Está en la página 1de 160

Luchas políticas por la memoria del

conflicto armado interno colombiano:


el caso de la Masacre de Trujillo
Luchas políticas por la memoria del
conflicto armado interno colombiano:
el caso de la Masacre de Trujillo

Orlando Silva Briceño


Nathalia Martínez Mora
Grupo de investigación “Cyberia”
Agradecimientos

Agradecemos a Marlene Sánchez, por su dedicación,


tiempo y compromiso académico y por acompañar el
proceso investigativo. Así mismo, queremos ofrecer
un reconocimiento de manera especial a los miembros
de afavit, particularmente a la Matriarca Consuelo
Valencia, a Orlando Naranjo y a la hermana Maritze
Trigos, por brindarnos la posibilidad de aproximarnos
a la experiencia de dolor que han sufrido, pero sobre
todo de resistencia constante y de transformación.

A la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz por su


generosidad al permitirnos revisar el extenso archivo
que han sistematizado y trabajado arduamente.

Finalmente, agradecemos a Angie Arango


y Andrés Felipe Blackborne por el apoyo en el trabajo
de caracterización de las organizaciones y de búsqueda
de archivo. Su contribución fue valiosa en el proceso.

Esperamos que este libro sea un aporte para seguir


abordando esta problemática desde un sentido
político y ético.
© Universidad Distrital Francisco José de Caldas
© Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico
(CIDC)
© Facultad de Ciencias y Educación
© Orlando Silva Briceño
© Nathalia Martínez Mora

Primera edición: Bogotá D.C., octubre de 2013.


ISBN: 978-958-8832-20-3

Dirección Sección de Publicaciones


Rubén Eliécer Carvajalino C.
Coordinación editorial
Edwin Pardo Salazar
Corrección de estilo
Irina Florián Ortiz
Diagramación y montaje de carátula
Lena Teresa Pardo González
Concepto y fotografía de caratula
Wilson Martínez Montoya
María Cristina Rueda Traslaviña

Editorial UD
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Carrera 19 No. 33-39
Teléfono 3239300 ext. 6203
Correo electrónico: publicaciones@udistrital.edu.co

Silva Briceño, Orlando


Luchas políticas por la memoria del conflicto
armado interno
colombiano / Orlando Silva Briceño,
Nathalia Martínez Mora. --
Bogotá : Universidad Distrital Francisco José
de Caldas, 2013.
160 p : il., fots ; 24 cm.
ISBN 978-958-8832-20-3
1. Conflicto armado - Colombia
2. Sociología política - Trujillo (Valle del Cauca,
Colombia)
3. Masacre de Trujillo (Valle del Cauca, Colombia)
4. Verdad, justicia y reparación - Trujillo (Valle del Cauca,
Colombia) 5. Trujillo (Valle del Cauca, Colombia) -
Aspectos sociales
I. Martínez Mora, Nathalia II. Tít.
303.6 cd 21 ed.
A1423071

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Todos los derechos reservados.


Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso
previo escrito del Fondo de Publicaciones
de la Universidad Distrital.
Hecho en Colombia
Contenido

Lista de fotografías 13

Lista de abreviaturas 15

Introducción 17

Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio


de las luchas políticas por la memoria 23

Horizonte analítico 25

Luchas políticas por la memoria 26

Políticas de la memoria 27

Emisores y emprendedores en la construcción de memoria 28

El olvido 29

Cultura de la memoria 29

Enfoque genealógico-arqueológico: ruta metodológica


de trabajo 31

Discurso y acontecimiento 31

Memoria como acontecimiento 32

Precisiones sobre el uso de algunas categorías metodológicas 34


La configuración histórica de los sujetos 36

Despliegue de la estrategia metodológica 37

La memoria en el lugar oficial: la apuesta


por la reconciliación nacional 41

Marco político y jurídico 41

La memoria de Trujillo: entre los hilos narrativos


y las mediaciones 49

Memoria social 50

Memoria colectiva 53

Memoria mediada: el papel de las organizaciones 56

Proceso metodológico de la cmh en la construcción de memoria 58

Constitución del sujeto-víctima 60

Las víctimas del conflicto armado 60

Las víctimas de Trujillo 64

Las víctimas como sujetos de derecho 69

La memoria y el sujeto para la Comisión de Memoria


Histórica 77

La memoria: una estrategia política desde


las organizaciones sociales 83

El Proyecto Colombia Nunca Más 84

Procesamiento de la documentación 89

Los crímenes de lesa humanidad: un mandato ético y jurídico 96

La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz cijp 102


Razones de ser de la Comisión 103

Procesos de documentación y seguimiento de la Comisión


Intereclesial de Justicia y Paz 108

Acompañamiento y construcción de memoria en Trujillo 113

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes


de Estado movice 130

Propósitos fundamentales 130

Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria 139

La memoria: categoría en disputa 139

Las luchas políticas por la memoria: su expresión


en Trujillo 143

Perspectivas sobre las políticas de la memoria


del conflicto armado 146

Epílogo 151

Referencias 155
Lista de fotografías

Fotografía 1: Municipio de Trujillo 113

Fotografía 2: Parque Monumento 116

Fotografía 3: Osarios 118

Fotografía 4: Siembra 119

Fotografía 5: Muro internacional 121

Fotografía 6: Auditorio 122

Fotografía 7: Árboles de Guamo 125

Fotografía 8: Grupo Infantil Jimmy García Peña 128

13
Lista de abreviaturas

Asociación de Familiares de Detenidos


Desaparecidos asfaddes

Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo afavit

Comisión de Investigación de los Sucesos


Violentos de Trujillo cisvt

Comisión de Memoria Histórica cmh

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz cijp

Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación cnrr

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes


de Estado movice

Proyecto Colombia Nunca Más pcnm

15
Introducción

Gracias a la memoria, se da en los hombres lo que se llama


experiencia.

Es realmente desesperante poseer una memoria que comienza


demasiado pronto y que perdura por mucho tiempo […]

Hay cosas que me gustaría olvidar, por ejemplo, los cientos de ros-
tros de viudas e hijos huérfanos, los hogares destruidos y lo que más
me repugna, ver la cara de cientos de niños y niñas llorando porque
les arrebataron a su padre, mientras él los cargaba.

Orlando Naranjo (Presidente de afavit).

En las sociedades contemporáneas, en el campo de producción teórico y me-


todológico de las ciencias sociales, se observa un aumento considerable en las
investigaciones, debates y publicaciones sobre la memoria colectiva. En países
en posconflicto o en transición política, dicha producción está ligada a propues-
tas tendientes a la no repetición de eventos traumáticos como secuestros, tor-
turas y crímenes cometidos en las diversas dictaduras militares, guerras civiles
o eventos atroces como el Holocausto Judío (Cyberia, 2009). Proyectos como
Colombia Nunca Más, iniciado en varios países del cono sur, o “Hijos e hijas”,
especialmente en Argentina, orientan el trabajo de construcción de memorias
asumiendo una fuerte relación entre el presente y el pasado, de cara hacia un
futuro posible y deseable.

En Colombia la memoria sobre el conflicto armado interno se percibe como


un espacio problemático que cobra interés en el terreno de la investigación; los
diversos ámbitos académicos, políticos, culturales y las organizaciones sociales
permiten identificar la existencia de diferentes prácticas y lugares de enuncia-
ción desde los cuales se producen, agencian y argumentan posiciones sobre el
conflicto. Desde dichos lugares se avanza en la configuración de políticas de la

17
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

memoria, que corresponden con las luchas políticas que se establecen alrede-
dor del sentido de la memoria colectiva del conflicto.

Estas luchas políticas se expresan en los procesos de elaboración y recons-


trucción de memoria que se vienen consolidando en varias partes del país;
luchas en las que se han experimentado diferentes tipos de hechos violentos,
como masacres o crímenes de lesa humanidad. El proyecto de investigación
que originó el presente libro se propuso como objetivo determinar cuáles son
las iniciativas públicas oficiales y no oficiales, los dispositivos y los discursos
que se constituyen en luchas políticas por las memorias sobre el conflicto ar-
mado interno colombiano, así como establecer los combates y lugares políticos
desde los cuales se emprende la construcción de memoria.

Ante la ingente cantidad de acontecimientos derivados del conflicto armado


y la diversidad de procesos de construcción de memoria, el proceso investi-
gativo condujo a la delimitación de la indagación en uno de dichos sucesos:
la Masacre de Trujillo, considerada como una práctica sistemática y constante
de violación a los derechos humanos, efectuada por agentes del Estado, grupos
de narcotraficantes y de paramilitares, en una región que abarcó los munici-
pios de Trujillo, Riofrío y Bolívar-Valle entre 1986 y 1994. Sobre dicho aconteci-
miento, en la última década han confluido múltiples proyectos e iniciativas de
memoria, especialmente promovidos por el lugar oficial y las organizaciones
sociales, aunque también se han venido realizando aproximaciones desde el
escenario académico y artístico que enriquecen y complejizan la producción
sobre la memoria colectiva de los sucesos de Trujillo.

Por lo anterior, la investigación se focalizó en dicho evento a partir de la vi-


sibilización de la memoria colectiva como un campo problémico de actualidad
en los escenarios académico, político, social y económico, y también en las lu-
chas políticas que sobre esta se generan en el ámbito colombiano en el que aún
persiste el conflicto armado. De esta manera, se abordan las propuestas de me-
moria sobre lo ocurrido alrededor de la Masacre de Trujillo, que permiten un
análisis complejo y relacional, pues sobre este acontecimiento conflictivo se han
generado diversas iniciativas de memoria en distintos lugares políticos (oficial
y de las organizaciones). El trabajo, entonces, se centró en la producción de este
fenómeno en el país, desde el análisis enunciativo del discurso.

Como fuentes utilizadas para el proceso de investigación se destacan, en pri-


mera medida, la producción teórica sobre las políticas de la memoria, con los
desarrollos de Paloma Aguilar (2008), de Eduardo Kingman Garcés (2004) y
de Ferrándiz Martín (2007); sobre memoria están los aportes de Elizabeth Jelin
(2002), Tzvetan Todorov (2002), Paul Ricoeur (1999) y Andreas Huyssen (2002),

18
Introducción

y sobre la narrativa de la memoria se encuentran los trabajos de Cristóbal Gnec-


co & Marta Zambrano (2000) y Jorge Mendoza (2004). En segundo lugar, están
los documentos elaborados por distintas organizaciones de la sociedad civil
y por instituciones del sector oficial, sobre la Masacre de Trujillo, tales como:
“Parque por la vida, la justicia y la paz. Monumentos a las víctimas de los he-
chos violentos de Trujillo” de la Comisión Intercongregacional de Justicia y
Paz –cijp–, en conjunto con la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo
–afavit–; “Memorias de la Represión. Estado y Narcotráfico en el centro del
Valle”, del Proyecto Colombia Nunca Más –pcnm–; “Trujillo: una tragedia que
no cesa”, de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, y “La Ley
975 del 2005, nominada Ley de Justicia y Paz”, del Congreso de la República de
Colombia. También se abordaron documentos institucionales o de orientación
teórica y metodológica de cada una de las organizaciones mencionadas ante-
riormente, los cuales aportaban elementos para realizar las caracterizaciones
de cada una.

Como opción metodológica se recurrió al enfoque genealógico-arqueológi-


co partiendo de los desarrollos de Michel Foucault, en los cuales el trabajo se
orienta en el análisis de los enunciados sobre la memoria que surgen en las
distintas superficies de emergencia (fuentes empíricas de trabajo) y su corre-
lación con los enunciados sobre verdad, justicia y reparación. Así pues, son
estas categorías las que aparecen en un vínculo permanente con la memoria del
conflicto. La selección de este enfoque corresponde a la relación que se puede
establecer con el marco teórico escogido y el problema de la investigación. El
trabajo investigativo se realizó mediante la puesta en marcha de la investiga-
ción documental, la caracterización institucional, la elaboración de mapas con-
ceptuales y entrevistas.

El libro está dividido en cuatro capítulos y un apartado con el epílogo. El


primer capítulo presenta la justificación del tema de investigación, la orienta-
ción metodológica escogida que contiene las discusiones epistemológicas que
se establecen alrededor del enfoque y la propuesta de análisis elaborada para
desarrollar la investigación; las técnicas utilizadas, la estrategia y las categorías
metodológicas; también se aborda la perspectiva teórica que orientó el proce-
so analítico en el trabajo. En el segundo capítulo se exponen las iniciativas de
memoria sobre el conflicto armado propuestas por el lugar oficial, a partir del
análisis de la Ley 975 de 2005, el informe sobre la Masacre de Trujillo de la
Comisión de Memoria Histórica cmh, en encargo de la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación cnrr y las categorizaciones que aparecen en estas
superficies de emergencia en relación con la memoria, como la verdad, la justi-
cia y la reparación.

19
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

El capítulo tercero propone una mirada al trabajo de algunas organizaciones


de la sociedad civil y defensoras de derechos humanos, tales como: Proyecto
Colombia Nunca Más, Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y Asociación de
Familiares Víctimas de Trujillo, las cuales han desarrollado procesos de recons-
trucción de memoria en el municipio de Trujillo (Riofrío y Bolívar) frente a la
masacre cometida. Se asumen entonces estos procesos particulares para hacer
un ejercicio relacional con lo producido por la cmh en dicha región y entre las
propuestas de cada una de ellas, que evidencian énfasis específicos. Además,
se recurre a la caracterización realizada al Movimiento Nacional de Víctimas
de Crímenes de Estado, porque esta organización propone discusiones nove-
dosas en relación con el conflicto armado, que propicia mayores rupturas con
el lugar oficial.

El capítulo final retoma las principales discusiones que se pudieron eviden-


ciar a lo largo del documento, iniciando con la presentación de la categoría de
memoria agenciada por las instituciones y organizaciones trabajadas y esta-
bleciendo relaciones entre ellas. Posteriormente aborda, desde la categoría de
luchas políticas por la memoria, la expresión de tales luchas alrededor de la
Masacre de Trujillo. Por último, plantea las perspectivas que se determinaron
en el trabajo investigativo sobre las políticas de la memoria del conflicto arma-
do colombiano, desde un contraste con las conceptualizaciones que de estas se
han desarrollado en países con postconflicto, postdictadura o postguerra civil.

20
Introducción

Mapa: Departamento del Valle del Cauca en Colombia

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Valle_del_Cauca.

21
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Mapa: Municipio de Trujillo en el Departamento del Valle del Cauca

Fuente: http://www.valledelcauca.gov.co/publicaciones.php?id=29.

22
Aspectos teóricos y metodológicos
para el estudio de las luchas
políticas por la memoria

La memoria colectiva en las últimas décadas ha cobrado gran importancia en


las ciencias sociales. Actualmente se observa una “explosión de la memoria”
que se expresa en múltiples prácticas sociales que se van instituyendo en for-
mas de vinculación pasado-presente. Colombia no ha sido ajena a tal dinámica
y en este momento se adelantan diversas y variadas iniciativas y acciones en
torno a la memoria del conflicto armado.

La construcción de memorias sobre el conflicto armado colombiano es un


campo problémico, puesto que en los últimos años se observa una creciente
producción y discusión sobre la memoria, materializadas en diversas mani-
festaciones en las que se identifican distintos lugares políticos desde los cuales
se generan estas iniciativas que, en algunos casos, se hacen coincidentes, com-
plementarias, dependientes o interdependientes; en otros casos heterogéneas,
controversiales o polémicas, y que evidencian luchas políticas por la memoria.

Los lugares políticos desde los cuales se avanza en procesos de construcción


de memoria sobre el conflicto armado colombiano se gestan principalmente en
los siguientes ámbitos: el sector oficial, las organizaciones defensoras de dere-
chos humanos y de víctimas, la comunidad académica y la artística. Los temas
que se abordan en cada uno de ellos son múltiples y el volumen de información
resulta ser bastante amplio.

La construcción de memoria sobre las masacres ocurridas en el país ha sido


‒y es en la actualidad‒ desde hace más de una década una de las principales
tareas de denuncia y movilización por parte de las organizaciones defensoras

23
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

de derechos humanos y de víctimas. Por su parte, el Estado colombiano ha


venido produciendo sus versiones al respecto, pero con la Ley de Justicia y Paz
que, además de darle un marco legal a la negociación entre el gobierno de Uribe
Vélez y el paramilitarismo, legisla la tarea de producción de memoria sobre va-
rios aspectos del conflicto armado, uno de ellos correspondiente a las masacres.

La Ley de Justicia y Paz crea la Comisión Nacional de Reparación y Reconci-


liación ‒cnrr‒ y con ella la Comisión de Memoria Histórica ‒cmh‒. Esta última
entidad oficial será en adelante la encargada de la reconstrucción de memoria
histórica de algunos “caso-tipo”, nominación referente a masacres que en sus
componentes contiene elementos susceptibles de ser tipificados. El objetivo po-
lítico de estas acciones de memoria está en función de la verdad, la justicia, la
reparación y la reconciliación, bajo el presupuesto de que Colombia se encuen-
tra en un periodo de postconflicto. El primer trabajo producido por la cmh fue
acerca de la Masacre de Trujillo (Valle), publicado en 2008. Por su parte, y con
mayor experiencia, la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo ‒afavit‒,
la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz (hoy Comisión Intereclesial
de Justicia y Paz) y el Proyecto Colombia Nunca Más en esa fecha ya contaban
con una amplia y reconocida trayectoria en procesos de construcción de memo-
ria sobre este hecho, principalmente en el ámbito internacional, pero al mismo
tiempo sufrían en ocasiones persecución política y amenazas por la realización
de estos trabajos de la memoria.

En cuanto a la academia, se han producido los siguientes estudios: El poder y


la sangre, las historias de Trujillo, Valle (1995), del profesor Adolfo León Atehor-
túa; Historia de Restrepo Valle. De los conflictos agrarios a la fundación de pueblos. El
problema de las historias locales. 1885-1990 (1995), de Darío Betancourt Echeverri;
Muertes violentas: La teatralización del exceso (2004) y Trujillo, Conflicto armado y
militares en Colombia: Cultos, símbolos e imaginarios (1999), de Elsa Blair Trujillo,
y de Claudia Johana Cáceres, Yenny Perdomo y Cristina Patiño está la investi-
gación “Reconstrucción de los hechos y acercamiento a los efectos psicosociales
de la población afectada por las desapariciones y asesinatos colectivos de los
habitantes de la vereda La Sonora en el marco de los sucesos violentos ocurri-
dos entre 1986 y 1994 en los municipios de Riofrío, Trujillo y Bolívar, conocidos
como ‘La Masacre de Trujillo’” (2001). Los anteriores trabajos, aunque no se
ubican propiamente como una reflexión desde la conceptualización de memo-
ria como aspecto central, aportan elementos históricos, políticos, sociológicos
y analíticos sobre el contexto de la región, los móviles, la presencia de actores
políticos y su influencia en la masacre; así mismo, existen algunos eventos aca-
démicos realizados por universidades del país.

24
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

Por su parte, la comunidad artística ha aportado las siguientes creaciones


culturales: la propuesta fotográfica de Jesús Abad Colorado sobre Trujillo; la
obra “Frágil alma a la deriva” (animula, vagula, blandula), del grupo teatral Va-
rasanta de Bogotá, la cual se constituye como “una reflexión poética acerca del
desarraigo que provocan las masacres”; la exhibición de “Kilele”, obra fundada
en la masacre de Bojayá, y una versión actualizada del monólogo “Mujeres en
la guerra”, de Carlota Llano, a partir del libro de Patricia Lara. De igual manera,
en septiembre de 2010 en el Teatro Nacional Fanny Mikey se presentó la Obra
“El deber de Fenster”, escrita por Humberto Dorado y Matías Maldonado, y
dirigida por Nicolás Montero y Laura Villegas. Esta obra aborda el caso judi-
cial de la Masacre de Trujillo, llevado a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, con el expediente 11.007, y tomaba gran parte de la documentación
sistematizada y trabajada por la Comisión de Memoria Histórica de la cnrr.

Estas apuestas políticas por la memoria han producido cuestionamientos,


discusiones y confrontaciones que evidencian las luchas por la memoria; este
aspecto es uno de los principales intereses de este libro. Toda vez que se cuenta
con abundante producción al respecto, se optó por analizar dos de los luga-
res que se controvierten entre sí en relación con la construcción de memoria
de la Masacre de Trujillo: el sector oficial y las organizaciones de víctimas y
defensoras de derechos humanos. Otro de los criterios está relacionado con
las maneras como ha sido concebido este hecho, pues la Masacre de Trujillo
para las organizaciones se considera como un crimen de Estado y/o crimen de
lesa humanidad. Por su parte, el Gobierno Nacional no lo reconoce como tal
y cuando la cmh se refiere al mismo usa la nominación de “hechos violentos”,
concepciones que evidencian un carácter antagónico sobre la memoria colecti-
va de dicha masacre.

Horizonte analítico

Los referentes teóricos que sirvieron de orientación para el proceso de in-


vestigación se hallan en relación con el enfoque metodológico, el cual ha sido
utilizado para realizar algunos de los más importantes trabajos acerca de la
historia de la educación y la pedagogía y la historia cultural en el país. Como
se ha mencionado, este enfoque permite de manera estratégica establecer una
relación entre elementos dispersos, posibles de ser historiados (arqueología) y
determinar las condiciones de emergencia de un acontecimiento enmarcado en
unas relaciones de poder (genealogía). El análisis enunciativo a partir de este
enfoque establece un momento de emergencia de dichos acontecimientos que
son susceptibles de ser analizados y, por lo tanto, historizados. Las categorías
teóricas presentadas a continuación permitieron realizar un nivel de contraste
y análisis con las fuentes primarias encontradas.

25
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Luchas políticas por la memoria

En el marco de las aperturas políticas, que permite la visibilización de memo-


rias ocultas y excluidas del escenario público que permanecían en lo privado,
según afirma Elizabeth Jelin, se manifiesta la aparición de luchas políticas me-
diante una multiplicidad de actores que presentan reivindicaciones y exigen-
cias, y reclaman un reconocimiento de su versión. “Las memorias de quienes
fueron oprimidos y marginalizados ‒en el extremo, quienes fueron directamen-
te afectados en su integridad física por muertes, desapariciones forzadas, tor-
turas, exilios y encierros‒ surgen con una doble pretensión, la de dar la versión
‘verdadera’ de la historia a partir de su memoria y la de reclamar justicia” (Je-
lin, 2002, p. 43). De esta manera, el sentido por el pasado, el cual se basa en la
búsqueda de la justicia en el presente, permite que la memoria se articule en el
pedido de verdad y justicia.

No obstante, las aperturas políticas no sugieren necesariamente una posición


contrapuesta desde una lógica binaria Estado-memoria dominante/Sociedad-
memoria silenciada. Lo que se evidencia es la pluralidad de actores con multi-
plicidad de expectativas sobre el futuro, en relación con el pasado conflictivo.
Tampoco podría decirse que el Estado proporciona una visión unívoca, pues
en medio de las transiciones se producen lecturas del pasado diversas, acordes
con un proyecto y una expectativa política específica.

Las luchas políticas por la memoria inician por el interés de narrar o interpretar
un acontecimiento violento o conflictivo, en el caso de la historia oficial de una
guerra o golpe militar sobre el cual generalmente se presenta la versión de los
vencedores que en el relato o interpretación se asumen a sí mismos como salva-
dores. Las luchas se dan por la representación de este acontecimiento, bajo las
reflexiones acerca de cómo debe ser transmitido y comunicado y quién decidirá
qué y cómo se hará; también se generan en relación con las acciones judiciales
emprendidas, los reconocimientos simbólicos y las fechas, los aniversarios y las
conmemoraciones. En palabras de Jelin (2002)

Los momentos de cambio de régimen político, los periodos de transi-


ción, crean un escenario de confrontación entre actores con expectati-
vas políticas, generalmente contrapuestas. Y cada una de esas posturas
involucra una visión del pasado y un programa de tratamiento de ese
pasado en la nueva etapa que es definida de ruptura y cambio (p. 45).

En suma, se podría decir que estas luchas no se expresan alrededor del acon-
tecimiento conflictivo, sino por el significado que se le otorga a dicho aconte-
cimiento, formando parte de las estrategias e iniciativas de memoria que se

26
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

propongan para generar la aceptación en el ámbito público de este sentido que


se agencia.

Políticas de la memoria

Las políticas de la memoria, desde el marco que proporciona Aguilar (2008),


se entienden como todas esas “iniciativas de carácter público destinadas a di-
fundir o consolidar una determinada interpretación de algún acontecimiento
del pasado de gran relevancia para determinados grupos sociales o políticos, o
para el conjunto de un país” (p. 53), que pueden ser oficiales o no oficiales. En
un sentido metodológico, la autora propone su búsqueda en los discursos, en
las diversas construcciones de monumentos, en las conmemoraciones, en la ar-
ticulación de símbolos o en las reglamentaciones. Como técnicas de recolección
de estas políticas, en el caso de grupos poblacionales pequeños que puedan ser
representativos, indica el uso de entrevistas, la revisión de documentos y el
análisis de propuestas encaminadas a visibilizar ciertas memorias, y en un país
o sociedad en general, la aplicación de encuestas que permitan una perspectiva
amplia al respecto.

El objetivo de las políticas de la memoria es dilucidar las condiciones que hi-


cieron posible las violaciones de derechos humanos, conceder responsabilidad
sobre estas, evitar la impunidad, buscar la justicia, formular medidas y meca-
nismos de reparación, propiciar la creación de comisiones de la verdad u otras
acciones que configuran un significado y comprensión de estos acontecimientos
en el presente y generar procesos de reconstrucción del tejido social que fue des-
integrado. Esto explica que las medidas sobre justicia transicional que asumen
algunos países que se hallan en consecución de la democracia puedan conside-
rase como políticas de la memoria.

En Colombia las organizaciones de víctimas y defensoras de derechos huma-


nos orientan sus trabajos políticos de la memoria en la perspectiva señalada por
Aguilar, excepto que no se sitúan en el marco de la justicia transicional; aspecto
que se constituye en una de las grandes diferencias con la posición de postcon-
flicto que asume el Estado colombiano. Por otra parte, las políticas de la me-
moria expresan una movilidad temporal y espacial permanente, y un carácter
plural o múltiple; por lo tanto, no pueden estimarse como fijas, homogéneas,
ni perdurables, casi en un sentido de naturalización. Esta condición pone de
manifiesto las tensiones y combates que se establecen alrededor de una versión
sobre el pasado que se considera significativa para los individuos y las colecti-
vidades. Así mismo, esta tensión se produce por los efectos que provocan en las
comunidades, organizaciones o en la sociedad en general.

27
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Acudiendo a la categoría de memorias dominantes de Henry Rousso, Aguilar


las define como las más representadas en los medios de comunicación y que
disponen de mayor transmisión, por lo que las políticas de la memoria serían
todas aquellas que se han convertido en memorias dominantes, no hegemó-
nicas, pues este último término implica las visiones compartidas por diversos
grupos de la sociedad.

El análisis en el contexto colombiano muestra el agenciamiento de memorias


que no son dominantes ni hegemónicas, en medio de constantes violaciones a
los derechos humanos a través de acciones sistemáticas y masivas que se gene-
ran dentro del marco de una democracia establecida jurídicamente. Tal situación
comporta un rasgo particular para Colombia, que se distingue de países como
España, Alemania, o en América Latina como Argentina, Chile, Guatemala o el
Salvador, donde las políticas de la memoria se establecieron en medio de una
postguerra civil, un período posterior a un régimen dictatorial o de transición
a un gobierno democrático. La posible configuración de políticas de la memoria
sobre el conflicto armado en Colombia está relacionada con la expresión de las
luchas políticas y los acuerdos que se logren entre los actores políticos que con-
figuran este campo.

Emisores y emprendedores en la construcción de memoria

Aguilar (2008), frente a su propuesta de políticas de la memoria, sugiere ubi-


carse en los emisores de interpretaciones del pasado, los cuales tienen mayor
acceso a los medios de difusión (medios de comunicación, programas escola-
res) para transmitirlas. Entre aquellos que podrían considerarse emisores están
las autoridades públicas, los partidos políticos, los líderes de opinión y las or-
ganizaciones de la sociedad civil, que cuentan con las posibilidades de hacer
visibles las memorias que agencian.

Por su parte, como se señaló anteriormente en relación con las luchas polí-
ticas por la memoria, existe una multiplicidad de actores que, de acuerdo con
sus expectativas políticas, pretenden definir el campo de estas luchas, los cua-
les son concebidos como emprendedores de memoria, desde la propuesta de
Jelin (2002) que retoma esta categoría de Howard Becker. Las preguntas que se
proponen alrededor de dichos actores son: ¿quiénes son?, ¿qué buscan?, ¿qué
los mueve?, sugiriendo ubicarse en el contexto particular que los convoca para
determinar las intenciones y estrategias que asumen. La acción de estos em-
prendedores comporta “el uso político y público que se hace de la memoria
[pues] un grupo humano puede recordar un acontecimiento de manera literal
o de manera ejemplar” (Jelin, 2002, p. 50); el primer uso provoca el ensimisma-
miento del hecho e imposibilita así la acción de proyectar su experiencia en un

28
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

espacio abierto, mientras que el segundo permite aprendizajes, y transforma el


pasado en criterio del accionar en el presente.

El olvido

Como un aspecto fundamental en los procesos de elaboración y recupera-


ción de memorias, se encuentra en el mismo plano el derecho al olvido, no
como aquello contrario a la memoria, sino como una necesidad en cualquier
sociedad. Al igual que las memorias, los olvidos también podrían ubicarse en
distintos niveles: un olvido necesario, que implica un proceso de selección; un
olvido por voluntad política en un sentido estratégico; un olvido evasivo pro-
pio que conllevan los silencios y un olvido liberador de la carga del pasado en
una apuesta hacia el futuro. El olvido, en palabras de Jelin, sería la presencia
de algo que ahora está ausente. Coincidente con estas posturas, Todorov (2002)
hace un llamado al derecho a olvidar, pues “el elogio incondicional de la me-
moria y la condena ritual del olvido se convierten […] en problemáticos” (p.
144, 145), haciendo evidente el culto a la memoria que caracteriza las socieda-
des occidentales actuales.

Si se profundiza esta cuestión, podría recurrirse a Paul Ricoeur (1999) quien


realiza una clasificación del olvido en dos niveles fundamentales: el nivel más
profundo en el que la memoria está vinculada a la retención del recuerdo; aquí
el olvido se vuelve inexorable y trata de borrar lo aprendido y el inmemorial
que alude a las fundaciones que no fueron acontecimientos propios de ser re-
cordados. El otro nivel es el referido al olvido manifiesto, donde la memoria
aparece como función de la evocación que implica un olvido de carácter pasivo o
activo, en correspondencia con la clasificación presentada sobre la selección
o la evasividad.

Con todo esto, el olvido “posee un significado positivo en la medida en que


el ‘carácter de sido’ [se debate entre precursar y regresar] prevalece sobre el ‘ya
no’ [ausencia] en el significado vinculado a la idea de pasado. El carácter de
sido convierte el recurso inmemorial en el trabajo del recuerdo” (Ricoeur, 1999,
p. 56). La reflexión acerca del olvido es necesaria en la medida en que aclara
algunos rasgos de la posición política, en este caso sobre la Masacre de Trujillo,
tanto del lugar oficial como de las organizaciones de víctimas y defensoras de
derechos humanos.

Cultura de la memoria

Andreas Huyssen considera el surgimiento de la memoria como un fenóme-


no cultural y político reciente en las sociedades occidentales, y presenta dos

29
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

paradojas desde las cuales se ha establecido el actual interés por el pasado. La


primera se refiere a la exaltación del futuro, desde la noción de futuros presen-
tes, y la segunda, a la cultura contemporánea de amnesia.

A partir de la década de los sesenta aparecieron distintos discursos sobre la


memoria debido a los procesos de descolonización y la irrupción de los nuevos
movimientos sociales; discursos que se extendieron en los ochenta a Europa
y Estados Unidos, por el debate creciente sobre el Holocausto y la explosión
de conmemoraciones que eran apoyados por los medios de comunicación e
información.

El Holocausto se fue convirtiendo, paulatinamente, en la metáfora universal


desde la cual se abordaban las situaciones locales, denotando la globalización
del discurso de este suceso. Así mismo, el incremento del uso de los testimo-
nios orales en la investigación social, la proliferación de museos como parte
de reconstrucción del pasado y protección del patrimonio cultural, la extensa
bibliografía en la disciplina psicoanalítica sobre el trauma y una excesiva ma-
nifestación de culto al pasado se enmarcaban en la idea de asegurar un futuro
deseado.

En esa obsesión por la memoria, la amnesia ha jugado un papel fundamental


que se debate entre el miedo al olvido y la pérdida de recuerdos por medio de la
memoria pública mediatizada. El giro hacia la memoria se ve influido de forma
notable por los medios de comunicación, los cuales se configuran en los vehícu-
los primordiales de esta, vinculado a la mercantilización, que en algunos casos
puede conllevar a la trivialización del suceso histórico, pero en otros ‒debido
a la magnitud y fuerza de las memorias‒ no le resta su peso. No obstante, más
allá de esto, un argumento que presenta Huyssen (2002) sobre este deseo hacia
el pasado consiste en “una transformación lenta pero tangible de la temporali-
dad que tiene lugar en nuestras vidas y que se produce, fundamentalmente, a
través de la compleja interacción de fenómenos tales como los cambios tecnoló-
gicos, los medios de comunicación masiva, los nuevos patrones de consumo y
movilidad global” (p. 29), en el cual este cambio de la experiencia temporal es
influido por la cultura de la memoria.

El autor introduce dos categorías que sirven como otro elemento de análisis
del contexto actual: las memorias imaginadas y las memorias traumáticas. Las
primeras no parten de la experiencia de los sujetos sociales, sino de la comer-
cialización del pasado, que hoy vende más que el futuro; las memorias trau-
máticas o vividas poseen la potencial carga de la experiencia y del componente
político; por lo tanto, son activas, están arraigadas a la vida social y posibilitan
la creación de futuros posibles en el marco de la sociedad global.

30
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

Siguiendo los planteamientos de este autor, no se trata de evitar los proce-


sos de elaboración de memoria debido a la eminente obsesión por esta; por
el contrario, lo que se propone desde esta visión es que el debate político sea el
que acompañe y atraviese estos procesos; en el marco de la multiplicidad de
relaciones de poder que subyacen a este.

Enfoque genealógico-arqueológico: ruta metodológica


de trabajo

Con los aportes de Nietzsche, en relación con la construcción de la verdad y


la constitución de la moral, de Gastón Bachelard referidos a los umbrales epis-
temológicos del conocimiento y de la ciencia, y de George Canguilhem sobre la
transformación de los conceptos, Michel Foucault reformula algunos plantea-
mientos sobre la ciencia, la teoría, el sujeto trascendental y la obra, proponien-
do una arqueología del saber y una genealogía del poder. En el desarrollo de
esta perspectiva teórica y metodológica empleada por Foucault en un sinnúme-
ro de investigaciones se analizan: las prácticas discursivas, el poder, entendido
como relaciones de poder en la lógica de las estrategias y las tecnologías, y el
sujeto en sus modalidades de constitución de individuo a sujeto y experiencia
de sí por medio del autoreconocimiento como sujeto. Conforme a tales ruptu-
ras epistemológicas que este autor introduce, se liga con el posestructuralismo,
particularmente por la academia norteamericana (Gibson-Graham, 2002).

Discurso y acontecimiento

Según J. K. Gibson-Graham, (2002) las tendencias postestructuralistas consi-


deran la realidad como discursivamente constituida, sin afirmar que todo pasa
por el discurso pues existe materialidad. El discurso se plantea como lo pro-
nunciado en campos de poder, que genera efectos de verdad acordes con las
reglas de formación discursiva que determinan la condición de existencia y
transformación de enunciados. Por tanto, el discurso es visto como una práctica
o materialidad que establece multiplicidad de relaciones con otras para cons-
truir verdad.

En los análisis realizados por Foucault, se asume la noción de verdad como


un proceso perdurable y recomenzado que reclama un rostro inexistente; un lu-
gar o terreno de confrontación en torno a la potencia para generar transforma-
ciones en los cuerpos; lo no represivo que configura una estética de sí mediante
el desplazamiento de la relación ética con los demás.

31
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Foucault concibe el discurso “como una práctica, (que actúa como forma de
producir un saber y ejercer un poder) como un conjunto de enunciados que
dependen de una misma formación discursiva, referida al conjunto conseguido
cuando las condiciones de existencia de una dispersión es descrita por el análi-
sis enunciativo” (Cyberia, 2009, p. 190). Cuando se recurre al análisis enuncia-
tivo del discurso se aproxima a la episteme propia de una época, por medio del
análisis de instituciones, sujetos y saberes.

Memoria como acontecimiento

La práctica que se analiza se hace desde la consideración de cómo un aconte-


cimiento ha sido discursivamente constituido por aquellos enunciados efecti-
vamente producidos que le describen, explican, juzgan, despliegan y disputan.
Desde esta perspectiva, las memorias sobre el conflicto armado colombiano son
un acontecimiento construido desde lugares diversos que conformarían una
formación discursiva.

Dicha formación discursiva es entendida como una red de enunciados com-


plejos, y no se caracterizaría por su uniformidad ni por la unidad en sus obje-
tos, conceptos, posiciones de sujeto o tácticas, sino por la dispersión de estos en
determinadas condiciones de existencia y de transformación. De allí que el he-
cho de hablar de acontecimiento supone remitirse a un conjunto de enunciados
que emergen de manera singular de acuerdo con unas condiciones específicas
de saber y de poder, que estratégicamente realizan elecciones sobre aquello que
debe ser recordado seleccionando olvidos.

Las formas de existencia de la memoria se configuran desde distintos saberes,


en unos casos se generan en las diversas disciplinas sociales, que se comple-
mentan, aportan y nutren la discusión; en otros, las memorias se construyen a
partir de prácticas sociales como la denuncia, la movilización, la conmemora-
ción, o con el establecimiento de marcas territoriales; también, son motivo para
la expresión artística. En todos los casos, derivan en preguntas a los estudios
sociales, preguntas por las condiciones de existencia de la memoria del conflic-
to armado colombiano, en una época particular como la nuestra.

Desde la perspectiva de Foucault, la arqueología favorece el análisis de acon-


tecimientos, comprende “los discursos en tanto prácticas que obedecen a unas
reglas. No trata el discurso como documento, como signo de otra cosa, […] se di-
rige al discurso en su volumen propio, a título de monumento” (Foucault, 2005,
pp. 233, 234), razón por la que no se establece como un método interpretativo.

32
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

Por su parte, hacer genealogía no consiste en buscar el origen (en relación con
su significado etimológico), que implica la búsqueda de la verdad y la conti-
nuidad. Contrario a esto, Foucault sugiere, retomando algunos postulados de
Nietzsche al respecto, que se trata es de

[…] ocuparse en las meticulosidades y en los azares de los comienzos;


prestar una escrupulosa atención a su irrisoria malevolencia; prestarse
a verlas surgir quitadas las máscaras, con el rostro del otro; no tener
pudor para ir a buscarlas allí donde están «revolviendo los bajos fon-
dos», dejarles el tiempo para remontar el laberinto en el que ninguna
verdad nunca jamás las ha mantenido bajo su protección (1992, p. 5).

Lo anterior sugiere situarse en la emergencia o aparición singular de los aconte-


cimientos que se dan en los intersticios, mediante relaciones de poder y condicio-
nes de saber.

La genealogía se entiende entonces como aquella “forma de historia que da


cuenta de la constitución de los saberes, de los discursos, de los dominios de
objeto, etc., sin tener que referirse a un sujeto que sea trascendente en relación
al campo de los acontecimientos o que corre en su identidad vacía, a través de
la historia” (Foucault, 1992, p. 181), liberada de cualquier empirismo o positi-
vismo, para colocar en juego los saberes locales, las fisuras.

Así pues, podría ser considerada una anticiencia, si se mira como una in-
tervención contraria a lo que producen las teorías totalitarias que promueven
saberes dominantes, excluyentes de los saberes sometidos; por tanto, para esta
procede “una tarea indispensable: percibir la singularidad de los sucesos fue-
ra de toda finalidad monótona: encontrarlos allí donde menos se espera y en
aquello que pasa desapercibido por no tener nada de historia –los sentimientos,
el amor, la conciencia, los instintos‒” (Foucault, 1992, p. 7), lo que genera una
ruptura frente a los efectos de poder producidos por los llamados discursos
científicos, con el propósito de apartarlos de instancias teóricas universalizan-
tes, que los ubican dentro de regímenes de verdad.

Con todo esto, el enfoque debe ser entendido como una ruta que brinda
orientaciones teóricas y metodológicas, y en el cual el propio proceso de inves-
tigación es una actividad de carácter reflexivo que retroalimenta y reorienta la
acción, por lo que cada experiencia tiene un sentido singular e irrepetible.

33
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Precisiones sobre el uso de algunas categorías metodológicas

A lo largo de todo el libro se encontrará referencia a una serie de categorías


metodológicas empleadas en el proceso investigativo que hacen parte del enfo-
que que orientó el ejercicio, las cuales sirvieron para realizar el trabajo analítico
y establecer relaciones entre los enunciados o grupos de enunciados que emer-
gieron sobre la problemática investigada. Otras, por su parte, son en sí mismas
categorías de este nivel analítico, por lo que se considera importante realizar
una breve descripción de estas.

Superficies de emergencia

Las superficies de emergencia se constituyen en el lugar de aparición de prác-


ticas discursivas que son analizadas por la arqueología como el suelo de coexis-
tencia de estas prácticas y por la genealogía desde la transformación en un
espacio estratégico. Las superficies de emergencia seleccionadas para el desa-
rrollo analítico de este proceso investigativo son: el informe de la Comisión Na-
cional de Reparación y Reconciliación cnrr, “Elementos para la Construcción
de una Hoja de Ruta” (2006) y “Trujillo una tragedia que no cesa” (cmh, 2008),
bajo la Comisión de Memoria Histórica; están “Memorias de la Represión. Es-
tado y Narcotráfico en el Centro del Valle” del Proyecto Colombia Nunca Más
(2007), “Criterios Ético-políticos del proyecto Colombia Nunca Más” (s.f.) y El
Proyecto y su despegue (2008); “Parque por la vida, la justicia y la paz. Monu-
mento a las víctimas de los hechos violentos de Trujillo 1987-1994” (1998), de la
Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, y “Nuestra Identidad”, de
la cijp (2010). Así mismo, son consideradas superficies de emergencia el Parque
Monumento, que se analizó mediante la visita realizada en noviembre de 2010
y las entrevistas a algunos miembros de las organizaciones elegidas para el
proyecto.

Enunciado

El enunciado es referido por Foucault como la unidad elemental del discurso


que posee como condiciones ser único, pero que se ofrece a la repetición, trans-
formación y reactivación; también, debe estar ligado a un gesto de escritura o
articulación de una palabra, abrirse a la posibilidad de una existencia y hallarse
en vínculo con otros enunciados. Lo que permite su emergencia no es “[…] una
interpretación de los hechos enunciativos […] sino el análisis de su coexistencia,
de su sucesión, de su funcionamiento mutuo, de su trasformación indepen-
diente o correlativa” (Foucault, 2005, p. 48). El enunciado sería entonces una
función que entrecruza un dominio de unidades y estructuras probables, y que
permite así su irrupción en el espacio y en el tiempo con contenidos precisos.

34
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

Función que debe ser descrita en sus condiciones de existencia, formación y


transformación, en las reglas que la rigen y en el campo en que se despliega.

El trabajo analítico e investigativo se dirige a lo “positivamente dicho”, en


el lugar propio de existencia de los enunciados. Cada una de estas iniciativas
ha producido su “propia” construcción de memoria sobre el mismo hecho. Es-
tas producciones, siguiendo el enfoque genealógico-arqueológico, hacen parte
de una formación discursiva en la cual por la distinta procedencia de los discursos
no existe uniformidad. Los enunciados que emergen de cada uno de estos dis-
cursos algunas veces convergen, pero en otras ocasiones expresan las fuertes
disputas en relación con el mismo hecho. A manera de ejemplo, se puede citar
la confrontación entre el sector oficial y las organizaciones de víctimas y defen-
soras de derechos humanos, en relación con dos aspectos: el primero tiene que
ver con el reconocimiento que hace la Ley de Justicia y Paz a los integrantes de
las Fuerzas Militares como víctimas del conflicto armado y el desconocimiento
como tales por parte de las organizaciones; el segundo, con la nominación del
acontecimiento, como se verá en el capítulo final, que configuran las luchas
políticas por la memoria del conflicto.

Archivo

El archivo debe ser entendido como un instrumento que permite la coexis-


tencia de prácticas heterogéneas en función de acontecimientos discursivos o
no discusivos, visto por Foucault como “la ley de lo que puede ser dicho, el
sistema que rige la aparición de los enunciados como acontecimientos singula-
res […] hace que todas las cosas dichas se agrupen en figuras distintas, se com-
pongan las unas con las otras según regularidades específicas” (2005, p. 220),
y se produce de esta manera la posible emergencia y transformación de los
enunciados. Lo anterior es contrario a la sumatoria de distintos textos sobre un
mismo tema, pues este no constituye solo un cuerpo de documentos, sino que
se concibe como el análisis mismo de los diferentes discursos que circulan al
interior del campo investigado.

En esta perspectiva aparece la noción de archivo como un instrumento fun-


damental en la captura, formación y transformación de enunciados. El archivo
es una estrategia de análisis de diferentes discursos que atraviesan un campo, y
posibilitan la visibilización y trasformación de los enunciados. A través de él se
logra “[…] captar el enunciado en la estrechez y singularidad de su acontecer,
determinar las condiciones de su existencia […] establecer sus correlaciones
con los otros enunciados que puedan tener vínculos con él, y mostrar qué otras
formas de enunciación excluye” (Foucault, 2005, p. 45), para así, fijar el estatuto
de un saber.

35
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

En este sentido, el archivo se considera como el corpus de análisis de los


discursos y enunciados producidos sobre las memorias del conflicto armado,
constituido por fuentes documentales de los cuatro ámbitos enunciados (ofi-
cial, organizaciones de la sociedad civil, comunidad académica y artística). De
igual forma, por testimonios orales de algunos participantes de organizaciones
como el movice, la cnrr, Proyecto Colombia Nunca Más y de organizadores de
los eventos de las Universidades Distrital y Pedagógica; material iconográfico
y audiovisual elaborado en los proyectos, acciones y eventos académicos de
estas instituciones. Es necesario tener en cuenta que las fuentes documentales,
las entrevistas, la iconografía y el material audiovisual pertenecen a una misma
formación discursiva según el enfoque utilizado.

La configuración histórica de los sujetos

Según J. K. Gibson-Graham (2002), en las tendencias postestructurales existe


un reconocimiento de la configuración histórica de los sujetos, que supone la
agencia de estos sin que dicha configuración sea exclusivamente producida por
las estructuras sociales, en discusión con la idea del sujeto trascendental y li-
berado, que define su actuar en relación con la reproducción de las estructuras
que lo conforman.

Abordar la categoría de sujeto desde el marco que brinda las conceptualiza-


ciones de Foucault (1991) implica situar la constitución de los seres humanos
en sujetos a través de tres modos de objetivación: la aparición e inserción del
sujeto en ciencias humanas, la aparición del sujeto en otro tipo de prácticas
normativas y de conocimiento ‒que este autor ha nominado como “prácticas de
escisión”‒ y la constitución del sujeto para sí mismo, esto es, la experiencia
de sí mismo en un juego de verdad que tiene relación consigo.

Estos modos de objetivación de los seres humanos para convertirse en sujetos


se hallan situados en relaciones de poder complejas, entendidas no desde una
teoría del poder que presupone una objetivación dada, sino como una acción
que es ejercida en medio de constantes tensiones y luchas que expresan una
multiplicidad de enfrentamientos. Luchas cuyo objetivo radica en instaurar
una forma de poder específica, en las que el individuo es categorizado, se se-
ñala su propia individualidad, se le atribuye una ley de verdad que debe ser
reconocida por los otros y por el mismo. El poder produce, induce, guía, condu-
ce, emerge de manera intencional pero no subjetiva, es decir, supone el cálculo
abierto con una serie de miras y objetivos, pero no resulta de la opción de un
sujeto individual o colectivo.

36
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

Se trata de “una forma de poder que hace a los individuos sujetos […] sujeto
a alguien por el control y la dependencia, o ligado a su propia identidad por
una consciencia o autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma
de poder que subyuga y crea sujeto para” (Foucault, 1991, p. 60).

Entonces, más allá de referirse al sujeto como un agente social, se piensa como
una posición o lugar que se ocupa en relación con diversos juegos de verdad y
de poder, mediante los cuales el sujeto ha llegado a ser objeto de conocimiento.
Los juegos de verdad hacen alusión a las reglas que permiten enlace de discur-
sos susceptibles de ser nominados como verdaderos o falsos y se establecen
regímenes de verdad específicos.

El desarrollo analítico de esta categoría en los ámbitos seleccionados para


esta investigación será expuesto en uno de los capítulos siguientes, en el cual se
evidencia la constitución de la víctima como un sujeto, sobre quien se adelantan
prácticas que producen su objetivación, una de ellas las prácticas de escisión.

Despliegue de la estrategia metodológica

La estrategia metodológica producida para desarrollar la investigación se


fue implementando de acuerdo con lo planteado en el enfoque; no obstante, en
el curso de la investigación, el proyecto sufrió transformaciones a lo largo del
proceso de fundamentación teórica y de análisis de la información, que poco a
poco iban visibilizando opciones de trabajo más propicias según los criterios de
viabilidad, pertinencia y aporte social. Esta condición se aproxima a una de las
características de la investigación social de corte cualitativa, nominada como
flexibilidad (Vasilachis de Gialdino, 2006). Según esta característica, el proyecto
y las preguntas que lo constituyen son susceptibles de cambio en el devenir
propio del estudio, en relación con los propósitos, el alcance de la propuesta y la
posibilidad de cumplimiento con lo establecido en la planeación.

La estrategia analítica se compone de las siguientes nueve fases:

1. El trabajo inició con la realización de un inventario de las iniciativas de


memoria que se estaban generando, especialmente desde el 2007, pues
este periodo fue considerado como el umbral de aparición de una gran
cantidad de proyectos, programas y eventos, entre otros, sobre la memo-
ria del conflicto armado colombiano, desde distintas instituciones, orga-
nizaciones, comunidades académicas y artísticas. Con la información del
inventario se procedió a su organización, agrupación y clasificación, y se
fue complementando con lo producido hasta el 2011.

37
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

2. Con base en la organización se identificaron cuatro lugares desde los


cuales se realiza construcción de memoria sobre el conflicto armado co-
lombiano; unos cuentan con mayor difusión, otros con mayor produc-
ción de iniciativas de memoria. De esto se evidenció que en la actualidad
“existe una explosión de memoria” sobre el conflicto armado; a su vez se
determinaron los temas sobre los cuales existe producción de memoria
en cada uno de estos lugares.

3. En la clasificación de la información por temas se encontró la masacre


como un tema presente en los cuatro casos, este fue uno de los criterios
de su elección. Toda vez que existe gran cantidad de información sobre
las diversas masacres ocurridas en el país, se eligió trabajar la Masacre de
Trujillo en dos lugares de construcción de memoria: la dimensión oficial
y las organizaciones de víctimas y defensoras de derechos humanos.

4. Se elaboró un documento de caracterización de las instituciones oficia-


les y las organizaciones de víctimas y defensoras de derechos humanos,
desde las cuales se han adelantado procesos de construcción de memoria
sobre la Masacre de Trujillo, información que posteriormente fue com-
plementada con las entrevistas realizadas a algunos miembros pertene-
cientes a las instituciones y organizaciones.

5. Posteriormente, se inventarió la información de algunos centros de do-


cumentación de las organizaciones antes mencionadas, relacionadas con
la memoria del conflicto armado, el seguimiento a los procesos judiciales
(en el caso de la Comisión de Justicia y Paz) de manera especial sobre el
caso de Trujillo. De lo anterior se logró establecer para estas organizacio-
nes las líneas de trabajo, las estrategias utilizadas, los planes de acción
y algunas maneras de operar frente a los procesos de reconstrucción de
memoria.

6. Se delimitó el corpus analítico que sería empleado en los procesos des-


criptivos y de análisis en relación con la Masacre de Trujillo. A través de
este caso podrían ubicarse desde lo positivamente enunciado las discu-
siones, diferencias, debates, similitudes en los discursos y en los referen-
tes políticos. Este proceso facilitó la visibilización de relaciones de unos
enunciados con otros (Foucault, 2005).

7. De los documentos seleccionados en el corpus, se emprendió un proceso


de descripción de los discursos que circulaban sobre la memoria de la
masacre, incluidas las transcripciones de las entrevistas elaboradas, que
permitieron la aparición de otras categorías relacionadas con la memoria:

38
Aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de las luchas políticas por la memoria

verdad, justicia y reparación, mediante la elaboración de fichas temáti-


cas, bibliográficas y analíticas. Este momento se materializó en varios do-
cumentos, que posteriormente fueron reelaborados desde las categorías
teóricas y las conexiones con las categorías que emergían en los docu-
mentos.

8. Conforme al enfoque se definió un nivel de análisis que consistía en con-


trastar las categorías teóricas (mencionadas en el primer apartado de este
capítulo) con los enunciados y discursos que aparecían en las superficies
de emergencia utilizadas. A partir de esto, se realizaron mapas concep-
tuales o relacionales teniendo como base el esquema de instituciones,
sujetos y discursos, para dar así la consecución al trabajo analítico de los
enunciados sobre la memoria del conflicto armado colombiano.

9. Finalmente, se realizó el proceso de escritura y de organización de los


capítulos de este libro, que durante el proceso investigativo se fueron
socializando en eventos nacionales e internacionales1.

Todos estos momentos están relacionados con el enfoque genealógico-ar-


queológico que, como se ha insistido constantemente, no precisa pasos específi-
cos para las investigaciones, aunque sí sugiere algunos criterios metodológicos
para emprender el proceso investigativo y desarrolla conceptos teórico-meto-
dológicos que pueden servir para la fase de categorización. De modo que el tra-
bajo se orientó en el análisis de los enunciados sobre la memoria que surgieron
en las distintas superficies de emergencia, y su correlación con los enunciados
sobre verdad, justicia y reparación, pues son estas categorías las que aparecen

1 Se participó en el xv Congreso Colombiano de Historia. Asociación Colombiana de His-


toriadores, Bogotá (Colombia), del 26 al 30 de julio de 2010, con la ponencia “Políticas de
la memoria: prácticas institucionales y construcción de sentidos sobre el pasado reciente
del conflicto interno armado colombiano”. En el 7º Foro Latinoamericano “Memoria e
identidad” Caminos de encuentro entre pueblos y culturas. signo Centro Interdisciplinario,
Montevideo (Uruguay) del 28 al 31 de octubre de 2010, con la ponencia: “Políticas de la me-
moria sobre el conflicto armado colombiano: la construcción de otros relatos”. En el Primer
Encuentro de Estudios Críticos de las Transiciones Políticas: violencia, cultura y sociedad.
Universidad de los Andes. Bogotá, del 5 al 7 de abril de 2011, con la ponencia: “Instituciones
de Memoria sobre el conflicto Armado Colombiano en la constitución discursiva de Sujetos:
una mirada a la Masacre de Trujillo”. En el I Seminario Internacional Rutas y Encuentros
de los Estudios Sociales y Culturales, Bogotá, del 4 al 6 de octubre de 2011, con la ponencia
“Dos Estudios sobre la Memoria del conflicto Armado Colombiano: proceso investigativo y
visibilización del Sujeto Víctima, Instituciones y Luchas por la Memoria como categorías de
análisis”. En el V Seminario Internacional Políticas de la Memoria, Buenos Aires (Argentina),
del 3 al 6 de octubre, con la ponencia “Instituciones de Memoria y Marcas territoriales: el
caso del conflicto armado en Colombia”.

39
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

en un vínculo permanente con la memoria del conflicto. La selección de este


enfoque corresponde a la relación que se puede establecer con el marco teórico
escogido y el problema de la investigación.

40
La memoria en el lugar oficial: la
apuesta por la reconciliación nacional

En el ámbito oficial, desde hace algunos años se observa un interés por abor-
dar los procesos de desmovilización como un imperativo, al que posteriormen-
te suman el fenómeno de la memoria del conflicto armado por medio de la
creación de instituciones para este fin, la realización de eventos académicos y la
promulgación de leyes, que van configurando un lugar político para la memo-
ria desde las propuestas estatales. En este capítulo se trabajan, en una primera
parte, las disposiciones que se establecen en relación con la memoria en la Ley
975/05, también sobre verdad, justicia, reparación y reconciliación. En una se-
gunda parte, se muestra el análisis realizado al informe “Trujillo: una tragedia
que no cesa” (2008), de la Comisión de Memoria Histórica, particularmente
sobre la configuración de la memoria establecida en él, siendo un área de inves-
tigación perteneciente a la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.
Igualmente, es abordada la categoría de sujeto, que tal y como se observará
aparece configurada desde dos órdenes discursivos: sujeto-víctima y sujeto de
derecho, expresando distintas confrontaciones entre el lugar oficial y las orga-
nizaciones de víctimas y defensoras de derechos humanos.

Marco político y jurídico

El marco normativo que orienta la consecución de las políticas en relación con


la memoria, la verdad, la justicia y la reparación se halla expresado en la Ley
975 de 2005: “disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos
armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva
a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuer-
dos humanitarios”. Como parte de las condiciones de emergencia de esta ley,
denominada Ley de Justicia y Paz, se encuentran: la elección de Álvaro Uribe
Vélez como presidente de la República para el periodo 2002-2006 en medio del
agravamiento de problemáticas en el sector económico, político y de seguridad;
la ejecución de la política de Seguridad Democrática como bandera de su man-

41
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

dato; los procesos de negociación con las Autodefensas Unidas de Colombia


adelantados desde el 2002, principalmente en la vereda de Santa Fe de Ralito,
ubicada en el municipio de Tierralta, Córdoba, y el vacío jurídico que presenta-
ban estos acuerdos con el gobierno nacional.

Así pues, con el fin de abordar dicha ley dentro de las complejas dinámicas
de poder y saber en que se estableció, es necesario realizar una breve presen-
tación de cada una de estas condiciones. Finalizando el periodo de administra-
ción del ex presidente Andrés Pastrana, la población colombiana pasaba por un
momento de desconfianza frente al tratamiento del conflicto armado por los
acuerdos fallidos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia farc
que para ese entonces era considerado como el grupo insurgente con mayor
influencia militar en el conflicto armado, el cual pierde su reconocimiento como
negociador político ante el gobierno debido a la violación del cese de hostili-
dades, acompañado de atropellos en las zonas de despeje habilitadas para los
diálogos. Del mismo modo, se percibía un ambiente de desesperanza en cuanto
a la consecución de la paz por estos medios y de escepticismo hacia el manejo
de los asuntos públicos a causa de la corrupción e ineficacia que se apreciaba en
las actividades políticas del país.

En cuanto al escenario económico, las relaciones comerciales se veían afecta-


das por este contexto y la inversión de capital económico, tanto extranjero como
nacional, experimentaba un fenómeno de desestímulo, sumado a la recesión
económica que enfrentaba la nación desde finales de la década de los noventa.
En este marco, Álvaro Uribe Vélez se presentó como candidato independiente
de los partidos Liberal y Conservador con una campaña que decía recoger el
sentir de muchos colombianos sobre la situación de corrupción y agudización
del conflicto. Por tanto, “Uribe se erigió como el líder que, con mano dura,
cambiaría radicalmente ese panorama” (González, 2006, p. 2), al ganar las elec-
ciones presidenciales del 2001 con el 53.04 %2 total de las votaciones.

El 26 de mayo de 2002 asumió la Presidencia implementando un mandato de


gobierno: la “política de seguridad democrática”, propuesta para fortalecer las
actividades de los órganos militares del gobierno y asegurar su presencia a lo
largo del territorio colombiano. Esta política implicó una relación directa con
otras estrategias impulsadas en los campos sociales y económicos, y conllevó
una transformación de estas esferas de manera determinante; por ejemplo, la
organización de redes de cooperantes y de unidades de soldados campesinos,
la oferta de recompensas a informantes, el incremento del presupuesto estipu-

2 Registraduría Nacional del Estado Civil. www.registraduria.gov.co/2002PRP1/e/vpresiden-


te0.htm?1

42
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

lado a la defensa nacional, el estímulo a la inversión extranjera y el financia-


miento de proyectos privados, de la mano con el proyecto de reforma tributaria
y la creación del impuesto para la guerra destinado a financiar las necesidades
económicas del conflicto.

Dentro de los objetivos de la política de seguridad democrática se establecen


los procesos de desmovilización o rendición de los miembros de los grupos
armados ilegales, ya sea mediante mecanismos que promuevan la deserción de
estos o la fijación de garantías a través de negociaciones o diálogos que brinden
principios normativos a dichos procesos. La Ley 975 de 2005 de Justica y Paz
hace parte de una serie de normatividades y políticas que buscaron ofrecer un
marco jurídico al proceso de desmovilización de algunos frentes y bloques de
los grupos paramilitares, generado en el país desde el 2002. Durante este periodo
se presentó un escenario de debate político entre los tutores de la ley y el gobier-
no, con grupos defensores de derechos humanos, Naciones Unidas y amplios
sectores de la sociedad civil, quienes introdujeron discusiones éticas y políticas
frente a dicha normatividad, y configuraron a su vez lugares de disputa y ten-
sión constante por las políticas de la memoria del conflicto armado colombiano.

Esta ley en los Artículos 50 y 51 determina la creación de la Comisión Na-


cional de Reparación y Reconciliación cnrr en el capítulo sobre el derecho a la
reparación de las víctimas (con una duración de cinco años) y señala sus fun-
ciones y quiénes debían integrarla. En el 2006 se dio inicio a la Comisión y se
produjo el documento titulado “Elementos para la construcción de una Hoja de
Ruta” (cnrr, 2006), en el que se consignaron las líneas de acción, la legislación
que la rige, el contexto histórico y jurídico y los aspectos conceptuales y políti-
cos que la Comisión sostiene sobre la verdad, la justicia y la reparación.

Como parte de las funciones que debe cumplir dicha Comisión se encuentra
la verdad histórica, que toma como marco normativo la sentencia C-370/06 de la
Corte Constitucional, en la cual se estipulan los principios que deben tener los
procesos de reparación y su relación con la memoria; igualmente, lo señalado
en la Ley de Justicia y Paz referente a la verdad, la conservación y acceso a los
archivos, la elaboración de un informe público sobre la aparición y evolución de
los Grupos Armados Ilegales gai y el deber de memoria. Finalmente, se ciñe a la
normatividad internacional, de manera particular, lo contemplado en el Dere-
cho Internacional Humanitario y del Derecho Internacional de Derechos Huma-
nos acerca del derecho a la investigación, la verdad y la justicia.

La función de verdad histórica es delegada a la Comisión de Memoria Históri-


ca cmh, que surge como un equipo académico e investigativo interdisciplinario
para desempeñar las tareas designadas al área de investigación de “Memoria

43
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Histórica” de la cnrr, cuyos criterios de orientación se configuran en torno a:


1) nominar y conformar el grupo de trabajo haciendo visible sus disposiciones
y delimitando su labor en la redacción del informe público; 2) distinguirlo de
una Comisión de la Verdad, pues este carece de funciones ejecutorias judiciales
(señalado en la Ley 975/05), de reparación y de reconciliación, al encontrarse
Colombia aún en medio del conflicto; 3) reconocer las particularidades que pre-
senta la construcción de la memoria y la verdad en vías a la justicia transicional,
debido al contexto mencionado en el anterior criterio; 4) asignar responsabili-
dades colectivas y no individuales, en tanto que los resultados de sus investiga-
ciones no deben tener pretensión de alcanzar efectos judiciales; 5) hacer énfasis
en la responsabilidad política, moral y judicial, auspiciando la conciencia de
culpa y el avance moral de los grupos, instituciones o colectivos; 6) favorecer
las garantías de no repetición a partir de los procesos de construcción de ver-
dad y memoria; 7) apuntar al reconocimiento oficial de la Comisión de Me-
moria Histórica, no solo en el sentido académico e investigativo, sino también
desde su mandato moral y ético con la sociedad, el cual debe ser cumplido bajo
las bases de la autonomía en los distintos campos de trabajo (intelectual, meto-
dológica y operativa) y gozar de respetabilidad en la vida pública.

Los propósitos del área de Memoria Histórica a cargo de la cmh son los si-
guientes:

1. Construir una narrativa sobre el origen y la evolución del conflicto arma-


do interno, en sintonía con las voces de todas las víctimas, fundada en la
reconstrucción más rigurosa posible ‒desde el punto de vista académico‒
de la verdad de lo sucedido.

2. Contribuir al conocimiento de las distintas “verdades” y “memorias” de


la violencia en el país, teniendo en cuenta las diferencias de género, etnia
e identidades políticas y sociales, pero procurando contribuir a una me-
moria integradora que privilegie las memorias más veraces, más justas y
más reparadoras, sin falsear por ello la historia.

3. Fomentar una cultura de la legalidad y la convivencia, e incidir positiva-


mente en la resolución política de la confrontación armada y la reconci-
liación.

4. Formular propuestas de política pública, a manera de capítulo final del


informe que habrá de presentarse, o eventualmente como componente
de algunos productos parciales, que propicien el ejercicio efectivo de los
derechos a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repe-

44
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

tición, como pilares de la convivencia pacífica y el fortalecimiento de la


democracia (cnrr, 2008, p. 3).

Esta Comisión concibe la memoria como un principio de conocimiento de lo


sucedido y un escenario de disputa política que permite el accionar de los dis-
tintos grupos sociales, precisando el panorama de perspectivas de estos para la
búsqueda de soluciones a la salida del conflicto armado y la redemocratización
del país luego de los tratados de paz. La memoria, que busca construir el grupo
a partir de sus investigaciones y acciones, es una que consienta las diferencias
y que además sea un espacio para visibilizar y tramitar las luchas frente a una
apuesta hacia el futuro, que integre las múltiples voces de los actores armados
y de las víctimas como forma de justicia y restauración, por medio de la atri-
bución de responsabilidades que sirva como un mecanismo ejemplarizante y el
reconocimiento colectivo de las violaciones a los derechos humanos.

La cmh, luego de su conformación, adoptó tres mecanismos para apoyar el


trabajo investigativo, legitimar sus tareas y canalizar iniciativas que puedan
surgir. El primero de ellos es la creación de grupos regionales de investigación
que cuente con el apoyo de la academia (universidades y centros académicos),
de las ong y delegadas de organizaciones de mujeres que tengan presencia y
acción en las zonas de violencia, a fin de descentralizar las visiones sobre las
dinámicas y el origen de la violencia. El segundo se refiere a la constitución de
un grupo externo de “análisis de coyuntura” que contribuya a complejizar las
discusiones de dicho grupo y le advierta sobre las transformaciones que se pre-
senten en la esfera social y política del país. El tercero es la conformación de un
Consejo Consultivo Internacional, a través de la participación de expertos ana-
listas sobre el conflicto armado colombiano y sobre los conflictos a nivel inter-
nacional, así como por ex integrantes de Comisiones de la Verdad de otros paí-
ses. Al respecto, en el caso de Trujillo no se evidenció la presencia y apoyo del
grupo externo de análisis de coyuntura ni del Consejo Consultivo. En cuanto a
la creación de grupos regionales de investigación, se cumplió medianamente,
pues como lo afirman los miembros de afavit el apoyo que solicitó la Comisión
de Memoria Histórica fue mientras estuvo en el proceso investigativo, pero
luego de ello no ha generado articulaciones ni redes de apoyo con afavit.

En el terreno investigativo alrededor de la elaboración de la narrativa sobre


el origen y evolución de los gai y del conflicto armado colombiano se trabaja
a partir de 14 líneas o ejes temáticos: derechos humanos, justicia y conflicto;
lógicas, mecanismos e impactos del terror; prácticas forenses de búsqueda de
la verdad; tierra y conflicto; narcotráfico, violencia y poder; iniciativas sociales
de memoria; dimensiones internacionales del conflicto; los actores armados y la
población civil; dimensiones institucionales y dinámicas regionales del conflic-

45
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

to; memoria de género y guerra; economía política del conflicto; análisis cuan-
titativo del conflicto; actores y políticas estatales frente a la paz, y la guerra y
formulación de propuestas de política pública. A partir de estos ejes se genera-
ron distintos proyectos de investigación.

Las herramientas de investigación utilizadas para el trabajo de campo son


de tipo cuantitativo y cualitativo. El primero debe coincidir con los estándares
internacionales de investigación en ciencias sociales a fin de lograr rigurosidad
en el análisis y, en consecuencia, con el compromiso ético que estima la cons-
trucción de memoria sobre el conflicto armado colombiano. Desde este punto,
se pretende elaborar un marco de análisis sólido que pase por un proceso de
revisión pública, más que lograr la cuantificación de víctimas o de eventuales
responsables; es decir, un estudio complejo de las lógicas de la violencia, tras-
parente y creíble desde la aproximación de dos perspectivas complementarias:
1) como soporte funcional a los proyectos de investigación de la cmh y a los
enfoques disciplinares; 2) como análisis cuantitativo que constituye un pro-
yecto en sí mismo, y que permite así abordar preguntas centrales del informe
(cnrr, 2008).

El análisis cualitativo se desarrolla mediante visitas de trabajo a lugares don-


de existen iniciativas de verdad de carácter local o regional, concebidas como
fuente viva para la elaboración de los relatos, empleando distintas técnicas
como grupos focales, entrevistas individuales y colectivas, narrativas, historias
de vida, audiencias y talleres. Para el análisis se tienen en cuenta testimonios de
las víctimas recogidos por la cnrr, testimonios de otras áreas de esta institución
y de los actores del conflicto. Así mismo, se hace uso de la revisión documental
de fuentes primarias y secundarias escritas, visuales, sonoras, orales y testimo-
niales. En el proceso de Trujillo, la Comisión privilegió el análisis cuantitativo,
y de esta manera dejó espacio para el análisis cualitativo mediante dos talleres
realizados con habitantes de la región, durante dos días de trabajo.

Debido a la dimensión del universo de estudio, el trabajo de la cmh utiliza la


metodología de casos emblemáticos por su constitución como “lugares de con-
densación de procesos múltiples que se distinguen no sólo por la naturaleza de
los hechos, sino también por su fuerza explicativa” (cnrr, 2008a, p. 20). Dichos
lugares permiten mostrar las dinámicas nacionales para darle una explicación a
las causas, los dispositivos y los vestigios de la violencia, partiendo del análisis
de los factores económicos, la cuestión de la justicia, las propuestas en torno
a la memoria y la reconstrucción de la verdad, el género, el terror, el contexto
internacional, la presencia y el papel de los distintos actores del conflicto ar-
mado, incluyendo a la sociedad civil. Lo anterior en tanto que “lo que se busca

46
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

con el caso emblemático es producir una memoria histórica anclada en eventos


o situaciones concretas” (cmh, 2008a, p. 20) que, abordados de manera inter-
disciplinaria, serán integrados al relato total. Los casos emblemáticos ofrecen
el sustento material y empírico a la memoria histórica e interpelan y ajustan el
marco cuantitativo y el relato general que los consolida.

Hasta el momento de escritura de este libro, la cmh ha producido 13 infor-


mes: 1) “Trujillo: Una tragedia que no cesa (2008)”; 2) “El Salado: Esa guerra
no era nuestra (2009)”; 3) “Bojayá: La guerra sin límites (2010)”; 4) “La Rochela:
Memorias de un crimen contra la justicia (2010)”; 5) “Bahía Portete: Mujeres
Wayuu en la mira (2010)”; 6) “La tierra en disputa. Memorias del despojo y
resistencias campesinas en la costa Caribe (1960-2010) (2010)”; 7) “Silenciar la
Democracia. Las Masacres de Remedios y Segovia 1982-1997 (2011)”; 8) “San
Carlos: memorias del éxodo en la guerra (2011)”; 9) “La huella invisible de la
guerra. Desplazamiento Forzado en la Comuna 13 (2011)”; 10) “Mujeres que ha-
cen historia. Tierra, cuerpo y política en el Caribe Colombiano (2011)”; 11) “Mu-
jeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe Colombiano (2011)”; 12) “El
orden desarmado. La resistencia de la Asociación de los Trabajadores Campesi-
nos del Carare (atcc) (2011)”; 13) “La masacre de El Tigre, Putumayo: 9 de ene-
ro de 1999 (2011)”. Sobre reflexiones metodológicas, teóricas y de iniciativas de
memoria se encuentran los documentos: “Recordar y narrar el conflicto: caja de
herramientas (2009)”; Memorias en tiempo de guerra. Repertorio de iniciativas
(2009)”; “El despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual (2009)”;
“Recordar y narrar el conflicto: herramientas para reconstruir memoria histó-
rica (2009)”. Finalmente, está la multimedia “Las minas de Hiracal 1985-2010”,
un caso de memoria histórica del conflicto en el departamento del Cesar, lan-
zado en junio de 2011, pero que no cuenta aún con difusión pública y masiva.

Los anteriores informes y producciones audiovisuales fueron presentados


públicamente en la denominada “semana por la memoria” (2008, 2009 y 2010,
2011 y 2012, respectivamente), evento que se viene desarrollando cada año en
distintas partes del país, en el cual, además del lanzamiento de los informes que
expresan los avances de la investigación que desarrolla Memoria Histórica, se
realizan actividades académicas y culturales que enmarcan dicho evento.

De esta manera, Trujillo es considerado como uno de estos casos emblemáti-


cos, en la medida en que se desarrolla entre las coyunturas criticas, porque sus
procesos son característicos de un periodo histórico y se manifiesta en el espa-
cio como región-tipo. En este sentido, la cmh diseñó un plan de investigación
para identificar los casos emblemáticos como el de Trujillo, a través de la defi-
nición de los siguientes cinco ejes temáticos desde los cuales son interrogados:

47
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

1. Causalidades: identifica cuáles fueron las causas que intervinieron en el


desencadenamiento de los casos emblemáticos. Se incluyen desde el nar-
cotráfico y la cuestión agraria hasta la exclusión, las instituciones y los
componentes internacionales.

2. Discursos y representaciones: devela los discursos de legitimación, los


estereotipos y las representaciones con las que operan los perpetrado-
res, así como los discursos de resistencia y tramitación de los hechos
violentos, los estereotipos y las representaciones con las que operan las
víctimas.

3. Mecanismos: describe cuáles fueron y cómo funcionaron los mecanismos


que permitieron y que se desplegaron en el caso emblemático. Se incor-
poran desde los mecanismos de apropiación y terror hasta la impunidad,
la exclusión, los aspectos institucionales y las formas de acompañamien-
to e intervención internacional.

4. Población civil: establece el papel de la población civil en el caso emble-


mático a partir de la diferenciación entre objetivo militar, interacción y
reclutamiento.

5. Impactos: caracteriza los efectos ocasionados por el caso emblemático en


sus dimensiones políticas, jurídicas, sociales, económicas, psicológicas e
internacionales, develando “a quienes cambió qué y cómo lo que suce-
dió”. (cmh, 2008a, p. 21).

Ahora bien, si la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación junto


con la cmh se encargan de las funciones correspondientes a la verdad histórica,
en relación con las causas y despliegue de los grupos armados ilegales, y de
facilitar la instauración de una Comisión de la Verdad en el futuro, en la Ley
975 de 2005 se dispone la creación de otras instituciones o se determinan ciertas
funciones de entidades ya establecidas en el campo judicial y de reparación.

Entre dichas funciones están: la ejecución de procesos judiciales, investigacio-


nes y actividades tendientes al juzgamiento de los delitos y la reparación de las
víctimas. En el primer grupo se encuentran los Tribunales Superiores de Dis-
trito Judicial elegidos por el Consejo Superior de la Judicatura para adelantar
la etapa de juzgamiento de los procesos, vigilar el cumplimiento de las penas
y las obligaciones impuestas a los condenados. La Secretaría de este Tribunal
tiene como función organizar, sistematizar y conservar los archivos de los he-
chos y circunstancias relacionados con las conductas delictivas juzgadas según
los criterios de la ley, con el ánimo de asegurar los derechos de las víctimas a

48
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

la verdad y preservar del olvido la memoria colectiva. Del mismo modo, debe
permitir el acceso público a los registros de casos ejecutoriados y disponer una
Oficina de Comunicaciones para revelar la verdad de lo sucedido.

En el segundo grupo está la Unidad Nacional de Fiscalía para la Justicia y


la Paz delegada ante los Tribunales Superiores de Distrito Judicial, cuyas fun-
ciones se establecen alrededor de las diligencias que le atañen a la Fiscalía Ge-
neral de la Nación, en los procedimientos de ley. Esta institución debe contar
con el apoyo permanente de una Unidad Especial de Policía Judicial. Se otorga
el derecho de defensoría pública a los imputados, acusados y condenados de
acuerdo con lo señalado en la Ley. Por su parte, la Defensoría del Pueblo es la
encargada de acompañar y orientar a las víctimas en el ejercicio de sus derechos
y en el marco normativo de esta.

El Procurador General de la Nación debe disponer de una Procuraduría Judi-


cial para la Justicia y la Paz, para la consecución de sus funciones constitucio-
nales y legales. También, tiene como responsabilidad impulsar medidas para
propiciar la participación de las organizaciones sociales para la asistencia a las
víctimas (Artículo 36). Todas las anteriores instituciones poseen competencia a
nivel nacional.

En el último grupo se ubican el Fondo para la Reparación de las Víctimas, las


Comisiones Regionales para la Restitución de Bienes y la Red de Solidaridad
Social, las cuales deben emprender mecanismos y acciones que permitan la ver-
dad, la justicia y la reparación, como principios fundamentales de la reconcilia-
ción nacional que espera la presente ley, aunque la justicia queda en segundo
lugar o en menor medida.

La memoria de Trujillo: entre los hilos narrativos


y las mediaciones

En el Informe elaborado por la Comisión de Memoria Histórica, titulado “Tru-


jillo: Una tragedia que no cesa” ‒primero de la Comisión Nacional de Repara-
ción y Reconciliación (2008)‒, se encuentra la memoria como campo y categoría
central que ocupa buena parte del trabajo investigativo realizado. La pregunta
que se formula la Comisión al respecto es de qué manera los residentes de Tru-
jillo relatan, recuerdan y simbolizan los eventos trágicos que allí tuvieron lugar.
En el desarrollo de la categoría y de la pregunta, la Comisión usa tres nomina-
ciones: memoria social, memoria colectiva y memoria mediada, que serán presentadas
a continuación, junto con el proceso metodológico llevado a cabo en este traba-
jo de construcción de memoria. Posteriormente, se elaborará una reflexión que
compara estas tres nociones y dilucida algunos de sus alcances políticos.

49
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Memoria social

Según la cmh, la memoria social se refiere a las maneras como las víctimas
o los testigos del terror recuerdan, elaboran e interpretan los acontecimientos
del pasado, cuyo abordaje permite una aproximación a la “cara humana” de
la masacre. La memoria social está conectada con los hilos narrativos, com-
puestos por los testimonios que surgieron de los talleres con mujeres de la re-
gión y de las entrevistas realizadas a víctimas e integrantes de la Asociación
de Familiares de las Víctimas de Trujillo ‒afavit3‒, que fueron tejidos por la
Comisión (cmh, 2008). El contenido de los hilos narrativos, su organización y
la manera como son dispuestos se determinan de acuerdo con los criterios de
reconstrucción del pasado, evaluación del impacto de la guerra, el presente del
pasado y del futuro y perspectivas del futuro4. Mediante estos criterios la cmh
va reconstruyendo las narraciones que surgen de los ejercicios de activación y
construcción de memoria, y va estableciendo para cada proceso investigativo la
pertinencia organizativa y la orientación.

Para la cmh, es a través de dichos hilos que son construidos los sentidos acer-
ca de los sucesos ocurridos en Trujillo e identificados sus impactos en el medio
social por parte de las víctimas; es decir, “más allá de un desnudo recuento his-
tórico o de reconstrucción de datos, el examen de las memorias sociales con sus
diversos énfasis y versiones del pasado, discierne las relaciones entre los acon-
tecimientos acaecidos hace dos décadas y los modos como se revisten de sen-
tido en el presente” (cmh, 2008, p. 175). La memoria social es expresada en un
vínculo permanente con el poder, en la medida en que desde este los habitantes
elaboran los hilos narrativos donde otorgan responsabilidad a los actores prin-
cipales5, estiman sus decisiones de forma moral y ética, establecen un grado de
legitimidad o ilegitimidad a los actores colectivos como los partidos políticos
o las instituciones, realizan reclamos y se sitúan desde un lugar propio en el
plano de la reparación. Tales elaboraciones del pasado influyen en sus posiciones
políticas adoptadas en el presente ante la Iglesia, el Estado, las guerrillas, las éli-
tes políticas locales y el Ejército.

3 La Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Valle del Cauca, Colombia) es una entidad
con Personería jurídica reconocida en 1995; está integrada por familiares de las personas vícti-
mas y, en otros casos, por personas que fueron víctimas de los hechos conocidos como
la Masacre de Trujillo ocurridos desde 1980 hasta 1994.
4 Entrevista a Martha Nubia Bello, integrante de la Comisión Nacional de Reparación
y Reconciliación- Grupo de Memoria Histórica. Octubre 19 de 2010.
5 Los actores responsables de la Masacre de Trujillo son definidos por la Comisión de Memoria
Histórica como grupos de narcotraficantes que operaban en la zona y fuerzas armadas
del Estado.

50
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

La categoría de memoria social mencionada en el informe puede relacionarse


con la propuesta de Maurice Halbwachs acerca de los marcos sociales de la
memoria, cuyo principio central es la reconstrucción del pasado en función del
presente. En tanto, los recuerdos individuales que persisten en el inconsciente
se hallan directamente ligados con el exterior, con lo evocado desde afuera,
y se establece así una memoria colectiva y unos marcos sociales de la memoria.
Los marcos sociales, más allá de la suma de recuerdos individuales, son “los
instrumentos que la memoria colectiva utiliza para reconstruir una imagen del
pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos dominantes
de la sociedad” (Halbwachs, 2004, p. 9), que están compuestos por recuerdos
reiterados inscritos en un marco temporal y espacial. El marco social no es una
reproducción sino una representación de acuerdo con el presente, es un modelo
de comprensión que permite la pertenencia a las sociedades.

Desde la perspectiva planteada por la cmh el eje central en la memoria es


establecido por la reelaboración de acontecimientos del pasado en función del
presente, haciendo énfasis en los sentidos que estos sucesos revisten en el pre-
sente conforme al lugar político que orienta y determina los procesos de recu-
peración de memorias y los efectos que generan en el medio social. Cabe anotar
que en la categoría de memoria social utilizada en el informe, que corresponde
a los recuerdos de las víctimas, no se precisa un desarrollo conceptual a partir
de postulados teóricos formulados en este campo; por tal razón, la discusión
sobre la memoria social y colectiva no es abordada, así como tampoco lo rela-
tivo al sujeto que recuerda, el olvido, la cuestión generacional o el papel de las
narrativas en la construcción de memoria.

Los actos de rememoración contienen una carga afectiva y una significación


debido a la expectativa que se tiene sobre un hecho del pasado, que es activado
en el presente y que, en palabras de Elizabeth Jelin (2002), en muchas ocasiones
son actos que se hallan ligados a la intención de comunicarlos. De esta manera,
la memoria adquiere un carácter narrativo que podría permitir la superación
de la presencia traumática de dicho suceso. “Las memorias narrativas son cons-
trucciones sociales comunicables a otros […] Toda narrativa del pasado implica
una selección. La memoria es selectiva; la memoria total es imposible” (p. 29).
En este sentido, la memoria es vista como una construcción social narrativa que
supone asumir el lugar de enunciación de quien agencia un discurso o narra un
acontecimiento: “la recepción de palabras y actos no es un proceso pasivo sino,
por el contrario, un acto de reconocimiento hacia quien realiza la trasmisión”
(p. 35, 36).

51
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Para Jorge Mendoza (2004) la memoria se encuentra conformada por una


estructura narrativa que se expresa mediante los contenidos y las formas de
expresión. Las cuestiones que se dilucidan desde esta postura son el qué y el
cómo de la memoria, esto es, las formas organizativas y las vías de comunica-
ción de las experiencias. Por tanto, la memoria se “construye sobre la base de
narraciones que constituyen formas de discursos y modos de organizar las ex-
periencias [así] hay que expresarla en relatos lógicos que muestren la verosimi-
litud de lo que se está recordando o relatando” (p. 2). Las narraciones generan
un proceso de demarcación o encuadramiento de las experiencias, razón por la
que son consideradas marcos o esquemas definidos por distintas instituciones
o grupos, quienes determinan cómo narrar los eventos del pasado.

En el Informe de Trujillo, al enfatizar sobre los hilos narrativos, se prescinde


de la discusión sobre lo comunicable en los relatos, aspecto que es resaltado por
los dos autores mencionados anteriormente, como constitutivo del ámbito de la
narrativa, y en relación con ello tampoco se reflexiona sobre la posible supera-
ción de los hechos traumáticos a través de la comunicación de estos. Lo que se
indica es que “la narrativa de los hechos propuesta por Justicia y Paz y afavit
se constituye en la matriz desde la que las propias víctimas enuncian sus me-
morias en el campo público”, reconociendo “que el relato de los hechos, como
toda narrativa, tiene sus propios olvidos, sus propios silencios y sus propios
énfasis” (cmh, 2008, p. 177).

No obstante, una de las críticas que plantea la cmh a la manera como los tru-
jillenses narran la tragedia se refiere a que estos no mencionan “la responsabili-
dad de miembros de la propia comunidad en el desencadenamiento de los he-
chos y el mantenimiento de la violencia no se problematiza” y que menos aún
“se visibilizan los contextos de violencia pública y doméstica que antecedieron
la tragedia” (cmh, 2008, p. 177). Paradójicamente, ni en este ni en ningún estu-
dio se ha evidenciado la responsabilidad a la que alude la Comisión, así como
tampoco se sabe o se conoce de la violencia doméstica y la violencia pública
(sobre la cual no hay claridad a qué hace referencia), que según la Comisión de
Memoria Histórica es un antecedente de la masacre.

Así, pareciera que se atribuye a los pobladores, las mismas víctimas, parte de
la responsabilidad en la masacre y censura que en sus narraciones no aluden a
estos hechos previos, que hasta el momento no tienen algún soporte. Para ali-
vianar estas afirmaciones la cmh sostiene que las memorias sociales, en el caso
de Trujillo, permiten “acercase a la cara humana de las masacres” e “impactan
las posturas presentes de los trujillenses frente al Estado, la Iglesia, las guerri-
llas, el Ejército y las viejas y nuevas elites políticas” (cmh, 2008, p. 173), como se
mencionó anteriormente.

52
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

El lugar de enunciación de los sujetos que van constituyendo los hilos narrati-
vos es vaciado, pues no se evidencia claridad en lo que la Comisión de Memoria
Histórica llama como mediación. Podría entonces decirse que este es asumido
desde una perspectiva de trabajo con mujeres, correspondiente en parte a lo
realizado en los talleres y no necesariamente a un análisis a aquellos que en
la comunidad han sido legitimados para agenciar los discursos y producir las
claves narrativas.

Memoria colectiva

En el Informe de Trujillo se señala que los recuerdos individuales se hallan


enmarcados por la memoria colectiva como resultado de distintos procesos de
mediación, que para el caso de Trujillo, según lo presentado por la Comisión,
son conducidos por un sector de la iglesia católica, la Comisión de Justica y
Paz, la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo, los jóvenes de la Orden
Perdida y en cierta forma los victimarios, quienes agencian distintas memorias
de lo ocurrido en Trujillo o, con respecto al último actor, una desmemoria sobre
la masacre.

Uno de los llamados mediadores por la cmh es la Comisión de Justicia y Paz,


la cual inició su trabajo en 1988 en el marco de múltiples asesinatos a líderes ca-
tólicos cristianos, que propició la reunión de varios sectores religiosos. El acon-
tecimiento que generó mayor atención en la Comisión de Justicia y Paz sobre
lo que ocurría en Trujillo, según la Comisión, es el asesinato del padre Tiberio,
pues este organismo en cabeza del padre Javier Giraldo empezó a generar una
cantidad de acciones en búsqueda de la justicia, y se llegó a presentar el caso
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cidh, que desembocó
en la conformación de la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos
de Trujillo (CISVT). Dentro de las recomendaciones que realizó la CISVT se
sugirió la creación del Parque Monumento a las Víctimas que fue ubicado cerca
al parque central del municipio, el cual contó con ayuda financiera de Justicia y
Paz, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar), Amnistía Interna-
cional de Holanda, algunas organizaciones populares y afavit.

afavit nació en 1995 con el objetivo de conseguir justicia sobre lo ocurrido


y realizar veeduría al Estado sobre los compromisos que este adquirió con la
cidh, también de generar acompañamiento a los familiares en los procesos ju-
rídicos y en las indemnizaciones, además de un decidido apoyo en la conso-
lidación del parque y otras manifestaciones como las peregrinaciones que se
han llevado a cabo en Trujillo como forma de proyectar el cuerpo como lugar
político y teológico, en vínculo con la construcción de memoria.

53
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

El grupo de la Orden Perdida, fundado en el 2002, está compuesto por jóve-


nes de la región que tuvieron un acercamiento al padre Tiberio y que, luego de
conocer su cruel asesinato, se organizaron bajo los procesos impulsados por
afavit y Justicia y Paz, una vez sucedida la masacre. Con la asesoría del antro-
pólogo Fernando Alegría (de Justicia y Paz) se independizaron de afavit, sin
desconocer su origen en ella, y comenzaron a emprender una serie de acciones
de tipo lúdico-cultural con niños y adolescentes con el objetivo de recuperar la
memoria e identidad de los jóvenes de Trujillo.

En desarrollo del análisis de la memoria colectiva, la Comisión utilizó como


fuentes los textos Parque por la vida, la justicia y la paz. Monumento a las víctimas
de los hechos violentos de Trujillo, 1987-1994; Trujillo: Biopsia al cáncer de la justicia,
del padre Javier Giraldo; el Informe “Reparación de los hechos violentos de
Trujillo a la Comisión de Memoria Histórica”, de Maritze Trigos, y algunos fo-
lios del archivo de afavit como “Peregrinación a Trujillo, 10 de mayo de 2003”;
además de información obtenida en las entrevistas (individuales y colectivas)
realizadas a miembros de estas organizaciones.

Toda esta documentación conformó la base sobre la cual la cmh establece la


memoria de lo sucedido en Trujillo, que según esta expresa las múltiples ten-
siones que la constituyen. En este sentido, la Comisión de Justicia y Paz plantea
la salida del asistencialismo que propagó el rol de víctima durante largo tiempo
y obstaculizó el papel activo de los habitantes en la construcción de comuni-
dad, en tanto afavit “según sus críticos, parece concentrar su esfuerzo en la ‘so-
lidaridad en el dolor’ y en el tejido comunitario hacia adentro (las marchas, las
conmemoraciones, el parque, las reparaciones económicas y las peregrinacio-
nes)” (cmh, 2008, p. 196). Frente a esto la Comisión de Justicia y Paz y la Orden
Perdida proponen la proyección a otros ámbitos de la sociedad, evidenciando
algunas rupturas con la perspectiva asumida por afavit.

La Orden Perdida, por su parte, adopta la imagen del padre Tiberio como
emblema de la resistencia del municipio antes y luego de la masacre, para re-
saltar ciertos aspectos de su filosofía comunitaria, y en alianza con otros jóvenes
que hacen parte del Proyecto Colombia Nunca Más fomentan una galería de
la memoria que se materializó en el 2007, junto con la promoción de un centro
de documentación y una Carreta de la Memoria que iba por las calles de Cali
con el fin de escuchar los relatos de las víctimas del paramilitarismo. Dice la
Comisión que estas tensiones en las iniciativas generadas por las distintas orga-
nizaciones, y a su vez los puntos en común entre ellas, configuran la memoria
colectiva que se ve atravesada por procesos de mediación orientados por dichas
organizaciones.

54
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

En cuanto a las discusiones en el terreno epistemológico alrededor de la cate-


goría de memoria colectiva se encuentran los desarrollos de Halbwachs, que al
respecto plantea que los recuerdos individuales, por más íntimos y personales,
son a la vez recuerdos colectivos, y resalta el carácter de la memoria como pro-
ceso social, racional y consciente; además señala, que “no hace falta que haya
otros hombres que se distingan materialmente de nosotros, ya que llevamos
siempre con nosotros y en nosotros una determinada cantidad de personas que
no se confunden” (Halbwachs, 2004, p. 27). El sujeto al recordar se ubica en el
pensamiento de los otros, adopta sus puntos de vista y recrea sus recuerdos a
partir de los recuerdos de los otros, a pesar de la ausencia material o sensible
de estos.

Desde estos postulados, son los sujetos que hacen parte de un grupo los que
recuerdan y determinan lo que es memorable y la manera de recordarlo, no
las instituciones o las comunidades a las que pertenecen. De igual forma, la
memoria colectiva está asociada a etapas vitales de los sujetos: “la memoria se
mantiene viva mientras seguimos activamente vinculados a las ‘comunidades
afectivas’ de las que formábamos parte cuando el recuerdo se produjo. Son
los individuos los que recuerdan gracias a su adscripción social” (Halbwachs,
2004, p. 29), lo que muestra el carácter móvil del recuerdo, que es reconstituido
en concordancia con los filtros del presente en que se evoca.

Otra orientación teórica sobre la memoria colectiva podría ubicarse en No-


vick, citado por Paloma Aguilar (2008), para quien la rememoración de heri-
das o perjuicios intensos constituye el carácter combativo y tensional de las
memorias colectivas, y hace énfasis en el aspecto político concerniente a los
enfrentamientos y negociaciones de versiones opuestas sobre los símbolos del
pasado común y los nexos colectivos con este por la redefinición de un presente
compartido.

Marie-Claire Lavabre alude a la memoria colectiva como una interacción en-


tre los recuerdos conjuntos o memoria común y las políticas de la memoria, que
es instituida a través de la homogenización de las representaciones ‒selectivas‒
del pasado y la consecuente supresión de múltiples versiones y recuerdos, y
que se manifiesta en los hechos comunicativos, las relaciones interpersonales,
en el seno de las comunidades afectivas o de lugares intermedios entre los indi-
viduos y la Nación (Aguilar, 2008, p. 50). Presenta así una aproximación a estas
desde la identidad común, que permite el paso de generación en generación de
la memoria, aún cuando no se haya vivido la experiencia de los sucesos.

El carácter tensional al que hace referencia Novick es señalado por la Comi-


sión de mh como constitutivo de la memoria colectiva de la Masacre de Trujillo,

55
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

aunque censura lo que denomina como “la presencia compulsiva del pasado
en las acciones y propuestas de las víctimas”, que desde su lectura muestran
la existencia de unas memorias de carácter público que están en permanente
cambio y movilidad, y que a su vez presentan contradicciones y manifiestan
la continuidad del trauma. Resulta paradójico que la Comisión, por un lado,
mencione la pluralidad de memorias como componente de la memoria colecti-
va y, por otro, se refiera a estas disputas como expresión de la resistencia a los
incumplimientos estatales permanentes.

De igual forma, los referentes conceptuales antes descritos sobre memoria


colectiva se relacionan con la función propia de la memoria que ha sido deter-
minada por la Comisión, la cual consiste en “revelar las disputas por el control
de las versiones públicas sobre los eventos y sus responsabilidades, [que] dan
también cuenta de cómo el pasado cobra sentido en el presente y fija ciertos pa-
rámetros de reconocimiento de un nosotros colectivo, es decir de ciertas identi-
dades sociales” (cmh, 2008, p. 178). Allí las víctimas y las organizaciones media-
doras han conseguido garantizar vivo el recuerdo, tanto de lo acontecido como
de sus familiares, y llenar de un sentido de resistencia y recuperación de dig-
nidad a las distintas actividades realizadas en la lógica de la conmemoración.

Memoria mediada: el papel de las organizaciones

La memoria mediada, que no ha sido conceptualizada por la Comisión de mh


y que podría aproximarse a los postulados de Elizabeth Jelin sobre los empren-
dedores de memoria6, presenta como característica una pluralidad de organiza-
ciones e interpretaciones sobre lo acontecido que, de acuerdo con el estudio de
la cmh, manifiesta la constitución de las iniciativas desde dos órdenes distintos:
uno social y uno político. A partir del análisis propuesto en el informe, en el
orden social se parte del acompañamiento de las víctimas en correspondencia
con la dignificación y recuperación del recuerdo y la versión propia de sus
familiares; mientras que en lo político surgen desde una postura antiestatal
debido a los incumplimientos por parte del Estado, que origina acuerdos con
organizaciones defensoras de derechos humanos, tanto nacionales como inter-
nacionales; de esta manera se propicia una separación y oposición con otras
posturas (cmh, 2008, p. 177).

6 Para Elizabeth Jelin los emprendedores de memoria, categoría que retoma de Howard Becker
(moral entrepreneur), son aquellos agentes que participan y pretenden definir el campo de las
luchas por las memorias, cuyo emprendimiento es de carácter social o colectivo, lo cual implica
que se involucran personalmente en su proyecto y producen la participación colectiva. Dicha
categoría también hace referencia a las organizaciones sociales relacionadas con los trabajos de
la memoria y por tanto sus proyectos están orientados hacia esto. Cabe anotar que en la acción
de estos emprendedores es tácito el uso público y político de la memoria.

56
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

Desde el ámbito de la mediación, la memoria se establece en un vínculo con


las resistencias de las víctimas y en mayor medida con la resistencia impulsa-
da por las instituciones mediadoras mencionadas anteriormente, que lograron
generar un proceso de ruptura con la verdad pretendida por los victimarios,
impidiendo la imposición de estas versiones en el espacio de las memorias so-
ciales y evitando ocultar con un manto de impunidad lo sucedido. Pese a esto,
la Comisión de mh añade que “si bien las iniciativas impulsadas por Justicia
y Paz culminan en resultados sin precedentes en la historia de los derechos
humanos en Colombia […] las organizaciones de víctimas tampoco han conse-
guido que su memoria se convierta en la plataforma desde la cual las víctimas
alcanzan una reparación integral” (2008, p. 176); reparación que está bajo la
responsabilidad y compromiso del Estado, aún cuando la memoria mediada
haga parte del lugar central desde donde las víctimas expresan sus memorias.

En este sentido, la cmh alude frecuentemente a la fragilidad de las memo-


rias mediadas debido al anclaje permanente en el pasado o su ritualización
en el marco de la impunidad, que expresan los testimonios de las víctimas y
los trabajos de las organizaciones, así como la violencia que se vive de forma
continua. Esta situación provoca la suspensión en el tiempo de las víctimas y
dificulta el restablecimiento de sus vidas y su proyección al espacio público;
“la presencia reiterativa del pasado en las actividades y eventos de las víctimas
indica la tensión entre una lucha de resistencia frente al olvido y la pervivencia
de un trauma colectivo que en ocasiones obstaculiza su proyección al presente”
(cmh, 2008, p. 179).

De manera que la Comisión de Memoria Histórica manifiesta una ruptura


con las organizaciones mediadoras por su trabajo en la visibilización, reclamo
y labor alrededor de la impunidad que han caracterizado los procesos judicia-
les en Trujillo y el accionar estatal frente a estos, a la vez que llama la atención
sobre la necesidad de una proyección temporal hacia el futuro y un efecto es-
pacial en el ámbito público que debería redefinir la memoria de las víctimas y
las organizaciones.

Justamente, en la categorización sobre la memoria propuesta por la Comi-


sión de mh se observa una reiteración enunciativa por la memoria mediada
que, aunque dentro de los referentes conceptuales señalados no se identifica en
juego con la memoria colectiva, es una apuesta propia dentro del informe que
sugiere la localización de la Comisión en el plano de la reconciliación nacional
como parte de las políticas de memoria que agencian por el lugar político ofi-
cial. De esta forma, se resalta la presencia e importancia de los mediadores en
el caso de Trujillo, y se prescinde así del uso de la categoría de emprendedores,
la cual justifica la distancia que esta institución establece con las organizaciones

57
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

que lideran procesos de construcción de memorias, búsqueda de justicia y lu-


cha contra la impunidad.

Proceso metodológico de la cmh en la construcción de memoria

La Comisión inició con una aproximación a las víctimas y a su memoria, se-


gún sostiene, a través de la construcción de lazos de confianza, discusiones y
la consecuente negociación con estas y las organizaciones de víctimas, sobre
los fines que conlleva la recuperación de memoria histórica. De este modo, se
establecieron tres ejes de interpelación para realizar esta tarea: 1) reconstruc-
ción del pasado, alrededor de preguntas como, ¿qué pasó?, ¿por qué pasó?; 2)
valoración del impacto, ¿a quién y cómo cambió lo que pasó?, ¿cómo se afrontó
lo que pasó?; 3) perspectiva de futuro, con interrogantes como, ¿quiénes somos
después de lo que pasó? (cmh, 2008, p. 201).

Cabe anotar que en el informe de Trujillo se presentan solo tres ejes, mien-
tras que en otros aparecen los cuatro enunciados al inicio del apartado número
dos. Así mismo, en cada uno se amplían las preguntas que los orientan. Por
ejemplo, en el primer eje aparece: ¿cómo pasó?, ¿dónde pasó?, ¿cómo se vivió?,
¿quiénes fueron?, ¿por qué lo hicieron?, ¿por qué pasó aquí y no en otro lado?,
¿por qué en ese momento? En el segundo eje se encuentran: ¿qué sucedía en la
comunidad o región en ese momento?, ¿qué pérdidas personales, familiares y
comunitarias ocasionó?, ¿qué daños económicos, culturales, emocionales y es-
pirituales significativos generó?, ¿cómo se afrontó lo que pasó? En el tercer eje
están las preguntas: ¿quiénes somos después de lo que pasó?, ¿qué dificulta la
convivencia hoy?, ¿qué acciones se pueden emprender para alcanzar la realiza-
ción de los derechos vulnerados?, ¿qué se debe hacer para que esto no se repita?
Por último, en un cuarto eje llamado “Presente del pasado y del futuro” están
los cuestionamientos: ¿qué y a quiénes recordamos?, ¿de qué manera debemos
recordarlos y conservar su legado como hombres y mujeres, amigos, miembros
de la comunidad?

Para abordar estas cuestiones, además de consultar los textos antes mencio-
nados, se realizó el Taller de Memoria durante los días 20 y 21 de febrero del
2008 con 30 participantes. El objetivo central de este taller residió en “facilitar
un proceso de construcción de sentido y memorias desde la perspectiva de las
mujeres de Trujillo con el propósito de que contribuyeran a la reconstrucción
de una memoria histórica integradora de las voces diversas de las víctimas y re-
sidentes del municipio” (cmh, 2008, p. 201). En la medida en que se desarrollaba
el taller se reconoció un nivel de consenso (narrativo) sobre lo sucedido, los mo-
jones significativos en la memoria histórica de los residentes y se fueron produ-
ciendo unos hilos narrativos que componían sus relatos. El principio orientador

58
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

de las narrativas fue de carácter biográfico (individual), que en algunos casos


incluyó las iniciativas organizativas.

Para la interpretación de la información, los hilos narrativos de los testimo-


nios y relatos que le dan sentido a la memoria fueron organizados en tres es-
tructuras narrativas: el reconocimiento del dolor, la elaboración del duelo y el
horizonte de verdad, justicia y reparación. En la primera se otorga un sentido
a los eventos trágicos, que va acompañado del sufrimiento social y los efectos
producidos por las acciones violentas de los actores involucrados en la vida de
los familiares y personas que sobrevivieron. Así mismo, la experiencia del dolor
constituye la memoria de lo sucedido y genera huellas en las víctimas al mo-
mento de registrar los impactos causados en la cotidianidad de los habitantes
y la composición del entramado social del municipio. Sobre esto, la Comisión
en el informe sugiere las posibilidades del anclaje en el pasado traumático y
el nexo a heridas que no cierran: “las memorias desde este hilo narrativo atan
la historia de la muerte o desaparición de las víctimas al relato de la secuela
de dolor y el sufrimiento de quienes quedaron” (2008, p. 205) y la construcción de
un concepto de víctima mediante la exaltación de su sufrimiento, que en cierta
medida cuestiona la exclusión de la condición de sobrevivencia de las acciones
violentas en los registros históricos. En todo caso, señala la Comisión que la
divulgación del dolor se convierte en un mecanismo propicio para la recupera-
ción de la memoria.

La segunda estructura, sobre la elaboración del duelo que conforma las me-
morias de las víctimas, precisa la organización de las conmemoraciones y la so-
cialización de los recuerdos de parte de las organizaciones de víctimas; de esta
manera se posibilita la conservación, comunicación y el reconocimiento de los
efectos e impactos de lo sucedido. A este respecto, en el informe este elemento
se resalta como núcleo central de afavit, cuya expresión se manifiesta en el pla-
no de lo simbólico, político y personal. Como parte de esta estructura narrativa,
se percibe que la demanda de justicia y los trabajos de recuperación de memo-
ria han generado la estigmatización de las víctimas, que reconocen la presencia
de temor y miedo que persiste en Trujillo como una de las grandes dificultades
para la participación en las conmemoraciones y procesos de reconstrucción de
memoria de una buena cantidad de víctimas.

La última estructura hace mención a la resistencia al olvido y a la impunidad.


En este horizonte se resalta el trabajo de las víctimas organizadas y de un grupo
de acompañantes que ha operado a través de tres ámbitos de acción: 1) docu-
mentación de testimonios, con la pretensión de forjar una versión del pasado
común entre las víctimas, determinar la repercusión del terror y desplegar te-
rreno al testimonio para esclarecer responsabilidades; 2) puesta en circulación

59
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

del caso Trujillo en el ámbito público, a fin de legitimar y posicionar las versio-
nes que resulten del proceso anterior, y 3) resistencia al olvido desde el cual se
construyen las memorias de las víctimas, con actividades de trasmisión entre
generaciones en la familia, la escuela y las organizaciones. En un ejercicio de
contraste entre la pregunta inicial planteada por la Comisión acerca de cómo
los residentes de Trujillo relatan, recuerdan y simbolizan los eventos trágicos
que allí tuvieron lugar, y el procedimiento metodológico llevado a cabo por
esta (consulta de algunos documentos producidos por afavit, la Comisión de
Justicia y Paz y varios textos académicos y el taller con mujeres de Trujillo) po-
dría afirmarse que la información recabada no resulta suficiente para abordar el
interrogante que orientó el trabajo de la Comisión en esta región.

Constitución del sujeto-víctima

En el primer capítulo se aludió a la confrontación entre el Estado colombiano


y las organizaciones de víctimas y defensoras de derechos humanos en relación
con el reconocimiento de quienes son o no víctimas, y por los efectos políticos
que conlleva la manera como se configura este sujeto en el discurso oficial. Así
pues, en este apartado se realiza un análisis aproximativo a la construcción de
la cmh sobre las víctimas del conflicto armado y las víctimas de Trujillo.

Las víctimas del conflicto armado

En la Ley 975/05 se establecen tres parámetros para la conceptualización de


víctima: el primero corresponde a los directamente afectados en el plano indi-
vidual y/o colectivo; el segundo se refiere a los cónyuges o familiares en primer
grado de consanguinidad, en el caso que la víctima directa esté desaparecida o
hubiese sido asesinada, y el tercero hace mención a los miembros de la fuerza
pública o su cónyuge, compañero o compañera permanente y familiares en pri-
mer grado de consanguinidad, que hayan muerto como resultado de los actos
producidos por un integrante o grupo armado ilegal.

Se considera víctima a quienes hayan sufrido daños como lesiones transito-


rias o permanentes que produzcan discapacidad física, psíquica y/o sensorial
(visual y/o auditiva), sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo
de sus derechos fundamentales y que fueran causados por los miembros o
grupos armados organizados al margen de la ley. La condición de víctima se
adquiere independientemente a la identificación, detención o juzgamiento del
autor de los hechos, o de la posible existencia de una relación entre la víctima
y su victimario.

60
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

Ubicar a la fuerza pública en las mismas condiciones que la población civil y


considerarla como una víctima del conflicto armado con los mismos derechos
que otorga la Ley es un punto que genera eminentes confrontaciones con las
organizaciones defensoras de derechos humanos y de víctimas. La objeción que
manifiestan es que los miembros de la fuerza pública no pueden hacer arte y
parte, toda vez que en algunos casos los daños causados a la población civil han
sido ejecutados por la misma fuerza pública y, en muchos otros, han contado
con su complicidad.

También se aduce que las muertes en combate son efecto de operaciones mili-
tares que hacen parte de sus funciones como actor legítimo en el conflicto arma-
do y porque la fuerza pública ha participado y ejercido prácticas de represión
sobre individuos o grupos víctimas de crímenes en distintas regiones del país.
Paradójicamente, en el proceso investigativo que produjo el informe de Trujillo
no se adelantó ningún trabajo con miembros de las fuerzas militares, que en
este caso jugaron, según la misma cmh, el papel de víctimas por una emboscada
producida por la guerrilla; aspecto con el cual quedó inconclusa una lectura de
la posición de este grupo frente a lo precisado sobre la caracterización de las
víctimas en la ley.

En relación con los derechos de las víctimas frente a la administración de


justicia (Artículo 37), la ley dispone que es el Estado la institución que tiene la
obligación de garantizar su cumplimiento en términos de:

1. Recibir durante todo el procedimiento un trato humano digno.

2. A la protección de su intimidad y garantía de su seguridad, la de sus


familiares y testigos a favor, cuando quiera que resulten amenazadas.

3. A una pronta e integral reparación de los daños sufridos, a cargo del au-
tor o partícipe del delito.

4. A ser oídas y a que se les facilite el aporte de pruebas.

5. A recibir desde el primer contacto con las autoridades, y en los términos


establecidos en el Código de Procedimiento Penal, información pertinen-
te para la protección de sus intereses, y a conocer la verdad de los hechos
que conforman las circunstancias del delito del cual han sido víctimas.

6. A ser informadas sobre la decisión definitiva relativa a la persecución


penal y a interponer los recursos cuando ello hubiere lugar.

61
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

7. A ser asistidas durante el juicio por un abogado de confianza o por la


Procuraduría Judicial de que trata la presente ley.

8. A recibir asistencia integral para su recuperación.

9. A ser asistidas gratuitamente por un traductor o intérprete, en el evento


de no conocer el idioma, o de no poder percibir el lenguaje a través de los
órganos de los sentidos (Ley 975, 2005, p. 21).

La caracterización de las víctimas desde esta serie de criterios sugiere la


existencia de un proceso continuo de vulneración de sus derechos; por tanto,
encontramos un doble juego en relación con las garantías a las víctimas. En
primer lugar, las víctimas del paramilitarismo son excluidas de las prácticas
judiciales, que pueden ser entendidas como la forma en que son construidas
socialmente las responsabilidades, los castigos, el juzgamiento y la reparación
frente a faltas Foucault (1992). Las “versiones libres” implementadas por la Ley
de Justicia y Paz se constituyen en el mecanismo mediante el cual al victimario
se le libra de la confesión con alcance penal y se propicia una confesión en la
perspectiva del perdón y la reconciliación, sin repercusión en el pago de penas
que le corresponden si fuese juzgado por la justicia ordinaria. Desde esta pers-
pectiva, tanto la víctima como el victimario son ubicados en el “postconflicto”,
lugar proferido desde la Política de Seguridad Democrática.

En segundo lugar, con los procesos de extradición y la práctica de la versión


libre, tampoco existe la posibilidad de aporte de pruebas, o de conocer la ver-
dad de los hechos que conforman las circunstancias del delito del cual han sido
víctimas. En la versión libre el victimario dice lo que tiene a bien decir, respon-
de a las preguntas que hace un abogado delegado por la Fiscalía, que según los
testimonios de las mismas víctimas que han asistido a las versiones libres son
reelaboradas de acuerdo con el criterio del profesional y que generalmente se
refieren al lugar de ubicación del familiar asesinado y desparecido. En estas
condiciones el victimario no da cuenta ni de los móviles, ni de las circunstan-
cias, esa parte de la verdad no se conocerá y por efecto de las negociaciones en
Santa Fé de Ralito tampoco recibe la pena que le corresponde por el cargo de
homicidio. Así, el doble juego consiste en que inicialmente la justicia promete
unas garantías a las víctimas, pero después desde la misma ley vulnera estas
garantías

En tercer lugar, el Estado asegura a las víctimas protección de su intimidad,


garantía de su seguridad, la de sus familiares y testigos, cuando quiera que
resulten amenazados; aspecto que expresa que las víctimas son susceptibles

62
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

de ser “revictimizadas”7, tal como ha sucedido en un buen número de casos


en los cuales se adelanta un proceso sistemático de persecución, que expresa la
ausencia de la garantía de seguridad y la violación a la intimidad, evidenciadas
mediante la confiscación de correspondencia, seguimiento a correos electróni-
cos, consulta de documentos personales, interceptaciones telefónicas o segui-
mientos ilegales o búsqueda selectiva en bases de datos, por la cuales fueron (y
son) afectados varios sectores sociales por razones políticas o económicas8, que
en la mayoría de los casos implican el desencadenamiento de nuevos crímenes.

De igual modo ocurre con la reparación, pues si bien en la Ley 975 están
estipulados algunos elementos que constituirían una garantía a este derecho,
lo que se ha evidenciado a partir de los procesos judiciales adelantados en el
marco de Justicia y Paz es que existen vacios jurídicos que no han facilitado
el cumplimiento de este9. Sucede lo mismo con el derecho a que las víctimas
sean oídas y a que sea facilitado el aporte de pruebas, pues lo que indican las
versiones libres y los juicios es que sus testimonios se hallan excluidos del pro-
ceso; por lo tanto, en las indagatorias las víctimas se encuentran en un lugar se-
parado del auditorio y deben realizar preguntas o réplicas por medio de notas
escritas que son escogidas, y así se evita la confrontación directa y se privilegia
la versión del victimario, como se señaló anteriormente.

Otro factor que ha contribuido con la revictimización (concepto que será ex-
plicado más adelante) está relacionado con las controversias que ha suscitado
la tan discutida Ley de Víctimas, que en la Ley de Justicia y Paz aparece como
garantía, pero que en las prácticas judiciales se trata de disminuir su alcance,
principalmente cuando se refiere a la restitución de tierras. No hay que olvidar
que tales discusiones se adelantan desde el 2007 y que solo hasta mediados del
2011 fue promulgada, pero que a la fecha no ha mostrado efectividad y viabili-
dad para superar esta problemática.

En síntesis, la inclusión de los miembros de la fuerza pública como víc-


timas ‒a pesar de las confrontaciones‒ la implementación de las versiones li-
bres –producto de las negociaciones de Santa Fe de Ralito‒, la extradición de

7 La revictimización es un concepto elaborado desde las organizaciones de víctimas y defensoras


de derechos humanos.
8 Los avances actuales de la Fiscalía muestran que varios funcionarios públicos como Magistra-
dos de la Corte Suprema de Justicia, políticos y periodistas han sido víctimas de seguimientos
e interceptaciones ilegales por parte del Departamento Administrativo de Seguridad Nacional,
que apuntan a la responsabilidad de la más alta cúpula de la Presidencia, durante los dos últi-
mos periodos presidenciales del país, anteriores al actual.
9 Podría decirse que con la Ley de Víctimas se marca un posible camino para la contemplación
de la Reparación como un derecho que debe ser garantizado por el Estado colombiano.

63
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

paramilitares y los procesos de revictimización se constituyen en algunas de las


principales estrategias para configurar a un sujeto que se denomina víctima del
conflicto armado. Por su parte, las organizaciones de víctimas no asumen esta
nominación, se designan víctimas de crímenes de lesa humanidad y/o víctimas
de crímenes de Estado.

La cmh critica de manera vehemente el anclaje en el dolor por parte de las


víctimas de Trujillo; no obstante, podemos aventurar dos afirmaciones: el mis-
mo Estado colombiano, tal y como ha sido demostrado en líneas anteriores,
promueve y actúa muchas veces en función de revictimizar; en contraposición,
las organizaciones asumen esta condición como parte de sus banderas políticas.

Las víctimas de Trujillo

En el informe de la cmh se reconocen como víctimas de Trujillo tanto a las


personas asesinadas antes, durante y después de la masacre, como a las bajas
de la fuerza pública10, por efecto de las acciones de violencia de la guerrilla a
sus tropas, en medio de operaciones de inteligencia que realizaban en esta re-
gión, en las que quedó comprometido un grupo de civiles11 que trabajaban allí.

La Comisión de Memoria Histórica caracteriza a las personas asesinadas an-


tes, durante y después de la masacre en Trujillo según el género, la edad, las
labores que desempeñaban o la profesión: el 91,4% corresponde a hombres; el
8,6%, a mujeres; en el primer grupo se ubica un 51% de adultos entre los 26 y 45
años, y un 32,9% de adultos jóvenes entre los 18 y 25 años; estos son en su ma-
yoría campesinos o jornaleros y comerciantes pequeños o dirigentes políticos,
inspectores de Policía, trabajadores de la salud y líderes religiosos. El segundo
grupo es poco representativo, pues cuenta con un total de 21 mujeres asesina-
das según el grado de parentesco o lazos de consanguinidad con las víctimas
hombres, por ser emblemas de identidades colectivas, constituir identidades
transitivas o, en algún caso, por su papel transgresor de los roles estereotipados
a su condición de género.

Las víctimas son aquellas personas que hayan sufrido o sufran desaparicio-
nes forzadas, detenciones arbitrarias, torturas, homicidios selectivos y masa-
cres de forma sistemática y generalizada, a manos de estructuras criminales de
los narcotraficantes (Diego Montoya y Henry Loaiza) y fuerzas de seguridad

10 A esta referencia, la Comisión presenta la versión dada por el Ejército, mostrando las tensiones
con la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz frente a las características de las acciones de
violencia y la identificación de las víctimas.
11 En el informe no se determina quiénes fueron esos civiles.

64
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

del Estado como la Policía y el Ejército, según la cmh, llevadas a cabo a través de
un acuerdo regional y temporal, en correspondencia con el designio criminal
de la contrainsurgencia.

Otro de los aspectos que caracteriza al sujeto-víctima es su condición de ano-


nimato frente a la opinión pública y los medios de comunicación. Se trata de
víctimas-anónimas que hacen parte del funcionamiento de la sociedad colom-
biana en la vida cotidiana comunitaria, y a la vez son los nodos que conectan e
integran las redes sociales en el nivel local. “Las víctimas de Trujillo son en su
mayoría hombres y mujeres del común, que aunque invaluables en el engra-
naje de la cotidianidad de la vida comunitaria, son seres casi anónimos para la
opinión pública y los medios de comunicación” (cmh, 2008, p. 66). A partir de
esta caracterización, se configura el sujeto-víctima desde dos lugares distintos y
contradictorios: su condición de vulnerabilidad y como guardián de la memo-
ria. El primero se halla relacionado con una condición de inocencia, desprotec-
ción, indefensión y humildad; desde este, las víctimas se enfrentan a la ruptura
de sus lazos sociales y no advierten la irracionalidad a la que son sometidas:
“los victimarios van cerrando el círculo de la vulnerabilidad extrema y el esta-
do de indefensión total de sus víctimas” (cmh, 2008, p. 79) rompe algún vínculo
afectivo existente entre ellas.

Según la cmh, la población de Trujillo pasa a una nueva victimización, atri-


buida a la desmemoria nacional, como característica de eventos ocurridos como
el de Trujillo, así como a los compromisos inacabados que tiene el Estado con
la población local, a la amenaza en la cual vive la memoria de las víctimas al
verse obligadas a suspender el duelo público y a la puesta en sospecha a la que
son expuestos los reclamos de las víctimas y sus allegados, criminalizándolas
al designarlas como favorecedoras de la guerrilla. Paradójicamente, ninguna de
las anteriores características le es propia a la fuerza pública.

La cmh usa el concepto de nueva victimización para referirse a las prácticas


de exterminio sobre las víctimas de Trujillo y encuentra como causas la “des-
memoria nacional” y el incumplimiento por parte del Estado colombiano para
con la población victimizada. Para las organizaciones defensoras de derechos
humanos y de víctimas, estas prácticas sistemáticas son crímenes de lesa hu-
manidad y crímenes de Estado. La sistematicidad en la persecución política,
los asesinatos selectivos, las ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias,
desaparición forzada y torturas, entre otros, reconfirman a las víctimas una
nueva posibilidad de exterminio.

Estas reiteraciones o “acción sobre acción”, como lo denomina Foucault, le-


gitima la condición del sujeto víctima: “una relación de violencia actúa sobre

65
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

un cuerpo o sobre cosas; fuerza, somete, descoyunta en la rueda, destruye o


cierra la puerta a todas las posibilidades. Su polo opuesto solamente puede ser
la pasividad y si se enfrenta con alguna resistencia, no tiene otra opción que el
tratar de minimizarla” (Foucault, 1991, p. 84). Aunque parezca obvio, solo las
víctimas pueden ser revictimizadas, y se podría afirmar que esta es una de las
condiciones que se necesita para reprimir las demandas de este sector social.

El segundo lugar desde el cual la Comisión de Memoria Histórica define al


sujeto-víctima de Trujillo se refiere al trabajo que estas personas realizan como
guardianes de la memoria, mediante acciones sociales como la denuncia, la
organización, las movilizaciones y múltiples manifestaciones de solidaridad,
resistencia y puesta en juego de estrategias de memoria. La cmh señala cuatro
dimensiones en este proceso: una de ellas es la denuncia, vista como la primera
forma y registro del recuerdo que realizan las víctimas; otra es la recolección
de testimonios, pruebas e informaciones, en vía a la materialización de los pro-
cesos, a través de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz (cijp) bajo
la tutela del padre Javier Giraldo. Una tercera dimensión es la proyección de la
memoria de las víctimas más allá del espacio local, integrándose al Movimiento
de Víctimas de Crímenes de Estado a nivel nacional e internacional, desde un
trabajo social y político. Como cuarta dimensión de los trabajos de memoria, la
cmh menciona la transición de una comunidad de duelo a una comunidad de
derechos, como parte de las estrategias de supervivencia y de resistencia.

La cmh también enuncia que las “batallas por la memoria” no sólo se producen
en las instancias judiciales, “la memoria se traduce igualmente en un proceso
organizativo entre y para las víctimas […] se inicia un proceso de recuperación
de la confianza, de fortalecimiento de la cohesión interna de las víctimas, en
suma, la creación de una comunidad de duelo que asume por sí misma tareas
básicas de reparación” (2008, p. 24), que además cuenta con una red de apoyo
social de afavit y de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. Para la
Comisión, la memoria es considerada un dispositivo que les permite a las víc-
timas asumir un papel activo en los procesos de justicia y reparación. Estos tra-
bajos de memoria posibilitan el paso de víctimas individualizadas a “víctimas
organizadas, víctimas-ciudadanos, creadoras de memorias ciudadanas” (cmh,
2008, p. 28). La violencia se configura como un mecanismo que, si bien genera
efectos devastadores en las poblaciones, crea movilización y liderazgo.

Con todo esto, podría afirmarse que las víctimas de Trujillo son constituidas
en sujetos, por un lado, a partir de la continua reiteración victimizante que ope-
ra sobre estas y, por otro, mediante la puesta en marcha de procesos de cons-
trucción de memorias que, dice la Comisión, se hallan amenazadas. A partir de
lo anterior, se expresa la ejecución de acciones sobre otras acciones (Foucault,

66
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

1991) que pueden ser analizadas desde dos planos: el proceso de victimización
que afecta a las víctimas de Trujillo y la definición de la Comisión de Memoria
Histórica como un proceso continuo. Cerrar el círculo de vulnerabilidad, per-
cibir la desmemoria nacional, evidenciar compromisos inacabados del Estado,
la postergación del duelo público (cmh, 2008) son actos que generan múltiples
procesos de revictimización e impunidad.

Una práctica reiterativa sobre la población de Trujillo es lo que llama la cmh


“el terror difuso”, que tiene como características una continuidad en el tiempo,
pero con discontinuidad espacial que se expresa en la ejecución de homicidios
selectivos de manera individual, sumado el anonimato frente a la opinión pú-
blica de las víctimas, pero también a su desconocimiento cuando son efectuados
en otras regiones apartadas del lugar de nacimiento o residencia. En el terror
difuso se emplean como mecanismos la desaparición forzada, la evisceración
de los cadáveres, el descuartizamiento y las mutilaciones; por tanto, se ejerce
“una acción sobre otra acción, sobre acciones existentes o sobre aquellas que
pueden surgir en el presente o en el futuro […] [de lo que se trata es de] guiar a
otros (mediante mecanismos de coerción que son estrictos en grado variable)”
(Foucault, 1991, pp. 84-85).

De esta manera, se expresa “una acción sobre acción” (Foucault, 1991) en la


medida en que, además de la masacre, el cúmulo de este tipo de acontecimien-
tos violentos es una estrategia que dificulta la relación entre “los hechos de
violencia” y ocultan el carácter colectivo de la violencia, generan invisibilidad
a las víctimas y pérdida de identidad (chm, 2008). Este modo de terror es pro-
pagado como un rumor entre los habitantes, que cobra veracidad debido a la
exposición de cadáveres que flotan en el río Cauca, y que logran una mayor
circulación en zonas alejadas del municipio por donde pasa el río.

La cmh cuando se refiere a estas prácticas sistemáticas las denomina como


“hechos de violencia” o “hechos centrales” de Trujillo (desapariciones forza-
das, homicidios selectivos, lesiones y masacres), pero no hace uso de lo estipu-
lado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el Derecho Inter-
nacional Humanitario, el Código Penal (Ley 589/2000) y otras disposiciones, en
las cuales estas acciones se tipifican como crimen o delito. Nominarlas como
“hechos violentos” destituye la dimensión penal que conllevan estos crímenes
y alimentan la revictimización –acción sobre acción‒, al localizarlas fuera del
plano judicial. Aunque la Comisión se encarga de la verdad histórica, no debe
excluirse una apuesta por la búsqueda de la justicia.

Estas prácticas sistemáticas de violencia sobre un sector social específico, eje-


cutadas por el paramilitarismo, el narcotráfico, la fuerza pública, agentes del

67
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Estado o asesinos a sueldo, escinden a las poblaciones civiles que han sufri-
do las masacres de otros grupos poblacionales y establecen una distinción con
otros sujetos. Este hecho otorga fundamento al régimen que lo crea, es decir,
aparecen separados de otros, bien sea por sus prácticas, por los dominios en los
cuales se desenvuelve o por los saberes que lo determinan. Estas separaciones
en la constitución de sujeto son llamadas por Foucault (1991) como “prácticas
de escisión”.

Un ejemplo de lo anterior es la separación entre el sujeto-víctima y el sujeto-


victimario, debido a los saberes que son establecidos para cada sujeto, los de-
rechos en la Ley que se le otorgan a cada uno y el reconocimiento en el ámbito
público al hecho de que ser víctima es distinto a ser victimario. Otro modo de
objetivación implica el reconocimiento de sí mismo como sujeto, en este caso
víctima. Las prácticas de escisión se convierten en dispositivos para ejercer ac-
ciones sobre los sujetos-víctimas, siendo posibles debido a la pérdida de dere-
chos que los sujetos enfrentan y, en este sentido, se vuelven objeto de política a
través de la consecución de múltiples relaciones de poder.

Las relaciones de poder deben ser entendidas como “una forma en la que
ciertas acciones modifican otras” (Foucault, 1991, p. 83). El poder “es una es-
tructura total de acciones llevada a actuar sobre otras acciones posibles; incita,
seduce, vuelve más fácil o más difícil […] es siempre una manera de actuar
sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de su actuación o de su capacidad
de acción. Un juego de acciones sobre otras” (p. 85). En tanto, la constitución
del sujeto-víctima pasa por el ejercicio de una forma de poder que, en todo
caso, produce resistencia; esta forma de poder crea sujetos, en el sentido de
sujeción a alguien por control o de vinculación a su identidad por un autoco-
nocimiento, para individualizar o totalizar sus acciones, comportamientos o
representaciones.

La nueva victimización desde la política oficial le otorga a las víctimas “de-


rechos especiales” en contraprestación por los que permanentemente le son
vulnerados, negados o los han perdido; así, se convierte en sujeto de derecho
a la verdad, la justicia y a la reparación. Estas contraprestaciones lo hacen “di-
ferente” de los otros sujetos de derecho, y permite así que se escinda de los
demás. Según Foucault, las prácticas de escisión separan a los sujetos de otros y
este proceso lo objetiviza (1991, p. 52). La escisión de las víctimas de los demás
sujetos de derecho por efecto de la vulneración o pérdida de sus derechos tiene
costos muy altos, las excluye de ser resarcidas por la justicia ordinaria, específi-
camente en lo que se refiere a la penalización de las acciones de sus victimarios.
Por ser víctimas requieren un trato especial, pero ese tratamiento muchas veces
va en menoscabo de las acciones de justicia.

68
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

Las víctimas como sujetos de derecho

Para la cnrr la víctima es definida sujeto de derecho del proceso de reconcilia-


ción. La reconciliación es el horizonte de la política oficial que contiene cuatro
principios esenciales dentro del mandato ético: la transparencia, la integridad,
la independencia y la autonomía, y dentro de su mandato legal este horizonte
está relacionado con los fines últimos de la Comisión correspondientes a cerrar
las heridas y crear las bases de una paz duradera de cara al futuro. Entre las ac-
tividades adelantadas por la Comisión en esa vía está la definición de los tipos
de victimización y del universo de las víctimas, en donde las políticas que se
emprendan contemplarán las diferencias de género, edad y etnia, de acuerdo
con la diversidad de la población.

Cuando la cnrr alude a las víctimas como sujetos de derecho se pretende


hacer una distinción con la visión de receptoras pasivas de políticas y acciones
de reparación, haciendo uso del Derecho Internacional Humanitario para reco-
nocer como aspectos primordiales en estos procesos el escuchar a las víctimas y
realizar un ejercicio de dignificación de las mismas. De este modo, se menciona
constantemente la necesidad de su participación en los procesos de construc-
ción de verdad y se resalta su centralidad, tanto en los procesos que son adelan-
tados por la Comisión, como en la agenda pública del país.

Se considera a las víctimas como sujetos de derecho en la medida en que han


perdido los derechos otorgados en la Ley 975 (de acuerdo con lo desarrollado
en el anterior apartado), pero a través de esta misma y de las acciones promovi-
das por la cnrr y el grupo de mh adquieren otros derechos que les son propios:
derecho a la verdad, derecho a la justicia y derecho a la reparación. Vale decir
que, siempre y cuando se logren garantizar de manera efectiva estos derechos,
podrá alcanzarse la reconciliación nacional.

Víctima como sujeto con derecho a la verdad

La categoría de verdad para la Comisión aparece ligada a la justicia, la repa-


ración y la reconciliación, como parte de los ejes centrales de una política inte-
gral de atención a las víctimas siguiendo el marco establecido por el Derecho
Internacional Humanitario. Se hace referencia a la verdad histórica y fáctica
(judicial), siendo la primera la que orienta el trabajo desarrollado por la Comi-
sión. En cuanto a la verdad fáctica, serán las autoridades judiciales las que se
encarguen de los procesos que esta conlleve, aunque la Comisión propicie la
participación de las víctimas en la aclaración de la verdad.

69
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

[…] la reconstrucción de la verdad, tanto fáctica como histórica, cons-


tituirá uno de los ejes centrales del trabajo de la Comisión. Para tal
efecto y ateniéndonos al texto de la Ley, es indispensable diferenciar
la verdad judicial de la verdad histórica. La primera constituye una
tarea central de las autoridades judiciales, aún cuando la Comisión
deberá garantizar la participación activa de las víctimas en el esclare-
cimiento judicial. A la cnrr le corresponde, fundamentalmente, jalo-
nar la segunda. Una y otra, sin embargo, no pueden excluirse y, por el
contrario, deberán alimentarse mutuamente (cnrr, 2006, p. 4).

La cnrr debe adelantar estudios que cuenten con la participación de la socie-


dad, sobre los motivos que produjeron el surgimiento y evolución de los grupos
armados ilegales en el país y del esclarecimiento histórico, la desmovilización y
la reinserción; así mismo, preparar el escenario para la posterior creación de una
Comisión de la Verdad a través de la conservación de los testimonios de las víc-
timas, las recomendaciones al Consejo Superior de la Judicatura y a la Procura-
duría General de la Nación sobre la preservación de los expedientes judiciales y
la construcción de una fuente documental y una sólida base de datos en relación
con la violencia en el país y los efectos causados por este fenómeno.

En la Hoja de Ruta de la Comisión se señala el desafío que esta debe enfren-


tar al generar políticas de verdad, justicia y reparación en medio del conflicto
armado en el que se encuentra el país, siendo esta condición la que dificulta la
creación de una Comisión de la Verdad, tal y como ha sucedido en otros con-
textos internacionales.

La cnrr no es, propiamente, una Comisión de la Verdad aún cuando


una de sus funciones va a ser la de crear las condiciones más propicias
para el impulso de una futura Comisión de la Verdad. No obstante
esta limitación, el resto de las funciones de la Comisión coinciden con
las tareas, que en mayor o menor medida, se le han asignado históri-
camente a este tipo de instituciones. La principal diferencia radica en
el hecho de que estas comisiones fueron creadas una vez terminadas
las dictaduras militares, las guerras civiles o el Apartheid, mientras
que la cnrr se crea en un período en el cual sólo están madurando las
condiciones para la superación del conflicto armado que afecta al país.
Llevar a cabo una política de verdad, justicia y reparación en medio
del conflicto será, sin duda, el mayor desafío que deberá enfrentar la
cnrr (cnrr, 2006, p. 1).

La “verdad” en la Ley 975 se registra como un derecho inalienable, pleno y


efectivo que resulta del proceso de reconciliación nacional que esta pretende

70
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

propiciar, encaminado a conocer la realidad sobre los delitos perpetrados por


grupos armados organizados al margen de la ley y el paradero de las víctimas de
secuestro y desaparición forzada. Las investigaciones y procesos judiciales deben
impulsar la investigación de lo ocurrido a las víctimas de esas conductas de-
lictivas y permitir la información a sus familiares. Estas investigaciones forman
parte del esclarecimiento de la verdad (Artículo 15) del que debe hacerse cargo la
Unidad Nacional de Fiscalía para la Justicia y la Paz fundada en esta ley, con el
apoyo del grupo especializado de policía judicial. Esto con el fin de estudiar las
circunstancias de tiempo, modo y lugar en el que se efectuaron las conductas pu-
nibles; las condiciones de vida, sociales, familiares e individuales del imputado
o acusado y su conducta anterior; los antecedentes judiciales y de policía, y los
daños que haya causado de forma directa a las víctimas.

La Fiscalía General de la Nación debe propender por la protección de las víc-


timas, los testigos y los peritos que hagan parte del juicio, mientras que los que
hagan parte de la defensa serán responsabilidad de la Defensoría del Pueblo.
Por su parte, será obligación del Consejo Superior de la Judicatura la protec-
ción de los magistrados de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial que
hagan parte del juzgamiento. Los procesos judiciales que surjan, partiendo de
lo establecido en la ley, no imposibilitarán que puedan ser implementados en el
futuro otros mecanismos no judiciales de reconstrucción de la verdad.

Como principio del derecho a la verdad se hallan las medidas de preserva-


ción de los archivos, cuya responsabilidad recaerá en los órganos judiciales que
los tengan a su cargo. Por su parte, la Procuraduría General de la Nación debe
crear medidas para impedir el robo, el daño, deterioro o la alteración de los
archivos en aras a la impunidad. Por consiguiente, se deben generar estrategias
para permitir el acceso a estos archivos, de manera prioritaria al interés de las
víctimas y de sus familiares, con el ánimo de defender sus derechos. Así mis-
mo, se podrá acceder a estos con fines de investigación histórica, guardando
precaución con el derecho a la intimidad de las víctimas de violencia sexual y
de las niñas, niños y adolescentes víctimas de los grupos armados al margen
de la ley, para evitar así más daños o peligros para la seguridad de víctimas,
testigos o familiares.

Se establecen unos lugares de la verdad que serían insumos para la memoria


del conflicto armado, como constitutivos de los mecanismos enunciativos de la
verdad, relacionados con las instituciones encargadas de conservar las fuentes.
Tal es el caso de la Unidad Nacional de Fiscalía para la Justicia y la Paz o de la
Procuraduría General de la Nación (donde reposa la verdad de los hechos ocu-
rridos). Las formas de saber discurren en dos planos: por un lado, se percibe la
distinción entre la verdad fáctica y la verdad histórica; esta última prescinde de

71
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

las discusiones teóricas-jurídicas nacionales e internacionales al respecto12. Por


otro lado, la verdad como derecho de las víctimas.

Verdad Histórica

En el concepto de verdad histórica al interior del marco normativo de los dere-


chos humanos, expresado en la lógica de la violación a los derechos humanos
que son responsabilidad de los Estados, es concebido como un derecho lo si-
guiente: “las personas tienen derecho a la verdad o a saber lo que ocurrió […]
[El cual tiene] un doble alcance: la víctima y sus familiares, de un lado, y la
sociedad y el colectivo, del otro” (Rincón, 2005, p. 335). La víctima es la primera
persona que tiene el derecho a saber quiénes fueron los responsables de lo que
sucedió, es decir, de las acciones de sus victimarios, y por qué le causaron daño;
además, tienen derecho a que el relato de su experiencia de daño sea conocido y
escuchado. Al mismo tiempo este último configura un avance en la producción
del relato colectivo. En este sentido:

El derecho al esclarecimiento de lo sucedido involucra no sólo a la


víctima –a su propio relato de lo experimentado por ella y a sus pre-
guntas–, sino, también, a los victimarios y a la sociedad como un todo.
Pero los involucra –y esto es lo fundamental– a partir del relato de la
experiencia de la propia víctima. Esto significa que el relato colectivo
–la verdad histórica que la sociedad establece– no está determinado
por la versión del victimario, ni por la versión que la sociedad pueda
hacer, aislada de la víctima –muchas veces, en calidad de mera espec-
tadora–, de los hechos (Rincón, 2005, p. 337).

La verdad histórica se halla articulada por el relato de la experiencia vivida


por la víctima. Desde el sistema normativo de los derechos humanos, este relato
es definitorio de la verdad histórica que la sociedad elabora y comprende, por
dos cuestiones: la primera se refiere a que las víctimas son concebidas como su-
jetos de derecho (del Derecho Internacional de los Derechos Humanos), lo que
indica que el relato de la víctima y esta misma son autorizados para interpelar,
reclamar y silenciar al Estado, pues han adquirido plena autonomía frente a
los tribunales internacionales de derechos humanos. La segunda hace alusión

12 En el terreno jurídico las discusiones y conceptualización sobre la verdad histórica ubican


dicho concepto en el contexto normativo delimitado a partir de las sentencias de la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, que deriva su uso (que se determina por este contexto).
Colombia en los procesos judiciales acepta la competencia de este tribunal y por lo tanto la
Ley de Justicia y Paz debería asumir el contenido o significado de este concepto y la autoridad
de quien establece la verdad histórica que ha sido definido allí.Ver: Rincón Covelli, Tatiana.
Estudios socio-jurídicos, Bogotá (Colombia), 7 (Número especial): 331-354, agosto de 2005.

72
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

a que las violaciones de derechos humanos por parte del Estado13 son estableci-
das por dichos tribunales como la Corte Interamericana y cuyas sentencias van
proporcionando el contenido de los derechos. En el trabajo adelantado por la
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, en manos de la Comisión de
Memoria Histórica, se indica que se trata es de una práctica de reconstrucción
de acontecimientos vinculados al nacimiento y desarrollo de los grupos arma-
dos al margen de la ley y los procesos de desvinculación. Según lo determinado
por la Ley 975 las funciones que dicha Comisión deberá cumplir están en el
orden de la verdad histórica, que claramente y como se mostró en los apartados
anteriores desconoce el sistema normativo de derechos humanos desde donde
se estipula el contenido de este derecho.

En este plano, en el caso de los procesos judiciales adelantados bajo el marco


que brinda la Ley de Justicia y Paz, el discurso que se presenta sobre la verdad
es de carácter prescriptivo, es decir, se determinan regímenes de verdad alre-
dedor de los hechos. En esta medida, ya no se opera sobre la demostración o la
prueba, sino a través de la puesta en juego del testimonio (del victimario) que
surge de las versiones libres, del recuerdo y en cierta medida sobre la indaga-
ción de las instancias encargadas para ello. El establecimiento de dichos regí-
menes, desde la verdad histórica, no actúa para emprender procesos judiciales
o penales a fin de establecer una sentencia, sino en vías de la reparación, pero
más aún de la reconciliación nacional, con lo cual queda subsumida a otros
derechos, incluso cuando esta deba ser reconocida y considerada como un de-
recho autónomo.

Verdad como derecho de las víctimas

En otro plano, la verdad es vista como un derecho adquirido por las víctimas
y promovido por el proceso de reconciliación que pretende generar la ley a
través de estudios que giran alrededor del cuándo, cómo y dónde. No se con-
templa como lugar de la verdad el estudio del porqué o para qué se generaron
estos sucesos violentos o las condiciones de violencia generalizada en el país;
tampoco se toman en cuenta los testimonios de las víctimas que podrían con-
formar el archivo que estima la Ley y la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación. El esclarecimiento de la verdad se realiza mediante el mecanis-
mo de análisis del testimonio y la investigación, relegando en gran medida al
testigo (víctima) sus razones y reclamos.

13 Se entiende por violación de derechos por parte del Estado cuando éste es el directamente res-
ponsable de hechos de violencia, sea por acción u omisión y cuando no presupone las garantías
de protección de estos derechos.

73
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

En la ley se disponen las condiciones para que se consolide un tipo de verdad


equivalente con la memoria, por medio de la cual se actúa. La memoria tiene
el papel de actuar en distintos niveles: uno referido al nivel de la justicia, otro
al de la reparación y un tercero al de la reconciliación. La memoria se consti-
tuye por los testimonios que se obtienen en las versiones libres y el trabajo de
indagación. Se crea una red de instituciones que regulan las formas de saber
de la verdad, el acceso, la circulación, la conservación y la comunicación, con lo
cual se genera un tipo de saber que es a la vez político y judicial, y que también
podría configurar formas de poder.

Víctima como sujeto con derecho a la justicia

El otro derecho propio de las víctimas es el de la justicia, siendo percibida


desde la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación a partir de los pa-
trones optados por la comunidad internacional (Argentina, Chile, Perú, Brasil,
El Salvador, Guatemala, Sudáfrica) para superar los conflictos armados, dicta-
duras militares o regímenes de exclusión sucedidos en los últimos tiempos, y
avanzar así hacia la paz, la democracia y la igualdad, sin incurrir en la impuni-
dad total, la cual ha sido nominada como “justicia transicional”.

Según lo determinado por la Ley de Justicia y Paz, son elementos fundamen-


tales para el cumplimiento de la justicia, la desmovilización y el desmantela-
miento de las estructuras financieras y armadas de los grupos armados ilegales,
la entrega de secuestrados, la colaboración en general con los procesos que se
emprendan y la entrega de bienes para las acciones de reparación a las vícti-
mas, de las que se encarga el Fondo para la Reparación. La cnrr deberá encar-
garse de las funciones descritas con respecto a la verdad, en colaboración con la
Procuraduría Judicial para la Justicia y la Paz, y la Unidad de Justicia y Paz de
la Defensoría del Pueblo. Entre dichas funciones se destacan: la participación
de las víctimas en los procesos judiciales, las debidas recomendaciones al Fondo
y la promoción y orientación de las Comisiones Regionales para la Restitución
de Bienes. De las funciones judiciales se harán cargo la Unidad de Justicia y
Paz de la Fiscalía General de la Nación y los Tribunales Superiores de Distrito
Judicial.

El derecho a la justicia se determina en la ley en relación con las investi-


gaciones que se adelanten para permitir la identificación, captura y sanción
de los miembros de grupos armados al margen de la ley que hayan cometido
delitos. Al igual que lo referenciado en la Hoja de Ruta (2006) de la Comisión,
se debe certificar el acceso a los recursos que posibiliten la reparación de los
daños sufridos por las víctimas de esas conductas y evitar la repetición de tales
violaciones.

74
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

Si las prácticas judiciales se entienden como prácticas sociales que ejercen


regulación sobre el comportamiento de los sujetos, y que a su vez propician
el establecimiento de los criterios de sanción, castigo y reparación (Foucault,
1992), en los procesos determinados por la Ley de Justicia y Paz, estas prácticas
prescinden del diálogo colectivo entre los distintos sectores de la sociedad, co-
rrespondiendo a un modelo de estatización de la justicia que se acompaña de
una serie de poderes laterales. En Colombia se hace alusión a la justicia tran-
sicional que ha sido adoptada por países que se encontraban en momentos de
transición democrática y que surgió a finales de los ochenta y comienzos de los
noventa. Entre las dimensiones que cubre este tipo de justicia se encuentran: las
acciones penales, la creación de comisiones de la verdad, los programas de re-
paración, una reforma institucional, entre otras. El horizonte de justicia se halla
aún en un nivel incipiente, pues las prácticas judiciales se establecen, más que
sobre las acciones penales, sobre la reconciliación y en menor medida sobre la
reparación. La justicia aparece ligada a la paz y a la reconciliación como forma
singular y reglamentada de conducir las relaciones entre los sujetos.

Víctima como sujeto con derecho a la reparación

La reparación aparece en la cnrr desde el diseño de diversas iniciativas como


encuestas, encuentros y audiencias que, por una parte, permiten ubicar la di-
versidad de expectativas de las víctimas (teniendo en cuenta la diferencia de
edad, de género, el nivel del daño) sobre las políticas que se ejecuten y, por
otra parte, que generen la restitución, la indemnización, la rehabilitación, la
satisfacción y las garantías de no repetición o revictimización de violaciones a
los derechos humanos, siguiendo las normas nacionales e internacionales sobre
el derecho de las víctimas a la reparación integral en el ámbito individual o
colectivo.

En la ley se estipula que el papel que juegan las Comisiones Regionales para
la restitución de bienes es crucial en este aspecto, así como las medidas suscita-
das por el Fondo para la Reparación de las Víctimas14 que estará bajo la admi-
nistración de Acción Social. Otro de los aspectos importantes que debe encarar
la Comisión es la búsqueda de los desaparecidos, junto con los organismos del
Estado, ONG, asociaciones de víctimas y, en particular, con la Comisión Nacio-
nal de Búsqueda de Personas Desaparecidas, ya que la demanda de estos es un
punto central dentro de sus funciones.

14 El Fondo de Reparación de las Víctimas inició en el 2006, mediante el reglamento interno


expedido por la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional
que regula el funcionamiento y la administración del Fondo.

75
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Por parte de la Ley 975 Artículo 8°, la reparación aparece en tres ámbitos: in-
dividual, simbólica y colectiva. La individual hace referencia a los aspectos con-
signados en la Comisión, es decir, restitución, indemnización, rehabilitación,
satisfacción y garantías de no repetición, haciendo hincapié en las funciones que
debe cumplir dicha institución. La reparación simbólica alude a la preservación
de la memoria histórica15, la no repetición de los sucesos victimizantes, el recono-
cimiento público de estos, el perdón público y la restitución de la dignidad de
las víctimas. La reparación colectiva comporta la reparación psicosocial de las
poblaciones afectadas por la violencia (sistemática). En cualquiera de los tres
ámbitos serán las autoridades judiciales las encargadas de determinar qué tipo
de reparación corresponde según el caso, a partir de lo consignado en la ley.

En el Artículo 23 se hace mención a la reparación integral de los daños cau-


sados por acciones criminales. El incidente de reparación integral será abierto
por el magistrado ponente en la audiencia de la Sala del Tribunal Superior
de Distrito judicial, donde también se declarará la legalidad de la aceptación
de cargos, previa petición de la víctima o del fiscal del caso, o del Ministerio
Público y se convocará a audiencia pública dentro de los cinco días siguientes.
La audiencia iniciará con la intervención de la víctima, su representante legal
o abogado de oficio que enuncie el tipo de reparación que pretende e indique
las pruebas que hará valer para fundamentar sus pretensiones. La Sala estable-
cerá la validez de la solicitud y decidirá si es motivo de reparación, aceptada
la pretensión; posteriormente la dará a conocer al imputado que ha admitido
los cargos y recomendará una conciliación entre los intervinientes. En caso de
haber un acuerdo, su contenido será añadido a la decisión que condena el in-
cidente, de lo contrario ordenará la aplicación de la prueba brindada por las
partes y en el mismo acto fallará; en cualquiera de los dos casos se hará efectiva
la sentencia condenatoria.

En este sentido, la reparación de las víctimas es vista como un derecho que


ha ser garantizado por el Estado con la contribución de los miembros de los
grupos armados que obtengan los beneficios contemplados en esta ley. Dichos
miembros poseen el deber de reparar a las víctimas de todos los hechos delic-
tivos por lo que fueron condenados a través de una sentencia judicial. En caso
de no encontrase el actor directo del suceso, pero de haber sido comprobada
la relación del delito con el grupo armado ilegal que fue beneficiado por la ley,

15 La Preservación de la memoria histórica se consigna en la Ley de Justicia y Paz en el


Capítulo x Conservación de Archivos, en el Artículo 56, Deber de Memoria, donde se de-
termina que el conocimiento de la historia de las causas, su desarrollo y consecuencias de la
acción de los grupos armados al margen de la ley, deberá ser conservado a través de mecanis-
mos óptimos, como parte del deber del Estado.

76
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

la reparación estará a cargo del Fondo de Reparación mediante el dictamen


efectuado por el tribunal directamente o por remisión de la Unidad de Fiscalía.

Finalmente, la reconciliación se erige como el horizonte o mandato ético de


la cnrr basado en los principios de transparencia, integridad, independencia y
autonomía mencionados anteriormente. Lo que busca la Comisión es generar
la participación de todos los colombianos para construir un “modelo colom-
biano de reparación y reconciliación” en el marco del conflicto armado. Dicho
horizonte, dice la Comisión, facilitará cerrar las heridas de lo causado por la
violencia en el marco del presente conflicto armado que vive el país; aspecto
que permite unir esfuerzos para alcanzar la paz en Colombia y la reconciliación
nacional. A partir de la puesta en juego de los derechos a la verdad, la justicia y
la reparación que les son exclusivos a los sujetos víctimas se derivará el proceso
de reconciliación.

La memoria y el sujeto para la Comisión de Memoria Histórica

Como se ha evidenciado en este capítulo, la cmh en el desarrollo de su pro-


ducción sobre la Masacre de Trujillo establece diferentes nominaciones sobre
la memoria y genera la constitución discursiva de un sujeto particular. Por ello,
a continuación se presenta, como cierre, una síntesis de las concepciones sobre
estas categorías. En primera medida, al realizar un ejercicio relacional entre las
nominaciones de memoria propuestas por la Comisión (memoria social, memo-
ria colectiva y memoria mediada), se pudo establecer que existen algunos pun-
tos en común que las hacen semejantes. Tanto la memoria social referida a los
modos en que las víctimas o testigos recuerdan, simbolizan e interpretan los su-
cesos del pasado, como la memoria colectiva y la memoria mediada ponderan
el sentido que la población de Trujillo le otorga a dichos sucesos. Los procesos
de reconstrucción de memoria, afirma la Comisión, orientan las perspectivas de
futuro que dichas comunidades generan de manera conjunta.

También es posible determinar diferencias y énfasis particulares en cada una


de ellas. Por un lado, la memoria social se encuentra ligada a los hilos narrati-
vos, que señalarían la matriz hegemónica en las narraciones, desde los cuales
las víctimas además de proveer significación a los acontecimientos, exploran
sus impactos en el medio social. Por el otro, los recuerdos, están enmarcados
por las memorias colectivas producto de la influencia de diversas mediaciones;
desde esta memoria opera una jerarquización de las víctimas en función de su
reconocimiento y labor social y está presente de manera continua la visibiliza-
ción de la acción represiva.

77
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

En este sentido, se expresa un nivel de confrontación entre estas nominacio-


nes que van delimitando los alcances políticos de esta institución. Cuando la
Comisión hace alusión a los hilos narrativos que componen la memoria social,
cuya organización es planteada desde tres estructuras narrativas ‒el reconoci-
miento del dolor, la elaboración del duelo y el horizonte de verdad, justicia y
reparación‒ resalta de forma reiterativa el anclaje en el dolor, la fragilidad de
estas memorias y su ritualización en el ámbito de la impunidad, aunque mani-
fieste la resistencia al olvido que las víctimas ejercen. Mientras que al referirse
a la memoria colectiva en relación con los procesos de mediación, si bien plan-
tea que algunas organizaciones acompañantes construyen versiones que han
sido impuestas en la población, recurre continuamente a esta categoría en aras
de ubicar estos procesos de memoria en el plano de la reconciliación a través de
una medicación que no propicie una memoria herida o del sufrimiento.

A partir de una mirada analítica a la categoría de mediación, que como se ha


insistido permanentemente no presenta una conceptualización, se reconoce el
distanciamiento con la de emprendedores de memoria trabajada por Elizabeth
Jelin, la cual hace mención a los agentes que intervienen e intentan delimitar
el campo de las luchas por las memorias. El emprendimiento de estos agentes
es colectivo, y se pretende promover la participación y la puesta en marcha
de acciones organizadas por parte de las comunidades, además de una tarea
personal en su proceso. Dice Jelin (2002) que “el emprendedor es un generador
de proyectos, de nuevas expresiones, de creatividad ‒más que de repeticiones‒.
La noción remite también a la existencia de una organización social ligada al
proyecto de memoria” (p. 48), que en algunos casos podría suponer una jerar-
quización social o división de tareas dirigidas por dichos emprendedores.

En los escenarios conflictivos, la acción de estos implica el uso público y po-


lítico de la memoria. El primero se entiende por la necesidad de llevar a esferas
más amplias las versiones sobre el pasado construido colectivamente y pro-
ducir un efecto en la sociedad; el segundo uso alude a la pretensión de lograr
el reconocimiento de dichas versiones en el escenario público y legitimarlas
políticamente, lo que provoca múltiples disputas y tensiones. Por último, se
entiende en el orden de esta perspectiva teórica el uso ejemplar de la memoria
que sugiere de qué manera “el recuerdo se convierte en ejemplo que permite
aprendizajes y el pasado se convierte en principio de acción para el presente”
(Jelin, 2002, p. 50).

En la categoría de mediación y mediadores propuesta por la cmh, el carácter


político tiene que ver con la fijación de aprioris de acuerdo con ideologías polí-
ticas o sociales; es decir, se deciden los puntos de llegada antes de emprender
el proceso, pretendiendo buscar la justicia y evitar la impunidad, que desde

78
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

la lectura de la Comisión16 continúa con la victimización. Sin embargo, reto-


mando la postura de Jelin, las organizaciones acompañantes en Trujillo (afa-
vit, la Comisión de Justicia y Paz y los jóvenes de la Orden Perdida) podrían
considerarse emprendedores de memoria desde el marco que proporciona esta
categoría en relación con el uso público y político que realizan de la memoria,
donde algunos de sus propósitos están encaminados a producir cambios en el
contenido y el significado de la “historia oficial” y hacer públicos los relatos
que han sido visibilizados o silenciados. Cabe anotar que el tratamiento a los
procesos de memoria generados por las organizaciones sociales será abordado
en el tercer capítulo.

En cuanto a la concepción de sujeto, en la Ley 975 de Justicia y Paz y en la hoja


de ruta de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación se evidencia su
emergencia a través de unos modos de objetivación: un tipo de prácticas nor-
mativas y de conocimiento o prácticas de escisión, a las que se hizo referencia
previamente, y la constitución del sujeto para sí mismo, el cual se halla deter-
minado por unos enunciados particulares, la fijación de ciertas características y
la fijación de unos derechos que les son propios. De tal suerte que dicho sujeto
transcurre del plano de sujeto-víctima al de sujeto de derechos.

En el caso del sujeto-víctima, su configuración ocurre desde dos lugares: el de


la desprotección y vulnerabilidad que generan una nueva victimización y el
de la concepción como guardianes de memoria (para el caso de Trujillo). Un
análisis a estos lugares sugiere, en primera medida, que una constitución de
dicho sujeto desde la inocencia y la indefensión oculta la potencia organizativa
de las comunidades, que no necesariamente pasa por alianzas con grupos ar-
mados y por el lugar político que aquellas agencian en las diferentes prácticas
sociales, tanto de la vida local como en espacios más amplios, que pueden ex-
tenderse a la vida nacional. Así mismo, desde este lugar se recurre a la vincula-
ción difusa del sujeto-víctima con grupos armados ilegales al reafirmar la lógi-
ca contrainsurgente con la que perpetraron cientos de delitos los victimarios de
Trujillo, y se ubican en un plano secundario otras condiciones que motivaron
dichas prácticas criminales.

El segundo lugar desde el cual se configura este sujeto hace referencia a la


importancia de los guardianes o emprendedores de memoria para ubicar los
procesos de elaboración de memoria como sustitutos de la justicia en casos en
los que esta no sea ejecutada por entidades judiciales del Estado, así como en
el ámbito de la reparación al transformarse de una comunidad de duelo a una

16 Entrevista a Martha Nubia Bello, integrante de la Comisión Nacional de Reparación


y Reconciliación- Grupo de memoria Histórica. Octubre 19 de 2010.

79
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

de derechos por ejercer trabajos de memoria. Desde esta perspectiva, son las
comunidades las que cumplen una función de reparación a sí mismas.

Resaltar constantemente la figura del padre Tiberio como símbolo de la bru-


talidad y la violencia que sufrieron las comunidades permite legitimar la lógica
del sacrificio con el que se teje la memoria del conflicto armado. Con esto tam-
bién se desvirtúa el papel que desempeñó la población de Trujillo en medio del
contexto que se estaba desarrollando. La constitución del sujeto-víctima por
medio de la imagen del padre pasa por la forma de poder pastoral (Foucault,
1991), que tiene como propósito fundamental la salvación individual y/o co-
lectiva. Esta forma de poder se configura bajo la creación y consolidación del
Estado moderno adhiriendo una antigua técnica de poder propia de las institu-
ciones cristianas a una nueva figura política.

Este poder pastoral dentro de la lógica de la salvación actúa sobre los dis-
tintos ámbitos que constituyen la vida: “la palabra salvación asume diferentes
significados: salud, bienestar, (es decir, suficiente riqueza, un nivel de vida),
seguridad, protección contra accidentes” (Foucault, 1991, p. 66). La memoria,
entonces, se configura en medio de los discursos de la salvación a través de
la superación de los sucesos conflictivos y su tramitación, en la búsqueda de la
justicia, la reparación y en procura de un futuro mejor para esta población, que
pasa por procesos de individualización ligados al poder pastoral.

Los ejercicios de poder que se expresan en la constitución del sujeto-víctima


residen en conducir –guiar las conductas posibles– (organizando sus probables
consecuencias). De allí que se instigue a la población o sociedad civil para ha-
cer parte de los procesos de elaboración de memoria, donde “los ‘guardianes
de la memoria’ en Trujillo pueden y deben ser una suma o alianza de actores
sociales y políticos, estatales y no estatales, nacionales e internacionales, más
amplia y plural […] si se quiere evitar el confinamiento y la marginación de
la memoria de la Masacre y si se quieren potenciar las lecciones” (cnrr, 2008,
p. 25). Por tanto, los guardianes de memoria cumplen un importante papel en
la reconstrucción de la memoria histórica bajo las premisas de identificar, re-
gistrar, dignificar y humanizar, que se manifiesta en un ejercicio de poder que
ejerce acción sobre las acciones de otros.

Por su parte, las víctimas como sujetos de derecho son ubicadas en este plano
debido a la continua victimización a la cual están expuestas; por tanto, le son
otorgados otros derechos que les serían exclusivos: a la verdad, a la justicia y a
la reparación, los cuales están orientados hacia el proceso de reconciliación na-
cional, y que los escinde o separa de los demás sujetos. Para las organizaciones

80
La memoria en el lugar oficial: la apuesta por la reconciliación nacional

sociales, las víctimas de hechos violentos o crímenes son también consideradas


como sujetos de derechos, pero desde una mirada distinta, lo cual se convierte
en parte de sus banderas políticas, tal como se mostrará a continuación.

81
La memoria: una estrategia política
desde las organizaciones sociales

Hoy le decimos al mundo, que aunque somos personas supre-


mamente lastimadas y adoloridas, seguimos aquí, poniendo todo
nuestro empeño para trabajar, para luchar, para que sepan que
aquí estamos y que los invitamos para que conozcan nuestra
historia, nuestro pasado, nuestro presente, que nos acompañen
en la construcción de de nuestro futuro, con muchos sueños y
esperanzas

afavit

Las organizaciones sociales que vienen actualmente desarrollando en Co-


lombia procesos de memoria y que cuentan con una mayor difusión y reco-
nocimiento en el escenario público en el país son, entre otras: el Movimiento
Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado movice, la Asociación de Fami-
liares de Detenidos y Desaparecidos asfaddes, Hijos e Hijas por la Memoria y
contra la Impunidad, la Corporación Nuevo Arcoíris, la Comisión Intereclesial
de Justicia y Paz, la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo y el Proyecto
Colombia Nunca Más. En el presente capítulo serán abordados los trabajos por
el Proyecto Colombia Nunca Más, la Comisión Intercongregacional de Justicia
y Paz17 y la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo, acerca de la Masacre
de Trujillo.

La selección de las organizaciones mencionadas anteriormente responde a


que estas operaron como acompañantes en los procesos de recuperación y ela-
boración de memoria en esta región y en los procesos judiciales ‒mediante un

17 Se hace mención a la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, pues fue esta institución
la que realizó el proceso de acompañamiento en Trujillo, poco tiempo después de la masacre, y
fue bajo su nombre que se hizo la publicación del texto “Parque por la vida, la justicia y la paz.
Monumento a las víctimas de los hechos violentos de Trujillo 1987-1994”, que fue analizado
en este capítulo. Sin embargo, la caracterización que se presenta en el próximo apartado toma
como base los documentos producidos por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y el ex-
tenso archivo sobre el proceso judicial de Trujillo que reposa en esta última. Cabe anotar que la
Comisión Intercongregacional fue reemplazada por la Comisión Intereclesial, según lo afirma
la cmh en su informe.

83
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

cuerpo de juristas‒ o contribuyeron a consolidar los archivos sobre el caso con


los testimonios y las pruebas de las víctimas. De tal forma que dichos procesos
se encuentran materializados en informes o documentos escritos que fueron
analizados para este proceso investigativo, además de algunas entrevistas que
se realizaron a los miembros de afavit. Conforme al enfoque metodológico
que orientó la investigación, su elección también obedece a las múltiples rela-
ciones que se pueden establecer con lo producido por la Comisión de Memoria
Histórica sobre Trujillo y que serán presentadas a lo largo de este capítulo.
Cabe anotar que se incluye la caracterización elaborada sobre el Movimiento
Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado movice, pues esta organización
presenta una de las mayores confrontaciones con el lugar oficial (cnrr y cmh) y
propone énfasis novedosos y distintos para abordar la memoria, la verdad, la
justicia y la reparación.

El Proyecto Colombia Nunca Más

El Proyecto Colombia Nunca Más pcnm surge a mediados de la década de los


noventa en el marco de la campaña “Colombia Derechos Humanos Ya” (en su
etapa final), que fue liderada por distintas instituciones sociales y de derechos
humanos, y acogida por varias organizaciones sindicales, comunitarias, campe-
sinas, culturales y eclesiales de carácter local, regional y nacional, las cuales se
articularon en equipos de trabajo en las regiones donde se fue conformando este
proyecto. El proceso emprendido tenía como finalidad realizar una denuncia en
los ámbitos nacional e internacional sobre las violaciones a los derechos que su-
fría un amplio conjunto de la población colombiana y por la impunidad que se
expresaba frente a estos acontecimientos, debido a la ausencia de justicia favore-
cida por el Estado, siendo este organismo el mayor responsable de lo sucedido.
(pcnm, 2008).

Mediante esta campaña se generó una aproximación a las Comisiones de la


Verdad impulsadas en América del Sur y Centroamérica, y se llevó a cabo una
serie de actividades orientadas a compartir las diversas experiencias de bús-
queda de superación de la impunidad que se estaban promoviendo en varios
lugares del país. En este mismo contexto, se comenzó a pensar en la posibi-
lidad de constituir una Comisión de la Verdad para Colombia, lo que pro-
vocó que estas organizaciones sociales empezaran a documentar de manera
exhaustiva “los casos de Crímenes de Lesa Humanidad, las condiciones crea-
das desde las instancias del Estado para que no fuera posible la realización de
investigaciones sobre estos crímenes y la posible negociación con los grupos
insurgentes del conflicto político militar” (pcnm, 2008, p. 1), viendo la necesi-
dad de contar con estos registros como base para los procesos que adelantaría
dicha Comisión.

84
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

El Proyecto Colombia Nunca Más, que inició con el apoyo de diez organi-
zaciones sociales y no gubernamentales de derechos humanos, terminó agru-
pando diecisiete organizaciones18, cuyo propósito se estableció sobre la base de
recuperar la memoria de las víctimas de la última etapa de violencia política
en Colombia y aportar en la lucha contra la impunidad de los crímenes de lesa
humanidad cometidos en este periodo. Desde el 10 de abril de 1995 se convino
diseñar dicho proyecto y tras una cantidad de reuniones establecidas desde
este momento se puso en marcha en agosto de 1996 a la cabeza de un primer
equipo de trabajo, en el marco de una política estatal constante de ejecución de
crímenes de lesa humanidad.

Como parte de los antecedentes para la conformación del pcnm se encuentra


el Seminario Internacional sobre Comisiones de Verdad que se realizó el 8 y
9 de junio de 1994 en Bogotá. Allí se presentó una evaluación de los procesos
adelantados en países como Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, El Salvador
y Guatemala sobre las luchas en contra de la impunidad de crímenes de lesa
humanidad, que mostró la imposibilidad para evitar la imposición de políticas
de perdón y olvido a nivel oficial. Así mismo, se puso en evidencia la dificultad
que conllevaba registrar, documentar y sistematizar la información sobre estos
crímenes, sobre todo porque el caso colombiano desbordaba lo sucedido en
estos otros países.

El pcnm aparece en Colombia de manera diferente en comparación con los de-


más proyectos Nunca Más creados en América Latina, pues el devenir del con-
flicto armado en Colombia no puede ubicarse en un período postdictatorial o
de transición a un régimen constitucional, o de una especie de postguerra civil.
Por el contrario, el contexto del país se consideró peculiar, debido a que allí se
presentaba la ejecución de políticas de terrorismo de Estado, –cuyo término no
era imaginable–; ejecución manifestada en la violación masiva y sistemática de
los derechos más elementales de los seres humanos dentro de los parámetros
de una democracia formal.

18 Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Colombia asfaddes, Colectivo de


Abogados “José Alvear Restrepo”, Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, Fundación
Comité de Solidaridad con los Presos Políticos cspp, Comité Permanente por la Defensa de
los Derechos Humanos cpdh, Comisión Interfranciscana de Justicia, Paz y Reverencia con
la Creación, Corporación Sembrar, Comité Regional de Derechos Humanos de Santander
credhos, Fundación Reiniciar, Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad co-
dehsel, Corporación Jurídica Libertad, Comunidades Eclesiales de Base y Grupos Cristianos
de Colombia cebs, Humanidad Vigente Corporación Jurídica, Fundación Manuel Cepeda,
Asociación Nacional de Usuarios Campesinos Unidad y Reconstrucción anuc-ur, Asocia-
ción Nacional de Ayuda Solidaria andas y la Comunidad de los Misioneros Claretianos de
Colombia.

85
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Luego de su creación, este Proyecto ha debido enfrentar múltiples proble-


máticas como la eliminación, el exilio o la inmovilización de personas y organi-
zaciones que podrían hacer grandes aportes a este.

La persecución a los mismos centros de almacenamiento de datos,


como el allanamiento a la sede de la Comisión Intercongregacional de
Justicia y Paz, donde funcionaba el Proyecto, el 13 de mayo de 1998,
agresión perpetrada por la acción conjunta de la Fiscalía y de las Fuer-
zas Armadas; las dificultades de acceso a muchas regiones dominadas
por el terror; el miedo y la parálisis de muchos testigos potenciales”
(pcnm, s.f, p. 1).

Los anteriores son algunos de los obstáculos que se le han presentado a este
proyecto19.

Dentro de los principales objetivos de Colombia Nunca Más se encuentran:

1. Dar consistencia y confiabilidad a la información sobre los crímenes de


lesa humanidad con que cuentan las organizaciones sociales, familiares
de víctimas y las organizaciones de derechos humanos, en especial aque-
llas que la pongan a disposición del pcnm.

2. Contribuir al análisis global sobre la realización de crímenes de lesa hu-


manidad en Colombia, mediante la documentación de contextos, proce-
sos jurídicos y vivencias de las mismas víctimas y organizaciones victi-
mizadas.

3. Estimular a las organizaciones sociales, víctimas, familiares de víctimas


y organizaciones de derechos humanos de Colombia a la creación de un
movimiento social de lucha en contra y por la superación de la impu-
nidad en que se encuentran los crímenes de lesa humanidad en el país
(pcnm, 2008, p. 3).

En este sentido, las tareas de Colombia Nunca Más no se limitan a la documenta-


ción de los crímenes20, lo cual es considerado como un aporte importantísimo en la

19 De la misma manera, han debido enfrentar varias dificultades en el terreno metodológico, de-
bido a la magnitud de denuncias, la recolección y evaluación de la información y al tratamien-
to de cada caso o víctima de crímenes de lesa humanidad, quienes reclaman acción, denuncia,
acompañamiento y reparación para afrontar las consecuencias psicológicas de estos hechos.
20 Actualmente, el proyecto cuenta con un proceso de documentación de más de 41.000 víctimas
de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas en las distintas regiones de Co-
lombia, en una base de datos diseñada para registrar y analizar los crímenes de lesa humanidad.

86
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

lucha contra la impunidad y la puesta de ello en el debate público, sino que además
brindan elementos de análisis que permiten la comprensión de los contextos par-
ticulares de tiempo y lugar, las causas económicas y políticas de estos crímenes,
los actores implicados, los hechos, los mecanismos empleados para cometer actos
criminales y asegurar su impunidad y los efectos provocados en las poblaciones
y organizaciones.

El trabajo emprendido se sustenta en el hecho de que el sentido de los pro-


cesos de recuperación de memoria histórica consiste en potenciar, impulsar y
favorecer expresiones e iniciativas sociales organizadas de lucha contra la impu-
nidad, desde las víctimas, comunidades y organizaciones afectadas; igualmente,
en que la solución a la violación de derechos humanos y el vencimiento de la
impunidad pasa por la condena y rechazo de estas prácticas por parte de la so-
ciedad colombiana. En contraste, la cmh asume estos procesos de memoria como
parte de la reconciliación nacional, mientras que el pcnm lo hace para combatir
la impunidad, lo cual se constituye en una de las críticas que esta Comisión rea-
liza a las organizaciones acompañantes en Trujillo.

Justamente, dentro de este horizonte de lucha contra la impunidad, el pro-


yecto ha optado por cuatro opciones estratégicas que definen su perspectiva
de trabajo: 1) salvaguarda de la memoria; 2) esclarecimiento de los hechos; 3)
sanción a los responsables, y 4) reparación de lo destruido. Estas estrategias se
fundan en disparidad con las propuestas que sugieren que el olvido y la eva-
sión de justicia son necesarios para la construcción de un futuro distinto, que
debe haber una aceptación somera o totalizadora de los errores del pasado y
que la construcción de responsabilidades con el futuro debe establecerse desde
la irresponsabilidad frente al pasado.

En el marco de la primera estrategia, que se halla en permanente vínculo con


las demás, la memoria es entendida como memoria viva que integra la narrati-
vidad histórica como elemento central y que es construida a partir de un trabajo
colectivo; por tanto, proteger la memoria implica reconocer:

[…] que la derrota de las víctimas no es definitiva; que la injusticia es


reversible, y que el pasado es redimible. Por eso se propende por inci-
dir en las instancias decisivas de la transmisión cultural, como archi-
vos, museos, patrimonios culturales, sistema educativo, mass media,
memoriales y monumentos, para que en todos ellos se asuma el regis-
tro de los crímenes de lesa humanidad, como detonante de memoria
que redima el pasado y rescate la fecundidad histórica de las víctimas
(pcnm, s.f., p. 22).

87
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

La salvaguarda de la memoria se ha concretado a través de la consolidación


del archivo, que contiene denuncias, revistas, recortes de prensa, boletines, tes-
timonios en audio, expedientes judiciales y la producción de informes que se
convierten en uno de los principales productos del proceso impulsado por el
pcnm, donde se documentan los crímenes de lesa humanidad ocurridos en
el país durante el periodo de 1966 a 1998. Entre los informes, que son realizados
por zonas de acuerdo con las brigadas de trabajo establecidas por esta organiza-
ción, se encuentran La zona 3ª desde el 2006, cuyo proceso se materializó bajo la
colección de Memorias de la Represión, con seis volúmenes: 1) “Persecución al
Movimiento Estudiantil en el Departamento de Nariño”; 2) “Estado, Crímenes
de Lesa Humanidad en el Resguardo de Túquerres”; 3) “Lucha por la Tierra y
Crímenes de Lesa Humanidad en el Departamento del Cauca”; 4) “Estado y Nar-
cotráfico en el Centro del Valle”; 5) “Crímenes de Lesa Humanidad contra ‘A lu-
char’ en el Valle del Cauca”; 6) “Crímenes de Estado y configuración del Territorio
en la Región del Sumapaz y Tequendama”. El informe de La zona 5ª 1966-1998,
donde se emplea la jurisdicción militar para definir la zona estudiada, abar-
cando los departamentos y regiones dentro de los cuales tenía jurisdicción la
V Brigada del Ejército: Santander, Norte de Santander y las regiones del sur de
Bolívar y sur del Cesar. El informe de La zona 7ª, que cubre los departamentos
del Meta, Guaviare, parte de Boyacá y Cundinamarca, y el de la zona 14ª, que
abarca el sector sur del Magdalena Medio y parte del nordeste Antioqueño.

Así mismo, se encuentra una serie de cartillas pedagógicas como “La estra-
tegia de la memoria”, que se constituye en un documento metodológico que
busca proporcionar herramientas prácticas para recuperar la memoria de crí-
menes de lesa humanidad a las comunidades; están también las cartillas titula-
das “¿Cuál verdad, cuál justicia, cuál reparación?”, “Verdad, memoria y lucha
contra la impunidad 1966-1998”, “Decreto 1290 del 2008 sobre la Reparación
Integral por vía administrativa a las víctimas de los grupos armados organi-
zados al margen de la ley”, y las revistas “Verdad, justicia y reparación” y “La
impunidad”.

El análisis realizado en Trujillo, Riofrío y Bolívar en el Valle del Cauca, que


hace parte de la colección Memoria de la Represión y se titula “Estado y Narco-
tráfico en el centro del Valle”, contó con el apoyo de la Asociación de Familiares
Víctimas de Trujillo, el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, la Cor-
poración Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo -cajar-, la Asociación So-
cial Comunidad y Vida, Sembrar, la Corporación Jurídica Humanidad Vigente
y la Unión Europea.

Este trabajo se constituye en un “ejercicio de recuperación de memoria his-


tórica de crímenes de lesa humanidad llevado a cabo en el departamento del

88
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

Valle del Cauca” (pcnm, 2007, p. 6), donde se establece el periodo entre 1966
y 1993 como un momento de múltiples ataques que sufrieron los habitantes
de estas regiones y los procesos sociales que habían impulsado. Metodológi-
camente, para este ejercicio se acudió a los testimonios de los perseguidos, de
sus familias y compañeros, con el fin de rescatar sus voces que sirvieran para el
establecimiento de la verdad, pero sobre todo para restituir sus sueños y pro-
yectos. Así mismo, se tomaron los archivos de varias organizaciones sociales,
los registros de prensa y algunas fuentes secundarias ‒libros y revistas‒.

Este trabajo hizo posible la sistematización de los recuerdos que se exponen


en el documento y fortaleció los lazos de unidad entre las organizaciones socia-
les que participaron en el proceso de reconstrucción de memoria histórica sobre
Trujillo; aspecto que permitió que las memorias personales se integraran a las
luchas de todo un pueblo que se generan en medio de los conflictos sociales y
políticos que vive el país.

Parte de este trabajo se orienta por el “Cuaderno de referencia metodoló-


gica” (pcnm, s.f.) elaborado por el Proyecto pcnm, el cual define la manera de
compilar, analizar, catalogar y procesar la información de las fuentes docu-
mentales, testimoniales y judiciales para la elaboración de informes regionales
y la consolidación de la base de datos sobre crímenes de lesa humanidad. En
este documento se identifican varios criterios para la recolección de la informa-
ción, tales como: la identificación de la víctima en lo personal y en relación con
su pertenencia a organizaciones sindicales, políticas, comunitarias, culturales,
campesinas, indígenas, de derechos humanos; el crimen y el contexto en que
fue cometido, donde se referencian los hechos y los contextos; la actuación de la
justicia, es decir, se indaga sobre la presentación de denuncias y las autoridades
judiciales responsables, y si se evidencian resultados de las investigaciones o si
el caso ha quedado en la impunidad; los efectos o impactos del crimen a nivel
personal y familiar, organizativo y comunitario de la víctima y, por último,
acerca de las expectativas y propuestas, en relación con el accionar de la justicia
y la reparación integral.

Procesamiento de la documentación

El procesamiento de la información en este documento metodológico contie-


ne seis capítulos: la información general sobre el hecho, los datos de las vícti-
mas, la información de los responsables, datos sobre las fuentes y evaluación,
y clasificación final del hecho; dichos capítulos están acompañados de diversos
ejemplos que el proyecto ubica como referencia para el tratamiento de la infor-
mación recopilada.

89
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Información general sobre el hecho

El primer capítulo del documento metodológico se configura mediante una


codificación numérica que manifiesta un significado particular. Cada código
referencia la zona, el equipo de pcnm, el investigador y el número consecutivo
interno del hecho (que es precisado por cada investigador). De esta informa-
ción general se requiere determinar lo siguiente:

1. La ubicación temporal, anotando la fecha en que se cometió el crimen


o el inicio de este, día, mes, año y la hora o el intervalo de tiempo en el
sistema de 24 horas, acompañadas de una clasificación de las agresiones.

2. La ubicación espacial, mediante el reconocimiento de la zona correspon-


diente con la división geográfica del país, que se halla codificada en 25. El
departamento de acuerdo con la división político administrativa vigen-
te. El municipio, que debe tener en cuenta la actualización del Instituto
Geográfico Agustín Codazzi y del DANE, en caso de varias agresiones
en distintas partes se debe escribir el municipio de inicio de la primera
agresión. El área rural (corregimientos, inspecciones de policía, veredas)
o urbana. La sección, que contiene el corregimiento, inspección y/o vere-
da (en las zonas rurales), la comuna, zona o sector (en zonas urbanas). El
sitio, entendido como el lugar específico donde ocurrió el hecho o donde
hayan sido abandonados los cuerpos de las víctimas.

3. La descripción del hecho, donde se consigna de forma sintética la historia


del crimen, supeditándose a lo aportado por las fuentes, lo cual implica
no hacer deducciones o interpretaciones por parte del investigador. En
el caso en que se presenten varias versiones acerca de un mismo hecho
se debe priorizar las que se consideren más confiables y confrontar los
datos adicionales que produzcan otras fuentes. Para la redacción de la
historia del crimen se deben tener en cuenta los aspectos relacionados
con el ¿cuándo?, ¿quién(es) son las víctima(s)?, ¿qué les pasó?, ¿cómo?,
¿dónde?, ¿por quién(es)?, ¿por qué? y los datos complementarios, en este
orden específico.

4. La descripción del contexto, que inicia con una hipótesis de partida que
sugiere que estos crímenes reseñados tienen el carácter de lesa humani-
dad y por tanto expresan una sistematicidad y carácter masivo. Luego, las
pautas metodológicas en las cuales se debe ubicar el hecho, determinar el
tipo de conflicto que dio como resultado el crimen, precisar los intereses
en juego, aclarar la relación de la víctima con los intereses identificados,

90
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

reconocer a los victimarios, estructuras de represión, su presencia en la


zona y los mecanismos empleados en esa época y en esa zona, siempre y
cuando la información brinde estos elementos. De igual forma, se preten-
de determinar la confirmación de algunas de las siguientes hipótesis:

• En zonas de conflicto armado, la población y en especial los miembros


de cualquier organización de base se convierten en víctimas de crímenes
de lesa humanidad.

• En zonas con grandes intereses económicos, la población y en especial


los miembros de organizaciones sociales se convierten en víctimas de
crímenes de lesa humanidad. Cuando en estas zonas hay presencia de la
insurgencia armada, estas organizaciones son consideradas vinculadas a
la guerrilla, y a los pobladores se les considera simpatizantes o auxilia-
dores de ésta.

• En zonas donde existen sectores organizados por intereses de participa-


ción y lucha por derechos socioeconómicos, étnicos o de género estos se
convierten en víctimas de crímenes de lesa humanidad.

• En los sitios, tanto urbanos como rurales, donde convergen y/o conviven
intereses económicos y políticos, con grupos sociales considerados como
“problemáticos” o “anormales” como son pobladores de la calle (adultos y
niños), drogadictos, prostitutas, homosexuales, bandas juveniles, recicla-
dores, entre otros. Estas personas se convierten en víctimas de crímenes
de lesa humanidad, bajo la modalidad de la llamada “limpieza social”.

• Los miembros de instituciones u organizaciones y/o personas, dedicadas


a la investigación y denuncia de crímenes de lesa humanidad y al trabajo
de defensa, protección y promoción de los derechos humanos, se convier-
ten en blanco de represión y víctimas de crímenes de lesa humanidad.

• Las personas de sectores de oposición política o agrupaciones sociales


que enfrentan políticas estatales se convierten en víctimas de crímenes
de lesa humanidad, estén donde estén (pcnm, s.f., pp. 14, 15).

En caso que el hecho no se relacione con ninguna de las hipótesis, se describi-


rá en detalle el contexto en el cual se llevó a cabo el crimen.

5. La descripción de los efectos colectivos de los crímenes en las comunida-


des y/o las organizaciones afectadas, en lo posible tratando de determinar
si fue temporal o permanente y partiendo de la hipótesis que los crímenes

91
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

de lesa humanidad persiguen unos resultados concretos en lo político, en


lo militar y/o en lo económico. También se debe trabajar sobre las pautas
metodológicas procurando identificar en cuál de las hipótesis siguientes
se podrían localizar los efectos:

• Desplazamiento y/o repoblamiento: se obliga a los pobladores a dejar


sus bienes y a abandonar la región de donde son originarios o a don-
de han llegado, como consecuencia de anteriores procesos de desplaza-
miento o de migraciones por razones económicas. En algunos hechos,
el desplazamiento busca repoblar las mismas tierras bajo el auspicio de
integrantes de grupos paramilitares y sus familias, o con otras personas
afines a las prácticas e ideología de los victimarios.

• Consolidación de modelos de propiedad y concentración de la tierra (lati-


fundios): se busca apoyar a terratenientes –de ganadería y de agroindus-
tria–, para que puedan lograr cada vez mayor concentración y explotación
de la tierra productiva. En otros hechos, lo que se pretende es despejar
zonas donde grandes empresas van a explotar recursos naturales.

• Desmovilización de sectores organizados: la pretensión es desarticular


las organizaciones que propenden por alternativas por fuera de las pers-
pectivas oficiales.

• Radicalización: se busca que las comunidades apoyen activamente o ha-


gan parte del grupo armado que cometió el crimen.

• Predominio de intereses económicos y políticos: busca la consolidación


de los intereses existentes evitando cualquier alteración del “orden pú-
blico” y las reivindicaciones sociales que no estén contempladas dentro
del modelo económico y político imperante (pcnm, s.f., p. 16).

6. El seguimiento al papel de los medios de comunicación, que registra la


información sobre cómo fue expuesto el hecho por los medios de comu-
nicación cuando no haya correspondencia con la verdad, es decir, ve-
rificar el cumplimiento de las hipótesis acerca de silenciar y ocultar la
verdad, desviar la atención, tergiversar, avalar, exaltar y/o absolver a los
responsables.

7. El seguimiento judicial del hecho, basado en la hipótesis de que la impu-


nidad de los crímenes de lesa humanidad se relaciona con una política
de Estado que enlaza mecanismos, tanto de derecho como de hecho, para
lograr su éxito, y procura así beneficiar, complacer u ocultar las estructu-

92
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

ras y autores (inmediatos y mediatos) de estos crímenes, a fin de asegurar


su libre presencia, funcionamiento y defensa. En este campo se pretende
determinar:

• La actuación de las diferentes jurisdicciones, cuya información debe ha-


cerse en dos niveles: para caracterizar las actuaciones y para determinar
en qué estado se encuentra el proceso. Para esto debe fijarse hasta dónde
se llegó en las investigaciones. Dicha acción de las diferentes jurisdiccio-
nes se divide en cinco criterios: penal ordinaria, penal militar, disciplina-
ria, administrativa y sistema internacional. En cada una de estas se debe
precisar el alcance de la actuación (la cual está codificada) y la pauta me-
todológica para la descripción de la actuación que contiene un resumen
cronológico de las circunstancias importantes del proceso, tales como:
el comienzo de la investigación, las pruebas y pronunciamientos funda-
mentales en su desarrollo, en las diferentes instancias que participen en
él y en el caso del sistema internacional, en relación con la actuación del
Estado.

• Los mecanismos de impunidad que contienen un análisis detallado


de los hechos, una codificación de grupos de estos mecanismos y una
descripción de estos, que se dividen en dos grandes conjuntos: meca-
nismos de impunidad de derecho referidos a los mecanismos legales e
institucionales que han tolerado, consentido o asegurado la impunidad,
y mecanismos de impunidad de hecho que están subdivididos en los
mecanismos propios de la preparación y ejecución de los crímenes, que
se hallan vinculados a su realización y el uso y/o abuso de atribuciones
legales, mecanismos de impunidad propios de la investigación (quienes
intervienen en el proceso, el papel de quienes dirigen las investigaciones,
la actuación de la procuraduría, el penal y el contencioso administrati-
vo); por último, los mecanismos de impunidad desde el poder ejecutivo.

• Los derechos de petición, cuyo seguimiento debe comprender las varia-


bles de: fecha de envío, número de oficio, jurisdicción, ciudad a donde
fue enviado, si hubo respuesta o no, fecha de envío de la respuesta, des-
pacho que envía la respuesta, ciudad de envío de la respuesta y tipo de
respuesta.

Datos de las víctimas

En este segundo capítulo, que hace parte del procesamiento de la documen-


tación, se debe registrar el tipo de agresión del cual fue víctima cada perso-
na inscrita. Dentro de estos se encuentran: asesinato (o asesinato con sevicia),

93
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

desaparición forzada e involuntaria, tortura y/o tratos crueles e inhumanos,


allanamiento, amenaza, atentados, detención, heridas-lesiones personales.
También se debe consignar el nombre, apellidos, seudónimo, sexo, edad y/o
rango, sector social, profesión, oficio, sectores sociales víctimas de “limpieza
social”, organización social, actividades reivindicativas que ejerzan las víctimas,
posibles vínculos con el Estado que contiene las ramas ejecutiva, legislativa, ju-
dicial, Ministerio Publico y otros vínculos con este ente, militancia política, or-
ganización guerrillera, antecedentes de la víctima21, perfil humano (campo de
datos específicos de la víctima) y efectos individuales y/o familiares, que se
subdividen en: económicos, sociales, psicológicos y físicos.

Información sobre los responsables

En el tercer capítulo debe registrarse: 1) los datos genéricos sobre las estruc-
turas, esto es, si pertenecen al campo estatal, si son agentes directos, parami-
litares, sicarios, personas jurídicas no estatales, autor estatal extranjero o un
actor no identificado; 2) la descripción de dichas estructuras referida a la orga-
nización a la que corresponden los victimarios y/o estructuras responsables, las
cuales son: división, brigada o comando operativo, batallón, fuerza de desplie-
gue rápido fudra, fuerza de tarea, comando conjunto, unidad táctica, grupo es-
pecial o élite, compañía, pelotón, unidad especial (para los militares); comando,
estación, grupo, unidad (para la Policía) y nombre del grupo paramilitar. En
caso de no poder precisarse la estructura como tal, se deben incluir los datos
genéricos de los que se tenga conocimiento. En este ámbito se encuentra un
listado extenso y detallado sobre la estructura militar, la sede, otras estructuras
relacionadas y sus sedes; 3) los datos de los responsables individualizados, ape-
llidos, nombre, seudónimo(s), documento(s) de identidad, rango, jerarquía del
Ejército, jerarquía de la Armada, jerarquía de la Fuerza Aérea, jerarquía de la
Policía, sin dato del rango, cargo, estructura a la que pertenece, ocupación, tipo
de responsabilidad de acuerdo con una codificación establecida por el proyecto
que está por niveles (sin que ello implique la exclusión entre estos), descripción
de lo que pasó con los responsables después del crimen (en relación con inves-
tigaciones y con otras situaciones) e itinerario.

21 Es importante señalar que desde el criterio de sexo cada uno está codificado por el proyecto;
allí solo debe indicarse a cuál ítem pertenece la víctima. Este criterio de antecedentes hace
referencia a anteriores agresiones que haya sufrido la persona, estén relacionados o no con la
denuncia actual.

94
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

Datos sobre las fuentes

En los datos sobre las fuentes (penúltimo capítulo) deben aparecer los datos
generales de todas las fuentes, los cuales comprenden la clase de fuente, el tipo
(fuentes jurídicas o documentales), los archivos donde se pueden ubicar, la fe-
cha de la fuente, la localización de la fuente jurídica donde se indica el radico,
el oficio, el despacho y el departamento y municipio, y otros datos referidos
a la clave que se le asigna a las fuentes testimoniales y la referencia, en el caso
de las fuentes documentales.

Evaluación y clasificación final del hecho

Finalmente, aparecen los capítulos de evaluación y clasificación final del he-


cho en los que se pretende realizar un tratamiento de la información de manera
global, a través de: 1) la evaluación de la información que contienen los niveles
de información acerca del hecho, del esclarecimiento de la responsabilidad, de
la confiabilidad de las fuentes y de impunidad. Para el proyecto, este último
apartado sobre el tratamiento de la información “facilitará el proceso de toma
de decisiones en la evaluación de los hechos, según niveles de información, es-
clarecimiento de la responsabilidad, confiabilidad de las fuentes e impunidad”
(pcnm, s.f., p. 64); 2) la clasificación final del hecho de violación de derechos hu-
manos o violencia político-social perpetrada por autores no identificados, para
lo cual “se tendrá en cuenta toda la información que se obtenga de los hechos
y la valoración que de ella se realice, según los indicadores enunciados en la
evaluación del hecho y su jerarquía, cuando la haya” (pcnm, s.f., p. 73).

Por medio de este diseño metodológico sobre la recolección y el procesamien-


to de la información, el proyecto pcnm realizó el trabajo investigativo en el de-
partamento del Valle del Cauca. Como parte de los resultados de este proceso
se encontró que Trujillo se ha caracterizado por la presencia de prácticas cri-
minales de terror que invierten el significado de libertad, de verdad histórica,
de dignidad de los seres humanos y de justicia, y de esta manera desintegran
los procesos comunitarios desarrollados en la región y desarticulan los tejidos
sociales de esta población, por medio de los cuales se erigían propuestas de
cambio y transformación de la vida social.

Esta perspectiva es coincidente con la postura de la Comisión Intercongrega-


cional de Justicia y Paz22, la cual ha realizado un acompañamiento a los procesos

22 En el siguiente apartado de este capítulo se expondrá el trabajo realizado alrededor de la


Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz y los procesos que esta institución adelantó
alrededor de la reconstrucción de memoria en Trujillo.

95
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

judiciales y de reconstrucción de memoria a las víctimas de Trujillo, pues con-


sidera que la acción sistemática y continuada por parte de agentes de la fuerza
pública, narcotraficantes de la región y el “sicariato” fue desintegrado el tejido
social y comunitario de esta región, a través de formas de aniquilación de estas
comunidades. Así mismo, reconocen que los acontecimientos de Trujillo expre-
san prácticas de terror acompañadas de una masacre moral por la ausencia de
justica y de acción de las instancias responsables del Estado frente a lo ocurrido.

Los crímenes de lesa humanidad: un mandato ético y jurídico

El Proyecto Colombia Nunca Más asume la categoría de crímenes de lesa


humanidad de acuerdo con el marco ético-político que lo orienta, para precisar
los objetivos y las metodologías congruentes con la investigación desarrollada.
Su definición se establece desde el fundamento teórico contextual del concepto
básico de los derechos humanos que implica la consideración de la exigibili-
dad operativa23 que procede de una estructura responsable con el cumplimien-
to de esta, y se sitúa así en el campo de relaciones ciudadanos/Estado. A partir
de esta premisa, se otorga al Estado el derecho de implantar códigos penales,
sistemas policial, penitenciario y judicial, a fin de intervenir, impedir y enmen-
dar las agresiones de unos ciudadanos contra otros, en el marco jurídico de los
derechos ciudadanos. No obstante, frente a las agresiones por parte del Estado
sobre sus ciudadanos, que denota su absoluta desprotección, la tradición jurí-
dica universal reconoció desde tiempo atrás el ámbito de derechos superiores
al Estado, entendiendo a los ciudadanos como seres humanos cuyos derechos
deben ser garantizados por este organismo, para legitimarse ante estos y ante
la comunidad internacional. Colombia Nunca Más, tomando como base la
conceptualización más clásica24 de los crímenes de lesa humanidad, los define
como aquellos:

[…] actos inhumanos cometidos contra la población civil por motivos


sociales, políticos, raciales, religiosos o culturales. Se trata de críme-

23 Distinta a la exigibilidad ética que debe ser respetada y cumplida por todos los seres humanos,
situándose en el campo de relaciones: ciudadano/ciudadano.
24 Colombia Nunca Más establece una ruptura radical con las elaboraciones que sobre esta cate-
goría se han venido desarrollando en el plano internacional, marco por el cual se rige Colom-
bia, de manera particular frente al Proyecto de Código de 1996 (formulado por la Comisión
de Derecho Internacional) y al Estatuto Tribunal Penal Internacional (aprobado en Roma en
1998), en donde se expresa una ampliación del sujeto activo del Crimen de Lesa Humani-
dad, afirmándose que éste puede ser cometido, fuera de los gobiernos, “por una organización
política o grupo”, llevando este derecho al terreno de las relaciones ciudadano/ciudadano y
desconociendo la posibilidad de agresión por parte de un Estado. Por tanto, señala cómo estos
incisos rompen la base conceptual (filosófico-jurídico-histórico-político-operativa) de los
derechos humanos y del crimen de lesa humanidad.

96
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

nes de especial gravedad, puesto que atentan contra la especie hu-


mana (El término “Lesa” viene del latín “laesae”, que corresponde al
participio presente, en voz pasiva, del verbo “Laedo”, que significa:
herir, injuriar, causar daño. De allí las expresiones latinas: “laesae
maiestatis” (de lesa majestad), “laesae humanitatis” (de lesa huma-
nidad) que literalmente se traducen: (crimen) de majestad injuriada,
o de humanidad injuriada (o herida o lesionada)) (pcnm, 2008, p. 33).

En la definición mencionada anteriormente se subraya la gravedad del cri-


men, pues la afrenta se manifiesta no solo contra un individuo, sino contra la
especie humana en sí. Por tanto, el proyecto posiciona los acontecimientos de
violencia ocurridos en Trujillo como crímenes de lesa humanidad, al señalar
que las víctimas han padecido el despliegue de estrategias de destrucción siste-
mática y la aplicación de políticas de terrorismo e impunidad –con el auspicio
del poder del Estado– las cuales buscaban afectar el tejido social y la vida sub-
jetiva de los habitantes y comunidades, integrar nuevos mecanismos de control
social y rechazar y condenar formas de convivencia existentes, y así enviar un
mensaje a la sociedad en general. De igual manera, los procesos sociales ataca-
dos por los crímenes de lesa humanidad en Trujillo (Riofrío y Bolívar) preten-
dían la instauración de un orden social y económico a través de los asesinatos
selectivos y las masacres cometidas:

[…] se puede afirmar que las acciones criminales como parte integral
de una estrategia de terror tienen objetivos que pasan por la idea de
sociedad, de bienestar y de seres humanos; es decir, que apuntan a la
consolidación y creación de un tipo de generación, de imponer y per-
petuar formas de vida basadas en sometimiento arbitrario del poder,
a la conservación de su estructura y del status quo (pcnm, 2007, p. 10).

Estos actos al ser generalizados, sistemáticos, perpetrados por las autorida-


des de un Estado o por particulares que actúan por instigación de estas o con su
complacencia, amparo o cooperación y por estar enfocados contra la población
civil por razones políticas, sociales, económicas, religiosas, raciales o culturales
se consideran crímenes de lesa humanidad, en distinción con cualquier otro
crimen. Esta perspectiva fundamenta el carácter de lesa humanidad desde el
cual el pcnm asume lo sucedido en Trujillo en el periodo antes mencionado, al
realizar el ejercicio de reconstrucción de memoria.

Lo que se espera con este proceso es, por un lado, apoyar la consolidación de
las organizaciones sociales que resisten constantemente a la imposición de un
modelo hegemónico en el país, basado en el desarraigo de las poblaciones y la
fundación de la muerte como mecanismo de control; por el otro, avalar la supe-

97
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

ración de la impunidad, contribuir a la reconstrucción de la verdad, favorecer


el cumplimiento de la justicia e impulsar la reparación integral de las víctimas
del terrorismo de Estado. Cabe anotar que el reconocimiento de estos hechos
como acciones sistemáticas y permanentes desatadas sobre la población civil en
esta región es realizado de la misma forma por la Comisión Intercongregacio-
nal de Justicia y Paz, lo cual genera un nivel discursivo de afinidad, aún cuando
esta Comisión no los enuncie como crímenes de lesa humanidad.

Otro de los resultados que el proceso adelantado por el pcnm evidenció es


que esta región se ha caracterizado por una gran variedad de procesos organi-
zativos, que muestran una multiplicidad de formas de expresión y resistencia
campesina en los campos económico, social, cultural y político. Dichos proce-
sos, que manifiestan la existencia de imaginarios e identidades compartidas y
proyectos de vida comunes, fueron configurando el tejido social que orientaba
su accionar en la defensa de la dignidad de los seres humanos y la transfor-
mación de las condiciones de vida que enfrentaban; además, son procesos que
propugnan por el bienestar de la comunidad.

En Trujillo, Riofrío y Bolívar (áreas urbanas y rurales) “se venía gestando y


consolidando un proceso organizativo fuerte sobre todo a nivel campesino. Por
ejemplo, desde el trabajo pastoral y su proyección organizativa se impulsó la crea-
ción de asociaciones de productores y de tiendas comunitarias que apuntaban
al mejoramiento de la calidad de vida del campesinado”(pcnm, 2007, p. 20), que
generalmente era influido por un agente dinamizador como el Estado, la Iglesia,
el sindicalismo obrero, entre otros, o contaba con el apoyo de instituciones acadé-
micas o comunitarias, tal y como el Instituto Mayor Campesino IMCA de Buga,
la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, La Universidad Gran
Colombia y la Organización Política A Luchar, por medio de capacitaciones y ase-
sorías en la parte organizacional. Según el pcnm, con el nombramiento como pá-
rroco de Trujillo del Padre Tiberio25 se consolidaron dichos procesos apoyados en
diversas actividades que buscaban reivindicaciones como créditos agrarios, titu-
lación de tierras, educación, salud, vivienda, transporte y servicios públicos, pues
bajo su orientación se impulsó una gran cantidad de propuestas organizativas,
creando aproximadamente 45 empresas comunitarias, comités de cuadra, grupos
de la tercera edad y empresas familiares, en las que se destacan las ebanisterías y
panaderías que surgieron o se fortalecieron, y que se planteaban la necesidad de
generar articulaciones con experiencias de otras poblaciones.

25 El padre Tiberio de Jesús Fernández Maf la fue nombrado párroco de la iglesia de Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro en Trujillo, en septiembre de 1985, siendo líder campesino
en su juventud y estando interesado en el cooperativismo debido a sus experiencias académicas
y comunitarias.

98
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

El ejercicio de reconstrucción de estos procesos, desde el cual se expresa la


estrategia de salvaguarda de la memoria mencionada anteriormente, cobra im-
portancia para el proyecto pcnm en la medida en que la identificación de la exis-
tencia de este tejido social y de la vida comunitaria se considera fundamental
para indagar sobre los efectos generados en estas poblaciones a raíz de las prác-
ticas sistemáticas y extendidas que amenazan los puntos de apoyo y censuran
sus proyectos de vida, por ir en dirección contraria a los intereses económicos
hegemónicos de esta región, como los del narcotráfico.

En el trabajo realizado por el pcnm también se visibilizó el vínculo existen-


te entre las fuerzas del Estado, los paramilitares y grupos de narcotraficantes
del Valle, que substituía el poder gamonal que anteriormente constituía a estas
poblaciones, lo cual lo fortalecía como un nuevo tipo de mediador que poco
a poco iba introduciendo un sistema normativo propio que permea la vida cul-
tural, económica, social y política de la región. Dentro de los intereses comunes
entre estos actores se encuentran: la tenencia de la tierra debido a su ubicación
geopolítica, la lucha contrainsurgente y la confrontación al comunismo, la “lim-
pieza social”, los propósitos económicos ligados a la industria del narcotráfico;
aspectos que dan paso a lo que se conoció como “narcoparamilitarismo”, que
es la suma de estas estrategias político-militares de la contra insurgencia del
Estado y los intereses económicos de la mafia.

Los crímenes ejecutados en Trujillo (Riofrío y Bolívar) se hallan relacionados


con la dinámica que el narcotráfico adquiere allí, por lo que al extender su po-
der se encargan de eliminar a todos los que interferían en sus deseos (organiza-
ciones campesinas, pobladores, grupos guerrilleros, sindicatos), y se ejerce de
esta manera un dominio económico, político y militar que muestra cómo:

[…] para finales de los ochenta se pasa de los cuerpos de seguridad de


cada narcotraficante a la creación de una estructura armada más fuerte
y consolidada y con una mayor capacidad logística que les permitía
moverse por estas zonas, estructuras que se encontraban a cargo de nar-
cotraficantes como Henry Loayza ‘El Alacrán’, Diego Montoya, y un
jefe militar apodado el ‘Tío’, en coordinación permanente con la fuerza
pública asentada en la región: estaciones de policía municipales, el Ba-
tallón de Artillería No. 3 ‘Batallón de Palacé’ con sede en Buga y el De-
partamento Administrativo de Seguridad de la zona (pcnm, 2007, p. 31).

El proyecto señala que a este despliegue de acciones violentas se añade


el tratamiento de la información que en muchos casos expresa la alteración
de la verdad de los hechos o su fragmentación. Los medios de comunicación
frecuentemente se adhieren a las versiones oficiales que generan señalamiento

99
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

de las poblaciones afectadas, aumenta el miedo y, en cierta forma, justifica lo


sucedido y produce aceptación sobre esto, lo cual menoscaba la dignidad de las
víctimas y afecta la comprensión de lo ocurrido.

Además del papel de los medios masivos de comunicación, sobre dicha con-
dición, se adiciona la ausencia de justicia frente a estos acontecimientos, que se
manifiesta no solo en la falta de acción del Estado en el momento en que esta-
ban sucediendo los crímenes, sino además en la puesta en juego de montajes
judiciales cuando se iniciaron las investigaciones, aspecto que desarrolla una
maquinaria de la impunidad que caracterizaría los procesos adelantados en
Trujillo. Las protestas, las denuncias o la participación en eventos de rechazo y
resistencia se convirtieron en un delito que sería fuertemente castigado, la po-
blación tuvo que aceptar y reconocer que en la vida práctica no se manifestaba
la existencia de un Estado de derecho.

Un ejemplo de esto fue el manejo que le dieron las instancias judiciales al tes-
timonio de Daniel Arcila, testigo presencial, pues fue aislado y no se confrontó
su declaración con los demás testimonios; luego fue declarada su ineptitud psí-
quica y moral, lo cual destruyó moral y judicialmente su declaración y puso en
evidencia la conjunción de ofrecimientos monetarios con amenazas de muerte
a quienes se encargaban de los procesos: “solo de manera excepcional, las in-
vestigaciones judiciales sobre crímenes de Estado cuentan con algún testigo
presencial que escapa a los calculados controles de los victimarios […] por eso
buscan constancias legales en libros oficiales” (pcnm, 2007, p. 66) y se prioriza
la identificación de los victimarios, hecho que desconoce las amenazas y los
mecanismos utilizados para su ocultamiento, culpabilizando a los testigos por
falta de informaciones especificas y útiles.

Estas situaciones, que se fueron convirtiendo en prácticas generalizadas den-


tro de los procesos de Trujillo, muestran los efectos de impunidad que consis-
ten en adelantar investigaciones bajo el imaginario de que los hechos fueron
efectuados en la legalidad y dentro de circunstancias sociales normales. De este
modo, el trabajo de memoria realizado por el grupo consiste en esclarecer los
hechos y recuperar la verdad sobre lo que sucedió, permitir el reconocimiento
de estos hechos en las poblaciones y sus efectos, generar un nivel de compren-
sión en la sociedad y deslegitimar el tratamiento que se le ha dado desde las
instancias del Estado y los medios de comunicación a lo ocurrido.

Estos procesos adelantados en Trujillo (Bolívar y Riofrío) por el Proyecto


Colombia Nunca Más se convierten en políticas de la memoria del conflicto
armado que disputan un lugar por establecer regímenes de verdad sobre los

100
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

acontecimientos que marcaron a esta región. Así mismo, generan una fuerte
contradicción por las fechas que marcan dichos sucesos con otras institucio-
nes como la cnrr que también agencian políticas de la memoria. Enunciar que
desde 1966 hasta 1993 los habitantes de las zonas rurales y urbanas de Trujillo,
Bolívar y Riofrío vivieron una práctica sistemática y masiva de violación a los
derechos humanos –por lo cual se reconoce el carácter de crímenes de lesa hu-
manidad– produce grandes rupturas con lo manifestado por la cnrr y genera
posturas antagónicas en el campo e implicaciones distintas en el campo políti-
co, judicial y social.

Podría afirmarse que el pcnm se vale de la tipificación de crímenes de lesa


humanidad como una estrategia de visibilización internacional de los aconte-
cimientos sucedidos en Trujillo, que marca distancia con lo determinado en el
informe de la cnrr como expresión de la política oficial. También, dentro de
lo expuesto se evidencia la nominación de estas prácticas como parte de las
políticas de terrorismo e impunidad amparadas por el Estado colombiano, que
pretendían desintegrar el tejido social y la vida subjetiva de estas poblaciones,
además de constituirse en formas generalizadas que enviaban un mensaje a
toda la sociedad, en oposición a la relación que se hace con prácticas regionales
y aisladas. Tejido social que estaba compuesto por los lazos que produjeron los
procesos organizativos realizados en este territorio, que a su vez configuraban
proyectos de vida compartidos e identidades comunes.

A través de este proceso, el Proyecto Colombia Nunca Más se encargó de do-


cumentar los crímenes ocurridos en Trujillo, sobre la base de la constante lucha
contra la impunidad que se ha convertido en uno de los bastiones de su accionar
político. Por tanto, no se trata solo de establecer la verdad sobre lo acontecido,
en relación con los tiempos, lugares, las motivaciones políticas y económicas, los
actores y los mecanismos utilizados, sino de entender las repercusiones ocasio-
nadas que aún se siguen reproduciendo, tanto en estas regiones y sus organiza-
ciones comunitarias, como en la sociedad.

De igual forma, el proyecto hace especial énfasis en el tratamiento de los me-


dios de comunicación, los cuales ocuparon un lugar importante en el manejo de
la información sobre lo sucedido en Trujillo y las demás regiones afectadas por
esta masacre. Al igual que en Argentina, por ejemplo, los medios de comunica-
ción han tenido una fuerte influencia en la consolidación de diversas memorias
del pasado reciente. Así lo advierten Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, pues
con el Golpe de Estado en este país el 24 de marzo de 1976 y la instauración del
gobierno de las Fuerzas Armadas que se convirtió en una dictadura que duró
hasta 1983, dichos medios sirvieron para difundir el Proceso de Reorganización

101
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Nacional26 y, por tanto, para fortalecer lo que los autores citados llaman “me-
moria de la guerra”. Esta función pasó de la vindicación de la guerra interna o
sucia contra la subversión a la puesta en juego del “show del horror”, lo que sig-
nificó un beneficio mediático de las pruebas y los testimonios de las víctimas, y
los torturadores sobre lo ocurrido en este periodo, que cobró fuerza con el adve-
nimiento de las elecciones presidenciales que condujeron a la transición en 1983.

Posterior a esto, los medios de comunicación asumieron la propagación de


la “memoria de la represión”, colocando en el centro de su trabajo la temática
de las violaciones a los derechos humanos y mostrando con ello un cambio de
orientación al asumir como suyo

[…] el hacerse cargo del “deber de memoria”, es decir, comprometerse


con la difusión del recuerdo de lo sucedido, a fin de evitar su olvido,
considerando esta labor una obligación moral que excede a las vícti-
mas y a los afectados. Se trata de un proceso a través del cual los me-
dios de comunicación dejaron de contar lo que sucedía a su alrededor
para construir ellos mismos los acontecimientos (Lvovich & Bisquert,
2008, p. 64).

En comparación, la influencia y el papel de los medios en el caso de Trujillo


según el pcnm expresa que “en casos de violación a Derechos Humanos gene-
ralmente desinforman a la opinión pública sobre los acontecimientos alterando
la verdad de los hechos o fragmentando la información. Es frecuente que los
medios tiendan a polarizarse y seguir los prejuicios y estereotipos dominantes”
(pcnm, 2007, p. 46) que recaen en grupos o poblaciones que son utilizados gene-
ralmente como chivos expiatorios.

Esto muestra que en el uso y conducción de la información en situaciones


de violencia existe una fuerte responsabilidad de los medios de comunicación,
los cuales deben permitir el conocimiento de los hechos. En algunos casos, es-
tos se encargan de establecer y consolidar ciertas versiones dominantes o de
mayor alcance en el escenario social, que usualmente son las oficiales, vol-
viendo una visión privada en algo que parecería ser público y compartido por
los miembros de la sociedad; en otros, se arrogan a sí mismos el compromiso
de reconstruir los acontecimientos violentos como parte de su mandato ético y de
su función social.

26 Proceso que sería la bandera de gobierno de la Junta Militar que se instaló en el poder tras el
Golpe, encabezado por Jorge Rafael Videla.

102
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz cijp

La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz es una institución compuesta por


creyentes de distintas órdenes religiosas cristianas que orientan su fe a la protec-
ción de los derechos humanos y la defensa de la vida, cuyas acciones se rigen por
el marco que brinda el Derecho Internacional de los derechos humanos y por los
principios evangélicos de la dignidad humana. De igual manera, en ella converge
un diálogo entre creyentes y no creyentes que expresa el sentido de su eclesiali-
dad desde hace 18 años. Sus integrantes son pastores de la iglesia presbiteriana,
religiosos de la iglesia católica, laicos y profesionales de distintas aéreas de cono-
cimiento, como las ciencias humanas y sociales, el derecho, la comunicación, la
filosofía y la pedagogía, con un grupo base de 47 personas (cijp, 2010).

Adicionalmente, la Comisión recibe el apoyo de un grupo de miembros hono-


rarios que coinciden con su razón de ser como organismo de derechos humanos
y comparte sus principios fundamentales. Tanto Justicia y Paz como las comu-
nidades que acompañan mantienen un vínculo permanente con personalidades
eclesiales, la academia y algunos grupos sociales, que manifiestan el respaldo
y la solidaridad que se les brindan a sus iniciativas por encontrar y generar la
verdad, la justicia, la reparación y la paz.

Como parte de las funciones determinadas por la Comisión se encuentran: 1)


apoyo a procesos encaminados a la búsqueda de la verdad, la justicia, la repa-
ración y soluciones negociadas al conflicto armado interno; 2) acompañamiento
de manera integral a experiencias comunitarias en agrupaciones o comunidades
afrodescendientes, indígenas y mestizas ubicadas en zonas de conflicto armado
que ratifican sus derechos prescindiendo del uso de la violencia. Dicho acompa-
ñamiento comprende las dimensiones humanitaria, jurídica, pedagógica, psico-
lógica y comunicativa en la afirmación integral de los derechos de víctimas de
violaciones de derechos humanos.

Razones de ser de la Comisión

La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz ha establecido nueve orientaciones


básicas que se constituyen en la razón de esta organización (cijp, 2010). Estas
son las siguientes:

1. Comprenden la defensa de los derechos de los humanos a partir de la


ratificación de los derechos de los pueblos y de la relación Estado–ciuda-
danos, aludiendo a la imperante necesidad de que los Estados asuman
las responsabilidades que les son propias frente a los ciudadanos, que
exista un reconocimiento de sus derechos y que sean garantizados, para

103
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

evitar así su trasgresión o violación por parte de dicho ente; todo esto for-
mulado sobre la base de la definición del estado de derecho consignada
en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. También perciben
la integralidad e indivisibilidad de los derechos en relación con lo que las
comunidades afirman como derechos de los pueblos, que hacen parte de
las apuestas de sociedad y sujetos colectivos que determinan las relacio-
nes con los otros y con el medio ambiente.

Esta Comisión, al igual que el pcnm, asume como uno de los principios
básicos que conforman su razón de ser la defensa de los derechos huma-
nos desde la relación Estado-ciudadanos, que como se anotó previamen-
te se inscribe en la base de la exigibilidad operativa. El Estado, a partir
de esta relación, se concibe como el garante de los derechos de los ciu-
dadanos y se le confiere el derecho, en el marco jurídico de los derechos
ciudadanos, de instaurar códigos punitivos, sistemas carcelario, policial
y judicial, y de esta manera procura controlar, contener y subsanar las
agresiones de unos ciudadanos contra otros. No obstante, la Comisión
no hace énfasis en la categoría de crímenes de lesa humanidad, lo cual
es fundamental para el trabajo del Proyecto Colombia Nunca Más en
este plano.

2. Comprenden dentro de los procesos de recuperación de memoria frente


al olvido, de prevención de la repetición del terror, de sanción del manejo
mediático y de distorsión, de afirmación ante el silencio y de promoción
de la democracia participativa, la necesidad de incorporar la verdad de
las víctimas del Estado y develar los medios, las estructuras y los meca-
nismos con que funciona su terror por medio de una multiplicidad de
estrategias.

En contraste con lo establecido desde la política oficial, la cijp reconoce


la incorporación de la verdad de las víctimas como una necesidad dentro
de los procesos de memoria y de prevención de repetición del terror, así
como la necesidad de sancionar el manejo distorsionado de la informa-
ción en los medios de comunicación, que también expresa una relación
de semejanza con el pcnm, pues esta organización realiza un análisis alre-
dedor de la conducción de dichos medios de los acontecimientos de Tru-
jillo, Riofrío y Bolívar en el informe “Estado y Narcotráfico en el centro
del Valle”.

3. Comprenden la justicia como un elemento fundamental en las sociedades


que desean transformarse o reconstruirse, desde sus dimensiones jurídi-
cas, políticas y socioculturales; es también comprendida como un dere-

104
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

cho irrenunciable de las víctimas de violaciones de derechos humanos y


de sus familiares, testigos o afectados con el que pueden contar para el
castigo de los culpables. La dimensión jurídica y política implica el reco-
nocimiento de los victimarios y de sus responsabilidades, la puesta en
marcha de mecanismos de reparación integral y la sanción penal. Como
parte de este principio, la Comisión alude a las víctimas de crímenes de
Estado desde su dignidad, cuyas violaciones no son condenadas ni judi-
cial ni socialmente, y advierte que la continuidad de la impunidad forta-
lece las estructuras criminales estatales, los mecanismos de represión y
de control se legitiman y se oculta la viabilidad y existencia de proyectos
e historias de vidas alternativas.

4. El derecho a la reparación moral, social y política es comprendido como


un compromiso ético y político para la construcción de una sociedad
que asiente sus bases en la democracia, la justicia y la participación. Por
tanto, mencionan la importancia de respetar las diferencias de pensa-
miento, de orientación política, de formas de organización comunitaria
que partan del reconocimiento social y estatal. Manifestaciones como la
pintura, la música, el teatro y la escultura son formas de dignificación de
la condición propia de “los pueblos, las víctimas, las familias, los núcleos
de memoria que exhuman la razón de ser de los torturados, de los desa-
parecidos forzados, de los detenidos arbitrariamente, de los asesinados
selectivamente, de los masacrados colectivamente, de los judicializados
‘ilegalmente’, de los bombardeados, de los perseguidos y de los exter-
minados, de los desplazados y de los refugiados” (cijp, 2010), quienes a
través de estas manifestaciones ejercen su derecho a la esperanza, la me-
moria y la visibilización de proyectos de vida comunes que hacen frente
a los proyectos de muerte de los criminales.

5. Comprenden que en el marco de propuestas éticas y políticas de transfor-


mación de la sociedad colombiana atravesada por la injusticia, la exclusión
y la expresión de formas antidemocráticas, nacen las manifestaciones de
rebelión armada por medio de las guerrillas presentes en el país, que deno-
tan el ejercicio del derecho a la guerra y a la rebelión armada, contemplado
en el dih, en los derechos de los pueblos y en distintos tratados de huma-
nistas y religiosos y que han sido modificados por los distintos grupos de
acuerdo con sus criterios de organización, que podrían ser parte de una
discusión en parámetros de equidad entre los actores sociales y políticos
implicados en el conflicto armado interno y en la solución negociada de
este. Igualmente, reconocen que el conflicto político militar y social en Co-
lombia expresa las fracturas sociales y el empobrecimiento de la población
que viene en aumento.

105
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

6. Comprenden la distinción y entendimiento de dos modelos de guerra: a)


la guerra del Estado que utiliza distintas estrategias y medios de control
y represión abiertos, así como el apoyo de los medios de información y
comunicación, que sienta las bases en la doctrina de la seguridad nacional
(defensa de la democracia, de la civilización cristiana y del capitalismo,
contra el comunismo internacional, el narcotráfico y el terrorismo); b) la
guerra de guerrillas que hace uso de medios de financiación ilegal, de
estrategias de enfrentamientos constantes, de publicidad y comunicación
clandestinas, particularmente electrónica, cuya filosofía se constituyó
sobre la base de la pobreza, la marginalidad, la exclusión y la transforma-
ción social. La comprensión de estos dos modelos es un paso a la humani-
zación del conflicto y la reducción de su intensidad.

7. Múltiples procesos de comunidades y organizaciones afrodescendientes,


mestizas y mulatas en Colombia son comprendidos como partícipes en la
afirmación integral de sus derechos frente a la guerra como pueblo. Esta
situación comporta dos dimensiones: una socio política, en la cual los
procesos organizativos reflejan la desobediencia y la objeción a la globa-
lización del mercado, al modelo de sociedad presente y a la exclusión que
los caracteriza, lo cual implica la afirmación de sus derechos, rechazando
el uso de las armas. Mediante estos procesos también se ejercen respues-
tas que constituyen alternativas democráticas desde lo popular en los
ámbitos económico, político, cultural, comunicativo, artístico, ambiental,
jurídico, de defensa y reiteración de sus derechos.

La otra es la dimensión militar de la guerra en la que estas experiencias


organizativas generan bases normativas que no estaban contempladas
en los tratados del Derecho Internacional Humanitario, pero que otor-
gan elementos particulares y propios conforme al contexto de dichas
reglamentaciones. La Comisión contribuye al reconocimiento de estos
procesos comunitarios enmarcados por las dos dimensiones menciona-
das, para generar proyectos humanitarios y de construcción de la paz,
en la consolidación de medidas adoptadas en la humanización del con-
flicto armado en Colombia o de la disminución de este en sus vertientes
social, política y militar.

8. Comprenden como un anhelo y utopía constante la búsqueda de la paz,


la cual demanda la posibilidad y aceptación para transformar los mo-
delos imperantes de nación, sociedad, Estado y su relación con otros,
que estén basados en principios de inequidad, exclusión y dominación.
Así mismo, promueven una salida política del conflicto armado interno
desde la negociación de lo social, armado y político para establecer los

106
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

cimientos de la justicia integral. Por lo tanto, resulta imperioso en un


escenario de negociación política acordar los medios y los mecanismos que
busquen, además de la participación de los sectores empobrecidos, exclui-
dos, discriminados y de sectores de mujeres, de jóvenes y de niños, así como
de las víctimas de violaciones de los derechos humanos o de sus familias, la
búsqueda de alternativas concretas para la transformación de las causas de
la violencia política (cijp, 2010).

Para que esto se logre es necesario acordar mecanismos efectivos en rela-


ción con la garantía de las necesidades básicas de las poblaciones –salud,
vivienda digna, educación, empleo, tierra, soberanía alimentaria, libertad
de expresión, respeto a la diversidad cultural– y de participación generali-
zada de la población excluida en los medios masivos de información, elec-
trónicos y ciberespaciales, y de contradicción política. Del mismo modo,
debe definirse un modelo económico y político que permita la vida digna
de los colombianos y sus relaciones con los habitantes de otros lugares.

Dentro de este principio básico establecido por la Comisión de Justicia


y Paz se contemplan todas aquellas iniciativas en proceso de ejecución o
desarrolladas por las comunidades como forma de reclamo y búsqueda
de derechos, como se muestra

[…] en el ejercicio del derecho a la memoria y la afirmación de la ver-


dad de la guerra a través de monumentos, de medios audiovisuales y
diversos lenguajes, resignificación de los nombres de las calles y de las
avenidas de ciudades, de plazas del campo; de la justicia penal, de la
reparación y restauración integral, [se pretende] la transformación del
aparato de justicia, de sus medios de investigación y de impunidad; la
transformación de las estructuras militares, de su ideología y de sus
privilegios económicos (cijp, 2010).

Esto sugiere que mientras la guerra continúe, así como los medios que
se expresan en ella, es necesaria la humanización del conflicto armado
interno o la disminución de este en sus distintas vertientes, por medio
de mecanismos y de proyectos que adviertan las causas integrales de la
guerra y los estándares que la rigen.

Frente a la concreción de la reconstrucción de la memoria mediante los


monumentos, las plazas, las calles, la justicia, entre otros, Pierre Nora
(1999) propone la categoría de Les lieux de Mémoire o “lugares de me-
moria”, referidos al cúmulo de espacios que hacen parte del imaginario
colectivo y que favorecen la formación de la identidad de las comunida-

107
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

des. Para la cijp el ejercicio de derecho a la memoria y a saber la verdad


en el contexto de la guerra, a través de estos lugares, exige y propicia
una serie de transformaciones en el campo militar y de la justicia, pre-
tendiendo luchar contra la impunidad.

Respecto a la discusión del culto a la memoria, donde se plantea la rela-


ción entre los procesos judiciales y los de memoria, Todorov afirma que
“hay otros lugares donde la memoria se preserva: en las conmemoracio-
nes oficiales, la enseñanza escolar, los mass media, los libros de historia
[...] ¿Habría sido necesario que hubiese, además, un proceso judicial para
que nos acordemos mejor?” (2002, p. 25). Propone entonces que estos
últimos no necesariamente sirven a la memoria.

9. Comprenden como aspiraciones universales el reclamo de garantías para


la vida digna de todos y todas, la creación de instrumentos de verdad,
justicia y reparación, la ratificación de los derechos de los pueblos, que
radican en principios de solidaridad que buscan modificar este escenario
y desde las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. A partir
de la afirmación de los derechos frente a las acciones y mecanismos de
dominación y exclusión, quienes componen la Comisión ‒basados en la
fe al estilo de Jesús‒ afirman y reconocen una espiritualidad de la resis-
tencia en, con y al lado de los empobrecidos, de los excluidos, que me-
diante esta afirmación expresan un sentido de esperanza.

La razón de ser de dicha resistencia radica en la constitución de formas


que posibilitan a corto, mediano y largo plazo una sociedad donde la
vida digna de todos sea viable, partiendo de las diferencias entre creyen-
tes y no creyentes; de esta manera, “la búsqueda de la consolidación de
la dignidad humana de los hombres y mujeres excluidos en una nueva
humanidad y de una nueva sociedad supera los límites inter-religiosos y
llevan a explorar las dimensiones macro ecuménicas” (cijp, 2010). Estos
procesos generan posibilidades de diálogo y relaciones entre creyentes y
no creyentes, las víctimas que afirman sus derechos y las iglesias.

Procesos de documentación y seguimiento de la Comisión Intereclesial


de Justicia y Paz

Como parte de las estrategias de recuperación y salvaguarda de memoria,


acompañamiento a las comunidades, asesoría y análisis a los casos jurídicos,
la Comisión cuenta con un extenso archivo compuesto por libros, revistas, bo-
letines, carpetas con expedientes judiciales y demás material bibliográfico al-
rededor de proyectos de memoria, seguimiento a procesos judiciales sobre las

108
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

violaciones de derechos humanos ocurridas en zonas afectadas por el conflicto


y propuestas surgidas en otras latitudes para superar sucesos conflictivos. Este
archivo se encuentra en la sede de esta institución, así como una amplia docu-
mentación en la página web: http// justiciaypazcolombia.com, organizada en
diez áreas.

Constancias

Esta área cuenta con aproximadamente 230 constancias y 320 informes desde
1998 hasta el presente que documentan procesos de retornos, amenazas, opera-
ciones militares y empresariales que afectan a los pobladores, abusos de auto-
ridad policial, militar y administrativa, persecuciones paramilitares, asesinatos
a líderes comunitarios, ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos forzosos,
desapariciones y demás violaciones a los derechos humanos ocurridas en dis-
tintas poblaciones víctimas del conflicto armado interno colombiano.

Acompañamiento

Este se encuentra constituido por dos propuestas:

1. Familias Exiliadas del Cacarica ‒cavida‒, con la cartilla “Seguimos so-


ñando”, que reúne las memorias de las vidas de niños y las niñas que
retornaron al Cacarica.

2. Zonas humanitarias Cacarica ‒ Humanos del Mundo, con el artículo


“Nuestra alma y nuestro territorio no están en negocios”, el cual recoge
una reflexión acerca de los procesos organizativos realizados en las Zo-
nas Humanitarias y de Biodiversidad de Cacarica y la denuncia y recla-
mo por el hostigamiento frecuente que padecen los pobladores de estas
regiones del Chocó.

Dever (sic)

Está compuesto por 620 memorias, actas de reuniones y encuentros, cartas


públicas de reclamo y tutelas (2003-2010), como parte de los registros materia-
les de las iniciativas, las denuncias y los procesos contra la impunidad, llevadas
a cabo por las comunidades con el acompañamiento de la Comisión.

109
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Memoria

Área conformada por cuatro espacios:

1. Ha pasado a la historia: con 17 historias de vida junto con registros foto-


gráficos de personajes influyentes en el terreno de la investigación y la
historia, como religiosos, líderes campesinos y comunitarios, defensores
y promulgadores de los derechos humanos que asesinaron.

2. Por lo menos la verdad: con seis artículos que narran las medidas dis-
puestas en los procesos judiciales y algunas versiones libres que rin-
dieron paramilitares desmovilizados, como prueba de la ausencia de la
verdad en tales procesos, en las cuales reclaman el derecho a saber con-
templado, entre otras instancias, en los Principios Joinet de la onu, donde
se plantean las directrices sobre los derechos a la verdad, la justicia y la
reparación de las víctimas de crímenes de lesa humanidad.

3. Por lo menos sus nombres: contiene 33 artículos en los que se recurre


a la visibilización de los perpetradores de crímenes y de sus víctimas,
como lo muestra el caso del artículo 31, escrito el 12 de abril de 2006, que
demanda la incursión en el caserío Mello del municipio de Necocli (An-
tioquia) de “civiles” armados y de camuflado, que contó con el amparo de
la Brigada 17. Dice el artículo: “el nuevo artificio teatral se realizó […] en
presencia de su comandante ALFREDO BERRIO; allí llegaron los ejecuto-
res de planes criminales de asesinatos, de persecución, de aniquilación de
afrocolombianos, indígenas, mestizos en Truandó, Domingodó, Salaqui,
Murindó, Bellavista, Curvaradó y Jiguamiandó” (cijp, 2010), en medio de
la primera entrega de armas ‒que se realizaba ese mismo día‒ de 309 inte-
grantes de la estrategia militar oculta que opera con el nombre de estruc-
turas “Bloque Élmer Cárdenas” y que actúa en el bajo y medio Atrato y en
el norte de Chocó y Antioquia, límites con el Golfo de Urabá. Por tanto,
para la Comisión de Justicia y Paz este es un espacio que se constituye

[…] como lugar de la memoria, del culto a la vida en medio de tanta


indignidad, en medio de tanta prepotencia, en medio del poder del
capital y de la fuerza, del ganado que sepulta a los seres humanos, de
la tierra adobada con casa haciendas en los que se embellece la tortura,
y la sangre causada con golpes, con balas. POR LO MENOS AHORA,
mientras es posible la Verdad y la Justicia, SUS NOMBRES, algunos
NOMBRES, de sueños, de vidas, evocando la verdad, deshilvanando
la mentira, llamando a la MEMORIA (cijp, 2010).

110
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

4. Sin olvido: desde el 2003 se encuentran documentados más de 190 ca-


sos de desaparición forzada, asesinatos, masacres y operaciones milita-
res; como la muerte de Jaime Pardo Leal, Manuel Cepeda Vargas o José
Eduardo Umaña Mendoza, las muertes del Palacio de Justicia, la danza
de la muerte paramilitar en el Salado, la Masacre de Riofrío, entre mu-
chos otros. Este proceso se establece como una forma de generar memo-
ria frente a estos hechos y reclamar justica sobre lo ocurrido, a la vez que
se erige como un acto de conmemoración que vindica la dignidad de las
víctimas de violaciones de derechos humanos.

En esta área específica, la cijp expresa la ausencia del tratamiento al con-


texto político. No obstante, como se mostrará más adelante, la Comisión
dentro de sus trabajos realiza un acercamiento a este, aunque no sea en-
fatizado como parte del área que aparece en su página web. También se
evidencia un acercamiento al pcnm frente al reconocimiento de los pro-
yectos de vida de las víctimas, de sus sueños y su visibilización como
parte de los procesos de memoria.

Comisión Ética y Red de Alternativas

La primera cuenta con aproximadamente 30 informes de las visitas y pronun-


ciamientos de la Comisión Ética Internacional por la Verdad en Colombia sobre
el Acuerdo Humanitario, las amenazas constantes que sufren los miembros de
Justicia y Paz, la difamación de algunos miembros de la Comisión Ética, las
imputaciones sobre la senadora Piedad Córdoba, las gestiones humanitarias
realizadas por Colombianas y Colombianos por la Paz y la propuesta realizada
en el 2002 por Justicia y Paz para la creación de esta Comisión Ética. Por su
parte, la Red de Alternativas es una propuesta que consiste en dar respaldo a
las organizaciones defensoras de derechos humanos, a través de cartas en las
que se demanda verdad, justicia y garantías de no repetición, dirigidas espe-
cialmente al Estado colombiano y/o los grupos armados. Así mismo, realizan
pronunciamientos frente al modelo económico imperante, las políticas de mer-
cantilización de los territorios, entre otros.

Fe y política

Documenta (en 50 folios) una serie de asesinatos y abusos cometidos contra


religiosos dedicados al trabajo comunitario; así mismo, muestra una serie de
documentos y movimientos encabezados por sacerdotes o seguidores de la fe
cristiana y comunicados que expresan su accionar político constante.

111
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

De derecho

• Acciones jurídicas: compuesta por 18 artículos relacionados con medidas


cautelares, sentencias y fallos de la Corte Constitucional y la Corte Inte-
ramericana sobre asesinatos, desapariciones y procesos de explotación
minera, aurífera y carbonífera en distintas zonas del país que afectan a
sus poblaciones.

• Desde la injusta prisión: consta de 30 entrevistas y pronunciamientos so-


bre detenciones arbitrarias e injustas a líderes, académicos o pobladores
de zonas en conflicto.

• Desde las víctimas: contiene un artículo elaborado por el Movimiento


Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado en rechazo al proyecto de
Ley de Víctimas que fue aprobado en tercer debate en la Comisión Prime-
ra de la Cámara de Representantes (noviembre del 2008), por encontrar
dicha ley como un insulto y una burla más a las víctimas y a sus reclamos
legítimos en relación con la protección de sus derechos a la verdad, la
justicia y la reparación integral.

• Informes de derecho: cuenta con 17 informes sobre la situación de de-


rechos humanos de las minorías étnicas y sexuales, sobre los derechos
humanos en Colombia y del dih realizado por la alta Comisionada de
las Naciones Unidas, sobre la Sentencia del Tribunal Permanente de los
Pueblos (Madrid) y otros temas relacionados con el conflicto de tierras,
la integralidad de los derechos y las condiciones en materia de derechos
de los indígenas.

• Reflexiones: comprende dos artículos: uno es la versión final del docu-


mento “Graves ataques a la labor de las y los defensores de derechos
humanos en Colombia” presentado a la relatora sobre defensores y de-
fensoras; el otro artículo es un análisis acerca del interés por las riquezas
naturales que está detrás de los procesos de desplazamiento forzado, y
se señalan las Zonas Humanitarias y las Zonas de Biodiversidad como
espacios de dignidad para la población desplazada en Colombia.

Bioterritorios y psicología social

Bioterritorios cuenta con 11 artículos que contienen enlaces de páginas web


que están relacionados con problemáticas medioambientales, de seguridad ali-
mentaria, de biodiversidad y políticas neoliberales optadas para superar la crisis
alimentaria, económica y ambiental. En dichos artículos se realizan reflexiones,

112
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

propuestas o alternativas y se interpela a la sociedad en general para que haga


parte de las soluciones a estas crisis. El de psicología social está constituido por
siente documentos que registran los procesos emprendidos por los promoto-
res psicosociales en poblaciones afectadas por la violencia y el conflicto arma-
do, las respuestas de familiares a las exhumaciones de víctimas y también de
la sociedad en general, la resistencia y reclamo frente a sucesos traumáticos y la
dignificación de las poblaciones de cara a la impunidad presente en los procesos
judiciales y de reparación.

Acompañamiento y construcción de memoria en Trujillo

Fotografía 1: Municipio de Trujillo

Fuente: elaboración propia.

Partiendo del reconocimiento del extenso material tanto físico como virtual
producido por la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, se abordó el
texto “Parque por la vida, la justicia y la paz. Monumento a las víctimas de los
hechos violentos de Trujillo, 1987-1994”, el cual fue elaborado en conjunto con
afavit, ya que en este se trata de forma específica la Masacre de Trujillo (Rio-
frío y Bolívar) desde un trabajo de memoria. El proceso realizado en la región
por la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, inició con el trabajo de
acompañamiento en los procesos jurídicos, educativos, psicosociales, producti-
vos y de construcción de memoria, abanderados por el sacerdote Jesuita Javier
Giraldo, defensor de derechos humanos y considerado como el interlocutor en
las instancias internacionales sobre el caso de Trujillo. A partir de su trabajo y
estímulo surgió afavit, que con el apoyo de la hermana Maritze Trigos conti-
núan la labor en la región, pues el padre tuvo que salir exiliado del país. Como
parte del trabajo posterior a esto, se sumaron las exhumaciones de cadáveres
debido a la inoperancia de las instancias oficiales encargadas. La hermana Ma-

113
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

ritze ha tenido que realizar aproximadamente 66 exhumaciones, solamente en


compañía de los propios familiares de las personas asesinadas.

La publicación muestra los objetivos, el diseño, la justificación y los sentidos


que previeron para el proyecto de construcción del Parque Monumento, como un
homenaje a las víctimas de los hechos violentos, sobre la base de evitar su olvido
por medio de la reivindicación del derecho a la vida y la dignidad de los seres
humanos. Con ello, dicen, no se pretende ponderar los errores que pudieron co-
meter muchas de estas personas afectadas, ni glorificar sus vidas y acciones, sino

[…] rescatar su dignidad humana que fue desconocida, afirmarla y


reivindicarla como algo que NUNCA MÁS debe ser destruido de esa
manera. Esas víctimas fueron seres humanos con rostro y una histo-
ria, arraigados en un linaje, en una profesión u oficio, en un tejido
social comunitario, en un caminar a través de senderos, luchas y su-
frimientos humanos, y muchos también identificados en sueños y uto-
pías humanas. Rescatar su memoria es reivindicar la posibilidad de
ser humanos y de conjurar las fuerzas que amenazan con destruir lo
elementalmente humano (cijp, 1998, p. 5).

Dentro del proceso, Justicia y Paz y afavit asumen la nominación de “Masa-


cre de Trujillo” ocurrida entre 1986 a 1994, que presentó su punto más alto de
violencia en marzo y abril de 1990 al dejar un conjunto de 342 vidas humanas.
Además afirman que los acontecimientos soportados se deben a la puesta en
juego de intereses económicos y políticos en esta zona, mostrando la conexidad
de los casos, que además se vieron cubiertos por un manto de impunidad de-
bido a las condenas absolutorias, la desestimación del testimonio de uno de los
principales testigos y la inoperancia de la justicia y las medidas de reparación.
Por esta razón, se vieron obligados a llevar el caso a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos de la oea, para buscar esclarecer la responsabilidad que
recaía sobre el Estado. El caso fue el 11.007 y en él se pidió la conformación de
una comisión extrajudicial27 para adelantar las investigaciones pertinentes. De

27 La Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo se creó en 1994 por pedido
de la cidh para realizar las investigaciones sobre lo sucedido en esta región, con una duración
de cuatro meses y la participación de la Defensoría del Pueblo, Fiscalía General de la Nación,
Procuraduría, Ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores, Comisión de Derechos Hu-
manos del Senado y la Cámara, Defensa Nacional, Consejería Presidencial para los Derechos
Humanos, Departamento de Seguridad Nacional, Fuerzas Militares y Policía Nacional, como
instituciones oficiales, y la Conferencia Episcopal Colombiana, la Comisión Intercongregacio-
nal de Justicia y Paz (hoy Intereclesial), Cruz Roja, Asociación de Familiares Detenidos
y Desaparecidos, Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Comisión Andina de Juristas y
Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, como instituciones no gubernamentales y de

114
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

los 342 casos referenciados por la población, la Comisión de Investigación de


los Sucesos Violentos de Trujillo cisvt esclareció 32 y dejó en estudio los restan-
tes, por falta de elementos determinantes para su confirmación.

El informe elaborado por la cisvt reveló 12 conclusiones y propuso 9 reco-


mendaciones al Estado. A partir de este informe también se pudieron iden-
tificar los patrones de agresión que se manifestaban contra la integridad y la
misma vida de una gran cantidad de pobladores, lo que posibilitó las denun-
cias colectivas (más de 300 reunidas). Esto esclareció que en dicha región se
había ejercido una práctica sistemática y continuada de aniquilación de vidas
humanas, que contó con la participación de agentes e instituciones del Estado,
estructuras del narcotráfico y el “sicariato”. En este sentido, Justicia y Paz y afa-
vit señalan que el horror sufrido por el país por enfrentar las injusticias, lograr
su identidad, luchar contra la impunidad y el olvido (aspectos que obstruyen
la construcción de una sociedad acorde con sus sueños) son una muestra de lo
ocurrido en Trujillo.

La Organización de Estados Americanos oea recomendó al Estado reparar


a los familiares de las víctimas a través de medidas económicas y morales por
el daño ocasionado. En 1995 el Gobierno Nacional aceptó la responsabilidad,
por acción u omisión, de los hechos y acató las sugerencias sobre la reparación
de los 32 casos, dando indemnizaciones a algunos familiares y beneficiándolos
parcialmente con planes de inversiones que cuentan en la actualidad con su su-
pervisión28. Dentro de las medidas morales, la oea pidió castigar a los culpables
e iniciar la construcción del Parque Monumento en memoria de las víctimas. El
Parque se constituye en un proyecto que se “ha originado como parte de un proce-
so de reconstrucción y reparación del tejido social que la violencia destruyó en las
comunidades de Trujillo, Riofrío y Bolívar” (cijp, 1998, p. 35). La edificación de di-
cho parque se inició en 1998, por el Arquitecto Santiago Alberto Camargo, a partir
de los diseños arquitectónicos que la población aportaba desde sus expectativas. El
diseño tuvo el apoyo financiero (12 millones de pesos) de la Red de Solidaridad So-
cial y la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos; el estudio de suelos
se realizó por parte de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Javeriana y el
levantamiento topográfico, por parte de Cartón de Colombia. El Gobierno Nacio-
nal adquirió entre 1996 y 1997 el terreno de seis hectáreas a Rubén Silverio Loaiza,
en el municipio de Trujillo (por un valor de 38 millones de pesos).

la sociedad civil, las cuales elaboraron un informe final presentado en enero de 1995.
28 En la visita realizada a Trujillo, se pudo constatar que uno de los mayores reclamos por parte de
las víctimas, en relación con las medidas de reparación, son el incumplimiento de los planes
de vivienda, de los cuales se vieron beneficiados muy pocas familias, mientras que la mayoría de
ellas deben seguir esperando los recursos. En los casos en que sí fueron beneficiadas, denuncian
que las construcciones no son aptas para habitarlas.

115
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Parque Monumento a las víctimas como expresión de formas organizativas


y construcción del tejido social

Fotografía 2: Parque Monumento

Fuente: elaboración propia.

Para la construcción del Parque Monumento Justicia y Paz, en el marco de los


procesos educativos y psicosociales, la cijp realizó diversos talleres y actividades
que permitieron identificar las perspectivas y planteamientos en torno a este es-
pacio. Frente a la pérdida dolorosa y traumática de seres queridos, que produce
la ruptura de lazos afectivos y tejidos sociales, se procuraba la elaboración del
duelo, que fue acompañado por el grupo de cijp mediante la identificación de
comportamientos usuales ante una tragedia, la identificación personal de cómo
se responde a la muerte del ser querido, la búsqueda de apoyo en otras personas
y la recuperación de la autoconfianza y la autoimagen (cijp, 1998).

En este proceso de duelo se caracterizan cuatro senderos o caminos: 1)


Aceptar la realidad de la pérdida por medio de la asistencia al entierro,
el conocimiento de las circunstancias de la muerte, el diálogo de lo suce-
dido y el despojo de las pertenencias de la persona fallecida; 2) experimen-
tar el dolor de la pérdida, expresada en sentimientos de dolor, angustia
y también de miedo debido a la naturaleza de lo sucedido. En este sen-
dero “se trata entonces de construir espacios donde se permita a la per-
sona hablar sobre la pérdida del ser querido; de levantar un altar digno en
su propia psique en el cual colocar lo que le ha sido arrebatado” (cijp, 1998,
p. 44), y privilegiar así el espacio familiar para rehacer la confianza y el diálogo,
confluyendo paulatinamente en la esfera social; 3) adaptarse a un ambiente en

116
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

el cual falta la persona fallecida que permita, a través del apoyo grupal que
comparte la misma experiencia, invertir el sistema de valores que se legitima
socialmente, donde la culpa es lo que orienta la mirada a las víctimas, y generar
espacios de confianza para reconstruir el tejido social deshecho; 4) Retirar la
energía emocional y reinvertirla en nuevas relaciones sociales, lo cual se con-
sidera un reto en la conciencia de cada persona. En este camino se pretende
propagar la identidad individual en nuevos proyectos de vida en los distintos
ámbitos (personal, grupal y social), y permitir de esta manera que el recuerdo
adquiera un valor distinto que impulse las fuerzas de la vida y de sentido nue-
vo a la vida.

Indica la cijp que el proceso de duelo expresa formas distintas si se trata de


una desaparición forzada o ejecución extrajudicial, pues en estos casos se en-
frenta el miedo, el terror, el silencio, el peso de impunidad y la incertidumbre
de lo ocurrido a su ser querido, lo cual hace más difícil este proceso.

En casos como éste el duelo implica resignificar los espacios, los tiem-
pos y los ritos: reconstruir y resaltar la dignidad de las víctimas que
fue aniquilada, con un homenaje extraordinario a sus despojos, a sus
oficios, a su memoria y a sus sueños; darles lugar físico de reafirma-
ción social; ubicarlos en un contexto de lectura social de los hechos
que estigmatice frente al futuro lo que destruyó esos lazos y tejidos
(cijp, 1998, p. 45, 46).

De manera que, el Parque Monumento es percibido como un apoyo a la ela-


boración del duelo de las secuelas dejadas por las prácticas sistemáticas de
destrucción y violencia en estos municipios, cuyos espacios y principios arqui-
tectónicos fueron ordenados a partir de este proceso de duelo.

El parque se pretendió organizar de la siguiente manera. Un espacio para los


hechos, estimulando la memoria y dando un aspecto sacro al camino o “pere-
grinación”, el cual se concibe compuesto por tres muros: uno de datos bási-
cos, otro geográfico y otro de los hechos, un mural del silencio y un anfiteatro
(media torta). El sentido de este parque se orienta hacia el fortalecimiento de
la pertenencia y la identidad regional y hacia la aceptación de la pérdida, la
comprensión del contexto y las condiciones que produjeron los crímenes, el
establecimiento de la dignidad de las víctimas, así como a brindar un lugar de
contemplación para aceptar lo ocurrido y proyectarse hacia el futuro.

Un espacio para el entierro, que permite la comunicación de los espíritus, el


recuerdo y el respeto hacia los muertos. Este espacio comprende 245 osarios
que contienen los restos de 66 víctimas y los objetos personales de los otros,

117
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

ya que no fueron encontrados. En la elaboración de las lápidas de los osarios


participaron los familiares, en un proceso de dignificación de los oficios de las
víctimas, mediante la talla de las figuras de cada ser querido conforme al re-
cuerdo que iban reconstruyendo. Además, se encuentran unas fuentes con las
que se desea destacar el agua como un elemento que simboliza la purificación
y rendición del sufrimiento.

Fotografía 3: Osarios

Fuente: elaboración propia.

Así mismo, se busca tener un espacio para el recuerdo, en el que se pretende


disponer la Ermita del Abrazo, el Mausoleo, la Terraza, el Espacio Iconográfico, el
Templete, la Plaza Ceremonial y el Campanario. El sentido se constituye a partir
de la experimentación del dolor, la construcción de nuevos planes de vida, la ge-
neración de un espacio para el rito y los actos de aniversario, la dignificación del
padre Tiberio, la meditación, el recuerdo visual de las víctimas, el fortalecimiento
de las relaciones de apoyo entre los familiares y la invitación a los peregrinos o
visitantes a los cultos ceremoniales. Dicho sentido se busca expresar en un muro de
arcilla cocida con los nichos de amor; en la presencia de dos árboles de guamo que
se entrecruzan y forjan un solo follaje; en el mausoleo que contiene los restos del
padre Tiberio y algunas pinturas y objetos que recuerdan su vida, servicio y trabajo
religioso y social en la región; en la terraza desde donde se divisa el casco urbano
del municipio; en la galería de memoria, donde reposan las imágenes y elementos
de varias víctimas; en el Templete, la Plaza y el Campanario. Este espacio es visto
como “un lugar para reflexionar, compartir, orar, retroalimentar la Memoria. Esta

118
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

Memoria que se camina en la majestuosa colina no deja al peregrino tranquilo, lo


impacta, lo impregna, lo desafía […] ”29.

Un espacio para la siembra, o el sentido de la memoria (el mito), en el que se


proyecta disponer la identidad territorial y la siembra benéfica, cuyo sentido
se aproxima a brindar un lugar para la siembra familiar, restablecer los lazos
de vecindad y reconstruir el tejido social. Algunas de las especies de bosque
nativo para plantar son la Palma de Coroso, Balso, Vainillo, Yarumo, Siete Cue-
ros, Rojo-Rojo, Comino, Guarumo, Cascarillo y Totofondo; especies de árboles
frutales como Limón Pajarito, Limón Injertado, Palo de Limón, Palo de Toronja,
Guayaba Colorada, Granada, Mamoncillo y especies sobre rondas de las ace-
quias como Nacero, Bambú y Nacedero.

Fotografía 4: Siembra

Fuente: elaboración propia.

Un último espacio es el de la historia y la utopía (siglo xx y xxi), compuesto


por: el Puente, la Tarabita, el Reloj del siglo xx, el Jardín de Esculturas, la Torre

29 Hermana Maritze Trigos, acompañante en Trujillo. En: Encuentro-Diálogos con las víctimas en
clave Psicosocial, organizado por el Ministerio de Protección Social, la Conferencia Episcopal
de Colombia y el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana. Cali-Valle,
noviembre 22 del 2010.

119
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Mirador, Utopías al Siglo xxi, la Plaza Nunca Más, la Plataforma de la Prome-


sa y el Camino de las Flautas. El sentido se dirige a propiciar el esfuerzo de
conocimiento e interrelación entre los fenómenos locales con los de la nación
y del pueblo entero, reconocer la fuerza de la muerte por los crímenes de lesa
humanidad y la fuerza de la vida en las posibilidades de salvaguardar la vida
humana, pasando del drama individual y local al nacional e internacional, y
reinvirtiendo la energía emocional en nuevas relaciones sociales y proyectos
de vida; así como a considerar el valor de la justicia, redefinir los motivos que
dan orientación a la vida, encarar el siglo xxi desde el respeto a la vida humana,
asumir este espacio para hacer del dolor y sacrificio de millones de víctimas de
esta era una transformación en aquellos comportamientos que provoquen la
denigración de otro ser humano, tales como:

[…] símbolo de la memoria y el recuerdo; la esperanza de un nuevo


acontecer… [y en la despedida de la peregrinación] realizar una pro-
mesa antes de partir: que mi mente nunca piense en aniquilar la vida
humana; que mi boca nunca ordene la eliminación de uno de mis se-
mejantes; que mis ojos no permitan que se amplíe la impunidad; que
mis oídos no sean sordos ante el clamor de la justicia; que mi mano
jamás se levante para destruir la vida humana (cijp, 1998, p. 63).

Todos estos espacios se establecen de acuerdo con los senderos de la elabora-


ción del duelo, señalados anteriormente, y se desea con esto originar un lugar
sagrado a manera de santuario. A partir de un estudio que elaboraron la cijp
y afavit sobre el significado de la muerte y su exposición arquitectónica en di-
ferentes religiones y culturas, se señalan cuatro criterios que ellos consideran
importantes para diseñar el Parque Monumento:

Círculo y cuadrado, un matrimonio indisoluble. Los seis ejes de fun-


damentales de la religión. Una tragedia: la Masacre de Trujillo. La
triada da la pauta para diseñar el espacio sagrado: un lugar para las
tumbas, un lugar para el recuerdo y el recogimiento, un lugar para la
esperanza y una promesa: que mi mano, nunca se tome el derecho de
quitar la vida de mi otro yo: mi semejante (cijp, 1998, p. 49),

Lo anterior con la intención de rendir un homenaje a la existencia de los seres


queridos, a su labor y oficio.

En el Parque Monumento se contempla la construcción de la sede de afavit,


un museo regional, un salón múltiple, un hospedaje, cafeterías, una vivien-
da para quienes se encarguen del cuidado y mantenimiento del parque y un
parqueadero con capacidad para seis buses y 15 vehículos. También hay áreas

120
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

productivas para la actividad cafetera y el cultivo de árboles frutales y flores, y


de acciones ecológicas.

En la visita realizada al municipio de Trujillo en noviembre del 2010 se cons-


tató que de lo proyectado, en la actualidad, existe el área del entierro con los 245
osarios, jardines que los adornan y las fuentes que brotan agua en medio de es-
tos; el área del recuerdo, llamada ahora el Área de la Memoria, con el Muro In-
ternacional del Amor elaborado por el artista Kurdo Hoshyar Saeed Rasheed30,
que contenía en un principio siete nichos (objetos donados por distintas orga-
nizaciones y comunidades de todo el mundo), pero debido a varios intentos de
destruirlo tuvieron que ubicar unas placas con la memoria de casos que ellos
conciben como emblemáticos en Colombia. Allí también se encuentra la colina
con los arboles de guamo, en compañía de la Ermita del Abrazo, el Mausoleo en
honor al padre Tiberio Fernández –párroco de Trujillo asesinado– la Terraza,
el Espacio Iconográfico y el Templete; falta por adecuar la Plaza Ceremonial y el
Campanario, y una parte del área del Sentido de la Memoria, que a lo largo del
Parque evidencia la siembra de varias especies de árboles y flores, con un trabajo
de varios familiares de las víctimas. Sin embargo, tal y como estaba pensado, el
espacio está aún por ajustarse.

Fotografía 5: Muro internacional

Fuente: elaboración propia.

30 El Muro hace parte de un proyecto del artista, nominado “la Sombra del Amor”, en el que
aspira construir 7 muros de amor alrededor del mundo que formarían un círculo imaginario,
iniciando en Trujillo.

121
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

En la parte baja se localiza el Oratorio, dedicado al Padre Tiberio, el cual


es una especie de pequeño museo con los ornamentos sagrados, pertenencias,
fotografías y el libro con su biografía que fue elaborado a mano por los po-
bladores de Trujillo y el Auditorio Múltiple llamado “Memorias y Palabras de
Dignidad” que a principios de este año se readecuó, por la demanda que afavit
hizo a la Comisión de Memoria Histórica. En este salón se reúne todo el ma-
terial compilado y sistematizado durante once años en varios álbumes, sobre
la Masacre y el proceso jurídico. Con este recinto se espera hacer visible las
fotografías, los testimonios, las expresiones artísticas, los archivos de prensa,
así como compartir lo vivido; por cuanto se entiende como un espacio físico y
simbólico para que se exprese la memoria. De los equipamientos, se encuentran
la vivienda donde habita una familia que cuida el Parque y guía las visitas, el
cuarto de mantenimiento, el parqueadero y la entrada que se han ido arreglan-
do paulatinamente.

Fotografía 6: Auditorio

Fuente: elaboración propia.

Está pendiente por construir el área de los hechos, aunque el lugar está dispues-
to, pero no se ha podido intervenir por falta de dinero; el Área de la Historia y
la Utopía, que se propone acomodar en la parte del terreno dividido por una
carretera interveredal, al cual no hay acceso todavía (en las visitas). Además de
la sede de afavit, falta también el museo regional, el hospedaje, las cafeterías y
ampliar el parqueadero. Esto se debe, según miembros de afavit y la hermana

122
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

Maritze, a la ausencia de recursos económicos por parte del Estado y al incum-


plimiento de sus compromisos, que volvió la mirada a este proyecto luego del
informe realizado por la cmh, por el reclamo que le realizaron y la condición de
permitir publicar el informe siempre y cuando aportaran otros recursos para su
respectiva ampliación.

El Parque Monumento puede considerarse como una memoria territorializa-


da, en la medida en que este es la expresión de procesos políticos relacionados,
en parte, con la marcación de espacios para significar los crímenes cometidos
sobre la población de Trujillo, como una forma de hacer memoria y brindar
un homenaje a las víctimas. Las memorias territorializadas han sido objeto de
luchas políticas por los sentidos de un pasado, generalmente conflictivo, que
se materializan en marcas territoriales, espacios físicos y lugares públicos. El
territorio históricamente ha sido el centro de guerras para delimitar fronteras y
un núcleo de reconocimiento y reclamo en los combates de comunidades tradi-
cionales (Jelin & Langland, 2003).

Algunos de los proyectos que se emprenden, en ocasiones, ocurren en un es-


pacio ya construido –con una carga histórica– al que se adjudica un significado
y se integran nuevos rituales y valores. Otros, plantean el surgimiento de un
espacio que se calcula con una intencionalidad sobre el sentido del pasado, po-
dría decirse consensuado, que se desea conmemorar. No obstante, así hubiese
sido definido el significado, un proyecto de conmemoración del pasado puede
ser redefinido por una generación que planee otras expectativas sobre este. En
Trujillo se evidencia, como se ha insistido, la edificación del parque como me-
dida de reparación simbólica, proveniente desde arriba31, que fue cargada de
expectativas por parte de las víctimas y organizaciones acompañantes.

En el Parque Monumento se produjeron las luchas, primero en el plano jurí-


dico, a través de la denuncia ante la cidh, que recomendó al Estado colombiano
su construcción; luego, en la resistencia (a pesar de los atentados recibidos en el
parque) y el reclamo constante de afavit por los recursos que permitan desarro-
llar lo proyectado. En este parque se han depositado las esperanzas de muchas
familias, que ven en él un lugar para la dignificación de la vida y el reconoci-
miento de lo sucedido por el mundo entero.

En este orden, afirman Jelin y Langland que la emotividad y apropiación


de ámbitos precisa la incidencia de “procesos que llevan a que un ‘espacio’ se

31 Lo mismo sucedió con la planificación del monumento Allende inaugurado en el 2000 en la


Plaza Chile, como lo muestra Katherine Hite, en Jelin, E. & Langland,V. (2003). Monumentos,
memoriales y marcas territoriales. España: Siglo Veintiuno editores.

123
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

convierta en un ‘lugar’. Construir monumentos, marcar espacios, respetar y


conservar ruinas, son procesos que se desarrollan en el tiempo, que implican
luchas sociales, y que producen (o fracasan en producir) esta semantización de
los espacios materiales” (2003, pp. 3, 4). Lo anterior muestra que el terreno físi-
co adquiere unos sentidos, que se reafirman con la carga afectiva y emocional
que colocan los sujetos que vivieron los acontecimientos violentos32, que más
allá del carácter personal que se pueda evidenciar, la significación se expresa de
manera colectiva; así, el Parque posee un valor simbólico y a la vez político. La
marca territorial, manifestada en él, puede concebirse como un vehículo de la
memoria, un sustento para la función subjetiva de afavit y su acción simbólica,
política y colectiva en el ámbito particular (Jelin & Langland, 2003). Es la marca
de un espacio con la memoria de lo ocurrido en Trujillo. De esta manera, ha-
ciendo un análisis a la construcción del Parque Monumento se encuentran tres
formas constitutivas en relación con la memoria.

La primera de ellas es la manera de representar los crímenes o hechos violen-


tos, a través de los cuestionamientos: ¿cómo simbolizar lo incontable? ¿Quiénes
decidirán las maneras de hacerlo? ¿Bajo qué criterios? En diferentes experien-
cias sobre la construcción de monumentos o espacios territorializados, se han
desarrollado luchas políticas por determinar la manera de representar y co-
municar los acontecimientos, es decir, definir la estética que los configurará,
generalmente producidas entre víctimas y/o organizaciones, expertos (curado-
res, arquitectos) e instituciones del Estado. El Parque Monumento, al ser una
propuesta asumida como propia por afavit, donde se posibilitó la puesta en
juego de las expectativas de las víctimas, manifiesta estas luchas con un carácter
más interno; de esta forma, los talleres y reuniones realizadas con la población
por la cijp permitieron la concreción de los diseños, que iban siendo adecuados
acorde con la intencionalidad del arquitecto y de los acompañantes en la región
(cijp, con el padre Javier Giraldo, ahora con la hermana Maritze).

La segunda es la presencia simbólica de los acontecimientos. Algunos de los


espacios del parque descubren objetivos y señales explícitas, que facilitan una
estética realista, evidente o literal; por ejemplo, el auditorio “Memorias y Pala-
bras de Dignidad”, donde se encuentran fotografías, muestras artísticas propias
y donadas por museos de otras regiones, los álbumes del proceso jurídico y de
reconstrucción de memoria, inclusive el oratorio y el mausoleo. Pero también
existen otros espacios que están formulados de manera más ambigua, abierta a la
interpretación del espectador o el visitante, como los osarios –especialmente por
las lápidas talladas– al área del recuerdo con los árboles de Guamo, el Muro In-

32 Aquí no se hace referencia solamente a torturas o persecuciones, sino a experimentar el dolor


de pérdida de sus seres queridos o la zozobra de cuando le iba a tocar a ellos esto.

124
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

ternacional del Amor, la galería de memoria y el mismo recorrido por el parque,


que generan la configuración de nuevos sentidos que se reelaboran por la apari-
ción de otros actores, el paso del tiempo y la carga afectiva depositada en ellos.

Fotografía 7: Árboles de Guamo

Fuente: elaboración propia.

La tercera es el camino como construcción de sentidos. El Parque Monumen-


to se concibe como un camino, una peregrinación, un viacrucis, cuyo recorrido
se percibe como un “caminar la memoria” y en ese trasegar el parque va ad-
quiriendo un alcance político, de resistencia y transformación, configurando lo
que Cecilia Mombello denomina la “memoria peregrina” que “es un proceso
denso a partir del cual los colectivos se piensan a sí mismos, se relacionan con
los otros, y se proyectan hacia el futuro. Es una apelación a dar cuenta de la
memoria en tanto intervención política en el campo de la cultura, producto de
la articulación entre identidad, memoria y poder” (2003, p. 160).

Todo esto hace evidente el sentido religioso desde el cual se ha construido


el parque, debido a la influencia de la carga religiosa en la población, el peso
que alcanzó el padre Tiberio en Trujillo y el acompañamiento de la cijp y de
la hermana Maritze con sus propias perspectivas. Un ejemplo de esto son las
peregrinaciones, como una práctica tradicional católica, que se “convierte en
la manifestación, siempre renovada, de una doble memoria: la de los aconteci-
mientos que se quieren recordar, y la de la marcha y el recorrido mismo, con su

125
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

carga práctica anclada y de acción colectiva recreadora de la comunidad y de


identidad colectiva” (Jelin & Langland, 2003, p. 14).

Finalmente, cabe anotar que las marcas territoriales están localizadas en un


espacio definido; no obstante, los sentidos son distintos. Así mismo, se resalta
que el Parque Monumento, a diferencia de otros proyectos similares que pre-
tenden proyectar la posibilidad de la redención y la reconciliación, se erige
como un homenaje a las víctimas de Trujillo, en el deseo y reclamo de conseguir
la verdad, justicia y reparación, visibilizando el reconocimiento de las prácticas
religiosas articuladas a su sentido político.

La memoria: eje central del proceso

El trabajo primero de la cijp, luego de afavit con el apoyo de la hermana Ma-


ritze, se enmarca en un clima de confianza y solidaridad, cuya meta se establece
en la elaboración del duelo, fortalecer a las víctimas como sujetos de derecho
y propiciar procesos organizativos en la región. El objetivo central consiste en
reconstruir el tejido personal y social, lograr el respeto a la dignidad de las per-
sonas y familias afectadas y buscar que se cumplan efectivamente los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación. Desde este objetivo asumen la elabora-
ción de memoria desde las víctimas, pues sostienen que esta “las convierte en
sujetos históricos, son agentes activos de su propio cambio, son la memoria, la
fuente, la conciencia de la humanidad, quienes luchan por sus derechos, por
la Verdad, la Justicia y una Reparación Integral”33, que comporta un carácter
psicológico, ético, religioso y político.

El eje puesto en la reconstrucción del tejido social en las víctimas como suje-
tos de derecho propende por la dignificación de estas víctimas y la exigencia
de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, y se constituye en una
de las principales banderas de acción que son comunes a todas las organiza-
ciones, tratando de impulsar desde sus directrices y propósitos específicos la
apropiación de las mismas víctimas –que en el caso del movice son ellas quienes
conforman este organismo– de los acontecimientos vividos y, por tanto, de los
proyectos que se emprendan en relación con estos.

El proceso de memoria conformado por talleres, reuniones, conversatorios,


participación en eventos y diálogos personales empezó por generar en los fa-

33 Hermana Maritze Trigos, acompañante en Trujillo, en Encuentro-Diálogos con las víctimas en


clave Psicosocial, organizado por el Ministerio de Protección Social, la Conferencia Episcopal
de Colombia y el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana. Cali-Valle,
noviembre 22 del 2010.

126
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

miliares de las víctimas y en población que quisiera hacer parte una concien-
cia y expresión de lo sucedido, tratando de reaccionar y clarificar los hechos
con cuestionamientos como ¿qué pasó?, ¿por qué pasó?, ¿quiénes fueron los
victimarios?, ¿qué estrategias usaron?, ¿qué contexto se vivía en Colombia? y
¿cuáles son las consecuencias de estas masacres? Seguido a ello, se favoreció
la recuperación de memoria, en un proceso personal y comunitario mediante la
escritura de biografías y dibujos de las víctimas34, como también la recupera-
ción de los rostros a partir de fotografías de las víctimas donadas por sus fami-
liares. Posteriormente, gran parte de los esfuerzos se concentraron en el diseño
y la construcción del Parque Monumento en 1998, que inicia como una especie
de viacrucis con el análisis del contexto para comprender las causas de los he-
chos violentos y propender para que nunca más se repitan. Luego se trabajó en
la ubicación de los osarios y las labores alrededor de las esculturas que después
fueron puestas en las lápidas, la recopilación de testimonios orales y los prime-
ros escritos sobre las expectativas que los habitantes tenían con el Parque.

A diferencia de los talleres realizados por la Comisión de Memoria Histórica,


en referencia a los ejes de interpelación para la reconstrucción de la memoria
que propusieron en estos, el trabajo de la cijp y afavit –aparte de la indagación
de la reconstrucción del pasado– (llamado así por la cmh) aborda el contexto
sociopolítico que caracterizaba a Colombia en esa época y genera articulaciones
con otras masacres y crímenes sucedidos en distintas regiones del país. Este
acento particular establece relaciones de afinidad con el pcnm y con el movice,
para quienes ese aspecto se considera fundamental en el campo de la memoria.

Parte de las estrategias de visibilización a las que recurren afavit y la cijp es la


exposición de las fotografías de las vidas humanas afectadas, que se encuentra
en los archivos fotográficos y en el mismo texto abordado en este capítulo; así
mismo, los rituales simbólicos, ecuménicos, las peregrinaciones y la eucaristía,
para recrear los sueños, conservar la esperanza, manifestar sentimientos y ge-
nerar articulación con otras comunidades.

Para la hermana Maritze y los miembros de afavit “El proceso de Memoria,


unido al acompañamiento vivido en afavit Trujillo, se ha constituido en un
camino colectivo de búsqueda de sueños, de encuentros y desencuentros, de

34 Cuenta la hermana Maritze que una abuela iba narrando la historia de su hija, mientras su
nieto la escribía. Al terminar Maritze solicitó al niño que colocara como autora el nombre de
su abuela y el niño replicó que él había colaborado así que firmaría como el escribiente, lo
cual muestra la participación conjunta de los familiares en este proceso. En Encuentro-Diálo-
gos con las víctimas en clave Psicosocial, organizado por el Ministerio de Protección Social,
la Conferencia Episcopal de Colombia y el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas
Colombiana. Cali-Valle, noviembre 22 del 2010.

127
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

dificultades y de logros. Proceso que lleva 15 años en construcción de Memoria


y exigencia de justicia desde 1995, con el reconocimiento de culpabilidad del
Estado colombiano”35. Además de lo mencionado, el proceso ha convocado a
jóvenes, y de manera especial, a niños con padres o familiares víctimas de la
masacre, y de esta manera se ha permitido la conformación del Grupo Infantil
Jimmy García Peña, perteneciente a afavit (nombre escogido en memoria a un
niño asesinado), en el cual se desarrollan actividades lúdicas, recreativas, de-
portivas, artísticas y de reconstrucción de memoria, que fortalecen el trabajo
desarrollado por afavit y permiten su proyección generacional. En este aspecto,
falta por hacer un ejercicio analítico e investigativo sobre el trabajo de memoria
intergeneracional.

Fotografía 8: Grupo Infantil Jimmy García Peña

Fuente: elaboración propia.

Finalmente, la hermana Martize Trigos, en un proceso de elaboración teóri-


ca y analítica reconoce unas funciones de la memoria que se enmarcan en el
proceso adelantado: la función histórica, que comporta la dimensión espacio-
temporal y que se configura con los relatos de los hechos; la función política,
como forma y elemento de denuncia, organización y resistencia; la función cul-
tural, como herencia o patrimonio de los pueblos, de preservación de valores y
tradiciones; la función moral y religiosa, como manifestación de la conciencia
ética y de fe que se propaga; la función terapéutica como forma de sanación y
transformación, y la función social, como expresión de la articulación y genera-
ción de lazos comunitarios.

35 Hermana Maritze Trigos, acompañante en Trujillo, en Jornada de Cine y Derechos Humanos


en memoria de las víctimas de Trujillo, organizado por La Unidad Central del Valle del Cauca.
Institución Universitaria Pública de Educación Superior. Tulúa-Valle, noviembre 24 del 2010.

128
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

En este orden, señalan unos sentidos de la memoria que se traducen en la


conversión de: una nueva sabiduría, que brinda criterios para interpretar la rea-
lidad del conflicto armado presente, a manera de una lectura sociopolítica; una
energía que posibilita almacenar fuerzas y volverlas hacia otras formas eco-
nómicas, sociales, políticas y eclesiales, de resistencia y esperanza; una norma
ética para defender los derechos humanos y ver de manera crítica la realidad,
desde un principio solidario. Se trata de “la memoria en el recinto de las ideas
y el pensamiento […] en el recinto del acuerdo, de la fe y el compromiso orga-
nizativo […] en el recinto de la conciencia, donde se salvaguardan los valores,
la dignidad humana, la mirada al futuro”36.

En relación con los sentidos de la memoria, se alude a una serie de silencios


que caracterizan los acontecimientos violentos. El silencio del ausente que vive
dándole la espalda a la historia, el del desinteresado, el del egoísta que está
centrado en sus propios horizontes de vida, el del oprimido que es acallado
en la narración de su sufrimiento, su historia y su lucha, y el del atento que se
halla expectante a lo ocurrido, con una mirada crítica y sistemática, vuelve los
acontecimientos memoria histórica, para compartirlos a la sociedad con dig-
nidad. De manera que la memoria des-instala, des-concierta, des-centra, des-
estabiliza, des-vela37.

De otra parte, las funciones, sentidos y silencios se presentan como un aporte


que realiza la cijp y afavit en cabeza de la hermana Maritze, para la conceptua-
lización de la memoria del conflicto armado, que permite una aproximación
desde las características propias del contexto colombiano para la elaboración
de memoria, más aún cuando existe una gran producción académica e investi-
gativa en otros escenarios que han servido de marco analítico para reflexionar
sobre los procesos de memoria generados en el país, pero muchos de ellos re-
sultan insuficientes para abordarlos de manera compleja y amplia, debido a la
particularidad del conflicto, a las luchas políticas que se dan en medio de este,
a los grados de negociación en ellas y a las iniciativas que se producen desde
distintas organizaciones e instituciones interesadas en la memoria.

36 Hermana Maritze Trigos, acompañante en Trujillo, en Jornada de Cine y Derechos Humanos


en memoria de las víctimas de Trujillo, organizado por la Unidad central del Valle del Cauca.
Institución Universitaria Pública de Educación Superior. Tulúa-Valle, noviembre 24 del 2010.
37 Hermana Maritze Trigos, acompañante en Trujillo, en Encuentro-Diálogos con las víctimas
en clave Psicosocial, organizado por el Ministerio de Protección Social, la Conferencia Episco-
pal de Colombia y el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana. Cali-Valle,
noviembre 22 del 2010.

129
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes


de Estado movice

El Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado movice es un


movimiento conformado por organizaciones y sobrevivientes de crímenes de
Estado en Colombia. En junio del 2005, en Bogotá, en el marco del II Encuentro
Nacional de Víctimas de Crímenes de Lesa Humanidad, Violaciones graves a
los Derechos Humanos y Genocidio, se decidió crear el Movimiento de Vícti-
mas de Crímenes de Estado “como una expresión de afirmación del derecho a
la auténtica verdad, justicia y reparación integral” (movice, 2010), enunciando
que el movimiento surgió en un contexto de paramilitarización y militarización
territorial y cotidiana de Colombia como dinámica signada por la Ley 975 de
2005 de Justicia y Paz, y la política de seguridad democrática. De igual forma,
dicho movimiento surgió en un contexto no transicional determinado por la
reiteración de crímenes de Estado.

El movice expone como objetivo fundamental reivindicar a las víctimas de


crímenes cometidos por el Estado, sea por su acción u omisión en acciones per-
petradas por miembros de la fuerza pública o fuerzas paraestatales o parami-
litares que actuaron bajo el auspicio, respaldo y connivencia del Estado colom-
biano en diversas zonas del país (movice, 2010). Desde allí, este movimiento
fundamenta sus acciones en la exigencia del restablecimiento de los derechos a
la verdad, justicia, reparación integral, garantía de no repetición y a la memoria
de centenares de miles de hombres y mujeres que le apostaron a construir una
Colombia en paz y con justicia social.

Propósitos fundamentales

Los propósitos principales del Movimiento Nacional de Víctimas de Críme-


nes de Estado son los siguientes:

• Actuar por una transformación social e histórica planteando y constru-


yendo alternativas contra la impunidad de los crímenes contra la huma-
nidad, el genocidio y las violaciones a los derechos humanos perpetrados
por el Estado a través de sus estructuras militares y paramilitares, de sus
modelos represivos, de sus leyes arbitrarias y, en general, de todas las
expresiones del terrorismo estatal.

En este propósito se evidencia una relación con la propuesta del Proyecto


Colombia Nunca Más, al llamar a los acontecimientos violentos producidos
bajo el marco del conflicto armado como “crímenes de lesa humanidad”, lo

130
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

cual muestra, como se afirmó anteriormente, una estrategia de visibilización


internacional de estos y una ruptura con las políticas oficiales.

• Trabajar porque los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la


reparación se respeten y realicen plenamente como condición de una paz
duradera y de una autentica democracia.

• Buscar que las víctimas y sobrevivientes del terrorismo de Estado sean


reconocidas como sujetos de derecho, testigos históricos y sectores parti-
cipantes en la vida política del país, preservando y reconstruyendo desde
la memoria histórica iniciativas que posibiliten que en Colombia nun-
ca más se repitan crímenes contra la humanidad. Asumir a las víctimas
como sujetos de derecho.

• Abogar porque los movimientos y partidos políticos ejerzan con plenas


garantías la oposición política como condición básica de una democracia
real.

• Develar las estrategias, mecanismos, métodos y técnicas desarrolladas


por el Estado que pretenden la perpetuación de la impunidad política,
jurídica y social con leyes, políticas públicas que legalizan el paramilita-
rismo, la expropiación de tierras y territorios, y el lavado de recursos del
tráfico de drogas.

• Exigir el desmonte de todas las estructuras de la guerra y buscar la solu-


ción política negociada al conflicto social y armado del país, y la suscrip-
ción de acuerdos humanitarios que disminuya el impacto del conflicto
armado contra la población (movice, 2010). En este sentido, la identidad
del movimiento hace referencia a las personas que lo conforman, en tanto
individuos y colectivos organizados alrededor de un punto de referencia
común: las vivencias del impacto de la violencia.

[…] el impacto de la violencia generada por el Estado colombiano,


a través de violaciones masivas y sistemáticas de sus derechos fun-
damentales individuales y colectivos, políticos, económicos, sociales,
culturales, la destrucción de proyectos de vida, de entornos comu-
nitarios, destrucción ambiental y apropiación de los territorios, per-
petradas por estructuras armadas estatales en su estrategia regular e
irregular a través de la estrategia paramilitar (movice, 2010).

Así, el movice reúne a víctimas y organizaciones por medio de tres definicio-


nes de acuerdo con las prácticas que el Estado ejerce sobre éstas, sin negar la

131
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

existencia de otras víctimas con derecho a organizarse. Dichas definiciones son:


1) víctimas de crímenes de lesa humanidad, sobre las que se despliegan “prác-
ticas sistemáticas, generalizadas de torturas y otros tratos crueles, inhumanos y
degradantes, desapariciones forzadas, asesinatos selectivos, masacres, violacio-
nes, expulsiones y traslados forzosos, detenciones arbitrarias, encarcelamientos
por motivos políticos y de opinión, persecuciones políticas, extradiciones, exi-
lio, destierro perpetrados por el Estado o estructuras armadas amparadas por
este y que hieren la conciencia de la humanidad” (movice, 2010); 2) víctimas de
crímenes de guerra cometidos por el Estado. Entre estos, se destacan: las prác-
ticas de persecución, torturas, desaparición forzada, asesinatos, bombardeos,
desplazamientos ilegítimos de una población civil, tratamientos inhumanos y
degradantes relacionados con prisionero de guerra y destrucción de los bienes
civiles; 3) víctimas de genocidio de orden político y étnico a causa de la práctica
de persecución sistemática y planificada, cuyo fin es el exterminio de un grupo
humano por razones étnicas o políticas.

En contraste con la víctima determinada en la Ley 975/05, para el movice


estas se constituyen por unas acciones continuas de violación a los derechos
humanos por distintas causas (políticas, étnicas, sociales), que muestran
los procesos de revictimización a los que son sometidas las personas o las
comunidades.

En este sentido, el movice está compuesto por dos clases. Por un lado, las or-
ganizaciones de sobrevivientes de los crímenes de Estado, o bien de familiares
de víctimas de estos ‒son sujetos de derechos y sujetos activos‒; por otro lado,
las organizaciones de acompañantes de víctimas de violaciones de derechos
políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales. Allí es posible ubicar
organizaciones de corte social, político y jurídico que han sido victimizadas y
afirman su derecho al esclarecimiento a la memoria, la verdad, la justicia y la
reparación en escenarios dentro y fuera del país.

La postura política de este movimiento tiene su referente inmediato en conce-


bir que una gran parte de los crímenes cometidos contra el movimiento social
y popular en nuestro país tenga como responsable al Estado colombiano y sus
agentes, como se mencionaba con anterioridad, por acción, omisión o permisi-
vidad ‒en el caso de ser implementados por grupos paramilitares con intereses
particulares‒. Esta postura difiere radicalmente con lo contemplado en la Ley
de Justicia y Paz, en la cual dichos agentes estatales son considerados víctimas
del conflicto armado y gozarán de las medidas dispuestas en ella, sobre lo re-
ferente a la justicia y la reparación, aún cuando los efectos del conflicto sobre
las Fuerzas Militares hagan parte de los compromisos adquiridos en su labor;
resulta entonces paradójico que sean equiparadas con la sociedad civil, cuando

132
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

éstas muchas veces producen la victimización en las poblaciones del país, se-
gún lo sostenido por el movice.

Desde esta concepción, se señala que los crímenes cometidos responden a


intenciones sociales, políticas, económicas e ideológicas promovidas por el
Estado colombiano, y que por ello es este organismo el que tiene la obligación,
en cumplimiento de sus compromisos constitucionales y de los estándares
internacionales a los derechos de las víctimas, de responder ante las víctimas,
sus familiares, las organizaciones a las que pertenecen y al conjunto de la so-
ciedad colombiana en general; de igual forma, debe garantizar el derecho a la
verdad, la justicia, la red de reparación integral y la garantía de no repetición
(movice, 2010).

Responsabilizar al Estado implica su objeción ética y política, a la vez que se


acompaña dicha objeción con propuestas políticas que se resistan al olvido y
que se nieguen a conciliar y concertar los derechos de las víctimas con un Esta-
do que ha obrado en favorecimiento de los victimarios impunemente. Resulta
novedoso el énfasis que el movice hace en el reconocimiento de las organiza-
ciones cuando de asumir responsabilidades se trata, pues como se ha podido
ver en el caso de Trujillo el desarrollo organizativo era muy fuerte y debido a
la masacre se desarticularon los proyectos que se estaban consolidando en esta
región. Cuando se trata de reparación y de justicia, no es notorio ni en las de-
más organizaciones trabajadas ni por parte del lugar oficial, que se destaque el
papel central que éstas juegan dentro de estos procesos.

En el documento “Nuestra identidad” (2010) se afirma que entre las acciones


que orientan el quehacer del movice se encuentran el fortalecimiento de los
procesos organizativos, la promoción de la formación política, la movilización
popular callejera y la elaboración de propuestas políticas que ayuden a des-
legitimar y a profundizar la crisis del gobierno, y que contribuyan al empo-
deramiento de las víctimas y sus derechos. De esta manera, se proponen las
siguientes tareas específicas:

• La construcción de los capítulos regionales.

• La vinculación a las jornadas promovidas por el comando unitario


de paro.

• El impulso a la movilización a favor de los acuerdos humanitarios.

• El desarrollo de cada una de las ocho estrategias aprobadas por la tercera


asamblea de víctimas realizada en julio del 2006.

133
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

• El seguimiento a las audiencias públicas de juzgamiento de los jefes pa-


ramilitares.

• La preparación y realización de la cuarta asamblea nacional de víctimas


de crímenes de Estado que se realizará a fines del 2010 (movice, 2010).

El movice cuenta con nueve estrategias configuradas de trabajo, con el fin


de alcanzar los objetivos propuestos, tras la creación del movimiento. Además de
ello, existe una estrategia pedagógica que conserva relación con las estrategias
básicas.

1. Jurídica: la estrategia jurídica, a través de diferentes instancias y proce-


dimientos jurídicos nacionales e internacionales y recurriendo al acumu-
lado del proyecto Colombia Nunca Más, busca, la realización de normas
que dispongan de las garantías necesarias para reconocer los derechos de
las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación integral, y la no repeti-
ción de los crímenes, toda vez que asuman la existencia de víctimas del
Estado y reconozcan la responsabilidad de este último. Concretamente,
esta estrategia es desarrollada desde las siguientes acciones: seguimiento
a las normas y disposiciones relacionadas con los derechos de las vícti-
mas, el desarrollo de mecanismos de protección jurídica a las víctimas y
la observación puntual de la aplicación de las Leyes 975 del 2005, 782 del
2002, y de los Decretos 128 del 2003 y 4760 del 2005.

2. Verdad y memoria histórica: la difusión social y la utilización jurídica


de la información se configuran como una tarea estratégica para las víc-
timas del Estado, donde la verdad y la memoria históricas son parte de
un proceso de democratización de la sociedad y una oportunidad para
que las fuerzas sociales que han sido excluidas, perseguidas y estigma-
tizadas puedan participar de la vida pública. Allí, la verdad (histórica y
de derecho) es definida por este movimiento a modo de un fundamento
insoslayable para la superación de la impunidad de los crímenes contra
la humanidad y para la plena realización de los derechos a la justicia
y la reparación integral, lo cual contribuye al esclarecimiento histórico y
a la significación del nombre y la vida de las víctimas. En cuanto a sus
fuentes –testimonios, pruebas forenses que sustentan los datos estadísti-
cos, documentos con valor probatorio, archivos oficiales– el movice consi-
dera que se deben fortalecer en cuanto a su recolección y sistematización.

3. Acompañamiento solidario con las víctimas, la Comisión Ética: esta Co-


misión surge como iniciativa del Movimiento Nacional de Víctimas de
Crímenes de Estado ante la ausencia de un aparato de justicia que abor-

134
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

de de modo preciso el genocidio y los crímenes contra la humanidad, el


desconocimiento de los derechos de las víctimas y la banalización de los
contenidos de la verdad, la justicia y la reparación en la Comisión Nacio-
nal de Reparación y Reconciliación, creada por la Ley 975 del 2005 para
salvaguardar la memoria colectiva de las víctimas de crímenes de Estado.
Esta comisión ha venido desarrollando visitas en diversas regiones de
Colombia, recopilando testimonios, cotejando pruebas, visitando lugares
a los que la Fiscalía se ha negado a ir. A través de su experiencia en diá-
logos con víctimas y testigos, han analizado con atención las sentencias y
fallos de la Corte Suprema de Justicia, en relación con los derechos de las
víctimas frente a las extradiciones de los paramilitares.

4. No repetición: la prohibición legal del paramilitarismo, cuyo origen his-


tórico y existencia responsabilizan al Estado colombiano. El Movimiento
de víctimas busca concretar esta estrategia, en un proyecto de ley con
carácter de reforma constitucional que prohíba cualquier modalidad de
paramilitarismo.

5. Reparación: el catastro alternativo. Estrategia relacionada con la repara-


ción, la cual deben ejecutar los causantes del daño y los actuales deten-
tadores de la riqueza que ha sido usurpada a las comunidades y grupos
agredidos. Allí, la reparación es un proceso de justicia con quienes han
sufrido la violencia y con la propia sociedad, que además guarda corres-
pondencia con el Mandato Agrario que impulsa el movice.

6. Lucha contra la desaparición forzada: la exhumación de las fosas comunes


y el derecho a enterrar; que permita la búsqueda de personas desapareci-
das forzadamente y la afirmación del derecho a exhumar. Esta estrategia
se plantea con el conocimiento de la existencia –no efectiva– de un marco
jurídico en Colombia que reconoce el delito de desaparición forzada, y
de unas instituciones creadas para apoyar este marco, como la Comisión
Nacional de Búsqueda de Personas y a pesar de lo cual continúan las
desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, la impunidad casi
total de estos crímenes.

7. Lucha contra el genocidio político: verdad, justicia y reparación para las


víctimas y los sobrevivientes de la Unión Patriótica.

8. Organización: el fortalecimiento del Movimiento de Víctimas.

9. Este movimiento cuenta con estrategias pedagógicas que están relacio-


nadas con las anteriores. En estas se cuentan las siguientes herramientas

135
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

y acciones: una cartilla de protección, la elaboración de las galerías de


la memoria, la consolidación de un archivo de seguridad para la verdad
histórica, el fortalecimiento de la campaña “Colombia Nunca Más Impu-
nidad, ¡Verdad, Justicia y Reparación ya!”, el impulso, creación y puesta
en marcha de la Comisión Ética Internacional (configurada como estrate-
gia específica para el acompañamiento solidario con las víctimas mencio-
nada con antelación), talleres, acompañamiento regional para incentivar
la organización y acción de las víctimas, y construcción de propuestas
que lleven a terminar con la impunidad (movice, 2010).

El Movimiento ha venido trabajando alrededor del proyecto para una futura


Comisión de la Verdad en Colombia que se ha visto enriquecida con la propues-
ta de la Comisión Ética. Esta última toma las referencias de la Corte Internacio-
nal de Derechos Humanos respecto a la posibilidad de crear una Comisión de la
Verdad como una necesidad de la sociedad de ubicar su presente, en medio de
la continuidad de las violaciones graves y sistemáticas a los derechos humanos
y las infracciones al derecho humanitario. No obstante, esta propuesta se en-
cuentra a la espera del debate de integrantes de la Comisión Ética y de retomar
sus consideraciones con los delegados y delegadas del movice en su reunión
en julio del 2011. Profundizando en las galerías de la memoria como parte de
los mecanismos emprendidos por este movimiento, las cuales comenzaron su
desarrollo en Colombia en 1995 desde una iniciativa de la Fundación Manuel
Cepeda Vargas, dice el movice que se caracterizan por ser una instalación de ca-
rácter colectiva, pública e itinerante, elaborada por familiares, amigos y colegas
de las víctimas de la violencia social y política en Colombia, quienes llevan a
la instalación objetos del recuerdo, acompañados de relatos. Actualmente, son
definidas como un dispositivo cultural, un mecanismo que facilita los procesos
organizativos en torno al trabajo de rememoración y una herramienta para la
participación política, utilizando la metodología de la investigación-acción par-
ticipativa. La memoria en las galerías es definida como parte de los objetos del
recuerdo, los objetos conmemorativos, y se muestra de esta manera al público
presente quiénes eran las personas victimizadas y cuáles eran sus proyectos
de vida con el objetivo de reconstruir la memoria de cada caso particular para
inscribirla en el contexto general de la violencia y revivir los hechos que dan
cuenta del contexto de la victimización.

Por tanto, los objetivos de la Galería de la Memoria son:

• Propiciar el debate nacional.

• Dignificar la memoria de las víctimas en el espacio público.

136
La memoria: una estrategia política desde las organizaciones sociales

• El empoderamiento de las personas y grupos afectados por la violencia y


la constitución de sujetos históricos y de derecho en el marco de acciones
concertadas en torno a una dinámica de activación y transformación del
dolor en acciones civiles y jurídicas.

• Aportar a la construcción de la verdad histórica, a través del intercambio


de saberes y experiencias, la documentación de casos y la retroalimenta-
ción de información contextualizada.

Las galerías de memoria son un mecanismo que ha venido siendo utilizado


por diferentes organizaciones de derechos humanos, dentro de sus procesos de
recuperación y construcción de memoria. Éstas permiten la visibilización de las
víctimas, el reconocimiento de otras historias que pueden ser comunes en el
marco del conflicto armado, y la articulación con otras organizaciones y proyec-
tos propiciados en otras partes. Por último, así como la cijp, se concibe la dig-
nificación del recuerdo de las víctimas, no desde la glorificación de sus vidas,
sino desde la aceptación de su humanidad.

137
Memoria, luchas políticas
y políticas de la memoria

Como se ha podido constatar a lo largo del libro, la categoría de memoria so-


bre el conflicto armado en Colombia ha cobrado gran importancia en el país, lo
cual se manifiesta a través del agenciamiento y producción de iniciativas suscri-
tas a unas condiciones de emergencia política y de época, de distintas institucio-
nes oficiales y organizaciones de la sociedad civil y de derechos humanos, que
evidencian la conformación de un campo de luchas políticas por la memoria.

En este capítulo final se recogen las distintas concepciones sobre la memoria


que aparecieron en las superficies de emergencia utilizadas en el proceso ana-
lítico, mediante un ejercicio relacional entre estas. Seguido a ello, se retoma la
categoría de luchas políticas por la memoria (trabajada en el primer capítulo),
para mostrar cuál es la expresión de estas luchas en el caso de la Masacre de
Trujillo. Por último, se presenta el análisis realizado alrededor de la configura-
ción de las políticas de la memoria sobre el conflicto armado en el país.

La memoria: categoría en disputa

La categoría de memoria que se asume en el lugar oficial es la de memoria


histórica. Dentro de la Ley 975/05 aparece ligada a la reparación desde el ám-
bito judicial; “se entiende por reparación simbólica toda prestación realizada
a favor de las víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la
preservación de la memoria histórica” (Ley 975, 2005, p. 5). De tal suerte que
la reparación (Artículo 8) se establece, ya sea por la violación a un derecho,
connotando un sentido compensatorio o en aras de transformar o restituir este
derecho violado, o como una medida de preservación de la memoria, que con-
tribuya a la no repetición de hechos violentos. En este orden, se encuentra la
referencia al deber de memoria (Artículo 56), que implica “el conocimiento de
la historia de las causas, desarrollos y consecuencias de la acción de los grupos

139
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

armados al margen de la ley […] [que debe ser] mantenido mediante procedi-
mientos adecuados, en cumplimiento del deber a la preservación de la memoria
histórica que corresponde al Estado” (Ley 975, 2005, p. 30).

En contraste, se observa cómo la Corte Interamericana de Derechos Humanos


ha procedido, en algunos casos38, a posicionar el concepto de memoria histó-
rica como un derecho autónomo (como pasó con el derecho a la verdad y a la
reparación). Lo mismo se aprecia en España con la Ley 52 de 2007, por la que
se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes
padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, más
conocida como Ley de Memoria Histórica. Esta ley comporta la definición de
su contenido y alcance jurídico para desligarla de medidas de reparación y
otorgarle un lugar autónomo en el plano de la justicia.

La Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación entiende la memoria


histórica como un instrumento primordial de la justicia transicional en Colom-
bia, como un derecho fundamental que debe orientarse con una perspectiva de
futuro que garantice la no repetición y sirva como partida a una nueva ética
en la sociedad. La memoria histórica para la cmh se percibe como un espacio
propicio para el diálogo, los acuerdos y la aceptación de las diferencias; como
una forma de justicia, debido a la visibilización y responsabilidad que se le
adjudica a los victimarios y al reconocimiento de la impunidad. “[…] cuando
flaquea la verdad judicial, se eleva el papel de la memoria: esta se convierte en
el nuevo juez” (cmh, 2008, p. 2); también como una forma de reparación que
complementa los deberes del Estado en este aspecto, pues compone los recla-
mos y denuncias de las víctimas. La Comisión afirma que la memoria permite
su empoderamiento, ya que promueve la movilización y organización de estas.

Por último, entiende la memoria como un derecho inalienable, al igual que


el reconocimiento de la verdad, que supone “como contrapartida un deber de
memoria para el Estado; esto es, el deber del Estado de preservar la memoria
colectiva, obedeciendo al principio de que la historia de la violencia de un pue-
blo es parte de su patrimonio y, por tanto, debe ser preservado y protegido del
olvido” (cmh, 2008, p. 3).

Los efectos políticos que se pueden avizorar al agenciar este tipo de memo-
ria –ubicándola como sustituta de la justicia en caso de que esta no se logre,
al igual que sucede con la reparación– es que se superpone el espacio ético y

38 Algunos de los casos al respecto son: Caso Comunidad indígena Yakye Axa vs. Paraguay, Sen-
tencia del 6 de febrero del 2006; caso la Cantuta vs. Perú, Sentencia del 29 de noviembre del
2006.

140
Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria

moral al jurídico, aun cuando se entienda no como derecho sustituto de las


obligaciones del Estado, sino como complementario. Así mismo, el hecho de
pensarse desde el plano de justicia transicional oculta el contexto social y políti-
co presente, pues de acuerdo con la situación actual de los procesos judiciales y
de las acciones de reparación que han sido efectuadas el escenario colombiano
está lejos de este tipo de justicia; más aún, lo que se confirma es la presencia de
prácticas masivas y sistemáticas de violación a los derechos humanos de una
gran cantidad de la población del país.

En el informe de Trujillo no se evidencia la alusión que hace la cmh a la me-


moria como un derecho, lo que aparece es la referencia a la memoria social,
colectiva y mediada, sin un análisis de las implicaciones que conlleva posicio-
narla de esta manera en el plano ético y jurídico. Indistintamente, recurren a
estas tres nociones, sin hacer una conceptualización de la memoria histórica
que se supone es la bandera que orienta el quehacer de esta Comisión. Lo que
se percibe desde este tipo de agencias es que el lugar oficial recurre a la memo-
ria como un pretexto para situar la reconciliación en el centro de las discusiones
sobre el conflicto armado: mientras exista memoria, habrá justicia, un poco de
reparación y en cierta medida se logrará la reconciliación nacional.

Por su parte, en el lugar de las organizaciones de la sociedad civil también se


recurre a la memoria histórica, pero desde énfasis distintos. Para la Comisión
Intereclesial de Justicia y Paz esta se constituye en un espacio desde el cual se
puede sobrevivir ante la violencia sociopolítica, ante los mecanismos de terror,
represión y control, ante el conflicto social y armado. cijp afirma que la memo-
ria estima volver al verdadero sentido de la palabra, un sentido vindicativo
de las víctimas, de reconstrucción de sus sueños, de sus proyectos de vida. Es
una estrategia que permite purificar, liberar y emancipar las verdades ocultas,
reconocer las estructuras de impunidad, recrear la dignidad, traer la esperanza,
pensar que es posible que nunca más sucedan hechos violentos y recuperar el
sujeto político en las víctimas y sus acompañantes39. De este modo, la memoria
comporta distintos sentidos: 1) el de las víctimas, que sugiere comprender lo
sucedido, realizar procesos de duelo, dejar esa memoria a los hijos y continuar
adelante para construir un mundo mejor; 2) histórico-social, que se funda en
contar la verdad desde las víctimas, hacer historia desde ellas y promover la
apropiación de su historia; 3) social, basado en el apoyo a las víctimas, mos-
trando al conjunto del país los acontecimientos del pasado, para generar así la
condena, el rechazo social y otra visión de estos y restituyendo los valores en
la sociedad.

39 Conversatorio con Katherine Vasco y Cristina Vaisa, integrantes de la Comisión Intereclesial de


Justicia y Paz. Octubre 7 del 2010.

141
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

Por su parte, el Proyecto Colombia Nunca Más alude a “las potencialidades


humanizantes de la salvaguarda de la memoria histórica […] y a las poten-
cialidades deshumanizantes del olvido, alteración u ocultamiento del pasado”
(pcnm). El Proyecto señala que esta conservación de la memoria hace parte de
los deberes del Estado, por cuanto entienden la memoria como un derecho que
se halla consignado en el Principio No. 2 del conjunto de principios para la
protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra
la impunidad de la onu. En tanto, la memoria histórica se transforma “en eje de
sentido, en fuerza constructiva de su presente y de su futuro, y en fundamen-
to de todas sus instituciones” (pcnm, s.f., p. 17). Se trata de una memoria viva
que integra como fundamento la narratividad histórica, debido a su carácter
colectivo.

Para el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado la memoria


se considera un mecanismo de reconstrucción de los acontecimientos violentos
en los crímenes de lesa humanidad, un hilo conductor del proceso de lucha por
la verdad, la justicia y la reparación, cuyo objetivo es conocer los hechos histó-
ricos registrados en relación con la violencia sociopolítica, para divulgarla y ofi-
cializarla de manera colectiva. En este sentido, la memoria es concebida como
un proceso comunicativo que se incorpora en prácticas sociales e interactúa en
archivos y repertorios. La perspectiva del movice es recuperar la memoria his-
tórica y propiciar una construcción social de la verdad de los crímenes40.

Los efectos políticos que se observan desde la agencia de la memoria histórica


en estas organizaciones sociales se orientan en la generación de formas de su-
peración de la impunidad, que en todas ellas es el requerimiento fundamental
que orienta su accionar; posicionar a las víctimas; demandar verdad, justicia y
reparación integral y garantías de no repetición; reconstruir los hechos del pasa-
do a partir de la experiencia directa e indirecta, en que éstos fueron registrados
y apropiados a nivel individual y propender por una reconstrucción colectiva,
es decir, darle una significación y resignificación a dichos hechos violentos. Al
ubicarse en el marco de la violencia sociopolítica, se generan rupturas con el
lugar oficial, que no asume como central dicho marco para el campo de la me-
moria del conflicto, más bien se concibe la Masacre de Trujillo como un suceso
regional y aislado, que en todo caso es muestra de la “guerra de masacres” que
ha vivido Colombia en las últimas décadas y da cuenta de su pasado nacional
(cmh, 2008).

40 Conversatorio sobre Memoria Histórica. Cátedra Ciro Angarita Baron. Defensoría del Pueblo.
Bogotá, 28 de septiembre de 2010.

142
Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria

Uno de los énfasis comunes en todas las organizaciones es la apuesta por


evitar el olvido, muchas veces desconociendo la importancia que este puede
llegar a tener en la recuperación y construcción de memorias, y la realización
del duelo; por ejemplo, desde la función terapéutica que se le adjudique (Ri-
coeur, 1999), tal y como lo muestran las experiencias de los países del Cono
Sur, España, Alemania, entre otros, y las conceptualizaciones que se han esta-
blecido al respecto. El olvido también se ha considerado, en ciertas ocasiones,
como un derecho necesario en cualquier sociedad, que puede clasificarse en:
un olvido necesario, un olvido por voluntad política, un olvido evasivo y un
olvido liberador; claro está que el olvido como un derecho entendido fuera del
plano judicial (Jelin, 2002). En Colombia no se ha generado el debate en torno a
qué haría parte de lo que se debe olvidar del conflicto. El olvido por voluntad
política y el evasivo puede situarse en la política oficial; sin embargo, el olvido
liberador no ha sido objeto de reflexión. En último término, la memoria para
el lugar de las organizaciones, es tomado como una estrategia que dirige parte
de sus procesos, en la búsqueda de la verdad, justicia, reparación y superación de
la impunidad, objetando que no es posible un espacio para la reconciliación na-
cional, mientras no se hayan cumplido estos derechos que reclaman, contrario
a lo propuesto por el lugar oficial en este sentido.

Las luchas políticas por la memoria: su expresión en Trujillo

La categoría de luchas políticas por la memoria, como se anotó en el primer


capítulo, se emplea para analizar las tensiones, controversias y disputas que se
dan por los sentidos de un pasado (generalmente traumático), desde los postu-
lados de Elizabeth Jelin. La autora en mención percibe la configuración de estas
luchas en un contexto propiciado por las aperturas políticas, a través de un es-
cenario político de cambio institucional en el Estado y en la relación sociedad-
Estado, que permite la visibilización y expresión de diversas versiones, actores,
reparaciones y demandas sobre dicho pasado; tal como se dio en los periodos
postdictatoriales, de transición a un régimen constitucional o de una postgue-
rra civil, desde la segunda mitad del siglo xx en Alemania, España o los países
del Cono Sur.

El caso colombiano manifiesta una particularidad frente a estas luchas polí-


ticas, pues si bien no podría hablarse de un ámbito de apertura política en el
país, esto no desconoce la existencia de una multiplicidad de luchas políticas
por la memoria del conflicto armado. Las producciones y elaboraciones de me-
moria sobre la Masacre de Trujillo muestran la presencia de estas luchas que se
expresan en distintos horizontes. Uno de ellos se establece alrededor del acon-
tecimiento conflictivo en sí mismo, es decir, su interpretación y la manera como
es presentado. Para la Comisión de Memoria Histórica, los hechos violentos

143
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

ocurridos en los municipios de Trujillo, Riofrío y Bolívar son “una secuencia de


desapariciones forzadas, torturas, homicidios selectivos, detenciones arbitra-
rias y masacres, de carácter generalizado y sistemático”(cmh, 2008, p. 39), co-
rrespondientes al acuerdo regional y temporal entre las estructuras criminales
del narcotráfico y las fuerzas de seguridad del Estado-Policía y Ejército, cuyo
móvil central fue la persecución política con aparentes propósitos contrainsur-
gentes, presentado por la Comisión con el 74,5% de los casos especificados (que
alcanza el 95,5% en 1990). Otros de los móviles referenciados son la eliminación
de testigos (18,3%) y “la limpieza social” (7,3%). Cabe anotar que la Comisión
indica que se desconocen los móviles de un gran porcentaje de las víctimas, que
no han podido ser identificados.

Colombia Nunca Más alude a una cadena de crímenes realizados de manera


sistemática en los tres municipios mencionados, que descubren las prácticas
criminales de terror que se inscriben dentro del contexto económico, social y
político que las cerca y precisa la perpetración de estos crímenes. Lo que se
pretendía, afirma pcnm, era “instaurar un orden social y económico por medio
de las masacres y los asesinatos selectivos […] que parten del contexto de repre-
sión política y del Terrorismo de Estado, inscritos en la violencia parainstitu-
cional, que a la vez tiene como una de sus derivaciones el narcoparamilitarismo
(pcnm, 2007, pp. 7, 73). También señalan el objetivo contrainsurgente, que se
suma a la lógica del enemigo interno y la desarticulación de los procesos orga-
nizativos presentes en la región.

La Comisión de Justicia y Paz y afavit se remite a la Masacre de Trujillo como


una estrategia o prácticas de destrucción sistemática y continuada de seres hu-
manos y de formas de convivencia humana, delineada para deshacer el tejido
social (cijp, 1998), por medio de procedimientos de “limpieza social” y de per-
secución política, expresados en formas repulsivas de exterminio. Los móviles
que distinguen, los cuales se hallan relacionados en parte con lo establecido por
la Comisión Técnica de Evaluación de Casos, son: la vinculación de la pobla-
ción con la guerrilla del eln que hacía presencia en la zona, la apropiación de
tierras que eran propiedad de los habitantes campesinos de estos sectores y la
desarticulación de los procesos organizativos en la zona, influenciados por el
padre Tiberio Fernández.

Para Jelin, de la interpretación de los acontecimientos conflictivos se formula


la cuestión de cómo encarar ese pasado, que se constituye en eje de disputas de
estrategias políticas distintas, tal como se acaba demostrar. Otro de los horizon-
tes donde se expresan las luchas políticas es la nominación de los aconteci-
mientos, la periodización y el número de víctimas determinado. La cmh asume
la categoría de masacre como forma de reivindicar la propuesta ética de las

144
Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria

víctimas; así mismo, afirma que reconoce la conformación de crímenes de lesa


humanidad en la masificación y sistematización de las acciones de violencia y
sus impactos en las víctimas y en la sociedad en general. No obstante, recurre la
mayor parte del informe a la noción de “hechos violentos ocurridos entre 1986
y 1994”, que afectó a un total de 235 personas, narrando detalladamente solo lo
sucedido entre 1989 y 1990.

La cijp y afavit se refieren a estos como la Masacre de Trujillo, sucedida desde


1986 hasta 1994 la cual se confirma como una masacre física de vidas humanas
y una moral, debido a la ausencia de justicia y presencia constante de impu-
nidad; además, muestran los rostros de las víctimas desde ese periodo, que se
aproximan a los 342. El Proyecto Colombia Nunca Más los señala como críme-
nes de lesa humanidad, cuya justificación se determina por los efectos devasta-
dores que provocaron no solo en la región, sino en el conjunto de la sociedad,
que sucedieron en el periodo de 1966 a 1992, y dejaron un total de 300 familias
víctimas. Sin embargo, priorizan en la descripción de los procesos de represión,
los años de 1988, 1989 y 1990, y hacen algunas alusiones a crímenes cometidos
en 1994 y otros registrados en 1999.

También se percibe una controversia en la definición de los actores responsa-


bles. En el informe de la Comisión de mh se revela la presencia y responsabili-
dad de lo ocurrido a las estructuras criminales del narcotráfico, dirigidas por
Henry Loaiza (alias el Alacrán) y Diego Montoya (alias Don Diego) y agentes
del Estado que establecieron alianzas con estos debido a la presencia de la gue-
rrilla del Ejército de Liberación Nacional –eln– en la zona, y se afirma que no
“suscribe la hipótesis de que la Masacre de Trujillo sea producto de una política
de Estado, pues hacerlo sería ignorar la precariedad histórica de la formación
estatal en Colombia, observando en cambio que lo que sucedió en el caso Truji-
llo se aproxima más a una “cooptación” regional y local del Estado” (cmh, 2008,
p. 160). Por su parte, el Proyecto pcnm resalta como actores fundamentales en
los procesos de persecución y victimización de las organizaciones, líderes co-
munitarios y habitantes a la insurgencia armada del eln y m-19 con presencia en
la región, a la asociación entre el Estado y los paramilitares, al poder gamonal y
las estructuras del narcotráfico, insistiendo vehemente en que:

[…] No se puede ver al Estado (o sus representaciones en la región), al


paramilitarismo y a los narcotraficantes de manera desligada, pues si
bien la naturaleza de cada uno es disímil, los intereses que cada uno
persigue en la práctica y sus formas, los cohesionan como una mis-
ma expresión que instauró una manera particular de ejercer el poder,
de afrontar el conflicto social y armado y por tanto de configuración de
identidades (pcnm, 2007, p. 32).

145
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

De allí que sostengan, tal y como lo hace el movice, que se trata de la manifes-
tación del terrorismo de Estado, como forma de instaurar un tipo de violencia
parainstitucional que no se limita a lo sucedido en esta región, sino que esto se
halla inserto en el ámbito más extenso de las dinámicas nacionales. Justicia y
Paz y afavit destacan la participación de primer orden de agentes directos e in-
directos del Estado, que se apoyaban en la complicidad institucional del sector
oficial, el narcotráfico y el “sicariato”; los cuales son responsables de uno de los
episodios más sangrientos de la historia del país.

Otros de los horizontes que orientan las luchas políticas por la memoria son
la promoción de acciones judiciales y espacios simbólicos, la nominación de las
personas y poblaciones afectadas (sujetos-víctimas, sujetos de derecho), la pre-
sencia de distintos actores políticos, que buscan un reconocimiento social y la
legitimación de su versión o narrativa del pasado, el sentido y el contenido do-
minante de los acontecimientos, la búsqueda de reivindicaciones y reparaciones
y alrededor del papel de la memoria en estos procesos; aspectos que han sido
ampliados a lo largo del presente documento.

Finalmente, vale decir que las luchas políticas podrían apuntar a la confi-
guración de una(s) política(s) de la memoria del conflicto armado conforme
con el nivel de negociación que se logre en el terreno de la memoria colectiva.
Algunos de los consensos colectivos que se evidencian están relacionados con
la descripción de los acontecimientos violentos, que en parte se podría explicar
debido a la investigación que adelantó la cisvt y que permitió identificar y re-
construir los hechos, los mecanismos utilizados en estos, parte de los móviles y
la referencia a los efectos que produjeron en la población, tales como la fractura
del tejido social, la supresión de proyectos vitales, desplazamiento o desarraigo
forzoso (cmh).

Perspectivas sobre las políticas de la memoria


del conflicto armado

Las políticas de la memoria, para Paloma Aguilar, son aquellas acciones e ini-
ciativas públicas (oficiales o no oficiales) que pretenden fortalecer una interpre-
tación de ciertos sucesos del pasado importantes para un país o para algunos
grupos sociales o políticos (Aguilar, 2008). Su búsqueda puede realizarse en
los discursos, los monumentos, la legislación y en otras iniciativas que mate-
rializan la formulación de las políticas de memoria de acuerdo con la puesta
en juego de un sentido sobre los acontecimientos conflictivos o la negociación
de este por parte de los actores políticos, referidos por Aguilar, como emisores de
memoria.

146
Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria

En el proceso analítico se pudieron establecer tres perspectivas alrededor de


las políticas de la memoria, que permiten una aproximación desde dicha cate-
goría a las condiciones presentes en el país, y que manifestaron una distinción
con experiencias de otras latitudes debido a la particularidad del contexto co-
lombiano. La primera de estas perspectivas es el reconocimiento de la existen-
cia de políticas de la memoria del conflicto armado, en relación con la Masacre
de Trujillo. Podría asumirse la existencia de una política oficial, impulsada por
la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y la Comisión de Memo-
ria Histórica, que toman como marco la Ley 975 de 2005. Dicha política se con-
figura gracias a las iniciativas que han venido impulsando de manera reciente
estas instituciones y por el nivel de difusión en el ámbito público alcanzado,
por medio de los eventos académicos liderados anualmente (semana por la me-
moria), los informes elaborados sobre los casos emblemáticos que son de acceso
abierto, los videos, el apoyo a proyectos artísticos y demás manifestaciones. Se
considera, además, una política hegemónica, pero no dominante, si se recurre a
la distinción conceptual que propone Henry Rousso y que ha sido explícita en
el capítulo primero.

También se observa una política desde el lugar de las organizaciones de la


sociedad civil, particularmente con el Proyecto Colombia Nunca Más, la Co-
misión Intereclesial de Justicia y Paz, la Asociación de Familiares Víctimas de
Trujillo y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado41, debido
a la constante implementación de propuestas concernientes a la memoria del
conflicto armado y, como se anotó anteriormente, a que asumen el trabajo de la
memoria como una estrategia para posicionar sus versiones sobre el pasado y
realizar demandas frente a la violación de derechos en medio del contexto so-
ciopolítico actual. Parte de estas propuestas son las galerías de la memoria, las
movilizaciones, que se acompañan de escritos, documentación de crímenes, pu-
blicaciones, encuentros, comunicados, proyectos, peregrinaciones, entre otros.

Otra perspectiva es la ausencia de políticas consolidadas, pues si bien existe


una multiplicidad de iniciativas desde los lugares antes mencionados, las inter-
pretaciones, los sentidos del pasado y las reivindicaciones no se han convertido
en la plataforma desde donde se enuncia lo constitutivo del conflicto armado.
Si bien desde el lugar oficial se cuenta con mayor acceso a los medios de difu-
sión (medios de comunicación, programas escolares) para transmitir una polí-
tica de la memoria, no se ha establecido una versión única desde este lugar que
recoja todos los aspectos que componen el conflicto (condiciones sociopolíticas,

41 El reconocimiento de estas organizaciones no implica la exclusión de otras en la promoción de


políticas de la memoria del conflicto armado; se señalan estas debido al trabajo realizado sobre
las iniciativas que producen, especialmente en el caso de Trujillo.

147
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

móviles, temporalidades, responsabilidades, hechos, etc.). En menor medida,


se da con el acceso que pueden llegar a tener las organizaciones civiles para su
difusión. La sociedad en general desconoce las particularidades del conflicto,
más aún sobre lo ocurrido en Trujillo, o en la mayoría de los casos ni siquiera
estos acontecimientos son públicos para el conjunto del país42.

Para citar un ejemplo que se diferencia de lo mencionado anteriormente, cabe


anotar lo sucedido luego del Apartheid en Sudáfrica, pues con los alcances ge-
nerados por la Comisión por la Verdad y la Reconciliación –trc– se fortaleció
una versión compuesta por los testimonios de las víctimas y también de los
autores de las violaciones a los derechos humanos, que fue trasmitida por ca-
nales de televisión y conocida por el mundo entero como “un crimen para la
humanidad”43, y de esta manera se pudo reconocer como una política de la
memoria impulsada desde la oficialidad. Claro está que la condición de esta
Comisión es la apertura a la transición.

La última perspectiva es considerar la configuración de políticas de la me-


moria del conflicto armado en Colombia, conforme al proceso de negociación
que se alcance entre los actores políticos que configuran el campo de luchas
políticas por la memoria. Dentro de estas negociaciones se percibe la puesta
en común del rechazo a los acontecimientos violentos que suceden en el país,
el reclamo ‒teniendo en cuenta los énfasis particulares‒ de verdad, justicia y
reparación, la denuncia a las alianzas que establece el Estado para cometer es-
tos crímenes y su consecuente responsabilidad, el impacto que producen en
las poblaciones afectadas y en la sociedad entera, la interpelación a esta última
para que los conozca y haga parte de las resistencias y censura a estos; de allí la
necesidad de hacer públicas estas memorias.

La configuración de políticas de la memoria también pasa por el reconoci-


miento de la pluralidad de memorias sobre el pasado que actualmente se vienen
agenciando y promoviendo, y la referencia a la constitución de las memorias

42 Para citar un ejemplo de ello, las víctimas de Trujillo que pertenecen a afavit, pero no hacen
parte de su núcleo organizativo, reconocen lo sucedido en este municipio, pero en menor
medida tienen un acercamiento a masacres o crímenes de lesa humanidad cometidos sobre
otras poblaciones del país. El nivel de relación entre estas se ha convertido en un proceso que
se pretende generar, pero que se encuentra aún en una etapa incipiente.
43 El profesor Alejando Castillejo (Ph.D. en Antropología), dentro de sus trabajos de antropología
de la memoria y su experiencia de trabajo con las Comisiones de la Verdad en Dubái, Sudáfri-
ca y algunos países de América Latina, se refiere a la versión oficial consolidada en Sudáfrica
como una política del pasado, gracias al reconocimiento de lo sucedido allí, entre otras cosas,
como un crimen atroz para la humanidad, que es rechazado en todo el mundo. En Cátedra
Ciro Angarita, realizada por la Defensoría del Pueblo, 21 de septiembre del 2010.

148
Memoria, luchas políticas y políticas de la memoria

en medio de luchas constantes por hacer un sentido unívoco. En comparación


con Argentina, por ejemplo, las políticas de la memoria sobre la dictadura mili-
tar (1976-1983) se fueron conformando a través de las diversas representaciones
preponderantes sobre esta, que fueron transformándose conforme a los contex-
tos sociopolíticos, la incidencia de actores políticos ‒discursos estatales y del
movimiento de derechos humanos‒ y los acuerdos establecidos (lvovich, 2008).
Finalmente, es pertinente resaltar que una de las problemáticas que se sigue
presentando para su configuración es que, tanto en el terreno simbólico como
en el jurídico, hay una ausencia de verdad, justicia y reparación. De acuerdo
con los análisis realizados en este proceso investigativo, se estima que, una vez
se logren cumplir de manera efectiva estos derechos, es probable que se hable
de políticas de la memoria del conflicto armado colombiano.

149
Epílogo

Este epílogo se presenta en dos sentidos: uno, de acuerdo con la orientación


metodológica de la investigación que dio origen a este libro; otro, conforme al
proceso analítico, resultado de la articulación entre la metodología, los referen-
tes teóricos y las fuentes de trabajo de dicha investigación, expresados en los
capítulos que preceden este apartado.

Para la consecución del trabajo se optó por el enfoque genealógico-arqueoló-


gico desde el cual se diseñó una estrategia metodológica que permitiera abordar
el problema a partir de los aportes teóricos y metodológicos de dicho enfoque
desde la emergencia de las categorías de sujeto, instituciones y discursos en
relación con la memoria del conflicto armado. De esta manera, las diferentes
técnicas de recolección y procesamiento de la información (expuestas en el pri-
mer capítulo) como los mapas conceptuales, las caracterizaciones y el análisis
documental se plantearon siguiendo este modelo relacional. El diseño de la
estrategia sugiere una manera de abordar analíticamente la categoría de me-
moria desde el enfoque señalado, y promover de esta manera un aporte para
la consolidación, tanto de este como del campo de la memoria del conflicto
armado colombiano.

Mediante el despliegue de la estrategia metodológica se pudo determinar la


existencia de cuatro lugares políticos desde los cuales se agencian y generan
una serie de iniciativas de memoria sobre el conflicto armado colombiano. De
igual forma, desde esta agencia se producen unos efectos políticos específicos y
unas luchas políticas que van configurando la formulación y ejecución de polí-
ticas de memoria sobre el conflicto, mostrando la multiplicación de significados
acerca del pasado reciente del país.

En referencia al segundo sentido, se evidencia que en la Ley 975/05 y en lo


producido por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y la Comi-
sión de Memoria Histórica, en especial sobre la Masacre de Trujillo, se asume la
memoria como parte de los derechos a la justicia y a la reparación, privilegiando

151
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

el ámbito ético sobre el jurídico y desestimando la memoria como un derecho


autónomo, aun cuando se diga que se reconoce este carácter. Así mismo, se
recurre a la memoria histórica sin apuntar a una conceptualización desde el
lugar oficial, que permita una aproximación a las condiciones particulares del
conflicto colombiano desde la mirada de este.

El lugar oficial plantea la categoría de víctimas del conflicto armado desde la


constitución del sujeto-víctima y del sujeto de derechos. El sujeto-víctima hace
referencia a personas o colectivos que hayan sufrido daños por parte de los
grupos armados al margen de la ley, ubicando en la misma línea a los agentes
de la fuerza pública que resulten afectados en el conflicto. Mientras que los su-
jetos de derechos son aquellos que han sido escindidos, en el plano discursivo
y en las prácticas judiciales ordinarias, de los demás. Son sujetos de derecho a
la verdad, a la reparación y a la justicia porque le son contraprestados debido
a la vulneración y a la falta de garantías de los derechos de todo colombiano
consignados en la Constitución Política.

El trabajo metodológico, propiamente referido a los talleres realizados por la


cmh, no resulta suficiente para dar respuesta al interrogante que se planteó esta
Comisión al inicio de su proceso investigativo. El abordaje de casos emblemá-
ticos, teniendo en cuenta la magnitud de masacres y violaciones a los derechos
humanos cometidos en el país, dificulta la articulación entre los acontecimien-
tos violentos ocurridos en distintas regiones, que darían cuenta del contexto de
violencia sociopolítica presente en Colombia. De todo ello se entiende que el
lugar oficial se ubica en el campo de la memoria, y se percibe como un motivo
para ponderar la reconciliación en el centro de las discusiones sobre el conflicto
armado.

Por otra parte, se observa en el lugar de las organizaciones sociales trabaja-


das (Proyecto Colombia Nunca Más, Comisión Intereclesial de Justicia y Paz,
Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo y Movimiento Nacional de Víc-
timas de Crímenes de Estado) un sin número de propuestas de memoria sobre
el conflicto armado colombiano y algunas producciones sobre la Masacre de
Trujillo, que tienen como propósito común plantear la lucha contra la impuni-
dad, la búsqueda de la verdad, la reparación y las garantías de no repetición
de crímenes o sucesos violentos, aunque en cada una de ellas se visibilice un
énfasis particular.

El trabajo metodológico propuesto para abordar la Masacre de Trujillo com-


porta el despliegue de un amplio conjunto de estrategias, que en el caso de
Nunca Más apuntaban a documentar los crímenes de lesa humanidad desde
los contextos, procesos jurídicos, la ubicación espacial y temporal, los hechos,

152
Epílogo

los efectos producidos y las características y vivencias de las víctimas, organi-


zaciones victimizadas y los responsables de estos, para así generar su articula-
ción con los Crímenes cometidos en Colombia desde 1966 a 1998. Por su parte,
la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz brindó acompañamiento en Trujillo
poco tiempo después del inicio de la masacre, a través de la orientación en
acciones jurídicas, psicosociales, educativas, productivas y de reconstrucción
de memoria en este municipio, y promovió así la creación de la Asociación de
Familiares Víctimas de Trujillo, que asumió el trabajo luego de la salida del
padre Javier Giraldo y otros acompañantes; por esta razón, su proceso no se
restringió a implementar unas técnicas investigativas por un tiempo ‒lo cual
explica que la hermana Maritze continúe impulsando proyectos allí‒, sino que
se constituyó como un trabajo de largo aliento.

Finalmente, se evidencia que el lugar de las organizaciones asume la memoria


como una estrategia o dispositivo que orienta un aspecto fundamental de sus
procesos; por tanto, rechazan la perspectiva de la reconciliación nacional, pues
afirman que en Colombia no hay un cumplimiento efectivo de los derechos a la
verdad, la justicia y la reparación integral, como lo muestran las medidas de re-
paración inconclusas en Trujillo o las acciones judiciales que hasta el momento
solo han determinado la condena del Mayor Alirio Urueña y del narcotrafican-
te Henry Loaiza. No obstante, de la gran cantidad de propuestas y acciones que
propician, no precisan necesariamente un grado de articulación efectivo para
consolidar una política de la memoria desde este lugar específico.

153
Referencias

Aguilar Fernández, P. (2008). Políticas de la memoria y memorias de la política. El


caso español en perspectiva comparada. Madrid: Alianza Editorial.

Colombia Nunca Más. (s.f). Criterios Ético-políticos del proyecto Colombia Nunca
Más. (Archivo personal, sin dato de imprenta).

(2007). Memorias de la Represión. Estado y Narcotráfico en el centro del


Valle. Bogotá: Dirección Editorial Humanidad Vigente, Corporación Jurí-
dica.

(2008). El Proyecto y su despegue. Recuperado de http://www.co-


lombianuncamas.org/

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (s.f.). Nuestra identidad. Recuperado


de http://www.justiciaypazcolombia.com/

Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. (1998). Parque por la vida, la


justicia y la paz. Monumento a las víctimas de los hechos violentos de Trujillo
1987-1994. Bogotá: Editorial Códice Ltda.

Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. (2006). Elementos para


la Construcción de una Hoja de Ruta. Recuperado de http: //www.cnrr.
org.co/

(2008). Narrativas y voces del conflicto Programa de investigación


Área de Memoria Histórica. Recuperado de http: //www.memoriahistori-
ca-cnrr.org.co/

Comisión de Memoria Histórica (2008a). Caso 1 la Masacre de Trujillo. Sema-


na por la Memoria. Recuperado de de http: //www.memoriahistorica-cnrr.
org.co/

155
Orlando Silva Briceño, Nathalia Martínez Mora

(2008) Trujillo: una tragedia que no cesa. Bogotá: Editorial Planeta Co-
lombiana S.A.

Congreso Nacional de Colombia. Diario oficial 45.980. Ley 975 (julio 25 de 2005).

Ferrándiz, F. (2007). Exhumaciones y políticas de la memoria en la España con-


temporánea. Revista de Historia Contemporánea, 7, pp. 1-21.

Foucault, M. (1991). El sujeto y el poder. Bogotá: CARPE DIEM Ediciones.

(1992). Microfísica del Poder. Madrid: Ediciones de La Piqueta.

(2005). Arqueología del saber. México: Siglo xxi Editores.

(1976). Histoire de la sexualité. La volonté de savoir. Paris:


Gallimard.

González, F. (2006). El fenómeno político de Álvaro Uribe Vélez. ¿De dónde


proviene la legitimidad de este líder elegido por segunda vez como presi-
dente? Cuaderno: Las formas de legitimidad en Colombia: legitimidades
institucionalizadas y legitimidades prácticas. Recuperado de http: //www.
institut-gouvernance.org/

Grupo de investigación Cyberia (2009). Memoria y enseñanza de las ciencias


sociales: una ruta de investigación. En A. Serna, (Comp.), Memorias en Cri-
soles. Propuestas teóricas, metodológicas y estratégicas para los estudios de la me-
moria (pp. 186-196) Bogotá: Sección de Publicaciones Universidad Distrital
Francisco José de Caldas, IPAZUD.

Gnecco, C. & Zambrano, M. (2000). Memorias hegemónicas, memorias disidentes.


El pasado como política de la historia. Bogotá: Instituto Colombiano de Antro-
pología e Historia.

Godoy Arcaya, O. (2001). Analítica del poder: en torno a Michel Foucault. Revis-
ta Centro de Estudios Públicos, 44, pp. 102-135.

Halbwachs, M. (2004). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Editorial


Anthropos.

Huyssen, A. (2002). En busca del futuro perdido. Cultura de la memoria en tiempos de


globalización. México: Fondo de Cultura Económica, Goethe Institut.

156
Referencias

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. España: Siglo XXI Editores.

Jelin, E. & Langland, V. (2003). Monumentos, memoriales y marcas territoriales.


España: Siglo XXI editores.

Gibson-Graham, J.K. (enero-diciembre, 2002). Intervenciones Posestructurales.


Revista Colombiana de Antropología, 38, pp. 261-286.

Kingman, E. (2004). Patrimonio, políticas de la memoria e institucionalización


de la cultura. Iconos, 20, pp. 26-34.

Lvovich, D. & Bisquert, J. (2008). La cambiante memoria de la dictadura. Discursos


públicos, movimientos sociales y legitimidad democrática. Los Polvorines: Uni-
versidad Nacional General Sarmiento; Buenos Aires: Biblioteca Nacional.

Mendoza, J. (2004). Las formas del Recuerdo. La Memoria Narrativa. Athenea


Digital, 006, pp. 1-17.

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado. (2007). Centro Cul-


tural para la Memoria y la Dignidad. Recuperado de http://www.movi-
mientodevictimas.org/9estrategias.html

(2010). Nuestra identidad. Recuperado de http://www.movimiento-


devictimas.org/quienes-somos/nuestra-identidad.html

Recio, F. (1999). El enfoque arqueológico y genealógico. En J. Ibáñez & F. Al-


vira (Comps.), Análisis de la Realidad Social. Métodos y Técnicas Cualitativos
de investigación en ciencias sociales (pp. 425-438). Madrid: Editorial Síntesis.

Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid: Edicio-
nes de la Universidad Autónoma de Madrid.

Rincón Covelli, T. (2005). La verdad histórica: una verdad que se establece y


legitima desde el punto de vista de las víctimas. Revista Estudios Socio-Jurí-
dicos, 7, pp. 331-354.

Todorov, T. (2002). Memoria del mal, tentación del bien. Indagación sobre el siglo xx.
Barcelona: Ediciones Península.

Vasilachis de Gialdino, I. (2006). Estrategias de investigación cualitativa. Barcelo-


na: Gedisa Editorial.

157
Este libro se
terminó de imprimir
en noviembre de 2013
en los talleres de impresión
de la Editorial UD
Bogotá, Colombia

También podría gustarte