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HSG GUIA #1 2020 (Cuarentena) PDF
HSG GUIA #1 2020 (Cuarentena) PDF
Ejes teóricos:
• La Historia como proceso humano real
• Las diferentes concepciones de la Historia
• Objetividad, subjetividad y punto de vista en la ciencia histórica.
Objetivos:
Reflexionar sobre los siguientes ejes:
• Diferentes concepciones de la Historia.
• La subjetividad y la objetividad en la Historia
• Reconstrucción histórica y punto de vista / posición del historiador.
• Historia y práctica social: relación activa pasado-presente-futuro.
Bibliografía obligatoria:
Chesneaux, J., ¿Hacemos tabla rasa del pasado? A propósito de la historia y los historiadores, Siglo XXI,
Buenos Aires, 1984. Presentación y capítulos 1 a 3.
Gresores, Gabriela y Spiguel, Claudio. “Historia y verdad, una relación problemática”. En: Reflexiones
sobre Historia Social desde Nuestra América. Cienflores, Bs As. 2014.
Spiguel, Claudio. Teórico Nº 1 (desgrabado). Historia Social General, 2010.
a) Identificar las causas y el significado de la “Conquista del Desierto” para cada uno de los autores.
Señalar afirmaciones, conceptos, ideas que permiten identificar esas diferencias.
b) ¿Qué relación se podría establecer entre la interpretación de cada autor respecto de aquel pasado
y su visión sobre los sucesos del presente en torno al problema de la tierra, la situación de las
comunidades originarias, el papel de los sectores dominantes, la relación entre Argentina y otras
naciones del mundo?
c) Como conclusión de lo anterior y de los planteos que realizar Chesnaux y Gresores/Spiguel y
Spiguel, qué relación se puede establecer entre pasado-presente.
[En referencia a la Conquista del Oeste norteamericano, a mediados del siglo XIX]:
“Una carta personal de Roca contiene apuntes sobre esa conquista yanqui...
“Comentando en esos apuntes la notable disminución del número de indios en los últimos años (entre
el 74 y el 79), consigna Roca la imposibilidad esencial del indio para resistir frente al avance del blanco: ‘y
así tendrá que suceder; así lo quiere la ley del progreso de la civilización que es la sola ley de la victoria.
Desde el primer día de la colonización ⎯prosigue⎯ se viene produciendo este fenómeno, y los Pieles Rojas
tendrán que desaparecer hasta el último, porque no se han querido plegar a la ley del trabajo’... ’Es por
efecto de una ley de la naturaleza que el indio sucumbe ante la invasión del hombre civilizado. En la lucha
por la existencia en el mismo medio, la raza más débil tiene que sucumbir ante la mejor dotada...’.
“Pudo haber advertido Roca que esa ley que hacía sucumbir al indio no era una ‘ley natural’ sino una
ley histórica, si bien tan implacable la una como la otra. Pero ese lapsus es irrelevante dentro del contexto
general transcripto, y se explica por el prestigio de que venían gozando las Ciencias Naturales y su método.
La idea de que la victoria corresponde irresistiblemente a la raza mejor dotada, expresaba la tesis
darwinista del más apto en la lucha por la selección natural, tesis que en la época de Roca se respiraba en
todo el mundo como se respira el aire, y que además, en el terreno estrictamente histórico, expresaba un
fenómeno mil veces comprobado entonces y después...”
“Para defender esos suelos y su modo de vivir fue que el guerrero araucano se elevó al plano máximo
del heroísmo. Para justificar su avasallamiento, la oligarquía argentina en esa época alegaba que los
araucanos de nuestras pampas eran chilenos, y como tales se los denomina en los partes militares de la
Conquista del Desierto, redactados por jefes que pretendían ver en ellos extranjeros invasores. Pero no
destacaban, en cambio, que buena parte de esos mismos jefes sí eran extranjeros: Rauch (prusiano),
Fotheringham (inglés), Ruiz Huidobro, de Roa, etc. (españoles), Levalle, Cerri, etc. (italianos), Ivanowski
(alemán). Y si a los chilenos se los consideraba extranjeros también había que hacerlo con Villegas,
Arredondo, Paunero, Rivas, del Busto, etc. (uruguayos), aparte de que también entre aquellos jefes se
contaban algunos chilenos, y no de los menos famosos, como Montero, Baldebenítez y otros.
“Esa última etapa de la brega secular aparece singularmente honda, emocionante, sensacional. Fueron
treinta años de lucha acérrima, de proporciones gigantescas, en medio de la Pampa inmensa, lucha que
hiere la imaginación como algo extraordinario que no tiene parangón en vastedad, amplitud de la
naturaleza y despliegue de excepcionales cualidades humanas. Su historia, como he dicho, aún no se ha
escrito. Y, según todas las probabilidades, tampoco podrá escribirse nunca tal cual fue, porque se peleaba y
los hechos se sucedían unos a otros, pero ni se registraban por tratarse de un adversario despreciado como
el indio (“El servicio de fronteras era deprimente para el ejército ⎯Leopoldo Lugones: Roca⎯ al constituir
una beligerancia con salvajes, facinerosos y desertores”), en medio de ese maremágnum de
acontecimientos que se sucedían, día tras día, como una perpetua batalla, a lo largo de los 2.000
kilómetros de la frontera, en cuyos distintos sectores los araucanos golpeaban con resonancias
apocalípticas, llegando a efectuar ¡hasta 200 invasiones por año!”.
“De esa forma se logró la apropiación completa de la región pampeana, en una operación denominada
‘Conquista del Desierto’. En realidad, ese rótulo es un cruel eufemismo, destinado a justificar la
apropiación de un territorio supuestamente vacío y desviar la atención sobre la necesidad de aniquilar o
desplazar a sus ocupantes. Sin embargo, las estimaciones admiten para 1879 la existencia en ese ‘desierto’
de una población indígena de unos 20.000 habitantes. El balance trazado por Roca ante el Parlamento daba
cuenta de lo ocurrido con dicha población: 1.313 indios muertos, 2.320 guerreros y 10.539 mujeres y niños
prisioneros, y 480 cautivos liberados. A estos debía añadírseles los que habían sido desplazados a la
Patagonia y que serían diezmados en sucesivas incursiones posteriores. Como señalan Brailovsky y
Foguelman, el discurso oficial trataba de eludir la contradicción de los términos: “era necesario
conquistarlo precisamente porque no era un desierto”.
“Las tierras conquistadas se encontraban en gran parte distribuidas antes de la campaña de Roca. La
conquista demandaba un gran esfuerzo de recursos, que fueron obtenidos por medio de la ley 947 del 5 de
octubre de 1878, en la que se autorizaba a emitir un empréstito internacional para tal fin, garantizado por
las tierras a conquistar. El empréstito se configuró con la suscripción de 4.000 obligaciones de 400 pesos.
Cada una daba derecho a una legua cuadrada (2.500 has.), pero no se podía hacer ninguna adjudicación
inferior a 4 obligaciones, de manera que los suscriptores se aseguraban un mínimo de 10.000 hectáreas.
Eso implicaba que antes del inicio, 10.000.000 de hectáreas ya tenían dueño.”