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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

Maestría en Estadios Sociales


Seminario de estrategias y técnicas de investigación social

Reseña 4. Historiando un pasado traumático: Entre la seducción de la memoria y el


hallazgo de fuentes

Dutrénit, Silvia (2007) “Historiando un pasado traumático: Entre la seducción de la memoria


y el hallazgo de fuentes”. En: De Garay, Graciela (coord.) Para pensar el tiempo presente.
Aproximaciones teórico-metodológicas y experiencias empíricas. México: Instituto Mora.

Silvia Dutrénit es una historiadora uruguaya de la Universidad de la República y doctora en


Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Actualmente, Dutrénit es profesora del Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora de México. Su producción académica está
asociada a la historia reciente de América Latina, en especial, sus líneas de investigación
están asociadas a temas como el exilio, el asilo, la violación de derechos humanos, la
memoria, entre otros.

Justamente el artículo Historiando un pasado traumático nace a partir de la reflexión y


trabajo hermenéutico sobre las situaciones de asilo diplomático en las embajadas mexicanas
del Cono Sur, con el objetivo de evidenciar los problemas éticos, epistémicos y
metodológicos que se asume el investigador al aplicar la historia oral en contextos marcados
por acontecimientos traumáticos a través de: hacer la historia del tiempo presente, hacer
historia con la historia oral y situar a la investigadora como participante de los procesos
históricos analizados.

El documento se posiciona en la perspectiva de la historia del tiempo presente de América


Latina, por lo que subraya puntos sobre su selección epistémica y metodológica. Lo primero
que destaca es que estos son parte del pasado traumático, esto quiere decir que surgieron en
escenarios donde la violencia y la represión fueron elementos constitutivos de la
cotidianeidad de las relaciones sociales; en segundo lugar, explica que seleccionó la historia
oral, pues le permite dar cuenta de la existencia de múltiples relatos y la posterior ubicación
interpretativa de los acontecimientos enunciados; finalmente, señala que al escribir desde la
historia del tiempo presente, se recurre a la experiencia y participación del en los
acontecimientos relatados.

En primer lugar, la autora presenta su cercanía con la unidad de análisis del trabajo, muestra
unos elementos de contexto para ubicar los acontecimientos a los que hace referencia en el
desarrollo del trabajo, por ejemplo, la obligación internacional, vía convenciones
interamericanas, que tiene el Estado para otorgar asilo diplomático por derechos humanos, la
gama de articulación que le permitió al Estado, no sólo nación sino a nivel regional, librarse
de la guerra contra el enemigo interno, la coyuntura golpista, estrategia represiva vía
cooperación internacional entre otros.

¿Se puede historiar el presente con base en testimonios de situaciones traumáticas cuando el
investigador es participante? Esta pregunta es la base del trabajo de la autora, pues de la mano
de la incursión, exploración y recorrido por memoria(s) y olvido(s) de testimonios orales
asociados a acontecimientos dolorosos y traumáticos experimentados por personas asiladas
y diplomáticos realiza un ejercicio reflexivo sobre lo experimentado, teniendo como objetivo
romper los tiempos del silencio y la normalidad vinculada a las transiciones políticas.

En este sentido, señala tres consideraciones metodológicas en consonancia con los postulados
de Hobsbwan, pues ella vivió en carne propia los acontecimientos que son su centro de
atención, por lo que reconoce la posición privilegiada desde la que examina el entramado de
sucesos e interpretaciones derivadas de su trabajo. De igual forma, reconoce el efecto que
tiene el tiempo transcurrido desde el momento histórico de desenvolvimiento del
acontecimiento hasta la apuesta reflexiva de su investigación para interpretar memoria(s) y
olvido(s) relacionados con estos sucesos. Por último, la interpretación que tiene el
investigador (historiador) sobre el momento histórico en el que se encuentra ubicado, lo cual
la lleva a resaltar la dicotomía generada por un país que ofrecía asilo en embajadas y refugio
en su territorio a personas vulnerables, y, en su país estuviera violando derechos humanos y
reproduciendo prácticas de represión.

En este punto, realiza una diferencia entre la tarea de la historia y la construcción subjetiva o
colectiva de la realidad, pues mientras la primera se esfuerza por organizar coherentemente
objetos encontrados en su despliegue de campo, la segunda puede llegar a la verificación
histórica a través de los sucesos experimentados. ¿Sería posible juntar ambos roles? Esta fue
la situación de Dutrénit, concluye que, si no hubiera sido por su experiencia en el pasado, el
ejercicio heurístico de buscar las fuentes orales no hubiera sido suficiente, porque existirían
elementos que escaparían de su marco de comprensión e interpretación de los
acontecimientos y situaciones analizadas.

Respecto a las cuestiones epistemológicas, la historia del tiempo presente no escapa a las
discusiones sobre la rigurosidad y validez del trabajo de los historiadores, pues la apuesta por
la comprobación de fuentes y la necesidad de distancia temporal entre el contexto histórico
del investigador y los acontecimientos a analizar son referentes para la objetividad del
trabajo; sin embargo, dentro de la historia se están gestando los debates sobre el proceso de
comprensión de momentos históricos presenciados por el historiador e incluso donde este sea
participante, esto no están exentos de tensiones, por ejemplo, el dilema ético que se produciría
en torno a la imposición del oficio profesional y la exigencia del compromiso político y
social.
De ahí que las posturas sobre el proceso de inmersión de un historiador participante, es decir,
aquel que decide trabajar con acontecimientos que presenció o de los que participó, planteen
desafíos para la reflexividad científica. Lo primero que analiza la autora está ligado a la
objetividad en la investigación, por lo que se vale de la diferenciación entre percepción e
interpretación para interpelarla, pues es consciente que todo ejercicio de percepción está
inscrito en una matriz interpretativa que se ha construido, también, es destaca que los marcos
interpretativos no son suficientes para comprender todo lo que las fuentes orales pueden
percibir.

Según Kuhn, la interpretación comienza donde la interpretación termina, por lo cual el


historiador del tiempo pasado al no poder percibir el entramado de acontecimientos se vale
de las fuentes orales, testimonios, para reconstruir la percepción de esos sucesos e interpretar
desde su matriz de racionalización. Otra es la suerte del historiador del tiempo presente o
participante, porque la línea divisoria entre el hecho de percibir el acontecimiento e
interpretarlos no es notoria, pero se enuncia una discusión más compleja, porque los
testimonios externos y del historiador participantes tiene como filtro la memoria (y el olvido),
es decir, el quiebre de la interpretación se encuentra en el lugar de remembranza de los
acontecimientos del testigo.

Por otro lado, el historiador participante establece líneas de vinculación de acontecimientos


de acuerdo con lo remembrado, mediadas por la memoria del testigo, los marcos referenciales
de las fuentes orales, los sesgos de la matriz interpretativa del historiador y las reflexividades
en las que este transita, en especial, la de ser parte de una comunidad académica, la ética de
su rol profesional, sus posturas epistémicas y su interacción con el testigo en la aplicación de
las técnicas para la producción de la información.

Ese proceso de mediación tiene implicaciones metodológicas e interpretativas en tanto


referirse a situaciones de trauma y dolor pueden distorsionar los testimonios, generar rupturas
de los olvidos en los testimonios derivada por la provocación de recordación instalada por el
historiador en los testigos, instaurar el privilegio de la memoria del historiador por encima
de lo evocado en el testimonio, entre otras.

Finalmente, es necesario tener en cuenta tres prevenciones que la autora destaca en el


ejercicio de historiar tiempos presentes desde las fuentes orales y el relato personal:

1. Diferenciación entre memoria, percepción e historia.


a. La percepción es experiencia individual y social que está condicionada por
marcos de interpretación.
b. La memoria y el olvido como procesos de reconstrucción continuo que
depende del sujeto y su contexto, más aún cuando se incursiona en
acontecimientos traumáticos o de dolor.
c. La historia desea trascender a la memoria, por lo que para la construcción de
relatos históricos es necesario que después del registro de las fuentes orales,
se cotejen los datos producidos con otras testimonios y fuentes situadas.

2. Procesos históricos como los asociados a contextos de represión militar y


gubernamental, por lo que la indagación de estos espacios convierte a la memoria en
resistencia e instrumentos para superar el estado de negación.

3. El historiador participante tiene la ventaja de identificar sus fuentes orales


potenciales; sin embargo, puede caer en un sesgo asociado al dilema de la retórica
profesional de historiador y el entramado emocional como participante.

Aunque no está relacionado de manera directa con el proceso de investigación que tiene como
objetivo comprender las forma de gobierno de los asuntos comunes en cuatro municipios del
Sur del Tolima, la historia del presente reciente en América Latina podría dar pistas para
robustecer la apuesta metodológica que está asociada a un proceso de etnografía política,
dado que dentro del entendimiento de la manera de interacción de los actores sociales que
dinamizan la vida política en estos territorios, podría llegar a encontrarse con acontecimientos
que se asemejarían a los marcos traumáticos y de dolor trabajados por Silvia Dutrénit.

No obstante, si bien la experiencia compartida dentro de estos sucesos entre los habitantes de
estos municipios y la investigadora podría estar asociada a las lógicas del conflictos social y
armado en el país, entrarían en tensión dos marcos de percepción e interpretación, por un
lado, los sujetos de la investigación que han estado presentes en la territorialización de las
dinámicas del conflicto, por otro, la reflexividad de la investigadora que no se encuentra
determinada por la percepción de estos acontecimiento, porque no ha participado de ellos,
sino por su matriz de interpretación, mediada por su constitución subjetiva.

Por otro lado, uno de los elementos que deja esta lectura es manifestar el dilema ético entre
la tarea profesional del investigador en campo y su compromiso político, pues me pone a
pensar que si bien el campo disciplinar que estoy tratando construir está asociado a los
estudios sociales, siendo consciente de todas sus entradas epistemológicas, siento que puede
existir en el proceso de heurístico y hermenéutico un sesgo marcado por mi formación
profesional, pues de una manera u otra al analizar formas de gobierno de los asuntos
comunes, lo haré desde un marco de referencia que operativizará el resto de categorías
analíticas, el Estado, dejando de lado otros lugares que sé que me ayudarán a problematizar
(en el cómo y porqué) las prácticas que quiero comprender.

No obstante, será necesario determinar trayectorias y líneas históricas para acercarme al


proceso de entendimiento de las lógicas bajo las que operan las formas de gobierno
abigarradas, allí probablemente algunas herramientas de la historia oral y propuestas de la
historia del presente reciente puedan contribuir con mis propósitos investigativos.

Lina Marcela González González

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