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Resumen
Sin embargo, ¿es realmente Woody Allen un director tan progresista e innovador
como puede parecer a primera vista? Veamos sobre qué presupuestos ideológicos,
estéticos y discursivos se asientan sus películas. Si atendemos, en primer lugar, al
entramado conceptual que las construye, constatamos que el director parte de una
escritura profundamente narcisista a través de la cual elabora sus características
disertaciones sobre las inquietudes existenciales. En este sentido, los actores que
encarnan seres atormentados por los temas fundamentales del espectro filosófico de
1
Allen (la vida, la muerte, el destino o el amor) no constituyen sino ramificaciones del
personaje denominado schlemiel1, frecuentemente encarnado en la figura del propio
director. Es decir, como también señala Deleyto, el schlemiel y sus remedos proponen al
público el discurso de reflexión vital y filosófica invitándole, al mismo tiempo, a
profundizar en los entresijos de su existencia (2009: 58). A nuestro modo de ver, las
razones de este exitoso proceso de identificación del público con los textos del director
neoyorquino obedecen a la forma en que éstos se articulan: por una parte, es habitual
que el lenguaje aparezca codificado en forma de monólogo o “diálogo” directo con la
audiencia (por ejemplo, en Annie Hall, 1977 o en Todo lo demás, 2003). Por otra, el
guión presenta abundantes referencias intelectuales que constituyen una permanente
llamada de atención al espectador/a capaz de identificarlas y posibilitan su adhesión
incondicional al argumento (Fernández Labayen, 2005: 17-24). Teniendo en cuenta
estos factores, podemos deducir que los espectadores y espectadoras del cine de Woody
Allen pertenecen a una clase social media y cultivada, principalmente europea, que
puede reconocerse en argumentos centrados en personajes de un acomodado rango
social, con un cierto nivel cultural y, en ocasiones, indudablemente elevado.
1
“Término yiddish que significa individuo torpe o desafortunado” (Lax, 1991: 19).
2
director de Brooklyn2 sino también en la historia de la comedia, al desmontar el mito
del amor romántico (Echart, 2010: 161) y narrar la historia de una mujer que, lejos de
someterse a las expectativas del varón, seguirá su propio camino vital (Martí y Cherta,
2003: 55). Sin embargo, esta ruptura de los estereotipos tradicionales no resulta tan
evidente si, como señala Deleyto, consideramos el film como una muestra de las
dificultades insalvables de mantener viva una relación heterosexual debido a la
emancipación de la mujer, así como una sugerencia de que la única posibilidad de que
estos romances funcionen pasa por una mujer sumisa y obediente (2009: 39). Por tanto,
en relación al supuesto proceso de maduración de los personajes femeninos en el cine de
Allen, diríamos que el director ha ido puliendo su modo de concebirlos pero que no ha
modificado sustancialmente el tratamiento de los mismos, limitándose a aplicarles un
elaborado maquillaje que enmascara eficazmente el discurso patriarcal tradicional.
Finalmente, creemos que la relevancia narrativa que Woody Allen pueda otorgar
a las mujeres en sus películas no puede interpretarse como el síntoma de una visión
igualitaria de la sociedad. Más bien al contrario, sus personajes femeninos revelan una
concepción muy concreta de la mujer y del papel que ésta ha de desempeñar en el
mundo contemporáneo. Por tanto, se crea para la espectadora un peligroso juego de
espejos en el que es invitada a participar en la medida en que, buscando en la ficción un
2
El film “hizo ver en crítica y público a un autor/director serio y preocupado por los problemas (…) de
unos personajes más reales y, por tanto, alejados de los disparatados, absurdos o irreales (…) que habían
resultado de sus creaciones anteriores” (Martí y Cherta, 2003: 8).
3
Faludi (1991).
3
discurso que le permita comprender mejor su existencia como persona, asimila, como
mujer, los modelos de comportamiento femenino más deseables para el patriarcado4.
La máscara de la comedia
“Cuando sonríes, el mundo sonríe contigo” (Poderosa Afrodita).
4
Basta con hacer un repaso de la filmografía de Allen para constatar que siempre suele repetir el mismo
esquema narrativo: el schlemiel es un hombre maduro o avejentado que aparece rodeado de hermosas
mujeres las cuales, más jóvenes e inexpertas, están dispuestas a dejarse seducir por él. Por otra parte, las
compañeras de reparto del director son actrices que contrastan vivamente, por su juventud y belleza, con
la apariencia de éste. ¿Cómo acogería el público la situación contraria, una mujer de sesenta años que
tiene por pareja a un hombre que podría ser su hijo?
4
desapercibidos (Kuhn, 1991: 87), el estudio de los textos cómicos desde este punto de
vista debe, por una parte, distanciarse del brillo que los caracteriza y, por otra, servirse
del guión para ahondar en el significado profundo de las ideas que se desarrollan.
5
Baelo (1999: 405).
5
Las razones por las cuales hemos escogido esta película obedecen, en primer
lugar, al deseo de centrar nuestro análisis en una comedia de la etapa que podríamos
denominar de madurez de Woody Allen. En el momento de su filmación, el director
rondaba los sesenta años y, con una veintena de películas a sus espaldas, su estilo
cómico se había perfeccionado desde las primeras y desenfrenadas parodias de finales
de los sesenta. Asimismo, su figura como director fue ganando reconocimiento y
prestigio a lo largo de la década de los ochenta con películas como Manhattan (1979),
Hannah y sus hermanas (1986) o Delitos y faltas (1989), consolidándose su respeto
entre el público, fundamentalmente el europeo. En el siguiente decenio, Allen
abandonará el tono melodramático que caracterizase sus ficciones en los años anteriores
retornando al lenguaje genuinamente cómico que demuestra dominar a la perfección en
Misterioso asesinato en Manhattan (1993). Es así como en 1995 nos encontramos ante
un realizador maduro, que ha explorado más allá del sketch cómico las posibilidades
narrativas del drama (aspecto fundamental en Poderosa Afrodita) y que, gracias a la
consideración que disfruta, no necesita demostrar nada a nadie.
6
Los análisis de Poderosa Afrodita acostumbran a abordar la relación del film con la narrativa clásica
griega (Baelo, 1999 y Gilabert, 2008).
6
feminista, un reparto de roles entre los sexos como tradicionalmente lo ha establecido el
patriarcado, tal y como trataremos de demostrar a continuación.
1. La historia
7
Recordemos, por poner un ejemplo, las apariciones de Marshall McLuhan o la madrastra de
Blancanieves en Annie Hall (1977).
7
triunfo del amor: Amanda vuelve con Lenny y Linda, que ahora es peluquera, forma una
familia con Don, piloto de helicóptero. En las últimas escenas, Lenny y Linda se
encuentran de nuevo sin saber ninguno de los dos que el hijo del otro es suyo, ya que en
ningún momento Lenny confiesa a Linda la procedencia de Max ni Linda revela a
Lenny su paternidad para no interferir en su reconciliación con Amanda.
A la hora de realizar una deconstrucción del texto fílmico desde una perspectiva
de género hemos tratado de dar respuesta a interrogantes como “¿qué funciones tiene tal
personaje femenino dentro de la estructura narrativa de la película? ¿Cómo aparecen
representadas las mujeres desde el punto de vista visual? (…) ¿Qué funciones no
ejercen las mujeres? ¿Cómo no son nunca representadas?” (Kuhn, 1991: 95), ya que
entendemos que aquello que no se explicita es, en numerosas ocasiones, tanto o más
importante que lo visible a la hora de comprender en profundidad aquellos aspectos que
nos hemos propuesto analizar. De esta manera, para estudiar Poderosa Afrodita hemos
atendido a unos conceptos clave cuya elaboración discursiva estructura narrativamente
el film y contribuye a arrojar luz en lo que respecta a la visión que Woody Allen tiene
de la mujer: en primer lugar, aludimos a la ambición que presentan los dos personajes
femeninos principales como ejemplo de actitudes antagónicas que, respectivamente,
condena y ensalza el patriarcado. En segundo lugar, señalamos el reparto de roles que se
dibuja como indeseable y la propuesta alternativa bajo un punto de vista conservador.
Por último, haremos referencia a la revisión que Allen realiza del mito de Pigmalión
como paradigma de la creación, a manos del hombre, de un modelo femenino ideal.
Finalmente, resumiremos cuáles son los ejemplos masculinos y femeninos propuestos
en el film y su relación con la ideología subyacente y, a modo de conclusión, haremos
una recapitulación de lo expuesto destacando las formas en que el discurso conservador
se articula en las ficciones de Woody Allen.
Iniciando el análisis del film vemos cómo, en el transcurso de la cena que abre la
historia, Amanda muestra una evidente ambición profesional junto al deseo expreso de
tener un hijo. No obstante, el texto llama la atención del público sobre dos aspectos
fundamentales que se enuncian en esta secuencia y cuyo desarrollo marcará la posterior
evolución del personaje. En primer lugar, la incomodidad y desconcierto de Lenny ante
la proposición de Amanda enfatizan lo que el director quiere mostrar como un extraño
instinto maternal ya que, de entrada, la idea de ser padres ha sido planteada en un
ambiente no privado, fuera de la intimidad de la pareja, como si se tratase de un asunto
intrascendente. En segundo lugar, el estupor de Lenny aumenta cuando conoce el deseo
de Amanda de no querer quedarse embarazada, circunstancia que refuerza lo anterior y
ayuda a que el público conciba al personaje como alguien frío e insensible8. En unas
8
Si bien Amanda enfatiza su rechazo a superpoblar el mundo existiendo una gran cantidad de niños
necesitados, el principal argumento que esgrime para negarse a la concepción es el del trabajo: “no tengo
8
pinceladas Allen esboza los rasgos principales de Amanda que, en definitiva,
constituyen el origen de la historia: su deseo de adoptar un bebé supone un claro
rechazo de la lógica maternal desde el punto de vista del patriarcado (entendida como el
proceso conformado por la concepción, el embarazo y el parto) y, por tanto, denota la
ausencia de un verdadero instinto maternal en ella (el coro se encarga de recalcarlo
señalando su sospecha de que el planteamiento de la adopción no responde a un
verdadero deseo de ser madre sino a la búsqueda de un bálsamo que llene un “vacío
creciente en su matrimonio”). Asimismo, se enfatiza la idea de que la adopción es un
recurso de Amanda para cumplir su dudoso anhelo de ser madre sin tener que renunciar
a su verdadero deseo, la promoción profesional en el mundo de las galerías de arte
neoyorquinas. Finalmente, estas circunstancias llevarán a la pareja a adoptar a Max,
hecho del que parte la tragedia que relata el film.
tiempo [de quedarme embarazada], hay mucho movimiento en mi profesión (…). En este momento no
puedo sacrificarme”.
9
segundo lugar, Linda reconoce que su verdadero deseo no es otro que cambiar de vida
para ser madre, aspiración que coincide totalmente con la propuesta hecha por Lenny9.
9
LENNY: La vida de actriz es muy dura. En cambio, una peluquera siempre puede ganarse el pan…
Puedes conocer a alguien que te… Fundar una familia, tener una vida normal, alguien que cuide de ti.
LINDA: ¡Oye, ¿crees que no me encantaría conocer a alguien y casarme y salir para siempre de esta
ratonera?! ¡Me encantaría marcharme y convertirme en madre y criar unos hijos! ¡Tampoco quiero ser
peluquera!
10
LENNY: No tienes que vivir así, Linda, ¡es un disparate! Les sacas dinero a los tíos y realizas esos
actos… Podrías tener una familia, un marido y un hijo… ¿Te gustaría que tu hijo supiera lo que haces?
10
conceptos de prostitución y maternidad (recordemos que Linda termina llorando al
recordar al hijo que dio en adopción, lamentando la que fue la decisión más triste de su
vida y avergonzándose de la forma en que el bebé fue concebido, “gracias a un condón
roto”). Si la ambición de Amanda nos revela una mujer insensible, en Linda sus
esperanzas se articulan para conformar una imagen cálida y emotiva, en la que el deseo
de ser actriz enmascara el verdadero anhelo de su vida: casarse con un buen hombre y
fundar una familia. En definitiva, ambos personajes oponen dos formas de realización
personal. Desde una perspectiva feminista, Amanda podría acercarse a un modelo de
mujer que busca su independencia a través de la superación profesional, iniciando un
camino más allá del papel que tradicionalmente se ha asignado a la mujer. Por el
contrario, Linda, acorde con el modelo de mujer del patriarcado, se siente incompleta en
la medida en que no ha cumplido con las funciones que de ella se esperan. Como
colofón, podemos señalar que mientras Amanda huye de la maternidad al primar su
trabajo y decantarse por la adopción, Linda no elude su deber como madre, obviando la
posibilidad del aborto y dando su hijo en adopción11.
11
Podríamos ver aquí una condena velada del aborto en la misma línea de la demonización explícita que
el director ya había mostrado en los ochenta con el film Otra mujer (1988), cuando la reacción
antifeminista presentaba mayor virulencia (Oria, 2007: 179).
12
Sucede algo similar en Annie Hall con el personaje de Alvy Singer (Woody Allen) cuando, al final del
film, rememora con nostalgia los momentos de dicha pasados con Annie (Diane Keaton). El punto de
vista subjetivo favorece la elección de unas secuencias en detrimento de otras de forma que en ninguno de
11
vemos a una Amanda sonriente, desenfadada, más escuchando a Lenny que hablando
con él, vestida de forma opuesta a como la veremos a lo largo de la historia (los
levísimos vestidos que porta en estas secuencias marcan un evidente contraste con los
atuendos, más clásicos y a menudo monjiles, poco estilosos o favorecedores, con que
aparece en el resto del film) y en inflamadas escenas de amor con su marido. En
definitiva, esta cuidada selección de recuerdos archivados como felices redunda en la
idea de mostrar al matrimonio Weinrib apasionadamente unido antes de la metamorfosis
de Amanda.
los instantes evocados aparece Annie cantando, actividad que ha permitido su realización personal y
posibilitado la ruptura de la relación entre ambos.
13
Esta idea cobra total sentido en el momento en que conocemos la satisfacción de Jerry Bender ante la
apertura de la galería de Amanda: la aprobación de éste no responde tanto a la emancipación de su
antigua empleada cuanto a las perspectivas que se le ofrecen al eliminar ella el lastre de su vida de casada
en su ascenso profesional.
12
Finalmente, el conjunto de secuencias que ilustran la transformación de Amanda
culmina con Lenny evocando los tiempos en que ella era distinta (“has cambiado”) y,
después, con la desaparición de la complicidad de la pareja en la cama. Se muestra, así,
el incipiente e imparable deterioro de sus relaciones tanto a nivel afectivo como sexual
provocado por el incontrolado deseo de independencia que experimenta ella.
Efectivamente, recién abierta la nueva galería, el texto fílmico muestra a una Amanda
ausente, que no prioriza la importancia de su familia y delega en Lenny las funciones
que, desde un punto de vista conservador, le corresponderían a ella. Esto supone una
inversión definitiva de los roles tradicionales que posibilita que Amanda y Jerry inicien
su aventura amorosa; de esta manera, la articulación del discurso refuerza la lógica
causa-efecto mostrando a Amanda y Jerry besándose apasionadamente tras una escena
en la que Lenny debe encargarse de cuidar a Max.
13
vemos a Amanda volcada en su familia como madre, leyendo un cuento junto a Max, y
esposa, cumpliendo apasionadamente en el lecho conyugal14.
14
Podríamos relacionar esta suerte de claudicación con la del personaje de Betty Ann Fitzgerald (Helen
Hunt) en La maldición del escorpión de jade (2001). En este caso, Betty Ann evoluciona también de
forma reconfortante cuando su extremada hostilidad deviene en un progresivo ablandamiento y sumisión
final a las expectativas sexuales y afectivas de Briggs (Woody Allen) (Deleyto, 2009: 207).
14
haya roto su matrimonio, Lenny lo hace de alguna manera empujado por ella, cuando lo
da todo por perdido y, en última instancia, cuando asiste al desamparo y a la tristeza de
Linda). Por tanto, Linda no sólo se siente finalmente correspondida por Lenny, sino que
éste le proporciona la posibilidad de alcanzar su sueño de ser madre al dejarla
embarazada. Podríamos decir que el adulterio de Lenny tiene efectos que cabría
calificar de terapéuticos, constituyendo el colofón del trabajo realizado por éste a la hora
de de redimir a Linda de su disoluta vida alejándola de la prostitución y devolviéndole
el hijo que abandonó y siempre quiso tener. En este caso, de la misma manera que
Amanda retorna a la seguridad del hogar tras el escarmiento de su aventura con Bender,
el reparto de roles se equilibra según el patrón más tradicional del patriarcado ya que la
salvación de Linda ha de pasar, forzosamente, por la maternidad, como ampliaremos a
continuación.
15
Woody Allen opina que Pigmalión, de George Bernard Shaw, es la mejor comedia que jamás se ha
escrito (Lax, 1991: 94).
16
En cuanto a las formas dramáticas empleadas por el irlandés, destaca su aversión por los finales Deus
ex machina, felices por lo general, apostando por unos finales abiertos (Ramos, 1999: 65), aspecto que en
Poderosa Afrodita se elude explícitamente cuando el corifeo, al final del film, resume el providencial
encuentro entre Linda y Don con la expresión “a propósito de Deus ex machina…”.
15
En este sentido, el personaje de Eliza, quien en la obra original es una mujer fuerte,
independiente y acorde con los primeros movimientos feministas, se modifica para
conformar una Galatea que termina por regresar, en un final tradicionalmente
romántico, al lado de Pigmalión, su pareja ideal. En definitiva, la historia que se difunde
en el siglo XX guarda escasa relación con la obra original y, paradójicamente,
popularizó la obra de Shaw tras destrozar lo que en ella era más emblemático17. En este
proceso de neutralización del significado primitivo de la pieza de Shaw jugó un papel
fundamental el Código Hays de censura que, establecido en 1934 y vigente hasta 1967,
obligaba a los films hollywoodienses a adecuarse a unas estrictas normas de decoro. Al
realizarse en 1938 la primera adaptación cinematográfica del Pigmalión de 1913, el
final hubo de ser modificado en virtud de los preceptos dictados por el Código,
transigiendo con el romanticismo que en un principio el original condenaba18.
17
Ramos (1999: 65-76).
18
Rodríguez (2010: 38) y Shaw (1984: 165-189).
19
Podemos citar los ejemplos de Annie y Alvy en Annie Hall (1977), Tracy e Isaac en Manhattan (1979),
Lee y Frederick en Hannah y sus hermanas (1986) o Fay y Harry en Desmontando a Harry (1997).
16
más acertado interpretar este hecho como el inicio la búsqueda de una madre (la
verdadera, en definitiva) para Max, en un momento en que Amanda está tomando un
camino que habrá de separarla peligrosamente del ámbito familiar y de su deber
maternal. Esta idea arroja luz sobre la razón que empuja a Lenny a convencer a Linda
de que cambie de vida y que obedece, exclusivamente, al deseo de hacer de ella una
buena madre para su hijo. Como artífice de este renacimiento (que ha de pasar
necesariamente por un rescate que aleje a la muchacha de la prostitución), Lenny se
anticipa a la inquietud que Max pueda experimentar en el futuro por conocer a su madre
y a la vergüenza que éste pudiera sentir al enterarse del verdadero oficio de Linda20.
Según el discurso patriarcal que, grosso modo, contempla a las mujeres como esposas o
prostitutas, lo que Lenny va a tratar en su papel de Pigmalión es, en última instancia,
terminar de adecuar la personalidad de Linda a lo que él entiende por una verdadera
madre. Es decir, teniendo en cuenta sus dotes maternales (“serías una madre estupenda,
eres muy cariñosa”, le dice Lenny en un momento del film), alejar a Linda del mundo
de la prostitución por ser incompatible a sus ojos con el deseo de formar una familia.
20
LENNY: Cuando el niño crezca buscará a su madre. A mí me encantaría que ella se casara y fuera
peluquera, mucho mejor que protagonista de La caza del conejo.
17
conformación de un modelo de madre deseable por el patriarcado que, como hemos
visto, contrasta drásticamente con el meteórico ascenso social que encarna Amanda.
Linda será orientada paulatinamente en la dirección vital adecuada, marcándose
claramente la diferenciación entre la mujer que ha sido y la que Lenny aspira que llegue
a ser. Esto es patente no sólo en el diálogo sino también en la puesta en escena y,
fundamentalmente, en el vestuario. Así, si antes hemos señalado la sobriedad general
que caracteriza el vestuario de Amanda, podemos aludir a los llamativos atuendos con
que se identifica el personaje de Linda los cuales, a medida que avanza su proceso de
reeducación, evolucionan hacia modelos mucho más recatados y discretos21. En este
sentido, destacan las secuencias de la cita entre Linda y Kevin, en las que vemos al
personaje de una forma completamente distinta a como se nos ha mostrado hasta ese
momento, tanto en su atuendo como en su forma de expresarse (no en vano, el coro
señala con un deje de admiración “ha tardado [Lenny] mucho en prepararla”). El
proceso de transformación de la prostituta en una futura madre convincente para el
patriarcado culmina, como hemos visto, cuando Linda concibe un hijo de Lenny y
conoce a Don, arquetipo del salvador literalmente caído del cielo, un hombre que se
ajusta por fin a su ideal masculino (“mi sueño es que se me acerca alguien y yo le
parezco especial y él quiere cambiar toda mi vida”). Podemos concluir que Linda ya
conoce y ama a una persona que reúne estas cualidades: Lenny, que pasa a ser sustituido
por Don en la tarea de hacer de Linda una buena esposa y madre.
21
Algo que no sucede en el caso de la prostituta Cookie en Desmontando a Harry. Puesto que no se
espera de ella un cambio que se refleje en su vestimenta, su personaje aparece constantemente ataviado
con un escueto conjunto de color rosa chillón.
18
neoyorquino entiende el reparto de roles contemporáneo. Centrando nuestra atención en
el film que nos ocupa, vemos cómo el repertorio de hombres está conformado por el
héroe-antihéroe (Lenny), el conservador con un discurso explícitamente reaccionario
(Kevin) y el salvador (Don), tres facetas de una misma mentalidad masculina que
considera a la mujer inferior al varón22. De esta manera, Lenny encarna al peculiar sex-
symbol de imagen completamente inofensiva al que alude Lax (1991: 89) y que ya es
familiar al público de Allen. Por otra parte, Kevin es el joven que sueña con una “chica
doméstica, anticuada, como su madre” y Don, finalmente, constituye el afortunado que
acaba por hacer realidad el sueño de Linda (y el suyo propio) de formar una familia
tradicional.
22
Esta idea ya aparece en Hannah y sus hermanas (1986), donde los tres personajes masculinos (Mickey,
Elliot y Frederick) constituyen superficies complementarias de uno mismo (Fernández Labayen, 2005:
36).
23
Fernández Rodríguez (2006).
19
familiar y su escalada de puestos en la pública y, en definitiva, ante la paulatina
inversión de los roles establecidos por el patriarcado. Este ideal planea constantemente
sobre la historia constituyendo el espejo en que Amanda se resiste a contemplarse y en
el que Linda ansía verse reflejada24.
A modo de conclusión
24
Cabe mencionar que el deseo de Linda es tan ferviente que no duda en suplicar a Kevin que vuelva con
ella a pesar de que él la maltratase físicamente antes de abandonarla. El miedo de Linda a quedarse sola y
no poder convertirse en madre es tal que está dispuesta a ser humillada con tal de conseguir su propósito
(Flahaut, 2000).
20
modelo de mujer tradicional, no se aventuran más allá del matrimonio y la maternidad.
Finalmente, la recuperación del mito de Pigmalión en los términos en que es planteada
apunta a una concepción conservadora del hombre como ente activo, como sujeto que
modela, y de la mujer como objeto pasivo, que aguarda a ser conformada según los
designios de su creador. A la vista de lo expuesto, comprobamos que Poderosa Afrodita
constituye un ejemplo significativo de la forma en que el discurso patriarcal de Woody
Allen, adecuadamente alimentado por la reacción de la administración Reagan en los
ochenta, queda convenientemente sancionado al amparo de una codificación
humorística, la cual, por otra parte, actúa como eficaz neutralizador de cualquier tipo de
potencial respuesta crítica.
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22