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La fuerza del tiempo

En el siglo XVIII existió un famoso relojero en el poblado de Friburgo llamado Luca


Lepori, que a su vez tenía un hijo de nombre Matteo, un chico intrépido y un tanto
impuntual. Matteo podía pasar horas en la relojería de su padre admirando los
detalles de todos los relojes, a lo que Luca, su padre, decidió regalarle un reloj de
bolsillo bañado en oro, diciéndole:
- Te obsequio este reloj para que puedas controlar tu tiempo y
ordenadamente hagas todas tus actividades.
Matteo lo recibió con gran agrado y orgullo puesto que era un regalo especial que
su padre le había hecho; él tenía unas tareas encomendadas como: sacar la
basura, alimentar a su loro y darle una medicina a su perro que estaba enfermo;
sin embargo, al tener este reloj consigo, Matteo pensó que literalmente si podía
tener el control del tiempo y creyó ingenuamente que lo podía manipular a su
antojo.
Inocentemente, cuando Matteo tuvo que realizar sus labores, tomó su reloj de
bolsillo y lo detuvo, pensando que a su vez, el tiempo y todo a su alrededor se
congelaría, dándole espera mientras él dormía, jugaba con sus figuras de acción, y
ojeaba revistas de historietas.
Cuando ya estuvo cansado de jugar, decidió retomar sus encargos, pero ya era
demasiado tarde…
… el carro de la basura ya había pasado, su loro había escapado en busca de
comida y la salud de su perro había empeorado gravemente y éste había fallecido.
Desesperado, Matteo corrió donde su padre en busca de ayuda y le contó lo
sucedido, pensó que era el único que podía remediar todo ya que su papá conocía
mucho de relojes y por ende: del tiempo, pero ya no había nada qué hacer.
Al pasar de los años, cuando Matteo creció, pudo entender que con ese reloj de
bolsillo sólo podía controlar su propio tiempo y que no hay forma alguna de
dominar el tiempo de los demás.

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