La pandemia del coronavirus paradójicamente le ha generado un respiro al
planeta. La parálisis industrial en países como China, la reducción del número y la frecuencia de vuelos entre distintos destinos, así como del tráfico vehicular interno y el encierro obligado en el que se encuentran miles de personas en varias ciudades del mundo, han permitido que se reduzca el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero. El frenazo al que las industrias de gigantes como China se han visto obligadas como consecuencia de la pandemia, la reducción en el número y frecuencia de vuelos entre muchos destinos en todo el mundo, o la suspensión de grandes concentraciones y eventos deportivos, sociales y culturales, así como las precauciones a las que se están sometiendo los ciudadanos en sus movimientos particulares, está trayendo como consecuencia una clara bajada en el nivel de emisiones de gases contaminantes.Datos de la Nasa basados en imágenes tomadas desde finales de enero hasta principios de febrero, indican que la concentración de dióxido de nitrógeno, uno de los contaminantes más frecuentes en las zonas urbanas, se redujo entre 30 y 50 por ciento en varias ciudades del país asiático, en comparación con igual lapso de 2019. Asimismo, es muy probable que las concentraciones de otros gases a efecto invernadero y contaminantes atmosféricos también se hayan reducido durante estas últimas semanas. Todo esto como consecuencia directa de la reducción de las emisiones por parte de la industria y el transporte. Con millones de vehículos detenidos por la cuarentena, los niveles de ruido también han disminuido, generando otra mejora importante en las condiciones ambientales. Los efectos sobre la biodiversidad son más contrastantes que los del aire y el agua. También se han hecho famosas las imágenes de avistamientos de animales en lugares inhabituales, como en medio de grandes ciudades y sobre los monumentos. Estos aprovechan la ausencia de humanos para aventurarse en esas zonas. Se teme que el Covid-19 desvíe aún más la atención de temas ambientales graves como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el acceso al agua y saneamiento. En nuestro país existen otras enfermedades como el dengue que también causan muchas muertes, pero cuyo interés puede verse reducido por focalizar todos los esfuerzos y recursos en el Covid-19. La magnitud de las medidas tomadas para enfrentar este virus demuestra que frente a eventos extremos se logran tomar medidas extremas. Si bien las posibles consecuencias de otros problemas ambientales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad son menos tangibles y ocurren a una escala temporal menos inmediata, es muy probable que sus efectos sean de una magnitud mucho mayor. Habrá un antes y un después del coronavirus desde el punto de vista climático. La epidemia y las medidas tomadas para contrarrestarla han creado un choque psicológico en nuestras sociedades. Habrá consecuencias en las políticas medioambientales. En definitiva, las crisis por el coronavirus y por el calentamiento global son similares. Después de estos meses de confinamiento las consecuencias por el coronavirus tendrán un impacto, a diferentes niveles, en cada uno de nosotros. Todas las reflexiones e imágenes que la gente está captando al ver en las noticias probablemente queden en muy poco cuando termine el confinamiento. Habrá una minoría de gente que cambie con algunas cosas, es por ello que tenemos que hacer conciencia y debemos mejorar nuestra cultura ambiental para que más personas se sumen a cuidar nuestro planeta con responsabilidad y compromiso.