Está en la página 1de 2

PRÁCTICA CALIFICADA

Ocho modos de hacer filosofía


*Tomado del Artículo sobre investigación filosófica del Dr. Jorge Aguirre Sala*
Universidad Monterrey-México.

Aprehendiendo ideas de BERNARD LONERGAN, S.J., expuestas en su Método en Teología,


podríamos transliterar dicho modelo a la construcción de la Filosofía en ocho especificidades. No todas
implican el quehacer filosófico puro, ni la investigación metódica o una muestra del avance de la
Filosofía a lo largo de la historia, sí esto pudiera concebirse de manera lineal y al margen de lo
discutible de una o varias "evoluciones" filosóficas.

En primer lugar, tenemos la investigación de los datos. El filósofo busca en la realidad o a través
del filosofar de otro colega. La investigación está determinada por el interés y el entorno del
investigador. El dato sobre otro colega obedece a la coincidencia de propósito y depende del acceso
correcto a la fuente. La investigación del dato también nos lleva a establecer relaciones entre la Filosofía
y otras esferas de la vida. Es obvia la interdisciplinaridad de la Filosofía con el lenguaje, las ciencias
naturales y humanas y demás áreas del saber. Por ejemplo, el dato referente a la percepción y la
sensación nos llevan a preguntar: ¿el valor del saber sensible es igual al inteligible o es menor?
Podríamos rastrear la respuesta en Kant o en Platón. En el caso de Platón investiguemos su exposición
en La República (509 d): la diferencia entre el saber sensible (doxa) y el inteligible (episteme), dice del
dato en griego, en árabe es "anisa" que significa de valor desigual.

En segundo lugar, la investigación de lo dicho o escrito, es necesaria la interpretación para


captar válidamente la significación del dato. Esta es una tarea hermenéutica que ubica al dato en su
contexto histórico, y al autor del mismo en su modo (circunstancias e intención) y nivel particular de
pensamiento y expresión. El resultado de la interpretación es un comentario o una monografía. Hoy en
día estos trabajos se denominan "tesis" a pesar de no sostener, precisamente, "ninguna tesis", de parte de
quién las redacta. Así por ejemplo hay quién dirá: a priori, según Kant, significa con anterioridad a la
experiencia. Y otros alegarán que significa con independencia de la experiencia. Sea de ello lo que fuere,
antes de saltar todos sabemos que no podemos brincar nuestra propia sombra y que el conocimiento
intelectual aventaja al sensible, sobre todo si el salto es hacia el vacío.

En tercer lugar, la investigación ha de establecerse en la historia. Ésta puede ser básica, especial
o general. La historia básica nos enseña dónde, quiénes y qué. Presenta las acciones humanas. Pero
también se debería presentar las influencias de la realidad sobre el pensamiento. La historia especial trata
de los movimientos culturales, institucionales o doctrinales. Aquí cabe reseñar una historia de las
ideologías y no la micro historia o cualquier historiografía contemporánea. La historia general, hoy en
día, es imposible después de las reflexiones de Theodor Adorno. Por eso, en el mejor de los esfuerzos,
junto con Lonergan, cabría describirla como una historia básica iluminada y completada por los
múltiples trabajos de la historia especial. La historia de la Filosofía se conforma, habitualmente, según
dos actitudes. La primera es relativista; pasa revista a la diversidad de doctrinas para plantear con
amplitud un problema. Hace la revisión histórica de una tesis, sus pros y contras. La segunda es una
actitud conciliadora para la conformación de una Philosophia perennis. Esta sostiene la permanencia de
una misma verdad por debajo de sus diversas expresiones históricas. La historia de la Filosofía tiene,
además, un solo origen en diversos inicios, pues cada filósofo tiene sus raíces, cada parte de la Filosofía
sus ramificaciones y superposiciones, y también existe la versión escolar que corre paralela a las fuentes
mismas. Pero el origen es uno y el mismo: la esencia del filosofar se da en la pregunta nacida del
asombro o la duda. Muy distinta de los inicios, que inclusive pudieron provocar el filosofar hasta por
Equivocación. ¿Por qué habríamos de valorar el conocimiento intelectual con anterioridad a la
experiencia? Quizá para no cometer los errores de Platón y Kant y elevarnos desde sus anchos hombros
para ver, cómo ve el pequeño, parado en la espalda de los gigantes.

Ahora bien, es común observar entre filósofos las discusiones interminables sin llegar a un acuerdo,
pero lo curioso es cómo se entienden entre sus disidencias. He aquí la necesidad de la cuarta
especificidad: la dialéctica. Filosofar va más allá del dato y su significación. El alegato filosófico ahora
descansa en la demostración, en el poder persuasivo, la vigencia y alcance de verdad. Aunque para
Lonergan la dialéctica pretende adquirir un punto de vista incluyente, en la Filosofía resulta lo
contrario: excluye de la veracidad a las doctrinas filosóficas discrepantes. Entonces, por dialéctica
filosófica (distinta de la teológica) no se establece un diálogo apologético donde todas las posturas son
incluidas y se desea comprender al interlocutor. No se busca superar oposiciones verdaderas o falsas en
una síntesis integradora, eliminando las oposiciones inútiles. Se desea eliminar las tesis opuestas o
diferentes para establecer la propia doctrina (tomadas así las ideas, no hay Philosophia perennis ni fusión
de horizontes de significatividad al estilo panamericano). La dialéctica platónica es distante de la
dialéctica trascendental kantiana, pero lo dialéctica de la construcción filosófica sólo hará sobrevivir a
las tesis que alcancen la verdad sin réplicas.

La quinta, abrazar la verdad es imprescindible para vivir en la Filosofía y no de la Filosofía.


Por ello, al persuadir o ser persuadidos es necesaria la exposición de fundamentos y justificaciones que
exhortan a "profesar" una Filosofía. No hay más un creer que (que es dudar), sino un creer en (que es
entregarse a la evidencia). Así como la conversión religiosa transforma al sujeto, la quinta
especificidad de la Filosofía, la fundamentación, le da la pauta para una nueva cosmovisión. Con ello,
cambia su existencia, designios y modos de obrar. Tal cual le sucedió a Platón cuando conoció a
Sócrates o a Kant cuando Humé "lo despertó de su sueño dogmático".

Después de la fundamentación viene la especificidad de establecer doctrina: hacerla juiciosa,


realizar un conjunto de afirmaciones cuya veracidad proviene de los fundamentos y la dialéctica,
convierte el filosofar en justificaciones irrecusables, selección de verdades y eliminación de
imprecisiones. La doctrina da actualidad y aplicabilidad a sus verdades, le dota de fortaleza. Así, el mito
de la caverna platónico sigue vigente o la participación de la subjetividad en el conocimiento, como lo
formuló Kant, está más en boga que nunca.

Sin embargo, las doctrinas son perfectibles y actualizables. Si, en efecto, suscitan nuevas
cuestiones, también habrán de responder a lo largo de la historia a circunstancias imprevistas. Tal cual lo
hacen, por ejemplo, los aristotélico-tomistas ante asuntos como la clonación o los transgénicos. Y no
menos la doctrina debe incorporar nuevos descubrimientos. Por ello, la sistematización en una
organización completa, coherente, haciendo de la doctrina un todo orgánico que se establece como un
corpus de enunciados es imprescindible. De ahí, la elaboración de vademécums, decálogos, suma
teológica, enciclopedias, manifiestos, trata/los, compendios, diccionarios, etcétera, para dejar establecido
el conjunto de afirmaciones a los cuáles los doctrinarios deberán hacer referencias. Muchos filósofos no
lo hacen explícitamente, pero son sólidamente sistemáticos. Nietzsche es un ejemplo privilegiado de
la expresión filosófica lírica y cabalmente sistemática.

La última de las especificidades es la comunicación. La Filosofía ha reconocido que se nutre de la


realidad y de las fuentes de conocimiento sobre ella, pero desea explicarla e incidir en su transformación.
La comunicación o divulgación de la Filosofía ha de adaptarse a los cambios culturales con expresiones
apropiadas para los diversos lugares y tiempos a proyectarse. De ahí las "introducciones" a Kant o
Platón, las monografías sobre Nietzsche o el eterno retorno donde encontramos el dato de nuestro
comienzo al filosofar, pero no del inicio de la Filosofía. Porque, querámoslo o no, en este oficio, siempre
hay que andar "principiando".
TAREA INDIVIDUAL

1. Extraer copia del texto y realice el trabajo individual siguiendo la explicación realizada sobre el
método MAC
2. Lee detenidamente el documento en relación al texto Ocho modos de hacer filosofía y utilizando
la técnica del subrayado distinga las categorías y las ideas fundamentales de cada una de los modos
y con él, construya el cuadro de ideas, haz la comprensión y en hoja aparte el mapa mental.

También podría gustarte