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PON-Schlenker Alex Descolonizarlas Ciencias Sociales Revision Del Informbe Gulbenkian PDF
PON-Schlenker Alex Descolonizarlas Ciencias Sociales Revision Del Informbe Gulbenkian PDF
GULBENKIAN.
Alex Schlenker
Alex Schlenker*
*Realizador y experimentador audiovisual, escritor y traductor con
estudios en Ciencias de la Educación (PUCE-Quito) y dirección de
cine y realización audiovisual por el Instituto de Artes Visuales de
Mähringen, República Federal de Alemania. Magíster en Estudios de
la Cultura y actualmente doctorando en Estudios Culturales
Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito.
Se desempeña como docente universitario e investigador en el campo
de las visualidades, los estudios culturales, el cine y la literatura en la
carrera de Artes Visuales de la Universidad Católica del Ecuador, en
el Instituto Superior de Cine, INCINE y en varios programas de
posgrado de la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito.
Abstract:
Las Ciencias Sociales aparecen con el surgimiento de la Modernidad como una forma
de legitimar, desde el conocimiento institucionalizado, los procesos políticos,
económicos, culturales de los distintos Estados-nación del sistema mundial-moderno.
Palabras Claves:
Modernidad, sistema mundo moderno, conocimiento, ciencias, ciencia social,
universidad, estados,
¿Cómo se produce el conocimiento y por qué debemos conocer algo? ¿Para qué sirve el
conocimiento? ¿Qué relación existe entre el conocimiento y la misma vida? ¿Cómo
organizamos las formas de generar conocimiento, qué implicaciones políticas, sociales,
de género, culturales conllevan esas estructuras/instituciones del conocimiento? ¿Qué
relaciones de poder determinan qué disciplinas/campos participan en tal operación y
cuáles se mantienen «al margen»? ¿Cómo desarrollar un ejercicio crítico sobre el mapa
epistémico con el que la Modernidad-capitalista ha organizado el conocimiento? ¿Por
qué el arte no consta en dicha cartografía? ¿Es acaso posible investigar y generar
conocimiento desde lugar-otros y qué consideraciones epistemológicas, éticas,
metodológicas implicaría ello?
A inicios de los años 90’s, la Fundación Gulbenkian encargó a un equipo de
académicos, dirigido por el pensador Immanuel Wallerstein, un análisis detallado de la
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forma en la que se estructuraba el conocimiento en la sociedad. El resultado de dicha
investigación es conocido como el Informe Gulbenkian.
1.- el modelo newtoniano de las CCNN que establecía una simetría entre pasado y
futuro, con lo que todo coexistiría en el presente eterno.
2.- un dualismo cartesiano mediante el cual se plantea una distinción entre naturaleza y
humanos, materia y mente, mundo físico y mundo espiritual/social
Punto de partida para Wallerstein es la crítica a una razón moderna que desterró
de la experiencia del conocimiento humano a dios, el cual ya no era requerido; el
consiguiente vacío lo llenó el discurso del “progreso” basado en un dominio físico del
mundo (las distancias se acortarían considerablemente) y con ello la ampliación de la
división del trabajo. “El ideal y la visión de un progreso ilimitado extraía fuerza de la
infinidad del tiempo y del espacio, pero la realización práctica del progreso en los
asuntos humanos por medio del avance tecnológico dependía de la cognoscibilidad y
explorabilidad del mundo.” (1995:6)
Para ello el mundo pasaba de ser infinito a ser finito, no únicamente en el plano material
(geografía) sino también en el del conocimiento (epistemología).
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sustituto de la teología. Así, en el S.XIX las CCNN establecerán una jerarquía sobre
otros campos del conocimiento. La ciencia natural estaba mucho más claramente
definida que su alternativa […] las Geisteswissenschaften. Surgió así una tensión entre
las ciencias por un lado y las artes y humanidades por el otro. Wallerstein aclara que
“había empezado a estar claro que la lucha epistemológica sobre qué era conocimiento
legítimo ya no era solamente una lucha sobre quién controlaría el conocimiento de la
naturaleza […] sino sobre quién controlaría el conocimiento sobre el mundo humano.”
(1995:8).
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ciencia positiva, encargada de liberar al conocimiento de aquellas formas imprecisas,
adivinatorias e inexactas de explicar la realidad del mundo de la experiencia: teología
metafísica, la poesía, la danza, la mirada del artista, etc. Con la ciencia positiva surge
una forma específica de entender la relación con el mundo y, por ende, de generar
conocimiento.
Este desarrollo de las disciplinas es la base para la tensión por ubicar, entre
otras, a la historia en el mapa del conocimiento. Para Wallerstein la tensión entre CCSS
e historia es una disputa al interior de la CCSS. El historiador es entonces sometido a
preconcepciones que devienen en normas que simulan analógicamente las del cientista
natural:
1.- los EEUU salieron de la Segunda Guerra Mundial “con una fuerza económica
abrumadora” (1995:37)
2.- entre 1945 y 1970 el mundo tuvo la mayor expansión de su población y su capacidad
productiva jamás conocida” 1995:37)
Wallerstein recuerda como la guerra fría generó una competencia entre los
bloques incluso en lo que a la ciencia se refiere. En tal virtud las potencias invirtieron en
Ciencia y tecnología, una inversión que benefició además a las CCSS aunque en menor
proporción. De esta manera surgen campos de estudio multidisciplinario enfocados en
determinadas áreas geográficas del planeta: los estudios de área surgidos desde interese
geopolíticos. De esa menare Occidente estudia las zonas del No-occidente. Para
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Wallerstein, “las motivaciones políticas subyacentes [en los estudios de área] eran
totalmente explícitas. Estados Unidos […] necesitaba conocer y por lo tanto tener
especialistas acerca de las realidades actuales de esas regiones…” (1995:41).
Este campo sentó las bases para las políticas de desarrollo y modernización con
los consiguientes procesos de endeudamiento de un sinnúmero de regiones estudiadas
por Occidente. Surge así el modelo de desarrollo y modernización que Occidente
aplicaría al resto del mundo.
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Wallerstein revisa entonces la relación entre el conocimiento generado por
investigadores occidentales e investigadores no-occidentales. Una de sus conclusiones
en esa tensión es el hecho que buena parte de los cientistas sociales no-occidentales
asumen en las premisas universales de la misión del conocimiento universal occidental
una posibilidad de formar parte de la comunidad universal de científicos. El autor
advierte que en el ejercicio de investigación se produce una suerte de
autoreferencialidad que ha hecho que “la mayoría de los científicos sociales de los
últimos 200 años se había estudiado a sí mismos” (1995:60). Wallerstein propone
entonces a partir de la idea de E. Mueng, un pensador y catedrático africano el desafío
de descolonizar las ciencias sociales y humanas. El problema central que advierte el
autor es que el conocimiento se vuelve universal a partir de un poder que genera tal
conocimiento: “los que tienen el poder social tienen una tendencia natural a ver la
situación actual como universal, porque los beneficia.” (1995:63).
III: ¿Y AHORA?
Después de haber hecho un análisis histórico del surgimiento de las CCSS (parte
1) y de examinar los distintos debates en torno a las CCSS (parte 2), Wallerstein se
pregunta “¿Qué tipo de Ciencia Social debemos construir ahora?” (1995:76). Para ello
el autor aclara que la reforma a la ciencia social debe tomar en cuenta dos aspectos: por
un lado incorporar el desafío por resolver los distintos debates que han acompañado al
surgimiento de las CCSS, por el otro replantearse los aspectos organizacionales y las
fronteras establecidas desde estas instancias: “la cuestión más inmediata se refiere a la
estructura organizacional de las propias ciencias sociales” (1995:77) encargadas del
disciplinamiento de los estudiosos y de la misma disciplina.
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Wallerstein enumera algunos de los factores a ser tomados en cuenta para dichas
reformulaciones organizacionales:
Wallerstein propone entonces algunos de los factores a ser tomados en cuenta para las
reformulaciones conceptuales:
- “¿cómo superar las separaciones artificiales erigidas en el siglo XIX entre los reinos […] de
los político, lo económico y lo social (socio-cultural).” (1995: 83)
Dos aspectos recalca Wallerstein al final del texto como debates conceptuales a ser
profundizados si se aspira a reformar/repensar la ciencia social:
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IV: INDISCIPLINAR EL CONOCIMIENTO: INVESTIGAR DESDE/CON LA
PRÁCTICA ARTÍSTICA (apuntes sobre el capítulo olvidado del Informe Gulbenkian)1
1
El presente texto es un extracto del proyecto «Pensar el arte desde el arte» en Plataforma Abierta de la
memoria, Investigación para la Tesis Doctoral en Estudios Culturales Latinoamericanos, UASB, Quito.
2
Hay tres eventos principales a partir de los cuales elaboré estos apuntes: el Encuentro Internacional
«Estéticas Decoloniales», realizado en la Academia Superior de Artes de Bogotá en Noviembre de 2010;
el Encuentro Internacional «Pensar-actuar decolonial desde el sur», realizado en la Universidad Andina
Simón Bolívar sede Ecuador en julio de 2011; y la reunión de trabajo con miembros de la Red decolonial
de Berlín realizada en ese ciudad en julio de 2012.
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Durante una recopilación de testimonios orales de la memoria colectiva que realicé hace unos años en la
provincia ecuatoriana de Esmeraldas fui confrontado en más de una ocasión por testimoniantes ancianos
con las contrapreguntas: “¿Quién pregunta?, ¿Para qué quiere saber? ¿Qué va a hacer con lo contado?
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para un Dasein específico. Aún así, la empresa moderna4 del conocimiento interpretó tal
conocimiento como herramienta de poder y control con pretensión universal. Contrario
a la pretensión moderna de lograr la abstracción universal, las estrategias de
descolonización del conocimiento -entre ellas la práctica artística- deberán apostar por
su potencial desde la especificidad de la experiencia concreta desde la cual irrumpe para
desafiar y desestabilizar esas formas de poder.
4
Wallerstein señala con insistencia que «La ciencia [social] es una empresa del mundo moderno». Ver
Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 4.
5
Kusch le sale al paso a la presunción moderna de un arte universal que mira al mundo desde “fuera del
mundo”, aclarando que la experiencia específica del artista americano surge cuando se crea desde la
“urgencia de vivir”. Para Kusch el acto artístico de la experiencia vital “implica polaridad, porque parte
de la vida como absoluto y se traduce en una cosa incrustada en una sociedad”. Ver Rodolfo Kusch,
“Anotaciones para una estética de lo americano”, en Kenos: revista digital, No. 1, Bs. Aires, 2003, p. 3.
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y la inteligencia se oponen» (KUSCH, 2003:3).
Para descolonizar una determinada relación de poder es importante determinar
con precisión la manera en que esta se articula. Así, si pretendemos debatir los aportes
del arte al conocimiento humano de un determinado tiempoespacio, estamos obligados a
determinar el lugar que ocupa el arte en la correspondiente cartografía del
conocimiento. Con este planteamiento propongo, antes que debatir si el arte genera o no
un determinado conocimiento para la vida, indagar por las relaciones sociales e
históricas del poder que controla tal pregunta y se extiende más allá del mismo
conocimiento hacia las instituciones modernas que lo delimitan, avalan, legitiman, etc.
¿Quién determina -cómo y dónde- lo que es conocimiento [científico] y lo que
no lo es? Si bien el informe de la Comisión advierte las tensiones políticas y de poder
surgidas durante los siglos XIX y XX al interior de la universidad como institución
suprema del conocimiento, el mencionado documento no logra profundizar el lugar que
en el mapa del conocimiento ocuparía el arte, insinuando tan solo la dimensión de lo
cultural: «¿Cómo superar las separaciones artificiales erigidas en el siglo XIX entre los
reinos […] de los político, lo económico y lo social (socio-cultural)» (WALLERSTEIN,
1995:83). Mientras Wallerstein plantea el desafío de pensar una ciencia indisciplinar, es
decir sin fronteras erigidas por las distintas disciplinas, un determinado número de
prácticas artísticas se ha planteado ya desde hace varios años una estrategia con
pretensión transdisciplinar en la que el artista-investigador apuesta por la dialéctica que
se desprende de dos actos: el diálogo y la apropiación. El primero establece relaciones
discursivas y conceptuales con la ontología y el correspondiente episteme de las
distintas disciplinas del conocimiento; el segundo busca secuestrar sin previo aviso las
metodologías y los contenidos útiles para la subversión humana frente al ordenamiento
arbitrario del mundo. Irrumpir desde el arte implica entonces entretejer la experiencia
específica del acto artístico con aquello que un determinado campo del conocimiento
afirma sobre la realidad en que la experiencia se produce. Investigar desde el arte
implica finalmente elaborar estrategias (contra)cognitivas que, desde la especificidad de
la pregunta que se desprende de la vivencia, desestabilicen los cómodos lugares del
conocimiento universal. Esta capacidad transfronteriza le permitiría al artista-
investigador preguntar y responder desde la indagación de «para qué se vive, se lucha
o se escribe [y crea]» (KUSCH, 2003:3).
Desenganchar para conocer: desafiar la colonialidad del saber [desde las artes]
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Walter Mignolo introdujo hace unos años el concepto desenganche como una
opción para apartarse, entre otros, de las disputas por el control de la verdad. Mignolo
sugiere entenderlo al mismo tiempo «como desprendimiento y apertura. […] Ya no se
trata de las puertas que conducen a la verdad (aletheia), sino a otros lugares: a los
lugares de la memoria colonial; a las huellas de la herida colonial desde donde se teje el
pensamiento des-colonial» (MIGNOLO, 2005). Hacer arte como una forma de
comprensión y explicación del mundo implica pensar el lugar específico de la
experiencia vital desde la cual surge el impulso del acto artístico frente a la forma de
dominación.
Así, el primer paso para pensar/agenciar desde el arte un desenganche pasa por
lo que yo llamo «las políticas de la pregunta». Buena parte del debate en torno al
conocimiento se centra en determinar la validez del conocimiento (fiabilidad, precisión,
reproductibilidad, universalidad, etc.). Prácticamente nadie pregunta por dos aspectos
fundamentales del conocimiento: el sentido y la ética. ¿Por qué queremos saber y cómo
obtendremos ese conocimiento? A partir de esta indagación la mirada del artista debe
allanar el camino para retornar sobre el Yo, sobre esa selfness tan opuesta a las
indagaciones por el otro. Parte del desenganche que sugiere Mignolo pasa por el desafío
que debe asumir el artista por reconfigurar el régimen de la mirada moderno-colonial
sobre la propia existencia. Si la ciencia moderna busca a un otro al que mirará desde la
distancia epistémica y ontológica, el arte actual podría asumir desde su accionar que no
puede haber otro, porque este otro es parte de nosotros, ese nosotros que hace el estudio
(WALLERSTEIN, 1995:63). Así, investigar desde el arte, implica pensar y accionar
unas políticas de existencia que nos permiten indagar desde el acto artístico en ese
nosotros cuya existencia será puesta en diálogo con otras miradas similares. Conocer el
propio lugar de existencia y creación es el punto de partida para entender el desafío que
plantea Wallerstein: «solo un universalismo pluralista nos permitirá captar la riqueza de
las realidades sociales en que vivimos y hemos vivido [y creado]» (1995:66).
Conclusiones:
El mapeo histórico y cartográfico elaborado por Wallerstein nos pone frente al
desafío de pensar estrategias y prácticas de descolonización del conocimiento que
superen la “compartimentalización del conocimiento” que inicia con “las separaciones
artificiales erigidas en el siglo XIX entre los reinos […] de los político, lo económico y
lo social (socio-cultural)” (1995:53) y se extiende hasta la separación entre ciencias
(sociales y naturales) y humanidades y artes, insinuando que el arte y la literatura
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sufrirían la misma incapacidad que la historia al no contar con “instrumentos que podían
contribuir al estudio de dimensiones del pasado que estaban por debajo o detrás de las
instituciones, ideas y acontecimientos históricos; instrumentos que el historiador no
tenía: métodos cuantitativos, conceptos analíticos” (1995:46). Wallerstein critica la
presunción universalista del sistema-mundo-moderno así: “La afirmación de
universalidad […] no puede faltar en la justificación de las disciplinas académicas: es
parte de su institucionalización” (1995:83). Las estrategias a ser pensadas y puestas en
marcha desde nuestras realidades específicas no deben ser entendidas como una nueva
disciplina (una más) en busca de una universalidad (1995: 53), sino como un proyecto
transdisciplinario que, al poner en diálogo a distintos campos, experiencias, procesos,
formas de entendimiento, produzca un conocimiento específico, vinculado a
experiencias concretas de vida en la periferia, en el sur. Un proyecto pensado desde
América Latina, pero no limitado a esta región puesto que “refleja entonces el interés de
articular desde América Latina, en conversación con otras regiones del mundo,
proyectos intelectuales y políticos que ponen en debate pensamientos críticos con el
objetivo de pensar fuera de los límites definidos por el neoliberalismo y la modernidad,
y con el propósito de construir mundos y modos de pensar y ser distintos” (Walsh,
2007:110). No se trata de plantear un “nacionalismo regional o continental” al que se
podría denominar egocultura de lo latinoamericano como es posible hallarlo en parte
del pensamiento latinoamericano de mediados/fines del S.XX que, sin superar la simple
proclama localista de una identidad aparentemente propia no se preocupó por atacar la
matriz de poder colonial; al contrario, en muchos casos la restituyó en su esencia
alterando tan solo la forma, dejando el fondo intacto.
Bibliografía
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Kusch, Rodolfo, “Anotaciones para una estética de lo americano”, en Kenos: revista digital, No.
1, Buenos Aires, 2003.
Wallerstein, Immanuel, Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian, 1995,
México: Siglo XXI.
---------------------------, Impensar las Ciencias Sociales, Siglo XXI, México D.F., 1998.
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