la
belleza o el esfuerzo creativo en ambas cosas. Sin embargo, los griegos carecían
de estos dos puntos de vista, no sólo durante la época arcaica, sino también
durante la clásica.
Los griegos tuvieron, desde luego, su concepto de belleza. Pero no debería
imaginarse que éste jugase ningún rol importante entre quienes crearon tanta
belleza. Durante el periodo anterior a su historia, no asociaron sencillamente el
arte con la belleza; practicaban el arte por consideraciones religiosas, lo
apreciaban por su alto precio y magnificencia, y disertaron sólo sobre sus
aspectos técnicos. Apreciaban el oro y las piedras preciosas de una escultura
mucho más que la belleza de su forma. ¡Y esto sucedió durante la época en la
que se produjeron las mejores y más notables obras de su arte!
Es muy importante tener en cuenta que el concepto griego de belleza difería
enormemente del nuestro, aunque la idea moderna se derive de la antigua. El
concepto griego tenia un ámbito diferente -más amplio. Era más amplio puesto
que abarcaba la ética o las matemáticas.

1. Bello significaba, casi siempre, «digno de reconocimiento» o «meritorio», y


sólo una sutil sombra de significado lo separaba del «bien». Platón incluyó en él
a «la belleza moral» una característica del carácter que nosotros excluimos
escrupulosamente de las cualidades estéticas. Aristóteles definió la belleza como
«aquello que es bueno y por tanto agradable». Este concepto de belleza no podía
servir naturalmente como el vínculo que uniera las artes.

2. Los griegos disertaron mucho sobre las proporciones que existen en el arte, y
al hacerlo utilizaron el término «simetría». Este concepto parece aproximarse
más a la idea que nosotros tenemos de belleza, pero incluso aquí surge una
diferencia esencial. Lo que los griegos apreciaban de la proporción no era el
orden que se «observaba», sino el que se «conocía»: éste apelaba al intelecto y
no a los sentidos. Percibían más proporción y belleza en las figuras que
construían los geómetras que en las que esculpían los escultores. La proporción
no tenia en sí misma nada que fuera específicamente artístico; al contrario, se
percibía más bien en la naturaleza, y en el arte en la medida en que como arte se
aproximaba a la naturaleza. Se reconocía en ella la «esencia divina de las cosas»
-se suponía que era armoniosa y hermosa sólo porque es divina- y se apreciaba
mucho más por su divinidad que por su belleza. La valoración de la «simetría»
tenía por tanto una tendencia intelectual o mística, sobre todo estética. Así que
este concepto, más preocupado con las matemáticas y la metafísica que con la
estética, no pudo contribuir al surgimiento de las bellas artes como una
categoría separada en sentido moderno.
Fue sólo después de la época clásica cuando surgió un concepto que se
aproximaba más a la idea que nosotros tenemos de belleza. Se trataba del
concepto de euritmia, que con el tiempo adquirió la misma categoría que la
simetría. Ambos conceptos significaban orden, pero la simetría denotaba el
orden cósmico, el orden eterno y divino de la naturaleza, mientras que euritmia
significaba el orden sensual, visual o acústico.
La simetría hacia referencia a la belleza absoluta: la euritmia, a la belleza del ojo
o el oído. En el caso de la simetría, era realmente indiferente si era o no
realmente percibida, ya que la conciencia puede también comprenderla por un
proceso de razonamiento. La euritmia, sin embargo, está especialmente
calculada para que actúe sobre los sentidos perceptivos. Así, es esta cualidad y
no la simetría la que se vincula específicamente con el arte. La simetría y la
euritmia, tal y como las comprendían los griegos, no sólo eran diferentes, sino
que eran también agudamente antagonistas entre sí4'. La naturaleza de los
sentidos, al deformar lo que percibe, hace que se tenga de la simetría una
impresión que no es simétrica –tiene entonces que transformarse de tal modo
que proporcione impresiones eurítmicas.
Los artistas griegos se dividieron en el curso del tiempo en dos grupos: los
partidarios de la simetría, y los de la euritmia. Los primeros artistas,
especialmente los arquitectos, trabajaron de acuerdo con los principios de la
simetría e intentaron descubrir los cánones inmutables de la belleza. Los
artistas posteriores se esforzaron por establecer las relaciones que son hermosas
a los sentidos.

Tatarkiewicz, Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mimesis


experiencia estética, Madrid, Tecnos, 2001. pp. 120-122
El canon de Policleto
“Policleto fue recordado en la antigüedad como el maestro supremo y máximo
exponente del principio de la symmetria, 'conmensurabilidad de las partes', en
el arte. Hacia mediados del siglo V, o poco después, escribió un tratado,
conocido como el Canon, en que definía y, al parecer, trataba de justificar el
sistema de symmetria que él había desarrollado para la representación del
cuerpo humano en la escultura. Parece que el Canon fue muy conocido y tuvo
gran influencia en épocas posteriores, al menos por lo que se refiere a su
propósito. Durante el siglo IV, algunos artistas importantes —por ejemplo, el
escultor Lisipo, el pintor y escultor Eufranor, y el pintor Parrasio— propusieron
también sistemas de symmetria, emulando al parecer, aunque no duplicando, la
obra de Policleto. La idea básica que informa el principio de la symmetria, que
una composición artística ha de estar compuesta de partes claramente
definibles, era ya una idea antigua en el arte griego. Existió, como hemos visto,
en el período Geométrico, y siguió vigente en todo el período arcaico.
Concretamente la escultura griega del período arcaico contempló el desarrollo
de fórmulas técnicas de symmetria, inspiradas al parecer en prototipos egipcios,
pero que evolucionaron considerablemente en suelo griego. Lo que distinguía el
sistema de symmetria de Policleto de lo que había existido hasta entonces era
que por lo visto tuvo un contenido filosófico, y no sólo una función práctica. Su
aspiración era expresar lo que el mismo Policleto llamaba to eu, 'lo perfecto' o 'lo
bueno', y lo que otros llamarían to kallos, 'lo bello'. Hay ciertos indicios de que
la tradición que hizo surgir esta concepción filosófica de la symmetria y la
ayudó a formarse fue el pitagorismo.”

Pollitt, J. J., Art and experience in Classical Greece,


Cambridge University Press, 1972, p. 106.

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