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Chernóbil es en la actualidad una ciudad fantasma situada al norte de Ucrania, cerca de la frontera con

Bielorrusia, después de quedar abandonada por el accidente ocurrido en la central nuclear que llevaba
el mismo nombre el 26 de abril de 1986, mientras se experimentaba con el cuarto reactor para
comprobar si la energía de las turbinas podía generar suficiente electricidad para las bombas de
refrigeración en caso de fallo. Una sucesión de errores provocó una enorme subida de potencia y una
gran explosión que dejó al descubierto el núcleo del reactor, emitiendo una gigantesca nube radiactiva
hacia toda Europa, (Sánchez, 2007). Posterior a la explosión, las tareas más urgentes que tuvieron que
afrontar las autoridades responsables de la crisis como lo indica (Castejón, 2017), eran tres: apagar el
incendio que dispersaba más y más materiales radiactivos y amenazaba con llegar a otros reactores,
evitar que el núcleo fundido entrara en contacto con aguas subterráneas y multiplicara por diez la
dimensión de la tragedia y atajar en lo posible la contaminación de las aguas de bebida. Debido a lo
anterior, las autoridades y personal encargado de atender la situación, tomaron decisiones apresuradas
con el fin de evitar el pánico colectivo de la población, y mejorar la imagen de la USRR en ese
momento, por lo que las consecuencias de estos actos sobre la población y el territorio fueron
nefastas.
Para apagar el incendio no era posible emplear agua, ya que una cantidad menor de ella sólo hubiera
contribuido a empeorar la situación al reaccionar el grafito y producir más hidrógeno, lo cual podía
provocar nuevas explosiones. Debido a esto, tal como se menciona en la serie Chernóbil, se preparó
una mezcla de 40 Tm de carburo de boro, el cual tenía la función de absorber neutrones y detener la
reacción nuclear en cadena, 800 Tm de dolomita, que permitía una adecuada disipación del calor y
generaba dióxido de carbono en caso de descomponerse, el cual ayudaba a apagar el fuego. Por otro
lado, esta mezcla contenía 1800 Tm de arena y arcilla, las cuales retenían los aerosoles y contribuían a
la detención del incendio, y, finalmente, 2400 Tm de plomo fundirían absorbiendo el calor y una vez
fundido taponaría fisuras para evitar la emisión de sustancias radiactivas y reducía la radiación
directa, al actuar como blindaje, (Castejón, 2017). No obstante, como se mencionó anteriormente, esta
fue una decisión apresurada, por lo que ayudo a apagar las llamas del incendio, evitando así que se
siguieran emitiendo contaminantes a la atmosfera, no obstante, se generó otro problema, el cual
consistía en que la mezcla empleada comenzaría a elevar la temperatura interna del núcleo,
(evidenciado mediante un incremento en la concentración de circonio, proveniente del revestimiento
de las barillas del combustible), por lo que este comenzaría a derretir la placa de concreto sobre el
cual se encontraba, permitiendo así que se filtrara el combustible del reactor dentro del agua freática.
Que lo anterior sucediera implicaba consecuencias ambientales muy graves, ya que el agua freática se
dirigía al rio Prípiat, y este a su vez desemboca en el rio Dniéper, el principal suministro acuífero para
aproximadamente 50 millones de personas, además también se contaminarían los cultivos y el ganado,
y se contaría con la posibilidad de contaminar las aguas del Mar Negro.
Para evitar que el núcleo fundido rompiera la losa sobre la que estaba y contaminara las aguas
subterráneas, fue preciso eliminar el agua de la piscina que había debajo del reactor, por lo que 3
voluntarios tuvieron que cruzar nadando la piscina, recibiendo una dosis mortal de radiación.
Posterior a esto, fue necesario contar con la ayuda de 400 mineros en turnos de tres horas para cavar
un túnel de 135 metros de largo a 5,4 metros de profundidad. Este túnel una vez llenado de cemento
encerraría todo el reactor evitando que la radiactividad usara esa vía de escape, (Castejón, 2017). No
obstante, aunque para el 20 de mayo de ese año se habían construido 7.5 km de diques en las riberas
del río Prípiat con la ayuda de excavadoras, se cubrieron de polietileno, y no se habían presentado
precipitaciones, el río sufrió cierto nivel de contaminación. Estas sustancias se arrojaban desde
helicópteros que, desafiando al fuego, a la falta de visibilidad provocada por el humo y la
radiactividad, sobrevolaban la planta. Esta tarea se desarrolló entre los días 27 de abril y 10 de mayo
siendo más intensa en los primeros cinco días.

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