Apelación de la mitad del género humano, las mujeres, contra la pretensión de la otra mitad,los hombres, de mantenerlas en su esclavitud política, civil y doméstica, en respuesta a un anterior Ensayo sobre el gobierno, de James Mili (1820), en el cual se proponía una vasta ampliación del sufragio electoral, pero que excluía a las mujeres de toda forma de participación política y, sobre todo, del voto. Thompson entra en ese movimiento del pensamiento definido como "philosophic radicals", que había aplicado los principios de la metodología utilitarista a la interpretación de los fenómenos sociales, sin excluir la cuestión femenina. En efecto, el feminismo en aquel período estaba recobrando cierto interés en Gran Bretaña, después de un período de olvido real del escrito de Mary Wollstonecraft (1792) y después de que en la evolución social determinada por los acontecimientos y en la afirmación de la "midle class" y de su estilo de vida se verificara una verdadera regresión en la posición de relativa "paridad" e independencia de que en los siglos precedentes había gozado la mujer como auxiliar del hombre en actividades laborales, artesanales y comerciales, aunque ejercidas a escala reducida. El desarrollo preindustrial, ya entonces orientado a que predominase la burguesía en todos los campos, había empezado a suscitar el tema de la "separación de los roles" masculino y femenino, sentando las bases del profundo malestar relacional entre ambos sexos, característico del s. xix y que se agudizaría en el xx, hasta alcanzar las actuales expresiones radicales y extremistas. El rol masculino se supervaloraba, a la vez que el femenino era reducido al descrédito; en las clases más elevadas, por otra parte, la mujer era considerada, según la definición dada en 1899 por T. Veblen, el "primer producto de desecho del nuevo sistema económico" y "el mero símbolo del poder consumista masculino". Es, pues, comprensible que el movimiento feminista recobrara vigor y reaccionara contra la progresiva reducción de la mujer a la marginación, hábilmente enmascarada de respeto y de idealización en las clases sociales más elevadas y realmente desprovista de todo poder no sólo en el ámbito civil, sino también en el familiar.
Thompson denunció la instrumentalización de la esclavitud
política, social y doméstica de la mujer dentro del sistema capitalista, iniciando un tipo de análisis sociológico, que en sus primeros tiempos topó con dificultades y frecuentes desdenes, pero que más tarde fue aceptado, porque ponía de manifiesto el origen de algunas deformaciones de las relaciones entre diversos grupos sociales y las consecuencias negativas que de ello se derivaban. Como inspiradora y colaboradora tuvo a Ana Wheeler, que, originaria de una rica y poderosa familia irlandesa, rechazando su condición social en favor de una mayor independencia y libertad de acción, trabajó incansablemente por la difusión del feminismo. Con ella se inició un giro importante del feminismo, primero inglés y luego europeo, puesto que se patentizaba que la "paridad de los derechos" no daría a la mujer felicidad si no se presentaba un programa que superara el límite iluminista de la afirmación sobre la teórica identidad valorativa de los dos sexos y no se comprendía el significado de la "cooperación" social, liberando a la mujer de su "estúpida y servil sumisión al hombre", con la cual secundaba todas las tendencias egoisticas del varón y se hacia ignorante, apática e indiferente frente al bien social, preocupada únicamente por el bienestar personal. Para combatir esta situación, Ana Wheeler insistía en la necesidad de dar a la mujer instrucción, ya que "saber es poder", y, al impedirse que la mujer tuviera acceso a los estudios, el hombre conservaba intacto su poder sobre ella y sobre la sociedad. A estas afirmaciones de Ana Wheeler, Thompson añadía una aserción que hoy es del máximo interés en las famosas discusiones sobre las relaciones entre "naturaleza y cultura": la tendencia al dominio no es en absoluto una ley inmutable de la naturaleza humana; es un fenómeno que se verifica históricamente; en consecuencia, se puede modificar. De aquí su llamamiento a las mujeres a rebelarse contra un estado de cosas del que también ellas eran en gran parte responsables, al menos por aceptarlo pasivamente.
El ApS Se Ha Convertido en Una Poderosa Fuerza Dentro de La Retórica Educativa y en La Reconstitución de Los Modos Alternativos de Enseñanza y Aprendizaje