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LAURA TARDÓN

MADRID.- Para hablar de hipertensión, los médicos manejan dos cifras: la alta, o
tensión sistólica, y la baja, o tensión diastólica. Según lo establecido, una persona
tendrá la tensión arterial elevada si sus niveles superan los 140 mm Hg. y los 90 mm
Hg. Sin embargo, esta norma debe cambiar para las personas mayores de 50 años, tal
y como recomienda un estudio publicado en la revista 'The Lancet'.

La tensión arterial sistólica aumenta con la edad, al contrario que la diastólica, que a
partir de los 50 años disminuye. De ahí que, "en personas que superan el medio
siglo, la hipertensión pueda diagnosticarse midiendo, simplemente, la tensión
sistólica", explican Bryam Wiliams, del departamento de Ciencias Cardiovasculares de
la Universidad de Leicester (Reino Unido), Lars H. Lindholm, del Hospital Universitario
Umeå (Suecia), y Peter Sever, del Centro Internacional del Salud Circulatoria de
Londres (RU).

Más del 75% de las personas con hipertensión tienen una edad por encima de los 50
años, por lo que el grueso de la enfermedad se debe principalmente a la tensión
sistólica. Por esta razón, y según los autores del artículo, "tener en cuenta la cifra de
diastólica para el diagnóstico de la hipertensión a partir de esa edad es ilógico".

Avance en el tratamiento
Según reflejan en su artículo estos especialistas, diferentes ensayos clínicos y
encuestas muestran que la cifra sistólica es mucho más difícil de controlar que la
tensión diastólica. "En estos estudios, las tasas de control para la tensión diastólica
alcanzaron el 100%; por el contrario, el control de la tensión sistólica se logró en
menos del 50% de los pacientes. Ese enfoque deja a la mayoría de los pacientes
con una tensión sistólica descontrolada", comentan. Para simplificar y mejorar las
estrategias terapéuticas, los autores proponen que, en los mayores de 50 años, sólo se
valore las cifras de la tensión sistólica. Además de tratarse de un parámetro preciso,
facilita la comunicación con los pacientes: sólo se les dará un número, por lo que
se evitarán las confusiones habituales entorno a varios datos y sus
significados.

La propuesta incluye una idea más. Si las campañas de salud pública también
simplifican la información, el mensaje será más comprensible para el público y esto
derivará en una mayor conciencia de la hipertensión y de los objetivos del tratamiento,
lo que ayudaría a reducir las enfermedades asociadas, como las cardiovasculares.

Los autores reconocen que para los más jóvenes, el escenario es distinto. Más del
40% de los pacientes con menos de 40 años adolece de hipertensión diastólica. Ese
porcentaje desciende al 33% en personas entre los 40 y los 50 años. La incidencia de
la hipertensión diastólica va desapareciendo con los años. En estas personas sí se debe
hacer un seguimiento de ambas tensiones aunque, recomiendan, que el control de la
sistólica debería ser el principal objetivo.

En los jóvenes, la elevación de las dos cifras tensionales se debe principalmente a un


aumento en la resistencia vascular periférica generado por un estrechamiento funcional
y estructural de arterias y arteriolas. En cambio, en edades más avanzadas, el
daño estructural y la enfermedad se encuentra en arterias de mayor calibre,
que se 'almidonan' y pierden su capacidad de amortiguación, lo que genera un
aumento progresivo de la tensión sistólica, acompañado de una caída de la diastólica.

Primera causa de mortalidad


En España, la incidencia de la hipertensión arterial entre la población adulta es de
aproximadamente un 35%; un 40% en edades adultas y un 68% en mayores de 60
años. "Afecta a unos 10 millones de individuos adultos y, por tanto, se considera un
problema de salud pública", explica José Ramón Banegas, del departamento de
Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid.

Teniendo en cuenta que la hipertensión arterial es la principal causa de mortalidad


prematura en el mundo, la revista española 'Medicina Clínica' ha publicado
recientemente un documento de consenso, basado en las guías que la Sociedad
Europea de Hipertensión y la Sociedad Europea de Cardiología publicaron
conjuntamente en junio de 2007, para el tratamiento de la hipertensión y la
prevención y terapia del riesgo cardiovascular.

Dicho documento establece que el límite de tensión arterial normal se encuentra en


valores inferiores a 135/85 mm Hg. Recuerda, además, la importancia de las
medidas no farmacológicas, es decir, cambiar el estilo de vida. No sólo deben
modificar sus hábitos los pacientes hipertensos, también aquellas personas con tensión
arterial normal-alta. El propósito de esta recomendación es reducir estas cifras y
prevenir el desarrollo de la enfermedad cardiovascular.

En cuanto a las terapias farmacológicas, el artículo expone los resultados de


diversos estudios internacionales para valorar ciertas terapias en determinados
pacientes. Así, el estudio ONTARGET demuestra la eficacia, a la hora de reducir tanto
morbilidad como mortalidad, de tratar a personas mayores de 80 años, algo que hasta
ahora estaba en duda.

Por otro lado, el ensayo ACCOMPLISH, del que todavía sólo hay resultados
preliminares, parece indicar un claro beneficio de la combinación de los bloqueadores
del sistema renina-angiotensina con antagonistas del calcio, sobre todo en pacientes
con mayor riesgo de episodios futuro y para prevenir alteraciones metabólicas.

Por último, el estudio ADVANCE ha concluido que el tratamiento antihipertensivo


de los pacientes diabéticos deber ser precoz y debe incluir un bloqueante del
sistema renina-angiotensina y requiere, en la mayoría de las ocasiones, una
combinación de al menos dos fármacos antihipertensivos.

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