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1.

7 - Primer período

Lengua Castellana

Docente: MARIA EUGENIA VILLEGAS

2020
Guía para escribir un microrrelato
1. Piensa en un hecho o anécdota sobre la que hayas reflexionado. El hecho que elijas debe ser muy breve y
“visual”. No debes resumir una historia larga. El interés del microrrelato está en su inmediatez.
2. La experiencia elegida debe tener un significado oculto, una idea no revelada. Lo importante es esta idea,
pero debe quedar siempre oculta o sugerida en el microrrelato. El poder de estas historias tan breves está en
el contraste entre:
 el hecho aparentemente insignificante
 su sentido trascendental o imaginativo
3. Una vez elegidos el hecho y su idea oculta, debes pensar en cómo contar la historia para lograr el objetivo
de todo microrrelato: sorprender al lector.
4. Para ello, deberás crear algo original. ¿Cómo? Contando sólo lo esencial de la historia para que el lector
pueda imaginar lo esencial que falta e intuir su sentido. Veamos el famoso microrrelato de Augusto
Monterroso:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Este microrrelato, como casi todos los demás, tiene la secuencia lógica o tradicional de cualquier historia:
principio, desarrollo y final. La diferencia es que el autor ha ocultado intencionadamente dos de estas fases
para que el lector las imagine:
 principio: alguien se durmió (oculto)
 desarrollo: esta persona tuvo un sueño mientras dormía (oculto)
 final: cuando esta persona despertó, su pesadilla/problema continuaba (expresado)
El microrrelato es un género interactivo, donde el autor debe ser sintético para sugerir y el lector debe
completar significados. Piensa, por tanto, qué partes de tu historia debes mostrar y qué partes debes sugerir.
5. El principio es importante para ubicar rápidamente al lector; pero lo más importante es el final, que debe
ser sorprendente. Por tanto, piensa antes de nada la primera y la última frase de tu microrrelato. Sobre ellas
podrás construir la historia.
6. Piensa bien el título. En el microrrelato es muy importante. El título no resume la historia, es parte de ella.
Debe revelar algo que “falta” en la historia, debe completarla.
7. El poder de este género está en su economía de medios. Elige:
pocos personajes: nunca más de tres
 un lugar o dos
 un tiempo muy breve
 A continuación querido estudiante, lee los siguientes microcuentos para que te
atrevas a dejar volar tu imaginación y así escribir el tuyo para el concurso. Recuerda que
puedes participar en una de las dos categorías: poesía o cuento además tu producción
literaria es la nota de acumulativa que equivale al 25% de la nota final.

INSTITUTO JOSE ANTONIO GALAN
Educamos en libertad, compromiso y tolerancia
Área: Humanidades-Lengua Castellana FECHA __Mayo_________2020
Asignatura: Lenguaje
Período: I
Docente: María Eugenia Villegas del Rio CUENTOS-MICROCUENTOS
Estudiante: ______________________________
Grado: 7° ____
DESPERTAR DE UN SUEÑO Y VIVIR UNA PESADILLA
por Melina Bavasso

«Estaba en un bosque desolado, era de noche y solo me alumbraba la luz de la luna. La única melodía
que se escuchaba era la de mis pasos descalzos y la agitación de mi respiración luego de tanto andar. La
desesperación penetraba en mi alma y hacía bombear mi corazón a la velocidad del viento que erizaba
mi piel. Una mano que quemaba toco mi espalda y escuche un susurro tan lejano que no logré
comprender. Sentí un dolor desgarrador y de pronto vi mi habitación. Desperté con una frase tatuada
en mi piel: ‘No despertarás jamás’.»
La fe y las montañas
Por Augusto Monterroso

Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje
permanecía igual a sí mismo durante milenios. Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le
pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más
difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto
creaba más dificultades que las que resolvía.

La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en
su sitio. Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que
alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.

El perro que deseaba ser un ser humano


Por Augusto Monterroso

En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de


máquinas, vivía no hace mucho tiempo un Perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en
un ser humano, y trabajaba con ahínco en esto.
Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad en
dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de ser un hombre, excepto por el hecho de que no
mordía, movía la cola cuando encontraba a algún conocido, daba tres vueltas antes de acostarse,
salivaba cuando oía las campanas de la iglesia, y por las noches se subía a una barda a gemir viendo
largamente a la luna.

ALEGRÍA (cuento de 460 palabras, anónimo)

Llamaron a la puerta,
-Putos niños, no tendrán otra cosa que hacer, sino molestar. Quien así habla, es un hombre mayor, muy
huraño y  blanco de burlas de chicos y chicas.
Como la pescadilla que se muerde la cola. Él se va haciendo más arisco y los vecinos tratan de rehuirle
pues siempre tiene palabras malsonantes.
Sus ropas cada vez son más avejentadas y de color oscuro.
Alguien llamo a su puerta. De mala manera vuelve a salir.
—¿Qué quiere?
—Buenos días, le venía a ofrecer.
—No, necesito de nada, tengo de todo.
—¿Seguro?
—No estoy para perder el tiempo.
—Su nombre es alegría
—¿Y tu me la vas a ofrecer?
—Si
—¿A cambio de qué?
—De una sonrisa
—¿Crees que algo merece la pena?
—Sino lo creyera no estaría hablando con usted.
—No quiero perder el tiempo
—¿El precio es tentador?
Se afana por ir cerrando la puerta poco a poco.
—Me da dos minutos. Interrumpe el cierre.
—¿Qué cree que comen los ornitorrincos?
—No estoy para tonterías.
—Pero si para llaves.
—¿Qué dice?
—Veo que me hace caso a algo que le digo. El gesto se vuelve interrogante.
—Es que no te he entendido.
—He dicho “si para llaves”
—Y qué tiene que ver eso con lo que estamos hablando.
—Ha habido un cambio, ya estamos hablando. Pero las cebras pasan.
—Otra tontería, ya surge una sonrisa en su cara.
—Todo no es tan serio, lo podemos hacer más divertido.
—La verdad es que cuesta.
—Lo que realmente cuesta es tener la cara arrugada y el ceño fruncido.
—Las circunstancias no ayudan, te aseguro.

EL PARTIDO (Cuento de 300 palabras, anónimo)


Fueron a jugar un partido de fútbol, pertenecían al mismo centro de trabajo. Difícil fue hacer los dos
equipos, pues alguno no quería estar con otros compañeros, aunque parece que todo esta bien entre
ellos.
Complicado fue buscar el día que a la gran mayoría les viniera bien.
La elección de campo no fue otra tarea fácil. Pero se logró.
Los menos activos figurarían en el papel de árbitros. Asiste hasta público.
El balón comenzó a rodar, en busca de las redes de las porterías opuestas. El movimiento de jugadores
empieza de una manera anacrónica. Se empieza a ver quien quiere dirigir al equipo. Estás decisiones
chocan con los que se sienten opositores, la labor de equipo se merma. Algunos han adaptado su
vestuario para coincidir las camisetas y los pantalones cortos. Si ya miramos las medias y el calzado ya
la empresa se convierte en un arco iris.
La primera falta se llena de mucho sentimiento, más para vengar algún hecho del pasado que el de
cortar una jugada. El agredido lo toma de esa manera y se revuelve hacía el agresor. Esto es el punto de
partida de nuevos enfrentamientos que olvidan el objeto de poder hacer algo de deporte, reunidos
unos compañeros para pasarlo bien. Se torna en un pugilato donde salen las tensiones guardadas. Se
decide terminar el partido pero la discusión sigue en las duchas y seguramente seguirá los días
sucesivos.
Quién había tenido la idea del partido tenía un sentido idílico que allí, se rompió y se convirtió en un
lugar de terapia donde se sacaba todas las cosas que se tenían guardadas. Su ilusión fue rota y
reprochado por haber tenido la idea. El no iba ser menos de crítica y objeto de rabia.
El balón no sé dónde quedo. Triste reunión laboral.

A cerca de la verdadera riqueza (Anónimo, Cuento de 500 palabras)

Papá siempre les había dicho que la verdadera riqueza estaba al alcance de sus manos, sus ojos, oídos,
nariz y boca. Sin embargo, los pequeños Juan y Miguel continuaban buscando tesoros escondidos por
todos los rincones de la casa. Tal era su empeño que todos los días al llegar del colegio, rápidamente se
cambiaban de ropa para comenzar su incansable búsqueda. A regañadientes, terminaban sus tareas
para seguir en la tarea de buscar. Buscaban durante toda la tarde y luego de la cena antes de que les
mandaran a dormir. Los fines de semana ya no hacían más que buscar. Buscaban durante los
comerciales, cuando veían sus programas favoritos en la tv. Buscaban en sus juegos y hasta en sus
sueños.
Como pasaban los días y los pequeños seguían sin comprender lo que realmente su padre quería que
aprendieran; él decidió brindarles una pequeña ayuda.

Con muestras de enojo los llamó una tarde y les dijo:

—¡Dejen de estar perdiendo el tiempo! Si no tienen nada importante que hacer, vayan a arreglar el
cuarto de los chécheres, que desde que su abuelo se fue de viaje al cielo, nadie se asoma por allá.

Claro que no les gusto ni poquito, pero no tenían más remedio que hacer caso. Entonces; se internaron
en aquella selva de recuerdos, muebles y cosas viejas, que en otro tiempo fueron apreciadas como
pocas cosas hoy lo son.

Estando allí, mientras se miraban el uno al otro como preguntándose por dónde empezar; Miguel se
sentó sobre un bulto que estaba cubierto con una manta bordada con imágenes de hermosos delfines
azules y rosados, y comenzó a patear acompasadamente con sus talones: ____. El golpeteo produjo un
ruido como si algo se quebrara, entonces; Juan algo exaltado le dijo:

—Ahora si la completamos, papá nos va a castigar al menos hasta que terminemos el colegio y faltan
como diez años para eso. ¡Levántate!, miremos que se rompió.

Quitaron la manta y ahí estaba…

Un viejo baúl de madera, forrado con algunos retazos de cuero y abrazado por una cinta con una
inscripción que decía: “Propiedad del abuelo”.

—¡Es el tesoro!  — dijo Miguel

—¡Lo encontramos! ¡lo encontramos! — gritó Juan y salto a abrazarlo.

A pesar de la emoción, lo primero que hicieron fue revisarlo por fuera y se alegraron aún más al ver que
no se había roto, y que el ruido que escucharon fue producto del candado que lo mantenía cerrado, el
cual se abrió a causa de los talonazos que Miguel había propinado al baúl.

Quitaron el candado y al abrir la tapa, fue tanto su asombro que al tiempo dieron un salto atrás, y
mientras; el viejo baúl dejaba escapar las más deliciosas fragancias naturales: Una armonía de olores,
entre los que se percibían el perfume del limonero, del naranjo, del almendro, de las rosas, los
jazmines, la hierbabuena y otras plantas aromáticas.

Al momento, como si fuese una cajita de música; del interior del baúl comenzaron a sonar las más
hermosas melodías de la naturaleza; una sinfonía de trinar de aves, arrullo de viento, el tararear de los
riachuelos al roce de las rocas, la armonía de una cascada, la dulce voz de las olas de mar, el canto de
ballenas y un sinfín de coros entonados por diversas especies de animales.

Y eso no era todo; en el interior del baúl les aguardaban más sorpresas.

Los niños se acercaron lentamente y en cuanto la curiosidad superó al temor; comenzaron a examinar
uno a uno los esplendorosos objetos que estaban guardados:

Algunos frutos de la tierra, las hojas de un árbol, unos puñados de arena y agua de mar contenidos en
una botella, una quena de caña, una abejita regordeta, un pez dorado, un curioso objeto hecho con
cuerdas de lana de varios tamaños y colores y anudado en algunas partes, del cual tiempo después se
enteraría que se llamaba quipu, y otras hermosas creaciones tejidas por las manos de quizás, las
abuelas de los abuelos del abuelo.

Cuando terminaron ese maravilloso inventario, los niños coincidieron en que definitivamente no era el
tesoro que esperaban encontrar, pero, que aquellas cosas hacían más felices a las personas; y como
una luz que se enciende ahuyentando a la oscuridad, recordaron las palabras que papá siempre les
había dicho.

La verdadera riqueza…

Luego de una pequeña contribución de su parte a los tesoros del baúl: unos granos de cacao y unas
cuantas semillas de cereza, lo dejaron como lo habían encontrado y fueron a contárselo a su padre.

Fue un momento en verdad conmovedor. Los niños por fin lo habían comprendido. Entonces, los tres
se abrazaron, rieron y lloraron de alegría, y al rato, se encontraban firmando un improvisado contrato,
en el que acordaban que cada mes destinarían un fin de semana para salir al campo, tras la búsqueda
de más tesoros:

Un árbol sabio al cual abrazar, un gorrión mudo para sacarle unas cuantas palabras, un limonero para
absorber su aroma, una abeja para perseguir en busca de su manantial de miel y un pez emisario, para
enterarse de las nuevas buenas noticias de la naturaleza y enviar sus mensajes a los rincones de la
tierra:

Amar y cuidar a la naturaleza, es la mejor manera de agradecerle por todo lo que nos brinda.

Juan. Quiero que todos cuidemos la naturaleza, porque nos da lo que todos necesitamos para vivir
felices.

Miguel. La verdadera riqueza está al alcance de tus manos, tus ojos, oídos, nariz y boca.

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