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Historias 1
Historias 1
Este ser galopa sin caballo por los prados, los ríos, los llanos, los bosques, y
los caminos desolados, en busca de un descarriado que se le haya echo tarde
en el camino, media vez el sol ha desaparecido y la oscuridad reina
tranquilamente, entonces tiene el permiso de aparecer a la par de los
hombres.
Aquel aparece de muchas maneras y para cualquiera que las sepa reconocer
podría darse cuenta justo en el momento en que ha caído presa de uno de
sus juegos. El salvaje pues se encarga de perder a los camineros que osan
caminar solos de noche por aquellos lugares de campo donde no hay nadie
cerca, tienen permiso desde que bien oscurece hasta que cantan los gallos.
Y en estas horas que para muchos fueron eternas un día él puede actuar
según lo desee. dice pues la tradición que si un día se va quizá solo, quizá
acompañado, pues este no distingue ni teme multitudes, y llevando quizá
un ocote encendido o simplemente guiado por la luz de la luna, sea a
caballo, caminando o con un perro de compañía, si uno ve que está pasando
por un lugar donde se recordaba ya haber pasado es probable que el salvaje
lo esté a uno perdiendo, mostrándole el camino como si fuera día pero en el
fondo nos está desviando, si se pasa uno de aquellos puntos una tercera vez
es mejor no moverse de allí, ponerse a rezar una oración muy específica
pues solo hay una que probablemente puede ahuyentarlo o la otra opción y
que requiere igual o más valor es sentarse allí, sean las once , las diez, la una
o las tres de la mañana, sentarse simplemente y esperar a que un gallo
cante, es entonces cuando aquel ingrato debe recoger su telaraña y partir,
allí podremos poco a poco recoger valor y decidirnos a buscar de nuevo el
camino pues entonces ya nuestros ojos no nos estarán engañando.
Salvaje 1
Es probable que este salvaje tenga no una sino muchas maneras de
manifestarse, una de ellas es el bien conocido en los caballos. Si quien me
lee ha pasado una noche en el campo en algún lugar donde haya caballos y
cuando llega la noche, desde que uno se duerme, hasta pasadas media
noche y de madrugada uno se despierta y el pobre caballo sigue corriendo
sin parar, haciendo ruidos de queja e incomodidad, no le quepa duda que es
el mismo salvaje en acción. Quien no me crea le invito a realizar tal ejercicio,
e incluso le invito a salir a media madrugada y buscar de lejos con la mirada
al animal, mejor si es un día con luna y podrá ver como aquel pobre
inquieto corre casi desesperado, y sin acercarse mucho quizá pueda no ver
sino sentir que algo extraño pasa, luego de aquella noche observe al caballo
al día siguiente comprobara como aquel no pudo dormir.
pues esa es otra manera que tiene de manifestarse, cabalga los caballos y las
llegues por la noche, les molesta y no les deja descansar un minuto, aquellos
animales al borde de la desesperación caminan por todo el terreno, de
cuando en cuando corren pero no demasiado rápido, saben que quien los
cabalga no se puede ahuyentar y que tienen que soportarlo hasta que se
aburra, y aunque este con podría llenar de terror a cualquier persona hay un
hecho y es que el elige aparentemente al azar a los caballos a veces en un
lugar donde hay varios solo molesta a uno, a veces a todos, pero eso si
siempre deja una marca imposible de obviar, una que hace poner los pelos
de punta a cualquiera.
Pero eso si hay algunos caballos que jamás los toca, estos son los que
acostumbran aunque sea de vez en cuando a llevar un niño o mi as a sus
espaldas, aunque pasen meses para que esto vuelva a suceder, esto lo libra
de tan inquietante martirio, imagínese lo que pensara el pobre caballo al
sentir algo sobre sus lomos que no pueden ver, que perciben como el diablo
mismo y que los deja horriblemente trenzados.
como a las cuatro de la tarde los marimbitas ya tenían todo listo, a las seis
los tamales estaban casi listos, algunos empezaban a llegar y para cuando
dieron las siete aquel sábado de luna llena todo era una hermosa
algarrobilla, muchas parejas bailaban, mientras algunos platicaban, otros
jugaban dado, y por supuesto casi la gran mayoría seguía tomando.
Aquellas fiestas donde siempre se acostumbraba amanecer esta vez solo
tenían permitido hasta la media noche pues era cuaresma.
algo borracho como iba, la mayoría del trabajo duro lo hacia el inteligente
caballo que de haber sido de día habrían tenido que arrearlo e incluso darle
unas veces con el látigo para que no se separase de camino, pero viéndose
aquel animal en aquella encrucijada decidió por sí mismo volver a casa con
A a cuestas, un poco borracho todavía, bajo al rio y subió de nuevo para
llegar a la gran planicie, y cuando iban ya por la gran planicie rodeados de
pinos milenarios gigantes A recupero la conciencia completamente y fingió
seguir agarrando las riendas aun cuando ni el sabia como habían llegado
hasta allí, faltaba casi un cuarto de hora para pasar por la primera casa
habitada cuando A se dio cuenta de un gran pino seco por que le pego el
rayo, una descarga eléctrica tal que lo mato dejando su enrome cadáver
secándose por años y años.
aquel animal de más de cuatro años tardo horas en el fuego mientras las
cuatro señoras tomaban unos tragos para esperar el caldo, una vez estuvo
todos, hombres, mujeres, niños, todos comieron copiosamente y como el
guaro les habría dejado bastante mareadas no pararon de platicar hasta que
casi era de noche, entonces fue cuando la comadrona dijo que se tenía que
retirar pues tenía que ir a pueblo al día siguiente, y sin que nadie la pudiera
convencer, se resignó la señora C, y emprendieron el viaje a casa que les
llevaría poco menos de dos horas de día, pero al ser de noche y tener que
caminar con ocote les lastraría más tiempo, así que emprendieron el viaje,
no sin antes llevarse la nieta grande de la señora C, pues dijo la mama del
recién nacido, no quería que se fueran tan solas, así que emprendieron
camino.
Guiadas por una luna muy menguada, grandes fuegos de ocote y más de
ochenta minutos de cansino viaje ellas sentían que no avanzaban, hacía ya
una media hora que recordaban haber pasado la cruz y otra vez se les
aparecía frente a las humeantes antorchas, será el salvaje pensó una de las
señoras pero no se animó a decirlo a las demás, caminaron y caminaron y
cuando se pararon nuevamente en la cruz y estaban todas dispuestas a
reemprender el camino que tan claramente veían, la niña les dijo que ahí no
era, que por donde ellas se metían habían espineras, piedras, y de todo
menos camino.
Esta vez ya no fue una sino todas las que verbalizaron aquel miedo, El
salvaje dijeron casi al tiempo, pero después se taparon la boca como
temiendo invocarlo, llamaron a la niña y le dijeron que caminara ella por
delante donde ella veía que era el camino, aunque un poco pequeña, A
sabía muy bien cual camino seguir para ir a casa de su abuela así que
emprendió el liderazgo de aquella caravana, las mujeres grandes confiaban
más en lo que creían que en lo que veían sus ojos, un camino tortuoso y
desconocido que les hacía seguir aquella chiquilla, solo al salir de la sombra
de un pequeño bosquecito de sácales y palo negros recuperaron aquellas
mujeres su sentido de la orientación y dieron gracias llevar consigo a la
pequeña, que bueno que actuaron a tiempo dijeron, así que siguieron
caminando por todo aquel gigantesco llano iluminadas por la tenue luna, no
había casas alrededor, pues en aquellos tiempos el mundo parecía reciente y
poco lleno.
Padre nuestro decían ellas, padre nuestro se escuchaba salir de entre los
árboles, o del mismo llano, o de arriba por sobre ellas o proviniendo del rio,
santificado sea tu nombre, santificado sea tu nombre contestaba aquel en un
remedo inconfundible con el viento o cualquier otro fenómeno natural. y así
continuaron con aquello acechándoles, luego decidieron cambiar al ave
maría, pero aquel ingrato seguía incordiándoles con una repetición sin
límite, aun les faltaba unos veinte minutos para llegar pero ellas sentían que
no llegaban sobre todo cuando de pronto algo soplo sobre el ocote de la
señora que venía al medio y se apagó, las mujeres estuvieron a punto de
gritar pero se contuvieron por puro terror, entonces, sucedió que, entonces a
la comadrona se le ocurrió gritar, ándate de aquí déjanos en paz, pero este
no hacía más que remedarle como hacía con las oraciones, estaba pues
enojado porque aquella niña había podido ver su treta, y parecía ahora
querer vengarse.
sucede aquello cuando son ya pasadas las diez de la mañana, la mama y las
hijas muelen el nixtamal en la piedra, la abuela prepara comida en la cocina
y el abuelo, el papa y los hijos varones están juliano la milpa, sin que nadie
se dé cuenta, pasan los minutos, las horas, y la mama se extraña porque
aquel bebe de tres meses no llore, pero se dice que de plano aún tiene sueño
y le deja dormir, solo de vez en cuando ella misma o una de las niñas asoma
y ve que aún está durmiendo en la cama, aunque solo ven el bultito entre
chamarras y trapos, se figuran que aun duerme, así llega la una, todos son
llamados a almorzar, se sientan a la mesa, agradecen con una plegaria y
comen, mucho comen, mucho descansan pues las labores del campo son
extenuantes, así que comen, despacio y saboreando cada bocado, todos en la
cocina cuando se escucha llorar al bebe, pero que sorpresa, no en el cuarto
que está a la par, sino mucho más lejos, en el limatón de la casa, los esposos
se ven la cara y una de las niñas dice que va a ir a ver, otra se va detrás y
gritan que alguien va corriendo, entonces papa y abuelo salen de prisa pero
cuando doblan el limatón para ver hacia atrás de la casa, no ven nada en
aquel inmenso llano, y regresan a ver luego al cuarto, y no, él bebe no está,
sus chamarras están ahí, pero el no, lo buscan debajo de las camas, en la
sala, y nada, entonces se reúnen todos atrás de la casa, lloran las mujeres y
los hombres se afligen, pero no saben qué hacer, rápido el papa ensilla el
caballo y va a casa de los vecinos más próximos a contar lo sucedido y todos
empiezan a buscar, las mujeres, los hombres, los niños, todos en grupos de
tres o cuatro buscan, no dejan rincón sin buscar, primero en la casa de los
desafortunados, luego en la de los vecinos y luego se van al rio, a las milpas,
a las empalizadas, a los arroyos, no dejan una cuarta sin revisar antes de
que entre la noche, pero siendo ya las siete todos regresan a casa de aquellos
infelices.
sin que ambos, perro y hombre se fijen son ya las siete de la noche y se ve
obligado a buscar los fósforos y otro cigarro, enciende un ocote y saca algo
de comer para el noble chucho que lo ha acompañado fielmente y sigue la
búsqueda, solo a las dos o tres de la mañana caen rendidos en la arena con
un frio que atrapa los huesos pero por toda aquella caminada ni cuenta se
dan, al otro día el perro recibe más comida y el hombre apenas prueba un
bocado, y pasan así otro día de sol a sol pero esta vez, muy noche escuchan
aquello, como un reloj el llanto acudió otra vez, y saben que retumbara por
allí al menos un par de horas más, así que esta vez ya sin fuego apoyados
por aquella tenue luna deciden emprender la búsqueda, lo más rápido y
silencioso que se pueda, y después de horas llegan al pie de un acantilado
diez minutos después de que aquellos llantos han cesado, pero están
seguros que fue por allí, están seguros pues después de muchos caminos
que recorrieron el ruido provenía de un solo lugar, así que descansaron un
poco y cuando estaban a punto de dormirse escucharon una risa de bebe
casi sobre sus cabezas, así que no pudieron dormir pero guardaron
respetuoso silencio por miedo.
allí privados les llega las cinco de la mañana y el sol despunta, justo en ese
momento algo como un pájaro pasa por sobre sus cabezas y saben que el día
ha venido y que el bien tiene aún bastante tiempo para actuar, así que como
pódense levantan y empiezan a buscar, aquel noble animal olfatea y
después de un rato una par de cuerdas más abajo empieza a latir, y si, hay
algo en una cueva a media peña, pero es tan grande aquella peña como
unas cinco o seis cuerdas de largo, y que hombre no sabe cómo subir hasta
esa mitad, o como bajar desde la parte de arriba, pero como puede y cuando
el sol esta prácticamente sobre ellos, donde se marca el medio día, ha bajado
de aquella horrida cueva, lleva al pequeño en brazos, que llora y aun lo
reconoce como por instinto, sonríe y lo saca con cuidado él bebe está bien,
esta gordo y con buenos cuidados pero algo le extraña está envuelto en algo
blanco parece una manta, a veces figura muchas telarañas unidas pero que
sorpresa al tocarlo es pelo, pelo largo muy largo, él bebe está envuelto en él,
así que como puede lo desenreda y baja a salvo donde lo espera impaciente
el perro, solo baja y no tiene un segundo para descansar, no tiene un
segundo para refrescar su agónica sed que le agobia desde que empezó el
día, empieza a correr y el perro a llapar, tiene que salir de aquel lugar antes
de que la noche le agarre, pero como, parece una tarea imposible, le llevo
más de un día llegar hasta donde se encuentra, pero él no quiere entender
de probabilidades, el corre, corre, con el sol en la cara, su sombrero mal
trecho cuelga de su cuello, el sudor escurre por su cuerpo, el mismo perro
parece desfallecer, pero ambos saben que se juegan quizás la vida, así que
unos minutos antes de que el sol caiga divisan el caballo pastando a lo lejos,
tranquilo y sereno, se sorprende al ver al hombre sucio y a punto de caer
tirado, pero llego, logro llegar a la casa de aquel vecino que al otro día se
convertirá en el padrino de aquel niño, llegan pues y comen, perro, papa e
hijo, y duermen como nunca, le cambian la ropa al pequeño pero
guardando un poco de aquel pelo para llevárselo al padre, pero esa noche
descansan, mientras todos en la casa rezan y se espantan de escuchar los
llantos de un hombre allá donde fue encontrado el niño, se espantan aún
más como es que el caballo de aquel que duerme junto a su hijo y su perro
como piedras no se dan cuenta que el caballo corre y relincha como loco,
que las vacas se espantan, que las gallinas gritan y que hay pasos por el
tapanco, por el corredor, por la cocina los trastes suenan y tuenan, así que
empiezan a rezar y encienden una veladora pero aquello parece molestarse
aún más y los llantos que antes venían de tan lejos ahora parecen venir de
atrás de la casa, no es sino hasta que rezan de nuevo el santo credo que
aquello empieza a replegarse, treinta veces tienen que rezarlo, treinta en voz
muy alta para que aquello este seguro de nuevo, ninguno duerme experto
aquellos tres.
Así que aquella noche les dice el pueden estar tranquilos, les echa agua
vendita y les reza una oración para que ni en sus casas ni en ningún lado
aquel tenga permiso de perseguirlos, salpica un poco de agua también a los
caballos y así es todo, llegan a casa a las seis de la tarde, quieren que su
compadre se quede a dormir allí pero él dice que no que ya no tiene miedo
y parte a su casa.
pero una cosa esta por pasar, una más, quizá el salvaje ya no tenga permiso
de importunarlos pero el aún no lo sabe y regresa, ahora hasta la casa de
donde ciento treinta y tres días atrás rapto aquel pequeño, trata de montar
los caballos pero estos no se inquietan, camina un poco afuera, y las gallinas
gritan un poco, todos encienden luz están por ponerse a rezar cuando un
grito sordo, uno solo se desprende casi de la par de ellos y se aleja a la
velocidad de la luz, dice el compadre que cuando ellos estaban
desmontando los caballos aquel grito desgarrador y horrible como no hay
otro paso a la par de ellos y se fue para siempre.
Cuaresma
la dolosa representación de nuestro señor Jesucristo en el desierto cuando
debió ser fuerte y resistir las trampas y tentaciones impuestas por Lucifer,
esas tribulaciones que cambiaron el rumbo dela humanidad son las que
veneramos cada año con un fervor único en todo el mundo,
toda cultura que se precie consta de muchos rituales y una rica tradición
mitológica, he aquí pues una muy colorida en esta pequeña parte del
mundo donde como en muchos lugares se imponen penurias como no
comer carne los viernes, no decir malas palabras, acostarse temprano y no
hacer mucha bulla para no atraer a los malos espíritus y espantos, no salir
de noche y bajarle a máximo a los vicios, además de asistir a misa y llevar
un seguimiento desde que se impone la cruz de ceniza hasta la llegada de la
pascua.
Esta es la historia de nuestro amigo A él debe pues salir de noche, pero esta
vez no se servirá del grito para gritar a un amigo, pues ira solo, esta vez
debe ir sin caballo pues el camino se torna quebrado en trechos y esta vez
debe salir como a las cuatro de la mañana o antes si fuera posible, pues va a
matar a un toro, le han pedido favor de ir y matar aquel toro y luego ayudar
a despostarlo para una fiesta que se hará esa noche en la casa de su
compadre, así que B, sin darse muy bien cuenta y al no tener reloj, se
duerme lo más temprano que puede que realmente no es ya nada temprano
pues el de la emisora anuncia que son las nueve con veinte minutos, así que
apaga su radio y su ultimo cigarro del día, y se dedica a dormir, hasta que el
gallo quizá engañado por la luna o quizá por puro capricho le despierta,
muy bien dice el, ya mero va a amanecer quizás, pero se queda otro ratito
dormido, unos minutos más tarde el gallo aquel vuelve su canto y lo
despierta de una vez, se viste y cuando entra a la cocina para comer un poco
de café helado con un pan de los que quedaron de semana santa cuando
canta el gallo por tercera vez, aun somnoliento sale de la casa y empieza a
caminar, no se extraña siquiera al subir la gran loma y no escuchar ningún
gallo más que el suyo de cuando en cuando, no sospecha B que aquel gallo
trastornado le hizo levantarse a la una de la mañana y que con su pésimo
diagnóstico de la noche hacen que B crea ciegamente que ya son cerca de las
cuatro, cuando todos los gallineros resuenan y los espíritus deben
replegarse de nuevo y esperar una noche más.
la cuaresma había pasado ya pero sea como sea a B jamás le han inquietado
mucho los espantos y cosas de esas, sabe que existen pero dice no tenerles
miedo, así que luego de subir aquella empinada loma empieza un descenso
casi el triple de largo, su mente le traiciona peor el parece querer mantener
la calma, no sin embargo no puede evitar recordarse de como su compadre
Z cuando iba borracho por la navidad pasada, hacia mas ya de un año había
caminado por aquel mismo camino a horas altas de la noche, quizá las once,
quizá las doce y como todos se habían sorprendido al encontrarlo al día
siguiente en el fondo de uno de aquellos barrancos engañosos, obra del
mismo salvaje decían algunos.
Así que aquí iba B, nervioso, pero recordando alguna oración, con su
segundo cigarro en la mano y caminando lo más rápido que la prudencia le
permitía, aunque sabía que hay era de madrugada y ningún espanto le
podría ya aparecer aun así sentía cierto respeto, miedo no se decía. Per
fumaba con más ímpetu.
y desde que empezó a descender le extraño que de las tres casas que
estaban lejos pero de haber sido de día se habrían tenido a la vista le extraño
que ningún gallo cantara, pero siguió, el silencio se hizo más profundo cada
minuto, ya ni los grillos escuchaba, trago saliva cuando iba cerca de donde
el compadre había caído, así que se dio prisa, sintió un alivio enorme
cuando por fin logro pasar aquel lugar no llevaba ni diez pasos cuando se
escuchó un grito enarbolado desde el fondo de la barranca que salió hacia el
cielo y que sin duda se habría escuchado en toda la aldea si alguien hubiese
estado despierto a las dos menos cuarto, B se quedó paralizado, sus pelos de
la espalda se le erizan y su corazón quería correr pero sus piernas no le
obedecían más que con torpes pasos, se sintió pesado, no se atrevía a
voltear, solo sentía que alguien venia lejitos pero caminando y cada que el
daba un paso aquel parecía dar uno y medio, de nuevo se levantó el mismo
grito, el inconfundible grito de su compadre que ninguna otra persona ni en
mil años habría podido imitar, no sabía ya ni rezar cuando a lo lejos, un
perro ladro, esto le dio valor y aunque no pudo correr avanzo más de prisa
sin siquiera pararse a analizar si aquellos pasos le seguían, avanzo tan de
prisa como su cuerpo se lo permitía cuando de pronto no era un chucho
sino dos los que latían ferozmente, con esto se sintió revitalizado y ni
siquiera se acordó que en el camino para la hasta del vecino más próximo
tenía que pasar prácticamente a la par de un cementerio de niños sin
bautizar, no se dio cuenta hasta que prácticamente ya estaba parado sobre
una de esas tumbas pequeñas y ovaladas, se persigno y sin detenerse
avalorado por el latir de los chuchos avanzo a paso fuerte, cuando llego al
patio de la casa salió su amigo, el que iría con él a matar el toro, lo hizo
entrar y le dijo que aún no eran ni las dos, que esperaran que fueran por lo
menos las cuatro y que se podrían ir, aquella experiencia fue inolvidable
para B que cambio para siempre su forma de madrugar, ahora no salía de
casa si no estaba seguro que si al menos de dos gallineros diferentes le
contestaban los gritos a su gallo.
Pan para judas
una tradición ir rastreable acompasa las incomparables ganas de diversión
de todos los jóvenes de las sin fin de aldeas en todo el departamento, quizá
en toda la república e incluso más allá, se conseguían disfraces y máscaras,
algunos con ropas de mujer otros demasiado incatalogables llenaban las
casas y los caminos por donde solía pasar bastante gente, y con el arrojo y el
valor que confiere una máscara se atrevían a importunar al importunarle, a
exigir monedas hasta el más avaro y a pedir pan y miel de semana santa en
todas las casas, esto se hacía cada miércoles santo, así se alistaba todo para
seguir pidiendo un poquito más en jueves santo pero más que todo el
objetivo era untarse en la tarde del jueves y comer la miel y el pan, disfrutar,
molestar y comprar cuantas garrafas se pudieron de cusa con el dinero
obtenido. Y al final de todo en algunos casos se hacían un judas de trapo y
ropas viejas y probablemente le prendían fuego, otros Oslo ser reunían para
beber y comer, es grande el abanico de posibilidades en aquel país.
en la aldea C esto sucedía cada año sin importar que, y solo de vez en
cuando una de estas celebraciones se salía de control, como era llevada a
cabo más que todo entre algunos hombres adultos y los demás jóvenes el
siguiente año prometían hacerla más discreta y así nunca pasaba nada.
aquel jolgorio nadie sabe a qué hora termino lo único que se supo fue que al
levantarse temprano un señor paso por donde había sido aquel remedo de
ritual la noche anterior y que todo era rarísimo, algunos no tenían camisa,
otros estaban faltos de zapatos, unos estaban metidos en el rio con la cabeza
fuera nada más, otros parecían estar pintados de negro en la cara, algunos
mas no estaban, muchos estaban subidos hasta las copas más altas de los
pinos más grandes y viejos del lugar, y faltaban alrededor de unos veinte
jóvenes que poco a poco y durante el día fueron apareciendo, unos hasta la
sima de algún acantilado, otros en copas de más de veinte metros de altura,
algunos aparecieron incluso en aldeas vecinas a muchas horas de distancia.
todos vivos pero todos advertidos, el otro año nadie se acordó o más bien
nadie quiso mencionar el famoso pan para judas y desde entonces al menos
en esta pequeña parte del mundo esta tradición ha cesado completamente.
esta ella a las seis de la tarde dando los últimos tijeras os cuando vea lo
lejos, viene su marido y su compadre, los dos riendo, demasiado risa piensa
ella, se tambalean, y ella se enoja, caminan como posesos y si, está segura,
vienen borrachos, vienen , aquellos entran a la casa y ella sin poder ocultar
su inconformidad les sirve de cenar mientras da de comer a su hijo, en un
descuido se da cuenta de que aquellos dos, presas de la cusa, la más fuerte,
la más pura que se puede encontrar en aquellos días por aquellos lugares,
han sacado la botella que estaba debajo de la platera y casi se la han
acabado, unos minutos después salen a cómo pueden y se van a acostar, en
la sala hay cuatro camas y ellos se ha unido a dormir a la esquina, los dos en
la misma cama, tirados sobre ella, sin quitarse siqueira las botas, ahi
duermen ahi roncan, mientras la mujer y el niño terminan de comer, un rato
despues sale al corredor y termina de poner los cordeleds, solo el candil
alumbra su camino, solo el candil y una que otra estrella alejan la
tenebrosidad de la noche.
ella termina y cuando son las ocho y media de la noche en vez de tener
sueño aun tiene ira, pues no le gusta ver tomar a su marido y esta tambien
aquel hombre, aquel compadre que él le llama y pues no son compadres de
nada más que de botella, está inquieta y enojada, cierra la cocina, y camina a
través de todo el corredor, llega y entra a la sala, se ubica en su cama y
acuesta al niño de dos años ya, pasan menos de cinco minutos y aquel niño
parece también borracho pues también ronca, aquella mujer no tanto por los
ronquidos como si por su inconformidad no puede pegar las pestañas, así
que enojada decide en lugar de eso levantarse, echar fuego y de nuevo salir
con candil en mano afuera, va a la cocina por los cordeles y se mete al
cuartito, solo este falta por encordelar y como sabe que no podrá dormir
decide terminar la tarea de una vez, llegan las once y luego las doce pasan y
pasan los minutos y un ratito antes de la una ya se espera que el trabajo esté
terminado en menos de un cuarto de hora pero de pronto la sobrecoge una
sensación de frio, como de inquietud, no sesta tranquila, misteriosamente
escucha como hasta los grillos callan, ningún perro hace un latido ocasional,
ni el de casa se queda escuchando, se escucha a duras penas un pequeño
grito, que en menos de un minuto parece venir más cerca y unos segundos
más tarde se convierte en un hondo lamento, se oye para el rio, para donde
está el puente, o por allí, la mujer se pesa, al escuchar aquel grito
desesperado, angustiado, y quizá suplicante, no es un grito es un llanto, la
mujer aquella llora amargamente mientras ella no da pie a lo que está
escuchando trata de pellizcarse pero no puede, quiere gritar a su marido
pero sus fuerzas no le acompañan mas, y si quisiera quizás podría caminar
pero parece que algo la ata a aquel banco donde estaba parada clavando, se
quiere ir a la sala a dormir y no salir hasta el otro día pero para eso tiene
que salir al corredor y la idea le da tanto miedo que mejor se está allí, quizá
cinco autos quizá media hora in ella sabría decirlo, el reloj de cuerda quizá
podría haberla sacado de la duda pero no tiene ella tiempo ni deseos ni
fuerzas para averiguarlo, a su derecha ella con solo girar la cabeza podría
ver la diminuta ventana que da hacia atrás de la casa pero un santo terror se
lo impide. Así que permanece ahí parada escuchando aquel lamento,
aquella suplica, aquel llorar desgarrador que no hace más que torturar su
alma.
claro el caballo hizo cierto ruido pero la mujer siguió cantando y cantando
sin darse cuenta, aquel no le despego un segundo la mirada hasta que sintió
ya estaban del otro lado del rio, donde ya no había ni piedras ni arena, solo
llano, entonces y solo entonces le quito la mirada y espoleo al caballo para
que fuera más y más rápido, se sintió aliviado, había ya recorrido la mitad
entre el paso del rio y su casa, donde de nuevo cruzaba el rio pero esta vez
era mucho más fácil, desmontaba y a dormir, iba pensando en que iba a
comer algo pues llevaba hambre pero no habría nadie en la cocina y saber si
habría fuego todavía o le habrían dejado un tortillas en la plancha. entre
pensar y pensar de pronto siente que su caballo era no el mismo, pesaba
más, estaba y de pronto ve hacia abajo y una mano se acercaba debajo de su
brazo para agarrar su vientre, de pronto se da cuenta que por el otro lado se
asomaba la otra mano, eran manos femeninas, de mujer, quizás de la mujer
del rio, pero no dijo nada, volteo para arriba y solo entonces se acordó, las
mangas del vestido eran del mismo color, se entrelazaron y abrazaron su
estómago, él no se atreve, ni puede articular sonido o palabra solo sigue, el
caballo solo observa hacia atrás con el rabillo del ojo y sigue como si nada
pasara, de pronto el hombre con toda la valentía de la que es capaz voltea a
su izquierda y no puede ir la cara de la mujer como que esta volteada para
el otro lado, solo ve el negro pelo cayéndole por una mejilla y es todo lo que
su propio rabillo del ojo le confirma, así que lentamente regresa la cabeza a
su posición y empieza de girar esta vez más prudente hacia la derecha,
aquella mujer tiene ya no cara y la suya es en lugar de eso la de un caballo,
sin piel, sin ojos, solo los huesos y los gigantescos dientes, al mismo tiempo
y de reojo el caballo ve aquella mutación y sale corriendo junto con su amo,
corren y corren por diez, veinte, cincuenta segundos, un minuto, dos, o
quizás fueron tres y sienten que el diablo se los lleva, pero por fin llegan de
nuevo al otro cruce del rio y lo pasan como un rayo cuando están del otro
lado van solo los dos, asustados como nunca, mudos y con unas pequeñas
marcas como garras en la espalda.
Impactados
Tales la gente lloraba más entonces, tal vez menos, tal vez habían más
personas que hacían compañía, tal vez igual, tal vez cambio todo, quizá la
mitad pero algo que no cambia es que seguimos muriendo, y como hoy, un
hermano, un ser humano se fue, falleció en la madrugada, desistió su vida
sin mayor resistencia, apoyado en la bebida y en su llegue que también fue
encontrada muerta allá por el rio, en donde no se veía lugar alguno de done
pudieran haber caído, no se veía lugar alguno no tenían una mancha de
sangre, un moretón, un solo golpe y así aquel que tanto dinero amasara,
aquel que aun así poco lo disfrutara, aquel cuyos hijos dejados no serán un
día más que los eternos perseguidos.
Este hombre que ese día ha partido poseía cantidades ingentes de animales
con una sola característica común, no importa raza, tamaño o la
precedencia, todas sus reses tenían el mismo color grisáceo, las gallinas y los
chumpipes abundaban en su casa como una bandada de palomas, de
torcazas o de dilas, su enorme y bien adornada casa, sus caballos de un solo
color característico, todo, absolutamente todo contrastaba con los banquetes
tan pobres de los que se servía, comía frugalmente, si a eso se le podía
llamar comer, aun fuera en casa ajena, las personas hablaban pues nunca
pensándolo bien jamás le habían visto comer, así que pronto salió el rumor,
aquel pues era impactado.
Pero aquel día todo aquello no importaba, la casa perdió su brillo y los
animales se veían tristes ya, los deudos eran muchos y los bienes dejados de
pronto parecían pocos.
una noche sombría llego en medio de aquel velorios, un búho o una lechuza
cantaba y anunciaba cuando alguien moriría pronto, pero de estos nada se
supo sino hasta aquella noche que parecia haber dos, tres, seis, diez, nadie
podria contarlos, pues los sumbidos tetricos venian de todas direcciones,
todos los que habian llegado incluso muy luego en el dia se tuvieron que
quedar, en aquellos tiepos era comun amanecer pero aun asi algunos
partian a casa, pero esta ez nadie se atrevio.
asi que pasaron los minutos, las horas y cuando morian los ultimos minutos
de las once de pronto los buhos callaron, la gente se callo en medio del
septimo ave maria del tercer misterio, de pronto un grito espantoso, quiza
de dolor, quiza de tristeza se levanto de la barranca, o fue del pozo, o fue
del rio, o de la loma, o de las gradas, o de todos lados, un grito, un lamento
horrible que inundo los corazones de todos los presentes y los hizo sentir
cobardes a todos juntos, aquel grito desesperado parecia eterno, y cuando
seso tardaron mas de dos minutos en continuar con el santo rosario que esta
vez continuo sin interrupciones.
dieron las seis, las siete, las ocho, desayunaron todos, las nuve, seguía
llegando gente, las diez, se reúnen todos para despedir al ya fallecido, las
once después de la misa parten de casa de aquel tan rico en otro tiempo, tan
generoso en otros días, tan misterioso hoy más que nunca, vestido de traje,
corbata y bien peinado, con zapatos de la capital así viste y así es encerrado
en la caja, inmediatamente los cuatro cargadores llevan la dirección de una
interminable procesión de deudos que después de rodear su casa para que
aquel apasionado amigo de borracheras y de juego se despida de todo lo
que con tanto esfuerzo logro construir, y parten hacia el campo santo.