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BUSTER KEATON BUSCA POR EL BOSQUE A SU Mi corazón siempre me dijo que eras una verdadera vaca.

a verdadera vaca. mi montura por su espejo, ¡Cuántas veces te esperara,


NOVIA QUEES UNA VERDADERA VACA Tu papa, que eras una dulce niña. mi cuchillo por su manta. cara fresca, negro pelo,
Mi corazón, que eras una verdadera vaca. Compadre, vengo sangrando, en esta verde baranda!
1, 2, 3 y 4 Una dulce niña. desde los puertos de Cabra. *
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos. Una verdadera vaca. Si yo pudiera, mocito, Sobre el rostro del aljibe
Si en estas cuatro huellas no caben mis zapatos, Una niña ese trato se cerraba. se mecía la gitana.
¿de quién son estas cuatro huellas? Una vaca. Pero yo ya no soy yo, Verde carne, pelo verde,
¿De un tiburón, ¿Una niña o una vaca? ni mi casa es ya mi casa. con ojos de fría plata.
de un elefante recién nacido o de un pato? O ¿una niña y una vaca? Compadre, quiero morir Un carámbano de luna
¿De una pulga o de una codorniz? Yo nunca supe nada. decentemente en mi cama. la sostiene sobre el agua.
(Pi, pi, pi.) Adios, Georgina. De acero, si puede ser, La noche su puso íntima
¡Georginaaaaaaaaaa! (¡Pum!) con las sábanas de holanda. como una pequeña plaza.
¿Donde estás? ¿No ves la herida que tengo Guardias civiles borrachos,
¡Que no te oigo Georgina! ROMANCE SONÁMBULO desde el pecho a la garganta? en la puerta golpeaban.
¿Que pensarán de mi los bigotes de tu papa? A Gloria Giner Trescientas rosas morenas Verde que te quiero verde.
(Papaaaaaaaa.) y a Fernando de los Ríos lleva tu pechera blanca. Verde viento. Verdes ramas.
¡Georginaaaaaaaaaaa! Tu sangre rezuma y huele El barco sobre la mar.
¿Estás o no estás? Verde que te quiero verde. alrededor de tu faja. Y el caballo en la montaña.
Abeto, ¿donde está? Verde viento. Verdes ramas. Pero yo ya no soy yo, Federico G. Lorca
Alisio, ¿donde está? El barco sobre la mar ni mi casa es ya mi casa.
Pinsapo, ¿donde está? y el caballo en la montaña. Dejadme subir al menos EL MAR
¿Georgina paso por aquí? Con la sombra en la cintura hasta las altas barandas,
(Pi, pi, pi, pi) ella sueña en su baranda, dejadme subir, dejadme, El mar. La mar.
Ha pasado a la una comiendo yervas. verde carne, pelo verde, hasta las verdes barandas. El mar. ¡Sólo la mar!
Cucu, con ojos de fría plata. Barandales de la luna ¿Por qué me trajiste, padre,
el cuervo la iba engañando con una flor de resada. Verde que te quiero verde. por donde retumba el agua. a la ciudad?
Cuacua, Bajo la luna gitana, * ¿Por qué me desenterraste
la lechuza, con una rata muerta. las cosas le están mirando Ya suben los dos compadres del mar?
¡Señores, perdonadme, pero me urge llorar! y ella no puede mirarlas. hacia las altas barandas. En sueños la marejada
(Gua, gua, gua) * Dejando un rastro de sangre. me tira del corazón;
¡Georgina! Verde que te quiero verde. Dejando un rastro de lágrimas. se lo quisiera llevar.
Ahora que te faltaba un solo cuerno Grandes estrellas de escarcha, Temblaban en los tejados Padre, ¿por qué me trajiste
para doctorarte en la verdaderamente útil carrera de vienen con el pez de sombra farolillos de hojalata. acá? Gimiendo por ver el mar,
ciclista que abre el camino del alba. Mil panderos de cristal, un marinerito en tierra
y adquirir una gorra de cartero. La higuera frota su viento herían la madrugada. iza al aire este lamento:
(Cri, cri, cri, cri) con la lija de sus ramas, * ¡Ay mi blusa marinera;
Hasta los grillos se apiadan de mí y el monte, gato garduño, Verde que te quiero verde, siempre me la inflaba el viento
y me acompaña en mi dolor la garrapata. eriza sus pitas agrias. verde viento, verdes ramas. al divisar la escollera!
Compadecete del smoking que te busca y te llora entre ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Los dos compadres subieron. Rafael Alberti
aguaceros Ella sigue en su baranda, El largo viento, dejaba
y del sombrero hongo que tiernamente verde carne, pelo verde, en la boca un raro gusto GUITARRA
te presiente de mata en mata. soñando en la mar amarga. de hiel, de menta y de albahaca.
¡Georginaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! * ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? Habrá un silencio verde
(Maaaaaa). Compadre, quiero cambiar ¿Dónde está mi niña amarga? todo hecho de guitarras destrenzadas
¿Eres una dulce niña o una verdadera vaca? mi caballo por su casa, ¡Cuántas veces te esperó!
La guitarra es un pozo El pueblo corría por las almenas rompiendo las cañas de Lo demás era muerte y sólo muerte ¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
con viento en vez de agua. los pescadores. a las cinco de la tarde. ¡Eran las cinco en todos los relojes!
Jorge Guillén ¡Pronto! ¡Los bordes! ¡Deprisa! Y croaban las estrellas ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
tiernas. El viento se llevó los algodones Federico G. Lorca
PARA VIVIR NO QUIERO... ...que no desemboca. a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel SE QUERÍAN
Para vivir no quiero Tranquila en mi recuerdo, astro, círculo, meta, a las cinco de la tarde.
islas, palacios, torres. lloras por las orillas de un ojo de caballo. Ya luchan la paloma y el leopardo Se querían.
¡Qué alegría más alta: ...que no desemboca. a las cinco de la tarde. Sufrían por la luz, labios azules en la
vivir en los pronombres! Y un muslo con un asta desolada madrugada,
Pero nadie en lo oscuro podrá darte distancias, a las cinco de la tarde. labios saliendo de la noche dura,
Quítate ya los trajes, sin afilado límite, porvenir de diamante, Comenzaron los sones de bordón labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
las señas, los retratos; ...que no desemboca. a las cinco de la tarde. Se querían en un lecho navío, mitad noche,
yo no te quiero así, Las campanas de arsénico y el humo mitad luz.
disfrazada de otra, Mientras la gente busca silencios de almohada a las cinco de la tarde.
hija siempre de algo. tú lates para siempre definida en tu anillo, En las esquinas grupos de silencio Se querían como las flores a las espinas
Te quiero pura, libre, ...que no desemboca. a las cinco de la tarde. hondas,
irreductible: tú. ¡Y el toro solo corazón arriba! a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
Sé que cuando te llame Eterna en los finales de unas ondas que aceptan a las cinco de la tarde. cuando los rostros giran
entre todas las gentes combate de raíces y soledad prevista, Cuando el sudor de nieve fue llegando melancólicamente,
del mundo, ...que no desemboca. a las cinco de la tarde giralunas que brillan recibiendo aquel
sólo tú serás tú. cuando la plaza se cubrió de yodo beso.
Y cuando me preguntes ¡Ya vienen por las rampas! ¡Levántate del agua! a las cinco de la tarde,
quién es el que te llama, ¡Cada punto de luz te dará una cadena! la muerte puso huevos en la herida Se querían de noche, cuando los perros
el que te quiere suya, ...que no desemboca. a las cinco de la tarde. hondos
enterraré los nombres, A las cinco de la tarde. laten bajo la tierra y los valles se estiran
los rótulos, la historia. Pero el pozo te alarga manecitas de musgo. A las cinco en Punto de la tarde. como lomos arcaicos que se sienten
Iré rompiendo todo insospechada ondina de su casta ignorancia, repasados:
lo que encima me echaron ...que no desemboca. Un ataúd con ruedas es la cama caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
desde antes de nacer. a las cinco de la tarde.
Y vuelto ya al anónimo No, que no desemboca. Agua fija en un punto, Huesos y flautas suenan en su oído Se querían de amor entre la madrugada,
eterno del desnudo, respirando con todos sus violines sin cuerdas a las cinco de la tarde. entre las duras piedras cerradas de la
de la piedra, del mundo, en la escala de las heridas y los edificios deshabitados. El toro ya mugía por su frente noche,
te diré: a las cinco de la tarde. duras como los cuerpos helados por las
«Yo te quiero, soy yo». ¡Agua que no desemboca! El cuarto se irisaba de agonía horas,
Pedro Salinas Federico G. Lorca a las cinco de la tarde. duras como los besos de diente a diente
A lo lejos ya viene la gangrena solo.
LA COGIDA Y LA MUERTE a las cinco de la tarde.
NIÑA AHOGADA EN EL POZO Trompa de lirio por las verdes ingles Se querían de día, playa que va creciendo,
(GRANADA Y NEWBURG) A las cinco de la tarde. a las cinco de la tarde. ondas que por los pies acarician los
Eran las cinco en punto de la tarde. Las heridas quemaban como soles muslos,
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde, cuerpos que se levantan de la tierra y
ataúdes, a las cinco de la tarde. y el gentío rompía las ventanas flotando…
pero sufren mucho más por el agua que no desemboca. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Se querían de día, sobre el mar, bajo el
Que no desemboca. a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, otros como cintas de agua; Cielo y tierra nativos en torno de un EL PRISIONERO (II)
mar altísimo y joven, intimidad extensa, pero todos, temprano o tarde, recuerdo;
soledad de lo vivo, horizontes remotos serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden, Donde al fin quede libre sin saberlo yo Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
ligados como cuerpos en soledad cantando. convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un mismo, Para la libertad, mis ojos y mis manos,
hombre. Disuelto en niebla, ausencia, como un árbol carnal, generoso y cautivo,
Amando. Se querían como la luna lúcida, Ausencia leve como carne de niño. doy a los cirujanos.
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, Pero el hombre se agita en todas direcciones,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, sueña con libertades, compite con el viento, Allá, allá lejos; Para la libertad siento más corazones
donde los peces rojos van y vienen sin música. hasta que un día la quemadura se borra, Donde habite el olvido. que arenas en mi pecho: dan espumas mis
volviendo a ser piedra en el camino de nadie. Luis Cernuda venas,
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, y entro en los hospitales, y entro en los
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, Yo, que no soy piedra, sino camino GALOPE algodones
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, que cruzan al pasar los pies desnudos, como en las azucenas.
metal, música, labio, silencio, vegetal, muero de amor por todos ellos; Las tierras, las tierras, las tierras de España,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo. les doy mi cuerpo para que lo pisen, las grandes, las solas, desiertas llanuras. Para la libertad me desprendo a balazos
Vicente Aleixandre aunque les lleve a una ambición o a una nube, Galopa, caballo cuatralbo, de los que han revolcado su estatua por el
sin que ninguno comprenda jinete del pueblo, lodo.
LOS BESOS que ambiciones o nubes al sol y a la luna. Y me desprendo a golpes de mis pies, de
no valen un amor que se entrega. mis brazos,
Sólo eres tú, continua, Luis Cernuda ¡A galopar, de mi casa, de todo.
graciosa, quien se entrega, a galopar,
quien hoy me llama. Toma, DONDE HABITE EL OLVIDO hasta enterrarlos en el mar! Porque donde unas cuencas vacías
toma el calor, la dicha, amanezcan,
la cerrazón de bocas Donde habite el olvido, A corazón suenan, resuenan, resuenan ella pondrá dos piedras de futura mirada
selladas. Dulcemente En los vastos jardines sin aurora; las tierras de España, en las herraduras. y hará que nuevos brazos y nuevas piernas
vivimos. Muere, ríndete. Donde yo sólo sea Galopa, jinete del pueblo, crezcan
Sólo los besos reinan: Memoria de una piedra sepultada entre ortigas caballo cuatralbo, en la carne talada.
sol tibio y amarillo, Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. caballo de espuma.
riente, delicado, Retoñarán aladas de savia sin otoño
que aquí muere, en las bocas Donde mi nombre deje ¡A galopar, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada
felices, entre nubes Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, a galopar, herida.
rompientes, entre azules Donde el deseo no exista. hasta enterrarlos en el mar! Porque soy como el árbol talado, que
dichosos, donde brillan retoño:
los besos, las delicias En esa gran región donde el amor, ángel terrible, Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay porque aún tengo la vida.
de la tarde, la cima No esconda como acero nadie; Miguel Hernández
de este poniente loco, En mi pecho su ala, que es nadie la muerte si va en tu montura.
quietísimo, que vibra Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el Galopa, caballo cuatralbo,
y muere. –Muere, sorbe tormento. jinete del pueblo, NANAS DE LA CEBOLLA
la vida. –Besa. –Beso. que la tierra es tuya.
¡Oh mundo así dorado! Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen La cebolla es escarcha
Vicente Aleixandre suya, ¡A galopar, cerrada y pobre:
Sometiendo a otra vida su vida, a galopar, escarcha de tus días
UNOS CUERPOS... Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. hasta enterrarlos en el mar! y de mis noches.
Unos cuerpos son como flores, Rafael Alberti Hambre y cebolla:
otros como puñales, Donde penas y dichas no sean más que nombres, hielo negro y escarcha
grande y redonda. coloreado. INSOMNIO Y el agua que no corría
¡Cuánto jilguero volvió para darme agua.
En la cuna del hambre se remonta, aletea, Madrid es una ciudad de más de un millón de Rafael Alberti
mi niño estaba. desde tu cuerpo! cadáveres (según las últimas estadísticas).
Con sangre de cebolla A veces en la noche yo me revuelvo y me PEREGRINO
se amamantaba. Desperté de ser niño. incorporo en este nicho en el que hace 45 años
Pero tu sangre, Nunca despiertes. que me pudro, ¿Volver? Vuelva el que tenga,
escarchada de azúcar, Triste llevo la boca. y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o Tras largos años, tras un largo viaje,
cebolla y hambre. Ríete siempre. ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de Cansancio del camino y la codicia
Siempre en la cuna, la luna. De su tierra, su casa, sus amigos,
Una mujer morena, defendiendo la risa Y paso largas horas gimiendo como el Del amor que al regreso fiel le espere.
resuelta en luna, pluma por pluma. huracán, ladrando como un perro enfurecido,
se derrama hilo a hilo fluyendo como la leche de la ubre caliente de Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
sobre la cuna. Ser de vuelo tan alto, una gran vaca amarilla. Sino seguir libre adelante,
Ríete, niño, tan extendido, Y paso largas horas preguntándole a Dios, Disponible por siempre, mozo o viejo,
que te tragas la luna que tu carne parece preguntándole por qué se pudre lentamente mi Sin hijo que te busque, como a Ulises,
cuando es preciso. cielo cernido. alma, Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
¡Si yo pudiera por qué se pudren más de un millón de
Alondra de mi casa, remontarme al origen cadáveres en esta ciudad de Madrid, Sigue, sigue adelante y no regreses,
ríete mucho. de tu carrera! por qué mil millones de cadáveres se pudren Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
Es tu risa en los ojos lentamente en el mundo. No eches de menos un destino más fácil,
la luz del mundo. Al octavo mes ríes Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Ríete tanto con cinco azahares. podredumbre? Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
que en el alma al oírte, Con cinco diminutas ¿Temes que se te sequen los grandes rosales Luis Cernuda
bata el espacio. ferocidades. del día, las tristes azucenas letales de tus
Con cinco dientes noches? LA PALOMA
Tu risa me hace libre, como cinco jazmines Damaso Alonso
me pone alas. adolescentes. Se equivocó la paloma,
Soledades me quita, CANCIÓN 5 se equivocaba.
cárcel me arranca. Frontera de los besos Por ir al norte fue al sur,
Boca que vuela, serán mañana, Hoy las nubes me trajeron, creyó que el trigo era el agua.
corazón que en tus labios cuando en la dentadura volando el mapa de España. Creyó que el mar era el cielo
relampaguea. sientas un arma. ¡Qué pequeño sobre el río, que la noche la mañana.
Sientas un fuego y qué grande sobre el pasto Que las estrellas rocío,
Es tu risa la espada correr dientes abajo la sombra que proyectaba! que la calor la nevada.
más victoriosa. buscando el centro. Que tu falda era tu blusa,
Vencedor de las flores Se le llenó de caballos que tu corazón su casa.
y las alondras. Vuela niño en la doble la sombra que proyectaba. (Ella se durmió en la orilla,
Rival del sol. luna del pecho. Yo, a caballo, por su sombra tú en la cumbre de una rama.)
Porvenir de mis huesos Él, triste de cebolla. busqué mi pueblo y mi casa. Rafael Alberti
y de mi amor. Tú, satisfecho.
No te derrumbes. Entré en el patio que un día
La carne aleteante, No sepas lo que pasa fuera una fuente con agua.
súbito el párpado, ni lo que ocurre. Aunque no estaba la fuente,
el vivir como nunca Miguel Hernández la fuente siempre sonaba.

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