Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En primer lugar, tenemos la investigación de los datos. El filósofo busca en la realidad o a través
del filosofar de otro colega. La investigación está determinada por el interés y el entorno del
investigador. El dato sobre otro colega obedece a la coincidencia de propósito y depende del acceso
correcto a la fuente. La investigación del dato también nos lleva a establecer relaciones entre la Filosofía
y otras esferas de la vida. Es obvia la interdisciplinaridad de la Filosofía con el lenguaje, las ciencias
naturales y humanas y demás áreas del saber. Por ejemplo, el dato referente a la percepción y la
sensación nos llevan a preguntar: ¿el valor del saber sensible es igual al inteligible o es menor?
Podríamos rastrear la respuesta en Kant o en Platón. En el caso de Platón investiguemos su exposición
en La República (509 d): la diferencia entre el saber sensible (doxa) y el inteligible (episteme), dice del
dato en griego, en árabe es "anisa" que significa de valor desigual.
En tercer lugar, la investigación ha de establecerse en la historia. Ésta puede ser básica, especial
o general. La historia básica nos enseña dónde, quiénes y qué. Presenta las acciones humanas. Pero
también se debería presentar las influencias de la realidad sobre el pensamiento. La historia especial trata
de los movimientos culturales, institucionales o doctrinales. Aquí cabe reseñar una historia de las
ideologías y no la micro historia o cualquier historiografía contemporánea. La historia general, hoy en
día, es imposible después de las reflexiones de Theodor Adorno. Por eso, en el mejor de los esfuerzos,
junto con Lonergan, cabría describirla como una historia básica iluminada y completada por los
múltiples trabajos de la historia especial. La historia de la Filosofía se conforma, habitualmente, según
dos actitudes. La primera es relativista; pasa revista a la diversidad de doctrinas para plantear con
amplitud un problema. Hace la revisión histórica de una tesis, sus pros y contras. La segunda es una
actitud conciliadora para la conformación de una Philosophia perennis. Esta sostiene la permanencia de
una misma verdad por debajo de sus diversas expresiones históricas. La historia de la Filosofía tiene,
además, un solo origen en diversos inicios, pues cada filósofo tiene sus raíces, cada parte de la Filosofía
sus ramificaciones y superposiciones, y también existe la versión escolar que corre paralela a las fuentes
mismas. Pero el origen es uno y el mismo: la esencia del filosofar se da en la pregunta nacida del
asombro o la duda. Muy distinta de los inicios, que inclusive pudieron provocar el filosofar hasta por
Equivocación. ¿Por qué habríamos de valorar el conocimiento intelectual con anterioridad a la
experiencia? Quizá para no cometer los errores de Platón y Kant y elevarnos desde sus anchos hombros
para ver, cómo ve el pequeño, parado en la espalda de los gigantes.
Ahora bien, es común observar entre filósofos las discusiones interminables sin llegar a un acuerdo,
pero lo curioso es cómo se entienden entre sus disidencias. He aquí la necesidad de la cuarta
especificidad: la dialéctica. Filosofar va más allá del dato y su significación. El alegato filosófico ahora
descansa en la demostración, en el poder persuasivo, la vigencia y alcance de verdad. Aunque para
Lonergan la dialéctica pretende adquirir un punto de vista incluyente, en la Filosofía resulta lo
contrario: excluye de la veracidad a las doctrinas filosóficas discrepantes. Entonces, por dialéctica
filosófica (distinta de la teológica) no se establece un diálogo apologético donde todas las posturas son
incluidas y se desea comprender al interlocutor. No se busca superar oposiciones verdaderas o falsas en
una síntesis integradora, eliminando las oposiciones inútiles. Se desea eliminar las tesis opuestas o
diferentes para establecer la propia doctrina (tomadas así las ideas, no hay Philosophia perennis ni fusión
de horizontes de significatividad al estilo panamericano). La dialéctica platónica es distante de la
dialéctica trascendental kantiana, pero lo dialéctica de la construcción filosófica sólo hará sobrevivir a
las tesis que alcancen la verdad sin réplicas.
Sin embargo, las doctrinas son perfectibles y actualizables. Si, en efecto, suscitan nuevas
cuestiones, también habrán de responder a lo largo de la historia a circunstancias imprevistas. Tal cual lo
hacen, por ejemplo, los aristotélico-tomistas ante asuntos como la clonación o los transgénicos. Y no
menos la doctrina debe incorporar nuevos descubrimientos. Por ello, la sistematización en una
organización completa, coherente, haciendo de la doctrina un todo orgánico que se establece como un
corpus de enunciados es imprescindible. De ahí, la elaboración de vademécums, decálogos, suma
teológica, enciclopedias, manifiestos, trata/los, compendios, diccionarios, etcétera, para dejar establecido
el conjunto de afirmaciones a los cuáles los doctrinarios deberán hacer referencias. Muchos filósofos no
lo hacen explícitamente, pero son sólidamente sistemáticos. Nietzsche es un ejemplo privilegiado de
la expresión filosófica lírica y cabalmente sistemática.
1. Extraer copia del texto y realice el trabajo individual siguiendo la explicación realizada sobre el
método MAC
2. Lee detenidamente el documento en relación al texto Ocho modos de hacer filosofía y utilizando
la técnica del subrayado distinga las categorías y las ideas fundamentales de cada una de los modos
y con él, construya el cuadro de ideas, haz la comprensión y en hoja aparte el mapa mental.