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Vida en una zona de abandono social

Hay un lugar al sur de Brasil llamado Vita.


Vita fue fundada en 1987 por Zé das Deogas, un ex habitante de la calle de niño y traficante de
drogas. Después de convertirse al pentecostalismo, Zé tuvo una visión en la cual un espíritu le dijo
que abriera un lugar donde la gente como él podría encontrarse con Dios y rehabilitarse.
Zé y sus amigos religiosos establecieron propiedad privada cerca al centro de la ciudad de Porto
Alegre, una ciudad relativamente adinerada de unos dos millones de habitantes, y comenzaron a
ejecutar su precario centro de rehabilitación para drogadictos y alcohólicos. Pronto la misión de
Vita incrementó. Un creciente número de personas sin hogar, enfermos mentales y personas
moribundas comenzaron a ser tirados por ahí por la policía, por los psiquiátricos y hospitales, por
familiares y vecinos. El equipo de Vita entonces abrió una enfermería, donde esos seres humanos
– la mayoría indocumentados y sin nombre- estaban esperando la muerte.

En marzo de 1995, el fotógrafo Torben Eskero (1997) se unió a mí en un viaje etnográfico para
documentar la experiencia de la gente pobre y separada afectada por el virus del SIDA en varias
regiones de Brasil. Desde 1992 he estado trazando las nuevas instituciones y procesos culturales
que estaban surgiendo a través de la financiación del banco mundial.
El banco mundial había aprobado un inusual préstamo de 250 millones de dólares para la creación
de un nuevo programa nacional que suponía controlar lo que muchos expertos internacionales en
la salud estaban llamando “la africanización del SIDA en Brasil” (“O sexo inseguro” 1991,52),
estaba interesado en como las nuevas estrategias técnicas, políticas y medicas estaban
impactando los procesos de cambio social y biológico entre los centros urbanos más pobres.
Gerson Winkler, en aquel entonces coordinador del programa de prevención de SIDA en Porto
Alegre, fue muy crítico el nuevo gerenciamiento del programa SIDA (del cual también formaba
parte) “Es una gran mentiras, lo que está realmente en juego es la creación de una clara división
entre quienes tienen acceso a las provisiones financieras y medicas del programa SIDA y quiénes
no. La gente pobre se pierde en la batalla por acceder, la maquina no absorbe la demanda, es un
gobierno ficticio.” Gerson insistió en que Torben y yo visitemos Vita, el verdadero lugar para
entender las reformas gubernamentales y humanitarias que estaban en Brasil: “deben ir allí, es el
depósito de las sobras de la vida, Verán que el ser humano en estas tierras se está convirtiendo, lo
que el hombre hace al hombre.”

En Vita situado en una colina de absoluta miseria, sobrepoblado, con tiendas de campaña, una
capilla de madera, y un inadecuada cocina, sin agua caliente, sin instalaciones de baño, por lo
menos 200 hombres viviendo en el “área de recuperación”; Otros 150 en la enfermería las cuales
estaban separadas por un portón, vigilado por voluntarios quienes se aseguran de los más
enfermos no se muevan libremente por los alrededores de la colina. Los más enfermos de Vita
deambulan alrededor de las sociedad de sus lotes, enrollados en el suelo agachados bajo sus
camas – cuando tenían camas cada uno estaba solo, la mayoría en completo silencio, había una
quietud allí, una clase de renuncia que viene con la espera, esperando por nada, una nada más
fuerte que la muerte.

Muchos de esos hombres quienes ya han pasado por el área de recuperación han tomado un
punto cercano al lugar y construyeron sus chozas.
Un barrio pobre conocido como “villa” formado alrededor de Vita, como si estuviera irradiando
hacia el exterior la economía de las calles continua aquí. A pesar de la fachada de Vita como centro
de rehabilitación, las drogas circulan libremente entre Vita y la villa y existe un conceso entre los
oficiales de la ciudad y los profesionales médicos de que nadie se recuperó en Vita –cómo
podrían? Vita significa la vida en un idioma muerto –y lo que Zé das Drogas y sus asistentes
estaban malversando los fondos de donación. Incluso hubo rumores generalizados de que existe
un comentario clandestino en el bosque. Para Zé, Vita, a pesar de sus desorden, fue “un trabajo de
amor… tan precario como sea necesario.” Familias, la ciudad, instituciones estatales fueron
cómplices de esta precaria existencia y ellos continúan tratando cuerpos enfermos, criminales y
abandonados a morir en Vita.

Algunos de los trabajadores de Vita de hecho fueron escuchados por millones de hogares, mucha
de la caridad que permite a Vita seguir funcionando fue canalizada a través del trabajo del
representante del estado y famoso locutor Jundir Luches.
En su show matutino, el traería algunos de los “abandonados”, alegando con un regalo a su
audiencia “alguien conoce a esta persona?” quien en la tierra podría haber hecho esto a él?” El
expreso la indignación moral sobre su destino y atrajo donaciones de alimento y vestimenta
mientras llevaban a cabo su propia campaña política. Aun a pesar de la impresionante campaña de
Luchesi. Vita fue mayormente incitado por creyentes, voluntarios de la iglesia pentecostal cercana
quienes traían regalos, sermones e intentaron convertir a los “abandonados” a creer en Dios. Vita
fue esporádicamente visitado también por unos pocos profesionales de la salud, como el DR.
Eriberto, quien paso 2 horas por semana allí administrando las medicinas (y con mucha frecuencia
vencidos) donadas, la retórica de Zé se llenó de indignación. El repetía versos bíblicos e hizo una
profecía para el mismo “mientras nosotros estamos luchando, otros están durmiendo, no hacen
nada. Uno ve tanta injusticia que no hay palabra para expresarlo.”

Rascando bichos y costras, escupiendo, tosiendo solo – nos han- visto la enfermería, no hubo
agresión aparente, pensamos, deben planear irse. Pero cuando algunos logran escapar, ellos
ruegan, humillados, regresar. No hay otro lugar al que puedan ir, quien oirá sus historias en la
radio y “reconocerá que soy yo?” y ellos pertenecen a Vita , como muchos en Brasil: gente
sencilla, algunos quienes siguen recordando siendo abuelos, padres, madres, hijos, hijas, tíos, tías
– vidas sin reclamar en desilusión terminal. Si el antropólogo Robert Hertz esta en lo correcto que
la enfermedad no es solo una entidad bilógica si no también un “injerto social sobre la física
individual” (1960,77) uno se pregunta qué clase de orden social podría permitir un depósito de los
“otros” en Vita sin acusarse a sí mismos.

En este ensayo, describo la “animalización de los seres humanos en Vita y examino algunos de los
procedimientos burocráticos y las acciones morales que ayudan a hacer esa gente invisible
socialmente como ellos son abandonados a la mayor de las desgracias mientras sacan a la luz su
decrepitud corporal y las formas de vigilia, esperando eso que acompaña esta experiencia de
muerte social, la antropología también intenta dar forma a la capacidad de interés ética.
Animalizado

El primer día en que Toben y yo fuimos a Vita, encontramos una mujer de mediana edad sentada
en el suelo del área de enfermería; agachada sobre un riachuelo de orina, sus genitales
enmarañados en el polvo y la suciedad. A medida que nos acercábamos, pudimos notar que su
cabeza estaba llena de pequeños agujeros “millones de bichitos (pequeños animales), que se
generan de su propia carne y suciedad” dijo Jorge, uno de los voluntarios “intentamos limpiarla”
Torben no pudo soportar tomarle una fotografía, la imposibilidad de retratar verdaderamente lo
que queda del ser humano en Vita. La realidad de Vita había engullido la prioridad fotográfica y
nuestro pensamiento como ciudadano de esta tierra, era angustiosos darse cuenta de cómo he
aprendido a ser demasiado familiarizado con la silenciosa agonía en frente de mí, esta es una
muerte socialmente aceptada, mundana y en paradero desconocido y tomamos parte de esta
extranjera y nativa mirada. En nuestra mezcla entre aprendizaje indiferente, sentido de
intolerancia y fallida presencia, el destino de aquella mujer permanece asimilado en nosotros. Para
darle muerte a la realidad en nuestros pensamientos en lo que se debe – de eso es lo que trata
este trabajo.

De donde vino esta mujer?, la policía l encontró en las calles y la llevo al hospital, quienes se
rehusaron a recibirla o incluso a limpiarla. Así que la policía la trajo a Vita. Antes de vivir en las
calles, ella tenía un asilo legal en el hospital psiquiátrico de sao pedro pero fue desalojado como
“curada”, es decir sobre medicada y sin muestra de violencia, y antes de eso? Nadie sabe. Esta
mujer paso para las manos de la policía de un hospital, de un psiquiátrico, confinamiento y
mediación, por las calles de Porto Alegre – y al final pudriéndose hasta la muerte, es claro que la
muerte aquí está constituida como parto de la humanidad moderna. Esas instituciones y vita de
hecho: hacen más fácil el trabajo de la muerte. Uso la expresión “el trabajo de la muerte” para
resaltar el hecho de que aquí no hay dirección legal y responsabilidad de muerte en Vita, Aquí no
existe la noción de perpetrador o asesino.

La mujer sin nombre no era la única, en una esquina encorvada sobre la cama de la habitación de
aquella mujer esta, SIDA, de unos 18 años, dejado aquí por los trabajadores sociales de canerisoif
en 1995, fue diagnosticada con SIDA, llego a Vita sin un nombre así que los voluntarios
comentaron a llamarla Sida – dado su condición. Me sorprendió que los voluntarios creyeran que
Sida y una mujer joven eran los únicos casos de SIDA aquí. He visto varias personas que presentan
lesiones y síntomas de tuberculosis también, pero ellos les dicen gente vieja o locos, comencé a
pensar que ellos forman parte de una escondida o inexplorada realidad sobre el SIDA en la ciudad,
nadie siquiera viene a visitar a Sida. Note que ella no habla con nadie y a veces pasaba días sin
comer, “tenemos que dejar la comida en un tazón por el corredor, y a veces cuando nadie observa
ella se levanta de su cama y come” como la mayoría de las personas aquí, Sida recibe el trato de
un animal doméstico. Vita es la palabra para una vida que esta socialmente muerto, un destino de
muerte en colectivo. Vita es un microcosmo de Brasil, un quinto de la población vive en extrema
pobreza.

Sida y la mujer sin nombre no trajeron sus cuerpos para ser sacrificados. Ellos fueron condenados
como el avance del destino de Edipo en las decadencia de Tebas, su tragedia fue personal y social,
etnográficamente son desafiados a identificar el “orden político- económico que produce
enfermedad y muerte” y a escuchar, escribir y juntar las historias de las vidas “quienes el estado
difícilmente sirve de algo.” Zé me dijo una vez “si los hospitales se quedan esas personas ellos
estarían locos, en las calles serian mendigos o zombis la sociedad los dejo en decadencia porque
ya no dan nada a cambio. Aquí ellos son personas.”

Ellos tenían razón en muchos aspectos confinamientos disciplinarios, familiares y psiquiátricos, se


están separando, la sociedad opera a través de dinámicas de mercado y esa lógica dicta que no
son útiles para la sociedad. Si, tratando a los “abandonado” como asunto, “materia muerta”, esto
podría liberar a las personas e instituciones de la obligación de proteger y cuidarles, pero estaba
intrigado por las paradoja dicha por Zé: que esa criaturas- sin familiares, nombre, ni bienes propios
aparentemente- adquieren personalidad en la muerte y abandono. De hecho, conforma dice Zé
esa personalidad es lo mismo que tener un lugar donde morir en el abandono y en público esto
ejemplifica la máquina de la muerte social en Brasil hoy día.

Dejar morir

En vita no solo estamos mirando individuos aislados que, por su cuenta, perdieron apego
simbólico para su existencia, los abandonados en Vita son los portadores y testigos de las formas
en que se ordenan los destinos sociales de los más pobres y los más enfermos. La experiencia de
estos que viven en un espacio/idioma muerto. Está atravesada por el reajuste estructural, el
desempleo, el mal funcionamiento del sistema público de salud y la infame distribución desigual
de la riqueza y la tecnología. El sistema de bienestar de Brasil ha sido históricamente estructurado
de tal manera que la intervención del estado varía según el segmento de la población que reclama
protección social, la ciudadanía ha sido concebida como universal para la minoría rica, regulada
según el inicio del mercado; según Sonia Fleury, estos no ciudadanos, podrían tener derecho a
alguna forma mínima de asistencia social y caridad, siempre que renuncie a los derechos políticos
– esta es su ciudadanía invertida-. Los que ocupan los estratos superiores de las sociedad no solo
viven más tiempo, su derecho a vivir por más tiempo se decretó burocráticamente o se aseguró
biomédicamente a través de los mecanismos del mercado.

“un hombre ya no es un hombre confinado si no un hombre endeudado” (gilles). “una cosa, es


cierta, no ha cambiado: -el capitalismo todavía mantiene a tres cuartos de la humanidad en la
pobreza demasiado pobre para tener deudas y tendrá que tratar no solo con fronteras que
desaparecen, sino con poblados miserables y guetos. Como reflejo y extensión de lo que se ha
convertido de familia en familia, ciudad y estado, Vita no garantiza la supervivencia de estos
abandonados, esto hace imposible su recuperación y su muerte inminente. En Vita, se hace visible
la economía moral de la sociedad brasileña. “serás una persona allí, donde el mercado te necesita”
como la mujer del tamaño de un niño, completamente acurrucada en una cuna y ciega. La gente
dice que una vez que ya no pudo dar a la familia, “y lo que es peor” dijo un voluntario “todavía
comía la comida de la familia”, los familiares la escondieron en un sótano durante años. “ella es mi
bebe”, dijo Ángela, una antigua usuaria de drogas por vía intravenosa, que hace mucho tiempo
perdió la custodia de sus dos hijos y ahora pasa los días cuidando a la anciana. “hasta hoy no he
descubierto su nombre… ella grita cosas que no entiendo.” Se satisface la más horrible desolación
y la animalización de estos abandonados y se repite la respuesta esporádica. Al igual que la
precariedad general de Vita, mantenida por actos pastorales intermitentes y una distante
indignación de los medios de comunicación.

Considere al anciano, con los ojos hacia abajo, las manos temblorosas, un cuerpo esquelético. Los
miembros de la familia lo habían dejado en la puerta de Vita. Le pregunte su nombre, aunque los
voluntarios me dijeron que no tenía nombre, murmuro: “pedro”. Y sonrió. También sabia donde
vivió una vez: “charqueadas”, luego agarro su garganta y: “gujidfi” no puede entender: no la
ausencia de palabras, pero no palabras, los voluntarios me dijeron que pedro probablemente tenía
cáncer de garganta, pero no lo sabían con certeza, cuando lo trajeron al hospital universitario, los
médicos no lo verían, pero pospondrían verlo. Ponerlo en una línea, hacerle regresar para
programare citas. Cuando por fin haya tiempo para Pedro, probablemente sea demasiado tarde.

En su ensayo “el efecto físico en el individuo de la idea de muerte sugerido por la colectividad”, de
Marcel Mauss demostró que en muchas civilizaciones supuestamente inferiores, una muerte
social, una muerte n el origen social, sin ningún otro factor, era capaz de (no sé qué escribió ahí)
la mente y cuerpo de una persona, una vez retirado de la sociedad, las personas dejaron de pensar
de hecho estaban irrevocablemente en un estado cercano a la muerte, y muchos murieron por
esta razón. Mauss argumento que estos hechos son infrecuentes o inexistentes en nuestra propia
civilización, ya que dependen de instituciones y creencias como la brujería, la prohibición y el tabú
que “han desaparecido del rango de nuestra sociedad” sin embargo como vemos en Vita, hay
lugar continuo para la muerte en el poli contemporáneo. Frente a la creciente desigualdad
económica y biomédica y el colapso de la familia, los cuerpos humanos están rutinariamente
separados de su estado político normal y abandonado a las desgracias más extremas. Como ha
dicho el filósofo Renato Janine Ribeiro “en Brasil” es posible imaginar un discurso que apunte al
fin de lo social para emancipar a la sociedad… lo social es el dominio de los necesitados y la
sociedad se refiere a los eficientes.”

Muerte social y extensión de vida selectiva en Brasil, mientras viajaba por todo el país pude ver
señales de Vita en todas partes: Muerte en medio de la ciudad, Vita es un destino social también vi
como el manejo biotecnológico del sida en Brasil muy publicado, algunas poblaciones afligidas
circunstancias están siendo abordadas recientemente por el estado. De hecho, esta gestión
técnica y política del SIDA es representativa de las formas novedosas en las que el estado de
restructuración está experimentando con la gubernamentalidad reescribiendo el contrato social.
Aquí, los grupos selectivos “comercializables” se abordan como la “sociedad” y se reorganizan en
términos de mejoramientos individuales (a través de campañas de prevención y acceso a
tratamientos antirretrovirales), están realmente ausentes de epidemiología, política de atención
médica. En mi proyecto de investigación más amplio, muestra como las organizaciones pastorales
ayudan a algunos de los abandonados con sida a cambiar sus estilos de vida para que puedan
acceder al bienestar ya los codiciados anti retrovirales ahora “universales” disponibles para el
gobierno.

Este proceso de clasificación mediado por la comunidad genera una forma selectiva de ciudadanía
biomédica y estos ciudadanos con SIDA participan, y dan forma a un mercado novedoso “ ya sea
como consumidores de drogas, como activistas que demandan medicamentos o como
participantes en ensayos clínicos). Entiendo a Vita como una clase de “negativo” en este
paradigma bio - político que se está volviendo cada vez más familiar en los ambientes modernos
tardíos en donde se encuentra el mercado, estado y la ciencia: hay una contradicción entre una
cultura generalizada de los derechos humanos que se realiza biológicamente hablando, pero solo
de forma selectiva quien, por cuanto tiempo y a que costo?, en este contexto “dejar morir” es una
acción política, continúa con el poder biomédico y político “que hace vivir.”

La política de la muerte

Los comienzos de estas matrices modernas de gobernanza pueden ser remontadas a la gestión de
la muerte durante la plaga en la Europa del siglo XVII. Hubo una división estricta de la ciudad
plagada; cada trimestre estaba regido por un Superintendente, cada calle inspeccionada por un
inspector.
A nadie se le permitía dejar sus propias provisiones para el momento de venir. Un principio nuevo
de la realidad entró en existencia: cada individuo fue localizado, examina, y categorizado como
vivo, enfermo, o muerto. "todo el mundo encerrado en su jaula, todo el mundo en su ventana,
respondiendo a su nombre y mostrándose a sí mismo cuando se le preguntó-es la gran crítica de
los vivos y los muertos" (Foucault 1979, 196). La peste también presenció la libre circulación de
aquellos pueblos abyectos conocidos como "cuervos" a quienes se les permitía moverse
libremente por las ciudades, de vez en cuando ayudaban a llevar a los enfermos y enterrar a los
muertos abandonados hasta que también murieran en sus andanzas.

Una vez que la muerte fue integrada en los aparatos del gobierno, entonces la política comenzó a
determinar no apenas cómo uno debe vivir pero quién debe ser dejado para morir. El desarrollo
de las discriminaciones funcionales (los pobres "buenos" y "malos". los ociosos, los desempleados,
los que pueden hacer algún trabajo y los que no pueden) agudizaron el enfoque de la caridad, la
redistribución de las provisiones de bienestar, y proporcionaron un fundamento moral para los
sistemas de exclusión e inclusión social. Como escribió Foucault (1980, 143), la política se ha
jugado cada vez más en la fisiología de la humanidad moderna: "lo que podría llamarse un ‘umbral
de la modernidad de la sociedad’ se ha alcanzado cuando la vida de la especie se apuesta en su
propio estrategias político... el hombre moderno es un animal cuya política pone su existencia
como un ser vivo en cuestión.”
Los gobiernos utilizan la biopolítica para proporcionar estabilidad poblacional, para hacer cumplir
a quienes quieren ver como sus ciudadanos, y para asignar acceso a beneficios económicos y
sociales. Las sociedades modernas operan con sistemas implícitos de límites y exclusiones que
"exacerban los trastornos biológicos" entre los más pobres (agricultor 1999, 4), al mismo tiempo
que consolidan el yo, la ciudadanía y la economía para algunos. La función de la muerte dentro de
la economía de la biopotencia es guiada por un principio biológico y no bélico, argumenta
Foucault: "cuanto más muera el otro, más puro soy" (1992, 184). Es decir, la muerte del otro es
equivalente al refuerzo biológico de mí mismo como miembro de una población o raza como
elemento de una pluralidad coherente y viva.
Hoy, en el ambiente de reajuste democrático y económicamente de Brasil, los grupos enfermos y
empobrecidos no son asesinados directamente por el estado (aun cuando la violencia policial
sigue siendo frecuente) o se hace políticamente muerta (es decir, excluida de la vida política).
Como lo veo en Vita y a lo largo de la experiencia del SIDA en Brasil: los incapaces de vivir a los
nuevos requerimientos de competitividad de mercado y rentabilidad están socialmente incluidos a
través de su muerte en abandono.
Siguiendo a Hannah Arendt y Michel Foucault, el filósofo Giorgio Agamben argumenta que el
elemento político original del poder soberano en las democracias occidentales es la "no simple
vida natural, sino la vida expuesta a la muerte" (1998, 24; vea también 1999). En la condición
humana (1958), Arendt sostuvo que en la era de la posguerra la acción política era reemplazada
por un foco primario en el control de la vida natural, de procesos biológicos. El Homo Faber dio
lejos al Homo laborans, el ser referido a existencia fisiológica. La ciencia ha desempeñado un papel
clave en esta transformación: "en otras palabras, el proceso que, como vimos, invadió las ciencias
naturales a través del experimento, a través del intento de imitar bajo condiciones artificiales el
proceso de ' hacerlo ' por el cual vino una cosa natural" en la existencia, sirve tan bien o aún mejor
como el principio para hacer en los reinos de los asuntos humanos "(299). Esto sucede dentro del
tejido de una sociedad cristiana; y es así porque la creencia fundamental es la santidad de la vida
ha sobrevivido.

Éticas

Como mencione antes en Vita vemos que grupos marginales y con enfermedades están incluidos
en un orden social a través de su muerte como si se hubieran generado a sí mismos eso quiere
decir que estos no ciudadanos solo forman parte del sistema de salud cuando están muriendo; son
marcados como drogadictos, ladrones y prostitutas, etiquetas las cuales moldean su personalidad
y las cuales permiten que sean socialmente culpadas por su muerte. Sus orígenes fueron borrados
como un complejo social que empora sus infecciones y su depresión. Además, en entorno de Vita
está constantemente expuesto ante el cambio de enfermedades en pocas palabras ellos no tienen
otra posibilidad más que morir. Pero he visto la complejidad de lo que pasa en Vita, humanitaria e
institucionalmente y yo tratando de entender qué hace a la vida y la muerte tan intimas una con la
otra.

Últimamente. Clifford (2011) dio algunas escalofriantes reflexiones sobre la técnica y política de
yanomami’s en como nuestra ceguera por esta forma de vida moderna nos aparta de la presencia
de nuestras mentes.

Vita es un lugar en el mundo para población de “ex humanos.” Nadie se lamenta por ellos. Dejados
en el olvido, para esos seres la muerte forma parte del umbral de las nuevas éticas como una
forma de vida que comienza donde la dignidad termina como una razón social envuelta en
ceguera (Kliman, 1999). Aquí , estoy pensando en que la realidad de la cultura está perdida, una
perdida que esta social, política y tecnológicamente mediada, y el ser humano como un
“remanente” (agamben, 1999), que experimentan como cosas que se le han negado que
últimamente informa el positivismo de la ciencia y la sociedad, y la supuesta moralidad y
autogobierno de la ciudad.
Tan fuerte que todos pueden escucharlo, un hombre joven grita “estoy castrado” como un animal
doméstico me aproximo para observarle él muestra como con su mano derecha se inyecta en el
brazo izquierdo. “Tal vez estaba hospitalizado antes, o utilizaba drogas” dijo un voluntario. Y el
continuaba gritando “estoy castrado, estoy castrado”
No hay dinero circulando en vita; no hay nada que comprar y vender muchos habitantes se aferran
a algo como una bolsa plástica , como una botella vacía, un pedazo de caña de azúcar, una vieja
revista, una muñeca, una radio rota o una sábana. Algunos intentan tratar sus heridas, algunos
repiten palabras y frases como “diablo, come mierda”, algunos simplemente cuentan con sus
dedos. Hay un hombre que camina con bolsas de basura todo el día en un lugar aportado. El
muerde a las personas que tratan de sacar la basura de ahí, “incluso hay comida pudriéndose
entre esa basura”, dijo el cuidador, “así que le dimos un tranquilizante y lo pusimos a dormir, y
reemplazamos las cosas en las bolsas.”

Esas cosas traen consigo una debilidad, el sentido de una posible búsqueda, las últimas cosas que
los esperanza en el abandono, los objetos que marcan la singularidad de esos abandonados como
seres de muertes. Esos objetos que las defienden aquellas instituciones que los dejaran muertos
en vida.

Cada sociedad, (Agamben) impone sus límites, decide quien es -homosacer- como los nuevos
muertos vivientes- estarán entonces. En un umbral extra temporal y extraterritorial creado en las
cuales el cuerpo humano es separado de su estado político normal y abandonado, en un estado de
excepción, hacia el infortunio más extremo. Como llevar cuenta del sobre acelerado experimento
(político. Social y biomédico) en las condiciones por estar vivo o muerto en vida? Para traer este
renombrado paradigma de lo oculto, exponer sus maquinaria, sus mediaciones y su ceguera
moral, y para tener en cuenta la muerte y la vida del ser humano es lo mismo que volver a pensar
“en su significado practico” (agamben, 1998)

El futuro

Regresé a Vita en 1997, dos años después de la primera visita. Esta vez también pude ver en Vita la
coexistencia de la muerte social con una incipiente ciudadanía selectiva generada por una especie
de renacimiento biosocial. Las personas en la enfermería continuaron viviendo en absoluto
abandono, esperando con la muerte.

Sin embargo, en el área de recuperación, las personas estaban siendo disciplinadas y regeneradas
como una fuerza de trabajo productiva y libre de drogas; algunas de ellas incluso tenían acceso a
pensiones por discapacidad y nuevas terapias financiadas por el estado.

En el año anterior, en noviembre de 1996, Zé das Drogas fue removido del establecimiento por
una coalición filantrópica llamada amigos do Vita encabezada por luchesi, Vita comenzó a ser
administrada por un jefe de policía, el capitán Osvaldo. Él también está en la ley de seguridad
personal y estudios de luchesi de noche. El capitán Osvaldo se considera orgulloso el "alcalde" de
Vita, ahora una especie de "modelo" de regeneración humana y ciudadanía que es posible con la
razón de ser brasileña.

Bajo el capitán Osvaldo, Vita se ha convertido y es una entidad de utilidad pública, parte de su
financiamiento ahora se vende desde el estado de Rio Grande do Sul. Las contribuciones
mensuales de los amigos de Vita y las donaciones de la industria proveen para la vida diaria. Vita
también recauda dinero a través de su panadería. Vita está experimentando impresionantes
cambios estrictamente: "una transformación ambiental", dice el capitán. Hay mucha construcción
en el área renovada, aunque no en la enfermería: las casas de hospedaje y las chozas están
reemplazando las tiendas, y hay nuevas oficinas de administración, habitaciones para una
farmacia, una clínica médica y dental y un gran edificio para trabajo Talleres de capacitación.
Como lo ve el capitán: "No creo que la gente se recupere en los hospitales con más medicamentos.
Tirar a la persona aquí y archivarlo con la doctrina religiosa tampoco resuelve el problema. Lo más
importante es comida, trabajo y vivienda. Si estas tres cosas coexisten, entonces hay un "por qué"
para que la persona viva. Rescataremos su ciudadanía”.

Varios de los habitantes del área de recuperación se refieren a lo que está sucediendo como un
"cambio modernizador". Como dijo Luis: "Ahora comemos como seres humanos. Antes solíamos
obtener un tazón grande y comíamos sin manos. Ahora tenemos bandejas". Un ex adicto a las
drogas, Luis llegó por primera vez a Vita en 1987, cuando tenía solo dieciocho años. "veo estas
cicatrices. Me inyecté donde sea que hubiera una vena". Y señaló sus brazos, piernas y frente:
"Incluso en mi cabeza, veo mi garganta, la perforé, estaba tan enojado". Luis corrió muchas veces
lejos de Vita y luego regresó porque su familia en el pueblo cercano de Canoas no quiere
conocerlo: "Comencé cuando tenía doce años. Ya no respetaba a mi madre, robé a la familia, yo
perdí mi carácter, me convertí en basura. Luego me trajeron aquí”. Luis dijo que bajo la
administración de Zé había "demasiada libertad", sin ningún control: "se nos permitió regresar
incluso si estuviéramos borrachos o altos. AHORA ES MUCHO MÁS rígido. Para nosotros, adictos y
enfermos, esto es muy bueno." Los residentes también "nunca vieron las donaciones. Ahora todo
cambió para mejor, vemos que el edificio continúa... las tiendas estaban podridas, llenas de
cucarachas y ratas".

Cuando salió de Vita, Luis era un ladronzuelo. En 1990 fue sorprendido robando en tiendas y
sentenciado a dos años en la Prisión Central de Porto Alegre. "Vi lo peor. Pero me refresqué y
sobreviví". En 1992, Luis decidió tomar la prueba del VIH. Tres de sus amigos del círculo de la
droga ya habían muerto de SIDA. Probando positivamente, fue "golpeado duro con las noticias",
pero decidió enfrentarlo como hombre. "Si yo fuera lo suficientemente humano como para
hacerlo yo mismo, tenía que ser lo suficientemente humano como para enfrentarlo". En 1993
conoció a su esposa, Nair, entonces quince, pero ya era la madre de una niña pequeña. En el
programa de radio de Luchesi. Zé das Drogas les permitió vivir juntos en una tienda de campaña
en Vita. Pronto tuvieron dos hijos más, todos seropositivos: "Era natural y bienvenido". Luis dice
que hay muchas personas que son portadoras del VIH en el área de recuperación, "pero no
quieren admitirlo". Debido a su buen comportamiento, Luis ha podido garantizar el apoyo de Vita
a sus esfuerzos para garantizar el acceso a las provisiones médicas y de bienestar. Vita es su
familia y lugar de trabajo; él está orgulloso de a quién se está convirtiendo: "Soy débil, me gusta
ser dependiente aquí. Me siento seguro en Vita. Trabajo aquí, estoy aprendiendo a hacer sillas. La
trabajadora social me registrará para recibir una pensión de SIDA. Espero poder quedarme aquí el
resto de mi vida”.

Durante la administración de Zé das Drogas, la vida cotidiana en el área de recuperación se


estructuró alrededor de la adoración y los estudios bíblicos; ahora se hace hincapié en la higiene
personal, los valores cívicos, el buen comer, la abstinencia total de fumar y beber, la terapia del
trabajo, la autorreflexión grupal. Después de la cena hay una reunión colectiva, donde se lee el
registro de las ocurrencias diarias. Según el capitán:

Este es el momento de la justicia. Llamar a alguien por su nombre recae en la persona, hace que
esa persona se sienta importante, parte de alguna cosa. Mencionamos los turnos de trabajo para
los próximos días, así como las promociones internas. Cuando hay fallas e irregularidades, los
denunciamos y los castigamos duramente. Allí sale para siempre, sin retorno. Esa es la plataforma
de nuestro trabajo: son útiles, son importantes. Deben rehacer ellos mismos.
Ahora hay un plazo para eso: "Esperamos que se recuperen en seis a ocho meses. Les ayudaremos
a que se los coloque en el mercado, es allí donde pertenecen, luego, es su vida".

¿Qué hay de la enfermería?


Es muy difícil. Representa la putrefacción de la calle. No existen como un hecho jurídico. Tienen
SIDA, tuberculosis, todas estas cosas que no existen en la estadística. Allí están los enfermos, los
ancianos, los abandonados; no tienen nada para dar a nadie más. ¿Qué se espera de ellos? Nada.
Simplemente, serán lo que son ahora. Es un depósito de cebos humanos. No podemos traerlos de
vuelta a la sociedad. Tan horrible como es, aquí uno ve una verdad.

Después de muchas visitas, también vi que los abandonados no se mantienen vivos en vano, con
sus raciones diarias de pan y sopa de frijoles y agua caliente. En su muerte en Vita, todavía tienen
una última función social. Los hombres que están rehabilitados deben cuidar a los abandonados,
limpiar sus mierdas, mover sus cuerpos hacia adelante y hacia atrás. La enfermería es útil como
"una plataforma de información para los aquí abajo", dijo uno de los administradores: "Es útil para
el adicto caer en realidad, porque si no cambian, ese es su fin".

En su supuesta incapacidad para producir nada más que infecciones corporales, parásitos y
sufrimiento silencioso, el nuevo papel de estos hombres y mujeres abandonadas como ciudadanos
negativos. Su muerte social es la imagen del futuro. Al final, los negativos educan a los ciudadanos
potenciales o, mejor, proporcionan un terreno para la aparición de un concepto distinto de
ciudadanía. Digo "concepto" de ciudadanía para convertirse en una posibilidad estructural y
porque los sitios pastorales como Vita hacen posible la regeneración personal marginal como
ciudadano posible y habitable como ficción por un cierto período de tiempo limitado. Una vez que
estos ciudadanos entran en el mundo real, es decir, el mercado (la moneda de Brasil se llama real),
les corresponde a ellos mismos gobernarse, ser su propio estado. A medida que se sanan en ese
ambiente "militarizado" y filantrópico, se despiertan junto a aquellos que están socialmente
muertos, ciegos, sin nombre, sin origen, sin vínculo, ni perdonados ni enterrados, simplemente
muertos vivos, como "sida" la joven sin nombre con SIDA que, según los voluntarios, "de vez en
cuando nos pide que la atemos en su cama. Ella hace eso cuando tiene ganas de suicidarse...
Luego, unas horas más tarde, ella murmura para ser desatada... ¿Cómo entiendes a esa persona? "

Una sociedad de cuerpos

"la gente me recuerda, pero no me extrañan", dijo Catarina, probablemente en sus treinta y tantos
años, montando una vieja bicicleta de ejercicio y sosteniendo una muñeca.
¿Dónde diablos cree que va? Pensé que. Suspendido en esa zona de abandono. Entonces escuché
a esa mujer de buenos modales y mirada penetrante tratando de reconstituir una vida:

Estoy aquí porque tengo problemas con mis pies. Para poder volver a casa, debo ir a una clínica
primero. Es muy complicado para mí llegar a una clínica. No me va a gustar, y además, ya estoy
acostumbrada a estar aquí.
Desde que llegué aquí no he visto a mis hijos. Tengo una hija llamada Adriana. Su padre se la
entregó a su jefe. Mis hermanos me trajeron aquí. Hago ejercicio. No. Ahora ya no puedo ir. Debo
esperar un poco de tiempo. Tomo medicina. Comencé un tratamiento hace mucho tiempo. A
veces un médico viene aquí. Uno siempre depende de los cuidadores aquí. Uno se vuelve
dependiente. Entonces muchas veces uno no quiere volver a casa. No es que uno no quiera volver
a casa. Yo, en mi pensamiento, veo que la gente me olvidó.

Incluyó al antropólogo: "pienso en nosotros".


Les pregunté a los conserjes si sabían algo sobre la historia de la vida de Catarina. No sabían nada
de su vida fuera de Vita. Dijeron que estaba "loca". Nos quedamos con su cuenta. Y vinculado con
el pronombre de Catarina "Yo" son las innumerables transacciones sociales e intersubjetivas que
con-determinan su sufrimiento. Ella a saber los trae en las figuras del doctor, los cuidadores. El
amante, los hermanos. La hija regalada. La verdad de la condición de Catarina como un "sobrante"
se encuentra en la división entre su propio cuerpo mortificado y un cuerpo social que desaparece
de ella. el tema abandonado no es originalmente así. La condición de Catarina tiene una
genealogía y puntos de incepción médicos, sociales y trágicos en Vita. "uno se vuelve
dependiente", dice Catarina.
A lo largo de mi tiempo en Vita, aprendí a pensar con la inarticulada Oria de personas como
Catarina, cuyas voces son excluidas por su diagnóstico. En voces que provienen de lugares tan
extremos, entiendo cómo los aspectos físicos, psicológicos y éticos están directamente vinculados
y cuán cuidadosamente el ser humano se fabrica institucional y relacionadamente hasta el punto
de la expulsión de Catarina de la realidad y de lo simbólico inmovilidad, a pesar de sus esfuerzos a
g en algún otro lugar, en su "locura", lejos de Vita. Ella cicla interminablemente en una bicicleta
estacionaria, nunca dejando Vita. Tiene una muñeca en vez de su hijo. El único. La única manera
de volver a su hijo real es a través de la clínica. Catarina sabe que esta es la fantasía y que está
atrapada en la maquinaria de Vita.
Ella expresa un deseo para reconstitución: "no es que uno no quiere volver a casa." Pero ella
reconoce que "ahora ya no puedo ir".

En otra ocasión en 1999. Le pregunté a Catarina por qué pensaba que las familias y los doctores
enviaban a la gente a Vita: "dicen que es mejor colocarnos aquí para que no tengamos que
dejarnos solos en casa, en soledad, que hay más gente como nosotros aquí..." "y todos nosotros
juntos, formamos una sociedad, una sociedad de cuerpos".

Catarina se negó a ser colocada fuera de la historia. Me enseñó una libreta que guarda en su
maleta. "es mi diccionario." escribo para no olvidar las palabras. Escribo todas las enfermedades
que tengo ahora, y las enfermedades que tenía como un niño.

Su caligrafía era desigual y traicionaba una alfabetización mínima. Me sorprendió lo que leí:

Diagnóstico de disciplina
Operación
Realidad
Para aplicar una inyección
Para obtener un espasmo
En el cuerpo
Un espasmo cerebral

Antes de salir ese día, me detuve para despedirme de Catarina. Esta es la palabra que escribía:
contacto.

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